La verdadera "ópera de cuatro cuartos" Una aproximación a la etapa Félix Grande de la «ópera flamenca»

92 • D ONDE enterraron al capricho o sus gustos. Histo­ bi..'rnas andaluzas donde el (. Tenazas? Descanseen riar al Oamenco en su versión vino es barato y donde los pa­ paz sea donde sea. Mas la pre­ interna, en sus movimientos rroquianos ritualmente se be­ gunta es otra: durante varias defensivos, en sus retiradas bl:!n su pobreza en la madruga­ décadas, ¿dónde enterraron al ante las agresiones mistifica­ da. La supervivencia del cante ? ¿Quién se acordaba doras, es imposible. Ese ani­ nos ofrece dos planos: en uno de él ? ¿ Cuálesde sus discípulos mal de rumia extraordinario, sobreviven como pueden los envejecían esperando tiempos cuando se adviene malherido, canlaores; y «como pueden» me,¡ores? ¿Qué tabernero mi­ se oculta, se restaña, se cura, quiere decir, a veces, prostilU­ tológico guardaba en el lugar convalece, se fonalece y vuelve yendo el cante; en otro plano más silencioso de la casa el an­ a aparecer. Lo que sucede du­ sobrevive el cante, encerrado tiquísimo, amarillo diploma rante sus desapariciones lo ig­ en sus míseras y seguras topo­ de los cantes? La historia pú­ noramos: sólo sabemos que granas y guardado para Igunos blica del flamenco comienza durante esas convalecencias se centenares, quizá no más de un con el siglo XIX y nunca es alimenta de raíces. Se vuelve centenar, de andaluces a quie­ invisible. laque tal vez nunca dejó de ser: nes el orgullo, el suyo y el del La historia interna del fla­ una anacoreta de música. Des­ cante, no les, consiente ceder menco comienza entre los conocemos dónde se oculta una herencia expresiva a la vo­ pliegues más secretos del si­ exactamente ese animaJ que, racidad de.-' una demanda cuya glo XVIlI, aparece a la luz de como la libertad, es a la vez nlosofía es casi siempre la tri­ forma ocasional o tangencial, frágil y eterno. Pero lo sospe­ vialización. desaparece, vuelve a reapare­ chamos: en sus antiguas cue­ En ocasiones se oculta tan in­ cer. Es un Guadiana sucesivo. vas horadadas sobre la roca de tensamente que parece que ha Historiar al flamenco en su los pueblos andaluces serra­ muerto o que se va a morir. La dimensión pública y más o nos (en una de esas cuevas ru­ historia de los disfn.lladores menos popuLar es posible; miaba el cante Manolito el de de ¡ na menco está llena de tales cada cual repasa esa historia María, hasta que se mLlrió), en sobresaltos. Ya en 'J 88J Demó~ como cree conveniente., de algunos patios de vecindad, en filo lemia que el cante se exte­ acuerdo con su ideología, su talo cual gitanería, en las la- nuara y desapareciera. En

ENTRO

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ARTíSTICO Af.40 1922

CONCURSO DE "CANTE JONDO"

1 a ..... d ••4 Junio 1~22. , •

Diploma concedido a Manolo Caracol, en 1922. La lirma da. Pre"danle del Jurado e. I1 de D. Anlonlo Chacón.

9~ 1922 Falla temla lo mismo. En la dél.:ada de los veinte, y cen formas que en su propio Ambos desconocían la terrible desde entonces hasta la década proceso alcanzarán categoría voluntad de salud que no de los cincuenta, la trivializa­ flamenca: la malagueña, los abandona al cante nunca. clon sera más vasla y no mismos, aOamen­ Cuando Demófilo conversaba creará practica mente nada. cados o gitanizados, los cantes con Silverio V con Juanelo de En el siglo pasado, desde la de las minas. Desde los años Jerez, el rastrillo de los Café­ ilustre tradición del veinte, el proceso de compra· cantantes arrumbaba a los andaluz, con mayor o menor venta dejará menos margen a cantes básicos. a l tiempo que dosis de acarreo morisco, na­ la creación. Sobrevendrá la dictadura del fandango dcsla· imponía (a veces, no lo negue­ cortadi1.as (Canario Chico, El Cm/arlo. mos, con fortuna) los cantes Amonia la tk &,/ Roque. El Loco Mateo, vazado o superbarroco, la vi­ derivados y aún los cantes ad­ LtJ Rubia, etc.). En aq~/1a ¡poca. ciu­ dalita, la guajira, la casi pesti· ramente. pareciera que sólo aql4elJos que lente milonga (2). venedizos: más espectacula­ se entregaron COtl riesgo e intensidad al res, menos íntimos. Más co­ fluir de la ~'ida, fueron/os que tUl'ieron el .Se creó y prohijó un cante merciales, menos desgarrado­ titulo de cut/tuares flamencos (... ). De un mero repaso biográfico de la época se ve (sintetiza González Cli ment) a res. Con todo, a l café-cantante cómo elmfortlmio jalorlaba los andares imagen y semejanza de la sen­ se le pudo llamar .tremendo de aquella grey camaora. Un mal S;,IO sibilidad burguesa: los fan­ confesionario profano_ (1). gel,eral impregnaba, dinamos gremial­ merte, la "ida a;:nrDsa de aquellos fla­ danguillos. Todo este proceso (1) Mas atros hemos dedicado unas mencos tremebundos. lAscoplasacusatl culmina en la ópera fl amen­ pdgimu a la etapa de los cafés­ nombres y h«hos concretos. Hab,a can­ ca». y añade que lo flamenco tes sólo posibles para U1/ determ;,lado cantantes. En ellas hemos se,ialo.dQ los «vuelve a repugnar a la 'sensi· aspectos chsfallorables)' los aspectos po­ camaor. Era directlsima la fuente dra­ sitivos. Recordemos de nuevo esa epoca matica (... ). El came ochocemista era bi li dad media'. Se piensa que co" 10. ayuda de mws lineas de Gon;:dle;: más grito que. gorjeo, mas llamo que na­ darle beligerancia comporta Climem; _En la epoca primitiva o ro­ rración, mds arte a puertas cerradas que una manera de volver a la ca­ márltica del cante flanU'nco, el cantaor esce,togra{ia teatral. Antes.loscamaores sólo tema q~ tra;:ar 1m autorretrato se se.ntaban para introverrir~, para re­ rreta, a los Siete Niños de Eci- para imprimirle poder 1 drama al jípío godearse en e/,mpulso de lo más entra­ ( ... ). Los cantaores eran todos ellos e¡em­ ,¡aL El café-cCHltante era WI tremendo (2) C~nta Josi Bias Vl!'ga que Man~l plario de congojtlllumana. Tenian sobre 'confesonario pro{m/o_. Retengamos Escacena .fue qllien popularizó la mi­ SI una intensa tú,ea biogrdfica. Sus vi­ 'esta Interpretación de aquella etapa. Ello longa.más famosa; nos referimos a Juan das. conocidas en detall/!, mett'l'1 un repe­ "OS ayudard a allscufrarle su decadencia S imón e.1 enle.rl'llldor. mifotlga q~ luzno grande en el alma, por b negras \' a la época de w 6pel'lll name.nea. aprendió escuchando a los toreros meji­ canos que vll,ieron a Espalia oon Ro­ dolfoGaona hacia elaño 191 J. LtJ popu_ laridad del tema culmina con fa puesta en escena del drama La hiJa d e Juan S imón , orig,,/al de José Maria Granada )' N. M. Sobrevilla, estrenada en , en el Tea/ro de LtJ LtJtina, el 28 de m.aY9 de /930 por la compañia dramática de Manrlque Gil. En el reparto figuraban los siguiertes artistas; LtJ Anda/ucita, La Gabriela, El Sevi/Io.nito, Niño de Alma­ dén, Niño de 10. Puma del Angel y Josi Onega. Tras el hito popular de esta obra teatral se reali:.ó una pe/(cula imerpre­ tada por AngefiUo, que también g01.Ó del fal'Or del público». Cualquiera de noso­ tros, por algún e,/igmdtico y mayúsculo pecado, hemos llegado a padecer el agra­ vio de aquellas infernales eslrOfas y el castigo de la imposible estética gutural de Angelillo. tan apoyada en lo q~ mI muy preciso baldista ha podido deno­ minar _bravuconadas de. gaznate_o Tal strip-tea." mandibular conseguird ofender fas oídos, y hasta los o;os, de tres o CL/IUro dicadas. Estos crueles, pero de todos modos aminorados juicios, son u­ tensivos a las vidalitas, las gua;iras o aquellos cantos tipo _Era IIn j(Udín sOt,riente, I UD. una tranqllila (u.ente I tk cristal, I y era a su borde asomada luna rosa inmaculada Itk un rosal». LtJ ane­ mia expresiva de esta copla entre botá­ nica)' rococó es una muestra pálida ckla anemia expresiva con que era interpre­ tada y con que Sl!' nos atontletlló d,uante años, sin tenercompasion ni siquiera dl!' los niilos que escuchábamos desde la ge­ Ileralo gamllero. ;1 ni siquiera de los ancianos! 94 ja, a Carmen, cuando precisa­ últimos años de su vida hemos frankestein «andaluzado» y mente es la única escapatoria. sido testigos de su fracaso en sin tornillos: Matrona refiere El pueblo-masa, de contragol­ teatros andaluces, donde el el horror de la última gira de pe, se va haciendo los mismos público mayoritario prefería a Chacón: le •••surgió Vedrines ascos. Las de,iando los entonces maestros nuevos con la Copla Andaluza; llevaba paso al garrotín, los martine­ del fandango». Murió el 21 de veinte artistas y los llevó, con tes a la presuntuosa­ enero de 1929. En su tiempo de escenario y to, a las plazas de mente sinfónica, don Antonio canlaor respetado, la siguiri­ toros y tuvo aceptación. Y, cla­ Chacón a Pepe Blanco (3), la ya había sido sustituida por la ro, este Vedrines pues quiso Niña de los Peines a Juanita cartagenera y la malagueña, llevar a Chacón y lo contrató Reina, Venta Eritaña al Teatro que él ayudó a imponer y que pa la agrupación unos años an­ Calderón. de Madrid. e 1Jipío al llegaron a llevar su nombre; en tes de morir,yconellosseenro­ CIIgaiterismo». Clirnent llama su tiempo patético, su mala­ ló. Pero las masas profanas «gaiteros» a los cantaores gueña, su cartagenera, dejaron -sin esperarlo-empezaron a «que se entregan a un verdade­ paso a la milonga, a la colom­ hacerle desaires, y hasta algu­ ro éxtasis del gorjeo. estirado y biana, a las «canciones» casi nos artistas que iban con él pa­ superpulmonar»: recuérdese agrias y asquerosas de tanta gaban entradas pa que le chi­ Antonio Molina y su «bonita azúcar: E.-a un jardín sonrien- llaran antes de salir cantando. canción que lleva por título El te ___ y otras espeluznantes y el disgusto de tantas tardes macetero». A todo lo produ­ complacencias embadurna­ -porque lo contrataron por cido en esa etapa no se le puede das en melcocha. Toda muerte treinta y tantas sesiones- le llamar nauseabundo: a buena es patética. La de Chacón de­ costó la vida, porque al poco parle, sí. Dentro de tal desa­ bió de ser horrenda: junto a su tiempo de terminar la turné, guisado,los viejos maestros se último suspiro de serio can­ murió». comportaban como podían. taor tal vez sonara al olro lado En cuanto a Manuel Torre, por Unos se plegaban en mayor o de los balcones del número 2 la época de la muerte de Cha­ menor medida a la demanda, de la calle de Toledo, que da· cón se hallaba retirado, disfru­ seguro que jurando en voz ba­ ban a la. plaza Mayor, de Ma­ tando de sus gallos ingleses, Ja, es decir, opositando a la es­ drid, los gorgoritos de La ro­ sus galgos, su colección de re­ quizofrenia: simplemente mería loreña o cualquier otro lojes de bolsillo. ¿Qué tiempo para comer. Otros convertían su desengaño en libertad y se alejaban deaqueJlacacareato­ ría bolsa de valores. O el hura­ cán de la época los apartaba sin respeto. Don Antonio Cha­ cón, que había colaborado en el esfuerzo por lIevarel cante a los teatros, llegó a ser, como ) ' escribe Ricardo Molina, víc• timade su propia obra: «En los (3) Concó!era demasiado suave escribe AntOltio Burgos: _Los años cuarenta no son solamente la historia del hambre co­ lectiva y del que se ha .calificado como cerco internacional; son los años de fa (unesta glorificación de lo andaluz. en espectaculos de ópera flamenca yen cu­ plis dL la menor densidad estética posi­ ble. Y casi siempre, explorado el tópico alldalul. por quienes no eran alldaluces, en beneficio de sus cuentas corrie"tes. ¿A qué ve"ía que el señor Pepe Bf4nco, nacido e" Logroño, y hecho a Úl vida u, Madrid como taxista, se ~mcasqlletara a todas horas el sombrero de ala ancha como un i(omre del mendicante cuerpo al que pertenecía, para hacer olvidar el lIambre a los españoles co" canciones sl4puestamente andaluz.as yodDs míticas al cocidito madrileño? Venía prt!cisa­ mente (l eso que la prr!gunta de Burgos deja flota/ldo ante e/lector: a mentirle a los hambrientos espalio/es y a mentirle brUlabtl2nte al flamenco. UIUm. tolO d. O. Antonio eh.eón {t929}. 95 medirían esos numerosos relo­ públicos, de los públicos mis­ llega y empieza a echar e l vino jes? ¿El del origen de los can­ mos, del ti-ato dado al cantaor. como una fuente de agua; se da tes, el de SlIS propios años de No era nuevo, ni mucho me­ cuenta:-¿Que haces tú aquí? maestro, el que tardaba en en­ nos, que el cante rugiera ° so­ -Pues mirándole a usté de­ vilecer un tercio cualquier bo­ llozara junto a las prostitutas: volver el vino, con la borra­ tarate de moda? Antonio Mai­ lo que era nuevo ahora es que chera que yo tengo y usté tan rena lo recuerda con una preci­ ambos entraran por una noche campante. -Esto no se lo di­ sión quizá impremeditada: «A al servicio de cualquier gana­ gas a nadie, es que yo disfruto Manuel Torre el dinero le im­ dero o industrial que ni guar­ porque le tomo el paladar al portaba un pito. Ignoraba por daba intimidad con ella ni vino, el o lor y to, y luego, como completo las conveniencias y aceptaba la intimidad del can­ tengo esta facilidá, pues me los compromisos de la socie­ te. Hasta el vino dejaba de ser gusta ver a la gente a mi alre­ dad, y nunca aprendió a com­ compañero para ser un agente dedor. .. ». Con lo que el gana­ portarse según las cortesías y más del embrutecimiento ge­ dero de Salamanca toreaba composturas sociales. No sa­ neral: «Yo conocía a un gana­ simultáneamente al cante, al bia leer ni escribir y todo en él dero de Salamanca (nos re­ vino y a la fraternidad. era instinto maravilloso. Era cuerda Matrona) que siempre En otras ocasiones, los escu­ un ser nacido para la libertad y que venia me mandaba lla­ chadores del cante eran gente por eso toda su vida actuó de mar. A este hombre le gustaba selecta, gente fina; Matrona una manera anárquica, si­ mucho beber, y no permitía enumera algunos de los habi­ guiendo tan sólo los impulsos que en la fiesta se comiera una tuales de El Principal de For­ de su corazón». Aquel analfa­ tapa_ Empezaba a pedir bote­ nos: los marquesesde Narro,el beto leyó la moda de la época, llas de cuatro en cuatro y en va­ vizconde de Garcigrande, el la leyó bien, no le guslóel men­ sos de agua; a las dos horas, tos duque de Andría, el marqués saje y seencerrócon sus relojes muertos menos él, que estaba de Peña Pla ta, Miguel Primo de y sus ani males. Murió en Sevi­ tan campante. Y un día de es­ Rivera, SanjurJo, Berengucr; lla, el año 1933: a tiempo para tos, cuando se levantó al servi­ «incluso en la familia real, En­ no tener que vivir el deterioro cio, que se levantaba muy a riquito Barbón estaba cons­ progresivo no sólo de los can­ menudo, me voy detrás de él tantemente, y el hermano an­ tes: del componamienwde los s in que mC' si nt iera, y lo \'eo q ue tes de casarsl;.' »_ ¡CUanto bueno

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Pepe Pinto y Pastora Pavon . Nlnil de 105 Peines,,_ 96 por aquí, señores! ¡Pasen. la casa es suya! Permítame ellec­ tor seguir citando a quienes lu vivieron; en Las confesiones asegura que aquellos «Eran unos años du­ ros.llenos de angustia y de mi­ serias. en un ambiente aluci­ nante de señoritos marchosos, pícaros, militares y mujeres de la vida, en el queocurrjeron un sinfín de cosas que hoy pueden parecer una pesadHla ( ... ). En­ tre los años 37 al40 yo andaba mucho por Sevilla, Por aque­ llos días se veían en la ciudad tropas italianas, Se organiza­ ban recepciones y fiestas a per­ sonalidades extranjeras. y yo tenía que ir a muchas de esas fiestas. Recuerdo una en honor del Gran Visir de Marruecos, que venía como representante del Jalifa, y, oua que le dieron al conde Ciano, en la Venta de Antequera Nueva. Para esta fiesta, los Ibarra y Pepe Suárez me encargaron que llevara un ballet flamenco. Era en tre Semana Santa y Feria. Yo ll e­ vé, entre otras bailaoras. a la Macarrona, La MaJena, La Antonio Mollna_ uno de los arUsta, mil, "Opl.llares en la ""oea de la "opera tia menea ... Sordilla, La Gamba, Las Pompi y Rita Ortega. Casi to­ das eran ya bastante viejas. sivamente para los artistas. perlista enriquecido, o una Hubo que alqLlilarles los trajes porque se iba a festejar al J ali fa multi tud en la plaza de toros o de cola, que casi ninguna con­ de Marruecos y a su séquito de el teatro local. ¿Hasta qué servaba. Y era gracioso y triste ministros y grandezas de Ma­ punto es cierto el supuesto de ver aquellas pobres mujeres, rruecos, y en su honor nos lle­ que la cultura dominante, en algunas de las cuales, como La varon a Sevilla. Se celebró la un momentodado,condiciona Gamba, siempre andaba con fiesta en e l Alcázar, donde tra­ e incluso determina a la cul­ alpargatas, vestidas con aque­ bajamos en unión de otroS ar­ tura nodigopopular,sino mul­ llos traies. lis'tas de gran fama, y todos titudinaria. a la suma de los En aquellos años malos, de fuimos muy felicitados por el gustos de las multitudes? luto y miserias, apenas se en­ Jalifa y sus ministros. En ¿ Hasta qué punto los gustos contraba qué comer. No habia unión de ellos estaba también del poder económico masifi­ más que muchas fatigas». Ha­ el general don Gonzalo Oucipo can ycontaminan losguslosde bría que ver a uno de los res­ de Llano)!. Me alegro que le una comunidad? Las clases ponsables de aquellas fatigas, agrade, excelentísimo Jalira; burguesas ponen en circu\a­ el conde Ciano, repantigado y muchas gracias, mi general, ción sus valores estéticos y pa­ viendo los esfuerzos de viejas Dios se lo pague; ya saben: rece como si únicamente los glorias del flamenco para lle­ siempre a su disposición, seño­ seres más férreamente margi­ var unos dineros a sus casas. rías. nados conservaran siquiera la En los rec1:llerdos del guita­ Y tales señorías. su majestad el nostalgia de una autonomía rrista Javier Molina aparece que paga, podían ser indistiLl­ cultural. Todo el resto se plie­ también la crema: «Nos pusie­ tamente un industrial de Bil­ ga. Incluso abundantes artis­ ron para Ueva\"nos una vale.n­ bao, un petimetre de la aristo­ tas. Cuenta González Climent ciana (un autobús de la Em­ cracia, un ganadero, un co­ que en el Teatro Nuevo del Pa­ pI-esa de este nombre), exclu- merciante ca,rtlán, un cstra- r;llclo, en Barcelona. Pepe 97 Marchena, en plena juventud, salió a escena encorsetado en un smocking: le acompañaba a la guitarra el gran Ramón Montoya, «tristón y serio, ya en madurez». Sólo unos cuan­ tos marginados, o dicho con mayor precisión, sólo unos cuantos seres de anónimo he­ roísmo suelen, en estos casos, ocultarse a conservar lo vi va, a reinventarlo entre el silencio, desde la raíz desu pobrezay de su orgullo. OtToS, en ocasiones con DO menor prorundidad vi­ tal, cohabitan con la amenaza de la esquizofrenia, y se desdo­ blan como pueden, guardan su herencia para ellos y para épo­ cas más propicias y, entre tan­ to, en lugar de cantar, produ­ cen lo que quieren tragar las fauces abismales de la deman­ da. Antonio Mairena recuerda queen 1941Ieofrecieron(<. de Fomos. que tenia que grabar cuatro caras de fandangos y cuatro de llamarle,el cuplé pOl'hulerías, no queja: declama»; el viejo cuplés,y para evitar fallosde la era la especialidad de Maire­ grito de la vieja tOllá, el viejo memoria tuve que grabar te­ na. Ni más ni menos. Como ¡ay! que podía atemorizar al niendo un atril por delante, escribe González Cli ment: el azogue de los espejos>, se con­ como un músico o qué sé yo». público, cal doen el más trivial vierte en «.¡ ipío de smockingll', Su hábito decomer,y de cenar, charquito estético, hace que la arabesco gutural que ya no le hizo seguir cantando lo que localidad adquiera rango de nace ni en el corazón ni en la le pedían: fandangos, rumbas, contrato: «el ¡ay! se dicta tam­ memoria, ni siquiera en el pe­ cuplés por bulerías: se llegó a bién desde la concha del apun­ cho, sino en la misma nuez, pensar por entonces que ese tador». Por 10 demás, el verda­ pasa por un protagonismo cante, ocomo cada cual quiera dero ayeo desaparece: «el jipío mandibular que está pidiendo 98 a \·o<.:c!!. un bu,",n espasmoht ico, tonces,consume loque le dicta filtros de refinamiento. Y en y se \ ¡crtc ~obre los publico!'> su instinto de conservación: en consecuencia, su expresión como un engrudo de compla. pohtica, sorda espera o sim· está llena de las formas más ceneia y de tridal compliei. plemente conformismo; en primitivas del lenguaje: el dad. E!:itamos en la época de la economía, pequeñas compla. gritq y la onomatopeya. Veni­ ópera flamenca. cenciasen lugarde solidaridad mos viendo cómo la falta de la Antes de acercarnos un poco de clase; en arte,subproductos libertad no es ajena a la cons­ mása la naturaleza (y,desde el tranquilizantes en vel.de toros trucción del namenco: es por punto de \. ista de la tensión de 1 expresi\·os con pitones sin afei· ello que e l flamenco resulta auténtico cante, a la desnatu· tar. Si repasamos la estruct ura mucho más comprensible rali¡:ación) de la ópera flamen· politicosocial desde el origen desde el deseo de la libertad; ca, hare, rapidamentc, una de la desnaturali¡:.ación del justamente, un deseo que el ser mati¡:ación. En mi crítica de flamenco hasta su resurgi­ alienado autoamonigua, esa etapa el lector no debe su­ miento en la dccada de los cin­ apartade si. La intimidad es el poner, en modo alguno, que yo cuenta, veremos una monar­ tronco del cante. Inútil masti­ sienta desprecio por las multi· quía despótica o sernidespóti. cal- sus frutos sino desde la in­ tudes consumistas de un fla­ ca, la dictadura de Primo de timidad. Y lo contrario de la menco deS\"ariarlo que ya ni el Rivera, una República impo· intimidad es a veces la aliena· nombre ltxacto consenaba, ni ten te, acorralada por el caci· ción. Unas décadas pal'licu­ tampoco porl.'se \'astoejército, quismo, una guerra civil, un larmentc alienadas producen de algún modo conmovedor, régimen fascista que sólo en multi ludes masatentasa la e\­ de \·endedores de un producto esa década de los años cin· tra\cl'sión mas trivializada hibrido. Para mi bieno para mi cuenta comcluara a dejarse que a la memoria, al gorjeo mal, el sentimiento del des­ reblandecer en su naturaleza que al grito, a la obediencia que precio me es desconoddo. Pe­ represiva. Y durantc todo cse al orgullo, al menierismo me­ ro, además, en este caso (tal ve ¡: tiempo. durante esa:,:; varias lódico que al restallante rajo, al en cualquier caso), el despre. etapas de distinta estructura y barroquismo escénico que a la cio sería la mas daiiina de las de poca fortuna, las mayorías escuela expresi\·idad, al fltur­ in.iustidas: una forma de sim­ han cohabitado, primero con dimiento que a la concentra· plifkación. Los públicos con­ la scn·idumbn.' y el hambre; ción; al nosotros multitudina­ sumidores de esa caricatura después, con el s iicncio \' con el rio y tangencial que al yo soli­ degluten lo que pueden dige­ hambre; luego, con un hambre dario y compasivo. Es decir,lo rir, creen en lo que pueden menor y con una situación es· gregario ale.ia la quemadura creer, exigen lo que pueden peranzada a la que la impoten· fraterna de la intimidad. Por exigir y hasta diría que, en di> da acabó por t.:xaspel'ar; fi· consiguiente, donde 110 es es­ terminadas ctapas históricas, nalmentc, con e l miedo y el cuchado l! I gri to de Manlll'l To­ antes que de la renexión nece­ hambre; y siempre o casi rre es celebrada la noritul'a de sitan de alUrdimicnto. El na­ siempre, con unos mecanis· Pepe Marchena; donde resulta ml,.'nco L'S un alimento pesado, mosdecomunicación manipu· incomprensible lasiguiriya dL' una aventura de la iden.idad, lados por el poder alienado!". Mano lo Caracol, se haran fa­ un intercambio de la inlimi· Sólo desde la libertad (quiero mosos sus cuplés (se t ra ta de la dad, una rdlabilitación de la decir: la decisión de ser li­ misma garganta, de la misma memo¡-ia: es un riesgo del yo. Y bre )es posible asomarse al vér· genialidad, peroen lasigui riya hay etapas civiles l!n que las tigo del yo sin que cse vértigo aúlla gruñidos esenciales y en mayorias, por soportal' unal!X­ produzca un cxcesivo espanto. La niña de fuego narra \·icisi· traordinaria ten!'>ión soci~l, Todo poder represivo (ya sé tudes que no comprometen el rehuyen el agregarle a esa ten~ que ambas palabras, leidas corazón de nadie); donde An­ sión la de su propia idl!ntiuacl. jumas, son· una redundancia) tonio Mairena se dispone a Dl'tcnninadas circunstancias consiente solamenle la nora· grabar por siguiriya y solea, \a hislól'icas(de hecho,casi todas ción de una cultura desbrava­ epoca le e.'(ige fandangos v cu­ las conocid;Js) no con!:iil!lllen da, y arrincona --() persigue­ plés por bulerías; donde Aure­ que todo!'> los indi\iduos de a las artes insomnes, alimen· lio se sienta a esperar que le una comunidad resuelvan ser, tadas de memoria. Las raíces llamen para una fiesta, la mul­ .iuntamente \ por separado, del na meneo son de masiado titud se arraci ma alrededor de protagonistas de su propia vi­ «pril1litin\slt, en e l sentido de Valderrama, de Manoloel Ma· da. Quien t ¡ene el ser civi I alie­ que pertenecen a una lensión laglleño, incluso de Antonio nado por la incultura y la inse· cultuml a la que la inocencia, Malina. En cuanto a la guita· guridad t Íl;.'nde a desertar de la el terror, la pena, la necesidad, rra: el solo, tan infaltable en el an'ntur3 de su libertad. En· se le notan direc.:tamente, sin espectáculo de ópera namen- 99 , ~ ... ~

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osario " la MeJorana ,), gua Qui tienen ustedes a Rita. Ire las guapas, Q u e ebre Rita ,da Cantaora» raela, 581 y elegancia al cuando pa56 a la reserva . flamenco. ca,sera aplaudido si incorpora compañl.!ws; es el intelectual neral y, en particular, de la algunas melodías de moda y que no mancha su oficio con etapa explícito su desvarío. La únicamente tolerado si con­ obediencia, aunque ello lo ell­ tuvi _ 1 .. JI1 opción, o al menos no s iste en una encadenada nora­ carcele en silencio. Es el ra­ tu vicl vn el eSlí m ulo necesario ción de falsetas por soIeá. dioescucha que en lugar de dis­ para llegara la pror unclidad de Quizá ni un solo guitarrista de traer su desasosiego con el ciertas músicas; y los mistifi­ esa época se atreverá a tocár programa Cabalgata fin de cadores del namenco se limi­ por siguiriyas. Con otras pala­ semana, cierra bien la ventana taron a con vertir un sobresalto bras: el volumen de intimidad y conduce los mandos del re­ en una rábrica de trivialida­ y de desobediencia que hay en ceptor en busca de la emisora des. Los pri meros rehuyen la la subterránea geología del de la BBC. y es, también, Ma­ tensión de su interioridad, los Oamenco resultará tanto más nolito el de Maria, sobrevi­ segundos huyen del hambre. Y ininteligible, e incluso más viendo como puede en su cueva ante ell·esultado devenido de molesto, cuanto menos deso­ de Alcalá de Guadaira; Juan la superficial comunicación bediente sea su público. Pero Talega,casi desconocido hasta entre los unos y los otros, no ese público no es culpable. No pasados los sesenta; Mairena, tenemos derecho al desprecio. es ni siquiera responsable. registrando en su memoria Pero tampoco es necesario sen­ Tampoco es admirable. El casi todos los cantes de la his­ tir admiración. Por tanto, re­ admimbleen tales épocas es el toria mientras cena y al­ cordemos esa época con obJe­ líder obrero que se Juega la muerza a costa de fandangos y tividad: sin saña, sin aplauso cárcel entre la envidiao la indi­ . En suma: los públi­ (y esto lo está escribiendo al­ ferencia -y el te mor- de sus cos de cualquier época en ge- guien que también formó 100 • • • • • ...-,.... t , ~

madre de los hermanos o. la celebre y popular "S~,t\¡~1 En el empaque de esta ancia ~ raorela., tambien fue :se adivina el garbo y la ma- nente r bailaora.

que debió tener Antonia ¡Vivir para goza r.•• ! Cua tro lI amenC88 leg~nd a r I 8 s: Rila " la Cantao. ra ". Ro sario ,da M eJo r a n8 ~. Anlonla .. La Gamba .. y la " '8i\á ~ Ga. "la Gamba ,). brlela (madre de 108 ~ GaJl o~). parte de aquellos públicos de gregan en un recipiente en palio de butacas -aquí, una la ópera n amenca, y alguien donde todo rezuma la imper­ especie de psicodrama en foto que no desconoció ni desco­ tinencia de la ostentación: r¡ ¡a-lo inmediato es la osten­ noce el miedocivil y e l miedo a desde la decoración de los tea­ tación. Lo inmediato y, tam­ la interioridad; y esto también tros, sofocados de cortinajes y bién, casi siempre, lo funda­ loaoot05in saña,y sin aplauso. de arañas, hasta la n~stimenta mental. . Por entre toda esa Sobre todo, sin aplauso). de los espectadores, unifor­ marmoli zación de la belleza Opera l1a menca. Esta curiosa mados de pudientes; un uni­ sobreviven a veces jirones de asociación verbal no sólo es forme que no comprende úni­ fuerza expresiva, de emoción, contradictoria: es insolente. camente el frac, la chinchilla, de verdad: es difícil aplastar En su mismo nombre lleva esa los gemelos, los guantes, el totalmente la respiración de la etapa esplícito su desvarío. La peinado soristicado, sino tam­ música. Pero la constante es ópera es el lugar donde se dan bién la displicencia en e l una monumentali zación de lo cita varias artes para formar, aplauso, el despi lfarro de «exquisito» y a la vez un in­ al menos en Espalla, un hí• «buena educación », la natura­ tento del privilegio por d isfra­ brido destinado a l consumo lidad con que cada uno de los zarse de sensibilidad. Una es~ exclusivo de las clases explo­ presentes parece indicar que ya pecie de valle de los caídos tadoras; la hermosura de la era poderoso y elegante desde donde yacen revueltas ya me­ música, la hen1',osura de la voz generaciones a trás. Tantoenel nudo desnaturalizadas va ri as humana, la hermosura de la espectáculo q ue transcurre en hermosas formas exp resivas representación, la hermosura el escenario como en el que que nacieron para engrande­ de la narración teatraL se con- tiene lugar en los palcos y el cer la intim idad de la comuni- 101 cación dclsct' y que en laópcra se suelen convertir en la auto­ - condecoración de una clase so­ cial (4). Todo eso, ¿qué tiene que ver con el flamenco, ese animal hel"ido por cuyo rostro asoma la suprema elegancia de la necesidad, y cuya milOló• glca pelambre está formada por una selva de légamos de pena? Si mirásemos al fla­ menco con prismáticos, posi­ blemente nos devoraría. Sobre el origen de tan ¡nnado nombre no he conseguido ha­ llar ninguna certificación; sólo una sugerencia que aventura Caballero Bonald: «Parece ser que tan delirante nombre obe­ deció a un simple ardid de ca­ rácter administrativo, ya que la ópera -oficialmente prote­ gida- pagaba entoncl.'S muy reducidos impuestos y alguien i deóese híbrido baut ismo par3 acogerse a dichas ventajas fis­ cales •. Sc:a cual fuera su ori­ gen, ese nombre deja al na­ menco un mero carácter adJe­ ti\'o; de hecho,el producto que se desarrolló embutido en tan lejana e indebida holgura, de­ jó, casi radicalmente, de ser sustantivo. González Climen t, que es quien. en más de una ocasión y con ópt icas comple­ mentarias, más extensamente ha historiado esa etapa, efec­ túa una competente enumera­ ción de razones por las cuales el namenco alcanza en ella un inconcebible deterioro. Mi casi entero acuerdo con su ladarla a este capítulo, Gonzá­ tes eran ocupadas por la gui ta­ enumeració n me lleva a tras- lez Climent menciona en pri­ rra con su discreta majestad. mer término El gusto por la ahora serán vacíos em're una (4) Mi lecto,.es ¡meligeme. pero yo soy instrumenlaclón; e l foso de la estrofa y o tra del cuplé, unos un obslinado: ,ro esLOy menospr-eciando orquesta in vadini la sobriedad vacíos que .da figura. casi --al cOlllroriO: los amo-- a los dive,.sos del cante y expulsará o sofisti­ nunca sabrá cómo llenar, elemeruos que comporJerr lo ope,.a {estO es,la rtlluica,la ~'Oz,la ,.epr-esenraci6",la cará a la guitarra, El diálogo hasta que una trompeta o un p61a br-a. el nll triO J: me qu~o tkl ,.esultado entre la guitarra y el cante de­ violín, ¡O un trombón!, acuda eslérlCO y social que puetU y suele perpe_ jará paso a una babélica con­ en su socorro o torgando la en­ tua,.la m~cla, Me conm~ lino mau­ tna como la de lo Callas (esa muje,. po­ versación en distintos idio­ trada. Por lo demás, la abun­ dria habernos hecho IIo,.a,. camando mas, de distinta raíz, por dancia de cuplés, de «canción cl/ak¡lIle,.música dete,.cua si alguna vez donde a duras penas emergerá andaluza., en tales espectácu­ se lo hubiet'a propuesto), pero me i,.ritan cif,.as como las que se leen ell una gaceti­ el atareado protagonismo del los, llegará a ser casi dictato­ lla tU El Pai. (I6-IX-77): .El último Fes­ cantaor(en dgor, «cantaor .. no rial; sóloal final de la primera l/val de Ope,.a de Bilbao ha costado 31 es ya su nombre), Las viejas o la segunda parte del espectá­ ",illones de peseta!... (Sin coma,.!os mo­ distos tII Iaspeluquer1as,'li pregunta,.sea pausas entre tercio y 'tercio o culo, la figura fuene del elenco qménJ, entre una copla y otra, que an- se acercará a las candilejas. 102 acom pañado del guita rrista, que se ha bautizado con e l eje mp lo, cómo los ángeles lle­ cada uno con su silla en la ma­ nombre de «copla andaluza»; van hasta e l cielo a un torero, no. Entonces, y casi sólo e n­ rara \'c:/. soleares, casi nunca invariablemente abano\ado tonces, la gui ta rra regresara a una siguiriya, prácticamente dc va lor y por eso lo mató un su ve rdadera función y recupe­ ja más una toná; de \'ez en tOI'O; toro a l que, por supuesto, ra rá su bell eza y su raio na­ c uando un deshuesado marti­ no se omite maldecir por su mencos: pero genera lmente nete para dar a mbiente a a l­ no mbre (l as filípicas que tuvo acompañando a enor mes ti ras guna escenografía que si mula que soportar Islero por habcl' de fa ndanguillos (y no se ser una fragua, y tras cuyo ceo e mpi Lonado a Manolete no es­ piense en el fandango caraco­ surge de pronto la in \'asión de tán en los esc;rilos). Esto es lo lero, tierno y dramá tico, sino una o rq uesta que acompaña rá que ll a ma Gonzálc:/. Climent p reponderante mente e n la a «la figu ra» en cll'e la to de un Desvir1uación de la copla. jardinería gutura l de Pe pe romance que cue nta, por En efecto: la decadencia de la Ma rchena y su hormiguero de menor lonelaje emocional que los cap/tes neguemos qlle Iwy intérpretes de cllple discípulos), o incluso ext raños f1amep1cos. el cllple 110 merece, en mi que cantau de WI modo flamenco: mas lo o rgani smos compuestos por opinión, illdiscrimitwdos reclla<.os. Su que cantapl tlO es flamenco: es cup1e estructura l'erOOI. sill alcam:.ar ni por emOciOPIO/He, cuplé hemloso, cl¡plé de dos o tres fa nda ngos encabe­ asomo a la grandez.a, al sobresalto, de las alto voltaje; pero f1amePlco, 110. E1I am· zados y concluyendo reci tati­ mejores coplas de SlgIIlM,\'a o soleO., tia bas [armas e.tpresil'as, la lemperatllra vos de una despiadada po­ carece. a melllldo, de bellez.a. Sil eslmc­ emocional, incluso I/arratoría, es "IiI~' /lira musical. aunque mo.s propia de cal/­ di.(tillta. Lo. etapa de la ópera n amenca breza estética , como en el caso tatues que de cmttaores, frecuentemente tlO respeta esa dis/illcioPl, y a lo largo de de Pepe Pinto (s in e mbargo, es mln' hermo.sa. Marifé de Trial/a, Gra­ mucllos espectáculos de .arte twdalll<._ tan serio canlaor en ocasio­ cia Mames. l/O soP/ precisameme adlle, ese malmaridaie desnatllrali;:aoo a am­ lIedizas. 56/0 que las IIOnPWS del milI/do bos miembros de la pareja. E,¡ .wma: al nes), J uan ito Va lderra ma, esfl.dico del cuplé no SOIl las de la sigw­ César lo que es del César, al cuplé /o que Ma nolo el Ma lagueño ... Hay, mya o la fOllá -ni tiePlen por que serlo. es del cuplé, al comercio lo qtle es del por ta nto, una Preponderancia Lo que hace del cupk, del cuplé esterica­ comercio. Nadie vea aquí, pues, l/na melTte digp/Q, una (onlla de comunica­ agresióli a los artistas del cuplé o a los de los cantes livianos y de esa ciól/ [recllel/temePlle imrusa. l/O es su arriMas del f1amePlco. sitiO U1l cllestio· perversión de l cuplé (5) a la propia Ilawrale'l.a cxpresil'a:es su desva­ namiento del vora<.empresario .vIII/a /PIa, lido hibridaie cual/do cuplé y flamenco ti;:.ación sobre U/iO época histon'ca ve· (5) •... esa pen>ersión del Cl/ple ... • : COPI se apareoll para cOI/seguir /1/1 prOdUCIO raommte mistificadQra, confusiOl1ista, esro quiero significar que. aunque de qlll! vo 110 e.~ I/i 11110 cosa I/i otra. No pen'f.'P'sa \' SWI1U1llePlte dc,·d¡dIUM.

COl\ehltll Plquer. El Cuple. Un re.peto ... 103 copla escas\ mh\ca~ la antigua doblarall las campal1as se ente­ Pues bien, a este.> destrozo se le exactitud dramática, la \"ieia rró». Dichodeotro modo: en un pondrá por nombre estiliza­ sabiduría verbal de tantas ca. tiempo, la_ copla solía nacer ción. En los cartelones de pro­ plas flamencas, capaces de por necesidad; ahora se pro­ paganda y en programas de contar en tres versos un va i vén duce al dictado de la tridali­ mano, casi cada «figura» será a del destino, una encrucIiada zación de la época. Comparese su vez un «estilista»; en el afan, \"ital. y de contarlo desde el ese engendl'o .. sociallt o cual­ socialy metafísico,de todos los fondo más enigmático dellcn· quiera de los recitativos de maestros del cante, antiguos o guaje popular andaluz, deja su Pinto o del Malagueño con actuales, podra ser reconocido sitio a una degeneración de la nuestra \"ie.Ía y ya conocida si· su propio estilo, pero, a la vez, expresión y a una trivializa· guiriya; ."",,'el 11Ospitalito, a también el estilo de lo flamen· ción de los temas. La carcel, d manita erec!w, I alli tenia mi co; en la« esti lización It del divo hermano, el amor, el hospiral. compa/lcrita I la camilo jeclra. de posguerra se advierten, el desconsuelo, desaparec~· No es que no resistan la com­ ciertamente, sus condiciones rán, dejando paso ahora a la­ paración: es que prO\'ienen de técnicas y su gusto personal, grimeanles y melodram.iI kos planetas distintos, de galaxias esto es, su estilo, pero ya no romances en que muy a me­ distintas. Agrégueselt' la dis­ apoyado en el estilo primige· nudo una madre o un niño tima manel·a de salir las pala­ nio del cante; González CIi· muertos (¡O un perro!) \'an al bras por la garganta; la \'01.: ment, con precisión, llama a cielo .iunto al Señor; o de.iando a nlIá o la \"oz de pecho, el rajo, estas opciones profesionales paso a relatos del más estri­ la ternura o el gri to repentinos, .estilizaciones de salón, me­ dente machismo; o bien, ~ este el a~'eo a tiempo \ a compas, se didas y adornadas con pru­ dudoso hon()r le cabe a la pre­ desplazaran ahora hacia lo dencia burguesa». Si Fer­ guerra, fandangos «rei\"indi· Sl,ue González Climent llama nando Quiñones ha podido cativos» de esta horrorosa gui­ gaiterisnlo: una modalidad llamar a algunos grandes can­ sa: .. Por taifas los difi.mtos do­ gutural a la qUL' define como taores «ca rusos de las caver­ b/a/1 las cal/1panas, y para la «galleo b4llToc.:o a discreción. nas», a los mentados «estilis· probe de mi 11/are /la lo hieierolt. Muerte tleI ¡ay! Desfalleci­ tas» podríamos denominarlos No file porque HO se cOIlFesó; J miento dL'1 'tarab' Ilamenco. tenores de la sala de estar, ba­ Fue porque 110 tel1Ul dim'to, J \' Concurso dl.' prubidad pulmo­ ritonos del descansillo, ,¡" (/IIt! a la prolJe dI! mi l1/art> le nnl Introll1i ... ión tirok:-.a» pseudoagiranados sopraltos. Si el cantaol- podía llegar a desgarrarse la camisa en un lercio, el «estilista» aparecerá en escena embutido, por lo menos, en un traje campero u olro de recepción: ambos im­ polutos, ilesos. La escena misma aparecerá bien vestida, aséptica; en ella, incluso la es­ tilización será recargada: apenas si se diferencia de la L'Sl.:ena de la zarzuela (al grado más pobre de la ópera fla­ menca se le ha llamado zar­ zuela flamenca); y, como en la zarzuela, el espectáculo «fla­ menco» tendrá muy a menudo una estructura argu mental, un hi lo conductor en donde se van anudando canciones más o menos andaluzas, histol"ias la­ crimosas o machistas roman­ ceadas, horrorosos elogios a las varias Españas, algunos cantes más o menos dormidos D. Anlonlo Chacón en el colchón de los recitativos, y R.món un poema de Pemán, mucho Montoy •• - en 1925. metal de orquesta, alguna gui- 104 \ .. ~,

Entierro de O. AntonIo Chacon (1929). larra solitaria, extraviada, dos de una ciudad a otra du­ la taberna de su lejano pueblo a perpleja y, a veces, cuando la rantela turné, baqueteados de esperar una seña del aficionao compañía es pobre y no quiere madrugada en madrugada, y con posibles Q de la autoridad ni puede ya disimulado, un in­ de año en año, cada vez más que da una fiesta a unos seño­ termedio triste, que es quizá lo lejanos de sus iniciales sueños res. O dicho de otro modo: es que más recuerda al flamenco: de gloria, cada vez más prole­ una época triste, en todos los la rifa de unas botellas de co­ tarios del espectáculo namen­ sentidos. Los artistas se ganan ñac. ca, incluso cada vez mas sub­ como pueden la vida (no hay y aquÍ debemos recordar, con proletarios; y a veces, te­ mucha diferencia entre esas ternura, con muchísimo cari­ miendo la inexorable dente­ troupes de la ópera flamenca y ño, no ya al divoo a la diva, a la llada de la vejez; los menos, las cuadrillas de segadores it i­ figura, al estilista o la estilista, con la esperan'za de poder lle­ nerantes y a destajo); los pú­ sino a esa legión de bailarinas, gar hasta el ballet de Antonio; blicos prefieren -y quién nos de segundas o terceras figuras, los más, conformándose con dice que hacen maJ- mante­ de guitarristas jóvenes y páli­ no tener que volver al casino o a ner a sus gustos estéticos debi- dos, de humoristas patéticos y de recitadores andaluces o no, . -- - pero siempre exagerando los CIUDAD [1 Ul.tBWA+ seseos; esa turba de buscavj­ ; .. lO. , ~"'. SUlU r a.TI ""mIllAE m. liD DE 1t21. At'PTO PO~ U... I1I1DlI das, quiero decir de esforzados LA _STA DEL tOllC[JAL •• l [IT_U IIA.vEL u.elA lItI e infatigables infeUces, con su 1( LIS ~IOS 1( ROTULAI ESTA Aln'U1 CALU DE CU" traje oscuro brilla.ndo por los , ...... a CIIa. ...IIEl ...' lE LOS .rtaHms DEL "lit n1_. , codos, tomando e l vaso de café _E con leche y un mojicón y la O. ANTONIO CHACON. copita de aguardienleen el bar .. LUVÓ ti 11.0111 T SI FAllA 1 TODOS LOS e_s IEL _o. cercano a la terminal de auto­ El.<ECWIDI El. IOIl8RE: DE JUU. l' buses, viajando de un pueblo a LA __ WTIIl lllJOc:.1L "LA "PIlILlU * tIlDA ~ ~ otfO con sus ojeras de mal J • lit CUllrLlllEllrt A TlI. ltUtID. El. DI' .1 DI: lI8I.l( mt. • sueño y de alimentación pre­ cipitada e insuficiente, lle­ gando a la fonda con su con­ .".. • .' uw·l • , f.U1J¡.; movedora seriedad de artis t as. 1 ensavando abstraídos en el Lap ..;la eon que e 1GobIerno de 18 RepubUce honró la memoria de D. Anlonlo Chacón. COrrla el camerino común, baquetca- ano de 1936 ... 105 AntonIO Malrena, Juan Talega '1 .. La Nlna de '01 Peines_, con ocalion del homenale a .. La NUla da 101 Peln..,_, an COldoba.

damente adulterados mien­ rromperse: su aparente le­ cantará en todas partes La tras transcurre la larga pos­ targo fue también, paradóji• Sarvaora para que guerra, ocupación que por sí camente, su más segura llene los escenarios con las ne· misma es suficiente para chu­ prueba de que seguía latiendo gras explosiones desu melena; parles todo su acopio de inte­ con una sorprendente y rccón• pero, aolrashoras (y a menudo rioridad. Los estilistas graban di ta energía". Por en tre los en sus actuaciones), cantará sus «creaciones» y esperan con pliegues de la triste falsedad fandangos que parecen sigui­ disimulada ansiedad que talo del flamenco teatralizado, al­ riyas, y siguiriyas que parecen cualemisorade radio le arrime gunos artistas no cederán más siglos, con la voz más hermosa al disco un poquiyo de promo­ que de manera epidérmica. que pueda deducirse de la ción; las muchachitas con cin­ Niño Ricardo dialoga¡'á des­ fuerza y del llanto. El aban­ tw'a de agua introducirán en concertado con las orquestas dono no es completo. Y habrá, medio de sus pasos flamencos -orquestas que solían vocife­ además, un cante invisible, algunas atronadoras revoleras rar mediocres partituras-; duradero en sus viejos escon­ para que el respetable incluya pero, entre tanto, irá llenando drijos, con paciencia infinita. la blancura de los muslos en la su guitarra con memoria y La paciencia de la genialidad. valoración de su arte ... Todo creación flamencas hasta lle­ El mundo seguirá dando vuel­ muy triste. De verdad: muy gar a ser nada menos que un tas, los años transcurriendo, la triste. Todo muy adecuado a eslabón entre la era de Mon­ posguerra durando demasia­ esos treinta, cuarenta años toya y la era de Paco de Lucía. do. pero reblandeciéndose. Un sombríos, mientras se pasa la Mairena cantará lo que la de­ día. los calendarios, andarie­ vida, tan callando. manda le pida; pero,entre tan­ gos infatigables, habrán pa­ En silencio también, el cante to, irá acumulando saberes en­ sado la cordillera de los años

aguarda. (¡I El germen puro del raizados, hasta llegar a ser el cuarenta, caminarán por los cante [escribe Caballero Bo­ más encic lopédico de los can­ cincuenta. El namenco, y el in­ nald] no pudo-no podía-ca- laores vivos. Manolo Caracol terés por el namenco, comien- 106 zan a emerger. Salen cantes la presión de Ricardo Molina desde debajo de las piedras. contribuye a la aparición de Despacio, d~sdedislinlOs fren· los Concursos Nacionales de tes, un siglo y medio de na- Córdoba. Antes habrá sido meneo regresa. Lo traen los grabada la Antología del eantaores; algunos, conocidos ,en H ispavox, o famosos; otros, famosa- trilogía de long plays que al· mente anónimos; otros, repen- canzará galardón internacio- tinos, casi avasalladores; lo nal. El primero de los Concur· traen algunas grabaciones sos Nacionales de Córdoba ambiciosas; lo traen aOcio- descubrirá a una voz admira- naos, cscrilOres, concursos, bit': Antonio Femández Díaz, reuniones,conferencias,cursi· «Fosforito». El segundo. des- llos, homena.ies.Seráya incon- cubre a un maestro que parece tenible. En 1955, Anselmo venir -que viene- de otros GOl1zález Climenl, en su libro tiempos: Juan Talega, y a una Flamencología, recomienda la mujer que carga sobre su mc- recuperación del concurso de nude? [¡siea un hondo fardo de cantaorcs. En el año siguiente.------. fidt.'lidad eantaOl"a: Fernanda

O. Anlonlo Machado y "I"are,. ~Oemohto " . en el tienen au origen 101 ealudlolde fla­ .meneologla. Amen de haber .lIdo enorme padre de Poells.

de Utrera. Se crea una catedra de tlamencologíaen Jerez. Pro~ Jiferan las peñas. Como here· de ros de las antiguas Ventas y de los más señalados cafés­ cantantes, irán naciendo los .' tablaos. Luego llegan los fest i~ vales. Ha empezado una relee· turageneral del namenco. Los ca ntaores desen t ierran ca n tes, formas, variantes. Los estu­ diosos se internan en esa selva de música y de sombra y, con acierto o con desacierto, in~ corparan lo que encontraron o soñaron a esta resurrección impetuosa. En las reuniones, juergas, fiestas, charlas, regre· sarán a primer plano viejos nombres que habían sido olvi· dados o que sonaban dema­ siado exóticos: El Planeta. Sil­ "erio. El Marruro. El Filio, El Loco Mateo. En conlerencias, monografías, artículos, son ará también otro nombre olvida­ do: el de Demófilo. El cante habrá llegado a lo que hoy em­ pezamos a llamar su ctapa de

Sil",rlo. Una ,,¡a,a gllana. oyendo canlar. etle upayo~, a.clamó: ~ICante m... bien. pe,tO Uena renacimiento. Pero ésta esotra lo, pie, mu grande!... historia .• F. G. 107