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Lepra E Invisibilidad Social En Cartagena, 1888-1909. El

Lepra E Invisibilidad Social En Cartagena, 1888-1909. El

LEPRA E INVISIBILIDAD SOCIAL EN CARTAGENA,

1888-1909. EL PROBLEMA DE LA MEDICALIZACION

Has de tu vida una escalera al cielo. La Lepra del cuerpo no importa si el alma esta limpia.

San Pedro Claver.

NOTA 1: La presente ponencia constituye los resultados parciales de un proyecto de investigación, que originalmente se oriento como requisito para acceder al pregrado en Historia por la Universidad de Cartagena, pero que en medio de su desarrollo fue planteando nuevos interrogantes y problemas metodológicos que obligaron a rediseñar el proyecto. Aquí pongo a consideración el texto y su propuesta. Espero comentarios y sugerencias.

NOTA 2: WILMAR MARTINEZ HINCAPIE, historiador (universidad de Cartagena), investigador asociado del Centro Interdisciplinario de Estudios de Genero y salud, [email protected] , [email protected] , [email protected] .

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CAPITULO 1: LA INVISIBILIDAD SOCIAL DEL LEPROSO

“En el hospital, los leprosos tirados en los pisos de ladrillo lo vieron entrar con sus trancos de muerto y le cerraron el paso para pedirle una limosna. En el pabellón de los furiosos continuos, amarrado a un poste, estaba el arrabiado”.

Gabriel García Márquez.

La institucionalización de las prácticas medico-higiénicas en la ciudad de Cartagena, planteo un nuevo discurso normativo de sujeción, que aunque mantuvo vigentes algunas practicas, que dentro de un Estado en proceso de modernización se antojan obsoletas, como la exclusión y la confesión, tomo como bandera el ideal de construir un proceso pedagógico 1 que aparte de insertar el modelo higiénico, también cambiara el imaginario colectivo y la percepción que la población tenia en cuanto a fenómenos como la enfermedad- salud, pautas de comportamiento y profilaxis de los cuerpos. En este sentido, los nuevos y abstractos conceptos entrarían a chocar con el tradicional desarrollo de la vida diaria y cotidiana del grueso de los habitantes de la ciudad, lo cual traería dinámicas nuevas de vida a nivel de comunidad.

Para Nancy Scheper y Margaret Lock, medicalizar implica y conlleva a una “identificación entre los cuerpos individuales y sociales” 2. Evidentemente, el mapa patológico de la ciudad, va a cambiar de gran manera con las nuevas

1 Jose María López. Opcit. Página 25.

2 Citado por: Matthew Gutman. “Las políticas somáticas de la salud sexual reproductiva” en: Maguare Nº18, Bogotá, universidad Nacional, 2002, pagina 227.

2 disposiciones sanitarias donde personajes como el leproso, aumentara su estatus de peligro y corrosión, pero aunque sea excluido con mayor ímpetu, seguirá siendo sujeto, ya desde una esfera no solo moral, sino medica y política. La invisibilidad social del leproso debe entonces entenderse, como un estado patológico- legal y, como un problema de “estrategia colectiva” 3, donde los diferentes sectores de la sociedad reconocen el problema (inclusive los enfermos) y aceptan la pena de la exclusión como forma de autoprotección para la comunidad sana, en resumidas cuentas: “la expulsión de la lepra implicaba una forma de gobierno especifica” 4 y una legislación recia para un problema mayor. No debemos olvidar que, como se dijo antes, el leproso como ser “amorfo” y transgresor moral, es un infractor, que implica un grado de peligrosidad mayor, lo cual puede justificar la exclusión y homologarla con la perdida automática de todo “derecho natural” 5 del individuo.

El problema existe, la idea es ocultarlo, así los espacios como el leprosorio de Caño de Loro no se constituyan en lugares realmente terapéuticos y de aplicación científica. Mas que el procedimiento medico, lo que va a imperar es un control policivo que garantice el no contacto entre sanos y enfermos, ya sea directo o atraves del intercambio comercial, del agua o los alimentos. En 1905 se dispone, quizás, las medidas mas extremas contra enfermedad alguna en la historia del país. El temor a la lepra produjo medidas extremas como el cercamiento del perímetro del lazareto con alambres, el uso de un tipo de moneda propia, diferente al de la población sana y como si fuera poco, ni

3 George Vigarrello. Opcit, pagina 224.

4 Graciela Venecia y Germán Betancourt. El arte de las distribuciones: nacimiento del nuevo sistema de control poblacional en Cartagena, tesis para optar al título de historiador, Cartagena, Universidad de Cartagena, 2005.

5 Bronislaow Geremek. “el marginado”, en: JAQUES LE GOFF (Ed). El hombre medieval, Madrid, Editorial Alianza, 1990, Página 364

3 siquiera a la hora de morir, el leproso podía mezclarse con los sanos, pues el leprocomio como unidad cerrada, debía contar con cementerio propio 6.

Dentro de la “estrategia colectiva” que invisiviliza e intenta medicalizar al leproso, hay, ante todo, un proyecto político de reorganización higiénica, urbanística, arquitectónica y económica, que tiene como base, la apertura comercial del país a mercados internacionales. Rafael Reyes, entonces presidente de la República (1904-1909), siempre tuvo claro, que la ocultación de la enfermedad, constituía medida urgente para el progreso, y entre sus principales planteamientos, figuro la posibilidad de trasladar el leprocomio a otro lugar donde no se “interfiriera” el tráfico marítimo, pues muchas embarcaciones no llegaban a la bahía por físico miedo a la enfermedad 7.

Al leproso, entonces se le excluye inicialmente como estigma o castigo por su infracción moral, pero dicha pena implica un movimiento más amplio desde lo legal, que convierte la corrosión física y espiritual en una patología social, que cumple con unas características especiales dentro de la formación de un problema de alarma publica: alta tasa de mortalidad y morbilidad, repercusión socio-económica, política y cultural y gran importancia para la opinión pública 8. Lo anterior muestra que, necesariamente, el mercantilismo influyo de manera importante en el origen de la salud publica como concepción política, por medio de nuevos elementos como censos, tasas y estadísticas.

En vista de lo anterior, podemos afirmar que: el fenómeno social de la lepra, Como problema cotidiano de incumbencia general, es el defecto a corregir y para eso, aunque se trate de ocultar la enfermedad, siempre deberá estar presente, como condición para su medicalización. La invisibilidad social del leproso se mueve en la ambivalencia de la exclusión por inclusión y de la negación por la aceptación. Diana Obregón plantea una “desaparición social”

6 BBR. “Los lazaretos en la asamblea nacional” en: el porvenir, Cartagena, 07 de mayo de 1907.

7 BBR. “Decreto legislativo Nº 14 de 1905” en: el porvenir, Cartagena, enero 22 de 1905.

8 José María López. Opcit, página 137

4 del leproso que, a nuestro juicio, negaría la conciencia colectiva que la población pudo tener sobre la existencia y desarrollo del problema y, por ende, su importancia dentro del andamiaje social y político de la época. Si desapareciera el leproso como elemento de referencia moral y legal, simplemente moriría para la sociedad, lo cual nos obligaría a obviar datos tan importantes como que gran parte de la legislación del momento, se oriento a la ocultación del problema y a la exaltación del leproso como símbolo antagónico y elemento de piedad pública 9.

CAPITULO 2: EL PROBLEMA DE LA MEDICALIZACION DE LA LEPRA EN CARTAGENA.

“Todos estamos apestados, todos padecemos, como condición natural humana un estado de peste moral, y la peste física es solo el reflejo de aquella condición natural”.

Albert Camus

(La peste)

Medicalizar la lepra fue una constante que se manejo en la ciudad de Cartagena, como una de las banderas de las nuevas políticas sanitarias e higiénicas, impulsadas desde el gobierno central a partir del siglo XX. Dicho movimiento involucro a gran parte de la sociedad en la consecución del nuevo estatus medico- social que brindara mas seguridad tanto a la sociedad sana

9 Diana Obregón Torres. Batallas contra la lepra. Opcit, página 56

5 como a los enfermos en su agonía. El carácter de enfermedad aparte, como ya se ha sugerido para el caso de la lepra, permitió que esta recibiera un tratamiento especial en el que estarían involucrados desde el Estado (de principio benefactor) pasando por las ordenes religiosas, organizaciones caritativas, el cuerpo de policía y, por supuesto, los médicos, cuyo esfuerzo se centraría en intentar dar forma al nuevo discurso y de llevarlo al extremo, inclusive, convirtiéndolo en un asunto de “policía comunitaria” donde cada uno de los sujetos se convertirían en vigilantes del bien común y de la limpieza social.

2.1. DEL ENCIERRO Y QUIENES ENCIERRAN.

Más que la enfermedad, lo que se fortalecerá con las nuevas políticas sanitarias en la ciudad, es el pánico público que se había creado hacia la lepra, patología del alma reflejada en la carne que provocaba los más fervientes miedos y la cual no tenía cabida en los hospitales normales. Situación que agravaba la asistencia medico- científica de estos y que reflejaba la exclusión como forma de no resocialización del cuerpo físico 10 . El proceso de medicalización de la lepra en Cartagena, choca ante una estructura enorme de origen medieval: el leprocomio, estructura física pero también mental que permanece inmune al cambio en pleno siglo XX, contradiciendo hasta entonces el principio de curación y recuperación social para el trabajo, que traía consigo el proceso de modernización industrial y comercial, que aunque incipiente, se empezaba a desarrollar en el país 11 .

10 BBR. “por los leprosos” en: el porvenir, Cartagena, julio 12 de 1905.

11 Un leproso se queja de no poder ejercer labores comerciales y cívicas. BBR. En: el porvenir, Cartagena, 6 de junio de 1906

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La permanencia del leprocomio como espacio compartido de religiosos y gobierno, además de la tradición, se debe al sueño frustrado de establecer en Caño de Loro como en los demás lazaretos de la República, una colonia de leprosos que garantizara el total aislamiento de estos y eliminara el pánico generalizado hacia el problema: “es opinión general en esta ciudad que la instalación del lazareto de leprosos en Caño De Loro, en la bahía, es decir, a la entrada de la ciudad, perjudicara nuestro puerto 12 . Personas conocedoras de estas costas indican como lugar inmejorable para lazareto, a isla fuerte, de terreno elevado y fértil, y de aguas abundantes” . Caño de Loro fue el único leprosorio en Colombia que no se erigió en municipio por no contar con un espacio propicio, ya que isla fuerte fue rechazada por considerar “que esto violaría derechos fundamentales de los habitantes de esta isla” 13 . Es evidente que lo anterior, freno el avance científico y medico hacia los enfermos, en comparación con la reorganización medica que recibieron Contratación y Agua De Dios 14 , lazaretos que se convirtieron en división política del Estado colombiano y que de cierto modo, pudieron brindar tratamientos mas orientados a la recuperación del cuerpo, puesto que su dependencia administrativa, científica y económica, dependía menos de la iglesia, elemento que conservo caño De Loro como modo fundamental de supervivencia, lo cual permitió un mayor grado de resistencia al cambio de la iglesia al Estado.

Como ya se ha reiterado, el rechazo marginador hacia la lepra y sus portadores esta intrínseco en el carácter divino de la enfermedad, por lo tanto, su tratamiento se enmarcaba más en la consecución de la pureza del alma 15 como condición primaria para alcanzar la limpieza espiritual. En este sentido, podemos entender de forma lógica, como históricamente el manejo del lazareto

12 BBR. “lazaretos”, en: el porvenir, Cartagena, septiembre 29 de 1906.

13 BBR. “sobre Lazaretos” en: el porvenir, Cartagena, 24 de mayo de 1907.

14 “caño de loro permaneció como pequeño refugio para leprosos, lejos de ser institución médica”. Diana obregón. Batallas contra la lepra. Opcit pagina 109.

15 Antonio Morell. La legitimación social de la pobreza, Barcelona, editorial Anthropos, 2002, pagina 7.

7 así como de la lepra en Cartagena estuvo regido en gran proporción por órdenes religiosas, cuyas formas “medicas”, se limitaron en el plano físico a la curación superficial de las llagas 16 , a la vez que se le dio mas sentido al encierro y al exilio, a través de la idea del encuentro hombre- Dios. Esta concepción, aunque se sostiene en su significado moral y religioso, se constituye en la pauta central para la ocultación legal del problema desde 1905, que con medidas como el cierre total del perímetro del lazareto y el uso de una moneda propia y diferente, entre otras medidas 17 , hicieron del leprocomio, un espacio hermético, cerrado sobre si mismo y con cierto grado de funcionamiento autónomo, lo cual reforzó la implicación social de la enfermedad 18 como producto de la tradición cultural religiosa.

Las instituciones públicas, al parecer, siempre actuaron de común acuerdo con la iglesia para separar a los leprosos de la sociedad. La caridad cristiana legitimaba la institución religiosa, que veía en los pobres y enfermos, su principal objeto y razón de ser, aunque histórica y tradicionalmente, la iglesia católica se había establecido con la venia del Estado, que concebía a esta como “elemento central de orden social” 19 que regulaba e intervenía en diversos temas de la vida cotidiana. A pesar de esto, la nueva autonomía que el Estado estaba dispuesto a ejercer sobre los lazaretos, y el deseo de medicalización de estos, provoco gran celo por la influencia jurisdiccional que unos y otros tendrían tanto territorialmente, como en el orden de las ideas y de la aplicación teórica, práctica y/o dogmatica dentro del lazareto. La medicina

16 Hermana María Cecilia Gaitán. ” el lazareto de agua de Dios”. En: Javier Guerrero (comp) Medicina y salud en la historia de Colombia, Tunja, Universidad pedagógica y tecnológica de Colombia, 1995, pagina 134. Los salesianos manejaron el lazareto de Caño de Loro y su influencia fue tal, que a partir de 1906, fueron comunes los roces entre estos y el estado por el cuidado y sostenimiento de los enfermos.

17 AHC. “Decreto legislativo Nº37 de febrero de 1905” en: el diario de Bolívar, Cartagena, 2 de marzo de 1905.

18 Ministerio de sanidad y consumo de España. Una guía apara el control de la lepra Una guía para el control de la lepra, Madrid, publicaciones de la organización mundial de la salud, 1998, página 170.

19 Jorge García Usta El pensamiento medico, selección de textos médicos 1890-1940, Cartagena, Gobernación de Bolívar-Instituto internacional de estudios del Caribe, 2000, pagina 18.

8 intentaba imponer un nuevo orden en cuanto a aplicación terapéutica y farmacéutica, y para esto, el leprocomio debería suponer un espacio más

“Los invisibilizados sociales”. Fuente: Bronislaw Geremek. “el marginado” en: Jacques Le Goff (editor). El hombre medieval, Madrid, editorial Alianza, 1990, pagina 250. 9

laico e independiente:

“se ha avisado a los prelados de la república que el gobierno cuenta con recursos suficientes para el sostenimiento de los enfermos aislados en los tres lazaretos de la nación, que por consiguiente, pueden destinar a otras obras de caridad las limosnas que colectaban para estos lazaretos. El gobierno agradece su celo caritativo que tanto sirvió en tiempos pasados, pero que en adelante, gastos de estos se pagaran con preferencia a cualquier otros” 20 . La “autosuficiencia” del Estado colombiano en materia económica y humana es uno de los constantes discursos usados por el gobierno durante la época estudiada y busca crear una nueva imagen de estado benefactor que se preocupa y se hace cargo de los sujetos que están bajo su poder, especialmente de los mas desamparados. En palabras de E.P.Thompson podríamos decir que los leprosos constituyen ese nuevo hijo menor asumidos por el estado paternalista, que aunque los excluye de la sociedad, de igual manera intenta protegerlos como forma de garantizar la aplicación de los nuevos procedimientos higiénicos y sanitarios y por supuesto, su legitimidad gubernamental. Pero en esta primera etapa del proceso de medicalización, como ya se ha señalado, se hace mucho más importante el uso del discurso que su aplicación práctica. El cambio de discurso se hace indispensable dentro de las nuevas políticas higiénicas y sanitarias, así la prensa contradiga con hechos precisos el supuesto buen funcionamiento económico del lazareto, donde los afectados, como era costumbre desde la colonia, se veían obligados a llegar hasta la ciudad a buscar alimentos y refugio de la piedad pública 21 .

20 AHC. “ resolución 41 de 19 de septiembre de 1906 ” en: gaceta departamental, Cartagena, 16 de octubre de 1906.

21 BBR.” lazareto de Caño de Loro ” en: el Porvenir, septiembre de 1905. Para el bienio 1905-1906, el gobierno local destino para el lazareto 8.064 pesos, 133.000 para salubridad pública y 207.000 para el cuerpo de policía. AHC. “Balance de la cuenta de ordenación de los gastos públicos” en: el registro de Bolívar, 7 de julio de 1906, pagina 323.

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2.2: “SACERDOTES DE LA SALUD”. EL DILEMA MORAL EN EL PROCESO DE MEDICALIZACION DE LA LEPRA.

“La higiene social es una ciencia económica que tiene por objeto el capital o material humano, su producción, su conservación, su utilización y su rendimiento”

Jacques Donzelot

Las nuevas reformas políticas y económicas que se implementaron en Colombia, especialmente en Cartagena desde 1905, como ya se vio, tuvo como objetivo la higienización de la ciudad en dos sentidos: la limpieza de la estructura física que incluía calles, plazas y puerto entre otros, con medidas como el traslado de mataderos y cementerio, riego de calles y duros controles portuarios que garantizaran el flujo comercial internacional. El segundo y más importante punto dentro del proceso de implantación higiénica en la ciudad, lo constituía la medicalización de patologías como tuberculosis, peste o lepra, con lo que se pretendió cambiar, en cierto modo, la idea que se tenia acerca de estas enfermedades, que constituían parte importante dentro de la estructura de pensamiento religioso, donde eran propuestas como patologías morales, que se habían generalizado como propias de las gentes pobres e incultas 22 .

Los médicos que surgieron como autoridad científica y vehículo del nuevo discurso higienista, chocaron contra un muro de conocimiento popular, donde surge como pilar fundamental la iglesia católica, como “saber institucional” y saberes alternos como brujos y yervateros, que habían logrado cierto

22 George Vigarrello. Opcit pagina 240.

12 reconocimiento positivo de sus practicas y con quienes entraron en franca competencia de jurisdicción y regulación de creencias y saberes 23 a fin de legitimar las teorías y practicas sanitarias y su aplicación sobre la población potencialmente expuesta. En cierto modo, el fracaso de la medicalización de la lepra y en general del cuerpo físico de la ciudad e ideológico de los sujetos, durante el periodo estudiado, parte, de las mismas barreras que la medicina se impone, y de las restricciones y de las restricciones morales y sociales que los médicos como profesión, conservaban, aun en una época de transición y que a continuación, intentaremos desarrollar. En este sentido, la creación del cuerpo medico entraría en conflicto con otras practicas tradicionalmente aceptadas, cuyos saberes estaban establecidos como verdades positivas dentro del cuerpo social.

El poder que los médicos cartageneros pretendían ostentar y que los proponía como autoridad profesional, fue una contradicción de raíz, pues el aval que estos recibían del estado como único saber valido, los ubicaba en una posición de inferioridad frente a la aceptación histórica que tradicionalmente había recibido la iglesia católica y que la mantenía como soporte moral y filosófico del Estado, donde se postulaba, según Jorge García Usta, como “fuente suprema, inclusive de autoridad científica 24 ”. De igual manera, la medicina y su aplicación en Cartagena, no partía de un principio cientificista entendido en términos modernos; los médicos actuaban con ciertas restricciones de orden moral y de cierto modo, también regían su vida cotidiana dentro de una “reglamentación

23 Juan Carlos Jurado. “terremotos Pestes y calamidades” en: Revista Credencial historia: picaresca, Bogotá, Credencial, edición 140, 2001, pagina 6.

24 Jorge García Usta El pensamiento medico, selección de textos médicos 1890-1940, Cartagena, Gobernación de Bolívar-Instituto internacional de estudios del Caribe, 2000, pagina 18.

13 divina” que incluía preceptos como asistir a misa y encomendar sus pacientes a Dios 25 .

Podemos afirmar que los antecedentes descritos, no permitieron una real transmisión de conocimientos desde la iglesia y la sabiduría popular que permitiera su monopolio por parte de los médicos, como sugiere todo proceso de medicalización. El discurso religioso seguía planteando una explicación que se hacía solida y lógica 26 dentro de la estructura mental de fenómenos como la lepra, lo cual se sincronizaba con medidas como la exclusión, exigida por el gobierno para este tipo de patologías. De manera implícita, los médicos conformaron un tipo de sociedad con la iglesia, donde sus prácticas se regían por un código de conducta ética y moral. El testimonio mas representativo de esta relación iglesia- medicina, lo constituye la figura que se teje desde el siglo XIX del medico como sanador, a través del poder que le da Dios, por medio de sus manos y de su capacidad intelectual. En este sentido, el medico mas que personaje que promueve un nuevo conocimiento, se comienza a vislumbrar como santo, o mejor, como “sacerdote de la salud”, y el examen medico se asimila a la confesión del cura 27 . La iglesia, por supuesto, más que apartarse del nuevo orden, pretende y logra que su conocimiento se complemente a las prácticas médicas en el proceso de formación y de mantenimiento de los postulados higiénicos del cuerpo y del alma. 28

25 Diana Obregón “médicos, prostitución y enfermedades Venéreas” en: Aida Martínez y Pablo Rodríguez

(Compiladores). Placer, dinero y pecado: historia de la prostitución en Colombia, Bogotá, editorial Aguilar,

2002 página 356

26 Juan Carlos Jurado. Opcit, pagina 6.

27 AHC. Febrero a Marzo de 1894, pagina 18.

28 Juan Carlos Jurado. Opcit, pagina 8.

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La jurisdicción del medico en cuanto a profesional idóneo en los nuevos conceptos de higiene y salud también se ve restringida. A este lo recubre un aura de “santidad” que limita sus funciones y lo ubica en un dilema ético en cuanto al alcance de sus procedimientos y diagnósticos. Para Michel Foucault, al medico se le consideraba “heredero natural de una de las misiones de la iglesia: el alivio de los sufrimientos” 29 . En este orden de ideas, la consultoría de los problemas que traía la lepra, aceptada como enfermedad del alma, correspondía enteramente a la iglesia. Por ejemplo, en un tema tan espinoso para la época como el matrimonio entre sanos y leprosos no tuvieron voz los médicos en cuanto a opinión científica. La ley 14 de 1907 reza: “el gobierno se entenderá con la santa sede para obtener medidas convenientes para evitar el matrimonio entre sanos y leprosos, ya que el conyugue sano vive en el leprocomio, ya sea por amor, deber u obligación legal de seguir a su marido” . La contradicción o el dilema moral de los médicos es aun mas representativo en el medico cartagenero Lazcario Barbosa, quien a pesar de su formación en Francia, decía sentirse impedido a realizar un examen vaginal “por no herir el pudor de una mujer, cuya vida privada, cuando menos, me autoriza a sospechar la integridad de su himen”30 .

Evidentemente, no existe para la época, una separación de poderes entre la iglesia y la medicina, lo cual puede mostrarnos que el medico como eje del proceso de medicalización, fue solo un instrumento o un agente político que buscaba la legitimación del poder gubernamental a través de unas medidas de choque, que no necesariamente deberían ser implementadas de modo practico. Para Indira Vergara, los médicos no se incluyeron dentro del ambiente del “debate publico” y agrega: “la medicina científica en los lazaretos, fue limitada, debido a la falta de autoridad profesional, que tenían los médicos,

29 Michel Foucault. El nacimiento de la clínica: una arqueología de la mirada médica, México, editorial

Siglo XXI, edición 21, 2004, p 57.

30 AHC. Gaceta medica de Bolívar. Opcit, p22.

15 para imponer sus terapias ”31 . Paradójicamente, la aplicación de las políticas higiénicas y sanitarias en Cartagena estaban a cargo del cuerpo de policía de la ciudad, el cumplimiento de dichas normas, por lo tanto, dependía de la coerción de la fuerza publica, no de la conciencia colectiva sobre las positivas practicas higiénicas, principio básico del proyecto de implantación medica en la ciudad. 32

2.3: LEPRA= EXCLUSION, POBREZA= EXCLUSION. EL DESPLIEGUE MEDICO- SOMATICO EN LAS PRACTICAS HIGIENICAS.

En 1905, el gobierno creo la oficina central de lazaretos que buscaba darle uniformidad y organización a los leprocomios de la República 33 , la cual creó el acuerdo numero dos (2) de 1905 que entre otras cosas, autorizo el asilo a domicilio para pacientes pudientes, que además de tener la capacidad económica para pagar vigilancia medica, se suponía que eran mejores gentes, culturalmente educadas y accidentalmente caídas en desgracia. Según Bronislaw Geremek, desde el Medioevo, la permanencia o exclusión del leproso dentro de la sociedad, estaba condicionado por su posición social 34 . Esta marcada diferenciación, que parece ilógica desde los preceptos actuales,

31 Indira Vergara. La medicalización de la lepra en Cartagena 1870-1930. Tesis para optar al título de historiador, Cartagena, Universidad de Cartagena, 1988, pagina 64. Además de la influencia, el número de profesionales también era reducido, el leprocomio solo contaba con un jefe médico, un practicante y un farmaceuta. AHC. “Decreto 1905 de 12 de septiembre de 1906” en: el registro de Bolívar, 11 de octubre de 1906, pagina 141.

32 Sergio Paolo Solano. Códigos de policía de Cartagena. Compilación manuscrita.

33 BBR. “lazaretos” en: el porvenir, febrero 22 de 1905.

34 Bronislaw Geremek. Opcit, pagina 382.

16 plantea claramente que para la época, la población a corregir, el peligro patológico, esta representado por la pobreza física. Donde se acumulan los pobres están los focos de corrosión, homologados a espacios de bandidos, enfermos o desviados 35 . Los “pobres desgraciados”, como eran usualmente llamados los pobres y enfermos, son, según Alain Corbin, una creación del siglo XIX: “médicos y sociólogos descubrieron que existe una especie de población que favorece la epidemia, la que se pudre en su fango fétido. Se aseguraba que el aire que rodea al pobre es más contagioso que el que envuelve el cuerpo del rico .36 ”

“Los lugares sospechosos son primero aquellos en los que se acumulan los pobres y su limpieza se convertirá en garantía de moralidad” 37 . Efectivamente, el despliegue de las practicas medicas en Cartagena, partió del principio somático pobreza= enfermedad. La búsqueda y persecución de leprosos se daba por lo general en los barrios y espacios, cuya peligrosidad estaba marcada por la necesidad física y por la ausencia de servicios básicos como el agua 38 , que marcaban la desproporción del alcance social de las políticas higiénicas. La medicalización, aunque solo se implanto de manera teórica, produjo una variación en la estratificación de la ciudad, más allá del aspecto económico. El nuevo estigma será la suciedad del cuerpo, que automáticamente, denota la miseria del entorno habitado. En este sentido, los invisibilizados sociales, no necesariamente son, quienes mas contraen lepra, pero, si son los que constantemente están en el ojo de los higienistas. El fracaso de la medicalización durante esta etapa, es en parte, consecuencia del mismo principio excluyente que sataniza a los pobres y los convierte en focos

35 Antonio Morell. Opcit, pagina 7,8.

36 Alain Corbin. El perfume o el miasma, el olfato y lo imaginario social siglos XVIII-XIX, México, fondo de cultura económica, 1987, pagina 159-160.

37 George Vigarrello. Opcit, pagina 186.

38 IBID. Página 224

17 de infección, estos aunque no tienen cabida dentro del aparato sanitario, si son constantemente observados y vigilados como agentes de peligro.

Las políticas de complicidad para con un sector privilegiado de la sociedad, no solo propiciaron el descuido de la enfermedad en dicho sector, sino que permitieron la propagación de esta, y aumentaron la profunda desigualdad, permitiendo en los barrios populares, la continuación y reforzamiento de practicas “medicas” alternativas, y en las elites, el desorden y la ocultación del problema, lo cual permitió, entre otras cosas, que el gobierno comprendiera que lepra podría ser una patología que no discriminaba, por lo tanto, en 1907 se elimino el asilo a domicilio partiendo del mismo principio de inferioridad, pero ya generalizado a toda la población.

“…se comprende que en Noruega se puedan vigilar por los médicos oficiales, unos pocos enfermos blancos y educados, pero ¿Quién vigila a un indio en fuquene o a una negra en lloro?...y aun suponiendo que nuestra raza fuera toda blanca, no hay que hacerse ilusiones, pues en Bogotá mismo se vio gentes distinguidas a quienes se les permitió aislarse en sus casas, por negligencia y desidia, no cumplían con lo ordenado, y seguían su vida de siempre, infectando la población. Como todos saben, aquí predominan las gentes de color o los mestizos de las razas blanca, indígena y negra, y son precisamente estos mestizos los que presentan más casos de elefancia” 39 .

La poca posibilidad de acceso a atención medica por parte de la población menos favorecida, constituye otro de los obstáculos para el desarrollo del proceso de medicalización de la lepra y otras patologías en la ciudad, pues

39 “debate sobre la lepra” en: Diana Obregón (editora). Culturas científicas y saberes locales, Bogotá Universidad Nacional, pagina 25?

18 dicho proceso, al contrario de lo ideal, donde la implantación medica debería constituir el objetivo principal en las comunidades pobres, el proyecto funciono de manera contraria. El médico, que dentro de este proceso de expansión higiénica podría ser propuesto como mediador y regulador social, es para esta época, a pesar de esto, privilegio de unos cuantos, pues el oficio de la medicina que se desarrollaba casi en su totalidad, como práctica 40 privada, imponía restricciones a quienes no tuvieran la capacidad de pagar por dicho servicio, a pesar de esto, debe decirse igualmente, que las clases populares no habían asimilado las practicas medicas e higiénicas como formas de comportamiento ni de vida, estrictamente necesarias. Como referencia, podemos resaltar que los médicos en Cartagena, por lo menos hasta 1915, en vez de pacientes, llamaban abiertamente a sus usuarios, clientes 41 .

La práctica privada de la medicina se fundamentaba básicamente en la desorganización o inexistencia como gremio. Hablar de los médicos como grupo profesional, que se reconocía así mismo como tal, era utópico, pues estos no compartían una normatividad del oficio ni un principio ético que los reuniera en torno a un objetivo común, por lo tanto, estos los mantenía en una esfera de disgregación, lo cual hacia que la autoridad medica fuera cuestión de individualidad que no sobrepasaba los consultorios. Era tal la independencia de los médicos, que era muy común encontrar en la ciudad varios tratados sobre una misma enfermedad, proclamados como los más efectivos por sus autores. Esta práctica, obviamente restaba autoridad a quienes impulsaban el proceso de medicalización en la ciudad, y potenciaba la importancia de métodos curativos populares, acentuando la permanencia de estructuras de pensamiento mágico-religioso (yervateros, brujos, parteras, etc.) y retrasando el soñado proceso de implantación higiénica.

40 AHC. “médicos” en: el porvenir Cartagena, marzo 5 de 1905.

41 AHC. El porvenir, 8 de septiembre de 1909.

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Uno de los métodos del proceso de medicalización: la persecución de sospechosos. Fuente: Archivo histórico de Cartagena, manuscritos de la gobernación de Bolívar, sección salud 1839-1930.

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Indira Vergara, como veíamos antes, nos dice que la medicina científica en Caño de Loro, “fue limitada debido a la falta de autoridad profesional que tenían los médicos para imponer sus terapias” . Esta poca legitimidad que logran los médicos durante el periodo estudiado, unido a la inexistencia de una estructura física de salud pública, puede constituir una explicación solida para entender, por que en los sectores mas pobres, cada día se hizo mas fuerte el uso de la caridad, como elemento de compensación social, ejercido mayoritariamente por las elites y que era considerada “como la forma mas heroica de expresar la caridad cristiana y el elementó mas determinante para alcanzar la salvación” 42 .

42 Hermana María Cecilia Gaitán. Opcit pagina 135.

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“La personalización de la medicina”. Fuente: Aida Martínez y Pablo Rodríguez (comp). Placer, dinero y pecado: historia de la prostitución en Colombia, Bogotá, editorial Aguila r, 2002, pagina 359

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CAPITULO 3: LOS “PODRES DESGRACIADOS” Y EL USO DE LA CARIDAD SOCIAL.

“La vida del pobre, dice el espíritu santo, es el pan que necesita y el que se lo defrauda es como el que asesina a su prójimo.”

El porvenir, abril 2 de El sufrimiento de Lázaro, famoso personaje bíblico triste mente celebre por haber inaugurado históricamente toda la estigma y repudio publico que recibían los enfermos de lepra, es el principal símbolo de toda la carga conceptual que conlleva un fenómeno patológico con incidencias tan precisas para la ciudad Cartagena en cuanto a problema del cuerpo y del alma. Los pobres infelices o desgraciados, (conceptos usados comúnmente, que denotan el estado de inferioridad y miseria que ocupan en una sociedad netamente cristiana) llevaban a cuesta una carga somática que se ha mantenido para los creyentes desde la existencia misma de Jesús y que los mantenía como parte estratégica de la caridad publica, por considerárseles muertos sociales, de quienes se aseguraba, solo conseguirían la pureza de su alma al encontrarse con Dios en el paraíso, en la tierra por lo tanto, les tocaba ver como se pudrían sus cuerpos, carcomidos por las llagas.

La ambivalencia que plantea la riqueza y la pobreza física como principios que definían el horizonte espiritual de un individuo dentro de la sociedad cristiana, es el principal dilema moral que afrontaron los pobres y/o enfermos y las clases adineradas durante muchos siglos. No existe felicidad completa dentro de este orden de ideas que busca compensar a unos y a otros quitándoles y dándoles lo que en vida les falto. El rico, según el evangelio de San Lucas, al morir fue sepultado y llevado al hades donde purgaría su condena, mientras que Lázaro “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham” donde gozaría de la vida

23 eterna, sin tormentos ni miseria. Hasta aquí la cita bíblica es poco disiente en el sentido de la compensación moral, pero, estando en el hades, sin siquiera llegar al purgatorio, el rico que había tenido una vida de placeres materiales podio clemencia a Abraham quien respondió de manera fría y precisa: “hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora este es consolado aquí y tu atormentado” 43

El elemento religioso es la pauta a partir de la cual se justifica la caridad como elemento de compensación social y como forma de reafirmación del lugar y la posición, que cada sujeto cumplía dentro de la sociedad cartagenera de la época. Por lo tanto, la lepra, cuyos portadores son desarraigados de todo derecho natural y jurídico, es un elemento de que da forma al pensamiento moderno de compartir para recibir bendición. Según Marc Bloch, “la generosidad hacia los pobres de este mundo era un deber que la conciencia moral de la edad media le imponía con peculiar fuerza a los soberanos”44 , principio en el que basa su obra el autor para explicar la curación de escrófulas por los reyes en Francia. Para el caso propio, la caridad hacia los leprosos fue un deber delegado a la iglesia y a los grupos de señoras pudientes. La conciencia social fue la encargada de velar por estos y de garantizar en gran medida su sostenimiento en el exilio 45 . Contrario al caso expuesto por Bloch, en Cartagena, la caridad no fue objeto de los gobernantes y la misericordia cristiana, casi siempre fue insuficiente para el sostenimiento del lazareto y así poder evitar que sus habitantes llegaran a la ciudad con el pretexto de buscar alimentos 46 .

43 La santa Biblia. Libro de san Lucas, capitulo 16, versículo 19-31

44 Marc Bloch. Los reyes taumaturgos, México, fondo de cultura económica, 1988, pagina?

45 BBR. “por los leprosos” en: el porvenir, Cartagena, julio 12 de 1905.

46 AHC. “elefanciacos” en: el porvenir, Cartagena, febrero 24 de 1904.

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La institución que promovió el proceso de medicalización de la lepra, así como de la pobreza en Cartagena, fue la beneficencia como institución gubernamental, cuya dependencia debería estar adscrita a la estructura de higiene publica, como órgano que promueve la protección de los desfavorecidos. La beneficencia, aunque obsoleta, pretendió el empoderamiento y monopolización de las dádivas a los más miserables. Recordemos que todo proceso de medicalización busca la legitimidad de las practicas medico-higiénicas, y para que esto se logre, debe haber una reubicación espacial y humana que garanticen el control total sobre los cuerpos y el uso de la jurisdicción del Estado sobre el problema 47 . La beneficencia al igual que la caridad, tiene como base la pobreza, elemento fundamental para la exclusión de los enfermos y justificación moral para la piedad publica. El asilo a domicilio para pacientes leprosos adinerados 48 puede analizarse dentro de esta

“Puesto que Dios mismo quería o permitía que hubiera pobres, estos debían contentarse con lo poco que los ricos estuvieran dispuestos a dar. Desear salir de la miseria era trastocar los planes divinos; para ellos las perspectivas y las esperanzas de un mañana mejor no se referían a este mundo, si no a un futuro de felicidad diferente prometido para otro lugar. La pobreza era un deber irrenunciable que los pobres estaban llamados a ejercer como una vocación en favor de otros que pertenecían a otros órdenes de la jerarquía social y a los cuales debían estar sometidos. Esta teología de la pobreza, resolvía por lo menos el problema de la conciencia y aseguraban ventajas para todos: los pobres encontraban su sustento relativo y los ricos acreditaban sus meritos espirituales; la resignación de unos y generosidad de los otros, garantizaba la continuidad de un orden social establecido” 49 .

47 Michel Foucault. Historia de la sexualidad, parte I, la voluntad del saber, Madrid, editorial Siglo XXI, 1982, pagina 167.

48 AHC. “acuerdo Nº 2 de 1905” en: el registro de Bolívar 17 de junio de 1905, pagina 245.

49 Oronzo Giordano. Higiene y buenas costumbres en la alta edad media, Madrid, editorial Gredos, 2001, pagina 140.

25 esfera conceptual, teniendo en cuenta que si bien, cumplen con el requisito de estar enfermos, su estado social no amerita la caridad pública, su reubicación física y moral ni la ayuda del gobierno. En pocas palabras, estos siguen siendo productivos en lo económico y además, se ubican en el centro del dilema moral, pues sufrir en vida, los exime automáticamente del sufrimiento eterno en el infierno.

La caridad y la beneficencia son dos elementos que, tradicionalmente se han movido y han funcionado de modo complementario, el uno del otro, aunque esto no los exima de diferencias que en esta etapa se hicieron claras. La caridad cristiana era una práctica que acercaba los individuos a la salvación del alma, pero constituía a la vez, una contradicción para el Estado, que buscaba ser reconocido como unidad política y legítima de orden, donde los problemas sociales fueran de entera responsabilidad gubernamental. Durante el periodo estudiado se hace evidente que el proceso de implantación higiénica busca antes que nada, la coerción y sujeción de los individuos a unas prácticas médicas y sanitarias avaladas por el gobierno central. Es ente sentido, la caridad pública pasa a ser vista como resultado de la incompetencia del poder central y como inconveniente en el afán de este por hacerse cargo de los enfermos y de las instituciones donde estos se ubican, los cuales como se sugirió anteriormente, habían sido manejadas por ordenes religiosas y mantenida por la caridad publica que veía en este echo, la alternativa para llegar al cielo.

26

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El nuevo orden exigía que el “Estado competente” respondiera económica y científicamente por los enfermos. En el caso del lazareto de Caño de Loro, los salesianos estaban a cargo de su manejo y la autoridad que ostentaban, era superior al discurso medico y al poder del gobierno50 . En este orden de ideas, para poder Medicalizar debía tenerse el control del establecimiento, razón por la cual el gobierno contraatacaba a la filantropía social con una serie de acuerdos y compromisos donde se declaraba autosuficiente para garantizar el sostenimiento del lazareto, y declaraba no necesitar de la caridad publica ni de las órdenes religiosas 51 para mantener el buen funcionamiento del leprocomio.

De la arremetida del estado, poco o nada se lee años después en la prensa cartagenera, al contrario de manera paradójica, persiste las quejas de abandono alimentario y medico de los leprosos, aumentando su rechazo y dejando en el mas completo olvido, a expensa de la caridad cristiana ya que sus destinos por lo general era la mendicidad 52 . Los leprosos se veían en la obligación de venir hasta la ciudad a mendiga, pues ni la asistencia medica ni las provisiones llegaban de manera oportuna y suficiente a la isla para suplir el sufrimiento de los enfermos. El contrato que tradicional e implícitamente habían mantenido los enfermos con la sociedad se mantuvo, los valores del confinamiento moral prosiguieron y la caridad publica, cada día se fortaleció más.

El abandono físico de los enfermos en Caño de Loro, propicio aun más la formación de grupos filantrópicos que se veían estimulados a continuar su labor como obra de caridad con los hermanos caídos en desgracia. De manera indirecta, el Estado alimento esta costumbre en los grupos de señoras que realizaban todo tipo de eventos sociales con el objetivo de hacerles llegar, entre otras cosas, dinero en épocas especiales como navidad o semana santa.

50 Diana Obregón. Batallas contra lepra. Opcit, pagina 182.

51 AHC . ”elefanciacos”. Opcit

52 ______Control e la lepra Bogotá, ministerio de salud, 1981, pagina 17.

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Aparte de si se sostenían por una aspiración celestial, estos grupos siempre estuvieron atentos a enviar oraciones y raciones a los “pobres de Cristo” 53 , para quienes la limosna se convertía en la máxima expresión de la caridad cristiana y en elemento que reafirma que, del mismo modo que los ricos necesitaban a los pobres como objeto de caridad, estos tenían la obligación de aceptar con resignación, la voluntad divina: “deseamos que la suma enviada, sea repartida a los leprosos el día veinte de diciembre, para que ellos tengan tiempo de invertir en lo que mayor placer pueda proporcionarles” 54

En el proceso de ocultación de la lepra y de invisivilizacion social del leproso, el Estado debía mostrarse fuerte pero compasivo con los más necesitados, por esta razón nunca acepto su incapacidad e incompetencia para responder por los enfermos. La protección de estos era la excusa para mantener las nuevas políticas higiénicas que, aunque desestructuradas, atacaban un problema que tenia repercusiones económicas, políticas y sociales importantes para la ciudad. A pesar de esto, el movimiento filantrópico en Cartagena a favor de los leprosos, se mantuvo hasta la desaparición del leprocomio mismo y se constituyo en la mayor alternativa económica, moral y espiritual para muchos enfermos y sus familias. Esto reafirmo una relación de doble vía, donde la existencia de la caridad tiene su sustento y validez social a partir del desarrollo de la lepra como calamidad publica y, en la inexistencia de un Estado benefactor y protector.

53 Antonio Morell. Opcit, pagina 41.

54 BBR. “sociedad de san Lázaro” en: el porvenir, Cartagena, diciembre 22 de 1905

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CONCLUSION.

El proceso de medicalización de la lepra en Cartagena entre 1888 y 1909, parte de un objetivo principal: la institucionalización del problema, mediante el proceso de traslación jurisdiccional, de la iglesia al Estado. Esto implicaba, antes que todo, la implantación de una nueva cultura higiénica y sanitaria que modificara la concepción que los habitantes de la ciudad tenían con respecto conceptos como agua, aseo o higiene corporal. En términos generales Medicalizar la lepra implicaba una puesta en escena de toda la sociedad, donde el estado pretendía cambiar el imaginario colectivo y el conjunto de ideas o verdades admitidas por el pueblo, para poder darle un tratamiento científico a la enfermedad, y lograr desligarla de preceptos religiosos y morales que la mantenían como patología del alma. Alrededor de la lepra, se planteo un discurso coercitivo de higiene y salud. Puede decirse que este discurso constituye un proceso de profilaxis medico-social que intentaría legitimarse como un saber valido, a través del efecto colectivo que podría causar sobre la población.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, el proceso de implantación medica siempre debería estar apoyado por procesos alternos y complementarios como la pedagogía, reubicación humana-arquitectónica y la clasificación y estratificación cultural y económica. Por lo tanto, la medicina y las practicas sanitarias no se legitimaron en sí misma como teoría ni como practica mas bien, constituyeron los elementos desde los cuales se configuro una nueva lectura de la ciudad a partir de la imposición de normas y políticas higiénicas. Esto, evidentemente refleja por encima del interés de Medicalizar, el de ajustar la ciudad al nuevo orden de la modernización, que entre otras cosas, exigía ciudades y puertos limpios para la apertura y permanencia del país dentro de un nuevo orden económico mundial.

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El proceso de medicalización de la lepra en Cartagena, como forma de normalización, normalización y legitimación del discurso y las practicas medicas, propuso el despliegue de técnicas, que aunque no lograron penetrar totalmente en el cuerpo social, si propiciaron una redistribución de los individuos y propuso un nuevo mapa de la ciudad, donde se permite visibilizar de manera más estratificada, los diferentes actores social para hacerlos un mejor objeto de control. El nuevo discurso, que pretende una transición de conocimientos que va desde lo moral a lo científico y de la costumbre a la lógica medica, muestra una evolución de las ideas, así el cambio no se hubiera dado de forma completa, manteniendo el marginamiento, pero ahora con un agravante: la relación somática de la pobreza y la raza con la enfermedad física y la putrefacción moral.

La invisibilidad social del leproso es el resultado de un proceso que se forja desde la colonia y del cual hacen parte todos los sectores de la sociedad, ya sea por acción u omisión. Aunque su entorno es aparte y su relación con los sanos es casi nula, el elefanciaco no desaparece como elemento activo, y a pesar de su aislamiento, se convierte en un regulador social. Alrededor de la lepra como patología moral y social, giro en Cartagena desde finales del siglo XIX toda una serie de relaciones, intereses y procesos económicos, políticos, sociales, médicos, pero ante todo, de transformación discursiva de la ciudad. Aquí se destacaron por ejemplo entre otros, los grupos filantrópicos, pertenecientes en su mayoría a las elites de la ciudad y que si bien, apoyaron los procesos higiénicos y excluyeron y limitaron a los podres por simbolizar criminalidad y por constituir “focos de infección”, fue a partir de la misma miseria encarnada en los leprosos, que justificaron su compasión como una forma de limpiar sus propias almas y de llegar al cielo mediante el desprendimiento de cierta parte de sus riquezas materiales.

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La reafirmación de la excusión de la lepra dentro de la reestructuración del saber y de las prácticas médicas e higiénicas durante el periodo estudiado, muestra que el despliegue de las nuevas técnicas y normas sanitarias, no giran en torno a la recuperación del leproso para la sociedad como ser productivo. La medicina se reafirmo como un saber individualizante y excluyente para la población pobre, por lo que no obtuvo un alto grado de legitimidad de sus prácticas, que permitiera ser vista como autoridad en el tratamiento de una enfermedad como la lepra, concebida como socialmente peligrosa. El fracaso del proceso de medicalización de la lepra en Cartagena y la exclusión que este propicio, permite hacer una analogía con la actualidad de la ciudad, donde aun en el siglo XXI, la medicina como práctica comercial, propicia la desigualdad social y reafirma fenómenos tan repudiables como la pobreza y la miseria.

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1

LA MEDICALIZACIÓN DEL PERITAJE JUDICIAL EN ANTIOQUIA A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX 1

Por Piedad del Valle Montoya 2

Palabras clave: medicina, peritaje, Justicia.

En Antioquia, durante el período histórico señalado, se presentó un fenómeno histórico complejo visible en el Poder Judicial: los peritos legos empezaron a ser desplazados por los peritos médicos. En múltiples oportunidades la Justicia convocó, con el fin de que actuaran como peritos, en cuestiones médicas, a los legos, es decir, a esa serie de individuos titulares de un saber médico no académico, quienes realizaron sus experticias en sumarios y causas criminales durante todo el período estudiado. Al mismo tiempo, algunos funcionarios judiciales empezaron a convocar a los médicos, para que actuaran en algunos de esos procedimientos. El proceso fue lento, pero consistente y cada vez fue más importante la práctica de la prueba médico-científica en los distintos trámites, entre ellos los criminales. Antioquia tuvo que esperar hasta la segunda década del siglo XX para tener una Oficina Médico-legal, gracias a la expedición de la Ley 53 de 1914 y su decreto reglamentario No 1 de 1915. Este trabajo de investigación realizó una aproximación a los comienzos del proceso medicalizador de la Justicia en Antioquia.3

1 Este artículo se deriva de la investigación El poder del saber médico en el proceso de medicalización de la Justicia en Antioquia, 1887-1914, trabajo presentado para optar al título de magíster en Historia en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. 2 Abogada de la Universidad de Medellín, docente-investigadora, miembro del grupo de investigación Jaime Sierra García , adscrito a la Facultad de Derecho, Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Medellín. 3 La Ley 53 de 1914 por la cual se organiza el servicio nacional de Medicina Legal estableció en Bogotá la Oficina Central de Medicina Legal con sus dependencias, Laboratorio de Toxicología y Anfiteatro. Igualmente dispuso la creación de una Oficina de Medicina Legal en cada una de las capitales departamentales, con excepción de Cundinamarca. 2

En la segunda parte del siglo XIX, la Justicia 4 empezó a mostrar signos de un incipiente proceso medicalizador,5 es decir, a sustituir a los peritos legos por los peritos médicos. 6 Para entender este fenómeno es necesario echar un vistazo a esa rama del poder público instalada, casi siempre, en condiciones de precariedad presupuestal. Al finalizar el siglo, el Poder Judicial en Antioquia era lego, ya que la mayoría de sus funcionarios no tenían un título académico, es decir, un diploma avalado por instituciones reconocidas por el Estado. Algunos investigadores reconocen este hecho, pero lo limitan a los funcionarios de bajo rango, como los jueces municipales.7 Sin embargo, la normatividad extendida en la tercera década del siglo XX es un fuerte indicio de la presencia lega en altos cargos judiciales. El decreto No 2.399 de 1928, reglamentario de la Ley 62 del mismo año, describió tres tipos de abogados: titulados, consagrados y aceptados, que respondían a determinadas prácticas jurídicas y judiciales instaladas durante décadas. Por esta

4 El término Justicia es polivalente. Pero en este trabajo se utiliza en sentido operativo y se identifica con Poder Judicial, toda vez que un sumario o una causa criminal convocaron a individuos de distintas calidades como jueces, fiscales, alcaldes, inspectores y peritos, entre otros, quienes por razones procedimentales coincidieron en ese pequeño universo que es un expediente. Esa articulación sólo la posibilitó el Poder Judicial instituido. 5 Foucault afirma que la medicina desbordó su propio campo y denominó éste fenómeno “medicalización indefinida”. Esto significa que la medicina responde a algo distinto a la demanda del enfermo: “[…] Con mucha más frecuencia la medicina se impone al individuo, enfermo o no, como acto de autoridad […] En la actualidad no se contrata a nadie sin el dictamen del médico que examina autoritariamente al individuo. Existe una política sistemática y obligatoria de “screening”, de localización de enfermedades en la población que no responde a ninguna demanda del enfermo. Asimismo, en algunos países, la persona acusada de haber cometido un delito, es decir, una infracción considerada de suficiente gravedad como para ser juzgada por los tribunales, debe someterse obligatoriamente al examen de un perito psiquiatra […] En realidad, la medicina de intervención autoritaria es un campo cada vez mayor de la existencia individual o colectiva es un hecho absolutamente característico. Hoy la medicina está dotada de un poder autoritario con funciones normalizadoras que van más allá de la existencia de las enfermedades y de la demanda del enfermo”. FOUCAULT Michel, “La crisis de la medicina o la crisis de la antimedicina”, en Medicina e Historia, El pensamiento de Michel Foucault , Washington, Organización Panamericana de la Salud, 1978, pp.25, 26. 6 La intervención de los peritos legos se puede apreciar en algunos trabajos de investigación, entre ellos los siguientes: PATIÑO MILLÁN Beatriz, Criminalidad, Ley Penal y Estructura social en la Provincia de Antioquia 1750-1820”, Medellín, IDEA, 1994. RESTREPO Libia Josefa, Médicos y Comadronas o el arte de los partos. La Obstetricia y la Ginecología en Antioquia 1870-1930 , Medellín, IDEA, Gobernación de Antioquia, 2004. GÓMEZ JIMÉNEZ Jesús Aureliano y RESTREPO VARGAS Nora Luz, El homicidio en Antioquia, monografía criminal, 1891-1938, trabajo de grado, Universidad de Antioquia, 2006. 7 CAMPUZANO Rodrigo et al, Historia de las instituciones judiciales en Antioquia durante el siglo XIX , Medellín, Colciencias, Universidad Nacional, sede Medellín, 1999.

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razón no resulta extraño que, incluso, “[…] Las personas que hayan ejercido la profesión de abogado antes de la vigencia de la ley 62, por un término no menor de 5 años, de una manera honorable y de reconocida competencia, tienen derecho a ser inscritas con la calidad de abogados aceptados […]” 8. Ahora bien, la relevancia del conocimiento científico, que había impregnado particularmente a la Medicina, empezó a extenderse lentamente a otras profesiones. Benedicto Uribe, quien aspiraba al título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquia, al realizar su tesis sobre la reglamentación de la abogacía en Colombia afirmó que “[…] es de todo rigor concluír que la solución acertada en la cuestión que se analiza, es la de admitir solamente como abogados a los que la consagración de un título indique con ese carácter, excluyendo esas otras clases de que ya hemos tratado, que científicamente no pueden recibirse, que rechaza el mismo sentido común […] absolutamente nadie, tiene un derecho adquirido cuando carece de un título justo que acredite que es merecedor al derecho que reclama” 9. En cambio, la profesionalización de la práctica médica tiene otra historia. Desde muy temprano, el oficio de médico fue medicalizado.10 En 1871 se creó la Escuela de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad de Antioquia, durante el gobierno de Pedro Justo Berrío. Más tarde, en 1887, y a instancias del gobierno departamental, se creó la Academia de Medicina de Medellín, entidad que tuvo el carácter de “Cuerpo Consultivo” de Higiene del Gobierno local. 11 Ahora bien, la Ley 12 de 1905 “por la cual se autoriza la reglamentación de la medicina y de la

8 Quienes hubieran ejercido el profesorado en Derecho por un período no inferior a tres años también podían ser inscritos como abogados aceptados. 9 URIBE Benedicto, Reglamentación de la abogacía en Colombia , tesis, Escuela de Derecho, Medellín, Tipografía Bedout, 1929, p. 55. 10 Foucault afirma que en Alemania, a mediados del siglo XVII, se presentó un fenómeno de normalización de la práctica y el saber médico, asunto que quedó a cargo de la Universidad y, especialmente, de la corporación de médicos. “Surge así la idea de una normalización de la enseñanza médica y especialmente de un control estatal de los programas de enseñanza y de la concesión de títulos. La medicina y el médico, son, por lo tanto, el primer objeto de normalización […] El médico fue el primer individuo normalizado en Alemania”. FOUCAULT Michel, “Historia de la medicalización”, en Medicina e Historia, El pensamiento de Michel Foucault , Washington, Organización Panamericana de la Salud, 1978, pp. 41,42. 11 MÁRQUEZ VALDERRAMA Jorge, Ciudad, miasmas y microbios. La irrupción de la ciencia pasteriana en Antioquia, Medellín, Clío, 2005, p. 3. 4

abogacía” que autorizó al Gobierno para reglamentar esas dos profesiones, “de acuerdo con las opiniones que emitan sobre el particular las respectivas Academias nacionales” intentó regular ambas prácticas. Pero este hecho, que resulta indiciario del poder de normalización o profesionalización del que eran portadoras las Academias,12 no implicó una regulación inmediata. El abogado Benedicto Uribe afirma que esa ley nunca fue aplicada en lo relativo al saber jurídico. La regulación de la práctica médica tiene una larga historia en la que fue fundamental el papel desempeñado por las Academias de Medicina. A pesar de las múltiples dificultades, el saber médico ingresó muy pronto al dominio forense a través de la práctica pericial consagrada en el Código Judicial. Tanto las normas del enjuiciamiento civil, como las del enjuiciamiento criminal tenían establecida la intervención de los peritos, es decir, la de aquellos individuos de reconocida pericia en los asuntos judiciales en los que fueran convocados, entre ellos se encontraban asuntos médicos como los reconocimientos.13 Al filo del siglo XIX, el artículo 65 de la Ley 100 de 1892 ordenó al Juez o funcionario instructor acudir a los médicos oficiales en los lugares donde este servicio ya existiera y no a los peritos. 14 En Medellín, los funcionarios del Poder Judicial acudieron muy pronto a

12 A finales del siglo XIX, la Academia de Medicina y Ciencias Naturales de Bogotá fue reconocida como Academia Nacional de Medicina y convertida en autoridad médica de orden nacional. En Medellín fue creada, en 1898, la Sociedad Antioqueña de Jurisprudencia. En Bogotá, ya existía la Sociedad Colombiana de Jurisprudencia. 13 El artículo 651 del Código Judicial ordenaba: “En toda causa cuyo esclarecimiento dependa de los principios de alguna ciencia o arte […] se nombrarán peritos […]”. La definición la consagraba el artículo 652: “Entiéndese [sic] por perito la persona conocidamente hábil e instruida en la ciencia y arte a que pertenezca el punto sobre que ha de oírse su concepto. Siempre que los hubiere, serán preferidos los profesores con título o despacho de tales”. Cf. RODRÍGUEZ PIÑERES Eduardo, Constitución y Códigos de Colombia, 2ª edición, Bogotá, Librería Americana, 1927, p. 1042. Los artículos 1512 y siguientes del mismo estatuto procedimental tenían establecidas las reglas para la práctica de la prueba pericial. Así, por ejemplo, el artículo 1516 establecía: “En el caso de un homicidio, se examinará detenidamente el cadáver, las heridas, contusiones y demás señales de violencia que tenga, debiendo los peritos manifestar si éstas han sido por su naturaleza mortales, y con qué armas e instrumentos se han ejecutado. También se hará la disección anatómica, si fuere posible, principalmente si la muerte ha sido, o se presume que fue causada por alguna sustancia venenosa”, Ibíd. , pp. 1227, 1228. 14 “A. 65. L. 100 de 1892. En los lugares en que haya médicos oficiales, el Juez o funcionario instructor, en vez de nombrar peritos, dará aviso a los empleados aludidos para que practiquen las 5

la experticia médica. Un proceso criminal por envenenamiento enseña la importancia que el saber médico legal empezaba a tener en Antioquia. En 1878, la Jefatura Municipal de la Estrella conoció “[…] que [R. R.] le dio un polvo sin saver [sic] su contenido a una niña que se dice es su nieta para curarle un dolor de estómago […]” La niña presentó posteriormente un ataque y se sospecha un envenenamiento. El funcionario nombró peritos reconocedores a los señores Manuel Isaza y Ángel María Garcés, quienes “[…] han reconocido el cadaver de la niña […] i el perito Manuel Antonio Isaza dijo que segun la esposición del Sr. Jose Escobar, fue envenenada, pero que en vista del cadaver no save por no tener el conocimiento necesario en la materia […]” El otro perito adhirió a esta declaración. El señor Escobar, quien sugirió el envenenamiento, afirmó una relación “espantosa” entre madre e hija. El sumario correspondió al Juzgado Segundo del Crimen. El Fiscal pide que le remitan los papeles donde estaba el polvo. La Jefatura Municipal responde que no los puede enviar, porque los quemaron en la casa de R. R. En esta oportunidad el fiscal alega, de manera favorable, la relación madre-hija y pide el sobreseimiento, para evitar “[…] las aflicciones [ilegible] que se le están agregando al luto y desconsuelo de la pobre madre que acaba de perder a su hija”. Más adelante, aparece una actuación del Juzgado Segundo de Circuito en lo Criminal. 15 Se presenta una especie de tira y encoge: el juzgado pide pruebas y nombra a Pedro Herrán y a Francisco de Paula Muñoz. No queda claro para qué, pero parece que tendrán la calidad de peritos. El Juzgado Segundo de Circuito resume el sumario:

[Los testigos afirman el amor entrañable de R. R. por su hija y como en la ley penal] solo se considera delito, la voluntaria y maliciosa violación de la ley, y no se concibe que la [R. R.] al aplicar á su hija los polvos que le causaron la muerte lo hiciera con voluntad y malicia, quitando la vida á un ser que le era tan querido […] Que no es concebible que la maldad de una madre pueda llegar hasta el extremo de atentar contra la vida de una hija, cuando con ella se ha vivido en perfecta armonía cultivando un amor recíproco […] Que la circunstancia de

diligencias necesarias y den su dictamen por escrito, que deberán jurar después ante el Jefe de la instrucción criminal”. RODRÍGUEZ PIÑERES Eduardo, Ibíd ., p. 1227. 15 En cuanto a las denominaciones de los despachos judiciales en los distintos momentos históricos se puede consultar a CAMPUZANO RODRIGO et al, Historia de las Instituciones Judiciales en Antioquia durante el siglo XIX, que figura en la bibliografía. 6

hallarse la [R.] con dolor de estómago, el que en los niños es la mas de las veces causado por las lombrizes, induce á creer que su madre al aplicarle los polvos, lo hizo con el deseo e intencion de curarla. 16

Sin embargo, se puede hacer otro resumen: lo que parece turbador en este sumario es la duda introducida por el testigo que sospechó el envenenamiento. Es cierto que se recaudaron otros testimonios, pero son muy simples y no queda duda alguna sobre la quema de los papeles que contenían el extraño polvo. El negocio pasa al Tribunal Superior. El Procurador, doctor Alejandro Mejía, recuenta los hechos. La niña era nieta de R. R. pero no se dio aviso al respectivo agente del ministerio público sobre un procedimiento judicial, tampoco se amplió el dictamen de los reconocedores, es decir, el realizado por aquellos individuos que dijeron no saber nada sobre reconocimientos. Además, el funcionario de instrucción cometió otro error, ya que debió elegir facultativos o peritos y en su defecto personas de las más inteligentes en la materia, que por lo menos en cumplimiento de su deber, “[…] se habían impuesto de los rastros o señales que hubiera dejado el polvo en los papeles en que estuvo i la vasija en que fue desleido”. Como no se trajo el papel con los restos del polvo, ni se sabe la edad de la niña envenenada, pide que se compruebe la conducta de R. R. en lo relativo a su carácter y a los hechos que se investigan. El Tribunal a pesar de considerar que no había delito, sino una desgraciada novedad, que el sumario era muy deficiente y el funcionario de instrucción obró descuidadamente, resolvió seguir las indicaciones del doctor Mejía “[…] aunque sea penoso agravar la desgracia de R. R., madre de la niña R., recibir a aquella declaración indagatoria “[…] Hacer que algunos testigos de los que se considere mas idóneos, i que vieron el cadáver de la niña […] digan que señales se notaban en el cuerpo de esta; i que con el dicho de estos testigos se consulte el dictamen de facultativos en medicina con el objeto de saber si esas señales exteriores que presentaba el cadáver son indicios ciertos de envenenamiento […]” 17 . El sumario va y viene. El funcionario instructor no resuelve nada, atiende las devoluciones,

16 AHJM, documento No 2699, f. 9 y 9v. 17 Ibíd ., Cf. f. 1, 7, 9 y 9v, 10 y 10 v respectivamente. 7

pero los trámites quedan incompletos. Ni siquiera cumple la orden impartida por el Tribunal en el sentido de ampliar correctamente las declaraciones. Sólo se aprecia una novedad, el instructor precisó con los testigos la conducta de R. R. “buena”. Lo que parece un juego en torno al verbo “devolver” puede describir la impotencia de los funcionarios de Medellín frente a la posible ignorancia del funcionario instructor. Interviene el Alcalde de Medellín, y la Jefatura Municipal de la Estrella dicta un auto en donde ordena remitir nuevamente el sumario a Medellín para cumplir lo ordenado por el Fiscal respecto al reconocimiento que deben hacer dos profesores en medicina de esa ciudad. Se trata de los doctores Andrés Posada Arango y Atanasio Restrepo. La exposición médico-legal la extiende Posada Arango. Restrepo adhiere mediante su firma.

[…] En el estado en que se encuentra este negocio, es absolutamente imposible el averiguar si la muerte de la muchacha […] fue efecto del polvo que le dieron o del ataque o dolor que tenía, pues ambas cosas son posibles; pero en todo caso, parece evidente [que] no hubo aquí delito alguno, una vez [que] este consiste en la voluntaria i maliciosa infraccion de la lei, por lo cual se incurre en penas. Soi de opinión que debe sobreseerse cuanto antes. 18

Al no encontrar prueba ni indicio de envenenamiento, el Juez Segundo del Crimen decreta el sobreseimiento. 19 El Tribunal confirmó. Varios elementos se develan en el trámite de este sumario: la situación de los funcionarios judiciales de la capital del departamento y las circunstancias del funcionario instructor. Parece que el funcionario de la Estrella no entiende y el diálogo entre esas autoridades resultó imposible. La conducta de R. R. y la declaración de uno de los testigos, que endilgó, inicialmente, el cargo de envenenamiento. Sin embargo, la quema de los papeles que contenían el polvo suministrado a la niña extiende un manto de duda sobre la conducta de la madre. El conocimiento por parte de los miembros del

18 Ibíd ., f. 16. 19 Artículo 1628 del Código Judicial: “Si faltaren las pruebas indicadas en el artículo anterior, o alguna de ellas, se practicarán las demás diligencias y se recibirán todas aquellas declaraciones que puedan complementar las referidas pruebas. Mas si no hubiere diligencia que practicar, declaración que recibir, ni cita que evacuar, o si ampliado el sumario en los términos indicados faltaren todavía dichas pruebas, el Juez dictará auto de sobreseimiento, declarando sin lugar al seguimiento de causa”. RODRÍGUEZ PIÑERES Eduardo, Opus. Cit., p. 1258.

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Poder Judicial y del Ministerio Público, radicados en Medellín, del peritaje realizado por médicos y el ejercicio de la norma de enjuiciamiento criminal que les permitía preferir a facultativos, en vez de nombrar peritos. Resulta importante recordar que el doctor Andrés Posada Arango fue miembro fundador de la Academia de Medicina de Medellín, reconocido botánico y miembro de la Sociedad de Medicina Legal de París. Al finalizar el siglo, en Antioquia no existía Oficina de Medicina Legal, pero habían médicos, y algunos muy reconocidos como Posada Arango. Estos hechos los conocieron algunos funcionarios judiciales y obraron en consecuencia. En Medellín, a comienzos de la segunda década del siglo XX, el médico municipal Jorge Saénz y el médico practicante E. Posada Cano efectuaban autopsias y exámenes médico-legales en el único anfiteatro que tenía la ciudad.20 Ahora bien, en un período muy corto de la segunda década del siglo XX se expidieron un conjunto de leyes y otras disposiciones legales de importancia capital, entre ellas: la Ley 33 de 1913, que organizó el servicio médico-sanitario en todo el país, la Ley 53 de 1914 que organizó el Servicio Nacional de Medicina Legal, y la Ley 83 de 1914, que reglamentó el ejercicio de las profesiones médicas. 21 En Antioquia esas

20 GARCÍA GARCÍA Víctor Manuel y MÁRQUEZ VALDERRAMA Jorge, “La Comisión Sanitaria Municipal de Medellín: surgimiento de un modelo de control higienista,” en: Poder y Saber en la historia de la salud en Colombia , Medellín, Lealon, 2006, pp. 25, 26. 21 El investigador Víctor GARCÍA G. señala la importancia de este período en un trabajo reciente. “[…] Una vez iniciado el proceso de medicalización del medicamento a comienzos del siglo XX, al final de la década de 1930 los médicos detentarán de forma exclusiva la responsabilidad y el poder de enunciar la verdad del medicamento”. Cf. Remedios secretos, drogas heroicas y medicinas de patente: una historia de la regulación de los medicamentos en Antioquia 1900-1940, tesis, Universidad Nacional, Medellín, 2007, p. 14. García encuentra que a partir de 1914, la Dirección Departamental de Higiene y la Comisión Sanitaria de Medellín desarrollaron una nueva política de higiene en el campo de los medicamentos. Cf. p. 19. “[…] En Medellín, en atención a que la ciudad pasaba por un malísimo estado sanitario y carecía de los empleados y elementos necesarios para su saneamiento, la Gobernación de Antioquia aprobó la Resolución No 1 (marzo 19 de 1914) de la Junta Departamental de Higiene que organizaba la Comisión Sanitaria Permanente del municipio […]”. A la entidad quedaron adscritos, entre otros, un Jefe o Director (médico-higienista), y un médico y dos practicantes, quienes estarían encargados de la Oficina de Accidentes, Oficina de Vacunación y de la Oficina de Reconocimientos Periciales. Cf. RESTREPO Libia J., “De aldea a ciudad, La medicalización de Medellín a comienzos del siglo XX”, en Revista Universidad Pontificia Bolivariana , Medellín, No 143, Vol. 46, 1997, pp.23, 24.

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leyes se instauraron casi inmediatamente. Las diferencias que se aprecian en algunos procesos criminales responden a las exigencias de su establecimiento. Las relaciones entre la Higiene y la Medicina legal se evidencian en la segunda década del siglo XX, cuando se instauró la higiene pública como política estatal. No resulta, entonces, casual la expedición del reglamento de las Oficinas Departamentales de Higiene (Acuerdo No 15 de 16 de diciembre de 1914) expedido por la Junta Central de Higiene, en virtud de las facultades concedidas por la Ley 84 de 1914, que ordenó a los Directores de estas entidades no sólo poner en práctica y vulgarizar las disposiciones de la Junta, sino recabar de los Concejos municipales la creación de Oficinas de Estadística en las que se llevaría el registro necrológico de la población, el de nacimientos y el del estado civil. En este momento histórico un expediente criminal por envenenamiento funge como testimonio excepcional de este quiebre en la práctica judicial. Este proceso muestra las dificultades de los funcionarios judiciales, pero también la forma como los empleados, insertos en el andamiaje local, lucharon por acomodarse al imperativo legal y a las condiciones materiales del departamento. A finales de 1917, el Alcalde de Valdivia inicia una investigación por la muerte repentina de M.D.G., toda vez que se presume la comisión de un delito. Por esta razón, “[…] se solicitará uno de los médicos de Yarumal […] por conducto del Señor Alcalde de allí, tomando en cuenta para hacerlo así, la Resolución de fecha 10 de mayo de 1915 del Ministerio de Gobierno” 22 . Pero en Yarumal aún no hay médico legista. El funcionario se dirige al señor Gobernador. 23 Las dificultades en la instauración de la nueva Ley quedan consignadas en el telegrama enviado al Alcalde por el Secretario de Gobierno: “[…] Consiguese (sic) Médico Legista de

22 AHJM Documento No 9934, f. 11. 23 Art. 1506 del Código Judicial. “Llámase (sic) sumario la reunión de todas las diligencias propias para comprobar el cuerpo del delito y descubrir los delincuentes ó culpables. El funcionario que lo practica se llama funcionario de instrucción . El Art. 64 de la ley 169 de 1896 estableció lo siguiente: “Son funcionarios de instrucción el Presidente de la República, los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y los de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial, los Jueces Superiores de Distrito Judicial, los Jueces de Circuito y los Municipales, los Gobernadores de los Departamentos, los Prefectos de las Provincias, los Alcaldes municipales y los Inspectores de Policía, los Jefes Inspectores de Policía Nacional y de los Departamentos […]”. RODRIGUEZ PIÑERES Eduardo, Opus. Cit. , pp. 1224, 1225. 10

algún municipio vecino [puede] nombrar peritos reconocedores personas más competentes y obligarlos practicar diligencias, acuerdo Código Judicial […]” 24 . Los telegramas van y vienen y éste juego muestra las consultas de Alcaldes e Inspectores a otros funcionarios y a la Gobernación. El Alcalde de Valdivia opta por nombrar peritos legos, pero ya el cadáver había sido sepultado. Ordenada la exhumación, en el momento mismo de la diligencia y “[…] ya casi descubierto el cadáver, los peritos se negaron a verificar el reconocimiento manifestando no tener los desinfectantes necesarios para el caso […]” 25 . En realidad, los peritos legos expresan temor. No se arriesgan en un terreno que ya empezó a sustraerse a su dominio. El expediente sigue su curso y el Juzgado 2º del Circuito de Yarumal se pronuncia: “[…] Aunque tarde, es indispensable exhumar el cadáver de [M. D. G.] y hacerlo reconocer por médicos competentes, para comprobar si la muerte fue causada por envenenamiento, estrangulación ó por otra causa. Con tal fin debe apelarse á médico legista de la población más inmediata y como aquí no lo hay inscrito, debe pedirse a Santarrosa” 26 . A principios de 1918 se notifica la decisión a los doctores Marco A. Botero Guerra y Francisco Gómez, médicos legistas, inscritos en el municipio de Santa Rosa de Osos. El primero dice que está listo para salir, pero que no tiene bestias ni fondos para el viaje. El segundo se excusó por haber estado enfermo de gravedad. Frente a la desesperación del funcionario local, el Secretario de Gobierno extiende claras instrucciones:

[Ilegible, parece dice] médico legista jefe, caso no haya médico Santa Rosa, haga practicar la autopsia personas entendidas que saquen estómago, intestinos contenido haciendo dos ligaduras, sacando hígado, pulmones, riñones, y envasen todo frascos o tarros lata bien soldados.

En caja bien cerrada envie eso rotulado médico jefe medicina legal Bogotá. Acompañese oficio detallando síntomas observados antes de morir la víctima. 27 Los telegramas siguen sumando folios, que informan sobre la necesidad de médicos y de dinero. El Alcalde se dirige en varias oportunidades al Médico Legista Jefe de Medellín informándole que los médicos presentaron

24 Documento No 9934, f. 4. 25 Ibíd ., f. 7. 26 Ibíd. , f. 20v. 27 Ibíd., f. 38. 11

inconvenientes: “Urgeme cumplir” suplica el Alcalde. La situación se torna dramática y el funcionario de Valdivia informa, mediante telegrama, todas las novedades, incluso trascribe las declaraciones rendidas en el sumario. Después de varios meses en este dilema, la Oficina de Medicina Legal de Medellín 28 informa la imposibilidad de conseguir un médico: “[…] juzgo innecesario ir desde aquí. Reducese (sic) asunto recoger restos […] en caja zinc ó lata bien sólida o frascos grandes con alcohol. Empacar enseguida caja madera y remitir bien rotulado al médico jefe de oficina central de medicina legal de Bogotá para hacer análisis químico” 29 . En Medellín, el funcionario competente ordenó practicar la exhumación. Frente a la orden impartida, el Alcalde Municipal de Valdivia acude en consulta al Sr. Juez 2º del Circuito de Yarumal.30 Los esfuerzos del Alcalde se habían estrellado con la imposibilidad de conseguir un médico legista y la falta de dinero. El Juez de Yarumal interpreta la ley para resolver el difícil problema:

[…] lo que la prudencia aconseja como mejor y más eficiente para conseguir el fin que se persigue con la exhumación del cadáver de [M. D. G.] es sin duda el que médicos competentes la lleven a cabo. Sin embargo, según el Art. 652 del C.J. no es preciso que profesores con título sean siempre los peritos; esa disposición dice que “siempre que los hubiere, serán preferidos los profesores con título o despacho de tales”, lo que significa que si no los hay, pueden nombrarse personas conocidamente hábiles en la ciencia a que pertenezca el asunto sobre que ha de oírse su concepto, la medicina o la química en este caso. Creo prudente que Ud. trate de cumplir la diligencia en la forma indicada por mi antecesor […] pero me parece que está Ud. facultado por el Juzgado Superior para verificarla en otra forma, aunque no tan eficiente como la propuesta por esta oficina.

28 “Muy temprano en 1915, inició labores la Oficina Médicolegal de Antioquia, la que funcionó en la Plazuela de San Roque, dentro de la Oficina de Accidentes de Antioquia, que era el equivalente a la Policlínica de la época”. GIRALDO GIRALDO César Augusto, “Desarrollo de la Medicina Legal en Antioquia”, en: Casos Forenses en Medicina Legal , No 8, Medellín, Señal Editora, 1966, p. 112. 29 Documento No 9934, f. 41. 30 A. 232 L. 57 de 1887. “Los Jueces de Circuito en el ramo de lo criminal son los Jefes de instrucción de sumarios en sus respectivos Circuitos, aun respecto de los delitos cuyo conocimiento está atribuido a los Jueces Superiores de Distrito Judicial. En consecuencia, todo sumario que se instruya debe remitirse por el funcionario instructor al Juez del respectivo Circuito para que conozca de él si fuere de su competencia, o para que por su conducto llegue, junto con el acusado, si hubiere sido aprehendido, al Juez Superior de Distrito Judicial si competiere a éste último el conocimiento. El Juez del Circuito, antes de remitir un sumario al Juez Superior debe examinarlo escrupulosamente, con el fin de averiguar si está o nó perfeccionado, es decir, si se han practicado en forma legal todas las diligencias jurídicas conducentes a establecer la comprobación del cuerpo del delito y descubrir a los responsables”. RODRIGUEZ PIÑERES Eduardo, Opus. Cit., pp. 1225, 1226. 12

Respecto a los gastos de exhumación, aténgase Ud. a la ley 53 de 1914 y al Decreto No 1 de 1915. 31

Aliviado, el Alcalde de Valdivia ordena nombrar peritos legos. En este caso intervino el Concejo Municipal y aportó la suma necesaria para pagar algunos gastos relativos al procedimiento de exhumación. Al fin, los restos fueron enviados al Médico Jefe de la Oficina Central de Medicina Legal de Bogotá, para el análisis químico, como lo dispuso la Oficina Médico Legal de Medellín. Paradójicamente, este proceso ilustra las dificultades que sufrieron algunos de los funcionarios involucrados en procedimientos judiciales, porque la voz del Juez 2º Superior muestra el desgaste del Poder Judicial, pero también enseña un discurso mediado por el conocimiento médico-científico. […] todo confluía, pués, a demostrar que [M.D.G.] había muerto por intoxicación; y nadie dudaba de ello. Pero se hacía preciso establecer la prueba del cuerpo del delito de envenenamiento, sin lo cual la investigación resultaba inocua. Como no se tenía historia clínica, ni se practicó disección anatómica, se resolvió enviar las vísceras a la Oficina Central de Medicina Legal de Bogotá. Allí, en el Laboratorio se hizo el análisis toxicológico; y el resultado de la operación, científicamente practicada, fue éste: “Conclusión: en las vísceras del cadáver de [M.D.G.] se practicó la investigación de los venenos de origen mineral con resultado negativo. Sin la presencia de toxinas en aquellos órganos, que la presentarían indefectiblemente si la [M.D.G.] hubiera muerto envenenada, se hace imposible obtener la prueba material del cuerpo del delito, base del procedimiento, y es forzoso terminar la investigación de un hecho que sólo las apariencias mostraron. Como no se practicó la autopsia del cadáver, tampoco puede decirse que la infortunada mujer falleciera por asfixia, por estrangulación o por otra causa que fuera producida por mano criminal, pues no consta que el cuerpo de la extinta manifestara signos de violencia. 32

Como puede apreciarse, los procesos de profesionalización de las prácticas médica y jurídica no son isomorfos. Apenas en la tercera década del siglo XX se reglamenta la práctica jurídica. Al contrario, importantes acontecimientos incidieron en la regulación de la práctica médica en la segunda década del siglo XX, entre ellos, los generados por el proceso de inserción de Colombia en la economía mundial, mediante la exportación de materias primas y el auge del café. En ese

31 Documento No 9934, f. 66v, 67. 32 Ibíd. , f. 88v. Durante mucho tiempo estuvo al frente del Laboratorio de Toxicología de la Oficina Central de Medicina Legal de Bogotá el doctor Ricardo Lleras Codazzi, quien publicó, en 1914, un texto pedagógico titulado El funcionario de instrucción y el Laboratorio de Toxicología.

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horizonte histórico hubo presiones internacionales desde el punto de vista sanitario que obligaron a la conformación de un aparato sanitario de orden nacional, varias veces reformado y muy enfocado a normalizar la posición del país en el comercio internacional. 33 Un conjunto de disposiciones legales posibilitaron una inflexión en ese largo proceso medicalizador lleno de aristas y dificultades de distinto orden. De esta manera, se posibilitaron nuevas comprensiones por parte de los funcionarios judiciales en los distintos trámites judiciales a su cargo. Porque, la instauración de un sistema médico-legal “moderno” impactó al régimen adjetivo, es decir, a la normatividad procedimental consagrada en el Código Judicial. En esta investigación se encontró que la medicalización de la Justicia fue posible a través de los dictámenes periciales rendidos por los médicos en los procedimientos criminales. La ley 53 de 1914 y el decreto reglamentario No 1 de 1915, que organizaron en Colombia el Servicio Nacional de Medicina Legal, crearon un andamiaje moderno para responder a esta necesidad. Como consecuencia de esta intervención legal, los médicos oficiales empezaron a desplazar a los peritos. Los expedientes criminales explican, en parte, las dificultades de la instauración del dispositivo médico-legal en los distintos lugares de la geografía del departamento y la concurrencia de los dictámenes legos y médicos. Extendido en el ordenamiento legal, ese conocimiento empieza a llegar, incluso, a lugares donde el servicio médico-legal no alcazaba a extender sus funciones, por esta razón algunos funcionarios judiciales intentaron que éstas fueran cumplidas por médicos y no por peritos. En oportunidades se observan expedientes que contienen procedimientos realizados por legos, y en otras concurren ambas prácticas en un mismo expediente. Todas estas evidencias hacen parte del proceso medicalizador de la Justicia en Antioquia. Algunos procedimientos judiciales en los trámites por el delito de envenenamiento ilustran

33 Véase el primer capítulo de: HERNÁNDEZ ÁLVAREZ Mario y OBREGÓN TORRES Diana (Directores) La Organización Panamericana de la Salud y el Estado colombiano , Bogotá, OPS, 2002. Consultable en: http://www.col.ops-oms.org/centenario/libro/OPSestado100_print.htm 14

esos momentos. También enseñan algunas de las dificultades materiales del departamento de Antioquia

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Un caso de legitimación y construcción de autoridad: la curarina y el farmaceuta Henrique Luis Román 1884-1914 1 Maryelis Rivero Seña 2 El interés del siguiente trabajo es mostrar el proceso de construcción de autoridad del farmaceuta Henrique L Román en la región de la Costa Caribe. Proceso que se inicia con el conflicto de la curarina Román y la circulación de discursos a través de la prensa donde personas expertas respaldaban la autoridad científica de Román para producir medicamentos, en especial los derechos que tenía sobre la producción de la famosa curarina, medicamento que le concedió cierto poder científico y económico. La curarina fue exportada a Centroamérica y los Estados Unidos.

La curarina Juan Salas Nieto, uno de los medicamentos producidos por el laboratorio Román se convirtió en fuente de disputa a través de varios personajes que se adjudicaban su invención. Uno de estos personajes es Juan Salas Nieto quien obtuvo el reconocimiento legal por parte del gobierno como único inventor del específico. Nieto vendió a Román los derechos exclusivos para su producción y venta en 1884. Constituyéndose Henrique en la única persona con derechos sobre el conocido invento.

Para defender los derechos que tenía sobre la curarina, Henrique no solo apeló a la legitimación jurídica-documento notarial- donde se certificaba su legitimidad para producir y vender la curarina, sino que además reunió los testimonios de personalidades del país, entre ellos, comerciantes, médicos y políticos; y el público consumidor, que respaldaban su autoridad científica y sus

1 Este trabajo hace parte de las reflexiones elaboradas en el marco de mi tesis de maestría, titulada “De yerbas y morteros a probetas y ampollas: el proceso de institucionalización de la farmacia en Colombia, 1835-1914”, presentada en la Universidad de los Andes para optar al título de Magíster en historia. La ejecución de esta investigación contó con el apoyo del Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales “CESO”, de la Universidad de los Andes. 2 Historiadora de la Universidad de Cartagena y Magíster en Historia de la Universidad de los Andes. Profesora del Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma de Colombia, sede Bogotá[email protected].

1 derechos para producir la curarina. En el proceso de construcción de autoridad, los artefactos-laboratorio y frascos-, es decir, los “actores no humanos”, cobraron vida en la representación de la nueva farmacia que diferenciaba a Román el científico del boticario empírico y demás sujetos representantes de los saberes alternos-chamanes, yerbateros, comadronas, entre otros-.

En la lucha por la construcción de legitimidad y autoridad es visible la tensión entre los saberes de las comunidades locales llamados en éste trabajo alternos y los saberes oficiales. Tensiones que se manifiestan en la manera cómo se valida conocimiento fiable, problema central que trataremos en este trabajo. Es preciso anotar que la curarina, es un ejemplo de cómo se construye conocimiento, el cual no es el resultado de logros individuales-Nieto y Román- sino que es un proceso de conocimientos acumulados donde las comunidades locales han hecho su aporte.

1.1. Desarrollo de la química El farmaceuta Manuel Román fundó en 1835 la botica Román, que más tarde se conocería con el nombre de Laboratorios Román. A la muerte de Manuel en 1874, la mayor parte de los bienes pasaron a manos de su hijo Henrique Luis Román, entre ellos la casa donde funcionaba la botica, así como todos sus enseres, más un capital aproximado de $20.000 pesos3.

En la elaboración de los productos de su botica, Manuel Román utilizaba en un comienzo tanto las bases químicas importadas como los recursos naturales de la región, (zarzaparrilla, ipecacuana, quina, entre otras) esta situación se iría modificando a finales del siglo XIX, debido a los nuevos conocimientos científicos-creación de nuevos medicamentos- y el surgimiento de los laboratorios farmacéuticos europeos, los cuales fueron desplazando lentamente a los preparadores de específicos y los boticarios con fórmulas secretas. En esto último contribuyó en forma decisiva los conocimientos obtenidos en la química moderna a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, quienes determinaron por un lado, la subdivisión de ésta en varias disciplinas

3 Archivo Histórico de Cartagena (AHC), Protocolo Notarial Tomo II. Escritura N 180 del 1 de octubre de 1875.

2 entre ellas: la química inorgánica, química orgánica y química física, y por otro, incidieron en el desarrollo de la industria farmacéutica.

Si hacemos un análisis del desarrollo de la química es preciso resaltar que éste ha guardado estrecha relación con las condiciones sociales y ambientales de cada momento histórico, respaldando o rechazando determinadas teorías o técnicas experimentales 4. Dentro de los primeros estudios realizados en las ciencia química tenemos que mencionar los de Antoine Laurent de Lavoisier, químico francés, a quien se le puede atribuir la creación de la nomenclatura química, los primeros estudios en la composición del aire y el agua, los conocimientos iniciales sobre el papel desempeñado por el oxigeno en la combustión y en los procesos de respiración, así como importantes contribuciones en la consolidación de las técnicas de valoración y medida. Por su parte F.W.A Serturner farmacéutico alemán, se dedicó al estudio del opio, del cual sólo se sabía que fisiológicamente producía sueño y que químicamente provocaba una reacción ácida. Tales estudios determinaron que en 1817 pudiera él aislar la morfina del opio, reconociendo en ella una base alcalina; que constituía la parte activa de esta planta. Después de prolongadas controversias tanto el aislamiento de la morfina del opio, como la eficacia de ésta, alcanzaron finalmente hacer reconocidas el 27 de junio de 1831.

En ese mismo sentido, desde principios del siglo XIX se lograron obtener nuevos conocimientos relacionados con los alcaloides: narcotina, emetina, estricnina, brucina, colchicina, quinina, cafeína, nicotina y atropina. Las dificultades halladas por los farmacéuticos-químicos deseosos de aislar un alcaloide y el papel que éstos alcaloides iban a desempeñar en la terapéutica, obligaron a los farmacéuticos que deseaban aislar y luego producir éstos, al

4 El surgimiento de la química moderna se encuentra en estrecha relación con las técnicas de base empírica aportada por los primeros metalúrgicos, cerveceros, tintoreros, curtidores, calcinadores y boticarios. En ese sentido la química tiene múltiples raíces históricas que no podemos desconocer, la alquimia por ejemplo proporcionó a los primeros químicos muchos de sus aparatos y de sus técnicas de manipulación, entre otros. Para ampliar la historia de la química véase BROCK William. Historia de la química. Madrid, Alianza Editorial, 1998, pp.17-158.

3 abandonar el pequeño laboratorio de la oficina por laboratorios más espaciosos, de un tipo ya comercial e incluso industrial.

En 1820, Pelletier y Caventou, farmacéuticos franceses, anunciaron su más importante avance relacionado con el aislamiento de alcaloides: el aislamiento de la quinina y de la cinconina. Después de ser aislada la quinina alcaloide de la quina, Pelletier hizo construir cerca de París una fábrica para su producción industrial 5. Sin embargo, hay que advertir que estos avances relacionados con la quina y otros supuestos descubrimientos que se le atribuyen a determinadas personalidades, son el resultado de la acumulación de una serie de conocimientos que reposaban en manos de las comunidades locales americanas, conocimientos que fueron puestos en circulación en Europa.

Durante el siglo XVII y XVIII, muchos viajeros europeos, entre los que se destaca Joseph de Jussieu, Hipólito Ruiz, De la Condamine, José Celestino Mutis, entre otros, tuvieron el cuidado de recoger muestras, realizar dibujos y redactar descripciones de las distintas especies de quina, información que le suministraba la población indígena de cada localidad visitada, ya que por sus conocimientos ancestrales eran los únicos expertos en el reconocimiento de las clases y partes de los árboles de donde se debía extraer la cascarilla, en ese sentido el conocimiento indígena fue útil para los viajeros oficiales europeos 6.

Otros avances en el desarrollo de la química lo podemos notar en Claude- Adolphe Nativille Farmacéutico francés, quien presentó en 1835 su primera

5 La crónica escrita por el inca Garcilaso de la Vega, hijo de una princesa inca y de un conquistador, proporciona una abundantísima documentación sobre la terapéutica indígena pero no menciona la corteza de la cinchona. Antes de suponer que desconocía sus virtudes, es preferible pensar que debían mantenerse secretas. Según Garcilaso de la Vega, los nombres y los empleos de numerosos vegetales solo se transmitían oralmente a los médicos de las clases altas y solo a ellos. Ver BOUSSEL, Patrice, Historia de la farmacia, Barcelona, Parke-Davis, 1984, pp.194-238

6 Linneo, científico europeo, logró en 1742 la primera clasificación del árbol productor de la quina. Al que dio el nombre simbólico de Cinchona, lo mismo que a su género. Lo hizo con base en la información suministrada por De la Condamine y difundida en la Academia de París. Un estudio detallado sobre el tema de la quina lo podemos encontrar en: HERNANDEZ de Alba Gonzalo. Quinas amargas, el sabio Mutis y la discusión naturalista del siglo XVII, Bogotá, Academia de Historia de Bogotá, 1991, pp.163-189.

4 comunicación científica, que trataba de un nuevo modo de preparar el sulfato de quinina. Henry Cavendish, físico y químico británico, conocido sobre todo por sus investigaciones en la química del agua y del aire, y por el cálculo de la densidad de la Tierra. En 1766 descubrió las propiedades del hidrógeno. Su trabajo más celebre fue el descubrimiento de la composición del agua. Afirmaba que “el agua está compuesta por aire deflogistizado (oxígeno) unido al flogisto (hidrógeno)”. En términos generales éstos científicos contribuyeron al desarrollo de la química, investigando sobre el papel que desempeñan algunos elementos como el agua, oxígeno, hidrógeno en el avance de las ciencias; ampliaron los conocimientos y dominios sobre plantas como el opio, quina, café, y utilizando las experiencias obtenidas en los análisis de laboratorio, pudieron extraer sustancias capaces de combatir enfermedades incurables durante el siglo XIX 7. Un momento determinante en éste proceso lo constituye la teoría de Louis Pasteur , que demostraba cómo los distintos tipos de microorganismos podían separarse unos de otros por medio de técnicas basadas en las necesidades alimentarías de los microbios y la importancia relativa de sus reacciones frente a las sustancias antisépticas. El desarrollo de ésta teoría unida a la formulación de las leyes de inmunidad, y consolidación de la teoría microbiana de la fermentación y de las enfermedades, le permitió a Louis Pasteur ejercer una influencia decisiva sobre la farmacia, la medicina y todas las disciplinas para médicos, especialmente en referencia a qué tipo de cuidados debían ser sometidos los enfermos. Las investigaciones de Pasteur ofreció además valiosos aportes en el conocimiento de los virus y el desarrollo de la genética, de la biología molecular y de la inmunología, abriendo así nuevas e importantes posibilidades a todas las ciencias de la salud, y particularmente a la profesión farmacéutica.

Por otra parte, cabe anotar que una nueva fuente de medicamentos había surgido en el siglo XIX, producto en cierta forma del nacimiento de la química orgánica, que había ayudado a perfeccionar los materiales naturales, gracias a la síntesis entre éstas sustancias y las artificiales. De hecho fue en ese momento cuando hicieron su aparición los medicamentos sintéticos,

7 MALDONADO PEREZ, Guillermo. Botica de los pobres y de boticas y farmacias, Bogota, Fondo Cultural Cafetero, 1991, p.29.

5 imaginados y preparados por el hombre, es decir, las sustancias elaboradas artificialmente obtenidas por reacciones químicas 8. Por lo demás la posibilidad de manipular una materia elemental para convertirla en sustancias de valor comercial hizo posible la expansión de las industrias química y farmacéutica 9. De esta forma se descubrieron los analgésicos: aspirina, anestesina, antipirina, fenacetina, fenol, los barbitúricos, las sulfamidas, la insulina, histamina y las anti-histaminas, los antibióticos, los esteroides, las hormonas humanas, los tranquilizantes, entre otros 10 .

Estos avances en la ciencia química y farmacéutica llevarían a los científicos a constituirse en grandes empresas farmacéuticas capaces de controlar amplios mercados, con la producción en masa de medicamentos que no necesitaban ya de preparaciones oficinales, su presentación se había sintetizado a una capsula, capaces de combatir decenas de enfermedades y llegar a cualquier lugar del mundo. Así el farmacéutico del siglo XIX se convirtió en industrial de la droga, mientras el mismo período es considerado de igual forma como la época de la terapéutica, pues sobre todo en la primera mitad de éste siglo se produjo la definitiva implantación de la química moderna a partir de las teorías de Lavoisier y Dalton 11 , el nacimiento de la farmacología como ciencia en la

8 Uno de los fármacos sintéticos importantes, comercializados en 1897, fue el ácido acetilsalicílico, creado por el doctor Felix Hoffmann en los laboratorios de investigación de Bayer. Este fármaco se vendió en todo el mundo con el nombre comercial de aspirina, propiedad de Bayer, y supuso un tratamiento nuevo y eficaz para los dolores reumáticos. A partir de estos primeros comienzos, Bayer creció hasta convertirse en la gigantesca empresa. Aspirina compuesto químico sintético, ácido acetilsalicílico . Se elabora a partir del ácido salicílico obtenido de la corteza del sauce, utilizada, entre otros, por los antiguos griegos y los pueblos indígenas americanos para combatir la fiebre y el dolor. Sin embargo, el ácido salicílico es amargo e irrita el estómago. El químico alemán Felix Hoffman sintetizó en 1893 el derivado acetilo del ácido salicílico como respuesta a la petición de su padre, que tomaba ácido salicílico para el reumatismo. En la actualidad, la aspirina es el primer fármaco de elección frente a la fiebre, el dolor leve a moderado, y la inflamación debida a la artritis o los traumatismos. Como analgésico es más eficaz que la codeína. 9 BROCK William .Op. cit. p., 20. 10 BOUSSEL, Patrice, Historia de la farmacia, Barcelona, Parke-Davis, 1984, pp.223- 238. 11 John Dalton, químico y físico británico, que desarrolló la teoría atómica en la que se basa la ciencia física moderna. Su contribución más importante a la ciencia fue su teoría de que la materia está compuesta por átomos de diferentes masas que se combinan en

6 que confluirían la química y la fisiología, y la extracción de alcaloides y demás sustancias presentes en los vegetales y la elaboración de medicamentos sintéticos.

En este sentido, si bien la revolución terapéutica se había iniciado con la extracción de principios activos vegetales o la llamada extracción de alcaloides, el mapa terapéutico sólo se complementaría con una serie de sustancias obtenidas por síntesis químicas, moléculas obtenidas artificialmente gracias al progreso experimentado por la química orgánica. El desarrollo de la química implicaba la aceptación y asimilación de nuevas posibilidades terapéuticas no siempre al alcance psicológico y material de los profesionales del medicamento 12 . De esta manera, podemos afirmar que el desarrollo de la ciencia farmacéutica durante el siglo XIX, se vio sintetizado en el surgimiento de la industria farmacéutica, pues ésta recogía las transformaciones científicas, tecnológicas y jurídicas que permitían su progreso.

A estas transformaciones que se presentaron en la ciencia farmacéutica en el espacio europeo, Henrique L. Román no fue indiferente. Sus constantes viajes a Europa y las prácticas recibidas en la botica de su padre, estimularon su interés por conocer los nuevos descubrimientos en este campo. El establecimiento de un laboratorio independiente de la botica 13 , tenía como finalidad ampliar la producción de los medicamentos y dar a conocer los nuevos productos al público, entre ellos la conocida curarina Juan Salas Nieto. Román, trató de aplicar las transformaciones científicas y tecnológicas en su proporciones sencillas para formar compuestos. Esta teoría, que Dalton formuló por primera vez en 1803, es la piedra angular de la ciencia física moderna. 12 En el surgimiento de la industria farmacéutica no solo jugaron un papel fundamental los principios activos de síntesis, sino también la llegada de nuevas formas farmacéuticas-cápsulas de gelatina, comprimidos, cápsulas amiláceas y ampollas inyectables- adaptables a la filosofía de elaboración al por mayor exigida por la nueva industria del medicamento.Ver RODRIGUEZ Nozal Raúl. Farmacia e industria. La producción de los primeros medicamentos en España. Madrid, Novatores, 2004, Pág. 57-100. 13 La botica dejó de ser el espacio donde se elaboraban los medicamentos, para quedar reducida solo al lugar donde se vendían estos. De ahí que el término botica fuera perdiendo su verdadero contenido y llegó a ser reemplazado a finales del siglo XIX y principios del XX por el de farmacia y este más tarde por el de droguería. Pese a ello en Colombia siguieron funcionando algunas boticas hasta mediados del siglo XX.

7 negocio, pero especialmente el punto relacionado con las nuevas legislaciones profesionales, específicamente las leyes sobre producción farmacéutica. 1.2. Negociando la legitimidad de un saber: curarina Román El propósito de esta sección es mostrar cómo el farmaceuta Henrique Luis Román se apropió de la práctica farmacéutica de patentar medicamentos y obtener los derechos exclusivos para su producción y venta. Práctica extendida entre los farmaceutas europeos de la segunda mitad del siglo XIX 14 . Para ello, los farmaceutas debían demostrar que eran profesionales en farmacia, es decir personas expertas y que poseían además un espacio idóneo para ejercer la farmacia, en este caso un laboratorio farmacéutico dotado con instrumentos modernos. De esta manera, aseguraban reunir los requisitos necesarios que los hacía portadores de cierta autoridad frente a los empíricos que ejercían la farmacia. Después de reunir tales requisitos, debían conseguir la legitimación jurídica, es decir, un documento notarial por medio del cual se convertían en legítimos productores y vendedores de un medicamento. En el caso de Román la lucha sería por obtener no solo los derechos de producción y venta de la curarina Juan Salas Nieto, sino hacer valer la exclusividad de único productor frente a los llamados falsificadores, es decir, personas que no reunían los requisitos de expertos en farmacia y que además no contaban con el respaldo jurídico.

En 1884, Henrique L adquiere los derechos de producción de la famosa curarina Román, de propiedad de Juan Salas Nieto, comprometiéndose a fabricar y vender el producto bajo el nombre de curarina Román Juan Salas Nieto. A continuación se cita parte de la escritura pública:

“Henrique L Román compra a Juan Salas Nieto los derechos que este tenia en el contrato de la compañía para la fabricación de la curarina i venta de la curarina que celebrara el veinti i dos de mayo

14 A través de esta práctica el farmaceuta europeo pretendía desterrar a los boticarios clandestinos que preparaban y vendían remedios compuestos y a todos los comerciantes que regentaban almacenes de especialidades inglesas o americanas. En general, se trataba de eliminar a los preparadores o importadores y depositarios de remedios secretos y de esta manera darle paso a la industria farmacéutica y con ella a los medicamentos químicos sintéticos. BOUSSEL, Patrice, op.cit., p. 243.

8 de mil ochocientos ochenta y cuatro i que elevara a escritura publica el veinte i ocho del mismo mes, Juan Salas Nieto vende a traspaso todos los derechos que en dicha compañía tenia al indicado señor Román, de modo que no podrá alegar ni hoi ni en adelante nada en contrario…..Nieto da por liquidada i cancelada la cuenta de compañía que tenia establecida con Román, de este modo que este pasara libremente seguir fabricando i vendiendo la “curarina” con el nombre de Juan Salas Nieto se da por recibido del importe estipulado de la venta i no tendrá derecho a reclamo posterior” 15

El Laboratorio Román era el único establecimiento autorizado para preparar la legítima y celebre curarina de Juan Salas Nieto, remedio con elevado poder curativo contra las mordeduras de culebras, perros rabiosos, viruela, fiebre amarilla, paludismo. Para la distribución de la curarina Román se establecieron contactos con las siguientes casas comerciales extranjeras: en Nueva York, Lanman & Kemp; en Hamburgo, Wilhem Behrens Y Jul Stepsonn; en Bogotá, Samper Uribe & Co, y en Panamá Miguel A Román 16 .

Los avisos referidos a la curarina Román Juan Salas Nieto señalaban sus propiedades terapéuticas y hacían énfasis en cómo adquirir la legítima curarina. Estos son algunos de los anuncios que aparecen en la prensa comercial de la ciudad de Cartagena y la revista especializada del laboratorio Román:

“Curarina de Juan Salas Nieto 15 años de éxito, el mejor compañero del viajero y del campesino, siempre triunfa, siempre cura. Como contra veneno para mordeduras de culebras, perros rabiosos y todo animal e insecto venenoso, el tiempo y la experiencia han ido confirmando su eficacia y ningún medicamento que ha pretendido oponérsele lo ha rivalizado. Como febrífugo, cura la fiebre amarilla, combate la caquexia palúdica y las fiebres que no han cedido a las sales de quinina. Como tónico fortificante, cura las dispepsias

15 A. H. C. Protocolo Notarial Tomo I. Escritura Pública N 34 del 10 de junio de 1885. 16 Biblioteca Bartolomé Calvo (B BC), El Porvenir. Cartagena, 8 de febrero de 1905.

9 peratonia estimulando las funciones digestivas y los cólicos, diarreas y colerina. Como hemostático, cura la hemorragia y heridas. Como estimulante y excitante, obra aumentando el calor y excitando las funciones de la piel y usándose interiormente ya en fricciones en el reumatismo, golpes, contusiones, heridas, obrando a la vez como hemostático. En la viruela se ha usado con éxito como profiláctica y curativa, en el Tolima y Santander en muchas enfermedades del ganado y las bestias. Se ha usado con éxito siempre seguro. Es completamente inocente aun tomada en altas dosis y puede usarse con toda confianza. Procuren siempre usar la legítima que es la preparada por H L Román, a quien se dirigirán los pedidos a sus agentes para la venta en Antioquia: señor Pastor Restrepo y Hermanos, Medellín. En Panamá: doctor Eduardo Román, en Cundinamarca: doctor Elberte de J Roca, Bogotá. En Cauca: señores Botero y Gutiérrez, Buga. En Santander: señores E Cadena y Hermanos, Bucaramanga. En Boyacá: señor doctor Gil Márquez, Tunja.” 17

Nos preguntamos: ¿a qué se llama curarina Román?, ¿cómo descubrieron sus propiedades terapéuticas?, ¿quién las descubrió?, ¿cuál es su nombre científico? El botánico y farmacéutico español Hipólito Ruiz quien participó en la expedición botánica del Perú a finales del siglo XVIII, se refiere a la planta aristolochia en estos términos:

“El bejuco la estrella es una droga del mayor interés para España, que crece en abundancia en sus dominios americanos y constituirá una nueva área de comercio nacional” 18

17 B.B.C. El Porvenir. Cartagena, 6 de enero de 1898. 18 HIPÓLITO, Ruiz. Memoir on the virtues and uses of the plant called in Peru the Star- Reed (bejuco de la estrella), en Aymer Lambert(Ed), An ilustration of the genus cinchona (London, 1821), p.149. Citado por NIETO, Mauricio. Remedios para el imperio, Bogotá, Universidad de los Andes, 2006, pp. 146-148.

10 Fotografía 1 Aristolochia Maxima

11 Fotografía 2 Aristolochia Cordiflora Mutis

El uso extendido de ésta planta entre los indígenas sorprendió a Ruiz, quien interrogó a la población local sobre el cómo y para qué la usaban:

“La alta estima en que los indígenas tienen esta planta...me despertó el mas vivo interés en conocer mas sobre ella….los indígenas la utilizaban como remedio para la disentería, fiebres malignas inflamatorias, resfriados, dolores reumáticos y las distintas enfermedades a causa de la fatiga” 19

El historiador de la ciencia Mauricio Nieto anota que al parecer la primera fuente de información sobre el remedio proviene de los nativos, los que, como explica Ruiz, usaban la planta para propósitos medicinales. Nieto advierte que era común entre los botánicos atribuir a especies semejantes las mismas propiedades médicas, con el propósito de adjudicarse algún descubrimiento y contribuir a aumentar la demanda de las especies comercializables 20 . Las

19 Ibid., p. 150. 20 NIETO, Mauricio, op.cit., pp.147-148.

12 disputas taxonómicas estaban relacionadas con intereses comerciales, que implicaban a su vez disputas sobre la importancia del descubrimiento. El botánico Ruiz concluyó que el Bejuco de la Estrella pertenecía al género Aristolochia de Linneo, Ruiz recomienda preparaciones simples para que los médicos utilicen el remedio 21 .

El caso del botánico español Hipólito Ruiz es un buen ejemplo de la relación establecida entre la ciencia ilustrada y los saberes locales. El “descubrimiento” de la planta aristolochia debe ser explicado como un proceso de traducción de los saberes locales americanos a la ciencia ilustrada. La traducción en palabras de Michel Callon, sociólogo de la ciencia, puede ser entendida en términos de desplazar, pues el expresar en un lenguaje propio lo que otros dicen o hacen, es hacer de uno mismo el portavoz 22 . En este sentido, la apropiación de los saberes locales en materia de plantas medicinales de parte de los naturalistas europeos tiene que analizarse a partir del proceso de traducción, es decir, en el establecimiento de un lenguaje universal que comunicara la ciencia local, que renombra lo nombrado por las comunidades locales 23 . Durante el proceso de traducción no podían perderse de vista las referencias a las autoridades europeas, entre ellas la taxonomía linneana y la medicina de la ilustración europea, pues ellas aportaban las bases sólidas para construir una ciencia universal 24 .

21 El reconocimiento de un nuevo remedio implicaba no solo la clasificación, sino también el análisis químico para determinar sus propiedades terapéuticas. Haciendo soluciones en alcohol, agua destilada, ácido acético o vinagre destilado, agua caliente o hirviendo. Ruiz llega a la conclusión: se debe inferir que las virtudes del Bejuco de la Estrella residen en los extractos resinosos y en sus propiedades aromáticas. Recomienda usarla en forma de polvo e infusiones. Incluye una ilustración de la planta y da una descripción botánica que clasifica el vegetal en el sistema de Linneo: Clase XX, Gynandria Hexandria, Aristolochia fragantissima. 22 CALLON, Michel. “Algunos elementos para una sociología de la traducción: la domesticación de las vieiras y los pescadores de la bahía de St. Brieuc”, en IRANZO, J Manuel. Sociología de la ciencia y la tecnología. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995, pp. 259-282. 23 El tema de los saberes locales y su relación con la ciencia moderna será desarrollado en el capitulo 2 de este trabajo. 24 Mauricio Nieto identifica tres fases en el proceso de traducción.Una primera en la cual los viajeros reportan conocimientos de tradiciones locales, y en la cual se recrean historias de descubrimientos. En una segunda fase los botánicos elaboran una identificación taxonómica dentro de un orden ya familiar a los europeos, práctica

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Durante el siglo XIX el proyecto de apropiación del nuevo mundo pasaría a manos de ilustrados americanos, personajes de la élite local como Jorge Tadeo Lozano escribirían acerca de la necesidad de dominar la naturaleza. En la memoria sobre las serpientes, Lozano hace referencia a la aristolochia como remedio utilizado por la población local contra las mordeduras de serpientes:

“De los charlatanes curanderos que se gobiernan por una simple rutina, y que en cualquier caso echan mano de un ejército de remedios que aplican en poción, o en apósito o de entrambos modos. De la primera clase son el aceite, el aguardiente de caña con pólvora, la polygala senega, que vulgarmente se llama ruchica, y es bastante eficaz contra el veneno de la cascabel, la fruta del burro (especie de ubaria), muchas aristoloquias, algunas solaneas, entre las cuales es muy celebrado el tabaco (nicotina), que se aplica sobre la herida, y otras varias plantas que tienen crédito distinto en cada provincia” 25

Un artículo de prensa, titulado ”Noticia sobre el guaco”, narra la historia del guaco, nombre vernáculo con el que es conocido entre las poblaciones locales una de las especies de aristolochia ”la maxima”, esto es lo que se dice de su descubrimiento, preparación, virtudes y formas en que es aplicado:

“Con este nombre se conoce entre nosotros una especie de enredadera, que nace espontáneamente en los campos de la Nueva Granada y de Venezuela, y se encuentra de ordinario en las indispensable para la certificación de una especie genuina.Una tercera etapa en la cual las plantas no solamente son incorporadas en un sistema de clasificación, sino que reciben un nombre binario y en latín que denota el género y la especie, son dibujadas y disecadas y en ocasiones analizadas en sus componentes químicos.NIETO, Mauricio. “Remedios para el imperio: de las creencias locales al conocimiento ilustrado en la botánica del siglo XVIII”. en OBREGÓN, Diana (ed.), Culturas científicas y saberes locales, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2000, pp.89-102. 25 LOZANO Jorge Tadeo.”Memoria sobre las Serpientes”, en: Semanario del Nuevo Reyno de Granada, Santafé enero 30 de 1808.pp. 113-117.

14 cañadas, á las orillas de los ríos, y muchas veces asida á las empalazidas de los huertos. No se sabe desde cuando fue conocido el guaco entre los indios y negros de Santa Fé como un antídoto contra el veneno de las culebras, por los que me limito en esta parte á referir la siguiente anedocta” una ave de la especie Milano descripto por Catesby bajo el nombre de Halcón-Serpiente, vive solamente de culebras en las regiones calidas y templadas en esta parte del nuevo mundo. Esta ave tiene un canto monótono, y a veces muy desagradable por la repetición imitando la pronunciación de la palabra guaco, lo que le ha hecho dar este nombre por los indígenas, que pretende que con este canto atrae las culebras sobre las cuales ejerce cierto imperio….son tan numerosos los ensayos que la causalidad ha brindado, que se llenarían muchos volúmenes con su descripción…cuando quieren precaverse contra las culebras, y adquirir la facultad de llevar consigo impunemente estos animales, los negros proceden de este modo. Hacen seis incisiones, dos en las manos, dos en los pies y una en cada lado del pecho. Se saca el zumo de las hojas del guaco, y se derrama sobre las incisiones, como cuando se trata de inocular las viruelas. Antes de la operación se hacen de tomar dos cucharadas del zumo al que va a ser iniciado…..los indios y los negros, que viven casi enteramente en los montes y en los campos, aseguran que para cojerlas con mas seguridad, esta ave comienza tragando algunas hojas de la planta guaco..de este modo quizás la habrán descubierto….a esta tradición mezclan una infinidad de otras fabulas….este secreto anduvo misteriosamente oculto entre los indios y negros de Bogotá hasta el año de 1788 en que, a fuerza de ardides, lo descubrió el Sr. Mutis, y lo comunicó a algunos amigos….la casualidad ha brindado que se llenarían los volúmenes con su terapéutica y materia médica..y ahora voy a extractar otras noticias de una memoria manuscrita que ha tenido la bondad de franquearme una persona respetable de esta ciudad, que ha hecho diversos experimentos con el guaco .Preparación, se toman las hojas solas de la planta, y molidas, se les extrae el zumo por un lienzo o de cualquier otro modo.

15 Inmediatamente se ponen en una botella iguales partes de este zumo y de aguardiente cognac ó de caña, y batiéndose bien esta mezcla por una sola vez, se tapa la botella, y se deja en reposo por ocho días, al cabo de los cuales ha bajado todo el sedimento al fondo de la botella, y el licor se presenta clarificado. Entonces se decanta en otra botella, que se tapa muy bien, y de este modo se conserva el licor en un buen estado cuanto tiempo se quiera. Sus usos son los mismos que los del zumo puro del guaco, menos para la inoculación en que solo se emplea el zumo…..virtudes, cura las picaduras de las culebras mas venenosas, eficaz para impedir la hidrofobia, reumatismo y la gota, se aplica en las caídas y aporreos cucharadas del zumo puro o del licor, y se frotan en las partes doloridas, en las suspensiones del menstruo se tomaran dos cucharadas diarias hasta remover la obstrucción, ulceras viejas y obstinadas, el tétano, asma, lombrices, vermífugo, cura la jaqueca, alivia el dolor de muela….” 26

El pasaje anterior describe las prácticas científicas de las comunidades locales y la forma en que los ilustrados se apropian y expropian los conocimientos de éstas. La idea de descubrimiento en manos de la población local -indígenas y negros- es concebida por los ilustrados como el producto de la casualidad, llena de mil fabulas, no es el resultado de largas meditaciones y experimentaciones en el laboratorio, cualidades que sólo posee Mutis y demás criollos ilustrados. Mutis y su grupo de colaboradores clasifican científicamente la planta-género aristolochia y especie cordiflora Mutis- y su forma de uso, ellos preferían decantar en coñac el zumo del guaco y de esta manera estabilizar y conservar el licor cuanto tiempo se quiera. Mientras las poblaciones locales extraían de la planta el zumo puro del guaco para ser tomado o inoculado. Situación que hace evidente dos métodos para la preparación y uso de la misma planta. Los intentos de construir una ciencia moderna “racional” por medio de la apropiación de los saberes locales considerados como

26 La referencia a las prácticas científicas de las comunidades locales es fundamental para entender la relación con una ciencia ilustrada. B.B.C. Semanario constitucional de Cartagena, Cartagena, enero 18 de 1837.

16 “irracionales”, hace visible la construcción de una ciencia moderna gracias a la información aportada por las comunidades locales en materia de virtudes medicinales y usos de las plantas medicinales.

El uso de la planta aristolochia por parte de las comunidades locales se remonta más allá del periodo colonial, las comunidades indígenas fueron perfeccionando lentamente sus conocimientos relacionados con las distintas especies de aristolochias . Esta era una planta utilizada por el común de la población como contraveneno y erupciones en la piel, y en distintas regiones era conocida con diversos nombres vulgares 27 . Este género y sus distintas especies fue utilizada ampliamente en medicina popular como antídoto contra las mordeduras de serpientes, especialmente en lo que hoy conocemos como los departamentos de Guajira, Magdalena, Cesar, Sucre, Antioquia, Santander, Meta, Risaralda, Tolima y Valle. Llamada vulgarmente batatillo, bejuco, curare, bejuco guayaquil, canastilla, cesticas, gallito, gallo, guaco, guasca (Cundinamarca, Santander y Tolima); bejuco canasta (Valle), capitana, guaco (Cartagena, Venezuela) carraquito, cuagilote (Costa Rica) guaco (sur de México) 28 .

27 Según el botánico Santiago Díaz Piedrahita, los curanderos eran excelentes herbolarios y conocían el valor curativo de muchas plantas, conocimientos que empleaban con relativo éxito en el tratamiento de los enfermos. Quienes tenían a su cargo las funciones de gobierno o de culto de cada tribu poseían amplios conocimientos sobre los vegetales de su respectiva región y aun sobre los de regiones retiradas, cuando estos presentaban propiedades que les hacían útiles en la curación de las enfermedades y en la búsqueda del alivio al sufrimiento físico o mental. Era practica común la de aplicar enemas o lavados, así como la de colocar ventosas y la de succionar la piel en la región afectada; los baños también se empleaban en forma ritual o como medio de terapia al igual que los emplastos y masajes y los sahumerios y fumigaciones con plantas narcóticas o aromáticas. No cabe duda de que los pueblos indígenas de América tenían un buen conocimiento del mundo vegetal que los rodeaba y supieron escoger en él los elementos que más le convenían para satisfacer sus necesidades. Por sus características las plantas alcaloideas habían ganado lugar en la alimentación, en la medicina, en la preparación de productos calmantes, embriagantes, excitantes o como tóxicos. La estricnina y la curarina se usaban ampliamente para envenenar flechas y dardos, al igual que muchas plantas por sus efectos ictiotoxicos se empleaban como varbascos o como insecticidas. Ver DÍAZ Piedrahita Santiago. La Botánica en Colombia, Hechos Notables en su Desarrollo. Bogotá, Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1991.Pág. 6-8. 28 SANJUÁN Mejia Apolinar. Estudio de la toxicidad y efecto teratogénico del extracto etanolico del tallo de aristolochia máxima jacq. Tesis de grado para optar al titulo de

17

La curarina está compuesta por tres especies de la familia aristolochiaceae, que es una familia de plantas nativa de regiones tropicales y subtropicales, con aproximadamente 600 especies divididas en 11 géneros 29 . En Colombia se encuentra representada por 27 especies las que frecuentemente son utilizadas en medicina popular para combatir algunas enfermedades de la piel, contra el reumatismo, como antitusivo y principalmente como antiofídica 30 . Su uso es químico farmacéutico. Cartagena, Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, 1993, Pág. 10. 29 Colombia se encuentra representada por 27 especies, las cuales se ubican en las regiones de clima calido y son utilizadas en medicina popular por los indígenas y curanderos del Choco, Putumayo entre otros, tres de las 27 especies que se encuentran en nuestro país son las más usadas por la población, ellas son, la aristolochia anguicida, aristolochia maxima y aristolochia cordiflora Mutis, siendo la primera la más pequeña de las especies, con flores amarillas. La aristolochia máxima, a diferencia de la anterior, es una especie con tallo bastante leñoso y grueso, posee una inflorescencia en forma de racimo agregado, flores color marrón, se encuentra en los departamentos de Bolívar, Cundinamarca, Magdalena y Tolima. Por su parte, la Aristolochia cordiflora Mutis: es un bejuco muy fuerte que le permite trepar a grandes alturas, su tallo es de color amarillo terroso y posee un olor fuerte característico, nombres vulgares con los que se conoce ésta última: guaco, bejuco, curare, oreja de elefante, capitana, contra capitana. Otros usos folclóricos que se le han dado a las especies mencionadas, incluyen el tratamiento de la artritis y el reumatismo, como cardiotónico, estimulante del S NC y antifertilizante. Los estudios químicos realizados en las especies de aristolochias mencionadas revelan la presencia de varios tipos de compuestos entre los que figuran aristolactamos, terpenos, alcaloides y ácidos aristolochicos, estos últimos son usados como antibacterianos . Tomado de NIEVES William, CASTRO Ildefonso , MOSCOTE Wilson. Estudio fotoquímico del tallo de aristolochia máxima jacq. Tesis de grado, Cartagena, Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, 1993.Pág.13. BOSA Díaz Claudia y YALI Rodrigo. Evolución de la actividad antibacteriana de los extractos del tallo de aristolochia anguicida jacq, aristolochia cordiflora mutis y arsitolochia maxima jacq.Tesis de grado. Cartagena, Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, 2005. Pág. 18. 30 Una característica común a éstas especies es la presencia de ácidos aristolóchicos y sus derivados, compuestos a los que se ha atribuidos efectos tóxicos a nivel renal. También se han aislado compuestos con estructuras diversas. El grupo de productos naturales de la Universidad de Cartagena. Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas realizó un estudio sobre la especie Aristolochia anguicida jacq, logrando aislar el acido aristolóchico entre otros. Los resultados de la investigación fueron utilizados por los químicos del laboratorio Román para dar a conocer los nombres científicos de las plantas utilizadas en la fabricación de la curarina Román (Aristolochia anguicida, maxima y cordiflora), sus propiedades terapéuticas, contraindicaciones y dosificación precisa. El material vegetal fue recolectado en Palacios corregimiento de San Onofre (Sucre) a una altura aproximada de 55 m sobre el nivel del mar en el mes de marzo de 1999.Entrevista al químico Ricardo Gaitán, Cartagena, 5 de octubre de 2006.

18 masivo entre los campesinos e indígenas de distintas regiones del país, la utilizan para espantar las serpientes y en caso de mordedura la utilizan como antiofídica. Los estudios recientes arrojan importantes componentes activos entre ellos ácidos aristolóchico, éstos funcionan como antibacteriano y antinflamatorio. La curarina está indicada especialmente para uso externo 31 .

En la tabla siguiente se presentan las tres especies de aristolochia que forman el específico “Curarina Juan Salas Nieto”, los usos y nombres vernáculos que se le ha dado a cada una de ellas según el lugar. La tabla nos indica por un lado, la diversidad de nombres locales y por otro, la homogenización de la diversidad local, simplificado en el nombre científico que recibe el género y cada una de las especies:

TABLA 1: Las tres especies de aristolochias utilizadas en la fabricación de la curarina Especie Usos Nombres vernáculos Lugar A. Analgésico Alconcito(Magdalena) Atlántico anguicida estomacal Apinel (México) Bolívar Antidiarréico Canastilla(Centroamérica) Guajira Antiofídico Capitana Magdalena Como jabón contracapitana,gavilana,guaco(Atl Cesar ántico, Bolívar, sucre) Sucre Chompipito(el salvador) Santander

A. Alexiterica- Bejuco carare(Santander, Bolívar cordiflora antiofídica Cundinamarca) Antioquia Antirreumáti Capitana(Santander) Choco ca Contra capitana de Mompox,flor Cundinamar Aromática de alcatraz de Mompox(Bolívar) ca Diurética Guaco(Santander, Tolima) Tolima En Zaragoza(Choco) Valle disentería Cauca infantil y en enfermedad es venéreas

31 GAITÁN, Ricardo. Acido-11 hidroxi kaur-16-en-19-óico, un nuevo kaureno aislado de aristolochia anguicida jacq. En Revista Latinoamericana de Química N 27 Vol. 3, marzo 30 de 2002.p 1-4.

19 Vermífuga

A. Antiofídica Batatillo(Cundinamarca) Guajira maxima antirreumátic Bejuco canasta(Valle) Magdalena a Bejuco carare(cundinamarca, Cesar Santander,Tolima) Sucre Bejuco de guasaguil Antioquia (cundinamarca) Santander Canastilla(cesticas)(Cundinamarca Cundinamar ,Tolima ca Capitana,contracapitana(Cartagen Risaralda a) Tolima Contraprieta(Magdalena) Meta Valle Gallito, gallo(Cundinamarca, Huila Tolima) Guaco(Cundinamarca, Tolima, Cartagena, Venezuela) Guasca( Tolima) Carraquito cuajilote(Costa Rica) Guaco del sur(México) FUENTE: Semanario constitucional de Cartagena, Cartagena, enero 18 de 1837. B.B.C. El Porvenir. Cartagena, 6 de enero de 1898. GONZALEZ Garavito Favio. Flora de Colombia. Aristolochiaceae. Bogotá, universidad nacional de Colombia, 1990. Pág. 175-176.

Mientras esto sucedía al interior de la medicina tradicional, los abanderados de la medicina moderna, es decir los botánicos, médicos, farmaceutas y químicos europeos quienes se habían apropiado de los conocimientos locales en materia de plantas medicinales, cumplían con el trabajo de dar a conocer las propiedades terapéuticas de la aristolochia, destacando su importancia medicinal y comercial. Los efectos terapéuticos más populares de la curarina Juan Salas Nieto se resumen en la siguiente tabla:

TABLA 2: Acción terapéutica de la curarina

20 Febrífugo

Tónico

Hemostático

Estimulante

Profiláctica

Contraveneno

FUENTE: El Porvenir, Cartagena, enero de 1898

En 1882, un artículo de prensa referido a la curarina titulado “Invento útil especifico denominado curarina”, en él aparece Juan Salas Nieto como inventor. El medicamento fue premiado por el gobierno del Estado Soberano de Santander, lugar de donde provenía el inventor, en palabras de Juan Salas Nieto esta es la forma como logró descubrir el medicamento:

“Consagrado por algunos años al estudio de la farmacia y consiguientemente al de la botánica, logré formar la combinación de ciertas plantas de merito inmenso (y desatendidas por el espíritu desidioso de nuestros pueblos) llegando á confeccionar el específico que, sin faltar a la modestia, califico de estupendo:”la curarina de Juan Salas Nieto,” antídoto infalible contra las mordeduras de culebras y animales ponzoñosos. No me halaga una vana presunción; creo, con la confianza que inspira la posesión de la verdad, que cada un día mi medicamento ganará terreno en el concepto universal” 32

Es posible que los conocimientos obtenidos por Juan Salas Nieto sobre las plantas que componen la curarina, hayan sido obtenidos por medio de las entrevistas y acercamiento a las comunidades locales de la región, pues los santanderes y los límites con Venezuela fue una de las zonas donde se

32 GARCES Manuel. Invento útil especifico denominado curarina. Miscelánea, Socorro Santander, 1882. Pág. 1-19.

21 reproducía la aristolochia y una de sus especies, la maxima jacq , el mérito que se le atribuye a Nieto fue juntar tres especies del mismo género reunidas en el específico curarina y cuyos efectos terapéuticos eran eficaz en ese momento 33 . Tal vez el nombre de curarina se deba a que con él la población local reconoce distintas especies de aristolochia en el oriente del país 34 .

Veamos ahora cómo Juan Salas Nieto construye su autoridad como inventor de la curarina. Nieto se dirige a la asamblea legislativa del Estado de Santander el 10 de octubre de 1882 para que se le adjudique el premio por el descubrimiento del contraveneno, pues según el artículo 119 de la ley de fomento compilada en 1881 se le confiere recompensa de dos mil pesos a las personas que contribuyan con el progreso de la nación. Para la entrega del premio el gobierno exigió al inventor una exposición razonada acerca de la eficacia del antídoto y del nuevo procedimiento para emplearlo con buen resultado, además, Nieto debía presentar testimonios de personas que habían utilizado la curarina, pero debían ser testigos de toda probidad y fé pública, de esa forma diez testigos entre los que se encontraban dos comerciantes y ocho diputados a la asamblea legislativa por el departamento de Cúcuta, declararon haber visto practicar experiencias sobre la utilidad del invento, aplicado a las personas y a los animales mordidos por culebras. A continuación cito el testimonio de uno de los diputados, Julio Pérez F., diputado a la asamblea legislativa por el departamento de Cúcuta, certifica:

“Que es cierto, porque es de pública notoriedad en San José de Cúcuta y en todas las poblaciones cercanas á ésta, que el especifico conocido bajo el nombre de “curarina”, de invención y propiedad del

33 Juan Salas Nieto fue un curandero venezolano que arribó a la ciudad de Cartagena en 1882 y se mostraba en un coche con una culebra venenosa que lo picaba y luego tomaba un trago de un producto para evitar letales consecuencias, al cual llamaba curarina, la curiosidad llevó a Henrique a investigar las propiedades de ese extraño mejunje, que resultaron en ese tiempo milagrosas. Así las cosas, Henrique negoció con el curandero y adquirió la exclusividad de su producción y venta. Ver BALLESTAS Rafael. Aquellos viejos almacenes de ayer. Cartagena, El Universal, abril 20 de 1997, Pág. 11-12. 34 GONZALEZ Garavito Favio. Flora de Colombia. Aristolochiaceae. Bogotá, universidad nacional de Colombia, 1990. Pág. 175-176.

22 señor Juan Salas Nieto, es el único antídoto eficaz y de efectos inmediatos y conocidos contra las mordeduras de culebras y de todo animal ponzoñoso. Que en mas de un caso se han demostrado prácticamente los benéficos efectos de la referida medicina, constituyéndose por ellos el crédito y la buena fama que justamente merece” 35

Así mismo el gobierno designó una comisión compuesta por tres personas competentes-médicos- para juzgar la utilidad del invento, a través de ensayos de laboratorio, estas autoridades eran las encargadas de hablar con la verdad sobre las propiedades terapéuticas del específico y tenían además la obligación de informar si el invento era conocido de antemano o tenia aplicación dentro o fuera del Estado. Éste fue el informe emitido por los médicos:

“En vista de la exposición del invento y haciendo uso del frasco de “curarina” que usted tuvo á bien suministrarnos, procedimos á hacer el estudio de la acción preventiva y de la curativa del específico. Para el ensayo nos servimos de dos serpientes, una ponzoñosa del género (víbora común) y otra no ponzoñosa del género culebra. La acción preventiva del especifico quedo establecida claramente, pues basto humedecernos las manos con la preparación mencionada para poder manejar los reptiles indicados, con la misma facilidad con que los maneja el inventor del especifico. Con el uso del microscopio pudimos encontrar los dos dientes acanalados característicos de las especies ponzoñosas, acompañados de las glándulas que secretan la ponzoña. Con respecto á la parte final de su nota, de si era conocido de antemano ó si tiene aplicación dentro ó fuera del Estado, no podemos resolver esos puntos porque no tenemos constancia de ellos” 36

35 GARCES Manuel. Op. cit. Pág. 11. 36 GARCES Manuel. Op. cit. Pág. 6-7.

23 El trabajo científico de Juan Salas Nieto fue premiado con dos mil pesos, además se le entregó un diploma que debía conservar como único inventor con derechos y privilegios que las leyes le conceden:

“El articulo 119 de la ley de fomento compilada en 1881, el premio de dos mil pesos($2000) se le entrega como recompensa al ingenio y estudio que dicho señor empleara en la invención del especifico denominado ”Curarina”, eficaz contra los venenos de animales ponzoñosos, y la hidrofobia” 37

Pero nos preguntamos por el ¿cómo se preparaba la curarina, y cuál era su presentación farmacéutica? Las declaraciones del señor Juan Salas Nieto sólo nos ofrecen datos acerca del procedimiento de su uso y forma farmacéutica, pero no así de sus componentes, al parecer la composición era guardada celosamente por el inventor del específico:

“Para preservarse del veneno de las culebras, animales rabiosos y demás venenos animales, debe tomarse por espacio de veinte días media onza de dicha medicina por la mañana é igual cantidad por la tarde, sola ó diluida en un posillo de agua de azúcar; é inocularse por tres veces en el pecho, manos y pies, ya por medio de una lanzeta, y mejor con una jeringuilla. En caso de sentir el estomago fatigado por la ingestión del medicamento, puede suspenderse por tres días y tomar cualquier bebida emoliente y baños fríos de corta duración. Para curar las mordeduras de las culebras y animales rabiosos se hace una incisión en los puntos de las mordeduras, de manera que éstas queden bien al descubierto, y se labará frecuentemente con “curarina”, debiendo además tomar el enfermo media onza cada dos horas, si aun no se hubieren presentado los síntomas del envenenamiento; y cada media hora, si dichos síntomas se hubieren presentado; prolongando este periodo á medida que vayan desapareciendo. Para las picaduras de alacrán,

37 Ibid. Pág.14.

24 araña y otras sabandijas, basta tomar algunas gotas, y frotarse las partes atacadas, con la medicina. Los que quieren modificar el sabor que deja el medicamento, podrán hacerlo masticando canela de buena calidad” 38

Lo que podemos concluir a partir de lo narrado por Nieto es que la presentación del medicamento, era el resultado de la aplicación de la farmacia galénica, es decir aquella cuya materia esencial eran los vegetales, los animales y minerales con la cual debían preparar, confeccionar sus remedios. La farmacia galénica separa por medios ordinarios las partes que le parecen malas o inútiles, y se limita a mondar, lavar, hacer infusiones, cocer, machacar o mezclar, si es menester las que reconoce como las mejores. Se llamaban específicos y/o especialidades farmacéuticas llamadas también remedios secretos y algunos patentados a nombre de su inventor, los medicamentos compuestos cuyas copias no se encuentran en las farmacopeas usuales o aquella cuya fórmula está inscrita en ellas, pero tienen modificaciones que cambian de modo esencial la preparación oficinal 39 .

Román contaba con el respaldo jurídico para producir la curarina Juan Salas Nieto. Pero ¿cómo mantener la exclusividad de la producción y venta? Para el farmaceuta Henrique L Román era claro que debía adoptar nuevas estrategias para proteger su producción si quería mantenerse como el primer laboratorio farmacéutico de la costa caribe. A finales del siglo XIX, debía competir con la producción de diversos medicamentos de los laboratorios extranjeros y con los llamados charlatanes que hacían las veces de farmaceutas, vendiendo remedios compuestos y secretos 40 .

38 Ibid. Pág. 13. 39 BOUSSEL, Patrice, op.cit., p. 178 40 Dentro de los primeros laboratorios farmacéuticos se encuentran los europeos, que se establecieron durante el siglo XIX, se destacan los laboratorios Merck (1827), Shering (1851), Roche (1894), Bayer (1896). En los Estados Unidos los laboratorios Abbott (1857).Estos laboratorios empezaron a controlar la producción y venta de los medicamentos a nivel mundial. En 1865, tuvo lugar en Brunswick el primer congreso internacional profesional: Se reunieron los farmacéuticos de Francia, de Alemania del Norte, de Alemania del Sur, de Austria, de Inglaterra, de Rusia, de Dinamarca, de Finlandia y Suiza. El congreso condenó los remedios secretos, estableciendo el

25 A finales del siglo XIX, los farmaceutas europeos adoptaron como estrategia para proteger los derechos de producción y venta de medicamentos, advertir sobre las posibles falsificaciones de sus productos. Por ello no es de extrañarnos que en nuestro medio los farmaceutas extranjeros hicieran valer sus derechos como productores y vendedores exclusivos de ciertos productos, estos son algunos de los avisos que se encuentra en la prensa de la ciudad:

“Precaverse de viles i nocivas falsificaciones. Me permito respetuosamente avisar al publico de Colombia que se fabrican en Nueva York i otras partes, grandes cantidades de espurias y muy nocivas imitaciones de mis píldoras i ungüento, siendo los vendedores de las mismas una multitud de mercaderes i boticarios poco escrupulosos, que obtienen estas composiciones despreciables a precios ínfimos i las expenden al público como mis legítimos medicamentos. Los fabricantes de estas viles imitaciones para encubrir de un modo ladino el fraude que cometen tienen el descaro de insertar en sus libretos de instrucciones, un aviso, en que advierten al público que debe precaverse de falsificaciones, mientras que sus productos son precisamente las idénticas falsificaciones que pretenden denunciar. No permito que se vendan mis medicamentos en ninguna parte de los Estados Unidos de América, a fin de impedir que los falsificadores puedan obtener mis facturas; por consiguiente, cualesquiera píldoras i ungüento, llevando el nombre de Holloway i procedentes del citado pais, son pérfidos engaños…..mis legítimos medicamentos únicamente se elaboran en mi establecimiento No. 533, Oxford Street, Londres, i el timbre del gobierno británico siempre va unido a cada bote o caja de los mismos…..su obsecuente servidor, Tomas Holloway” 41

principio absoluto de que no podía ni debía existir ningún medicamento secreto en medicina ni en farmacia. Los farmacéuticos debían ser los únicos en tener el derecho de preparar y de vender los medicamentos, incluyendo aquellos que contenían venenos. Pese a estas medidas la producción y venta de especialidades y remedios secretos continuaron. BOUSSEL, Patrice, Op. cit. P. 243. 41 B.B.C. El Porvenir. Cartagena, 21 de julio de 1878.

26

Fotografía 3 Publicidad del medicamento Holloway Fuente: El Porvenir, Cartagena, 22 de junio de 1879.

El farmaceuta Henrique L Román buscaba su legitimidad en las distintas estrategias relacionadas con la producción farmacéutica, aplicadas por los farmaceutas europeos, así lo deja ver este anuncio:

“Este establecimiento, el mas antiguo de su clase en toda la costa atlántica de Colombia, ha quedado desde hoy bajo la dirección del infrascrito. Tiene el surtido mas completo y abundante de drogas simples, productos químicos y farmacéuticos, especialidades extranjeras, útiles de botica, perfumería, pinturas, barnices etc. Renueva sus surtidos con frecuencia y se abastece de las principales fábricas de productos químicos de Europa y Estados Unidos. Al tanto siempre su dueño de todos los adelantos que se alcanzan en la ciencia médica y de todos los nuevos descubrimientos que se efectúan en los centros científicos de Europa, recibe primero que ningún otro establecimiento, los nuevos medicamentos que tan hondamente han ido modificando la terapéutica y que tan útiles servicios prestan a la humanidad doliente” 42

42 B.B.C. El Porvenir. Cartagena, 10 de marzo de 1895.

27 Román publicaba mensualmente una revista donde daba a conocer a su clientela los medicamentos importados y los producidos en su laboratorio, advertía por este mismo medio sobre los posibles engaños al público de parte de los especuladores:

“El engaño que se viene haciendo hace mucho tiempo al público dándole como una libra completa de 16 frascos de aceite que no contienen mas que 25 gramos cada frasco, por un precio que parecía más bajo que el nuestro en frascos de 1 onza (30 gramos) completa, nos ha obligado á envasar de ambas cantidades, llamando libra nominal los 16 frascos de 25 gramos. De este modo no hay engaño y el comprador puede escoger de un envase ó de otro á sabiendas de lo que compra” 43 .

Fotografía 4 Portada de la Revista de la farmacia Román, 1897

43 Biblioteca Nacional. Revista de la farmacia Román. Cartagena, 8 de junio de 1897, p.2.

28 La lucha de Román contra los falsificadores de la curarina Román y los pleitos por la fórmula comprada a Juan Salas Nieto, la necesidad de una producción moderna y la lucha por la exclusividad eran la clave para competir con los laboratorios farmacéuticos extranjeros. Román también debía contar con la aprobación de las autoridades científicas-médicos- y los testimonios de personas con mucho poder político, de esta manera se manifestaron la lucha contra los falsificadores, en palabras de Juan Salas Nieto a través de un artículo de prensa:

“Curarina y su falsificación: el curare. Nuevo método alemán para preconizar remedios secretos. Si el señor Jurgens, con el fin de preconizar su inútil curare con el que ha soñado hacerse millonario, al que le hace, por su verdadera eficacia, enorme sombra la curarina, ha inventado varias calumnias entre ellas que la curarina fue inventada por mi padre i que yo le usurpé la formula…si hace 40 años como dice que mi padre prepara el curare o la curarina, si no soy yo su inventor ¿Por qué cuando yo la preparaba y la regalaba en Cúcuta i publicaba allí, en donde estaba mi padre i sabia lo que pasaba, los certificados de curaciones que me dirigían, no dijo una palabra? ¿Por qué cuando el gobierno de Santander me otorgo el premio de $2000, en 1882, en vista de los ventajosos resultados obtenidos, no se levanto una voz para disputarme…fue, después del renombre que adquirió mi curarina en Caracas con la asombrosa curación de Juan Lobo, que Jurgens, lleno de ambición i persiguiendo por todos los medios la meta del dinero, que viendo en la curarina un medicamento ya recomendado i de segura utilidad concibió el tenebroso plan de apoderarse de él e invento el medio de hacerme aparecer como usurpador de la invención” 44 .

Juan Salas Nieto debía aclarar todos los pormenores de su invento, pues él había vendido la fórmula a Henrique L Román, quien había comprado los derechos para su producción y venta en 1884. Al parecer los empresarios

44 A.H.C. El porvenir, Cartagena, junio 20 de 1884.

29 alemanes Carlos Jurgens y Hugo Wisniewski habían comprado a Juan de Jesús Salas padre de Juan Salas Nieto la fórmula para su fabricación y venta. En palabras de Nieto la curarina es el único medicamento que cuenta con el respaldo de autoridades reconocidas públicamente entre los que se encuentra el presidente Rafael Núñez, Francisco de P. Manotas, Pablo J. Bustillo y Enrique Benedetti, presidente y secretario general del Estado de Bolívar, y gobernador de la provincia de Cartagena, respectivamente. Autoridades médicas también respaldaban el invento de Nieto, según un aviso publicitario:

“Medicamento recomendado por afamados médicos de Venezuela i Colombia, premiado con $2000 por el gobierno del Estado soberano de Santander i con $ 4000 i medalla de oro por el ilustre americano presidente de Venezuela” 45

45 A.H.C El porvenir, Cartagena, julio 14 de 1884

30

Fotografía 5 Curarina de Juan Salas Nieto, 1920

31 El respaldo científico a la curarina de Juan Salas Nieto fabricada por Enrique en su laboratorio se expresaba en los distintos premios recibidos por su eficacia como antiofídico y los testimonios de médicos y políticos. Nos preguntamos entonces: ¿Por qué el gobierno de Cúcuta concede una patente a los señores alemanes para fabricar y vender el medicamento? Tal vez se le concede por la admiración y respeto que se sentía con los extranjeros en ese momento, a ello se le suman los conocimientos empíricos que podían tener otras personas sobre las propiedades terapéuticas de la aristolochia y sus diferentes especies, pues según cuenta el padre de Nieto conocía la fórmula del curare hacía más de 40 años y según había transmitido a su hijo sus conocimientos sobre estas plantas. El pleito de la falsificación tiene dos aristas, la primera es quién inventó el medicamento y la segunda quién tiene el derecho exclusivo para su producción y venta. Lo cierto es que Juan Salas Nieto había vendido los derechos de fabricación a Román y él dio forma de especialidad farmacéutica a la preparación, y fabricándola en grandes cantidades la lanzó al comercio sostenido desde 1884. Además se había encargado por medios publicitarios prevenir a su clientela de la falsificación alemana:

“Pídase el folleto con las certificaciones cuidado con las imitaciones alemanas, laboratorio y agencia central” farmacia Román”.Con el nombre de curare de Juan de Jesús Salas, pretenden unos alemanes radicados en Cúcuta, sorprender a los incautos, queriendo hacer aparecer que ese es el verdadero antídoto contra los venenos animales i tienen la audacia de publicar los certificados como dirigidos a ellos. Esto prueba que el citado curare no es mas que una inerte i odiosa falsificación con que dichos alemanes pretenden explotar a la humanidad” 46

Curarina o curare eran nombres vernáculos con los que se le conocía a las distintas especies de arsitolochia ubicadas en la región de los santanderes. Durante el siglo XIX, el específico llamado curarina al igual que otros específicos elaborados por boticarios y farmaceutas, tuvo que competir con los

46 A.H.C. El porvenir, Cartagena agosto 13 de 1884.

32 medicamentos producidos por yerbateros y curanderos47 . Estos actores y sus medicamentos eran la única posibilidad que tenía la población de los distintos centros urbanos y rurales de solucionar sus problemas de salud. El comercio de las fórmulas secretas y específicos patentados fue una práctica muy extendida entre médicos y boticarios, situación que se debió en parte a la precariedad de las instituciones médicas y a la inexistencia de una legislación sanitaria capaz de controlar la calidad de las preparaciones y su venta durante ese periodo.

Durante las primeras décadas del siglo XX, el pleito por la falsificación del medicamento curarina aún continuaba, pero esta vez no eran solo los alemanes, sino también las hermanas del señor Juan Salas Nieto, y una imitación preparada en Guatemala por un señor Sierra. Las imitaciones eran despachadas en envase de tamaño y figuras iguales a los que usaba la curarina preparada por el farmaceuta Román en su laboratorio, incluyendo las etiquetas y forros:

“El preparador guatemalteco, engaña al público diciendo que su curarina es preparada conforme a la receta original, ella no puede ser otra que inventada por Juan Salas Nieto, la que obtuvo fama y renombre desde el año de 1883 durante las festividades centenarias del libertador por medio del numeroso y respetable cuerpo diplomático acreditado ante el gobierno de Venezuela….es la curarina de la que habla el eminente medico colombiano Evaristo García en su notable ”Los ofidios venenosos del Cauca”, esa misma curarina es la que menciona el escritor francés Felix Serret en su obra Voyage en Colombia…la curarina de Juan Salas Nieto, anda conocida al público desde el año de 1883 y el señor Sierra lanza su

47 Los específicos que podemos llamar de primera generación conservaban denominaciones fantásticas o presumían con alusiones científicas ligadas al nombre del inventor. Los criollos –legos y médicos aprendieron a imitar los siropes franceses con todo y etiquetas, y también a bautizar los remedios con su apellido. Ver ARANGO, Leonidas. Los específicos: un prodigio en cada frasco. En: MÁRQUEZ, Jorge y GARCÍA, Víctor. Poder y saber en la historia de la salud en Colombia. Medellín, Lealon, 2006.pp. 99-126.

33 imitación el año de 1904, la única legítima es la preparada por H L Román e Hijos” 48 A finales del siglo XIX, la curarina fabricada por Román fue exportada a países de Centroamérica entre los que figuraban Panamá y Guatemala, así mismo a países como Estados Unidos, Francia y Venezuela 49 .Por ello no es extraño el hecho de la falsificación en países como Guatemala. En vista de la falsificación de la curarina, Román registró ante el Ministerio de Fomento de éste pais las marcas comercializadas entre las que figuraba la curarina de Juan Salas Nieto, vermífugo Román y depurativo compuesto de Manuel Román y Picón 50 . De igual forma lo hizo en Venezuela, pidió al poder ejecutivo del hermano gobierno la protección y garantía de la marca de fábrica titulada ”curarina de Juan Salas Nieto”, confiriendo poder especial a Guzmán Alfaro vecino de Caracas para el cumplimiento de las instrucciones necesarias 51 . Pero mientras esto sucedía en Guatemala y Venezuela, en Cúcuta los familiares de Nieto continuaban desafiando la exclusividad de Román para fabricar la curarina:

“Los derechos legítimos adquiridos. Los señores L. H Román e hijos en el desenvolvimiento natural de los negocios de droguería establecieron en Cúcuta una agencia general para la venta de la famosa curarina……pero sucedió que en Cúcuta unas hermanas del señor Nieto comercializan dicho producto con el nombre curarina , debido a esto estamos recordándole al publico en general como fue que Román obtuvo los derechos de fabricación y venta del especifico.., el padre de Juan Salas Nieto era lo que se llama en

48 Los laboratorios Román tenían a su servicio a un farmaceuta alemán, llamado Henry Ruber, quien envió varias muestras de la curarina a su país de origen para que las estudiaran, con resultado sorprendentes. Era desinfectante, aliviaba la erisipela y las picaduras de insectos y ofidios y combatía la gangrena, entre otras cualidades cuando este profesional alemán retornó a su tierra, montó un laboratorio en Stuttgart, su ciudad natal, llamado “Curarina Laboratorio”. Se supo que la curarina fue usada, también, por los alemanes en la segunda guerra en sustitución del merthiolate, en algunas regiones. Y obtuvo medalla de oro en la exposición del progreso industrial efectuada en Roma, solo la aparición de la penicilina le restó la importancia que tuvo. Ver El porvenir, Cartagena, enero 7 de 1914. Entrevista a Teresita Román de Zurek, junio 13 de 1998. 49 A.H.C. El porvenir, Cartagena, febrero 8 de 1905. 50 A.H.C. Protocolo notarial, escritura pública Nº 120, Cartagena, febrero 23 de 1915. 51 A.H.C.Protocolo notarial, escritura pública Nº 612, Cartagena octubre 30 de 1917.

34 lenguaje popular un curandero de culebra: es decir un individuo conocedor de determinadas plantas y brebajes poseedores de virtudes curativas, Juan Salas Nieto heredo estos conocimientos empíricos de su padre..el señor nieto se limitaba a preparar algunas botellas de su especifico y venderlo en pueblos y ciudades….pero la suerte del señor Nieto estuvo en haber conocido a don H L Román, el progresista empresario, fue el señor Román quien dio forma de especialidad farmacéutica a la preparación y quien fabricándola en grandes cantidades lo lanzo al comercio sosteniendo desde hace ya 30 años una activa propaganda…nieto declara que es el inventor único del especifico, pero que vendió a H L Román los derechos de propiedad exclusiva sobre el preparado…esta marca esta legalmente reconocida en propiedad de los preparadores en la ciudad de Cartagena” 52 .

Para concluir este punto podemos decir que la figura del farmaceuta Román representa por un lado, el proceso de recepción y apropiación de los descubrimientos científicos europeos a finales del siglo XIX, especialmente los relacionados con el uso y preparación de nuevos medicamentos para combatir determinadas enfermedades, modernización de los laboratorios en industrias farmacéuticas y ensanchamiento de la producción, legislación sobre producción farmacéutica y lucha por la exclusividad, situación que generó cambios en la práctica de la farmacia; y por otro lado representa, la apropiación de los conocimientos en materia de plantas medicinales que manejaban las comunidades locales, tal es el caso del curandero Nieto y la curarina, cuyos conocimientos se han transmitido de generación en generación, poniendo en cuestionamiento algunas reglas sobre las cuales descansa la ciencia moderna, una de ellas es atribuirle a determinados científicos, descubrimientos e inventos como si estos fueran el resultado solo de su esfuerzo personal. En el caso de los actuales países periféricos si nos remontamos a la época prehispánica nos daremos cuenta que muchos de los conocimientos sobre plantas medicinales patentados en Europa, eran conocidos de manera empírica por las diferentes

52 A.H.C. El porvenir, Cartagena, junio 13 de 1916.

35 comunidades indígenas del Nuevo Mundo y transmitidos de manera oral a los viajeros y científicos europeos. Los indígenas conocían el valor terapéutico de muchas especies entre ellas la arsitolochia 53 . De esta manera, la farmacopea europea a través de un proceso de apropiación, tradujo los saberes locales a un saber universal, es decir, incorporó en otro marco de referencia los saberes de las comunidades locales, patentado y comercializando su arsenal terapéutico, un ejemplo de incorporación y traducción en otro lenguaje lo podemos observar en las clasificaciones linneanas como género o especie o conceptos propios de la medicina europea como profiláctico, febrífugo, hemostático, entre otros. 54

Durante el siglo XIX, boticarios y farmacéuticos depositaban su confianza en las múltiples plantas indígenas, entre las que se encuentran plantas exóticas como: guayaco, bálsamo de Tolú, zarzaparrilla, vainilla, bálsamo de copaiba, aristolochia, ipecacuana, quina entre otras. De plantas como éstas se elaboraron en Europa medicamentos destinados a curar múltiples enfermedades, de esta manera el saber de las comunidades locales americana contribuyó a ampliar los conocimientos terapéuticos de ese momento.

El boticario de oficina debía seguir con atención las transformaciones de las ciencias farmacológicas (un descubrimiento, una invención y un perfeccionamiento técnico, inclusive nuevas legislaciones profesionales). De

53 Plantas medicinales entre muchas eran la canchalagua, la quina empleada como febrífugo, el higuerón, la ipecacuana se usaba con frecuencia como disentérico, la jalapa hacía las veces de purgante drástico, especies de cucurbitáceas utilizadas como vermífugas o diuréticas, bálsamo de Tolú y zarzaparrilla. Ver DIAZ PIEDRAHITA, Santiago. Op.cit. Pág. 8-10. 54 Mauricio Nieto examina las relaciones entre los saberes locales y la ciencia ilustrada. Él anota, que si bien los cronistas reconocían que el conocimiento de las virtudes de las plantas americanas dependían de las comunidades locales, éstas según los cronistas poseían un conocimiento sin justificación racional y, por lo tanto era necesario que estas plantas fueran incorporadas a los sistemas de clasificación europeos y que sus virtudes terapéuticas fueran interpretadas a la luz de las doctrinas de la medicina tradicional europea. Véase NIETO Mauricio. “Remedios para el imperio: de las creencias locales al conocimiento ilustrado en la botánica del siglo XVIII”. en OBREGÓN, Diana (ed.), Culturas científicas y saberes locales. Op.cit., pp.89-102.

36 esta manera el boticario de oficina, morteros y yerbas, debía transformarse en un personaje de múltiples aspectos: el farmacéutico, preparador y vendedor de medicamentos, pequeño comerciante y gran industrial, sabio de laboratorio y hombre de negocios de nivel internacional. Esta asombrosa disponibilidad se explica indudablemente por la evolución misma de la ciencia farmacéutica, especialmente el desarrollo del nuevo arsenal terapéutico. Los cambios de la ciencia farmacéutica en Europa, fueron recibidos y apropiados de manera particular por los médicos, farmaceutas y boticarios de nuestro país.

La lucha por la exclusividad de la producción y venta de ciertos medicamentos, eran los elementos que anunciaban el advenimiento de los tiempos modernos en el saber de la farmacia, la práctica de éste saber ya no estaba circunscrita a las preparaciones oficinales ordenadas por los médicos. Los farmacéuticos actuaban no solo en la cabecera del enfermo diagnosticando y recetando sino también entendiendo que la elaboración de fármacos debía ir mas allá de los estantes de aquel viejo boticario, los pocos farmaceutas de la nación colombiana tenían claro la necesidad de ensanchar la producción farmacéutica y hacerle frente a la competencia extranjera, pero para ello debían seguir los lineamientos de la producción de países como Francia. De ahí la necesidad de aplicar ciertas estrategias que garantizaran la producción y venta de sus productos, entre las que tenemos, la búsqueda de una patente para producir un específico, el reconocimiento de autoridades científicas y con poder político, y la modernización de la infraestructura de sus establecimientos (maquinaria, bases químicas, apropiación de nuevas fórmulas y descubrimientos y calificación del personal).

1.3. Construyendo la autoridad de un farmaceuta: testimonios, testigos y artefactos

Desde la segunda mitad del siglo XIX, en la ciudad de Cartagena se fueron incorporando lentamente nuevas prácticas científicas relacionadas con el ejercicio de la farmacia. Prácticas que a su vez involucraban otros saberes como la medicina, la economía y la política. Una de estas prácticas fue la exposición de testimonios de médicos, comerciantes y políticos a través de la

37 prensa comercial. Esta práctica representa una nueva forma de legitimar el saber del farmaceuta, pues ella construye consenso y permite configurar unas reglas de juego bajo las cuales se examinan los nuevos conocimientos o inventos producidos en la farmacia.

Los testimonios de médicos, comerciantes y políticos-personas expertas o prominentes- se constituyen en voces de autoridad indispensables en el proceso de legitimación de conocimientos, al mismo tiempo que fomentan la diferenciación, exclusión y especialización de los distintos saberes y sujetos portadores de ellos. De un lado, saberes expertos y de otro, simplemente representantes de lo no experto, pertenecientes al mundo de la charlatanería, la ignorancia y el engaño. Entre los primeros tenemos a los farmaceutas, en un punto intermedio los boticarios, quienes más tarde pasarían al lado de los yerbateros, que representan lo no oficial y lo no experto. De esta manera la retórica de los distintos actores facilitaría el proceso de institucionalización del saber de la farmacia en primera instancia por el establecimiento de unas reglas de juego para el ejercicio de la misma, y posteriormente, por las leyes que regulan la profesión.

Es mi interés mostrar en esta sección cómo los testimonios de los actores forman un consenso sobre una práctica científica y reconocen la autoridad del farmaceuta Henrique Luis Román, como sujeto inventor y productor de medicamentos. Las voces de los actores expertos y el público consumidor representan una “tecnología literaria” útil para producir y validar conocimiento, ya que permite reunir consenso y delimitar dominios seguros en relación con otros más inciertos 55 . Los testimonios funcionan como un medio de objetivación colectivo en la producción de conocimiento, es decir, se muestra al

55 Para desarrollar esta sección me he apoyado en Steven Shapin, tomando dos conceptos fundamentales de su trabajo: la tecnología literaria y material, los cuales hacen referencia tanto a los discursos-actores humanos- como a los instrumentos-actores no humanos- que comunican la ciencia, ambas tecnologías según Shapin tiene un carácter social. SHAPIN Steven. “Una bomba circunstancial. La tecnología literaria de Boyle”, en Cuadernos del Seminario N 78, Bogotá, Universidad Nacional, 1995, pp., 41-82.

38 conocimiento como algo público que se construye colectivamente y que es producto de prácticas sociales 56 .

En este trabajo nos vamos a referir a tres tipos de actores. Dentro de una primera división están los actores expertos- médicos, comerciantes y políticos-, en una segunda división encontramos el público consumidor- usuarios de los productos Román- y por último los artefactos- el laboratorio y los frascos-, pues ellos también juegan un papel importante en la consolidación de un conocimiento confiable. Los artefactos hacen parte de una “tecnología material” que se inscribe dentro de una tecnología literaria que a su vez es social. En este sentido el proceso de construcción de conocimiento y de autoridad implica una estrecha relación entre lo social y lo material, es decir, entre lo humano y lo no humano.

Pasemos ahora a ver cómo operan las diferentes tecnologías- testimonios de los distintos actores- en la construcción de un consenso a favor de Román y su producción farmacéutica, en especial del medicamento “Curarina Román”. Describiremos cómo los actores representan niveles distintos de legitimidad. Los expertos, por ejemplo, respaldan la composición química, la legitimidad de Román y el Laboratorio para producir Curarina Román y su eficacia para combatir ciertas enfermedades, lo que también aplica para otros productos del Laboratorio. Por su parte, el público consumidor respalda los efectos curativos de las distintas composiciones producidas en el Laboratorio. Ambos actores juegan un papel importante en el incremento de las ventas del producto en numerosos establecimientos farmacéuticos y comerciales.

Vamos a examinar algunas propagandas seleccionadas entre las publicadas en la prensa comercial, y los debates que se suscitaron alrededor del tema de la legalidad y la falsificación de la Curarina Román. Esta polémica cobró fuerza entre 1890 y 1916, en la región de la Costa Caribe, y sus ecos se sintieron en el resto del país y algunos países del continente americano. Así mismo serán objeto de atención las cartas y opiniones de actores expertos y público

56 LATOUR Bruno. La esperanza de Pandora: ensayos sobre la realidad de los estudios sobre la ciencia, Barcelona, Gedisa, 2001.

39 consumidor publicadas en la prensa, las actividades desarrolladas por Román en el Laboratorio, el diseño de los frascos y las ferias populares rurales, donde daba a conocer sus nuevos inventos y/o productos farmacéuticos.

1.3.1Testimonios de actores expertos: médicos, comerciantes y políticos

Para Henrique Luis Román el ejercicio de la farmacia se constituyó en una tarea compleja en la que se debía dejar claro quién tenía la autoridad para producir medicamentos. Una de sus estrategias fue la lenta recepción y apropiación de las formas de producción farmacéutica francesa, especialmente lo relacionado con las nuevas técnicas para producir medicamentos; esta incluía la presentación de los medicamentos en forma de píldoras, pastillas y tabletas. Ello implicó importar artefactos(entre los instrumentos importados por Henrique Román figuran: corchos para botellas, cuenta gotas, morteros de composición, espátulas de vidrio, jeringas de vidrio, pesa-licores Castier, pesa- jarabes Castier, cajas de cartón vacías para píldoras, embudos de vidrio, medidas de cristal graduadas, termómetros clínicos, barómetros, entre otros) que le permitieran ejercer una farmacia similar a la de Europa 57 . Otra estrategia fue implementar la manera en que los medicamentos se daban a conocer a los potenciales consumidores, como lo ilustraban los avisos publicitarios de los medicamentos extranjeros y los libros de medicina y farmacia. De esta manera, el farmaceuta Román decidió acogerse a las nuevas formas de hacer ciencia, imitando a los laboratorios de producción farmacéutica europea en la producción de medicamentos propios del Laboratorio Román. Por ejemplo, un producto francés era anunciado así:

“Productos de la casa J.P. Laroze. Aprobados por la Junta de Higiene del Brasil, calle de los Lions-Sant-Paul, N 2 Paris. Jarabe Depurativo de corteza de naranja amarga con yoduro de potasio, remedio infalible contra las afecciones escrofulosas, tuberculosas,

57 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 10 de marzo de 1890.

40 cancerosas y reumáticas, los tumores fríos, las glándulas del pecho, los accidentes sifilíticos secundarios y terciarios” 58

El medicamento de Román fue anunciado de manera similar en el mismo periódico:

“Depurativo compuesto de Manuel Román y Picon. Contra las afecciones humorales y sifilíticas: ulceras en las piernas y garganta- reumatismo-afecciones de la piel, superior a todos los depurativos y zarzaparrillas extranjeras” 59 .

En el caso de Román hay una estrategia específica: la apropiación de los saberes alternos en materia de plantas medicinales. Esto fue lo que hizo con la planta medicinal aristolochia, con la que produjo la Curarina Román. A través de ella pudo ganar una amplia clientela entre la población rural, pues era conocida en el medio y utilizada frecuentemente como un antídoto contra las picaduras de serpientes y como febrífugo, contra las fiebres palúdicas entre otros usos. Para que este proceso de apropiación y posesión se estableciera como conocimiento debía crearse un consenso por medio de una red de cooperantes que hicieran posible y legítima la producción y la venta de la Curarina Román por parte del Laboratorio Román.

Los testimonios de los expertos le garantizaban a Román el poder para producir, inventar y vender medicamentos en la región de la Costa Caribe, en el interior del país y exportar a otros países. Dentro de la red de actores cooperantes a favor de Román se encontraba la autoridad médica, a quien correspondía certificar la calidad de los medicamentos producidos por Román. Pero más que realizar un examen químico para analizar su composición y sus posibles propiedades terapéuticas, el sólo discurso médico registrado a través de unas cartas y opiniones publicadas en la prensa se traducía de inmediato en una certificación que respaldaba las acciones de Román en materia de producción farmacéutica. En una carta fechada el 14 de octubre de 1899,

58 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 11 de diciembre de 1887. 59 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 11 de diciembre de 1887.

41 publicada un tiempo después en la prensa local, el distinguido medico cartagenero Lascario Barbosa escribió:

“Conozco los procedimientos que emplea el señor Henrique L Román en la preparación del vino de quina que ha llamado quina- Román, el que contiene bajo forma de elixir vinoso de sabor agradable el extracto de las quinas gris, roja y amarilla y no vacilo en recetarlo a mi clientela al igual que cualquier otro vino o elixir de procedencia extranjera”60

El insigne medico antioqueño Manuel Uribe Angel presidente de la Academia de Medicina de Medellín, miembro de varias sociedades científicas de Europa, y dueño de una botica en Medellín se refirió a uno de los productos del Laboratorio Román en estos términos:

“La viruela ha cesado Dios nos ha preservado de este azote, la actividad de los empleados y los esplendidos efectos producidos por la curarina que fue el remedio empleado contribuyeron a aquel resultado” 61

El respaldo de las autoridades médicas al farmaceuta Enrique L Román no era sólo de carácter científico, pues lo que estaba en juego eran los intereses comerciales y la lucha por mantener el control y monopolio sobre la venta de los productos en la región y en especial asegurar los derechos de propiedad y explotación de la famosa “Curarina Román”. De este modo se dio una cooperación entre las dos instituciones, la medicina representando la ciencia moderna y la industria farmacéutica, su materialización. Eran prácticas sociales donde se ponían en juego saberes e intereses distintos, cuyos resultados reflejan la construcción de nuevas formas de conocimientos y sujetos portadores de ellos.

60 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 19 de octubre de 1900. 61 A.H.C. E l Porvenir, Cartagena, 26 de octubre de 1895.

42 En este sentido, el reconocimiento otorgado por los médicos a la Curarina y otros productos del Laboratorio, se extendía a Román, y lo autorizaba y legitimaba para establecer relaciones comerciales con una red integrada por médicos, boticarios y comerciantes. Los testimonios de los médicos publicados en la prensa deja ver que los motivos que mueven a quienes practican las ciencias naturales involucran otro tipo de intereses que traspasan los límites de la ciencia que los alberga. La importancia de estar dentro de una red de cooperantes era compartir intereses científicos y comerciales. El respaldo de actores expertos como los médicos otorgaba criterios más seguros para reconocer la autoridad de los farmaceutas en materia de producción farmacéutica.

Por otra parte, los comerciantes también se constituyeron en portavoces del proceso de establecimiento de autoridad por medio de la suma de testimonios con credibilidad. En este sentido, los comerciantes de diferentes lugares del país pertenecientes a la red de compradores y distribuidores de los productos del Laboratorio Román participaron en la polémica sobre falsificación y legitimidad de la producción de la “Curarina Juan Salas Nieto”. Con ello los comerciantes también trataron de respaldar sus propios intereses y prestigio como expertos en el tema de farmacia y comercio de medicamentos, ya que cuando las propiedades terapéuticas de un medicamento son puestas en duda, está en juego su crédito de comerciante. Los comerciantes de distintas regiones del pais respaldaron la autoridad de Román para producir y vender medicamentos. A través de cartas publicadas en la prensa, daban testimonio de la eficacia de los medicamentos vendidos en sus establecimientos, presentaban casos de clientes enfermos y curados con los productos Román.

Los comerciantes Cadena Hermanos desde la ciudad de Bucaramanga, en carta fechada el 9 de diciembre de 1897 dicen:

“Por acá se ha estado empleando la Curarina de Salas Nieto como profiláctica de la viruela y parece que ha dado buenos resultados” 62

62 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 4 de octubre de 1901.

43

El comerciante E Rodríguez de Montería, Bolívar, en carta fechada 26 de mayo de 1898 dice:

“En marzo último fue atacado de viruela Manuel León y la madre de éste así como los sirvientes de ellos, les mande un frasco de Curarina de Juan Salas Nieto y León que comenzó a usarlo inmediatamente se puso bueno en 48 horas…la madre de León, que enfermó al mismo tiempo que el hijo y la sirvienta..que no quiso tomar el remedio, se mantuvo en cama con la viruela más de quince días” 63

En lugares apartados de los centros urbanos algunos boticarios eran al tiempo comerciantes. Tal son los casos de E Rodríguez, quien se había graduado como boticario en el Laboratorio de Henrique L Román, y ejerció como comerciante y boticario en Montería, Cesáreo Chacón lo hizo en la población de Turbaco, Bolívar, Cayetano Rosini, en la población de Soplaviento, Bolívar, y Manuel Ezequiel Navarro boticario de Honda, Tolima. Este tipo de comerciante era comprador de los productos del Laboratorio Román, al tiempo que se surtía de las materias primas (bases químicas importadas) para la confección de medicamentos ordenados por los médicos en las diferentes poblaciones.

La figura de comerciante- boticario era la señal de la decadencia del oficio de boticario, es decir, los boticarios y sus boticas habían quedado reducido a mero oficio de vendedor de medicamentos o preparador de fórmulas magistrales para los médicos en las poblaciones rurales, su autonomía para preparar medicamentos se fue perdiendo a medida que emergía el farmaceuta, profesional en la materia.

La división entre farmaceutas y boticarios se hacía más fuerte, ya que a los primeros se les reconocía dentro de la comunidad de expertos y frente a las

63 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 4 de octubre de 1901.

44 autoridades civiles locales como los autorizados para ejercer la farmacia. La lucha entre farmaceutas y boticarios se hizo sentir a través de la necesidad del primero en hacer respetar su nuevo espacio de trabajo “el laboratorio” en el cual las técnicas y los artefactos se constituían en actores de una nueva práctica de la farmacia que cobraba fuerza en los espacios urbanos.

La lucha entre farmaceutas y boticarios por hacer respetar sus espacios e instrumentos fue una larga disputa que cobró fuerza a finales del siglo XIX y principios del XX. Las leyes establecidas a principio del siglo XX, darían cierta autoridad al farmaceuta para intervenir en la clasificación del personal que podía ejercer la profesión de farmaceuta y el oficio de boticario. Decisiones que tomaban los médicos anteriormente. El oficio intermedio de boticario se mantuvo debido a la lenta formalización de la carrera de farmacia en las universidades y la necesidad de cada población rural de tener a la mano un boticario de cabecera que resolviera sus problemas de salud.

Algunos políticos y amigos del farmaceuta Román, participaron como testigos y jueces capaces de reconocerlo como una autoridad en materia de producción de productos farmacéuticos. Tal es el caso de Julián Arango, representante al congreso por el departamento de Boyacá, quien en carta fechada 26 de octubre de 1898 dice:

“En muchas ocasiones he aplicado la Curarina de Juan Salas Nieto contra la viruela y las fiebres palúdicas y he obtenido resultados satisfactorios aun en los casos de viruela de forma maligna” 64 .

Desde la población de Tolú, le escribe Miguel González F, una carta fechada 23 de julio de 1884 que dice:

“Ricardo vino como enviado del cielo. Tenia a uno de mis hijos Carlos, bajo la influencia de una fuerte fiebre hacia mas de veinte i seis horas; hice que lo viera, i alarmado por el estado de postración

64 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 30 de mayo de 1990.

45 en que se hallaba el niño, dispuso administrarle la curarina Juan Salas Nieto, se le dio al niño una cucharadita a las cinco de la tarde i a las ocho de la noche que tomó otra vez, la fiebre había bajado considerablemente, a las diez ya no tenía fiebre, estaba despejado y hablándonos. Yo me quedé sorprendido ante el efecto rápido de ese medicamento i le estoy profundamente reconocido a Ricardo i al inventor de tan heroico remedio. Loado sea Dios” 65

Posiblemente el político Julián Arango conoció a Henrique L Román, durante los años de ejercicio en la política de este último, quien fuera gobernador del departamento de Bolívar en 1890, 1892, 1906 y 1922 y elegido congresista en 1898. Las relaciones sociales establecidas entre uno y otro bastaron para que Julián reconociera la autoridad de Román en materia de producción farmacéutica. En el caso de Miguel González se nota una profunda cercanía a la familia del farmaceuta, pues el señor Ricardo al que hace referencia en la carta, es el hermano de Enrique, además existen algunos documentos sobre los boticarios graduados en el Laboratorio, donde se hace referencia a un señor llamado Manuel González de Cartagena, quien se graduó como boticario en el Laboratorio Román, y quien al parecer era pariente de Miguel 66 .

En el proceso de reconocimiento de autoridad sobre el farmaceuta Román, las fronteras entre los saberes expertos son difusas, lo que se evidencia con la participación de médicos, comerciantes y políticos al interior de la red de cooperantes, allí se comparten intereses científicos y comerciales, pero primando mas los intereses comerciales que los científicos. Los testimonios de médicos, políticos y comerciantes de distintos lugares buscaban proteger sus relaciones e intereses, por ello certificaban la eficacia de la Curarina y demás productos del Laboratorio.

65 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 17 de agosto de 1884. 66 A.H.C. Diario La Semana, Cartagena, 12 de enero de 1935 No. 155, p. 1-2. Esta publicación fue dedicada a la celebración del Centenario de la botica y el Laboratorio Román.

46 El ejercicio de la ciencia en el siglo XIX, requería de la práctica de los testimonios para legitimar las ideas y/o proyectos de los distintos sujetos. Los testimonios le daban un carácter colectivo, le comunicaban a un público general el conocimiento que se quería poner en circulación. Es decir, reconocer la autoridad de Román para producir medicamentos. De lo que se trata entonces, es de mirar cómo se construye un nuevo sujeto, el farmaceuta, a partir del establecimiento de nuevos discursos, que buscan el consenso general y construir una comunidad de expertos.

1.3.2 El público consumidor y sus testimonios

Las voces de las personas que habían usado alguno de los productos Román, eran respaldadas, la mayoría de las veces, por un experto, por lo general, médicos, comerciantes-boticarios. Estos testimonios fueron publicados en el periódico El Porvenir de la ciudad de Cartagena 67 .

El señor Jose Fayad durante su estadía en la ciudad de Cartagena, dice lo siguiente en una carta del 5 de agosto de 1911:

“Un deber de gratitud y un acto de justicia me mueven a dirigir a ustedes la presente que espero sea también para provecho de muchos enfermos que se creen incurables, se trata del efecto verdaderamente maravilloso que ha efectuado en mi el depurativo compuesto Román que ustedes preparan. Inválido después de

67 El periódico El Porvenir es la fuente principal de este trabajo, fue fundado el 3 de junio de 1877 por Antonio Araujo León. Éste diario se convirtió en la tribuna y principal órgano de expresión del Dr. Rafael Núñez y del movimiento político regenerador por él organizado. Lo que indica las posibles ventajas que tuvo personalidades como Henrique Román quien era cuñado de Rafael Núñez. Su laboratorio contaba con publicidad permanente en este diario, además de la circulación de sus discursos cuando fue gobernador del departamento de Bolívar y demás cargos públicos asumidos entre 1886 y 1922.En el año de 1927, El Porvenir celebró sus bodas de oro con una edición extraordinaria de 120 páginas; así mismo, el concejo municipal cambió el nombre de la calle de San Agustín donde funcionaban los talleres y oficinas del periódico, por el de “Calle de El Porvenir” como homenaje oficial de la ciudad a éste diario. En 1928, el periódico fue trasladado a Barranquilla hasta el año de 1930 fecha en que dejó de existir. Véase al respecto LEMAITRE Eduardo. Historia general de Cartagena, Tomo IV, Cartagena, Banco de la República, 1983, p.407.

47 largos meses de inútiles tratamientos y después de muchos largos días de crueles sufrimientos pasados en este hospital, tratado inútilmente por el COG. Tal vez por habérseme enquistado la inyección y no llego a ser absorbida, ya en la mayor desesperación comencé a tomar el depurativo y hoy me siento feliz al practicarles mi salida del hospital completamente cerradas las úlceras que tenia en la cabeza, en los pies y en la nariz, que temía perder dejando para siempre desfigurado mi rostro. Pueden certificarlo los médicos del hospital doctores Nicolás Macario Páez y Felipe B Sánchez, así mismo todos los practicantes, demás empleados de él, que han sido testigo y tanto de mis largos sufrimientos como de mi radical curación. Sírvanse, señores, recibir la expresión de mis mas profundo reconocimiento y dar sus órdenes a Bogotá, para donde sigo hoy, a su deseoso servidor, Jose Fayad. Certifico ser verdad lo expuesto por el señor Jose Fayad. Felipe B Sánchez” 68 .

Los testimonios de las personas curadas con los diferentes productos del Laboratorio reafirman la opinión de los expertos sobre la autoridad de Román en materia de conocimientos de farmacia, la eficacia con que actuaban sus productos en enfermedades como la viruela, brotes de la piel, picaduras de serpiente, cólera, fiebres palúdicas entre otras, le daba seguridad, crédito como productor e inventor de medicamentos. En este sentido la multiplicación de los testimonios dados por expertos y no expertos, era el signo de que las declaraciones se relacionaban con una realidad, es decir, los múltiples testimonios constituían activamente una práctica que legitimaba las acciones de los farmaceutas. Román usaba frecuentemente los testimonios para defenderse de otros comerciantes y farmaceutas que pretendían fabricar los productos sobre los cuales el tenia posesión.

Las ferias fueron lugares donde Román llevaba sus productos, en especial las poblaciones como Mompox y Magangué, allí daba a conocer todo su arsenal

68 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 10 de enero de 1914.

48 en materia de productos farmacéuticos, como lo deja ver en sus avisos publicados en la prensa:

“A la próxima feria de Magangué en junio la farmacia Román llevará no sólo sus reputadas especialidades, sino un surtido completo general de drogas y medicinas que antemano ofrece a sus clientes. Se encontrarán a la venta la curarina Román, jarabe de rábano yodado y otras medicinas y especialidades” 69 .

Las ferias eran una de las formas de organización del comercio, que les permitió a muchos empresarios penetrar en una población, cuya ubicación geográfica hacía difícil poder acceder a los diferentes productos comerciales. A ellas asistían un buen número de personas alejadas de los centros de ventas, por lo que estas fueron una de las más importantes actividades del comercio ínter- local.

Las ferias eran actores en vivo, allí los consumidores reconocían a Román y sus productos como los más eficaces para combatir las enfermedades que los azotaban. El público consumidor incluía la población de escasos recursos, generalmente ubicada a orillas de los ríos y expuesta a contraer enfermedades. Los productos publicitados en las ferias eran entregados en ocasiones a bajo costo a dicha población. Los medicamentos de Román rivalizaban con la producción de yerbateros, curanderos a los que recurrían con frecuencia los habitantes de las poblaciones alejadas de los centros urbanos como Cartagena. En este sentido, la feria al igual que el laboratorio y los otros testigos fomentaban la exclusión y diferenciación de los saberes, pues a las ferias sólo podían llevar sus productos el personal experto. Román era uno de los farmaceutas investido con autoridad para llevar productos farmacéuticos a esas regiones. Los testimonios de las ferias, se suman de esta manera a la consolidación de una práctica farmacéutica.

69 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 14 de mayo de 1896.

49

1.3.3 El papel de los artefactos en la construcción de autoridad: laboratorio y frascos

Los actores no humanos jugaron un papel importante en el proceso de construcción de autoridad 70 . Dentro de esta “tecnología material” tenemos, el laboratorio y los frascos. El Laboratorio Román se convirtió en un actor cuya función era dar a conocer los procesos a través de los cuales se llegaba a la producción de los productos farmacéuticos, ser el espacio idóneo para la preparación de medicamentos y transmitir confianza en las nuevas prácticas farmacéuticas. El laboratorio era un actor no humano que se encargaba de respaldar los testimonios de los actores humanos, es decir la opinión de médicos, comerciantes y políticos. Ambos actores habían logrado con sus discursos reconocer en la autoridad de Román conocimientos fecundos en farmacia.

Los procedimientos realizados por Román en el laboratorio eran conocidos por todos aquellos que se acercaban a ese espacio social, allí tanto los aprendices como el público consumidor veían desde el mostrador los procedimientos para producir los medicamentos.

Lascario Barbosa un distinguido médico cartagenero afirma al respecto:

“Conozco la fórmula y los procedimientos que emplea el señor Enrique L Román en la preparación del vino de quina, que ha llamado quina Román, el que contiene bajo elixir vinoso de sabor agradable, el extracto de la quina gris,

70 Bruno Latour, sociólogo de la ciencia, estudia el papel que juegan los artefactos dentro de las prácticas científicas y el proceso de construcción del conocimiento científico. Hacer ciencia es un proceso donde no solo participan biólogos, botánicos, ingenieros, etc., sino también los artefactos, es decir, los llamados actores no humanos, quienes intervienen en la representación de la ciencia, comunican una supuesta verdad. Estos artefactos incluidos el laboratorio en palabras de Latour tienen historia, flexibilidad, cultura, sangre. En ese sentido, un mapa, un termómetro nos hablan de la ciencia que se construye en un determinado periodo histórico. En pocas palabras, hay que reconocer que la ciencia es social e histórica, características que le fueron negadas por los historiadores de la ciencia tradicional. LATOUR Bruno.Op.cit.,pp.38-98.

50 roja y amarilla y no vacilo en recetarlo a mi clientela al igual que cualquier otro vino o elixir de procedencia extranjera” 71

El farmaceuta Román precisaba frecuentemente que sus medicamentos eran ejecutados en presencia de un público experto, los nombres y opiniones de los testigos, tanto como las cualidades de los productos eran publicadas en la prensa. Por lo general eran médicos, considerados testigos más dignos de fe que los campesinos de las poblaciones aledañas a la ciudad de Cartagena.

El laboratorio Román era presentado como un verdadero centro de ciencia, el espacio idóneo para la producción farmacéutica. En un artículo de prensa esta es la imagen que se representa del laboratorio:

“El laboratorio cuenta con las técnicas mas avanzadas en el mundo, utilizan los rayos ultravioletas para esterilización del agua que se emplea en la fabricación de las bebidas gaseosas así como en toda la escala de elaboración de medicinas que salen de tan afamado laboratorio…es un verdadero taller del trabajo y centro de ciencia y de talento” 72 .

Otro de los avisos publicitarios sobre el laboratorio hacia referencía a los distintos concursos a los que asistió Román con sus productos, esto es lo que se decía:

“Tenemos productos nacionales y extranjeros preparados en el laboratorio Román en todo sentido, por lo cual obtuvieron la medalla de oro en la exposición nacional de Cartagena en 1889” 73 .

La propaganda repartida en Ocaña a los clientes de las diferentes boticas decía:

71 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 19 de octubre de 1900. 72 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 30 de noviembre de 1925. 73 A.H.C. El Porvenir, Cartagena 2 de junio de 1890.

51

“En el laboratorio Román se prepara 40 especialidades farmacéuticas más, las cuales han merecido diplomas y medallas en varias exposiciones y en la última del centenario de 1910 fueron favorecidas con diplomas de honor y declaradas fuera de concurso” 74 .

Como lo habíamos anotado anteriormente, los testimonios de los diferentes actores humanos y no humanos otorgaban niveles distintos de legitimación. En el caso del laboratorio, este representaba el advenimiento de una nueva práctica de la farmacia que escapaba a los morteros y las yerbas, siendo el espacio portador de la racionalidad, de la verdadera ciencia, pues la dotación de una serie de instrumentos y artefactos sofisticados no era igualado por ninguna botica. Los testimonios sobre él emitidos así lo confirman.

Veamos finalmente cómo funciona la “tecnología material” de los frascos. Los frascos y su diseño representan una práctica ejercida por farmaceutas extranjeros desde la segunda mitad del siglo XIX, cuya aplicación respondía a la necesidad de cada laboratorio de proteger su producción de la falsificación. El farmaceuta Román se apropió de esta nueva forma de presentar la producción farmacéutica, pues era otro dispositivo que permitía la comunicación de la nueva farmacia ejercida por verdaderos profesionales. Utilizó un diseño particular de frascos para envasar sus medicamentos, provistos de etiquetas y folletos que lo hacían distinguibles de los demás productos que circulaban en el mercado, fueran estos importados o nacionales. Los frascos eran un “testimonio virtual”, es decir, producían un efecto en la mente del consumidor, pues la imagen de los frascos remitía al consumidor a una realidad que existía, ella era el laboratorio Román y el farmaceuta Román. El frasco y su diseño juegan un papel importante en la identificación de los productos, en especial de uno de ellos: la Curarina Román. Este producto contaba con su propio diseño, haciendo que el público consumidor identificara

74 Propaganda citada por MALDONADO P, Guillermo, op.cit., p 7.

52 como legítima, la producida por Román, que además contaba con el respaldo de los testimonios de los expertos.

El diseño del frasco así como los folletos que lo acompañaban, especificaba los pormenores de su producción, las tarjetas adheridas a cada frasco afirmaba sus propiedades terapéuticas. La tecnología material de los frascos fue de gran utilidad para proteger la producción del farmaceuta Román y en consecuencia asegurarse de que contaba con consumidores potenciales para los productos, pues no hay que olvidar que sus ganancias como empresario farmacéutico dependían de la venta de los mismos.

En uno de los avisos publicitarios de los productos del laboratorio, Román advierte sobre la importancia del frasco y el folleto para evitar engaños:

“Importante para evitar engaños, el que desee obtener la legitima curarina Juan Salas Nieto debe tener conocimiento sobre el tamaño del frasco y lo que reza en el folleto que acompaña cada frasco del especifico de que se trata. Así como las tarjetas adheridas a cada uno, o para mayor seguridad dirigir sus pedidos directamente o por medio de algún comisionista al señor Enrique L Román” 75

Los frascos se traducían en testimonios de una práctica que fomentaba la diferenciación en materia de producción farmacéutica y reconocimiento de autoridad. Los efectos de la tecnología material de los frascos se hicieron sentir, sobre el oficio de boticarios, pues tendrían que empezar a comprar frascos y a proteger sus intereses en el terreno del comercio para poder ganar clientela y poder sobrevivir en un medio que cada día parecía favorecer más a los farmaceutas. Y que decir de los yerbateros para quienes la práctica estaba representada en el conocimiento de las propiedades terapéuticas de algunas plantas, el uso de morteros y yerbas era suficiente para producir un medicamento en forma de emplastos, brebajes, a los que se les atribuía eficacia a la hora de combatir diversos males del cuerpo. Sobre este grupo, los

75 A.H.C. El Porvenir, Cartagena, 16 de agosto de 1896.

53 dispositivos de exclusión serian más severos, pues desconocían todas aquellas prácticas como la exposición de los testimonios, no podían asistir a las ferias y no contaban con instrumentos ni envases para comercializar sus productos, que permitía la comunicación de la nueva ciencia farmacéutica y de los cuales solo los farmaceutas eran portadores.

Fotografía 6 Medicamentos importados

Los testimonios de los actores humanos y no humanos, constituyen nuevas prácticas científicas que permiten movilizar consenso a favor de ciertos sujetos e instituciones portadoras de conocimientos y diferenciarlos de otros. Los distintos actores interactúan, se suman para un mismo propósito, construir la autoridad del farmaceuta Román. En este sentido no es muy adecuada la separación de los testigos y sus testimonios, la cual se ha hecho sólo para analizar esquemáticamente el proceso de construcción de autoridad pero ellos son parte de un mismo dispositivo. La tecnología literaria tenía también la función de crear una comunidad de expertos que fomentara la especialización, exclusión y diferenciación entre los sujetos que no hacían parte de la red. En relación con el ejercicio de la farmacia y la producción farmacéutica fijaron los límites, normas y convenciones bajo los cuales se regiría el farmaceuta. Los médicos y comerciantes se encargarían de aprobar las acciones de los

54 farmaceutas y estos últimos también tenían el deber de otorgarles respaldo en cualquier momento, pues era conveniente mantener buenas relaciones entre la red y procurar la protección de los diferentes intereses.

No debe extrañarnos entonces, que el lento proceso de institucionalización de un saber, conlleve a la creación de mecanismos o dispositivos de exclusión y diferenciación de otros saberes, éstos mecanismos pueden evidenciarse en prácticas como la exposición de los testimonios, pues cada testimonio aportaba un nivel distinto para legitimar la autoridad del farmaceuta, estableciendo con ello unas reglas de juego que debían cumplir los sujetos que querían contar con la aprobación de los expertos para ejercer la farmacia. En consecuencia las reglas de juego entre quienes querían hacer ciencia a finales del siglo XIX, incluía no solo poseer conocimientos adecuados, instrumentos y espacios idóneos, se necesitaba de un consenso y la cooperación de distintos actores que se traducían en autoridades certificadas para otorgar legitimidad. La comunidad de expertos, en especial los médicos, establecían criterios sociales de demarcación entre lo que se aceptaba como ciencia y lo que no, pues de lo contrario intrusos indeseados podrían poner en peligro la labor constructiva en pos de la credibilidad y la respetabilidad de los que ejercían legalmente la profesión de farmaceuta.

El componente institucional desempeñó un papel importante en la constitución de las sociedades científicas modernas 76 . Es decir, las instituciones médica y farmacéutica establecieron lentamente las reglas de juego para ejercer la medicina y la farmacia. Dentro de los criterios establecidos estaban: la de acreditar el tiempo en el ejercicio de la profesión, haber recibido premios, certificaciones y aprobación de personas doctas en la materia, de otras cuyo poder político los acreditara para otorgar reconocimiento a tal o cual individuo. Debían ser excluidos aquellos que seguían trabajando en secreto, en la clandestinidad de su botica y otros espacios, sin dar a conocer públicamente sus fórmulas, inventos y/o productos farmacéuticos. La investigación científica no podía concebirse sino como algo a desempeñar públicamente. Una de las

76 OBREGON, Diana. Sociedades científicas en Colombia. La invención de una tradición 1859-1936., Bogotá, Banco de la República, 1992, pp. 275-285.

55 primeras medidas tomadas por Henrique L Román fue la de establecer los derechos de propiedad intelectual y explotación exclusiva de los productos que fabricaba y lo hizo por medio de escrituras públicas:

“Curarina de Juan Salas Nieto. Importante que el público conozca los siguientes puntos de las escrituras que marcadas con los números 86 y 34 de marzo de 1884 y de 10 de junio de 1886, respectivamente otorgo a favor de Enrique L Román, ante notario publico principal de esta ciudad, el señor Juan Salas Nieto declara: que es el único inventor del especifico conocido con el nombre de curarina Juan Salas Nieto antídoto contra venenos de animales, fiebres.., que ha trasmitido al señor Henrique L Román la fórmula para su preparación…que así mismo le trasmite los derechos y acciones que el otorgante tiene como inventor sobre la expresada medicina y su expendio con el fin de que solo Román pueda fabricarla y venderla y al afecto el otorgante no reconoce no reconocerá como legitima sino la curarina preparada por el señor Román” 77 .

Ahora existía una garantía social expresada no solo en los testimonios, sino también jurídicamente en las escrituras públicas y reglas que respaldaban el ejercicio de nuevas prácticas, que conducen a la validación de unas formas de conocimiento sobre otras. Esto nos muestra las relaciones establecidas por Henrique no solo con los comerciantes y políticos de la región sino que además contaban con el respaldo de las instituciones jurídicas. El respaldo del gobierno a los farmaceutas como Henrique se vio materializado en las leyes emitidas sobre el ejercicio de la farmacia a principios del siglo XX, medidas que entrarían a definir y distinguir los aspectos estructurales o formales del consenso, es decir, permitieron determinar un criterio racional para criticar, deslegitimar los diferentes contextos empíricos 78 .

77 A.H.C. E l Porvenir, Cartagena, 16 de agosto de 1896. 78 HABERMAS, Jurgen. Problemas de legitimación del capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrosto, 1973.

56 El nuevo panorama permitía a los farmaceutas diferenciarse de yerbateros, boticarios, pues se imponía como criterio acudir a la figura de un experto, en este caso a la figura de Román y el laboratorio, símbolos que representaban la confianza y la credibilidad en una nueva ciencia hecha por expertos, caso que no aplicaba para boticarios, yerbateros, comadronas entre otros quienes representaban la sospecha, empirismo, la charlatanería y engaño al público, ellos solo evocaban las representaciones tradicionales de la salud. La deslegitimación de quines eran considerados como empíricos, es decir, la perdida de privilegios sociales de yerbateros, comadronas y boticarios conduciría a un conflicto de saberes y a la expropiación epistémica de estos sujetos 79 , pues sus conocimientos serán apropiados por las nuevas formas de producir conocimiento válido y legítimo.

La tecnología literaria, es decir los testimonios de los distintos actores, son un poderoso instrumento para construir consenso a favor de ciertos saberes y sujetos. Ella constituye una práctica farmacéutica clave en el proceso de institucionalización de la farmacia como profesión a finales del siglo XIX y principios del XX, periodo que se caracteriza por una fuerte difusión de la ciencia.

79 La lucha por la constitución de un saber, no es una lucha en el simple terreno epistemológico, es una lucha por excluir, expropiar al otro en sus diferentes fases humanas, cognitivas. Sobre el tema de conocimientos ilegítimos ver: CASTRO, Santiago, La hibris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada 1750-1816, Bogotá, Pensar, 2005, pp., 186-227.

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58 ACLIMATACIÓN Y ENFERMEDAD EN LA MEDICINA COLOMBIANA A FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX 1

María Fernanda Vásquez Valencia 2

Palabras claves

Aclimatación, aclimatacionistas, enfermedad, fisiología, adaptación, climas cálidos, salud, higiene, medicina, paludismo, fiebres, civilización-progreso, inmigración

Resumen

Con este texto se pretende poner de manifiesto qué entienden los médicos en Colombia a finales del siglo XIX y durante los primeros años del siglo XX por aclimatación y cuál es su relación con el estudio de ciertas enfermedades, principalmente de aquellas localizadas en los climas cálidos, tales como el paludismo o las fiebres en general. Las ideas aclimatacionistas fueron particularmente fuertes entre los naturalistas franceses de la segunda mitad del siglo XIX, los cuales estaban interesados en determinar los efectos que el clima, en especial el tórrido, ejercía sobre la flora, la fauna y las poblaciones. Los aclimatacionistas consideraban que la adaptación a un nuevo espacio geográfico tenía que ver con la capacidad natural o adquirida para poder sobrevivir a las diferencias climáticas y esa capacidad estaba en correspondencia con las variaciones fisiológicas que ocurrían en el organismo de un individuo sometido al proceso de aclimatación. En Colombia el tema de la “aclimatación” comienza a aparecer en los textos médicos a finales del siglo XIX y se extienden hasta la primera década del siglo XX. En algunos de ellos se aprecia el interés de los médicos por encontrar una vinculación entre las condiciones climáticas, la adaptación de los organismos al medio en el que viven y la susceptibilidad o resistencia frente a ciertas enfermedades. Al mismo tiempo, este interés tiene una estrecha relación con las pretensiones de civilización, progreso y inmigración que era uno de los objetivos más importantes del país al finalizar el siglo XIX. Los médicos estaban encargados, de garantizar a los “recién llegados”, europeos por lo general, las condiciones salubres necesarias para su supervivencia y, en ese sentido, los estudios sobre la “aclimatación” de los individuos a un nuevo clima o a las enfermedades de ese nuevo clima, se convirtieron en una preocupación médica que resulta interesante analizar históricamente.

1 El presente texto hace parte de una investigación en curso que lleva por título: Clima, espacio y enfermedad en la medicina colombiana a finales del siglo XIX y principios del siglo XX , para optar al título de Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. 2 Bacterióloga y Laboratorista Clínica de la Universidad de Antioquia, candidata a Magíster en Historia de la Universidad Nacional, Sede Medellín. Docente de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia. 2

1. Aclimatación La historiadora Sandra Caponi en su texto “Coordenadas epistemológicas de la medicina tropical” menciona que el discurso de la aclimatación fue particularmente fuerte entre los naturalistas franceses de la segunda mitad del siglo XIX y, se refería a la “adaptación” de los individuos (animales, plantas o humanos) a un nuevo espacio geográfico en relación con la capacidad, adquirida o natural, para poder sobrevivir a las diferencias climáticas. Esta capacidad, a su vez, implicaba la idea de variabilidad de tipo específico, es decir, las variaciones fisiológicas que ocurrían en el organismo de un individuo sometido al proceso de aclimatación. Sin embargo, para algunos naturalistas franceses, el problema de la aclimatación no se entendía sólo en relación con las variaciones que sufrían las plantas y/o los animales frente a las influencias del clima sino que, también tenía que ver con resolver cuestiones tales como: si el hombre era cosmopolita, es decir, si éste podía “aclimatarse” sobre todos los puntos de la tierra sin importar las condiciones climáticas a las que se viera sometido o, si el hombre para su conservación, en términos de existencia y propagación de la raza, debía permanecer circunscrito a unos determinados espacios geográficos y climáticos, semejantes a su lugar de origen. Estos interrogantes, según Caponi 3, eran indispensables para implementar estrategias de colonización y debía ser uno de los temas de estudio de la higiene pública. En torno a la resolución de estos cuestionamientos se crearon dos posiciones contrarias 4. La primera, sostenía que el cosmopolitismo del hombre era posible a través de la implementación de estrategias aclimatacionistas puntuales. Uno de los defensores de esta posición fue el naturalista Isidoro Geoffroy Saint- Hilaire. La segunda, postulaba que el cosmopolitismo no era posible y que existían

3 CAPONI Sandra, “Sobre la aclimatación: Boudin y la geografía médica”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos , vol. 14, n° 1, enero-marzo, 2007, pp. 13-38. 4 Es importante mencionar que no se puede hablar de que hubo dos teorías aclimatacionistas únicamente, pues la Sociedad Aclimatacionista reunía “una variedad de temas, perspectivas y métodos, extremadamente amplia, y a veces, contradictoria. Sin embargo, todos compartían una misma preocupación por determinar los efectos que el clima tórrido ejercía sobre la flora, la fauna y aún las poblaciones, y muchas veces los debates giraron en torno a una cuestión privilegiada: la existencia de cierta variabilidad natural del así llamado tipo originario de la especie en relación al nuevo medio”. Véase: Sandra Caponi, “Coordenadas epistemológicas de la medicina tropical”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos , vol. 10, n° 1, marzo-abril, 2003, p. 141.

3 unos límites geográficos y climáticos específicos para la aclimatación, de ahí el fuerte desarrollo durante la segunda mitad del siglo XIX de estudios sistemáticos de geográfica médica. El defensor más acérrimo de esta posición fue Jean Christian Marc Boudin. De este modo, en torno al problema de la aclimatación, algunos autores se afiliaban a la idea de Saint-Hilaire al sostener que todas las razas podían adaptarse a todos los climas y, para otros, fieles a la idea de Boudin, el acento estaba puesto sobre los límites que la altura y la temperatura imponían a la hora definir la adaptabilidad de los sujetos a un determinado lugar. Esta adaptabilidad estaba relacionada, a su vez, con la posibilidad de definir relaciones precisas entre ciertas particularidades geográficas, los distintos climas y los diferentes fenómenos patológicos. A pesar de las posiciones encontradas entre Boudin y Saint-Hilaire, ambos comparten dos elementos que los unen, por un lado, el concepto de clima, tal y como era enunciado por Alexander Von Humboldt 5, entendido como “la reunión de condiciones atmosféricas y meteorológicas que tienen una acción general y constante sobre los seres organizados” y, por otro lado, ambos se interrogan por “las modificaciones fisiológicas u orgánicas de los individuos sometidos a un clima diferente de aquel en el que han nacido o, dicho de otro modo, se interrogan por la variabilidad o flexibilidad de los organismos para plegarse a las exigencias climáticas” (Caponi, 2007, p. 16) Para Saint-Hilaire 6 era factible crear estrategias, particularmente higiénicas, que fueran capaces de convertir “a las condiciones climáticas hostiles en condiciones tolerables y sanitariamente inocuas” (Caponi, 2007, p. 17), es decir, de modificar las condiciones climáticas adversas. De este modo, la aclimatación en términos de

5 Para Humboldt “existen múltiples factores físicos que ejercen una influencia directa sobre las variaciones climáticas, tales como la proximidad de los astros y satélites, el magnetismo terrestre o la acción de los volcanes” Véase: Sandra Caponi, “Sobre la aclimatación: Boudin y la geografía médica”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos , vol. 14, n° 1, enero-marzo, 2007, pp. 13-38. 6 La historiadora Sandra Caponi menciona que durante la segunda mitad del siglo XIX, el concepto de aclimatación estaba recién introducido en la ciencia y era fuente de malos entendidos y disputas entre los naturalistas. Por ejemplo, para Geoffroy Saint-Hilaire, era necesario contar con una definición clara y precisa del término, para diferenciarlo de otros conceptos próximos, como domesticación y naturalización. Al parecer, el primero asociado a los animales y el segundo a las plantas. La diferenciación de estos conceptos tenía que ver con el alcance y los diferentes modos de entender el concepto de clima. Véase: Sandra Caponi, “Sobre la aclimatación: Boudin y la geografía médica”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos , vol. 14, n° 1, enero-marzo, 2007, p. 18. 4 este naturalista se refería no al acostumbramiento del organismo de un individuo a la temperatura, tal y como era entendido por la Academia Francesa 7, sino a las múltiples influencias del clima. Es, según Caponi, poner a un individuo en armonía con todas las condiciones físicas de la nueva patria donde desea vivir (Caponi, 2007, p. 19). Para Saint-Hilaire la aclimatación es a la vez un proceso y un resultado. Proceso, en tanto los individuos deben adaptarse y reproducirse en un lugar distinto de su origen y, resultado, entendido como la conquista de esa armonía en relación con su nuevo medio. Por otro lado, Boudin extrae del concepto de clima Humboldtiano que existe una variedad de causas físicas que determinan la distribución del clima y que, algunas de ellas, contribuyen a elevar o disminuir la temperatura, haciendo necesario estudios precisos de la relación de los diversos factores físicos, las temperaturas y la distribución de los animales, vegetales y humanos en cada región del planeta. De este modo, para Boudin, las intervenciones humanas sobre los efectos patológicos del clima eran cuestionables y tenían unos límites geográficos y climáticos precisos. Tanto Saint- Hilaire como Boudin consideraban que la adaptación a un nuevo espacio geográfico tenía que ver con la capacidad de los individuos de sobrevivir a las diferencias climáticas, sin embargo, para Saint-Hilaire, las variaciones individuales que ocurrían en las plantas y en los animales debido al nuevo clima se transmitían a sus descendientes, generando “nuevas especies” que podían ser resistentes a las condiciones exigidas por el nuevo clima; para Boudin, por el contrario, al ser la flexibilidad orgánica limitada, difícilmente podía ser transmitida a la descendencia sin provocar una degeneración. Boudin, consideraba que la aclimatación del hombre no ocurría como en las plantas y en los animales, en quienes con sólo garantizar la existencia de la especie en el nuevo lugar podían ser caracterizados como “aclimatados”, para este naturalista la aclimatación del hombre tenía que ver con garantizar no solamente la existencia de la especie, sino también la permanencia de lo que llamaba las “facultades físicas, intelectuales y morales”

7 “La Academia Francesa partía de una comprensión restricta del clima como referido exclusivamente a las diferencias de temperatura en las diferentes regiones, consecuentemente la definición de aclimatación enunciada por esa Academia será “aclimatar es acostumbrar a un ser vivo a la temperatura y a la influencia de un nuevo clima” (Saint-Hilaire citado en Caponi, 2007, p. 18) 5

(Caponi, 2007, p. 27). Para explicar esto, Boudin recurre a argumentos de tipo estadístico con los que trata de demostrar la degradación creciente de las facultades intelectuales de los soldados europeos enviados a las colonias de clima tropical, la cual aumenta en proporción directa al tiempo de permanencia en los trópicos. En términos de Boudin, la imposibilidad de la aclimatación, explica la enfermedad y la muerte de tantos soldados, demostrando la “influencia del no- aclimatamiento sobre la enfermedad” (Boudin, citado en Caponi, 2007, p. 31) y la incapacidad de la higiene pública, en relación con la creación de espacios saneados y limpios que garantizarían la aclimatación. Boudin, consideraba que existían ciertos espacios geográficos con determinadas particularidades climáticas que eran por “naturaleza”, contrarios al establecimiento de la raza europea. De igual modo, sucedía con las razas o pueblos provenientes de los climas cálidos. De este modo, existe una separación fundamental entre ambos autores, pues mientras que Saint-Hilaire 8 piensa la aclimatación en relación con la variabilidad de las especies, Boudin la piensa con respecto a la degeneración de las razas. Como se ha visto, el problema de la aclimatación radicaba esencialmente, no tanto en las variaciones fisiológicas de plantas o animales cuando eran importados a un clima distinto al de su origen, sino en las variaciones fisiológicas a las que eran sometidos los hombres. Algunos aclimatacionistas se mostraban pesimistas frente

8 Según la historiadora Sandra Caponi, Geoffroy Saint-Hilaire se sitúa dentro de la tradición discursiva de Buffon y Lamarck, mientras que Boudin se aproxima más a las teorías de Cuvier. Saint-Hilaire, se aproxima a Lamarck en la medida en que “atribuye a los organismos las características de flexibilidad y variabilidad y reconoce las influencias modificadoras del medio”, sin embargo se aleja de Lamarck y se acerca a Buffon, cuando reconoce “que no existe una variabilidad ilimitada, esto es la posibilidad de retornar al tipo específico de los ancestrales, es decir, existen especies que conservan trazos distintivos que se mantienen por generaciones introduciendo ciertos límites, muy amplios, a la variabilidad orgánica”. Tanto para Buffon y Lamarck como para Saint-Hilaire, “la especie no es absoluta y perpetua sino relativa y temporaria”, es decir las especies pueden variar bajo la influencia de los factores medio-ambientales. Por otro lado, Boudin se acerca a Cuvier al defender la inmutabilidad de las especies, para ambos “las especies son una colección de individuos semejantes que se mantienen idénticos en el tiempo y en el espacio, pudiendo existir entre ellos algunas pocas variaciones secundarias y accidentales”. De este modo, Saint-Hilaire piensa que la aclimatación es posible en los tres reinos de la naturaleza, mientras Boudin considera que a medida que los organismos se hacen más complejos en la escala natural se dificulta la aclimatación. Para el primero, es más difícil aclimatar una planta que un ser humano, para el segundo es todo los contrario. Véase: “Sobre la aclimatación: Boudin y la geografía médica”, História, Ciencias, Saúde-Manguinhos , vol. 14, n° 1, enero-marzo, 2007, p. 23- 25.

6 a la dificultad que el hombre, principalmente el europeo o blanco, tenía para aclimatarse en las regiones tropicales. Estos aclimatacionistas pensaban como Boudin que la estadía prolongada en suelos tropicales y poco salubres menguaban poco a poco la capacidad tanto intelectual como física de los recién llegados, pues eran invadidos por la “anemia” de estos países. Por otra parte, otros aclimatacionistas no encontraban en ello un cuadro fatalista o determinista, pues consideraban, al igual que Saint-Hilaire, que la insalubridad y perniciosidad de los climas tórridos eran un problema solucionable por medio de estrategias específicas de adaptación climática.

2. Aclimatación y enfermedades Al compartir el mismo concepto de clima, tanto Boudin como Saint-Hilare consideraban que era importante estudiar la compleja red de relaciones entre factores físico-químicos, los cambios climáticos y la distribución de las patologías en las diferentes regiones. Estos autores intentan explicar la distribución de las enfermedades que afectan al hombre de las misma manera como Humboldt explicaba a través de las líneas isotérmicas, la distribución de las plantas. (Caponi, 2007, p. 28). De esta manera, consideraban que al igual que la latitud y longitud geográfica o la estructura geológica del suelo ejercen influencias sobre las plantas, lo mismo ocurría con las manifestaciones patológicas, en relación con su distribución, gravedad y cantidad. La geografía médica, entonces, tenía un papel preponderante al estudiar no sólo la distribución de las patologías sino también las modificaciones que el organismo sufre bajo la influencia de los climas. En ese sentido, es posible construir agrupamientos patológicos en relación con las condiciones climáticas de las regiones; de ahí que, enfermedades como la fiebre amarilla, el cólera y las fiebres palúdicas pertenezcan a localidades donde el clima tórrido y la intoxicación proveniente de pantanos, al igual que una baja altitud sean las condiciones de emergencia y permanencia de estas enfermedades, siendo posible agruparlas en un solo grupo. Según Caponi, la correlación entre altitud, temperatura, presión barométrica y características topográficas en relación con la distribución de las patologías, debe entenderse por analogía a la preocupación de 7

Humboldt con respecto a la distribución de las plantas (Caponi, 2007, p. 30) De este modo, las enfermedades estaban directamente vinculadas con una serie de factores físico-químicos de carácter climático, meteorológico y geológico. Podría decirse entonces que, la aclimatación no se entendía simplemente como la capacidad de los individuos para adaptarse a un nuevo clima sino que ésta, también tenía que ver con la resistencia o susceptibilidad frente a las enfermedades que ese nuevo clima imponía. Para Boudin, la dificultad para garantizar la aclimatación se vinculaba con la incapacidad de interferir en la higiene pública, es decir, con la dificultad para crear espacios saneados. De esta manera, el saneamiento y la higiene, en términos de Boudin, encontraban sus límites en las condiciones climáticas de cada región. (Caponi, 2007, p. 33) Estas consideraciones muestran una suerte de determinismo climático, pues son los pantanos, los espacios geográficos, los individuos, la moralidad y las razas los que, en últimas, están determinados por el clima y, siguiendo a Boudin, existe una inevitable degradación física y moral que impide el saneamiento a través de estrategias higiénicas, dicho de otro modo, los trópicos son imposibles de sanear. La geografía médica encuentra toda su fundamentación en un esquema explicativo en donde las patologías están vinculadas directamente con causas físico-químicas y sólo de manera secundaría con fenómenos biológicos, es decir, la idea según la cual las enfermedades son producidas por microorganismo es secundaría a la idea del determinismo climático.

3. Aclimatación y enfermedad en la medicina colombiana El problema de la aclimatación en Colombia puede apreciarse en algunos textos médicos desde finales del siglo XIX y durante la primera década del siglo XX, momento en el que las geografías y topografías médicas comienzan a tener un papel importante en relación con el conocimiento de las condiciones físicas, patológicas y sociales de los individuos de las distintas regiones del país. Los diferentes autores que hablan sobre el problema de la aclimatación lo hacen principalmente, desde el punto de vista de las enfermedades y a través del análisis de sus argumentos es posible encontrar referencias a la relación del problema de 8 la aclimatación y la imposibilidad de inmigración, principalmente europea, a nuestro país. Al respecto la historiadora Mónica García en su libro Las fiebres del Magdalena. Medicina y sociedad en la construcción de una noción médica, 1859- 1886 , menciona que algunos informes sobre la epidemia de fiebres de Ambalema durante la segunda mitad del siglo XIX, coinciden en señalar la “existencia de cierta susceptibilidad de los habitantes de las cordilleras a las fiebres del Alto Magdalena”, susceptibilidad que estaba dada por el clima cálido, los cambios estacionales y la vegetación abundante. Estos informes chocaban con la publicidad liberal que pretendía motivar la migración de habitantes de tierras frías a este valle. Comenta García, que el médico Rafael Gutiérrez (1823-1882) se encargo de “disminuir el temor” frente a este diagnóstico, a través de una publicación en el periódico El Neogradino . Según García, Gutiérrez argumentaba que

El mal estado de los caminos y el clima eran los dos obstáculos más importantes para el poblamiento de las zonas de tierra caliente. Aunque aparentemente insalvables, las dificultades del clima podían superarse, en su criterio, gracias a la disminución progresiva de la humedad, la tala de bosques y la consecuente modificación atmosférica generada por el movimiento agrícola de la región. Si la gente recién llegada se enfermaba de fiebres, era porque aún dicho proceso no se había completado. (García, 2006, p. 90)

Para Gutiérrez, menciona García, la aclimatación no era una adaptación fisiológica a la tierra caliente sino que tenía que ver, por un lado, “con los cambios en el entorno ambiental generados por el trabajo humano (los desmontes)” y por otro lado, con una adaptación de tipo “social”, pues según Gutiérrez, los obreros dedicados al trabajo en las tabacaleras gastaban todo su dinero en “vicios” que los dejaban sin recursos a la hora de enfrentarse con una enfermedad. (García, 2006, p. 90) Finalmente, García comenta que algunos médicos terminaron por reconocer la susceptibilidad al clima como obstáculo para la migración, “frente a lo cual los médicos definieron la aclimatación como un proceso de adaptación del medio más que de los individuos, para que estos pudieran trabajar sin enfermarse” (García, 2006, p. 94) 9

Uno de los textos que permite entender la vinculación de las condiciones climáticas con la adaptación de los individuos al medio en el que viven y la adquisición de ciertas patologías es Contribución a la patología de los países cálidos. La fiebre amarilla en el interior de Colombia del médico Luis Cuervo Márquez. Para este médico, el conocimiento de una enfermedad no debe circunscribirse únicamente al estudio de los síntomas, signos y lesiones anatomopatológicas que guían el diagnóstico médico sino que es preciso conocer las condiciones del terreno en el que se desarrollan las “entidades mórbidas”. Cuervo, afirma que tanto la naturaleza del terreno, la altura y la temperatura, es decir, el clima, ejercen una influencia considerable sobre la enfermedad y permite hacer comparaciones con el resultado de otras observaciones en lugares semejantes. En ese sentido, Cuervo manifiesta que para el conocimiento de las enfermedades, especialmente las infecciosas, es necesario estudiar la relación entre el “agente morbígeno”, el terreno en el cual se desarrolla, en términos de las “influencias cósmicas” y otras condiciones del medio exterior que favorecen la aparición de la enfermedad, tales como las influencias étnicas o individuales. Dejaremos de lado las dos primeras consideraciones y nos centraremos en el análisis de las influencias étnicas e individuales que es donde Cuervo expresa sus argumentos al respecto del “aclimatamiento”. Según Cuervo, la aptitud de receptibilidad para una enfermedad como la fiebre amarilla no es cuestión de raza, edad o sexo sino de clima del lugar de nacimiento y resistencia habitual del individuo.

No creemos que la receptibilidad esté en razón directa de la blancura de la piel como lo dice Roux [París, 1886], ni tampoco que todas las razas sean igualmente aptas para contraerla; pero no admitimos que la relativa inmunidad ó la predisposición de que goce un individuo con respecto a la fiebre amarilla, dependa del hecho de pertenecer á tal ó cual raza, sino de las condiciones de vida o medio ambiente a que éste acostumbrado. La receptibilidad individual está en razón inversa de la temperatura del lugar de origen del individuo (Cuervo, 1891, p. 71)

Para éste médico es la acción lenta y sostenida del clima lo que produce la adaptación del organismo al medio en el que vive y como resultado de ésta una 10 mayor resistencia para la adquisición de las enfermedades que son exclusivas a ese clima. Para Cuervo el “aclimatamiento” es un problema complejo y tiene que ver con los mecanismos o las causas bajo las cuales este aparece. Cuervo se interesa principalmente en el conocimiento de los mecanismos que permiten o impiden el “aclimatamiento” para la fiebre amarilla. En términos de Cuervo, el “aclimatamiento”

No es sino una de las manifestaciones de la adaptación del organismo al medio en que vive: es la facultad de que goza el individuo de estar premunido de una enfermedad por el solo hecho de la permanencia en un lugar infestado. Es el resultado de un envenenamiento lento que no provoca reacción orgánica apreciable, pero cuyos resultados profilácticos son los mismos que los del envenenamiento agudo (Cuervo, 1891, p. 74)

Está adaptación del organismo en un lugar infestado con la enfermedad es un proceso lento y sostenido que el individuo debe sufrir para aclimatarse a la enfermedad. De esta consideración, Cuervo deduce que no es posible decir que los extranjeros puedan aclimatarse frente a la fiebre amarilla, pues estos sólo pueden resistir a la enfermedad por medio de una inmunidad “adquirida” producto de un “ataque anterior” de la enfermedad o de una “idiosincrasia especial”.

[…] que llegue un europeo á una ciudad infestada por la fiebre y que atraviese la epidemia sin ser atacado por ella; que goce de inmunidad en una segunda y tercera oleada epidémica, no podrá decirse en este caso que el aclimatamiento lo preservó en las dos últimas, porque en la primera no podría haberlo y , sin embargo, permaneció indemne. Es más natural suponer que la causa que lo preservó en la primera epidemia le dio inmunidad en las últimas: lo ha premunido una idiosincrasia de irreceptibilidad con respecto á la fiebre amarilla. Muchas veces sucede que esta facultad se debilita bajo la influencia de causas variadas, y entonces el individuo queda en condiciones que lo hacen apto para contraer la enfermedad. (Cuervo, 1891, p. 75)

De este modo, para Cuervo, el hecho de que algunos extranjeros pasen inadvertidos frente a una epidemia se explica, no porque haya aclimatamiento de esos individuos frente a la enfermedad sino porque gozan de unas condiciones tales como la “irreceptibilidad orgánica” frente al agente productor, que los hacen digámoslo, “inmunes” frente a esta. (Cuervo hace una distinción entre “aclimatamiento” y “receptibilidad orgánica”, pues esta última no depende del 11 tiempo de permanencia en un lugar) Para Cuervo el “verdadero” aclimatamiento sólo es posible en sujetos que gozang de una “inmunidad natural” frente a la enfermedad y está sólo se adquiere cuando se ha vivido desde pequeño en lugares infestados por la misma. Afirma Cuervo que:

Es indudable que el organismo de un niño es mucho más dúctil, permítasenos la palabra, para adaptarse al medio en que vive que un organismo ya desarrollado: en el primero cualquiera impresión sostenida se cambia en reacción orgánica permanente, la adaptación comienza á obrar lenta y sostenidamente desde antes del nacimiento y continúa su acción durante ese período de la vida, que es el que presenta mayor resistencia á los agentes morbígenos. A la adaptación se une la herencia que, así como desempeña un tan gran papel en la etiología de las enfermedades, debe desempeñarlo en la inmunidad de que se disfruta para adquirirlas (Cuervo, 1891, p. 76)

De este modo, queda claro que los extranjeros no podrán nunca aclimatarse a la fiebre amarilla, pues el “aclimatamiento” en palabras de Cuervo, sólo es posible cuando los mecanismos de adaptación y de herencia se ponen en juego para brindar inmunidad frente a esta enfermedad. No se puede olvidar que estos mecanismos están en correspondencia con el medio en el que vive el organismo, es decir, con las condiciones climáticas y de terreno donde la enfermedad se desarrolla. De esta manera, para Cuervo el “aclimatamiento” de esta enfermedad no puede imaginarse a través de estrategias higiénicas que garantizarían una adaptación eficaz al nuevo lugar, sino de definir los límites en este caso, climáticos y hereditarios que hacen posible ese “aclimatamiento” El médico Bernardo Samper 9 será un poco más positivo frente al asunto de la aclimatación. Para este médico

La actividad bienhechora de las ciencias médicas no se limita hoy, como en otras épocas, a la curación de las dolencias que afligen a la especie humana, o buscarles alivio, sino que se extiende a prevenirlas y a anticipar los medios con que se pueden combatir en lo futuro. Este campo vastísimo, de que trata la higiene […], debe ser atendido, acaso no ya de preferencia, pero sí con igualado empeño, y particularmente en aquellos países donde por ser más recia la lucha del organismo con la naturaleza, como en los situados en los trópicos, se hace más imperiosa la necesidad de someterse a las prescripciones (Samper, 1914, p. I-II)

9 Veáse: Samper Bernardo, Apuntes sobre higiene de las tierras calientes sobre higiene de las tierras calientes en Colombia , Arboleda y Valencia, Bogotá, 1914. 12

Para Samper la higiene, entendida como el “conjunto de reglas cuya observancia es precisa para mantener la salud en las distintas condiciones de la vida” (Samper, 1914, p. I) es la encargada de hacer más liviana la lucha del organismo con la naturaleza, especialmente en los trópicos. Adicionalmente, afirma que el menosprecio a la higiene es un obstáculo para el progreso, sobre “todo hoy cuando tratamos de fomentar la inmigración europea”

No se puede pretender que individuos sanos quieran aventurarse a sufrir las consecuencias de epidemias cuyo teatro son los mismos puertos de la República. […] no debe perderse de vista que la insalubridad de las comarcas litorales puede servir de pretexto al imperialismo extranjero para sentar allí su planta o, por lo menos, para pretender al ejercicio de una tutela ignominiosa (SAmper, 1914, p. III)

La insalubridad y en consecuencia, las malas prácticas higiénicas no sólo son un problema que involucra a los habitantes de las regiones cálidas del país sino que especialmente, impiden el progreso y la inmigración europea. Samper entiende el clima, como un “conjunto de factores meteorológicos que pueden influir sobre la vida de los seres organizados y en particular sobre el hombre”. Estos factores climatéricos son el sol, la luz, la temperatura, la humedad ambiente, las lluvias, los vientos y la altura sobre el nivel del mar, los cuales ejercen una influencia decisiva sobre el estado fisiológico o patológico de los individuos de acuerdo al clima que habiten. En relación con los efectos fisiológicos que ejercen los climas cálidos sobre los recién llegados, Samper, asegura que en un primer momento el individuo experimenta un período de excitación y actividad mayores, que desaparece más o menos pronto y da lugar a una especie de “languidez”. El organismo sufre, entonces, una serie de modificaciones en relación con la temperatura corporal, la respiración, la circulación de la sangre y la menstruación y la lactancia y los procesos digestivos. En relación con este último, afirma que el “aclimatamiento” proviene casi exclusivamente de la integridad de las funciones digestivas. (Samper, 1914, p. 13) En ese sentido, Samper entiende la aclimatación como “la adaptación de las distintas funciones del organismo a las influencias modificadoras del clima” (Samper, 1914, p. 16). La aclimatación depende de diferentes 13 condiciones, tales como la edad, el sexo, “el temperamento”, el “género de vida” y la raza, entre otros.

Así pues, desde el punto de vista de la edad y el sexo, son los hombres adultos los que mejor soportan el cambio de clima y los niños los que presentan la menor resistencia y mayor mortalidad. En cuanto al temperamento, los individuos linfáticos son más susceptibles para contraer las enfermedades tropicales que los sanguíneos, quienes las resisten fácilmente. Los excesos de todas clases, especialmente el abuso del alcohol y aún el de bebidas heladas, son perjudiciales (Samper, 1914, p. 16)

A diferencia del médico Luis Cuervo Márquez para quien el problema del aclimatamiento se debe a procesos de adaptación, de herencia y de inmunidad, Samper, considera que la aclimatación involucra diversos factores, entre ellos el temperamento. De este modo, Samper asegura que la posibilidad que tiene un individuo de aclimatarse dentro de los trópicos no sólo depende de estos factores sino las condiciones climatológicas y de las enfermedades peculiares de cada región. Las modificaciones que el clima efectúa sobre el organismo humano sólo pueden, en términos de Samper, atenuarse mediante la observancia de prescripciones higiénicas, principalmente, en lo que tiene que ver con los cambios periódicos de climas. Adicionalmente, menciona que

[…] entre nosotros los climas, con pocas excepciones, son más benignos; las enfermedades predominantes menos mortíferas, y en lo que atañe a la aclimatación misma, observamos que los europeos se adaptan fácilmente a las condiciones de los diversos medios y que la raza española se conserva pura, después de cuatro siglos, al lado de la indígena. (Samper, 1914, p. 17)

Bernardo Samper es entonces un aclimatacionista que considera que todas las razas pueden aclimatarse y conservar su especie a través de las estrategias higiénicas que permitan mantener intactas las funciones de los individuos sometidos a ésta.

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4. Juan B. Londoño: un aclimatacionista convencido

En el siglo XX, uno de los aclimatacionistas colombianos más apasionados fue el médico Juan B. Londoño quien escribió varios artículos en relación a esta problemática 10 . El primero de estos artículos aparece en el mes de febrero de 1910 en la revista AAMM titulado “Aclimatación”. Londoño comienza su artículo apoyándose en el significado que el diccionario de la Academia –francesa- hace de este concepto. Aclimatarse es “hacerse que se acostumbre un ser orgánico á clima de diferente temperatura y condiciones que el que le era habitual” (Londoño, 1910, p. 59)

La aclimatación para los vegetales consiste en darles el calor, la humedad y el alimento que tiene el sitio en donde crecen espontáneamente. Se ha dicho que “los hombres que abandonan su lugar natal pueden asimilarse a vegetales trasladados del clima en que han nacido y crecido naturalmente, á otro en donde no pueden ser conservados y aclimatados sino a fuerza de cuidados”. Rigurosamente hablando no puede hacerse esta asimilación. Pero la verdad es que mientras el hombre conserve en buen estado las funciones vegetativas, su aclimatación esta hecha, puede decirse así, porque la buena marcha de estas funciones es garantía de la buena marcha de las demás. (Londoño, 1910, p. 59)

Londoño entiende por funciones vegetativas el “alimentarse y digerir bien; absorber los elementos digeridos y hacerlos circular, oxigenar y quemarse ó modificarse para producir calor y movimiento animales”, también las entiende como aquellas funciones en donde no tiene que intervenir, el cerebro o la voluntad, en otra palabras en términos de hoy, son funciones autónomas. La aclimatación es entonces la preservación de estas funciones vegetativas en un nuevo clima, es decir, tiene que ver con mantener intactas ciertas funciones fisiológicas que garantizan una vida sana. Más adelante, Londoño afirma que

La aclimatación para los hombres comprende mucho mas que eso, á saber: ejecución normal, sin fatiga ni esfuerzo, de los actos de la vida orgánica, y ejecución fácil sin cansancio ni esfuerzo de las funciones de la vida de relación, comprendiendo entre estas las de orden psíquico. En una palabra, ejecución fácil, esto es, sin esfuerzo ni fatiga, del trabajo físico e intelectual en el clima que

10 Es importante señalar que los médicos colombianos no solo se interesaban en el estudio de la aclimatación desde el punto de vista de la adaptación de los individuos al clima y a las enfermedades de una determinada región, también existen estudios sobre la aclimatación de plantas con propiedades medicinales o alimenticias. El médico bogotano Juan de Dios Carrasquilla presenta un detallado estudio titulado “Datos para la aclimatación de la arracacha en Europa” publicado en la Revista Médica , Bogotá, septiembre de 1886, serie X, # 106, pp. 198-213. 15

se habite, sean cuales fueren las condiciones de este clima. (Londoño, 1910, p. 60)

En este caso se trata de que a pesar de que el clima dicte unos límites precisos, el asunto está en crear estrategias que permitan conservar las funciones vegetativas en buen estado, tratando de modificar las influencias del clima. Dentro de lo que Londoño llama “Principios en que se funda la aclimatación del hombre sano”, en el artículo en mención, afirma que

Para que el cuerpo humano funcione convenientemente, debe hacer su trabajo reflejo y automático, si se trata de las funciones de la vida vegetativa y animal propiamente dicha, sin que el individuo se de cuenta de ello, es decir, sin sentir el mecanismo o actos de ese trabajo. Para que tal cosa suceda, los centros nerviosos superiores no deben influir voluntaria y directamente sobre los centros del sistema medular o ganglionar o simpático, a cuyo cargo están estas funciones ni apercibirse de su funcionamiento. (Londoño, 1910, p. 60)

Según Londoño las funciones vegetativas poseen un aparato nervioso que tiene un “poder de acomodación o adaptación al medio” y pone el siguiente ejemplo para explicar este fenómeno:

Examinamos, por ejemplo, la acomodación del corazón. Este órgano en un peón acostado bate con mucha suavidad porque el impulso que ha de darle a la corriente sanguínea no tiene que ser muy recio, puesto que la sangre se mueve en un aparato colocado en un plano horizontal; cuando el peón se sienta, ya la fuerza de impulsión tiene que ser mayor para que la sangre que va a la cabeza suba, y lo mismo la que viene de los pies; en mayor grado pasa esto si el peón se pone de pie, y cuando camina, corre, trepa alturas, &c., para vencer todas las resistencias que se le presentan en estos casos, el corazón va ejecutando su trabajo por mecanismos reflejo y automático de una manera gradual, proporcionada a la resistencia. (Londoño, 1910, pp. 60-61)

La “acomodación” es, en palabras de Londoño, “una facultad que tiene un órgano de adaptar el trabajo a la resistencia que debe de vencer”. Pero lo importante, es que esta facultad no se desarrolla de la noche a la mañana, se hace de manera gradual, por medio de un “aprendizaje”, es decir, el órgano “se educa”. 11 Y es aquí cuando entra en escena la aclimatación:

11 Es importante señalar que para Patrick Manson, gestor de la “teoría de los vectores”, la aclimatación humana tiene que ver con “crear un conjunto de estrategias adaptativas de carácter, ya no biológico, sino cultura y social” Véase: Caponi, 2003, Op. Cit. , p. 145. “Duras lecciones llevan al recién llegado a respetar el sol y la lluvia y el viento, a vestirse para evitar la fiebre, a vivir con moderación. Aclimatación, en sentido amplio, significa experiencia y educación; no solamente una adaptación inconsciente de la fisiología del individuo sino una adaptación inteligente de sus hábitos”. Manson citado en Caponi, Op. Cit. , p. 145. 16

Pues bien: un órgano que por medio de una bien dirigida educación, con el trabajo ha ejercitado esa fuerza de acomodación que virtualmente posee, puede aclimatarse fácilmente, ó por mejor decir, permite á quien lo posee, aclimatarse. Por esto todo montañés necesita estar educado en subir y bajar las montañas de su país natal. (Londoño, 1910, p. 61)

Así que la aclimatación se trata de un proceso de aprendizaje fisiológico que permite que los individuos se acomoden con más facilidad al lugar que pertenecen y a los nuevos lugares a los que llegan. Por eso si el órgano no esta educado, se desencadenan un sin número de funciones de manera anormal y no hay tal “acomodación”: se produce exceso de calor, el músculo se fatiga y se perturban las funciones respiratorias y circulatorias, entre otras. En términos de Londoño, el “motor fisiológico” para que el organismo funcione regularmente, es el alimento. Y es sobre la alimentación sobre la que Londoño funda toda su teoría de la aclimatación a un nuevo lugar, porque de la elección de un determinado régimen alimenticio depende, en últimas, el funcionamiento ideal del organismo cuando cambia de clima. “De suerte que la clave de la aclimatación debe decirse que esta en la alimentación; y luego comer bien, en el sentido que el fisiólogo y el higienista dan a esta expresión, es el principio fundamental de la aclimatación”. (Londoño, 1910, p. 62)

Expliquémonos. Por buena alimentación se comprende: alimentos que no hayan sufrido ni adulteración; alimentos bien preparados antes de servirse á la mesa, y bien masticados é insalivados para tragarlos; alimentos bien digeridos, pues el “hombre no vive de lo que ingiere, sino de lo que digiere”, y por ultimo, alimentos de toda especie y calidad, en cantidad proporcionada a la naturaleza del clima y a las condiciones generales de vida de cada individuo, para lo cual deben tenerse presente todas las leyes fundamentales de la química biológica y los conocimientos prácticos de los individuos ya aclimatados. (Londoño, 1910, pp. 62-63)

Observamos en este párrafo que se trata de una estrategia aclimatacionista que está en correspondencia con las condiciones climáticas y de vida de los individuos, por eso Londoño sugiere tomar como base los estudios que la química biológica ofrece sobre los individuos ya aclimatados. La química moderna con su contribución a la fisiología permitió mostrar un estrecho vinculo entre el clima, la salud y la enfermedad (Caponi, 2007, p. 31), y es precisamente este vinculo, el que quiere rescatar Londoño para el estudio de la aclimatación.

Un individuo bien alimentado lleva a su sangre todos los elementos que esta necesita para reparar las perdidas que ella haya sufrido. Las perdidas han de 17

variar según la hora del día, según el día, la estación, los hábitos sedentarios o de trabajo activo, la naturaleza de este, y según el clima . La alimentación bien dirigida es, digámoslo una vez más, la base de la aclimatación: “dime que comes y te diré quien eres” dice Rochard; dime que comes y te diré si te aclimatas, decimos nosotros. (Londoño, 1910, p. 63)

El régimen alimenticio esta en correspondencia con unas condiciones atmosféricas, meteorológicas y comportamentales que permiten definir el tipo y la cantidad de alimento que debe consumirse siendo esto la clave de la aclimatación. Según Londoño, la capacidad digestiva del estómago, la naturaleza de la alimentación y los hábitos varían no sólo de un individuo a otro sino también de acuerdo a la influencia de los distintos climas. Por eso, él sugiere que aquellos que pretendan cambiar de clima, han de prepararse de dos modos:

[…] enseñando primero su estomago a digerir toda clase de alimentos, (asunto de educación de grande importancia, que puede lograrse perfectamente), y en segundo lugar, si no soporta alimentos, debe procurárselos como los acepte mejor su estomago, variando las cantidades científica y razonadamente, pecando mas bien por defecto que por exceso. (Londoño, 1910, p. 63)

Y más adelante afirma,

Queda dicho desde luego que el poder de adaptación que tienen los órganos que están bajo la dependencia de centros nerviosos de la vida animal, por estar subordinado al funcionamiento normal del estomago, cuyo acomodo o adaptación es dirigido por el hombre racional, que la aclimatación se hace en el hombre, en rigor, como en las plantas que se cultivan científicamente . (Londoño, 1910, p. 63)

Se trata entonces, de imprimir racionalidad y ciencia sobre un asunto que es meramente mecánico, es decir, sobre la fisiología de la alimentación. No hay que esperar a que el cuerpo se “acomode” es necesario “educarlo” bajo las condiciones que se presenten. En ese sentido, Londoño piensa que “Mens sana in corpora sana ”, debe de ser el estado habitual del individuo, sea cual fuera el clima que habite. Y finaliza su texto diciendo que

Por regla general, una buena alimentación y una digestión perfecta mantienen no sólo el cuerpo en buena salud, sino también el espíritu en perfecto equilibrio, pues el conocimiento conciente del buen estado de la salud del cuerpo, redunda en provecho del espíritu; y cuando, por el contrario, hay conciencia de un mal estado físico, el espíritu se conturba y se desequilibra. La nostalgia, los estados neurasténicos originados por los pesares y penas morales, tan frecuentes en los que han variado de suelo, perturban las funciones digestivas, la nutrición y demás funciones puramente orgánicas. (Londoño, 1910, p. 64) 18

En marzo de 1910, como continuación de su artículo, Londoño habla de las circunstancias que favorecen la aclimatación 12 . El vigor físico heredado o adquirido gracias a una buena alimentación es una de estas circunstancias. Según Londoño el “vigor físico” se entiende como una “buena constitución” y una “armonía funcional” que puede bien ser “capital heredado”, producto de padres vigorosos o, adquirirse bajo la dirección “inteligente” de unos buenos y sabios institutores, “ayudados por supuesto por la acción bienhechora del clima” (Londoño, 1910 a, p. 90)

Los individuos vigorosos y sanos se acomodan a todo clima cuando viven como se debe vivir. No quiere esto decir que estén exentos de enfermedad, sobre todo de esas infecciones peculiares a ciertos climas y que porque atacan con frecuencia a los recién llegados , se les considera como especiales de la aclimatación. Ellos son atacados también; pero, aun cuando la reacción vital despertada por la infección es mayor en las personas vigorosas que en las débiles, son las robustas y sanas, en lo general, las que resisten las enfermedades, las que mejor luchan y se defienden de los agentes morbíficos, y las que quedan relativamente sanas, es decir, sin secuelas después de la lucha. (Londoño, 1910 a, p. 90)

Son entonces los individuos robustos y sanos, es decir, aquellos que cumplen con las reglas de una “buena alimentación”, los que pueden resistir con más facilidad la acción del clima y por ende, su aclimatación es más fácil. En su afirmación se observan varios elementos. De un lado se lee que Londoño piensa que existen unas “infecciones peculiares” a ciertos climas, es decir, se evidencia la preeminencia del clima sobre la construcción de cuadros nosológicos propios a unas determinadas regiones con un clima específico y, por otro lado, parece, poner en el mismo nivel tanto a los habitantes permanentes de un lugar como a los recién llegados , esto es claro, si recordamos que lo fundamental de la aclimatación en Londoño, es la capacidad, digamos racional, que tienen los individuos para llevar a cabo un proyecto alimenticio que les permita vivir sanamente en el lugar que habitan, sin importar sí con anterioridad habitaron otro. Dicho de otra manera, tanto los recién llegados como los habitantes permanentes de un lugar tienen las mismas posibilidades de sufrir enfermedad, la diferencia esta dada mas en términos de la constitución, robusta o débil, que los hace mas susceptibles de

12 Véase: LONDOÑO Juan B., “Circunstancias que favorecen la aclimatación”, en: AAMM , Medellín, marzo de 1910 (a), # 3, año XV, pp. 90-97. 19 adquirirla, pues como Londoño lo menciona, son los robustos y sanos los que pueden resistir y luchar contra los “agentes morbíficos” sin sufrir secuelas. En consecuencia, la aclimatación está en relación directa con la constitución física de los individuos, siendo los robustos los que se aclimatan con mayor éxito. Otra de las circunstancias que favorece la aclimatación, en palabras de Londoño, es “el buen método de vida”, el cual tiene que ver con el cumplimiento de las reglas de la higiene.

Por vigorosa que sea una persona, por habitada que este a las influencias letales de un clima si no observa las reglas de higiene que son de rigor en la vida ordinaria su aclimatación puede no hacerse. Esto explica los desastres que generalmente ocurren en los climas tórridos con las personas que vienen de los climas fríos: sus hábitos no están de acuerdo con las necesidades que el nuevo clima les presenta. (Londoño, 1910 a, pp. 90-91)

No es suficiente con que la constitución de una persona sea robusta y sana para obtener una aclimatación exitosa, se hace necesario modificar los hábitos de acuerdo a las exigencias del clima. Así que, las personas que provenientes de clima frío llegan a habitar un clima cálido deben de tener en consideración, según Londoño, tres cosas: buena alimentación, ejercicio, y baños. Con respecto a la alimentación, expresa otros elementos no precisados en el artículo anterior. Por ejemplo, menciona que quien aprende y pone en práctica el “arte de saber comer” es por este sólo hecho una persona aclimatable. Además afirma que “son las personas bien nacidas y bien educadas las que, por el sólo hecho de llevar una vida metódica, se aclimatan con más facilidad” porque “saben castigar el estómago dominando la gula” y porque “saben que se come para vivir y no se vive para comer” (Londoño, 1910 a, p. 91). Adicionalmente recomienda, vivir en lugar con aire limpio y puro, agua fresca, alimentos minerales, vegetales y animales abundantes, consumirlos en buena proporción y bien preparados, en fin una serie de reglas de “urbanidad” que favorecen la aclimatación. En cuanto al ejercicio menciona que “una persona que vive en perfecto equilibrio orgánico puede acomodarse á las distintas influencias de un clima, aclimatarse mejor y mas fácilmente que otra que no lo este, la cual por el hecho de tener perturbado el equilibrio funcional de sus órganos, se encuentra en ese estado que los patólogos llaman inminencia morbosa ”. (Londoño, 1910 a, p. 92) 20

En Londoño se aprecian una higienización del comportamiento y una moral de las costumbres, cuyo soporte es, supuestamente, de carácter científico, pues todas estas modificaciones influyen necesariamente sobre la fisiología del cuerpo y disminuyen, controlan o quizás eliminan, las influencias del clima y por ende posibilitan una cierta resistencia a las enfermedades. Hay en su discurso un marcado, pero sutil efecto civilizatorio mediado por la higiene y esto se aprecia en la siguiente afirmación “[el] Pueblo [colombiano] destinado por razón de sus hábitos y costumbres tradicionales a colonizar inmensas soledades del territorio colombiano, debe seguir preparándose como viene haciéndolo mientras llega la inmigración extranjera que ha de civilizarnos…” (Londoño, 1910 a, p. 94) En cuanto a las causas que dificultan la aclimatación, Londoño sostiene que es difícil la aclimatación cuando una persona llega a un lugar cuyas condiciones meteorológicas son muy diferentes de las de la localidad de la que ha salido.

Por ejemplo un habitante de la zona templada procedente de una ciudad se aclimatará difícilmente en un despoblado valle tropical; un habitante, para establecer comparaciones propias, de Sonsón o Santa Rosa, se aclimatará con dificultad en Zaragoza o en Nechí. Es que el organismo humano sufre muchísimas alteraciones con los cambios bruscos, cambios que por otra parte recibiría bien si al sufrirlos fuera paulatinamente sintiendo la acción de los agentes atmosféricos. (Londoño, 1910 a, p. 95)

Londoño jamás niega que no sea posible la aclimatación si se considera las estrategias higiénicas que ya se han mencionado, pero si reconoce que existe una cierta dificultad para la aclimatación principalmente cuando se presentan cambios bruscos de tipo atmosférico, que ocasionan perturbaciones en la “economía humana” y predisponen a adquirir las “enfermedades endémicas de las regiones tropicales”, ya que “merman las energías vitales o sea la resistencia de las células orgánicas”.

El violento sacudimiento que bajo la influencia del calor alto, la humedad del aire, la presión atmosférica y la tensión eléctrica sufre el cuerpo, pasado el periodo de excitación o estimulación, resonancia fatal sobre el espíritu sobre cuyas fuerzas decaen sumiendo en breve tiempo al individuo en la mas profunda nostalgia o neurastenia tropical. Para contrastar las influencias debilitantes del clima se apela entonces a las bebidas espirituosas de rápido efecto para quitar el espleen , pero que en definitiva coadyuvan a la funesta acción del calor en vez de corregirla. (Londoño, 1910 a, p. 95)

Es entonces la variación en todos esos elementos del clima los que dificultan la 21 aclimatación y predisponen al organismo a enfermarse y al espíritu a “sentirse contrariado”, a tal punto que los individuos sometidos a tales variaciones desencadenan una enfermedad propia a esa condición: “neurastenia tropical” o “profunda nostalgia”. Así que, “Perturbadas las fuerzas físicas-como suele decirse refiriéndose a las vitales u orgánicas- y mermadas las fuerzas psíquicas, queda el individuo en las peores condiciones para hacer su aclimatación” (Londoño, 1910 a, p. 95)

Los hábitos adquiridos cuando ya están muy arraigados pueden tener dos efectos, a saber: el de ser favorables a la aclimatación por cuanto la vida ordenada y metódica como, por ejemplo, la de los religiosos, es circunstancia que ayuda a aclimatarse bien; y desfavorable, no en todos los sitios de la tierra puede vivirse con la comodidad que la vida metódica exige. Especialmente los hábitos bromatológicos tienen esa doble influencia favorable y desfavorable según ellos sean. Una persona habituada a comer bien, tanto en cantidad como en calidad, a horas determinadas con vino en vez de agua, sufre naturalmente un grave trastorno cuando pasa a habitar un clima en donde esa alimentación sea de mala calidad. A este respecto son los religiosos quienes pueden resistir mas i mejor las influencias letales de los climas calidos porque su alimentación es muy frugal y sencilla; y alimentación de esta clase se encuentra en todas partes en lo general y en nada perjudican para la salud aun cuando se viva en malos climas. (Londoño, 1910 a, p. 96)

Se aprecia de nuevo su reiteración al hábito de comer bien, sólo que en este párrafo agrega otras consideraciones. Los religiosos son los que tienen la mayor posibilidad de aclimatarse sin sufrir graves trastornos, por sus costumbres metódicas y su alimentación frugal. Lo que sugiere que existen ciertas condiciones sociales que influyen en la posibilidad de aclimatarse. Más atrás se mencionó que las personas “mejor educadas” tienen también esa virtud. Aquí hay un desplazamiento en el discurso que no se puede pasar por alto y es que parece como si Londoño pensará el problema de la salud y la enfermedad no tanto desde un punto de vista biológico o fisiológico, sino más bien desde una perspectiva política-social. Más adelante Londoño sugiere nuevamente que,

Una alimentación muy abundante rica en excitantes y mal preparada es el peor veneno que el hombre puede tomar en las tierras muy calientes. Por regla general, para aclimatarse debe aprender a comer lo que los naturales comen, y si no se puede esto, aproximarse a la alimentación que ellos usen, imitándola así en la cantidad como en la calidad, o llevar consigo un cocinero y vituallas de las que siempre se haya usado ¿Una copa de brandi, ron y aguardiente antes de las comidas, es buen aperitivo? ¿Una botella de vino o de cerveza durante las comidas favorece la digestión o hace mal? En los climas calientes hace daño 22

todo el licor cuando se usa en exceso. El término exceso es relativo: depende del hábito adquirido. En principio no debe hacerse uso de ninguna bebida alcohólica para poder aclimatarse. (Londoño, 1910 a, p. 96)

Esta recomendación es interesante puesto que reivindica las costumbres alimenticias propias de los “naturales” de las tierras calientes, con el fin de que sirvan de guía para los recién llegados. De la asimilación de estas costumbres dependía, en términos de Londoño, la facilidad o la dificultad para la aclimatación. De otro lado, el médico prohíbe el uso de cualquier tipo de bebidas que contengan alcohol, pues estas no contribuyen en nada a la aclimatación. Como otra de las causas que dificultan la aclimatación está “el sereno” de los valles calientes que influencian de manera nociva la salud de los recién llegados. Al respecto Londoño se pregunta si

Erá [sic] este efectivamente tan perjudicial como se ha creído; o habrá habido error de observación atribuyendo al sereno lo que seguramente debe atribuirse a los zancudos ? A propósito de estos no podemos aseverar que pican, como la generalidad de los insectos nocivos, a las personas recién llegadas a un lugar, y no tocan a los habitantes ya aclimatados. ¿Será para ellos un atractivo el estado congestivo y sudoroso de la piel de los no aclimatados y de los febricitantes? (Londoño, 1910 a, p. 96)

En este punto, pone en duda la influencia del “sereno” como causa de la mala aclimatación y pone el énfasis sobre la presencia de insectos nocivos, sin embargo no se atreve a asegurar que estos sólo piquen a los recién llegados y no a los aclimatados. Para Londoño la no adecuación del vestido a los distintos climas, especialmente al clima cálido y la permanencia en una “mala habitación” son otras de las causas que dificultan la aclimatación. De otro lado sostiene que la reacción individual frente a los distintos climas es muy variable y que depende en cada persona de “la constitución, el temperamento, los hábitos heredados, los adquiridos por la educación y los que son el resultado de la influencia recibida de uno o varios climas” (Londoño, 1910 a, p.97), elementos que dificultan, a veces de manera irremediable, la aclimatación. Para reforzar esta afirmación Londoño exhibe el siguiente ejemplo:

[…] un individuo de la raza blanca, de piel delgada y de cabello rubio, dotado de un temperamento nervioso, nacido de padres que han vivido en climas salutíferos, pero que han recibido por herencia o han adquirido las semillas de 23

los males que afligen a la especie humana en la zona templada, que se ha educado en un pensionado como para vivir siempre en ciudad y con bienes de fortuna heredados, ese individuo, de raza blanca o amarilla (prescindimos de intento de la negra) de tez morena (español o árabe) o de aceituna (chino o japonés), de recia contextura, de reacción nerviosa débil, hijo de padres que han recibido la influencia de varios climas caldeados por un sol tropical, insalubres por consiguiente, y que no tiene sífilis ni parasífilis, tuberculosis ni paratuberculosis (escrufulosis), que se ha educado en una escuela colonial o en una colegio de Jesuitas, y se ha preparado bien para luchar contra los agentes atmosféricos y las penalidades de la vida, y con algunos bienes de fortuna adquiridos por propio esfuerzo , este otro individuo puede desafiar sin temor, como lo hicieron los conquistadores de América y lo hacen hoy los misioneros católicos y los colonos alemanes, las deletéreas influencias de los climas africanos, asiáticos y americanos. (Londoño, 1910 a, p.97)

En este párrafo se aprecia que la aclimatación para Londoño, tiene que ver con muchos elementos, que se reflejan en el estado fisiológico de los individuos. La herencia, la educación, la profesión, el clima, la raza, los temperamentos, la presencia de enfermedades como la sífilis o la tuberculosis conforman las condiciones bajo las cuales la aclimatación es posible, pero lo importante de resaltar en este punto, es que Londoño piensa que aquellas personas que han “estudiado en escuela colonial o en colegio de Jesuitas” y además han adquirido por si mismo fortuna o bienes, son las que tiene mayor probabilidad de enfrentarse, sin mayor esfuerzo, a las inclemencias y las influencias de los climas cálidos. Finalmente, Londoño esta convencido de que

Vivir en una ciudad en donde nada falta para satisfacer ampliamente las necesidades físicas, intelectuales y sociales del hombre es un arte que se aprende con rapidez cuando se ha nacido y vivido en un medio social un poco encumbrado y se poseen bienes de fortuna y robustez física. Aprender a vivir bien en todo lugar, sea cuales fueren las condiciones físicas y sociales del medio, y con salud precaria y escasos recursos, es propio solamente de unos pocos hombres de gran valor moral, capaces de sobreponerse a toda contrariedad y de dominar esa pobre bestia flaca que llamamos naturaleza humana. (Londoño, 1910 a, p. 97)

Así que, hasta el “valor moral” está involucrado en la posibilidad de contrarrestar los efectos del clima. Para Londoño de lo que se trata es de aprender a vivir en cualquier lugar sin importar las condiciones físicas o sociales de éste, por eso sostiene que la aclimatación es posible en cualquier lugar, siempre y cuando el organismo se eduque. 24

En otro artículo de Londoño 13 , ya mencionado en la primera parte de este trabajo, se refiere a la patogenia de los climas cálidos y asevera que

Un habitante de las tierras frías siente, cuando llega al cañon , un calor sofocante que le activa los movimientos respiratorios, los cardiacos y las secreciones externas, sobre todo el sudor; como con apetito, pero la sequedad de las mucosas, y la sed, que el agua, para él tibia no la calma y le obliga ingerirla en mucha cantidad, le perturba la digestión. Sólo cuando el calor es excesivo siente debilidad muscular y pereza intelectual. En general, el calor despierta el apetito genésico […] Pasado un tiempo, variable según las personas y las estaciones (verano ó invierno), el organismo se acomoda al excitante calor y á las influencias de las presión del aire y otras, y, si se emplea un buen régimen alimenticio sin licor ni excitantes, buena agua de bebida, y si hace uso del baño y se habita una casa sana, la habitación ó aclimatación se obtiene sin sufrir trastornos graves en la salud, al menos inmediatamente. (Londoño, 1910 b, p. 250)

Londoño nos describe aquí el proceso de aclimatación para un habitante de clima frío que se traslada a un clima cálido. Para conservar la salud en este trascendental paso, el individuo debe seguir unas medidas estrictas de comportamiento, que incluyen la comida, la bebida y el uso de una casa “sana”. Sin embargo, cuando el individuo ya se halla “aclimatado” la influencia de este nuevo clima se ve reflejado en “un empobrecimiento notable de sangre apreciable, ya sea que se examine directamente el líquido sanguíneo ó bien al individuo mismo, cuya palidez es bien notable en la piel y las mucosas” (Londoño, 1910 b, 250) Londoño se refiere a esto como a una “anemia climatérica”, que según él puede ser congénita o adquirida y enfatiza que “por supuesto que no nos referimos a una anemia palúdica, ni á la uncinariasis, ni á las miasis intestinales, que con tanta frecuencia aumentan y agravan la anemia vulgar del clima”. Así que podría deducirse de esto que los climas cálidos producen una enfermedad que no tiene que ver con ningún microorganismo sino con los efectos que este tipo de clima produce sobre la fisiología humana. De todas formas la aclimatación deja sus secuelas y, según Londoño,

Saltan á la vista las consecuencias inmediatas y tardías sobre el individuo ó sobre la familia de esa anemia […] en los anémicos, habitantes de estos climas la estatura y peso son más que medianos, muy inferiores á los de los habitantes de las tierras templadas y frías, con algunas excepciones, y sus fuerzas físicas,

13 LONDOÑO Juan B, “Climatoterapia”, en: AAMM , Medellín, noviembre de 1910, # 8 y 9, año XV, pp. 247-253. 25

intelectuales y aún morales, apreciadas en conjunto, son inferiores á las de los individuos sanos de los climas montañosos. En una palabra, la degeneración física de los habitantes de estos climas ha dado pasos yá bien avanzados, no obstante la buena alimentación y las comodidades de que muchos de sus moradores suelen disfrutar. (Londoño, 1910 b, p. 251)

Se observa aquí la comparación entre los habitantes de los climas cálidos, templados y fríos. Los individuos aclimatados en tierras calientes sufren por lo general lo que el autor ha llamado “anemia climatérica”, dicha anemia propicia una baja estatura, un bajo peso y además produce una cierta inferioridad física, intelectual y moral en los sujetos de estos climas en comparación con los de clima templado y/o frío. Para Londoño, el clima cálido es el responsable de la degeneración física, aún cuando se cuente con una buena alimentación. Según el historiador Carlos Ernesto Noguera,

Desde finales del siglo XVIII, a lo largo del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, un grupo importante de intelectuales criollos y europeos sustentaron con importantes argumentos que la civilización decrecía a medida que se acercaba al trópico. Humboldt, Boussingault y más tarde Gustave Le Bon, en Europa; Francisco Antonio de Ulloa, Francisco José de Caldas, en las postrimerías del régimen colonial y Luis López de Mesa, Laureano Gómez, Miguel Jiménez López y Silvio Villegas –entre otros- a comienzos del siglo XX en Colombia, consideraron al clima como uno de los factores que más había influido en la constitución de nuestros caracteres raciales (tanto físicos como morales) y en definición de nuestros rasgos generales de nuestra cultura (Noguera, 2003, p. 116)

A este importante grupo también pertenecieron los médicos, quienes le dieron un fundamento científico a estas aseveraciones. Por eso, en Londoño apreciamos que su discurso pasa de la aclimatación en términos fisiológicos a la aclimatación en términos sociales y desemboca en un asunto político que se ve reflejado dentro del territorio colombiano. Colombia es digámoslo, tropicalizada, en las palabras en que Noguera lo menciona, puesto que la misma explicación que sirve para justificar la inferioridad del trópico en general, se utiliza en Colombia en relación con las zonas o regiones tropicales del país. De esta manera, son las regiones calientes, las que en palabras de Londoño, han sufrido una degeneración física –y moral- creciente por acción del clima. Más adelante Londoño menciona que

Quizás á causa de la anemia, la generalidad de las personas que habitan estos climas poseen una sensibilidad física exagerada, una irritabilidad nerviosa ó debilidad irritante , como dicen los alienistas alemanes, rayana en patológica, 26

debido á lo cual la educación de los niños es defectuosa un tanto, y la vida social penosísima. (Londoño, 1910 b, p. 252)

Vemos que la anemia producto del clima tiene efectos catastróficos tanto a nivel individual como colectivo, influencia no solo el carácter sino también la educación de los niños y la vida social. De esta manera, en Londoño el problema de la aclimatación no solo se expresa como una problemática científica o médica, es también y principalmente, un asunto social y político. En este sentido, la medicina cumple un papel que va más allá de sus pretensiones de preservar y mantener la salud de la población, al asumir problemáticas que involucran el control y el gobierno de las poblaciones. De lo que se trata entonces es de instaurar un proyecto medicalizador.

5. Conclusión Los textos analizados permiten concluir que el tema de la aclimatación fue de gran relevancia dentro de los estudios médicos a finales del siglo XIX y durante la primera década del siglo XX, debido a la importancia que el estudio del clima y sus factores recibió durante ese periodo para explicar las causas productoras de ciertas enfermedades. La relación entre los factores físico-químicos, casi todos ellos de orden climático, las particularidades geográficas y los fenómenos patológicos y/o fisiológicos normales, definieron el problema de la aclimatación dentro de los textos médicos analizados. Se pudo observar que, a excepción del médico Luis Cuervo Márquez, para quien el fenómeno del “aclimatamiento” está dado a nivel hereditario e inmunitario en relación con la acción lenta del clima, los otros discursos médicos analizados muestran una concordancia conceptual con lo expresado por la Academia Francesa en relación con la aclimatación al finalizar el siglo XIX. Para esta Academia, la aclimatación era entendida como el acostumbramiento o la adaptación de un sujeto a las influencias modificadoras del clima, en especial, a la temperatura y la altitud. De esta manera, los médicos colombianos consideran que la aclimatación puede darse a través de estrategias aclimatacionistas puntuales que son definidas bajo los lineamientos del discurso higienistas. Son, precisamente las estrategias de carácter higiénico, las que garantizan la 27 adaptación de los individuos a un nuevo espacio y a un nuevo clima. En ese mismo sentido, esa necesidad de establecer estrategias aclimatacionistas de carácter higienista estuvo en correspondencia con la pretendida inmigración de europeos al territorio colombiano. Finalmente, se puede concluir que el clima se configura en un elemento dinamizador de la problemática aclimatacionista, instaurando una especie de determinismo climático que circula con fuerza en el periodo señalado.

Bibliografía

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9. Noguera Carlos Ernesto, Medicina y Política. Discurso médico y prácticas higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia , Universidad Eafit, Medellín, 2003. 10. Samper Bernardo, Apuntes sobre higiene de las tierras calientes sobre higiene de las tierras calientes en Colombia , Arboleda y Valencia, Bogotá, 1914.

LA “DAMA ESPAÑOLA” VISITA A BOYACÁ. ANALISIS HISTORICO-EPIDEMIOLOGICO DE LA PANDEMIA DE GRIPA DE 1918-1919, EN BOYACÁ 1

AUTORES: JUAN MANUEL OSPINA DÍAZ i. ABEL FERNANDO MARTÍNEZ MARTÍN ii

RESUMEN Objetivo: Describir el impacto epidemiológico y social de la pandemia de gripa de 1918-1919 en 41 municipios de Boyacá, Colombia. Metodología: Estudio descriptivo empírico-analítico histórico, con enfoque epidemiológico. Se estableció el volumen y estructura de la población y se determinaron tasas de mortalidad para las variables de tiempo, persona y lugar. Resultados: La gripa era una entidad de carácter estacional en las provincias del Centro y Occidente de Boyacá. La pandemia inició en octubre de 1918 en Bogotá y se extendió a Boyacá por carretera. La mayor mortalidad se registró en noviembre. Durante octubre-diciembre causó la muerte del 4.8 X1000 de la población. No se encontraron las tres oleadas cronológicas descritas en la literatura. El piso térmico, los grupos de edad extremos, habitar en zona rural y municipios menos densamente poblados fueron factores de riesgo relacionados con la probabilidad de morir por gripa. Conclusiones: Encontramos diferencias significativas en el comportamiento de la pandemia de gripa en el departamento de Boyacá, en comparación con lo descrito en Europa y Norteamérica por la literatura especializada, especialmente lo relacionado con piso térmico, grupos de edad más afectados, hábitat rural y cronología y presencia de oleadas.

PALABRAS CLAVE: Pandemia gripa 1918-1919, Dama española, Mortalidad, Factores de Riesgo, Boyacá, Colombia

1 Este trabajo es un resultado parcial de el proyecto de investigación en curso “Análisis Histórico – Epidemiológico de la Pandemia de Gripa de 1918-19 en Boyacá” de los grupos de investigación Historia de la Salud en Boyacá – U.P.T.C. – Observatorio epidemiológico de enfermedades cardiovasculares – U.I.S. y Universidad de Castilla – La Mancha, España. i Médico cirujano, MSc. Epidemiología. Profesor asociado Escuela de Medicina Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Boyacá. Investigador Grupo Historia de la Salud en Boyacá. e-mail: [email protected] ii Médico cirujano, MSc.Historia. Profesor asociado Escuela de Medicina Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Boyacá. Director Grupo Historia de la Salud en Boyacá. e-mail: [email protected] Durante el siglo XX, ocurrieron pandemias de gripa en 1918, 1957 y 1968. Se estima que la pandemia de 1918 provocó la muerte de cerca de 40 millones de personas en menos de un año. Las pandemias de 1957 y 1968 fueron menos graves: entre 1 millón y 4 millones de defunciones calculadas, principalmente en grupos de riesgo tradicionalmente alto como los ancianos 2. Diversos autores coinciden en afirmar que el grupo de edad más afectado, en 1918, fue el de hombres y mujeres, entre 20 y 40 años 3.

A partir de la experiencia de las epidemias y del conocimiento del virus, se han estudiado patrones de comportamiento y de difusión de la gripa de 1918-1919, la cual ha suscitado un creciente interés en Europa 4,5,6 y Estados Unidos 7,8,9; llama la atención la falta de estudios sobre la pandemia en Asia, África, Europa oriental y Latinoamérica, con la excepción de Brasil 10 .

En Colombia, Durán Sánchez 11 , Zambrano 12 , García Medina 13 , Laverde 14 , Echeverri Dávila 15 , Phillips y Killingray 16 , Noguera 17 y la Junta de Socorros de

2 Ayora – Talavera, Guadalupe. ‘ Influenza: historia de una enfermedad’ . Biomédica, N° 10, 1999, p. 58 3 Crosby, Alfred. America’s forgotten pandemic . Cambridge: Cambridge University press. 1989, 2ª edición: 2003, p. 202-26 4 Bernabeu Mestre, Josep (coord.). La ciutat davant el contagi: Alacant i la grip de 1918-19 , Valencia, Conselleria de Sanitat i Consum, Valencia, 1991 5 Martínez Pons, Manuel. València al limit: la ciutat davant l’epidèmia de grip de 1918 , Simat de la Valldigna, Edicions La Xara, Valencia. 1999 6 Phillips, Howard; Killingray, David. (eds.). The Spanish influenza pandemic of 1918-19; new perspectives, Routledge, London, 2003 7 Barry, John M. The great influenza: The epic story of the deadliest plague in history , Nueva York, Penguin Books, 2004. 8 Byerly, Carol R. Fever of war: The influenza epidemic in the U.S. Army during World War I , New York Univ. Press, Nueva York-London, 2005 9 Van Hartesveldt, Fred. R. (ed.). The 1918-1919 pandemic of influenza. The urban impact in the western world , E. Mellen Press, Lewinston, 1992 10 Abrao, Janete Silveira. Banalização da morte na cidade calada: a hespanhola em Porto Alegre, 1918, EDIPUCRS, Porto Alegre, 1998; Bertolli Filho, Claudio. A gripe espanhola em São Paulo, 1918: epidemia e sociedade, Santa Ifigenia, Sao Paulo, 2003. 11 Durán Sánchez, María Fernanda. La Gripe Española en Bogotá. La epidemia de 1918 . Bogota, Alcaldía Mayor, 2006 12 Zambrano, Fabio. ‘La Gripa Asesina de 1918’, El Tiempo, Lecturas Dominicales, Bogotá, diciembre 1987. 13 García Medina, Pablo. ‘La Epidemia de Gripa’. Revista Médica de Bogotá. Nos. 436-437 Bogotá, diciembre 1918. 14 Laverde, Jorge. Contribución al estudio de la Epidemia de Gripa en Bogotá, en 1918 . Bogotá: Tesis de Grado Universidad Nacional de Colombia, 1918. 15 Echeverri Dávila, Beatriz. La gripe española. La pandemia de 1918-1919 . Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. Siglo XXI de España Editores. 1ª Edición, 1993. 16 Phillips, Howard; Killingray, David. (eds.). The Spanish influenza pandemic of 1918-19; new perspectives, Routledge, London, 2003 17 Noguera, Carlos Ernesto. Medicina y Política. Discurso médico y prácticas higiénicas durante la primera mitad del siglo XX en Colombia . Medellín: EAFIT, 2004. Bogotá 18 registran las primeras muertes en Bogotá a comienzos de octubre de 1918, siendo el hecho muy documentado. La prensa escrita de la época, de ciudades como Medellín y Manizales (El Espectador, Medellín, 1918); Tunja (La Linterna y El Deber, Tunja, 1918); Barranquilla (La República, Barranquilla, 1918); Túquerres y Quito (El Progreso, Túquerres, Quito, 1918); Bucaramanga (La Palabra Católica, Bucaramanga, 1918) y Cartagena 19 , registra la aparición de la pandemia en fechas posteriores a las de la capital de la República, afectando en mayor proporción y con más severidad a las zonas andinas ubicadas a mayor altura sobre el nivel del mar. La abundancia de fuentes primarias, contrasta con la escasez de investigaciones sobre la pandemia en Colombia. La mayoría de trabajos registran datos de Bogotá, a la que sitúan como el epicentro de la pandemia en el país.

La aparición de una próxima pandemia de gripe es cuestión de tiempo. No se puede predecir la gravedad, pero programas de modelación indican que su impacto en Estados Unidos podría ser considerable. En ausencia de medidas de control (vacunas o medicamentos), entre el 15% y el 35% de la población estadounidense podría verse afectada por una pandemia de gripe y el impacto económico podría oscilar entre 71300 y 166500 millones de dólares 20 .

Investigaciones adelantadas en EE.UU. y Europa permiten aproximaciones a las condiciones en las que se desarrolló la enfermedad. En Colombia los únicos estudios publicados sobre la pandemia de gripe se limitan a describir lo acontecido en Bogotá. Departamentos como Boyacá, uno de los más poblados de la época y, según datos preliminares, de los más afectados, no cuentan con ninguna investigación que permita conocer el impacto regional de la pandemia, de hecho, esta investigación es la primera que se adelanta en Colombia, intentando abarcar una muestra representativa de los 103 municipios existentes en Boyacá, en la época.

Se propone describir el impacto epidemiológico y social de la pandemia de gripa de 1918-1919 en una muestra de 41 municipios del departamento de Boyacá, para identificar factores de riesgo y protectores que puedan contribuir al control preventivo de futuras pandemias.

Se incluyeron 41 municipios (Gráfica Nº 1). A partir de los censos de población de 1912, 1918 y 1928, se diseñó una proyección poblacional, por género y grupo de edad. Se recogió de los libros de defunción de los archivos parroquiales, la información referida a la fecha de defunción, sexo y edad del fallecido, causa del fallecimiento, municipio, área de residencia (urbana o rural). En total se obtuvieron, durante los 4 años estudiados, 17421 registros de defunción. Adicionalmente se

18 Junta de Socorros de Bogotá: ‘Epidemia de Gripa, octubre y noviembre de 1918’. Exposición de la Junta de Socorros, 1918. 19 García Usta, Jorge. El pensamiento médico. Selección de textos médicos . Cartagena: Fondo editorial del Bolívar grande, 2000, p. 115 20 CDC. USA. Disponible en: www.cdc.gov/flu/pandemic/qanda_es.htm#proxima (Consulta 26-01- 06) obtuvo información sobre la altura promedio del municipio sobre el nivel del mar y estructura vial existente en el período estudiado. Se realizó búsqueda bibliográfica para obtener información relevante sobre el contexto socioeconómico y cultural de la época tanto en el nivel nacional como regional. Las causas de defunción se organizaron y codificaron de la siguiente manera:

1. Gripa 2. Enfermedades respiratorias agudas 3. Enfermedades gastrointestinales agudas 4. Enfermedades cardiovasculares 5. Tumores 6. Síndrome de afectación general 7. Enfermedades respiratorias crónicas 8. Trauma o lesión de causa externa 9. Enfermedades neurológicas 10. Enfermedades renales 11. Enfermedades gastrointestinales crónicas 12. Enfermedad Perinatal (Incluye mortalidad materna y del neonato) 13. Otras mal definidas

Para efectos del análisis de mortalidad por gripa, solo se incluyeron los registros de defunción en los que este diagnóstico se consignaba como causa directa de la muerte.

Teniendo la posibilidad de aproximar el volumen y estructura poblacional, la tasa cruda de mortalidad se estratificó en tasas específicas por grupos de edad, con lo que se obtuvieron medidas ajustadas más concluyentes que el simple número absoluto de defunciones para cada municipio y para la totalidad de la muestra, lo cual permitió establecer comportamiento promedio mensual y un perfil de mortalidad característico de antes, durante y después de la pandemia.

El análisis específico de la pandemia se centró en el período octubre de 1918 – enero de 1919. Para ello se determinaron las tasas totales y específicas de mortalidad.

CONTEXTO SOCIOECONOMICO Y CULTURAL

El departamento de Boyacá se localiza en el centro de Colombia, atravesado por la rama oriental de la cordillera de los Andes; para la época contaba con una extensión de 8630 Km 2 de los cuales más de la mitad eran terrenos baldíos. En el centro del departamento, se localiza sobre el eje de la cadena montañosa, el altiplano, de manera que partiendo del centro, hacia el oriente y el occidente se vierten afluentes fluviales que conforman las hoyas hidrográficas de los ríos Magdalena al Occidente, y Meta, Upía y Casanare al Oriente.

Los pisos térmicos, son un sistema de medida que nos permite definir la temperatura de una zona, de acuerdo a la altura sobre el nivel del mar en que se encuentre. Este sistema, sólo se puede aplicar en el trópico americano, debido a sus características geográficas y atmosféricas. Dentro de los pisos térmicos se han definido cinco niveles denominados cálido, templado, frió, páramo y glacial. 21

Mientras las potencias mundiales disputaban la Primera Guerra Mundial, confrontación por la hegemonía y el control de colonias y mercados mundiales, en Colombia la guerra ocasiona la suspensión de flujos comerciales y financieros y las obras públicas, causando desempleo. El gobierno acusa déficit en sus rentas y acude a préstamos de bancos y ciudadanos ricos 22 , esto ocurría en momentos en que intentaba apenas resarcirse del fracaso de la política económica radical de mediados del siglo XIX, experimento que se hundiría definitivamente con el conflicto de la llamada Guerra de los Mil Días, que consolidaría un régimen político de corte conservador: la hegemonía conservadora.

Como fórmula política, la hegemonía integró principios del liberalismo económico, intervencionismo borbónico, antimodernismo del corte del papa Pío IX y un nacionalismo cultural hispanófilo 23 . Al despuntar el siglo XX, la sociedad colombiana, eminentemente rural, era monopolizada por hacendados en el plano económico y social; controlada políticamente por el Partido Conservador e ideológica y culturalmente por el clero católico. La mayor parte de los habitantes de Colombia residía en área rural 24 .

El territorio colombiano estaba prácticamente deshabitado, ya que el 75% eran tierras baldías. La orografía de tres cadenas montañosas establecía la casi total incomunicación de las cinco regiones geográficas que solo se podía solventar mediante recuas de mulas, transporte fluvial y unos escasos 1500 Km. de tendido ferroviario, de los cuales ninguno cruzaba Boyacá. Colombia era un país desintegrado en lo interno y aislado en el contexto externo 25 .

La demanda mundial de materias primas ahondó la brecha entre las tierras frías de viejo asentamiento desde tiempos coloniales, que producían para el mercado interno, tal es el caso del altiplano cundiboyacense, y las tierras cálidas y templadas, colonizadas recientemente para incorporarlas a la producción de exportables, de los cuales solo el café se consolidó después de la década de 1920. Emergen en el sector productivo del agro el comerciante – hacendado de café en las vertientes de las cordilleras Central y Oriental, el engordador de

21 IDEAM (Instituto de Hidrología Meteorología y Estudios Ambientales, Colombia). El Medio Ambiente en Colombia . 2 a versión de la edición de 1998, 04/06/2001. Disponible en: http://www.ideam.gov.co/publica/index4.htm (Consulta: 15-03-2008) 22 Londoño Vega, Patricia; Londoño Vélez Santiago. ‘Vida diaria en las ciudades colombianas’. En: Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta, Tomo IV. Bogotá, 1989, p. 324 23 Palacios, Marco. Entre la legitimidad y la violencia. Colombia 1875-1994 . Bogotá: Grupo editorial Norma, 1999, p. 47 24 Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde . Bogotá: Pensamiento Critico, 2000, p. 54 25 Arcila, Mauricio. Cultura e identidad obrera . Colombia 1910-1945 . Bogotá: CINEP. 1991, p. 45 ganado en la Costa y el plantador de caña de azúcar en la Costa y el Valle del Cauca 26 .

En el plano del control social, el acercamiento del Estado con la iglesia consolidó a las jerarquías católicas como institución reguladora de un orden 27 . La influencia de la iglesia católica y el clero colombiano fue muy fuerte y alcanzó varios aspectos de la vida nacional: la educación, la salud, la política, la problemática social. El clero ayudado por las clases dominantes se preocupó por fundar instituciones de beneficencia dedicadas al cuidado de indigentes, huérfanos, dementes, delincuentes, realizar obras de caridad y fundar sociedades de artesanos y de obreros 28 .

En la medicina, la ideología médica registra la evolución del modelo anatomopatológico hacia los modelos fisiopatológico y etiopatológico: la medicina de laboratorio 29 .

Desde 1873 se inicia en Colombia la institucionalización de la higiene pública francesa, un incipiente movimiento higienista, que genera el tránsito de la higiene hacia la medicina tropical y posteriormente a la salud pública, llegan a Colombia la teoría microbiana y la bacteriología, dando lugar a la ‘bacteriologización’ de la higiene pública 30 .

Las pésimas condiciones de salud y asistencia social, la pobreza y una desastrosa situación higiénica eran la nota dominante en la Colombia de las primeras décadas del siglo XX, circunstancias que se agravaban por la inexistencia o baja cobertura de los servicios públicos. En 1910 la esperanza de vida del colombiano era de 30 años, la tasa de mortalidad infantil ascendía a 250 por mil y la tasa de mortalidad bruta era de 35 por mil 31 .

Estos fenómenos de transición y transformación socioeconómica llevaron a Boyacá al relegamiento y afianzaron el aislamiento y el atraso. Hasta el censo de 1870, el Estado Soberano de Boyacá aparece como el más poblado de Colombia con 499000 habitantes, aproximadamente el 18,5% de los 2,6 millones del país. En 1887, con 615.000 y en 1898, con 685.000, el Departamento de Boyacá, pasa

26 Palacios, Op. Cit., p. 26 27 Cortés, José David. Curas y políticos. Mentalidad religiosa e intransigencia en la diócesis de Tunja. Bogotá: Ministerio de Cultura, 1998, p. 109 28 Llano Restrepo, María Clara; Campuzano Cifuentes, Marcela. La chicha, una bebida fermentada a través de la historia . Bogotá: Cerec. - Instituto Colombiano de Antropología, 1994, p. 67 29 Miranda Canal, Néstor. ‘La Medicina colombiana de la Regeneración a los años de la Segunda Guerra Mundial’. En: Nueva Historia de Colombia . Editorial Planeta, Tomo IV. Bogotá, 1989, p. 263-64 30 Quevedo Vélez, Emilio. et al. Café y gusanos, mosquitos y petróleo. El tránsito desde la higiene hacia la medicina tropical y la salud pública en Colombia, 1873 – 1953 . Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004, p. 55 31 Vega, Op. Cit., p. 54 a ser el segundo más poblado después del Cauca. Muchos emigrantes partieron a abrir monte en zonas de frontera de clima templado y cálido 32 .

En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, el poder de compra de los jornales en el altiplano cundiboyacense cayó a la mitad frente a cuatro productos básicos de la dieta (maíz, carne, harina de trigo y papa). Como factores de expulsión se impusieron además la presión demográfica y el acaparamiento de los suelos planos y fértiles por terratenientes y comerciantes.

La decadencia poblacional de Boyacá se relaciona también con la pérdida de prestigio en el conjunto nacional en relación con el reconocimiento que tuvo durante el período colonial, sobre todo en lo económico, incluyendo una escasísima inserción en la economía nacional prácticamente inexistente a escala mundial; lo mismo puede decirse de la modernización cultural, poco difundida en una sociedad campesina tradicional 33 . ‘El pueblo boyacense permanece dentro de sus serranías y sus planicies como extraño al movimiento de civilización que hoy conmueve al país (...) La higiene es completamente desconocida.’ 34

La producción agrícola se sustentaba principalmente en alimentos de consumo directo que contaban con mercados estrictamente locales o cultivos de subsistencia; en gran escala, solo trigo y cebada se había establecido, en manos de los terratenientes 35 . En 1912, eran propietarios urbanos el 20% de los habitantes, mientras que la propiedad rural se concentraba en menos del 5% de la población. Eran analfabetos más del 80% de los varones. Trabajaban de manera independiente el 39.6% de los hombres, mientras que se declaraban asalariados el 18.8%. Asistían a la escuela alrededor del 12% de los niños en edad escolar. Es importante anotar que este censo no tiene en cuenta a las mujeres, ya que solo cuantifica a los hombres 36 .

Sobre las condiciones socioeconómicas de Tunja, en septiembre de 1918, aparece en “El Deber”, una noticia de la Junta del Asilo de San José, titulada: “Los mendigos sin pan ni abrigo”, que trata sobre los pordioseros que abundan en la ciudad: “andan por las calles de Tunja muchos mendigos, porque la Junta del Asilo de San José no ha podido sostenerlos a todos (…) Sabedores los pordioseros de los pueblos vecinos que ahora no se les encierra en el Asilo de San José, se vienen sobre Tunja a formar el triste cortejo de otros tiempos y los vemos golpear en los portones y asediar los zaguanes.” 37

32 Palacios. Op. Cit., p. 28 33 Guerrero, Javier. Los Años del olvido . Bogotá: Editorial Tercer Mundo, 1991, p. 46 34 Peñuela Rodríguez, Víctor. ‘Apuntaciones de Geografía e Historia médicas del Departamento de Boyacá en la República de Colombia’ Revista Médica de Bogotá, Nos 487-98, enero a diciembre de 1923, p. 88 35 Machado, Absalón. Políticas agrarias en Colombia 1900-1960 . Bogotá: Centro de Investigaciones para el desarrollo, Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1986, p. 13 36 República de Colombia. DANE, Censo 1912 37 El Deber, Tunja, septiembre 27 de 1918 Desde finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, existen hospitales en Tunja, Paipa, Moniquirá, Chiquinquirá, Santa Rosa de Viterbo, El Cocuy, Guateque, Garagoa, Villa de Leiva y Soatá 38 , la totalidad de ellos regentados por juntas y asociaciones locales de beneficencia con amplia participación del clero. La administración estaba a cargo de un síndico – mayordomo y la atención directa agenciada por religiosas y mujeres mayores contratadas para este fin 39 . El hospital de Tunja era atendido por las Hermanas Dominicas de la Presentación. El edificio se hallaba casi en ruinas y carecía por completo de higiene; los pisos de adobe y ladrillo estaban deteriorados; contaba solamente con un pequeño botiquín de urgencia. A los enfermos no se les podía suministrar sino purgantes, remedios caseros y drogas muy rudimentarias; no había servicio de cirugía por falta de sala adecuada e instrumental. Sólo existían 30 catres de madera en mal estado, las camas se componían de esteras de junco y de hojas de maíz; los enfermos tenían que acostarse con la misma ropa con que llegaban, porque el hospital no les podía ofrecer ropa de cama. El Gobierno sólo reconocía 12 centavos diarios por cada enfermo, dinero que pagaba con gran retardo y trabajo. El hospital estaba atendido por dos Hermanas de la Caridad, que no recibían remuneración y tomaban la alimentación en el vecino Colegio de la Presentación, los enfermos recibían caritativamente los alimentos sobrantes del personal del Colegio. No había médico oficial; el doctor Gil Márquez acudía gratuitamente a visitar a los enfermos, aliviándolos en lo posible y su generosidad llegaba hasta obsequiar, de su propia botica y consultorio, los elementos para curaciones de urgencia 40 .

La composición de la población boyacense en 1918, con un total de 586599 habitantes, se representada como una pirámide que refleja una tendencia de tipo expansivo con una gran concentración de población en edades jóvenes, característica de los países en vía de desarrollo (Gráfica Nº 2). En cuanto a la distribución espacial de la población, se encontró que más del 70% se localizaba en áreas rurales.

MORTALIDAD POR GRIPA ANTES DE LA PANDEMIA:

Se registran durante el período 1912 – 1917, antes de la pandemia de gripa de 1918, un total de 144 fallecimientos con este diagnóstico en los registros parroquiales de defunción, de los cuales 88 (el 61%) ocurre entre 1916 – 1917, lo que sugiere un aumento gradual de la frecuencia de esta patología, atribuible a la crítica situación socioeconómica, malnutrición y hábitat de piso térmico frío, más evidente en tres provincias. Se aprecia además un comportamiento temporal de la frecuencia de mortalidad, con carácter estacional, relacionado con la temporada de transición a las lluvias, que ocurre de manera cíclica de febrero a abril y de

38 El Boyacense, Tunja, 7 de Abril de 1888, p 875 39 Martinez Martín, Abel Fernando; Alvarado, Solney; Carvajal, Juan Fernando. Aproximación histórica a la Medicina y la Salud Pública en Tunja en el siglo XIX . Tunja: UPTC, 2002, p. 131 40 Rojas, Ulises. ‘El Hospital de Tunja’. En: Repertorio Boyacense . Academia Boyacense de Historia, Tunja, 1994, p. 238 agosto a octubre. El análisis global de la mortalidad en estos seis años muestra que por grupos de edad, los menores de 5 años y los mayores de 60 aportan las mayores tasas de mortalidad por gripa, mientras que por género se encuentra el mismo número de fallecidos para cada sexo.

La mortalidad por gripa durante el año previo a la pandemia representa apenas algo más del 1%. En conjunto el perfil de mortalidad se corresponde con la estructura característica del estadío de predominio de las enfermedades infecciosas, con altos registros de mortalidad en las edades extremas de la vida.

PERIODO CRÍTICO, MORTALIDAD EN 1918:

El 23 de octubre de 1918, en el periódico “La Linterna”, de Tunja, aparece la primera mención sobre el impacto de la pandemia de gripa, que según el periódico, en el momento, afectaba a cerca de 4.000 habitantes de la ciudad, que contaba, según el censo realizado en ese año, con 10.680 habitantes, 5532 mujeres y 5148 hombres.

Tunja, en temporada de lluvias, se paraliza por los efectos de la pandemia. La gripa :“ha aparecido en la ciudad con caracteres alarmantes. En menos de diez días más de las dos quintas partes de la población ha sido atacada” . El Batallón no ha podido montar guardia en los últimos días; en el Panóptico existen más de 190 casos y suspenden actividades por la gripa las Normales, el Seminario y los colegios de la ciudad “que cuentan con numerosos casos”. En Tunja, “no hay casa que no tenga enfermos” .41

En el informe oficial se consigna una fecha mucho más tardía y la vía de llegada de la gripa a la ciudad Tunja, donde predominaron las complicaciones pulmonares: “ llegó la gripa a fines de octubre, y según el Director de Higiene se comprobó que fue introducida a Tunja por peones carreteros que llevaron la infección de Bogotá; pronto se propagó a todo el Departamento, y como era natural, en los climas fríos predominaron las complicaciones pulmonares ”42 .

El periódico considera que “es natural que la epidemia se extienda a todo el Departamento” y ofrece consejos a sus lectores : “Importa sobre todo mantener las vías digestivas en buen estado.” Recomienda un purgante a base de Sulfato de Soda. Para la fiebre y las neuralgias recomienda Antipirina y Clorhidrato de Quinina; un jarabe para la tos; “bebidas calientes, limonadas, no hacer uso de alimentos sólidos durante el mal” ; lavar la garganta con infusión de eucalipto o de te con limón. Y concluye: “si el enfermo escupe sangre debe llamar al médico”.

Aparecen también pequeños avisos publicitarios referentes a la gripa, pagados por la Droguería Central: “ que vende a los mismos precios de siempre. No ha alterado

41 La Linterna, Tunja, 23 de Octubre de 1918 42 Revista de Higiene, Bogotá, agosto de 1919, p. 283 los precios a que vendían sus drogas y medicinas antes de la grippe ”; en otro aviso, recomienda el Jarabe Antitífico, que asegura fue éxito en Panamá, pues a la gripa “pudo dominarla con éxitos sorprendentes” 43 . En “El Deber”, aparecen tres noticias breves; una que ofrece, nada menos que en un Taller de Mecánica, una receta gratis contra la epidemia de gripa: “En el taller de mecánica del señor Eduardo Boada, se suministra gratis una magnifica receta para combatir en pocas horas la epidemia de la gripa. Es evidente por que su aplicación no ha fallado.” Otra, informa, que a causa de la epidemia de gripa, muchos matrimonios se han tenido que aplazar en la ciudad y, la última, dice que el médico Manuel N. Lobo, recomienda a los atacados de la gripa, no tomar quinina. 44

En el período enero - septiembre de 1918, ocurrió un promedio de 308 muertes mensuales; en consecuencia, la tasa promedio mensual de mortalidad fue de 1.14 X1000 Habitantes. Si durante los primeros 9 meses de 1918 el comportamiento de la mortalidad fue similar al del año anterior, el último trimestre presenta características singulares que son las que ameritan un análisis separado. A partir de octubre, la mortalidad se eleva por encima del promedio, registrándose la mayor tasa en noviembre. Las enfermedades respiratorias agudas y la gripa, son responsables del 52.6% de la mortalidad.

Los grupos de edad más afectados fueron el de los menores de un año, y el de los mayores de 60 años, aunque en términos absolutos el mayor número de muertos ocurrió en los grupos de 15 a 44 años y el de los mayores de 60 años. Es importante anotar que las tasas específicas de mortalidad por grupo de edad registran aumentos sustanciales, si se las compara con las del año 1917, especialmente el grupo de menores de un año con un 30.3% de aumento; el de 1 a 4 años con 35% de incremento y el de mayores de 60 años, que se incrementa en 10.1%.

En el último trimestre de 1918 se registran tasas mensuales de mortalidad superiores al promedio. Llama la atención la elevada mortalidad ocurrida durante el mes de noviembre, cuya tasa global es 4.93 veces superior al promedio mensual del período enero - septiembre. La gripa constituye casi la mitad de todas las muertes, y junto con las enfermedades respiratorias agudas copa un 72.2% de la mortalidad; lo que constituye sólida evidencia de la presencia de un brote epidémico (Gráfica Nº 3).

Se registran entre el 21 y el 31 de octubre de 1918 un total de 16 defunciones por gripa localizadas geográficamente en Sugamuxi 5 (Firavitoba 3, Iza 1 y Sogamoso1); Márquez 5 (Turmequé); Valle de Tenza 2 (Garagoa) y en el Centro del departamento 4 (Tunja). Las defunciones corresponden a 10 hombres y 6 mujeres; 8 adultos, 6 menores de 5 años y dos de edad no determinada. El mayor impacto de la letalidad se focaliza en Turmequé, que registra en el lapso de 5 días

43 La Linterna, Tunja, 23 de Octubre de 1918 44 El Deber Nº 11, Tunja, noviembre 1 de 1918 igual número de defunciones, 3 de los fallecidos tienen el mismo apellido (Carrasco) y provienen del área rural.

Durante las dos primeras semanas, los municipios más afectados por la mortalidad se localizaron en las provincias del Centro de Boyacá, de Sugamuxi, de Tundama y de Márquez.

Entre la tercera y la quinta semana de epidemia, se observa una rotación de municipios afectados y las tasas de mortalidad se atenúan en los municipios de las provincias del Centro y Márquez, mientras se observa la incorporación de tasas de mortalidad más elevadas en municipios que se localizan hacia el norte y oriente del departamento. Para los últimos 10 días de noviembre, se aprecia una menor afectación de los municipios del centro y mayores tasas de mortalidad en el oriente y norte del departamento, hecho que sugiere el carácter migratorio de la pandemia. En la primera semana de diciembre, la tasa global de mortalidad presenta un descenso radical.

El análisis del comportamiento temporal de la mortalidad permite concluir que los municipios con mayores tasas de mortalidad por gripa (Superior a 9.0 X1000 Hab.), se encuentran en promedio a 2715 metros de altura sobre el nivel del mar; de igual manera, los municipios con menores tasas de mortalidad por gripa (Menor a 2.0 X1000 hab.) se ubican en promedio a 2262 metros de altura sobre el nivel del mar (Tabla N° 1). La distribución de las tasas específicas de mortalidad por períodos de entre 7 y 11 días, permite determinar al menos tres focos de origen simultáneo de las muertes por gripa, a partir del 21 de octubre de 1918: Sugamuxi, Centro y Provincia de Márquez, y el Valle de Tenza.

Si bien los datos obtenidos de los registros parroquiales aportan información valiosa, en las fuentes primarias se encuentra evidencia de subregistro:

Bajo el título “Las víctimas de la gripa”, aparece publicada una lista de las “Defunciones en Tunja del 25 de octubre al 10 de noviembre de 1918” que registra un muerto diario desde el 25 al 31 de octubre, en total 7 en la primera semana de mortalidad, la última de octubre. Llama la atención que los tres primeros y el quinto eran niños.

El 1º de noviembre, reporta dos muertes, una mujer y un niño; el 2, 5 muertos, una niña; el día 4, reporta 4 muertos; el 5 de noviembre 5; el 6, uno; el día 7, 4, una niña; el 8, 6 muertes, una niña; el día 9, 4 muertes, una niña y el 10 de noviembre una mujer muerta. En total, 39 muertes en 17 días, 10 de ellas infantiles, 23 masculinas, 16 femeninas

Aclara el periodista que las víctimas de la gripa en Tunja son más, ya que los residentes en las zonas rurales fueron enterrados en los pueblos que la circundan: “No figuran aquí algunos muertos de veredas apartadas que han sido enterrados en municipios vecinos.”. Se insiste en que el impacto fue mayor en las áreas rurales que en la zona urbana y que atacó principalmente a campesinos, obreros y a los pobres: “Las víctimas, casi todas son gentes del campo (…) sus víctimas, el flagelo las escoge, entre los trabajadores, las clases pobre e indigentes.” 45

En el periódico oficial “El Boyacense”, se registra el fallecimiento de 4 reclusos de la Penitenciaría de Tunja, en el mes de noviembre 1918, durante la pandemia. Ya “La Linterna” informaba de 190 reclusos afectados en La Penitenciaría de Tunja:

1-Tiburcio Laya, venezolano de 38 años, muere el 2 de noviembre por “una fuerte gripa”. Su cadáver es “llevado al cementerio”. 46 2-Justiniano Lara, de Coper, de 25 años, muere en la Penitenciaría el 11 de noviembre. No aparece diagnóstico. 3-Posidio Vargas A., 36 años, agricultor, de Vélez, muere de neumonía el 13 de noviembre, en la Penitenciaria. 4-Urbano Avendaño, de Buenavista, 26 años, muere “ a consecuencia de una gripa en el Hospital de Caridad”, en noviembre 15 de 1918 47 .

Es importante anotar, que ninguna de estas muertes aparece registrada en los Libros de Defunción de las parroquias de Tunja, que reportan en total 51 muertes, con el diagnóstico de gripa, en la ciudad. Sólo uno de ellos fallece en el Hospital de Caridad, los otros tres, al parecer, mueren en la Penitenciaría, que contaba con una enfermería con 12 camas. En un solo caso se informa que el cadáver fue conducido al cementerio, pero sin ser registrado como defunción en la parroquia. Igual sucede con cuatro mujeres y cinco hombres que fallecen con el diagnóstico de gripa, entre el 1º y el 30 de noviembre de 1918, en el Hospital de Caridad y uno remitido por la Sociedad de San Vicente de Paúl de Tunja, que tampoco aparecen registradas en los libros de defunción de las parroquias, lo que le sumaría 13 muertes más a Tunja, durante la Pandemia de Gripa de 1918 48 .

RESPUESTA DEL GOBIERNO Y LA SOCIEDAD A LA PANDEMIA

En el periódico conservador “El Deber”, de noviembre 8, se lee, que la epidemia ha “ hecho unas cuarenta victimas hasta ahora ” en la ciudad y que el Gobernador de Boyacá, que se había posesionado el 1º de octubre, había expedido un “magnífico decreto relativo a la epidemia reinante, a fin de combatir el flagelo y reunir fondos para atender a la necesidades mas urgentes de los enfermos pobres” 49 .

Informa “La Linterna”, la creación de la Junta de Socorros de Tunja, actor principal en la atención de la pandemia de gripa en la ciudad: “Parece que se ha organizado una Junta para atender a los muchos enfermos que no pueden

45 El Deber, Tunja, noviembre 1 de 1918 46 El Boyacense, Tunja, No 702, noviembre 9 de 1918 47 El Boyacense, Tunja, No 709, diciembre 11 de 1918 48 Hospital de Caridad de Tunja, libro de entradas y salidas 1915-1922 49 El Deber, No. 12. Tunja, noviembre 8 de 1918 comprar medicinas, ni siquiera tienen donde abrigarse” 50 . Sobre la actuación de las autoridades, tras llegar la pandemia, se afirma: “El señor Alcalde ha dictado algunas medidas relacionadas con el aseo de casa y solares, tendientes a acabar con los focos de infección que puedan contribuir a la propagación de la epidemia que nos ha invadido.” 51

Las acusaciones sobre la ineficiencia de la organización sanitaria departamental son graves: “La Dirección de Higiene Departamental, ha debido establecer ya la defensa, dar órdenes sobre boticas, dispensarios, cuidados con los enfermos, etc., etc. Ni una palabra sobre el particular. ¿Qué hace la Dirección de Higiene? ¿Duerme acaso? Hasta su oficina no llega el clamor que levanta la racha de espanto que diezma la población boyacense.”

Tres meses llevaba la Dirección de Higiene de Boyacá sin prestar servicio por haberse enfermado el doctor Reyes Archila, el Director de Higiene; el redactor opina que si “hubiera verdadera administración, el doctor Reyes ha debido ser reemplazado, por el tiempo de su imposibilidad, para que el departamento al ser invadido por infecciones como la actual, no quede sin tener quien organice la defensa y dicte todas las precauciones indicadas para combatir la epidemia.”

Aparecen el 15 de noviembre, en “La Linterna”, nuevas críticas a la acción gubernamental ante la pandemia de Gripa, el redactor del periódico liberal se pregunta:

¿Cuál es la actitud de nuestro Gobierno ante al desastre? ¿Cómo lucha por salvar del desastre al pueblo trabajador? ¿Ha establecido dispensarios para que se den a los pobres las medicinas que necesitan? ¿Ha fundado hospitales? ¿Ha establecido Juntas de Sanidad en todo el Departamento? ¿Cree acaso nuestro gobierno que basta y sobra con la cartilla que la Junta de Sanidad ha dado a la publicidad? ¿Está satisfecho con sus decretos de alcance puramente local? Creemos que no puede estar satisfecho, ni ha obrado en este caso como está obligado a obrar un gobierno que se precia de cristiano. Una cartilla y un decreto no bastan (…) Urge que nuestro gobierno tome medidas salvadoras del pueblo pobre; urge que, como el gobierno de Cundinamarca, nombre médicos de sanidad en todo el Departamento : urge que en cada una de las poblaciones invadidas por la gripa establezca juntas de socorros, semejantes a la que se fundó en esta ciudad. Es un deber del gobierno el de favorecer de la miseria y de la muerte a sus gobernados. Y es un deber nuestro exigirlo en nombre de los desgraciados.”52

50 La Linterna No 438, Tunja, 23 de octubre de 1918 51 La Linterna, Tunja, Nº 439. 1 de noviembre de 1918 52 La Linterna, Nº 441. Tunja, 15 de Noviembre de 1918 Aparece también en “La Linterna” una breve noticia telegráfica, titulada “ Protesta”, fechada en Bogotá, en noviembre 5, y enviada telegráficamente a “La Linterna”, contra el Rector del Colegio de Boyacá, por la desconsideración que tuvo hacia los estudiantes afectados por la gripa: “Como ex -alumno del Colegio de Boyacá y en mi carácter estudiante Medicina, protesto proceder salvaje Rector (…) que a los alumnos de aquel establecimiento se les obligaba a presentar examen, aun cuando estuvieran con la gripa .”

Disposiciones ministeriales ordenaron suspender los exámenes finales y mandar a los alumnos para sus casas: “A causa de la gripa y por disposición del Ministerio de Instrucción Pública se suspendieron los exámenes en estos establecimientos y a los alumnos se les expidió su certificado de acuerdo con el cómputo anual de aprovechamiento.” El Rector del Colegio de Boyacá, organizó, en plena pandemia de Gripa, la sesión solemne de clausura de estudios del año, el 31 de octubre 53 .

En un número posterior de “La Linterna”, se ratifican las denuncias contra los directivos del Colegio de Boyacá: “Cuando la epidemia de gripa invadió el colegio, ni el Rector ni el Vicerrector se asomaron nunca a los dormitorios a ver a los jóvenes en el estado en que se encontraban. Como el Rector no fue a ver a los estudiantes, tuvo la incomprensión de decir que estaban enfermos de pereza. Y de ahí la orden cruel de reprobarlos si no se presentaban a examen. Muchos jóvenes tuvieron que levantarse en estado febricitante a presentar examen.” 54

En su informe a la Asamblea de febrero de 1919, el Secretario de Gobierno de Boyacá, consigna que a fin de combatir la pandemia de gripa en Tunja, que amenazaba tener proporciones alarmantes, como sucedía en Bogotá, el Gobierno dictó el Decreto 157, el 30 de octubre, en plena pandemia, por el cual se creó una Junta Patriótica de Sanidad, “Ad-honorem”, en la ciudad, presidida por el Alcalde, médicos, vecinos y vecinas de la ciudad, con participación del Obispo Maldonado Calvo:

“Junta Patriótica de Sanidad, compuesta del Alcalde como presidente, del Personero Municipal y de los señores doctor Manuel R. Vásquez, don Jesús Mariño y doctor Roberto González; esta Junta asesorada de las importantes comisiones de señoras y caballeros designadas por el Ilustrísimo señor Obispo, levantó suscripciones a los particulares y éstas como aquella trabajaron con infatigable celo, gran entusiasmo y verdadero espíritu de caridad cristiana y prestaron inmenso beneficio a las clases desvalidas que fueron especialmente atacadas por la epidemia.” 55

53 El Deber No. 11. Tunja, noviembre 1 de 1918 54 La Linterna, Tunja, Nº 441, 15 de Noviembre de 1918 55 Libro de Informes del Gobernador de Boyacá a la Asamblea Departamental. Tunja, febrero 1° de 1919 El Decreto se justifica, argumentando: “Que la acción oficial en las calamidades públicas es ineficaz sino se apoya en la acción individual de los buenos ciudadanos.” Por eso crea la Junta Patriótica de Sanidad, que sólo recibió del gobierno de Boyacá la suma de 50 pesos. El total de los recursos recaudados para atender la pandemia en Tunja, fue de 704 pesos con 50 centavos, recursos que salieron “ del corazón de los generosos”, es decir, no del Estado sino de la caridad pública y que fueron recolectados por siete ciudadanos recolectores: “El Gobierno Departamental tan solo pudo auxiliar a la Junta con la pequeña suma de cincuenta pesos oro debido a la escasez de recursos del Tesoro público, pero tanto la Junta Patriótica de Sanidad, como las Juntas de Socorros, supieron tocar el corazón de los generosos, y levantaron una suscripción que alcanzó la suma de setecientos cuatro pesos con cincuenta centavos oro, la cual, satisfizo innumerables necesidades ”56

El Sindicato del Ferrocarril del Nordeste da a la Junta de Socorros de Tunja, cuatro veces más que lo aportado por el Gobierno Departamental, 200 pesos oro, como aporte para “los desvalidos de la ciudad.” 57 Maldonado Calvo da una contribución de 100 pesos oro. Tanto el Banco de Boyacá como los superiores del Seminario de Tunja contribuyen con 20 pesos.

La ley 35 de 1918, firmada por el presidente Marco Fidel Suárez, asignó cuarenta mil pesos para combatir la epidemia de gripa en todo el país, evitar la propagación y proteger a los enfermos pobres “que no puedan atender a su restablecimiento”; de esta suma adjudicó el Gobierno Nacional al Departamento de Boyacá, cinco mil pesos, a Cundinamarca se le señaló igual cantidad; los otros departamentos, menos afectados, recibieron entre todos 30.000. En febrero de 1919, terminada la epidemia en el Departamento, aún no había recibido Boyacá ni un centavo de este auxilio, según informe del Secretario de Gobierno.

El Decreto del 30 de octubre, dispuso además que: “Todos los Médicos Oficiales del Departamento están en el deber de prestar apoyo a la Junta Patriótica de Sanidad y de atender las indicaciones de ella.” 58

Mientras el gobierno repartía cartillas educativas y la Junta Patriótica de Sanidad asumía el control y establecía las normas para mitigar el daño causado por la gripa en la ciudad, la Iglesia organizaba en Tunja una Rogativa, es decir, una procesión de grandes dimensiones, a la que se convocó a toda la ciudadanía, que recorrió la ciudad de Norte a Sur y que, probablemente, aportó más a la difusión del virus de la Gripa, que a prevenir el contagio.

En El Deber, del 8 de noviembre, aparece una noticia con el título: “ROGATIVA, Para obtener del Señor que cese el azote de la peste que nos aflige,” que cuenta como el Obispo Maldonado Calvo, que no asistió a la procesión, organizó la salida

56 El Boyacense No 700, Tunja, noviembre 4 de 1918 57 La Linterna, Tunja, 15 de Noviembre de 1918 58 El Boyacense No 700, Tunja, noviembre 4 de 1918 de las imágenes de Cristo, San Antonio y San Roque, que habían mostrado su efectividad ante las pestes coloniales, acompañados por todos los fieles de la ciudad, como acción para implorar a la divinidad el remedio de la contagiosa enfermedad y derrotar, con las milagrosas imágenes, “el flagelo de la peste”:

“De acuerdo con el ilustrísimo señor Obispo se ha resuelto sacar de la iglesia franciscana hoy viernes, a las 3 de la tarde, una PROCESION de las imágenes del santo Cristo, san Antonio, y san Roque, la cual irá hasta el Parque Pinzón, en donde los presos cantaran un Salve; luego seguirá por la carrera que va al Panóptico hasta la esquina de Hotel Bolívar; seguirá por la calle Sur de la catedral a tomar la plaza y continuara hasta el parque de los Mártires. De ahí irá hasta la salida de Bogotá y regresará por el camellón de Santo Domingo. En estas circunstancias tan aflictivas, es de esperarse que ninguno de los habitantes de la ciudad dejará de acudir a esta Procesión para implorar al señor el remedio de la contagiosa enfermedad que azota a todos los pueblos de la República. Las milagrosas imágenes de San Antonio y San Roque continuaran expuestas a la veneración de los fieles de la iglesia de San Francisco, hasta que termine el flagelo de la peste. ”59

El 15 de noviembre, en “La Linterna”, se duda que la pandemia de Gripa pueda ser detenida con las rogativas; el redactor del periódico sugiere, más bien, medidas higiénicas para poder detenerla y, critica nuevamente la actitud de las autoridades gubernamentales:

“el mal se extiende por todo el Departamento, no lo detienen rogativas a San Antonio, ni a San Roque, ni a Santa Rosalía, ni al Cristo; solo podrían detenerla medidas higiénicas, medicina eficaces, cuidados científicos, intensa propaganda que vaya por todas partes (…) Y nada de esto, exceptuando las rogativas ha preocupado a nuestro gobierno; el pueblo va cayendo en las garras de la muerte sin que sus gobernantes se muestren si quiera impresionados por los infelices, víctimas todos de la ignorancia, de la pobreza en que se les tiene sumidos sistemáticamente.” 60

El reportero de “La Linterna”, evidencia el gran peso de las creencias religiosas en la población rural. Una mujer campesina lleva a su marido, muy enfermo por la Gripa, a la Iglesia, en medio de la Rogativa organizada por el Obispo Maldonado Calvo, negándose la mujer a llevarlo al Hospital o la Botica, según el periodista, “víctima de su ignorancia”:

“El domingo pasado encontramos en una de las calles de la ciudad a un campesino amigo nuestro, a quien traía casi arrastrando su esposa: el pobre hombre respiraba trabajosamente; su cara congestionada,

59 El Deber No. 12. Tunja, noviembre 8 de 1918 60 La Linterna, Tunja, Nº 441, 15 de Noviembre de 1918 sudorosa, tenía color violáceo, sus ojos encendidos por la fiebre no toleraban la intensa luz del sol y lagrimaban constantemente; tosía y escupía sangre (…) la esposa nos dijo que lo llevaba a la iglesia para que se confesara. Llévelo al hospital primero, le rogamos (…) No señores, contestó la esposa. El hombre está de muerte y lo llevo primero a la iglesia. Entre a esta botica, volvimos a rogar, le pagamos los remedios. Primero lo llevo a la iglesia, replicó la mujer creyente (…) Pasaba la rogativa y entre el montón siguió la pareja que iba a la iglesia, antes que la botica. Inútil decir que el pobre campesino murió esa misma tarde sin un remedio, pero se confesó y pagó la esposa el entierro. Así t odos mueren victimas de su ignoran cia, agarrotados por el terror a los castigos de ultratumba y no saben —buen cuidado se tiene de no enseñárseles— respetar la vida.”61

COMPORTAMIENTO DE LA MORTALIDAD DESPUES DEL PERIODO CRÍTICO: 1919.

Durante este año ocurrieron un total de 4140 defunciones (19.75% menos que en 1918), lo cual arroja un promedio mensual de 345. El mayor número de defunciones se registra en los meses de junio y julio. Durante todo el año la tasa mensual de mortalidad acumulada fue de 1.23 x1000 habitantes.

La tasa específica de mortalidad por gripa desciende del 5.01 por mil en 1918 a 0.68 por mil en 1919. La enfermedad respiratoria aguda se mantiene como primera causa de muerte, y la gripa se reduce sustancialmente, bajando del segundo al sexto lugar.

MORTALIDAD GENERAL Y POR GRIPA EN 1920:

Se registran durante este año un total de 4192 defunciones, lo que arroja un promedio mensual de 349. Se encuentra que la tasa promedio general por mes es de 1.20 X1000; La mortalidad general más elevada ocurre durante el período abril - mayo.

La gripa es responsable del 5% de todas las muertes, durante el año. Las otras causas de muerte codificadas mantienen los mismos niveles observados en los años anteriores, de representatividad porcentual y por tasa.

Ocurren durante este año, un total de 208 defunciones con diagnóstico de gripa, la mayoría de ellas (78%), durante el primer semestre. El pico máximo de mortalidad por gripa, se registra durante los meses de abril y mayo, coincidiendo con una elevación de la tasa de mortalidad general.

61 Ibíd.

BALANCE OFICIAL DE LA PANDEMIA

El 15 de noviembre, bajo el título “La gripa en Tunja”, se lee en “La Linterna”, una crónica, donde el reportero tunjano, hace un balance sobre los efectos de la Pandemia de Gripa en la ciudad, que, como en Bogotá, afectó con mayor intensidad a los pobres, dejando cadáveres de hombres, mujeres y niños en las vías públicas, impresionante relato que, por su importancia, es importante transcribir:

“Aparentemente la gripa no hizo estragos en la ciudad (…) porque las víctimas salieron, salen todavía de las clases humildes, de los que lloran en silencio a sus muertos, y no pueden pagar el llanto a la iglesia, y marchan a la fosa común envueltos en la indiferencia que los arropó durante la vida (…) El camino de la muerte ha sido transitado a toda hora en los últimos días por cortejos llorosos que llevan en hombros el cuerpo de un artesano pobre que murió solo en el rincón de su taller, o el cuerpo de un agricultor que, bajo la inclemencia de un sol quemante, cayó sobre los haces de trigo que segaba enfermo; o el de una pobre mujer que, agobiada por la carga, se desplomó en la vía de donde fue recogido su cuerpo muerto ya; o el de un niño que buscó amparo en el portalón de una casa y fue sorprendido allí por el sueño de la muerte. Y por las calles menos transitadas de la ciudad el desfile de cadáveres continua sin que la ciudad misma se haya dado cuenta de la catástrofe (…) Hay que llegar al cementerio para poder darse uno cuenta de la magnitud del desastre; hay que detenerse a mirar la ruda faena de los enterradores, inclinados a toda hora sobre la tierra, abriendo fosas a la luz de los faroles (…) decimos todos que la gripa no ha causado estragos (…) Olvidamos que cada uno de los muertos era un trabajador (…) que los brazos de aquel hombre sembraban el pan (…) cuanto pierde un pueblo cuando los brazos útiles son segados así por la muerte. Sólo cuando venga el hambre comprenderemos todos que la gripa sí causo verdaderos estragos llevándose a los humildes. 62

Al visitar poblaciones cercanas a Tunja, ubicadas en la Provincia del Centro, la más afectada, revela un panorama igual de desolador: “No sabían luchar contra el flagelo; no tenían un remedio contra la enfermedad; iban por los caminos, por las calles, por los senderos arrastrando su dolor, febricitantes, expuestas al sol y a la lluvia, y en los caminos, en las calles, en los senderos, caían heridas por la muerte.” 63

Datos incompletos revelan 784 defunciones por Gripa, que se presentaron en el mes de noviembre de 1918, en la Provincia de Centro, según el Gobernador de Boyacá:“hubo en la Provincia durante el mes de noviembre retropróximo 784

62 La Linterna, Tunja, Nº 441, 15 de Noviembre de 1918 63 Ibíd. defunciones, según los datos no muy completos recogidos hasta ahora, y el número de muertos hubiera sido mayor si tanto los particulares como el Gobierno no hubieran aunado sus esfuerzos para combatir la enfermedad y evitar su contagio” 64 .

En el Informe que presenta el Director Nacional de Higiene al Ministro de Instrucción Pública, ministerio del que dependía, en 1919, se resume el informe oficial de la Pandemia de Gripa de 1918 en Boyacá, donde causó 2.691 muertos, aunque afirma a continuación, que “No se pudo obtener dato sobre el total de defunciones”. “A pesar de todo, y vista la densidad de la población, las defunciones no fueron tan numerosas como en Cundinamarca, pues alcanzaron, en todo el Departamento, a 2,691. No se pudo obtener dato sobre el total de defunciones por gripa. El Gobierno del Departamento dictó providencias eficaces para que las autoridades atendieran los enfermos y proporcionó los recursos de que pudo disponer, y en la capital se organizó una Junta que prestó grandes servicios.” 65

El 22 de noviembre de 1918, “La Linterna” titula: “La gripa se va” y, usa la descriptiva metáfora: “ huyendo de la caridad (…) mientras la higiene dormía el sueño profundo de la indiferencia” :

“Seguimos a una de las comisiones de la Junta de Socorros, la comisión encargada de llevar alivio y consuelo al barrio alto de la ciudad (…) la chiquillería del barrio, apenas convaleciente, corría a recibir a las damas de la comisión; exhiben entre sus harapos las carnes amoratadas por el frío; las criaturas titiritaban sonrientes y agarradas de las faldas de las señoritas, iban denunciando los dolores ocultos en aquellos escondidos rincones donde la peste había sentado sus reales (…) El resultado final de la visita de ese día fue consolador: la peste huía; la gripa abandonaba a la población; la caridad debía ahora atender más a los pobres hambreados que a los enfermos, y la comisión decidió fundar cocinas a donde pudieran acudir los necesitados (…) La gripa se ha ido ya, y se ha ido huyendo de la caridad que por todas partes la persiguió, mientras la higiene dormía el sueño profundo de la indiferencia. Bendita tierra esta que da vida a grandes despropósitos: el Gobierno sueña, la sociedad obra; la higiene duerme, la caridad vela (…) Sin embargo vivimos.” 66

La Linterna, reconoce la labor de las comisiones de la Junta de Socorros de Tunja y del Obispo Maldonado Calvo, que abrió cocinas para alimentar a los pobres de la ciudad, igualmente el gremio obrero de Tunja organizó “una suntuosa manifestación” en la ciudad “en honor de la Junta de Socorros, para hacerle presente su agradecimiento por la manera generosa y eficaz como auxilió a todas las clases proletarias durante el tiempo que la gripa visitó la ciudad ”67

64 Libro de Informes del Gobernador de Boyacá a la Asamblea Departamental, Tunja.1919 65 Revista de Higiene No 115, Bogotá, agosto de 1919, p. 283 66 La Linterna, Tunja, Nº 442, 22 de Noviembre de 1918 67 Ibid.

En el Informe del Director de Higiene doctor Carlos Reyes Archila, a la Asamblea, de 1919, sobre la Pandemia de Gripa, quien se califica como una de las primeras víctimas de la enfermedad, carece de datos sobre mortalidad en Tunja, la que califica de “poca” y afirma que su Oficina solo se limitó a divulgar material educativo que le enviaron de la Junta Central de Higiene en Bogotá: “A mediados de mes de octubre y en el mes de noviembre, la epidemia de gripa (...) invadió a esta ciudad y a casi todos los municipios del Departamento, con tales caracteres de infección y mortalidad que desde el primer momento alarmó (...) De sus primeras victimas fue el suscrito de manera que la Dirección de Higiene quedó privada de su misión y sólo se ocupó la Oficina en la distribución y envío de las instrucciones y Cartillas Higiénicas y de Profilaxis que oportunamente la Junta Central de Higiene repartió profusamente ”68 .

El Director de Higiene, ratifica que la atención de los afectados por la pandemia, estuvo en manos de la Junta Patriótica de Sanidad, creada en Tunja por el Gobernador, convocando a los miembros de la élite, a las autoridades municipales y eclesiásticas, a finales de octubre de 1918, concluyendo que en Tunja la Gripa tuvo alta morbilidad y poca mortalidad:

“Usted señor Gobernador se apresuró a constituir en esta ciudad una Junta (...) encargada de auxiliar a los desvalidos atacados por la gripa; coadyuvar a la labor de las corporaciones oficiales; de dictar las medidas conducentes para evitar la propagación de la epidemia; y de solicitar y arbitrar recursos del Consejo Municipal y de los particulares. La acción de la junta pronta y eficaz, secundada intensamente por la alta sociedad e Tunja, logró la pronta extinción de la epidemia en la ciudad, donde la enfermedad si bien atacó muchas personas, poca mortalidad.” 69

Pese a que los registros de defunción de los libros parroquiales ofrecen un recuento de mortalidad que permite esbozar el perfil epidemiológico, es importante anotar que el análisis de otras fuentes primarias como los periódicos y libros hospitalarios constituyen, en el caso particular de Tunja, evidencia de subregistro, durante el período crítico de la pandemia. Es el caso de 13 defunciones ocurridas en la penitenciaria y el Hospital de caridad que no se encuentran registradas en los libros de ninguna de las tres parroquias de la ciudad. Para este caso se encuentra que 20,34% de las muertes por gripa hasta ahora registradas en esta ciudad, no se incluyeron en la base de datos analizada.

El análisis cronológico permite apreciar, además, en los meses de enero de 1920 hasta agosto del mismo año, un incremento significativo de los casos absolutos de muertes por gripa, en la muestra de municipios estudiada, notablemente inferior a la pandemia de 1918, pero significativamente mayor que las muertes de carácter

68 Libro de Informes del Gobernador de Boyacá a la Asamblea Departamental. Informe del Director de Higiene. Tunja, 1919 69 Op. Cit., Ibíd. estacional registradas en los períodos previos (Gráfica Nº 4). La información disponible hasta el momento, no nos permite concluir que este incremento de mortalidad por gripa se corresponda con una oleada final de la pandemia de 1918, tampoco es posible precisar la existencia de tres oleadas, como se describe en la literatura de Europa y Estados Unidos.

Por fecha, se encuentran por lo menos dos focos de inicio de la mortalidad atribuible a la Pandemia en 1918: Uno en Turmequé y Tunja (distantes uno del otro 45 Km.), que reportan un total de nueve fallecimientos, y el segundo en la Provincia de Sugamuxi que compromete los municipios de Iza, Firavitoba y Sogamoso. Las otras dos defunciones ocurren en Garagoa, población de clima templado distante unos 80 km. de Tunja. La ubicación geográfica de estos primeros casos de mortalidad invita a pensar que el contagio se transmitió desde Bogotá (donde la epidemia tuvo máximo rigor en octubre) a las poblaciones vecinas a la Carretera Central del Norte, inaugurada en la primera década del siglo XX (Gráfica N° 6). Esto confirma lo reportado por l as autoridades sanitarias del departamento en los reportes y balances de la época.

Durante los 4 años estudiados se ha podido estimar la tasa mensual de mortalidad por cada mil habitantes, la cual es en promedio 1.3 X1000 muertes mensuales. Excepto el período octubre de 1918 - enero de 1919, no se aprecian grandes fluctuaciones en la magnitud de estas tasas (Gráfica N° 3).

El riesgo atribuible expresa la cantidad de casos que no hubieran ocurrido en ausencia del contagio. Para este caso esa cifra ascendería a unas 1296 muertes en la muestra estudiada, que si se extrapola a la población total estimada de Boyacá a finales de 1918, permitiría afirmar que ocurrieron alrededor de 2875 fallecimientos como consecuencia de la gripa.

Sobre los inicios de la pandemia en Boyacá, fuentes oficiales registran que ‘ A la capital de Boyacá llegó la gripa a fines de Octubre y según el Director de Higiene se comprobó que fue introducida a Tunja por peones carreteros que llevaron la infección de Bogotá; pronto se propagó a todo el departamento y como era natural, en los climas fríos predominaron las complicaciones pulmonares. A pesar de todo y vista la densidad de la población, las defunciones no fueron tan numerosas como en Cundinamarca, pues alcanzaron en todo el departamento a 2691”70 .

La expansión de la mortalidad, que en el breve lapso de 1 semana pasó de ubicarse en 6 municipios, para luego extenderse a 21 de los 41 estudiados y en 2 semanas más llegó a los 40, algunos de ellos distantes más de 200 km. de los focos iniciales, deja expresa constancia de la extraordinaria virulencia y letalidad del agente causal. Noviembre de 1918 fue el escenario temporal para la expansión de la epidemia a una velocidad particularmente elevada (Tabla N° 1).

70 Revista de Higiene, Bogotá, Nº 115, 1919 Se encuentra una asociación estadísticamente significativa en la relación entre el riesgo de morir por causa de la gripa y la altura sobre el nivel del mar del municipio. El análisis permite establecer que la probabilidad de morir a causa de la gripa, durante el período crítico de la pandemia, se incrementa desde un 68% a partir de los 2000 m.s.n.m. hasta 364% por encima de los 2800 metros (Gráfica N° 7). Este resultado sugiere que el volumen de oxígeno atmosférico disponible, en función del piso térmico, es determinante en la evolución y propagación del cuadro clínico de la gripa, en particular de las formas severas.

Concuerdan los estudios sobre la gripa en afirmar que, en Norteamérica y Europa, el grupo de edad más diezmado por la mortalidad pandémica fue el comprendido entre los 20 y los 40 años de edad 71 , y que en los grupos de edad extremos (menores de 5 años y mayores de 60), se registra de manera un tanto anormal, una baja proporción de muertes (Echeverri, 1993. p. 47). En la muestra estudiada en Boyacá, si bien es cierto que el número absoluto de muertos es mayor en el grupo de personas en edad productiva, las tasas específicas de mortalidad demuestran sin lugar a dudas, que el grupo de edad más afectado fue el de los menores de 5 años, seguido por los mayores de 60 años (Gráfica N° 7). Se encontró que el riesgo de morir a causa de la gripa era 3,39 veces mayor si se trataba de un niño menor de 5 años o de un adulto mayor de 60 en comparación con los adultos jóvenes. Este aspecto reviste importancia en el posterior comportamiento demográfico, por cuanto no se afectó el grupo poblacional en edad reproductiva. En relación con el género, no se encuentra en la muestra analizada una afectación o riesgo diferencias estadísticamente significativas.

La evaluación de la asociación entre el riesgo de morir como consecuencia de la gripa comparando el sitio de residencia urbano o rural, expresa que la probabilidad de morir al contraer la gripa, si se vivía en el campo, era 67% mayor.

CONCLUSIONES:

Contrario a lo reportado en la literatura especializada de Europa y Norteamérica, no se registran tres oleadas de la pandemia conocida como “Dama Española” en la muestra estudiada en el departamento de Boyacá. El aumento de casos de mortalidad por gripa ocurrida entre enero y agosto de 1920 amerita una indagación exhaustiva en una muestra de municipios mayor y ampliando el período de estudio que se está desarrollando. (Gráfica N° 4).

La pandemia de gripe se inició a comienzos de octubre en Bogotá y rápidamente se extendió al departamento de Boyacá, a través de la Carretera Central del Norte. Los primeros municipios afectados en la muestra estudiada se encuentran sobre el trazado de esta vía o muy próximos a ella (Turmequé, Tunja, Sogamoso, Garagoa, Iza y Firavitoba), lugares en donde en el período comprendido entre el 21 y el 31 de octubre se registran las primeras defunciones (Gráfica Nº 6).

71 Echeverri, Beatriz.Op. Cit ., p. IX; Crosby, Op. cit., p. 202-226

Durante el período crítico comprendido entre octubre de 1918 y enero de 1919, la tasa específica de mortalidad por gripa, en la muestra estudiada, alcanzó a ser de 4.8 por mil habitantes. Si se proyecta este estimado a la población general del departamento de Boyacá para el año de 1918 (586000 habitantes), se calcula que la epidemia ocasionó aproximadamente 2800 defunciones durante este lapso.

Pese a que en los reportes de estudio de la epidemia realizados en países europeos y de Norteamérica describen como casó atípico una mayor mortalidad en el grupo de edad comprendido entre los 20 y los 40 años, en términos absolutos; al comparar, no en números absolutos, sino a través del análisis de tasas específicas de mortalidad por grupo de edad y tasas específicas de ataque, en el presente estudio, demuestran, que la gripa afectó, en Boyacá, en muchísimo mayor grado a los menores de 5 años y a los mayores de 60 (Gráfica N° 8).

Se encontró que el piso térmico fue un factor que incidió en la probabilidad de morir si se contraía la gripa. Esta probabilidad, expresada como odds ratio (OR), registra un gradiente positivo que va desde 0.28 a los 1600 mts., hasta 3.64 por encima de los 2800 mts. (Tabla N° 2). Un ejemplo in teresante es la comparación de las tasas globales de mortalidad ocurridas durante el período crítico entre los municipios de Aquitania, localizado en piso térmico páramo (3050 m.s.n.m., temperatura promedio de 11º C.), que registro una tasa de 28,18 por mil habitantes, que contrasta con la de Tinjacá, municipio situado en piso térmico frío (2100 m.s.n.m., temperatura promedio de 16º C.), que registró para el mismo período una tasa de 7.52, casi cuatro veces menor, a la del primer municipio. Entre los dos hay una diferencia de altura de 950 m. y de 5º C. en la temperatura promedio.

Se encontraron como factores de riesgo asociados a la probabilidad de morir si se contraía la gripa, el lugar de residencia, siendo más afectados los habitantes de las áreas rurales (OR= 1.67); y la densidad poblacional, si se contraía la gripa en los municipios menos densamente poblados (menos de 64 habitantes por Km 2; OR = 1.30). (Tabla N° 2).

El registro de las tasas brutas de mortalidad muestra que, después de Bogotá, el Departamento de Boyacá fue la región más afectada, en términos de mortalidad, por la epidemia de gripa; esto en comparación con los departamentos y regiones en los que se obtuvo información en fuentes de la época (Tabla N° 3).

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GRAFICAS Y TABLAS

Gráfica 1. Municipios de Boyacá – Colombia incluidos en el estudio

Gráfica 2 Estructura poblacional de Boyacá en 1918

TASAS MENSUALES DE MORTALIDAD POR TODAS LAS CAUSAS EN 41 MUNICIPIOS DE BOYACA 1917-1920 (X1000 HABITANTES)

6,00

5,00

4,00

3,00

2,00

1,00

0,00

Gráfica 3. Tasas mensuales de mortalidad por todas las causas en la población estudiada Enero de 1917 – Diciembre de 1920

MORTALIDAD MENSUAL POR GRIPA BOYACA 1917-20

1000

900

800

700

600

500

400

300

200

100

0 jul-17 jul-18 jul-19 jul-20 nov-17 nov-18 nov-19 nov-20 ene-17 sep-17 ene-18 sep-18 ene-19 sep-19 ene-20 sep-20 mar-17 mar-18 mar-19 mar-20 may-17 may-18 may-19 may-20 Gráfica N° 4. Muertes mensuales por gripa en 41 mun icipios de Boyacá entre Enero de 1917 y Diciembre de 1920

IMPACTO DE LA MORTALIDAD POR GRIPA BOYACA OCT-DIC 1918 100

90 80 70 60

50

40

30 20 10

0

OTRAS GRIPA

Gráfica N° 5. Muertes diarias por gripa y todas las causas en 41 municipios de Boyacá, entre el 1° de Octubre y el 31 de Diciembre de 1918

Gráfica N° 6. Localización de los primeros casos de mortalidad por gripa desde Octubre 21 al 31 de 1918

ASOCIACION ENTRE LA ALTURA SOBRE EL NIVEL DEL MAR Y EL RIESGO DE MORIR POR GRIPA. BOYACA OCT-DIC 1918 4 3,64 3,5

3

2,5 1,99 2 1,68

1,5

ODDS RATIO ODDS 1 0,52 0,28 0,5

0 1600 1800 2000 2400 2800 HSNM

Gráfica N° 7. Relación entre la altura sobre el niv el del mar (HSNM) y la probabilidad de morir a causa de la gripa expresada como Odds Ratio (OR)

TASA ESPECIFICA DE MORTALIDAD POR GRIPA S/EDAD BOYACA OCT-DIC 1918 (X1000 HAB)

30,00

25,00

20,00 25,43

15,00

10,00

8,48 5,00 3,77 3,09 2,06 7,12 - <1 1 A 4 5 A 14 15 -44 45-59 6O Y MAS

Gráfica N° 8. Tasas específicas de mortalidad por g ripa según grupo de edad en 41 municipios de Boyacá, entre Octubre y Diciembre de 1918

FECHA OCT/18 NOVIEMBRE/18 DICIEMBRE/18 ENERO/19 MUNICIPIO 8 - 15- 22- 1 - 8 - 15- 22- 1 - 8 - 22- total 21-31 1-7 (HSNM) 14 21 30 7 14 21 31 7 14 31 SORA (2.600) 0,5 4,47 5,46 1,99 0,99 13,41 MONGUI 1,05 4,92 2,81 3,51 0,7 0,35 13,34 (2.880) AQUITANIA 0,90 3,51 1,60 3,61 0,40 1,10 0,60 0,60 0,10 0,30 0,20 12,92 (3.060) TASCO 0,18 0,88 3,53 4,58 1,59 0,35 0,35 0,18 0,18 11,82 (2.620) LA PAZ 0,25 5,72 2,73 0,99 0,75 0,99 11,43 (2.700) SORACA 0,73 6,55 1,82 1,46 0,36 0,36 11,28 (2.942) BETEITIVA 2,99 3,99 1,5 0,5 0,75 0,25 9,98 (2.600) CORRALES 0,27 3,47 4,27 1,33 0,27 9,61 (2.478) IZA (2.560) 0,37 0,51 2,04 2,55 2,55 1,02 9,04 FIRAVITOBA 0,06 1,79 2,76 2,21 0,83 0,28 7,93 (2.508) TURMEQUE 0,72 1,88 2,61 1,01 0,43 0,58 0,29 0,14 0,14 7,8 (2.404) TIBASOSA 3,05 1,41 1,17 1,17 0,23 0,7 7,73 (2.390) LEYVA 0,28 0,56 1,12 2,52 0,84 0,56 0,28 0,28 6,44 (2.200) TOTA (2.634) 0,17 0,17 2,4 3,43 0,17 6,34 DUITAMA 0,21 0,83 2,08 2,5 0,21 0,1 5,93 (2.590) COMBITA 0,2 1,6 2,4 1,2 0,2 0,2 5,8 (2.730) TUNJA 0,51 1,5 1,5 0,75 0,66 0,19 0,19 5,3 (2.820) EL COCUY 1,52 0,93 0,7 0,35 0,23 0,35 0,58 0,58 5,24 (2.749) PAIPA (2.577) 0,47 1,78 1,5 0,75 0,28 0,28 0,09 5,15 STA ROSA 0,66 1 1,99 0,17 0,5 0,33 0,33 0,17 5,15 (2.520) ARCABUCO 0,63 1,27 2,53 0,32 0,32 5,07 (2.739) SAMACA 0,23 1,16 0,92 1,16 0,46 0,23 4,16 (2.665) SOGAMOSO 0,41 0,97 0,73 0,85 0,54 0,06 0,06 0,5 4,12 (2.570) N. COLON 0,24 1,2 1,2 0,24 0,48 0,24 0,24 3,84 (2.450) CHIQUINQ 0,44 0,53 1,07 0,98 0,27 0,04 0,13 0,18 0,09 0,09 3,82 (2.570) RAMIRIQUI 0,27 1,6 1,47 0,4 3,74 (2.345) JENESANO 0,15 0,59 1,03 1,48 0,3 0,15 3,7 (2.500) BELEN 0,19 0,19 2,63 0,38 3,39 (2.695) NOBSA 1,79 0,3 1,19 3,28 (2.388) MONIQUIRA 0,08 0,39 0,77 0,54 0,39 0,15 0,23 0,15 0,23 0,08 3,01 (1.764) CIENEGA 0,21 1,03 1,03 0,21 2,46 (1.610) OICATA 2,01 0,4 2,41 (2.815) CHISCAS 0,25 1,02 0,38 0,38 2,03 (2.419) TINJACA 0,82 0,16 0,16 0,49 0,16 0,16 1,95 (2.180) SOATA 0,6 0,08 0,15 0,38 0,3 0,3 0,08 1,89 (2.045) GARAGOA 0,02 0,1 0,91 0,3 0,1 0,1 1,53 (1.730) BOYACA 1,31 1,31 (2.361) TOCA (2.810) 0,22 0,22 0,65 1,09 CUCAITA 0,38 0,68 1,06 (2.640) CHITARAQUE 0,16 0,32 0,16 0,16 0,16 0,96 (1.571) TUTA (2.603) 0,21 0,21 0,21 0,21 0,84 Total 0,06 0,36 0,94 1,11 1,39 0,37 0,2 0,14 0,15 0,15 0,07 0,07 5,01

Tabla Nº 1. Tasas de mortalidad por gripa. Por período y acumulada en 41 municipios de Boyacá. Octubre de 1918 a enero de 1919. HSNM= altura sobre el nivel del mar. (En color se destacan los períodos con mayor tasa de mortalidad)

FACTOR OR IC 95% p Menor de 5 años 3.71 3.29-4.19 < 0.0001 Mayor de 60 años 1.62 1.35-1.95 < 0.0001 Menor de 5 años o mayor de 59 3.49 3.1 – 3.92 < 0.0001 Residente en el área rural 1.67 1.4 – 2.0 < 0.0001 Población localizada por encima de los 2000 mts. 1.68 1.36 – < SNM 2.07 0.0001 Población con menos de 64 habitantes por Km 2 1.30 1.16 – < 1.47 0.0001 Género 0.97 0.88 – 0.60 1.08 Municipio expuesto previamente a virus gripales 0.96 0.85 – 0.43 1.07

Tabla N° 2. Factores de riesgo asociados a la proba bilidad de morir a causa de la gripa en 41 municipios de Boyacá entre Octubre y Diciembre de 1918 (OR=Odds ratio)

MORBILIDAD MORTALIDAD LETALIDAD DEPTO POBL ENF. MUERTO (X1000 (X1000 HAB) (X100 HAB) HAB) BOGOTA 125000 1 1262 2 10.09 BOYACA 659947 2691 4.07 VALLE 271547 56167 678 20.68 2.49 1.20 CALDAS 427906 1006 2.35 TOLIMA Y HUILA 501544 2.0 3 SANTANDER 429144 35303 706 8.22 1.64 1.99 ANTIOQUIA 828125 113225 776 13.67 0.93 0.68 NORTE SDER. 239217 0.5 3 NARIÑO 340759 2.0% 1 LA ÉPOCA, Nº 7 – 15. Bogotá, 1918 2Laverde, Jorge. ‘Contribución al estudio de la epidemia de Gripa de 1918 en Bogotá’. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. 1918. 3Reporte de los delegados de las juntas departamentales de Higiene Fuente: Revista de Higiene. Año IX Nº 115 Bogotá. Agosto de 1919

Tabla Nº 3. Datos de morbilidad, mortalidad y letalidad de la pandemia de gripa. Colombia. 1918

“DUDOSA ORTOGRAFÍA”, CUERPOS ANTIHIGIÉNICOS Y ESPACIOS INSALUBRES: Prostitución e Higiene Pública En Cartagena 1 1880-1920

2 Jorge Armando Orozco Padilla

3 Juan Manuel Ortiz Martínez

Lo primero que hay que tener claro es que este trabajo no se enmarca en una historia del cuerpo o de la prostitución, la presente investigación es una historia de los dispositivos higiénicos de control en la ciudad de Cartagena, de cómo penetraron inicialmente en la ciudad, qué coyuntura histórica posibilitó su aparición y su posterior introducción en el cuerpo de la mujer pública Cartagenera de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

La pregunta que nos plantearemos inicialmente es ¿Qué coyuntura histórica permitió el surgimiento de los dispositivos higiénicos de control en Cartagena a finales del siglo XIX y comienzos del XX?

Primeramente es importante enfatizar qué entendemos como dispositivos de control higiénicos; éstas fueron técnicas de vigilancia que buscaron la sujeción de la población y de algunos 4 individuos (como las prostitutas, los mendigos, los pobres etc.) a través de los saberes médicos.

Con la construcción de leyes, ordenanzas y decretos sobre higiene pública, los individuos serán disciplinados, definiendo cuales son las conductas que se deben tener para mantener una buena limpieza, tanto en los espacios como en los cuerpos. De esta forma se construye un modelo general que deben seguir la totalidad de la población, los que puedan adaptarse a él serán considerados como normales, los que no se

1 El presente ensayo es un resumen del trabajo de investigación realizado para optar el título de Historiador del Programa de Historia en la Universidad de Cartagena, año 2007.

2 Historiador egresado de la Universidad de Cartagena, afiliado al Centro de Estudio de Ciencia Tecnología y Género de la Universidad del Sinú.

3 Historiador egresado de la universidad de Cartagena, afiliado al Centro de Estudio de Ciencia Tecnología y Género de la Universidad del Sinú y docente de tiempo completo de la corporación educativa ALCESA (entidad educativa en convenio con la Normal Superior de Corozal y Universidad de Pamplona)

4 FOUCAULT, Michel . UN DIÁLOGO SOBRE EL PODER Y OTRAS CONVERSACIONES . Madrid, editorial, 1984, 164 Págs. 5 clasifican como anormales .

Las prostitutas, los locos, los pobres y los mendigos, ya sea por sus tradiciones culturales o por sus condiciones económicas, no se pudieron adaptar exitosamente al modelo propuesto y es por esto que todo el peso de los dispositivos recayó sobre ellos intentando someterlos al orden establecido.

Las calles, las basuras, las alcantarillas, el espacio donde debían estar los mendigos, los locos, las tabernas y las prostitutas, casi todo fue reglamentado para tener una mejor vigilancia y un mayor control.

Ya con respecto a la pregunta que nos interesa, podemos decir que La emergencia que catapultó la aparición de los dispositivos higiénicos fue la coyuntura histórica en que se encontraba 6 Colombia, que intentaba vincularse al mercado mundial a partir de la exportación del café . A fínales del siglo XIX Colombia haría su cuarto intento por vincularse al mercado mundial, los tres primeros fracasaron, con el tabaco, la quina y el añil a mediados del mismo siglo. Sin embargo, el café a diferencia de los anteriores productos se consolidó en las vertientes colombianas y la economía cafetera vio como única forma de desarrollo sostenible la vinculación al sistema 7 económico mundial.

La pregunta que podría hacerse cualquier lector desprevenido es: ¿Qué tiene que ver el café y el mercado mundial con la higiene en Cartagena?

Aunque parezcan temas muy distantes, Cartagena era uno de los principales puertos por donde debía salir el café hacia el exterior, y una de las condiciones básicas que imponían las

5 Para mayor información sobre las técnicas disciplinarias Ver: FOUCAULT, Michel . VIGILAR Y CASTIGAR EL NACIMIENTO DE LA PRISION . Siglo XXI editores, Madrid, 1999,313 Págs.

6 La tesis que sustenta que la aparición de los dispositivos higiénicos de control en Colombia respondían a la necesidad de vincularse al mercado mundial es defendida por varios autores como: ABEL , Christopher . “Crecimiento Enfermedad y Estado entre 1902 y 1940”. En: ENSAYOS DE HISTORIA DE LA SALUD EN COLOMBIA. 1920-1990 . IEPRI, UN de Colombia, Bogotá, 1996, Págs. 46-71. QUEVEDO , Emilio . “La Medicina Anatomoclinica, el Higienismo y la Salud en Colombia durante la hegemonía conservadora (1886-1936)” EN: HISTORIA SOCIAL DE LAS CIENCIAS EN COLOMBIA T. II, Colciencias, Bogotá, 1993, Pág. 133-171. MÁRQUEZ VALDERRAMA, Jorge. “¿Rumores, miedo o epidemia? La peste de 1913 y 1914 en la costa atlántica de Colombia”. En: HISTORIA, CIENCIA, SAUDE, Vol. III (1), 2001, Pág. 133-171.

7 Para mayor información sobre los intentos de Colombia para insertarse al mercado mundial y la importancia del café en la sociedad colombiana ver: NIETO ARTEATA , Luís Eduardo . ECONOMIA Y CULTURA EN HISTORIA DE COLOMBIA . Ediciones tercer mundo, Bogota, 1962, 436 Págs. Y EL CAFÉ EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA . Editorial la soga al cuello, Bogota, 1971., 92 págs. organizaciones de comercio internacional para vincular a cualquier país al sistema, era que sus principales puertos estuvieran debidamente saneados y en buenas condiciones higiénicas. Fue Así, como Cartagena y otros puertos en el Caribe y en el Pacífico (como Puerto Colombia, Santa Marta y Buenaventura), se convirtieron en epicentros de las políticas sanitarias nacionales.

Todas las exigencias sanitarias internacionales estaban directamente ligadas al proceso imperialista llevado a cabo por las potencias mundiales en el último cuarto del siglo XIX. En este periodo hubo un aumento considerable del comercio a través de los puertos marítimos, lo que aumentó las posibilidades de contagiar a una población de epidemias a través de la llegada de un barco infectado, obligando a exigir que los puertos se encuentren en buenas condiciones 8 higiénicas para evitar el desarrollo de una pandemia mundial .

9 Fue así como instituciones como la Oficina Sanitaria Internacional creada en 1902 bajo la 10 11 presión de Estado Unidos y la Fundación Rockefeller , fueron fundamentales para desarrollar una incipiente política sanitaria a nivel nacional, no solo en Colombia si no también en todos los países de Centro América el Caribe y sur América

Con la fundación de estos organismos sanitarios internacionales la vigilancia sobre los puertos se hicieron más estrictas, exigiendo la elaboración de programas sanitarios nacionales en el interior de cada país, como condición básica para no ser marginado del intercambio económico 12 13 comercial . Fue así como se fundó en 1886 la Junta Central De Higiene dando inicio al proceso

8 Ver: CASAS ORREGO , Álvaro . “Sociedad médica y medicina tropical en Cartagena del siglo XIX al XX”. En: ANUARIO COLOMBIANO DE HISTORIA SOCIAL Y DE LA CULTURA Nº 26. UN de C. Facultad de CH. DP de Historia, Bogotá, 1999, Págs. 114-133. para mayor información sobre el proceso imperialista llevado a cabo por las potencias mundiales en el siglo XIX ver: HOBSBAWN , Eric . LA ERA DEL IMPERIO . Editorial labor, Barcelona, 1989, 392 págs.

9 Esta oficina pasará a llamarse desde 1947 Oficina Sanitaria Panamericana

10 En Latinoamérica la potencia imperialista que impulsó la construcción de políticas sanitarias a nivel regional fue Estados Unidos sobre todo por el aumento del comercio entre la metrópoli y los países caribeños, gracias a las concepciones bananeras y petrolíferas que se les dieron a sus empresas privadas en toda la región. para mayor información ver: QUEVEDO , Emilio . “¿políticas de salud o políticas insalubres? De la higiene a la salud pública en Colombia en la primera mitad del siglo XX”. En: MEDICINA Y SALUD EN LA HISTORIA DE COLOMBIA . Editorial universidad pedagógica y tecnológica de Colombia, Tunja, 1997, Pág. 141-162.

11 Para ampliar la información sobre la importancia de la fundación Rockefeller en el desarrollo de políticas sanitarias en el mundo y en particular en Latino América Ver: IBID…, Págs. 141-162.

12 Fue tanta la importancia que le dieron los comerciantes colombianos a la medidas de control sanitario en los puertos, que en 1920 los servicios sanitarios nacionales pasaron a vincularse al Ministerio de Agricultura y Comercio por 3 años, esta transferencia, se justifica por la creencia de que “la higiene favorecería la ampliación de la frontera agrícola, estimularía la inmigración extranjera y mejoraría la competencia del país en el comercio intencional”. QUEVEDO , Emilio . “La Medicina Anatomoclínica, el Higienismo y la Salud en Colombia durante la hegemonía conservadora (1886-1936)” EN: HISTORIA 14 de construcción de una Medicina Nacional , en Cartagena por su parte se instauró la Sociedad 15 Médica Y Ciencias Naturales De Bolívar , constituida como un órgano consultivo del gobierno local para tomar medidas referente al saneamiento del puerto y de la ciudad en general

La creación de la Junta Central de Higiene y de la SMCNB se enmarcó en el proceso de 16 construcción de una Medicina Nacional , alternando con la fundación de sociedades de médicos similares a la de Bolívar en varias partes del país como: Santander, Antioquia, Cauca entre otros. Todo esto como respuestas a las peticiones internacionales sobre el saneamiento de los 17 principales centros urbanos.

Junto con la necesidad de vincularse al mercado mundial y la consiguiente presión de las organizaciones internacionales de higiene, existió otro elemento importante que influyó en las autoridades para introducir los dispositivos higiénicos de control en Cartagena, fueron los procesos de industrialización, modernización y desarrollo de vías férreas que se iniciaron de forma definitiva con la constitución de 1886, a finales del siglo XIX esta coyuntura representó un nuevo reto para las autoridades civiles y sanitarias, ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena, reportaron una mayor movilidad social y un aumento demográfico de considerables proporciones, creciente población que demandaba nuevas medidas de control para evitar la 18 propagación de enfermedades y epidemias que produjeran el cierre de los puertos comerciales .

SOCIAL DE LAS CIENCIAS EN COLOMBIA . T. II, Conciencias, Bogotá, 1993, Pág. 133-171.

13 Para ampliar la información sobre las funciones de la junta central de higiene ver: ABEL , Christopher . OP.CITP., Págs. 46-71

14 Para obtener más información sobre las características de una medicina nacional ver: FOUCAULT , Michel . “historia de la medicalización”. En: EDUCACIÓN MÉDICA Y SALUD. Washington, 1997, 11 (1)

15 CASA , Álvaro . “sociedad médica y medicina tropical en Cartagena del siglo XIX al XX” EN: ANUARIO COLOMBIANO DE HISTORIA SOCIAL Y DE LA CULTURA Nº 26. U.N.de Colombia, facultad de C.H. DPA de historia, Bogotá, 1996, Págs. 114- 133. LA SOCIEDAD DE MEDICINA Y CIENCIAS NATURALES DE BOLÍVAR, fue fundada por el decreto Nº 247 de 1888, Ver: BBC: CARTAGENA, REGISTRO DE BOLÍVAR, 19 de septiembre 1906, Pág. 413. Desde abril de 1918 La SMCNB se llamará Academia De Medicina De Cartagena. Ver: BBC. Cartagena, gaceta departamental, 1 de Abril de 1918, dictado por ordenanza Nº 14 de la asamblea departamental

16 Para mayor información sobre la construcción de una medicina nacional en Colombia Ver: IBID...,114-133.

17 IBID…, 114-133.

18 QUEVEDO , Emilio . “¿Políticas de salud o políticas insalubres? De la higiene a la salud pública en Colombia en la primera mitad del siglo XX”. En: MEDICINA Y SALUD EN LA HISTORIA DE COLOMBIA . Editorial universidad pedagógica y tecnológica de Colombia, Tunja, 1997, Pág. 142. LEÓN GÓMEZ , Gloria . “El higienismo: antecedentes históricos de la seguridad social en Medellín 1886-1946”. En: MEDICINA Y SALUD EN LA HISTORIA DE COLOMBIA . Editorial universidad pedagógica y tecnológica de Colombia, Tunja, 1997, Pág.121. Los dispositivos de control higiénicos emergieron en Cartagena a finales del siglo XIX caracterizados por instituciones (Junta Central de Higiene y la SMCNB) y reglamentaciones (códigos de policías, ordenanzas y acuerdos, etc.) que se expandieron por todo el cuerpo social sujetando espacios y cuerpos a una vigilancia y a un control constante. A continuación nos detendremos sobre la forma como actuaron estos dispositivos en un actor específico como fue la “meretriz” y el espacio en donde se desenvolvía ésta.

“CARNES FLÁCIDAS Y CUERPOS PÚTRIDOS” la Higiene de la prostituta

“Haraposa y desaseada va por esas calles provocando el asco de los transeúntes estos mismos que antes llevaron sus sombrero hasta el suelo para rendirle un homenaje. Pobre Gabriela, ella que nunca tuvo escrúpulos en gastar 400 duros en un traje de paseo, ella que inscribía miles para los auspicios, los hospitales y todas las instituciones de aliviar el desamparo.

Sus padres que lucieron en sus salones los más ricos adornos artísticos, habían muertos abrazados en el incendio de su palacio, dejando a la criatura de todos sus afecto en la ruina. Todo se había terminado, los antiguos resplandores quedaron sólo en recuerdos, aquellos que disfrutaron de su riqueza solo decían a manera de oración sentida: ¡Pobre Gabriela!

Mendigo todos los días el pan cotidiano, en esa dura tarea sintió vergüenza, las humillaciones eran terribles, mucho de los hombres que se rindieron a sus pies y que ansiaron sus manos, le arrostraron muy soeces epítetos, acción de villanos.

Cansada y fatigada de la ruina de los hombres, dejó de mendigar para prostituirse, fue pasto de los trasnochadores y de los beodos, sus carnes flácidas se corrompieron muy pronto. Su cuerpecito de pompeé de 18 abriles, se lleno de llagas, la misión del arrollo estaba cumplida. El morbo de la muerte hacia estragos en aquel cuerpecito que se hundía con fruición entre el colchón de plumas de una regia cama de seda y de encajes muy blancos: en donde parecía una sagrada reliquia de amor.

El destino cruel la llevó por caminos distintos a los de la felicidad, llena de llagas, rabiaba en la numerada cama de un hospital, parecía un sucio envoltorio de hedionda carne, carnes pútridas que fueron una flor de blancura inmaculada alguna vez, ya se tendía casi exánime.

Se incorporó moribunda en el lecho, y de esos dos ojos pequeños surgieron relámpagos y sus labios murmuraron los últimos pensamientos “no hay comedia más triste que el vivir”. Y cayó muerta. Bajo sus ojos florecieron dos lágrimas que decían mucho de perdón… fue tan triste su vida apuró tantas amarguras.

Aquellos que disfrutaron el exquisito confort de sus salones, los que les negaron una limosna; los que la prostituyeron por dos monedas con el salvajismo del instinto; solo 19 tuvieron una frase corta a manera de plegaria: ¡pobre Gabriela fue tan rica!”

19 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 1 de septiembre de 1912, pág. 1 Arriba anotamos como emergieron en todo el cuerpo social los dispositivos higiénicos de control en Cartagena entre 1880-1920. El caso de Gabriela nos muestra como estos mismos dispositivos penetraron en el cuerpo de la prostituta, construyendo alrededor de éste un imaginario colectivo que la percibía como cuerpo peligroso que contenía y propagaba enfermedades repugnantes.

Las técnicas de control que se desplegaron en este periodo para la sujeción de las meretrices se entenderán a partir de lo que Michel Foucault denominó los modelos de control social. Foucault afirma que históricamente han existido dos modelos, el de la lepra y el de la peste, el primero se caracteriza por la negación, la exclusión y la marginación del individuo del cuerpo social, por su parte, el modelo de la peste, consiste en incluir al individuo en la organización social para ejercer sobre él una vigilancia y un control mas estricto, al tiempo que construye saberes alrededor de su 20 cuerpo . Del mismo modo, la prostitución históricamente ha tenido dos formas de control, el prohibicionismo: que convierte al meretricio en un delito, todo lo relacionado con esta actividad está prescrito por la ley, las prostitutas, los clientes y los seductores* pueden ser procesados, se fundamenta en la construcción ideológica de que éste es un oficio inmoral que transgrede las leyes sociales y religiosas, por lo que no podría ser tolerada de ninguna forma.

Por otro lado, estaba la reglamentación, en este modelo se admite la prostitución dentro de unos dispositivos de control que regulan las condiciones higiénicas, ambiéntales, sociales y políticas para su ejercicio. Este sistema acepta el fenómeno ante la imposibilidad de abolirlo, se funda en 21 preocupaciones sanitarias sobre el control de las enfermedades venéreas, naturalmente podemos articular el modelo de la lepra a las técnicas prohibicionista y el de la peste al reglamentarista.

En Colombia desde el inicio de la época republicana el modelo que rigió la prostitución fue el 22 prohibicionismo , toda mujer que fuese catalogada como “damisela” o “de dudosa ortografía” debía ser encarcelada o en el peor de los casos desterrada de la ciudad ya que sus costumbres

20 Para mayor información sobre los dos modelos propuestos ver: Foucault , michel . “15 de febrero”. En: LOS ANORMALES . Fondo de cultura económica, México, 2000, 350 Págs.

* Proxenetas

21 SEPÚLVEDA NIÑO , Saturnino . LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA UNA QUIEBRA DE LAS ESTRUCTURAS SOCIALES . Editorial andes, Bogota, 1970, 206 Págs.

22 Para mayor información sobre las políticas prohibicionistas en Colombia Ver: SÁNCHEZ MONCADA , Marlene . ANÁLISIS DE LAS DIVERSAS REPRESENTACIONES DE LA MUJER EN BOGOTÁ 1880-1920. Fundación para la promoción de la investigación y la tecnología, Banco de la República proyecto Nº 662, Bogotá, 1999, Págs. 125-164 licenciosas rompían con la tradiciones morales predominantes en la época. Las medidas más 23 importantes que se tomaron en esta economía de control moral fueron: el destierro , el 24 encarcelamiento y la exclusión de los hospitales .

Junto con este modelo de regulación moral existió otro poder que miraba el ejercicio de la prostitución como una molestia de orden público, éste fue la policía, las meretrices eran también sinónimo de desordenes y escándalos que desdibujaban el orden de la ciudades y que por tanto 25 se debía controlar o reprimir hasta donde fuese posible . A la par de estos dos modelos de control (el prohibicionismo basado en la moral y el de orden impuesto por la policía), emergió a finales del siglo XIX otra forma de percibir el problema, las meretrices fueron reconocidas como propagadoras de toda clases de enfermedades entre éstas la venéreas, en esta nueva realidad no se la excluyó si no que se la intentó vigilar y curar a través de una serie de medidas tendientes a reglamentar el ejercicio de la prostitución.

Tenemos tres saberes diferentes que intentaron someter a la prostituta a finales del siglo XIX: el moral, el de orden y el higiénico, estos modelos tuvieron una relación ambigua entre si, en algunos momentos se contrapusieron uno sobre el otro y en otras coyunturas establecieron alianzas para luchar contra el enemigo común, la prostitución.

En el periodo que va de 1880 a 1920 los dispositivos higiénicos capturaron el cuerpo de la “meretriz” ligando su imagen a la de transmisoras de enfermedades venéreas y todo lo relacionado con esta clase de padecimientos (transmisión, prevención, tratamiento, etc.). Estuvo desde este momento enlazado indisolublemente al ejercicio de la prostitución. Las medidas tomadas para evitar la propagación de la Sífilis y otros males venéreos se encaminaran desde

23 En muchas partes del país estas políticas prohibicionistas se radicalizaron y algunas prostitutas fueron desterradas de sus lugares de residencia, para el caso de Bogotá ver: URREGO , Miguel Ángel . “La prostitución en Bogotá una realidad eclipsada por la moral”. En: PLACER DINERO Y PECADO, HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA . Ediciones Aguilar, Bogotá, 2002, Págs. 197-216, para el caso de Medellín ver: REYES , Catalina . “La condición femenina y la prostitución en Medellín durante la primera mitad del siglo XX” En: PLACER DINERO Y PECADO, HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA. Bogotá, 2002, Págs. 217-245.

24 Para más información sobre las medidas de control moral tomadas en Colombia sobre las prostitutas Ver: MARTINEZ CARREÑO , Aída . “de la moral publica a la vida privada 1820-1920” En: PLACER DINERO Y PECADO, HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA . EDITORIAL AGUILAR, BOGOTÁ, 2002, PÁGS. 132-138.

25 Los periódicos locales relataban con frecuencias estos hechos: “dos mujeres que son alegres avecitas que a los desolados solteros y hasta algunos amarrados por el sagrado vínculo matrimonial ponen en jaque, formaron ayer una garabina de marca mayor. Los agentes de policía cargaron con ellas y allá en las rejas están Julia Machado y Juana Elles, dos palomas con espuelas de que arriba hacemos mención, con cinco toches cada una [5 pesos de multa]” tomado de: BBC. EL PORVENIR, Cartagena, 7 de octubre de 1919, Nº 6367 26 1918 a un control profiláctico de las mujeres públicas , a esta tecnología higiénica la llamaremos “El Dispositivo Higiénico De La Prostituta”. La pregunta que intentaremos resolver a continuación, es la siguiente: ¿Cuáles fueron las estrategias utilizadas para construir el dispositivo higiénico de la prostituta?

El dispositivo higiénico de la prostituta se desarrolló a partir de dos estrategias: 1º. Construcción del cuerpo antihigiénico. 2º. Captura final a partir de la reglamentación.

Para poder capturar el cuerpo de la meretriz a través de los dispositivos higiénicos, se hizo necesario primero construir en el imaginario colectivo la idea de que estas mujeres además de ser “alegres avecitas ” de degeneración moral y protagonistas de los más grandes escándalos que habían en la ciudad, también en su cuerpo se alojaban uno de los mas repugnantes microorganismos infecciosos como es el de la Sífilis

La construcción del cuerpo antihigiénico de la prostituta consistió en dos pasos, primero la creación de nuevos discursos científicos que la personificaron como un ser sucio y peligroso, de esta tarea se encargaron tres instituciones: los periódicos, los congresos médicos y las autoridades sanitarias locales y nacionales (la junta central de higiene, la departamental y las sociedades médicas).

El segundo paso, se dio con la resignificación del concepto de sífilis y la captura de éste por una red de nuevos saberes científicos como la química farmacéutica, la bacteriología y la microbiología, con renovadores descubrimientos que legitimaron los discursos de las instituciones médicas.

La prensa, las gacetas medicas y los congresos nacionales e internacionales de medicina cumplieron una labor fundamental, a través de estos medios se fabricó en la fibras mentales de la sociedad cartagenera la representación de la prostituta como unas mujeres “ sucia llagada e infectada ”, forjando la asociación indisoluble (que aun perdura en la actualidad) entre la mujer que comercializa su cuerpo, con un organismo que no solo esta corrompido por el pecado de la lujuria,

26 El aumento de los enfermos de sífilis y los otros males venéreos fue asociado con la falta de vigilancia de las mujeres públicas, identificando estas últimas como las únicas responsables de la propagación de estos males, todas las medidas que se tomaron para controlar estos padecimientos se desplegaron sobre el ejercicio de la prostitución, de esta forma lo reseña la reglamentación: “El servicio especial de lucha contra la propagación de enfermedades venéreas estará sujeto a las reglas especiales que dicte la dirección departamental de higiene y las autoridades sanitarias sobre la higiene de la prostitución”. Ver: AHC. GACETA DEPARTAMENTAL- BOLÍVAR, 10 DE MAYO DE 1918. Pág. 1 si no que es el vehículo por el que se trasmitía “ la bacteria de la muerte ”, cualquier contacto carnal con dichas mujeres traerá resultados nefastos no solo para la honra sino también para la vida del que se arriesgue.

Un periódico comercial de la ciudad se quejaba sobre el riesgo que representaban las prostitutas en la ciudad: “No una sino cientos de veces hemos dado el grito de alarma contra la propagación del mal que dio nombre syphilo, el personaje creado por uno de sus poemas por Jerónimo Fracastor.

Si no se le pone coto al mal, dentro de diez años tendremos una sociedad averiada, porque esos jóvenes (que asisten a las casas de citas) fundarán hogar y no darán si no una generación que llevará en la sangre los gérmenes de los más traidores y asquerosos males. Se hace necesario, indispensable, Urgente, dictar la reglamentación de estas mujeres que viven de su cuerpo, establecer la rigurosa inspección científica de ellas y de las casas, y poner cuantos 27 medios tenga en sus manos la autoridad para detener la cenagosa corriente” .

Los periódicos locales fueron esenciales en la cimentación de la figura antihigiénica de la prostituta, a partir de pronunciamientos no solo de estos medios escritos sino también por las 28 instituciones sanitarias tanto locales como nacionales y por los congresos nacionales e 29 30 internacionales reproducidos en las gacetas médicas se fue erigiendo la creencia general de que las meretrices eran las culpables de la propagación de los males mas terribles que existían en la ciudad.

De igual forma los espacios donde se movía la mujer pública van a presentarse como un nuevo foco de infección, las casas de citas, de tolerancia o de dudosa moralidad, las cantinas, los bares, las cuartos y las habitaciones, sobre ellas también recayó el poder de los discursos higiénicos estigmatizándolos como lugares sucios y propagadores de enfermedades. El organismo débil de la prostituta y los espacios insalubres en los que se desenvolvía, abonaron el terreno para la

27 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 18 de julio de 1909, Pág. 3

28 En 1913 en el SEGUNDO CONGRESO MÉDICO NACIONAL se solicitó organizar la profilaxis del alcoholismo y de la sífilis, y en el tercero se invitó a todos los departamentos a establecer la reglamentación de la prostitución. OBREGÓN, Diana . “médicos, prostitución y enfermedades venéreas de la reglamentación al abolicionismo, 1886-1951”. En: PLACER DINERO Y PECADO, HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN EN COLOMBIA, Bogotá, 2002, Págs. 335-391.

29 En 1913 en el quinto CONGRESO LATINOAMERICANO DE MEDICINA reunido en Lima se recomendó la enseñaza oficial de la higiene sexual como forma de prevenir las enfermedades venéreas , y en 1921 en la sexta CONFERENCIA SANITARIA INTERNACIONAL DE LAS REPÚBLICAS AMERICANAS en Montevideo, se incitaba a impulsar una lucha contra la gonorrea como se había hecho contra la sífilis. En: IBID…, Págs. 335-391.

30 Ver: PÉREZ , Rafael . “mujeres públicas: higiene de la prostitución”. Gaceta médica, Cartagena, serie II, febrero de 1896, Nº 15. En: EL PENSAMIENTO MÉDICO, SELECCIÓN DE TEXTOS MÉDICOS (1890-1940). Fondo editorial de Bolívar grande, Bogotá, 2000, Pág. 67 31 asociación de ésta con la propagación de padecimientos venéreos y no venéreos .

El segundo paso de esta primera estrategia, que tenía como objetivo la construcción de la figura antihigiénica de la prostituta, se basó en la captura del concepto de Sífilis por una red de nuevos saberes científicos y médicos, encabezado por la Bacteriología, la Química y la Microbiología.

A comienzos del siglo XX se creará el significado moderno de la Sífilis a partir de tres innovaciones, primero, en 1905 en los laboratorios alemanes se descubrió el agente causante de 32 la infección, un microorganismo llamado SPIROCHAETA PALLIDA , por otro lado, En 1906 AGUST WASSERMAAN en su laboratorio diseñó la reacción química con su mismo nombre que le permitió diagnosticar con certeza si una persona sufría de Sífilis o de otro malestar, es decir 33 desarrolló el tes diagnóstico , Finalmente con estas nuevas invenciones aparecerán 34 medicamentos más eficientes en la curación de la Sífilis , entre los que podemos destacar EL 35 Galyl, EL Neosalvarsán y EL Salvarsán o 606, creado este último por PAULT EHRLICH y que 36 produjo una gran conmoción en el círculo médico mundial .

Después de haber construido la figura antihigiénica de la meretriz las condiciones se hicieron propicias para introducir la segunda estrategia del dispositivo higiénico de la prostituta, esta parte del dispositivo supuso la captura del cuerpo llagado e infectado de la mujer pública por el poder judicial en una alianza estratégica con los saberes médicos y científicos, a través de la reglamentación de la prostitución.

De tal manera que se inauguró una nueva forma de control sobre las meretrices en Cartagena,

31 De esta forma es descrita el espacio donde se novian las mujeres públicas: “viven por lo común en habitaciones bajas, húmedas, desaseadas y mal ventiladas, todas estas causas hacen que su organismo presente fácil absceso a los microbios patógenos”. Tomado de: IBID…, Pág. 67

32 OBREGÓN , Diana . OP.CITP. Págs. 335-391.

33 IBID.

34 A lo largo del siglo XIX los medicamentos utilizados para la curación de la sífilis y de todas las enfermedades venéreas fueron los creados con base en mercurio y potasio.

35 A este medicamento también se le llamo 606 por ser el experimento Nº 606 con sustancias arsénicas

36 En 1910 se organizó un congreso en la Universidad de Kuenigsberg con la asistencia de más de 200 médicos que escucharon al Doctor Erlinch para la presentación del “prodigioso invento”. Para mayor información sobre este congreso ver: BBC. EL PORVENIR, Cartagena, 6 de noviembre de 1910, Pág. 2 37 38 con la ordenanza 40 y el decreto 550 de 1918 y 1919 respectivamente, aparecieron un conjunto de medidas destinadas a normatizar el ejercicio de la prostitución, La instauración de esta legislación supuso la captura del cuerpo de la meretriz a través de políticas higiénicas, las principales medidas que se tomaron sobre las prostitutas fueron: primero; la inscripción y el 39 registro de estas mujeres en la dirección de sanidad ; segundo, la hospitalización obligatoria a las 40 que resulten enfermas; tercero, un reconocimiento médico semanal , y finalmente, tener un mayor 41 control sobre la prostitución clandestina .

Al igual que los cuerpos, los espacios en los que se movían estas “ hijas de Eva” fueron reglamentados, después de haber sido estigmatizados como lugares infectados y sucios serán también normatizados por el modelo higienista, las disposiciones mas importantes tomadas sobre las casas de tolerancia, los burdeles, los bares y las cantinas se ciñeron sobre los dueños o propietarios, ellos debían mantener estos lugares en condiciones mínimas de aseo e higiene, y 42 ante todo, no permitir que las meretrices enfermas trabajaran en sus locales.

Esta legislación reguló también los lugares permitidos y no permitidos en los que se podía ejercer 43 la prostitución . Entre las principales disposiciones sobre el espacio público se destacó la prohibición de ejercer este oficio en los barrios centrales de la ciudad, es decir, se creó una zonas de no tolerancia, a la ves que se estableció un espacio de vigilancia -no de tolerancia- en el que las meretrices pudieron trabajar controladas por el ojo atento de las autoridades.

En el hospital de caridad se fundó un lugar especial para el tratamiento de las “enfermedades secretas”, llamada la sala de enfermedades sifilíticas y venéreas, en este sitio debían ser recluidos 44 todos los hombres y mujeres infectados por el Mal Galico .

A partir de estas tres medidas se intentó tener un control mas estricto sobre los espacios en los

37 AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLIVAR. Cartagena, 10 de mayo de 1918, Art. Nº 9 38 AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLIVAR, Cartagena, 10 de julio de 1919, Art. Nº 1-20 39 Ordenanza Nº 40 sobre aseo y salud publica. AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLÍVAR. Cartagena, 10 de mayo de 1918, Art. 9º. Inciso Nº 2 40 Decreto Nº 550 AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLÍVAR, CARTAGENA, 10 DE JULIO DE 1919, ART. 7º 41 ORDENANZA Nº 40 SOBRE ASEO Y SALUD PÚBLICA. AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLÍVAR. Cartagena, 10 de mayo de 1918, Art. 8º. Inciso Nº 2 42 IBID…, Art. 9º. Inciso Nº 5

43 Decreto Nº 550 AHC. GACETA DEPARTAMENTAL BOLÍVAR, Cartagena, 10 de julio de 1919, Art. 1º 44 IBID…, Art. 8º que se creían debían estar las prostitutas, sus lugares de residencia, de trabajo o en el hospital, las meretrices se encontrarían en uno de los tres, por lo que en teoría – no siempre en la práctica – se hallaban localizadas, vigiladas y todos sus movimientos estaban previamente regulados por las autoridades. Con la reglamentación de los cuerpos y los espacios se definieron los elementos básicos para la capturar higiénica de la mujer pública en Cartagena.

Por otro lado la alianza de los diversos dispositivos higiénicos, morales y de orden, fue fundamental en la captura del cuerpo de la meretriz cartagenera y en la construcción final del dispositivo de la higiene de la prostituta entre 1880-1920. La institución clave en la que se fusionaron todos los dispositivos (morales, de orden e higiénicos) fue la policía, en las funciones de este organismo se reunían los tres modelos, a la responsabilidad básica de mantener el orden y de evitar los escándalos públicos, se le adhirió una mas antigua, cuidar la moral pública y las buenas costumbres, y por último, tenían el compromiso de mantener limpias las calles de la ciudad 45 y de asegurase que las prostitutas asistieran a sus controles sanitarios .Un periódico cartagenero afirmaba con respecto a la policía “que ésta no es otra cosa que un cuerpo de vigilancia encargado de hacer efectiva todas las disposiciones que en materia de moral, de higiene y de 46 orden público, se dicten o se hayan dictado” .

A pesar de todas las obligaciones que tenia este cuerpo urbano los resultados no fueron siempre satisfactorios, en los periódicos abundaban las quejas por el deficiente funcionar de la policía, los salvaguarda de la seguridad estaban muy lejos de ser una garantía para los ciudadanos que 47 denunciaban a diarios los abusos de estos . Enfatizaremos que a pesar de todo lo dispuesto en materia de higiene, orden y moral la mayoría de las veces esta legislación quedaba solo en el papel, ya que la institución encargada de poner en prácticas tales medidas –la policía – tenia profundas falencias en su desempeño, lo que fue una constante en todo el periodo estudiado.

A finales del siglo XIX emergieron en Cartagena unos dispositivos de control higiénico que se desplegaron por toda la ciudad, este mismos modelo se insertó en el cuerpo de la mujer pública, erigiendo el dispositivo higiénico de la prostituta, esta técnica de control se dividió en dos

45 La policía en la Cartagena de comienzos del siglo XX estaba conformada de la siguiente forma: dos jefes, tres secretarios, un oficial mayor, un médico, un habilitado, dos inspectores, seis tenientes, ocho vigilantes, un escribientes, y 56 guardias. BBC. EL PORVENIR, Cartagena, 10 de mayo de 1905, Pág.3

46 BBC. EL PORVENIR, Cartagena, 11 de abril de 1886, Pág. 3

47 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 12 de julio de 1919, Pág. 1 estrategias, en la primera, se construyó la imagen antihigiénica de la meretriz con la ayuda de varias instituciones (la prensa, los congresos y las revistas médicas), y en la segunda, se capturó el cuerpo de la prostituta imponiendo una reglamentación profiláctica sobre el ejercicio de la prostitución. De esta forma se edificó un aparato higiénico que se desplegó sobre la meretriz cartagenera a comienzos del siglo XX, sin embargo, estas medidas no siempre se pusieron en práctica y una de las razones que los explica fueron las falencia del cuerpo policivo encargada de hacer cumplir estas disposiciones.

“TRAS LA CORTINA AMARILLA”: La Resistencia De Las Prostitutas.

El 21 de junio de 1899 la municipalidad de Cartagena expidió un acuerdo por el que se disponía que todas la mujeres públicas debían inscribirse en un registro que llevaría la policía, quedando obligadas a acudir cada 15 días donde el médico reconocedor para que las examinara y diera un certificado de su estado de salud, el que debían colgar en su casa en un lugar visible. Dicha mujeres estarían obligadas a cubrir las puertas y ventanas de su casa con canceles de color amarillo, y las que no cumplieran con algunas de las disposiciones anteriores serian multadas o puestas en prisión, se afirmaba que las razones en las que se apoyaba este acto de la 48 municipalidad era la manera alarmante con que venia propagándose la sífilis en la ciudad .

Estas medidas pretendieron reglamentar el ejercicio de la prostitución, con el objetivo de disminuir el número de infectados por el Mal Galico a través de la profilaxis de la mujer pública, las principales medidas se basaron en la vigilancia y el control sanitario de las prostitutas impidiendo que las enfermas ejercieran este oficio, sorprende sin embargo la fecha tan temprana en la que a pareció esta legislación, en la ultima década del siglo XIX.

Hay una diferencia significativa entre la reglamentación de 1918 y la de 1899, en esta última no se proyectaba sanar a la prostituta como tal, el objetivo era disminuir el número de infectados a partir de una mejor inspección de las meretrices, por lo que no se hacia alusión a la creación de salas especiales para las enfermas ni de dispensarios sífilicos. Se intentaba excluir a la prostituta contagiada impidiendo que practicara su oficio recluyéndola en la cárcel o imponiéndole una multa, en esta estrategia tan particular encontramos una mezcla del modelo de la peste con el de la lepra, se reglamentó con la idea de excluir.

48 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 21 de junio de 1899, Pág. 3.

Con toda y la buena publicidad que tuvo esta legislación – por parte de la prensa – solo estuvo en vigencia tres meses, el 4 de agosto de 1899 el gobernador del departamento suspendió este acuerdo, basándose en la ordenanza 54 de 1892 que decretaba que el ejercicio de la prostitución 49 estaba prohibido y la policía debía cerrar todas las casas que se dedicaran a tal actividad

Detrás de la suspensión de dicho acuerdo se encontraba la “mano negra” de una meretriz prestigiosa de la ciudad que veía que sus intereses peligraban con la anterior reglamentación, a dicha mujer –de la que no conocemos su nombre- no le convenía la instauración de estas medidas porque al poner el certificado sanitario en un lugar visible y los canceles de color amarillo en la puertas y ventanas de su casa, su domicilio se haría evidente, perdería prestigio y probablemente bajaría su clientela.

Las prostitutas se negaron a someterse a este reglamento, contrataron un abogado que las representara y tumbaron el acuerdo, el jurista alegó que era ilegal porque la ordenanza de policía de 1892 prohibía el ejercicio de la prostitución en la ciudad y al reglamentarlo se estaba tolerando tal práctica lo cual iba en contra de la ley.

Casi diez años después de haber ocurrido este hecho en 1908 un periódico local lo recordaba, “en 1899 se presentó en el consejo un proyecto de reglamentación para las casas de las mujeres locas de su cuerpo, la corporación municipal lo amplió y lo aprobó. El médico nombrado para el caso ejerció sus funciones y se llegó entonces al conocimiento de cosas horribilísimas, capaz de poner espanto en el mas despreocupado. Pero el acuerdo no estuvo rigiendo sino 15 días porque un tinterillo pagado por una meretriz, que sabía hacerse entender alegó que la ordenanza de policía no reconocía la existencia de casas tales y por tanto no podían ser reglamentadas. El 50 formalismo legal triunfó en aquella ocasión” .

La reglamentación tumbada en 1899 demuestra que las meretrices no admitieron dócilmente las medidas adoptadas por las autoridades, cada vez que pudieron, estas mujeres se resistieron a los intentos por someterlas al orden establecido. El poder es entendido por Michel Foucault como la multitud de relaciones de fuerza existente en todas las sociedades, que no son homogéneas y no

49 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 4 de agosto de1899, Pág. 3.

50 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 9 de agosto de 1908, Pág. 3. obedecen a una unidad ni a un poder central, si no que están repartidas por todo el cuerpo social, estas relaciones de poder como lo afirma el filósofo francés van de un lado al otro, de arriba abajo y viceversa, en donde el poder intenta someter siempre hay una fuerza que se resiste a su 51 dominación, la resistencia es por tanto inherente a las relaciones de poder .

Es importante anotar que no todas las prostitutas tuvieron el mismo rango social ni las mismas condiciones económicas, su situación variaba de acuerdo a sus ingresos. Fueron clasificadas en tres categorías por la reglamentación de 1918. Esto se hizo para especificar el valor del impuesto 52 sanitario . 1. Las de primera clase pagaban al mes $ 5.00 2. Las de segunda clase pagaban al mes $3.00 3. Las de tercera clase pagaban al mes $2.00

Es necesario tener esto en cuenta, porque dependiendo de la anterior estratificación variaron las diversas formas de resistencias, de acuerdo a sus posibilidades y recursos las prostitutas se revelaron de diversas maneras sobre las leyes que intentaron sujetarlas.

Las meretrices de primera clase utilizaron métodos más sutiles para revelarse contra el orden moral y religioso impuesto sobre ellas. En esta sociedad conservadora se buscaba crear un estatus quo basado en la moral cristiana y algunas meretrices “prestigiosas” quebrantaban tal ideal. Las prostitutas de “clase A” por sus buenas ganancias se podían dar el lujo de sentarse en un palco del teatro al lado de las familias mas prestigiosas de la ciudad y disfrutar tranquilamente del espectáculo.

Un periódico de la época criticaba esta costumbre, “sucede que hoy estas mujeres se creen con derecho porque tiene dinero con que hacerlo, a ocupar un palco o una platea en un teatro al lado de las familias mas honorables, es obligación de la policía darle un lugar especial [a las 53 prostitutas] en defensa de la sociedad a las que ellos están obligados a proteger” .

51 Para mayor información sobre lo que el intelectual francés entiende por resistencia ver: FOUCAULT , Michel . UN DIÁLOGO SOBRE EL PODER Y OTRAS CONVERSACIONES . Madrid, editorial, 1984, 164 Págs.

52 Tomado de la ordenanza Nº 40, En: AHC. gaceta departamental de Bolívar, 10 de mayo de 1918, Art. 9º, inciso Nº 3

53 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 17 de junio de 1897, Pág. 3

* Manrique era el comandante de policía de la cuidad en esta fecha

** Sinónimo de cárcel.

Este hecho fue una protesta simbólica contra el orden moral y ético defendido por la élite cartagenera, al sentarse al lado de las mujeres más importante de la ciudad las prostitutas retaron a los poderes locales, fragmentando la división espacial interclasista que se comenzaba a imponer por estos tiempos en la heroica. A finales del siglo XIX las autoridades comenzaron a regular los espacios y los tiempos en los que debían estar cada individuo de acuerdo a su condición social, diferenciando los espacios de los sectores populares y los elitistas, precisamente el teatro era un lugar destinados para la “clase alta” cartagenera, de allí la importancia simbólica de tal suceso.

En las meretrices de segunda y tercera clase la resistencia variaba de acuerdo a sus posibilidades, algunas de las formas que adquirió eran extrema, el caso mas sorprendente fue el de Rosa Robledo, a continuación contaremos su historia: Ella fue una muchacha que vivía de las caricias públicas “por cuyo motivo se había establecido mas de dos veces de huésped del “hotel Manrique”* [la cárcel]. Pero esto no tiene nada de particular, porque estas pobres muchachas son frecuentes asistentes a chirona**, mas anteanoche a filo de las doce, fue conducida por un polizonte a su habitual refugio y parece que se le revolvió todo el neurismo del que es capaz y quiso suprimirse tomando regular dosis de ácido ténico, que le ha debido quemar todas las células de las entrañas, cuando los policías se dieron cuenta del caso llamaron al señor doctor Merlano, quien en acto seguido órdeno que la pobre Rosa fuera enviada al hospital de caridad, donde fue 54 salvada” .

El intento de suicidio de Rosa expresó un profundo descontento contra la sociedad y el orden jerárquico, por lo que ante la imposibilidad de cambiar esta realidad optó por quitarse la vida, la anterior fue una protesta radical hacia todo el sistema que regía la prostitución en la ciudad, revelaba además una inconformidad por el trato que recibía y el desprecio del que eran objeto todas las mujeres públicas en Cartagena a finales del siglo XIX.

Existieron otras formas de protestas menos extremas, las mas cotidianas de estas resistencias fue la no asistencia a los controles sanitarios, después de la reglamentación de 1918 las quejas 55 aumentaron y los periódicos locales fueron los mas inquietos por este hecho, si bien existía una multa de cinco pesos por no asistir a los controles, esta era muy barata – según los mismos

54 BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 3 de septiembre de 1917, Pág. 3.

55 Así relataba un periódico comercial de la ciudad una de estas infracciones: “A la central han sido llevadas seis de estas avecitas con espuelas por no asistir al reconocimiento médico; pagaron su respectiva multa, y hasta la próxima ocasión en la que volverán a pagar… en que sucederá lo mismo. BBC. EL PORVENIR, Cartagena, 13 de octubre de 1919, Nº 6372. periódicos locales – y las prostitutas conseguían fácilmente esta suma “quedando en disposición 56 de infligir nuevamente la ley cada ves que le diera la gana” .

Las mujeres públicas se negaban a someterse al dispositivo higiénico de la prostituta, preferían pagar la multa antes de aceptar las medidas dictadas por las autoridades sanitarias, a partir de esta resistencia se hizo visible cual era su postura con respecto a las medidas profilácticas, no estaban de acuerdo con la higienización impuesta por las autoridades y ante la imposibilidad de expresarlo públicamente los hechos hablaban por ellas.

De igual forma, algunas de estas “ninfas” se negaron a acatar las disposiciones sobre el espacio, unas “diosas de Venus” ubicaron su residencia en un lugar estratégico al frente de templo de San 57 Pedro Claver , este hecho retaba no solo a las autoridades higiénicas al no cumplir la ley prohibitiva sobre el establecimiento en el centro de la ciudad, si no que también a las eclesiásticas 58 ubicándose en el frente de un lugar santo .

A pesar de que la prensa local realizó varias quejas sobre este caso, las chicas se resistieron a irse, ni siquiera con las gestiones del director de sanidad departamental lograron moverlas, fue la misma comandancia de policía después de tantos llamamientos quienes finalmente pudieron 59 desalojar a estas “avecitas de vida alegre” .

Algunas de estas mujeres fueron mas osadas y su resistencia a aceptar la autoridad fue radical, ni estando en la estación de policía se hicieron mas sumisas, varias fueron las quejas presentadas por palabras insultantes y de subido color proferidas por las “mujerzuelas” después de ser capturadas en la misma estación de policía, y a pesar de que el castigo aumentaba con su

56 De esta manera se refería un periódico local a la multa cancelada por las meretrices que no asistían a los controles sanitarios: “la sola multa de cinco pesos la consiguen esas mujeres fácilmente y las pone en condiciones de contravenir cada ves que le viene en gana las disposiciones sanitarias”. BBC. EL Porvenir. Cartagena, 3 de octubre de 1919, Nº 6364.

57 “Con quien corresponda: hemos sido informado por uno de nuestros reporteros que en una casa alta situada frente al templo San Pedro Claver han sentado sus reales alguna niñas de la vida non sancta”. BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 30 de marzo de 1917, Pág. 6.

58 El periódico criticaba este hecho: “creemos que es inconveniente que un establecimiento de estos se encuentre en el centro de la ciudad y frente a un templo católico, el señor comandante debe tomar cartas en el asunto, y alistarle las maletas a las niñas a las que nos hemos referido”. IBID.

59 “El señor comandante Luís Henríquez nos hizo saber que la comandancia, atendiendo al denuncio dado por la prensa local, había mandado a mudar a las chicas de vida alegre que habitaban en la plaza de San Pedro Claver”. BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 19 de abril de 1917, Pág. 5. 60 rebeldía, las chicas no mermaban en su altivez y en sus insultos .

La legislación revocada de 1899, el desconocimientos de la división espacial interclasista, el suicidio, la no asistencia a los controles sanitarios, la desobediencia de las disposiciones sobre el espacio público y la rebeldía en las estaciones de policía, fueron todas formas de resistencia utilizadas por las meretrices cartageneras para manifestar su descontento con los dispositivo morales, higiénicos y de orden establecidos por las autoridades cartageneras. La deficiencia del cuerpo policivo y la resistencia de las prostitutas, fueron decisivas para que la reglamentación de 1918 quedara muchas veces solo en el papel y no fuera exitosamente implantada sobre el cuerpo de la mujer pública en Cartagena entre 1880-1920.

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2. FUENTES BIBLIOGRAFICAS.

60 Uno de estos ejemplos se dio en 1919, un periódico local relato este episodio de la siguiente forma: “es una desgracia que una mujer como las que nos ocupamos de a conocer sus malas inclinaciones y se comporte de ese modo. Urge que el comandante Henríquez con toda la energía que lo caracteriza le demuestre a esa nueva fierecita que la autoridad debe respetarse y que la palabras de subido color insultantes deben dejarlas para cuando estén con sus iguales y suministrarle un tapaboca que la llame al orden, mientras tanto creemos que por cada sesión de improperios que esta mujer tenga debe prolongársele el encierro. Ella se convencerá que si no se aquieta la hora de salida se le alejara cada vez más, y como es natural que quiera su libertad tendrán que corregirse, si no se la lleva el diablo. BBC. EL PORVENIR. Cartagena, 8 de octubre de 1919, Nº 6368.

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EL IMPACTO DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN LA POBLACIÓN DE LA NUEVA GRANADA: PERSPECTIVA BIOARQUEOLÓGICA

Por: José V. Rodríguez C., Profesor Titular Dpto. de Antropología, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia; Grupo de Investigación en Antropología Biológica (GIAB), [email protected]

“El ganado escasea y el arroz no se ha visto en muchos ranchos. El invierno es riguroso, el temperamento contagioso y las enfermedades en la tropa se propagan. En semejante situación y en estado tan lamentable, no es extraño que un hombre sin principios, como es el soldado, abandone el servicio, para ir a buscar el sustento a otra parte” (Francisco de Paula Santander, Grita, abril 30 de 1813).

1. El impacto de las guerras en las condiciones de vida de las poblaciones humanas

Las guerras han impactado de manera significativa a todas las naciones que se han sumido en prolongados enfrentamientos bélicos, pues ese momento histórico se convierte en escenario donde se recrudecen el odio, el rencor, la represión, la crueldad, la miseria, el hambre, las inclemencias climáticas y las enfermedades. Si bien estos males afectan a todos los grupos sociales y a los bandos contendientes pues deben invertir en ejércitos, armas, vituallas y otros recursos, no obstante las consecuencias son diferentes en la medida que los más deprimidos, los miserables, son los más susceptibles a las enfermedades y maltratos por su precario estado nutricional. A esto se une la historia biológica, es decir, la capacidad de todos los organismos vivos de desarrollar una memoria inmunológica frente a las enfermedades infecciosas que han representado la mayor causa de morbi-mortalidad durante toda la historia de la humanidad. Desde su formación y proceso de expansión como sociedades sedentarias congregadas en aldeas y ciudades todos los grupos humanos han sido afectados por el impacto microbiano durante los desastres naturales (erupciones volcánicas, sismos, inundaciones), guerras y epidemias: los egipcios durante la época de las plagas originadas por desastres naturales y que presionaron el éxodo de muchas poblaciones, entre ellas los hebreos; los griegos durante las guerras de Peloponeso; los romanos durante su proceso de expansión hacia África, Asia y Europa; la peste bubónica en el siglo VIII en China; la peste negra que azotó toda Europa y Oriente Medio durante los siglos

1 XIV-XVII; las epidemias de gripe, viruela, sarampión y tifo que acompañaron las guerras de conquista del Nuevo Mundo entre los siglos XVI-XVIII y que redujeron la población indígena en casi un 90%; la pandemia de gripe que acompañó el final de la I Guerra Mundial entre 1918-1919 y acabó entre 15-25 millones de personas en total; las hambrunas de los años 1920 que en Rusia acabó con cerca de 20 millones de personas; finalmente la epidemia de sida que desde finales del siglo XX ha afectado a los países africanos víctimas de guerras y segregaciones raciales. En fin, las pestes y las consecuentes hambrunas desatadas durante las guerras han alcanzado durante la historia de la humanidad una mortalidad entre el 40-60%, aunque las cifras son superiores allí donde los nativos (canarios, americanos, australianos, melanesios, polinesios) no habían estado habituados a las enfermedades del Viejo Mundo (Burnet, White, 1982; Braudel, 1984; Crosby, 1988, 1991; McNeill, 1984; McKeown, 1990; Sotomayor, 1999; Rodríguez, 2006). El territorio del Nuevo Reino de Granada, actual Colombia, a pesar de ser considerado muy rico en productos agrícolas, tanto que españoles y criollos se lo disputaron pues entendían que éste sería la clave para la liberación del extremo norte de Sudamérica, ha sido afectado por numerosas guerras y sus consecuentes hambrunas, pestes y pérdida demográfica, durante sus casi 500 años de existencia histórica. La Conquista con casi dos millones de víctimas (Rodríguez, 2005), la Guerra de Independencia con aproximadamente medio millón de caídos, la Guerra de los Mil días con cerca de 100.000 muertos (Sánchez, 2006), y la Violencia contemporánea que ya ha alcanzado una cifra cercana al medio millón, han marcado períodos de agudización de los conflictos y el respectivo deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones marginadas, precisamente las de origen indígena y africano. Los actuales territorios indígenas (Sierra Nevada de Santa Marta, Guajira, Serranía de Perijá, Chocó, Orinoquia y Amazonia), de afrodescendientes (costa Pacífica y regiones mineras) y de colonización contemporánea (Llanos) son los más afectados por la acción de grupos al margen de la Ley (guerrillas y paramilitares) y de agentes estatales que violan los derechos humanos. La lucha independentista de 1810-1824, si bien no alteró radicalmente la estructura político-económica de la sociedad neogranadina (Restrepo, 1969; Jaramillo, 1968; Tirado, 1974; Melo, 1989; Ocampo, 1989; Palacios, 1989), afectó, como lo evidencian las estadísticas históricas, la organización y estructura social y biológica de la población de la Nueva Granada, especialmente de las llamadas castas (indígenas, negros, mulatos, mestizos), pues mientras muchos de ellos no compartían las aspiraciones de los criollos blancos, dueños de las haciendas, a quienes veían como opresores y buscadores de mano de obra barata, otros exigían posiciones independentistas más radicales

2 (Ocampo, 1989). Al estar en ambos bandos los indígenas y esclavizados sufrieron las consecuencias de la guerra, con el respectivo descenso demográfico: reducción de la participación indígena de un 16,5% del total de la población en 1778, a 12,3% en 1825; los esclavizados de 5,4% a 3,8%. Entretanto el componente blanco y mestizo se incrementó de 78% a 83,9%. Por otro lado, la guerra generó, además de los muertos en combate y masacrados por los enemigos, un masivo desplazamiento de las ciudades al campo y viceversa por temor a las represalias, a los asaltos e incendios de ambos bandos contendores, a las hambrunas y pestes, como en el caso de Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Pasto, Santafé y otros poblados, cifras que no reportan las estadísticas históricas. Esos dos rasgos, la guerra a muerte con sus escenas sangrientas de masacres y terror y la respectiva tierra arrasada con el desplazamiento de sus gentes han acompañado la historia de Colombia durante estos cinco siglos (Sotomayor, 1997, 1998; Rodríguez, 2005). Fuera de algunas excepciones, las guerras adelantadas entre comunidades indígenas tenían un carácter más ritual que militar, donde se buscaba el prestigio mediante la captura de prisioneros, cuyas cabezas a manera de trofeo iban a enriquecer la parafernalia de las casas de los jefes para enaltecer su gloria y amedrentar a los enemigos; inclusive los grupos rivales acordaban combates en espacios y tiempos determinados con el fin de evaluar el coraje de los guerreros, siendo suspendidos cuando se presentaban heridos mortales (Rodríguez, Cifuentes, 2003; Rodríguez, 2005). Contrariamente a esta perspectiva, las guerras hispánicas contra los indígenas tendían a arrasar sus viviendas y sementeras, a aniquilar la resistencia y apropiarse del oro y riquezas locales. Mientras los grupos indígenas han sido considerados sociedades de rituales, las occidentales se caracterizan por ser sociedades de masacres (Todorov, 1989). En este aspecto los criollos heredaron muy bien la costumbre española, aunque con algunas connotaciones nativas como la de recolectar cabezas trofeo como base para el proceso de premiación por los servicios prestados, como para el ascenso en la carrera militar. La guerra a muerte fue declarada inicialmente por los realistas en 1810 cuando arribaron las tropas peninsulares de pacificación al mando del general Pablo Morillo, habiéndose descollado por su crueldad y arbitrio los comandantes militares Boves, Morales, Rosete y Sámano, quienes llenaron los patíbulos con cuerpos de hombres y mujeres revolucionarias para la época. Posteriormente, el 8 de junio de 1813 el Libertador Simón Bolívar declaró desde Mérida la guerra a muerte contra los españoles y canarios, confiscándose sus bienes, cortándose cabezas, condenando irremisiblemente a ser pasado por las armas a todos

3 aquellos que no se opusieran al régimen del rey, pues eran considerados enemigos de la Patria. Después de hacer un recuento de todas las crueldades e infamias de los españoles contra los patriotas la proclama era muy clara: “Mas estas víctimas serán vengadas, estos verdugos serán exterminados. Nuestra bondad se agotó ya; y puesto que nuestros opresores nos fuerzan a una guerra mortal, ellos desaparecerán de América y nuestra tierra será purgada de los monstruos que la infestan. Nuestro odio será implacable y la guerra será a muerte” (Restrepo, 1969, III: 42). En este ambiente Campo Elías, un español al servicio de los patriotas degolló a 800 soldados realistas en El Mosquitero. El mismo Francisco de Paula Santander ordenó la ejecución pública en Santafé de Bogotá de Barreiro y 37 oficiales apresados durante el enfrentamiento en el Puente de Boyacá en 1819, lo que le costó muchas recriminaciones, aunque justificó las ejecuciones en el intento de rebelión de los prisioneros. El desalojo de los indígenas de sus territorios ancestrales por parte de los conquistadores españoles, la expropiación de los bienes y el exilio de los perdedores de las guerras civiles de los siglos XIX y XX, han esculpido la figura histórica del permanente desplazamiento colombiano. Como anota el investigador Gonzalo Sánchez (2006: 69): “La figura del desplazado parecería ser la que más dramáticamente encarna nuestros desarraigos, nuestra imposibilidad de encontrar un punto fijo, un despegue cierto a un futuro determinable. El desplazamiento, con su memoria rota, es la evocación permanente de nuestra propia inestabilidad. En este sentido, en la Colombia de hoy todos somos, de alguna manera, desplazados”. La figura histórica que mejor representa el permanente desplazamiento, con su consecuente miseria, pobreza y enfermedad, es el Libertador Simón Bolívar, quien desterrado por sus enemigos de las mismas regiones que contribuyó a liberar (Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Alto Perú), murió pobre, apesadumbrado y prematuramente envejecido, a pesar de haber sido una persona de una gran riqueza material y espiritual, vitalidad y talento militar. Aunque una gran parte de la historiografía colombiana se ha dedicado a los aspectos heroicos, militares, sociales, políticos y económicos de la Guerra de Independencia, temas como el impacto sobre la nutrición, la salud y la demografía, es decir, sobre las condiciones de vida o lo cotidiano de las poblaciones granadinas han sido poco abordados (ver P. Rodríguez, 2002). Mientras que para la época prehispánica se han realizado algunos estudios (Rodríguez, 1999, 2005, 2006), para el momento de la guerra de independencia los trabajos adelantados tienen una orientación más médica (Sotomayor, 1998, 1999; Martínez, 2002).

4 El estudio de las condiciones de vida de una población parte de la perspectiva de la ecología humana, donde se analiza la relación entre el medio ambiente biofísico y social, las respuestas adaptativas que desarrollan las sociedades ante la disponibilidad o escasez de recursos, y su incidencia en la nutrición, salud y demografía de los individuos. Así, en lo que respecta al medio ambiente de la Nueva Granada al inicio del siglo XIX, podemos acotar que existen diferencias marcadas entre las regiones andinas, con clima benigno, buena disponibilidad y variedad de productos alimenticios y pocas enfermedades infecciosas (exceptuando las de origen europeo), con las tropicales, donde la disentería, los zancudos, las serpientes venenosas y otras alimañas fastidiaban la presencia humana, además de que la dieta alimenticia era muy monótona a base de plátano, yuca y carne en tasajo. No obstante, lo que más llamó la atención a los viajeros del siglo XIX y principios del XX fue la precaria situación de los “caminos de muerte” que conectaban los Andes con los Llanos y los valles interandinos (Magdalena, Cauca), donde la gente moría de cansancio, accidentes con las mulas, frío, hambre, tempestades, serpientes venenosas y hasta por asaltantes de caminos. La navegación por el río Magdalena era toda una aventura pues estaba infestado de zancudos, caimanes, serpientes y malhechores. Las ciudades, por su parte, carecían de agua potable, alcantarillado, depósitos de basuras adecuados (los buitres eran los agentes de limpieza de las plazas públicas), servicio de vigilancia e iluminación. La gran mayoría de la población andaba descalza o en alpargates, y era mortificada por pulgas, niguas y otros bichos. Fuera del servicio religioso, la gente se reunía a departir en las chicherías a libar licor a base de maíz –donde se armaban trifulcas una vez beodos-, participaba en peleas de gallos, corridas de toros, y, ante todo, era muy adicta a los juegos de azar que apoyaba la Corona española con el fin de vigilar a la población y obtener información sobre movimientos subversivos. Los médicos y hospitales eran muy escasos y en el campo los paisanos tenían que acudir a los yerbateros para curar su salud. Con las guerras todos estos males se agudizaron, pues el reclutamiento de soldados para remitirlos a cálidas e inhóspitas regiones, la necesidad de recursos para la tropa (armas, munición, caballos, vituallas) y el pago de las deudas externas, exigieron de ingentes sacrificios humanos y de impuestos que sofocaban a los productores. Una vez asegurada la victoria militar en la Nueva Granada, esta región se convirtió en la despensa y proveedora de tropas, caballos, armas, municiones, vestuario, alimentos y dinero metálico, gracias a la hábil labor administrativa de Santander en la administración del gobierno. Más de 35.000 soldados –de ellos sobrevivió solamente el 10%- y cerca de un millón de pesos reunió Santander de la Provincia de

5 Cundinamarca para los ejércitos de Apure, Norte, Magdalena y Sur. Del Socorro salieron 8.000 reclutas, 700 mulas, 350 caballos, 8.000 vestidos y cerca de 250.000 pesos; de Pamplona 1.800 reclutas, 900 caballos, 100.000 pesos y gran cantidad de vituallas; de Antioquia en dos años se reclutaron 2.000 hombres, de los cuales 900 esclavos, y 400.000 pesos. También fueron cuantiosas las contribuciones de Cartagena, Tunja, Neiva y otras provincias libres. Como apuntara José Manuel Restrepo, ministro de Gobierno de la época (1969, IV: 181): “El Vicepresidente, General Santander, era el centro de donde partían los auxilios, y el que presidía a los generosos y patrióticos esfuerzos de los pueblos de Cundinamarca”. Con esta investigación se pretende aportar información en base a evidencias materiales, sobre los sucesos y personajes de la Guerra de Independencia de la Nueva Granada entre 1810-1824, cuya primera fase se iniciará con la Campaña de Boyacá de 1819, particularmente la batalla del Pantano de Vargas pues representó la primera gran confrontación entre tropas patriotas y realistas; además que existen documentos que indican que 100 peones provenientes de Tibasosa, organizados por el señor Javier Villate, recolectaron, enterrando y quemando cerca de 1.200 cadáveres durante tres días en una enorme fosa. Este vallado se debe hallar a orillas del antiguo pantano, al pie de la lomita donde ocurrió de caballería (Barital). Aún en 1919 cuando se celebró el centenario se notaban las sepulturas demarcadas por piedras (Prieto, 1917), hechos que hay que corroborar mediante procedimientos bioarqueológicos. Las investigaciones de este tipo constan de cuatro fases (Rodríguez, 2004): 1. Fase de documentación para establecer un perfil histórico de los sucesos y personajes; 2. Fase de campo, donde se realizan excavaciones arqueológicas y el registro de las evidencias materiales y contextuales asociadas; 3. Fase de laboratorio, donde se establece el perfil bioantropológico (sexo, edad, filiación poblacional, estatura, lesiones); 4. Fase de reconstrucción histórica, donde se cruzan los datos de las fases anteriores y se elabora un documento bioantropológico con la información recabada.

2. Las condiciones de vida de la Nueva Granada antes de la guerra

La precaria situación de salud de la Nueva Granada configuraba unas pésimas condiciones de vida de su población, como la carencia de médicos, hospitales y medicinas; la dieta hipercalórica dependiente del maíz, papa y plátano; el clima insalubre en las regiones cálidas por la presencia de garrapatas, mosquitos, zancudos y jejenes, de niguas y pulgas en tierra templada; los violentos sismos, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las zonas pantanosas y las tormentas

6 eléctricas en el suroccidente; la ausencia de vestimentas adecuadas y de calzado para proteger el cuerpo; las pobres y sucias condiciones de las viviendas, calles, caminos y puentes; la ausencia de sistemas de canalización para el agua potable y la evacuación de excretas; el analfabetismo casi absoluto de sus pobladores y el dogmatismo religioso; el aislamiento de sus regiones montañosas y selváticas; las desigualdades sociales; finalmente, la crueldad con que los enemigos ejercieron retaliaciones contra sus víctimas de la guerra exacerbaron todas estas deficiencias.

2.1. Las tierras cálidas: su gente y hábitos

Como anotara el viajero Jean Baptiste Boussingault (1994: 65) en 1824, de las tierras tropicales de los Llanos se salía muerto o moribundo y solamente se podía habitar en el altiplano, pues en las primeras vivían “pobres gentes palúdicas, todos con los hígados voluminosos y tan cubiertos de picaduras de insectos que su piel parecía atigrada; nada tan triste como verlos agitarse y golpearse para espantar las moscas que no les daban ni un minuto de reposo”. Neiva era la última ciudad de importancia hacia el sur del país por la vía del río Magdalena, y sus pobladores se distinguían porque les llamaban los “caratosos” por padecer de la enfermedad cutánea conocida como carate, que les producía manchas blancuzcas en la piel y vello. Era tanta su difusión que se afirma que en las tropas se reconocían los neivanos de cualquier otra procedencia de la Nueva Granada (Vawell, 1974: 187). Cartago eran uno de los poblados enclaves en el suroeste del país, pues conectaba con Antioquia por el norte, con el Cauca por el sur, por el oeste con el Chocó y por el oriente sus caminos lo enlazaban con Ibagué atravesando el páramo. Sus calles estaban bien trazadas con una plaza central, y sus casas estaban elaboradas en adobe, recubiertas en paja. La casa típica tenía un solo piso, con una inmensa sala sin cielo raso, conectada con dos alcobas. Los muebles estaban representados por una mesa grande y sillones macizos recubiertos en cuero; una tinaja que mantenía el agua fresca. Las mujeres –eran graciosas más que bonitas, excelentes bailarinas- y los niños andaban descalzos – solamente se ponían medias para ir a misa- y comían en la cocina al lado del fogón, en el piso; el señor comía solo en la mesa. La comida era típicamente campesina, compuesta de carne de res en tasajo, arepas de maíz, plátanos, chocolate y agua pura para beber.

7 2.2. Las tierras templadas: su gente y hábitos

Las tierras templadas gozaron de mejores condiciones de salud para los habitantes neogranadinos, tanto que cuando los ingleses avistaron el valle de Cerinza durante la Campaña de Boyacá en 1819 recordaron su país natal por las campiñas y cultivos. Las damas de alcurnia de Bogotá, según un observador extranjero de la Legión Británica, eran muy vivas, de trato agradable y de formas delicadas; su estatura era corta y sus rostros, más que en otras mujeres de Sudamérica, se parecía al de las andaluzas. Se levantaban muy temprano e iban al mercado con sus criadas (Vawell, 1974: 166). Las casas particulares de Bogotá eran por lo general de un solo piso, con patio interno donde según la costumbre árabe había fuentes de agua y naranjos. Las habitaciones se comunicaban entre sí y con el patio, lo que les brindaba frescura; tres o cuatro de estas habitaciones se destinaban para el recibimiento de las vistas, las tertulias y las distracciones. A toda hora se ofrecía chocolate y dulces. Los habitantes de Popayán, al perecer de los visitantes extranjeros eran instruidos, presumidos y pedantes –consideraban que el Quijote de la Mancha se hallaba enterrado en su plaza-. No obstante, a pesar del agradable clima (18-19°C), padecían de los chinches y pulgas, tanto que para evitarlas los extranjeros se quitaban las botas altas de montar solamente cuando ya estaban instalados en las hamacas. Al parecer los escondrijos entre los ladrillos, el clima y los malos hábitos de higiene favorecían su propagación, hasta tal punto que las camisas de los afectados se tornaban sanguinolentas por la cantidad de picadas; literalmente devoraban a los cristianos. Como anotara Boussingault cuando visitó a Popayán en 1831 (1974: 277):

“Cada habitante de Popayán está lleno de pulgas y cuando se habla con ellos, frecuentemente se les ve agarrar un insecto, aprisionándolo entre el pulgar y el índice para evitar que se mueva y espicharlo entre las uñas y esto que he visto hacer con las pulgas de Popayán, lo hacen en Quito con los piojos”.

Por su parte, las niguas penetraban en los pies descalzos produciendo hinchazón, por lo que era menester extraerlas con agujas; a los afectados les llamaban “niguatosos”. En Popayán existía un grupo de mujeres blancas llamadas “ñapangas”, generalmente bonitas, de costumbres ligeras, elegantes pero sin calzado, con anillos de oro en los dedos de los pies, que tenían como costumbre frecuentar a los extranjeros.

8 2.3. Los caminos y los chasquis

Los caminos de la Nueva Granada eran los mismos senderos indígenas labrados en época prehispánica, que los españoles adaptaron para el transporte de mercancías de todo tipo. Algunos eran empedrados o enlosados lo que facilitaba su tránsito, especialmente con mulas que soportaban el rigor del peso y los desfiladeros que bordeaban estos caminos. Otros eran simples trochas labradas en la montaña, lodosas y resbaladizas por las constantes lluvias, por donde se escurrían los arroyuelos que los llegaban a profundizar hasta 20-30 pies. Estaban rodeados de espesa vegetación lo que los oscurecía. Cuando los viajeros se encontraban con recuas de mulas o manada de ganado tenían que aferrarse de las ramas para darles paso, o adentrase en los “cortaderos”, aberturas hechas dentro de la montaña para tal efecto. Era tan deplorable el estado de los caminos de la Nueva Granada que por ellos no podían transitar carruajes, por lo cual los europeos se quejaban dada la incomodidad del transporte en mulas, como también sobre hombros de personas (chasquis). Los chasquis (cargueros, silleros, silleteros) eran los transportadores que al estilo de los “canasteros” prehispánicos de la región Calima en la cordillera Occidental, portaban mercancías y personas, por los tortuosos y escabrosos caminos de las montañas, que ni las mismas mulas podían recorrer. Estos hombres se dedicaban a este oficio desde su juventud, transportando fardos de hasta 3-5 arrobas de peso, apoyados en un garrote que les facilitaba el descenso por las escarpadas faldas de las montañas. Podían andar de esta manera durante un mes caminando 8-9 horas diarias. Cobraban más por la carga humana dada la delicadeza y cuidado que tenían que asumir con ella (16 piastras y la comida), y se gastaban la paga (8 piastras o 100 libras españolas por 4 arrobas) en aguardiente y chicha, de los que eran muy aficionados. Los cargueros solían estar enfermos de bocio (cotudos), tenían una esperanza de vida muy y no pasaban de la edad media (Vawell, 1974: 189). Como anotaba Boussingault (1994: 153) en 1827, aunque no se reportaban accidentes, daba lástima ver al carguero sudando copiosamente y respirando con dificultad cuando transportaba una persona, pues debía tener especiales cuidados:

“El “sillero” debe tener un paso suave, pues su carga viva está sentada sobre una silla de caña, suspendida por una banda que lleva sobre la frente el portador. El transportado debe permanecer inmóvil, mirando hacia atrás y con los pies reposando en un travesaño; en los sitios escabrosos como el atravesar un torrente

9 sobre un tronco a manera de puente, el sillero recomienda al patrón que tiene sobre la espalda, cerrar los ojos”. La comida que llevaban consigo los viajeros era carne seca de res en tiras (tasajo), arepas de maíz, huevos duros, panela (azúcar en bruto), chocolate, ron, sal en roca y cigarros. Los cargueros de Ibagué llevaban consigo “fifí” que eran tajadas secas de plátano que se remojaban para comer en lugar de pan. En algunos lugares llamados “tambos” los viajeros podían encontrar un techo hecho en hojas de bijao donde podían pernoctar y preparar sus comidas; no obstante, por las noches eran atacados por enjambres de zancudos y de chinches garrapata que no dejaban dormir. El tránsito de valores por los caminos montañosos no era arriesgado dada la honorabilidad de los viajeros y cargueros, a pesar del tiempo que se gastaba en recorrerlos, pues desde Cartago al páramo había 12 leguas de 6.660 varas que se hacían en 9 días. La cordillera Central que había que franquear por senderos abiertos por espesas selvas para su paso de la región central hacia el sur, tenía tres pasos: 1. Por el sur se halla el paso de Guanacas que sale del pueblo del mismo nombre y llega a Popayán; 2. Por el centro el paso del Quindío que llega al valle del río Cauca; 3. Más al norte se encuentra el páramo de Herveo, que seguían los cargueros desde Mariquita al valle del Supía. Fuera de las permanentes lluvias, el frío de la montaña, el paso por torrentosos arroyos, la travesía por puentes resbaladizos en guadua que se colocaban en los ríos, los caminos con el lodo hasta la rodilla del paso del Quindío, los viajeros eran azotados por los zancudos y las enfermedades (llamadas comúnmente fiebres); los silleros además podían ser golpeados brutalmente cuando se negaban a caminar, o simplemente podían morir de fatiga. En enero de 1830 Boussingault (1994: 162) se encontró con una tropa de lanceros colombianos que regresaban del Perú rumbo a Ibagué, teniendo la oportunidad de presenciar cómo un oficial del ejército había matado a golpes a un sillero para obligarlo a andar, sin que ningún testigo se inmutara. Durante la subida su mula pisó el cadáver de un soldado que había perecido durante el viaje y había sido enterrado por el camino. En un claro del camino observó que la tierra se movía por dentro, y al destaparla halló a un granadero moribundo que había sido enterrado vivo.

2.4. Los peligros de la naturaleza

Las erupciones volcánicas, los sismos, las inundaciones, las tormentas y otros desastres naturales acompañaron a la población neogranadina, especialmente durante los primeros 30 años del siglo XIX, coincidiendo con la gesta independentista lo que agudizó la situación de hambrunas y enfermedades que se desataron por el movimiento y enfrentamiento de

10 tropas. El sur del país y la cordillera Central fueron las regiones más afectadas por los sismos y erupciones volcánicas, tanto que en la contigua provincia de Quito el 4 de febrero de 1800 aconteció un devastador sismo que sepultó a varias poblaciones, cuando montañas enteras se vinieron abajo cubriendo pueblos, haciendas, casas de campo y a casi 20.000 víctimas. Hacia el interior los sismos eran menos frecuentes y devastadores, como el acontecido en Honda el 16 de junio de 1805 que destruyó buena parte de las viviendas y acabó con un centenar de personas, o los que afectaron a Santafé en 1826 y 1827 que arruinaron bastantes edificios y las iglesias de varios pueblos de la sabana (Restrepo, 1969, I: 398) Las erupciones volcánicas fueron igualmente devastadoras. Así, el 14 de marzo de 1805 el volcán nevado del Ruiz arrojó una gran cantidad de ceniza negra de olor sulfuroso, misma que se esparció por los cielos de Cartago y Chocó, cubriendo el poblado de Anserma con una gruesa capa, lo que obligó a su abandono, transfiriéndose al sitio actual conocido como Anserma Nuevo. No obstante los indígenas permanecieron en su lugar ancestral por los alrededores de Quinchía, en la orilla del río Sucio. Las tempestades con rayos eran muy frecuentes por todo el valle del río Cauca, desde Popayán hasta Antioquia, y a lo largo del paso montañoso del Quindío en donde eran comunes los siniestros ocasionados por las descargas eléctricas que mataban mucha gente, a pesar de la baja densidad poblacional. Las plagas de langostas que se desarrollaban en el desierto del Castigo, márgenes del río Patía, cerca de su desembocadura al Pacífico, arrasaban los cultivos cada 6-8 o más años, llegando hasta Popayán y parte del curso del río Cauca; las ocurridas en 1814 y 1815 llegaron inclusive hasta la parroquia de San Andrés en la Provincia de Antioquia. Al igual que en la época bíblica, estas calamidades naturales fueron aprovechadas por los religiosos del partido realista para achacárselas al movimiento independentista y a sus líderes, como castigo por infringir las leyes del dios y el rey españoles, dando pie a excomulgaciones, particularmente en el sur donde la gente era más fanática religiosa.

3. La Guerra de Independencia: enfrentamiento fratricida

El libertador Simón Bolívar había afirmado que la Guerra de Independencia había costado “500.000 héroes muertos por la patria” (DANE, 1975: 108). Otros afirman que costó la vida de 652.956 personas, es decir el 34,8% de la población total del Nuevo Reino de Granada, si tenemos en cuenta la diferencia entre las cifras del cálculo de la población para 1810 (1.876.554 habitantes) al iniciarse la lucha

11 independentista y el censo de 1825 (1.223.598 habitantes) (Arboleda, 1975: 108). Se afirma también que la cifra habría sido mucho menor (Melo, 1989: 67), y si aceptamos el cálculo de José María Samper (1861: 75) para 1810 de 1.400.000 habitantes, sería entonces de 176.402 (12,6%), más el crecimiento demográfico de 15 años. En realidad esta gesta cobró la vida de más de 200.000 habitantes, entre muertos en combate, fallecidos por las letales heridas de batalla, ejecutados, pero ante todo por las inclemencias del clima, hambrunas y epidemias que se desataron como consecuencia de la misma guerra. Su número, sin embargo, es difícil de medir por las imprecisiones de los diferentes censos, pues unos habitantes le huían para evitar pago de impuestos, otros eran difíciles de empadronar en las condiciones agrestes de selvas, llanos y montañas, con caminos casi intransitables.

3.1. Las tropas: infantería granadina y caballería llanera

La Guerra de Independencia fue prácticamente un enfrentamiento fratricida entre americanos, pues conformaban casi el 80% de los ejércitos realistas. El mismo comandante de las tropas españolas Pablo Morillo reconocía que por las “calenturas y llagas” de 10.000 hombres que integraban su ejército solamente quedaban 2.000 soldados europeos curtidos en las guerras de España (Thibaud, 2003: 262-263). El resto eran indígenas que lucharon en ambos bandos, especialmente en la región Andina; llaneros de la Nueva Granada y Venezuela; negros esclavos que lucharon también en ambos bandos por su liberación pues se les prometió que “El que de vosotros me sirva será libre” (Samper, 1861: 157); pardos y criollos, en tanto que los tribunales militares realistas condenaban a los antiguos patriotas a servir en sus filas. Por decreto de Ley Marcial Bolívar dispuso en Duitama el 28 de julio de 1819 que todos los hombres entre 15 y 40 años de edad, solteros o casados se presentarían ante sus respectivas parroquias o pueblos para alistarse en el ejército republicano, o en caso contrario serían fusilados (Riaño, 1969: 249). Las tropas estaban constituidas por labriegos de ruana y sombrero de lana, reclutados en número de 800 para el 27 de julio de 1819, considerados por O´Leary como rústicos indígenas y los mejores soldados de infantería en la América del Sur (O´Leary, 1952, III: 250). También por llaneros, reputados por ser “jinete, toreador y nadador insigne, soldado fabuloso de caballería… el lazo de unión entre la civilización y la barbarie, entre el criollo y el indio feroz…” (Samper, 1861: 93). Los oficiales eran en su mayoría pardos venezolanos como Simón Bolívar, Manuel Manrique, José Antonio Anzoátegui, Diego Ibarra, Leonardo Infante, Hermenegildo Mojica, Lucas Carvajal, Arturo Sandes,

12 Ambrosio Plaza, Pedro Briceño, Juan José Rondón. También había llaneros como José Antonio Páez. Los oficiales neogranadinos eran pocos y procedían básicamente de la región andina, como Francisco de Paula Santander, Antonio María Durán, Joaquín París, Antonio Obando, Mariño. De los llaneros quizá el lugar más destacado lo ocupó el indómito Ramón Nonato Pérez, el tigre, natural de Trinidad, Casanare, ascendido al grado de coronel por su valor y pericia militar (Rivera, 2007). Los europeos eran de origen británico (O´Leary, Rooke y otros) y español (Barreiro, Jiménez, Díaz, López, Tolra, Sierra, entre otros). Las rivalidades entre granadinos y venezolanos eran muy comunes y habían surgido en las diferentes raíces históricas que acompañaron el proceso de conformación de esos territorios. Por un lado la Capitanía General de Venezuela, integrada por las provincias de Caracas, la más poblada y rica (Carabobo, Barquisimeto, Coro), Maracaibo (Mérida, Trujillo), Barinas, Guayana, Cumaná (Barcelona), y la de Margarita, la más pobre. Dentro de los productos agrícolas se incluye el cacao que desde el siglo XVII representó el rubro más importante de exportación; también el tabaco, el añil, el café que luego de un lento proceso de acomodamiento al clima venezolano ocupó posteriormente un lugar importante en las exportaciones; la caña de azúcar, el algodón, los cueros de diferentes especies de ganado y animales selváticos. La población estaba integrada por pardos (mulatos claros, 433.000), indígenas (207.000), mulatos y esclavizados (60.000), blancos criollos y europeos (200.000), para un total de 900.000 habitantes (Samper, 1861: 75). Los llaneros venezolanos constituían un sector muy importante en la población venezolana. Se dedicaban al pastoreo de cerca de dos millones de cabezas de ganado (vacuno, caballos, mulas); eran hombres avezados en la lidia de ganado doméstico y salvaje; montaban indómitos caballos; estaban acostumbrados a combatir tigres, caimanes y anacondas; a alimentarse de leche ácida y consumir carne, muchas veces sin sal; sufrían las inclemencias del clima, donde los calurosos veranos se alternaban con crudos inviernos, durmiendo sobre un pedazo de cuero a la intemperie. Curtidos por esta manera de vida estaban acostumbrados a la guerra, a despreciar la muerte y a combatir a los enemigos a sangre fría sin arredrarse ante los peligros; eran los mejores jinetes de los llanos (Restrepo, 1969, II: 236). Como apunta Juan Friede (1969: LIV), mientras que la Nueva Granada era la sede de un espíritu civil e intelectual del movimiento independentista y el que aportaba una gran parte de los recursos de la empresa libertadora, Venezuela lideró militarmente la guerra, desde los territorios de la Guayana hasta el Alto Perú. Mientras que la primera

13 aportó los mejores soldados de infantería –labriegos del altiplano-, los segundos –aunque concretamente Casanare- aportaron la indómita caballería llanera que hizo tronar sus lanzas en el combate del Pantano de Vargas, y la mayoría de la oficialidad de las tropas. Este origen influyó en la composición de las tropas, pues por un lado la infantería no podía recorrer los llanos y por otro, la caballería no podía traspasar las cordilleras. De ahí que mientras la guerra recorrió los llanos sus jinetes lideraron las batallas –era la división más fuerte del ejército patriota según los observadores extranjeros como el capellán John N. Hambleton-, pero una vez transpuesta la cordillera Oriental por el páramo de Pisba en la Campaña de Boyacá de 1819, los labriegos andinos asumieron un papel decisivo en las posteriores victorias del ejército libertador, pues tanto los caballos como muchos llaneros se perdieron durante la travesía, por deserción o muerte; tanto que se ha afirmado que “de Cundinamarca salieron la mayor parte de los recursos en hombres y dinero para complementar la obra de dar libertad a Colombia y al Perú” (Cordovez, 1962: 323). Igualmente la campaña patriota en la Nueva Granada de 1819 buscaba conseguir recursos para proseguir la guerra en territorio venezolano debido a la situación local de pugnas entre sus caudillos. Ejemplo de estas diferencias se reflejan en las desavenencias que tuvieron Santander y Páez. El 16 de septiembre de 1816 en Trinidad de Arichuna los comandantes llaneros Antonio Rangel, Fernando Figueredo de conformidad con José Antonio Páez decidieron destituir a Santander del cargo de comandante del ejército por considerar que era un “militar de pluma”, no sabía nadar, enlazar un toro, colear a caballo, amansar potros, montar a caballo en pelo, enlazar caimanes en el Apure; tampoco conocía el carácter de los indómitos llaneros. Reunido con los comandantes llaneros, Santander aceptó renunciar a su cargo y quedar bajo sus órdenes para evitar posteriores actos de insubordinación, pues se creía deshonroso que un granadino mandase a venezolanos, como lo anota el general José Félix Blanco, testigo presencial de los acontecimientos (Archivo Santander, I: 107). El 30 de octubre de 1818 Páez escribía a Santander desde Achaguas, cuando cesaba en su obstrucción para que se adentrase en territorio de Casanare, sus prevenciones sobre la rebeldía de su gente y las rivalidades entre granadinos y venezolanos (Archivo Santander, I: 165):

“Buen viaje, pues, y doy las gracias porque me quitan de encima el peso de Casanare. Esta gente está endemoniada. Hierve en convulsiones y apenas Guerrero ha podido calmarla. No sé su intención: acaso será porque es venezolano el que lo manda. Esta maldita rivalidad, o más bien, esta distinción de nombres me

14 irrita, y Dios quiera no nos traiga una guerra civil, si desde ahora no nos esforzamos en destruirla. En fin, usted se va a Casanare, pero quién sabe cómo saldrá usted. Una Provincia miserable, sin recursos, sin hombres y sin nada, sólo puede servir para desacreditar a un hombre; y una Provincia enviciada en revolución no sé cómo pueda desempeñar a un Jefe”.

La vestimenta de las tropas daba mucho que desear, tanto que se le llamó “ejército de pordioseros”. Después del combate del Puente de Boyacá, Bolívar llegó a Bogotá en tal estado que tenía, según un testigo presencial, “el uniforme de grana roto y lleno de manchas por todas partes y la casaca pegada a las carnes, pues no traía camisa. Así hizo la campaña de los Llanos, y lo mismo venían todos los oficiales y tropa, porque los españoles no habían dejado en las poblaciones del Norte telas ni ropa de ninguna clase. Se conocía que hacía por lo menos un año que no se cambiaba de ropa” (Espinosa, 1942: 215). Se dice que un sujeto al ver el estado deplorable que mostraba Bolívar corrió a la Calle Real buscando una docena de camisas fiadas para llevarle. Por su parte, el coronel Justo Briceño, quien arribó al rato, presentaba un cuadro más raro, con los calzones hechos jirones y una chaqueta corta que en su buena época debió haber sido de color rojo. Los mejor vestidos se cubrían con la ropa obtenida de los muertos o prisioneros españoles, mientras que Santander, Soublette y otros jefes distinguidos vestían ruanas de bayetón, alpargatas, sombreros de palma y calzones de manta del Socorro, denegridos y sucios, imagen que se entristecía aún más con la apariencia desgreñada por el pelo y la barba larga de sus portadores (Cordovez, 1962: 323).

3.2. Españoles, criollos y castas

A pesar de que el temprano proceso de mestizaje en la Nueva Granada condujo a la conformación de una inmensa mayoría de mestizos o libres, constituyendo más del 65% de la población total, no obstante a comienzos del siglo XIX existían castas de indígenas y esclavizados que eran minorías étnicas y se consideraban inferiores; sobre ellas recaía todo el peso de la producción agrícola, ganadera, doméstica y minera. El concepto de “limpieza de sangre” continuaba siendo el principio rector de la organización social colonial, donde españoles, criollos, mestizos, pardos, indígenas y esclavizados ocupaban un estatus social, cuya importancia aumentaba en la medida que se demostrara su origen europeo. Las contradicciones entre las elites criollas y las castas impedían la conformación de un frente común contra los realistas, además que los opresores directos de indígenas y esclavizados eran los criollos con

15 quienes no querían compartir filas. Esta situación se hizo palpable especialmente al inicio de la guerra. Al respecto, Santander advertía en su Informe Político sobre la Provincia de Ocaña dirigido al Secretario de Guerra del Gobierno General el 22 de septiembre de 1815, que la odiosa distinción entre blancos y pardos contribuía a la ausencia de una opinión común contra los realistas, “pues los unos no se deciden para no alternar con los otros, y estos porque están abatidos por aquéllos” (Archivo Santander , 1969: 67). Estas diferencias fueron aprovechadas por los mismos españoles, como lo hiciera el español Boves en Venezuela (Restrepo, 1969, III: 117): “Siendo casi todos ellos indios, zambos, negros y mulatos, Boves había desencadenado la ínfima clase de la sociedad contra la que poseía las riquezas del país. Las razas blanca, negra y bronceada iban a darse un combate de destrucción y muerte en las llanuras y en las montañas de Venezuela”.

3.2.1. Los españoles peninsulares

Los españoles peninsulares se habían autodenominado hijodalgos, nobles de sangre, pese a provenir de la región de Extremadura con humilde origen.

3.2.2. Los criollos

Los criollos se habían fortalecido en cuanto a número y a cargos, ocupando los rangos inferiores del comercio, ejército y clero, y su elite había entrado en franco antagonismo con los españoles peninsulares por ocupar cargos de mayor nivel en la medida que acumulaban capital y tierras, y se habían preparado en las academias locales (Jaramillo, 1994). Poseer esclavos era un símbolo de prestigio, opulencia y capitalización de una empresa, por un lado, y una posibilidad de ocio doméstico y consumo suntuario en la sociedad colonial; además, su mantenimiento como mano de obra barata podía asegurar la prosperidad de las haciendas y minas o la obtención de grandes utilidades con su venta posterior (Colmenares, 1997: 56). Sin embargo, el ocio de los esclavistas podía generar, a su vez, una situación poco propicia para la ciencia y las artes; de ahí que en la provincia de Popayán, donde la población esclava era abundante, Humboldt advertía que poco se podía esperar de una juventud rodeada de esclavos, que temía a los rayos del sol y a la lluvia, huía del trabajo y, en fin, le aterraba la más mínima incomodidad (Jaramillo, 1994: 143).

16 3.2.3. Los indígenas

Los indígenas constituían apenas el 15% de la población, sus tierras se habían reducido en la medida que se debilitaba el régimen de encomiendas, y continuaban tributando en beneficio de la Corona; se hallaban aún en una situación de “minoría de edad” en el régimen paternalista colonial. Los indígenas, explotados y menospreciados tanto por españoles y criollos quienes los consideraban “imbéciles, pusilánimes que peleaban como bárbaros”, llevaron la peor parte al conformar en muchas partes el grueso de las tropas de ambos bandos, especialmente al inicio de la guerra. No tenían conciencia sobre las causas de la lucha, tampoco conocían las artes marciales, ni el manejo de las armas de fuego, por lo que desertaban en la primera oportunidad que se les presentara. Como se afirmara en esa época, “se llamaban soldados unos pobres indios que jamás habían visto guerra y que no sabían por qué peleaban” (Restrepo, 1969, I: 114, 234, 237).Su carácter bisoño y su insubordinación condujeron a numerosas derrotas donde eran mayoría, como en el sur del país, donde las tropas independentistas de Quito, conformadas por multitud de “indios pusilánimes” fueron derrotadas en 1812 por el realista Montes. Al inicio de la guerra de independencia constituían la mayoría de las tropas republicanas, como las de la Provincia de Neiva comandadas por el coronel José Díaz, compuesta por “indios semibárbaros” armados solamente de lanzas, provenientes de las cordilleras que rodean esta provincia. El mismo Barreiro informaba el 12 de julio de 1819 durante la Campaña de Boyacá en Molinos de Tópaga sobre la ayuda recibida de los indígenas en su lucha contra los patriotas (Friede, 1969: 74):

“Los indios de estos pueblos se portan perfectamente, están haciendo rogativas por la felicidad de nuestras armas, acuden a nuestros campos con regalos de huevos, carneros, aguardiente y otras cosas para los soldados y persiguen a los dispersos, habiéndome presentado los de Morgua hoy dos. No así los vecinos, que todos a porfía se han alistado con los rebeldes”. Era tal la inquina contra los indígenas rebeldes que al referirse a la estructura de las tropas patriotas, Barreiro mencionaba que el batallón Cazadores Constantes de la Nueva Granada estaba integrado por aproximadamente 600 hombres de fuerza, “todos indios de las misiones de Casanare, miserables, y aunque algo instruidos son en extremo cobardes, por cuya razón no los exponen en las acciones según se ha experimentado” (Friede, 1969: 84).

17 El notario de Nunchía José María Rivera (Peñuela, 1970: 365-381) incluyó en 1919 una lista de 641 soldados, suboficiales y oficiales casanareños de caballería que sirvieron en el Ejército Libertador y que figuraban en el archivo de la respectiva notaría. Los españoles designaban como zambos y mulatos a los llaneros, por el color oscuro de su piel, pero se ha afirmado que en Casanare no hubo negros, y que el calificativo de los realistas corresponde más bien a un desahogo partidista que a una descripción etnográfica (Peñuela, 1970, II: 164).

3.2.4. Los esclavizados

La población esclavizada representaba la minoría, con casi un 5% del total, y su situación era la peor de todas pues no estaba cobijada bajo un régimen protector como el de los indígenas; además que el cimarronismo había agudizado la represión contra los prófugos. En las provincias donde eran numerosos, como Cali, Antioquia, Cartagena y Santa Marta se les vinculó a uno u otro bando, proponiéndose su liberación siempre y cuando sirvieran a las respectivas filas. Esta situación despertó viejos rencores contra los esclavistas, en su mayoría criollos, lo que generó actitudes de crueldad, esta vez del lado esclavizado, como la de los patianos, conocidos por los saqueos y asesinatos cometidos contra los republicanos. Los patianos, habitantes de la región del Patía, situada al sur de Popayán hasta el río Mayo, era una tropa integrada por ganaderos negros y mulatos, gente endurecida en el trabajo y la fatiga, quienes guardaban un enorme rencor contra los patriotas a raíz del incendio de su pueblo por la tropa comandada por el coronel Borrero durante el desplazamiento de Antonio Baraya hacia el sur, como represalia por su apoyo al gobernador español de Popayán Miguel Tacón. Durante 1811 y 1812 instigados por fray Andrés Sarmiento y liderados por el mulato Juan José Caicedo atacaron las tropas patriotas produciéndoles numerosas bajas; colgaban a los prisioneros en largas horcas donde eran lanceados durante corridas a caballo como parte de la diversión de los patianos. Exhortados por frailes fanáticos que aprovechaban la ignorancia de los esclavos, ordenaban la destrucción de los republicanos como si fuese un mandato divino por su herejía; desde Popayán hasta el río Juanambú todos se alzaron armados de lanzas o fusiles; el realista Tacón ordenó la incorporación de las cuadrillas de esclavos de Micay y Raposo que pertenecían a vecinos de Popayán (Retrepo, 1969, I: 206). En 1811 el ayuntamiento de Cali -donde la presencia de población esclava era significativa e importante para las haciendas y minas- ordenó la libertad de todos los esclavos que tomasen las armas en defensa del gobierno realista, lo que produjo motines en las minas situadas en la costa Pacífica

18 Refiriéndose al papel de los haitianos en las tropas patriotas que participaron en la Campaña de Boyacá de 1819, Barreiro señalaba que “El batallón de los Rifles tendrá como doscientas cincuenta plazas, la mayor parte negros franceses de Santo Domingo. Es el cuerpo de más confianza que tienen, por su intrepidez y desenfreno” (Friede, 1969: 85). Después de los éxitos militares obtenidos con la Campaña de Boyacá de 1819, se vio la necesidad de conformar un gran ejército capaz de enfrentar los peligros a que se veía abocada la Nueva Granada y la liberación de Venezuela. Una de las medidas que dictó Bolívar para engrosar sus filas fue la de vincular 3.000 esclavizados, jóvenes y robustos, de las Provincias de Antioquia y Chocó, y 2.000 de la Provincia de Popayán. Se pretendía con esta orden equilibrar la pérdida entre las diferentes poblaciones, pues hasta ese momento “la blanca había soportado el peso de la guerra en Cundinamarca; si continuaba el mismo sistema, la africana sería pronto más numerosa” (Restrepo, 1969, IV: 133). Ya en la Nueva Granada en 1819 Bolívar insistía en la liberación de los esclavos y en su incorporación al ejército. En una carta a Santander escribía: “¿Acaso es justo que los libres tengan que morir por la liberación de los esclavos? ¿No será más justo que los esclavos mismos luchen por sus derechos en los campos de batalla?” (Lavretski, 1982: 99). La vinculación de estos 4.000-5.000 esclavizados se veía como una buena oportunidad para fortalecer el ejército patriota, por lo que se previno que todo el que se alistara voluntariamente al servicio de las armas, especialmente de Popayán, sería liberado. En cumplimiento de estas órdenes se sacaron 900 esclavizados de Antioquia y 2.000 de Chocó y Popayán, útiles para las armas; los propietarios que patrocinaron este alistamiento fueron indemnizados parcialmente al reconocérseles como deuda doméstica de Colombia.

3.3. Las enfermedades y heridas de guerra

Las guerras impactaron de manera diferencial a la población de la Nueva Granada, pero se puede afirmar que las enfermedades de origen europeo y las mismas americanas proporcionaron una buena parte de las víctimas. Así, en la Provincia de Tunja, durante el siglo XIX se perdieron más vidas como consecuencia de la viruela, el sarampión, el tifo, la fiebre tifoidea y las mismas guerras civiles internas, pues con la llegada de las tropas a la ciudad se desataban terribles epidemias que la asolaban durante cada conflicto (Martínez, 2002: 49). Con la llegada de las tropas españolas a Bogotá en junio de 1816 arribó también la peste de la viruela, afectando a los que no estaban inoculados, con tanta virulencia que para atender a la cantidad de

19 enfermos se establecieron 5 hospitales, entre ellos el San Juan de Dios, uno en la Calle de las Cunitas, otro de convalecientes frente a la Universidad de Santo Domingo, un cuarto en el hospicio de hombres y un quinto en el convento de Las Aguas (Caballero, 1974:223). Durante las acciones bélicas de 1816 en Chitagá, Provincia de Pamplona, varios hombres del ejército comandado por el general español Sebastián de la Calzada se perdieron o desertaron – especialmente los de Bajo Apure- por la acción de las enfermedades, principalmente por la disentería que llenaba los sepulcros y hospitales; el mismo Calzada estaba enfermo de tabardillo. Desde la perspectiva de las lesiones sufridas en los campos de batalla, de 32 heridos reportados en el depósito de inválidos de Bogotá, de los cuales 25 provenían del combate de Gámeza (1819), 17 (68%) evidenciaban heridas de bala, 3 (12%) por lanza y el resto por flechas o sablazos (20%); especialmente en las piernas (12 de 17 o sea 70,6%) y brazos (5 de 17 es decir 29,4%). Los inválidos de Caracas de 1824 también presentaban un alto porcentaje de heridas de bala (73,3%), lanza (13,3%) y machete (6,7%), particularmente en las extremidades inferiores (Thibaud, 2003: 429). Casi el 80% de las víctimas de los enfrentamientos bélicos acaecidos durante la Guerra de Independencia están representados por campesinos con rasgos indígenas de los Andes (rasgos muiscoides) y de los Llanos (rasgos orinocos) (Rodríguez, 2001), con mayor frecuencia de lesiones producidas por PAF (proyectil de arma de fuego) en piernas y brazos, y, en menor frecuencia por armas cortopunzantes y cortantes, también en extremidades inferiores.

3.4. La guerra a muerte y la destrucción de las ciudades

Durante la Guerra de Independencia se cometieron distintos actos de crueldad por uno y otro bando, disponiéndose arbitrariamente de la confiscación de los bienes de quienes se consideraban enemigos, fuese realistas o patriotas, la prisión de los contrarios, y muchas veces, su ejecución. Emparentados por lazos de sangre y negocios, criollos y españoles perdieron familiares de bando y bando, lo que fue causa de un profundo dolor y enemistad durante mucho tiempo. Las cruentas retaliaciones no se hicieron de esperar, aunque el bando realista se llevó los palmares en la pacificación, eliminación y sometimiento de los criollos. Nombres como el de Boves, Morillo, Morales, Rosete y Sámano pasaron a la posteridad como los más cruentos de las filas realistas, cuando en España se pregonaba la libertad, la igualdad y la justicia, mismas que no se respetaban en el continente americano. Trescientos años después de la conquista, las tropas españolas aplicaron la “guerra de tierra arrasada” que ya habían impuesto en el sometimiento de los

20 pueblos indígenas para apropiarse de sus bienes, aunque en esta oportunidad la emprendieron contra los descendientes por sangre y lengua de los mismos conquistadores del siglo XVI. El término “bárbaro caníbal” se transformó en “insurgente”, como persona indeseable que se podía borrar de la faz de la tierra americana, por ser hereje e ignorante que violaba las leyes divinas y civiles de España; era considerado enemigo tanto de Dios como del Rey. Los impuestos de guerra y las conscripciones contribuyeron a agudizar la situación económica y demográfica de las colonias en pie de lucha. Por estas razones, hacia 1813 ningún criollo podía andar por los caminos en paz ni habitar los campos en sosiego, pues por doquier pululaban las guerrillas realistas que los recorrían armados y asediaban a cualquier sospechoso de inclinación patriota. Era necesario, por consiguiente, andar en grupos armados y vivir en las ciudades y lugares populosos. Del lado patriota se dieron, igualmente, visos de crueldad, cuando el español Campo Elías que comandaba una tropa de 1.000 infantes y 1.500 jinetes se enfrentó contra Boves que comandaba 2.000 jinetes y 500 peones en El Mosquitero, cerca de La Puerta, el 14 de octubre de 1813, lanceando a la mayoría de jinetes y degollando en su totalidad a los peones. Al entrar triunfalmente en Calabozo Campo Elías sacrificó a varios americanos indefensos. Desde entonces los llaneros juraron vengar a sus muertos y vieron en Boves un comandante que los podría guiar hacia ese cometido. En esta situación, el capitán español Boves 1 publicó el 1º de noviembre de 1813 en Venezuela la terrible circular donde ordenaba perseguir y ejecutar a los que consideraba traidores del Rey, disponiéndose de todos sus bienes; mandó reclutar a todos los hombres útiles para el servicio militar; ofreció la libertad a todos los esclavizados que se unieran al Rey. Aprovechando las diferencias de clase entre latifundistas y llaneros, permitió que sus tropas llaneras que ascendían a 3.000 hombres con abundantes caballos, practicaran el saqueo, pillaje y venganza contra los pardos criollos, poseedores de las riquezas del país y que durante mucho tiempo les habían sometido a un régimen de servidumbre. A los españoles presos se les embargaban sus bienes y se les aplicaba la pena capital. Una de las medidas aplicadas por el patriota venezolano Antonio Nicolás Briceño, de ideas exaltadas y de carácter impetuoso, fue la ejercer un sistema de recompensas y gradaciones para el ejército patriota acantonado en Cartagena de Indias el 16 de enero de 1813, según el número de cabezas presentadas ( Archivo Santander , 1969: 27):

1 S u verdadero nombre era José Tomás Rodríguez, oriundo de Jijón, Asturias.

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“Para tener derecho a una recompensa o a un grado, bastará presentar cierto número de cabezas de españoles o de isleños canarios. El soldado que presente veinte, será de hecho abanderado en actividad: treinta valdrán el grado de teniente, cincuenta el de capitán, etc.”

Este acto violento horrorizó a españoles y criollos, pero se afirmaba que la contraparte como el capitán general español Domingo Monteverde había llenado de luto las principales familias de Caracas, conduciendo a las bóvedas padres, hijos y esposos, cargados de grillos; la sombra del delito de insurgencia acallaba la miseria. Pasto, una de las ciudades más leales al rey de España sufrió las consecuencias de su posición política. En 1823 Sucre, en retaliación por los sucesos cometidos contra los patriotas, autorizó la destrucción parcial de la ciudad. Pero en 1827, después de la sangrienta batalla en que triunfó Bolívar, y en castigo por el asesinato de prisioneros, el Libertador permitió que durante dos horas las tropas saquearan la población; se dice que se formó “una orgía tremenda” después que las tropas saquearon las chicherías y borrachos asaltaron cuanto tuvieron a su alcance. Los desmanes de las tropas extranjeras bajo los efectos del licor también se hicieron sentir. Estando Montilla preparando la defensa de Riohacha ante el embate de los españoles, a finales de mayo de 1820, 52 oficiales de la Legión Irlandesa presentaron un memorial que rayaba en insubordinación. Pedían mejores raciones de alimentos, que no existían en esas condiciones y que se les trasladara a una colonia británica pues no querían continuar prestando sus servicios a los republicanos por incumplimiento de los contratos. Una vez vencidas las tropas realistas, se inició la retirada de Riohacha el 4 de junio, evacuándose los enfermos, parque y municiones y a todos los que quisieran abandonar el país. Se dispuso que los irlandeses permanecieran en los cuarteles mientras se les ubicaba en buques de comercio para evacuarlos a Jamaica, pero, aprovechando la situación se dedicaron a saquear las propiedades de los vecinos, apoderándose de los licores, embriagándose e incendiando la ciudad, quedando ésta reducida a cenizas. Fue muy triste y funesta la suerte de la ciudad de Riohacha, destruida y arrasada por tropas irlandesas que debieron contribuir con su libertad e independencia (Restrepo, 1969, IV: 143). En Bogotá la situación no era mejor, pues dada la masiva participación de sus habitantes desde 1810 en los movimientos independentistas, se afirmaba que “casi todas las familias habían perdido parientes y amigos” (Vawell, 1974: 165).

22 Con la llegada de los comandantes españoles teniente general Pablo Morillo y del mariscal de campo Pascual Enrile a Santafé en 1816 se inició el Consejo Permanente de Guerra para juzgar a los patriotas “rebeldes y traidores” que merecían la pena capital, y el Consejo de Purificación cuyo objetivo era sentenciar a los indultados con penas tales como servir como soldados, y con multas, las que ascendieron a cerca de un millón de pesos. Mediante la Junta de Secuestros se embargaron los bienes de todos los patriotas presos y sus familias. Solo en la cárcel de Santafé había 600 presos, más los existentes en Tunja, Popayán y otras ciudades. A la capital llegaban presos y de allí salían los que iban a ser fusilados en las provincias. Un total de 125 patriotas fueron ejecutados en las plazas de Santafé y otras capitales que se llenaron con la sangre de Antonio Baraya, Francisco José de Caldas, Custodio García Rovira, Antonio Villavicencio, José María Cabal, Joaquín Camacho, José Gregorio y Frutos Gutiérrez, Crisanto Valenzuela, Liborio Mejía, Miguel Pombo, Jorge Lozano, Francisco Antonio Ulloa, Manuel Torices, Camilo Torres, José María Ávila y otros. Además de los impuestos, se construyeron nuevos caminos con mano de obra criolla y un costo aproximado de un millón de pesos, empobreciendo aún más a sus pobladores. Los granadinos estaban obligados a trabajar en estos caminos sin más jornal que una pobre ración de alimentos para subsistir, abandonando durante meses sus hogares y familias, trasladándose a recónditas y malsanas regiones. Sin embargo, estos caminos fueron inoficiosos pues no se utilizaron, quedando abandonados al cabo de un año por la maraña que los cubrió. Las esposas, hijas y hermanas de los patriotas muertos en los patíbulos o presos en cadalsos fueron confinadas a la miseria, deportadas a lugares distantes, vejadas y ultrajadas, tratadas de impías, antirreligiosas y de malas costumbres. Los mismos oficiales españoles abusaban impunemente de ellas. Tampoco se salvaron del destierro cerca de un centenar de clérigos simpatizantes de la causa republicana que fueron deportados a España.

3.4.1. El sitio de Cartagena de 1815

Unos de los peores momentos de la Guerra de Independencia de la Nueva Granada se vivieron en Cartagena entre el 20 de agosto y el 6 de diciembre de 1815, pues aquí, más que en otras partes, se expresó el impacto de la guerra con sus productos: el hambre, las inclemencias del clima, los mosquitos, las aguas pestilentes y la crueldad del pacificador español Pablo Morillo. Como anotara José Manuel Restrepo (/1827/1969, II: 50-90), historiador y testigo de la época, después de asolar a Venezuela, Morillo se embarcó en Puerto Cabello con 8.500 hombres en 56 buques,

23 fondeando en el Cabo de la Vela, Guajira, donde descansaron del largo viaje. Durante la preparación de la expedición pacificadora en Santa Marta, donde por razones históricas existían enemistades contra Cartagena, para demostrar su poderío e infundir temor entre los patriotas, desfiló por las calles de la ciudad, donde Morillo homenajeó a los realistas más destacados, entre ellos al cacique indígena Mamatoco. Las tropas españolas estaban integradas por venezolanos (3.500), en su mayoría pardos acostumbrados al calor, humedad y enfermedades típicas del clima tropical de la costa Caribe, y europeos (más de 5.000), comandadas por Francisco Tomás Morales llamado el “terror de los malvados” por la bárbara crueldad con que aplastaba a los habitantes de Cartagena al paso de sus tropas, especialmente el poblado de Malambo que se opuso a tan numerosa tropa. El 18 de agosto iniciaron el bloqueo de Cartagena por tierra con el fin de hacerla rendir de hambre. Una división compuesta por 1.000 soldados comandados por Pedro Ruiz de Porras se encargó de bloquear el Bajo Magdalena y las Sabanas de Corozal, y debía comunicarse con la 5ª división expedicionaria que ocuparía los valles de Cúcuta y Ocaña, en número de 2.000 hombres. La población de Cartagena se aproximaba a los 18.000 habitantes, de la ciudad propiamente dicha y del arrabal de Gethsemaní. Su clima muy cálido en extremo y por las constantes lluvias que se desatan entre agosto y octubre propiciaban las epidemias de enfermedades tropicales, produciendo vómito prieto que afectaba particularmente a los europeos. Los pobladores de Cartagena una vez se enteraron de la llegada de los realistas abandonaron los campos y se internaron en los bosques con sus familias y los pocos enseres que pudieron rescatar. Las tropas republicanas para la defensa estaban integradas por 700 hombres acampados en Santo Tomás tuvieron que replegarse a la plaza, y por 300 hombres comandados por Palacios. Mediante ley marcial dictada por el general Castillo se reclutaron hombres entre 16 y 50 años hasta alcanzar un número de 3.600 combatientes, entre ellos 1.300 de primera línea. La plaza no poseía tantas vituallas para la población civil ni recursos para adquirir alimentos del exterior; no había almacenes, ni un grano de maíz, solamente 500 reses, además de los caballos, mulas, asnos y perros como para sobrevivir solamente 40 días. En octubre tres pequeñas goletas cargadas de harina y carne pudieron burlar el asedio enemigo, aliviando en algo la hambruna de la plaza. Sin embargo, tras dos meses de bloqueo los estragos ya se percibían y la peste había comenzado, a pesar de que la población se alimentaba de los animales caseros (caballos, asnos, perros, gatos y hasta ratones). Para completar este miserable cuadro Morillo ordenó bombardear la plaza desde el 25 de octubre, pereciendo mujeres y niños inocentes y destruyendo varias casas. Para el mes de noviembre los sitiados se habían comido todos los animales domésticos, cueros y

24 cuanta hierba podían consumir, por insalubres que fueran. De esta manera el hambre y las enfermedades reducían a diario la población sitiada en grandes cantidades, y por sus calles sólo se veían cuadros fantasmagóricos integrados por personas escuálidas, mujeres extenuadas y seres agonizantes. Hasta los centinelas morían de inanición en sus puestos de vigilancia. No obstante, el temor de caer prisioneros y morir bajo la espada vengativa de los realistas era peor que la hambruna. Para finales de noviembre cerca de 2.000 personas decidieron abandonar las murallas pero un tercio de ellas pereció antes de llegar a las filas enemigas. Al anochecer del 5 de diciembre se inició la evacuación de la población, habiendo recibido los buques más de 2.000 personas, a pesar de estar sometidos a fuego enemigo. El día 6 de diciembre las tropas españolas entraron en la plaza de Cartagena apreciando un cuadro devastador, como lo narra Restrepo (1969, II: 85- 90): “Cadáveres en las casas y en las calles, mujeres y hombres moribundos o esqueletos ambulantes, fue la población que hallaron en la plaza. Esta parecía un vasto cementerio de un aire corrompido y pestilente… Tal fue la suerte de los desgraciados defensores y habitantes de Cartagena. Su constancia y sufrimiento llegaron a un grado heroico. Pereciendo diariamente por centenares sin víveres y con muy pocas esperanzas de conseguirlos, comiendo hasta los animales más inmundos, jamás hubo quien propusiera rendirse ni hacer la paz con los tiranos, origen de todos sus males”. Los pescadores de Bocachica, ancianos y niños sin ninguna participación política, alentados por las promesas de compasión por parte del comandante español Morales se entregaron, pero fueron degollados cruelmente en las orillas del mar, en número de 400. Otros prisioneros fueron objeto de escarmiento y muertes en cepos. De 600 personas que lograron huir a las islas de Jamaica y Santo Domingo, cerca de 200 perecieron por la miseria y enfermedades que padecieron durante el prolongado viaje. Los pocos sobrevivientes que quedaron en la plaza pagaron un tributo de más de 100.000 pesos. Todas las armas y municiones que por diferencias y enemistades con el libertador Simón Bolívar no fueron entregadas a éste unos meses antes por el comandante general de las tropas de la plaza de Cartagena, coronel Manuel Castillo, cayeron en poder de Morillo. Las tropas europeas sufrieron también por los embates de las lluvias tropicales y de las enfermedades como la disentería y las fiebres. Los hospitales acomodados para la atención de los soldados realistas en Turbaco, Arjona y Sabanalarga, reunían cerca de 3.600 enfermos y a diario se morían soldados. Para ellos el aprovisionamiento de víveres desde Cuba y Jamaica aliviaba su situación; sin embargo, perdieron

25 durante el bloqueo cerca de 3.500 hombres –entre ellos pardos venezolanos- por la disentería y otras enfermedades. En fin, Cartagena llegó a perder más de la tercera parte de la población en muy poco tiempo, pues perecieron cerca de 6.000 personas por efecto del hambre y las enfermedades durante los 108 días de asedio; centenares fueron degollados en represalia por no entregar la ciudad y otros centenares perecieron durante la huída en embarcaciones extranjeras (Restrepo, 1969, II: 81).

3.6. La batalla decisiva: el Pantano de Vargas

El 25 de julio atraviesan el río Sogamoso, enfrentándose con los realistas en el Pantano de Vargas. El bando realista estaba dirigido por el Coronel José María Barreiro, integrado por cerca de 2.400 hombres de infantería y más de 400 jinetes, la mayoría granadinos bien adiestrados, disciplinados y apertrechados, que conformaban la Tercera División del ejército expedicionario.

3.6.1. La suerte de los caídos en combate

Los partes de guerra fueron contradictorios, pues, por un lado, José María Barreiro (Friede, 1969: 96-97) informa a su comandante Juan Sámano desde el campo de los pantanos de Vargas el 26 de julio de 1819, sobre “los gloriosos sucesos sostenidos por nuestra tropa en el día de ayer, los que hubieran sido mucho más felices si las tropas no hubieran sido tan valientes, siendo absolutamente imposible contenerse su ardor y atrevimiento en querer adelantarse más que sus compañeros…”, pero, por otro, la historiografía colombiana ha señalado el triunfo patriota y la importancia del mismo pues resolvió la suerte de la posterior batalla de Boyacá y la posterior gesta independentista, al desconcertar a las tropas realistas (Restrepo, 1969). Otros han planteado que “el combate del Pantano de Vargas no fue desde el punto de vista táctico una acción decisiva. Ninguno de los dos contendores quebrantó en forma absoluta la resistencia del contrario, no obstante que ambos proclaman en sus partes fechados sobre el mismo campo, el triunfo de sus armas” (Cortés, 1969: 67-68). Las bajas fueron grandes para su época y el tamaño de los ejércitos, aunque el parte militar fue igualmente contradictorio. Según Elías Prieto Villate (1917: 90-93) quien redactó un documento en base a la memoria de testigos presenciales de los sucesos, en el campo de combate en solo media hora después del enfrentamiento de la caballería y en un trayecto de media cuadra quedaron 167 cadáveres, de ellos 5 patriotas y tres jefes de la caballería realista. En total se habrían sepultado más de 1.200 cadáveres, fuera de otros que perecieron en el

26 monte por haber huido heridos. Hubo necesidad de convocar a más de 100 peones de Tibasosa liderados por Javier Villate para excavar durante tres días las fosas comunes, enterrar los cadáveres del campo de batalla y quemar los que yacían en el monte. Los patriotas que murieron sobre el cerro fueron enterrados en su mayor parte en sepulturas sobre las que se colocaron piedras. Las fosas fueron vallados construidos a orillas del pantano, al pie de la lomita donde transcurrió el combate de la caballería (hoy Barital). Algunos heridos murieron en las casas de Vargas, entre ellos integrantes de la Legión Británica. En esta batalla no hubo prisioneros. Al reorganizar sus tropas después del desenlace acudieron 1.883 hombres, lo que según Prieto (Op. Cit. 93) habría significado que se habían perdido 573, entre muertos, heridos gravemente y derrotados (por lo menos 150 llaneros habrían desertado llevando la noticia de la supuesta derrota de Bolívar). Esto significaría que se perdieron más de 400 patriotas y según cálculos militares, cerca de 1.000 realistas muertos y gran cantidad de heridos (Cortés, 1969: 67).

3.7. La suerte de la Campaña de Boyacá: el combate del Puente de Boyacá

Después del enfrentamiento en Pantano de Vargas las tropas se reorganizan y vuelven a combatir en el Puente de Boyacá el 7 de agosto. Los realistas al mando de Barreiro se integran de 2.500 hombres en total, de ellos 400 de caballería. Bolívar comanda un ejército de cerca de 2.000 soldados y caballería, y algunos reclutas poco disciplinados. En el lance perecen cerca de 100 realistas y caen más de 1.600 prisioneros (entre ellos Barreiro, su segundo el Coronel Jiménez y casi todos los comandantes y mayores de los cuerpos), además que en manos patriotas cae un importante arsenal (municiones, armamento, artillería) con el que se armaría el ejército libertador que resolvería la suerte de la independencia neogranadina (Restrepo, 1969: 87). Se afirma que en las filas realistas había más de 200 mujeres que alimentaban en ese momento la tropa, pereciendo 9 de ellas (Prieto, 1917: 113). Los prisioneros americanos fueron distribuidos e incorporados a los batallones de infantería y caballería del ejército libertador. Del lado republicano caían 13 muertos y 53 heridos. Gracias a las victorias obtenidas durante la Campaña de Boyacá el ejército patriota pudo fortalecerse con tropas y recursos económicos, obtenidos esencialmente de la Provincia de Cundinamarca, mismos que sirvieron de puntal para la independencia de la Nueva Granada, Ecuador, Venezuela, Perú y Bolivia. Posteriormente, la Nueva Granada asumió la mitad del empréstito obtenido de países extranjeros para la

27 campaña libertadora, del total de las deudas contraídas por la Gran Colombia (Colombia, Ecuador y Venezuela).

4. Los costos humanos y económicos de la guerra: cadáveres insepultos, deudas y campos asolados

A pesar de que los habitantes de la Nueva Granada estaban cobijados por una misma religión, un mismo Dios y un mismo rey -Fernando VII de España-, no obstante dadas las desigualdades históricas y sociales surgidas durante los 300 años de vida desde la llegada de los conquistadores, la Guerra de Independencia afectó de manera diferente a criollos y españoles, a patriotas y realistas, a España y a América, en fin, a todos los grupos sociales y étnicos. Tuvo un gran impacto no solamente en la población granadina, sino también en sus finanzas, en los campos agrícolas que fueron abandonados por el reclutamiento de tropas, y en las familias de patriotas y realistas criollos que perdieron seres queridos y sus propiedades. En el ámbito regional, mientras que los oficiales (básicamente pardos como Bolívar) y militares (esencialmente llaneros) venezolanos condujeron la guerra de liberación desde Guayana hasta el Alto Perú, la Nueva Granada con mayor carácter civil y económico proporcionó la mayor parte de los recursos que requirieron las empresas militares lideradas por Bolívar. En cuanto a la integración de las tropas, al iniciarse la campaña casi el 55% de los que atravesaron el páramo de Pisba eran militares (llaneros, criollos, británicos) y el resto estaba constituido por población civil (vecinos e indígenas), sin incluir a las mujeres, que eran las esposas, amantes, acompañantes, cocineras, lavanderas y enfermeras de la tropa. Después del reclutamiento emprendido en Duitama el 28 de julio de 1819, se invirtió la proporción, siendo la población granadina la mayoría de la tropa de infantería y caballería del ejército libertador (Friede, 1969: LIV-LV). Los importantes recursos humanos y económicos de la Nueva Granada estuvieron en disputa por ambos bandos contendores. Por un lado el virrey Sámano los aprovechó para sojuzgar a las regiones vecinas, y Morillo aspiraba con ellos aplastar a los patriotas en los llanos de Venezuela, pues allí “todo estaba yermo y asolado”, según anotaba. Por otro lado, estuvieron en la mira de las fuerzas patriotas pues de esta región se podrían abastecer para asegurar la liberación de una buena parte del territorio bajo dominio español en el cono sur. Una vez asegurada la independencia de las ocho provincias de la Nueva Granada con los resultados de la Campaña de Boyacá de 1819, su gente y recursos se alistaron para la independencia de Venezuela. El ejército republicano se dividió en tres frentes de operaciones conducentes a fortalecer militarmente la región. El primero se ubicó en

28 Venezuela y tenía como objetivo la lucha contra las tropas de Pablo Morillo y la liberación de Caracas; el segundo se encaminó a la recuperación de Cartagena y los puertos de entrada al continente; el tercero tenía un carácter defensivo y estaba dirigido hacia el sur del país. El vicepresidente Francisco de Paula Santander, como buen administrador, fue el encargado de la organización de las finanzas y del ejército con el fin de abastecer los tres frentes de campaña, pues “todos estaban alimentados esencialmente desde Santafé, aun cuando Guayana proporcionaba la ayuda que bien podía a Venezuela y distribuía a los diferentes frentes los contingentes ingleses o el armamento adquirido en el exterior” (Ibáñez, 1971: 17). Entre 1819 y 1820 se remitieron a la campaña de Venezuela más de 35.000 hombres andinos que padecieron el rigor del clima tropical, las enfermedades y las hambrunas, de los cuales menos de 10.000 sobrevivieron a base de abnegación y sacrificio, cubriéndose inmortalmente de gloria en el campo de Carabobo en 1821 (Ibáñez, 1971: 37). Además de gente, el entonces Departamento de Cundinamarca suministró alimentos, caballos, armas y municiones, ropa y dinero metálico que ascendió a más de $1.000.000 de pesos, una colosal suma para la época, para el pago de las tropas tanto nacionales como extranjeras. Los criollos, españoles americanos, indígenas y esclavizados sostenían la guerra con los impuestos que tributaban, y en los campos de batalla ambos bandos sufrían por igual, en carne y hueso, los dolores de las heridas de guerra, las inclemencias del tiempo, las hambrunas y los padecimientos de una lenta agonía, entregando su vida por un ideal, ya fuera por el “derecho sagrado” que se abrogó el rey de España de dominar sobre estas tierras, o por una causa independentista que a corto plazo poco cambiaría la situación de pobreza. Pero, mientras que los empleados reales de las capitales recibían su paga a tiempo y vivían en comodidades y en descanso, los soldados arrostraban los peligros, fatigas y trabajos de los climas tropicales, sobrellevando su amarga y penosa existencia sin que nada pudiera cambiar su suerte, muriendo en hospitales sin recursos. El mismo Pablo Morillo se quejaba ante el rey el 25 de enero de 1819, por la precaria situación que vivían sus tropas:

“El ejército, Señor, se halla sin pagar ya hace un año, subsistiendo solo con la carne que con mucho trabajo se coge en los Llanos. Inútilmente he pedido al capitán general y al intendente, desde mi llegada, que se distribuyan por igual los productos de los fondos reales… He visto con frecuencia, después de las más sangrientas acciones, los heridos, despedazados y moribundos tendidos en el

29 suelo sobre un hediondo cuero, sin medicinas ni alimentos, expirar faltos de todo auxilio, sin otro consuelo que la religión y la gloria de morir defendiendo los sagrados derechos de Vuestra Majestad. Así es que en algunos cuerpos se ha notado deserción al enemigo, habiéndose marchado varios individuos…” (Friede, 1969: 9). El 26 de noviembre de 1820 se firmó el tratado de paz entre el presidente de Colombia general Simón Bolívar y el general español Pablo Morillo, poniendo fin a este capítulo de la guerra. Como resultado, se perdió una gran parte de la población tanto criolla (casi la tercera parte) como europea (el 80% de las tropas españolas perecieron por las guerras, hambres y enfermedades); los campos quedaron desolados y los sobrevivientes se vieron compelidos a enterrar y llorar sus muertos; el peso de la deuda contraída con los británicos recayó sobre los hombros de los empobrecidos criollos. En fin, la pluma de un testigo presencial de la época escribiría que en el país “los cadáveres insepultos, los huesos esparcidos por los campos y la carnicería que difundió sus bárbaros estragos por doquiera, aún hacen estremecer a todo hombre sensible. En lo venidero no tendrá ya nuestra pluma que describir escenas tan horrorosas, y podrá presentar espectáculos y cuadros más consoladores para la humanidad y para la civilización” (Restrepo, 1969, IV: 197). Precisamente esos huesos enterrados en fosas comunes abiertas después de los combates como la del Pantano de Vargas de 1819 (donde puede haber cerca de 1.000 cadáveres inhumados), y preservados para la posteridad nos pueden suministrar información material sobre la gente de su época, las diferencias sexuales, la edad, la estatura, sus rasgos físicos para dar cuenta de su procedencia geográfica, el perfil demográfico (esperanza de vida y probabilidad de muerte por cohortes de edad), y las lesiones sufridas antes y durante las campañas militares.

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35 JORGE MÁRQUEZ VALDERRAMA La extensión de la medicalización al mundo rural antioqueño a comienzos del siglo XX Abril-mayo de 2008 Resumen La reforma sanitaria que se inicia en Colombia en 1913 constituye un conjunto de acontecimientos cuyo estudio permite comprender gran parte de la evolución histórica de los sistemas de salud en nuestro país. El problema de los nuevos objetos, prácticas y saberes que rodearon su historia no ha sido abordado suficientemente por la historiografía nacional y en especial para la región de Antioquia. El interés central de esta ponencia es presentar desde otra óptica el proceso mediante el cual emerge el conjunto de prácticas tendiente a mejorar las condiciones de vida de la población durante la primera parte del siglo XX. En investigaciones anteriores hemos estudiado la historia de esta problemática en la capital antioqueña 1, pero hace falta conocer bien la emergencia de los dispositivos sanitarios y de medicalización en zonas rurales del departamento y evaluar los alcances del proceso. Este pequeño avance hace parte de una investigación 2 más ambiciosa que busca analizar históricamente el proceso de medicalización, según estos ámbitos: Hospitales (de comunidades religiosas, de iniciativas privadas y de médicos, del Estado); Comisiones Sanitarias y oficinas de higiene municipales; epidemias y enfermedades dominantes; estadística vital; campañas médicas; organizaciones sanitarias de beneficencia y de empresas privadas; medicina legal; comercio e industria del medicamento. Un resultado parcial de este proyecto sería la localización e inventario de los médicos oficiales de los municipios diferentes de la capital antioqueña. La ponencia inicia la descripción de las funciones de los médicos oficiales o, en su defecto, las de las comisiones sanitarias llamadas transitorias formadas por todas partes en el departamento durante las primeras décadas del siglo XX.

1. Márquez Jorge y García Víctor, “La Comisión Sanitaria Municipal de Medellín: surgimiento de un modelo de control higienista”, en: Márquez J. García V., Poder y saber en la historia de la salud en Colombia , Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2006, pp. 17-45. 2. Este es uno de los primeros avances de la investigación "Emergencia de la medicina rural en Antioquia en el siglo XX", financiada por la Dirección de Investigaciones de la sede Medellín de la Universidad Nacional de Colombia (DIME).

1 Una nueva reforma sanitaria La organización política posterior a la Guerra de los Mil días, altamente centralista, tenía como objetivo fortalecer el proyecto de Estado-nación promulgado por los ideales políticos de La Regeneración y de la Constitución de 1886. En este periodo (1904-1930), de manera mancomunada, varios dirigentes liberales y conservadores trabajaron por la modernización política y el progreso material del país.

Sólo a partir del gobierno del General Rafael Reyes (1904-1910), se crean las condiciones iniciales para el desarrollo del país en el sentido capitalista. El café se consolida como el principal producto nacional de exportación y como elemento central del desarrollo económico de Colombia. Durante los gobiernos posteriores, en particular los de la década de los años veinte, se construyen vías de comunicación (carreteras, caminos, ferrocarriles) que integran de manera parcial las diferentes regiones del país, en la perspectiva de un mercado interno que empieza a crearse. En las ciudades se desarrollan las obras públicas para dar respuesta al proceso de crecimiento de las mismas, concomitante a la instalación de una base industrial modesta, pero moderna. 3

El país había quedado en una completa miseria tras la Guerra de los Mil días (1899-1902). Los primeros años del siglo XX estuvieron marcados por la escasez de alimentos, el deterioro de las condiciones de existencia de una población aún más empobrecida que a finales del siglo XIX y el apogeo de numerosas enfermedades. La situación patocenótica 4 de la población, a comienzos del siglo XX, ha sido descrita por los historiadores como una situación de vulnerabilidad extrema frente a las enfermedades infecciosas y a las enfermedades de carencia. Cálculos aproximados señalan que en esa época, en Colombia, la esperanza de vida era de unos 30 años y la mortalidad infantil podía llegar en muchas ciudades al 25 %. 5

3. Quevedo Emilio et al., “La salud en Colombia: análisis sociohistórico”, 1989, http://www.saludcolombia.com/actual/salud54/informe.htm. 4. Acerca del concepto de “patocenosis”, acuñado por el historiador de la medicina Mirko Grmek, en 1969: “Se trata de un conjunto estructurado en el cual la repartición de las frecuencias de diversas enfermedades presenta ciertas características matemáticas. De esta manera, en toda patocenosis histórica, existe un pequeño número de enfermedades muy frecuentes, de morbilidad extremadamente elevada, y existe también un gran número de enfermedades relativamente raras. Consideramos como dominantes las enfermedades a la vez muy frecuentes y que comportan consecuencias graves para la situación demográfica y la calidad de vida de una población general o de una subpoblación determinada”. Grmek M. y Sournia J.-Ch. “Les maladies dominantes”, en: Mirko Grmek (dir.), Histoire de la pensée médicale en Occident , vol. 3, “Du romantisme à la science moderne”, Paris, Seuil, 1999, p. 271-272. 5. Véase, entre otros, Hendersen, James D., La modernización en Colombia, los años de Laureano gómez, 1889-1965 , Medellín, Universidad de Antioquia, 2006, p. 68-70.

2 En 1913, después de largas discusiones en el Congreso de la República, fue reformada la Junta Central de Higiene creada por la ley 30 de 1886. Se deroga esta ley y se enuncia otra, la ley 33 de 1913 que crea el Consejo Superior de Sanidad, adscrito al Ministerio de Gobierno. Éste será el órgano central de la “Higiene pública” y de él dependerán las Juntas Departamentales de Higiene, y las comisiones sanitarias municipales. En 1914, una nueva ley, la 84 de ese año, reforma de nuevo el sistema de higiene. El Consejo Superior de Sanidad retoma su nombre anterior de Junta Central de Higiene, pero conserva sus funciones, su carácter centralizado y su estructura. A partir de la publicación de estas legislaciones y al tenor de estas reformas, la Junta Departamental de Higiene de Antioquia comenzó a funcionar desde comienzos de 1914 6. Ciertamente, no se trata del comienzo de la operatividad en Antioquia de ese ramo de gobierno que, desde el siglo anterior, los funcionarios llamaban “higiene y salubridad públicas”. Ya había habido un movimiento higienista y sanitarista en el siglo XIX, motivado sobre todo por la alarma respecto a la propagación de la lepra en todo el departamento. Por otro lado, el problema político de la higiene de la ciudad había marcado en parte las tres décadas anteriores de la historia de Medellín. Sin embargo, es claro que, en 1914, cierto modelo de medicina social promovido por la burguesía de Medellín comenzó a expandirse al resto del departamento y con mucho más empeño y preocupación hacia las zonas consideradas como más productivas y rentables o por lo menos más promisorias desde el punto de vista económico. Esas zonas más rentables resultan ser al mismo tiempo las catalogadas por los médicos y por los políticos como “malsanas” 7. De manera general, para el contexto de Colombia, algunos historiadores de la medicina 8 han resaltado como característica médica de ese modelo su carácter “higienista”, o sea sus bases en una “conceptualización de salud-enfermedad” en

6. Gaceta Departamental de Antioquia , Medellín 16 de marzo de 1914 (n° 653), pp. 4151-4 153. Acuerdo N°1 del 17 de enero de 1914, Sobre reglamento de las Juntas departamentales de higiene. Publicado en el Diario Oficial del 27 de febrero de 1914, (n° 151309). 7. Vásquez Valencia María Fernanda, Clima, espacio y enfermedad en la medicina colombiana a finales del siglo XIX y principios del siglo XX , Tesis de Maestría en Historia, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2008. 8. Quevedo et al., art. cit.

3 la cual la enfermedad es “consecuencia de la exposición a unas condiciones ambientales inadecuadas” y a agentes externos llamados “microbios”, o sea a conjuntos de causas que pueden ser corregidas mediante medidas higiénicas. Estos autores también caracterizan a esta medicina como basada en una “concepción unicausal”. Sin embargo, en investigaciones más recientes y en lecturas detalladas de los textos de medicina de la época es evidente la conciencia que esos médicos tenían sobre la multiplicidad de factores desencadenantes de enfermedades endémicas y epidémicas, que eran las que más les interesaban, desde el punto de vista de lo que ellos concebían como medicina social. Hemos encontrado que en su concepción, en su enunciación y en su práctica ese modelo de medicina social tuvo otras características –no propiamente biomédicas– cuyo análisis permite comprender mejor la medicina y la sociedad de la época. Pero antes de exponer la pluralidad de campos sociales y políticos que abarcó el dispositivo sanitario concebido por la medicina colombiana de hace casi un siglo, hay que resaltar algunos aspectos biomédicos que contradicen la idea de monocausalidad de esa medicina. Primero, hay que tener en cuenta el gran interés de los médicos de ese periodo por la estadística médica, que daba sus primeros pasos al ser instaurada como parte de la información que obligatoriamente debían rendir los médicos oficiales del periodo.9 En efecto, ellos debían organizar tablas de morbilidad en las cuales la Junta Departamental de Higiene en tanto grupo de expertos pudiera indagar sobre uno de los problemas que más intrigaba a los científicos de la época: detectar cuáles eran las enfermedades “reinantes” o “dominantes” según las regiones y sus características geográficas. Puede ser exagerado llamar “estadística médica” a estos rudimentos de conteo de enfermos y de enfermedades, sin embargo esos cuadros muestran el gran interés de los médicos colombianos por la “nosología médica”. Lo que anuncia que el interés por la nosología y la epidemiología no fue solamente un problema de causalidad (etiología), de geografía y constituciones médicas de los lugares y de enfermedades dominantes, sino también un problema filosófico, pues las concepciones ontológica y nominalista de la clasificación patológica aún se

9. Ordenanza n° 7 de 1921 de la Asamblea Departamen tal de Antioquia sobre creación de puestos de médicos oficiales.

4 enfrentaban10 . Recapitulando, los temas científicos ligados la medicina social colombiana que comienza a practicarse alrededor de 1913 tocan a la etiología, la nosología, la epidemiología, la geografía médica, pero también a la clínica y a la terapéutica. Los médicos sabían que se enfrentaban a un gran espectro de enfermedades infecciosas, para lo cual requerían medios diagnósticos modernos ligados a colorantes, sueros, reacciones inmunes y uso calificado del microscopio. Estas herramientas apenas sí existían desde hacía poco en algunas ciudades. De ahí que fueran conscientes del gran valor de la lectura clínica y semiológica de las afecciones, la cual era eficiente sólo para algunas. Lo que a su vez hacía que se confiaran en algunos casos en la eficacia terapéutica: si una afección y una sintomatología reacciona positivamente frente a determinado tratamiento, esto los confirmaba en sus hipótesis diagnósticas y en sus apreciaciones epidemiológicas, a falta de pruebas de laboratorio.

La medicina social

El modelo sanitarista colombiano se caracterizó también por su asistencialismo y filantropía de inspiración católica. Sus acciones estaban destinadas directamente a los pobres. Y una de sus tareas más importantes era el conocimiento, la clasificación, localización y control de los sectores más “desfavorecidos” de la población: trabajadores del campo y la ciudad, campesinos, indigentes, huérfanos, lisiados, viudas 11 . Otras características del nuevo modelo sanitario se hacen evidentes en el reglamento establecido para las Juntas departamentales de Higiene, donde se detallan las funciones del aparato sanitario naciente y se ve su énfasis en el proceso de normalización de los oficios de médico y de farmaceuta, su interés por

10 Dagognet François, “La nosología: de Tenon a Pinel y a Laënnec”, en Dagognet F., El catálogo de la vida : estudio metodológico sobre la taxonomía, trad. Luis Alfonso Paláu Castaño, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1992. 11. Esta filantropía no se confunde con la caridad medieval, pues aquí se trata de la “Beneficencia” estrechamente vigilada por el dispositivo sanitario estatal y al servicio de él. La generosidad es esgrimida como elemento moral y como virtud del ciudadano y del “Estado benefactor”, pero se trata en la práctica de una política dirigida a una parte de la población y a sus cuerpos, una biopolítica y una anatomopolítica, en términos del historiador Michel Foucault (véase Foucault M., “Hacer vivir y dejar morir: la guerra como racismo”, Fin de Siglo , Cali, Universidad del Valle, n° 1, dic. 1991, pp. 19-32; y el estudio de Beatriz Castro Carvajal, Caridad y beneficencia: el tratamiento de la pobreza en Colombia, 1870-1930 , Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007).

5 la higiene y saneamiento de hábitats humanos, su apoyo al desarrollo de las empresas capitalistas mediante una higiene y una medicina del trabajo y su proyecto de estudiar el movimiento biológico de la población. Cada Junta debía organizar tres comisiones: una para todo lo relacionado con el ejercicio la medicina y de la farmacia, higiene del consumo e higiene y saneamiento de hábitats humanos: “alimentos, condimentos, bebidas, drogas, venenos”; “específicos y medicamentos cuya composición sea secreta”; “aguas potables, acueductos, cañerías y albañales”; “saneamiento de ciudad y habitaciones particulares”; “salubridad de las escuelas, colegios, talleres, hospitales, asilos y demás edificios públicos y trabajos de saneamiento en general”. La segunda, encargada de velar por el estudio y mejora de las condiciones sanitarias en los procesos productivos (agrícolas e industriales), una especie de medicina e higiene del trabajo: “condiciones sanitarias de las poblaciones agrícolas”; “industrias peligrosas e insalubres o incómodas e higiene de las profesiones”; condiciones de vida del obrero y medios para mejorarla”; “distribución, aplicación y propagación de la vacuna jenneriana”; “organización de la asistencia pública para los indigentes”. Y la tercera facultada para estudiar y controlar los movimientos biológicos de la población: “movimiento de población”; “la mortalidad y sus causas”; “asuntos de higiene pública relativa a los recién nacidos, a los expósitos y al servicio de las nodrizas”; medidas necesarias para prevenir y combatir las enfermedades endémicas y epidémicas, las epizootias, las enfermedades contagiosas; “corografía médica, estadística y estado civil”. (GDA, vol. 114, p. 4151)

La geografía médica

Al conjunto de características de esta medicina social, que está surgiendo a comienzos del siglo XX en Colombia (higienismo basado en el pasterianismo y en el mansonismo; asistencialismo y filantropía; normalización de los oficios de médico y de farmaceuta; higiene y saneamiento de hábitats humanos; higiene y medicina del trabajo) hay que añadir una característica quizás muy local o, al

6 menos, de un interés centrado en las singularidades colombianas: se trata del interés por la “geografía médica”, llamada también “topografía médica” y “corografía médica” de cada localidad. En el reglamento esto se ve expresado en la obligación de las Juntas de “recoger y publicar las observaciones más notables que se presenten en la clínica, para ir formando el acervo científico de nuestra patología indígena”. No se trata tanto de la afirmación de un nacionalismo médico –como a veces han leído este propósito algunos historiadores–, sino más bien de una tendencia conceptual de la medicina colombiana de la época. En efecto, desde mediados del siglo XIX, una gran parte de los médicos manifestaba la convicción de que la geografía colombiana, por sus singularidades, debía producir necesariamente conjuntos etio-patológicos propios. Es decir, que el clima, el suelo, la topografía, la vegetación, la fauna y la singular mezcla de razas humanas tenían que haber producido entidades patológicas propias. Que esta convicción había penetrado los círculos médicos más influyentes del país es visible en la legislación que reclama, como en el siglo XIX, el reporte de las características patogénicas propias de todas las regiones donde hubiera presencia de médicos oficiales.

El poder y el estatuto del oficio de médico

La última característica de esta enumeración es política. Se trata de la menos enunciada explícitamente en los discursos de la época, pero al mismo tiempo la más penetrante y omnipresente. Ella es visible en la singular relación entre el poder político y el poder médico. Dos poderes que se entrecruzan, se enfrentan, se ayudan, se estimulan mutuamente. Esta característica atraviesa el conjunto de acontecimientos que hemos decidido agrupar bajo la categoría histórica “emergencia de la medicina rural en Antioquia”, del periodo 1904-1930. Hay que señalar dos aspectos de las relaciones entre poder médico y poder político en plena emergencia del aparato sanitario de Estado en Colombia. En primer lugar, la consolidación de la “Higiene pública” como un ramo del gobierno mediante el cual se intentaba ejercer sobre los individuos dos modalidades de control, el moral y el biológico, con el propósito de sanear poblaciones y regiones

7 consideradas por definición malsanas. El segundo aspecto tiene que ver con la consolidación y normalización del oficio de médico. Desde el siglo XIX, las Academias de medicina y las universidades habían iniciado una campaña contra los empíricos y contra todas las artes de curar practicadas por fuera de la medicina oficial. Para que esta campaña tuviera bases fuertes y un sentido claro, había que precisar quién tenía derecho a ejercer la medicina y al mismo tiempo qué era eso de medicina. Se trata de un proceso de distinción de la profesión médica, pero al mismo tiempo de aceptación, por parte de los médicos graduados, de controles al ejercicio de la medicina. Como si para que pudiera operar, el poder médico necesitara dejarse habitar, secundar e intervenir por otro supra-poder. La Academia Nacional de Medicina y la Junta Central de Higiene ejercerían también como especies de tribunales de arbitramiento en todo lo referente al ejercicio legal de la medicina. Es en el contexto sociopolítico de este proceso de normalización del oficio de médico y de lucha contra el empirismo donde se inscribe el surgimiento de la figura burocrática de los médicos oficiales de las localidades y las regiones.

Los médicos oficiales

Estas características de la reforma sanitaria que arranca en 1913 servirán por ahora para hacer una lectura preliminar de un conjunto representativo de documentos relativos al ejercicio de la medicina social por parte de los primeros médicos oficiales que hubo en Antioquia en las primeras décadas del siglo XX, en zonas rurales. Esta ponencia sólo planteará el rumbo de una investigación y no sus resultados, por eso se trata de notas preliminares y de hipótesis que pueden resultar a veces atrevidas. Entre los médicos oficiales nombrados en Antioquia a comienzos de siglo, hubo algunos que vivieron la experiencia de llegar a lugares recién colonizados por la cultura y las empresas católicas de las faldas de los Andes, donde ya habitaban sobre todo indios y negros seguramente descendientes de grupos sociales que, de alguna manera, habían escapado a las redes del orden impuesto por el régimen colonial de la segunda mitad del siglo XVIII. Los habitantes de esos lugares no

8 tenían la costumbre de ver médicos graduados y mucho menos con cargo de médicos oficiales. Así que a los médicos oficiales que se comienza a nombrar en 1921 les tocó abrir trocha en territorios que comenzaban a ser conquistados por el capitalismo y por los “gamonales”. La creación de estos cargos se inscribe en un contexto histórico particular. Los años 1920 están marcados en Antioquia por el surgimiento de una nueva propuesta de medicina oficial, diferente a la planteada por la política de las leyes de 1913 y 1914, las cuales responsabilizaban a cada localidad de su propia organización sanitaria mediante la creación de la comisión sanitaria y del cargo de médico oficial, a expensas del erario público municipal. En cambio, la creación de ciertos cargos de médicos oficiales para zonas de tierra caliente y en las cuales se estaba llevando a cabo importantes empresas de explotación que reunían gran cantidad de obreros y colonos (médico oficial para la provincia de Urabá, médico oficial para el distrito de Zaragoza) se orientó de manera diferente. Se asumió que en estas zonas de gran importancia económica había demasiados pobres necesitados de asistencia y que los municipios a cuyo cargo debían estar no contaban con los fondos necesarios para proveer un médico y un servicio sanitario. Quizás actuó también la insistencia de los legisladores y administradores locales sobre la dominancia de muchísimas enfermedades en la población, pero también la convicción del gobierno departamental de que se trataba de flagelos que se propagaban con el movimiento de la población, enfermedades altamente contagiosas y presentes en la gente en porcentajes de 70 al 100 % (pian, paludismo, filariosis, uncinariasis, disentería bacilar, disentería amibiana, fiebre tifoidea, “fiebres raras”, leismaniosis, gripa, viruela y otras). Los empleos de médico oficial nombrados por el Departamento eran bien pagos, a diferencia de los médicos oficiales municipales. El médico sería contratado como empleado del Departamento con un sueldo de 300 pesos mensuales y con viáticos de dos pesos diarios cuando estuviera en correría 12 . Ese salario contrasta con la

12. Esta remuneración no era nada despreciable, pues el cambio del peso al dólar era casi de uno por uno en los años 1920. Además, contrasta con los sueldos de los alcaldes y otros funcionarios oficiales. Los alcaldes municipales tenían en esa época asignaciones que oscilaban entre 34 y 40 pesos oro. Varios secretarios de Gobierno del Departamento de Antioquia habían calificado estas asignaciones como “del todo deficientes”. Los síndicos de los hospitales y de las casa de beneficencia de los municipios, incluso de Medellín,

9 asignación que en el mismo año tenían los pocos médicos oficiales municipales que había en el departamento.

administraban ad honorem , o por remuneraciones simbólicas. Toda la nómina del Manicomio Departamental de Antioquia del mes de septiembre de 1924 (laboraban allí unas 18 personas) costaba 350 pesos. Otros datos de referencia: El costo de la ración diaria de cada preso de la cárcel de Fredonia era 0,45 centavos y parece que estaba entre las más altas de Antioquia (Carta del alcalde de Turbo, Leonardo Velásquez, al Secretario de Gobierno Departamental pidiendo el aumento del valor de la ración diaria de los presos de Turbo (G.M., tomo 5342, legajo 90, folios 154-155); en un proceso civil del Juzgado del Circuito de Yarumal está inserta una lista de precios: la libra de carne a 0.25 c, la libra de manteca a 0,40 c, entre otros precios (G.M., tomo 5353, legajo Yarumal, folio 153); el salario de un obrero colombiano de la Tropical Oil Company en Barrancabermeja en 1924 era de $ 1,50 diario. Pero en el primer lustro de la década de 1920, el jornal en Colombia oscilaba entre 0,75 y 0,90 c. o sea que el salario mensual del trabajador raso, sobre todo en la ciudad, rara vez llegaba a $ 30 pesos.(Véase Henderson, James D., La modernización en Colombia, los años de Laureano Gómez , Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 2006, p. 232.

10 Tabla 1. Relación de los municipios del Departamento que sostienen Médico oficial, nombres y asignaciones mensuales 13 NOMBRES DE LOS ASIGNACIÓN MUNICIPIOS MÉDICOS MENSUAL OBSERVACIONES Abejorral Eduardo Escobar M. 100 Amagá Luis Enrique Agudelo 80 Amalfi Juan Pablo Álvarez 60 Andes Victoriano Toro E. 60 Antioquia José R. Sepúlveda 20 Armenia Rafael Restrepo O. 10 Bolívar Ricardo Uribe 20 Carmen de Viboral Antonio Mauro Giraldo 7 Concordia Wenceslao Villa E. 40 Francisco de P. Ebéjico Caballero 25 Fredonia Marco A. Barrientos 31,5 Girardota Antonio Mesa 40 Ituango Francisco Pérez Parra 40 Jericó Juan C. Restrepo U. 40 La Ceja Andrés Sanín Ll. 10 Liborina Ángel M. Restrepo 0 No cobra sueldo Marinilla Felipe Ramírez Urrea 20 Medellín Jesús M. Duque 150 Pueblo Rico Octavio Restrepo Z. 50 Puerto Berrío Carlos Posada Gaviria 47,5 Remedios Ernesto Molina 100 Rionegro Lázaro Escobar 36 Salgar Julián Uribe 36 San Roque Rafael Mora 40 Gregorio Gómez Santa Bárbara Henao 40 Santo Domingo Rafael Mejía U. 50 Segovia Martín Jiménez 30 Alonso Restrepo Sonsón Moreno 100 Sopetrán Abundio Posada 50 Támesis Nemesio Álvarez 30 Titiribí Pedro Claver Aguirre 40 Francisco A. Montoya Valparaiso Kendey 80 Venecia Carlos Zuluaga 100 Yarumal Enrique Palacio R. 30 Yolombó Eleázar Mejía 40 Zaragoza Francisco Villa 50

13. Gaceta Departamental de Antioquia , año 9, números 1839-1841, Medellín, 23 de Abril de 1921, p. 2833.

11 Un médico rural en los años 1920

Examinemos el caso del doctor Salvador Jaramillo Berrío 14 , médico oficial de Cáceres, Margento y Valdivia. El cargo de médico oficial para estos tres distritos fue creado mediante la Ordenanza n° 7 del 30 de mar zo de 1921 15 y debía ser proveído antes del 1° de julio de ese mismo año, fe cha de la posesión del médico. No hemos precisado aún las condiciones de su nombramiento, pero ciertamente se había trasladado a la zona del Bajo Cauca desde finales de julio de 1921. Debía presentar informes mensuales de su labor al secretario de gobierno del departamento. Los informes del médico oficial siguen el derrotero de sus obligaciones, reglamentadas por decreto de la Gobernación: a. Recetar gratuitamente a los enfermos reconocidamente pobres a juicio del Alcalde […]; b. Visitar por lo menos una vez al mes las Fracciones y recetar a los enfermos pobres que en ellas se encuentren; c. Investigar cuidadosamente sobre la existencia de la lepra en las regiones a su cuidado encomendadas y avisar a la Secretaría de Gobierno siempre que halle individuos atacados de dicha enfermedad; d. Dictar todas las medidas profilácticas que juzgue necesarias para combatir las enfermedades contagiosas, epidémicas o endémicas que existan en la región, muy especialmente las que se refieren al paludismo, a la anemia tropical, a la frambuesa o pian y a la sífilis; e. Dictar una conferencia semanal en las escuelas públicas procurando la divulgación científica y la propaganda eficaz sobre práctica de reglas higiénicas generales y las especiales que convengan a la localidad; f. Propender hasta donde sea posible por la fundación de un Hospital en el sitio que considere más adecuado, recabando en los Municipios interesados y aun de los particulares su contribución patriótica al efecto; g. Practicar los reconocimientos médico-legales que ordenen las autoridades y prestarles a los heridos los cuidados más urgentes; h. Trabajar en todo lo relativo al saneamiento de los lugares habitados, procurando en sus comunicaciones con el Gobierno del Departamento allegar los datos necesarios sobre las obras que puedan ejecutarse en el desarrollo de tal empresa para solicitar de la Asamblea los recursos que considere convenientes; i. Rendir a la gobernación un informe mensual sobre sus labores; j. Atender gratuitamente a los empleados públicos nacionales, departamentales y municipales de la región. 16

14. Tenemos pocos datos sobre este médico. Sabemos que estudió medicina en la Universidad de Antioquia donde se graduó en 1921 con la tesis Análisis bacteriológico de las aguas de Medellín . (Medellín, Tipografía Industrial, 1921, 45 p). 15. Gaceta Departamental , tomo 137, Nº 1832-1833, p. 2772. 16. Decreto n° 15 reglamentario de la Ordenanza núm ero 7 de 1921, Gaceta Departamental , tomo 139, 19 de Julio de 1921, nº 1890 y 1891, p. 3239.

12 Los primeros informes que hemos podido recuperar corresponden a los meses de agosto, septiembre, noviembre y diciembre de 1921. Muestran que encontró una grave situación en cuanto a “las entidades patológicas reinantes”, según su propia expresión. Casi desde su llegada a la zona, el Dr. Salvador Jaramillo se enfrentó a las autoridades de los tres municipios cuando denunció el descuido total de la “higiene y salubridad públicas”. Refiriéndose a Valdivia, indica:

Es una de las poblaciones del Departamento donde más descuido se tiene con la higiene pública. Los honorables miembros del Concejo municipal son, si se quiere, los que peor ejemplo dan de negligencia y abandono; en toda la población no existe un solo excusado, no hay agua potable, surtiéndose la población de una fuente comparable a un albayalde; en el área de la población, están establecidas las viviendas de los cerdos y demás animales domésticos que constantemente infectan las aguas; a esto se añaden las deyecciones humanas, siendo la mayor parte de ellas, de individuos atacados de disentería amibiana. Todo esto contribuye a que todos los habitantes estén atacados de uncinariasis, disentería crónica y otras enfermedades de forma endémica. 17

El doctor Jaramillo llega a la región del Bajo Cauca en plena epidemia de gripa y encuentra a los pobladores además atacados de pian, uncinariasis, sífilis, disentería crónica y otras infecciones intestinales, paludismo crónico, fiebre recurrente, lepra, sarna (sarcoptes), tuberculosis, filariosis, blenorragia. Menciona muchas otras patologías en su “estadística”, pero la enumeración que precede corresponde a las que observó como las más frecuentes. Se trata de enfermedades infecciosas, casi todas producidas por parásitos o por bacterias. Hay que detenerse en la manera como comenta cada una de estas patologías. En cuanto al pian, para el mes de agosto reporta 264 casos en el casco urbano de Valdivia, de los cuales sólo trató 11. Estos últimos eran los pacientes que pudieron comprar las dosis de neosalvarsán o 914. Y comenta el médico: “Es de advertir que aún no han salido a la población las gentes de los campos que son los más atacados (sic) de esta enfermedad” 18 . Acerca del medicamento anota: “Si no es posible conseguir el neosalvarsán, para atacar el pian, cualquier otro medio empleado para combatirlo, resultaría ineficaz” 19 . Sobre la unicinariasis o anemia tropical, anota: “Puedo asegurar que el 100 por 100 de los habitantes están

17. Informe del Médico Oficial de Cáceres, Dr. Salvador Jaramillo Berrío, correspondiente al mes de agosto de 1921 (AHA, fondo Gobierno Municipios, tomo n° 5290, C 1921, legajo Cáceres, folio 20). 18. Ibíd ., folio 20. 19. Ibíd ., folio 20.

13 atacados de esta enfermedad […]”. 20 La comisión de la Lucha contra la Uncinariasis ya trabajaba en Antioquia desde diciembre de 1920, en la línea del ferrocarril, pero en agosto de 1921 no había hecho presencia en la región del Bajo Cauca 21 y el Dr. Jaramillo la reclamaba. También tira la alarma por la sífilis: “Es también muy alto el porcentaje […]. Para dar regular idea de los estragos de esta terrible enfermedad, informo a Ud. que en cinco abortos ocurridos en menos de ocho días que permanecí en Valdivia, uno de ellos fue causado por un paludismo agudo y los cuatro restantes por la sífilis” 22 . Finalmente, de las disenterías y otras infecciones intestinales, dice el médico oficial que son endémicas y todas ellas tienen su origen indudablemente en la calidad de las aguas. 23 La ordenanza que creó su cargo le asignó la ciudad de Cáceres como lugar obligatorio de residencia. Sin embargo, desde el comienzo, el Dr. Jaramillo argumentó que su presencia era mucho más necesaria en otros lugares:

[…] el municipio de Valdivia cuenta hoy con 7000 habitantes y es en donde constantemente necesitan al médico; en cambio, Cáceres cuenta con 1700, y en la población no viven arriba de trescientas almas; creo pues que mi presencia por ahora es más urgente en Valdivia, visitando sí, con mucha frecuencia toda la demás regiones. Aquí, durante la semana, no se ocurre recetar más de dos o tres personas por día y se pierde mucho tiempo. Aguardo órdenes a este respecto. 24 Otra situación que parece exasperar al médico oficial es la ausencia de recursos terapéuticos. Una sección de su informe de agosto de 1921 la dedica al tema “boticas”:

En ninguno de los municipios existe botica, porque los gamonales dicen que no se sostiene. Aguardo que Ud. disponga lo conveniente a este respecto, pues de lo contrario la labor del médico es absolutamente ineficaz. Interpondré toda influencia para llenar este vacío y le avisaré al respecto.

20. Ibíd ., folio 20. 21. Sobre la lucha contra la anemia tropical, anotaba el Secretario de Gobierno del Departamento de Antioquia, Jesús M. Marulanda, en su informe anual presentado en enero de 1921: “Hace ya varios años que el gobierno nacional, en el patriótico empeño de hacerle campaña franca a la anemia tropical, viene trabajando en algunas secciones de la República de acuerdo con el Instituto Rockefeller. En el Departamento de Antioquia, empezó labores el 8 de diciembre último, en las poblaciones que se encuentran en la línea del Ferrocarril de Antioquia y en las contiguas a ésta […]”. J. M. Marulanda, Informe que presenta el Secretario de Gobierno al Gobernador Dr. Julio E. Botero, Gobernador del Departamento, al reunirse la Asamblea de 1921 , Medellín, Imprenta oficial, 1921, p. 82. 22. AHA, fondo Gobierno Municipios, tomo n° 5290, C 1921, legajo Cáceres, folio 21. 23. Ibíd ., folio 21. 24. Ibíd ., folio 21.

14 Es evidente que el tratamiento más importante y más eficaz que él tiene en su haber es el neosalvarsán 25 . Su aplicación sistemática es llamada por el médico rural y por las autoridades de la capital la “campaña contra el pian y la sífilis”. Las dosis para los habitantes pobres de los tres municipios las paga el Estado, pero es evidente que en agosto el médico se hallaba aún desprovisto. Al médico le tocó, en agosto y septiembre, viajar con la gripe, o tras ella:

La mayor parte del mes de septiembre lo he dedicado a los municipios de Cáceres y Margento, por haberse presentado en ellos la gripe con caracteres bastantes alarmantes. La epidemia ha recorrido toda la ladera del río Cauca y en muchos lugares se ha presentado de forma bastante infecciosa; la forma predominante ha sido neumónica y hasta el presente han ocurrido 16 defunciones, la mayor parte del resto atacado se encuentra ya fuera de peligro. Indudablemente esta epidemia ha tomado tales caracteres debido principalmente a las pésimas condiciones higiénicas a que están sometidos la mayor parte de los habitantes. 26 Desde el comienzo de su labor, los habitantes de Cáceres y Margento se quejan de las largas correrías del médico y de los pocos días que permanece en cada lugar. Él se defiende con varios argumentos: primero, casi todos los pobladores requieren atención; segundo, la zona asignada es inmensa y debe atender a más de 12000 pobladores dispersos por todos los poblados ribereños del Bajo Cauca en una distancia lineal de casi 120 km. Las principales cabeceras municipales eran accesibles por el río, en embarcaciones movidas a remo: río abajo, de puerto Valdivia hacia Cáceres y Margento, era menos difícil la navegación, pero el viaje río arriba requería el doble de tiempo. Por otra parte, el viajero dependía de las impredecibles frecuencias de tráfico de las embarcaciones, que a veces se hacían esperar uno o dos días. Sin embargo, los viajes a los corregimientos y fracciones, obligatorios para el médico, eran penosos, porque los caminos eran trochas improvisadas, transitables según los cambios meteorológicos. En casi todos los informes hay un aparte dedicado a “viajes”. El de septiembre es revelador:

25. El año 1909, el serólogo Paul Ehrlich y su asistente, el Dr. Sahachiro Hata, produjeron el preparado denominado 3.3-diamino-4.4-dihidroxiarseno-benceno con el numero de control 606 y bajo la firma Farbwerke de Hoeschst en Franckfurt con el nombre comercial de Salvarsan®. Este medicamento, cuyo nombre significa “arsénico que salva”, fue diseñado para combatir la sífilis, la cual desde 1905 se sabía producida por el Treponema pallidum . Fue Alberto Neisser quien presentaría el Salvarsan® durante el Congreso de los Investigadores Médicos en Konigsberg en 1910. Posteriormente, en 1911, se mejoró la solubilidad con la ayuda de los doctores Benda, Bertheim y Hata para salir al mercado el Neo-Salvarsan®, conocido como compuesto “914”. http://vitae.ucv.ve/?e=346&m=8&module=articulo&n=174&rv=12 ; consulta abril de 2008. 26. AHA, fondo Gobierno Municipios, tomo n° 5290, C 1921, legajo Cáceres, folio 29.

15 Durante el curso del mes he visitado todos los corregimientos del municipio de Cáceres a excepción de Cruces de Cáceres y Cacerí, lugares aislados por completo; para dichos corregimientos no existe camino ni aun para las personas que viajan a pie, los cuales se han visto seriamente amenazados por un sin número de peligros; basta decir que algunas excursiones que varias personas han querido hacer, han sido obligados a regresarse a pesar de estar acompañados de dos guías. En resumen, es absolutamente imposible llegar a estos lugares por no existir camino ni por agua ni por tierra; ni siquiera alguna trocha para viajar a pie. 27

Enfermedad y fuerza de trabajo

Hay un objetivo fuerte y claro en la creación de los médicos oficiales para las nuevas regiones productivas de Antioquia de ese momento (Nordeste, Bajo Cauca, Ferrocarril de Antioquia vía hacia el Magdalena Medio, Puerto Berrío y Urabá), y es el de promover el mejoramiento de la fuerza de trabajo y de la raza, como garantía del progreso y de la paz nacional. Ese objetivo se inscribe en el conjunto de convicciones propias del republicanismo del periodo 1906-1926 de la vida política nacional. J. D. Henderson lo resume como

“[…] un compromiso de los partidistas políticos de la élite con la causa de la paz nacional y el progreso económico, entonces los cinco presidentes colombianos entre 1906 y 1926 pueden considerarse otros republicanos. Las dos décadas comprendidas en el intervalo constituyeron en efecto, una época de paz y de desarrollo económico en esta república andina. […] todos eran miembros de una élite política indiscutida, que compartían la convicción de que sus países debían apresurarse a unirse a los capitalistas promotores de la industrialización a cualquier costo”.28

En los informes de Jaramillo Berrío sobre la anemia tropical, el médico oficial da cuenta de esta convicción:

[…] es verdaderamente deplorable los estragos que está causando [la anemia tropical] a una raza dotada de tan buenas condiciones de resistencia […] día por día se hacen más escasos hombres fuertes para el trabajo; de allí la enorme dificultad que se está presentando a todas las benéficas empresas que ofrecen halagüeño porvenir para la región .29

En esa medida el sistema que instaura, denominado “Servicio Médico Gratuito” actúa como un Dispensario de Salubridad, en la medida en que debía brindar asistencia médica a los pobres, sin hospitalización. La diferencia entre el servicio de médicos oficiales de las zonas rurales y el dispensario de Medellín es la forma

27. Ibíd ., folio 31. 28. J. D. Henderson, 2006, p. 107. 29. AHA, fondo Gobierno Municipios, tomo n° 5290, C 1921, legajo Cáceres, folio 20.

16 de acción de los primeros: en las zonas rurales el médico debía actuar sobre todo de manera domiciliar. Sin embargo, la filosofía es la misma: asistir a los pobres, incluidos los trabajadores se traduce en una lucha contra la pobreza y contra los obstáculos a la actividad laboral. El trabajo se valora como la vía de redención por excelencia, la que aleja a los pobres de los vicios y de la miseria. De ahí que Salvador Jaramillo Berrío precise en sus informes acerca de las personas que recuperan la capacidad de trabajo gracias a sus tratamientos:

A pesar de la enorme cantidad de pianosos existentes en este Municipio [Valdivia] a principios del año, en que la mayor parte de los buenos trabajadores se encontraban en completa impotencia para el trabajo, debo manifestar que hoy existen en Valdivia más de 400 trabajadores entregados a sus faenas por la enorme mejoría obtenida con las inyecciones que el Departamento ha suministrado. 30

Terapéutica, experimentación y lucha contra el empirismo

Uno de los frentes más importantes de la lucha por la salud, en las zonas de influencia de la medicina gratuita, practicada por los médicos oficiales, era el de contrarrestar la automedicación y el recurso a los empíricos. Mientras que los médicos oficiales hacían tratamientos domiciliares y expandían la propaganda higienista mediante consejos y conferencias en las escuelas, los empíricos y los buhoneros no cejaban en su comercio de específicos. Los alcances del dominio de las medicinas “empíricas” entre la gente humilde de Antioquia en ese periodo ha sido puesta en evidencia en una tesis reciente 31 . Un caso vivido en la región que debe “sanificar” el Dr. Jaramillo Berrío es la venta indiscriminada durante 1923 del vermífugo Velásquez del Valle fabricado en Cartagena:

Los casos por intoxicación apuntados en el cuadro anterior fueron provocados por el vermífugo Velásquez del Valle, muy recetado en la población por los empíricos que al mismo tiempo negocian con toda clase de específicos, píldoras, etc. El mencionado vermífugo contiene indudablemente santonina en grandes dosis y sin dosificación cuidadosa; es fabricado en el Departamento de Bolívar, de manera muy empírica; desgraciadamente tiene hoy mucha venta en toda la

30. Informe del Médico de los Municipios de Cáceres, Valdivia y Margento, correspondiente al año de 1923, Medellín, Enero 2 de 1924, en: José M. González Gómez, Informe que presenta el Secretario de Gobierno al Señor Doctor Ricardo Jiménez Jaramillo, Gobernador del Departamento, al reunirse la Asamblea de 1924. Medellín, Imprenta Oficial, p. 211. 31. Víctor Manuel García García, Remedios secretos y drogas heroicas: historia de los medicamentos en Antioquia 1900-1940 , Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2008.

17 región, no habiendo sido posible obtener de las distintas autoridades que su venta sea prohibida bajo severas multas. 32

En Valdivia, en agosto de 1924, aún registra un muerto por intoxicación a causa del mismo vermífugo y dice además:

A pesar de que en asocio de las respectivas autoridades he impedido la venta del vermífugo Velásquez del Valle, introducido de Cartagena, existen aún en la región muchas ventas clandestinas, resultando por consiguiente muchas intoxicaciones en los niños. El mencionado vermífugo contiene indudablemente, grandes cantidades de santonina, sin dosificación cuidadosa. En algunos de mis informes anteriores he hablado del mismo asunto, dando a conocer otros casos de muertes. Creo que esa Dirección debe imponer sanción, con el fin de evitar 33 frecuentes desgracias.

Una situación semejante encuentra el médico en el uso generalizado del ácido fénico: […] Es este el anticéptico (sic) más empleado por los enfermos atacados de úlceras. Conceptúo que es probablemente uno de los elementos que más perjuicio causan a la región: una simple excoriación es tratada inmediatamente por el agua fenicada que los recetadores propinan; se torna en pocos días en una enorme úlcera fagedénica muchas de las cuales presentan focos de gangrena. He emprendido lucha tenaz contra el mencionado tratamiento, pero a pesar de esto muchos empíricos persisten en recetarla. Últimamente me he puesto de acuerdo con las autoridades respectivas para emplear medios enérgicos y acabar con tan graves y serios peligros. 34

La tercera denuncia que hace Salvador Jaramillo de la competencia que le hacen los empíricos afecta su principal misión, la de la lucha contra el pian y la sífilis:

A pesar de los esfuerzos hechos para extirpar los focos endémicos de pian existentes en algunos parajes, son muchos los casos que permanecen sin tratamiento porque en ninguno de ellos hay autoridades que apliquen la respectiva sanción, tan necesaria en estos casos, máxime si se tiene en cuenta que los enfermos tienen la absoluta prohibición de los yerbateros de hacerse aplicar la inyección de Neosalvarsán, alegando como causa que ésta no puede curarlos como las yerbas, y que además, el Médico trata de envenenarlos. En Chontaduro, por ejemplo, no me ha sido posible tratar ni un solo caso a pesar de que en distintas ocasiones he insistido. Para vencer este inconveniente sería necesario que al Sr. Alcalde de Margento se le ordenara trasladarse a dicho lugar

32. Informe del Médico de los Municipios de Cáceres, Valdivia y Margento, correspondiente al año de 1923, Medellín, Enero 2 de 1924, en: José M. González Gómez, Informe que presenta el Secretario de Gobierno al Señor Doctor Ricardo Jiménez Jaramillo, Gobernador del Departamento, al reunirse la Asamblea de 1924. Medellín, Imprenta Oficial, p. 210 33. Jaramillo Berrío Salvador, “Informe reglamentario sobre las labores médicas llevadas a cabo en los municipios de Valdivia, Cáceres y Margento”, Gaceta Departamental , t. 144, nº 2382-2383, 1924, p. 7193. 34. AHA, fondo Gobierno Municipios, tomo n° 5290, C 1921, legajo Cáceres, folio 21 informe de noviembre de 1921, folio 38.

18 con el objeto de obligarlos formalmente, y que al mismo tiempo dictara alguna medida contra la perjudicial labor de los chacareros. 35

En todas estas situaciones de automedicación, abuso de medicamentos, recetas de curanderos y lucha de empíricos contra la medicina oficial, el común denominador es un problema de policía, es decir, la ineficacia de las autoridades locales (alcaldes e inspectores) para hacer cumplir órdenes superiores y leyes de sanidad. Al menos para las regiones citadas, es como si las autoridades apenas comenzaran a incorporar deberes como los de hacer respetar las normas de “higiene y salubridad públicas”. Sin embargo, al mismo tiempo la documentación muestra la débil posición de los alcaldes, los garantes del orden en la república, frente a otros poderes.

Gamonalismo

Es éste un problema de la vida política y de la vida cotidiana atestiguado por numerosos documentos del periodo estudiado. En resumen, los gamonales, en tanto concentradores del poder político y electoral en las localidades, son quienes deciden, en última instancia, cuánto se le paga al alcalde, qué obras se aprueban en el presupuesto votado anualmente por el concejo municipal, el monto de las contribuciones por impuestos y quiénes las pagarán, las jurisdicciones territoriales y políticas, el registro catastral, los límites entre los municipios y los distritos. Es decir que se trata de poderes locales en conflicto constante y esto no deja de afectar la labor del médico, quien llega autorizado por la gobernación para ejercer controles nuevos sobre la población y debe enfrentarse inevitablemente a los poderes ya instalados. El Dr. Jaramillo Berrío no es el único médico que denuncia este tipo de situaciones en Antioquia en ese periodo, pero lo hace de manera muy explícita, en reiteradas ocasiones, entre 1921 y 1924, he aquí un ejemplo:

Gamonales . Existen muchos inconvenientes para que el médico pueda hacer una labor verdaderamente benéfica, uno de ellos son los gamonales o caciques de las cabeceras, que llenos de una supina ignorancia creen que se les debe tributar todo honor y obedecer sus órdenes. Y estos mandarines intrusos patalean desesperadamente porque no se les suministran drogas para ellos y

35. Informe del Médico de los Municipios de Cáceres, Valdivia y Margento, correspondiente al año de 1923, Medellín, Enero 2 de 1924, en: José M. González Gómez, Informe que presenta el Secretario de Gobierno al Señor Doctor Ricardo Jiménez Jaramillo, Gobernador del Departamento, al reunirse la Asamblea de 1924. Medellín, Imprenta Oficial, p. 212.

19 sus agregados, y porque el médico no les corre primero que a los verdaderos necesitados. De aquí nace una inquina espantosa contra el médico, haciéndole mala atmósfera o inventando infamias para vengarse. El respeto y las consideraciones que se debieran tener con el médico, no existen absolutamente en estas tierras. 36

Inscrita en la nueva reforma sanitaria de 1913-1914, la institución de los médicos oficiales surge como una propuesta de medicina social, que no olvida el viejo sueño decimonónico de la medicina colombiana de realizar la gran geografía médica nacional. Aunque este proyecto tampoco se realice en esta nueva política, ella sí abre las vías a un cuestionamiento del poder y del estatuto del oficio de médico en Colombia. Al comenzar a mostrar los avatares de la medicina rural de los años 1920 en Antioquia, nos pudimos asomar a un universo rico en temas para los historiadores contemporáneos: las relaciones entre enfermedad y fuerza de trabajo; los enfrentamientos entre la medicina y la terapéutica occidentales con otras artes de curar; el trabajo experimental de los médicos rurales en el propio terreno de la enfermedad colectiva; el problema de las enfermedades dominantes, su cuantificación, su clasificación y la lucha por su erradicación; la lucha de los médicos oficiales, en tanto nuevo poder, contra el empirismo y contra el gamonalismo.

Bibliografía

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36. Ibíd ., p. 217.

20 Grmek M. y Sournia J.-Ch. “Les maladies dominantes”, en: Mirko Grmek (dir.), Histoire de la pensée médicale en Occident , vol. 3, “Du romantisme à la science moderne”, Paris, Seuil, 1999, pp. 271-293. Henderson James D., La modernización en Colombia, los años de Laureano Gómez , Medellín, Ed. Universidad de Antioquia, 2006. Márquez Jorge y García Víctor, “La Comisión Sanitaria Municipal de Medellín: surgimiento de un modelo de control higienista”, en: Márquez J. García V., Poder y saber en la historia de la salud en Colombia , Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2006, pp. 17-45. Quevedo Emilio et al., “La salud en Colombia: análisis sociohistórico”, 1989, http://www.saludcolombia.com/actual/salud54/informe.htm . Vásquez Valencia María Fernanda, Clima, espacio y enfermedad en la medicina colombiana a finales del siglo XIX y principios del siglo XX , Tesis de Maestría en Historia, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 2008. Nota: en cuanto a las fuentes de archivo consultadas, están especificadas en las notas de pie de página y preferimos no extender esta bibliografía yuxtaponiéndolas aquí.

21 José Fernández Madrid, médico, político y literato, en la encrucijada conceptual de la Medicina Ilustrada a la anatomoclínica de comienzos del XIX 1

Jairo Solano Alonso 2

Resumen

La ponencia circula en torno a un nuevo examen de la vida y obra de José Fernández de Madrid, médico cartagenero que alcanzó gran preeminencia en la actividad política de la época de la Independencia, hecho que hasta el momento ha eclipsado su valiosa obra científica en el ámbito de la salud. Un estudio riguroso de sus escritos realizados en la Nueva Granada y en los nueve años de exilio en la isla de Cuba, muestran a un investigador moderno de primera línea, conocedor de los nuevos paradigmas de la ciencia médica de su tiempo y a un humanista integral, poeta y diplomático comprometido con la vida de sus pacientes y la libertad de América. Se trata de demostrar en un estudio bibliométrico, prosopográfico y de semántica documental, que José Fernández Madrid cumple tempranamente el proceso evolutivo de la medicina ilustrada a las propuestas fisiológicas de la primera mitad del siglo XIX, en la antesala de la anatomo clínica francesa en la naciente Colombia.

PALABRAS CLAVE : Medicina, Esclavitud, Clima, Anatomoclínica, Fisiología, Patología

El médico José Fernández Madrid

El médico José Fernández Madrid, nacido en Cartagena en 1789 y egresado del Colegio Mayor del Rosario, “donde obtuvo los grados de derecho canónico

1 Esta ponencia es un avance de una trabajo de investigación mayor sobre el periodo titulado : “Saber, Poder y Sociedad en el caribe colombiano durante el siglo XIX.” 2 Doctorando en Ciencias de la Educación Universidad de Cartagena-RUDECOLOMBIA, magíster en Dirección Universitaria Universidad de los Andes, Magíster en Sociología de la Educación Universidad de Antioquia, profesor Investigador Invitado Consejo Superior de Investigaciones Científicas España- Universidad de Valencia (España) Director Grupo de Investigación Ciencia, Salud y Sociedad, Escalafón “A”, COLCIENCIAS. y medicina, antes de cumplir sus veinte años (Rivas, 1932, Martínez Silva, 1935, Hernández Valbuena, 1967) cumple tempranamente el proceso evolutivo de la medicina ilustrada a las propuestas fisiológicas de la primera mitad del siglo XIX, en la antesala de la anatomo clínica francesa.

Hay que distinguir en Fernández Madrid en su condición de médico dos etapas distintas, la primera, referida a su trabajo publicado a los 21 años en el Semanario de Francisco José de Caldas titulada, “ Memoria sobre la naturaleza, causas y curación del coto ” (1810) 3 que dedicó al reconocido botánico Eloy Valenzuela y fue ponderada por Francisco José de Caldas.4 Y la segunda que está representada por sus escritos en las Isla de Cuba entre 1817 y 1824.

En su estudio de 1810, el joven médico tiene entonces en gran estima los trabajos del médico galo Francois Enmanuel Foderé (1764-1835) quien había realizado estudios sobre el cretinismo y la medicina legal, pero igualmente discrepa de su profesor Vicente Gil de Tejada, quien en un estudio del tema había reducido la cobertura de su análisis a Santa Fe. Fernández se distancia de él estudiando en otras zonas del país la aparición del Coto. Después de examinar zonas rurales y cálidas del Magdalena y el litoral de Costa Firme, encuentra una mayor frecuencia del mal en mujeres, monjas y todo el que lleve “una vida lánguida y moribunda dominada por la atonía y relajación de todo el sistema”.

Observa que nunca lo padecen los bogas, ni los indios de complexión robusta. Postula que “todo lo que disminuya la contracción del sistema linfático en general, será la causa remota y lo que destruye y agota la contracción de los vasos linfáticos situados en el cuello será la causa propia”.

3 Memoria sobre la naturaleza, causas y curación del coto En : Semanario de Santa Fe de Bogotá, 1810 4 “El autor de esta memoria es un joven que acaba de terminar su carrera de estudios dotado de talento y aplicación y lo que es más precioso, de amor a su patria y de compasión a los infelices y el editor se cree en la obligación de hacerlo conocer en el reino y que la patria funde esperanzas en tener algún día en el doctor Madrid un Foderé ó un Borae” (Solano Alonso, 2005)

Recomienda la medición de la humedad de la atmósfera con el higrómetro. Se alarma que “un tercio de nuestros hermanos estén cargados por una masa enorme y monstruosa…que ataca los nervios y el cerebro y casi aniquila sus facultades intelectuales degradando al paciente y reduciéndole a un estado de estupidez humillante y vergonzosa” (Fernández Madrid, 1810, p. 409)

Invita en 1810, al estudio de la fisiología y maneja autores como Hunter, Pinel, Alibert, Boherhave, Fabre, Meckel, Chestien, Narcagni, Breza, y el Doctor Vidal, pero igualmente reconoce los saberes populares dado que cree que los grandes descubrimientos no están reservados a los sabios citando el ejemplo de la quina y el guaco.”

Entre 1811 y 1816 Fernández Madrid adquiere preeminencia en la actividad política y periodística. Firmó el 11 de Noviembre el Acta de Independencia de Cartagena, fundó con Manuel Rodríguez Torices el Argos Americano. Por su elocuencia llegó a ser diputado, triunviro y presidente a sus 27 años, de las provincias Unidas cuando estas se desmoronaban ante el avance irreversible de Morillo.

Derrotado y vilipendiado por el militar español fue embarcado con su esposa en Cartagena rumbo a la metrópoli, en una goleta en mal estado, que naufragó en una de las playas de Cuba, debiendo recalar por La Habana, ciudad floreciente y abierta que contaba a la sazón con 150 mil habitantes 5 en la que desplegó su saber médico y se insertó en el ambiente intelectual y político de la isla.

Escritos del exilio Cubano

La segunda etapa discurre entre sus publicaciones del exilio cubano (1817- 1825) donde exhibe un avance considerable en sus conceptos dado que entre 1817 y 1824 se advierte una importante reconceptualización adhiriendo tempranamente a las teorías fisiológicas que irrumpían con fuerza en América.

5 Fernández Madrid, 1824, p. 253

Llegó a causar tan “grata impresión ” a las autoridades que le pidieron permanecer en esa ciudad. En Cuba llegó “ a ser considerado como el más hábil profesor de la isla ”.

En sus escritos cubanos se observa un paulatino cambio de terreno, que bien puede ser interpretado como una ruptura con su pasado ilustrado 6. Fernández Madrid, se desenvuelve en el eje de encuentros y desencuentros conceptuales de los distintos discursos médicos de su tiempo. Se debate entre su formación ilustrada y el umbral de la clínica francesa, lo que se asocia a la privilegiada condición económica e intelectual de la floreciente isla del caribe.

Recomienda habitualmente la obra de Broussais distinguiéndolo como el autor del “inmortal Tratado de las flegmasias cróni cas, en el que encontrará el lector una rica mies de sana doctrina y observaciones clínicas y anatómico patológicas. La lectura de esta obra y la de El Examen son de absoluta necesidad el día de hoy; y me atrevo a aconsejar a mis compañeros en el difícil arte de la medicina, que no las dejen de la mano”. (Fernández Madrid, 1824, p. 282)

En el trasfondo su posición no desdeñaba el impacto de las concepciones climistas, ambientales y la topografía médica. (Beldarraín Chaple, 2000) 7 lo que implica una adaptación conciente de la teoría a la experiencia en las regiones tropicales. También era diestro en el diálogo con otros saberes económicos, agronómicos, literarios políticos y diplomáticos que hacían del prócer un humanista 8 integral (Bartola, 1967) 9

6 Fernández dice: “El temperamento linfático no depende de la debilidad y relajación del sistema de vasos blancos, sino al contrario. Doy a las palabras temperamento linfático ò idiosincrasia el sentido que les dan Broussais en su Examen (1816) y Begin en su Fisiología patológica 7 Beldarraìn Chaple La enseñanza de la geografía médica en Cuba hasta fines del siglo XXI , revista Cubana de educación Médica Superior ISSN 0864-2141 , LA Habana mayo de 2000 8 Bartola Pedro Pablo feliz Conjunción londinense de dos humanistas: Fernández Madrid y Bello, 1967 9 Bartola Pedro Pablo: Un prócer y Médico trocado en Poeta y diplomático, Un eximio humanista en funciones de sufrido secretario. El primero de los escritos de Fernández Madrid en Cuba fue la “ Memoria sobre la Disentería en general y en particular la de los Barracones ”, publicada en 1817, después de haber recibido su certificación para ejercer en la isla como médico, el 27 de febrero de ese año. Uno de los elementos que Fernández reitera es la importancia de del eje Teoría -Práctica, por ello este trabajo tiene su origen en la experiencia del médico cuando recién llegó al exilio y le fue asignada esa labor con los esclavos africanos.

Este estudio muestra como hacia 1817 ya su paradigma médico ha evolucionado. Recibe influencias de los británicos Hunter, Cullen y como se ha dicho conocía ampliamente el debate entre John Brown 10 y F.V. Broussais” 11 , 12 .

Se advierten en este trabajo diversas menciones a autores inscritos en la transición de la mentalidad fisiopatológica a la anatomoclínica francesa. En esta encrucijada Fernández no es ajeno a los aportes de los patólogos italianos Giovanni Battista Morgagni 13 , 14 Giovanni María Lancisi, 15 , los clinicos franceses Philippe Pinel 16 y G.L Bayle, discípulo con Laennec de Bichat y Corvisart otros autores como Cayol y Johnson 17 . Respecto a la disentería dice: “ Morgagni y Hunter enseñaron a conocer el asiento de esta enfermedad; pero el primero que la clasificó de un modo

10 John Brown. The elements of medicine Vol. 1. [Edited by Thomas Beddoes]. London: printed for Joseph Johnson, 1795 11 Broussais F.J. V. Historie des phlegmasies ou inflammations chroniques en 1808, 12 Broussais F.J. V. Examen de la doctrine médicale généralement adoptée (1816) 13 Morgagni Giovanni Battista De sedibus et causis morborum per anatomen indagatis 1761 («Sobre las localizaciones y las causas de las enfermedades, investigadas desde el punto de vista anatómico»), 14 De Morgagni dice Laín que “había dado un paso gigantesco hacia la descripción de lo que es anatómicamente la enfermedad” y abre la posibilidad para que Bichat avanzase en la conversión de la patología en verdadera ciencia. Laín Historia de la Medicina p. 384 15 Pedro Laín en su Historia de la Medicina sostiene que el anatomista Giovanni María Lancisi es uno de los iniciadores del pensamiento anatomoclínico y configura con Giovanni Batista Morgagni el punto de partida de la “anatomía patológica y la patología anatomoclínica modernas” 16 Fernández menciona la Nosografía Filosófica de Pinel calenturas descritas por este autor como biliosas ó meníngo gástricas Obras, p. 276 17 Johnson James On the influence of tropical climates y A teatrise of derangements of the liver internal organs & bastante preciso y positivo fue el respetable Pinel en su nosografía Filosófica. La anatomía patológica a apenas deja que desear sobre esta materia, en la que con tanto éxito han trabajado los modernos, entre ellos, Bayle, Cayol, Broussais etc” (Fernández Madrid, 1824, p. 284)

Con estos ascendientes y compartiendo el criterio de lesión anatómica como causante de la enfermedad, señala que la causa próxima de la disentería es “la irritación ó más bien la flegmasia de la membrana mucosa intestinal.

Se permite aportar una definición propia de la Disentería de los Barracones: “la que padecen los negros de África en los mismos barracones, ingenios cafetales etc. Son muy importantes las observaciones etnográficas de Fernández respecto a la población negra que ubica como causas antecedentes.

“Se comprende sin dificultad, dice “que los cautivos negros destinados por sus amos a ser vendidos a bajos precios, serán muy maltratados por estos; porque no hay cosa peor en el mundo que ser esclavo de un bárbaro” (Fernández Madrid, 1817, p. 423)

Predica el carácter singular de la disentería de los barracones basada en “el mayor número de hechos y observaciones” advirtiendo que como no cuenta con “la incomparable ventaja de las preguntas tradicionales que hace el médico al enfermo, estamos privados, pues ignoramos su idioma y no hay otro remedio que procurarse negros que sirvan de intérpretes (Fernández Madrid, 1817, p 421) . 18

Tomando posición en el debate advierte que aún los profesores enemigos de las innovaciones van olvidando en Europa el absurdo lenguaje de los patólogos humoristas.

Para la ubicación de las influencias del aire, los alimentos, las excreciones y las pasiones en la disentería de los negros, acoge planteamientos disímiles en el

18 Fernández Madrid Memoria sobre la disentería en general y en particular la de los barracones En Obras de José Fernández Madrid tiempo por ello, situado en el eje de confluencias de su formación acoge criterios y experiencias de antiguos como Sanctorio, de otros posteriores como Boherhave, Sydenham y Hoffman y las relaciona con las de algunos “modernos” como Lavoisier, 19 Mr. Prost 20 , M. Akenside 21 P.J. Desault 22 y el doctor Luzuriaga 23 que está ilustrada con nuevos descubrimientos.

Se ratifica luego en el criterio que “una de las causas de la disentería en general, lo será particularmente respecto a los negros por variación del clima, desnudez ó inclemencia en que vienen” (Fernández Madrid, 1917, p. 426)

En lo que concierne al método curativo considera en primer lugar “abatir la diátesis flogística, evacuar las materias irritantes, calmar la irritación de la membrana mucosa y promover la transpiración y funciones del sistema cutáneo”. También excitar y entonar el canal alimenticio y todo el sistema en general.

Contra el criterio de John Brown considera que la disentería no siempre es asténica y apoyándose en Johan Peter Frank considera que a veces la enfermedad es inflamatoria y ha sido tratada con sangrías por maestros como Maximiliano Stoll y Sydenham.

No obstante Fernández se distancia parcialmente de la sangría radical : “Con todo yo estoy persuadido de que la disentería considerada como tal simplemente no exige la sangre y que solo estaría indicada cuando se complique con otras afecciones inflamatorias que por sí la exigen, en estado de abatimiento los negros no la resistirían. Siguiendo a Zinmermann 24 critica la falsa experiencia del empleo desconsiderado de evacuantes, conducta que ha llevado al sepulcro muchas víctimas arrojar la bilis pecante mediante

19 Acunis System of theorétical and practical Chemistry 20 Cita el texto de Prost J.L .Sur La sensibilité 21 Akenside, Mark Discurso sobre la Disentería (1764) 22 Desault P.J ., Oeuvres Chirurgicales ou Exposé de la Doctrine et de la Plastique. Paris. Megegnon. 1798. Vol II. 6- 23 Ruiz de Luzuriaga Ignacio María Disertación químico-fisiológica sobre la respiración y la sangre (1790) y Disertación Médica sobre el cólico de Madrid (1796) 24 Recomienda el tratado de Zimmermann Sur la expériencie sangrías 25 , en su criterio, bastarán para vencerla remedios antiflogísticos diluentes, eméticos 26 , demulcentes frescos, eccopróticos y catárticos.

Menciona la ipecacuana que se distingue por tónica y anti espasmódica, el tártaro emético que aconseja S.A. Tissot 27 . El médico cartagenero recomienda también “los sudoríficos y tónicos suaves como la alabada manzanilla, algún ligero opiado, friegas secas y unturas excitantes como el linimento volátil y el aceite alcanforado que bastan para vencer en pocos días la enfermedad”. Para remover la irritación del órgano ofendido por medio de revulsivos se apoya en Alibert, Swilgue y Barbier.

Si está postrado el canal alimenticio, siguiendo el “precepto browniano empieza por los tónicos difusivos que utilizara Boeherhave, en una disentería maligna”, dice que Sydenham utilizaba láudano líquido con este objeto.

Menciona el “Arcano de la Quina”, obra póstuma de José Celestino Mutis donde recomienda contra la disentería “unos polvos compuestos de ipecacuana, opio y cusparia que si no me engaño es una especie de quina”. Reconoce el mérito de Mutis “por haber clasificado y distinguido las diversas virtudes de las cuatro principales especies de la quina. Mas duda de la aplicabilidad del descubrimiento del gaditano diciendo: “No me parece que sus polvos antidisentéricos aumenten mucho su reputación”.

Acoge medicamentos aconsejados por Selle, Weykar, Percival, Chaptar y Buchan que aplican raíz de colombo con árnica para curar la parálisis intestinal que deja la disentería.

Advierte que la disentería suele complicarse con las lombrices y contra esta enfermedad los europeos no poseen un remedio seguro, mientras en América poseemos varios usados por las viejas y curanderos y desconocidos y

25 Fernández incluye estos versos: Lo sangramos, lo purgamos No se quiso poner bueno Y al sacristán lo entregamos Que es lo que manda Galeno 26 Como aconseja el suizo André Tissot 27 Tissot S.A. Avis au peuple sur sa santé (1762) despreciados por los médicos solo porque no los encuentran citados en los libros de medicina. Menciona la Yaba que bien administrada es un poderoso anti helmíntico y un lamedor de Costa Firme llamado Lombricera.

Vincula las afecciones del alma con la enfermedad y reconoce que a diferencia del hombre civilizado, el pesar que aflige al africano consume su vigor y lo rinde bajo el peso del infortunio, por ello: “la irritación y debilidad de las membranas del canal alimenticio producida por crueles aflicciones, respiración de un aire mortífero, escasez y mala cualidad de alimentos y bebidas”.

Si bien el trabajo acerca de la Disentería tuvo una muy buena recepción en Cuba donde el médico había ingresado en el mundo intelectual (Delgado García, 1995) produciendo una poesía romántica cantos épicos, odas y tragedias americanistas muy celebradas en la isla donde se vincula a “los primeros movimientos independentistas cubanos con el poeta argentino José Antonio Miralla, el escritor ecuatoriano Vicente Rocafuerte y el jurista y político peruano Manuel José Viduarte.” ( Delgado García, 1995) .

En esa atmósfera intelectual refunda con Miralla en 1821 el periódico “El Argos”, que recoge sus posturas de apoyo a la restauración de la Constitución progresista de Cádiz y buscaba “influir en la política del continente y en especial en la de los habitantes de Méjico en donde acababa de dar Iturbide el grito de rebelión” ( Martínez Silva 1932, 117)

En 1821 publica su valiosa monografía de índole agronómica Memoria sobre el comercio, cultivo y elaboración del tabaco en esta isla , bajo encargo de la Sociedad Económica, en este estudio muestra su conocimiento de la geografía de la isla y la fertilidad de su suelo privilegiado para el cultivo de esta planta que traería múltiples ventajas por la política adoptada del libre Comercio.

Fernández pondera la calidad especial de este producto exquisito en comparación con el que se origina en Norteamérica en Maryland. Expone alternativas para incrementar la estimación del tabaco cubano, propone la inmigración europea y el fin de la esclavitud negra, aunque reconoce que el cultivo del tabaco, no requiere ni máquinas costosas ni multitud de esclavos como la caña.

No desdeña los usos medicinales del tabaco como remedio casero aplicado exteriormente para los dolores crónicos de las coyunturas, en ciertas enfermedades del pecho como toses antiguas, lo recomienda como resolutivo siguiendo la experiencia de Juan Stedmann, Boerhave, Diemerbroech y Willis. Señala que Hartman lo recomienda contra la parálisis y diversos prácticos de la isla lo usan para las lavativas hechas con el humo ó con el cocimiento del tabaco para apoplejías y asfixias.

Finalmente advierte: “En suma, el médico inteligente no se gobernará por las especies vagas esparcidas aquí y allá…sino por el conocimiento de sus cualidades estimulante y narcótica…(porque) el tabaco nos sirve de recreo en todas las circunstancias, de distracción en la soledad, de consuelo en la desgracia y de alivio y remedio de nuestras dolencias”. (Fernández Madrid, 1821, p. 486)

En 1821, “ve también la luz su Ensayo analítico sobre la naturaleza, causas y curación de las calenturas Thermoadynànica y Thermoatáxica llamada calentura amarilla de América, Vómito Prieto . En que se da una idea de la naturaleza y curación de las demás calenturas ”. (Delgado García, 1995) este trabajo fue traducido al francés “y es el único libro cubano citado en la monumental obra del doctor Antonio Hernández Morejón Historia Bibliográfica de la medicina española, Tomo VI, Madrid, 1850 (Delgado García, 1995, p 9)

No obstante el trabajo más importante de José Fernández de Madrid en Cuba es el estudio concebido en el marco de un programa propuesto por la Sociedad Económica en sesión de 16 de Diciembre de 1822 y “premiado con la patente de socio de mérito de aquella Real Sociedad, a su presentación el 16 de marzo de 1824. Se trata de su Memoria sobre el influjo de los climas cálidos y principalmente del de La Habana, en la estación del calor .

Esta Memoria parte de unas “Noticias topográficas” de la isla para explicar la inscripción de las patologías. Enrique Beldarraín Chaple sostiene que Fernández introduce la Topografía Médica en la Cuba del siglo XIX y se caracteriza por “estudiar las características geográficas de algunas zonas de la isla y su efecto beneficioso ó perjudicial en relación con diversas enfermedades” (Beldarraín Chaple 2000),

Igualmente estudia “las enfermedades febriles que se presentaban en la isla entre los meses de mayo a octubre…incluyendo ubicación topográfica posibles causas, observaciones clínicas, métodos curativos y modos de evitarse” (Delgado García, 1995. p 5).

Según Gregorio Delgado García, en este trabajo se “da por primera vez en la literatura médica cubana, una clara descripción clínica de la malaria ó paludismo” 28

Si algo caracteriza estos estudios del médico cartagenero es su adscripción a la vanguardia de las modernas corrientes médicas de su época. Madrid al estudiar las enfermedades febriles concibe la influencia del entorno y el calor como causa general, siguiendo a fisiologistas como Anthelmo Richerand 29 y el Doctor Gilbert Blane 30 . Claramente adhiere a Broussais a quien llama “inmortal autor de la “ Historia de las Flegmasias crónicas ”, menciona a Haller, 31 Bernier 32 , Lind 33 , a Philippe Pinel 34 y repetidas veces al Doctor Johnson como estudiosos de la incidencia del calor en la circulación.

Pasa a considerar seguidamente los “asombrosos adelantamientos que ha hecho la medicina; alineándose contra la ontología porque según él “las

28 Delgado García Gregorio, El Médico José Fernández Madrid, prócer de la Independencia colombiana y su solidaridad con Cuba, trabajo presentado ante la conferencia Científica Internacional Historia de la Solidaridad de y con Cuba, Siglos XIX y XX Instituto de Historia de Cuba, la Habana Noviembre 28 de 1994 29 Richerand Anthelmo Elements de phisiologie , 1803 30 Blane Gilbert Sir Elements of medical Logic 1819 31 Haller Alberecht Elementa physiologiae corporis humana 32 Bernier Francis Journal des savants 1684 33 Lind James Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto . 1753 34 Pinel Philippe Nosographie Philosofique o methode de l’analyse applique a la mèdicine y Anatomie patologique enfermedades no son seres que tengan una existencia propia, no son otra cosa que las diversas lesiones que pueden sufrir en sus propiedades vitales, ó en su textura, los diversos órganos de que se compone el cuerpo humano”.

Reconoce siguiendo a Broussais que “Todos los sistemas de la economía animal que se hallen por el calor, en un estado de excitación preternatural como acontece con los extranjeros que llegan a esta ciudad, son susceptibles de padecer una irritación de la membrana mucosa gastrointestinal, bastante a excitar la fiebre ò diferentes desordenes orgánicos y simpáticos que según su grado, y según los diversos temperamentos y predisposiciones individuales pueden constituir el cólera morbos, la disentería, la diarrea, la calentura, la intermitente, la inflamatoria, la biliosa y en fin, la fiebre amarilla” (Fernández Madrid, 1824, p. 262)

Distingue las influencias de la humedad, siguiendo a Beguin 35 los efluvios pantanosos citando a Nacquart 36 y Bancroft, Giovanni María Lancisi 37 y John Pringle y los Elementos de materia médica de Jean Louis Alibert 38 , para concluir que “cuando hablamos de los efectos del calor y la humedad, hicimos notar que estas cualidades de la atmósfera, obran siempre de acuerdo, ora con los efluvios, ora con los miasmas” (Fernández Madrid, 1824, p. 275)

Ateniéndose a los efectos de todas estas circunstancias externas conjugadas en el cuerpo humano y enmarcado en el paradigma fisiologista, llega a decir incluso, que las enfermedades que afectan la isla son de la misma naturaleza dado que en todos los casos “la irritación de la membrana interna gastrointestinal es la causa general y primitiva de las enfermedades endémicas que padecen en este país de junio a septiembre” ( Fernández Madrid, 1824, p 276)

35 Beguin André Fisiología Patológica Dictionaire des Sciences Medicales Tomo 30, pag 531 36 Nacquart, J. B . “Traite sur la Nouvelle Physiologie du Cerveay 37 Lancisi Giovanni M "De Subitanels Mortibus" (1707), "De noxiis Paladum e ffluviis" (1717) y uno póstumo, "Sobre el movimiento del corazón y sobre el aneurisma" (1728). 38 Alibert Jean Louis Nuevos Elementos de Terapéutica y de Materia Médica. Madrid. Repulles .1826..Un vol (Tomo 4º). 8º.450 pág. Pasta española

Comoquiera que el programa de la Sociedad Patriótica, requería opciones terapéuticas, siguiendo a Broussais sostiene que “la naturaleza por sí misma propende a la resolución de las flegmasias y lo primero que el arte debe hacer es por tanto remover todo obstáculo que se oponga a esta marcha saludable”. Recomienda la abstinencia de alimentos y el consumo de aguas gomosas ligeramente ó anaranjadas, unciones de aceites dulces.

Con relación al método curativo para el cólera Morbus, la Diarrea y la Disentería señala que hay que circunstanciarlo, de modo que al lado de las opciones de los antiflogísticos señalados propone emisiones de sangre locales por medio de sanguijuelas, fomentos y cataplasmas atemperantes, bebidas agradables mucilaginosas, baños tibios y cuando nada de esto basta y el mal se agrava los opiados con la debida cautela.

Fernández recomienda la autopsia ó inspección cadavérica para comprobar sus asertos frente a la inflamación y ulceración de la membrana interna de los órganos gastrointesinales.

Sin olvidar su condición de desterrado, afirma que “esta enfermedad reina en todos los países pantanosos principalmente en los cálidos, en las tierras que sufren las inundaciones de los grandes ríos, en las orillas del Orinoco, del Magdalena, del Cauca del Atrato y San Juan para no salir de los términos de mi patria. En todas estas partes la he observado y sufrido yo mismo navegando por las aguas desiertas del Atrato. Pero donde experimenté más todo el rigor de esta enfermedad fue en el pueblo de Bejucal, a seis leguas de esta ciudad…en el año de 1818” 39 .

Se refiere seguidamente a la aplicación empírica de medicamentos: “Las Curas, muchas veces prodigiosas de enfermedades de irritación…conseguidas por los ingleses, en la India oriental…por medio de mercurio dulce y en esta ciudad por medio del subnitrato de mercurio ó turbith nitroso de los antiguos,

39 Fernández Madrid 1824, p. 288 me ha hecho pensar algunas veces en la teoría de los contra estimulantes de Rasori”.

Menciona a los médicos ingleses Doctores Neil y Robertson adeptos a utilizar mercurio dulce ó calomel pero pone la duda afirmando que “como enseña la doctrina italiana, la historia de la medicina la historia y la experiencia diaria manifiestan lo contrario. Señala que los buenos efectos pueden atribuirse a la revulsión que excita los órganos secretores que es lo que hacen en la isla los polvos de Ugarte, el Jarabe de Belet, las píldoras contra la hidropesía del Doctor Selle y …el mercurio soluble de Hahnemann de que se sirven los médicos alemanes” (Fernández Madrid, 1924, p. 302)

Se previene sin embargo contra “los más brillantes sucesos obtenidos por el empirismo (que) no podrán jamás conducir a una práctica racional, sino por el contrario, serán de temerse funestas consecuencias”. Anuncia que tratará el tema en una memoria que publicará en El Argos . Propone usar el mercurio en “Agua de píldoras” ó granos como emeto-catártico.

Se refriere también a las enfermedades del hígado propiciadas por “El aumento de la población, impureza de la atmósfera, ocupaciones sedentarias, abusos de alimentos estimulantes y bebidas espirituosas, ejercicios violentos en carruaje”. No obstante las vincula como causa más general al clima señalando que son endémicas de los países cálidos.

Afirma tener a la vista obras de Lind, Mathews, Faithorn40 , Thomas, Johnson y Saunders. Coincide con al último en que hay una Simpatía cutáneo gastro hepática y con “el genio observador” de Broussais quien en el año de 1814 descubrió que la flegmasia de la mucosa gastro duodenal precede casi siempre a la hepatitis.

Reconoce los aportes de Haller, Bichat y Rush en que el hígado es uno de los órganos más expuestos a las enfermedades inflamatorias. Sin embargo en los

40 Faithorrn On Liver Complaints p. 22 países cálidos y pantanosos la hepatitis crónica es mucho más común que la aguda para ello se sustenta en el Profesor Portal 41 , respecto a este tema arguye que “es necesario confesar que aunque se ha escrito mucho sobre las enfermedades del hígado especialmente por los médicos inglese se ha adelantado muy poco.

Respecto al método curativo para estas patologías recomienda las sangrías capilares, la dieta rigurosa, no tiene la misma confianza en la opción preferida por “los ingleses ambos mundos, que aplican el mercurio en la hepatitis con… generosidad y confianza” . Dice que los doctores Hamilton y Armstrong 42 , utilizan el mercurio con el opio y este descubrimiento debía escribirse “con letras de oro”.

Admite que tal vez algún día se descubrirá que un mismo órgano, siendo susceptible de diferentes especies de irritación…debe ser tratado con diferentes modificaciones. Esta sería una reforma muy importante en la teoría fisiológica”.

Respecto a la dieta recomienda severidad en el régimen según los casos aunque prescribe alimentos procedentes del reino vegetal, “los más ligeros y que cuesten menos trabajo digestivo…deben consistir en sopas de pan ó fideos delgados, funches de arroz, de aves tiernas asadas , bebidas acuosas en forma de té ó infusión y leche medicinada ”, para complementar paseos agradables, el aire puro del campo y la distracción del enfermo contribuyen a la curación del enfermo de modo muy eficaz” (Fernández Madrid. 1924 p. 315)

Aborda seguidamente las fiebres mucosas y biliosas que corresponden a la descripción de las Adeno meníngeas y Meningo gástricas de Pinel) dice que reinan es la ciudad y son endémicas en la estación del calor, nunca epidémicas. Invaden principalmente a los niños y las mujeres, las segundas a los adultos gastrónomos y bebedores, a los que llevan una vida activa y sufren

41 Portal Maladies du foie P. 19 42 Armstrong On Tiphus fever insolaciones. Varían según la intensidad de las causas, temperamentos, idiosincrasias, órganos ofendidos, edad, sexo etc.

Desecha la quina y antimalinos y prefiere los métodos antiflogísticos en virtud de lo cual propone Dieta, bebidas atemperantes, cataplasmas, fomentos, pediluvios y lavativas : “He aquí la económica materia de que nos servimos conforme a los preceptos de la doctrina fisiológica” y misiones de sangre en el epigastrio por medio de sanguijuelas.

Se queja que en las casas de los más acomodados y opulentos, abundan los parientes aduladores, pues “todos se creen médicos” y no conocen la nueva doctrina, “por este motivo alcanzamos mejores resultados en la clase pobre y menesterosa” (Fernández Madrid, 1824, p. 319).

Dice que las fiebres biliosas son muy parecidas a la calentura amarilla, cuando son benignas. No obstante pone de manifiesto el error que existe desde Hipócrates hasta nosotros que asocian la secreción de bilis con irritación del hígado, errar en el cual según su criterio también incurre Portal. Se refuerza con Broussais para afirmar que “Aún antes que conociese yo la nueva doctrina, ya había impugnado tan pernicioso error en mi Ensayo sobre la fiebre amarilla ”.

Precisamente respecto a la Fiebre Amarilla dice: “De intento hago abstracción de lo mucho que he leído, pues no bajan de 80 los tratados y memorias que he consultado para estudiar la naturaleza de esta fiebre exterminadora” y agrega “Mí animo es presentar mis propias ideas y no un compendio ó un extracto”.

Empieza por decir que si alguna enfermedad presenta un conjunto de síntomas característicos y distintivos es la calentura amarilla:

“Cuando en la estación del calor el médico encuentra un recien llegado, que presenta un rostro abotagado y cárdeno, ojos enramados en sangre que se queja de una violenta cafalalgia, de dolores contusitos a veces a lancinantes en la región lumbar y miembros, principalmente en las piernas reconoce la fiebre amarilla…las hemorragias, el íctero, el vómito prieto…nunca ha faltado la inyección de la conjuntiva”.

Critica a los hábiles señores Fournier y Vaydy autores de un diccionario de ciencias médicas que han “observado la enfermedad con ojos de otros” y menciona a otros autores como Dalmas, Gilbert, Makitrich, Rush, Bally, Moreau Jones y Chavert, quienes afirman que sus pacientes conservan sus facultades intelectuales, opinión que no considera válida ni para Cartagena, La Habana y Santo Domingo, donde muchos deliran desde el primer período.

Acepta entre las causas “a la condición necesaria del calor se reúne otro agente nocivo que probablemente serán los mismos efluvios y miasmas cuando por cierto concurso de circunstancias han adquirido el grado de actividad suficiente para producir en el cuerpo humano las lesiones de que dependen los síntomas que constituyen la calentura amarilla”.

Afirma que examina las lesiones con la ayuda de la anatomía y fisiología patológicas gracias a los muchos observadores que armados del escalpelo han estudiado con infatigable celo en los cadáveres de las miserables víctimas de esta enfermedad destructora” (Fernández Madrid, 1824, p. 335).

Dice que no refiere observaciones de los adeptos a la nueva doctrina sino las que se hicieron anteriormente, por eso cita a médicos como los doctores Hume, Phisick. Cathwal y Stubbins y Miller quienes examinaron el estómago y el duodeno en Filadelfia 1793, los médicos de Liorna Dufour, Palloni, Brinoli, Paschetti y Mochi, Bancroft; Johnson Tomasini, Desmoulines y Breschet quienes han observado manchas gangrenosas en el estómago.

También el doctor Frosser, quien habla de las epidemias de Gibraltar en 1813, todos encontraron que “En esta enfermedad y si bien es cierto que aparecen ofendidos otros órganos, ninguno tanto ni tan constantemente como la membrana interna gastro intestinal, por ello la flegmasia de esta membrana es la causa próxima de la Fiebre amarilla.

Por eso para acceder al método curativo declara: “Nunca procedí con más felicidad en su curación, como después que conocí la doctrina fisiológica y la traté como una gastroenteritis”. Insiste en tratar la enfermedad como una violenta flegmasia de la túnica interna gastro intestinal : Dieta severa, sanguijuelas ó ventosas escarificadas al epigastrio de acuerdo a la intensidad del mal pero “No aconsejo las excesivas sangrías a la inglesa”. Enemas emolientes, Uso externo del frío como lo recomiendan Currie, Blane, Bancroft y Johnson, afirma que el opio le ha sido muy útil aunque en esta parte mi práctica no esté del todo conforme con los preceptos de la doctrina fisiológica.

Afirma ante la complejidad de su tarea “Son muchas y muy variadas las indicaciones terapéuticas y medios curativos que demanda cada caso individual: No es necesario ni posible especificarlo todo.

“El médico no puede ejercitar con fruto su delicada y difícil profesión sin una imaginación viva y una especie de genio creador que pueda encontrar recursos para los casos y accidentes inesperados que a cada momento se le presentan. El que no sabe usar sino de ls recetas que aprendió, poco bien puede hacer a sus enfermos”.

Plantea sensibles diferencias frente a lo que recomendara en su “Ensayo” y termina: “Concluyo asegurando, por lo que me enseña diariamente la experiencia, que con los métodos más absurdos y más contradictorios se curan los enfermos…por más simples que sean nuestras teorías, la economía animal es muy complicada; ignoramos muchas de sus innumerables relaciones simpáticas y muchas de sus leyes” (Fernández Madrid 1824, p. 349)

Entre los aspectos destacables de la monografía de 1824 se puede mencionar la disipación de errores sobre el carácter endémico epidémico ó contagioso de las enfermedades. Afirma que las enfermedades que se presentan entre Junio y Agosto son endémicas., aclara que las epidemias no deben causar tanto terror. Ahora en cuanto al contagio sostiene que conforme al parecer de muchos médicos entre ellos Bancroft, Valentín, Devez, Millar, Caldwell y en fin de casi todos los médicos ingleses y americanos, obedece a causas locales aunque menciona la existencia de “virus”, admite sin embargo que “por fortuna los nativos de esta ciudad y los aclimatados en ella gozan de dichosa inmunidad” (Fernández Madrid, p. 359).

Para concluir debo decir que si bien la evolución del pensamiento médico de Fernández presenta matices de autores modernos y pretéritos su asombrosa bibliografía en las tres primeras décadas del siglo XIX, lo ubican como uno de los precursores de la clínica francesa en América.

La labor de Fernández Madrid en Cuba fue tan intensa en todos los terrenos que aún se requerirán mayores esfuerzos investigativos para justipreciar el legado teórico y práctico de este médico colombiano, otro capítulo será el examen de su fecunda obra literaria y de su labor diplomática (1827-1830) en Francia como agente confidencial y como embajador plenipotenciario en el Reino Unido por encargo de Bolívar y Santander, cargos donde se desempeñó con la brillantez que le era propia. En ese servicio a Colombia murió prematuramente en 1830.

1 Esta ponencia es un avance de una trabajo de investigación mayor sobre el periodo titulado : “Saber, Poder y Sociedad en el caribe colombiano durante el siglo XIX.”

2 Doctorando en Ciencias de la Educación Universidad de Cartagena- RUDECOLOMBIA, magíster en Dirección Universitaria Universidad de los Andes, Magíster en Sociología de la Educación Universidad de Antioquia, profesor Investigador Invitado Consejo Superior de Investigaciones Científicas España- Universidad de Valencia (España) Director Grupo de Investigación Ciencia, Salud y Sociedad, Escalafón “A”, COLCIENCIAS.

Bibliografía

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5. Fernández Madrid José, Memoria sobre la Disentería en general y en particular la de los Barracones ”, La Habana 1817,

6. Fernández Madrid José Memoria sobre el comercio, cultivo y elaboración del tabaco en esta isla , bajo encargo de la Sociedad Económica, 1821

7. Fernández Madrid, José Memoria sobre el influjo de los climas cálidos y principalmente del de La Habana, en la estación del calor . Trabajo premiado con la patente de socio de mérito de Real Sociedad Económica la Habana 1824.

8 Beldarraín Chaple La enseñanza de la geografía médica en Cuba hasta fines del siglo XXI , revista Cubana de educación Médica Superior ISSN 0864-2141 , LA Habana mayo de 2000

9 Bartola Pedro Pablo feliz Conjunción londinense de dos humanistas: Fernández Madrid y Bello, 1967

10 Solano Alonso Jairo, El Arte de Curar en el Caribe Colombiano, Fondo editorial Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, 2005

11 Laín Entralgo Pedro Historia de la Medicina, Editorial labor Barcelona, 1978

12 José Fernández Madrid, Obras, reimpresas en su centenario por la Gobernación del Departamento de Bolívar, 1889

13 Delgado García Gregorio, El Médico José Fernández Madrid, prócer de la Independencia colombiana y su solidaridad con Cuba , Trabajo presentado ante la conferencia Científica Internacional Historia de la Solidaridad de y con Cuba, Siglos XIX y XX Instituto de Historia de Cuba, La Habana Noviembre 28 de 1994

14 Martínez Silva Carlos, biografía de Don José Fernández Madrid, arreglada por… (1889) (1936)

Textos citados por José Fernández Madrid

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16 Broussais F.J. V. Historie des phlegmasies ou inflammations chroniques en 1808,

17 Broussais F.J. V. Examen de la doctrine médicale généralement adoptée (1816)

18 Morgagni Giovanni Battista De sedibus et causis morborum per anatomen indagatis 1761 («Sobre las localizaciones y las causas de las enfermedades, investigadas desde el punto de vista anatómico»)

19 Johnson James On the influence of tropical climates y A teatrise of derangements of the liver internal organs &

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21 Akenside, Mark Discurso sobre la Disentería (1764)

22 Desault P.J ., Oeuvres Chirurgicales ou Exposé de la Doctrine et de la Plastique. Paris. Megegnon. 1798. Vol II. 6-

23 Ruiz de Luzuriaga Ignacio María Disertación químico-fisiológica sobre la respiración y la sangre (1790) y Disertación Médica sobre el cólico de Madrid (1796)

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25 Tissot S.A. Avis au peuple sur sa santé (1762)

26 Richerand Anthelmo Elements de phisiologie , 1803

27 Blane Gilbert Sir Elements of medical Logic 1819

28 Haller Alberecht Elementa physiologiae corporis humana

29 Bernier Francis Journal des savants 1684

30 Lind James Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto . 1753

31 Pinel Philippe Nosographie Philosofique o methode de l’analyse applique a la mèdicine y Anatomie patologique

32 Beguin André Fisiología Patológica Dictionaire des Sciences Medicales Tomo 30, pag 531

33 Nacquart, J. B . “Traite sur la Nouvelle Physiologie du Cerveay

34 Lancisi Giovanni M "De Subitanels Mortibus" (1707), "De noxiis Paladum e ffluviis" (1717) y uno póstumo, "Sobre el movimiento del corazón y sobre el aneurisma" (1728).

35 Alibert Jean Louis Nuevos Elementos de Terapéutica y de Materia Médica. Madrid. Repulles .1826..Un vol (Tomo 4º). 8º.450 pág. Pasta española

SUPERFICIES PATOLÓGICAS DERMATOSIS EN EL REGISTRO DE LA CLÍNICA EN COLOMBIA A FINALES DE SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX 1

Por: Hilderman Cardona Rodas 2

Palabras clave: Bacteriología Clínica Cuerpo enfermo/cuerpo sano Dermatología Dermatosis Epiteliomas Lenguaje de la enfermedad Marranas Medicina Patología Nosología Semiología Rinoescleromas

Resumen: La observación clínica requiere de dos dominios íntimamente relacionados: el hospitalario y el pedagógico. A través del primero se pone de manifiesto el hecho patológico como acontecimiento singular, pero inscrito en una serie propia de una racionalidad médica clasificatoria. El acontecimiento patológico construido a partir de la relación médico- paciente aporta las condiciones de posibilidad de la forma de conocimiento médico denominada “la clínica”, como ciencia médica serial que busca establecer frecuencias, recrear estructuras homogéneas de orden, hacer comparaciones, para extraer del caos de las singularidades identidades patológicas. Por el registro paciente de las repeticiones de casos y por las demostraciones de esas repeticiones en el lecho del enfermo, los clínicos se inscriben en una ciencia y en una pedagogía . Al describir toda manifestación perceptiva del hecho patológico y toda materialidad sensible en topo-grafía del sufrimiento (transformado en conocimiento médico), las caracterizaciones clínicas plantearán una tensión problemática entre lo visible y lo decible. La función de la imagen y de la descripción médica oscila entre la instrucción, el espectáculo y el conocimiento por redundancia visual y narrativa ( sensibilidad concreta y semiología clínica ). El estudio de las enfermedades de la piel instala un registro de saber clínico en un espacio tangible del cuerpo enfermo, al inventariar y caracterizar sus manifestaciones, elaborando una experiencia clínica de sensibilidad concreta en un espacio de manifestación sensible . Así, dentro del registro del lenguaje clínico, fundado

1 Este texto son apartes de un capítulo que no fue incluido en la investigación Lo visible del cuerpo en la experiencia clínica: deformidad y monstruosidad en la práctica médica colombiana de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX , tesis de maestría en historia de la Universidad Nacional, sede Medellín, 2005. 2 Historiador y magíster en historia. Profesor de pregrado de las universidades Eafit y Medellín. Profesor del Diplomado Saberes de Vida, Universidad Eafit, Área del Adulto Mayor. Profesor del Diplomado Fundamentos para la gerencia social del desarrollo, Alcaldía de Medellín-Universidad de Antioquia. Miembro del Grupo de Investigación Sociedad, política e historias conectadas de la Universidad Eafit. E-mail: [email protected], [email protected].

1 en una semiología descriptiva de la enfermedad, se revela un espectáculo escénico al narrar las manifestaciones patológicas de enfermedades de la piel como rinoescleromas, epiteliomas o “marranas” en la medicina colombiana a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

I. Topo-grafías patológicas: lectura semiológica clínica Como sugiere Michel Foucault, la observación clínica requiere de dos dominios íntimamente relacionados: el hospitalario y el pedagógico. A través del primero se pone de manifiesto el hecho patológico como acontecimiento singular, pero inscrito en una serie propia de una racionalidad médica clasificatoria. El acontecimiento patológico construido a partir de la relación médico-paciente aporta las condiciones de posibilidad de la forma de conocimiento médico denominada “la clínica”, como ciencia médica serial que busca establecer frecuencias, recrear estructuras homogéneas de orden, hacer comparaciones, para extraer del caos de las singularidades identidades patológicas. Por el registro paciente de las repeticiones de casos y por las demostraciones de esas repeticiones en el lecho del enfermo, los clínicos se inscriben en una ciencia y en una pedagogía . “Se da a conocer al darse a reconocer.” (Foucault, 2001, p. 159) Solamente lo que se puede constatar como experiencia repetible, que escapa a la singularidad del sujeto enfermo, permite el tránsito del enfermo a la enfermedad. Es una puesta entre paréntesis del enfermo que da las bases para el ejercicio pedagógico y la transmisión del conocimiento médico, en un grupo constituido por el maestro y sus alumnos donde conocer, dar a conocer y reconocer operan en un mismo movimiento en el cual la pura mirada es puro lenguaje, asociación estrecha de lo visible y lo decible. Al transformar el sufrimiento humano en conocimiento médico, el ojo que habla se vuelve el asistente de las cosas del maestro de la verdad. “Una mirada que escucha y una mirada que habla: la experiencia clínica representa un momento de equilibrio entre la palabra y el espectáculo.” En ella “[...] todo lo visible es enunciable y es íntegramente visible porque es íntegramente enunciable .” (Foucault, 2001, p. 167) En este privilegio de la mirada clínica, la dermatología será precisamente su refinamiento. El estudio de las enfermedades de la piel instala un registro de saber

2 clínico en un espacio tangible del cuerpo enfermo, al inventariar y caracterizar sus manifestaciones, elaborando una experiencia clínica de sensibilidad concreta en un espacio de manifestación sensible . Por el hecho de basar su conocimiento en la mirada, el dermatólogo reproducirá la imagen de la enfermedad que ve en su paciente, con el objeto de registrar singularidades patológicas, comunicarlas a sus colegas, transmitir un conocimiento y dar un soporte de verdad a su saber. Una de las primeras técnicas icónicas de reproducción y comunicación de las lesiones patológicas, poniendo en escena un espacio de sensibilidad , fueron los modelados en cera de la dermatología clínica del Hospital de San Luís, inaugurada por Jean-Louis Alibert a comienzos del siglo XIX 3. Los modelados tienen cualidades únicas: tridimensionales, coloreados de manera idéntica, con un realismo perfecto. Son realmente impresionantes, restituyendo así, además de la objetiva dermatosis, el sufrimiento del enfermo y la emoción de quien lo mira. Ciertamente, el arte del modelador no tiene como objeto hacerlo bello, sino hacerlo cierto. Los modelados también tienen defectos: poco desplazables, voluminosos, difícilmente reproducibles, se prestan mal a la comunicación que es uno de los objetivos de la iconografía dermatológica. (Wallach, 1995, p. 95)

Por esas dificultades técnicas, el lugar de los modelados en cera en Europa se lo apropiará la fotografía como técnica de visualización clínica y pedagógica más eficaz para el estudio de las enfermedades de la piel. En el espectáculo escénico que revelan las fotografías, tres personajes encuentran su lugar: el paciente que expone sus padecimientos y que por lo regular no podía ser sanado; el médico

3 Las formas de ver y de conferir un territorio de enunciabilidad a la enfermedad, tienen un especial apoyo, al menos del siglo XVIII al XIX, en la lectura clínica de las proyecciones cutáneas, es decir, en el examen de los síntomas dermatológicos. Como sugiere Dagognet, las enfermedades denominadas sexualmente transmisibles se caracterizan por la aparición rápida de perturbaciones cutáneas después de la contaminación. Es así como en la sífilis, mal francés para los italianos y mal napolitano para los franceses, tres semanas después de la relación sexual, emerge el chancro, acompañado de una llaga indolora que cicatriza pronto; a estas manifestaciones la sigue una erupción de manchas, con apariencia de granizado, que se expanden por el cuerpo (roséola); por último, las “gomas” prosiguen con la hinchazón de los huesos, caracterizada por una arteritis y por lesiones del sistema nervioso central. A través del ejercicio de la mirada, la sola vista del cuerpo retumba e inquieta por su “imagen” trastornada, en donde la visibilidad supurante suscita la angustia. En este horizonte discursivo se empieza a constituir una clasificación y una distribución metódica de las innombrables enfermedades de la piel. En esta dirección se ubican los trabajos de Jean-Louis Alibert, Thomas Bateman, Hutchinson, Bazin, entre otros. Cfr. François Dagognet, 1993.

3 que emprende su descripción dermatológica de la enfermedad; y el fotógrafo, observador científico que pone su arte al servicio de “una reproducción en la cual no se perderían ni la precisión de la descripción médica ni la emoción del sufrimiento visible” (Wallach, 1995, p. 96), en sí mismo dolorosa. Al describir toda manifestación perceptiva del hecho patológico y toda materialidad sensible en topo-grafía del sufrimiento (transformado en conocimiento médico), las caracterizaciones clínicas plantearán una tensión problemática entre lo visible y lo decible. La función de la imagen y de la descripción médica oscila entre la instrucción, el espectáculo y el conocimiento por redundancia visual y narrativa (sensibilidad concreta y semiología clínica ). Pero la imagen no tiene que ser siempre dibujada, fijada en la cera o revelada por las sales de plata, puede ser también creada con las palabras mediante la técnica de la descripción clínica. Ese método se despliega en muchas de sus posibilidades y refinamientos en los cuadros clínicos de enfermedades como epiteliomas, rinoescleromas o marranas, que analizaremos en las páginas siguientes.

II. Epiteliomas, rinoescleromas y marranas Identificar y clasificar las patologías es un leit motiv de la clínica del siglo XIX y en particular la colombiana no escapa a esta ambición. En Colombia, los clínicos no se ponen de acuerdo fácilmente respecto a los criterios (“consideraciones mórbidas”) de diferenciación de las “patologías externas”. En este sentido, la Revista Médica de Bogotá publicó en 1881 un artículo del médico francés Lévêque sobre la definición del “epitelioma benigno” de la cara, quien ve en esta afección local ligera algo propio de personas de edad muy avanzada. De origen glandular (con frecuencia sudoríparo) o papilar, principia por un botón o una verruga, se rodea de una membrana fibroide o fibrosa que la enquista al cabo de cierto tiempo, variable entre dos y treinta años, que presenta una ulceración aplanada, ligeramente excavada y mamelonada, dejando al descubierto toda la lesión. Nada de “ingurgitamiento” ganglionar, al menos durante largos años (Lévêque, 1881, p. 334).

4 El objetivo de la medicina y su fundamento, la lucha contra la enfermedad por medio de la serie pródromo-diagnóstico-pronóstico-tratamiento, son perceptibles en el artículo de Lévêque. Para el médico francés, la “curación radical” de la enfermedad era posible mientras durara el “enquistamiento”. El tratamiento que proponía se basaba en las aplicaciones de clorato de potasa, tocando la ulceración con un pincel humedecido en esta solución y, seguidamente, había que cubrir la llaga con una compresa de “cerato”. El procedimiento podía durar hasta tres semanas. Si al cabo de ese plazo no había curación, Lévêque recomendaba “recurrir al bisturí”, pues, dice, luego de que la “proliferación epitelial” sobrepasara la “barrera fibrosa que la detiene, e invade la dermis, el cancroide toma la forma grave; el clorato de potasa debe ceder el puesto al bisturí”. (Lévêque, 1881, p. 334) En las dos últimas décadas del siglo XIX, la clínica se reúne con la bacteriología, ya que toda descripción clínica intenta darle un estatuto parasitario a enfermedades como epiteliomas, rinoescleromas, sífilis, lepra o marranas. Así lo demuestran dos estudios clínico-bacteriológicos registrados y divulgados por la redacción de la Revista Médica de Bogotá en 1886, sobre el rinoescleroma, descripciones patológicas que relacionan “causa microbiana” y anatomía patológica 4 de la piel. Aquí se ponen en evidencia un reduccionismo bacteriológico que establece una relación causal entre un agente microbiano específico y una enfermedad, vinculado a las singularidades mórbidas de los tejidos. La primera de las dos investigaciones se refería al estudio de los médicos Cornil y Emilio Álvarez, publicado en el Boletín de la Academia de Medicina de París, sobre los microorganismos del rinoescleroma. La segunda, publicada en los Archivos de Fisiología Normal y Patológica de París, describe la anatomía patológica de esta

4 El problema de la anatomía patológica, para la medicina de finales del siglo XIX, está directamente asociado al estudio de las alteraciones que pueden experimentar los órganos, los tejidos o las diferentes partes del organismo. Según Émile Littré y Charles Robin, la edición de 1878 de su diccionario de medicina, la “anatomía patológica” evoca necesariamente la “anatomía normal”, la cual estudia el nombre, las formas, las situaciones, la estructura y todos los caracteres visibles de los cuerpos organizados, pues “hay que ligar la lesión de una parte al estado normal de la parte correspondiente en sus diversas épocas”. De esta forma, la anatomía patológica afinca su método en la anatomía normal, estudiando sus excesos, disminuciones y aberraciones desde el punto de vista de la forma y la estructura. Cfr. Émile Littré et Charles Robin, 1878, 18e edición, artículo Anatomía .

5 enfermedad. Su autor es Emilio Álvarez, profesor de la Universidad Nacional en aquella época. La definición de esta “enfermedad facial” se construye por diferenciación patológica con otras perturbaciones de la estructura normal morfológica. Para Cornil y Álvarez el rinoescleroma es “un espesamiento en forma de placas y de tumores, que ataca al tejido del tabique nasal, que se extiende en las partes vecinas, al labio inferior, a la faringe, a la laringe y que produce una estenosis de este órgano, que necesita frecuentemente la traqueotomía. Enfermedad [de] evolución lenta, que difiere absolutamente, por sus lesiones, sus síntomas y su tratamiento de la sífilis y de la escrófula.” (Anónimo, 1886, p. 129) Desde “el punto de vista de sus microorganismos”, Cornil y Álvarez citaban los trabajos de Hebra, Kapposi, Frish, Pellizari y Chiari, para quienes, apoyándose en un caso de un joven de América Central que padecía de un “tubérculo principiante” en el tabique, el estudio histológico permitía tener certeza al diagnosticar el rinoescleroma. “Fue examinado por muchos médicos de San Luís, cuyas opiniones fueron diferentes; pero el examen de un pedazo del tumor resolvió la duda, y se pudo afirmar que se trataba de un rinoescleroma.” (Anónimo, 1886, p. 129) En los primeros estudios al microscopio, dicen Cornil y Álvarez, estos autores “no habían podido ver” los microorganismos, pero gracias a “ligeras modificaciones en la técnica de las cloraciones”, un desplazamiento de la mirada posibilitado por una técnica nueva de coloración al microscopio, los pudieron observar en cinco casos. “Han visto además que las bacterias tienen una forma especial, las que tienen una apariencia capsular.” (Anónimo, 1886, p. 129) De la siguiente manera se detalla lo visto a través del estudio al microscópico de cortes del “neoplasma rinoescleromatoso”: cubierto de capas epidérmicas, la dermis reemplazada por un tejido fibroso, lleno de células redondas y de grandes células, de las que la mayoría encerraban granulaciones coloides “que se coloran con intensidad por todas las sustancias colorantes sacadas de la anilina.” (Anónimo, 1886, pp. 129-130) Estas “bacterias”, “microbios” o “bacilos” (nociones que ocupaban el mismo campo semántico y enunciativo al ser categorizadas como microorganismo) poseían

6 “reacciones” y una forma específica: una cápsula dura que las diferenciaba de otros “bacilos capsulados”, comúnmente vistos como análogos en las lesiones patológicas, “los diplococos capsulados de la neumonía no poseen como los bastoncillos del rinoescleroma, cápsulas hialinas, refringentes, duras y coloreables que puedan comparárseles.” (Anónimo, 1886, p. 130) Así, el estudio bacteriológico permitía concluir la “naturaleza parasitaria del rinoescleroma”. Después de analizar la anatomía patológica en los casos de rinoescleroma, enfatizando en la histología y la citología, la reseña de estos trabajos concluye con la siguiente caracterización de la enfermedad: El rinoescleroma es, pues, una enfermedad local, producida por la presencia de microbios especiales en las vías linfáticas, particularmente en los capilares que están dilatados como si fueran inyectados de una masa que contiene numerosos micro-organismos. De estos vasos parece partir la acción irritativa que provoca la abundante diapédesis que en el principio de la enfermedad forma una corona de células redondas alrededor de cada vaso de la región afectada. Estos focos diapedésicos se reúnen más tarde y forman [un] tejido linfoides. (Anónimo, 1886, p. 132)

Por su “patogenia” y su “anatomía patológica”, el rinoescleroma sería, según el artículo, una “linfungitis crónica microbiana con linfungiectasia, diapédesis e hiperplasia”. Así, la bacteriología otorga un espacio de decir verdad en las formas de ver y de decir las entidades patológicas en la medicina de finales del siglo XIX, articulada por un reduccionismo microbiano que aminora otras posibles determinaciones patológicas. Las manifestaciones dermatológicas de la enfermedad, que dan una territorialidad visible a la infestación, también cumplen una función enunciativa en la tesis de Indalecio Camacho B., escrita en 1889, sobre el estudio de “una afección cutánea llamada vulgarmente marranas”. En este trabajo, Camacho expone las singularidades patológicas cutáneas de varias enfermedades (entre ellas sífilis y lepra tuberculosa), que permiten comprenderlas diferencialmente de aquella que han sido llamadas marranas. Las marranas son vistas por Camacho como una forma de lepra tuberculosa, tipo de lepra que se caracteriza, según Camacho, por una afección que inicia por numerosas “máculas”, de color “moreno” o “cobrizo”, que son la antesala de los tubérculos, los cuales son nudosos y se desarrollan en

7 la piel o en el tejido subcutáneo: “son de color moreno, oscuro y brillante como si les hubiera cubierto por un barniz particular.” (Camacho, 1889, p. 34) Estas formaciones están separadas por surcos profundos, en especial en las cejas, pómulos y orejas dando al rostro ese “aspecto especial” de “cara leonina”. “Los tubérculos se reabsorben o se ulceran y dejan una cicatriz formada de una mancha blanca atrófica, en primer caso; y un absceso que cicatriza inmediatamente quedando huellas del tubérculo, en el segundo. Otras veces la ulceración es superficial, de fondo rojo y al profundizarse causa la destrucción de los tejidos.” (Camacho, 1889, p. 34) El carácter del enfermo se hace irascible, le dan accesos de fiebre, alteraciones pulmonares y cerebrales, llegando finalmente a un periodo de anestesia y con ella a la muerte. Con este tipo de caracterización patológica exhibida en la piel, Camacho construye una noción de enfermedad dermatológica que centra su mirada en el recorrido visible de la enfermedad, el cual permite un diagnóstico diferencial. En este orden de problemas, analiza una serie de casos clínicos sobre marranas que fundamentan su diagnóstico y tratamiento específico. Uno de ellos fue el de una joven de 19 años reportado el 15 de enero de 1875 en el consultorio de Indalecio Camacho. Esta mujer provenía de Distrito de Munta, cocinera, célibe, de temperamento nervioso y “buena constitución”. Sufría de dismenorrea, de anemia y hacia dos años se había fracturado el húmero en su tercio superior. Camacho describe así sus “marranas”: En la parte posterior de la cabeza, hacia el lado izquierdo, sobre la región occipital y en los puntos correspondientes del cuello se encuentra: en la primera, una ancha, espesa y gruesa pústula de color amarillo, de forma circular, resistente; alrededor y debajo de ella, la piel de un color subido, ardiente, doloroso, hinchada, es decir, se encuentran todos los signos de una inflamación de la piel circunvecina y del tejido celular subcutáneo. Hay además tres pústulas más pequeñas casi con los mismos caracteres de la primera, menos la inflamación. En el cuello se encuentran tres tumores ovoideos, móviles e indolentes; los ganglios de la región se hallan ligeramente inflamados. (Camacho, 1889, p. 72)

La joven aseguraba que hacia diez y ocho meses padecía la afección cutánea sin conocer su causa, sin ningún “accidente notable” aparte de los síntomas de inflamación y algunos dolores agudos cuando los tumores estaban próximos a

8 supurar. La medicación que propuso Camacho fue unciones de “pomada mercurial doble”, baños y “cataplasmas emolientes”. Después de la aplicación de este tratamiento, la inflamación en la joven adquirió una dimensión alarmante, tanto que el 25 de enero de 1875 supuraba abundantemente, separándose la pústula por debajo de la inflamación, lo cual dio paso a su movilidad. Otro caso estudiado por Camacho fue el de Justiniano Medina, “de constitución rigorosa, temperamento sanguíneo y agradable presencia”, tratado por Camacho el 10 de agosto de 1889, caso que estaría relacionado con condiciones climáticas en las que vivía el paciente. Medina era un joven de catorce años proveniente de Guayatá, quien poseía una filiación patológica con su padre, pues éste también sufría de marranas. Esta enfermedad había comenzado en Medina hacía 18 meses cuando se encontraba en Gachalá, lugar de “clima templado y húmedo”, debido, según él, a una cortada en el dorso de la mano derecha;

[...] la cortada al principio se inflamó; duró así ocho días, al cabo de los cuales calmó la inflamación; sin embargo, quedaron dolores muy punzantes que le obligaron a buscar cuidadosamente su causa, lo que le hizo descubrir un tubérculo de tamaño de una arveja, el cual esta situado a nivel de la apófisis estiloide del radio, sobre la vena cefálica; este tumor creció durante un mes hasta hacerse visible bajo la piel; al mismo tiempo aparecieron diez más, situados en el trayecto de las venas radial y cefálica (en proporciones numéricas iguales). En el espacio de tres meses los tubérculos crecieron hasta alcanzar el tamaño de un huevo de paloma, se reblandecieron, tomaron un color rojo amoratado y se hicieron muy dolorosos (Camacho, 1889, p. 53); supuraron primero arrojando mucho pus y luego un “líquido seroso” en gran abundancia con bastante “sangre venosa”. Esta supuración dio lugar a ulceraciones del tamaño de “una moneda de a 50 centavos”, de fondo rojo, “cubiertas superficialmente de escamas”. Emergió “un cuerpo largo, que llaman clavo, el cual era muy sensible y sangraba fácilmente. Los bordes de las ulceraciones eran cortados a pico, y la piel que los formaba dura, prominente y muy vascular.” (Camacho, 1889, p. 53) Las ulceraciones en el cuerpo de Justiniano Medina su cubrieron a los 10 días de “costras” de color “amarillo moreno”, surcadas por grietas de las que escapaba una abundante cantidad de “líquido seroso”, amarillento. Ulceraciones que fueron

9 tratadas a través de aplicaciones por “cauterios” con nitrato de plata y paños con ácido fénico. Si se contrasta la tesis de Indalecio Camacho (1889) sobre las marranas con los estudios sobre rinoescleromas reportados por la Revista Médica de Bogotá (1886) se observan dos énfasis argumentativos al orden del día en las dos últimas décadas del siglo XIX. Por un lado, la descripción clínica y por otro, el análisis de los agentes microbianos causantes de enfermedades. Ambos puntos de vista no son excluyentes sino que suministran dos horizontes discursivos que afianzan el campo disciplinar médico en el acto perceptivo y en las formas de decir la territorialidad de lo patológico. En la tesis de José Joaquín Ordóñez sobre el rinoescleroma, escrita en 1904 para la Facultad de Ciencias Naturales y Medicina de Bogotá, se fusionan ambos horizontes, pues Ordóñez pone el acento en el diagnóstico diferencial clínico de esta enfermedad, vista en tanto una enfermedad microbiana. Así, en el orden del discurso médico se opera un soporte científico de verosimilitud frente al decir y ver enfermedad, produciendo un efecto de verdad y de realidad en la interpretación del fenómeno patológico 5. Para Ordóñez, el rinoescleroma es “una afección de la piel y de las mucosas, de marcha crónica y de naturaleza microbiana, caracterizada por un especiamiento y una induración del tabique y alas de la nariz, de la mucosa de las fosas nasales y faringo-laringena, y que puede propagarse o aparecer primitivamente en las partes vecinas.” (Ordóñez, 1904, p. 9) Esta caracterización sintomatológica permiten ver la presencia de una explicación dermatológica que fundamentaban un diagnóstico diferencial de la enfermedad. Ordóñez intenta, entonces, poner de relieve los síntomas en la experiencia sensible del paciente 6 y convertirlos en signos patogénicos 7 del rinoescleroma,

5 Para el orden de problemas acerca de la interpretación , ver Tzvetan Todorov, 1993, y Friedrich Nietzsche, 1996. 6 Para Michel Maffesoli es posible pensar una experiencia de lo sensible en un conjunto estructuralmente polisémco como lo es el sentido común , en donde se juega una deontología que toma en consideración las situaciones del habitus social humano. Aquí “las astucias de la razón” periclitan ante las eficacias de lo sensible . Cfr. Michel Maffesoli, 1997. En tanto que para Michel Serres, el sentido común o sensorium commune podrá ser entendido como un espacio de saber que involucra todos los sentidos en una experiencia dérmica de la sensibilidad. Aquí se pone en función un empirismo que le da un estatuto significante a las circunstancias , las cuales imprimen

10 que la singularizan frente a enfermedades como la sífilis, el lupus nasal, el bubón de Vélez, el sarcoma y el epitelioma. Acerca de la diferenciación con la sífilis, dice: [...] en la sífilis, aparte de los antecedentes del enfermo, la marcha de la enfermedad, los trastornos concomitantes y el tratamiento específico, que por sí solos marcan muchas veces el diagnóstico; las alteraciones ulcerosas de la sífilis puede distinguirse de las ulceraciones del Rinoescleroma, porque la ulceración sifilítica es de bordes duros, tallados a pico, de fondo hueco, anfractuosos, compactos, en forma de escamas y de color amarillo verdoso, en cuanto que en el Rinoescleroma son, más bien que ulceraciones, erosiones superficiales, redondeadas, indoloras y que profundizan raramente, y no presentan verdadera supuración. En la sífilis la nariz es destruida por bordes, mutilada irregularmente y convertida en una verdadera cloaca, por perforación y necrosis, con eliminación de secuestros. Las cicatrices del rostro son centrales, deprimidas, desiguales. La sífilis perfora y destruye la bóveda o velo del paladar y sus dependencias, y forma adherencias del velo con la pared posterior de la faringe, alteraciones que son excepcionales en el Rinoescleroma. (Ordóñez, 1904, pp. 23-24)

En cuanto al lupus nasal, afirma que “el elemento primitivo del lupus esta constituido por el desarrollo de pequeños granos intradérmicos, de color rojo amarilloso, más o menos claros y transparentes, parecidos al azúcar de cebada roja, y recubiertos por la epidermis, a través de la cual se les percibe por transparencia, y más aún, cuando tienen el cuidado de extender una ligera capa de vaselina sobre la piel.” (Ordóñez, 1904, p. 24) Estos “elementos” constituyen, según Ordóñez, los “tubérculos lúdicos” o “lupomas”, que tienen por “carácter distintivo” ser blandos y de poca resistencia a la dilaceración, lo que contrasta con la resistencia de los tejidos que los rodean. La diferencia con el lupus radica en que el rinoescleroma emerge por placas duras y no por nudosidades blandas como el primero; las ulceraciones del rinoescleroma “son superficiales, de buen aspecto, secretan un líquido viscoso y cuyo tejido nunca se reblandece, ni sangra,

una historia ruidosa en los cuerpos, todo un conjunto de multiplicidades en una iconología de lo sensible . Cfr. Michel Serres, 2002. Ambas posiciones son integradas en este texto. 7 Según Georges Canguilhem, la invención del estetoscopio y la práctica de auscultación mediata, introducidos por Laennec en 1819, significó el eclipse del síntoma por el signo, obtenido, este último, por un artificio médico. El enfermo, portador y comentador de los síntomas, es puesto entre paréntesis. “La realidad sobre la cual el médico ejerce su juicio es reducida al conjunto de los signos cuya aparición él provoca. Desde ahí comienza la artificiosidad en la detención de las alteraciones, de los accidentes, de las anomalías, que van a enriquecerse progresivamente con todas las estratagemas técnicas de los aparatos de examen y de medida, así como con la sutileza en la elaboración de los protocolos de test.” (Georges Canguilhem, 2002, p. 77)

11 no tiene analogía con [...] el lupus. El lupus se desarrollo en terreno escrofuloso y en todas los periodos de la vida; el Rinoescleroma da en individuos vigorosos, sin la menor caquexia, y tiene su maximum de frecuencia entre los quince y treinta años.” (Ordóñez, 1904, pp. 25-25) La diferenciación con el bubón de Vélez se basa en la sensación que el médico tiene al dirigir su examen por el tacto de la región afectada, según perciba “endurecimiento” o “blandura”, y por la “sensación de dolor” en el paciente. El bubón se caracteriza por, [...] ulceraciones que aparecen en el punto en que ha tenido lugar la picadura del insecto, que es, generalmente, en las partes descubiertas (cara, cuello, manos y brazos, pies y piernas), y que están constituidas al principio por pápulas vesiculosas, convertidas al cabo de 15 o 20 días en verdaderas ulceraciones profundas, de bordes levantados y callosos, dolorosas, de escasa supuración, de consistencia blanda, y que dan, por el raspado, una pulpa semejante a la sustancia coloide; son de tamaño variable, pero generalmente del de una peseta de 50 centavos; su duración es de uno o varios meses, y pueden curar espontáneamente; la cicatriz consecuente es blanda, de bordes pigmentados y lisa. Estas ulceraciones suelen acompañarse de linfangitis, edema doloroso e infartos ganglionares, que pueden supurar. (Ordóñez, 1904, p. 29)

En el bubón, asegura Ordóñez, domina el crecimiento de la nariz, la dilatación de las ventanas y las ulceraciones tienen lugar, mientras que en el rinoescleroma predomina el endurecimiento y las retracciones. En último lugar, analiza el sarcoma y el epitelioma contrastados con el rinoescleroma. Es difícil, sostiene, reconocer una “neoplasia maligna” al iniciarse, pues no se encuentra en la superficie dérmica más que un pequeño tumor rojo oscuro, “pediculado” o no, e indoloro. Este tumor es de superficie bocelada, vegetante (epitelioma), que es muy raro; o liso (sarcoma), más frecuente. [Tiempo después] es más fácil el diagnóstico; hay obstrucción nasal, secreción saniosa y fétida, entrecortada por epistaxis espontáneas más o menos abundantes, dolores vivos en el trayecto del trigemelo, tumefacción de las mejillas, ensanchamiento de la nariz, turbaciones auditivas por compresión turbaria, signos de compresión cerebral, adenopatías submaxilares dolorosas. (Ordóñez, 1904, p. 29)

Con la técnica de la rinoscopia era posible ver, dice Ordóñez, una fosa nasal llena de una masa oscura o gris “vegetante”, de consistencia variable, envuelta en

12 “mucosidades fétidas”. Su punto de implantación era imposible reconocerlo, ya que al menor contacto, dice Ordóñez, se producía una hemorragia abundante. La muerte era provocada en los casos de sarcoma o epitelioma por la caquexia o por una meningitis. Y así, concluye que estos signos serían distintos del rinoescleroma. José Joaquín Ordóñez ofreció una serie de observaciones clínicas que respaldaban su análisis diferencial y le daban interés práctico y pedagógico a su posición de discurso. Suscribamos dos de ellas. Isidora Rodríguez, sirvienta de 25 años de edad, natural de Ubaté, tratada en el servicio médico del Dr. Martínez el 11 de junio de 1904, no tenía antecedentes hereditarios de importancia, ni personales, sifilíticos, tuberculosos ni de caquexia. Según la paciente, su enfermedad había principiado hacia 9 años, sin causa apreciable y sin reacción general, con una “verdadera tupición”, decía ella, por la sequedad anormal de sus fosas nasales, [...] con una sensación de obstrucción en la parte posterior de la nariz hacia adentro; la voz se hizo gangosa, y al mismo tiempo principio a notar cierta tumefacción y endurecimiento de las alas de la nariz, y que eran dolorosas a una presión algo fuerte; estos accidentes iniciales tuvieron un lento desarrollo durante 4 años; pero como aumentaba más y más la obstrucción nasal, la enferma ocurrió a la consulta del Dr. Indalecio Camacho, quien le hizo una operación consistente, según ella, en un raspado; duró cerca de dos meses en relativo buen estado; conservando siempre la nariz bastante dura, y al cabo de los cuales, al mismo tiempo que comenzó a sentir la misma sequedad nasal y molestia del principio, notó la presencia de una placa dura en la unión del borde libre del ala derecha de la nariz con el labio superior; lo que la enferma tomó por un barro incipiente. (Ordóñez, 1904, p. 31)

La “placa” era algo dolorosa, no estaba inflamada y supuraba apenas para formar una “costra pequeña”. La ulceración se fue extendiendo lentamente por el labio superior, hacia el lado del tabique, llegando al ala izquierda de la nariz; comenzando a sentir molestias en el paladar, debido a una alteración “que no se supo dar cuenta”. La enfermedad siguió su marcha invasora a pesar de cauterizaciones y tópicos aplicados; [...] principiaron a producírsele sobre esos mismos puntos exteriores una excrescencia en forma de cresta o tubérculos, que fueron aumentado de tamaño y que le obstruyeron las ventanas de la nariz; por este motivo resolvió venir al hospital, en donde la encontramos en el siguiente estado:

13 Mujer adulta, de regular estatura, bien conformada, robusta, que no sufre de enfermedad ninguna, excepto de las fosas nasales, y que no presenta infarto ganglionar de ninguna especie. (Ordóñez, 1904, p. 31)

En la nariz se percibía, dice Ordóñez, una “dureza leñosa” considerable de las alas y del tabique, las ventanillas completamente obstruidas por las excrecencias y tubérculos en forma de cresta a ambos lados de la nariz, duros pero elásticos, dolorosos a la presión, de color moreno en la base y “grisoso” en la cima;

[...] estas turbaciones de sensibilidad aumentan en intensidad siempre que la enferma se expone a la acción del calor. La voz es completamente nasal y la respiración se hace por la boca. Sufre accesos de disnea. Al examinar el velo del paladar lo encontramos esclerosado, completamente duro, como de marfil; presenta una exulceración extensa pero superficial, de color rojo lívido, sin supuración, y que se continúa hasta la parte posterior de la faringe; los pilares se ven retraídos por bridas cicatriciales, de color blanquizco; la úvula ha desaparecido por completo; la enferma se queja de sordera, lo que nos hace pensar que la trompa de Eustaquio está invadida. (Ordóñez, 1904, pp. 32-33)

Según Ordóñez, no era posible practicar una “intervención a mano armada” en esta rinoescleromatosa, y su única esperanza la constituía una “traqueotomía con cánula a perpetuidad”. En el caso de “osteoma”, raro en las fosas nasales, en Carlos Morales era indiscutible un claro diagnóstico diferencial de rinoescleroma frente a otras afecciones. Morales era un joven de 17 años de edad, soltero y albañil, proveniente de Bogotá, que había sido tratado por el Dr. Lobo el 18 de noviembre de 1904. No tenía “antecedentes hereditarios” pero si “antecedentes específicos”.

Sufrió cuando pequeño de un traumatismo en la nariz, que le produjo epistaxis abundante, y más tarde, es decir, hace diez años, sin una causa aparente, se le produjo una fluxión nasal, continua, sin caracteres especiales, pero que no cedía al tratamiento; al mismo tiempo, las narices eran dolorosas al sonarse; poco después la nariz se abultó, comenzó a endurecerse, y notó el enfermo un principio de obstrucción en la fosa nasal izquierda; sentía dificultad para respirar cuando hacía algún esfuerzo; la alteración continuó avanzando sin tratamiento apropiado, hasta el día que tuvimos ocasión de examinarlo, debido a la galantería del Dr. Lobo. (Ordóñez, 1904, p. 34)

El enfermo era, según Ordóñez, de regular estatua, bien conformado, de color moreno, con infarto ganglionar generalizado y rugosidades en las tibias y

14 clavículas, “signos específicos” que confirmaban un rinoescleroma. La nariz se encontraba ancha en su parte media, muy abultada y dura. Por medio del “laringoscopio” y la “rinoscopia”, se halló el conducto nasal derecho muy estrechado, y se notó la presencia de un “cuerpo muy duro” hacia el lado del tabique; el conducto izquierdo completamente obliterado “por una neoformación hecha a expensas del cornete inferior y por el espesamiento de la mucosa en esos puntos.” (Ordóñez, 1904, p. 35) Al realizar un “raspado” de la zona afectada, el médico tropezó con “una sorpresa muy grande”, al encontrar que “el tejido neoformado gritaba” bajo la “careta de Lermoyez” y daba toda una sensación de tejido óseo. Esta “neoformación” era un “osteoma” de las fosas nasales. En la caracterización patológica del rinoescleroma, expuesta en la tesis de José Joaquín Ordóñez, se aprecia un espacio de tensiones designativas en las maneras de ver y de decir enfermedad, debido a que esta particular afección comportaba un cierto polimorfismo patológico epidérmico . En esta medida, la escritura de la enfermedad deviene una variada gama de narrativas y de puntos de vista en el diagnostico y caracterización del rinoescleroma en tanto una entidad patológica . Esta preocupación por construir una nosología clara de la enfermedad es visible en un caso registrado por Juan Bautista Montoya y Flórez en 1904. José Maria Silva exhibía una nariz del color de la berenjena “quintuplicada” en su “volumen normal”, decía Montoya y Flórez en la descripción de este caso de rinoescleroma. El médico colombiano se preocupó por diferenciar las características patogénicas de esta enfermedad frente a otras afecciones como la elefantiasis de los árabes, pues, según él, las narices en los casos de rinoescleroma hacían pensar “involuntariamente” en las “hipertrofias” y “edemas localizadas” en la elefantiasis. ¿Habrá alguna relación? ¿Será el rino-escleroma una verdadera elefantiasis naso-faríngea, o solamente un estado elefantiásico?, el estudio bacteriológico le brindará a Montoya y Flórez la respuesta: dos “microbios” se vincularan a una misma especie, el coco-bacilo encapsulado y el neumo-bacilo de Friedländer. De esta forma, la mirada clínica que asocia por relaciones de semejanzas patológicas encuentra su confirmación en el análisis microbiológico.

15 José Maria Silva era un hombre de sesenta años de edad, terciador o carguero entre Ituango y Uré (Antioquia), lugares donde residía. Entró a los servicios de Montoya y Flórez en el Hospital de San Juan de Dios en julio de 1904. El médico registró la anamnesis 8 clínica de su paciente. Silva afirmaba que de joven padeció de gota 9 y hacía diez años atacado por “fiebres intermitentes perfectas”, las que le duraron dos meses. El médico se preocupó también por los “antecedentes personales” del paciente, pues decía que no era ni alcohólico, sifilítico y tampoco tuberculoso. Así comenta el desarrollo y recorrido patológico en Silva: Hará catorce años comenzó a notar que las narices le manaban mucha mucosidad fluida como agua, la conjuntiva del ojo izquierdo se le irritaba con frecuencia, luego pasó al otro ojo y se le formaron sendos abscesos en ambos sacos lacrimales, de entonces acá tiene epifora constante, debida seguramente a la obstrucción de los canales. Las narices han ido aumentando de volumen, la respiración se ha hecho difícil por la gran hipertrofia de la mucosa nasal. Hace tres años dejó de oír por el oído derecho, y el izquierdo ya está muy duro a su vez. (Montoya y Flórez, 1906, p. 469)

Las singularidades anatomoclínicas aquí retomadas por Montoya y Flórez dejan ver la disimilitud entre el estado patológico y el normal como dos estratos de condiciones de existencia distintas.

Anciano vigoroso que presenta como única enfermedad una enorme nariz de color amoratado como la berenjena. Este órgano ha quintuplicado de volumen. La hipertrofia de la piel que cubre la nariz y la parte inferior del tabique, es notable y en varios puntos se ve surcado de finas ramificaciones venosas. No se ve ningún punto ulcerado. Su consistencia es dura, como quiloidea. Esta nariz es indolente espontáneamente, y a la presión, cogiéndola entre los dedos, no se deprime, parece un molde de yeso, las alas están completamente inmovilizadas. Las fosas nasales están completamente obstruidas por la hipertrofia de la mucosa. La úvula se eliminó debido a una ulceración de la parte posterior del velo del paladar, y se halla substituida por un tejido fibroso retráctil. La faringe a nivel de las trompas, se ve inflamada y esclerosa. La laringe está bien aún. La respiración se hace exclusivamente por la boca. A nivel del saco lacrimal izquierdo se ve un grueso nódulo escleromatoso. La integridad de los

8 Anamnesis : Reminiscencia, arte de volver a la memoria los objetos olvidados. Parte del examen clínico que reúne todos los datos personales y familiares del enfermo anteriores a la enfermedad; opuesto a catamnesis . Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas , 1963, Barcelona, Salvat, artículo Anamnesis . 9 Juan Bautista Montoya y Flórez corregía a su paciente utilizando un tecnolecto: “linfangitis periódica de los pies”.

16 ganglios cervicales y parotideos parece completa. Al comprimir los sacos lacrimales se hace salir un líquido muco-purulento. (Montoya y Flórez, 1906, pp. 469-470)

A partir de todo este territorio patológico , Montoya y Flórez diagnosticó una “hipertrofia de la piel” que cubría la nariz y eliminaba los pólipos nasales, lo cual le permitió diferenciarla del epitelioma, pues era crónica, no había dolor ni tampoco ulceración. La sífilis también fue descartada por la falta de antecedentes, la marcha peculiar y lo exclusivo de la “localización”. Montoya y Flórez caracteriza, entonces, a esta enfermedad como “grotesca” y semejante a una “máscara carnavalesca verrugosa y acartonada”: “el aspecto de los individuos afectados de rino-escleroma es bien característico y grotesco. Su enorme nariz, verrugosa y acartonada, los asemeja a una máscara carnavalesca, que no le va en zaga a la que describe Cervantes a Tomé Cecial, aquel compadre de Sancho, que hacía de escudero del caballero del Bosque que tanto pavor puso en el ánimo del buen Panza.” (Montoya y Flórez, 1906, pp. 470-471) Para Montoya y Flórez en este caso de rinoescleroma, la intervención quirúrgica era impracticable por las perturbaciones profundas que ya había producido la enfermedad, y afirmaba que la marcha progresiva y descendente de la infiltración y de la esclerosis provocará pasados algunos años la muerte de Silva por asfixia laringo-traqueal. “Como el tratamiento médico es largo y no ha dado hasta hoy resultados satisfactorios el paciente no quiso someterse a él, y abandonó el Hospital en agosto de 1904, regresando a los bosques de Uré” (Montoya y Flórez, 1906, p. 471), para seguir en sus labores de terciador y carguero sin volver a tener noticia de él. Los casos hasta aquí analizados muestran cómo las diagnosis de enfermedades, desde una perspectiva anatomoclínica y bacteriológica, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, ponían en juego análisis diferenciales de las distintas manifestaciones patológicas que tenían como escenario la piel. De esta forma, el estudio dermatológico de los síntomas de enfermedades como sífilis, lepra, epiteliomas, rinoescleromas, marranas, entre otras, orienta su mirada hacia una cierta pregunta por las experiencias del afuera en el momento de comprender las “revelaciones cutáneas” que le daban materialidad a la enfermedad en tanto un

17 territorio de visibilidad patológica. La enfermedad era entendida entonces como una entidad que se hacía visible en la superficie del cuerpo y el análisis de los “signos visibles” de la enfermedad serían aprehendidos a través de la experiencia sensible del médico. Toda enfermedad es un campo de materialidades dermatológicas en este campo de la mirada médica.

III. Consideraciones finales: cuando la piel habla La piel constituye una superficie de inscripciones múltiples, de devenires-intensos entre lo que se ve y lo que se dice . La piel se agita como una bailarina, esculpida por experiencias del afuera proyectadas en un cuerpo que busca su espacialidad en un efecto de remisión mixto: plegamientos correlativos entre el afuera y el adentro, repliegue del lenguaje-cuerpo-acontecimiento, pura exterioridad desplegada. He aquí un territorio de escenificación en un plano de expresión (lenguaje) donde prima lo que se dice por insistencia y donde lo que se ve no se dice sin acontecer, y plano de contenido (huella) donde lo que acontece está en relación con la exterioridad y lo que se dice es un único acontecimiento en que se comunican todos los acontecimientos. Un producir en el pensamiento nos remite a un dejar huella en la piel, tatuarla e inscribirla en cuanto superficie de topografías expresivas: piel historiada, lugar de memoria y de rugosidades existenciales, La piel historiada lleva y muestra la vida propia o la visible: desgastes, cicatrices causadas por las heridas, porciones de piel entumecidas por el trabajo, arrugas y surcos de antiguas esperanzas, manchas, lunares, eczemas, psoriasis, paños, allí se imprime la memoria, por qué buscarla en otra parte; o la invisible: huellas fluctuantes de las caricias, recuerdos de la seda, de la lana, los terciopelos, las pieles, los fragmentos de roca, las cortezas rugosas, las superficies rasposas, los cristales de hielo, las llamas del fuego, timideces del tacto sutil, audacias del contacto combativo. A un dibujo o colorido abstracto correspondería un tatuaje fiel y leal donde lo sensible se expresaría: si este imita viñetas, iconos o letras, todo se hundiría en lo social. La piel se convertiría en bandera, en la medida que presenta huellas (Serres, 2002, p. 26).

Un diagrama nos permite entender la dinámica de estos dos planos puestos en escena por una dramática epidérmica . La expresión y el contenido se espacializan

18 en la construcción de la enfermedad dermatológica a partir de tres posiciones intercambiables por bifurcación 10 :

DIAGRAMA EPIDÉRMICO

Lenguaje

Cuerpo

Acontecimientos

Estas tres posiciones funcionan en tanto equivalentes. Cada una potencia a la otra en una relación de cambio y equivalencia general. Este diagrama ofrece una explicación de la manera cómo la medicina a finales del siglo XIX y comienzos del XX pone en función un juego de relaciones de implicaciones recíprocas en las descripciones epidérmicas de las enfermedades según las siguientes correspondencias:

Lenguaje-cuerpo-piel Superficie-acontecimiento-plegamiento

Las líneas que se trazan en la dimensión del lenguaje, del cuerpo y del acontecimiento tejen un complejo conjunto de segmentaridades de los flujos entre lo visible y lo enunciable. Ráfagas de piel se vierten en la voz y en las impresiones del saber, puesto que el volumen de lo que está afuera remite a variaciones figuradas de lo que está adentro. Una operación de plegado hace ruido aquí mediante un proceso de implicación. “Si los enunciados solo existen dispersados en una forma de exterioridad, es precisamente porque las relaciones de poder son difusas, multipuntuales, en un medio que ya ni siquiera tiene forma” (Deleuze,

10 Parasitamos aquí los planteamientos de Michel Serres, quien sugiere que toda cadena parasitaria está constituida por tres posiciones intercambiables entre el interceptor, el hospedero y el parásito, en donde se dibuja un esquema por bifurcación. Cf. Michel Serres, 1980.

19 1987, p. 112). Así como pensar supone un ejercicio de plegado, el cuerpo, su espacialiadad, dobla el afuera en un adentro coextensivo a él, funcionando como una banda de Möebius. En esta relación de mutua correspondencia entre el adentro y el afuera, lo patológico marcha, tiene un recorrido sintomatológico en tanto un efecto de superficie, un acontecer epidérmico, el cual traza, tatúa e imprime materialidades visibles en el cuerpo en una tensión constante entre lo que se dice y lo que se ve en el registro de la mirada clínica. La enfermedad se pone de manifiesto, lo hemos visto en los casos analizados anteriormente, en una piel descubierta que confiere un territorio de visibilidad a un saber clasificatorio de la enfermedad. De esta forma, es posible apreciar cómo se opera un despliegue del cuerpo, del lenguaje y del acontecimiento (pura exterioridad desplegada), en las forma de ver y decir la enfermedad en la medicina colombiana al darle un estatuto médico a enfermedades como epiteliomas, rinoescleromas y marranas, lo que es igualmente notable en patologías como la sífilis o la lepra. Decir enfermedad se lleva a cabo en una positividad significante y constitutiva médica, donde las experiencias patológicas del cuerpo tienen espacialidad dermatológica, la que constituye una exterioridad de tensión problemática entre lo que se ve y lo que se dice en los análisis diferenciales anatomopatológicos y anatomoclínicos. Las diversas manifestaciones patológicas suministraran un material de juicio médico que permite distinguir las enfermedades a partir de análisis diferenciales, que no dejan de enfrentar interpretaciones y posiciones frente a los síntomas visibles. La bruma de lo que está oculto es aclarada por una lectura rigurosa de la mirada que toca, oye y ve, proyectando un lenguaje abrasador. Esas mutuas correspondencias entre lenguaje, cuerpo y enfermedad proyectadas en superficies patológicas se aprecian en el vínculo entre clínica y bacteriología. Como hemos visto, tal relación vehicula la anatomía patológica con el carácter parasitario de la enfermedad, manteniendo una tensión discursiva en la descripción de la estructura normal morfológica, evidenciada por perturbaciones epidérmicas inducidas por la acción destructiva de microorganismos. La enfermedad hace ruido tanto en una pluralidad de formas como en ámbitos de

20 saber y de poder específicos. La enfermedad como lo múltiple, un barullo o una inundación de sonoridades que estremecen por sus situaciones móviles, en experiencias concretas de sensibilidad médica y de padecimientos escenificados en una pura exterioridad desplegada, que le dan materialidad y algo que pensar a la medicina.

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El peritaje de las diferencias étnicas de los esclavos negros a su llegada a Cartagena en el siglo XVII en la obra del sacerdote jesuita Alonso de Sandoval

Hugo A. Sotomayor Tribín . Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina Miembro activo de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina

Introducción.

Los análisis morfológicos de las personas vivas y de los cadáveres o restos esqueletizados que hoy forman parte de los estudios tanto de la antropología cultural como de la forense y de la medicina forense- del latín forensis , relativo a la plaza de mercado o foro- tienen en la historia de lo que es Colombia un interesante antecedente en la obra del jesuita Alonso de Sandoval. Este ilustre sacerdote jesuita que vivió en Cartagena a lo largo del siglo XVII dejó en su obra Un tratado sobre la esclavitud, importantes datos sobre ciertos rasgos individuales y étnicos de los negros que llegaban esclavizados a Cartagena procedentes del África. La preocupación y la mirada inquisitiva sobre estos rasgos individuales y étnicos que tuvo Alonso de Sandoval fue parte de la mirada que tuvieron médicos y otros atentos observadores del gran tráfico e intercambio humano que comenzó a darse a partir de la aparición de América ante los ojos de los europeos. El tráfico negrero hizo que los comerciantes y los médicos que los asesoraban estuviesen pendientes de las características individuales y de procedencia que tenían las diferentes personas esclavizadas, y sobre ellas hicieron sus escogencias y negocios. Cada nación europea inmersa en el tráfico negrero tuvo sus preferencias y prácticas de valoración de sus “piezas” humanas.

El investigador Suescum cuenta que el tráfico de esclavos africanos fue canalizado por la Corona española a través de las licencias y los asientos. Y que las licencias que se otorgaron durante el siglo XVI, eran una especie de merced real, mediante las cuales se autorizaba a súbditos españoles, para comprar a los portugueses un número determinado de negros africanos, transportarlos e introducirlos en las Indias y venderlos como esclavos en 2

Cartagena o Portobelo, sin que los beneficiarios tuvieran la obligación de pagar suma alguna al fisco real. El asiento, en cambio, consistía en un contrato por medio del cual un particular o una compañía se comprometía con el gobierno español a capturar o comprar determinado número de negros africanos, hombres y mujeres, transportarlos a las Indias, entregarlos registrados en los puertos de Cartagena, Portobelo y Veracruz, venderlos en esas plazas y pagar determinada cantidad de dinero por concepto de derechos fiscales. Desde finales del siglo XVI y hasta finales de la época colonial, la Corona procedió a otorgar licencias y celebrar contratos con diversas compañías para traer negros africanos a las Indias, y grandes empresas europeas se incorporaron al tráfico de esclavos, como la Compañía de las Indias Occidentales, de Holanda; la Compañía de Cacheu, de Portugal; Baltasar Coymans, de Holanda; La Real Compañía de Guinea , de Francia; la South Sea Company, de Inglaterra. Estas modalidades de contratos fueron utilizadas para manejar el tráfico de esclavos negros desde 1595 hasta 1789, cuando se decretó el libre comercio. (1)

La investigadora Navarrete cuenta que en Cartagena a partir de 1631 comenzó a aplicarse, para el pago de derechos y fletes, el uso técnico del concepto de “pieza de Indias” que tenía por objeto establecer de manera más acertada las cantidades de los negros de armazón también un examen físico y un estimado de edad y que para esa años parece que los negros procedentes de Guinea eran preferidos a los de Angola. Según ésta misma investigadora los médicos fueron personajes muy importantes en la valoración y peritaje del costo de las”piezas “rematadas en los mercados de esa ciudad como consta en la evolución que por la participación del doctor Mendo López del Campo y el licenciado Blas de Paz Pinto se sabe, al analizar los daños y defectos que tenían las treinta y un piezas del depósito de tierra Angola el día 28 de abril de 1636, en la que consignaron que Juan tenía “tuerto” el dedo de la mano izquierda. Jerónimo tenía un lobanillo en la mano. Pedro presentaba manchas de morfeo en la cara. Gonzalo padecía de calenturas de enfermedad peligrosa. A Diego le faltaban dientes y tenía el dedo pulgar con (alicion) A Manuel, además de estar enfermo, le faltaban dientes arriba y abajo. 3

Andrés mostraba falta de dientes. Cristina padecía de una llaga en una pierna; le faltaban dientes, la luz de un ojo y un tobillo hinchado. A maría le faltaban dientes arriba y a Guiomar arriba y abajo. A Lucía, además de faltarle dientes arriba y abajo, tenía una señal de herida en la cara, Juliana no tenía algunos dientes. Beatriz presentaba la cicatriz de una herida en una pierna. lo cual era una “gran fealdad” y un dedo de la mano tuerto. A María y a Isabel les faltaban dientes arriba y abajo. Isabel, una muleca, mostraba falta de dientes y dos dedos del pie cortados. De Lorenza se dijo que estaba loca, no hablaba y era sorda, por lo tanto no era de recibir y se devolvió al vendedor. (2) A los negros esclavizados, al igual que a los esclavos que obtenían los romanos y los pueblos europeos de la Edad Media, se les marcaba con hierros candentes o planta candente-que formaba una cicatriz más clara- en diferentes sitios como los hombros, el pecho yo el antebrazo. Estas marcas tenían diseños diferentes según los mercaderes de tierra, los propietarios del buque o los compradores de los lugares de destino. El capitán inglés Thomas Phillips, describió cómo “marcábamos a los esclavos que habíamos comprado, en el pecho o el hombro derechos con un hierro candente, que llevaba el nombre del buque; primeros frotábamos un poco de aceite de palma en la piel para que el hierro les causara apenas un poco de dolor, y la señal se cicatrizaba en cuatro o cinco días” (3)

En este contexto es que caben las apreciaciones del padre Alonso de Sandoval consignadas en su obra “De instauranda Aethiopum salute” aparecida en Sevilla en 1627. El sacerdote jesuita Alonso de Sandoval, nacido en Sevilla en 1577 y ordenado en Lima, llega a Cartagena de Indias en 1605, en donde permanece hasta su muerte en 1652, se preocupó desde un principio por la situación física y espiritual de los bozales o esclavos negros recién llegados y en especial por la dificultad de comunicarse con ellos debido a que estos hombres y mujeres constituyeron un conglomerado en que el mismo padre Sandoval pudo 4 distinguir más de setenta lenguas. En el esfuerzo para comunicarse con los esclavos recién llegados para aliviarlos de sus males físicos y bautizarlos el padre Alonso de Sandoval a través de la Compañía de Jesús, llega a comprar negros intérpretes-que en ocasiones llegaron a ser hasta dieciocho- entre los cuales hubo verdaderos políglotas y a hacer un ordenado seguimiento de toda la situación de las consecuencias de tráfico humano de los negros en Cartagena de Indias que fue la base para su libro publicado en 1627 en Sevilla. El padre Alonso de Sandoval cuando publica su obra es el rector del Colegio de Cartagena de Indias. El autor de estas líneas en su obra Guerra, enfermedades y médicos en Colombia ya había tenido la oportunidad de señalar otros aspectos de la vida de los negros, documentados en la obra del padre Sandoval (4)

Material Los adornos corporales tipo peinados, pinturas, tatuajes, escarificaciones, perforaciones, aretes, bezotes, cari curies, inserción de objetos, etc. han sido usados por las grupos humanos, sociedades e individuos a lo largo de tiempo y en todas las civilizaciones para realzar valores sociales, religiosos, mágicos y estéticos, y practicados, principalmente cuando generan dolor, como ritos de paso de la infancia a la adultez. Estos adornos corporales con el sexo, la edad, la filiación racial y las características físicas habituales y poco frecuentes les sirven a los antropólogos y médicos para caracterizar a esos grupos y a esas personas Ellos son de utilidad para reconocer a esas sociedades y particularizar grupos e individuos. Y esto lo comprendió perfectamente el padre Alonso de Sandoval, que con sus observaciones sobre las características físicas de los dientes, los tatuajes, los peinados realizadas al lado de los esclavos fue capaz de establecer importantes diferencias étnicas, de procedencia y de casa comercializadora de los esclavos que llegaban a Cartagena de Indias.

Variaciones en el color negro de las personas y del ensortijado de los cabellos. Lenguas, perforaciones en orejas y regiones superciliares. 5

“Cuatro son los mas principales puertos de donde ordinariamente suelen venir Negros a este puerto de la Ciudad de Cartagena de Indias, que es la principal y derecha descarga de todo el mundo.Vienen de los Ríos de Ginea y puertos de su tierra firme: de las islas de Cabo Verde, S.Thome y del puerto de Loanda o Angola; y cual de los otros reconditos y apartados Reinos, así de la Etiopía Occidental, como de la Oriental...muchos de los cuales yo he visto, y son Negros atezados como los de Guinea, aunque en algunos es el cabello no tan retorzijado. Y aunque es verdad, que a todas estas naciones llamamos comúnmente Negros, no todos son atesados; antes entre si mismas ay en casi todas gran variedad; unas son mas negras que otras:otras no tanto: otras de color de membrillo cocho, que dicen; otros loros, o zambos, o de color bazo, medio amulatados, y de color tostado; por lo cual seran conocidas sus castas de aquellos que huvieren tenido curso de tratallos y continuación de verlos… Los Jolofos, Berbesies, Mandingas y Fulos suelen de ordinario entenderse entre si, aunque las lenguas y castas son diversas , por la gran comunicación que tienen, a causa de aver recibido comúnmente todas estas naciones la maldita secta de Mahoma... Destos los Mandingas son innumerables, por estar divididos en casi todos los Reinos, y así saben casi todas las lenguas. La señal por donde mejor se dan a conocer estos, es por no tener las orejas agujereadas, siendo mas señoriales, y dispuestos que los Angolas y Congos que las agujerean. Los Fulos demas desto, se conocen por color , que es blanquiso y amulatado, aunque otros muchos son negros y atezados....Conocense estos Banunes, Casangas y Bootes, en que los Banunes tienen dos o tres ordenes de pintas con gran proporción e igualdad unas tras otras, del grueso de un pequeño garbanzo puntiagudo, que les corre por toda la frente, y ciñe hasta muy abaxo de las sienes con alguna gracia y hermosura. Otros tienen en los dos lados de las sienes, dos cuadros de hileras de seis pintas redondas en gran proporción y gracia. A otros se verán las mesmas pintas por gran parte de su cuerpo con mucha igualdad, hermosura y labor... Muchos Branes están señalados al modo que diximos de los Banunes y otros diferencian en que las pintas están mas juntas, mas pequeñas algo obscuras y chatas .”. (5)

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Las marcas impuestas por los mercaderes. Perforaciones, dientes labrados “Suelen tambien los Balantas hablar Bran y Mandinga. Y los mas tienen una graciosa señal, que es tres signos de escribano en las dos sienes, y encima de la nariz en el entresejo. Otras tienen solas dos, que les cogen todos los pechos, que no parece sino que estan cubiertos con una gorguera labrada de unas medias lunitas. Otras no tienen señal ninguna... a los Biafares. A estos como vienen desnudos, así como todos los demás, se les ha notado por señal, aunque no es general en todos, un circulo redondo, que les siñe todo el ombligo. Los Nalues tienen encima de la nariz dos rayas algo profundas y apartadas, que les coge toda la frente a lo largo, señal algo parecida a la que en el mismo lugar tienen los Zapes, Cocolies: A estos Nalguees suelen entender los Biafras. Los Biojoes o Nijogoes, aunque los nombres de sus tierras son muy distintos, hablan solamente dos lenguas algo diversas: y así unos se llaman Biojoes y otros añaden Biojoes Bizcainos: estos son todos muy atezados, zenzeños y de buenas faiciones: y cuando se quitan el cabello dexan labrada con parte de la cabeza graciosamente... Las señales que tienen estos Zapes, son muchas y varias, muy vistosas y graciosas.Pondré exemplo en las que noté en uno de donde se conjeturaban los demás: Este tenía a lo largo de la frente dos rayas de pintas azules, agradables a los lados de las cienes hasta las mesillas, cinco largas, que le cogían casi todo el rostro y debaxo de los ojos en las mesillas tres mas pequeñas azules: en la garganta, amodo de collar, tenía tres rayas anchas, que rematava en cada lado con otras cuatrolargas. En el costado derecho tenía cuatro, prolongadas por todo el lado, En los pechos tenía dos castillos dibuxados de color azul: y los molledos estavan cubiertos de otras varias señales, y así iva por todo el cuerpo. Finalmente estas castas y todas las que hemos referido generalmente se labran los dientes , mas por pulicia y gala que no por limpieza: pues no seles da nada se quede la comida entre las muelas cuando comen, porque no se echa de ver: y sienten mucho si se queda 7 entre los dientes: y entre ellos es caso de menos valer no tener los dientes labrados, ni salen en público, ni tratan con gentes hasta que se los labren”. (6)

El valor de los negros según su procedencia. Señales en la cara. Cicatrices en el tronco. Arreglos de los cabellos. Peinados. Diferente resistencia a enfermedades. Diferentes cabelleras. Dientes labrados y pulidos . “Los negros de la isla de S.Thome ( que es como puerto de donde salen navios para el rescate de los negros que comunmente dezimos venir de S.Thome, y no son sino de la tierra firme, Reinos y puertos que hemos dicho donde los Españoles van a su rescate) son de menos ley que los que hemos nombrado venir de los Rios de Ginea, y de menor valor; pero de mayor valor y precio que los Angolas y Congos y para mayor trabajo; resisten más las enfermedades; no son tan pusilánimes ni huidores. Las castas que de ordinario traen de aquellas partes son Minas, Popoos, Fulaos, Ardas o Araraes, que todo es uno, Offoons, también casta Arda; Lucumies o Terranovos; Barba, Temnes, Binis, Mosiacos, Agares; Gueres, Zarabas, Iabus, Caravalies naturales o puros que dezimos; y Caravalies particulares. Estos últimos son innumerables y que no se entienden unos con otros ni los entienden comúnmente los Caravalies puros.v.g. Ambo Caravali particular, Abalomo, Bila, Cubai, Coco, Cola, Dembe¸ Done, Evo, Ibo, Ido, Mana, Moco, Oquema, Ormapri, Quereca; Tebo, Teguo; y ansí van diferenciando innumerables en nombres, assi como en lenguas...Conocense estas naciones de ordinario por las señales del rostro y del cuerpo. Los Popoos se señalan con un arco y flechas que les ciñe las sienes por ambas partes y lados, saliendo la flecha de la parte de los ojos y rematando en las orejas. Los Ardas tienen variedad de señales , los más estan saxados en ambas sienes, de modo que se divisan con diferente color del que tiene el rostro. A estas mesmas señales añaden otros. Otra de la mesma suerte en el entrecejo, y toda la cara rayada sin proporcion ni modo. Otros tiene tres o cuatro rayas profundas en el rostro, mas baxas un poco que los Parpados, y causanles alguno modo de hermosura: otros unas rayas largas y anchas, y algo profundas, que les ciñen todo el rostro por ambos lados, tres, cuatro y cinco en cada lado; que se vienen a rematar en la boca, cosa fiera y espantosa para los que no han acostumbrado verlos, y esto es en tanto grado 8 que muchos no quieren comprar estos negros assi señalados por el pavor que les causa verlos y assi los dan por menos precio. Demas destas cuatro rayas en los lados, tienen juntamente otros otras dos en la frente, y en cada mexilla una señal redonda que tira a azul. Otos tienen en medio de la frente seis pintas levantadas de su mesma carne, unas enfrente de otras con proporción y gracia, correspondiéndoles otras doze en cada parte a lo largo desde los ojos, hasta las orejas….. Y de la misma suerte labradas la mitad de las espaldas y brazos, que no parecen de lejos sino que estan con una cota armados, y luego a manchas hasta la cintura las mesmas pintas en proporción con diferentes labores. Otros tienen desde lo alto del cuello hasta la cintura, seis líneas destas pintas, dexando canal en medio con maravillosa proporción e igualdad: y otros parecen que estan escritos de caracteres antiguos o como los que usan los Chinos. Son finalmente las señales, pintas , labores y rayas con que esta nación se señala el cuerpo, de extraordinaria variedad, y en parte muy semejantes a las señales de los Zapes y Zozoes… .Otros ay que no tienen raya ni señal alguna en los rostros, aunque si en el cuerpo y en los cavellos, donde hazen mil invenciones agradables ; demas ser estos hermosos de faiciones, lo cual nos da a entender la fealdad que les causa las señales a los otros. Las rayas de los Lucumies se asemejan mucho a las de los Ardas, unos, dexando otras señales, tienen tres rayas largas y profundas, una que les ciñe toda la frente a lo largo hasta la mesma naris, y las dos por las sienes, y en cada lado del rostro otras cinco, las tres que vienen a rematar en la boca y las otras dos en arco desde las sienes hasta toda la naris. Los Lucumies Barbas, se agujerean la ventana izquierda de la naris alguna otra sin señal. Los Lucumies Chabas tienen todo el cuerpo pintado , y en medio de la frente suelen estos tener un Obalo acompañado a los lados de dos cuadros; y de los cantos de la boca le salen dos rayas hazia las orejas, y de cada lado otras seis rayas, tres que les cruzan el cuello, y rematan tras las orejas y las otras tres que el cruzan las mexillas y rematan en las sienes. Los Caravalies también tienen sus señales muy distinctas, que assi como lo son las naciones, lenguas y castas que no las refiero por ser como ellos innumerables.... Los Mozambiques tienen en las sienes y a lo largo de la frente, 9 tres señales que se asemejan a espigas, otros tienen una en la frente y tres en cada sien. De Loanda vienen de ordinario estas castas: Angolas, Congos o Monicongos, que es lo mesmo: Angicos, Monxiolos y Malembas; todas las cuales castas y otras que también en poco número, vienen aunque entre sí son diversas, suelen de ordinario ser de cada una general ad invicem entre si, principalmente la Angola, la cual casi todas essotras naciones: los mas expuestos a enfermedades, que menos las resisten, pusilánimes de corazón y que más fácilmente mueren. Conocense lo comun ser destas naciones, porque estas a diferencia de las demas, traen todos los hombres crecido el cavello por la parte interior de la cabeza a modo de guirnalda. Y las mugeres hechas unas crinexas de sus cavellos retrozijados; todos tienen las orejas por agujerar, a diferencia de casi todas las demas naciones que las traen agujereadas; aunque algunos agujerean una sola, que suele ser de ordinario la izquierda. Los mas tienen las sienes con muestras de averselas sexado en su tierna edad, aunque no tanto como los Ardas. Los Angicos tienen entre ceja y ceja una señal algo levantada y pintada. Otros unos cuadros vistosos en las sienes y entrecejo de cinco rayas delineadas de pintas iguales, que hazen muy apasible rostro; y todos tienen los dientes agudos, labrados y apartados, a diferencia de los Malembas, que les faltan los dos del lado inferior; y los de arriba correspondientes a esos tienen cortados al sesgo, y en las mexillas dos ordenes de pintas que les hermosea el rostro. Y esta advertencia de señales que hemos dado de cada casta y nación ( aunque muchas no tienen ninguna, que también es señal) es cosa muy necesaria para el conocimiento destos Negros, por las cuales cuando no hiviera otro orden, les pudieramos llamar al catechismo del baptismo o confesión” . (7)

Arreglos de los cabellos. “Son estos cafres negros, prietos como la pez, de cabello crespo y retorsijado:son gentiles hombres, principalmente los Macarangas, que viven en las tierras del Quiteve. Todos traen la cabeza llena de cornesuelos por gala , los cuales hazen de sus mismos cavellos torcidos y derechos como un huso, 10 para lo cual los rebuelven a un palo y trenzan galanamente, en que ponen toda su gentileza. De los hombres que no los trahen, hazen gran fiesta y mofa, motejándolos de mugeres, diciendo que al ser hombre pertenece traerlos, comparándose en esto a los animales silvestres, entre los cuales las hembras no los tienen como son las ovejas, venados y otros. El Quiteve se diferencia mucho en esto, porque trae cuatro, uno de una tercia sobre la mollera, como unicornio, y tres mas pequeños, el uno en el celebro, y los otros dos sobre las orejas, cada uno de su parte muy derechos hazia arriba, por cuyo respecto andan todos con las cabezas descubiertas y no usan sombreros”. (8)

Robustez. No encanecen. Perforaciones “Son de natural robusto , altos de cuerpo y para gran trabajo, negros como el azabache, de cabello crespo y retorcijado; y aunque no acostumbran a quitárselo, son raros los que tienen cumplida barba, porque les crece el cabello poco, ni encanece , sino es cuando son muy viejos, y suelen vivir comúnmente noventa y cien años; Pero de esse poco cabello hazen muchos cornesuelos, de que traen pobladas las cabezas por gala, muy recebida entre ellos, y no la es menos el señalarse con hierro el cuerpo y horadarse los carrillos, todo a fin de estar galanos y vistosos”. (9)

Dientes y perforaciones. “En toda esta costa que va corriendo 130 leguas de los Ríos Quama, hasta la isla de Mozambique no ay Reyes poderosos como los que hasta aquí hemos referido, solo se intitulan señores de vasallos. Mas por tierra adentro viven algunos de gran señorío e Imperio: son negros cafres, gentiles, de cabello encrespado y retorzijado, y por la mayor parte Macuas de nación, gente bárbara, y muy grandes ladrones, muy robusta y para mucho trabajo... Limanse ordinariamente los dientes , hasta quedar como agujas o alesnas. Pintan todo el cuerpo con un hierro muy agudo, cortando sus carnes mucho mas monstruosamente de lo que acostumbran los Moros de Berbería: horadanse anbas quixadas y mesillas, desde las puntas de las orejas hasta la boca, con tres o cuatro agujeros de cada parte, por donde se les ven las encías y los dientes, y destila la humedad y saliva de la boca: por lo cual, y por gala los tapan con unas rodesuelas de madera o plomo. Las orejas traen también 11 todas horadadas a la redonda, y dentro de los agujeros unos palillos delgados del largo de un dedo, que parecen puerco espino. En los labios hazen de la mesma suerte dos agujeros , y en alto encasan un palo del gruesso y largo de una pluma de gallina: y en el de abaxo ponen una gran rueda de plomo encasada, y tan pesada, que les derriba el labio hasta la barba: y así añadiendosiele a tan mala figura las encias y dientes agudos descubiertos perecen a los mesmos demonios: y todo esto hazen por gala y fiesta. Cuando se enojan, o les sucede alguna cosa de tristeza, se lo quitan todo, y quedan con tanto agujero tan fieros, que no hay quien quiera comprarlos .” (10)

Uñas largas en los meñiques. “Suelen labrarse el cuerpo especialmente el rostro, haziendo en el varias figuras: y untanle por gala y hermosura, con azeite de coco, principalmente las mugeres, con que quedan relucientes como un espejo terso y limpio. Dexan crecer cuanto pueden las uñas de los dedos menores , de suerte que vienen a estar como espolones de gallos; y aun de los mesmos gallos los cortan a vezes para acomodarlos a sus dedos; con que se muestran crueles en las manos y pies que traen descalzos; y los bañan algunos días con el zumo esprimido de cierta corteza de árbol blanca, que conservan en vasos para este efecto, con que quedan perfectamente blancos y resplandecientes”. (11)

Cabellos lisos. Eunucos “Por la tierra adentro, que queda entre Brava y Magadaxo, abita una nación de Etiopes gentiles, que llaman Macaratos, negros como una pez: pero tienen el cabello lizo , que es la maravilla; y las faiciones del rostro ahidalgadas como rostros de Españoles. Son pulidos y bien entendidos, y muy semejantes en las costumbres a los Abassinos, de los cuales pienso que no están muy lejos. Acostumbran estos Maracatos a hazer a los niños cautivos eunucos , con tan gran rigor que los dexan razos, para poderlos vender por mayor precio; los cuales son de grande estima por fiarse todos dellos, entregándoles el servicio y guarda de sus haziendas y mugeres; particularmente los Reyes que en estas partes tienen muchas”. ( 12)

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Circuncisión. “Todos se circuncidan como moros, y mientras no lo están, no pueden entrar en las iglesias, y cuando saben que alguno no se ha circuncidado, le cortan los dedos de una mano”. (13)

Discusión y conclusiones. La obra del jesuita Alonso de Sandoval, primer documento que sobre la situación de los esclavos negros llegados a América se escribe, contiene una valiosa información sobre las condiciones de esas poblaciones secuestradas de su África natal . Una de estas informaciones es la que el autor de estas líneas ha tratado de señalar.: las diferencias étnicas sobre la base de sus hábitos de engalanarse el cuerpo. El estudio que hace el padre Alonso de Sandoval constituye el primer y pionero esfuerzo realizado en América y Colombia por estudiar las características físicas de origen cultural para diferenciar a las poblaciones africanas llegadas al Nuevo Mundo y sin duda un importantísimo antecedente para los estudios de lo que luego, a finales del siglo XIX y alo largo del siglo XX se llamarían la antropología física y la medicina forense.

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Resumen. El peritaje de las diferencias étnicas de los esclavos negros a su llegada a Cartagena en el siglo XVII en la obra del sacerdote jesuita Alonso de Sandoval

Hugo A. Sotomayor Tribín . Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina Miembro activo de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina

Se presentan unas notas sobre las diferencias físicas dadas por prácticas culturales de perforaciones y tatuajes corporales, alteraciones de los dientes y tipos de peinados de los diferentes grupos tribales negros que llegaron a Cartagena de Indias en el siglo XVII, que dejó escritas en su obra “De instauranda Aethiopum salute” aparecida en Sevilla en 1627, el padre jesuita Alonso de Sandoval. Estas observaciones son las primeras que sobre las diferencias étnicas de las poblaciones negras se escribieron en América y en Colombia

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SANIDAD Y HOSPITALES MILITARES EN LA CAMPAÑA LIBERTADORA DE LA NUEVA GRANADA. 18191

ABEL FERNANDO MARTINEZ MARTIN ANDRÈS RICARDO OTÀLORA CASCANTE 2

Resumen La Campaña de Boyacá ha sido analizada desde múltiples miradas, desde la historia oficial y de las ideas, pero hasta el momento pocos investigadores han profundizado sobre las condiciones de sanidad, las improvisadas figuras médicas y los hospitales militares de los ejércitos enfrentados durante aquellos lluviosos meses de 1819, compuestos en su mayoría por tropas americanas. Desde los llanos hasta el Puente de Boyacá, pasando por Paya, Gámeza y Tópaga, hasta el mayor de los enfrentamientos en el Pantano de Vargas, pero cuyos vencedores no están claros en las fuentes documentales. Se aborda el manejo de los medicamentos, heridos, muertos, sitios de enterramiento, hospitales de campaña, cirujanos y las precarias condiciones de sanidad y provisiones de los Ejércitos Expedicionario y Libertador, en cuya derrota y victoria juegan un papel fundamental las condiciones ambientales, las enfermedades, la falta de recursos, el tipo de armas, el control del territorio, el apoyo popular y la presión del triunfo, condiciones que permitieron el nacimiento de la República hace 200 años.

1 Este trabajo es un resultado preliminar del proyecto de investigación “Sanidad y Hospitales Militares en La Campaña de Boyacá de 1819” del grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá– U.P.T.C., parte del programa “El Impacto de la guerra de Independencia en las Condiciones de Vida de la población de la Nueva Granada”, Fase I “La Campaña de Boyacá de La Guerra de Independencia en la Nueva Granada: Perspectiva Bioarqueológica”, dirigido por el profesor José Vicente Rodríguez Cuenca, del grupo de Investigación en Antropología Biológica de la Universidad Nacional de Colombia. 2 ABEL FERNANDO MARTINEZ MARTIN. Md. Mg. Historia. Director Grupo de Historia de la Salud en Boyacá-UPTC, Profesor Asociado Escuela de Medicina UPTC E-mail: [email protected] . ANDRÈS RICARDO OTÀLORA CASCANTE. Od. Esp. Ant. Forense, Candidato a Mg. en Antropología, Profesor Facultad de Odontología, Universidad Nacional de Colombia. Grupo de Historia de la Salud en Boyacá - UPTC E-mail: [email protected]

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En 1815 tocó Tierra Firme la “Expedición Pacificadora” enviada por Fernando VII. Los 59 barcos llevaban a bordo 10.642 veteranos de guerra 3, comandados por el general en jefe del Ejército Expedicionario y Pacificador de Costa Firme, Pablo Morillo. Para 1818, Casanare era la única región neogranadina que no había sido reconquistada por los Ejércitos del Rey, y allí Bolívar encarga a Santander, para formar la Vanguardia del Ejercito Libertador de la Nueva Granada, actor principal en la campaña de Boyacá de 1819 4.

El ejercito de españoles, curtidos en las guerras napoleónicas, estaba compuesto inicialmente por 7850 hombres de infantería, 2672 de caballería, una compañía de 120 artilleros y “ un hospital estacional y otro ambulante capaces entre ambos de 1200 enfermos ”5. El salario de un cirujano del ejército era de 700 reales, igual al del capellán, mientras un Coronel ganaba 2700 y un soldado 61.6

Dos años más tarde, en 1817, el Ejercito Expedicionario estaba compuesto por 4 batallones venezolanos, 2 neogranadinos y 3 españoles, para un total de “7000 infantes más 400 jinetes” 7. En 1819, Barreiro tenía en Tunja 3700 hombres, 400 de caballería 8. Bolívar tenía 4 batallones, venezolanos e ingleses, con 1300 hombres y 2 regimientos de caballería con 700 jinetes; en total 2000 hombres y Santander 1200 hombres, para un total del Ejercito Libertador de 3400 plazas 9. La diferencia entre los dos ejércitos enfrentados en la Provincia de Tunja en 1819, es de apenas 300 hombres y están conformados en su mayoría por soldados venezolanos y neogranadinos, siendo minoría los españoles expedicionarios y los ingleses en cada uno de los ejércitos.

3 EJERCITO DE COLOMBIA – Estado Mayor General. Campaña de Invasión del Teniente General Don Pablo Morillo 1815 - 1816. Bogotá, Imprenta del Estado Mayor General. 1919. p. 43. 4 RIAÑO, Camilo. “ La Campaña Libertadora de 1819” En HERNANDEZ de Alba, Gonzalo. Historia de Colombia. La Gran Colombia I. T. 9. Salvat, Bogotá, 1988. p. 963. 5 EJERCITO DE COLOMBIA – Estado Mayor General. Op Cit. p. 43 - 44. 6 Op Cit. p. 73. 7 Ibid. 8 DUARTE Level, L. “ Campaña de Nueva Granada”. En Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá, julio a agosto de 1919. p. 140 – 141. p. 479. 9 Ibid. 3

El Ejercito del Rey no es el mismo Expedicionario entrenado y bien preparado que llegara en 1815, la “Guerra a muerte” en Venezuela lo había desgastado, así como las grandes distancias que debía recorrer en persecución de las guerrillas de esta guerra irregular; las enfermedades, el clima de la América Meridional y el tiempo pasado en lo que se creía una guerra fácil y corta había diezmado la tropa y los oficiales, razón para los rápidos ascensos y el reemplazo por tropas criollas de la mayoría de cuerpos. En agosto de 1818, en el Cuartel General de Angostura, Bolívar lanza una proclama dirigida al pueblo de la Nueva Granada, afirmando: “Ya no existe el ejercito de Morillo; nuevas expediciones que vinieron a reforzarlo tampoco existen . Más de 20.000 españoles han empapado la tierra de Venezuela con su sangre” 10 .

La Tercera División del Ejercito Expedicionario estaba encargada de la defensa del Nuevo Reino. La estrategia militar de Barreiro consistía en dividir la Tercera División en varios destacamentos, situados en diversos puntos de la cordillera, para cubrir el corazón del Reino, el Batallón Ligero de la Victoria se mantenía en Santafé con 1.200 hombres, entre ellos solamente 500 europeos; el Tercero de Numancia se acantonó en Tunja; el primer escuadrón de Dragones en Sogamoso, protegiendo los hospitales y almacenes de la División y el Batallón del Tambo en El Socorro.

Morillo tiene su mayor preocupación en la suerte del Nuevo Reino, no confía, al igual que Barreiro, en las tropas criollas y todavía espera refuerzos de la península para reemplazar los batallones: “ No hay más batallones de la Península que el de León en Cartagena y los restos del Aragón expedicionario en Santafé (…) no hay ningún cuerpo europeo respetable en el interior, y todo él se halla guarnecido hasta Quito por tropas americanas”, tropas de las que desconfía: “Ningún punto puede confiarse exclusivamente a las tropas del país si no están sostenidos por una mitad de europeos” 11 .

10 O´LEARY, Daniel Florencio. Memorias. T. XVI. Caracas. 1981. Citado por: RIAÑO, Camilo. La Campaña Libertadora de 1819. Sesquicentenario de la Campaña Libertadora. Editorial Andes, Bogotá, 1969. p. 26. 11 MONTAÑA, Andrés (Comp). Santander y los Ejércitos Patriotas 1819. Tomo II. Biblioteca de la Presidencia de la República. Bogotá. 1989. p.174, 175. 4

Los problemas de intendencia aquejan a los regimientos de la División a lo largo del Reino, las fuentes españolas se refieren copiosamente a pedidos de pago de salario y raciones para la tropa. Barreiro le informa a Sámano desde Tunja que la administración de la Tercera División está paralizada por falta de fondos 12 . Por si fuera poco la situación de deserción es peor, y se emplean a los presos de la clase de “vagos y perjudiciales” para servir en los batallones de Numancia 13 . De los regimientos de Tunja, Socorro o Pamplona llegan pedidos para pago de salarios y la situación de las tropas es dramática, ya que en la región donde estuvieran acantonados se remitía parte de los impuestos para el sostenimiento de los Reales Ejércitos.

Barreiro se vio precisado a gestionar ascensos rápidos y solicitar la reincorporación de oficiales que sufrían sanciones por faltas; muchos jefes subalternos estaban tachados de ineptitud y mala conducta. Un significativo ejemplo es el del capitán de Caballería de los Dragones de Granada, López de San Miguel, quien pidió su traslado a la infantería argumentando que “para el arma de caballería es completamente inútil por no atreverse a montar a caballo” .14

Morillo, conciente de la gravedad de la situación del Nuevo Reino, se pregunta: “ como acudir a tantos países en distancias tan considerables, sin Marina, sin caudales y con los pocos restos de soldados expedicionarios que han sobrevivido a los combates y las fatigas de la guerra en este clima” 15 . Para el Pacificador es esta situación: “la más critica y apuradas en la que jamás se ha visto el Ejercito Expedicionario de Costafirme 16 .

Los meses que estaban por venir fueron un movimiento de tropas, del Ejercito Libertador compuesto por venezolanos, neogranadinos y un batallón de irlandeses e ingleses y de otras nacionalidades; y los batallones de la Tercera División de los Ejércitos del Rey, que defendían los puntos de acceso al Reino a través de pequeños

12 LEE López, Fray Alberto (Comp). Los ejércitos del Rey. 1818-1819 Tomo I. Presidencia de la República, Bogotá, 1989 p. 111 -112. 13 Op Cit. p. 217. 14 SALAMANCA Aguilera, Rafael. Nuevos Documentos sobre la campaña libertadora . En: Álbum de Boyacá Tomo II. Tunja. Imprenta Departamental. Segunda Edición. 1970. p. 389 15 MONTAÑA. Op. Cit. p.93. 16 Op Cit. p. 174. 5 destacamentos en la cordillera. Sin una organización sanitaria adecuada, con los hospitales militares en la retaguardia, moviéndose en el teatro de operaciones en la Provincia de Tunja, durante pocos meses llenos de episodios dramáticos, sin suficiente asistencia médica, en los días más lluviosos del año; subiendo y bajando rápidamente los Andes Orientales, desafiando la geografía, el clima, el hambre y la desnudez, que hicieron estragos sobretodo en venezolanos y británicos y en no pocas tropas del Rey, en definitiva, una imagen muy diferente a la que la historia oficial ha ofrecido por ya casi 200 años.

LOS HOSPITALES MILITARES Y LA SANIDAD EN LOS EJERCITOS DEL REY

El establecimiento de la Medicina como estudio a nivel universitario basado en las ciencias modernas, que une Medicina y Cirugía; teoría en la Universidad, práctica clínica en el hospital y enseñanza en el anfiteatro ante cadáver se debe en la Nueva Granada, a los médicos sacerdotes Mutis e Isla. Los estudios se inician en los primeros años del siglo XIX, en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario 17 .

La medicina y, mucho más, la cirugía eran vistas como oficios artesanales y, por tanto, menospreciadas por la sociedad colonial. A principios del siglo XIX, en dos casos de homicidio en que jueces de Tunja y Sogamoso se hacen acompañar de dos cirujanos, que actúan como peritos, declaran al final que no saben escribir y que no pueden firmar sus declaraciones 18 .

El Virrey Sámano, crea a finales de 1816 una Academia, ante el calamitoso estado de la medicina y la falta de figuras médicas formadas para la atención de los ejércitos. Obliga a los médicos residentes en la capital a reunirse una vez al mes para perfeccionar sus conocimientos científicos, bajo la dirección académica del médico español Fernández de la Reguera, químico y Boticario Mayor del Ejército Expedicionario y jefe de los hospitales militares y boticas, quien funda en Santafé la Real Academia de Nuestro

17 MUTIS, José Celestino. Plan Provisional de Estudios de Medicina. Santafé. 1804. 18 SOSA Abella, Guillermo. Labradores, Tejedores y Ladrones. Hurtos y Homicidios en la Provincia de Tunja, 1745-1810 , Instituto de Cultura Hispánica, Colección Cuadernos de Historia Colonial, Título 1, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 1993. p. 78. 6

Monarca, el señor Don Fernando VII y de Nuestra Reina y Señora Doña Isabel Francisca de Braganza , de la que hacen parte 8 médicos: Fernández de la Reguera, Merizalde, Benito Osorio, Joaquín García, Santos González, Crisóstomo Zapata, Joaquín Moya, Juan Gualberto Gutiérrez y dos religiosos de San Juan de Dios 19 .

Dentro de las Reformas Borbónicas emprendidas al finalizar el siglo XVIII, se efectuaron cambios en la estructura militar de los ejércitos. La capital del Virreinato, solo hasta después del movimiento comunero, “fue asiento de una guarnición profesional compuesta en su mayoría por tropas españolas” 20 . La multiplicación de las fuerzas militares llevó a la creación de hospitales militares “costeados por la Real Hacienda”21 . El convento-hospital San Juan de Dios de Santafé se convirtió además de obra pía en Hospital Militar, para el Batallón Auxiliar de la capital creado en 1783.

Los hospitalarios continuaron asistiendo a los soldados tras la Reconquista. Sámano, que preside la Junta Superior de Real Hacienda, recibe una carta, en julio de 1818, de Fray Lorenzo Manuel de Amaya, Provincial del Convento Hospital de San Juan de Dios de Santafé, informándole que: “ en este hospital se han asistido y curado los soldados del Primer Batallón de Numancia (…) mi hospital no tiene otros fondos para la curación y asistencia de los soldados (…) por consiguiente la justicia pide que no se demore el pago” 22 . Barreiro recibe carta del mismo prior: “ El hospital se halla hoy embarazado con un crecido número de enfermos militares que se han presentado. Entre ellos resultan muchos con la viruela, que precisamente va a inficionar a todos, conviene por lo mismo, hacer su separación, para evitar el contagio. En este hospital no hay pieza alguna en que se pueda practicar, pues todas aparecen ocupadas. El de San Fernando se halla hoy embarazado y puede ocuparse la casa de la huerta de Jaime, que en otra ocasión ha servido de Lazareto para la misma enfermedad” 23 . Sámano el 26 de agosto, ordena trasladar los soldados virolentos a las salas altas de San Fernando, donde hay 40 cujas.

19 ROMERO, Arturo. Historia de la Medicina Colombiana Siglo XIX. Universidad de Antioquia. Medellín. 1996. p.16. 20 ESCOBAR Herrera, Andrés M. La asistencia sanitaria de la tropa del Batallón Auxiliar de Santafé 1783-1804. En RESTREPO Zea, Estela. Plan de dieta alimentaría del Hospital San Juan de Dios Santafé, 1790. Universidad Nacional de Colombia – CES. Bogotá. 2004. p. 58. 21 Ibid. 22 LEE López. T. I. Op Cit. p. 23 – 24. 23 Op. Cit. p. 39. 7

Debido a las quejas del prior del Convento Hospital, el 9 de Octubre de 1818, Sámano separa el Hospital Militar del de Caridad y lo instala en la Dirección de Prisiones y Convento de las Aguas, basado en las anotaciones hechas por Fernández de La Reguera, para la adecuación de este convento con 600 camas; además de dar gratificación a los soldados inválidos, suprime el plan de alimentación “al enfermo se le facilitara en especie y cantidad lo que señale el facultativo” y transfiere a los enfermos el costo de la estadía: “por la Hospitalidad de un oficial se descontara a este (…) las dos terceras partes de su sueldo y los individuos de tropa tres y medio reales (…) para que al erario le sea menos costoso la separación y establecimiento del nuevo hospital militar”24 . Los gastos de adecuación fueron de 5707 pesos y dos reales, cifra muy inferior al valor estimado en el proyecto de construcción del Hospital Militar para Santafé en 1805. El día de Navidad de 1818, Barreiro le pide a Sámano que le envié uno de los dos oficiales de Ingenieros que hay en Santafé para el reconocimiento y fortificación de los puntos en la cordillera ya que los dos únicos existentes se hallan comisionados en las obras del Hospital Militar de Las Aguas 25 , que funcionó hasta 1819. 26

Bien distinta, es la atención hospitalaria en los llamados “hospitales militares” que estaban al servicio de la Tercera División, la cual estaba a cargo: “ de los cirujanos de cada regimiento o batallón. En las milicias neogranadinas (…), debía haber en cada unidad un capellán y un cirujano que gozaran de los mismos fueros y distinciones que los del ejército” 27 . Los cirujanos debían examinar y reconocer las enfermedades de los soldados, dando certificación por escrito "sin otro estipendio que el de dos reales "28 . Cuando sirviera la milicia en guarnición o campaña, la reglamentación disponía que todos los enfermos debían " ser recibidos y cura- dos en los hospitales como los de la tropa veterana"29 . Eran tan precarios los hospitales Militares españoles, que el Capitán Guevara, del Batallón del Tambo, solicita que: “ No habiendo

24 Op. Cit. p. 56 – 57. 25 LEE López. Op. Cit. T. I. p. 119 – 120. 26 PACHECO Orozco, Charo Andrea. La institucionalización del Hospital Militar de Santafé , 1790-1831. En: Memorias XIII Congreso Colombiano de Historia, Bucaramanga. 2006. 27 Reglamento para milicias disciplinadas de infantería y dragones del Nuevo Reino de Granada y provincias agregadas a este Virreinato . Aranjuéz, 24 de mayo de 1794. Madrid, Imprenta de la Viuda e hijo de Marín. 1794 p.20 28 ESCOBAR. Op. Cit. p. 15. 29 Op. Cit. p. 23. 8 proporción para curarse en el hospital, tuvo que salirse de él y pasar a la casa (…) donde se hallaba arrestado” 30 , prefiriendo curarse en la cárcel que en el hospital.

En la campaña, los hospitales militares funcionaron como campamentos itinerantes que se movían junto con la tropa y servían para la atención de los soldados heridos o enfermos; estaban ubicados en la Retaguardia, defendidos por ésta y junto con la intendencia del Ejército, no solo en las tropas del Rey, también en el Ejercito Libertador.

La financiación de los hospitales fue constante preocupación en los Ejércitos del Rey, en 1816, el gobernador de Tunja ordena que para atender el sostenimiento de las tropas , se haga un repartimiento entre los vecinos de la ciudad, con el fin de crear un Hospital Militar para la atención de los soldados en Tunja 31 . Para el mantenimiento de los Hospitales, Barreiro en febrero de 1819, víspera del inicio de las acciones de la Campaña de Boyacá, ordena una suscripción “voluntaria” en la Provincia de Pamplona, por la cual reúne 1500 pesos y solicita al Virrey medicamentos para la Tercera División; la suscripción se realiza igualmente en El Socorro y Tunja 32 . Adicional a esta “voluntaria” contribución, en los pueblos cercanos a Sogamoso se estableció una contribución semanal de galletas y pan: “Consistía en el envió semanal de algunas cargas de galletas y pan de media libra amasado con harina sin cernir, que los alcaldes debían remitir al Comisario General (…). Tenían que fijar una contribución de leche a los dueños de las vacas” 33 .

Morillo describe a Barreiro, desde Barquisimeto, la angustiosa situación financiera del Ejercito Expedicionario: “ aquí estamos ya tan económicos que nadie recibe nada de paga” 34 . En la misma carta recomienda: “ encargo a usted mucho el cuidado que debe tener con la tropa para evitar las llagas, que sabe usted que hacen en ese país; para esto haga usted que la tropa lleve cubiertas las piernas, porque el aire y agua llaga al canto” 35 .

30 LEE López. T. I. Op Cit. p. 226-227 31 ROJAS, Ulises. Documentos Inéditos para la Historia de Boyacá y Colombia . Tunja, Academia Boyacense de Historia. 1991. p. 168. 32 LEE López. Op Cit. T. I. p. 97. 33 PRIETO Villate, Elías. Apuntamientos sobre la campaña de 1819 . En: Repertorio Boyacense No 43. Tunja: Imprenta del Departamento. Julio de 1917. p. 122. 34 LEE López. Op Cit. T. I. p. 25. 35 Op Cit. p. 27. 9

El 16 de octubre de 1818, Barreiro informa a Sámano que mandó hacer un corte de madera en Paipa para la construcción “ de un cuartel de caballería en Sogamoso y un Hospital de Campaña, sin que nada cueste, y para este ultimo tengo más de 200 pesos recogidos en esta ciudad para compra de sabanas y jergones” 36 .

En la misma Navidad de 1818, los doctores Juan Gualberto Gutiérrez y Deogracias Rovira, son nombrados ayudantes de cirugía de la Tercera División, por hallarse vacantes los cargos. En carta a Barreiro, el Virrey escribe: “ Dirijo a vuestra señoría cinco diplomas por los cuales (…) he nombrado cirujanos en el batallón ligero de la Victoria al doctor don Manuel de Moya, en el segundo y tercero de Numancia al doctor Santos González, y a don Domingo Acosta (…) y ayudantes de cirugía a los doctores Deogracias Rovira y don Gualberto Gutiérrez 37 (…) con el sueldo de cuarenta pesos mensuales que señala a los cirujanos el reglamento vigente en el Reyno”38 .

La Tercera División del Ejército del Rey tiene problemas con la falta de cirujanos y boticarios. En esta situación, se ven casos como los del señor Diego Rodríguez Conde, de Ocaña, quién en cartas de julio y agosto de 1818, certifica su ejercicio de la medicina en el Ejército Expedicionario: " A consecuencia de ocurrir en mi unos principios de practica de medicina y cirugía, fui examinado por los físicos del ejército expedicionario (…), tuve el honor de que me encargase la asistencia y curación de los soldados del rey nuestro señor, que resultaban gravemente enfermos en los hospitales militares que había en dicha ciudad, y uno de ellos lo fue Aniceto Aro, soldado del primer batallón de Numancia (…) cuyo individuo después de los males que padecía, lo acometió la epidemia de viruela "39 . Documento similar es el caso de Idelfonso Alejo. Diego Rodríguez les acredita a los dos soldados su inutilidad, por lo que se solicita al Virrey: “ continué con el socorro de uno y medio real diario para su

36 Op Cit. p. 70. 37 MARTINEZ Martín, Abel F. Aproximación histórica a la Medicina y la Salud Pública en Tunja en el siglo XIX. Tunja: UPTC. 2002. p. 243 - 244. 38 Ibid. 39 Op. Cit. p. 30 y 40. 10 manutención (…), pues los individuos han subsistido enfermos de resultas de su faena militar” 40 .

En Tunja, en enero de 1819, el cirujano Ramón Cardoso, quien tiene el cargo de sargento de segunda clase del Tercer Batallón de Numancia, envía una carta a Barreiro, donde expone “que siendo su carrera la cirugía (...) se digne dar una orden para ser excluido de la carrera militar y ser colocado en una de las plazas que se hallan vacantes en el ejército". 41 Similar solicitud hace el cabo segundo del mismo batallón Ignacio González: "Siendo profesor de botánica y hallándose actualmente en la carrera de las armas, se sirva dar sus órdenes a fin de ser colocado en una de las plazas del ejército donde podrá ser de utilidad a la humanidad" 42 . El sargento primero del mismo batallón y cirujano, José Lorenzo Rodríguez, hace igual solicitud, argumentando que: "Siendo su carrera la quirúrgica (…) y queriendo continuar en la dicha su carrera en la que será útil a Dios, al rey y a la patria (…) se digne colocarlo en una de las plazas que se halla vacante en la división, donde podrá continuar los estudios y será de provecho para la humanidad."43 Barreiro le informa a Sámano, que los tres suboficiales, que son pardos, fueron examinados por el Cirujano Mayor de la Tercera División, quien certifica que los tres tienen buenos conocimientos y práctica “y haciendo notable falta para la asistencia de los hospitales”, Sámano autoriza los traslados “atendiendo a la falta que hay de practicantes de cirugía y farmacia” señalándoles un sueldo de $24 mensuales a cada uno.44

Barreiro venía sufriendo desde enero de 1819 de fiebres, como escribe el día 2: “ unas fuertes calenturas me atacaron privándome de continuar la marcha a Sogamoso y aún cuando en el día de hoy me hallo muy aliviado de ellas, continua la imposibilidad de salir de esta ciudad por la grave enfermedad que esta padeciendo el Gobernador Juan Nepomuceno Quero (…) se ha postrado en tales términos que, habiendo sido preciso administrarle los santos sacramentos el 30 ultimo, por Junta de Facultativos celebrada anoche, aseguran ser mortal su enfermedad”45 . Esta enfermedad del Gobernador paralizó en un momento crucial los acopios de vivieres, la requisición de caballos y el establecimiento de hospitales. El Comandante del Tercero

40 Op. Cit. p. 21 41 Op. Cit. p. 149 42 Op. Cit. p. 135 43 Op. Cit. p. 97 44 Op. Cit. p. 183-184 45 Op. Cit. p. 133. 11 de Numancia y Gobernador de Tunja, fallece el 5 de enero de 1819, tras once días de enfermedad, pidiendo Barreiro al Virrey que escoja a un jefe que entienda de administración para la Provincia de Tunja, por ser: “ la más inmediata al país que ocupa el enemigo, donde constantemente hay mayor número de tropas, donde queda una fuerte guarnición y los hospitales y almacenes que deben asegurar la subsistencia de los cuerpos que están en campaña (…) que se hallan en la mayor mendicidad.” 46 . El 11 de febrero, informa Sámano a Barreiro que el teniente de Dragones, que se hallaba arrestado en Santafé ya puede ser liberado, pero que no se puede reincorporar por estar enfermo de Tabardillo 47 .

El cirujano neogranadino del Tercero de Numancia, Domingo Acosta, tampoco alcanzó a actuar sino unas semanas, pues interpuso circunstancias familiares 48 y el no tener conocimientos para el cargo: "no habiendo yo estudiado sino medicina e ignorando no solo los principios de la cirugía, sino también el manejo de sus instrumentos, aún los más simples, yo no puedo prestar a la tropa otros auxilios, que el de las medicinas interiores, que es lo único de que tengo algún conocimiento, 49 " Solicita se le exima del cargo, lo que aprueba Sámano, disponiendo que mientras el Tercero o de Numancia, estuviere en Tunja, asumiera el cargo de cirujano, interinamente, el Prior de San Juan de Dios de la ciudad: “en quien concurren suficientes conocimientos” 50 , mientras el cirujano mayor de la Tercera División, quien se encontraba también en interinidad, Fernández de Noceda, nombraba a otro cirujano. 51 Nuevamente se unen en Tunja Hospital Militar y de San Juan de Dios.

En abril de 1819, en la fracasada expedición a los llanos, Barreiro cuenta que la abundancia de ganado llanero le prometía facilidades para su subsistencia, pero: “ no fue posible conducir al campamento la más pequeña punta, aunque se empleo al efecto la mayor parte del regimiento de Dragones, en términos que aquel día se raciono la tropa con siete reces que se cogieron a lazo (…) a costa de algunos hombres y caballos heridos por la ferocidad de aquellas

46 Op. Cit. p. 138 - 142. 47 Op. Cit. p. 236. 48 Op. Cit. p. 246 49 Op. Cit. p. 249 50 Op. Cit. p. 262 51 Op. Cit. p. 262 12 bestias ”52 , y que en el llano del Chaparral se pudieron coger apenas tres reses a bala 53 . La fuerza de esta expedición ascendía a 1250 de infantería y 200 de caballería y venía afectada por las lluvias y los malos caminos: “ habiendo tenido que dejar en Paya un número considerable de enfermos y la cuarta compañía del Tambo para su guarnición” 54 .

Aparecen también muchas quejas de Barreiro al Virrey solicitándole la atención de las tropas en cuanto a hospitales, medicinas, municiones, armas, vestido, raciones y dinero. El 11 de marzo, Barreiro escribe: “ Los hospitales que hay se establecen y han adelantado considerablemente a favor de algunos vecinos (…), quienes se han prestado con sus intereses y su trabajo personal a la continuación de la obra, dentro de muy pocos días quedara concluido un edificio excelente, que sin que tenga costo del erario, será capaz de contener de 300 a 350 enfermos” 55 . El 7 de julio, Barreiro informa que saldrá para Sogamoso dejando en Tunja al Tercero de Numancia, debido a los muchos enfermos que quedan en el Hospital.56 Se quedan en Tunja 40 enfermos, 38 soldados y 2 oficiales de Primera clase, y 20 soldados presos en los calabozos por desertores 57 .

El 3 de julio Barreiro informa a Sámano desde Soatá, que: “ De hoy a mañana llegara a esta el Segundo Batallón de Numancia, de cuyo cuerpo ha quedado un Oficial y 30 hombres custodiando los enfermos del Hospital de Soatá, con la orden de retirarse por el camino de Onzaga al Socorro en caso de invadir los enemigos esta provincia” 58 . El 11, Barreiro, en marcha hacia Sogamoso, informa las ordenes para el hospital militar de Soatá: “ al Gobernador de esta provincia le he prevenido vaya remitiendo a esa Capital los heridos más graves (…) la compañía de Cazadores debe hallarse sobre Santa Rosa custodiando los enfermos del Hospital de Soatá” 59 . Con la llegada de Barreiro se reactiva el hospital Militar de

52 MONTAÑA. Op Cit. p. 140. 53 Op. Cit. p.143. 54 LEE López, Fray Alberto (Comp). Los Ejércitos del Rey 1818-1819 T. II. Presidencia de la República, Bogotá, 1989 p. 44. 55 LEE López. Op. Cit. T. I. p. 312. 56 FRIEDE, Juan. La Batalla de Boyacá - 7 de agosto de 1819 – a través de los Archivos Españoles. Bogotá: Banco de la República. 1989. p. 50. 57 Op. Cit. p. 52. 58 Op. Cit. p. 35. 59 Op. Cit. p. 58. 13

Sogamoso, donde quedan más de 100 enfermos o “cansados”, provenientes del primer combate en Paya 60 . Barreiro busca alejar los hospitales del frente de campaña.

Los españoles controlaron las boticas para poder dotar sus hospitales militares, como consta en carta de Sámano de noviembre de 1818: " Con esta fecha salen para Sogamoso los practicantes de Cirugía y Farmacia don Antonio Florín y don Antonio Menéndez (…) Las quinas que quedamos habían de conducir para el cuartel general, no van ya, porque ni las que ofrecieron, gratuitamente (…) valen nada, y casi en igual caso están las que hay en venta "61 . No solo entre Santafé y Sogamoso escasea la quina, en los llanos, Santander, en febrero de 1819, le pide al Alcalde de Chámeza que: “ active el cocimiento de la sal que ha de mandar para el ejercito (…) y remita algunas libras de quina prontamente” 62 .

Los medicamentos solicitados por el cirujano mayor de la Tercera División, Fernández de Noceda, el 12 de diciembre de 1818, en Santafé, solo fueron despachados hasta el 13 de marzo de 1819. Sámano ordena que se compren $4291 y cuatro reales, en medicinas, y se las remitan al comisario de la Tercera División, “ para que este haga la entrega al boticario encargado ”63 , pedido que se compra en la botica del Dr. Reguera, en su mayoría. Sámano ordena igualmente a los Alcaldes Ordinarios de Santafé, que semanalmente recojan una arroba de hilas 64 con destino al Hospital Militar de Sogamoso.

De esta farmacopea militar cabe destacar elementos botánicos como: la Ipecacuana, el ajenjo, el opio, el alcohol de canela, el espíritu de toronjil y de hierbabuena, cortezas de naranja, extracto de orozús, Centaura menor, Tártaro emético, Electuario de diascordio, flor de saúco, ruibarbo, genciana, goma arábiga, Bálsamo anodino, Espíritu de codearía, crémor en polvo, maná y aceite de almendras; Remedios milenarios como la Triaca Magna y el Láudano de Sydenham; elementos animales como: la tintura de castor, almizcle y 6 libras de cuerno de ciervo calcinado; elementos minerales como: magnesia calcinada, álcali volátil, éter sulfúrico, licor anodino mineral, kermes mineral, espíritu de

60 Op. Cit. p. 75 - 76. 61 LEE López. Op. Cit. T.I. p. 85 - 86. 62 MONTAÑA. Op. Cit. p. 54. 63 LEE López. Op. Cit. T.I. p. 11. 64 Ibid. Las hilas eran tiras de lienzo utilizadas como vendajes. 14 nitro dulce y nitro purificado, potasa ferruginosa, alumbre, amoniaco, sal y azúcar de saturno, aceite de plomo, emplasto de ranas cuadruplicado de mercurio, Ungüento cáustico, las pomadas mercurial y oxigenada, Alcanfor, sal catártica, Vitriolo blanco y espíritu del mismo; emplastos como: el aglutinante de Andrés de la Cruz, el confirmativo, el de Guillen Serven, el altea, amarillo, Arceo, el bruno y el blanco; y algunas curiosidades farmacológicas utilizadas en el tunjano Hospital Militar de la Tercera División como la Tintura anticólica, el Agua espíritu de la reina, el Bálsamo católico, el Agua del Papa y la Piedra infernal 65 .

Sin embargo, el 30 de marzo en Santafé, el Cirujano Jaime Serra informa a Sámano que no ha podido hallar todas estas medicinas: “ las pocas van metidas en un cilindro lacrados y sellados (…), los dos frascos y dos saquitos en que van contenidos las referidas medicinas” 66 y las hilas, por supuesto que fueron remitidas por posta a Sogamoso.

Esta muestra de la Medicina medieval humoral galénica arabizada, incluye muy pocos medicamentos propios del Nuevo Reino, es una mezcla de remedios vegetales, animales, minerales, monárquicos y religiosos con funciones eméticas, purgantes, antiinflamatorias antifebriles, antidiarreicas, antiparasitarias y sedantes, que dista mucho de la farmacopea botánica impulsada por Mutis, que solo vendrá a observarse después de ganada la batalla de Boyacá. En un pedido de medicamentos que solicita el doctor Juan Gualberto Gutiérrez, con destino al Hospital Militar de Pamplona, se incluye el arsenal terapéutico aprendido de Mutis, eminentemente botánico: “ manzanilla (…), llantén, borraja, violetas, sanalotodo (…); upatoria (San juanito); raíces de rúchica (…); raíces de perejil, de hinojo, de espárrago y de achicoria; jumaria, parietaria, apio, eneldo, yerba de bubas, guasguín, hierbabuena, espadilla, cebada (…); raíz de China (…); zarza (…), cilantrillo, calaguaba, polipodio, viravira, rosa de Alejandría, rosa de Castilla, pimpinela, toronjil, raíz y flores de malvavisco, quina (…); suelda con suelda y romero ”67 .

65 Op. Cit. p. 278-281. 66 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 36 – 37. 67 ROJAS. Op Cit. p. 534. 15

Estas dos versiones farmacológicas militares, unidas a las sangrías y las lavativas, completan el arsenal utilizado en los Hospitales Militares de Tunja y Santafé, en los hospitales de campaña de los Ejércitos del Rey y en el Ejército Libertador durante la campaña de Boyacá.

Una de las figuras médicas que participaron más activamente en la campaña fue el Ayudante de Cirugía de la Tercera División, Dr. Juan Gualberto Gutiérrez, quien presta servicios en los hospitales militares españoles de Tocaima, Sogamoso, Soatá y Tunja. En Soatá, Gutiérrez está a cargo del Hospital Militar desde principios de 1819, a las órdenes del comandante Juan Tolrá, muerto en la acción de Gámeza; desde allí, el 16 de abril, solicita al Coronel Jiménez, segundo jefe del ejército, algunos elementos de cirugía que se hallaban en el Hospital de Sogamoso. Jiménez le responde que: “ los instrumentos que había en este hospital los llevó consigo el cirujano mayor y por consiguiente solo remito a usted un torniquete ”68 .

El 30 de julio de 1819, Juan Gualberto Gutiérrez, “cirujano encargado de los hospitales de esta parroquia de Soatá ”, recibe una amenazante comunicación de su comandante: “Barreiro (…) me encarga (…) la reunión de los enfermos en esta parroquia y que los que deban quedar en el hospital de ella sean aquellos que se hallen capaces de poderse poner en marcha cuando se ofrezca ”. Y le advierte: “ Todo lo que comunico a usted a fin que en el día de mañana pase usted a los hospitales y haga una escrupulosa visita y vea todos aquellos que se hallen capaces de poder salir, bien entendido que, si por descuido de usted, o poca exactitud en ella, se notase alguna falta, le será hecha la más seria responsabilidad ”69 .

El doctor Gutiérrez, el 5 de agosto de 1819, se presenta al Libertador y le hace entrega de la botica y los elementos que disponía en los hospitales de Tunja 70 . Esto hace que sea el único médico en la Batalla de Boyacá, donde tuvo bastante trabajo, según el Boletín del Ejército Libertador: “ nuestra pérdida ha consistido en 13 muertos y 53 heridos ”71 , heridos

68 Op. Cit. p. 52. 69 Op. Cit. p. 532-533. 70 Ibid. 71 PEÑUELA, Cayo Leonidas. Álbum de Boyacá Tomo I. Tunja. Imprenta Departamental. 2a Edición, 1969. p. 678. 16 que tuvo que atender Gutiérrez y por lo cual el Congreso Medico Nacional de 1919, colocó una placa en su honor en la base del Obelisco en el campo de Boyacá.

Dos días después de la Batalla de Boyacá, Gutiérrez fue destinado nuevamente al Hospital Militar de Soatá, para atender a los soldados enfermos trasladados a esta población por la benignidad del clima, y luego viaja a Pamplona, como médico Jefe de la plaza, donde ataca la Viruela 72 . Juan Gualberto Gutiérrez se establece en Tunja en 1821, donde continúa como cirujano militar: “ Desde su llegada (…) hasta el 30 de noviembre de 1825 desempeñó el cargo de médico jefe del hospital militar ”73 .

Una de las figuras médicas militares efímeras, es José Félix Merizalde, quien luego del licenciamiento de Jaime Serra, cirujano del batallón del Tambo, en febrero de 1819 74 , es propuesto por Fernández de Noceda a Barreiro: “ Tomados todos los informes de los individuos que se hallan en Santafé, resulta no haber otro en que pueda recaer dicho nombramiento sino en el doctor José Félix Merizalde quien, además de los conocimientos de medicina, posee también mucha parte de la cirugía, circunstancia que no tienen los demás“75 . Barreiro informa a Sámano, que ha expedido el Diploma a Merizalde para ser Cirujano interino del Tambo 76 . Sin embargo en oficio del 20 de abril de Sámano a Barreiro, se dice que el designado hizo una instancia al respecto 77 . Solo después de la Batalla de Boyacá, Merizalde se incorpora al Ejercito Libertador y es nombrado por Bolívar, Director General de Hospitales 78 .

LOS HOSPITALES MILITARES Y LA SANIDAD EN EL EJÉRCITO LIBERTADOR

El Congreso de Angostura de 1819, fijó los salarios de los servidores del Ejercito Libertador, entre ellos los cirujanos, a los fijó la suma de 50 pesos mensuales,

72 Op Cit. p. 534. 73 Op. Cit. p. 547. 74 LEE López. Op. Cit. T. I. p. 273. 75 LEE López. Op. Cit. T. II. p. p. 23 – 24. 76 Op. Cit. p. 27 y 39 77 Op. Cit. p. 57. 78 ROSSELLI Humberto. La locura de Epifanio y otros ensayos. Tercer Mundo, Bogotá, 1987. p. 245. 17 mientras que a los boticarios les asignaba el sueldo de un subteniente 30 pesos mensuales 79 .

Por parte de los patriotas estaba a cargo, como Cirujano Mayor de las tropas e Inspector General de Hospitales del Ejercito Libertador y Miembro del Estado Mayor General, el medico ingles Tomás Foley, hábil cirujano y administrador.80 Foley, médico y cirujano de la Legión Británica, quien había llegado a Venezuela en 1817, fue "incorporado en el Ejército Libertador con el carácter de coronel para efectos administrativos, e investido de las funciones de Inspector General de los Hospitales Militares” 81 , estando bajo sus ordenes como segundo, ante la escasez de médicos, el sargento José Palacios.82

La expedición británica de 5 regimientos, con un total de 800 hombres, salió acompañada por un grupo de 18 médicos-cirujanos 83 . Llegó a Angostura en enero de 1818, pero en la isla Margarita murieron de “fiebres malignas” alrededor de 360 hombres, entre ellos 21 oficiales, como le comunicó Urdaneta a Bolívar en mayo de 1818: " La columna de tropas inglesas que llegó a este isla el mes pasado está reducida a 500 hombres; los demás han muerto, y de estos 500 sólo puede contarse con la mitad, pues los otros están en el hospital de Pampatar "84 .

Antes de la Campaña, en octubre de 1818, el Libertador había nombrado desde Angostura con el cargo de Director General de los Hospitales de las provincias libres de la Nueva Granada al doctor John Roberton, médico y cirujano inglés. Graduado en Edimburgo, había llegado a Venezuela en enero de 1818, se hizo cargo del Hospital de Angostura y participó en las campañas de los llanos de Venezuela 85 . Roberton no pudo

79 SORIANO Lleras, Andrés. La Medicina en la Nueva Granada de 1811 a 1820. En: Boletín Cultural y Bibliográfico vol. 10 No 3. 1967. p. 512. 80 ROSSELLI. Op. Cit. p. 270. 81 Ibid. 82 Op. Cit. p. 274. 83 SOTOMAYOR Tribín, Hugo Armando. Guerras, Enfermedades y Médicos en Colombia. Escuela de Medicina Juan N. Corpas. Bogotá. 1997. p. 187. Cita los siguientes nombres: Alexander Acheron, Thomas Alexander, Edward Brown, Davis Adolph, Burlón,, Thomas Foley, John Irwin, Charles Moore (o Moor), Edward Mullery, Richard Murphy, John Roberton (Roberto), William Smith, John Stanton, George Mayne, N. Wieldern, Hugo Blair, Stephen McDavit y Haily. 84 Op. Cit. p. 187. 85 ROSELLI. Op. Cit. p. 272 – 273. 18 participar en la Campaña de Boyacá “por haber enfermado gravemente de fiebres palúdicas y disentería”, falleció en 1822, dejando un importante libro, publicado póstumamente, en que relata sus experiencias en las campañas de 1818 a 1821 con interesantes observaciones médicas, sociales y políticas, donde condena el odio y la ferocidad de la guerra que le tocó presenciar.

Varios de los médicos británicos murieron en la “Guerra a muerte” de Venezuela, Dewey murió a sablazos en La Guaira, y el irlandés Haly, que actuaba como cirujano de las fuerzas patriotas de Cedeño murió fusilado en 1818. En el avance por los llanos venezolanos se desempeñaba como cirujano mayor el inglés Wielden; George Mayne como cirujano mayor de la legión irlandesa, Hugo Blair y Stephen McDavit como cirujanos de batallón Rifles 86 , aunque, solo Foley entra al Nuevo Reino de Granada.

Foley se encuentra siempre a la Retaguardia organizando la sanidad, al igual que el batallón Albión de los ingleses, Foley llegó al Pantano de Vargas al día siguiente del combate e inmediatamente procedió a atender a los heridos, primero al coronel Jaime Rook, que se estaba desangrando por la herida que le había destrozado el brazo. Estando en Bogotá después de la batalla de Boyacá, se quejó de la mala calidad de los productos de los boticarios del hospital San Juan de Dios, a lo que contestó Santander: “que ello se debía a que no había muchos médicos que enseñaran como debían prepararse” 87 .

Las tropas libertadoras reunidas en Pore alcanzaban un total de 4.000 hombres, más o menos dos mil para cada una de las divisiones de Nueva Granada y Venezuela, pero cuando prosiguió la campaña con el ascenso de la cordillera, este número quedó reducido a 3.300 soldados, porque hubo que dejar más de 100 enfermos en el Hospital de Pore, por causa del paludismo y del agotamiento de la marcha y cerca de 600 jinetes desertaron por temor a la cordillera y al frío del páramo 88 . Incluso Santander padeció de fiebres de las que ya estaba recuperado a finales de enero de 1819 89 .

86 SOTOMAYOR. Op. Cit. p. 187. 87 SORIANO. Op. Cit. p. 514. 88 ROSSELLI. Op. Cit. p. 270. 89 MONTAÑA. Op. Cit. p. 123. 19

En la Orden General del 16 de febrero de 1819, del Ejercito Libertador, en los llanos, se nombra Jefe Oficial y un batallón responsable por cada día: “ a cuyo oficial se encarga, bajo la más estrecha responsabilidad, el celo en el Hospital, para que a estos infelices se les proporcione todo el alivio posible, haciendo que los asistentes cumplan con sus deberes”90 .

Santander escribe desde La Laguna, al Coronel Lara, solicitándole: "mande víveres a este cuartel general para el hospital y oficiales (...) Solicite usted cuatro libras de otoba" 91 , utilizada en infecciones de la piel y tratamiento de heridas infectadas. El día 17 de marzo, dice la Orden General: “ Ningún individuo del Ejercito, y últimamente persona alguna, podrá bañarse, ni lavar en la quebrada que se hay a espaldas del Hospital, pues que estando destinada para tomar agua la tropa, causaría un gravísimo daño en ella cualquier desaseo” 92 . Santander en abril, informa desde La laguna: “ no siento sino el invierno que ya moja” 93 . En la Orden General del 4 de mayo, en El Palmar, se dice que se debe tomar las precauciones necesarias para: “ la asistencia y alivio de los enfermos y que en lo posible según las circunstancias lo permitan, sea asistido el soldado” 94 .

En Tasco, luego de remontar el Páramo de Pisba, el 13 de julio y separado el ejercito en Vanguardia y Retaguardia, la Orden General de Retaguardia delega a los jefes de Estados Mayores de cada división que: “ arreglaran del modo posible sus respectivos Hospitales. Nombrara cada uno un oficial o sargento de mucha actividad, para que haga de Contralor quienes recibían del proveedor general las raciones diariamente. Para mañana pasaran un estado de los muertos, heridos y dispersos (…) se ha ordenado al alcalde desocupe dos casas de las más grandes a fin de que no haya sino dos hospitales para poderlos asistir mejor ". 95 La Orden de Vanguardia del 21 de julio en Bonza, dice: “ Los mayores de los cuerpos nombraran un

90 FUNDACIÓN para la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la muerte del General Francisco de Paula Santander. Diarios de Campaña, Libros de Órdenes y Reglamentos Militares 1818 – 1834. Presidencia de la República. Bogotá, 1988. p. 24. 91 MONTAÑA. Op. Cit. p.93. 92 FUNDACIÓN. Op. Cit. p. 31. 93 MONTAÑA. Op. Cit. p. 147. 94 FUNDACIÓN Op. Cit. p. 48. 95 Op. Cit. p. 64. 20 oficial para que visite el Hospital Ambulante, para que vigile si los individuos de sus cuerpos se hayan bien asistidos” 96 .

Del 22 de marzo al 13 de junio, se levanta un cuadro del Estado del Ejercito Libertador, donde no figura ningún medico ni cirujano en ningún cuerpo, por el contrario aparecen 3 capellanes y 4 músicos. En el hospital, aparecen atendidos 4 oficiales de infantería, 95 soldados de infantería y 32 de caballería. Siendo muy alto el trabajo hospitalario y no existiendo la atención adecuada. Se cuentan: “ ocho muertos en los hospitales y el resto desertores” 97 . Siendo mucho mayor siempre las bajas por deserción, que las dadas por la enfermedad, las heridas y los muertos de guerra.

La alimentación del Ejercito Libertador estaba reducida, la mayoría de las veces, a un trozo de carne seco sin sal y, no todos los días, plátano y yuca. Bolívar escribía al Vicepresidente Zea desde el Apurito, en marzo de 1819: " La calidad de los alimentos que se han suministrado a las tropas en toda esta campaña, reducidos a carne sola, ha producido algunas enfermedades especialmente en el batallón inglés, que temo se destruya si continúa la campaña sin variar de alimento. Es, pues, necesario que V.E. me envíe volando el cargamento que haya traído el Hunter, particularmente la harina y el ron (...) se necesitan con urgencia algunos efectos de botica, para reemplazar los consumidos, y vestidos para una gran parle de la tropa. Si no hubiere vestuarios, me enviará V.E. siquiera algunos géneros para hacer guayuco a los soldados que están desnudos del todo "98 .

La Orden General del Ejército Libertador del 12 de abril, encarga a los comandantes que no se desperdicie la carne y que no se cojan becerras para llevar con el ejército 99 En la del 16, se ordena dar tabaco y aguardiente a los soldados y se hace patente la preocupación de proteger la Infantería de las constantes lluvias 100 . Para Manuel Antonio López, testigo presencial de la Campaña: “ los españoles no podían concebir ni calcular que

96 Op. Cit. p. 71. 97 Op. Cit. p. 82 - 83. 98 ROSSELLI. Op. Cit. p. 269. 99 FUNDACIÓN. Op. Cit. p. 39. 100 Op. Cit. p. 41. 21 en una estación tan penosa, en que se anega todo el territorio, hubiera tropa alguna que lograse transitar por aquellas dilatas sabanas que (…) parecen un lago inmenso sin orilla.” 101

El 26 de mayo, en la plaza de Tame, se realizó la ceremonia de juramento de obediencia del Ejército al Gobierno y se inicia la larga y rápida marcha, 102 quedando la Retaguardia en Tame. La Orden de Retaguardia del 16 de junio, dice que la conducción de la artillería “se hará por los indios del país” y que: “ No marchara en la división mujer alguna, bajo la pena de 50 palos a la que se encuentre; si algún oficial contraviniera a esta orden, será notificado con severidad y castigado severamente el sargento, cabo o soldado que no la cumpla” 103 . Las “Juanas” acompañaron al ejercito en la Retaguardia, muchas veces con mayor suerte que algunos de los del batallón Albión.

El mal clima no solo acompañó a los ejércitos en el ascenso de Pisba, sino que atacó a Vanguardia y Retaguardia, desde los llanos de Arauca y Casanare. El 4 de junio dice Daniel Florencio O´Leary, Ayudante del Libertador que: “ Las lluvias habían comenzado con rigor inusitado y caían a torrentes. Arroyos que apenas tenían agua en el verano ahora inundaban las sabanas; riachuelos (…) se habían convertido desbordando su cauce en ríos navegables. Para pasarlos era necesario construir botes de cuero (…) para trasladar la parte de la tropa que no sabia nadar. Durante siete días marcharon las tropas con el agua a la cintura, teniendo que acampar al raso (…). Por todo abrigo llevaba el soldado una miserable frazada pero ni aún de ella se servia para cubrirse, tanto era su empeño de cubrir el fusil y sus municiones” 104 . El 20 de junio, desde Cordero, escribe Bolívar: “ La lluvia no ha cesado desde el 18 al medio día, todos los caños han crecido y están de nado (…) muchas mulas del parque y caballos del parque se han ahogado, como el ganado se ha rechazado tanto que temo que se pierda todo”105 .

Richard Longuevill Vowell, Oficial del Primer Regimiento de la Legión Británica en su libro: “Memorias de un oficial de la Legión Británica. Campañas y Cruceros durante la guerra de emancipación hispanoamericana”, deja consignadas sus impresiones al paso

101 LOPÉZ, Manuel Antonio. Recuerdos históricos de la guerra de Independencia. Imprenta La Comercial. Bogotá. 1889. p. 5 – 6. 102 FUNDACIÓN. Op. Cit. p. 50. 103 Op. Cit. p. 56. 104 O´LEARY. Op. Cit. p. 110. 105 RIAÑO. 1969. Op. Cit. p. 137. 22 de Pisba: “ El frío comienza a sentirse vivamente, sobretodo de madrugado, cuando el viento sopla en las nevadas cimas de la cordillera (…)fue necesario que la caballería se encargara de llevar las armas y el equipo de los infantes, y estos tuvieron que formar dos líneas agarrándose fuertemente de las manos cada tres soldados, porque el ímpetu de los torrentes era tan grande que a menudo derribaba a los hombres y a veces los arrastraba. Bolívar cruzaba estos torrentes repentinamente llevando a la grupa soldados débiles o enfermos o mujeres que llevaban a sus maridos (…) caballos y bueyes habían de encontrar obstáculos a cada puso. Estos animales se hallaban además debilitados al extremo por no encontrar más alimento que musgo y líquenes” 106 .

O´Leary comenta como los llaneros, subiendo a Morcote: “ contemplaban con asombro y espanto las estupendas alturas y se admiraban de que existiera un país tan diferente al suyo (…) por climas cuya temperatura embargaba sus sentidos y helaba su cuerpo, de que resulto que muchos desertasen”. Las mulas, que cargaban armas y municiones “caían bajo el peso de su carga; pocos caballos sobrevivieron a los cinco días de marcha y los que quedaban muertos de la división delantera obstruían el camino y aumentaban las debilidades de la retaguardia. Llovía día y noche incesantemente y el frío aumentaba en proporción del ascenso” 107 .

Bolívar escribe a Santander: “ Hoy no comerá esta división y quien sabe si sucederá mañana lo mismo; así he determinado hacer alto aquí donde siquiera se encuentran plátanos hasta que tengamos ganados necesarios para la marcha (…) Usía esperara en Paya (…) no es prudente emprender el camino que nos falta sin tener los vivieres necesarios” 108 . Santander contesta: "Podemos sacar de aquí 800 caballeros y 800 infantes (las calenturas y la deserción me han atacado de firme, y contar con indios es contar con nadie)” 109 .

El Libertador escribía desde Paya: " La aspereza de las montañas que hemos atravesado es increíble a quien no la palpa. Para formar una idea de ellas basta saber que, que en cuatro marchas hemos inutilizado casi todos los transportes del parque y hemos perdido todo el ganado (…). El rigor de la estación ha contribuido también a hacer más pesado el camino, apenas hay

106 PEÑUELA. Op. Cit. p. 218–222. 107 O´LEARY. Op. Cit. p. 149. 108 Op. Cit. p. 150 109 RIAÑO. 1969. Op. Cit. p. 111. 23 día o noche que no llueva "110 . El 30 de junio los jefes patriotas se reúnen en el Llano de Miguel, y deciden proseguir la campaña y correr los riesgos en cuanto a clima y provisiones y pasar el páramo. La enfermedad diarreica afecta a las tropas como lo relata O'Leary: " El agua fría a que no estaban acostumbradas las tropas produjo la diarrea "111 . En la misma reunión el Libertador hizo presente: “ la desnudez de la tropa, pues había soldados que solo tenían por vestido un guayuco de palma de moriche y un sombrero de paja o de cuero, en mal estado en que se hallaban con un solo día de marcha en la cordillera, las penalidades que le esperaban al cruzar lo más alto de ella, sin abrigo, donde una nevada podía concluir con el ejercito, la falta de caballos y el disgusto de los llaneros de marchar por un país montañoso”. 112

Santander se refiere al paso de Pisba: “ Un número considerable de soldados quedaron muertos al rigor del frío en el Páramo de Pisba; un número mayor había llenado los hospitales, y el resto de tropa no podía hacer la más pequeña marcha” 113 , afirma que la caballería llegó a Socha “ sin un caballo, sin monturas y hasta sin armas, porque todo estorbaba al soldado para volar y salir del páramo; las municiones de boca y guerra que- daron abandonadas, porque no hubo caballería que pudiese salir, ni hombre que se atreviera a conducirlas. En la alternativa de morir víctimas del frío, preferían encontrarse con el enemigo en cualquier estado. El ejercito era un cuerpo moribundo”114 .

Anzoátegui y Santander siguieron la marcha por Pisba con la Vanguardia y Soublette se quedó en Paya con el Batallón Albión, parte de la Caballería, el parque y las provisiones: “ las dos primeras divisiones llegaron a Socha tan fatigadas de las marchas y tan resentidas de la variedad del clima, que no es posible emprender nada que sea decisivo mientras no se repongan”, la lentitud que debe moverse la Retaguardia los han detenido en buscar el enemigo, aunque los tres combates han sido exitosos así como del apoyo popular: “Muchos pueblos distantes del centro de

110 ROSSELLI. Op. Cit. p. 274. 111 Ibid. 112 LOPÉZ. Op. Cit. p.6. 113 SANTANDER Francisco de Paula. El General Simón Bolívar en la campaña de la Nueva Granada de 1819. En Escritos Autobiográficos. Presidencia de la República. Bogotá. 1988. p. 6 – 7. 114 Ibid. 24 mis operaciones han venido a ofrecer cuanto poseen para el servicio del Ejercito y aquellos que encontramos en nuestro transito, nos reciben con mil demostraciones de jubilo” 115 .

Soublette, que en el paso del páramo sufrió una grave herida en un pie, tomaba providencia en Socha para la buena marcha del hospital, que estaba a las órdenes de Foley; enviaba a cuantos se iban restableciendo a reunirse con el cuerpo de las tropas, acarreaba víveres, reparaba y conducía el armamento. Desde Sátiva comunica el 20 de julio: " estoy muy mejor y dentro de dos días pienso ponerme en marcha, si consigo bestias, pues estoy absolutamente a pie. Todavía no hemos podido reunir todo el hospital ”116 . Y el 24, informa desde Socha: “ Ni las sillas ni el botiquín han llegado, pero es imposible que tarden más de 24 horas. Las medidas están tomadas para que sigan al Cuartel General inmediatamente las primeras, y para que se forme un botiquín de lo más necesario. En el hospital se carece de vendajes "117 . Soublette, pocos días después del Pantano de Vargas cayó enfermo de disentería en Paipa.

El 5 de julio escribe Bolívar: “ Entramos al páramo y sin embargo que nos hizo un buen tiempo sufrió mucho la tropa por el frío y perdimos todas las bestias de silla y carga”, O'Leary, ayudante del Libertador, relata en sus Memorias: " Los soldados que habían recibido raciones de carne y arracacha para cuatro días, las arrojaban y sólo se cuidaban de su fusil (…). Los pocos caballos que habían sobrevivido perecieron en esta jornada. Tarde de la noche llegó el ejército al pie del Páramo de Pisba y acampó allí; noche horrible aquella, pues fue impo- sible mantener lumbre por no haber en el contorno habitaciones de ninguna especie y porque la llovizna constante acompañada de granizo y de un viento helado y perenne, apagaba las fogatas (…) Como las tropas estaban casi desnudas y la mayor parte de ellas eran naturales de los ardientes llanos de Venezuela, es más fácil concebir que describir sus crueles padecimientos (…) El efecto del aire frío y penetrante fue fatal en aquel día para muchos soldados; en la marcha caían repentinamente enfermos muchos de ellos y a los pocos minutos expiraban. La flagelación se empleó con buen éxito en algunos casos para reanimar a los emparamados y así logró salvarse a un coronel de caballería”118 . Cuenta O´Leary como la

115 MONTAÑA. Op. Cit. p. 228 – 229. 116 ROSSELLI. Op. Cit. p. 282. 117 RIAÑO. 1969. Op. Cit. p. 201. 118 O´LEARY. Op. Cit. p. 162. 25 mujer de un soldado del batallón Rifles, empezó con los dolores de parto, naciendo el niño en el páramo de Pisba. Al día siguiente la madre marchaba a la retaguardia del batallón con su hijo en brazos: “ Aquella noche había sido más horrible que las anteriores y aunque era menos frecuente la lluvia perecieron muchos soldados a causa de sus sufrimientos y privaciones” 119 .

El 5 de julio pasan el páramo de Pisba, Bolívar con Anzoátegui y la mayor parte de la segunda división, "pero dejando muertos, por causa del frío, más de cuarenta hombres en el camino "120 . Empieza el desastre, al pasar los llaneros venezolanos, pues los granadinos, la mayor parte del interior, estaban más adaptados y no hubo muertos entre ellos, mientras que venezolanos e ingleses fueron los que aportaron la mayoría de las víctimas en el rápido ascenso, que si bien fue una estrategia desconcertante para las Tropas del Rey, dejó un importante número de muertos en el páramo. Morillo nunca pensó que el ejército pudiera realizar la movilización del inicio hasta Socha en solo 40 días y menos en estación de lluvias, calculando que necesitaría 6 meses 121 .

El 7 de julio el Libertador, desde Socha, devuelve al Coronel Lara a auxiliar a Soublette, en la retaguardia y le hace, la siguiente recomendación: “ Ver si pueden socorrer los soldados que hayan quedado emparamados, sepultando los que indudablemente están muertos y sacando los que den alguna esperanza de vida. Debe usted saber (…), que muchos días después de emparamado un hombre ha vuelto a la vida, por medio del calor y de los alimentos ”122 .

Los que más sufrieron en el paso del Páramo fueron los ingleses. La división que salió del Mantecal contaba con 150 hombres a las órdenes de Rook y cuando llegó a la entrada del páramo ya estaba maltratada y enferma y había sufrido bastantes bajas. Tuvo que demorarse una semana para reponerse. Soublette, le escribe al Libertador el 11 de julio: " Los ingleses están medio muertos, pero allá irán; pasado mañana pasarán el Páramo, y en las Quebradas contaremos los que salgan "123 . El 14 hacen la travesía con

119 Op. Cit. p. 163. 120 Ibid 121 RIAÑO. Op. Cit. p. 87- 88. 122 ROSSELLI. Op. Cit. p. 273. 123 Op. Cit. p. 274. 26

Soublette, pero " una cuarta parte de los soldados y dos oficiales perecen durante la marcha ", el resto tiene que reponerse varios días en el hospital de Tasco. Sólo el 22 de julio llega Rook a Bonza con su división a incorporarse al ejército. O'Leary relata que cuando se interrogó a Rook sobre los soldados muertos en el paso del Páramo, respondió: " No lo niego que han muerto varios, pero también es cierto que merecieron su suerte, pues esos hombres eran los de peor conducta en mi cuerpo, y éste ha ganado con su muerte "124 . La columna había quedado reducida a menos de cien hombres. El Padre Gallo narra que en los aposentos de Tasco encontraron: “ muchos ingleses, en un estado tan miserable que nos conmovió a todos. La señora de la casa les había procurado alimentos y a los enfermos los tenía recogidos en una pieza” 125 .

El Teniente coronel granadino Antonio Obando, jefe del batallón Cazadores de Vanguardia, relata: “ en la salida del Páramo, comenzó a salir la retaguardia en desorden, pues así se había mandado marchar desde la entrada en el Páramo, y sin embargo de esto se emparamaron como sesenta hombres del Batallón Albión "126 .

Vowell hace otra descripción: “ Cuando llegamos a los páramos que carecen de vegetación, hallamos que el viento era tan penetrante que helaba aún a los que estaban mejor vestidos, y de estos eran pocos desgraciadamente por aquella época en el ejercito de Bolívar (…) la fatiga y el frío, sumados al débil estado en que los hombres se encontraban por la falta de alimentación, empezó a hacer sentir sus efectos. Les entraba una especie de modorra y se recostaban sin caminar; esta modorra en muchos casos era la precursora de la muerte. En vano los oficiales nos esforzábamos por levantarlos; aquellos que estaban tumbados pronto se ponían lívidos y morían en medio de un insensible estupor, como si hubieran sido derribados por la apoplejía. La intensa rarificación del aire, posiblemente contribuía para que se llegara al fatal desenlace. En aquellas alturas a cada inspiración parecía que los pulmones no se expandían suficientemente, produciéndose entonces una sensación asmática, acompañada de palpitaciones cardiacas "127 . Bolívar recomendaba a Lara tratar a los emparamados por " el calor y por los

124 Ibid. 125 GALLO Andrés María. “Paginas Inéditas sobre Boyacá”. En Boletín de Historia y antigüedades. Bogotá, julia a agosto de 1919. No 140 – 141. p. 524. 126 MONTAÑA. Op. Cit. p. 278. 127 SORIANO. Op. Cit. p. 512. 27 alimentos "128 y ordena conseguir caballos y ganado en los campos vecinos y organizar un Hospital en Tasco.

No se sabe con exactitud cuántos soldados murieron por las bajas temperaturas; Santander y Anzoátegui dicen que fue un número considerable; Obando afirma que murieron sesenta del solo batallón inglés; O'Leary señala que de los ingleses pereció una cuarta parte, El Canónigo Peñuela anota que fueron 40 de la división de retaguardia, y calcula que por todos fueron más de cien; igual dato da José Manuel Restrepo. El historiador venezolano Eduardo Blanco estima en 200 el número de muertos y que del regimiento inglés “habían perecido más de ochenta soldados "129 . Cuervo Márquez dice que de este regimiento perecieron 50. Manuel Antonio López dice que son más de 100. En total se puede estimar el número de muertos en 120 o 130 130 . Por mucho tiempo, dice Peñuela: “blanquearon en aquellos desiertos los huesos de los infelices que sucumbieron en el páramo, sin que nadie se preocupara por darles siquiera sepultura a esos héroes anónimos de la libertad "131 . El balance del paso de Pisba es desalentador, 120 a 130 soldados muertos, más de la mitad de la tropa en los hospitales, los caballos y el ganado perdidos y el armamento inservible y regado en el tétrico camino.

O'Leary escribe: " En Socha recibió el ejército solícita hospitalidad de los habitantes del lugar y de los campos circunvecinos. Pan, tabaco y chicha (…) recompensaron las penalidades sufridas por las tropas ". Los primeros cuerpos que estuvieron en condición de marchar, después de dos días de descanso, fueron los de la vanguardia de Santander que salió en dirección a Sogamoso 132 . El 10 de julio marcha el grueso del ejército dejando numerosos enfermos en el hospital. Bolívar escribe: "El estado en que ha llegado la tropa, extremadamente estropeada en tan larga y penosa marcha, y la impresión que le ha causado la variación repentina del clima no solamente me ha impedido continuar las operaciones (…). Los soldados fatigados apenas han podido combatir haciendo un esfuerzo

128 ROSSELLI. Op. Cit. p. 278. 129 Ibid. 130 LOPEZ. Op Cit. p. 7. 131 ROSSELLI. Op. Cit. p. 278. 132 Op. Cit. p. 280. 28 extraordinario: ha sido necesario dejarlos reposar y proveerlos de algún vestuario, y al mismo tiempo remontar nuestra caballería que llegó toda a pie"133 .

LA CAMPAÑA DE BOYACÁ

Barreiro escribe a Sámano el 23 de marzo sobre el superior número de las fuerzas patriotas y las condiciones climáticas que lo paralizan por: “ lo adelantado que se halla la estación pues ya empiezan a picar las aguas” 134 . El mismo día desde Sogamoso, le cuenta al Virrey: “ el estado de indigencia en que se hallan los cuerpos de la División, prescindiendo de los grandes alcances que todos tienen” 135 , diciendo que el dinero que ha recibido: “ no alcanza para condimentar los ranchos, y así en está época, los oficiales carecen absolutamente de todo socorro y a la tropa no se le ha podido suministrar ni un solo cuartillo. Los jefes, para atender a la desnudez en que estaban sus soldados han tenido que contraer empeños (…), los más se hallan muy mal vestidos (…), ha sido preciso (…) poner a la tropa, incluso a los oficiales a solo media ración”136 .

Barreiro escribe a Sámano, el 25 de junio, con seguridad: “ Los pasos de Salinas, Paya, Pueblo Viejo y Medina, son de montañas y paramos muy fragosas y en la estación presente hombres que no están acostumbrados al frió serian destruidos por si mismo, por consiguiente estos puntos quedan defendidos para una invasión por solo su temperamento” 137 . Al tiempo, el Ejercito Libertador está ascendiendo por los pasos que Barreiro cree imposibles, desafiando y padeciendo todo aquello que las fronteras naturales del Reino imponían.

El 27 de junio, el Sargento Mayor, Juan Figueroa, Comandante de la Columna de Paya informa a Barreiro la presencia de 1200 infantes y “ como doscientos caballos”, contra los cuales mantiene fuego para emprender en la noche la retirada a Labranzagrande 138 . Las bajas en los combates con el enemigo, después de 4 horas en la Columna del Rey, consisten en 4 muertos, 14 heridos y 5 dispersos. Figueroa planea en la mañana evacuar

133 Op. Cit. p. 281. 134 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 29 – 30. 135 Ibid. 136 Op. Cit. p. 31. 137 FRIEDE. Op. Cit. p. 22 – 23. 138 Op. Cit. p. 29. 29 a las familias y heridos de Labranzagrande 139 . Desde Tunja el 1 de julio, Barreiro explica las ordenes dadas a Figueroa: “ A fin que el enemigo se vea obligado a detenerse y a sufrir los rigores de un temperamento tan destructor a una clase de hombres como la de ellos” 140 . Además informa que los heridos de los primeros combates llegan al hospital de Sogamoso así como la emigración de Labranzagrande, lo que hace imposible ocultar que el conflicto ha llegado al Reino 141 .

Barreiro vuelve a estar enfermo de fiebres y, en parte, a ello se debe su inactividad en Tunja. En carta que envía a Sámano el 28 de junio dice: “ El estado de salud y debilidad con que me hallo en el día me han obligado a prevenir al Coronel Don Francisco Jiménez, que se halla en la provincia de El Socorro, con el objeto de que si subsisto disfrutando de poca salud y atendiendo a las circunstancias de la reunión de los enemigos en Pore pueda a mi lado librar las ordenes”142 . El 1 de julio escribe nuevamente al Virrey que: “ los movimientos en que se hallan todas las tropas y el carecer de fondos con que alimentarlos” 143 , sumándose que no hay médicos suficientes para atender a los hospitales: “ hace días concedí una licencia al cirujano mayor de la División y al del Segundo Batallón de Numancia” 144 y le pide a Sámano que reincorpore al cirujano Santos Gonzáles, lo cual se verifica el 8 de julio 145 .

Sámano y Morillo intentaran cambiar a Barreiro varias veces y se expiden órdenes en ese sentido, que llegan muy tarde. Sámano el 3 de julio envía al Cirujano Mayor Noceda a Tunja 146 para atender la salud de Barreiro. El 6 de julio Barreiro escribe a Sámano sobre la llegada a Tunja del Coronel de la Calzada: “ Y no he podido menos de figurarme que Vuestra Excelencia, noticioso de la grande enfermedad que ahora días me acometió, infiere me hallaría de no serme posible exponerme a los rigores de la estación (…) a Dios gracias, me hallo bastante restablecido y puedo soportar cualquier fatiga (…) No puedo figurarme que la intención de V.E. halla sido nombrar un sucesor en el mando en razón a mis cortos conocimientos (…) no

139 Op. Cit. p. 30. 140 Op. Cit. p. 37. 141 Ibid. 142 Op. Cit. p. 26. 143 Op. Cit. p. 32. 144 Ibid. 145 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 250. 146 Op. Cit. p. 206. 30 debiendo permitir sea agraviada mi reputación, me dispensara V.E. del atrevimiento que me tomo en suspender el cumplimiento de su superior orden” 147 . Considera que no podía acceder los rebeldes por la cordillera y tomar la capital: “ se carece de todo sustento y por la falta de recursos no existe un almacén de víveres ni medio de transportarlos para la subsistencia del soldado que moriría irremisiblemente”148 .

Barreiro contesta a La Calzada el mismo día: “ Hallándome suficientemente restablecido de mi estado de salud y en disposición de dirigir personalmente las operaciones he dispuesto mi salida en esta misma noche para batir al enemigo en cualquier punto en que se halle” 149 . El mismo día informan desde Sogamoso, que llegaron al Convento de Belén: “ como 600 hombres” de la avanzada del Ejercito Libertador 150 . El 7 de julio, Barreiro se dirige al Virrey recordándole el buen ánimo pero el mal estado de sus tropas: “ debo hacerle presente a vuestra excelencia que en general están todos muy estropeados y particularmente el segundo batallón de Numancia está enteramente desnudo ”151 .

Desde los Molinos de Tópaga, el 12 de julio, informa Barreiro del éxito por parte de las tropas del Rey del combate sobre el puente de Gámeza: “ Los enemigos han tenido una perdida considerable. Más de 80 muertos se han contado en el campo sin haberlo podido hacer de muchos otros que cayeron en el río y barrancas (…). Nuestra perdida (…) es de mucha consideración, pero en razón del vivísimo y largo fuego que sostuvieron es bien corta 152 . En la acción del Puente de Gámeza, Sebastián Díaz espía de Sámano, reporta al Virrey 57 heridos y 16 muertos de las tropas reales, la mayoría pertenecientes al Segundo de Numancia 153 . Más tarde Barreiro informa: “ el feliz éxito de nuestras armas el día de ayer. (…) No he tenido un desertor y los heridos y enfermos no quieren retirarse por no perder la gloria de acabar con ellos (…). Gracias por los 10.000 pesos que remite para la tropa pues todos están miserables y los oficiales hace tiempo que no tienen otro sustento que la sola ración estando la mayor parte desnudos. Los enemigos están enteramente en cueros de modo que me asombra

147 FRIEDE. Op. Cit. p. 46. 148 Op. Cit. p. 47 – 48. 149 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 242. 150 FRIEDE. Op. Cit. p. 60. 151 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 242. 152 FRIEDE. Op. Cit. p. 70. 153 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 274. 31 como pueden resistir los rigores de la estación (…) se cogen muchísimos prisioneros, pero a todos los hago matar al momento para comprometer más al soldado (…) los indios de estos pueblos se portan perfectamente, están haciendo rogativas por la felicidad de nuestras Armas, acuden a nuestros campos con regalos de huevos, carneros, aguardiente y otras cosas para los soldados (…) no así los vecinos que todos a porfía se han alistado con los rebeldes” 154 .

El Boletín del Ejército Libertador del 12 de julio de 1819 informa: “Nuestra perdida en estos combates se reduce a 12 muertos (…) 76 heridos, entre estos el Comandante de Cazadores Antonio Arredondo (…) los Capitanes Guerrero y Gómez y el General Santander, contuso. La pérdida del enemigo según los prisioneros excede de 30O hombres entre muertos, heridos y prisioneros .” 155

En carta del 19 de julio desde Paipa, Barreiro, se queja de no haberle llegado los refuerzos y manifiesta que el tiempo lo desazona: “estamos sin otra ropa que la puesta. Tenemos que dormir al raso y no cesa hace muchos días de llover con la mayor fuerza”156 . Barreiro habla de la crudeza de la estación: “ hace el espacio de 12 días que no cesa de llover un solo instante y como tenemos que permanecer la mayor parte del tiempo en campo, jamás llega a enjugarse la ropa que nos cubre. Por esta razón me he visto precisado a detenerme en este pueblo hoy para que la tropa limpiara sus armas y se repusiera de las municiones que tenia inutilizadas por la humedad” 157 .

La contribución de los habitantes de la Provincia de Tunja fue decisiva para la recuperación del Ejército Libertador. No sólo víveres abundantes, caballos, cobijas, vestidos y hospitalidad le brindaron los pueblos a las tropas libertadoras, sino que muchos hombres ingresaron al ejército, Gallo narra como: “ llegaron al campamento patriota muchas cargas de víveres e infinidad de mujeres con canastos repletos de pan,

154 FRIEDE. Op. Cit. p. 74. 155 CORREO DEL ORINOCO No 39 Angostura 11 de sep de 1819. Presidencia de la República de Venezuela. Boyacá. Homenaje a la República de Colombia. Caracas 1969. 156 FRIEDE. Op. Cit. p. 90. 157 Ibid 32 bizcochos, postres y frutas” 158 . Después afluyeron muchos más que obligaron a crear dos nuevos batallones, las columnas de Tunja con 500 hombres y el Socorro con 300.

Santander dice sobre el ejército antes de llegar a Bonza: “ Con una escasa ración y solo con esto (…) este ejercito todavía desnudo y pobre, había sufrido muchas bajas por las enfermedades, por los muertos y heridos de los combates pasados. Era ya un esqueleto en el campo de Bonza . Su vista en vez de inspirar confianza desanimaba” 159 . Cuenta además como tras la Ley Marcial de Bolívar, que obligaba a reclutar a los hombres entre los 15 y los 40 años, con pena de fusilamiento para quien no se presentara: “Llegaron los reclutas al campo, hacen sus movimientos (…) aquellos lo siguen, y en los ratos de reposo se les instruye y disciplina sin perder un solo momento” 160 , estos reclutas, con doce días de entrenamiento, lucharon en la batalla de Boyacá.

El Coronel Nonato Pérez fue enviado a Soatá a raíz de un accidente que sufrió a caballo en Bonza para reponerse en tierra caliente. Lo mandó con el Coronel Bolívar y el Capitán Patria, “ pero siguió enfermo y murió a los 17 días de su llegada a aquel lugar. En Soatá lo receto un medico español y luego que murió el Coronel, se fue inmediatamente el medico para Málaga, pero el Coronel Bolívar juzgando que el medico lo había matado, se fue detrás y le dio muerte (…). Al Coronel Pérez lo sepultaron con todo su uniforme en la puerta de la Capilla del Rosario, en la Iglesia de Soatá” 161 . El cirujano Mateo Cordero, fue el que atendió a Nonato Pérez en Soatá 162 .

El cura Andrés María Gallo, narra como en los primeros días de Julio, estando retirado con su familia en la hacienda de Toca, recibe comunicación de la llegada de Bolívar y las necesidades del Ejercito y le envían ropa, cobijas, caballos y a sus hermanos, recibiendo Bolívar los presentes le dijo a los hermanos del cura: “ A

158 GALLO. Op. Cit. p. 526. 159 SANTANDER. Op. Cit. p. 8. 160 Ibid. 161 PRIETO. Op. Cit. p. 83. 162 SOTOMAYOR. Op. Cit. p. 191. 33 ustedes los voy a incorporase en el Batallón Albión compuesto de ingleses, para que ellos vean que por acá hay también gente blanca y bien parecida” 163 .

El 10 de julio informa Barreiro de los combates de Corrales y Gámeza: “ más de 20 muertos, 5 prisioneros, 70 caballos ensillados y varias carabinas y lanzas, la infantería tuvo peor suerte pues perecieron la mayor parte, dispersándose los que pudieron evitar la muerte o caer prisioneros (…) No teniendo por merito el batir aun en inferior número a un enemigo tan despreciable por si mismo, por la desnudez y miseria en que se halla“164 .

Al anochecer del 12 de julio se reportan fuertes lluvias en la zona, por lo cual se guarnecen en casas los soldados, reunida ese día con el ejercitó la columna de Paya: “pero solo consta de 200 hombres, habiendo dejado en Sogamoso más de 100 enfermos o cansados (…) todavía quedan algunos enemigos en Paya, que los prisioneros reportan 20 ingleses con (…) Soublete (…), que por hallarse muy estropeados, descalzos y enfermos no puede reunirse en mucho tiempo” 165 . En la acción de Gámeza hubo: “ el asombroso consumo de 35.000 cartuchos (…) el Comandante de Segundo de Numancia se ha hecho presente que tiene un gran numero de soldados de su batallón que en el día son muy necesarios por lo que podrá V.E. mandar viniese a reunirse a su cuerpo, quedando solamente en esa ( Tunja), el Capitán Casero, el Habilitado, un cabo y cuatro soldados de los más inútiles ”166 .

El padre Gallo cuenta que sobre la peña de Tópaga le tocó pasar el puente: “ Para auxiliar a los heridos y moribundos que eran más de ciento cincuenta, de uno y otro ejercito, y durante más de una hora se suspendió el combate” 167 . Tanto el cura Gallo como Mariño relatan como muchas veces desempeñan ellos además de sus funciones sacerdotales, las funciones de auxiliar a los heridos en el campo de batalla. Después de esta acción en Tasco el libertador nombra a Gallo, Capellán del Estado Mayor.

163 GALLO. Op. Cit. p. 522. 164 FRIEDE. Op. Cit. p. 66. 165 Op. Cit. p. 75 - 76. 166 Ibid. 167 GALLO. Op. Cit. p. 524. 34

La situación en cuanto a vestido del Ejercito libertador seguía siendo angustiosa, cuenta Gallo como: “ El Libertador vivía satisfecho y entusiasmado recibiendo al sinnúmero de mujeres que desde los pueblos vecinos venían a traerle víveres y ropa para los soldados; siendo de notar el que todas las mujeres se desasían de su ropa interior, para hacer camisas para los soldados” 168 .

Entre los capturados de la acción de Gámeza, figuraban 37 llaneros de Vanguardia y con ellos Juana Escobar, a quienes Barreiro, ordeno “ fuesen atados espalda con espalda. Luego, atravesarlos a lanzazos” 169 . Gallo confirma el suceso: “ Al llegar a Corrales, a cuya entrada nos aterro encontrar un montón de mujeres que rodeaban los cadáveres de los patriotas asesinados el día anterior, junto a los cuales se veía el cadáver de una mujer joven y bien parecida que, según dijeron se llamaba Juana Escobar y había sido también alanceada por haber salido a interceder por los patriotas” 170 . Gallo rezó por los muertos que las mujeres llevaban al cementerio, y al ir a bendecir la fosa, se encontró: “ a un religioso dominicano con su habito remangado por el sable que ceñía ocupado en hacer lo que yo iba a hacer” 171 . Ese mismo día Sámano en Santafé envía a Manuel de Mieres, comandante de Zipaquirá una orden mandando abrir en ese pueblo una suscripción voluntaria a favor de los heridos de la Tercera División en el segundo suceso de la Campaña 172 .

Sobre el destino de los cadáveres del enfrentamiento de Tópaga Salamanca Aguilera, sostiene que algunos de los sacrificados fueron rescatados por amigos y familiares y enterrados por ellos: “ algunos cadáveres quedaron a mereced de las aves de rapiña y pocos meses después, sus huesos fueron recogidos y llevados solemnemente a Sogamoso para el funeral que se les hizo por iniciativa del padre Mariño” 173 . Fray Ignacio, “culminada la campaña libertadora fue nombrado jefe Civil y Militar de Sogamoso y Santa Rosa. Allí prestó diversos servicios a la patria disciplinando reclutas y proveyendo de víveres, armar y monturas al ejército de la Libertad ”174 . En el inventario de bienes dejados por el padre Mariño,

168 Op. Cit. p. 525. 169 PARRA Caro, Julio Daniel. Corrales ante la Historia. La Rana y el Águila. Tunja, 1982. p. 168. 170 GALLO. Op. Cit. p. 523. 171 Ibid. 172 LEE López. Op. Cit. T. II. p.329. 173 PARRA. Op. Cit. p. 167. 174 MATUS Caile, Miguel Antonio. Fray Ignacio Mariño, capellán del Ejército Libertador. Academia de Historia de Arauca. UPTC. Tunja. 1992. p. 42. 35 figuran tres tomos de Materia Médica y uno de Rudimentos de Medicina 175 . El Capellán del Ejercito Libertador Fray Ignacio Mariño de la Orden de Santo Domingo y natural de Tibasosa “participó activamente en las campañas de Gámeza; Pantano de Vargas y Puente de Boyacá, donde se multiplicaba para atender a los heridos y ayudar a bien morir a los patricios caídos ”176 .

En carta del 19 de julio desde Paipa, Barreiro dice: “los sacerdotes, la mayor parte son sospechosos (…) por este estilo tiene V.E. los pueblos y los conventos, unos y otros protegen a los rebeldes, les suministran todo obsequio y cuantas noticias llegan a adquirir” 177 . Y no se equivocaba el jefe español, ya que Gallo, en los Molinos de Bonza, en las escaramuzas, dice: “murieron unos seis soldados a quienes auxilie y salieron gravemente heridos el capitán Mariano Azuero y un oficial Gaviria a quienes se llevaron a su casa en Duitama unas señoras Azuero” 178 . Lo que sigue confirmando lo precario de los hospitales militares y la asistencia sanitaria en el frente de batalla.

En Boncita, el 21 de julio Barreiro sabe por sus espías que: “ Bolívar se halla consternado y sin saber que hacer, pues sus fuerzas se disminuyen en gran número por las enfermedades que les ocasiona el temperamento y tener que estar continuamente en movimientos y a la intemperie, que en solo el tiempo que ha estado en Tasco ha dejado más de 500 enfermos en el Hospital” 179 .

El 26 de julio, un día después de la Batalla del Pantano de Vargas, informa Barreiro a Sámano, el parte de la victoria de los ejércitos del Rey y cómo, luego de la batalla: “un fuerte aguacero impidió la continuación del fuego y sobreviniendo la noche me vi precisado a reunir las tropas (…). La perdida del enemigo fue horrorosa, la desesperación precipito sus jefes y oficiales sobre nuestras bayonetas (…) nuestra perdida fue de poca consideración” 180 . “Solamente puedo calcularla a 140 entre muertos y heridos; entre los primeros tres oficiales”181 . El Boletín del Ejército Libertador del 25 de julio dice: “El enemigo perdió entre muertos y heridos 500

175 TISNES, Roberto María. Fray Ignacio Mariño O.P. Capellán del Ejercito Libertador. Academia Boyacense de Historia. Tunja. 1989. p. 242. 176 MATUS. Op. Cit. p. 41. 177 FRIEDE. Op. Cit. p. 87- 88. 178 GALLO. Op. Cit. p. 526. 179 FRIEDE. Op. Cit. p. 92 -93. 180 Op. Cit. p. 95. 181 Op. Cit. p. 96 – 97. 36 hombres (…) dejó en nuestro poder multitud de prisioneros (…) sin que podamos calcular el número de dispersos (…) Nuestra pérdida ha consistido en 104 hombres entre muertos y heridos "182 .

Sobre Vargas dice el padre Gallo: “Fue muy grande la perdida de vidas que uno y otro ejercito sufrieron (…). Yo auxilie a más de 200 aquella tarde, la mayor parte patriotas, y eran muchos los que encontré ya cadáveres; y el padre Miguel Díaz, que auxilio a los de la otra loma de la derecha me dijo que pasaban de 100; y el padre Mariño que auxilio a los del Camino Real, estimo en 50 los muertos patriotas y en más de 200 los españoles alanceados” 183 . A Francisco Mariño, hermano de Fray Ignacio: “ el Libertador encargó de la apertura de una larga fosa para enterrar los muertos (…) los muertos españoles fueron cerca de 400 y los de los patriotas, 128 entre estos, 15 oficiales y 2 jefes. El número de heridos fue menor” 184 . El día 26: “ Se ocupo en abrir de nuevo y más ancho un vallado viejo, en el llano, y allí quedaron amontonados más de 700 cadáveres. Yo me ocupe en establecer en el vecino pueblo de Tibasosa hospitales para los heridos auxiliados eficazmente por todos los patriotas de aquel lugar” 185 .

Al anochecer del 25 de julio en el campo de Vargas, los señores Ignacio y Javier Villate llegaron con 3 cargas de papas y mazorcas cocinadas y con ocho salones de oveja en auxilio de los oficiales de la tropa e hicieron candeladas para asar la carne. Al amanecer del lunes 26 mando el señor Mariño tres reses grandes, las que fueron sacrificadas y repartidas inmediatamente entre la tropa. “ Todos los vecinos se apresuraron a auxiliar a los vencedores con cuantos víveres fue posible y a recoger los heridos y llevarlos a la casa (…). La recogida de los heridos, de la ropa de los muertos y la inhumación de los cadáveres, la recomendó el Libertador a los señores Villate y Mariño, así como también la de las armas, equipos y municiones. La ropa debía llevarla al Habilitado del Ejército para distribuirla entre los más desnudos (…). Todo ese día estuvo el Libertador con los principales oficiales haciendo que los heridos fueran distribuidos en las casas vecinas y otros llevados a Tibasosa, pero no como todos estaban de gravedad, muchos prefirieron seguir con el Ejército (…). Los cadáveres recogidos, y quemados unos, y otros sepultados fueron más de 1200; fuera de muchos, que murieron en el monte, lejos del sitio del combate por haberse ido heridos (…). Los vestidos recogidos y llevados al

182 CORREO DEL ORINOCO No 39. Angostura 11 de sep de 1819. Op. Cit. 183 GALLO. Op. Cit. 527. 184 Ibid. 185 Op Cit. p. 528. 37

Ejército fueron 670, fuera de más de 100 que esconderían los que los desnudaban cuando no estaban vigilados (…). Villate, trajo al día siguiente del combate más de 100 peones de Tibasosa, para ayudar a hacer las fosas y enterrar a unos y quemar a la mayor parte de los que quedaron en el monte y más lejos. Las fosas fueron vallados que hicieron a la orilla del Pantano, al pie de la lomita donde fue el combate de la caballería. Muchos de los heridos patriotas fueron llevados a las casas de Vargas y algunos murieron sobre dos escaños que servían de asiento en la casa: entre ellos los de la Legión Británica (…) Los patriotas que murieron sobre el cerro, fueron la mayor parte sepultados (…) se notaban las sepulturas, porque sobre algunas había piedras amontonadas. Tres días duraron recogiendo los cadáveres y las armas con las que se armaron los dos batallones que se formaron (…) Bolívar volvió al campamento de Bonza el 27 de julio y ordeno la reorganización del Ejercito que apenas alcanzo a 1883 hombres, de modo que entre muertos, heridos gravemente y derrotados, hubo una baja de 573 y digo derrotados porque del campo de Vargas se fueron para Casanare por lo menos 150 hombres, los cuales dieron allá la noticia de la perdida de la batalla y dieron por cierta la muerte de Bolívar, Santander y otros oficiales y jefes”186 .

Con fecha del 27 de julio, el Gobernador de Tunja informa: “ ayer han llegado 120 heridos de la División de resulta de una acción que se ha dado el 25 en los campos de Bonza; la perdida del enemigo ha sido bastante considerable” 187 . El 27 con la Ley Marcial activada por los patriotas, se envía igualmente oficiales en todas las direcciones a recoger a los enfermos y dispersos dejados en los pueblos 188 .

En el informe de julio 29 en Paipa, Barreiro dice que en el Ejercito Libertador son: “ 190 los heridos que llegaron a Sogamoso. Han muerto varios jefes y oficiales de gran reputación (…) y en el número de los heridos se cuenta al Coronel del batallón Ingles que se corto un brazo (…) a pesar de ello, como he tenido muchas bajas de heridos y enfermos, la fuerza total de infantería es de 1300 plazas y 350 de caballería” 189 . La exageración también ha sido constante en las cifras de muertos en el Pantano de Vargas, el canónigo Peñuela en el Álbum de Boyacá

186 PRIETO. Op. Cit. p. 90 – 93. 187 LEE López. Op. Cit. T. II. p. 369. 188 RIAÑO. Op. Cit. 1969. p. 248. 189 FRIEDE. Op. Cit. p. 99. 38 llega a la cifra de 1000 muertos, Camilo Riaño sostiene siguiendo las diferentes fuentes que las bajas en Vargas fueron equilibradas calculándose entre 300 a 350 por bando 190 .

Uno de los casos más dramáticos de los acontecidos en Vargas, es el del Coronel Jaime Rook, quien tomó parte en la acción del cerro el Cangrejo, donde recibió una herida por proyectil de arma de fuego. Dice Antonio López: “ recibió un balazo en el codo del brazo izquierdo, que le rompió la articulación, desflorándole el hueso” 191 . Gallo cuenta que estando recogiendo los muertos y heridos de la batalla del Pantano, en la noche, en compañía de unos oficiales: “ Oímos entre el matorral unos bramidos (…) dimos con un Jefe inglés a quien se llevo como se pudo a la casa. Era el Coronel Jaime Rook, y parecía una estatua de mármol blanco, por el desangre que había sufrido (…). La bala que lo hirió le volvió pedazos el brazo izquierdo, del codo para arriba y le desgarró arterias y venas” 192 .

La amputación se realizó hasta el día siguiente muy de mañana en la Hacienda de Varguitas, a la llegada del Cirujano del Ejercito Folley 193 , Manuel Antonio López relata: “gustoso con un valor poco común; entrego el brazo con serenidad, se le aplico el torniquete, se le corto la carne, se le cabecearon las arterias y tres segundos después el cirujano le había cortado el hueso. Al desprenderse la parte inferior del brazo que le acababan de cortar, el Coronel Rook, con la mayor impavidez lo tomo con la mano derecha por la muñeca, se puso de pie antes de que le cauterizaran el hueso y levantándolo arriba de la cabeza exclamo: Viva la Patria” 194 . Gallo afirma respecto a la misma cirugía: “ El herido entrego el brazo al cirujano, que era también ingles, y este se lo corto por cerca del hombro, sin que el paciente hiciera ningún gesto ni ninguna contracción: pareció como si le hubieran aserrado el brazo a una estatua de madera “, agregando a la famosa frase de Viva la Patria, siendo preguntado por Folley en ingles: “Cual patria: Irlanda o Inglaterra y contesto en Ingles: la que me ha de dar sepultura” 195 .

190 RIAÑO. 1969. Op. Cit. p. 242. 191 LOPEZ. Op. Cit. p. 11. 192 GALLO. Op. Cit. p. 527. 193 CORREA, Ramón C. “Coronel Don Jaime Rook”. Repertorio Boyacense No 281 – 281. Agosto a Diciembre. Tunja, Imprenta Departamental. 1974. p. 3927. Según Correa Hugo Blair Brown estuvo presente en la batalla de Vargas y en la cirugía de Rook. 194 LOPEZ. Op. Cit. p. 11. 195 GALLO. Op Cit. 528. 39

Ante la gravedad de Rook, Bolívar dispuso que fuera trasladado al convento agustino de Belencito, con la advertencia que estos responderían por su cuidado, mientras ordenó que llevaran a Inocencio Chincá, herido en la célebre carga de los 14 lanceros a Tibasosa 196 , e hicieran lo posible por salvarle la vida, el sargento Chincá, herido de un lanzazo en la ingle, por más que se le cuidó y recomendó, murió a los tres días 197 .

Vowell cuenta en detalle lo sucedido a Rook en el Pantano de Vargas: “ Rook, que perdió un brazo en la batalla de Vargas, fue dejado a retaguardia en un convento poco distante de Tunja, porque se había juzgado peligroso hacer que, en semejante estado, siguiese al ejercito por tan malos caminos. Habíale hábilmente amputado el brazo un cirujano inglés, que dejo a los frailes instrucciones detalladas para el tratamiento del paciente” 198 . Este convento de agustinos calzados, dista del campo de Vargas cinco kilómetros. Según el relato: “ los religiosos agustinos atendieron con solícitos cuidados por la restauración de la preciosa existencia del ilustre enfermo, según las instrucciones de los médicos cirujanos citados, pero no fueron efectivos los remedios a la gravedad de la herida, vino la gangrena y el valiente prócer murió en el Hato” 199 . Ramón C. Correa dice que los frailes oficiaron las exequias y lo enterraron cerca del Convento, mientras Vowell dice que: “ Los frailes confiaron más en sus procedimientos curativos que en tales instrucciones, y por esta confianza funesta, quitaron el aparato para sustituirla por una masa de hilas humedecidas con aceite y vino. Este tratamiento produjo la mortificación y muerte de nuestro pobre Coronel” 200 .

No hay más oficios de Barreiro al Virrey ni de Sámano al Comandante, desde el 4 de agosto, los dramáticos hechos de lo ocurrido con los Ejércitos del Rey se consignan en el Diario Militar de la Tercera División hasta el 7 de agosto. El 5 de agosto se puso en marcha al sitio la Venta del Mico donde se enteraron de la caída de Tunja. “ Se hicieron algunas paradas para ir reunidos en la marcha pues la mucha lluvia hacia casi intransitable el camino. A la una de la noche la división llego al pueblo de Cómbita. (…) Día 6. A las tres de la madrugada de ese día sin embargo de la mucha lluvia que continuaba la división se puso en

196 MARIÑO Camargo, Alfonso. “ Coronel Francisco Mariño y Soler ”. En: Repertorio Boyacense No 280 -281. Agosto a Diciembre. Tunja. Imprenta Departamental. 1974. p. 3944. 197 PRIETO. Op. Cit. p. 90. 198 CORREA. Op. Cit. p. 3929. 199 Op. Cit. p. 3930 200 CAMARGO Pérez, Gabriel. Exploraciones Históricas. Tunja: La Rana y el Águila. 1981. p. 369 – 370. 40 marcha a Motavita” llegando a las 11 y 30. “Día 7.La división se puso en marcha a las tres y media de la madrugada dirigiéndose por el páramo (…) a caer al puente de Guayacá que esta en el camino Real hacia Santafé, a las dos de la tarde llego la división sobre la vista de dicho punto” Después de narrar los hechos de la derrota sobre el puente de Boyacá, a las 4 y 30 de la tarde: “la tropa dispersa así de caballería como de infantería tomó diversas direcciones según la situación que a cada uno le cogió en ese desgraciado momento, esa misma tarde sobre el pueblo de Samacá siendo perseguidos por los enemigos, se reunieron y se hizo cargo del Mando el Teniente Coronel Juan Loño” saliendo rumbo a Chiquinquirá, buscando la ruta del río Magdalena hacia Cartagena 201 .

La ocupación de Tunja puso al Ejercito Libertador en posesión de 600 fusiles, un almacén de vestuarios, paño para construir otros, los hospitales, botiquines y los talleres de artillería 202 , “ El ejercito ha reemplazado sus bajas y se ha repuesto de sus fatigas, ha aumentado su entusiasmo con el de los habitantes de esta ciudad que lo recibieron con un jubilo inexplicable”203 . Sin embargo al llegar a la ciudad rendida, a las 9 de la mañana del 6 de agosto, vestidos con los uniformes quitados a los españoles en Vargas, dice Prieto que se dio el siguiente incidente: “ Algunos que los vieron así uniformados, juzgaron que fueran soldados del ejercito de Barreiro, con tanta mayor razón, cuando se había publicado la derrota de los insurgentes y los vitoreaban como vencedores, principalmente a Barreiro. Esta equivocación les costo muy cara, porque trece de ellos fueron lanceados en las calles de la entrada” 204 .

Obando dice sobre la ocupación de Tunja: “ el enemigo se quedo sin saber cual había sido el movimiento de nuestro ejercito, hasta que le fue avisado que nos hallábamos en Tunja. Este movimiento fue el que dio vida a la Republica (…) contribuyo mucho a esta victoria la de Vargas en donde conoció Barreiro la superioridad de nuestras tropas a las suyas en valor, y también el atrevido movimiento de Paipa a Tunja que desmoralizo el Ejercito de Barreiro” 205 .

201 FRIEDE. Op. Cit. p. 116 202 SOUBLETTE Carlos. Boletín del Ejercito Libertador de la Nueva Granada, Tunja 6 de agosto de 1819 . En: Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá, julio a agosto de 1919, No 140 - 141. p. 486. 203 MONTAÑA. Op. Cit. p. 243. 204 PRIETO. Op. Cit. p. 104. 205 MONTAÑA. Op. Cit. p. 280. 41

Desde Ventaquemada, Soublette informa el 8 de agosto las bajas en la batalla de Boyacá: “nuestra pérdida ha consistido en 13 muertos y 53 heridos .” 206 Prieto afirma que: “ entre los muertos realistas nueve eran mujeres, porque como estaban racionando la tropa ellas estaban entre el Ejercito (es de advertir que en el ejercito realista había más de 200 mujeres” 207 .

75 días han trascurrido desde Mantecal a la entrada en Santafé del Ejercito Libertador, con lo que concluye la Campaña de Boyacá en la Provincia de Tunja, el dominio español en el corazón del Nuevo Reino de Granada y nace la República. Las intensas lluvias, la falta de atención sanitaria, la poca capacidad de los soldados, el reclutamiento forzoso, la falta de médicos y cirujanos, la improvisación y la interinidad; las deserciones y los continuos cambios de bando, la falta de recursos financieros, de ropa, de provisiones, el paso de Pisba, las fiebres contraídas en el llano, la viruela, el tabardillo, los muertos y heridos en su gran mayoría venezolanos, neogranadinos e ingleses; la rivalidad de los oficiales españoles, las grandes distancias y la rapidez con que atacó el Ejercito Libertador, así como todos los hechos dramáticos, legendarios y anecdóticos distorsionados por la historia patria y sepultados por la misma; el uso de las cifras militares en la guerra y en la configuración del imaginario, nos dan una nueva mirada a las pobres condiciones de los dos ejércitos y, en particular, a la pésima asistencia sanitaria en los improvisados Hospitales Militares ambulantes del Ejercito Libertador y de la Tercera División de los Ejércitos del Rey.

206 CORREO DEL ORINOCO No 39 Angostura 11 de sep de 1819. Op. Cit. 207 PRIETO. Op. Cit. p. 103. 42

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Luis Fernando González Escobar Profesor Asociado Escuela del Hábitat Facultad de Arquitectura Universidad Nacional de Colombia sede Medellín

Para 1910 la arquitectura escolar en Antioquia no había construido un edificio destacable. Todavía más cuando se trataba de edificaciones para escuelas primarias, muy a pesar del notable avance que había tenido la educación en términos de cobertura desde hacia 40 años, es decir, desde la administración de Pedro Justo Berrío en los años setenta del siglo XIX. El crecimiento del número de instituciones y estudiantes (se multiplicaron por 4 las escuelas y por 10 los alumnos entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX), la introducción de nuevos métodos y modelos pedagógicos, y el mejoramiento de la calidad, no tuvieron correspondencia con la construcción de las distintas sedes, ni en términos de cualificación formal ni espacial.

Por eso el Director de Instrucción Pública de Antioquia, en un informe al Ministro del ramo, en abril de 1910, señalaba cómo a pesar de los más de 30000 alumnos, las 648 escuelas 1 dirigidas por 739 maestros en el Departamento, las características y condiciones de los edificios eran de baja calidad:

Los edificios de las Escuelas del Departamento son en lo general muy malos; pocos de ellos satisfacen siquiera en parte las condiciones que el artículo 43 del Decreto orgánico, las Ordenanzas, la Higiene y la Moral exigen.

1 En la administración de Mariano Ospina, entre 1845 y 1848, había 2944 estudiantes en 135 escuelas. En Estanislao Gómez Barrientos, Don Mariano Ospina y su época tomo 1 (1805 – 1849), Medellín, Imprenta Editorial, MCMXIII, pág. 354.

Medito el modo de compeler á los Municipios á adquirir, construyéndolos bajo modelo, edificios adecuados, empezando por este rico municipio de Medellín, que no posee un solo edificio bueno para Escuela.

Se afanan mucho algunos pedagogos en divulgar los principios generales de la ciencia á que han dedicado su vida y dan circulares pomposas y escriben cosas admirables, y sin embargo olvidad dictar providencias tendientes á darles buenas casas a los alumnos, quiero decir buena Escuela.

Aspiro á que mis obras y no mis palabras sean las que me defiendan de la inconsciente maledicencia humana, y por ello he resuelto remover todos los obstáculos que se presenten y hacer construir locales para Escuelas donde los Municipios no lo posean, hacer reformar los existentes donde están en mal estado ó sean inadecuados, cuando la reforma pueda hacerse sin violar las reglas de la higiene escolar y la pedagogía 2

El diagnóstico realizado por el Director era claro en señalar el estado de las edificaciones, a las cuales no dudaba en señalar como malo. En realidad la mayor parte de las edificaciones eran viejas casonas acondicionadas como escuelas, pero sin ningún cambio o adecuación especial. El Director se plantea entre otras cosas, tres hechos fundamentales: la necesidad de aplicar la normativa que existía frente a la necesidad de incorporar la higiene en las construcciones escolares, la manera de obligar a los municipios a construir escuelas y la posibilidad de definir modelos arquitectónicos

En cuanto a la Higiene, esta se veía planteando de tiempo atrás por parte de los médicos a escala nacional, al punto que la Junta Central de Higiene había expedido un Acuerdo sobre la higiene de las escuelas y los colegios, definiendo

2 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núms. 25 y 26 Medellín, abril de 1910, pág. 275. incluso principios rectores para las edificaciones, como la ubicación, la relación con otras edificaciones perjudiciales como fábricas, asilos o mercados, obre volúmenes de aire mínimos por alumno, la ventilación o la iluminación. Estas ideas higienistas fueron promovidas en Antioquia por médicos como Juan Bautista Montoya y Flórez quien decía en 1905 como “Los edificios de los colegios, como los de los cuarteles en los pueblos civilizados, son construidos especialmente y consultan las condiciones higiénicas modernas, á la par que la comodidad; sólo entre nosotros estamos como en el tiempo de la colonia, reducidos á poner una escuela ó un cuartel en la primera casucha que se topa, generalmente sin luz, sin agua, con pocos excusados ó sin ellos”3; planteando la necesidad de construir modernos edificios para escuelas, amplios, “areados”, con luz abundante, excusados y mucho agua. Otro tanto promulgó el también médico Alfonso Castro, quien escribió en 1911 un documento denominado “Higiene de las escuelas”, en donde dedicó la primera parte a los edificios, desde la característica de las aulas hasta la forma de implantación urbana, y las dos restantes a la higiene del cuerpo o física y la mental 4

De otro lado esta la normativa, de la cual hace referencia el Director en su informe al Decreto 491 del 3 de junio de 1904, mediante el cual se reglamentó la Ley 39 sobre Instrucción Pública. El capítulo IV estaba dedicado a edificios y útiles para las Escuelas. Específicamente el Art. 43 indicaba que toda “Escuela tendrá un edificio de su propiedad, costeado por el Municipio. En caso de que se promueva su construcción, ésta se hará conforme á los planos que determinen los reglamentos, ó las reglas técnicas del caso; tendrá una magnitud proporcionada al número de niños que, según la población del Distrito, debe concurrir a la Escuela. El Edificio tendrá un departamento adecuado para el Maestro” 5. Anexo debería tener un terreno cercado para ejercicios gimnásticos y para huerto o jardín.

3 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núms.11y 12, Medellín, mayo de 1906, pág. 399. 4 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núms.. XX, Medellín, 1911, págs. 105 a 129. 5 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núm. 24, Medellín, febrero de 1910, pág. 201. Pero para el año de 1910 en Antioquia no se tenía ninguna aplicación de lo definido por el Decreto Orgánico ni lo dispuesto por la Junta Central de Higiene, a pesar de ciertas experiencias como la construcción de la Escuela de Cisneros por parte del Ferrocarril de Antioquia en 1909, considerada dentro de las “exigencias modernas”, que mereció un comentario e inspiró el texto “Edificios para escuelas” del pedagogo Antonio J. Duque en enero de 1910 6. También en 1910 varios personajes, entre ellos Carlos E. Restrepo, plantearon en razón del Centenario de la Independencia, la realización de planos para la construcción de Escuelas Modelos, propuesta que si no tuvo efecto inmediato si propuso por primera vez dicho nombre.

La iniciativa del Directo de Instrucción Pública, J. B. Londoño, comenzó a tener efecto cuando el Gobernador Eduardo Vásquez Jaramillo, promulgó el Decreto 419, 15 de octubre de 1910, sobre construcción y reforma de locales para Escuelas. Con ella se ordenó que los municipios que no tuvieran locales adecuados para escuelas, debieran construirlos a partir de 1911, de acuerdo con los planos e instrucciones que determinara la Dirección General de Instrucción Pública. Cada uno de ellos tenía que definir los recursos para al menos un edificio. Los que tenían edificios pero sin condiciones “higiénicas y pedagógicas prescritas por los Decretos y Reglamentos de las Escuelas primarias”, debían reformarlos y adaptarlos a los modelos e instrucciones de esa Dirección. No se podían crear nuevas escuelas rurales sino se proporcionaban locales independientes de las habitaciones particulares 7. Al anterior Decreto se le sumaron Ordenanzas, Acuerdos y Resoluciones, mediante las cuales se fue aclarando, estructurando y fortaleciendo los procedimientos que condujeron a definir modelos de arquitectura escolar para el departamento de Antioquia.

6 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núm. 23, Medellín, enero de 1910, pág. 136. 7 Revista de Instrucción Pública Antioqueña núms. 32 y 33, Medellín, octubre de 1910, págs. 591 y 592. La primera normativa fue la Ordenanza 25 del 27 de abril de 1911, “Sobre Instrucción Pública”, mediante la cual se adoptó para las escuelas y colegios del Departamento el Acuerdo sobre Higiene de la Junta Central de Higiene, promulgado en mayo de 1904, el cual lo convirtió en obligatorio; esta misma Ordenanza creó la Junta Departamental de Instrucción Pública, que tenía entre otras misiones atribuidas la de “aprobar los planos que deban servir para la construcción de locales de Escuelas 8. Mientras tanto la Ordenanza 46, del 30 de abril de 1912, definió la parte de los recursos pues obligó a los municipios a destinar “por los menos seis unidades de las veintitrés que les concedía la Ordenanza número 14 de 1911”, para construir locales de escuelas 9; algo que reiteró y fortaleció la Ordenanza 1ª del 10 de marzo de 1914, al derogar la Ordenanza 46, cuando definió que los municipios debían destinar 6 unidades de las 23, como participación en el producto de algunas rentas, para adquirir y mejorar locales y “mueblaje” para las escuelas y, adicionalmente, enviar un plano a escala del inmueble a adquirir al Director General de Instrucción Pública, pero en donde hubiera el recurso para construir se debía hacer de acuerdo con los planos enviados por la Dirección de Instrucción Pública.

El otro punto de la normativa que cerró el circulo para dar empuje a la arquitectura escolar fue la Resolución núm. 19 del 24 de septiembre de 1914, de la Junta Departamental de Higiene, en la cual se definió que la construcción de las escuelas se debía hacer de acuerdo con los planos que el Ingeniero Arquitecto del Departamento presentara a la Junta de Instrucción Pública, previa revisión de la Junta Departamental de Higiene. Aun las reformas en los municipios se deberían hacer con planos presentados por el Ingeniero Arquitecto. Los planos se debían ajustar a las especificaciones del Art. 3º del Acuerdo 13 de 1911 de la ya extinguida Junta Central de Higiene. Planteaba esta Resolución la necesidad de contar con un lote suficientemente amplio como para aislar la escuela de los

8 Antioquia Gaceta Departamental núm. 205, Medellín, 4 de mayo de 1911, pág. 577 9 Antioquia Gaceta Departamental núms. 378 y 379, Medellín, 14 de mayo 1912, pág. 1961. edificios vecinos y separado de la calle por jardines; tener agua potable suficiente con el fin de contar con baños de inmersión, duchas y lavabos en número suficiente; en donde se pudiera se debía construir un cobertizo como zona de juego en tiempo de lluvia o mucho calor. No es ninguna coincidencia que el Secretario de la Junta de Higiene fuera J. B. Londoño.

Así que teniendo los recursos de los municipios, la revisión de la Junta Departamental de Higiene –convertida en Dirección Departamental de Higiene desde este mismo años de 1914- y las instrucciones y aprobación de la Dirección de Instrucción Pública, le correspondía al Ingeniero Arquitecto del Departamento la responsabilidad de los diseños.

La Oficina Departamental de Ingeniería había sido creada en 1912, a cargo de un Ingeniero Arquitecto, quien entre otras responsabilidades asignadas estaba la construcción de edificios de Instrucción Pública, con la aprobación del “Director del ramo”. Desde su creación hasta mediados de 1917, la Oficina estuvo a cargo de Dionisio Lalinde, quien desde un principio mostró preocupación por la arquitectura escolar. En su informe de actividades en 1913 fue explicito al señalar que el: “ramo quizá más importante que tiene para resolver nuestro pueblo, es el de la higiene aplicada a la construcción de edificios dedicados á la instrucción pública. Antioquia va a la vanguardia en este importante ramo, en el número de educando en Colombia. La mayor parte de sus rentas se le dedica, pero de una manera deficiente, si se tiene en cuenta en el deplorable abandono con que se ha atendido al desarrollo físico del alumno”. Planteaba entonces que para conseguirlo era necesario construir locales para escuelas, de acuerdo con los métodos que prescribía la higiene moderna. Según su visión la construcción de un edificio para el alojamiento de alumnos, requería de un estudio técnico que resumía en seis puntos o capítulos fundamentales:

1º. Ubicación, orientación y superficie libre; 2º. Areación(sic), revestimiento y aseo de superficies; 3º. Claridad; 4º. Evacuación de residuos; 5º. Los locales en particular; y 6º. Selección de materiales de construcción 10 .

Incluso planteó que por lo complejo del trabajo se debería crear una Junta de Higiene, organizadora de todo el ramo en general, con la asesoría de un Ingeniero Civil y un Arquitecto Sanitario. Esto no se cumplió y él sólo le tocó asumir el programa de trabajo de la arquitectura escolar en Antioquia por cinco años.

Escuela Modelo núm. 1 de Medellín, 1930, diseñada por Dionisio Lalinde. Ubicada actualmente en la carrera Bolívar junta a la estación Prado del Metro. Reproducción de 100 años de Arquitectura en Colombia, UNESCO - Biblioteca Pública Piloto, 2001.

10 Informe del Ingeniero Arquitecto Dionisio Lalinde, 15 de febrero de 1913, en Gabriel Latorre Secretario de Hacienda, Informe al Gobernador , Medellín, Imprenta Oficial, febrero de 1913, pág. 407. Si bien en 1912 adelantó los proyectos de cuatro escuelas –Prado y Belén en Medellín, Santuario y Támesis-, fue en 1913 cuando diseñó el proyecto de la Escuela Modelo núm. 1 para Medellín, con el cual inicia este tipo de proyectos. Lalinde asumió personalmente la construcción la cual estaba terminada para septiembre de 1916, cuando se dio al servicio. Según el Director de Instrucción Pública, Medellín le había obsequiado a la instrucción pública “un local que es orgullo de la ciudad y que bien puede presentarse como verdadero modelo por sus ventajas, pues une a la hermosura de las líneas todas las condiciones que la higiene exige” 11 .

Dos años después del diseño de la Escuela Modelo No. 1, Lalinde diseñó un Modelo para Escuelas Rurales para Antioquia, el cual fue aprobado por la Dirección General de Instrucción Pública en 1915. La propuesta se desarrollaba en un lote con un área de 574.2 m 2 (19.80 de frente por 29 metros de fondo); con aulas de 6 metros de ancho, 10 metros de ancho por 4.50 de altura hasta el cielorraso.

El trabajo de Lalinde fue incesante en los cinco años de labores al frente de la Oficina de Ingeniería Departamental en cuanto a la arquitectura escolar se refiere, pues realizó mas de cincuenta proyectos –unos 150 planos- para diferentes escuelas de varones, niñas y mixtas en buena parte del Departamento, aparte de la revisión, reforma o reelaboración de proyectos enviados desde los municipios cada año.

Dionisio Lalinde inició una labor que dejó una gran impronta, aun no reconocida, porque nunca se ha valorado esta arquitectura escolar y la importancia de su obra desarrollada en los años diez, e incluso algunas de ellas, como en el caso de la Escuela Modelo de Puerto Berrío y la misma Escuela Modelo No. 1 de Medellín,

11 Informe del Director General de Instrucción Pública al Sr. Gobernador del Departamento con motivo de las sesiones extraordinarias de la Asamblea Departamental en el presente año de 1917 , Medellín, Imprenta Oficial, pág. 21. han sido adjudicadas de manera equivocada al arquitecto belga Agustín Goovaerts. Lo cierto es que Goovaerts continuó de cierta manera la obra de Lalinde, pues recién llegado y sólo entre enero de 1921 y enero de 1922 realizó 30 planos para proyectos en 13 municipios y barrios, entre las cuales estaban las de varones de Andes, Armenia, Envigado, Copacabana, Cisneros, Caicedo, Rionegro, La América; las de señoritas de Heliconia y Bolívar; las mixtas de Villahermosa y Valparaíso, y el Instituto Giraldo de Marinilla 12 . Goovaerts continuó con el diseño de las Escuelas Modelos en los años veinte, las que cualificó formal y espacialmente, lo mismo que a la arquitectura escolar en general, a la que dedico grandes esfuerzos y realizó notables obras, algo que seguramente opacó la mas modesta de Lalinde en el mismo Medellín y, principalmente, en los municipios de Antioquia. Es, pues Lalinde, el pionero de la arquitectura escolar y como tal hay que valorarlo a él, lo mismo que su obra arquitectónica escolar que, a pesar de su modestia, es un resumen del interés de renovación pedagógica y de la incorporación de los presupuestos de la “Higiene Moderna” con los que se dio un salto cualitativo en la arquitectura en este ramo específico.

12 “Informe del Ingeniero Arquitecto del Departamento”, Medellín, enero de 1922, en Jesús M. Marulanda, Informe al Sr. Gobernador del Departamento Dr. Manuel M. Toro al reunirse la Asamblea de 1922 , Medellín, Imprenta Oficial, 1922, págs. 319 y 320.