EL Bogotazo Memorias Del Olvido
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EL BOGotaZO: MEMORIAS DEL OLVIDO ARTURO ALAPE historia el bogotazo: memorias del olvido arturo alape historia Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia Alape, Arturo, 1938-2006, autor El Bogotazo : memorias del olvido [recurso electrónico] / Arturo Alape; [presenta- ción, Juan Álvarez]. – Bogotá : Ministerio de Cultura : Biblioteca Nacional de Colom- bia, 2016. 1 recurso en línea : archivo de texto PDF (1.036 páginas). – (Biblioteca Básica de Cultura Colombiana. Historia / Biblioteca Nacional de Colombia) ISBN 978-958-8959-88-7 1. Gaitán, Jorge Eliécer, 1898-1948 – Muerte 2. Insurrección del 9 de abril de 1948 3. Colombia - Política y gobierno - Siglo XX 4. Libro digital I. Álvarez, Juan II. Título III. Serie CDD: 986.10632 ed. 23 CO-BoBN– a996043 Mariana Garcés Córdoba MINISTRA DE CULTURA Zulia Mena García VICEMINISTRA DE CULTURA Enzo Rafael Ariza Ayala SECRETARIO GENERAL Consuelo Gaitán DIRECTORA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL Javier Beltrán José Antonio Carbonell COORDINADOR GENERAL Mario Jursich Julio Paredes Jesús Goyeneche COMITÉ EDITORIAL ASISTENTE EDITORIAL Y DE INVESTIGACIÓN Taller de Edición • Rocca® Sandra Angulo REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE TEXTOS, COORDINADORA GRUPO DE CONSERVACIÓN DISEÑO EDITORIAL Y DIAGRAMACIÓN Paola Caballero eLibros RESPONSABLE DE ALIANZAS CONVERSIÓN DIGITAL Talia Méndez Adán Farías PROYECTOS DIGITALES CONCEPTO Y DISEÑO GRÁFICO Camilo Páez Con el apoyo de: COORDINADOR GRUPO DE COLECCIONES Y SERVICIOS BibloAmigos Patricia Rodríguez ISBN: 978-958-8959-88-7 COORDINADORA DE PROCESOS ORGANIZACIONALES Bogotá D. C., diciembre de 2016 Fabio Tuso © Paloma y Manuel Ruiz COORDINADOR DE PROCESOS TÉCNICOS © 1983, Universidad Central © 2016, De esta edición: Ministerio de Cultura – Sergio Zapata Biblioteca Nacional de Colombia ACTIVIDAD CULTURAL Y DIVULGACIÓN © Presentación: Juan Álvarez Material digital de acceso y descarga gratuitos con fines didácticos y culturales, principalmente dirigido a los usuarios de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia. Esta publicación no puede ser reproducida, total o parcialmente con ánimo de lucro, en ninguna forma ni por ningún medio, sin la autorización expresa para ello. índice §§Presentación 11 La tarde feroz 11 §§Agradecimientos 21 §§Introducción 23 La Voz 31 Años de tensión §§Retratos 45 §§Memorias 61 §§El Jefe 95 §§Retratos 127 §§Diario de la noticia 143 §§El Jefe 177 §§Retratos 197 §§Memorias 225 §§Diario de la noticia 243 §§Memorias 273 §§Diario de la noticia 317 9 de abril 1:05 p.m. §§El asesinato 337 §§Retratos 355 §§El asesinato 359 §§La ciudad 781 §§Retratos 373 §§La Quinta División 795 §§La clínica 375 §§La agonía 385 11 de abril §§Retratos 397 §§Las emisoras 809 §§La agonía 399 §§La Quinta División 817 §§Las emisoras 413 §§La ciudad 821 §§El Palacio 419 §§La ciudad 453 12 de abril §§Las emisoras 505 §§La clínica 515 §§Retratos 839 §§La ciudad 527 La carta 856 La respuesta 858 §§El Palacio 577 §§Las emisoras 871 §§El Tiempo 617 §§La clínica 625 13 de abril §§Retratos 635 §§La ciudad 651 §§La ciudad 883 §§Las emisoras 671 §§Las emisoras 889 §§La Quinta División 687 §§La Quinta División 897 Los otros días 14 de abril 10 de abril §§Novena Conferencia §§El Palacio 723 Panamericana 901 §§El Tiempo 771 §§Reflexiones de Fidel 905 §§Las emisoras 913 18 de abril §§La ciudad 921 Los epílogos §§El revólver 927 §§Roa Sierra 957 §§Los personajes 961 §§El autor 979 §§Guía de personajes 985 §§Referencias 995 §§Bibliografía 1005 A Olga, por las noches de escuchar, reflexionar y escudriñar las voces que cuentan esta historia. § Presentación § La tarde feroz El estruendo de las detonaciones. Gaitán que da un paso atrás y se cubre la cara con las manos. Cae. El hilo de sangre que empieza a correr bajo su cabeza. Lo alzan para meterlo a un taxi. Se oyen sus quejidos sordos. Se presiente, en la amargura de su boca, el desfallecimiento. La mancha de sangre que queda en el andén. Los pañuelos espontáneos que son acercados y empapados. La avenida Jiménez en vilo; el centro de la ciudad en vilo. Horas más tarde, un pueblo y una nación entera en conmoción. ¡Mataron a Gaitán! ¡Mataron a Gaitancito! El eco cruel. Los gritos. El dolor en el pecho y en las sienes. La gente en movimiento. Empezaba la tarde feroz del 9 de abril de 1948. Empezaba también, sin que nadie pudiera saberlo, la fractura fatal de los cimientos sociales endebles sobre los que se había construido aquella abstracción llamada Colombia. Empezaba, no menos, el registro en la memoria; la impresión espantada de los hechos en los cerebros de los individuos de carne y hueso allí de pie en medio del olor a pólvora y miedo. 11 Presentación En ese allí de pie, en esas impresiones grabadas en los cerebros de los sujetos de una extracción social u otra pre- sentes en la esquina de sangre y en las cientos más turbadas, trabajó Arturo Alape, treinta años después, alentado por una avidez con tanto de moral como de temeraria: inves- tigar hasta el último detalle significativo de aquella toma y retoma de la capital que rápidamente la prensa escrita había denominado El Bogotazo; indagar los motivos y los razonamientos de las decisiones políticas de los notables tanto como los juicios espontáneos y los comandos de acción del pueblo trastornado. Trazar, en últimas, un mapa de la desolación. *** Es intuitivo y válido suponer que los eventos críticos y cruciales que hacen la historia de los pueblos están cons- tituidos por hechos. Pero los hechos mismos, ¿quién los constituye? ¿Quién teje sentidos entre ellos? ¿Quién consi- gue que no sean la simple sucesión de las horas? Un hom- bre con un arma que dispara. O dos hombres. Un líder con una voz que denuncia. Un pueblo con un clamor que demanda. Los actores, seguro. Nosotros protagonizamos los hechos; somos sus responsables. Pero también las pala- bras. Aunque resulte contrario a la intuición, o contrario a lo que suelen enseñarnos, los hechos no son sólo aquello que sucede; son también lo que las palabras hacen de ellos. Son las palabras en que suceden. 12 Presentación A veces, incluso —una cantidad sorprendente de veces—, los hechos ocurren primero como palabras que como hechos. Bien vistas —bien leídas—, las palabras son una tecnología para la anticipación de los hechos. Eso hacían los discursos en plaza pública de Gaitán: eran palabras —las más de las veces sobre el pasado—, pero fueron anticipando un mundo; hacían que existiera aun- que aún no existiera. Por eso su asesinato no fue la muerte de un individuo sino la muerte de la posibilidad de ese mundo. Y sin embargo no, porque ese mundo por existir era mucho más que sus palabras. Ese mundo era la plaza pública entera: un escenario sonoro. Allí quizá una parte de la acción y la atención se con- centraba en el influjo de su vozarrón urgente, en su caja torácica invencible, en la articulación de sus ideas y en la fuerza de sus consignas; pero seguro también en decenas de otras sonoridades: los silencios diversos; los gritos de convocatoria de las muchedumbres; los ruidos de reacción de los escuchas; los aplausos desatados; las vociferaciones repentinas; los lamentos privados; las consignas emotivas coreadas a bocajarro o los comentarios al margen de cada imagen, de cada metáfora, incluso antes de la cadena de argumentos que el líder iba tejiendo, porque al tiempo que se pronunciaba escuchaba esas otras sonoridades de las muchedumbres, ellas mismas una apropiación de su pronunciamiento. La renombrada intensidad de los discursos en plaza pública de Gaitán eran el pronunciamiento del líder, pero también, o sobre todo también, la capacidad de reacción de 13 Presentación sus escuchas; el cultivo de una nueva cultura política hecha de respuestas. Dichas respuestas colectivas, donde cabe imaginar se mezclaban pedagogías proselitistas, malestares sociales y hondas comprensiones humanas, quizá fueran, de hecho, las señales más elocuentes de la transformación cultural que estaba ocurriendo en la relación de los ciuda- danos con la oligarquía bipartidista. Una Colombia con vocación de transformación. *** La moralidad de la forma de El Bogotazo (1983), clásico latinoamericano de la no ficción, ocurre, precisamente, en la comprensión y el trato de los hechos como escena- rios sonoros. Su mapa es el mapa de una desolación que se escucha. Todo lo que ocurrió —todo lo que podemos compren- der hoy que ocurrió gracias a El Bogotazo y a otro puñado de clásicos en torno al 9 de Abril (Gaitán: vida, muerte y permanente presencia, de José Antonio Osorio Lizarazo; El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá, de Jac- ques Aprile Gniset; Los días de la revolución: gaitanismo y 9 de abril en provincia, de Gonzalo Sánchez Gómez)— tuvo lugar en medio del ruido y el fragor de elementos que impedían escuchar. Desde las voces gaitanistas enardecidas que se tomaron la radio pública en la capital, pasando por las transmisiones estridentes de radios regionales clandesti- nas que propagaron informaciones falsas, hasta los titulares de una prensa inmediatista avocada a respaldar el pacto de 14 Presentación élites que habría de «enfriar los ánimos», todos, desde un lugar u otro, pronunciaron para enmarañar; gritaron o articularon para salir adelante en la nueva batalla por el relato después de la batalla efímera y atolondrada por los espacios físicos de poder. De ahí que escuchar, en la tarea de Alape de investiga- ción y reconstrucción de los hechos treinta años después de ocurridos, sea menos la técnica común de la reportería y más la piedra angular de su oriente moral. No son sólo «piezas de información» sobre lo sucedido lo que Alape prendió y libró de un primer momento de olvido; son datos con la conciencia de ser los colores de la desolación: el remolino de culpa y dolor y abuso y arbitrariedad y anhelos frustra- dos e imágenes precisas sepultadas en el corazón de todo tipo de testigos, desde sujetos hasta páginas impresas, pla- cas fotográficas o grabaciones radiales al borde de la ruina.