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ESTUDIO CRÍTICO FIL © DEL TEXTO: el autor © DE LA EDICIÓN DIGITAL: Fundación Ignacio Larramendi Fecha de la edición digital: 2019 Lugar: Madrid (España) DOI: http://dx.doi.org/10.18558/FIL170 Libro electrónico realizado por DIGIBÍS. BARTOLOMÉ DE MEDINA O. P. (1527-1581) JULIO SÁNCHEZ GÓMEZ Universidad de Salamanca El dominico fray Bartolomé de Medina es una de las figuras menos conocidas de entre las que ocuparon cátedras en la Uni- versidad salmantina en su siglo más es- plendoroso1. Hasta la aparición del artícu- lo biográfico de J. Barrientos2, práctica- mente carecía de una biografía y solo con- tábamos con alusiones breves de diversos autores, sobre todo los historiadores do- minicos Quetif-Echard, Fernández, Alon- so Getino, Arriaga y Araya, tan hagiográ- ficos que omiten por ejemplo la tormento- sa relación de Medina con fray Luis. Y sin embargo es Medina uno de los más sólidos puntales de la Escuela de Sala- manca, receptor del pensamiento de Fran- cisco de Vitoria y transmisor a las nuevas generaciones, como profesor que fue de la Universidad salmantina, del corpus de doctrina del maestro burgalés y de sus discípulos o coetáneos –Melchor Cano, Domingo de Soto, Diego de Chaves y Pedro de Sotomayor–, pero también creador de su propia doctrina, de notoria originalidad. Quizá su enemistad con fray Luis de León, que lo consideraba «noto- rio enemigo suyo» y su papel central en la acusación contra aquel hayan contribuido a su preterición en un mundo académico en el que el agustino de Belmonte goza de tan elevada consideración. 1 La más completa historia de la Universidad salmantina, la dirigida por el profesor RODRÍGUEZ SAN PEDRO, Historia de la Universidad de Salamanca, en su volumen V, titulado «Índices y figuras», que reco- ge biografías de personajes relacionados con el Estudio salmantino, dedica exactamente diez líneas al perso- naje y afirma que las primeras noticias que tienen los autores son ya del año 1566 con motivo del enfrenta- miento con fray Luis de León en torno a la cátedra de Prima de Teología. Obviamente la información que recogen es sumamente exigua. 2 BARRIENTOS GARCÍA, José, «Bartolomé de Medina O.P. y la Universidad de Salamanca». Fundación Ignacio Larramendi 1 Bartolomé de Medina O. P. (1527-1581) FRAY BARTOLOMÉ DE MEDINA Y SU TIEMPO. Viene al mundo el futuro padre Bartolomé de Medina en la villa de Medina de Rioseco en 15273. Coincidía en el año de su nacimiento con dos personajes, de los que es rigurosa- mente coetáneo, si bien menos longevo y que tendrán gran relevancia en su vida: uno, por- que fue el monarca que reinó durante buena parte de su vida activa, Felipe II, que nace el mismo año que él a muy poca distancia, en Valladolid. Y otro, cuya vida se entrecruzará muchas veces con la del riosecano, el agustino fray Luis de León, en este caso bastante más lejos, en Belmonte, en la actual provincia de Cuenca. Los tres nacieron en 1527, pero mientras Medina abandonará el mundo en 1581, fray Luis de León fallecerá en 1591 y Felipe II sobrevivirá hasta 1598. LA CASTILLA EN QUE SE DESARROLLA LA VIDA DE FRAY BARTOLOMÉ4 La trayectoria vital del dominico se desarrolla en coincidencia con el auge de una Castilla que acaba de dejar atrás la Edad Media y ha visto a la Corona del rey Carlos, en alianza con la aristocracia, vencer a la última insurrección de entidad en el territorio peninsular en mucho tiempo, las Comunidades, y viene a terminar en la década gloriosa para el desarro- llo imperial que comienza con Lepanto y finaliza con la total unión ibérica bajo una misma corona, pero bajo la que ya se adivinan los síntomas de agotamiento con el inicio de la rebelión de Flandes, de la hostilidad de Inglaterra y las casi insuperables dificultades del tesoro real, que obligan a apretar más y más los bolsillos de los súbditos castellanos. Nace Medina el año del Saco de Roma, un suceso que conmovió a Europa, y muere el año en que acaba de tener lugar la batalla de Alcántara, en la que los tercios españoles dirigidos por el duque de Alba derrotan a las fuerzas portuguesas en la lucha por la sucesión al trono 3 Es la fecha que repiten todos aquellos que expresan una. Una búsqueda en el Archivo Diocesano de Valla- dolid, donde se guardan los libros parroquiales de la actual diócesis resultó infructuosa. De las tres parroquias riosecanas, Santa María, Santa Cruz y Santiago solo existen registros de bautismos de la década de 1520 para esta última, que comienzan en 1515 y no aparece bautismo alguno referido al religioso. Los libros de bauti- zados de la parroquia de Santa Cruz dan comienzo en 1538 y los de Santa María de Mediavilla, en 1539. Los libros de confirmados son ya del siglo XVII. Revisado pues en el Archivo Diocesano de Valladolid el volu- men 1515B de bautizados correspondiente a los años 1515 a 1542, parroquia de Santiago. En cuanto a su patria de origen, así lo afirman todos los autores que hacen referencia a él, principalmente los historiadores de la Orden de Predicadores Alonso Fernández y Juan de Araya. FERNÁNDEZ, P. Alonso O. P. Historia del insigne convento de San Esteban de Salamanca. ARAYA, J. de, Historia del convento de San Esteban de Salamanca. Ambos, junto con J. BARRIENTOS, son las principales fuentes biográficas sobre el dominico Nicolás Antonio, Biblioteca Hispana Nova: «Bartholomaeus de Medina ab oppido patrio Veteris Castellae Medina de Rioseco cognouinatus». 4 Sobre la Castilla del siglo XVI, vid. BENNASSAR, Bartolomé, La España del Siglo de Oro; VILAR, Pie- rre, La historia de España ; DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Historia de España Alfaguara: Domínguez Ortiz, Antonio. El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias; GUERRERO LATORRE, Ana Clara, JULIÁ DÍAZ, Santos, TORRES BALLESTEROS, Sagrario, Historia económica y social moderna y contem- poránea de España; CHAUNU, Pierre, La España de Carlos V. Fundación Ignacio Larramendi 2 Bartolomé de Medina O. P. (1527-1581) de Portugal: España y Portugal se unen bajo una misma corona. Y en 1581, Felipe II es coronado rey de Portugal como Felipe I. Al mismo tiempo, las provincias holandesas sece- sionistas se autoproclaman repúblicas independientes mediante la firma del acta de abjura- ción. Era el punto de no retorno de la rebelión, tras el que ya no había acuerdo posible. El alfa y el omega del imperio Habsburgo occidental: la incorporación por el oeste y la sece- sión por el norte. En la década del nacimiento del religioso, ese omega quedaba aún lejos. Desde el punto de vista político, la década posterior a las comunidades abrió un periodo de un poder real mucho más efectivo después de dos décadas marcadas por la debilidad del poder bajo las regencias y el reinado de Felipe I. Desde el económico, Castilla vivía su mejor momento de despegue en un ciclo que venía desde el siglo anterior. Los privilegios de la Mesta le aseguraban el desarrollo de una producción de gran valor para el comercio exterior, con la Europa del Norte, pero también interior, la lana, lo que favoreció el desarrollo de las ferias, mercados de productos pero también financieros, que se ubicaron en el corazón de Castilla, en torno a Valladolid, en Medina del Campo, Medina de Rioseco y Villalón. Junto al acti- vo comercio con el norte la fachada marítima del sur, que había comenzado a activarse en la segunda mitad del siglo XV a través del tráfico con el norte de África, con la que se mantenían unas relaciones a la vez bélicas y comerciales y de dónde llegaba un oro que activaba la economía, recibe a partir de la última década del siglo XV el impacto de los primeros envíos de metales preciosos desde el continente americano recién contactado. Tras la guerra sucesoria de 1475 a 1479, la reina Isabel había representado el orden monárquico contra las turbulencias de la nobleza y la unidad de fe que da fin a la Castilla compleja de las tres religiones –la expulsión de los judíos en 1492 y de los moriscos no conversos en 1502 culminan el proceso, en falso en lo que respecta a los moriscos, como lo acreditarán los disturbios y rebeliones posteriores–. Esa monarquía había realizado la unión personal de Aragón y Castilla, luego había in- corporado a Granada y Navarra, terminado la incorporación de Canarias y, por fin, comen- zado la conquista de los territorios americanos. Y fray Bartolomé aún alcanzó a ver antes de su muerte el punto culminante del proceso: la unión con Portugal en 1480-81. Estaba todavía lejos 1640. Medina vivió pues el apogeo de la monarquía hispana, conseguida al precio de un gran esfuerzo y no exenta de tensiones internas, la aparición de interpretaciones diversas de la fe dominante: erasmismo, iluminismo o los brotes abiertamente heterodoxos reprimidos tan duramente en Sevilla y Valladolid entre 1559 y 1562 en los grandes autos de fe de los que Fundación Ignacio Larramendi 3 Bartolomé de Medina O. P. (1527-1581) recibiría noticias nuestro dominico en las aulas de su universidad5. Al final de su vida se había producido el triunfo rotundo de la unidad de pensamiento frente a la disidencia lle- gada de Europa o la pluralidad del mundo medieval anterior. Crecía el espíritu de la Con- trarreforma y el aplastante dominio de la Inquisición y el triunfo del ideal del «cristiano viejo», que tendrá importante repercusión en la dinámica económica con su actitud de des- precio por el espíritu de lucro y el creciente desdén hacia las actividades productivas, que tienen su contraparte en el prestigio de la vida ociosa del noble.