Pobreza En La Prensa Definitivo Para Cuadernos De Ix
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Universidad Católica Andrés Bello Centro de Investigación de la Comunicación Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales Pobreza en su tinta Representaciones periodísticas de la pobreza en Venezuela Leopoldo Tablante, agosto de 2008 2 A mí mamá, Luisa Cristina Alcalá, a quien le debo mis intereses académicos (así como su biblioteca de sociología), y a Diana Armijos, mi cómplice a lo largo de todo este periplo. 3 Agradecimientos Este trabajo es producto de una colaboración entre el Centro de Investigación de la Comunicación (CIC), del cual provengo, y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Por lo tanto, mi primer agradecimiento va dirigido a los colegas de ambas dependencias, quienes a lo largo de tres años me alentaron en este esfuerzo. Agradezco infinitamente a mis colegas del CIC, Mabel Calderín, Andrés Cañizález, María Soledad Hernández, Miladys Rojano y a su directora, Caroline De Oteyza, el haberme dado carta blanca para ausentarme del Centro e instalarme durante más de dos años en el IIES a zambullirme entre los periódicos que compusieron la fuente de documental de esta investigación. Quiero recalcar aquí mi gratitud a la profesora De Oteyza no sólo por las licencias concedidas, sino porque este trabajo se sostiene sobre su importante aporte intelectual: tras ser mi profesora de Investigación de Prensa en la Escuela de Comunicación Social de la UCAB durante el lapso 1991-1992, fue en esta ocasión la persona que me ayudó a plantear las matrices de análisis que permitieron obtener los resultados que se muestran y se discuten en el capítulo final. Así, este libro es el desenlace natural de un trabajo de investigación que ella ha desarrollado a lo largo de décadas. Quiero también agradecer el apoyo, el espacio concedido y las discusiones meridianas con mis colegas del IIES, Jesús Azcargorta, Ronald Balza, Josué Bonilla, Jesús Civit, Jorge Dehays, María Di Brienza, Anitza Fréitez, Gustavo García, Tito Lacruz, María Gabriela Ponce, Blas Regnault, Matías Riutort y Genny Zúñiga. A menudo me enfrenté a este trabajo con grandes inseguridades que no habrían podido convertirse en respuestas sin el apoyo –a veces indirecto, por simple «observación participante»– de colegas caracterizados por su generosidad y su rigor metodológico. Agradezco infinitamente al director del IIES, Luis Pedro España, el haberme propuesto la realización de este trabajo a raíz de la salida del libro Detrás de la pobreza y el haberme brindado la oportunidad de compartir esta experiencia con un equipo que desde el primer momento se solidarizó con el proyecto, me enseñó cómo emprenderlo y, por si fuera poco, me acogió como uno más de la familia. Agradezco también el apoyo que en todo momento recibí de los equipos administrativos tanto del CIC como del IIES (Nancy Álvarez, Silvia Malony, Hilda Villamizar y Walter Jiménez) a lo largo de estos años de flotamiento entre una y otra dependencia. Esta investigación contó con el respaldo incondicional de la Vicerrectora Académica de la UCAB, Silvana Campagnaro, así como de la decana de la Facultad de Humanidades y Educación, María Elena Febres-Cordero. A ambas todo mi aprecio por haberme permitido asumir este reto. Los comentarios de mis profesores y guías espirituales en la UCAB, el padre Jesús María Aguirre y el padre José Ignacio Rey, me sensibilizaron con un tema que en términos humanos es tan urgente y tan abrumador que no admite ni un ápice de cinismo. A ellos la certeza de mi amistad y mi agradecimiento por haber sido siempre fuente de inspiración. El tema de la pobreza siempre ha sido el norte intelectual de Jeremiah O’Sullivan, mi profesor de Teorías de la comunicación en la Escuela de Comunicación Social de la UCAB en el lapso 1988-1989. A él mi gratitud por su convencimiento de que la ética es indisociable del respeto hacia el otro y de que ese respeto depende del cultivo de lenguajes de cohesión. 4 En cuanto me oyó hablar de «representación de la pobreza», la profesora Carmen Elena Balbás, docente jubilada de las Escuelas de Psicología y de Comunicación Social de la UCAB, fijó la mirada en su biblioteca. Con mucha generosidad, fue ella quien me permitió encauzar teóricamente esta investigación. Fue ella también quien me remitió a una de las mayores conocedoras en Venezuela y en América Latina del tema de las representaciones sociales, la profesora María Auxiliadora Banchs, del Departamento de Psicología Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), autora de renombre cuyos artículos científicos me aclararon aspectos esenciales de la teoría. Con su gran apertura de espíritu, la profesora Banchs puso a mi alcance bibliografía fundamental y me honró con su participación en un foro sobre la representación de la pobreza que organicé en enero de 2004, en momentos en que me desempeñaba como director de la revista Temas de comunicación . En diversos momentos (algunos de ellos embrionarios), las discusiones a que dio lugar este trabajo encontraron interlocutores atentos en los profesores Eugenia Canorea, Jorge Ezenarro y Arturo Serrano. A ellos mi gratitud por sus enfoques y sus perspectivas. La obtención del material hemerográfico utilizado en este proyecto no habría sido posible sin el interés de los propios diarios considerados en él. Vaya por lo tanto mi agradecimiento al periodista y profesor universitario Eleazar Díaz Rangel, director del diario Últimas Noticias , y a Carmen Riera, editora gráfica de la Cadena Capriles. En cuanto se enteró de los propósitos de este trabajo, el primero mostró un interés «de resultados para ayer »; la segunda me hizo mucho más fácil la modesta tarea de comenzar a través de su optimismo, su cordialidad y su profesionalismo habituales. Desafortunadamente, apenas ahora es que puedo honrar el apremio del director de Últimas Noticias . Agradezco también el interés por esta investigación de Sergio Dahbar, quien fuera director adjunto del diario El Nacional cuando este libro apenas era una idea; de la directora del archivo del mismo diario, Marián Robles; así como de la amabilidad de sus colaboradoras, María Alejandra Molina y Joany Pérez, quienes discretamente me insinuaron todo el esfuerzo que exige un trabajo de esta naturaleza. En cuanto se enteró de mis intenciones, el jefe de redacción del diario El Universal , Elides Rojas, me cedió rápida y eficientemente los archivos de su diario a través de la Fundación Andrés Mata. En la Fundación, el señor Luis Bisbal fue la persona que ajustó la logística para que, de una semana a la otra, los ejemplares de El Universal que nos hacían falta llegaran al IIES-UCAB. Este trabajo habría sido imposible sin el concurso de la Asociación Civil para los Estudios Sociales (Acpes), entidad que financió los asistentes de investigación que me acompañaron a lo largo de los primeros ocho meses de investigación hemerográfica. Aparte de un producto interinstitucional, este trabajo es, sobre todo, obra de profesionales jóvenes y de estudiantes, quienes se enfrentaron a grandes obstáculos, entre los que cabe mencionar el dominio de los fundamentos de un enfoque teórico que no forma necesariamente parte de los estudiados durante los cinco años de formación de la licenciatura en Comunicación Social y el manejo y la sistematización de volúmenes avasallantes de información. Entre esos profesionales jóvenes y estudiantes figuraron cursantes de la carrera de Comunicación Social de la UCAB, asistentes de investigación y tesistas. Los datos del diario Últimas Noticias de finales de agosto y noviembre de 2005 fueron levantados por los alumnos del curso de Investigación de Medios de la profesora Caroline De Oteyza durante el segundo semestre del año 2006, a quienes agradezco encarecidamente el haber volcado su aprendizaje en este proyecto. Entre diciembre de 2005 5 y agosto de 2006, este trabajo contó con la importantísima colaboración de la periodista Adriana García Cunto, cuyo medio tiempo reglamentario se convirtió, por la fuerza de las circunstancias, en tiempo completo. Adriana invirtió su energía y su rigor en el desarrollo de la metodología, en su desempeño como preparadora del curso de Investigación de Medios de la profesora De Oteyza y en el vaciado de la información proveniente de los ejemplares retenidos. Además, me ayudó a coordinar un equipo de analistas compuesto por Delymart De León, Nadia Goncalves, Jaqueline Osteicochea y Gabriela Velásquez, quienes sufrieron en carne propia el agotador trabajo de leer con lupa lo que Últimas Noticias , El Nacional y El Universal publicaron sobre pobreza a lo largo del 2005. Cuando los esfuerzos pueden verse a la distancia, les manifiesto mi admiración por su perseverancia y aprovecho la ocasión para presentarles mis excusas por los agotamientos infligidos. Sin embargo, me reconforta saber que dominan una herramienta que sin duda les permitirá ser mejores periodistas. El modo como están dispuestos los contenidos de este libro y la proyección del problema de la representación mediática de la pobreza es tributario del trabajo emprendido por el grupo de tesistas atraídos por esta línea de investigación desde finales del año 2003. Esos tesistas siempre aportaron alguna consideración interesante que, explícita o implícitamente, integra algún renglón de este libro. Ellos son: María Belén Alcázares, Bárbara Altman, Diana Armijos, Isabel Dalence, Maryorie Dugaro, Irelis Durand, Laura Hernández, Lía Lezama, Astrid Montilla, Jaqueline Osteicochea, Alaysa Pereira, Ángel Quevedo, Evelyn Rodríguez, Susana Rodrigo y Elisa Ruiz. Otros estudiantes, cuyas tesis no se orientaron hacia el problema de la representación mediática de la pobreza y que, incluso, venían de otras carreras, dejaron su huella ya fuera por una motivación y una vocación ejemplares, ya fuera porque fueron inolvidables compañeros de ruta. Entre ellos mencionaré a Ileana García, Floradis Rodríguez, Germán Rodríguez e Ysabel Viloria. En la recta final recibí la generosa ayuda de Diego Salas, quien ordenó la data y generó los primeros gráficos. A todos ellos mi convencimiento de que lo más apasionante de una universidad son sus estudiantes.