Ciencia y Cultura ISSN: 2077-3323 [email protected] Universidad Católica Boliviana San Pablo

Romero, Salvador El nacimiento del intelectual en Bolivia Ciencia y Cultura, núm. 19, julio, 2007, pp. 9-69 Universidad Católica Boliviana San Pablo , Bolivia

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Revista número 19 • julio 2007 Salvador Romero El propósito es analizar las condicio- las analizar es propósito El nes de aparición del intelectual, sus modalidades de acción y compromi- obra, la de recepción y difusión la so, los estilos de relación con los pares, con la sociedad, sus reclamos de es- surgimiento El legitimidad. de tatus, de los intelectuales en las distintas sociedades donde el hecho se mani- propios, rasgos vez la a presentó festó la a historia, la a ligados particulares, cultura de cada país, y otros comu- nes, compartidos, que exigirían una aproximación comparativa. Sin em- artí- del reducida dimensión la bargo, pa- siquiera ni efectuarla impide culo ra la región, si bien algunos cotejos serán inevitables para aprehender mejor lo propio del fenómeno entre nosotros. Junto a las macroso- comparaciones es- escritores los que las existen ciales tablecen sobre sus trabajos con los efectuados por otros autores. Como cole- los de quehacer al miradas tales perso- creaciones las en gas gravitan en- el en insoslayables resultan nales, Charle, Ch. observó como Pues sayo.

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ampoco

intelectual intelectual en Bolivia El nacimiento del de la cultura en su sentido tradicio- su creaciones las a refiere se que nal, humana. actividad la de periores El tema de los intelectuales, si- como ha específica, social categoría una afue- y país el en examinado poco do comen- ha décadas últimas las En ra. inves- los de interés el concitar a zado tigadores socialesde la a distinta e manera una historiadores, de aunque los autores de las historias tradicio- nales del pensamiento. Se trata me- de concepciones las presentar de nos los escritores que de ocuparse de és- tos en sí mismos. Siguiendo tal enfo- encontrará se no aquí trabajo, de que ideo- las de o ideas la de historia una ellas bien si Bolivia, en políticas logías puedan aparecer de manera indirec- ta, ni de ramas de las humanidades sobre literatura, o filosofía arte, como las cuales existen obras como las de Medi- de Diez Fernando Finot, Emilio citar para Francovich, Guillermo y na algunas entre las pioneras. T El origen de un neologismo útil 10

Revista número 19 • julio 2007 Universidad Católica Boliviana turales Cf. P. Ory y J. F. Sirenelli, 4 2 1 cialista en el manejo de símbolos cul amplió. S. M. Lipset lo aplicó al espe- se tarde más concepto El prestigio. suen apoyado moral, la de nombre en público, debate un en terviene tor o académico de reputación que in- del affaire Dreyfus, fue la de un escri- años los en público reconocimiento sude momento el en dibujarse a zó te caso la figura retenida, que empe- bo ni hay una definición única. En es- ¿A quién se llamó intelectual? No artista.hu-del o sabio del letras, de bre hom-del nueva imagen una conllevó La implantación social del intelectual rio en su conjunto. mo se desprende de la lectura del Dia- través de a lo que hacen los demás, co- prender las acciones y la obra propias ciente, La intención autosufi-fue distinta: y com- criticona actitud una as un juicio equivocado ver en estas líne- deméritosde ovirtudes de ritos, conotros, clasificándose unos en escalas de mé- parangonándose tiempo los intelectuales pasan lo mejor de su superioridad sobre los otros”los superioridadsobre míos y sentir luego algo así como una loscon compararloscondenarlos, ra como la piedad me lo ordena, sino pa- susdefectos,de paranoperdonarlos, “mucho de los hombres y, sobre ocuparsetodo, a predisposición tenía que nasde su Diario, hasta ahora inédito, franqueza con y preocupación en escribió las pági- Arguedas Alcides ven fueron la excepción a la práctica. El jo-los latinoamericanos ni los bolivianos S. M. Lipset, 3 A. Arguedas, Diario, 27-XI-1906.T Diario, Arguedas, A. Ch. Charle, copiada en distintas fechas del original manuscrito. muerte. La copia que se ha manejado en este ensayo es la de la familia, que tiene sude 12 después tomos, años 50 varios público al dobles. abran Como se colecciones las las otras, que condición fuecomo puso autor El material. del ordenamiento el Cada colección consta de 12 volúmenes en formato grande y un índice de nombres y materias, además de indicaciones sobre la Biblioteca del Congreso, de Washington, y la Biblioteca Nacional, de , Argentina. seos, que así: se un para distribuyeron original las hijas y copias para el de la Nacional Museo Británico, Francia,Biblioteca menes varía entre la copia aquí empleada y las colecciones entregadas por Arguedas, en mayo de 1941, a las bibliotecas y mu- 3 El ensanchamiento del . signi- Les intellectuels en Europe au XIX siècle. Esai d’histoire comparée Political Man Les intellectuels en France, de l’affaire Dreyfus à nos tours Doubleday and Co., 1961, , p. 311 odas las referencias al Diario llevan sólo la fecha de entrada, pues el número de los volú los de número el pues entrada, de fecha la sólo llevan Diario al referencias las odas 2 Sería. 1 Ni . - y obreros letrados. obreros y artesanos los de reducidas guardias se y van-a dios unen altos los cuales cribe a la ciudad y los me-segmentos se de El circuns-nes. la radio acción reaccio- esas experimentaron neos, caba muy por encima de sus coterrá- lo hacía desde una altura que lo colo- hablaba o Tamayo, cuando país, que el en prácticas las trasformar a iba fuerte golpeando que creyó que das, un de segmento su Argue-audiencia. de antipatía la o rechazo el frentar en- suelen demás, a los sentir hacen que la y ejercen la en oportunidades autoridad, esa encarnan que najes perso- los eso Por constricción. de forma otra cualquier en sustentada que no lamenos pesa aunque moral, aquél de autoridad la compartida: vicción con- una supone que dirige se cual la a sociedad la de parte una o toda dos por el al pretendiente título y por postula- valores en centrado gismo neolo- un Es Dreyfus. proceso el de des-acotado claramente está lectual inte- el mueve se donde terreno El de cultura que lo precedieron. sin exagerar el corte, de los distinguen,creadores lo que últimas estas tas no-universales, éticos principios do invocan-e notoriedad su en paldado res- competencia, su de allá más vo, políticas y sociales de alcance colecti-morales,cuestiones de acerca sias titud para participar en las controver- que presidieron su nacimiento: la ap- ficado de la voz no quitó los atributos 4 sa lia s n l fondo el en es última Esta . Points, Ed. Seuil, Paris, , 2001, p.11. A. Colin, París, 1992, , p.9. - Las intervenciones del intelectual son generalizado de los hombres espe- públicas, no se ciñen al espacio priva- cialmente en su patria, no se sentía do. Los mensajes vehiculan concep- ciudadano del mundo. Al contrario, tos, normas, ideales de elevado nivel la tierra, a pesar de sus deficiencias, de generalidad, no necesariamente a pesar de su gente, lo atraía” 6. Y aña- acuñados por los autores. El uso co- dió que “una obra literaria debe re- rriente basta 5. Sin embargo, los inte- flejar el medio en que ha sido conce- lectuales de aquí y allá no siempre bida, única manera de contener un aceptaron el universalismo abstracto vasto sentido de humanidad” 7. Lo de los principios, de los valores que se que no significaba socapar en sus es- les achacaba y que con frecuencia critos las mentiras, el engaño, los motivaba la crítica de sus actos en los abusos, la mendacidad de sus com- grupos a los cuales se dirigían. La acu- patriotas. El asunto se volverá a plan- sación que venía a menudo era la de tear con motivo de la oposición entre caer en el idealismo ajeno a la realidad intelectuales cosmopolitas, desarrai- o en los intereses materiales de la polí- gados y locales, folklóricos, de la ca- tica. De ahí que muchos se definieron racterización del público objetivo y ante todo con relación a los criterios hasta de la selección de modelos de en juego en su propia sociedad, sin ne- pensamiento y escritura, sobre los gar que también se percibían como in- que se volverá luego. terpretes de la verdad y la justicia, El término intelectual fue, pues, un fuera de considerarse como agentes neologismo usado para referirse a un de difusión de ideas y prácticas cos- grupo de personas que ejercieron un mopolitas. magisterio moral y gozaron de una Arguedas, uno de los primeros en el autoridad en la sociedad, que no iba país en aceptar, no sin algunas reti- en todos los casos sin contestación. cencias, la designación de intelec- El bullado asunto Dreyfus, que al- tual y sentirse como tal, planteó, en canzó un eco mundial, implantó el su Diario, estos dilemas. Descubrió vocablo, aunque ya su empleo había dos tendencias en los autores france- aparecido antes en muchas partes. ses: una, “reaccionaria’’, adherida al En Bolivia, Mariano Baptista, alrede- dogma, a las tradiciones, y otra, ga- dor de 1900, se sirve de él para des- nada a un humanitarismo universal, calificar a periodistas, leguleyos de al predominio del derecho y la justi- orientación liberal opuestos al régi- cia. ¿Con cuál se sintió más próxi- men tradicional y a la Iglesia que re- mo? La última corriente despertaba curren a la autoridad de pensadores 11 su admiración, “era más justa y más franceses e ingleses en particular, acomodada a la razón, pero todavía sociólogos como Auguste Comte, no ha hundido sus raíces lo bastante Herbert Spencer o historiadores co- hondo en el corazón de los hom- mo Hipólito Taine, por quien nues- bres”. Por eso consideraba la prime- tros intelectuales juran como sus an- ra más afín a la idiosincrasia de los tepasados juraban por Voltaire” 8. 2007 julio • 19 número Revista pueblos. “Consciente del egoísmo Baptista señaló igualmente la falta

5 Cf. P. Ory y J. F. Sirenelli, op. cit., p.9. 6 A. Arguedas, Diario 22-VII-1919. 7 A. Arguedas, Ibíd. 8 M. Baptista, “La empresa jacobina en Bolivia”, en La cuestión social , Tomo III de las Obras Completas, Renacimiento, La Paz, 1932, p.315. de originalidad de los letrados de por aportar ideas sensatas y opinio- Sudamérica, que “toman de cada nes meditadas a los problemas nacio- voltereta francesa una copia inme- nales. Allí se reflejaba asimismo la diata y atropellada” 9. Baptista, por sinceridad de su pensamiento, es de- su itinerario de orador, político, es- cir, el apego a la veracidad, que daba critor y polemista, por su afán de in- autoridad a sus juicios y plantea- fluir en la opinión pública, por sus mientos 12 . La citación testimonia que tomas de posición frente a los pro- el concepto se hallaba admitido en su blemas nacionales, por su moralis- acepción específica en la fecha de mo católico, fue intelectual antes del aparición del ensayo mencionado. afincamiento del término, si bien le No son otros los rasgos atribuidos al dio un significado peyorativo de no- intelectual desde Dreyfus. 10 velería iconoclasta . Los diccionarios castellanos de esos Por ese entonces, a pesar del uso res- años, por ejemplo el de E. Vera y Gon- trictivo y negativo de Baptista, el záles, de 1885, con todas las voces san- concepto de intelectual comenzó a cionadas por la Academia de la Len- Universidad Católica Boliviana reemplazar al de polígrafo, al de pu- gua, definieron intelectual como una blicista, que estuvieron muy en boga facultad de la mente y no como un en la época para aludir al hombre de comportamiento de personas y gru- pluma o al sabio que abarcaba mu- pos. Arguedas lo empleó en su nueva chos campos del saber. No fue sólo acepción en Vida criolla (1905), una una innovación terminológica, fue narración de las vicisitudes de un pe- también una manera diferente de en- riodista donde construye la imagen del tender un oficio, menos centrado en intelectual en contrapunteo con las la creación, en la originalidad, no opiniones del común. Éste maneja la despreciables por supuesto, o en el palabra pero no para hacer discursos valor del escrito en un medio social huecos, como aparece en la escena donde el acto de escribir y publicar donde se le pide a Ramírez diga algo de era raro, y más bien dirigido a resal- circunstancia para ofrecer una cena. tar la capacidad de dar opiniones, de La respuesta cortante, seca del perio- terciar en los debates públicos. En dista se contrapone al verbo incohe- Francia, donde la idea se forjó en su rente de un tercer comensal. En otro sentido actual, empezó a aclimatarse diálogo, un amigo le aconseja abando- a principios de 1890 11 . Carlos Medi- ne su proyecto matrimonial porque es naceli, en un articulo de1927 sobre la un intelectual ajeno a los afanes jorna- 12 personalidad intelectual del novelis- leros, dado a las cosas del espíritu, pe- ta Jaime Mendoza, señaló que le daba ro el aludido conoce el mundo, los aje- tal titulo por la naturaleza de su obra, treos de las mujeres y de los políticos. en particular de la novela En las tie- Serán las opiniones acerbas en la pren- rras del Potosí , publicada en 1907, sa sobre la política y las instituciones en la que sobresalía su inclinación que le costarán el destierro.

9 M. Baptista, “Novadores” en La cuestión … op. cit., p.405. 10 La expresión novelería iconoclasta no es de Baptista. Los diccionarios definen la novelería como una afición por las noveda- des, pero aquí se le da una acepción más restringida, que se refiere a la aceptación de teorías y planteamientos por el hecho de encontrarse de moda en ambientes académicos o artísticos de influencia internacional, sin una revisión seria de sus posibili - dades analíticas o heurísticas en las sociedades que las reciben. Baptista hubiera aceptado la caracterización. 11 P. Ory y J. F. Sirenelli, op. cit., p.7. 12 C. Medinaceli, “La personalidad intelectual de don Jaime Mendoza”, El Día, Potosí, 3-VI-1927, recopilado en C. Medinaceli, La alegría de ayer , Imp. Artística, La Paz, 1988, p.158. Revista número 19 • julio 2007 13

Revista número 19 • julio 2007 - - . J.un Lemaitre, D. Sánchez Bustamante 14 . Mariano Baptista 15 , Imp. Velarde, La Paz, 1905, p.69. 1905, Paz, ,La Velarde, Imp. Opiniones y discursos y Opiniones cias a través de un lenguaje de soste- reverberación” nida escritor francés, dijo de los iniciado- que compatriotas, sus moda, la de res “manejaban la lengua a su guisa. No como los maestros, sino como los ni- ños…dando a las palabras sentidos inexactos. Así se creen los artistas más delicados…” pensó en parecidos abusos del len- despiste del responsabilizó los y guaje li- el por acunados intelectuales los de beralismo. Los novelistas nacionales que mostraron esos personajes tam- bién fueron acusados de decadentis tas, si bien ellos no buscaban los jue- los buscaban no ellos bien si tas, el criticar pretendían lenguaje, de gos indiferen la medio, del conformismo cia hacia la cultura. Los que escriben que Los cultura. la hacia cia el yvacío encuentran piensan que los - .” . Esas du- 13 tuvo continuación en dos en continuación tuvo 13 A. Arguedas, Diario, 17-II-1939 y 17-X-1929, para la primera referencia. primera la para 1317-X-1929, y 17-II-1939 Diario, Arguedas, A. en 1898, 14modernismo?”, sobre “¿Algo Bustamante, Sánchez D. 15 J. Lemaitre, citado por D. Sánchez Bustamante, art. cit., p.70. cit., art. Bustamante, 15Sánchez D. por citado Lemaitre, J. das reflejan, en cierta forma, las ideas las forma, cierta en reflejan, das in- actividad la a respecto escritor del telectual en su tierra. Se inclinó, sin llegar a resolver las vacilaciones, por el último rótulo, que dejaba flotar la ambigüedad del fracaso entre la per- a ajustarse para Ramírez de sonalidad las expectativas sociales del medio y los aspectos del ambiente que llevan al personaje a abandonar la ciudad. La última novela inédita: “Crepúscu- lo de oro”, narra un amor otoñal del personaje en París, donde ha rees- vuelto de intento el en fallar de después Paz. La en tablecerse déca- primeras las de escritores Otros Chir- Armando como XX, siglo del das veches y Demetrio Canelas, atesti- guan asimismo la difusión del termi- a escena en igualmente poniendo no, intelectuales poco adaptados al am- pe- un de impregnados e social biente to- acciones, sus frenaba que simismo especial- novelescos, héroes de mado mente franceses, afectados de mal. La ese crítica se manifestó pronto contra ese tipo de personaje: aun en Francia, según Sánchez Bustamante, in- jóvenes las de extravío el execra se teligencias decadentes, lanzadas buscar a “los misterios y quintaesen (1929), pero no se resolvió por ningu- por resolvió se no pero (1929), no. En 1939 revisó nuevamente“Lodo” títulos: otros en pensó y texto el y “El triunfador vencido” Vida criolla Vida novelas no publicadas, sobre las cua- las sobre publicadas, no novelas les trabajó intermitentemente pero hasta el final de su vida. La primera ín- revisó la autor el título, sin quedó tegra en 1938-39 y luego más tarde, su para lista aún consideró la no pero impresión. Jugó con dos nombres: “El inadaptado” y “Polvo eres.. 14

Revista número 19 • julio 2007 Universidad Católica Boliviana abusiva en Europa y en otras partes difusión esa de resultado un es tual bs d l epein Sgn M. ac antiintelectualismo Según el Leymarie, expresión. la de abuso y tivo sin duda, pero que muestra el uso miento y publicaciones. Juicio valora- por lafaltademoralsucomporta- por la pobreza de sus trabajos cuanto concreta a muchos periodistas, tanto manera de aplicación su adecuada in- juzgaron que Bustamante, chez del vocablo molestó a Arguedas y Sán- sideró un intelectual. Tal popularidad todo hombre capaz de escribir se con- El término entró en los usos y pronto un ejemplo de la posición examinada. ñawi de protagonista al junto constituyen, antepasados, sus a ron caracteriza-que recios y fuertes res agotada, incapaz de defender los valo- que se consideraron el fin de una raza estirpes. Escritores como Medinaceli, viejaslas de declinar el y cholaje del ascensoel como percibieron críticos lución de 1898 acarreó lo que algunos revo-La aparición. su apoyó país del social situación la importados, sólo Sin embargo, esos personajes no eran poder conseguirlo. sas, aunque tal vez desesperado al no co-de estado ese cambiar en peñado em-real, vida la de al no fachada, de prácticas contraídas de un moralismolasa enfrentado social, ambiente su aextraño práctico, poco iluso, lista, próximo al de Baptista, como un idea- sentido un en pintado ficciones, las sus propósitos marcó al intelectual de la falta y de voluntad para cumplir con La asociación entre el inconformismo vo Sánchez Bustamante messer, encarnación del vulgo, sostu- Beck-solitario el allí está sino teatro 7M. Leymarie, 17 D. 16 Sánchez Bustamante, “¿Por qué se escribe en Bolivia?”, en op. cit., p.61. o ss iee intelectuales, ribetes sus con , Les intellectuells et la politique en France 1 6 . La Chaska-La 17 P.U.F.,, París, 2001, p.8. - . to que condenó al capitán Dreyfus aDreyfus capitán al condenó que to Esterhazy,dante documen-del autor He aquí el asunto: en 1898, el coman sociedad. trabajo e intervenciones en su propia mo modelo con distinta fuerza para suco-tomaron que estudiantes, y sores profe-periodistas, escritores, los por ésteen desempeñado papel al rentes el conflicto, no permanecieron indife- aunque juzgaron de diferente manera traban enParísaquelmomento,y encon- se bolivianos jóvenes Varios les y en Francia en el mundo. intelectua- los de papel al contenido y sentido dio que el Dreyfus, affaire fue el “Yo el de durante Zola, acuso”, embargo, Sin tierras. estas en dujo en se que grado, cierto también, pro- sociedad, la de secularización tina paula- la a y Inglaterra, e Francia en democrático público debate de cio de progresivo un tablecimiento espa- es- al Luego, acierto. de importante parte su tener de deja no tarde, más Taine, de o bolivianos pensadores los en Voltaire de influjo del acerca Baptista de expresión La Nietzsche. alemán samiento de ySchopenhauer pen- el en también pero glosajones, an- utilitaristas los enciclopedistas, los Rousseau, Voltaire, de filosofía la en raíces sus hunde que pública cia de y una crítica cultura de una concien- fortalecimiento al término mer pri- en vincula se explícito miento pos, pero la de novedad su reconoci- gru- y individuos ciertos a término antes tina de existió della aplicación La- o América Unidos Estados los en La función del en intelectual Europa, otroslos de y Zola de ejemplo El - prisión, salió absuelto del Consejo de blica, de la libertad y la igualdad. El bo- Guerra en medio de fuertes senti- liviano destacó el papel de Anatole mientos antisemitas que atravesaban France 18 en la segunda corriente. la sociedad francesa. Emile Zola, un La prensa local siguió las noticias de novelista de fama, convencido de la cerca. El diario del 14 de julio señaló inocencia del oficial judío, publicó en que “la generalidad (de los franceses) el periódico L’Aurore su artículo “Yo encuentra justa la sentencia de la acuso”, comprometiendo su prestigio Corte de Casación y (que) la simpatía en el debate. Fue secundado por un por Dreyfus se hace cada día más grupo de revisionistas: L. Herr, biblio- arraigada”. Otras reseñas sobre los tecario de la conocida Escuela Nor- homenajes y premios al militar reha- mal, L. Blum, político socialista, L. bilitado aparecieron en las ediciones Lèvy Bruhl, filósofo y antropólogo, J. sucesivas. La condecoración entre- Jaurès, político socialista, y una gada por la Escuela Militar desató alianza heteróclita de estudiantes, ovaciones de una multitud de gente. obreros y socialistas que poco a poco Deyfus además recibió la pública feli- decantó y se separó. La movilización citación del literato A. France, señaló de intelectuales obtuvo finalmente la en uno de los últimos números “El 19 declaratoria de inocencia para Drey- Diario” . fus en 1906. Fue un triunfo de la justi- El asunto Dreyfus fijó el estilo de ac- cia sobre la razón de Estado. Los par- tuación de los intelectuales en Francia ticipantes de un bando y el otro se y en el mundo. El peso moral ganado comprometieron en el combate, sin con la obra se puso del lado de los de- seguir necesariamente sus preferen- rechos humanos, contra el fanatismo cias partidarias, unos a favor de Drey- y el espíritu de capilla. La fuerza del fus, otros en contra. Sin embargo, la modelo atrajo a los jóvenes bolivianos derecha se colocó masivamente en con pretensiones de intelectual. Perci- oposición a la absolución y la izquier- bieron en ese papel su dimensión filo- sófica: el combate por principios, pero da tomó la opción contraria. además las implicaciones políticas y Arguedas se hallaba en París y anotó culturales del enfrentamiento con los en su Diario la profunda división de la poderes civiles, con las autoridades sociedad francesa en mitades antagó- eclesiásticas, con los notables locales. nicas, como consecuencia del asunto, Por eso constituyeron en las socieda- en la cual creyó se expresaba, más allá des no desarrolladas una figura de la 15 de la coyuntura, las facetas del espíritu modernidad cuyo prestigio e influen- de ese pueblo. Por un lado, se formó La cia provenía no de las instituciones Acción Francesa, encabezada por tradicionales, tampoco de su origen fa- Maurice Barres, Paul Bourget, Jules miliar o de las redes de parentesco en Lemaitre, que exaltó los ideales nacio- las cuales se hallaban inmersos, sino

nalistas, monárquicos y conservado- de la calidad de su obra. Frente a los 2007 julio • 19 número Revista res, el orden, la tradición y lo francés. estatus sociales traídos desde el naci - Por el otro, los defensores del derecho, miento, ellos encarnaron los estatus de los valores universales, de la Repú- obtenidos por la capacidad personal.

18 A. Arguedas, Diario 13-VI-1907. 19 El Diario, entradas del 14-VII-1906 al 25-VII-1906. Las circunstancias ción del pueblo, en la pervivencia del dogmatismo y de la moralidad encogi- nacionales da e hipócrita, reñida con la ciencia en la emergencia moderna, en la estrechez de las rela- ciones sociales que se basaban en el del intelectual nacimiento, la herencia y los rangos. En el caso boliviano, el nacimiento Así concibieron para ellos un papel de esta categoría social obedeció diferente, crítico, renovador. El inte- igualmente a otras circunstancias lectual, en su nuevo estilo, atrajo a va- nacionales. La derrota del Pacífico rios de ellos, aunque no todos perseve- sacudió profundamente a la Nación. raron en su práctica . En 1905, Fabián La certeza dolorosa de sentirse sin Vaca Chávez resumió la intención que atenuantes por primera vez del lado los animaba en la columna “Palabras perdedor, la ocupación de los territo- Libres” de un periódico paceño, don- rios del Litoral por el vencedor, que de hicieron sus primeras armas varios luego se quedó con ellos, cortando de los iniciadores de la carrera de inte- Universidad Católica Boliviana al país el acceso al mar, produjo en lectual: “Nos hemos propuesto los que los bolivianos un estado de ánimo ocupamos esta sección de “El Diario” frustrado, crítico, pero a la vez de- escribir sobre temas nacionales con la seoso de transformaciones, de supe- franqueza y la sinceridad que debe ca- rar los errores del pasado, manifiesto racterizar al escritor en esta época de ante todo en las generaciones que realismo” 21 . El drama de Los maestros nacieron y se formaron alrededor de cantores de Richard Wagner fue evo- 1879, año del conflicto con Chile. cado por Sánchez Bustamante como Esa actitud seria de la juventud se metáfora de la rebelión de los noveles volcó al conocimiento de la geogra- escritores en Bolivia contra la tradi- fía, de la historia nacional, de la cul- ción. El compositor descubrió allí la tura, de las riquezas naturales del batalla que libra el espíritu novador a suelo y de las potencialidades de la las viejas ideas. Beckmesser, fiel guar- población, tanto más si al voltear el dián de la rutina, representación “del siglo se cernían las amenazas de los vulgo, del filisteo, del burgués, del pa- Estados limítrofes en todas las fron- quidermo, busca abatir la joven poesía teras. ”De ahí que las manifestacio- palpitante de verdad”, de independen- nes más numerosas del pensamiento cia, de ideales trasformadores. “Reina se encuentren en los escritos de po- Beckmesser en Bolivia”, sin lograr fre- 20 16 lémica internacional…” . nar la aparición de hombres penetra- Los jóvenes indagaron con instrumen- dos de arte, literatura, de ciencia, de tos y conceptos nuevos las razones de pedagogía 22 . Para Arguedas fue una la derrota. Hallaron parte de la res- suerte de vocación laica, una exigen- puesta en el pasado anárquico, repleto cia, un deber, antes que la fama, en un de golpes de Estado y cuartelazos, en país atacado de graves dolencias y las autocracias personalizadas de mili- anomalías, como anotó en su diario” 23 . tares ignorantes, en la falta de instruc- El empeño de construir una buena so-

20 D. Sánchez Bustamante, “El pensamiento de Bolivia en 1897”, en D. Sánchez Bustamante, op. cit., p.30. 21 Citado por J. Albarracin, Armando Chirveches , Ed. Réplica, La Paz, 1979, p.94. 22 D. Sánchez Bustamante, “¿Por qué…?”, art. cit., p.54 y ss. 23 A. Arguedas, Diario, 8-XII-1906. Revista número 19 • julio 2007 ciedad o, en palabras de Sánchez Bus- tamante, de “poner un grano en la obra de la cultura patria,” fue común a Mendoza, Tamayo , Saavedra, Gutié- rrez, Finot y los otros. Aunque no fueron sino un puñado de personas en medio de una sociedad casi analfabeta y mayoritariamente campesina, su peso se dejó sentir en la opinión. A principios del siglo el círculo de lectores se amplió con re- lación al periodo anterior. Poco a po- co se instalaron en las principales ciudades del país librerías y editoria- les de cierta envergadura, como Arno Hnos., Gonzáles y Medina, Laker- mance y Renacimiento, en La Paz, que servían a lectores de clases me- dias: profesionales, universitarios, funcionarios y políticos, hacia los cuales también enderezó sus escritos aquel grupo. Las mujeres de posición social elevada, como revelan las no- velas de época, se interesaron en el F. Vaca Chávez género novelesco en castellano y len- rización de la sociedad, por su mayor guas extranjeras. Todo ese conglome- atención a la instrucción y al desarro- rado constituyó el público de la pri- llo de las ciencias. En breve, por su an- mera generación de intelectuales. ticonformismo. Por otra parte, el cre- Sin él ella no se hubiese dado. Parte do liberal nutrió los años formativos de la herencia de esa juventud, des- de un segmento importante de la ge- mantelada por la crítica, por el avan- neración posterior a la Guerra del Pa- ce de las ciencias, por los cambios de cífico, no tanto por los planteamien- sensibilidad en la sociedad, aún per- tos de política económica o por las manece y ciertos planteamientos se concepciones sobre el comercio releen y debaten. cuanto por los ideales de autonomía 17 Hay que señalar asimismo la influen- individual, libertad y racionalidad, co - cia de la llamada Revolución Federal mo opuesta al oscurantismo, sobera- en el desarrollo de ese conjunto so - nía popular entendida como oposi- cial. Orquestada por los liberales que ción a la tiranía, a las elecciones ama- trajeron la sede de Gobierno de Sucre ñadas con voto comprado o impuesto a La Paz, este hecho acarreó impor - por medio de prácticas violentas, abu- 2007 julio • 19 número Revista tantes modificaciones en las relacio- sivas, que vehiculó el liberalismo y nes entre las regiones, los hombres y que formó las actitudes y el equipaje los estamentos sociales. Abrió el hori - valorativo en el que basaron la preten- zonte de los jóvenes, intelectuales en sión de imprimir una orientación dis- ciernes, por su inclinación a la secula - tinta a su actuar. Mariano Baptista, en La empresa ja- les como La España Moderna, D. Jorro cobina en Bolivia , vista como una ac- y Sempere y Co. consistían en textos ción revolucionaria, radical, atribuyó de los liberales europeos, novelas don- una influencia perniciosa en la for- de se respiraba un ambiente de liber- mación de la juventud al discurso li- tad y de insurrección contra el tradi- beral. Se trató, según él, de una retó- cionalismo religioso y moral. La mira- rica desatada, de una “hipérbole da crítica de Baptista da cuenta del he- monstruosa” que sedujo a la gente cho diciendo que (los adolescentes) le- nueva ofreciendo una libertad abso- ían periódicos deformadores, novelas luta, exagerando hasta la caricatura pornográficas, revistas ligeras que los las fallas del orden conservador. La revestían con la toga de letrados y de operación, en su opinión, fue posible políticos puebleños 26 . El revés de la ob- entre mozos de corazón y espíritu servación del líder conservador descu- cultivado, incapaces de vilezas, sali- bre la afición por la lectura de libros no dos de hogares nobles, debido a las convencionales, distintos a las obras condiciones de horizontes morales aleccionadoras de la moral corriente, Universidad Católica Boliviana reducidos de la vida civil, con bases de los muchachos ganados por las de comparación para los estudios, co- doctrinas racionalistas y liberales. sas y personas nulas o inexistentes, donde surgían celos, rencillas fre- cuentes y pasiones tanto más violen- Los dilemas tas cuanto los intereses que las exci- de la política militante taban eran más monótonos 24. Ese Sin embargo, las relaciones con la po- conjunto de elementos, dominados lítica partidista y con el partido libe- por el verbo enfático, contribuyó a la ral y otros salidos de la misma ver- catequización liberal de los jóvenes. tiente fueron diferentes, según las Bautista Saavedra, alejado ya del li- personalidades, el grado de compro- beralismo de sus mocedades, seña- miso con el partido o con el oficio de laba, antes de hacer el duelo de esa intelectual. Entre los jóvenes que pa- corriente, las fortalezas del progra- saron por el liberalismo estuvieron: ma liberal de 1885: la libertad, con- Abel Alarcón, Alcides Arguedas, Juan siderada como legitima expansión Francisco Bedregal, Armando Chir- de las actividades sociales encami- veches, Casto Rojas, Bautista Saave- nadas al progreso, la soberanía del dra, Daniel Sánchez Bustamante, Jo- pueblo, el sufragio popular cons- sé Luis Tejada Sorzano. Algunos lo 18 ciente y depurado, la instrucción abandonaron en momentos de crisis, obligatoria y gratuita para el pueblo, cuando las promesas se juzgaron in- la libertad de palabra, prensa y aso- cumplidas, otros perseveraron y se ciación 25 . Todos esos principios, alzaron hasta las más altas esferas del fuertemente anhelados por los ciu- Estado. Saavedra militó en el republi- dadanos, cautivaron las mentalida- canismo y alcanzó la primera magis- des y voluntades jóvenes. tratura de la Nación. Tamayo fundó el Muchas de las lecturas de éstos, co- Partido Radical y llegó a ser presiden - mercializadas por librerías y editoria- te electo de la República.

24 M. Baptista, “La empresa…”, art. cit., p.253. 25 B. Saavedra, La democracia en nuestra historia , Gonzáles y Medina, La Paz, 1921, p.75. 26 M. Baptista, “La empresa…”, art. cit., p.354. Revista número 19 • julio 2007 El General J.M. Pando, en los años del predominio liberal

La participación política siguió dife- tudes de la hora”, pero sin apasionar- rentes modalidades de involucrarse y se, es decir, evitando el espíritu parti- dedicarse. Algunos, como Arguedas, dista, intolerante, propenso a entre- Bedregal, Chirveches, Tamayo y Te- garse al caudillismo 28. jada Sorzano, manifestaron hacia la No fueron, pues, intelectuales orgáni- disciplina partidaria reticencias, cos, en el sentido dado a esta expre- sentimientos encontrados, desga- sión por Gramsci. Pero tampoco, co- rres. En repetidas ocasiones pusie- mo la prensa y los políticos intenta- ron por encima de aquélla la inde- ron mostrarlos con una imagen cari- pendencia de pensamiento y la valo- caturesca, unos ingenuos u oportu- ración de la misión del intelectual nistas, siempre descontentos, en con- antes que la consigna partidaria. El tra de todo, poco realistas, perdidos autor de Pueblo enfermo , sostiene R. en un mundo de vaguedades. “Lo que Ballivián, un escritor que lo conoció esta querida patria quiere son hom- bien, “en algunas ocasiones de su vi- bres prácticos y de acción, no soña- da llega a ocupar funciones públicas. dores que viven en el mundo de las Fue ministro de Estado, parlamenta- quimeras…”, censuraba un periodis- 19 rio, diplomático, etc., pero él consi- ta a Ramírez en Vida criolla 29 . A me- deraba siempre estas situaciones co- nudo lo que se pedía a los noveles es - mo transitorias e intrascendentes. critores era una actitud de compla- Incluso llego a menospreciarlas” 27 . cencia o de aceptación hacia las ac- En una conferencia ofrecida a un ciones tomadas por el grupo político grupo de universitarios sobre sus li - al cual adherían o entregaban su sim- 2007 julio • 19 número Revista bros, Arguedas aconsejó: “mezclarse patía, y no todos se plegaron, al con- en política, participar de las inquie- trario, señalaron las fallas.

27 R. Ballivián, Entreactos , Ed. Universo, La Paz, 1961, p.136. 28 A. Arguedas, La danza de las sombras , Obras Completas, tomo I, Ed. Aguilar, Madrid, p.679. 29 A. Arguedas, Vida criolla , Ed. Camarlinghi, La Paz, 1975, p.221. surgían “por el deseo inmoderado de los hombres por mandar, no con vis- tas a proseguir la realización de un ideal…que sea un reflejo del ideal colectivo sino para satisfacer vehe- mentes impulsos de vanidad perso- nal, primero, y de lucro, en segundo lugar, porque… los gobernantes por atavismo son inclinados a rodearse de una fastuosidad reñida, más que con la democracia, con el gusto. Para ellos, el prestigio se impone por los ojos y en esto no andan equivocados, dado el elemento étnico predomi- nante en el país” 30 . No desconoció a los personajes de excepción, pero tampoco ahorró las denuncias a sus correligionarios llegados al poder. Tamayo no quedó a la zaga: en los ar- tículos de prensa después reunidos en La creación de la pedagogía na- cional sacudió a sus conmilitones del radicalismo por el pongueaje y el servilismo con los mandones. Bedre- gal, en los diálogos de La máscara de estuco, repletos de picardía, golpea- Desde el advenimiento de la Repú- ba con fuerza a los gobernantes de blica, los políticos apenas orientaron turno. Los escritores que vinieron sus prácticas por principios doctri- después, con una educación ideoló- nales que, en el mejor de los casos, gica más sistemática y exigente, hi- sirvieron para encubrir las intencio- cieron gala de su compromiso políti- nes reales de la conquista del poder: co o partidario, sin quedar completa- los privilegios y las ventajas de su mente a salvo de volteretas llamati- ejercicio. Los conservadores y libe- vas de posición. rales estuvieron más imbuidos de una visión global del hombre y la so- En breve, la intervención de los pri- 20 ciedad. Sin embargo, una vez conse- meros intelectuales en las actividades guido el gobierno, también ellos, en políticas, su crítica de la misma, los su mayoría, se volvieron tan pragmá- planteamientos en los temas de aten- ticos como sus predecesores. Los jó- ción colectiva, aun si no seguían a la venes liberales, molestos por la mar- mayoría, prueban que no desdeña- cha de la política, chocaron con los ron mezclarse en los asuntos de la so- dirigentes y censuraron sus actos. ciedad, lejos de cualquier torre de Arguedas, en Pueblo enfermo, juzgó marfil, intentando no dejarse arras- que las luchas políticas en el país trar por el puro espíritu de facción.

30 A. Arguedas, Pueblo enfermo , Ed. Isla, La Paz, 1979, p. 225. Revista número 19 • julio 2007 Pelos hirsutos como pertenecientes a ese estrato social. La República incorporó tem- y manos regordetas. pranamente a mestizos de baja ex- Lo cholo y lo indio tracción en puestos administrativos inferiores. Las críticas de los intelec- entre los intelectuales tuales de la primera fase, como Ar- guedas, Tamayo, Finot y Chirveches, Los cambios del liberalismo en el po- al mestizaje equiparado en forma der desasosegaron a los intelectuales gruesa al cholaje, se refería princi- del partido, que vieron en el cambio palmente a los recién llegados, que de las relaciones de clases oportuni- pateaban las puertas con pugnaci- dades y riesgos. Saludaron el avance dad. Pero, por otro lado, descubría social del hombre de talento con in- que ese estamento social ya se en- dependencia de su origen familiar. contraba tiempo ha bien instalada en Arguedas elogió a algunos políticos toda la gama de ocupaciones y en es- salidos de hogares con padres de pon- pecial en la administración pública y cho y ojotas. Pero consideraron la había penetrado todos los grupos es- subversión de rangos, el ascenso de tamentales. los cholos, vale decir, de los mestizos, cuyo comportamiento explicaron El término cholo aludía a la persona con una mezcla ambigua de racismo de sangre mezclada de indio y espa- duro, biológico y sociologismo cultu- ñol que fue cargado por sus taras mo- ral, un peligro para la sociedad y la rales no sólo en el país sino en otras política, por su chatura intelectual, partes con la responsabilidad del por su ceguera hacia al arte y la mo- desorden político y el estancamiento ral, por su excesiva ambición de po- de la sociedad. Pero la categoría no der y dinero. Para éstos guardaron el discriminaba bien. Se incluía en ella nombre de filisteos, lo que apuntala- a los descendientes de caciques y pe- ría en parte la hipótesis de que, a pe- ninsulares que detentaron desde la sar de no haber podido escapar del to- Colonia elevados estatus sociales y do a las percepciones, al lenguaje tra- desempeñaron funciones de impor- dicional, teñido de prejuicios racia- tancia política, tal los Calahumanas, les, a las ciencias sociales finisecula- Guarachis, Cusicanquis, Siñanis y res, la crítica del cholaje mostró ele- muchos más, o sólo se reservaba la mentos de contenido social, cultural. apelación a quien permanecía en lo bajo de la escala. Si esto fuera así, la Sin embargo, el fenómeno no era acepción del término puramente ra- 21 nuevo. Antes de 1898 otros hombres cial quedaba desvirtuada. de extracción popular, del medio cholo, se habían hecho del poder gra- Ni Arguedas ni T amayo fueron teóri- cias a los cuartelazos. La novedad del cos sistemáticos, hombres de sistema, hecho quizá radicó en la envergadu- ceñidos a una coherencia sin fisuras ra que tomó la movilidad de los cho- de las proposiciones, ni tampoco los 2007 julio • 19 número Revista los que ocuparon funciones públicas demás. El acercamiento a la realidad en lo alto de la escala de jerarquías. estuvo marcado, no cabe duda, de un Muchos de los políticos liberales pa- cierto fatalismo racial y geográfico to- ceños fueron considerados por las mado de científicos decimonónicos, élites conservadoras del sur del país diferentes de los pensadores del siglo XVIIII más centrados en las institu- La carta prólogo de Ramiro de Maet- ciones, que entró en contradicción zu para Pueblo enfermo (1909) con- con sus anhelos de transformación, de tiene elementos importantes que cambio social, bajo los cuales inicia- ayudan a circunscribir las ideas del ron su carrera. No conviene pues exa- boliviano, que éste pareció compar- gerar el alcance de afirmaciones como tir. Previno contra una interpreta- las que hizo Arguedas reiteradamente ción fatalista del texto: “El patriotis- en distintos textos sobre el cholo, el mo, amor al cabo, ha de ser grillete, mestizo, acusado de producir las pato- no ceguera, razonó el español. He- logías nacionales. También las formu- mos de ver a nuestra patria tal como laron con expresiones propias Tama- es, pero no quererla por ser como es, yo, Finot y Chirveches en sus novelas. pues entonces seguiría siendo eter- namente así”. Añadió líneas abajo: Junto al determinismo de la raza y del “… ¿Por qué no anda la gente…?¿ medio físico aparecieron otras expli- ¿Por qué no ando yo? … y ¿qué se caciones, más culturales y sociales, adelanta con que yo ande, si los de- Universidad Católica Boliviana como las características de la convi- más no me siguen?... Las cosas son vencia en ambientes limitados, la fal- así… por la raza, y por la geografía y ta de empleos, de industrias, el escaso por la historia… un impulso miste- avance de la educación, la perviven- rioso acaba por decirnos: Pero si yo cia de los rangos, la lentitud de la mo- me reformo, ¡también los otros pue- vilidad social que la Revolución Fede- den reformarse!” Y concluyó: “ya no ral estaba acelerando. somos hijos del pasado, sino del futu- Los conceptos de la intelectualidad ro” 32 . El prólogo de Maetzu no puede novel no carecían de hendiduras por sino mitigar, disminuir el determi- donde la esperanza de las trasforma- nismo a rajatabla que se atribuyó a ciones se colaba, cuando no los sub- Arguedas. Indudablemente, al afir- vertía. Si la creencia en la fuerza de la mar la educación como medio de herencia o del espacio físico no hu- progreso y valorar la ciencia y el arte, biese admitido que el hombre, la so- no negaba la existencia de los facto- ciedad, pueden cambiar, vana, inútil, res raciales, del medio, pero el rigor sin razón hubiese sido la política, que se aflojaba. El recurso a estos últi- ocupó a toda la generación. ¿Para qué mos, desde el inicio, no formó en el intervenir en ella si los juegos están ensayo ni en los textos históricos un hechos de una vez para siempre? Las bloque granítico en lo que respecta 22 explicaciones riñeron así con los pro- al blanco, al indio o al cholo, cuya as- pósitos, con las intenciones de Argue- censión social se hizo evidente con el das, Tamayo, Finot 31 . advenimiento de la democracia des-

31 Arguedas ha sido el más criticado por las referencias a la raza y el medio en la interpretación de la sociedad boliviana, en par- ticular por la desconsideración del mestizo, del cholo. Se ha sostenido que en los últimos años de su vida acentuó su conserva- durismo, su pesimismo, su racismo, dolido por el desastre del Chaco. Ahí se levantaron los fantasmas más temidos por el es - critor . Sin duda, en la última versión de Pueblo enfermo eliminó las propuestas para curar los males del país y fustigó con ma - yor fuerza al cholo, al hibridismo étnico, hasta invocar , a fin de apoyar sus planteamientos, los discursos de Hitler . Pero se pa - sa por alto que en ese mismo momento descubrió la capacidad de asimilación del indígena, por su intervención en el conflic- to con Paraguay. La II Guerra Mundial igualmente trajo vientos distintos en su pensamiento. Debilitó sus creencias en las vir- tudes de la raza blanca, que ya no aparecieron más como inmodificables. Se llenó de horror por la barbarie teutónica, así como por los sistemas totalitarios. Más importante aun, lo condujo a definirse como mestizo. “Lo que harían estos arios asesinos con nosotros, los pobres mestizos desarmados e indefensos”, anotó en su Diario (18-VIII-43). Los acontecimientos mundiales ter - minaron así resquebrajando las creencias en las razas y la geografía, pero los temas fuertes de sus escritos no desaparecieron por completo. 32 R. de Maetzu, Carta prólogo a Pueblo enfermo , Ed. Isla, La Paz, 1979, p. XV y XVI. Revista número 19 • julio 2007 pués del conflicto del Pacífico y de la Revolución Federal. No es pues arbitrario señalar que en la mente de Arguedas y de los demás de su generación los genes y el me- dio no constituyeron una totalidad completa, inatacable e inmodifica- ble. No se trató, pues, de émulos de Tiresias, profeta de Tebas encegue- cido como castigo por haber mirado a Atenea desnuda. Les quitó la vista pero les dio el don de la profecía, de ver el futuro, mas sin poder cambiar- lo. Los ensayistas nacionales no eran de esa laya. La posición con relación a los grupos populares, al cholaje, la antipatía por los pelos hirsutos, las manos cortas y regordetas, los rostros herméticos, no fue puramente teórica sino enraizada en las amenazas a su propio estatus, en el evidente asalto a la fortaleza, en el aumento de su peso político por el cre- cimiento del voto popular, favorecido mores y al mismo tiempo la concien- por el inicial crecimiento urbano. cia de la urgencia de desarrollar un De ahí, igualmente, el aire de un pesi- trato distinto al del pasado. mismo que rodeó a su acción como A los intelectuales les atingió enor- escritores y a su aceptación en la so- memente la situación de los indíge- ciedad, si bien ese estado de ánimo nas, sus posibilidades y limitaciones, también provino de las lecturas, so- examinadas a la luz de las ciencias so- bre todo de escritores franceses y ale- ciales de la época. De esta manera, la manes. Empero, en otros momentos cuestión social en el país se centró en consiguieron mostrarse confiados y torno al cholo y al indio, respecto a convencidos de su oficio. los cuales se produjeron debates, en- 23 El indio también estuvo en el centro sayos y novelas. La educación del in- de sus intereses. La Revolución Fede- dio, así como sus condiciones de vida ral, debido al papel que en ella tuvo la y trabajo, alimentaron enormemente sublevación de Zárate, “el temible las inquietudes y ocupaciones de los Willca”, atrajo sobre él las miradas, a escritores en sus inicios. menudo bizcas, de la sociedad. El La matanza de Mohoza y el posterior 2007 julio • 19 número Revista cholo urbano era un aliado viejo de juicio contra los responsables pro- los liberales, en tanto que el indio, dujeron un fuerte impacto en el de- que mostró su potencial fuerza, si bate de los intelectuales sobre el in- bien no era la primera vez que ponía dio. Bautista Saavedra, abogado de- en vilo al mundo andino, despertó te- fensor de los procesados, aliados de los liberales durante el conflicto con Las tomas de posición sobre el indio, los conservadores que habían asesi- el cholo y sus actos no se encuadra- nado cruelmente a los soldados de ron necesariamente en las líneas fija- una tropa federal (liberal), para tra- das por las agrupaciones partidarias. tar de salvarlos utilizó el argumento Las posturas asumidas por la intelec- de una violencia salida del atavismo tualidad liberal podrían considerarse de la raza, “de una cierta perversi- contradictorias con los ideales de dad ingénita en complicidad con el igualdad y de soberanía popular aca- medio”, que impulsó la masacre he- rreados por esa corriente. “¿Serán un cha por los indios 33 . Hubo otras opi- expresión del manido eclecticismo niones. En Wata Wara , una novela del pensamiento boliviano y latinoa- primeriza, Arguedas justificó el ase- mericano de entonces?” De acuerdo sinato de unos patrones abusivos por con J. L. Romero, la singular mezcla parte de sus colonos nativos. Sán- de ideas excede la calificación de chez Bustamante, en sus Principios eclecticismo. Se lee y se selecciona de de sociología, de 1903, desarrolló múltiples fuentes, según las deman- Universidad Católica Boliviana respecto a las razas argumentos más das y requerimientos de la realidad abiertos y prometedores que los de americana” 35, que guía la adopción e sus contemporáneos. Definió la raza interpretación de los puntos de vista. como una mezcla de elementos El tema de la igualdad, de la soberanía transmitidos tanto por los genes del pueblo, como señaló Saavedra, en cuanto por la sociedad y la cultura. la práctica del liberalismo se hizo ba- No vio en ella ninguna fatalidad que jo la modalidad de cambio paulatino, la educación y las oportunidades no no de revolución inmediata. Los prin- pudiesen superar. Por lo tanto, se cipios igualitarios y populares fueron desprende del planteamiento que si supeditados al avance de la educa- un grupo racial ocupaba una posi- ción para los sectores que carecían de ción inferior dentro de una sociedad ella. El sufragio se alcanzaba a medi- había que atribuirlo en gran medida da que se llenaban las condiciones de a la falta de instrucción. No habló en instrucción, propiedad o renta 36 . De concreto del indio, pero el trata- igual manera, el poder debía ser ejer- miento de las razas también se apli- cido por los mejores desde el punto de ca a él. Además, a diferencia de mu- vista intelectual y moral. De ahí la re- chos de los argumentos de otros in- pulsa hacia los aprovechadores, los telectuales, Sánchez Bustamante oportunistas, que simulaban esas 24 consideró el mestizaje como biológi- cualidades, hábiles en la alabanza, en ca y socialmente positivo, conside- el servilismo, en la complacencia ha- ración general que, sin forzar las te- cia los poderosos. Contra éstos Ar- sis del sociólogo, se podía extender a guedas escribió muchas páginas de su los procesos de mezclas étnicas del Historia y se desencadenó en las ano- país, es decir al cholaje 34 . taciones del Diario.

33 Citado por E. Paz Soldán, Alcides Arguedas y la narrativa de la nación enferma , Plural, La Paz, 2003, p.50. 34 Cf. D. Sánchez Bustamante, Principios de sociología , Imp. Artística, La Paz, 1903, p.72. 35 J. L. Romero, “Ilustración y liberalismo en Iberoamérica”, en F. Vallespin, Historia de la teoría política , tomo III, Alianza Edi- torial. S.A., Madrid, 1995, p.448. 36 B. Saavedra, La democracia… , op. cit., p.144 y ss. Revista número 19 • julio 2007 ¿Quiénes fueron náculos literarios, donde se discutía sobre autores y obras y se leían las estos intelectuales? primicias de sus miembros. Se con- La elección de los primeros años del sagraban maestros o se decretaba la siglo XX como el momento de la ma- caducidad de otro, entroncaron con nifestación de la intelectualidad na- ese movimiento 38. cional, sin pretender establecer un En La Paz, el grupo reunido bajo el período con precisión rigurosa, no nombre de Palabras Libres fue con- es tampoco un capricho. Fuera de las formado por Arguedas, Chirveches, razones anotadas, del uso del térmi- Alarcón, Vaca Chávez y Emilio Finot, no, como testimonian los polémicos todos liberales. En Sucre, el grupo es- artículos de Baptista, de la existen- tuvo constituido por J. Mendieta, C. cia de un argumento socio-demográ- Peñaranda, G. Reynolds y O. Molina, fico según el cual la entrada en la es- más inclinados a la poesía y a la bo- cena de un nuevo conjunto de hom- hemia 39 . Cochabamba cimentó la So- bres de letras se hace cuando la ma- ciedad 14 de septiembre , una verda- yoría de los predecesores ya ha cum- dera academia, a decir de Sánchez plido los 40 años o ha desapareci- Bustamante, donde la juventud iba a do 37 , se produjo la creación en los pulir sus ensayos y a coordinar tra- primeros años del siglo XX y en las bajos. En ella se formaron Armando principales capitales del país de ce- Méndez, Eufronio Viscarra, Ismael

25 eit úeo1 ui 2007 julio • 19 número Revista Arguedas (segundo lugar, sentado y a la derecha) entre un grupo de intelectuales de la época.

37 Alrededor del 900, los escritores mayores más notables, nacidos en los años 60 o antes, habían pasado el límite: G. R. Moreno, N. Aguirre, J. L. Jaimes, J. Lemoine, S. Vaca Guzmán, R. Villalobos, A. Zamudio, 38 C.f. R. Escarpit. Sociologie de la litterature , PUF , París, 1964. 39 Enrique Finot, Historia de la literatura boliviana , Ed. Gisbert y Co. S.A., La Paz, 1955, p.285. Vázquez, Rafael Urquidi y otros fecha y el contenido de sus escritos y más 40 . En Santa Cruz, la Sociedad los debates se inscribieron en el mar- Geográfica y de Historia aglutinó un co de orientación establecido por el grupo de intelectuales que en 1904 concepto de intelectual. Entre estos escribió un memorándum pidiendo, aparecen: A. Guzmán (1862), B. Saa- con argumentos de peso formulados vedra (1864), A. Gutiérrez (1863) 41. en severas expresiones, la vincula- El conjunto de personalidades, más ción nacional. Se publicaron revistas allá de sus diferencias de edad e inte- literarias, de geografía e historia en reses, tienen en común la voluntad de las cuales se iniciaron vocaciones y tomar posiciones públicas con refe- se apoyaron nacientes prestigios. rentes éticos y poner en el tapete un La afinidad de ideas literarias y políti- prestigio naciente o ya ganado al ser- cas fomentó la formación de los gru- vicio de las causas en las que se van a pos que el tiempo desgastó o soldó comprometer. con mayor firmeza. No fue raro en- La intelectualidad naciente abarcó, contrar con el tiempo a los amigos de pues, dos generaciones: la mayor, Universidad Católica Boliviana antes en bandos contrarios ni verlos nacida alrededor de 1865, y la si- hasta el final unidos por inquietudes guiente, en los años de la Guerra del compartidas. Mas no fueron estos in- Pacífico o inmediatamente después. tereses comunes por la literatura, la Todos los integrantes se conocieron filosofía o la política, donde se dan e interactuaron entre sí, sin llegar a acuerdos y oposiciones, los que fun- formar un grupo cohesionado ni si- dan la categoría de intelectual. El vín- quiera entre los más amigos. Recelo- culo que permite aplicar la misma eti- sos unos de otros por las divergen- queta a jóvenes con ideas y visiones cias sobre temas importantes y por del país y de la sociedad no siempre las pequeñas envidias, celos y rivali- coincidentes es más bien la manera dades, coinciden no obstante en la similar de concebir el oficio, el con- necesidad de jugar un papel distinto vencimiento de la responsabilidad al de sus predecesores, lo que no sig- moral que allí se juega. nificó una acción concertada, salvo Entre los primeros hombres de letras en raros momentos, como por ejem- de nuevo cuño se encuentran espe- plo en los años iniciales del grupo cialmente: A. Alarcón (1881), A. Ar- “Palabras Libres ”. guedas (1879), J. F. Bedregal (1883), En los debates relevantes, algunos to- 26 D. Canelas(1882), A. Chirveches maban una posición coincidente que (1881), F. S. Guzmán (1879), J. Men- defendían a través de artículos perso- doza (1874), C. Rojas (1879), D. Sán- nales antes que en conjunto, otros chez Bustamante (1870), F . T amayo adoptaban la posición contraria y (1879), J. L. Tejada Sorzano y F. Va- operaban de manera similar. Varios ca Chávez (1883). A ellos pueden se sintieron siempre solitarios y ac - añadirse algunas personalidades de la tuaron como tales, frecuentemente generación precedente, pues por la incomprendidos aun por su familia.

40 D. Sánchez Bustamante, “Cochabamba intelectual” (1898) en Opiniones…, op. cit., p.138. 41 E. Finot, diez años menor que la generación de 1879, aparece mencionado en el texto como uno de los intelectuales de la épo- ca, haciendo una excepción con relación a los demás de su edad debido a los lazos inicialmente desarrollados por su hermano Emilio con Palabras Libres, a su filiación política y a la intención de escribir que animó al diplomático e historiador. Revista número 19 • julio 2007 Chirveches, que, según sus amigos, sociedad, si bien de Francia se tomó, sufría de una fuerte misantropía, se además de modelos, la concepción del suicidó solo en París. Arguedas, co- papel del intelectual desarrollado du- mo mencionó repetidamente en su rante el proceso Dreyfus. Diario y en su correspondencia, juz- España, a despecho de su proximidad gó sus intenciones mal apreciadas. con Francia y de los innegables inter- Tenía pocos amigos en los cuales cambios de ideas entre uno y otro pa- confiaba sinceramente y se sintió ís, no mostraba a fines del siglo XIX con frecuencia traicionado. Tamayo un cuadro favorable a las tareas inte- disfrutaba de la soledad en sus fincas lectuales, y se acercaba más a Bolivia, del altiplano. Quizá fue para el inte- y en general a la región, en razón de lectual una parte del precio a pagar, su retardo económico, del analfabe- más duro en la tierra por la estrechez tismo, de la ruralidad de la población, del ambiente cultural, si bien tales del peso de la Iglesia en el gobierno y estados de ánimo también fueron co- en la sociedad y del retardo en la en- señanza superior, articulada alrede- munes afuera. dor del derecho y la teología y caren- te de investigación científica 42 . Sin El establecimiento embargo, allá y aquí se levantaron los intelectuales alentados por otras cir- del intelectual cunstancias, sin empujar demasiado en Bolivia y en Europa la comparación. El proceso de surgimiento de la cate- La pérdida de las últimas colonias en goría de intelectual en el país proba- América y Asia, como consecuencia blemente debió más a Europa que a de la derrota de España frente a los los demás países del continente, que Estados Unidos, produjo también un también tenían la mirada puesta en el sacudón ente los jóvenes españoles, otro lado del Atlántico. Presentó algu- los cuales buscaron reinterpretar Es- nas semejanzas con lo ocurrido en paña, luchar por el desarrollo de la otras regiones del área ibérica y en educación apoyada en las ciencias particular con España. Ésta ofreció empíricas y modernizar las institu- pensadores y escritores de la misma ciones. lengua que, unidos a los elementos España, al despuntar el 900, aún te- culturales compartidos con Bolivia y nía casi el 65% de su población anal- Latinoamérica, hicieron de ellos un fabeta y la misma proporción de gen- modelo para sus émulos de estas tie- te en el campo. Las cifras eran más 27 rras. Igual pasó con el pensamiento y elevadas entre nosotros: 84% carecía el arte de Francia, de la que, sin em- de instrucción y 73% era rural. Como bargo, el mundo hispanoamericano el intelectual boliviano, el español difería en aspectos esenciales, como debía conquistar un público y rom - el grado de desarrollo político, econó- per el provincialismo de sus ciuda- mico y social, la importancia que allí des. El establecimiento de editoria - 2007 julio • 19 número Revista tuvieron las vanguardias artísticas y les, entre las que figuró La España el temprano reconocimiento dado al Moderna, Sempere y Co., D. Jorro, el intelectual por el poder político y la aumento de periódicos y la amplitud

42 Cf. Ch. Charle, op. cit., p.328 y ss. de los debates políticos compensa- de la juventud y para el lanzamiento ron los obstáculos y los escritores ga- de un proyecto de regeneración so- naron un espacio propio. cial y de apertura a las ciencias de la La España de ese tiempo constituyó época. La expresión aceptada de Ge- un espejo para los hispanoamerica- neración del 98, bajo la cual se cobi- nos, pues éstos no sólo reconocieron a jaron Azorín, Baroja, Maetzu, Una- los pensadores y novelistas peninsula- muno y otros dio una etiqueta común res, sino que defendieron el casticis- a los escritores, sin borrar las dife- mo de la lengua como patrimonio co- rencias. La obra, el carácter combati- mún amenazado por la penetración vo, la rudeza de la españolidad ganó del francés. Sánchez Bustamante de- el aprecio de la naciente intelectuali- seaba un pacto entre españoles y ame- dad boliviana. ricanos, “ellos para radiar intensa y En resumen, si bien no fueron simé- nuevamente y nosotros para mante- tricas, las condiciones para la apari- ner el brillo castellano en nuestra cul- ción de los intelectuales bolivianos y tura” 43 , frase en la cual hay una confe- latinoamericanos fueron semejantes, Universidad Católica Boliviana sión implícita de la superioridad de los mutatis mutandi , con las de los espa- autores hispanos sobre los del conti- ñoles. Lo mismo sucedió con otros nente. Se ha sostenido que a fines del países centrales. La poesía podría siglo XIX y las primeras décadas de la considerarse una excepción. Darío siguiente centuria América se afran- revolucionó el vocabulario y la sono- cesó. Sin duda la influencia de este ridad, y Jaimes Freyre replanteó la país marcó desde la arquitectura has- métrica, para destacar dos entre los ta la gastronomía en la región. Pero más conocidos. España siempre guardó un lugar de Con respecto a otras sociedades, el privilegio en el pensamiento y en el proceso difirió mucho más. En Ingla- sentimiento de los intelectuales, quie- terra los académicos desempeñaron nes no dejaron de referirse y de bus- un papel capital en la toma de con- car el reconocimiento de aquélla. La ciencia de los intelectuales. En Rusia, posición inversa fue mucho menos en razón de las enormes distancias entusiasta y no exenta de paternalis- estamentales, de la represión y falta mo. Un crítico francés de Blanco Fom- de libertades del régimen zarista, la bona, escritor venezolano amigo de intelectualidad escogió en gran nú- Arguedas, señaló que “(España) se mero la acción violenta, revoluciona- contenta con ser la proveedora inte- ria y anarquista, que los diferenció 28 lectual de América, cuyas necesida- del resto de Europa. En Los poseídos, des son más considerables que las de Dostoievski pintó magistralmente el la península. América Latina remune- retrato de esos predicadores de la ra generosamente sus novelistas y au- muerte 45 . tores dramáticos… (pero) éstos admi- Arguedas conoció en París un trío de 44 ten difícilmente lo recíproco” . estudiantes rusas con las cuales sim- La crisis española de 1898 fue una patizó y desarrolló una amistosa ca - coyuntura favorable para la reflexión maradería, admirando su dedicación,

43 D. Sánchez Bustamante, “Algo sobre…”, art. cit., p.65. 44 J. F. Juge, Juicio crítico, en R. Blanco Fombona, El hombre de hierro , Garnier Hnos., París, 1913 (¿?), p.259. 45 Ch. Charle, op. cit., p.295. Ver también B. Tuchman “The idea and the deed” en B. Tuchman, The proud tower , Ballantine Books, New York, 1996, pp.61-113. Revista número 19 • julio 2007 su sacrificio y su solidaridad con los mo catalizador de inquietudes y des- desfavorecidos de su tierra, pero re- contentos con el estado de cosas en chazando la intransigencia agresiva la sociedad. Según Rama, el hecho se que las animaba 46 . El brutal suicidio situó en las décadas finales del siglo de un intelectual ruso vecino de piso XIX hasta las postrimerías de la Pri- en París, “joven rubio de rostro afei- mera Guerra Mundial. La intelectua- tado y ojos azules”, con una mentali- lidad de este tiempo manifestó un an- dad singular, complicada e incom- sia de modernizar su mundo, de prensible para nosotros, y las noti- cambiar el orden tradicional arras- cias de los atentados y asesinatos co- trado de la Colonia, antes que por metidos por mozos fanatizados, medios revolucionarios, en forma miembros de células anarquistas, lo gradual, en unas regiones con mayor apartaron con horror de esa corrien- fuerza y en otras de manera más ate- te política 47 . La intelligentsia rusa re- nuada. Las ideas venidas del extran- corrió un camino distinto al compro- jero dieron un giro cosmopolita y no- miso de los intelectuales franceses, vedoso al proyecto. españoles o de América Latina en sus En Argentina, Brasil y México el paso comienzos, más radicalizada no des- del hombre de letras hacia el intelec- deñó dirigirse directamente al pue- tual precedió a los otros países del blo 48 . El anarquismo radical no tentó área. Los dos primeros Estados des- en Bolivia a la primera generación de cubrieron en la guerra que los opuso intelectuales, se manifestó sobre to- al Paraguay (1865-70) las debilida- do en algunos dirigentes del movi- des de su organización política, los miento sindical y se tradujo en algu- problemas del crecimiento urbano y nas modalidades de organización co- el retardo de la educación, y en el lectiva. En cuanto al socialismo, co- Brasil la persistencia de la esclavitud, bró gran fuerza después del conflicto temas que motivaron sus ensayos. del Chaco, con la eclosión de partidos México, después de la caída del Em- socialistas y comunistas. Las corrien- perador Maximiliano, derrotado en tes indigenistas también afianzaron Querétaro (1864), echó los cimien- su presencia por ese tiempo, abrien- tos de un Estado moderno, laico y do en el país el periodo tipificado por progresista. A. Rama como de “la cultura moder- En estos países, pequeños grupos de nizada nacionalista”, cuya influencia personas ilustradas, intelectuales an- aún se deja sentir. 49 tes de la aparición del nombre, de- 29 En la misma época y en condiciones nunciaron las instituciones caducas. parecidas se afincó en otros países Unieron en sus estudios la racionali- del continente la función del intelec- dad de las nuevas corrientes del pen - tual. Ahí también la influencia euro- samiento social a la observación de pea, en especial de Francia, sirvió co- las realidades propias, convencidos eit úeo1 ui 2007 julio • 19 número Revista 46 A. Arguedas, Diario 27-IX-1907. 47 A. Arguedas, Diario 10-V-1909. 48 R. Blanco Fombona sostuvo una opinión diferente. Los rusos por lo general son apasionados, idealistas, sentimentales, con un sentimentalismo activo, violento, que no es el de los alemanes, nosotros también. En Rusia “el fenómeno imperante es el cesarismo… entre nosotros se impone a menudo la dictadura…Los rusos poseen escritores personales, intensos, desespera- dos, de un sarcasmo aplastante, menos fino que la ironía francesa, menos circunspecto, regocijado que el humor británico. Nosotros también poseemos poetas, pensadores que no se confunden con nadie”. Letras y letrados de Hispanoamérica , Ollendorff, París, 1908, p. XIX y XX. 49 A. Rama, La ciudad letrada , Edic. del Norte, Hannover, 1984. de la necesidad de romper con el tra- la escritura todos lo fueron. La poesía dicionalismo político y religioso y de no sólo calmó los ímpetus juveniles, ampliar la libertad 50. sino que constituyó para no pocos de ellos la vía privilegiada para el apren- La formación dizaje y maduración de la escritura. El taller de prensa desempeñó el mismo del intelectual papel. La primera camada de intelectuales La universidad local tuvo poco que no estuvo preparada para su tarea de ofrecer al intelectual. Quizá, en algún manera sistemática y formal. Proce- caso, algo de organicidad en el pensa- día en su mayoría de las aulas univer- miento, pero no la suficiente para im- sitarias, sobre todo de la carrera de pedir las inconsistencias en sus tex- Derecho, pero pocos ejercieron la tos. Sánchez Bustamante, uno de los profesión. Tenían la inquietud, no los impulsores de la reforma educativa li- instrumentos. Mendoza admitía en beral, hizo críticas severas a aquélla, uno de sus escritos que éste era “…la al contenido de los programas, a la Universidad Católica Boliviana tentativa temeraria de quien sin tener manera de transmitir los conoci- la preparación y cultura indispensa- mientos. Bedregal, entre bromas e ironías, declaró abiertamente que allí ble para tratar materias de esta índole no se ofrecía alimento espiritual algu- ha abordado su estudio...” 51 . Casi to- no para los universitarios 53 . Arguedas, dos reconocieron la debilidad de la por su parte, señaló en diversas opor- enseñanza más allá de los códigos y tunidades la pobreza de los centros procedimientos. Un bueno número académicos, la ausencia en ellos de aprendió por su cuenta o completó la una educación del gusto artístico, su enseñanza académica a través de la baja capacidad para incitar a los es- lectura. F. Tamayo tuvo poca instruc- tudiantes y aun los profesores a los ción formal, estudió con maestros en hábitos de lectura, para discriminar su casa. La experiencia de los viajes y entre los buenos autores y los irrele- la afición por los libros constituyeron vantes. Pero él mismo cayó en el su bagaje principal, si bien siguió algu- error de dejarse encandilar por pres- nas materias de leyes y se recibió de tigios pasajeros y descuidar a los pen- abogado. Arguedas y su grupo se pre- sadores que encauzaron la historia, la pararon en París, en contacto con los sociología, ramas del conocimiento escritores, hombres de prensa y pro- en las cuales trabajó. Ocurrió algo pa- fesores y con sus obras. G. A. Otero recido con varios críticos y novelistas 30 ensayista y novelista más joven que por quienes sintió admiración y que los anteriores, cuenta en sus Memo- la posteridad ignoró. rias su pasión por los textos. Leía des - Para algunos de los jóvenes, al cam- de niño todo lo que caía en sus manos. biar el siglo, el viaje al exterior, a Eu- No tenía ningún plan preconcebido 52 . ropa (París, Madrid, Londres, Berlín) Carlos Medinaceli, igualmente de una era una urgencia para familiarizarse generación posterior, fue otro autodi- con la cultura dominante de la época, dacta ávido de libros. En el campo de acabar su formación y aprender, por

50 Cf. A. Martínez, “La ilustración latinoamericana y la modernización de la sociedad”, en B. González et al ., Esplendores y mi- serias del siglo XX: Cultura y sociedad en América Latina , Monte Ávila, Equinoccio, Univ . S. Bolívar , Editores, Caracas, 1995. 51 J. Mendoza, “Hónrame” en P. Díaz Machicao, Prosa y verso de Bolivia , Ed. Los Amigos del Libro, La Paz, 1966, p.177. 52 G. A. Otero, Memorias , Lit. e Imprentas Unidas, La Paz, 1977. 53 J. F. Bedregal, La máscara de estuco , op. cit., p. 55. Revista número 19 • julio 2007 el ejemplo, el arte de escribir: Alar- Vale la pena señalar que, después de la cón, Arguedas, Chirveches, Tamayo, Guerra de 1879, cuando los jóvenes se Vaca Chávez, F. S. Guzmán y J. Men- lanzaban a la tarea de escribir, la liber- doza pasaron por París. Los del gru- tad de expresión y el debate democrá- po de “Palabras Libres” se dieron ci- tico ganaron espacio social, lo que, sin ta en la capital francesa para relanzar duda, favoreció el propósito. Sin em- sus actividades, pero acabaron disol- bargo, las viejas prácticas de censura, viéndolo. Tamayo sintió mayor afini- amordazamiento y sobornos a la pren- dad con la cultura y los pensadores sa no terminaron de desaparecer. alemanes. Bautista Saavedra fue a España. En Europa entraron en con- Los lectores tacto con los literatos, artistas, filóso- fos y científicos del momento, y de és- y los modelos tos tomaron los patrones de pensa- Es un hecho conocido en la historia miento y hasta de comportamiento. de las ideas que el pensamiento, la La Escuela Libre de Ciencias Sociales obra propia, cuando se los consigue, de París, donde Arguedas se inscribió se elabora en la confrontación con lo y asistió como alumno regular, le ya existente. Harold Bloom llamó a brindó la oportunidad de escuchar en este fenómeno, en el ámbito de las le- la cátedra a los académicos, especia- tras, “la angustia de las influencias”, listas y filósofos de mayor prestigio en que es, según P. de Bolla, una lectura la época. Le gustaba ir a las exposi- reinterpretativa de otros autores, no ciones acompañado de otros compa- únicamente clásicos o canónicos, que triotas, ente ellos don . modela el impulso creativo con una Apreció mucho los comentarios del mezcla de relaciones psíquicas, histó- ex presidente, por su buen sentido y ricas y de imágenes, con las cuales se su realismo. En los años 30 se creó en establecen los nexos entre los textos. La Paz una escuela con el mismo Se trata pues de un fenómeno inter- nombre. Allí el escritor ofreció algu- textual 54 .Hay en ella continuidad y nas charlas sobre autores franceses. ruptura, aceptación y reto. Algunos la El medio común de difusión de las superan, otros quedan como discípu- ideas fue el artículo de periódico, tipo los, seguidores mayores o menores ensayo corto, y la poesía. También del autor con el cual se midieron. La publicaron libros, folletos, y mani- comunicación con los congéneres, la fiestos cuando querían llegar a un pú- toma de figuras sobresalientes como blico más amplio. La práctica del ma- paradigma, permiten al intelectual 31 nifiesto o la carta abierta se mantuvo desarrollar normas de excelencia y de 55 hasta mediados del siglo XX. Tamayo desempeño . hizo circular en los años 30 uno sobre El tema adquiere complejidad para la pena de muerte, que se considera los intelectuales que vivieron en el como una pieza maestra del género. extranjero. Los autores nacionales, Arguedas difundió una carta mecano- para escribir su obra, se dirigieron, 2007 julio • 19 número Revista grafiada contra el presidente Germán por una parte, a un público local y, Busch, que lo había maltratado física- por otra, a un grupo imaginado de re - mente por sus ataques al régimen. ferencia, cuyo respeto, juicio y apro -

54 P. de Bolla, “Hacia una retórica histórica”, citado por H. Bloom, El canon occidental , Anagrama, Barcelona, 1995, p.17 y ss. 55 L. Coser, Hombres de ideas , F. C. E., México, 1968, p.19. bación buscaron, que estuvo confor- desafíos que la lectura planteó, modi- mado por los pares, sobre todo por ficó la manera de verse y de concebir aquéllos que gozaban de renombre, su oficio. Las personas que tomaron del reconocimiento de los especialis- en cuenta para forjar su estilo eran un tas, que eran leídos ampliamente, público de especialistas, de escritores suerte de censor que radicó para mu- geniales o, al menos, sobresalientes chos esencialmente en el mundo ex- en el momento, distinto del lector co- terior, cierto, rara vez exclusivamen- mún. La imagen que se formaron co- te. De ahí salieron los modelos, mien- mo intelectuales, después de encon- tras el público lector corriente se ha- trarse con ellos, influyó en su desem- lló principalmente en la patria. Dicho peño como autores. en términos claros, los “interlocuto- Para Arguedas, Chirveches, Sánchez res privilegiados” eran en su mayoría Bustamante y Tamayo, los pares de escritores. Los modelos provenían referencia se escogieron entre los es- frecuentemente de ese grupo. No to- critores europeos o latinoamericanos dos. Flaubert, Taine, Guyau, cuya de fama. Varios de estos últimos tam- Universidad Católica Boliviana obra tuvo un valor ejemplar para los bién trabajaban en el viejo continen- escritores nacionales, no fueron lec- te, como los reunidos en el denomi- tores de éstos. En cambio, los intelec- nado Círculo de París, que fue para al- tuales iberoamericanos del llamado gunos un grupo de pertenencia, ade- Círculo de París, con los cuales algu- más de uno de referencia. Un español nos bolivianos interactuaron y les pi- como Unamuno no sólo fue un lector dieron opiniones de sus escritos, o los crítico; en muchos aspectos fue asi- autores españoles, a quienes solicita- mismo un modelo. ron críticas o prólogos, sí eran consi- Ese juego de miradas, reflejos, présta- derados como lectores especiales, y mos, acercamientos y distanciamien- los últimos además como modelos. La tos en el que nada permanece igual, audiencia nacional era anónima, como lo entendió Alicia en el país de aunque de extracción social y cultu- las maravillas, donde intervinieron, ral cercana a la de los intelectuales. A fuera de los escritores bolivianos, las ella apuntaron de manera especial percepciones, los cánones, los gustos con sus libros. de terceros pertenecientes a latitudes El aprendizaje de la escritura requi- y culturas distintas, puso su sello a la rió, como todo proceso de iniciación, primera generación de intelectuales, que los intelectuales nacionales se con matices en cada caso. 32 dieran vuelta hacia el otro u otros sig- Los autores nacionales que se situa- nificativos, para posteriormente po - ron con referencia a escritores de der volver a sí mismos, aunque ya otros lados adquirieron una percep- cambiados. Siguieron, pues, modelos, ción más crítica de su propia obra y guías, a los que apuntaron con sus tra- de la realidad; en ésta descubrieron bajos, a fin de darles una resonancia y aspectos que parecían obvios, irrele- recibir la crítica. Pero fueron más allá vantes, para la mayoría de sus com - de la búsqueda de apreciaciones; hu- patriotas, pues sus acciones y opinio - bo implícito un reto al que respondie- nes se organizaron tomando en cuen- ron de acuerdo a sus fuerzas, a sus em- ta un horizonte histórico y cultural peños. El retorno a lo propio después amplio y multinacional. No se los de leer lo ajeno, de dar respuesta a los puede comprender ni analizar po- Revista número 19 • julio 2007 niéndolos al margen de la angustia liberalismo, se convierten en el tema de las influencias. corriente de los escritores. Junto a aquéllos hubo el lector nacio- Los intelectuales buscaron la compli- nal, no personalizado, como los ante- cidad del lector del país alabándolo riores, pero tampoco desconocido, por ser distinto a los demás compa- pues era parte de la misma sociedad y triotas, por no dejarse seducir por el cultura de donde salía el escritor, más aborrecible Beckmesser, símbolo de aun, por lo general ambos pertenecí- la indiferencia al arte y a las letras, an a un medio común, con expectati- puesto que tener un libro en las ma- vas también comunes a las cuales res- nos lo ponía aparte de esa masa de in- pondía en cierta forma el autor. Éste diferentes, revelando intereses se- siempre tuvo esa audiencia en mente, mejantes con el autor. ¿Acaso no si bien su relación con ella fue a me- compartía el mismo álbum de fami- nudo difícil. R. Escarpit señala que los lia? Sin embargo, los intelectuales se lazos entre el público local y los escri- caracterizaban por su irreverencia tores eran muy estrechos, tejidos con hacia esas imágenes nobles y virtuo- elementos culturales y sociales com- sas, cosa que su lector corriente solía partidos por los dos 56. Aldous Huxley no apreciar, ocasionando en él resis- comparó con ironía los nexos exis- tencias y rechazos. tentes entre el público y el autor con Ambos referentes, el lector nacional y la hojeada de un álbum de familia en la audiencia de fuera, se entrecruza- el cual unos y otros encuentran las fi- ron y superpusieron a las exigencias, guras conocidas y veneradas. generando tensiones especialmente En cada época la cultura común pre- vivas entre las personas que se insta- sentó rasgos específicos. A princi- laron por algún tiempo en el extranje- pios de la República los valores cris- ro. En general, todos los creadores su- tianos y las alusiones a Grecia y Ro- fren de la contraposición de esos ám- ma clásicas abundaban en los artícu- bitos de orientación, pero éstos son los, novelas y ensayos. El lector fami- menos agudos cuando el público y el liar descifraba con ellos el simbolis- modelo coinciden en la misma socie- mo allí contenido. “El Cóndor de Bo- dad. Arguedas consideró un ejemplo livia”, uno de los primeros periódi- del género la novela francesa de la cos nacionales, en sus columnas ha- época, juzgó el estilo de Flaubert in- cía mención a los héroes mitológicos superable, digno de imitar en su pure- y a sus hazañas como un valor enten- za, en su cuidado. No fue el único. 33 dido para los lectores. Juan de la Ro- Medinaceli, que nunca salió del país, sa, de Nataniel Aguirre, describe un aunque acompañó muy de cerca la escenario en el que el quechua, el es - evolución de la literatura y la filosofía pañol y el latín eran corrientemente en Europa y América, compartió el empleados por los personajes y don - mismo juicio años después. Las citas

de los galicismos de los revoluciona - de Flaubert no sólo reconocían una 2007 julio • 19 número Revista rios comienzan a desplazar al último deuda intelectual sino que reflejaban idioma. 70 años más tarde las refe - implícitamente el sentimiento de rencias a los pensadores y filósofos personalidades que, para afinar su modernos europeos, a los ideales del obra, en un medio considerado como

56 R. Escarpit, op cit., p. 101 y ss. limitado y no pocas veces como hos- de simpatía. La respuesta provino del til, deben ir a otra parte en busca de lo historiador francés. Ahí encontró una que localmente no pueden obtener guía para escapar al círculo de pasio- como criterios de perfección e inno- nes que trataban de interferir en el vaciones estilísticas o argumentales. examen de lo hecho por el hombre y Se trató así de una generación que du- por el gobernante. “Continuemos sin rante sus etapas formativas experi- fanfarronerías pero sin ningún temor mentó un conflicto con su sociedad, nuestra obra; hagámonos testigos de la misma que no le daba cabida o se nuestra época, ya que otros se hacen mostraba despreciativa de sus anhe- los reformadores, los justicieros, los los y esfuerzos, pero en la radicaban sin mácula, tratemos de ver claro los lectores que se intentaba atraer. aquí, donde parece que un velo cubre 58 Los modelos contribuyeron a fraguar la mirada de los más perspicaces” . formas y contenidos distintos para los Analicemos a Montes con honradez, textos, y además encauzaron las acti- propone, que es nuestra norma, des- tudes y las sensibilidades de los auto- corramos el velo de sus acciones, re- Universidad Católica Boliviana res. No fueron extrañas al estilo del curramos a los pequeños actos signi- ensayo de Tamayo las lecturas de ficativos que tanto provecho dieron al Nietzsche y en especial el gusto por la maestro Taine, aunque solió a menu- provocación que tuvo este pensador. do olvidar los consejos. El mismo filósofo llenó parte del En la Historia de la literatura ingle- equipaje intelectual de Medinaceli, sa , de Taine, publicada en 1864 y di- autor de un ensayo sobre el pensador fundida en castellano alrededor de alemán .En los debates a los cuales se 1900 por La España Moderna de Ma- entregó con entusiasmo Medinaceli drid en una pulcra versión, apareció hay igualmente una inclinación por la teoría de los tres factores que inter- sacudir, chocar al lector, que recuer- vienen en la gestación de una obra de da al maestro alemán. arte a través de su artífice: la raza, Arguedas, que citó a muchas de sus que agrupó los caracteres heredita- preferencias artísticas, literarias y rios genéticos, el medio, que com- científicas documentadas en su Dia- prendió las tradiciones y creencias y rio, siguió a H. Taine en sus principa- los saberes de un espacio geográfico, les ideas acerca del medio, la raza y el y el momento histórico, vale decir, la momento para el estudio de la histo- época, en la cual la herencia del pasa- ria. Asimismo, buscó imprimir en sus do gesta el presente. Así, para Taine, 34 acciones las cualidades que admiraba cualquier creación humana no se de- en el ensayista francés: la calma, el be al azar , sino que está determinada. espíritu metódico, las facultades de No obstante la multitud de referen- observación, el juicio serio y funda- cias a Taine que se puede leer en los mentado 57 , virtudes encomiadas con escritos de Arguedas, curiosamente frecuencia en sus anotaciones. En el éste dedicó su Historia de Bolivia a A. Diario se preguntó cómo desentra- D. Xenopol, un historiador con algu- ñar los comportamientos del presi- nos planteamientos cercanos a aquél, dente Montes, de quien se halla muy quizá de nombre en ese momento, cercano y vinculado por sentimientos pero hoy olvidado.

57 A. Arguedas, Diario 23-VI-1908. 58 A. Arguedas, Diario 26-VIII-1911. Revista número 19 • julio 2007 Taine ejerció en los pensadores na- cionales una influencia marcada has- ta mediados de los años 1950. Se re- fieren a él entre otros, Enrique Finot, Sánchez Bustamante y Vaca Chávez. De ahí provino una fuerte inclinación por las interpretaciones determinis- tas de la historia nacional, en oportu- nidades con mayor insistencia que en el iniciador. G. A. Otero, dado a la sá- tira, se burló de la fuerte presencia de Taine entre nosotros, imaginando a un Concejo Municipal discutiendo sobre el escritor 59. En Francia, su peso intelectual, junto al de Renán, marcó las décadas pos- treras del siglo XIX. “Se ve bien lo que los une (a Taine y Renan), señaló M. Winock: una convergencia de convic- G. A. Otero ciones esenciales: la necesidad de sita ser regida por una minoría selecta contar con una aristocracia para que le imprima rumbos… (no ha sido Francia, de formar indispensable- el caso en Bolivia). La masa ha gusta- mente una élite, de desconfiar de una do siempre de estar conducida por ti- masa guiada por sus instintos. En fin, pos que eran reflejo de ellas, por eso la coincidencia en el carácter abierto los encumbraban. De aquí ha dimana- de esa aristocracia de talentos, defini- do la mediocrización de las minorías y da por la voluntad de servir y por la el achatamiento de las masas”. El mal, competencia 60 . La obra de Arguedas añadió Medinaceli, se ha prolongado se hace eco de estos principios. En la no sólo por la cerrazón de las minorí- ya mencionada conferencia brindada as en el poder, sino también porque a un grupo de estudiantes sobre sus li- las masas son ciegas para descubrir bros les recomendaba: “…realizar los talentos. Tampoco lo hacen los in- buenos propósitos, apasionarse por telectuales, faltos de sentido crítico 62 . las ideas, no seguir nunca a los hom- La recepción de Taine no se redujo a bres; honrar y exaltar los méritos; dar los contenidos teóricos de su pensa- constante preferencia a los mejores y miento; incorporó igualmente as- 35 más aptos, ser justos, verídicos y des- pectos ideológicos y modalidades de interesados… aceptar las jerarquías acción que permitieron compaginar fatales” 61 . Nuevamente, lo mismo se los ideales igualitarios de la intelec- puede decir de Medinaceli, quien en tualidad con fuertes reservas hacia 1927 planteó similares ideas, quizá ya las masas carentes de calificación con resonancias del pensamiento de para el voto y el ejercicio de otros de - 2007 julio • 19 número Revista Pareto y Mosca: “Toda sociedad nece- rechos. Fue una ilustración clara de

59 G. A. Otero, El honorable Poroto , “La Prensa”, La Paz, 1921. 60 M. Winock, Les voix de la libertè , Ed. du Seuil, París, 2001, p.532. 61 A. Arguedas, La danza de las sombras , Sobs de López Robert y Co., Barcelona, 1934, p.89. 62 C. Medinaceli, “El país de los ciegos”, El Día, Potosí, 1927 en C. Medinaceli, La alegría… op. cit., p.139. la autoridad de un modelo que pro- mientos de fuentes originalmente dis- venía del extranjero. Guyau fue otro. tintas. Los genios o los locos pueden Ejerció en materia de arte, de estéti- ponerse por encima del tiempo; el in- ca, un magisterio innegable en los telectual, por lo general, reorganiza de escritores bolivianos. Sin embargo, manera propia esos elementos veni- la selección de un modelo en lugar dos de aquí y de allá, y a veces con bri- de otros es un proceso que no garan- llantez y originalidad, lo que hace el tiza los resultados, a veces el elegido resultado perdurable 63 . resultó, en especial en las ciencias sociales, de menor potencial analíti- co y heurístico que otras alternati- Los “viajados” vas disponibles y no consideradas. y los provincianos El método del autor de Historia de la La apropiación y divulgación de los literatura inglesa ya había cumplido modelos extranjeros y el recurso a in- su tiempo cuando Arguedas escribió terlocutores privilegiados de fuera Pueblo enfermo e inició sus trabajos Universidad Católica Boliviana despertó la reacción de los pares y históricos. Durkheim, opuesto a toda lectores con orientaciones hacia lo ingerencia de lo biológico o del clima nacional. El tema cuajó en una oposi- en el esclarecimiento de los hechos ción entre los locales y los cosmopoli- sociales, F. Simiand, historiador, par- tas. Los primeros señalaban estas in- tidario de un enfoque multidisciplina- cursiones foráneas como una falta de rio que luego desembocó en la Escue- capacidad para desarrollar pensa- la de los Anales, para citar fuentes miento auténtico y ponían en duda la franceses que contaron en el desarro- pertinencia de tales planteamientos llo de la sociología y la historia actua- en una realidad distinta de la euro- les, estaban en plena actividad por pea. Los segundos, influidos por los aquel entonces y quizá, de haberse se- moldes extranjeros, no cesaban de lu- guido sus propuestas, hubiesen im- char contra tales opiniones, tratando preso un rumbo distinto a la obra de de dar un alcance universal a sus los intelectuales bolivianos de esta época. Pero fueron prácticamente ig- préstamos, al paquete de modelos norados. El boliviano también recu- que manejaban, colocándolos bajo el rrió en su ensayo a diversas discipli- paraguas de la ciencia y de las co- nas, pero se inclinó ante todo por las rrientes innovadoras. orientaciones que destacaban los cri- Las críticas provincianas, localistas, 36 terios raciales y geográficos. Hay que mencionaban ante todo a los escrito- considerar en esta preferencia el pa - res que residían o estuvieron en Fran- pel de las editoriales, de los medios, cia, España, Alemania, Inglaterra o se no siempre examinado, al igual que la inspiraban en el pensamiento de esas función de los grupos de pertenencia o regiones, a quienes llamaban “des - de referencia. Todos estos factores arraigados”, y procedían de los escri- dan el tono fuerte a la época, de la que tores celosos de lo propio, aunque no pocas personalidades escapan, suerte sólo de ellos. Las acusaciones iban de caldero donde se produce la alqui- desde pedantismo, falta de percep- mia y el ensamblaje de ideas y pensa- ción clara y definida de la realidad y

63 Cf. S. Romero Pittari, Las Claudinas , Ed. Caraspas, La Paz, 1998. Revista número 19 • julio 2007 uso de palabras raras traídas por el losa con la fuerte presencia de fuera prurito de exotismo 64 , hasta plagio. en la producción del país, recrimina- Tamayo casi puso en la categoría de ba, al igual que Tamayo, a la mentali- imitadores al grueso de los autores dad boliviana de “...no haber tenido del país. vida propia. En todas las ramas del sa- Las citaciones de los modelos impor- ber…no se ha hecho otra cosa que tados eran mal vistas y perjudicaban importar libros o textos extranjeros, la imagen de los escritores jóvenes, olvidando que la educación debe diri- mundanos, irritaba a los locales, que girse por una idea matriz, formar el a menudo tampoco escapaban a las hombre, la inteligencia, el carácter, influencias externas y las dejaban en- para que puedan desenvolverse… en trar, sin quererlo, en sus obras. Para el grupo en que se vive”. algunos, los desarraigados sobraban Había en esta corriente una ambición en el ambiente nacional, que, sin du- de crear algo propio, moldeado por la da, era pequeño y mezquino 65. vitalidad de las fuerzas interiores, lo que no quería decir volver al pasado Uno de los reproches expresaba la precolombino o a formas de cultura preocupación por la pureza de los exclusivamente arraigadas en el espa- términos y expresiones usados y pro- cio rural indígena 66. Lo popular urba- venía del viejo fondo del casticismo no y campesino se expresó principal- castellano. Otro destacaba el des- mente en versos, coplas y canciones. ajuste social existente entre los hom- bres e ideas que procedían de Europa Sánchez Bustamante no se libró de y el país, y salía de figuras del pensa- caer en el hecho que censuraba, miento conservador, como Mariano pues, como muchos intelectuales Baptista o Monseñor Miguel de los que atacaban las importaciones cul- Santos Taborga. turales, no desconocía las ideas de- nunciadas, de las que no dejó de ser- Varias de las personas que militaban virse en sus estudios. Su preocupa- en el bando local eran asimismo pen- ción se concentraba en el apego a la sadores de nuevo cuño, ni siquiera pureza del castellano, en riesgo por la mayoritariamente apegados a los am- abundancia de neologismos de otros bientes tradicionales, aunque tam- idiomas, y en la forja de un estilo na- bién los había entre éstos. Sánchez cional. El tema también ocupó a Bustamante, que formó parte de la Blanco Fombona y a García Calde- primera generación de intelectuales, rón, el ensayista peruano. En estos 37 efectuó críticas de esa naturaleza, no casos tampoco se trató de un estre- por mezquindad ni por folklorismo, cho nacionalismo, sino de una pro- sino porque aspiraba a crear una lite- puesta de mayor envergadura referi - ratura nacional propia, como Tamayo da a la jerarquización de culturas, a quería hacerlo con la pedagogía y más su conflicto, que el contacto con el tarde Medinaceli con la estética.

exterior ponía en evidencia, unida a 2007 julio • 19 número Revista Sánchez Bustamante, quien muchas la intención de afirmar una cultura veces se vinculó con la posición rece- hispanoamericana.

64 D. Sánchez Bustamante, “Algo sobre…”, art. cit., p.67. 65 R. Ballivián, op. cit., p.134. 66 Cf. D. Sánchez Bustamante, “Prólogo para Derecho minero de E. Mallea Balboa”, en D. Sánchez Bustamante, Opiniones …, op. cit., p.173. Tal aspiración de construir una lite- por la imposibilidad de tender un ratura o un arte genuinamente pro- puente o de conciliar entre una esté- pio estuvo presente en toda Améri- tica con pretensión universal y un ca, incluidos los Estados Unidos, pe- ideal que se reclama de preocupacio- ro la tarea, sin los contactos de fue- nes localizadas. ra, sin criterios de valor internacio- La mayoría de los autores no negó las nal, en lugar de afianzarse hubiese dificultades de entretejer las posicio- terminado empobrecida. Los desve- nes, convencida, empero, de la posi- los de Sánchez Bustamante y Blanco bilidad de conseguirla. Sin embargo, Fombona revelan, pues, la aspira- las opciones fueron puestas en blanco ción de impulsar el potencial creati- o negro por los medios de comunica- vo del boliviano, en un caso, del his- ción y por la opinión pública, y sirvie- panoamericano, en el otro, antes ron para calificar o descalificar al in- que defender lo local por lo local. Ta- telectual que tuvo comercio sosteni- mayo compartió las preocupaciones. do con autores europeos, casi siem- Asimismo, no les faltaba razón cuan- pre por encima de la autoidentifica- Universidad Católica Boliviana do la recriminación se dirigía a las ción del interesado o del contenido burdas copias. No fue el caso de esos objetivo de los trabajos. El escritor lo- jóvenes en cuyos trabajos existe una cal, por su parte, no esquivó tampoco innegable elaboración personal y un las apreciaciones ofensivas. Cargó esfuerzo para aplicar y enraizar en con la denominación de encuevado, medios distintos las ideas recogidas atraído por las nimiedades del terru- en otras sociedades, no siempre de ño, indiferente a lo que se hacía afue- manera sistemática. ra, extraño al pensamiento filosófico El tiempo de permanencia en Europa y a cualquier innovación, en los tér- de los jóvenes aspirantes a escritores minos de R. K. Merton, estrictamente y los estudios que hicieron varió de parroquial. Es decir, lo contrario del uno a otro. Pero todos los viajeros en cosmopolita, del desenraizado. mayor o menor grado sintieron un Rara vez, como se dijo, la polaridad desgarre entre la atracción del cos- tomó ese cariz tan tajante en el senti- mopolitismo de las ideas en boga y la miento y en el comportamiento de los necesidad de no olvidar lo local, el ál- actores. Arguedas, Chirveches, Finot, bum de familia que originó su interés Mendoza y Tamayo buscaron en la por las tareas intelectuales. El dilema práctica un balance entre los dos ex- 38 asimismo afectó a los locales que no tremos. Nunca descuidaron la aten- salieron del país. Según el polo por el ción por lo nacional, pues ahí se ha- cual se inclinaba, el escritor resalta- llaba el objeto de sus esfuerzos, de sus ba lo de fuera o lo de dentro. Si bien acciones y pasiones, además del ni Sánchez Bustamante fue repre- grueso de los lectores, sin bien el sentante de un localismo exacerbado molde de sus obras, la percepción de ni Arguedas de un afrancesamiento los hechos, siguió criterios de juicio, lejano al país, las diferencias toma- de interpretación en circulación en el ron en el grueso público, para el cual mundo externo, del que en cierta for - un difuso nacionalismo hacía parte ma se sentían integrantes. Blanco de arraigadas actitudes, el giro de un Fombona no se consideró un escritor abierto antagonismo, caracterizado lugareño pero tampoco un advenedi - Revista número 19 • julio 2007 zo en su tierra, se proclamó ante todo Sociólogos de la talla de Durkheim, hispanoamericano, reconociendo sus ensayistas españoles como A. Gani- deudas con el pensamiento universal. vet, R. Altamira y latinoamericanos El localismo, que enrolaba a muchos como O. Bunge M. Ugarte y E. de periodistas y políticos, tampoco po- Hostos avanzaron el tema de las en- nía todo lo de fuera al costado. fermedades sociales, con criterios de Ambas modalidades de concebir el demarcación, fundamentos y solu- trabajo, por supuesto, no se referían ciones distintas. Durkheim, nunca ni se refieren al país en que desem- citado por el boliviano (tal vez no lo peñan su actividad. Los dos tipos leyó), opuesto a toda intervención pretendían ejercer influencia en Bo- de la biología o el clima en la explica- livia. A medida que los planteamien- ción sociológica, juzgó que no tomar tos nacionalistas y socialistas, des- en serio la distinción entre lo normal pués del conflicto del Chaco, gana- y lo patológico era reducir la ciencia ban a la opinión, los cosmopolitas, social a un juego banal, incapaz de 67 los desarraigados, llevaron la peor servir en la práctica . De Hostos, un parte en la crítica. sociólogo puertorriqueño amplia- mente difundido desde el inicio del siglo en el continente a través de su La incomprensión Tratado de sociología , tiene en este libro un capítulo dedicado a las so- de Arguedas ciopatías económicas, jurídicas, in- El caso Arguedas, que concentró la vi- telectuales, morales y de conviven- rulencia del ataque y que muestra al- cia, así como a su prevención y cura- gunas paradojas, merece un breve ción. Arguedas no invento el proble- aparte. Bolivia fue su ocupación única, ma. Su error, visto con ojos actuales, la sorgue de su existencia. Más toda- aparece menos en la presentación de vía, fundó, con sus novelas Wata Wara los males que en la imputación cau- y Raza de bronce, que le tomó catorce sal, predominantemente racial y cli- años reelaborar y modificar, la co- mática, mas en la época no fue el rriente indigenista. Varios de sus con- único con esas tesis por las tierras de temporáneos pusieron en sus creacio- América y Europa. nes escenarios, personajes y mitos de Otro reparo que le cayó fue el de fuera, pero fueron menos atacados de idealista y poco compenetrado de las extranjerizantes que el autor de Raza realidades nacionales, que le dolía. de bronce , quien, por la recurrencia a Sin duda no se lo aplicó sólo a él, si- 39 teorías y criterios estrictos de aprecia- no en general a todos los que efec - ción del tipo de los que se efectuaban tuaban tareas intelectuales. El presi- en otras partes, por la reiteración de dente Montes, un realista convenci- los demoledores ataques a las institu- do en política con un toque de de- ciones de la vida nacional, a los perso- sengaño respecto a los hombres que najes históricos y en particular por su actuaban en ella y que le tenía un 2007 julio • 19 número Revista obra Pueblo enfermo , fue estigmatiza- aprecio grande, retribuido por el es- do, como ningún otro, de enemigo, de critor, consideraba a éste y a los de- difamador de la patria. más intelectuales como unos idealis-

67 E. Durkheim, Les regles de la méthode sociologique , P. U. F., 15 ed., París, 1963, pp. 47-76 tendidos y apreciaciones llenos de suspicacia entre unos y otros, todo lo cual pesó en la autoestima del escri- tor. Pero en otras oportunidades logró pasar por alto estas observaciones, pues se sentía orgulloso de su obra y persuadido de su capacidad de com- prender a los hombres y a la sociedad boliviana. Eso sí, estuvo dominado por un sentimiento sombrío, de es- fuerzos perdidos. Una corta digresión para aclarar el al- cance del término idealista emplea- do para calificar negativamente a los hombres de letras, y entre ellos a Ar- guedas. Quienes se servían de él no lo tomaban en su acepción filosófica. Para algunos, por el contexto, se des- prende que se referían a personas que daban una atención muy espe- cial a las actividades de la cultura, aun a costa de su bienestar material. Arguedas, por ejemplo, consideró el oficio de intelectual como un ideal al cual consagrar su vida, y en tal senti- do era un idealista, a su modo. Pero otros recurrían a él para contrapo- A. Arguedas nerlo al realista, es decir, al hombre tas que no comprendían lo que ocu- cuya actuación en la esfera pública 68 rre en el pueblo, en la política” . tomaba en cuenta lo que estaba en Este juicio fue probablemente provo- juego en la situación, que en casos cado por la fama de literato y estudio- extremos podía significar sacrificar so que tenía Arguedas. Si éste se enor- los preceptos de la moral. Contra ese gullecía de su saber acerca de su pue- uso se levantaban los intelectuales, blo, los adversarios, entre los cuales convencidos de la importancia de su 40 se encontraban no únicamente políti- tarea, para proponer un estilo dis- cos y periodistas, sino también cole- tinto de hacer política. gas, se alababan de comprenderlo Así, la acusación de incomprensión mejor. Se trata de una vieja querella en el caso de Arguedas aludía, no a un metodológica de las ciencias sociales defecto en la percepción de lo social, adaptada a los antagonismos propios sino a la manifestación de un ethos del país, y de ella procedían malen- existente en el escritor y en algunos

68 A. Arguedas, Diario, 23-III-1911. Ahí el autor del Diario reproduce unas palabras de Montes refiriéndose a cartas que le habían en- viado Sánchez Bustamente y Saavedra, quien le expresa de manera exaltada: “Es la eterna oposición entre la práctica y la realidad esos espíritus nutridos por los libros, al subir , tienen que sentir siempre desengaño por ver que sus concepciones no responden a la sociedad…la realidad es otra. Son los intereses los que dominan y siempre los intereses. Unas veces interés por ideales; otras, por algo; otras, por un hombre; pero siempre es el interés que se impone, la gracia es hacer algo con esos elementos, fundar algu- na cosa, constituir. No hay que maldecir al Congreso ni a los políticos profesionales.” Revista número 19 • julio 2007 otros intelectuales que les impedía concreto a las personas que en el lla- cruzar ciertas barreras, en el campo no predicaban unos principios y en el donde la política se enredaba con la gobierno los olvidaban o hacían lo moral. El problema, si había alguno, contrario. Se mostró contrariado y radicaba en los intelectuales, en las desilusionado por la débil e inexis- restricciones internas que fijaban los tente sanción de la sociedad. Tamayo linderos, más allá de los cuales se ne- efectuó críticas similares en sus artí- gaban a transitar, al contrario de culos y folletos. Tejada Sorzano llegó quienes manejaban los negocios esta- a la presidencia pero no tuvo el po- tales y las agrupaciones partidarias, der, la moral fue su parapeto, lo que es decir, los políticos. Según aquéllos, algunos tomaron por debilidad. Los éstos solían atravesarlas con cons- criterios morales constituyeron el ciente realismo que servía para justi- instrumento con el cual el presidente ficar los actos 69 . se batió contra las ambiciones de los La actitud suspicaz de los escritores poderes fácticos. hacia el quehacer político se exterio- Indudablemente todo intelectual se rizó en distintas oportunidades, creyó armado para comprender y sa- abriéndoles abismos de incompren- ber, es decir, para descubrir las moti- sión con los partidos y sus miembros, vaciones personales y las causas ge - entre los cuales se contaban muchos nerales de los comportamientos que amigos y correligionarios. “Los man- analizaba. Pero, además, no se priva- dones criollos… torpes para com- ron de levantar la moral pública y prender, ligeros para juzgar, omnis- privada para estimar la política. Por cientes y engreídos, pasan desdeñan- eso replicaban a la cantaleta de idea- do a los otros sin acordarse o sin sa- listas lanzada por los políticos califi- ber, por falta de cultura y capacidad cando a éstos y a sus acciones de de- de razonamiento, que en la pasta hu- magógicos, de enjuagues turbios, de mana hay grados de diferencia; que oportunistas, de nepotismo, de falta existen otros pudores que los virgina- de lucidez. 71 Indignado el diarista en les, como son esos de no pedir, no una ocasión contra un ministro de ofrecerse, no mostrarse…”, advertía Relaciones Exteriores que había de- 70 Arguedas , quien no se halló solo en signado a un pariente sin las compe- su respeto por las imposiciones de las tencias para un puesto importante, normas éticas, otros colegas expresa- volvió a la carga sobre Montes: “Para ron juicios parecidos. él, lo esencial es que los suyos ten - El Diario, en varias fechas, revela la gan un puesto en la administración y 41 posición del autor acerca de la velei- es vano que grite la prensa, que se dad de los políticos, señalando en murmuren corrillos, que se produz-

69 Montes se defendía de los ataques y a su vez golpeaba repitiendo machaconamente: “Hay muchos espíritus pesimistas que no saben observar la realidad, se acobardan por lo que ven y reniegan de todo lo visto. Un político no debe asombrarse. La políti- ca es obra de hombres… susceptible de errores: tratar de atenuarlos es un deber pero sin renegar de ellos porque… se reniega 2007julio • 19 número Revista de la condición humana. Aquí como allá gira siempre alrededor de intereses y no hay hombre, de Cristo para abajo, que no tra- baja para el interés…unos trabajan por intereses morales y otros por los materiales, depende de la cultura, de la educación, de los ideales de cada cual… pero siempre por el interés. Citado por Arguedas, Diario 1-XI-1911. 70 A. Arguedas, Pueblo… , op. cit., p. 233. 71 A. Arguedas, Pueblo… , op. cit., p.100 y ss. Véase F. Tamayo, “Los hombres de acción”, en La Razón, La Paz, abril, 1926 y “Una antigua calumnia”, en La Razón, La Paz, 6 de junio de 1926. El artículo contiene un ataque contra Arguedas, pero de paso hace duras críticas a los dirigentes políticos. Se trata sólo de dos ilustraciones que aparecen de forma recurrente en los hombres de la generación intelectual de 1879. Los dos artículos citados por M. Baptista en Yo fui el orgullo: Vida y pensamiento de F. Tamayo , Ed., Amigos del Libro, La Paz, 1978, p.161 y ss. can interpelaciones en las cáma- historiador y ensayista no la negó. ras…su epidermis, endurecida en Sostuvo que ella le proporcionaba los largos años de burocracia, muda su impulsos para escribir, pero que el alma a los escrúpulos, esa su alma contenido de sus obras se dirigía a la dura como la de su raza, pasa tran- tierra donde se crió y a su gente. Di- quilo por todo haciendo vagar por cho en sus términos, “La matriz de la sus labios una sonrisa dulzona y so- obras era local, el estimulo de fuera 73. carrona de hombre para quien nada Visto desde el ángulo de cantidad de existe sino…la satisfacción inmedia- lectores locales, su obra, en particu- ta, el triunfo efímero conseguido de lar Pueblo enfermo , impregnada de 72 cualquier modo…” . Tampoco todos las lecturas de escritores y teorías de los políticos estuvieron dispuestos a fuera, sin desconocer las experien- transar con el diablo para alcanzar el cias del autor, apareció como una de- poder o mantenerlo. nostación del país y de su gente. En su Conviene señalar, brevemente, un as- aproximación a los textos, el público pecto metodológico de la Historia de acentuó ese aspecto, así como lo que Universidad Católica Boliviana Arguedas: la presentación de los per- consideró el pesimismo del ensayista, sonajes sobre todo como arquetipos, y al hacerlo se desconocían estudios vinculados a la herencia genética o al similares hechos para otros países, ambiente. No lo hizo siempre, ya que que por esos años estuvieron de moda en oportunidades caló hondo en las en muchas partes. razones del actuar de los individuos o Según J. Espada, Tamayo se alejó de en las circunstancias en que se en- Arguedas porque creyó que Pueblo contraban. No obstante, desde la enfermo fue escrito para dar satisfac- perspectiva determinista, que se en- ción a los Blanco Fombona, García señoreaba en los textos, el enjuicia- Calderón y otros escritores del Círcu- miento moral de las personas resulta lo de París 74 , apreciación ligera que por lo menos paradójico. El entrevero reduce la obra a pura novelería, pa- entre explicaciones deterministas, sando por alto la génesis del ensayo y raciales y la comprensión de las moti- las convicciones del autor. El histo- vaciones de los actores singulares o riador A. Gutiérrez sufrió en menor colectivos afectó a la mayor parte de grado de descalificaciones de ese esti- los componentes de la generación lo. Finot, en su Historia de la litera- que hicieron estudios históricos, de- tura halló la obra de Gutiérrez insufi- bilitando los enjuiciamientos mora- cientemente orientada a lo nacional. 42 les, que, a pesar de la cientificidad La opinión pasó por alto el contenido proclamada de su trabajo, no se priva - de la parte más significativa de los es- ron de hacer. La obra histórica de Ar- tudios de Gutiérrez que tomaron co - guedas exhibe con frecuencia la debi- mo tema momentos de la historia de lidad de tales enredos metodológicos. Bolivia. Sólo en algunos libros meno- En cuanto a la influencia de la cultura res incursionó en asuntos y persona- francesa, otro motivo de crítica, el jes de allende las fronteras.

72 Diario 15-II-1912. 73 A. Arguedas, Diario 8-IV-1929. 74 J. Espada, Entrevista en M. Baptista, Yo fui el orgullo… op. cit., p.135. Revista número 19 • julio 2007 De vuelta dos culturales, ideológicos, sociales y políticos, sin dejar de recordar la de a los parroquiales cosmopolitas y locales: moderno/tra- y a los desarraigados dicional; revolucionario/conservador; alienado/auténtico; andino/europeo; La discusión se inició al señalar los ti- lo ajeno/lo propio; kh`ara /indio; orien- pos de público a los que el primer gru- tal/occidental. Además, el esquema in- po de intelectuales se dirigía y trajo a terpretativo de pares opuestos se des- colación, por el escogimiento de los plazó progresivamente, de un sentido modelos, de los lectores críticos que que aludía básicamente a la separa- los escritores admiraban y valoraban ción entre Bolivia y el exterior, a otros en sus juicios, pero a la vez, por su in- que establecían cortes dentro del país. dispensable maduración, los enfrenta- El papel y la posición de los intelectua- ban, tratando de afirmar la producción les se reordenaron de acuerdo con propia, la contraposición entre los esas líneas de ruptura. desarraigados y los parroquiales. Tal distinción, que se conoció en todas las La globalización contemporánea ha literaturas del mundo, admitidos uno atenuado la distinción entre cosmo- y otro estilo de trabajo como formas de polita y lugareño, pero sin hacerla sensibilidad que conferían, en un mo- desaparecer. Pero por otro lado, ha mento dado, a un modo de ejercer el profundizado y exacerbado las demás oficio la superioridad sobre el otro, en- polaridades, que se manifestaron si- tre nosotros tuvo una percepción muy guiendo el surgimiento de recientes polarizada. Ambas modalidades de es- ideologías. La aparición en el país de cribir fueron enfrentadas. Los juicios sensibilidades como las posmodernas acerca de ellas no permanecieron in- también les ha dado un encuadre dis- modificados, cambiaron de signo de tinto. Los intelectuales y las preten- positivo a negativo o la inversa, en el transcurso de la historia 75 . En la posguerra del Chaco, la oposi- ción se reinterpretó y se cargó de tin- tes políticos distintos: de un lado los nacionalistas, del otro, los “lacayos del imperialismo”. Los localistas fue- ron alineados del lado nacional; los cosmopolitas, del otro. Así, la disposi- ción hacia el cambio, la transforma- ción inicialmente defendida por los cosmopolitas, o hacia el conservadu- rismo, se invirtió. La reputación de los autores y de los grupos que los sos - tenían se trastrocó. El estatus del in- telectual siguió las mutaciones. Luego se implantaron otras contradic- ciones, envueltas en nuevos significa-

75 P. Macherey, A quoi pense la littèrature , P .U.F., Paris, 1990, p.18 y ss. siones que enarbolan no son las de dura de la literatura latinoamericana antes, pero ése es otro tema. al mundo. Los problemas los tuvieron En breve, un localismo radical hubie- más del lado de su propia tierra con ra perjudicado la aparición del inte- los lectores locales. lectual, bloqueado la difusión de las El oficio de intelectuales puso a los jó- ideas y corrientes artísticas novedo- venes formados en el exterior a caballo sas y constreñido la lectura a un gru- entre dos mundos. Valoraron, por una po reducido de amigos. Se hubiese parte, los debates culturales, políticos perdido la fuerza de innovación que y filosóficos que trascendían los lími- anida en las comparaciones. A su vez, tes de sus países, que penetraban sus el abandono de lo local habría llevado escritos y que canalizaban sus modali- a desviarse de la razón de ser primi- dades de expresión, y, por otra, su lu- genia que movió a la juventud a escri- gar de nacimiento, con sus problemas, bir, a actuar en política, a enseñar. a menudo esquivo, reticente para re- Tampoco hubiera permitido el esta- conocerlos, para otorgarles una acep- blecimiento del intelectual. Las refe- tación correspondiente a sus anhelos. Universidad Católica Boliviana rencias a las condiciones, a la natura- leza, al contenido y a la forma de la Las críticas y producción de otras sociedades per- mitieron el afincamiento social de di- las sensibilidades cha categoría. Aquellas referencias El intelectual necesitó del reconoci- fueron, pues, indispensables para su miento social para cumplir con su ta- nacimiento, sin desconocer la dife- rea, lo que se tradujo en un reclamo rencia que separa las sociedades cen- de estatus en diferentes esferas de va- trales de las periféricas. loración que no siempre coincidieron Los intelectuales nacionales o latino- las unas con las otras. La ubicación americanos en Europa no sintieron la del “hombre de ideas” en las jerar- existencia de una barrera infranquea- quías establecidas por la sociedad en ble entre su creación y la de sus pares un rango elevado, como por ejemplo europeos. Sin ser muy numerosos, se los puestos de consideración en el pusieron a tono con el medio en el aparato estatal, a los cuales corres- cual se hallaban y conformaron una ponden expectativas de alta estima, masa crítica que pesó en sus socieda- no se acompañó, en el caso de algún des y que Europa no dejó de conside- intelectual, de un aprecio igual en sus 44 rar, sin darles, empero, sino de mane- lectores, creando resquebrajamien- ra excepcional un reconocimiento de tos e inconsistencias en la posición. primer plano. En Francia, España y Estas inconsistencias no fueron inde- Alemania se publicaron libros de au - pendientes de las oposiciones exami- tores latinoamericanos con relativa nadas precedentemente. aceptación, como ya se señaló. Sin La oposición original entre lo local y duda, los latinoamericanos sacaron lo cosmopolita, motivo de las prime- más de los europeos que lo que éstos ras tiranteces en las orientaciones del tomaron de aquéllos. T al vez la excep- comportamiento de los autores, se ción, ya se indicó, fueron los poetas. juntó a otras ansiedades que tenían Sólo en los años 70 del siglo XX se que ver con la imagen del lector na - puede hablar de entregas de enverga - cional y del lector crítico, privilegia - Revista número 19 • julio 2007 do. Pues como la evaluación que el es- hemios, díscolos, cortados del resto critor hace de sí mismo y de su traba- de los bienpensantes. Se quejó del jo es en parte un reflejo de la de sus desajuste que se daba entre el esta- lectores, los dos lectores objetivo gra- tus conseguido en la esfera pública y vitan en la arquitectura del estatus y sobre todo del dado fuera y el otor- en las características que la obra pue- gado dentro. de tomar. El primero era local, reunía Cuando apareció, Pueblo enfermo no la mayor cantidad de la audiencia, y a sólo tuvo una introducción de Ramiro él dirigía la vista el autor cuando pu- de Maetzu, un gran intelectual espa- blicaba. El segundo era, por lo gene- ñol, que el boliviano se complacía en ral, foráneo, nacido del ánimo del es- citar, sino que otros escritores, pensa- critor de ponerse a prueba con los dores en mayoría no nacionales, hi- iguales o con los maestros del arte, de cieron notas para la prensa interna- someterse a evaluaciones regidas por cional destacando el interés del libro. normas de excelencia más universa- Entre ellos, Unamuno escribió tres ar- les, actualizadas y menos personali- tículos elogiosos, publicados en Bue- zadas que las vigentes en el lugar de nos Aires. En tanto, la prensa del país origen. Los pareceres de ambos con- lo acogió con hostilidad, indignación juntos de lectores raras veces fueron o, en el mejor de los casos, le hizo un completamente convergentes, por lo vacío. Con motivo de la publicación cual los interesados buscaron redu- de Raza de bronce , Arguedas anotó en cirlos guardando o haciendo conce- su diario: “He recibido algunas cartas siones a los dos mundos, concesiones de escritores extranjeros y dos o tres que no impedían la aparición de la artículos de prensa con elogiosos co- sonrisa desdeñosa del par externo o mentarios…las cartas son entusiastas de los malentendidos con los lectores y algunas francamente admirativas. de dentro, inclinados a mirar los tex- En cambio…no he recibido un solo tos de manera intencionadamente elogio de nadie en mi país, nadie, na- prejuiciosa, tal vez molestos sobre to- die, nadie, me ha dicho nada de mi li- do por el lavado de la ropa íntima an- bro” 76 . El primer volumen de la Histo- te los ojos complacidos del extranje- ria de Bolivia halló el mismo silencio, ro, como se dijo de Pueblo enfermo , mientras en Chile, El Mercurio reco- aspecto que hasta hoy no se perdona. gió un extenso y encomiástico comen- El intelectual sometido al desfase tario. “¿Cómo, pues, no he de creer existente entre la valoración de la que en mi tierra gozo del triste privile- audiencia de pares, por lo general gio de ser sistemáticamente negado y 45 externa, y la de dentro sintió una in - combatido con esa perversa arma del 77 comprensión en su papel. Arguedas silencio concertado?” la sufrió con particular intensidad, Quizá la simpatía en el exterior fue sumando otra debilidad a su posi- irónicamente una de las razones que ción social, que consideraba poco impidió a Arguedas superar el sambe- Revista número 19 • julio 2007julio • 19 número Revista firme, si bien tal estatus no fue para nito de antinacional, mientras a Ta- él ni para los demás marginal en la mayo le bastó con su Creación de la sociedad. Tampoco un refugio de bo- pedagogía nacional para alcanzar la

76 A. Arguedas, Diario, 11-IV-1920. 77 A. Arguedas, Diario, 10-XI-1920. marcada, revelaba que la influencia que el intelectual intentaba ejercer en los asuntos cívicos era inferior a la que pretendía, que la base de la de- manda de reconocimiento carecía del sustento del público. Cierto, la sabi- duría dio poder. Arguedas, Finot, Gu- tiérrez, Saavedra, Tamayo, Tejada Sorzano, lo tuvieron. Sin embargo, sea dicho de paso, estas entradas en el reino de los políticos casi siempre concluyeron mal, excepto para Saa- vedra, a despecho de que su sucesor cambió las fichas del tablero. Su lide- razgo sufrió pero no se perdió. Tejada Sorzano salió dolido de la presiden- cia. Tamayo y Arguedas se apartaron en diversas épocas de la política, pero buscaron que sus ideas continuaran siendo consideradas, lo cual sucedió, aunque limitadas de más en más a cír- culos bien acotados de opinión. El caso de Tamayo vale la pena ser comentado. Censurado por las repre- sentaciones estudiantiles, gozó de una estima quebradiza de los parti- dos nacionalistas. Ocupó la presi- reputación de pensador nacional. Sin dencia de la Asamblea de 1944, afec- embargo, esto no evitó las maledicen- tando encontrarse por encima de los cias producidas por la murmuración intereses en juego. “El 21 de noviem- de los grupos que animaban la vida bre del 44, la nación despertó estupe- social lugareña, de mirada corta y facta ante el aviso oficial que hasta la lengua ágil. Tampoco la reprobación fecha habían sido fusilados…”. El de sus actos públicos, no desvincula- Presidente de la Convención reaccio- dos de su posición de escritor por par- nó enseguida y pronunció su “gran 46 te de asociaciones e instituciones. En discurso cristiano” al que atribuyó 1930, los estudiantes dieron un pri- haber salvado la vida de 60 otros con - mer voto de desconocimiento y opro- denados a muerte por el régimen de bio contra T amayo. El municipio de Villarroel. No bastó. Sectores de la La Paz en 1932 lo declaró ciudadano opinión lo acusaron de complicidad, infame junto con el presidente Sala - de colaboracionismo, en particular manca. En 1945, los estudiantes reu - los periodistas y universitarios. El 30 nidos en Sucre decretaron otra vez de abril de1945, abandonó todo, pre- para él infamia y oprobio. sidencia y diputación, para no volver Por otro lado, si la discrepancia entre jamás a la Asamblea. Tal vez el error los juicios de unos y otros lectores era fue no renunciar cuando los fusila- Revista número 19 • julio 2007 mientos, como le reprochó un políti- los viajeros servían como agente de co, a quien respondió “Y aquí una hi- transferencias de ideas innovadoras pérbole lírica no exenta de pedante- entre las culturas de origen y la del ría: el león desde que nace siempre lugar donde vivían 79, si permitían que es león” 78 . En cuanto a Arguedas, go- los elementos propios llevados por el zó del aprecio de los estudiantes y fue escritor guarden su valor y se conoz- ministro y embajador durante el go- can fuera, las referencias al mundo le- bierno del general Peñaranda. Am- jano les acarreaban una percepción bos terminaron deslomados en tales prevenida de los aportes nuevos, que experiencias postreras. además exacerbaba el nacionalismo La vuelta al llano acrecentó la repulsa de los coterráneos y despertaba la an- de la opinión adversa, que hallaba en tipatía de los políticos, que soporta- estas caídas la confirmación de la ima- ban mal la pretensión a juzgarlos se- gen devaluada que ya tenían de los gún la moral ceñuda aplicada desde personajes, quienes a su vez encon- arriba que se atribuían aquéllos, bus- traron en las valoraciones disímiles cando presentarlos como gente ca- una justificación a la animosidad que rente de principios, dados a encon- guardaban respecto de los lectores, trar compromisos y arreglos y a con- calificados a menudo de incultos, su- ceder prebendas a los parciales rei- perficiales y prejuiciosos. En Tamayo nantes en las prácticas criollas. rinde cuenta , su defensa, el poeta, sin Sin duda, la audiencia local emitía perder su altivo desprecio por el públi- opiniones contradictorias, lo que es co, advirtió a ciertos lectores que leen común, pero cuando las últimas se pero que no entienden mucho, que lo tornaban dominantes, el hombre ex- que escribió no era una defensa. Ni te- perimentaba la amargura del recha- nía que serlo. El autor de estas líneas zo. La conciencia de escribir princi- se encuentra en ese conjunto de lecto- palmente para los lectores locales res poco lúcidos. La política contribu- que no reconocían la intención co- yó, en la mayoría de los casos, a las ba- rroía su autoestima. Arguedas apun- jas y altas del estatus del intelectual. tó en su Diario ese hecho. También Las relaciones del intelectual con acusó el efecto de las querellas soste- personajes del exterior mostraron nidas con varios de los gobiernos que una doble faz. Por un lado, la reso- le dieron nombramientos. Todo ello nancia de la recepción de los libros en desembocó en un malestar, en una otros países, unida al prestigio que disconformidad que le persiguió du- daban los vínculos allí formados con rante su vida. Los desprecios recípro- 47 personalidades del mundo literario, cos que se suscitaban entre el escri - filosófico y artístico, contaba en sus tor y su audiencia fueron probable- valoraciones. Por otro lado, la suspi- mente una de las causas de la inclina- cacia, la desconfianza del pueblerino ción a aislarse, a replegarse altiva- hacia el portador de ideas y compor - mente hacia la esfera personal. Chir- Revista número 19 • julio 2007julio • 19 número Revista tamientos diferentes a los de la mayo- veches y Tamayo pasaron por simila- ría corrían con libertad. De manera res pruebas con resultados pareci- tal que si los grupos frecuentados por dos en la conducta. Aquél se alejó de

78 F. Tamayo, Tamayo rinde cuenta , Ed., Don Bosco, La Paz, 1947, p.31 79 Ch. Charle, op. cit., p.28. todos, éste se envolvió en su capa de jetivo para la mayoría de los escrito- altanería y arrogancia distante. res que vivieron en esos lugares. En- Los decires que mostraban a los inte- tre los bolivianos, Alarcón, Arguedas, lectuales como personas poco prácti- Chirveches y Mendoza lo consiguie- cas también perjudicaban sus expec- ron, al igual que otros latinoamerica- tativas, estableciendo vallas a las am- nos. El hecho de ser leído en un sitio biciones y tiñendo de dudas la idonei- admitido como uno de los centros dad de sus actuaciones. Sin embargo, mundiales de la cultura ofrecía, ade- varios le dieron la vuelta a esos pre- más de la satisfacción personal, un juicios y utilizaron la figura del inte- elemento que pesaba en la recepción lectual, su desprendimiento y la posi- de la obra en la sociedad de origen, bilidad de colocarse por encima de los donde surgían sentimientos mezcla- pleitos de personas y de partidos co- dos de orgullo y envidia, de admira- mo base firme para su actuar en polí- ción y de censura. tica o en diplomacia, hasta alzarse a La partida al extranjero en pos de la presidencia de la República. nuevos horizontes, donde varios Universidad Católica Boliviana En resumen, el estatus de los escrito- aprendieron el oficio, pagó la prome- res, afectado por orientaciones ha- sa, pero tuvo su costo, en ciertos ca- cia públicos con distintas expectati- sos tal vez muy alto, como se vio. Al- vas y lidiando con las interpretacio- gunos se quejaron en la intimidad de nes de los lectores de dentro, no cris- no pertenecer a ningún mundo. Con talizó en un conjunto de valoracio- un reconocimiento frágil en el exte- nes coherentes, lo que dejó un sabor rior, mal vistos en su pueblo, se sin- de incomprensión en los más sensi- tieron abandonados en la batalla, bles del grupo. Probablemente las cuando no fracasados 80 . disparidades de apreciación del per- Arguedas, tal vez el más conocido en sonaje y sus obras pesaron más entre el extranjero de los de su tanda, gozó aquellos que pusieron en su papel de en Iberoamérica de una difusión sig- intelectual un compromiso mayor nificativa. En Francia, bien integrado que los que se repartieron su activi- socialmente, su obra no llegó a las dad en varios campos. cumbres de la aceptación ni de la di- vulgación. Sus libros se leyeron prin- La recepción de la obra cipalmente en el medio de los espe- La crítica que buscaron los intelec- cialistas de América. 48 tuales bolivianos en el exterior no En Bolivia, los ensayos y las novelas era producto puro de la vanidad; era se vendían bien, con los criterios na- un elemento de la construcción de cionales del momento. Figuraban, se - su papel de intelectual. Por eso, gún la librería Arnó, en la década del cuando era positiva, así fuera hecha 20, entre los más solicitados. Pero una por personajes menores, producía cosa era la venta y otra la crítica, y és- engreimiento, y por el contrario, ta, a menudo, los ignoraba o destaca- cuando se los ignoraba, se sentían ba en ellos lo que consideraba antina- apabullados, vencidos. Publicar en cional en la obra. Chirveches, igual- Francia o España constituyó un ob- mente, tuvo una buena acogida de sus

80 A. Arguedas, Diario, 15-III-1912. Revista número 19 • julio 2007 novelas, si bien sufrió igualmente, quizá por su propio carácter. Así, a pe- sar de la publicación de La candida- tura de Rojas en “Le Temps”, diario francés de mucha circulación, bajo forma de folletín, creyó su trabajo po- co apreciado. Tamayo no publicó fuera. Los poe- mas se vendieron en el país y en el ex- tranjero, y aquí y allá fueron aprecia- dos. La crítica también se manifestó reiteradamente señalando los defec- tos de sus versos: obscuridad, pesa- dez, altisonancia, lenguaje herméti- co, erudición gratuita 81 . Los artículos de prensa sobre la educación, consa- grados a la creación de una pedago- gía nacional apropiada para recupe- rar la energía de las masas indígenas, retomados bajo forma de libro, le die- mayo, pero detestó al hombre. Tama- ron sólida reputación en los grupos yo tampoco tuvo simpatía por aquél. 82 de avanzada. Provocó una polémica Sánchez Bustamante, uno de los fun- con F. S. Guzmán que se considera dadores de la sociología académica en un hito en la formación del pensa- Bolivia, tuvo una obra más diversa y miento nacionalista. No faltó en la desperdigada en artículos de prensa. obra alusiones abundantes implíci- Elaboró una tesis sobre Bolivia: su tas o explícitas a autores y temas del estructura y sus derechos en el Pací- exterior y tampoco escapó al racismo fico (1919), que suscitó discusiones. del ambiente. De los autores de esa Vázquez Machicado apuntó la debili- generación fue el que el país conside- dad del planteamiento, que no toma- ró como el más propio y al que en vi- ba suficientemente en cuenta el da dio la mayor consideración, toma- Oriente 83 . Polemizó, por otra parte, da con cierta condescendencia por el respecto a la filosofía de la educación propio personaje, aunque muchos de nacional, con puntos de vista que re- sus contemporáneos se negaron a to- cogían los últimos avances de la peda- 49 marlo en serio. gogía en Europa, pero recusó la im- Los dos escritores dominantes de la plantación de reformas con descono- generación nunca mantuvieron entre cimiento de las características del bo- ellos una relación afectuosa. Arguedas liviano. Escribió igualmente textos de admiró algunas de las poesías de T a- enseñanza universitaria. Revista número 19 • julio 2007julio • 19 número Revista

81 D. Gómez de Fernández, La poesía lírica de , Ed., Amigos del Libro, La Paz, 1968, p.8. 82 Tamayo, en Scherzos , le dedicó a su rival una letrilla con el título de Filisteo: “T u historia son historias / tu cuenta cuentos. / Disfraza de aspavientos / tus pepitorias / la musa camba / más no tu castellano… de Churubamba”. Arguedas no se quedó atrás, en su Diario emprendió con su viejo adversario anotando “comediante que durante toda su vida no ha hecho otra cosa que fin - gir actitudes, lanzar frases impresionantes, pero que no ha obrado nunca con generosidad y desprendimiento… toda su vida no ha hecho otra cosa que… lanzar… puntapiés sobre las nalgas de otros tan mentecatos y vanidosos como él y esta su habilidad en las patadas le ha creado un ascendiente que pocos escritores han tenido en este país desmemoriado y desorbitado”. 83 H. Vásquez Machicado, Los precursores de la sociología boliviana , Ed., Don Bosco, La Paz, 1991. Mendoza descolló en la reconsidera- novelas y poesías, tuvo un público ción de la geografía nacional. Sus en- que permaneció fiel a sus creaciones. sayos influyeron en los medios políti- Bedregal dio a sus textos un tono en- cos e intelectuales y provocaron con- tre irónico y sociológico bien acepta- troversias. En las tierras del Potosí do por la opinión. Casto Rojas aportó fue considera como una de las mejo- con ensayos sobre las finanzas del res novelas nacionales, en el mo- país. Los demás autores, después de mento de su aparición. Rubén Darío un inicio llamativo como intelectua- señaló al autor como el Gorki bolivia- les, especialmente con artículos de no. Páginas bárbaras (1914), Los prensa, poesías, ensayos o novelas, malos pensamientos (1916) y Me- se entregaron de lleno a la actividad morias de un estudiante (1918), sus política, realizando publicaciones de otras ficciones, no consiguieron el tiempo en tiempo. éxito de la primera. Gutiérrez y Saa- vedra tuvieron una obra histórica, Los lectores política y sociológica reconocida co- ¿Quiénes fueron los lectores en el país Universidad Católica Boliviana mo significativa por sus contemporá- de los escritores? En los primeros años neos. El melgarejismo antes y des- del 900, La Paz, la ciudad con mayor pués de Melgarejo del primero en- población del país, contaba con cendió vivos debates y réplicas que 54.713 habitantes 85 , los eventuales todavía guardan el interés del públi- lectores alcanzaban a alrededor de co actual. El texto de Saavedra sobre 15.146, número que corresponde al la democracia se consideró en el mo- total de personas que sabían leer y es- mento un aporte a la teoría política. cribir, equivalente al 30% del total. Si Aunque tuvo para el autor un efecto se afina la cifra, no de manera muy exi- boomerang cuando éste ocupó la pre- gente, para considerar los segmentos sidencia 84 . El estudio sobre El ayllu de población más cercanos al libro, (1903) fue también juzgado como como los profesionales liberales, los una contribución a las ciencias so- ciales. Finot, además de escribir no- estudiantes, los artistas y profesores, velas, produjo textos históricos y en- los religiosos, un sector de los comer- sayos, entre los cuales están La refor- ciantes e industriales, propietarios, así ma educacional en Bolivia (1917), como el artesanado (joyeros, reloje- la Historia de la conquista del ros, tipógrafos, calígrafos) se llega a Oriente boliviano (1939), la Historia cerca de 8.000 personas, algo más del de la literatura boliviana (1943) y la 14% del total. En Cochabamba y Su- 50 Nueva historia de Bolivia en clave cre, con poblaciones del orden de los sociológica (1946); fueron destaca- 20.000 habitantes, la proporción de dos por la crítica y los lectores. Todos lectores era parecida a la de La Paz. fueron reeditados. Alarcón, viajero El grueso de los lectores se reclutaba impenitente y escritor constante de principalmente en los sectores socia-

84 Arguedas refiere una anécdota sobre el particular: preguntado por V. Mendoza López, un familiar de Saavedra, acerca del libro le respondió: “Como teoría, no hay nada que decir, excelente, ¡Lástima que como gobernante no pueda realizar lo que pien- sa!”. El otro replicó: “Con una especie de asombro sonriente, qué quiere usted. ¡Si lo hiciera al día siguiente lo echaban de pa - lacio sus mismos porteros!”. Diario, 9-IX-1921. 85 Cf. Censo Nacional de 1900, Boletín de la Oficina Nacional de Inmigración, Año I, Nro. 9 y 10, pp. 851 y ss. La cifra de lectores se ha obtenido aplicando a categorías como: comerciantes, industriales, propietarios, el porcentaje general de población alfa- betizada. El mismo procedimiento se siguió con el artesanado, salvo los oficios, como tipógrafos, joyeros, relojeros, calígrafos, que incluyeron a todos. Revista número 19 • julio 2007 les medios y altos, de sexo masculino y universitarios. Sin embargo, en la época las mujeres ya se estaban fami- liarizando de manera significativa con el libro, como se desprende de las ventas de novelas, no sólo en castella- no. Algunas librerías de La Paz, Oruro y Cochabamba traían corrientemen- te obras de ficción en francés e inglés, como las entregas de la Colección Nelson en inglés, cuyas lectoras eran generalmente jovencitas de alta so- ciedad. Si se quiere una cifra impre- sionista de éstas, con seguridad no pasaban de una veintena por ciudad. En las ciudades importantes se co- mercializaban textos de la Biblioteca Alcan, de París, en la cual se publica- ron los autores de mayor renombre en las ciencias sociales y la filosofía europeas. Como se ve, el perfil del imagen de la realidad, afirmaba que lector nacional de entonces es el de aquéllos en el país no pasaban de una persona relativamente letrada, “cuatro docenas y media”, que no los antes que de gustos populares. Com- nombraba para no escarnecer a los partía con los autores los mismos ho- damnificados o “para que los escasos rizontes sociales y culturales. lectores no se sientan humillados por 86 Una fracción de la población muy re- la mala compañía” . ducida, alrededor de unas 40 perso- Los tirajes corrientes de los libros nas en La Paz, en una aproximación eran de 300 a 500 ejemplares. Argue- de nuevo impresionista, constituían das, para la publicación de Raza de lo que se podría denominar el grupo bronce (1919) efectuó un contrato de referencia de los autores naciona- con los libreros y editores Gonzáles y les, vale decir, el lector crítico, con- Medina por mil ejemplares pagados formado por periodistas, profesores, por anticipado y cien para el autor 87 , escritores y editores, cuyas opiniones un acuerdo excepcional para ese mo- sobre libros y autores influían en los mento y aun para hoy. Los libros se 51 lectores comunes y la opinión. Esta vendieron rápidamente, pese a las fa- cantidad de personas hacía que el pa- llas tipográficas. El éxito editorial de- pel de crítico se convirtiera en una re - cidió al autor a publicar por su cuenta lación altamente personalizada, en en los talleres de Don Bosco el primer

lugar de seguir una orientación más volumen de la Historia de Bolivia: La 2007julio • 19 número Revista general, más profesional. Bedregal, fundación de la República , en mil en La máscara de estuco, en tono de ejemplares. La operación resultó un broma pero que ofrecía una buena fracaso, pues ocho meses después de

86 J. F. Bedregal, La máscara de estuco , op. cit., p. 57. 87 A. Arguedas, Diario, 1-VII-1919. su lanzamiento, más de la mitad, 650, parte de los estudios de historia. La no había sido vendida 88 . Por eso la ce- tercera versión, modificada con res- dió a Gonzáles y Medina, quienes des- pecto a la primera, salió en la Edito- graciadamente quebraron al poco rial Ercilla de Santiago de Chile. Un tiempo después de un incendio, aun- fragmento de las memorias, con el tí- que posiblemente algo del lote se haya tulo La danza de las sombras, apare- salvado. En 1922 lanzó por medio de ció en Barcelona Sobs. de López, la librería Arnó hermanos la Historia 1934. Arguedas fue un autor relativa- general de Bolivia, en 5000 ejempla- mente leído por el número de las ree- res, un tiraje récord. El libro recibió diciones que se hicieron en vida de su inicialmente una acogida favorable. autor, y que todavía se hacen. La Cámara de Diputados compró 60 El Diario, que cubrió más de cuatro volúmenes para distribuirlos entre décadas de la vida del escritor, se dis- sus miembros. Sin embargo, pronto tribuyó en copias mecanografiadas los lectores y los críticos se disgusta- en cuatro bibliotecas del mundo, ron por los tajantes juicios acerca de ahora a disposición de los lectores. Universidad Católica Boliviana la política, la prensa y sus actores, por Mientras lo escribió, pocas personas lo que el recibimiento se fue enfrian- lo conocieron. Algunos ejemplares do. El editor cumplió con su parte y fueron robados en los años treinta de remitió el cheque de 2500 pesos, con su casa. No se supo el destino que co- los cuales el historiador planeó viajar rrieron. Contiene pocas anotaciones 89 a Europa con su familia . sobre la vida íntima del autor y de su Arguedas entregó la mayoría de sus familia, que según dijo allí, la había obras a casas editoras españolas, a fin puesto en parte en sus novelas, en es- de extender su mercado. Raza de pecial Vida criolla y su continuación bronce, en su segunda edición, con en otras dos novelas que tampoco se un prólogo de Rafael Altamira, la im- resolvió a publicar a pesar de conti- primió Sempere de Valencia. El texto nuar trabajando en ellas hasta poco circuló poco, debido a los errores de antes de su muerte. la impresión. Una tercera edición se El Diario recogió notas de personas, hizo por Losada de Buenos Aires y al- de cosas banales, de sucesos impor- canzó varías reediciones. Se publicó tantes, de lecturas, de sus preferen- también una versión francesa, en una cias artísticas en el desorden de la vi- revista por entregas. La primera pu- da diaria. Abunda en observaciones blicación de Vida criolla se efectuó de la política nacional de los partidos 52 en La Paz, en la imprenta V elarde, y de sus adherentes. Los siguió con que también imprimió Pisagua , pri- mirada preocupada y severa, en mo- mera novela del autor . Una segunda mentos con esperanzas, en otros con edición corregida de Vida criolla sa- rabia, desilusión e impotencia. Llenó lió en París, en la Librería Ollendorf, varios volúmenes con anotaciones en 1912. Pueblo enfermo apareció sobre la Guerra del Chaco, que la con - por primera vez en Barcelona, en sideró un trágico error . La paz con el 1909, a cargo de la casa editorial V iu- Paraguay y los regímenes militares da de T asso, donde se editó la mayor que la siguieron motivaron opiniones

88 A. Arguedas, Diario, 20-IV-1921. 89 A. Arguedas, Diario, 3-XI-1922 Revista número 19 • julio 2007 fuertemente contrastadas. Se exten- paceñas: Odas , su primer libro, apa- dió sobre las misiones diplomáticas reció en La Paz, en 1898; La Prome- en Francia, Inglaterra, Colombia y theida o las Oceánides (1917) tuvo Venezuela, con vívidos relatos de la una segunda edición, en 1948, en la política y la sociedad, las costumbres, Editorial Don Bosco; Nuevos Rubá- los pueblos y paisajes, la gente de arri- yát, (1927) salió en la Imprenta Artís- ba y los de abajo, los gobernantes, los tica y Scherzos (1932), Scopas literatos y los periodistas. Las relacio- (1939) y Epigramas griegos (1945) nes con otros escritores ocuparon un fueron todos impresos en la Escuela lugar importante en el Diario. Tipográfica Salesiana. Entregó asi- Retrató a los hombres y mujeres que mismo al público algunas conferen- conoció o con los cuales convivió. cias y folletos A. Gutiérrez publicó El Amó los viajes y anotó sus impresio- melgarejismo antes y después de nes de las ciudades y poblaciones que Melgarejo , Los Colorados de Bolivia visitó, los estilos de vida, los monu- en la Librería y Editorial Gonzáles y mentos, museos, hoteles y fondas. Por Medina y La Guerra del Pacífico en ahí se filtraron algunos chismes, pero La Casa Bouret de París, primera im- su personalidad retenida no dejo mu- presión, 1914, segunda, corregida y cho espacio para ellos. No contuvo los aumentada, 1920, un indicador del juicios sobre los políticos o los intelec- interés del estudio entre el público tuales enmarcados en criterios éticos, nacional. si bien no exclusivamente. A veces lo El conjunto de lectores era escaso, hizo con sentimientos exaltados. pero el negocio de librería e imprenta También reconoció los méritos y vir- se desarrolló con las casas editoriales tudes. Los dos conflictos bélicos mun- en las principales ciudades. En La diales desasosegaron su ánimo, en Paz, Gonzáles y Medina, una de las particular el segundo. Hizo notas re- más importantes, tenía hacia 1918 en pletas de indignación por la barbarie y su catálogo algo más de 120 obras bo- crueldad de los beligerantes. Descu- livianas. Entre ellas figuraban las de brió los efectos malignos del racismo y Gutiérrez, Guzmán, Saavedra, Chir- el totalitarismo de la Alemania nazi y veches, Alarcón y Sánchez Busta- los rechazó. Muchas entradas están mante. Una buena parte de los textos dedicadas a sus libros, al trabajo de eran estudios históricos o manuales corregirlos, sin entrar en el detalle, a de derecho, disciplina que en ese los problemas con los editores. El Dia- tiempo concentraba el mayor núme- rio fue revisado en varias oportunida- ro de estudiantes y profesionales. Ahí 53 des durante su vida. En los últimos estaba el núcleo firme de la clientela años se arrepintió de haberle dedica- de las librerías. La Universitaria, de do tanto tiempo, bajo el impulso de las Arnó hermanos, fundada en 1904, lecturas y el vigor de la juventud, pero construyó un edificio exclusivo para ya era un hábito difícil de dejar. Tal la librería, donde se halla actualmen - Revista número 19 • julio 2007julio • 19 número Revista vez quiso hacer de él un estudio moral te la Librería Gisbert, con sucursales del la primera mitad del siglo pasado. en Cochabamba, Oruro y Potosí, con - Mendoza también publicó su novela taba en su fondo editorial con un cre - En las tierras del Potosí en Barcelo- cido número de autores bolivianos, na. Tamayo recurrió a las editoriales cerca de 70. Editó a Arguedas, Men - doza, J. M Camacho. Lakermance hermanos editores, donde publicó Emilio Finot, igualmente ofrecía a su clientela un amplio abanico de publi- caciones. Renacimiento, otra librería e imprenta de La Paz, sacó varios tex- tos, entre los cuales figuran las Obras Completas de Mariano Baptista, en siete tomos (1932). El personaje del librero-editor se im- plantó en el país en la primera década del siglo XX, tomando para sí las tare- as de publicar y difundir los textos en forma más empresarial. Coordinó as- pectos de la edición que bajo el régi-

Universidad Católica Boliviana men artesanal, predominante antes, permanecían separados: la fabrica- ción, la venta y, en ocasiones, los ries- gos de la publicación. Varios intelec- tuales se sirvieron de él, otros conti- Caricatura de F. S. Guzmán nuaron haciendo los libros en las im- prentas artesanales, responsabilizán- La cantidad de lectores subió en las dose de la suerte del libro en el merca- primeras décadas del siglo XX con re- do, en ediciones por cuenta del autor. lación a la de los inicios del siglo, pero seguía siendo baja. Sin embargo, se Se podría calcular para el año 1920 la trataba de compradores fieles, pues cifra de librerías que había en el país leer era por aquel entonces un acto a partir de los datos de La Paz, donde valorado, no había muchos otros me- por entonces habían establecidas dios en competencia para acceder a la unas 10, dedicadas principalmente al ciencia, a las ideas, a la cultura. Por negocio del libro: en total se alcanza- eso la compra de un libro justificaba rían unas 35 en todo el territorio na- el sacrificio, sin duda todavía alto, a cional. Su papel fue importante en la pesar de que las técnicas de impre- circulación de las obras, pues no se sión habían bajado considerablemen- limitaban a vender, sino que aconse- te el costo. 54 jaban a los clientes sobre las noveda- des editoriales y hasta a los propios En los años del Primer Centenario de autores, en especial los libreros que a la Independencia la situación conti- su vez actuaban como editores. En la núo en ascenso, ampliando la cifra de Paz se podría avanzar la cifra de 25 a lectores, gracias al avance de la edu- 30 textos por año en las distintas im- cación formal, sobre todo en prove- prentas. El tiraje podría llegar a unos cho de los sectores medios urbanos, 14.000 ejemplares, incluida la folle - como se desprende de los informes tería y las obras escolares, número al oficiales. El número de estudiantes se que habría que añadir la importa - multiplicó por más de dos en La Paz ción, principalmente de España y Ar - entre 1900 y 1926, pasó de 5.109 a gentina. 12.864. Sin embargo, hacia 1928, los Revista número 19 • julio 2007 libreros se quejaban de la disminu- El círculo que conformaban en Fran- ción de las ventas o quizá éstas no res- cia los autores latinoamericanos sir- pondían a sus expectativas. Arnó vió igualmente a este propósito. No Hnos. vendió un promedio de 47 li- tenía un número fijo de miembros, bros por año de Los caudillos letra- pues se renovaba en permanencia dos entre 1924 y 1928, y 20 tanto de con las llegadas de unos y las partidas La plebe en acción como de La dicta- de otros. Entre los residentes de ma- dura y anarquía, y eso que el histo- yor permanecía, con los cuales Ar- riador se encontraba entre los auto- guedas mantuvo un contacto regular res más demandados. y citó con mayor frecuencia en el Diario, se hallan en distintas épocas Una encuesta de “El Diario” señaló H. Barbagelata (1885-1971), urugua- las novelas como las de mayor atrac- yo, escritor y periodista; R. Blanco ción para la clientela. Encabezaba la Fombona (1874-19449), historiador lista de las mejores ventas V. Blasco y novelista venezolano; L. Bonafoux Ibáñez, seguido por R. León, P. Baro- (1855-1918), cronista español; P. ja, H. Barbuse, P. Loti, en la casa Arnó Echagüe (1877-1950), ensayista ar- Hnos., todos novelistas extranjeros. gentino; A. Hernández Catá (1885- Las preferencias eran parecidas en la 1940) poeta y novelista cubano; E. librería Crespi: en primer lugar esta- Gómez Carrillo (1873-1930) prosis- ban los dos españoles, pero a ellos se ta y ensayista guatemalteco-español, añadía enseguida M. Delly, ¡ya!. Flo- R. Darío (1876-1916), nicaragüense, res y San Román, otros comerciantes uno de los poetas mayores de las le- en el ramo, presentaron resultados si- tras castellanas; F. García Calderón milares. Los escritores nacionales te- (1883-1953), ensayista y crítico lite- nían poca salida. Los más pedidos rario peruano; G. Mistral (1889- 1957), gran poeta chilena, premio eran Arguedas, Gutiérrez y Chirve- Nobel de Literatura en 1945; M. ches, en ese orden 90 . Ugarte (1874-1951), ensayista y no- velista argentino. El Círculo de París Hacia 1910, el círculo más íntimo es- El oficio de escritor, sostienen algu- tuvo compuesto por Ugarte, Blanco nos especialistas, madura mejor es- Fombona, García Calderón, Echagüe, pecialmente en la etapa formativa y Barbagelata y Hernández Cata. Se dentro de grupos de gente con intere- reunían en cafés o se invitaban a las ses e ideas afines. Los círculos litera- casas. El Napolitano, un café de pro- rios formados en los inicios del siglo piedad de Gómez Carrillo, era uno de 55 XX en varias capitales del país contri- los más frecuentados. No faltaban al- buyeron, como se señaló antes, a en- gunos lobos solitarios que rehuían las cauzar las primeras vocaciones, las relaciones con los demás latinoame- lecturas iniciáticas; pese a que en al- ricanos o aparecían esporádicamen- gunos casos su duración fue corta, in- te, como Vargas Vila o Chirveches, en tervinieron en un momento en que el sus últimos tiempos. 2007julio • 19 número Revista joven requería de contacto con gente Arguedas conoció a través de amigos de ideas afines, para poder asentar las del círculo o en forma personal a algu- posiciones propias. nos importantes intelectuales espa-

90 A. Arguedas, Diario, 27-VII-1928 y 4-XII-1928. ñoles, como Unamuno, con quien la ajena suscitaban desaveniencias y mantuvo una larga y afectuosa rela- peleas. Las mezquindades nunca au- ción, a pesar de los brevedad de los sentes aflojaban las relaciones, forma- encuentros cara a cara que tuvieron, ban alianzas y oposiciones no siempre G. Alomar, R. Altamira, autor del pre- durables, cambiantes como la suerte ámbulo de Raza de bronce , R. de de unos y otros. El reconocimiento a Maetzu, prologuista de Pueblo enfer- los méritos se hacía en público, si bien mo . En las opiniones favorables de es- no se prodigaba, salvo entre las perso- tas personalidades sobre sus obras nas que mantenían lazos de simpatías encontró la comprensión y simpatía durables. En privado no era raro que que creía le negaban los suyos, como las opiniones cambiasen o los juicios señaló en varios pasajes de su Diario. se hiciesen más severos. La postula- Maetzu le decía al boliviano en su car- ción de Blanco Fombona y después de ta prólogo: “Usted ha hecho por su pa- García Calderón al premio Nobel mo- ís con este libro lo que unos cuantos tivo críticas duras contra los postulan- españoles hicimos por el nuestro ha- tes entre los amigos, cuya obra se con- Universidad Católica Boliviana ce diez años a raíz de haberse perdido sideró de poca envergadura y calidad las colonias…Lo miramos desde fue- para tal reconocimiento. El boliviano ra, y nos dijimos como Hamlet. “El no se abstuvo de manifestarlas y aque- mundo está desequilibrado”, porque llos le pagaron con la misma moneda. entonces no nos atrevíamos a com- En charlas íntimas con Marof, Blanco pletar la frase. “¡Y yo he nacido para Bombona y Ugarte dieron sus impre- ponerlo en orden!” siones sobre el hombre, de quien dije- ron que carecía de talento y que era “Hicimos entre quince o veinte inte- medido en los gastos. lectuales, cada uno por su lado y pro- cediendo con espontaneidad e inde- Arguedas escribió sobre “el tiempo pendencia, lo que usted intenta solo, de las bellas relaciones”, pero éstas y acaso realiza en lo posible, más sis- tenían también su lado obscuro, lo temática y más científicamente que cual no dejo de anotar en el Diario. nosotros” 91 . Al boliviano le encantaba Tomó la pretensión de sus amigos al citar esta carta. Nobel como una ambición despro- porcionada con relación a los méri- En París la comunidad de idioma faci- tos reales de los trabajos. Las preten- litaba las reuniones, el intercambio de siones intelectuales de unos y otros los avances de los trabajos, la discu- producían molestias y alejamientos. 56 sión de los méritos de los autores de El tenerse presentes unos a otros co- moda, el descubrimiento de otros olvi- mo referencia era un instrumento in - dados o apenas conocidos. Las inter - telectual de comparación que redun- acciones en el grupo informal propor- daba en beneficio de la obra. La emu- cionaban apoyo intelectual y emocio- lación servía de acicate entre ellos. nal a los escritores instalados en un El grupo permitía ampliar la red de medio que no se abría de inmediato ni relaciones dando oportunidad de co- con facilidad. Pero tampoco faltaban nocer a autores franceses o de otras las rencillas, las separaciones. Las nacionalidades. Prodigaba informa- comparaciones de la obra propia con ción útil sobre el mercado y los im-

91 R. de Maetzu, Carta prólogo en Raza… , op. cit., p.13. Revista número 19 • julio 2007 presores. En parte esas amistades fa- vorecieron la aparición de la versión francesa de Raza de bronce . Por otro lado, el conocimiento recí- proco de los países generó vivos senti- mientos latinoamericanistas. La si- tuación de cada sociedad, los proble- mas que las aquejaban, las perspecti- vas que se dibujaban en el horizonte fueron motivo de frecuentes conver- saciones entre ellos o tema de los li- bros. Los intercambios corrían con fa- cilidad por la unidad de la lengua y las semejanzas de cultura, que por enton- ces la mayoría de los expatriados se complacía en destacar, a diferencia de lo que ocurre hoy, que los intelectua- les se sienten ante todo inclinados a Pabellón de Bolivia en la Exposición Universal de París (1889) recalcar las diferencias, así sean de dos sobre Europa y sobre las corrien- matices. Blanco Fombona se califica- tes de pensamiento y los autores. No ba de escritor hispanoamericano, negaban su influencia, visible en sus convencido que con él y los demás es- trabajos, pero a la vez recalcaban el taban creando un castellano original. vuelo propio que las letras de la re- Aspiraba a conformar una comunidad gión iban tomando. Ninguno cortó con rasgos propios, asentada en la cul- con las raíces que lo ataban a su na- tura común, en la originalidad de la ción. Hubo en esas actitudes una raza o, mejor, de su gente. No estaba mezcla de un cierto nacionalismo sólo en el propósito. Francisco García cultural y la necesidad de mirar a los Calderón escribió su ensayo sobre las modelos europeos que no se resolvió democracias latinoamericanas para sin dejar secuelas en el individuo y en ponerlas en guardia contra los peli- sus relaciones con su gente. gros de culturas extranjeras emergen- El círculo de París cumplió la fun- tes, como Japón, Alemania y Estados ción de poner al tanto de la produc- Unidos, y alentar la unión de los pue- ción europea a quienes lo frecuenta- blos de común origen 92 . ban, pero a la vez favorecía las com- 57 Los intelectuales de París se vanaglo- paraciones con lo que se hacía en el riaban del conocimiento que cada continente. La obra de Arguedas, cual tenía de su pueblo y de los demás con sus virtudes y defectos, debía países del continente. A éstos se refe- mucho al grupo de París. Lo mismo rían muchas veces en sus libros y ar - sucedió con los otros autores que vi- tículos. García Calderón, Blanco vieron en esa ciudad en aquellos 2007julio • 19 número Revista Fombona y Ugarte intentaron síntesis años o en otros lugares de Europa. históricas o literarias de Iberoaméri - Pero la patria fue la que amaron y ca. También se sentían bien informa - quisieron comprender . Así Blanco

92 F. García Calderón, Les democraties latines de l’Amerique , Ed. Flammarion, Paris, 1912, pp.364 y ss. Fombona dijera que no escribía para petu inigualado” 94. La imagen no es los cuatro gatos de su país, lo hacía del todo falsa, pero peca de simplista para los noventa millones de hispa- y caricaturesca. Ni duda cabe, fueron nohablantes 93. vanidosos y egocéntricos. Pero esta actitud no fue exclusivamente de La percepción ellos, era una manía que recorrió Eu- ropa durante el XIX. Los autores estu- de los coterráneos vieron cercanos a creer que el resto Si bien no se tiene mucha informa- de la gente giraba alrededor de ellos. ción sobre este tema, que es distinto Se complacían en describir los esta- al de la recepción de la obra, aparecen dos de ánimo de su ser. Basta señalar algunos comentarios en diarios, me- Recuerdos de egotismo (1835), de morias y biografías. El asunto reviste Stendhal, o Culto del yo, de Barrés, o interés, pues esas apreciaciones los diarios, autobiografías, confesio- interactuaron con los intelectuales, nes y memorias que describían los aunque algunos de ellos decían no in- sentimientos y las reacciones íntimas Universidad Católica Boliviana teresarles. “Ni los honores me au- de los autores, textos que prolifera- mentan ni las injurias me disminu- ron por entonces. yen”, escribió Tamayo. Al autor de En estas tierras los escritos íntimos Pueblo enfermo , no, pues le importa- fueron menos frecuentes o se han ban mucho. Hubiese querido que la perdido. De esa generación, única- intención crítica de sus escritos, diri- mente Arguedas tuvo durante su vida gida a sacudir hábitos perjudiciales, el Diario, del que sin embargo no se no fuese mal comprendida o quedara ha publicado sino algunos fragmen- en la indiferencia. Por supuesto, ese tos 95. Arguedas no entregó mucho en reconocimiento en la patria fue de las anotaciones de sus dramas ínti- enorme importancia para todos ellos. mos, pero tampoco son raras las refe- Se ha dicho de Arguedas y de varios rencias a ellos. En los años postreros otros autores, especialmente de los lamentó haber escrito el Diario. Lo que realizaron largas estadías fuera, consideró una empresa de juventud, como Tamayo, Gutiérrez y Finot, que hecha bajo la influencia de Amiel y de tenían un ego desmedido, una mirada N. Bashkirtseff pero que, vista a dis- despreciativa de los demás, cuando tancia, no se justificaba. En esas ano- no estaban afectados de un pesimis- taciones casi diarias se atenúa mucho mo estéril y una actitud de perma- la impresión de vanidad, pues fue crí- 58 nente queja por ser desconsiderados tico con sus contemporáneos, pero en sus países, pero que la visión enne- también con él y con sus ficciones, grecida y los lamentos desaparecían sobre la cuales volvía cada cierto cuando se les daba un cargo diplomá- tiempo, cambiándolas en el fondo y la tico. “Entonces recuperaban la fe, se forma. Tenía una concepción exigen- persuadían de que no todo estaba per- te de su oficio y de la moral individual dido y recomenzaban la faena con ím - y pública. Como su personaje, Ramí -

93 F. Blanco Fombona, Letras …, op. cit., p.IV. 94 J. L. Roca, “Arguedas y la cofradía de “El Napolitano””, en Epistolario de A. Arguedas , Fundación Manuel Vicente Ballivián, La Paz, 1979, p.17. 95 Fuera de la La danza de las sombras , M. Alcázar publicó, en Etapas en la vida de un escritor , extractos de entradas del Dia- rio que toman los primeros años hasta 1907 y saltan luego a 1938–1945. Varias de las entradas son sólo fragmentos de las ano- taciones de un la fecha. Etapas en la vida del escritor , Talleres Gráficos, La Paz, 1963, pp. 23-205. Revista número 19 • julio 2007 rez, reconocía las dificultades que te- el mar que canta”, escribió el primero nía para entablar relaciones o iniciar en uno de sus versos. Las poses y la una conversación con extraños. No le presunción que afectaba Tamayo pro- gustaba hacer discursos o hablar en ducían burlas típicas del entorno re- grupos numerosos. La presunta arro- ducido. Se lo calificaba de payaso 96 . gancia era un estilo de personalidad Aquella soberbia tuvo que ver con la más retenida. El pesimismo procedía superioridad de conocimientos de los en parte de la triste convicción que intelectuales, de la que se servían en se formó de la impermeabilidad de los los combates periodísticos y orato- hombres y de la sociedad a los repa- rios para aplastar sin contemplacio- ros que hacía de los extravíos, de los nes a los adversarios ¿No llamó acaso errores de los conductores y sus se- Tamayo “triple cretino”, además de guidores, poco sagaces, incapaces de “enano por onanista u onanista ena- percibir la complejidad de las situa- no” a su biógrafo Fernando Díez de ciones locales e internacionales. Por Medina? (éste además mostró que no otra parte, no cesó nunca la crítica le faltaba habilidad para responder). ceñuda, sin importarle los nombra- Vale la pena anotar, así sea de paso, mientos recibidos. El Diario fue el que en el fondo de esa querella que confidente de los intransigentes jui- movía la vanidad herida de uno y otro cios sobre algunos de los personajes se encontraba el tema de lo mestizo y que le otorgaron designaciones, aun- lo indio en el país. Tamayo se ufanaba que a menudo no se confinaron a esas de ser indio sin mixtura de birlochaje, páginas, los lanzó a la opinión pública mientras Diez de Medina se proclama- y a los interesados en misivas y mani- ba mestizo. El país no ha acabado de fiestos, ajeno a la voz de la cordura de exorcizar a los fantasmas familiares. familiares y amigos que le señalaban La gente calificaba esas salidas de so- los riegos para él y los suyos. berbia. Las poses de los escritores, las Sin duda exageró el mal trato de sus respuestas hechas con ingenio o con- compatriotas, que tampoco fue pura tundencia en un ambiente urbano imaginación, Recibió honores y tu- constreñido, donde el conocimiento vo puestos envidiables sobre todo en directo de los personajes alentaba el el exterior al igual que etiquetas ne- chisme y contribuía a alimentar las an- gativas, estereotipadas de sus traba- tipatías, a veces heredadas de familia o jos, que le tocaban profundamente. simplemente provocadas por el hom- Fue uno de los pocos escritores na- bre que se aleja del común, apuntala- cionales a quien su obra le hubiese ron la percepción de que se trataba de 59 permitido vivir con decencia. De los personajes intratables y soberbios. hombres de su generación, él encar- Los intelectuales solían ser quejum- nó el intelectual típico con fortalezas brosos en Bolivia y en otras latitudes. y debilidades. La recriminación esta vez no era pura

La soberbia atribuida también a Ta- maledicencia. Siempre creían recibir 2007julio • 19 número Revista mayo, Finot, Gutiérrez y otros tuvo menos de lo que merecían o pensaban mucho de cierta: “Yo fui el orgullo co- que se los atacaba injustamente. Aun- mo se es la cumbre / y fue mi juventud que quizá no tuvieron la audiencia,

96 F. Díez de Medina, Tamayo: hechicero del Ande , Ed., Juventud, La Paz, 3 ed., 1968. Ver también F. Diez de Medina, “Para nun- ca”, en E. Oblitas Fernández, La polémica en Bolivia , s/e, La Paz, 1992, p.465. atención y la simpatía que reclama- su aguda melancolía se lo permitía. ban para sí y su obra. Los ataques to- La bohemia, sin duda, tentó a algu- caban cuerdas sensibles de su perso- nos escritores afuera y en el país. nalidad en algunos más que en otros. Constituyó la imagen de marca de un Sin embargo, la polémica que levanta- grupo de poetas y escritores france- ron los estudios y ensayos, particular- ses finiseculares (Baudelaire, Rim- mente de Arguedas, Saavedra, Tama- baud, Verlaine) que fueron muy imi- yo, Sánchez Bustamante, Guzmán y tados por otros escritores decimonó- Gutiérrez, tuvieron el interés del pú- nicos y de inicios del siglo XX. En el blico, que no estuvo ausente. caso boliviano, la generación de los Arguedas soportaba muy mal la acusa- primeros intelectuales fue menos ción de destacar el lado denigrante del afectada que las posteriores, sobre pueblo boliviano. Quiso creerla fruto todo aquéllas que se desenvolvieron del desconocimiento verdadero de su en pueblos pequeños, en los cuales la obra. Vio allí un fenómeno producido chichería con gramófono y tragos por una especie de contagio. No leyó Universidad Católica Boliviana baratos constituyó el lugar de las te- en vano a G. Le Bon. La separación nidas literarias y algo más. Medinace- entre la acogida en el exterior, las ven- li sucumbió allí. tas en librería de algunos de sus libros El término de intelectual aplicado a y la persistencia de los juicios que alu- los escritores de comienzos del siglo dían al hombre antes que los textos, XX alude a la aparición de una voca- así como los pocos comentarios serios ción, que fue una manera nueva de hechos a sus trabajos, contribuyeron enfocar los problemas y que algunos a una suerte de ambivalencia emocio- llevaron hasta el fin, que no es lo mis- nal respecto a su patria. mo que lograr la meta: Alarcón, Ar- Tampoco fue cierta para todos aque- guedas, Bedregal, Chirveches, Men- llos que estuvieron en Francia la ima- doza y Tamayo fueron ante todo gen de vida frívola y dedicada a la ca- hombres de pluma. Finot no la dejó za de mujeres de pequeña honra que tampoco en medio de sus ocupacio- tenía el público. Arguedas asistía de nes diplomáticas. Los ideales de estos manera sistemática a los cursos de la hombres encarnados en la palabra no Escuela Libre de Estudios Sociales y fueron un vago mensaje, coloreado de trabajaba con dedicación sus escri- las modas e ideologías de la época; es- tos. Las reuniones con los amigos del tuvieron al servicio de su intención, 60 círculo de latinoamericanos en París cumplida en unos más, en otros me- no sólo servían para distracción sino nos, y en otros apenas esbozada. Qui- para propósitos del oficio. Tamayo, sieron revelar la realidad mostrando por su parte, sacaba provecho de sus sus conflictos internos, criticándola. viajes al exterior, pues después, en La Ideología hubo, aunque escapó a su Paz, se aislaba en su propiedad del Al- intención consciente. En los textos tiplano para meditar y escribir. Men - que circularon buscaron controlarla doza se convirtió en escritor durante en su expresión partidaria, militante, su estada en París. Chirveches, antes que condenaron abiertamente. Los de su muerte, pasaba su tiempo re - demás del grupo, con el paso de los cluido en una pieza alquilada, re- años, colocaron las exigencias inte- dactando y revisando textos, cuando lectuales en un segundo plano. Los Revista número 19 • julio 2007 primeros tampoco pusieron de lado la opción. Tamayo también dio a sus po- política, pero prefirieron supeditarla siciones la altura de una moral jamás a las exigencias de la vocación. rebajada. Sostuvo que “ciertos hom- La presencia en la escena pública de bres no necesitan crecer porque han estos escritores se prolongó por tres nacido crecidos”. Se refería a él. Tuvo o cuatro décadas, durante las cuales una alta idea de su carácter y de sus se sucedieron varios regímenes polí- valores, aun cuando la crítica de sus ticos. Varios de ellos estuvieron contemporáneos por sus actos arre- siempre atentos a sus actos y a las ciaba. Tejada Sorzano, en los difíciles tiempos de su presidencia, prefirió no posibles interpretaciones por parte baratear sus convicciones por prolon- de la opinión, sin conseguir eludir el garse en el poder. ser tildados de inconsecuentes u oportunistas, el mismo reproche que Las largas carreras de estos hombres y ellos solían hacer a los políticos. los compromisos que asumieron alen- Cuando el presidente Saavedra ofre- taron las acusaciones de traición de ció a Arguedas el consulado en París, sus convicciones, juzgados antes por éste efectuó una encuesta entre per- las apariencias que por las razones. sonalidades sobre la conveniencia o En ciertos casos las opiniones eran no de aceptar el ofrecimiento. La correctas. Gutiérrez, por ejemplo, no gran mayoría de los interrogados tuvo gratuitamente los reproches de respondió afirmativamente, pero ceder sus principios para transar con luego, cuando aceptó el cargo, llovie- los poderes políticos. Hizo cambios de ron las recriminaciones. posiciones que justificaron aquellas La realidad novelesca o histórica ex- percepciones adversas. puesta en los libros sugirió un mundo descarnado, de fuerzas elementales, El papel de la palabra básico, a la vez cautivante y mixtifica- dor, realista y caricaturesco, en parti- en los intelectuales cular el de Arguedas, Chirveches, Ta- Para cumplir su cometido, los jóve- mayo y Gutiérrez. Ágiles para denun- nes intelectuales eligieron la palabra ciar bulliciosamente la corrupción de escrita y oral como medio de expre- los gobernantes, su miopía, no creye- sión. Varios de ellos dieron sus pri- ron sin fisuras en el humanismo abs- meros pasos escribiendo poesía, tracto, en la universalidad de los va- marcada, en general, por el sello de lores de verdad, justicia y consecuen- las corrientes modernistas. El estilo 61 cia, pero trataron de verlos plasma- de los versos, las armonías, eran ya dos en algún grado en la realidad. una crítica a las tradiciones. Luego la Fue en nombre de tales principios mayoría abandonó los versos. Mas que Arguedas, lejos de las acusacio- Tamayo hizo sobre todo poesía. Los nes de oportunismo que también lo poetas fundaron revistas en las ciu- señalaron, no transigió en el conteni - dades más importantes y organiza- 2007julio • 19 número Revista do de su obra histórica y se despreo- ron festivales para hacer conocer al cupó de las consecuencias. En la opo - público sus poemas. Tamayo, Rey- sición hecha por M. W eber entre la nolds y Jaimes Freyre se elevaron en ética de la responsabilidad y la de el ámbito poético a lugares destaca- convicción, se inclinó por esta última dos, reconocidos por propios y extra- ños. Los demás se dedicaron a la no- Arguedas hizo una larga entrada en el vela, el ensayo y el periodismo con Diario referida a una novela de Turge- un estilo diferente al de sus mayores, nieff en la cual el personaje principal, cultivando frases menos pomposas y Demetri Roudine, un hábil hablador más directas. sobre todos los problemas del mundo Arguedas tuvo horror del verbalismo, que toma las ideas de otros como pro- pias y las envuelve en un lenguaje bri- de la retórica vacía. Prefirió la frase llante y colorido a fin de ponerse en sencilla, sin adornos inútiles, próxi- ventaja, de sobresalir, le resultó ma de las “presencias reales” que des- atractivo por el parecido con los char- cribía, aunque no siempre bien ba- latanes del país, simuladores del ta- lanceada. “Esa peculiarísima sinta- lento con una verborrea hueca. El xis,” que llamó la atención al crítico desenlace le gustó más, porque Rou- L. A. Sánchez, Blanco Fombona la de- dine reconoce la inutilidad de la lo- fendió para todos. Alabó el estilo de cuacidad, de la palabra fácil para edi- escribir de los autores de la región y ficar algo sólido en la vida y concluye

Universidad Católica Boliviana rechazó la afirmación de que escribí- haciéndose matar en una barricada an en un castellano afrancesado, con de París. Para Arguedas, el “roudinis- un vocabulario y una sintaxis presta- mo” local abundaba en la política y en da. “Hemos cumplido una revolución el periodismo. Los adeptos a él ni si- dentro del carácter y el alma de nues- quiera conocían el arrepentimiento. tra preciosísima lengua. La diferencia De ahí la consternación que le provo- entre nosotros y los peninsulares es caba el lenguaje “hojarascoso” 98 . sólo el progreso…los que más han Tamayo gustó del verbo poético y en- contribuido a la evolución de nuestra jundioso. Sánchez Bustamante criti- lengua son personas que, si bien em- có el empleo de neologismos y de gi- papadas de literatura extranjera, co- ros alambicados. Para todos ellos la nocían al dedillo los clásicos españo- palabra fue el instrumento básico de les… los que cultivan la hermosa len- su oficio. De manera general prefirie- gua neoespañola con más fortuna no ron una prosa cuidada, pero sin de- construyen sus frases en francés ni a masiados florilegios. La retórica alti- la francesa, aunque no tengan el ho- sonante, creyeron, sirve más para rror del galicismo y hayan hispaniza- encubrir la verdad, las intenciones do muchos. Nuestro castellano se di- de los personajes, que para descu- ferencia del viejo español en que es brirlas. Tamayo fue entre los del gru- 62 más flexible, más rico en giros, más po el más entregado a la frase hiper- 97 copioso en vocabulario” . El autor de bólica en sus polémicas y hasta en Raza de bronce, tan criticado tanto sus versos. No estuvieron lejos de por el orden de sus palabras como por creer que sin sus libros, sus artículos, la selección de éstas, que no obstante escritos en lenguaje llano, la posibili- conseguían el efecto buscado, proba- dad de cambiar las cosas quedaría re- blemente se encontró en esa línea. cubierta por las prácticas cotidianas, Como su héroe de ficción, Ramírez, él por la ganga de los hábitos arrastra- siempre tenía consigo un ejemplar dos de lejos o por los intereses actua- del Quijote. les de las facciones.

97 R. Blanco Fombona, “La cuestión del neo-español”, en Letras… , op. cit., p.129. 98 A. Arguedas, Diario, 5-I-1923. Revista número 19 • julio 2007 63

Revista número 19 • julio 2007 . 99 Los escritores de esta época fueron hábiles ensayistas, haciendo pirue- len- Un recogidos.saberes los con tas guaje vigoroso, carente de oropeles innecesarios aunque no de contun- dencia, sirvió a sus objetivos. En los estudios de mayor envergadura no descuidaronel aparato crítico en las forma una mostró que referencias,lo más seria de formular los plantea- mientos, distinguiéndose de una la teoría del libro y se hubiese con- caudilloau- suertede una vertido en toritario. Estas polémicas se dieron principal- pri- la de integrantes los entre mente mera generación de intelectuales. Más tarde, los escritores que apare- cieron tuvieron que enfrentarse con se- o distanciarse ideas, sus con ella, guirlas, al menos en parte. A veces creyeron superarlas, dejarlas atrás, hundirlas, pero más bien posibilita- deri- nuevas hacía reencauzarlas ron vaciones, como también ocurrió con posguerra la de escritores jóvenes los predecesores. los a respecto 1879 de iro- con refirió se no Tamayo ¿Acaso nía a la musa oriental de Arguedas (Gabriel René nue- Moreno)?las de De autores muchos suerte que lo que re- el como presentaron camadas vas vés de una tradición, también tenía a vuelta la y superación La envés. un intermina- un constituye hecho ya lo co- que autores los entre venir y ir ble mienzan y los que terminan. La an- re- cesar sin influencias, las de gustia le- más va supuesto por que y novada jos del ámbito local, impulsa a escri- Siempre escritos. otros de partir a bir se arranca de lo di- previo, derrotero por un pobre fija pues éste, sea que fícil de como contornear, sostiene el Cabanchik S. filosofo El mel- ambién Libertad o Habla Mel- Habla , Ed. Biblos, Buenos Aires, 1993. Aires, Buenos Biblos, Ed. , Historia de Boli- Historiade , 1918) T La democracia en nues- en democracia La , con propuestas para el El revés de la filosofía la de revés El , 1914), A. Gutiérrez ( , 1916), A. Guzmán ( . Saavedra publicó un texto de or- de texto un publicóSaavedra . 99Cabanchik, S. garejo Los nuevos intelectuales se sintieron se intelectuales nuevos Los épo- la de polémicas las en cómodos ca, fueran sobre la educación, la de- tra- los o muerte de pena la mocracia, los Mezclaron internacionales. tados tiem- su de ciencias las de resultados en iconoclasta, desenfado un con po un cocktail explosivo. La controver- ejem- por educación, la de acerca sia Bustamante, Sánchez a movilizó plo, Cada otros. entre Guzmán, y Tamayo cual planteó con vigor sus puntos de tema el reaparece cuales los en vista, la en localismo el y universalismo del la en específica manera de pedagogía, enseñanza de los grupos indígenas. golpes los debate el en rehuyeron No per- la a y posiciones las a duros más era tampoco que adversario, del sona manco. Otra polémica llevada adelante por escritores que cronológicamente no pertenecían a la generación citada, pero que, por la época de publica- ciónsusestudiosde históricos, caen caracte- quepropósito el en lleno de la claro en poner quiso aquélla, a rizó naturaleza de las campearon en dictadurasla sociedad boliviana que y en el continente. En ella terciaron escritores como I. Tamayo, con ( Thajmara de seudónimo el den teórico: den via tra historia garejismo antes y después de Melga- de después y antes garejismo rejo despotismo. El melgarejismo des- pués de Melgarejo intervino Arguedas, quien se ocupó su fenómenoendel país, cuando ya había superado su fa- su superado había ya cuando país, el liberal.Arguedaslamentóende se Diario que aquél no hubiese seguido buena parte de los trabajos del géne- del Potosí, La candidatura de Rojas, ro efectuados antes. Sin embargo, las La casa solariega, El Cholo Portales. citaciones aún tenían serias deficien- Aguas estancadas, Raza de bronce y cias, por donde se coló la crítica. Ar- otras expresaron con prosa clara una guedas ponía cuidado en reconocer visión crítica de las prácticas sociales sus deudas intelectuales y censuraba y políticas. Igualmente, fustigaron a quienes se aprovechaban de los da- las pretensiones de los personajes en tos, a veces sin talento, dándolos por ascenso social, a los nuevos ricos, a propios después de una glosa superfi- los poderosos del día y a la hipocresía cial, perjudicando al rigor científico de la moral convencional. Examina- del trabajo 100 . ron las difíciles relaciones que se da- ban entre los estamentos sociales. En Los ensayos acogieron las teorías del breve, se pusieron del lado de la mo- momento, los hechos, a veces las es- tadísticas, como Pueblo enfermo . El dernidad contra el tradicionalismo. marco teórico utilizado combinaba a Miraron con ojo irónico la textura en- veces posiciones reñidas unas con revesada del ambiente social de las Universidad Católica Boliviana otras, lo que quitaba coherencia al es- pequeñas ciudades y poblaciones de tudio. Tampoco se evitó la penetra- Bolivia, a horcajadas entre dos épo- ción de elementos ideológicos o año- cas. La novela proporcionó en gran sos prejuicios, a los cuales sin ningu- medida las bases del prestigio de sus na paradoja las ciencias de esos años creadores. De la sociedad en la que vi- les daban un respaldo. No fueron sufi- vieron y actuaron enviaron imágenes cientemente críticos con las teorías simplificadas y hasta deformadas que adoptaron. A todo ello añadieron destinadas a sacudir la poltronería los principios morales que cada uno del ambiente y a establecer otro esti- creyó tener de su lado. Eso sí, la adhe- lo de convivencia, visible en el texto, sión ciega a las consignas del partido, especialmente en el sesgo de desde- a pesar de la militancia de los auto- ñoso repudio al tradicionalismo ñoño res, no estuvo entre sus flaquezas. Su contenido en las descripciones. ambición fue presentar argumentos El primer grupo de intelectuales na- sólidos y reestablecer principios éti- cionales aparecido en el momento en cos incumplidos, a fin de convencer a que el mundo seguía con apasiona- la audiencia de las verdades que pro- miento el destino del capitán Drey- pugnaban o del planteamiento que fus, alrededor del cual se organizó el sostenían y, no menos importante, combate del intelectual moderno, 64 descalificar al adversario. El avance mientras en Bolivia se vivía las trans- de las mismas disciplinas sociales, formaciones político-sociales produ- que ellos invocaron, con el tiempo cidas por la Guerra del Pacífico y el descubrió las debilidades de los pun - triunfo de la Revolución Federal, con- tos de vista manejados, aunque el in- formó una categoría social que, más terés no ha desaparecido. Los repro- allá de las diferencias personales y de ches actuales que se les hace caen no militancia, tuvo rasgos comunes en pocas veces en el anacronismo. su acción, en su manera de pesar, en En las principales novelas que escri- la opinión, expresada por medio de la bieron: Vida criolla, En las tierras palabra impresa o dicha de viva voz y

100 A. Arguedas, La danza… , (Aguilar), p.656. Revista número 19 • julio 2007 reivindicando principios éticos. Ya muchas restricciones de la época y en ese tiempo, la prensa desempeñó que todavía no han sido completa- un papel de intermediario sin el cual mente superadas. Los intelectuales su afincamiento hubiese sido muy di- de la primera generación no sólo die- fícil. Lo que no quiere decir que los ron colaboraciones, también se des- intelectuales no hubiesen tenido sus empeñaron como directores o perio- embrollos con los periódicos. Aqué- distas de planta. llos eran frecuentes, pero, en ausen- Arguedas aconsejaba a los aprendi- cia de los medios impresos de comu- ces de escritor pasar por el periódi- nicación, los escritores no hubiesen co, pero no quedarse allí, pues consi- alcanzado sus objetivos. deraba a la prensa como una de las Los periódicos de esa época se podían enfermedades nacionales, como un dividir en dos categorías gruesas: los factor de corrupción colectiva. Los oficialistas y los de oposición, que pa- jóvenes no debían contagiarse de la saban de una a otra siguiendo la suer- venalidad, ineptitud de ese medio 101 , te de los gobiernos o los arreglos que donde los escribidores son unos ga- la dirección hacía con los políticos. napanes, “serviles, injustos, ingra- Las ideologías no eran muy firmes, se tos, olvidadizos”, pero “alardean de modificaban con facilidad. Así, el lu- independencia de criterio, honradez gar dado a los intelectuales estaba de- de conducta, limpieza de intencio- terminado por la orientación del pe- nes”, “siendo sus directores logreros, riódico, ya que los directores dejaban oportunistas, trápalas y negocian- entrar en sus columnas los artículos tes” 102 . Un requisitorio en forma con- que no interferían ostensiblemente tra la prensa, sin embargo vista como con sus adhesiones y compromisos una experiencia necesaria para quie- en el tablero político. Pero siempre se nes anhelaban escribir. podía encontrar un espacio. Los es- critores se acomodaban a las voltere- Las cámaras del Congreso, a las que tas de los medios, saltando de un ór- llegaron varios, ofreció otro terreno gano a otro, pues la prensa era el me- para ventilar sus opiniones por medio dio principal de llegar a un público del discurso oral. Tamayo se sentía a más extenso. Entre estas limitaciones gusto allí, mientras Arguedas, poco derivadas de los intereses políticos y hábil para hablar en público, les tenía las ventajas de tener lectores, los jó- horror. Saavedra, Sánchez Bustaman- venes se manejaron en los periódicos te, Tejada Sorzano y Vaca Chávez ac- desbrozando un campo para su actua- tuaron como parlamentarios. T anto 65 ción. La prensa, a su vez, logró ser útil en la prensa como en el parlamento, en la difusión de ideas de aquéllos, donde la politización era dominante y además de ofrecer empleos a la oca- la retórica de la palabra buscaba encu - sión, a veces muy poco significativos, brirlas, el peligro de quedarse ence- a veces de mayor envergadura y res- rrado en su maraña era grande. Sin ponsabilidad. Proporcionó de esta embargo, no todos perdieron allí su 2007julio • 19 número Revista manera una apertura para iniciarlos norte. Por encima de la situación, va- en el arte de escribir que la mayoría rios consiguieron expresar lo que en de los jóvenes aprovechó, pese a las conciencia creían su deber .

101 A. Arguedas, La danza… , (Aguilar), pp. 690-691. 102 A. Arguedas, Pueblo… , op. cit., p. 127. Los medios hoy, que no son los de an- to del Chaco, el compromiso político tes , se han ampliado y cambiado, pasó a caracterizar la actividad inte- adoptado nuevos soportes, principal- lectual. La historia de los intelectua- mente audiovisuales y propiciado la les en Bolivia de las primeras décadas ampliación de la categoría del intelec- del siglo XX, aunque enmarcada por tual. Con el tiempo, los intelectuales la política y sus pasiones, fue igual- adquirieron un compromiso militan- mente la de luchas e inquietudes que te partidario o ideológico más orgáni- buscaron algo más allá de la política y co que el de los jóvenes de la primera de las ideologías. camada en sus años iniciales. Asimis- Con el avance de la sociedad tecno- mo, la categoría incluyó otro tipo de actividades distintas a las del escrito crática, de los medios de comunica- o el discurso oral, se abrió a los artis- ción, con el desarrollo urbano, figuras tas, a los comunicadores y no deja de distintas como la del especialista, la extenderse. Negar que los primeros del experto, la de los artistas y depor- también tuvieron su compromiso po- tistas, toman el lugar del intelectual.

Universidad Católica Boliviana lítico sería falsificar los hechos, pero El mundo se llena de nuevos significa- para algunos, por lo menos en los mo- dos, de debates diferentes, para los mentos fuertes de su existencia, la pa- cuales el intelectual de viejo cuño ya labra escrita o dicha de viva voz, pre- no cuenta con el equipo más apto pa- ñada de valores éticos y estéticos, que ra dar respuestas. Los instrumentos concibieron como reveladora de lo de aquel entonces ya no son los mejo- real, pesó más que cualquier otro res o los más adecuados para un pú- compromiso. blico conquistado por los audiovisua- La generación de Gesta Bárbara en les. Empero, el recuerdo de su apari- sus comienzos se concibió alejada de ción en el ámbito nacional, hace ya la política de los partidos. Sin embar- más de un siglo, ayuda a descubrir go, a medida que los lazos del grupo que las luchas por la modernidad, que se debilitaban, los miembros fueron él en su obra ejemplificó, piden otra incorporándose a diferentes agrupa- vez consideración en medio de las ciones políticas. Después del conflic- preocupaciones de hoy.

66 Revista número 19 • julio 2007 67

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