oiga acevedo el árbol solo editorial nascimento EL ARBOL SOLO Trina en la tarde amable su guitarra de ausencias. Qué dulcemente solo sueña en el campo solo . Es como mi corazón soñador y distante, como su vieja pena de soledad y ensueño. Se recoge en la noche como una ala de seda enmudecida el karpa de su ardiente tristeza. Es como mi corazón cuando renuncia y calla, cuando solloza a solas bajo la sombra inmensa. Solitario inefable, no hay en el campo absorto una canción más pura, m una emoción más alta. Es como mi corazón gozosamente lejos como si fuera el único sobre un planeta solo. En primavera fulge como un ramo rosado, trinan en él los pajaros como en citara viva. Es como mi corazón cuando se enciende y ama y batían en él los ángeles su palabra infinita. Conoce los perfumes y el lenguaje y el eco de todas las distancias y los viejos silencios . pienso en la antena dúctil con que recojo y amo, pararrayo de viejas y encantadas ausencias. Conoce la tristeza de las noclies de luto cuando todo está mudo bajo el aire de lágrimas. Sabe callar entonces y escuchar en silencio como en la bora triste de los presentimientos . Cuando se abrasa y canta con los soles y el viento, cuando se regocija con el agua fragante . , es como mi corazón gozando estrechamente solo, puro, infinito, con el ritmo infinito. Amo su juventud virilmente obsequiosa, su soledad altiva y su absorta tristeza. Su durazno rosado, rico de jugos dulces es como mi corazón florecido y ardiente. Es como mi juventud su juventud profunda, su silencio, su ofrenda, su devoción distante . Cuando en él canta el último pájaro de la tarde es como mi corazón enardecido y solo! PÁGINA SEIS UN DESTINO, EN VERDAD Alguna vez un árbol emperlado de trinos a la orilla del mundo . acaso un iris de emoción, un salto de agua mañanera o una sonrisa más. Qué alucinante embriaguez en tanto la de este avión vertiginoso siempre en vuelo de kangares desconocidos, vuelo desenfrenado, gran meteoro de lágrimas entre las sombras de alta nocke, huyendo. buyendo despavoridamente, desesperadamente acaso. ¿Hacia dónde . bacía dónde? PÁGINA SIETE Iceberg de la angustia solo siempre en los vastos silencios de sí mismo. Círculo polar, mi día aciago, ¿qué pavorosa lejanía va circundándote del mundo? Oh solitario de otros siglos, ¿qué mujer dolorosa va llorando contigo? Quién dirá la amargura nunca! en la tarde a la oración, más de una vez una guitarra triste en las manos del viento . un indio inmóvil en el roble más alto de la cumbre, más de una vez esta mujer de luto en la ermita vacía de la súplica. Lloviendo un día, los pájaros callados, el camino imposible y nadie en la soledad . ¡sólo mi corazón crucificado ba|o un gran trébol de Judea! XJn sigilo sutil, un viento luego, tremendo . loco sacudiendo las delgadas amarras del asombro. Un silencio de piedra al fin en cualquier parte de la tierra y el pensamiento aventurero triste.—otra vez vertiginosamente liacia las vastas lejanías . Aerolito frenético, desgarrador e incontenible arrebato, pavor de velocidad y encendimiento, ¿hacia dónde . hacia dónde? Oh alucinante embriaguez, santa locura del Espíritu hacia aquella inaudita y deslumbradora soledad acaso donde estuviera, Solo como esta pena mía—'gloriosamente Solo y en silencio ¡i mi Señor Jesucristo!! PÁGINA OCHO DELIRIO No sé con qué palabra desnudarte tnx angustia no sé con qué rocío de algas frescas ceñirte. Una rosa de fuego cunde en mi seno izquierdo hasta encender las últimas raíces de la ofrenda. Desciendo tramo a tramo por los vastos silencios para arrancar contigo no sé adonde en la noche . perfumado de cumtres como en su toda única el espíritu ardiente de infinitas ausencias. Dejar la frente inútil en su línea de muerte 110 saber nada nunca, nunca más de su rastro, un secreto silencio nos llevara al más puro y al más grande delirio de las vastas distancias. Onda ardiendo en espacios sin oriente, sin límites, deslumbradora trenza de frenéticos gozos . Un olvido sin anclas navegara en un vértigo doloroso a la siga de infinitas ausencias. No sé con qué palabra desnudarte mi angustia! Aventada la lívida ceniza de los días, derribados los grillos de la antigua tortura. Barco débil en mares de tragedia y de luto ¡mi corazón desnudo sobre la cumbre libre! Lenta y bonda alegría de diluirme en la espesa dulzura de tus vías. Lenta y bonda alegría! Ceñidor de su sombra con qué puro deleite con qué fuego profundo cantaría las siegas. Remo a veces al fondo de los últimos piélagos no retorna a mis párpados la gozada vigilia. Qué daría por esa recia espiga de frutos el espejo destuerto de sus ángulos fuertes. Me resbalo bacía el tibio camino de sus eras y un terror de eficacias me deslumhra en la orilla. Me bago lenta de impulsos reprimiendo su ola y la obscura vorágine de delirios me ciega. No sé con qué palabra desnudarte mi angustia! Qué daría en la bora del solsticio preciso por la uva madura de ese tiempo de ofrendas. XJna rosa de fuego cunde en mi seno izquierdo ¡me arrancara contigo no sé adonde en la nocbe! LUTO Podré llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida rota la voz, quebrada el ala, no sé con qué campana tne tocarán a muerto... Viene una niebla espesa desde los altos montes corno si todo el peso del dolor de la tierra viniera a abrir un ancbo sepulcro en mi destino. Qué babré becbo mi Dios! con qué sandalia equívoca desviaría un sendero . rompí una vez el mármol que anunciara el naufragio? dejé el ramo al acaso, las aguas sin la ruta verde de mi ternura? Podré llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida. Hab er tenido el vaso fresco de su sonrisa PÁGINA ONCE una canción sin término en mi absorta tristeza. Saber que eras como el único hijo que no he tenido el árbol de mi gozo, la gracia de la luz. Ah! música de mi soledad, magnetismo amantísimo océano infinito donde mi canto erguía joyas que nunca hubieron en la greda mortal. La tempestad bajaba y en el rayo esplendía toda su clara plenitud, como a una fina flauta me llenaba de cantos mi llama ardía . ardía. era como la primer locura de la tierra en el primer vértigo creador. Dulce lámpara amada, fuera de mí un vestido de livianos espejos flotaba en los estanques puros de tu silencio. Balo la luz caían tus estrellas veraces como dos frutos en su tiempo, ya cegados mis signos, gruesa la nieve aciaga mi viudez avanzaba como un témpano solo en un mar infinito de infinita tristeza. En las nesgas astrales donde la muerte un día como en una pizarra inexorable me escribiera tu nombre, yo ataba mi desesperación como un gran nudo de recuerdos . me quedaban las manos kúmedas como cuando se hunden en un charco de sangre. A veces me llovía un sobresalto inexplicable desde un cielo teñido de desgracia. Mas ay, nunca supe las palabras estables caminaba en el aire como una sonámbula que no hería la vida sonreía, cantaba, me aromaba de zumos olorosos y alegres agua clara, mi tierna juventud arpegiaba en la más pura luz del tiempo. PÁGINA DOCE Jwrtí el secreto rumor de la amenaza Nunca aoven ' ,, delcada pisada de tinieblas no sentí su deigaa y ba o las grandes lluvias, alta la cruz del día T 11 I consuelo como una sortija entre la arena. hallaba su ^ • i» • ' i i i * i 1 5 boca dulce entre mis lagrimas, sus palabras como relámpagos en la nocJie J" bueno en el santo secreto de su línea un aios _ , ., i -ti a 'nv,r la triste canción de mi abandono, para enjoy -111 Ab violeta madura, lampara de mi soledad mar restallante donde nadaba mi ala joven casta, riente, igual que la alegría de sus mástiles en la infinita luz. Podré llorar abora como tal vez nunca lloraría en la vida. Tumba negra en mi alma. Sima con que tropiezan mis antenas en cada vuelta del destino, campana triste, triste, tocando a muerto día a día en la tremenda obscuridad. Yedra que se me cae en toda lágrima ¡nunca más su alba pura! mi indigencia se muere en cada viento como un vestido abandonado no bay un árbol que cante su diseño de triunfos. Han venido los vientos del abismo con sus recias espadas y sus grandes oleajes de tormenta ¡no estaba ya mi lámpara! llorando voy en las tinieblas sin tener a qué asirme. Qué babré beebo mi Dios! con qué sandalia equívoca desviaría un sendero . con qué letra cambiada se alucinó la obscura fatalidad del tiempo? Podre llorar abora como tal vez ya nunca lloraría en la vida . PAGINA TRECE CILICIO Pesas sobre mis días como un recio madero. Aie obscureces de nubes enlutadas el único momento de este tiempo, ¡oh cilicio de oprobio! La amargura que bebo con tu sal de tinieblas es más cruel que la misma plenitud de la muerte. Honda sima de exclusas tumultuosas y obscuras, grandes monstruos avanzan en tus noches de fuego. Ciega voy con la venda de tus manos de muerto titubeando en la gruesa lentitud de este signo. Qué dolor más tremendo que el dol or de llevarte pobre página triste, rama ardida de vértigos. PÁGINA CATORCE Si parece que a veces no hay en todos los mundos una almohada tan frágil para un duelo tan grande! En la somhra recojo la palabra de rosas de una luz inefable que me ayuda a ceñirte.
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