LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DEPARTAMENTO DE BOYACÁBOYACÁ

VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA PROGRAMA PRESIDENCIAL DE DERECHOS HUMANOS Y DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO VICEPRESIDENCIA DE LA REPUBLICA

Director: Carlos Franco E. Coordinador Área de Políticas y Coordinación Interinstitucional: Tomas Concha Coordinadora Observatorio de Derechos Humanos: Ana Silvia Linder Diseño carátula: Patricia Lora Diagramación: Patricia Lora BOYACABOYACA

El departamento de Boyacá es un territorio clave para los propósitos de la guerrilla, principalmente para las FARC, que sitúa su eje estratégico en la Cordillera Oriental, tomando a Bogotá como su centro y creando una cadena de frentes que parten desde la Uribe (Meta) llegando hasta la frontera con Venezuela. En este sentido Boyacá, además de ser parte de un corredor estratégico, también es una amplia zona de retaguardia de la guerrilla que le permite ubicar y desplazar su fuerza a los departamentos de Arauca, Casanare, Santander, Cundinamarca y Norte de Santander. Por lo anterior, la dinámica del departamento se encuentra estrechamente ligada a lo que ocurre con sus vecinos y por lo tanto sólo se puede interpretar si se tiene en cuenta el contexto circundante.

Por otro lado, en el departamento surgió lo que en este documento se llamará el modelo Puerto Boyacá, el cual estableció en buena parte las bases del paramilitarismo, su marco de acción y las estrategias, así como las tácticas de esta organización; todo esto en medio de luchas internas y externas entre el narcotráfico y los esmeralderos. Paradójicamente, a pesar de sentar las bases del desarrollo posterior de los grupos de autodefensa, el accionar de estos grupos no es notable, aunque es innegable que ejercen el dominio sobre algunos territorios y poblaciones.

Particularmente, la territorialidad[1] de los grupos armados irregulares está bastante definida, aunque se ejerce de manera pasiva con monopolios fragmentados de violencia; sin embargo, esto no quiere decir que eventualmente se traspasen fronteras y se presenten

[1] El concepto de territorialidad se explicará más adelante. confrontaciones, pero éstas no son de la magnitud de otros departamentos. La lucha por el control del territorio más bien se da en las jurisdicciones aledañas, como sucede en Arauca y en Casanare donde se ha presentado una fuerte confrontación entre los grupos de autodefensas y las guerrillas.

En esta medida, con territorialidades más o menos definidas, los actores armados irregulares aplican la violencia de manera limitada.[2] No hay registro de masacres de grandes proporciones, de secuestros masivos o de un importante volumen de ataques contra la población civil. Lo que se da más bien es una violencia selectiva y controlada que busca preservar el control. Sin embargo es oportuno decir que de manera constante el accionar de los actores armados, sobre todo de la guerrilla, al intentar afectar directamente la economía, por medio del sabotaje, rompe las diferencias entre objetivos militares y los bienes civiles, perjudicando de manera directa a los no combatientes.

[2] Es válido traer las palabras de Hanna Arendt, en su libro On Violence: “Poder y violencia son opuestos; cuando uno de los dos ejerce poder absoluto, el otro está ausente. La violencia aparece cuando el poder está en riesgo”. San Diego, Harcourt Brace, 1970, Pág. 56. EvoluciónEvolución deldel conflictoconflicto armadoarmado

Guerrillas

La presencia de la guerrilla de las FARC en el departamento de Boyacá se remonta al período comprendido entre 1978 y 1982, años en los que se produjeron respectivamente la Sexta y la Séptima Conferencia en las que se determinaron cambios de enorme importancia para esta agrupación insurgente. Entre 1978 y 1980 se consolidaron los cuatro núcleos iniciales de expansión: Meta y Caquetá; Valle, Tolima, Huila y Cauca; Urabá; y Magdalena Medio – dentro de la cual se encontraban algunos municipios del occidente de Boyacá, especialmente Puerto Boyacá, de influencia del frente 9 -. Entre 1981 y 1982 la expansión continuó; aparecieron los frentes 12 y 11 en Santander – este último con presencia en el occidente de Boyacá -.

Es preciso señalar que una de las conclusiones de la Séptima Conferencia llevada a cabo en mayo de 1982 fue la decisión de situar el eje de despliegue estratégico en la Cordillera Oriental y a Bogotá como su centro, así como crear una cadena de no menos de doce frentes que partieran desde Uribe (Meta), llegando hasta la frontera con Venezuela. Bajo estos objetivos las FARC crecieron militarmente, adquiriendo el narcotráfico un enorme peso en las finanzas de la organización. En esta dinámica una serie de frentes comenzaron a cumplir con el propósito de copar la Cordillera Oriental, dentro de estos el frente 10 en Arauca - con alguna influencia en el nororiente de Boyacá -; así como los frentes 28 y 38 en Casanare.

Entre 1991 y 1992 se dieron aproximaciones entre el Gobierno y las FARC con el propósito de adelantar un proceso de paz en Cravonorte (Arauca), en Caracas (Venezuela) y en Tlaxcala (Méjico), pero estos esfuerzos no fructificaron. En 1993 tuvo lugar la denominada Octava Conferencia en la que se analizó y evaluó la experiencia política y militar desde 1982, se concluyó que si bien se había progresado en la cobertura de la organización, todavía les faltaba la implantación en algunas áreas importantes del país. En los últimos años de la administración Gaviria no se volvieron a tener acercamientos con la insurgencia y se llevó a cabo la denominada Toma de la Uribe (Meta) – las FARC habían pedido despejar este municipio, como condición para mantener las conversaciones -.

En los meses siguientes a esta toma, las FARC pusieron en práctica lo dispuesto en las conferencias, en torno a activar los frentes en prácticamente todo el país con el propósito de fragmentar las fuerzas del enemigo, produciéndose una escalada sin precedentes en las que se combinaron acciones contra la Fuerza Pública con acciones de sabotaje. Adicionalmente se dio cumplimiento a lo estipulado en torno al crecimiento y desdoblamiento de los frentes. En efecto, entre 1990 y 1995 surgieron no menos de quince frentes, dentro de estos, el frente 45 en la región del Sarare, en los departamentos de Boyacá y Arauca, el frente 54 en los límites de Boyacá y Cundinamarca, y el frente 56, en la Cordillera Oriental, en límites de Boyacá y Casanare – con una mayor presencia en este último departamento -.

Durante la década de los noventa además aparece el frente 65 en el norte de Cundinamarca – en límites con Boyacá – que viene a reforzar las estructuras armadas creadas con anterioridad. Recientemente, ha operado la columna móvil Arturo Ruiz con radio de acción en los municipios de , El Espino, y (con incursiones al Estado de Zulia en Venezuela).

Actualmente el dispositivo de las FARC, como se puede observar en el mapa, está compuesto por el frente 11 en el occidente de Boyacá, zona esmeraldífera donde están los municipios de , , Coper, Quípama, La Victoria, Tununga, Chiquinquirá, Briceño y Saboya; el frente 23 en los municipios de Guayata, Santana, Moniquirá, , Gachantivá, Toguí, Santa Sofía; el frente 28 con radio de acción en Chita, Jericó, , Tasco, Corrales, Gámeza, Paz del Río, , Paya, , , , y Socotá; el frente 38 en los municipios de , Mongua, Gámeza, Monguí, Iza, , Aquitania, Labranzagrande, Pajarito, Paya, Pisba, Albania, Zetaquirá, Firavitova, Bebeo, Páez, Chitarague y ; el frente 45 con influencia en Cubará, San Mateo, Boavita, La Uvita, Socha, Jericó, Chita, Chiscas, Guicán, Macaravita, Bojabá, Gibraltar, El Espino, Guacamayas, Soatá, Covarachía, Cocuy y Sativa; el frente 52 en los municipios de Páez, , San Eduardo, Miraflores, Santamaría, , , Almeida, y ; así como el frente 56 con radio de acción en Pajarito, San Eduardo y Paéz.

La presencia del ELN en la zona se remonta al período de crecimiento de frentes de 1983 a 1995 por medio de los denominados “frentes de guerra”, los cuales están ligados con los sectores económicos del petróleo, la minería y la agroindustria. Hay que tener en cuenta que ya se había insinuado el denominado frente de guerra Nororiental, conformado principalmente por el frente Domingo Laín en la región del Sarare. Este frente, cuyo eje urbano es Bucaramanga, tuvo como primer objetivo el trazado del oleoducto que parte del centro de explotación de Caño Limón en el departamento de Arauca y que continua por el norte del Boyacá, por prácticamente todo el Norte de Santander, siguiendo en una pequeña porción por el sur del Cesar. Alrededor de esta zona nacieron varios frentes entre 1983 y 1986, dentro de los cuales se encuentra el frente Efraín Pabón Pabón en el sur del Norte de Santander y el norte de Boyacá. 1 CUBARA 11 EL COCUY 21 SANTANA 2 CHISCAS 12 SOATA 22 3 GUICAN 13 LA UVITA 23 4 COVARACHIA 14 CHITA 24 PAZ DE RIO 5 EL ESPINO 15 SUSACON 25 BELEN 6 GUACAMAYAS 16 PUERTO BOYACA 26 SOCHA 7 SAN MATEO 17 JERICO 27 SAN JOSE DE PARE 8 PANQUEBA 18 28 9 19 TUTAZA 29 10 BOAVITA 20 SOCOTA 30

31 TASCO 41 SOTAQUIRA 51 SANTA SOFIA 32 TOGUI 42 GAMEZA 52 SABOYA 33 SANTA ROSA DE VITERBO 43 ARCABUCO 53 MONGUA 34 BETEITIVA 44 PAUNA 54 35 MONIQUIRA 45 PAYA 55 SOGAMOSO 36 FLORESTA 46 COMBITA 56 TUNUNGA 37 OTANCHE 47 57 MONGUI 38 BUSBANZA 48 GACHANTIVA 58 TUTA 39 PISVA 49 59 VILLA DE LEIVA 40 CORRALES 50 TOPAGA 60

61 CHIQUIZA 71 TOCA 81 TOTA 62 BRICEÐ0 72 IZA 82 RAQUIRA 63 CHIQUINQUIRA 73 AQUITANIA 83 TUNJA 64 SUTAMARCHAN 74 PESCA 84 65 LABRANZAGRANDE 75 TINJACA 85 66 76 SACHICA 86 SAMACA 67 OICATA 77 SORA 87 LA VICTORIA 68 QUIPAMA 78 CHIVATA 88 69 MARIPI 79 CUITIVA 89 BUENAVISTA 70 CALDAS 80 90 SORACA

91 COPER 102 TURMEQUE 113 TENZA 92 VIRACACHA 103 ZETAQUIRA 114 CAMPOHERMOSO 93 RONDON 104 SAN EDUARDO 115 MACANAL 94 BOYACA 105 UMBITA 116 95 106 117 96 PAJARITO 107 118 97 RAMIRIQUI 108 MIRAFLORES 119 ALMEIDA 98 CIENEGA 109 120 SAN LUIS DE GACENO 99 110 PAEZ 121 GUAYATA 100 NUEVO COLON 111 122 SANTA MARIA 101 TIBANA 112 123 CHIVOR También es importante considerar el frente de Guerra Central, el cual tuvo como eje Bogotá y comprendió parte de Cundinamarca, Boyacá y Casanare. Si bien este último departamento se caracteriza por importantes explotaciones de petróleo en los campos de Cusiana, Cupiagua y La Volcanera, la influencia del ELN en esta zona no adquirió las características que presentó en Arauca. Ya para 1998 existía la denominada Regional Oscar Fernando Rueda en la capital del país y se originó el frente Los Libertadores en el suroccidente de Casanare y el oriente de Boyacá. Después de 1992 nacieron los frentes Guillermo A. Vásquez en Boyacá, el Adonai Ardila y el José David Suárez en Casanare.

En el momento actual, si bien los frentes que confirmaron los tradicionales “frentes de guerra” subsisten, están lejos de dar un salto cualitativo para conformar las “fuerzas militares de área”. Por el contrario han sufrido golpes contundentes por parte de las Fuerzas Militares y de los grupos de autodefensa y han perdido influencia en las zonas planas, de donde tradicionalmente habían transferido excedentes económicos y tienden a refugiarse en zonas montañosas desde donde cada vez más se les dificulta fortalecer sus finanzas, razón por la cual han tenido un retroceso militar notable.

Una clara muestra de lo anterior es lo que ocurrió con la denominada área ABC (Arauca, Boyacá y Casanare), la cual existe como proyecto desde antes de 1995 y en ella se pretendía desarrollar la Compañía Simacota como una “fuerza militar de área”, pero no culminó satisfactoriamente. El proyecto suponía unir la fuerza del frente Domingo Laín, del tradicional frente de guerra nororiental con la de los frentes José David Suárez y Adonai Ardila que se originaron en el frente de guerra central. De hecho el ELN no logró consolidar una fuerza militar significativa en el Casanare, al tiempo que el Domingo Laín, tradicionalmente el frente más rico y fuerte de la organización, solo mantiene una capacidad muy reducida para sabotear el transporte de crudo, viendo de esta manera reducida su fuerza militar en Arauca a expensas de las FARC y de los grupos de autodefensa que cada vez ocupan más espacios en este departamento. En definitiva la Compañía Simacota no logró dar el salto cualitativo y nada indica que se esté transformando en una fuerza militar de área, tal como estaba previsto en los planes del ELN.

En la actualidad como se puede observar en el mapa, el dispositivo del ELN esta compuesto por los siguientes frentes: el Guillermo Vásquez Bernal con su radio de acción principalmente en la parte suroccidental de Santander pero con presencia en Otanche (Boyacá); el Domingo Laín Suárez, el cual actúa principalmente en el municipio de Cubará (Boyacá), teniendo su eje en el departamento de Arauca y movilizándose a las poblaciones de La Salina y Sácama (Santander) así como en algunas de Santander y Norte de Santander; el José David Suárez en los municipios de Aquitania, San Eduardo, Miraflores, Labranzagrande, Paya, Pisba, Berbeo, Páez, Campohermoso y Pajarito; así como el frente Adonai Ardila Pinilla con su zona de influencia que se extiende por Covarachía, Tipacoque, Susacón, Sativa Norte, Sativa Sur, Jericó, La Uvita, Socha, Socotá, Tasco, Belén, Soatá y Duitama – al igual que algunos municipios de Santander dentro de los que se encuentran

Onzaga, Coromoro y San Joaquín -. Es de notar que según el orden de batalla del Ejército Nacional, el frente Efraín Pabón Pabón, anteriormente mencionado, ya no tiene presencia en el departamento de Boyacá.

Autodefensas

Aunque los orígenes del movimiento paramilitar se remontan a los años 40s y 50s con la aparición de los llamados “chulavitas” - grupos irregulares organizados por el Partido Conservador, dirigidos por la Policía, conformados por personas que eran reclutados en las prisiones y que tenían como principal objetivo asesinar y desplazar a los militantes del Partido Liberal -, este diagnóstico tomará como punto de partida los sucedido en los 80s en el municipio de Puerto Boyacá en el Magdalena Medio, dónde se implementó un modelo que luego fue reproducido en otras regiones por una variedad de grupos de autodefensa.

La década de los ochenta permite presenciar la escalada del conflicto a raíz de una serie de factores que determinan la potencialidad de los actores armados. El narcotráfico, ya poderoso a finales de la década de los setenta y cuya expresión aparentemente había estado circunscrita al poder de la mafia guajira y las guerras entre capos de la costa, dio un salto cualitativo al ingresar en el negocio de la coca, mucho más cuantioso y en franco proceso de expansión ante el incremento del consumo en Estados Unidos.

La guerrilla, por su parte, venía creciendo de manera continuada pero lenta y se encontraba decidida a dar un salto cualitativo dentro de la confrontación. El desdoblamiento de frentes y la búsqueda de nuevas fuentes de recursos agudizaron la confrontación armada. Para responder, el Ejército colombiano se sirvió de elementos establecidos en la denominada Doctrina de Seguridad Nacional y debido a las facultades legales, inició y promovió la constitución de grupos civiles de autodefensa como apoyo a operaciones contrainsurgentes.

En este contexto, el Magdalena Medio, zona de colonización reciente, se convirtió en un espacio de violencia ya que allí se dieron las condiciones para la expansión de los actores armados. La guerrilla había logrado hacer parte de la colonización de los desplazados de la violencia de los cincuenta. El narcotráfico se insertó por las ventajas estratégicas de la zona y el desarrollo de cultivos ilícitos. El paramilitarismo, alentado por el narcotráfico, encontró en el muy vecino occidente de Boyacá el referente y el respaldo para la expansión del poder de las mafias de las esmeraldas, en este momento ligadas al narcotráfico. Los excesos del frente 11, el desplazamiento de la clase política tradicional y la importancia para el narcotráfico por su cercanía con Medellín, el hecho de ser una zona selvática bajo control militar y la facilidad de desplazamiento por el río Magdalena, convirtieron esta región en una ineludible zona de conflicto.

La utilización de redes, la alianza con el Cartel de Medellín y un amplio poder militar derivado de su historia, permitieron a Gilberto Molina, Gonzalo Rodríguez Gacha, Pablo Escobar Gaviria y demás miembros de dicha organización, acceder al Magdalena Medio, en donde confluían múltiples intereses: Compra de tierras, ubicación de laboratorios y tierras de cultivo, acceso a Girardot y el occidente cundinamarqués, acceso a Bogotá vía Pacho – Zipaquirá y garantía del comercio de esmeraldas. Establecida la necesidad de eliminar a quienes se oponían al nuevo poder económico, se dispuso una estrategia para acabar con rivales políticos, sociales y militares. En Puerto Boyacá (Boyacá) y Puerto Berrío (Antioquia), miembros del Partido Comunista, presidentes de juntas de acción comunal, así como integrantes de organizaciones sociales fueron asesinados. Los nuevos grandes propietarios ofrecieron seguridad a los antiguos terratenientes, y de manera paralela, la agrupación compró las tierras de quienes habían abandonado la zona.

La historia a partir de ahí esta bien documentada y es conocida. Rodríguez Gacha se apodera del Magdalena Medio, establece su emporio en Puerto Boyacá, se apodera del occidente de Cundinamarca, Puerto Salgar y Yacopí, así como de Pacho. Sin embargo, nunca logró consolidar la región esmeraldífera, ya que estructuras comandadas por los jefes de este negocio, le opusieron tenaz resistencia y Rodríguez Gacha murió cuando el conflicto aún no estaba dirimido.

Lo importante de este proceso para el análisis de la situación actual es que a partir de la experiencia en Puerto Boyacá se configura un modelo de acción basado en la guerra sin cuartel, la estrategia tierra arrasada, la masacre como modo preferente de control, el terror como recurso estratégico y el desplazamiento. Este modelo, el cual había logrado expulsar a la guerrilla de la zona sur del Magdalena Medio, fue implementado en otros departamentos por medio de grupos seleccionados de autodefensas que ayudaron a entrenar a otro semejantes en Putumayo y la región del Ariari – Guayabero.

Con la muerte de Rodríguez Gacha y posteriormente la de Pablo Escobar, la estructura de los grupos de autodefensa se reorganiza bajo el mando de los hermanos Castaño y sus socios los PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar). Paralelamente a este proceso, autodefensas comandadas por jefes esmeralderos comienzan su expansión en el oriente del país, el sur del Cesar y Santander, luego de consolidar su poder en el occidente boyacense y amplias zonas de Cundinamarca.

En Puerto Boyacá, se da un proceso de confrontación entre grupos de autodefensa por el control de una zona que tradicionalmente había sido dominada por el “Mexicano”. Organizaciones comandadas por la familia Pérez, Ariel Otero y Gilberto Molina, entran en disputa por el dominio de esta zona, dándose una lucha interna que termina con el asesinato de varios de los jefes. Dentro de estas estructuras se encontraban personajes como Víctor Triana, alias “Botalón” y Luis Eduardo Cifuentes Galindo, alias “El Águila” – quienes eran parte de la organización del Mexicano -, los cuales terminaron por imponerse, el primero de ellos en Puerto Boyacá y su entorno (en Antioquia el municipio de Puerto Triunfo, en Santander los municipios de Puerto Parra, Puerto Olaya, San Fernando, Santa Helena del Opón y Cimitarra) y el segundo en Cundinamarca.

Entonces por un lado se tienen las autodefensas de Botalón en Puerto Boyacá, con un claro vínculo con el narcotráfico, desde su relación con el Cartel de Medellín, así como con estructuras como el MAS (Muerte a Secuestradores); por el otro están las denominadas autodefensas Héroes de Boyacá, ubicadas en la zona esmeraldífera, con una historia desligada del tráfico de drogas y con una zona de influencia que comprende en la actualidad los municipios de Pauna, Borbur, Otanche y Briceño en Boyacá, así como La Belleza y Florián en Santander. Es de resaltar que la dinámica des estos grupos esta muy ligada con lo que ocurre en los departamentos de Casanare y Meta. Aunque no se puede hablar de una zona de dominio desde el occidente de Boyacá hasta el oriente (Casanare y Meta), ya que en medio de estas regiones está la Cordillera Oriental donde hay un control de las FARC, las dinámicas están muy relacionadas, ya que tanto las autodefensas ligadas al narcotráfico como aquellas que están relacionadas con el negocio de las esmeraldas, tienen presencia en el piedemonte (en Casanare), sobre todo en las poblaciones de Monterrey, Villa Nueva, Chámeza, Recetor, Támara, Pore y Nunchía. El grupo que tiene mayor presencia en esta región son las Autodefensas Campesinas del Casanare, al mando de Héctor José Buitrago, alias “Tripas” cuya área de influencia en el departamento de Boyacá esta compuesta por los municipios de San Luis de Gaceno, Miraflores, San Eduardo, Berbéo, Páez y Santa María.

Además de estas estructuras, hay grupos de autodefensas más localizados, que tienen una dinámica más local que están ligados al Bloque Central Bolívar, como el denominado frente Lancero de Vélez y Boyacá, con influencia en el municipio de Duitama (Boyacá) y la Provincia de Vélez en Santander.

A pesar de ser uno de los principales focos de desarrollo de las estrategias de los grupos irregulares contrainsurgentes, a tal punto de constituirse como modelo de expansión para otras regiones- específicamente el modelo Puerto Boyacá - lo cierto es que la fuerza y dinámica de los grupos de autodefensa en Boyacá no tiene las mismas dimensiones que presentó en sus orígenes.

La territorialidad de los actores armados esta relativamente determina, entendida ésta en los términos de Daniel Pecaut como “... situaciones en las cuales un actor armado tiende a ejercer un monopolio de la fuerza sobre una zona dada y a imponer sus normas sobre los habitantes sin necesidad de acudir prioritariamente a la coacción, consiguiendo más bien cierto apoyo de la sociedad, sea por razones “ideológicas”, sea por razones relacionadas con los intereses de estos habitantes.“[1]

De acuerdo con lo sostenido por Pécaut “el control territorial implica la capacidad de uno u otro actor armado de mantener, por la fuerza y/o con medios indirectos ( y eso incluye la presión sobre el personal político) un dominio más o menos estable sobre una zona sin que esto implique la formulación de normas reconocidas y menos aún, la adhesión de sectores importantes de la población.“[2]

En el marco de esta definición, los grupos de autodefensa en Boyacá han establecido una territorialidad consolidada pasiva, entendida ésta, como zonas en las cuáles estas agrupaciones tienen fuerte presencia militar sin que exista rival militar activo, ni se presenten acciones típicas de guerra. Se considera pasiva en la medida en que si bien su presencia militar es preponderante, ejecuta muy rara vez acciones de control, tales como asesinatos, amenazas o desapariciones. En estas zonas el aparato militar es básicamente de carácter sicarial. Esta es la situación de Puerto Boyacá y buena parte de la región esmeraldífera, así como de algunas zonas planas como Garagoa.

Es de resaltar que en este departamento no hay una confrontación abierta entre los grupos de autodefensa y la insurgencia, a pesar de conservar fronteras de control. Por esta razón las zonas son relativamente estables, lo que no quiere decir que haya una ausencia de acciones armadas o eventuales rencillas.

[1] Seminario Internacional Dimensiones Territoriales de la Guerra y la Paz en - Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Septiembre 10 de 2002) [2] Ibídem. AccionesAcciones armadasarmadas

Acciones de los grupos armados irregulares

Teniendo en cuenta lo registrado de 1998 a 2003, proyectando este último año con base en lo acontecido hasta octubre, el año 2002 presenta el pico más alto en cuanto a acciones de los grupos armados irregulares se refiere. En este año se registraron 49 acciones, es decir 24 más que en 2001, para un ascenso del 46%. Este alza se explica principalmente por un mayor número de actos de terrorismo, que de 12 en 2001 pasaron a 29 en 2002, es decir un aumento del 142%, así como de los hostigamientos contra la Fuerza Pública que se doblaron de 7 a 14 – la mayoría de estos fueron dirigidos contra la Policía -.

El período considerado comienza con el año 1998, el cual es el segundo más bajo con 17 acciones. Dentro de estas acciones se destaca la voladura del oleoducto Caño Limón – Coveñas, en el sitio Bojaba en el municipio de Cubará por parte de insurgentes del ELN, quienes de la misma manera activaron dos petardos en el Km 47 del tubo, ocasionando la

Fuente: Boletines Diarios del DAS Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República * Proyectado con base en lo registrado hasta octubre. suspensión del bombeo. Este año las poblaciones de Mongua, Rondón y Guican fueron objeto de incursión de los grupos insurgentes, quiénes atacaron las estaciones de Policía y produjeron daños en edificaciones gubernamentales y bienes civiles.

En el año 1999, las acciones de los grupos irregulares presentan un ascenso del 35%, explicado por el mayor número de hostigamientos que de 4 en 1998 pasaron a 12. Este año las FARC incursionaron en las poblaciones de Paz de Río (donde destruyeron las instalaciones de la alcaldía y Telecom, así como el puesto de Policía y algunas viviendas aledañas), El Espino (donde asesinaron a once agentes y a tres particulares), Mongua, La Uvita (donde destruyeron las instalaciones del palacio municipal, la Caja Agraria y algunas viviendas aledañas) y Chiscas (donde atacaron el puesto de Policía con cilindros de gas y armamento de largo alcance).

En 2000 el accionar armado de los grupos irregulares baja en un 30%. Con 16 hechos este año presenta el registro más bajo de los cinco considerados. Se destaca el nombrado caso del collar bomba en Chiquinquirá, donde en momentos en que unidades de la Policía y el Ejército desactivaban un artefacto explosivo instalado en el cuello de una mujer, éste hizo explosión. Este año el oleoducto Caño Limón – Coveñas fue dinamitado por guerrilleros de las FARC en el municipio de Páez e insurgentes del frente 28 de esta misma organización incursionaron en Gámeza (Boyacá), atacando con armas de fuego y cilindros de gas el puesto de Policía, resultando destruidas sus instalaciones y las del palacio municipal.

De 16 acciones en 2000 se pasó a 25 en 2001, básicamente por un mayor número de acciones terroristas por parte de los grupos irregulares. El oleoducto Caño Limón – Coveñas fue dinamitado en cinco ocasiones por subversivos de las FARC, ocasionando la suspensión del mismo; en Tibasosa insurgentes dinamitaron dos torres de energía, en Aquitania activaron un artefacto explosivo contra un peaje y en Chiscas, en la vía a Toledo (Norte de Santander) guerrilleros del ELN dinamitaron el puente sobre el río Rionegro.

En 2002 las acciones de los grupos armados irregulares casi se duplican al pasar de 25 en 2001 a 49. Tras el rompimiento de las conversaciones entre el Gobierno y las FARC, y al término de la zona de distensión, este grupo insurgente aumenta el número de acciones como respuesta a la ofensiva de la Fuerza Pública, la cual en ese momento se propone retomar los municipios que antes habían sido despejados. Como una manera de dispersar los operativos, la insurgencia realiza acciones en otros departamentos aledaños, en los cuales tiene zonas de retaguardia, desde donde emprende sus acciones. En esta lógica se inscribe el departamento de Boyacá, donde las FARC aumentaron las acciones de sabotaje en todos los flancos, haciendo que la Fuerza Pública dirigiera parte de su volumen de ataque a cuidar la infraestructura. En este año el número de retenes ilegales en los cuales fueron incinerados vehículos de transporte público y vehículos particulares aumentó; así sucedió en los municipios de Guateque, Zetaquirá, Belén y Pajarito. La infraestructura vial fue atacada por medio de la destrucción de puentes en El Espino y Soatá; el oleoducto fue dinamitado en dos ocasiones en Cubará; la insurgencia dinamitó torres de energía en Guacamayas, Monguí, Aquitania, El Cocuy, Campohermoso y Pajarito; también fue atacada la infraestructura de comunicaciones en Corrales, El Espino, Labranzagrande, El Cocuy y Jericó. Fuente: Boletines Diarios del DAS Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República *Proyectado con base en lo registrado hasta octubre

Como se puede observar en la siguiente gráfica, en el año 2002, se registró un ascenso notable de las acciones llevadas a cabo por las FARC, las cuales pasaron de 17 en 2001 a 44, para un ascenso del 159%. Es de destacar que considerando el período de 1998 a 2003, proyectando lo ocurrido hasta octubre, el mayor peso en el accionar de los grupos irregulares lo tiene esta organización insurgente con el 76% de las 150 acciones registradas. En 2003, el registro vuelve a descender, esta vez en un 64%. Esta baja se entiende en el marco de una lucha intensa entre las FARC y los grupos de autodefensas en el departamento de Arauca, así como en Casanare y Norte de Santander, lo cual hace que este grupo subversivo concentre su fuerza en esta zona y baje el número de acciones en las regiones vecinas. Dentro de lo registrado en 2003 se destaca lo acaecido en Chita, donde insurgentes de las FARC activaron un artefacto explosivo acondicionado en un ejemplar equino, en cercanías a un restaurante frecuentado por unidades del ejército, resultando muertas ocho personas. Así mismo el atentado contra el alcalde de El Espino, a quien insurgentes de las FARC remitieron un paquete bomba, el cual explotó, resultando heridos tres soldados.

Municipios o regiones más afectados o vulnerables

Seis de los 46 municipios que registraron acciones de 1998 a octubre de 2003, concentran el 37% de los hechos. El primero de ellos, Cubará, ubicado en la zona norte del departamento, en límites con Arauca, Norte de Santander, Santander y Venezuela, concentra el 11% del total de acciones. En este municipio la insurgencia ha atacado principalmente la infraestructura petrolera por medio de la voladura del oleoducto Caño Limón – Coveñas en no menos de ocho ocasiones. Así mismo, los hostigamientos a la Fuerza Pública han sido frecuentes pero sin mayores consecuencias.

El segundo lugar lo ocupa Pajarito con el 8% de las acciones. En este municipio, ubicado en límites con el departamento de Casanare (especialmente con los municipios de Recetor y Aguazul), en plena Cordillera Oriental, la insurgencia ha desarrollado múltiples ataques contra la Fuerza Pública. Es de destacar que el Ejército ha sido objetivo no sólo con hostigamientos y emboscadas a unidades móviles sino también con acciones dirigidas a las instalaciones del Batallón No. 23.

Siguen Aquitania y El Cocuy, cada uno con el 5%. El primero de estos municipios se encuentra ubicado en límites con el departamento de Casanare – municipios de Recetor y Chámeza – y ha sido el centro de los ataques a la infraestructura eléctrica por medio de la voladura de no menos de once torres, lo cual ha llevado en varias ocasiones a la suspensión del servicio. En el Cocuy, municipio que limita con las poblaciones de Tame (Arauca) y La Salina (Casanare), se destaca la activación de un artefacto explosivo contra las instalaciones del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar por parte de insurgentes de las FARC, así como el hostigamiento a unidades de la Policía en pleno casco urbano.

Labranzagrande y Socha concentran cada uno el 4% con seis acciones respectivamente. En el primer municipio se destacan los atentados contra la infraestructura eléctrica y de comunicaciones por medio de la voladura de torres; en el segundo, el 75% de las acciones se dirigieron contra la infraestructura.

Es importante mencionar que cinco de los seis municipios que registran las mayores proporciones de acciones armadas de los grupos irregulares se encuentran ubicados en plena Cordillera Oriental, en límites con el departamento de Casanare, conformándose esta zona como la más crítica.

Acciones militares de la Fuerza Pública

El departamento de Boyacá hace parte de la jurisdicción de la Quinta División del Ejército, con presencia de la Primera Brigada integrada por el Batallón de Infantería No.1 "Gr. Simón Bolívar" (Sede: Tunja), el Batallón de Infantería No.2 "Mariscal Antonio José de Sucre" (Sede: Chiquinquirá), el Grupo de Caballería Mecanizado No.1 "Gr. Miguel Silva Plazas" (Sede: Bonza), el Batallón de Artillería No.1 "Tarqui" (Sede: Sogamoso), el Batallón de A.S.P.C. No.1 "Cacique " (Sede: Tunja), el Batallón de Contraguerrillas No.1 "Los " (Sede: Chiquinquirá), el Batallón Plan Energético y Vial Especial No.6 (Sede: Miraflores). Según el Ministerio de Defensa Nacional en Boyacá el Ejército cuenta con 7.863 efectivos; la Policía por su parte con 3.308.

La actividad de la Fuerza Pública se ha venido desarrollando de manera creciente. De 6 combates contra los grupos armados irregulares en 1998, se pasó a 12 en 1999, 20 en 2000, 35 en 2002, finalmente 44 en 2003, proyectando la cifra con base en lo registrado hasta octubre. Esto muestra un aumento del 633% en los contactos armados por iniciativa de la Fuerza Pública en los seis años considerados. De 1998 a octubre de 2003, 195 miembros de los grupos armados irregulares fueron dados de baja, de los cuales el 69% pertenecen a las FARC, el 28% al ELN y el 1.5% a las autodefensas. Estas proporciones corresponden a la intensidad con la cual la Fuerza Pública ha enfrentado cada una de las organizaciones armadas, la cual como lo muestra la siguiente curva ha sido principalmente dirigida contra las FARC, de manera ascendente; también responden al dispositivo de los grupos irregulares en la región.

Fuente: Boletines Diarios del DAS Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República Proyectado con base en lo registrado hasta octubre. Como se dijo anteriormente, el año en el cual se han desarrollado un mayor número de combates es 2003, especialmente en los municipios de Aquitania contra insurgentes del frente 56 de las FARC; en Chiscas contra subversivos del frente 45 de las FARC y del frente Efraín Pabón Pabón del ELN; en Pajarito y Labranzagrande contra guerrilleros del frente 38 de las FARC; en Chita contra el frente 45. Históricamente los municipios que presentan los registros más altos de combates son Labranzagrande, Aquitania, Chita, Pajarito y Cubara, los cuales se encuentran en la Cordillera Oriental – la mayoría en límites con Casanare -. Esta zona en la cual a partir de finales de 1990, como consecuencia del ataque contra Casaverde, se establece como área principal de la estrategia de copamiento de las FARC, la cual partió del Meta hacia el norte por los departamentos de Casanare, Cundinamarca, Boyacá y Arauca.

Ahora bien, comparando los contactos armados de la Fuerza Pública con el accionar armado de los grupos irregulares, se puede observar en primera instancia un crecimiento casi sostenido de los primeros y un comportamiento irregular de los segundos. Aunque en 2002 se produce un alza de estas los registros de las dos categorías, es de notar que mientras la Fuerza Pública siguió con la tendencia aumentando el número de combates, los grupos irregulares se rezagaron, disminuyendo el número de sus acciones. En este sentido es importante mencionar la activación del Batallón de Alta Montaña Número II “General Santos Gutiérrez Prieto” en mayo de 2003. Ubicado en sitio Piedra de Sal, en el municipio de El Espino, a 3.600 metro de altura, tiene cerca de mil soldados profesionales que operan en Chiscas, El Espino, Panqueba, Guacamayas, El Cocuy, Guicán, Urumita y San Mateo; la función de esta unidad militar es la puesta en marcha de operación ofensivas, más que la prestación de seguridad en una zona específica, en una zona donde las FARC han tenido presencia constante.

Fuente: Boletines Diarios del DAS Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República *Proyectado con base en lo registrado hasta octubre. ViolacionesViolaciones aa loslos DDHHDDHH ee infraccionesinfracciones alal DIHDIH

Contra la vida: homicidios

La tasa de homicidios por cada cien mil habitantes en Boyacá se ha conservado siempre por debajo de la tasa nacional; incluso la tasa más alta de este departamento es igual a la tasa más baja del país. Como se puede observar en el siguiente gráfico el comportamiento de las dos curvas es relativamente parecido, sin embargo mientras que en el año 2003 la tasa a nivel nacional disminuye de 68 a 51, en Boyacá aumenta de 21 a 32.

Fuente: Policía Nacional Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República * Proyectado con base en lo registrado hasta junio. El período más crítico en cuanto a homicidios se refiere en el departamento de Boyacá es de 1990 a 1992, especialmente este último año, con una tasa de 52 por cada cien mil habitantes, la más alta en los últimos trece años. En el marco de una fuerte lucha entre los grupos de autodefensas motivada por un ajuste de cuentas entre los aliados de Pablo Escobar y aquellos que lo delataron y se pusieron en su contra, algunos municipios de la región del Magdalena Medio y la zona esmeraldífera vieron cómo la tasa de homicidios registró niveles que se encontraban muy por encima de la tasa nacional de entonces. En Puerto Boyacá la lucha por el dominio fue intensa, prueba de esto es el ascenso de la tasa de homicidios: de 105 en 1990 se pasó a 108 en 1991 y a 128 en 1992.

Los municipios de la zona esmeraldífera presentaron también tasas muy elevadas. Briceño pasó de 244 en 1991 y a 320 en 1992; Buenavista pasó de 136 en 1990 a 238 en 1991; en La Victoria la tasa de homicidios ascendió de 401 en 1990 a 535 en 1991; Maripí pasó de 97 en 1990 a 119 en 1991 y a 152 en 1992; Muzo llegó a registrar una tasa de 501 por cada cien mil habitantes en 1991; Otanche pasó de 166 en 1990 a 311 en 1991 y a 331 en 1992; en Pauna la tasa subió de 201 en 1990 a 286 en 1991 ya 455 en 1992; en San Pablo de Borbur pasó de 171 en 1990 a 206 en 1991 y a 506 en 1992.

Luego de esta fuerte confrontación en la cual se reorganizaron algunas estructuras de mando y se reafirmaron algunos dominios sobre determinas zonas, se da un prolongado descenso que alcanza su punto más bajo en 2001 con una tasa de 16 homicidios por cada cien mil habitantes. A partir de este año, la tasa vuelve a subir, registrando una curva ascendente que incluye al año 2003.

En los años 2002 y 2003 las tasas más altas de homicidio se ha presentado en dos regiones del departamento: la zona que limita con el oriente de Cundinamarca y la zona de la Cordillera Oriental en límites con el departamento de Casanare. En la primera de estas zonas la dinámica se centra en la intensificación de acciones por parte de la guerrilla de las FARC en 2002, a partir del término de la zona de distensión; el frente 52 fortalece su presencia en varios de los municipios e intensifica su accionar en la vía Bogotá – Tunja, con el desarrollo de retenes. En este marco algunos municipios presentan tasas altas, éste es el caso de Chinavita (que pasó de una tasa de 28 por cada cien mil habitantes en 2002 a una de 225 en 2003), Macanal (que pasó de una tasa de 119 en 2002 a una de 193 en 2003), Chivor (que pasó de no registrar homicidios en 2002 a una tasa de 94 en 2003) y Sutatenza (que registró una tasa de cero en 2002 y en 2003 una tasa de 173 por cada cien mil habitantes).

La zona de la Cordillera Oriental en límites con el departamento de Casanare tiene una fuerte presencia de las FARC con los frentes 38, 56, 28 y 45; así mismo en su extremo oriental, en el piedemonte hay un importante dispositivo de grupos de autodefensa. En esta región varios municipios registraron una alta tasa de homicidios, dentro de estos Aquitania (que pasó de una de 34 homicidios por cada cien mil habitantes en 2002 a una de 87 en 2003), Campohermoso (que pasó de no registrar homicidios en 2002 a una tasa de 96 por cada cien mil habitantes) y Pajarito (que pasó de una tasa de 53 en 2002 a una de 174 en 2003). Además de estos municipios, en la zona esmeraldífera se destaca Pauna que de una tasa de 34 en 2002 paso a una de 115 en 2003.

Llama la atención que a pesar de tener una tasa de homicidios en ascenso en 2003, el número de víctimas por masacre no es alto, lo que muestra que el conjunto de muertes no tiene mucho que ver con esta dinámica. La curva de masacres en realidad es bastante irregular y no hay un patrón claro de comportamiento como se puede observar en la siguiente gráfica. Además hay un importante subregistro, ya que mientras en 2003, considerando hasta el mes de agosto, la Policía Nacional registró cuatro víctimas. Fuentes como los Boletines diarios del DAS dan cuenta de no menos de siete víctimas: el 14 de mayo en la vereda Cartagena, en Tibasosa, en medio de un evento social desconocidos asesinaron a tres personas, entre ellos a un concejal; el 4 de agosto en la vereda Puente La Balsa en Paipa desconocidos asesinaron con arma de fuego a cuatro agricultores. Sin embargo, es oportuno decir que la ocurrencia de masacres en el departamento de Boyacá no es usual. Tomando como base la información registrada en los boletines diarios del DAS, que va desde 1998 hasta la fecha, los dos hechos de mayores dimensiones ocurrieron en Aquitania en 2001 y en San Pablo en 1999: el 1 de diciembre de 2001 en la vía a Sogamoso, sitio La Sarna, miembros de un grupo de autodefensas interceptaron el bus de la empresa Cootracero y asesinaron con armas de fuego al conductor, a ochos pasajeros, al Director de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria de Paya, a un licenciado en Ciencias Sociales, a un ingeniero ambiental, a un funcionario de la SIJIN de Tunja y a dos estudiantes de la Universidad Pedagógica y Tecnológica UPTC (en total a 15 personas); el 4 de mayo de 1999, a orillas del río Minerpo, en San Pablo, unidades de la Policía hallaron siete cadáveres sin identificar que presentaban impactos de arma de fuego.

Fuente: Policía Nacional Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República *Proyectado con base en lo registrado hasta junio. Homicidios de miembros de grupos vulnerables

De otro lado, los grupos armados irregulares han atacado la gobernabilidad democrática por medio de amenazas a los mandatarios locales, concejales y funcionarios públicos. Luego del rompimiento del proceso de paz en febrero de 2002, la guerrilla de las FARC inició una estrategia político militar encaminada a debilitar la institucionalidad pública a nivel local a partir de amenazas a burgomaestres, personeros, jueces, fiscales y otros funcionarios. Inicialmente se dirigieron contra los alcaldes de los municipios que conformaban la llamada zona de distensión pero luego se extendió al resto del territorio nacional.

Las cifras no son muy precisas a este respecto. De acuerdo con estadísticas manejadas por el Ministerio del Interior y de Justicia, 447 alcaldes han sido amenazados, sin embargo, el reporte entregado por la Federación Colombiana de Municipios asegura que son 554 los mandatarios cuyas vidas están en riesgo. Las gobernaciones y alcaldías, por su parte, estiman en 532 el número de alcaldes intimidados por la guerrilla. Dentro de los departamentos mas afectados está Boyacá, donde según la Dirección de Orden Público del Ministerio del Interior y Justicia 37 alcaldes han sido objeto de persecución y amenazas. Es tal la situación que en el mes de julio de 2003, dimitieron a su cargo, ante el gobernador Oscar Eduardo Riaño, los burgomaestres de Socotá, Socha, Belén, Cerinza, Gámeza, Mongua, Jericó, Santa Rosa de Viterbo, Pesca, Paipa, Firavitoba, Güicán, El Cocuy, Guacamayas, San Mateo, Chiscas, El Espino y Panqueba – finalmente siguieron en sus cargos, luego de una reunión con el Ministro del Interior, quien les ofreció garantías -.

Un período especialmente crítico fue el anterior a las elecciones de octubre de 2003, ya que varios candidatos fueron amenazados, y en algunos municipios no se inscribieron por temor a las represalias. Un caso que ilustra este hecho, es de Luis Héctor Pérez, candidato del Partido Liberal a la alcaldía de Socotá, un pueblo de 18.000 habitantes. Pérez tuvo que afrontar su candidatura sin sostener reuniones públicas, haciendo campaña por teléfono para preservar su seguridad y sin competencia porque ninguna otra persona se inscribió ante las amenazas.

Es de destacar que en el período de 2002 a septiembre de 2003, dos alcaldes fueron asesinados: el burgomaestre de Rondón, Edgar Fernando Vargas y el alcalde de Sativanorte, Arturo Hernán Báez. Así mismo, tres concejales fueron asesinados en Cerinza, Mongua y Topaga, respectivamente. Complicando la situación de las autoridades locales, algunos mandatarios del norte de Boyacá adelantaron reuniones con la guerrilla de las FARC en el año 2001, en el marco de la búsqueda de acuerdos humanitarios. A raíz de estos encuentros, grupos de autodefensa declararon objetivos militares a algunos mandatarios, acusándolos de establecer un cogobierno con la subversión en el norte del departamento.

El sector de los maestros también ha sido víctima de la confrontación. Aunque en menor medida que los mandatarios locales, los educadores han sido objeto de amenazas, debido a su papel social y a su conocimiento de las poblaciones. En el período de 2000 a agosto de 2003, según FECODE, dos profesores fueron asesinados, uno en marzo de 2001 y otro en febrero de 2003. Toma de rehenes: secuestros

Al contrastar la tendencia nacional con departamental, se nota un comportamiento desigual que señala tendencias contrarias; en 2000 mientras que a nivel nacional el secuestro ascendió en un 11%, en Boyacá descendió en un 53%; en 2001 a nivel nacional se presentó una baja del 18% mientras que en Boyacá se dio un alza del 35%; en 2003 los plagios a nivel nacional vuelven a descender (esta vez en un 25%), mientras que en Boyacá los secuestros suben un 27%. En 2003, haciendo una proyección con base en lo registrado hasta el mes octubre, mientras que en el conjunto nacional los secuestros pasan de 2.986 víctimas en 2002 a 2.227, en Boyacá se da un alza de 60 plagios en 2002 a 76 víctimas. Este ascenso se explica principalmente por el mayor número de acciones llevadas a cabo por las FARC, organización subversiva que ya había elevado el número de plagios de 2001 a 2002, pasando de 13 víctimas a 23. En 2003 los secuestros cometidos por esta guerrilla aumentaron en un 91%, pasando a 44 víctimas.

Fuente: Fondelibertad Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República * Proyectado con base en lo registrado hasta octubre De 1998 a octubre de 2003, cinco municipios concentraron el 50% de los secuestros a nivel departamental: Sogamoso con 97 víctimas (22.6%), Duitama con 49 (11.4%), Aquitania con 28 (6.5%), Tunja con 25 (5.8%) y Páez con 15 (3.5%). Es importante mencionar que es posible que la dinámica del secuestro en Boyacá se centre en tres ejes principales: 1) la vía Sogamoso – Yopal, pasando por el municipio de Aquitania y Páez, 2) Duitama como eje industrial del departamento, 3) Tunja como capital de departamento, teniendo como zona de retaguardia la Cordillera Oriental, lugar del cautiverio de los secuestrados.

Respecto a la responsabilidad de los secuestros de 1998 a octubre de 2003, el mayor peso lo tienen las FARC con el 43% de los secuestros, le sigue la delincuencia común con el 13.6%, el ELN con el 12%, y las autodefensas con el 4.7%. Los plagios sin autor establecido representan el 26.5%.

Desplazamiento forzado

De manera general se puede decir que en el departamento de Boyacá son más las personas que llegan como desplazadas de sus territorios a causa de la violencia que aquellas que han sido expulsadas. De 1996 a 2003, proyectando la cifra de este año con base en lo registrado hasta el mes de junio, alrededor de 3.888 personas se desplazaron de sus municipios, corregimientos y veredas, mientras que 5.130 han llegado como desplazados. De igual manera alrededor de 955 hogares han sido expulsados, mientras que 1.247 han sido recibidos.

Como se puede observar en el siguiente gráfico los años más críticos en lo que a desplazamientos forzados se refiere son los años 2002 y 2003 con 1.450 y 1.006 víctimas respectivamente. Esta situación es propiciada principalmente por el aumento de las acciones armadas de las guerrillas en el año 2002 y un aumento en el número de secuestros, así como de homicidios en el año 2003.

Hay dos cuestiones pertinentes por señalar. Por un lado el hecho de que Boyacá sea un departamento más receptor que expulsor indica que la dinámica del desplazamiento tiene que ver más con lo que pasa con sus vecinos que con lo que sucede en su interior. Por esta razón mientras que en Arauca y Casanare la confrontación entre las guerrillas y los grupos de autodefensas se hace más intensa, el número de personas que huyen hacia Boyacá es mayor. Por otro lado, el hecho de que Boyacá no sea un departamento expulsor habla de un nivel bajo de confrontación y de acciones que amenacen directamente a la vida de los civiles. Esto tiene todo que ver con la territorialidad establecida por los actores armados irregulares, la cual garantiza ciertas condiciones de seguridad en algunas zonas.

Es oportuno mencionar que las cifras con las cuales se trabaja en este documento son las del Registro Único de la Red de Solidaridad Social (RSS), en el cual se efectúa la inscripción de las declaraciones presentadas por los hogares y personas que buscan que el Estado colombiano les reconozca la condición de desplazado. Por lo anterior las probabilidades de subregistro son importantes debido a que no todas las personas que son expulsadas de sus regiones se encuentran registradas. Fuente: Registro Único, Red de Solidaridad Social (RSS) Procesado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República *Proyectado con base en lo registrado hasta junio

Minas antipersonal

De 1990 al 18 de noviembre de 2003 según el Observatorio de Minas Antipersonal del Programa Presidencial de DDHH y DIH, en el departamento de Boyacá ocurrieron 21 accidentes y 115 incidentes – los primeros hacen referencia a los eventos que produjeron víctimas -. Aunque en el 40% de los casos no se tienen información sobre el año en el cual ocurrieron los accidentes e incidentes en el departamento, se puede hablar de un aumento progresivo desde 1998. Mientras que en este año se registra un evento, en 2001 se presentan siete, en 2.002 dieciséis, en 2003, hasta el 18 de noviembre, 23. Este ascenso se explica sobre todo por la mejora en la recolección de la información, lo que ha hecho que en los últimos tres años se hayan conocido más accidentes e incidentes que en los períodos anteriores. Sin embargo, no hay que descartar la mayor utilización de estas armas prohibidas por parte de las organizaciones armadas irregulares, las cuales en medio de la confrontación siembras minas que tienen el objetivo de cortar el paso del adversario y proteger determinadas zonas de ofensivas por parte del enemigo.

Esta dinámica ha provocado 40 víctimas, de las cuales 13 son civiles y 27 militares. De estas víctimas el 72.5% resultaron heridas (29) y el 27.5% murieron (11). Los municipios más afectados son Pajarito con 4 accidentes y 25 incidentes; Labranzagrande con 5 accidentes y 16 incidentes; Chiscas con un accidente y 11 incidentes; Paya con un accidente y 10 incidentes; así como Pisba con 2 accidentes y 7 incidentes. Estos municipios se encuentran en la Cordillera Oriental, la mayoría en límites con el Casanare. ConclusionesConclusiones

La dinámica del Boyacá está determinada en buena medida por su entorno, siendo un departamento que conecta territorios claves tanto para las guerrillas como para los grupos de autodefensa, como los son Arauca, Casanare, Norte de Santander y Cundinamarca. En esta medida su importancia está determinada por su vecindad y por lo tanto lo que suceda en su interior es el resultado en gran medida de lo que pasa alrededor de sus límites.

Ahora bien, no hay que dejar de destacar algunos territorios geoestratégicos claves como lo son: 1) la Cordillera Oriental, que ofrece una zona de retaguardia a las guerrillas y funciona como corredor que parte desde el departamento del Meta hasta Venezuela; 2) La zona esmeraldífera, por su importancia económica; 3) Puerto Boyacá, como parte del Magdalena Medio y territorios históricamente controlados por los grupos de autodefensa; 3) Tunja como capital y eje del departamento; 4) Duitama, como eje industrial; 4) la zona del Sarare, por su conexión con los departamentos de Norte de Santander, Santander y Arauca, así como con Venezuela.

De manera general, en términos del conflicto armado, en este departamento – como se dijo en la introducción- tiene territorialidades definidas que se ejercen de manera pasiva, en la medida que no se dispone de una violencia indiscriminada, sino más bien selectiva, que busca preservar controles sobre los espacios geográficos, los entornos sociales, la gobernabilidad y en algunos casos sobre las economías.

En buena medida estas territorialidades se han visto alteradas por la labor de la Fuerza Pública, la cual ha fortalecido su presencia en este departamento y ha irrumpido en espacios claves; uno de ellos la Cordillera Oriental. Por medio de la apertura del Batallón de Alta Montaña se dio un pasó primordial en el ataque a los objetivos estratégicos de la insurgencia, entrando de manera ofensiva y con un importante pie de fuerza (alrededor de mil soldados profesionales) a una zona que funciona hasta ahora como eje para la guerrilla de las FARC. Determinar el impacto de esta unidad militar en la dinámica del departamento, si bien no es objetivo de este documento, vale la pena destacar la baja en el accionar de los grupos armados irregulares.

Ahora bien, la insurgencia ha disminuido los ataques contra la Fuerza Pública y los actos de sabotaje, sin embargo se ha fortalecido en otros frentes, como lo son el secuestro y las amenazas contra la gobernabilidad democrática. De esta manera, por un lado preserva su dinámica económica por medio de los plagios y la extorsión y por otro, ejerce un control político por medio de la fuerza. No hay que dejar de decir que la infraestructura petrolera sigue siendo vulnerable, así como la energética y de comunicaciones, por la facilidad de acción que ofrece el entorno topográfico, el cual permite atacar y replegarse rápidamente.

Algo que llama la atención es el ascenso de la tasa de homicidios, que aunque no es alta, contrastándola con la tasa nacional (la primera es de 32 por cada cien mil habitantes, mientras que la segunda es de 52), es un indicativo de un aumento en la aplicación de violencia por parte de algunas estructuras armadas. Aunque no se tiene claridad acerca de la dinámica que produce este ascenso en los homicidios, es importante señalar que está se encuentra focalizada en unas cuantas zonas o municipios específicos, siendo más fácil su identificación.

Por último, es importante mencionar que aunque no se prevé una escalada violenta con repercusiones de grandes dimensiones para la población no combatiente, el departamento de Boyacá es clave en la medida en que es el eje de acción de la guerrilla de las FARC y por lo tanto las acciones que aquí se desarrollen van a impactar de manera directa la situación circundante, sobretodo en el departamento de Casanare y Cundinamarca. La recuperación de la gobernabilidad democrática es principal, así como fortalecimiento de la Fuerza Pública en algunos municipios y zonas focalizadas, generadoras de violencia, así como la lucha contra el secuestro en el municipio de Duitama y la vía Sogamoso – Yopal.