oiga acevedo el árbol solo

editorial nascimento EL ARBOL SOLO

Trina en la tarde amable su guitarra de ausencias. Qué dulcemente solo sueña en el campo solo . . . Es como mi corazón soñador y distante, como su vieja pena de soledad y ensueño. Se recoge en la noche como una ala de seda enmudecida el karpa de su ardiente tristeza. Es como mi corazón cuando renuncia y calla, cuando solloza a solas bajo la sombra inmensa. Solitario inefable, no hay en el campo absorto una canción más pura, m una emoción más alta. Es como mi corazón gozosamente lejos como si fuera el único sobre un planeta solo. En primavera fulge como un ramo rosado, trinan en él los pajaros como en citara viva. Es como mi corazón cuando se enciende y ama y batían en él los ángeles su palabra infinita. Conoce los perfumes y el lenguaje y el eco de todas las distancias y los viejos silencios . . . pienso en la antena dúctil con que recojo y amo, pararrayo de viejas y encantadas ausencias. Conoce la tristeza de las noclies de luto cuando todo está mudo bajo el aire de lágrimas. Sabe callar entonces y escuchar en silencio como en la bora triste de los presentimientos . . . Cuando se abrasa y canta con los soles y el viento, cuando se regocija con el agua fragante . . . , es como mi corazón gozando estrechamente solo, puro, infinito, con el ritmo infinito. Amo su juventud virilmente obsequiosa, su soledad altiva y su absorta tristeza. Su durazno rosado, rico de jugos dulces es como mi corazón florecido y ardiente. Es como mi juventud su juventud profunda, su silencio, su ofrenda, su devoción distante . . . Cuando en él canta el último pájaro de la tarde es como mi corazón enardecido y solo!

PÁGINA SEIS UN DESTINO, EN VERDAD

Alguna vez un árbol emperlado de trinos a la orilla del mundo . . . acaso un iris de emoción, un salto de agua mañanera o una sonrisa más. Qué alucinante embriaguez en tanto la de este avión vertiginoso siempre en vuelo de kangares desconocidos, vuelo desenfrenado, gran meteoro de lágrimas entre las sombras de alta nocke, huyendo. . . buyendo despavoridamente, desesperadamente acaso. ¿Hacia dónde . . . bacía dónde?

PÁGINA SIETE Iceberg de la angustia solo siempre en los vastos silencios de sí mismo. Círculo polar, mi día aciago, ¿qué pavorosa lejanía va circundándote del mundo? Oh solitario de otros siglos, ¿qué mujer dolorosa va llorando contigo? Quién dirá la amargura nunca! en la tarde a la oración, más de una vez una guitarra triste en las manos del viento . . . un indio inmóvil en el roble más alto de la cumbre, más de una vez esta mujer de luto en la ermita vacía de la súplica. Lloviendo un día, los pájaros callados, el camino imposible y nadie en la soledad . . . ¡sólo mi corazón crucificado ba|o un gran trébol de Judea! XJn sigilo sutil, un viento luego, tremendo . . . loco sacudiendo las delgadas amarras del asombro. Un silencio de piedra al fin en cualquier parte de la tierra y el pensamiento aventurero triste.—otra vez vertiginosamente liacia las vastas lejanías . . . Aerolito frenético, desgarrador e incontenible arrebato, pavor de velocidad y encendimiento, ¿hacia dónde . . . hacia dónde? Oh alucinante embriaguez, santa locura del Espíritu hacia aquella inaudita y deslumbradora soledad acaso donde estuviera, Solo como esta pena mía—'gloriosamente Solo y en silencio ¡i mi Señor Jesucristo!!

PÁGINA OCHO DELIRIO

No sé con qué palabra desnudarte tnx angustia no sé con qué rocío de algas frescas ceñirte. Una rosa de fuego cunde en mi seno izquierdo hasta encender las últimas raíces de la ofrenda. Desciendo tramo a tramo por los vastos silencios para arrancar contigo no sé adonde en la noche . . perfumado de cumtres como en su toda única el espíritu ardiente de infinitas ausencias. Dejar la frente inútil en su línea de muerte 110 saber nada nunca, nunca más de su rastro, un secreto silencio nos llevara al más puro y al más grande delirio de las vastas distancias. Onda ardiendo en espacios sin oriente, sin límites, deslumbradora trenza de frenéticos gozos . . . Un olvido sin anclas navegara en un vértigo doloroso a la siga de infinitas ausencias. No sé con qué palabra desnudarte mi angustia! Aventada la lívida ceniza de los días, derribados los grillos de la antigua tortura. Barco débil en mares de tragedia y de luto ¡mi corazón desnudo sobre la cumbre libre! Lenta y bonda alegría de diluirme en la espesa dulzura de tus vías. Lenta y bonda alegría! Ceñidor de su sombra con qué puro deleite con qué fuego profundo cantaría las siegas. Remo a veces al fondo de los últimos piélagos no retorna a mis párpados la gozada vigilia. Qué daría por esa recia espiga de frutos el espejo destuerto de sus ángulos fuertes. Me resbalo bacía el tibio camino de sus eras y un terror de eficacias me deslumhra en la orilla. Me bago lenta de impulsos reprimiendo su ola y la obscura vorágine de delirios me ciega. No sé con qué palabra desnudarte mi angustia! Qué daría en la bora del solsticio preciso por la uva madura de ese tiempo de ofrendas. XJna rosa de fuego cunde en mi seno izquierdo ¡me arrancara contigo no sé adonde en la nocbe! LUTO

Podré llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida rota la voz, quebrada el ala, no sé con qué campana tne tocarán a muerto... Viene una niebla espesa desde los altos montes corno si todo el peso del dolor de la tierra viniera a abrir un ancbo sepulcro en mi destino. Qué babré becbo mi Dios! con qué sandalia equívoca desviaría un sendero . . . rompí una vez el mármol que anunciara el naufragio? dejé el ramo al acaso, las aguas sin la ruta verde de mi ternura? Podré llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida. Hab er tenido el vaso fresco de su sonrisa

PÁGINA ONCE una canción sin término en mi absorta tristeza. Saber que eras como el único hijo que no he tenido el árbol de mi gozo, la gracia de la luz. Ah! música de mi soledad, magnetismo amantísimo océano infinito donde mi canto erguía joyas que nunca hubieron en la greda mortal. La tempestad bajaba y en el rayo esplendía toda su clara plenitud, como a una fina flauta me llenaba de cantos mi llama ardía . . . ardía. . . era como la primer locura de la tierra en el primer vértigo creador. Dulce lámpara amada, fuera de mí un vestido de livianos espejos flotaba en los estanques puros de tu silencio. Balo la luz caían tus estrellas veraces como dos frutos en su tiempo, ya cegados mis signos, gruesa la nieve aciaga mi viudez avanzaba como un témpano solo en un mar infinito de infinita tristeza. En las nesgas astrales donde la muerte un día como en una pizarra inexorable me escribiera tu nombre, yo ataba mi desesperación como un gran nudo de . . . me quedaban las manos kúmedas como cuando se hunden en un charco de sangre. A veces me llovía un sobresalto inexplicable desde un cielo teñido de desgracia. Mas ay, nunca supe las palabras estables caminaba en el aire como una sonámbula que no hería la vida sonreía, cantaba, me aromaba de zumos olorosos y alegres agua clara, mi tierna juventud arpegiaba en la más pura luz del tiempo.

PÁGINA DOCE Jwrtí el secreto rumor de la amenaza Nunca aoven ' ,, delcada pisada de tinieblas no sentí su deigaa y ba o las grandes lluvias, alta la cruz del día T 11 I consuelo como una sortija entre la arena. hallaba su ^ • i» • ' i i i * i 1 5 boca dulce entre mis lagrimas, sus palabras como relámpagos en la nocJie J" bueno en el santo secreto de su línea un aios _ , ., i -ti a 'nv,r la triste canción de mi abandono, para enjoy -111 Ab violeta madura, lampara de mi soledad mar restallante donde nadaba mi ala joven casta, riente, igual que la alegría de sus mástiles en la infinita luz. Podré llorar abora como tal vez nunca lloraría en la vida. Tumba negra en mi alma. Sima con que tropiezan mis antenas en cada vuelta del destino, campana triste, triste, tocando a muerto día a día en la tremenda obscuridad. Yedra que se me cae en toda lágrima ¡nunca más su alba pura! mi indigencia se muere en cada viento como un vestido abandonado no bay un árbol que cante su diseño de triunfos. Han venido los vientos del abismo con sus recias espadas y sus grandes oleajes de tormenta ¡no estaba ya mi lámpara! llorando voy en las tinieblas sin tener a qué asirme. Qué babré beebo mi Dios! con qué sandalia equívoca desviaría un sendero . . . con qué letra cambiada se alucinó la obscura fatalidad del tiempo? Podre llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida . . .

PAGINA TRECE CILICIO

Pesas sobre mis días como un recio madero. Aie obscureces de nubes enlutadas el único momento de este tiempo, ¡oh cilicio de oprobio! La amargura que bebo con tu sal de tinieblas es más cruel que la misma plenitud de la muerte. Honda sima de exclusas tumultuosas y obscuras, grandes monstruos avanzan en tus noches de fuego. Ciega voy con la venda de tus manos de muerto titubeando en la gruesa lentitud de este signo. Qué dolor más tremendo que el dol or de llevarte pobre página triste, rama ardida de vértigos.

PÁGINA CATORCE Si parece que a veces no hay en todos los mundos una almohada tan frágil para un duelo tan grande! En la somhra recojo la palabra de rosas de una luz inefable que me ayuda a ceñirte. Pero a veces es tanta la crueldad y el martirio que el Señor mismo llora con tni llanto infinito. Qué no di, qué no he dado por robarte a la muerte! Succionada y estéril como rama desierta a la rastra, a la rastra con tu sueño de piedra, azotada por todas las tormentas del mundo. Cuántas veces la daga de venganza hasta el fondo de la vida! La sangre como en ruda tragedia anegándose entera la agonía y el ruego, en vigilia y en sueños la tortura más cruenta. Yo dijera que nunca resistiera este oficio que jamás alma alguna cargaría un tributo más pesado de estigmas. Un vejamen sangriento decapita cruelmente día a día la vida. Qué cicuta. Qué látigo. Qué espantosa agonía! Como en cepo de espinas se me ahogan los días, siento que ya sucumbo bajo el peso imposible, u n vestido de luto me ha velado de ruinas como lluvias continuas sobre débiles ramas. Cirineo! te llamo como nunca en la vida. Voy apenas . . . apenas . . . ya enlutada de muerte la postrer llamarada que sostiene mi esfuerzo. [Pesa menos el mundo que esta cruz en mis días!

PÁGINA QUINCE FATAL

Bergantín del silencio mi destino deslizase sin un leve rumor en los océanos distantes del ensueño. La brújula encendida, el revuelo de ola gigantesca enloquecidamente basta perderse en las distancias infinitas . . . Gran fantasma nocturno, qué soledad sería su riel trágico, qué soledad de nocbe su dirección cansada. Pero es cierto, la nostalgia en la tarde cunde como una aguda llama, mas, los grillos 110 quiebran, la señal 110 desdo bla sus banderas triunfales, el llanto como un río rueda desde las altas piedras

PÁGINA DIECINUEVE ,aClldidas recias como los látigos de las lloras. Y un colgarse a los vastos planetas del Espíritu, 1111 quemarse en los cráteres más violentos y solos y „ada. . . nadie ... ¡nadie en la soledad desesperada! Qué belleza esa ves la tempestad polar rugentemente beso de hombre enérgico guillotinado en la precisa linea ja amargura enajenada y honda, aquel impulso loco y frenético justificado en su misma grandeza irresistible. Y como los condenados a muerte despidiéndose en el umbral del tiempo campana triste, triste, lentamente basta la nocbe bonda del corazón sin esperanzas.. . adentrándose, adentrándose, igual a un filo agudo o una racba sutil. Lejanamente un sollozo desgarrador, unos grandes ramos azules titilando en la última luz de Júpiter y nada más! Sólo un llanto de tórtola en la espesa tiniebla de la nocbe, el flúido de sus dos manos recias en la carne temblante del momento, su gesto de árbol generoso o de león en celo su fugitiva sombra en mi levedad y en mi vasta dulzura amante. Ay! avión desconcertado rodando vertiginosamente bacía la muerte hora desconsolada! .hora de luto! única hora de mi destino aciago ¡cómo vivirla siempre!

PÁGINA DIECISIETE TREBOL

Rosa Je la mañana, rosa de luz naciente rosa que va prendida junto a mi corazón, cantanto de greda lleno de agüita clara ¡cómo estás toda viva y encantada en mi amorl JViadre que ya no vives tajo mis ojos tristes cómo estás sin embargo, viva en mi zona astral Eres la luz celeste que el Señor me ka dejado para que no me muera de desesperación. Tu recuerdo me emperla de azakares la nocke y me acolcka la dura jornada de vivir

PÁGINA DIECINUEVE eres el buen camino, la oración de la tarde la ternura exquisita y la razón de amar. 2vie aromaste la vida y el perfume indeleble vive en mí como el alma de tu clara virtud. Agua azul, voy rendida, bebo en ti y me bago pura invocándote llueves blancas rosas de luz. Releyendo el breviario de tus días terrestres me bago buena inundándome de una dulce piedad. Tu dulzura me envuelve como espesa fragancia me bendice el recuerdo de tu santa bondad. En las boras obscuras tu invisible presencia me acompaña bondamente, boy lo mismo que ayer. Dulce madre amantísima, en la tierra, en el cielo siempre el mismo tesoro de inefable virtud. Nunca nada ni en nadie la divina abundancia que fulgió en tu belleza sobre todas, mayor. M.adre! joya seráfica, ramo fresco, ternura que aromaran las santas miradas del amor. Cuando caigo en la arena de esta larga tragedia no bay consuelo más bondo que el que me viertes tú. Siento cómo me estrechas y me enjugas el llanto cómo acunas mi pena. . . , boy lo mismo que ayer. Me k as quedado mirando largamente. Yo siento tu ternura en la sombra como un ángel guiador, cuando adviertes un recio dolor en mi destino me acomodas la kora para llorar mejor. Ok mi cántaro fresco junto a la sed quemante,

PÁGINA DIECINUEVE luz bendita en la nocke honda del corazón . . . Eres el buen camino, la oración que no olvido y el retorno a las viejas resonancias de ayer. Déjame en ti lo mismo que cuando era pequeña. Besa mi frente ¡madre! como si fuera ayer. Un cansancio de siglos pesa en mi día frágil 110 hay dulzura en la tierra como la de tu amor. Oh mi luz, mi consuelo, mi canción mañanera olorosa a distancias y a frescuras de mar . . . Eres el cantarito lleno de agüita clara que hallo en la dura estepa de este largo dolor. Eres la buena amiga de todos los momentos rosa de amor prendida junto a mi corazón. Eres la luz celeste que el Señor me ha dejado para que no me muera de desesperación.

PÁGINA VEINTICUATRO AMAME, COMPAÑERO...

Amame, compañero . . . En eíta nocke korrenda de látigos quemantes donde la vida entrega su más íntima lágrima, ¡tú solo, resplandeces como mi buena estrella! Brazos de tibio amor recogendo mi angustia, mi kora pavorosa, mi desolación y mi clamor . . . Regazo donde cae como en una profundidad celeste mi desesperada soledad. ¡Amame, compañero! Es el tiempo de las claras canciones, las robustas fragancias todavía. . .

PÁGINA VEINTICUATRO No me dejes morir. Amame, compañero, está tan dulce el aire, tan callado el camino. Ondea la esmeralda húmeda del viejo campo solo, qué blanda debe estar su ternura olorosa! Ab, compañero! eres el que me escucba sollozar como un niño sobre el pecho fragante. Eres el que sonríe y el que arrulla en silencio, ternura que me inunda como a la tierra el agua fresca de la mañana. E-res el único hombre que ha sabido quererme! Aiañana cuando deje mi sandalia de espanto y sea en lo Absoluto no más que un suave amor o una suave añoranza qué maravillosa realidad, compañero! qué excelsa plenitud y qué excelsa belleza! Qué amor tan infinito fijará nuestras rutas al través de los mundos. Niños de alas robadas, con qué arrebatadora y exaltada vehemencia libaremos el cáliz profundo de la vida. Oh sublime, oh exquisito, oh arrebatado gozo de la fusión perfecta, el gozo de los ángeles en la infinita luz.. . Ah companero, amame. Todo declina y pasa. Sólo el amor perdura más allá de este mundo. Es el tiempo de los frescos rocíos y las claras mañanas todavía. . . Amame, compañero! Extiéndeme la sombra tibia de tu silencio, háblame del divino secreto en que meditas tú que sabes la exacta palabra de mi horóscopo.

PÁGINA VEINTICUATRO rji, me oyes vivir en cada letra de tu pena y mi pena y estás conmigo siempre. Bésame largamente. Lléname de esa dulce y exquisita ternura con que enrosaste el árido camino del pasado. Amame tú, que amaste sobre toda belleza, la perdurable y única belleza del espíritu. Amame, compañero. Voy liviana y fragante todavía. Está tan bello el tiempo y tan solo el camino . . . Ondea la esmeralda húmeda del viejo campo amigo, qué dulce es la tristeza contigo, compañero!

PÁGINA VEINTICUATRO DESLUMBRAMIENTO

Ya se enciende en mis rutas enrosadas de estrellas el secreto inefable. . . , bien segura mi lámpara. Ah por fin mi cansancio de pesadas cadenas dejará su vestido de infortunio en la estepa. M.e he de ir como un ángel liberado y ardiente, maravillosamente vencedor de la muerte, un sollozo sin límite resonará a lo lejos como si se partiera el corazón del mundo. Clave mía . . . tan míal Por fin hallo tu nombre. Por fin rueda a tus costas mi velamen fantástico.

PÁGINA VEINTICUATRO Olí mi gran continente solitario, qué espanto de cegantes reflejos tu visión fascinante! Zona, de astros angélicos, olorosas brazadas me sorprenden y alhajan; pobre niña de luto mi jornada caduca ya vaciada en la arena ¡cómo muere en la nocbe de los grandes cansancios! Ni un recuerdo, ni un ritmo, ni una sombra siquiera, me be sumido en un vértigo de infinitos olvidos . . . Yo me iré como un ángel desceñido de esferas a los grandes océanos de silencio y ensueño. Aire de albas eternas, con qué gozo profundo me bundiré en la infinita plenitud de la Vida. Sorda y ciega en la forma, combatida, engrillada como un reo de estigmas, yo no supe de un día ni una bora de libres y triunfantes sonrisas. Un destino implacable consumió mis vertientes, quemó vivas raíces y corolas y trinos. Niña benda al nacer un sayal de enlutada me envolvió en las tinieblas del más grande extravío. Cada paso un sollozo, cada impulso un abismo. Yo era el réprobo inhábil del obscuro aislamiento, el barapo que rueda con el viento más turbio, la mas cruenta vorágine de malsanos becbizos. Ab por fin corta el nudo del cil icio la M ano de los altos conjuros. Por fin rasga el milagro. Ala libre en el vértigo de las claras llanuras resucito en un grito que estremece la tierra.

PÁGINA VEINTICUATRO Clave mía . . . tan mía. Por fin rueda a tus islas encantadas, mi barco de atalayas triunfales. Otros astros enrosan mi sollozo y mi canto y otras cumbres de gracia me deslumhran los ojos. Ya se enciende en mis rutas el oráculo vivo de mi nueva jornada. Bien segura mi lámpara. M.e ke de ir como un ángel liberado y ardiente, maravillosamente vencedor de la muerte.

PÁGINA VEINTICUATRO ADORACION

Amar! Amar siempre! Amarte en toda forma vibrar en todo ritmo, diluirse, macerarse, fruto y raíz por Ti, sentir que con el llanto, con el gozo y la paz se te ama a Ti... mi Dios! Yo recuerdo, qué era aquel llanto tan triste y aquel suspiro desesperado como el impulso de los pájaros kacia distancias encantadas? Qué era aquella pena y ese ensimismamiento que crecía con mi infancia en los silencios del camino y en las obscuras y dilatadas zonas subconscientes?

PÁGINA VEINTICUATRO Ya te sentía oh mi Belleza! recuerdo el campo húmedo, la fuente hajo los grandes árboles y aquel gemido de la tórtola en tnis cuatro años pequeñitos y el éxtasis inmenso de los días. Y aquel eco tan hondo en las profundidades del espíritu la tristeza que me ita formando como el sol a la yerba, mi silencio, mi resignación, mi corazón de seda fina y este hosque melódico bajo la capa gris. El solí ozo era el rito casto de mi alegría ¡cómo te amaba ya mi Dios! un amor ancho como el mundo, alucinado y trágico en la belleza y el dolor. Conocías mi llanto, mi paso de alma en pena resonaba como un redoble místico en tu Misericordia, y mas tarde . . . más tarde . . . aquel enajenado vagar por los incendios y las encrucijadas y las aterradoras aventuras por los mares del alma, aquella horrenda dádiva de lágrimas de sangre y esa pena tan grande! Grillo de la tarde, último gorjeo colgado en los crepúsculos cómo te amaba, Señor mío! Cómo era de inmensa mi alma en la gran magia del Amor Infinito. Amarte! Amarte siempre! desde el seno rosado y en el seno rosado desde la diáfana ternura de la casa en aquel leve lirio maternal, en la llama sagrada de aquel padre terrestre con cuyo amor de siglos fundí mi eternidad.

PÁGINA VEINTICUATRO i 1 Amarte siempre! venir como un relampago Amarte! ^ ' , i o i „¡¿n hacia li desde tu Uorazon, de emociw» ^ ñor los mundos .—crucilixion y muerte. y pasar p 11 1 lacerad y gozosa, pura llama de amor. Ay! Nadie supo mi grito en la noche ya estaba mi corazón llorando, ^ zá e» la piedra húmeda y en los musgos letárgicos, n la luz, en el aire, en la entraña ferviente, • ' „ el fondo de la obscura lágrima de la vida . . . 1 .. , -1 -1 • 1 ' Rosa o guijarro estenl, mi plegaria subía tejiendo lirios místicos en el incienso de las horas, pobre noche de angustias, mi fervor era un monje solitario llorando en el desierto. Pura oración, milenaria nostalgia, ella ha venido subiendo en cada grada como una lenta adoración, a veces te he llamado con algún nombre extraño asomada a los bordes de algún alma gemela y envejecí pensando. Y a veces te llamaba sollozando al oído de mi Señor Jesús regando con tnis lágrimas sus llagas sacratísimas, y me he ido por todos los templos del Espíritu llorando tras los ángeles para saber de Ti. Bien lo sé, resonaba mi suplica como un tenue vagido en tu Omnisciencia ¡sabías que te amaba! e igual que una pupila enardecida quiere rasgar los densos paños de esta gran sombra tras de toda belleza y en todo amor quería ver tu Rostro adorable. Te he amado! Te he amado! no me dirás un día «apártate de mí, corazón tibio» me dirás: «Ven, tú que has sufrido tanto, que me has amado tantos

PÁGINA VEINTICUATRO y seré entre tus manos como un gran ramo tembloroso un gran ramo de lágrimas, de amor y de sacrificio. Ala perdida en la alta nocbe, guijarro obscuro en la vorágine del tiempo voy bacía Tí cantando y sollozando al través del Sran iodo. Qué importa, yo amo y be amado; [te be amado, Dios mío! y de eternidad a eternidad . . .

PÁGINA TREINTA GOZO

Voy con manto de reina por los mares celestes, [cómo estrecho el secreto del silencio infinito! Suhen rostros radiantes a mis zonas absortas con diseños antiguos de perdidas memorias . . . Voy con ellos a esferas donde un árbol sin nombre cuaja un viejo romance de delirios triunfantes, voy hundiéndome en largos continentes de músicas tnnadora de viejas e infinitas ausencias. Cuando estoy maniatada sobre el muslo terrestre soy un niño perdido que no sabe hacia dónde . . .

PÁGINA TREINTA Y TRES sollozando en la noche de su muda indigencia no hay vagido más triste que su pena quemante. Dice el mundo: ¿Qué tiene? Yo me siento engrillada como un reo, y sollozo. ¡Cómo pesan las horas! Anclas recias que amarran mis velámenes ágiles delirantes de todos los oceános cósmicos. En la noche, dormida la vejez de cadenas soy un tul livianísimo por el aire celeste, cómo estrecho el secreto de la más alta gracia, luz divina, harmonía, y el silencio infinito. Desatado el navio de las limpias distancias la presciencia me deja transparente y excelsa. Infinita en los astros, soy la 1 uz y la música, soy la fl or, la fragancia, la oración y el sollozo. Torno al sueño de piedra, canto, gozo, me expando, me hago el cálido impulso y el deseo más puro. Huroneo en la entraña del planeta en que vivo deleitándome a solas con su paz y su sombra. Maniatada a la forma no hall ana la gracia de ser múltiple y honda, una y muchos y en todo. Espiral infinita soy el iris y el éxtasis más que nunca la ardiente plenitud de la Vid a. Santa y honda presciencia! soy el árbol y el trino, la campiña abundosa, la alta cumbre sonora, nunca un cóndor más solo miró rutas más vastas, no cantó con más fuego la mañana de rosas. Sin que nadie lo sepa soy la sombra discreta, la azucena fragante que alguien besa, de noche . . .

PÁGINA TREINTA Y TRES Soy el ángel que vela junto a toda tristeza, soy la rosa más fresca sobre el Ara Santísima. Voy con manto de rema por los mares celestes, no bay un ala más alta que el fervor con que avanzo. Infinita en los astros, soy la luz y la música con Tu Amor, el más bondo, ¡mi Señor Jesucristo!

PÁGINA TREINTA Y TRES INDICE

Pág».

El árbol solo 5 u n destino, en verdad 7 Delirio 9 Luto 11 Cilicio 14 Fatai 16 Trébol 18 Amame, compañero 21 Desi umbramiento 24 Adoración . . . 27 Gozo 31