Iudila Y Suniefredo, Reyes Visigodos
Iudila y Suniefredo, reyes visigodos rdit 1'10 LIELTRAN El asunto dc este artículo no es nuevo, y sil estiidio ha sido heclio en varias ocasiones sin haberlo tlcjado concluído; quii.5 lo que yo escribo ahora estíi tan sujeto a rcvisibn como lo cliclio por los iliictres autores qiic nie precetlieroti ; pero riii íiriica aq~i- raciOti consiste en (locii~iiciitar, mediante las nioiieclas y los itistrunieiitos, algiitias liipó- tesis que parecen l~robaliles; y no digo definitivas, porque siempre resulta tenierario el etiiplco (le esta palabra en asuntos tan complejos. La irionarqiiía goda fiié clectiva entre un grupo de familias privilegiadas, y, conio conseciieiicia, csistió c~iella el nefiotisnto, con sus grandes iticoriveiiicntes. Siis reyes, absolutos y tiranos, pasaron grandes pesadumbres al pensar en la suerte reservada, dcspii6s (le iiiuertos ellos, a siis familias, espuestas a caer en manos (le siis enemigos ; prociirarori, por ello, reriictliarla, apoy!tildose en los crírioiies (le los Concilios de Toledo, qiie castigaban con esconiuiiióri a los qiic atentasen contra la faniilia de los monarcas (lifiiiitos. Así resiilta que, al ectiicliar los hechos Iiistóricos clcsde Leovigildo Iiasta el final de 1:i iiioiiarcliiía gotla, aparece una piigiia tenaz y continiia(1a ciitre los iiionarcas inil~erantes, qiie ~)retciidíaiivincular la corona en gentes (le sil sangre, y los próceres ~>ertenecicntcsa la clase (le fiituros elegidos, ociirrieticlo a vcccs que vencían los rehel<les,y su acto de fi1cri.a era legitiinatlo 110s los ol>ispos; o, por el contrario, eran vencidos, y el sol~crariose vengaba (le ellos y (le siis cóniplices. Rri csta liiclia intervenían los electores qiie hal->íaii(le 1eg-i- tiin:ir al iiiievo iiioiinrca, y pos ello casi no liay caso algiirio (le siihlcvacióii (de las cono- cidas) en que rio interviniera algíiii obispo o nietropolitano.
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