Artículos / Tercer Trimestre / 2011
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Artículos / Tercer Trimestre / 2011 Asignatura: Medios de comunicación 4º Año Profesor: Federico Lisica 3º Trimestre 2011 TEXTO 1 “La Era del Ñandú”: Recuerdos apócrifos para un país desmemoriado Por Diego Braude Idea, Dirección y Edición: Carlos Sorín. Guión: Alan Pauls. En el año 1987, o quizás en el ´86, aunque podría haber sido en el ´88, tras el escándalo de la crotoxina, Carlos Sorín recibía el encargo, para un ciclo que, curiosamente, dirigía la Secretaría de Ciencia y Técnica y se emitía por Canal 7 (ATC), de realizar un programa de una hora (40 minutos, descontando publicidad) al respecto. La película resultante, una suerte de mediometraje si se la ve de corrido, gira en realidad en torno no necesariamente de la veracidad o no de lo que esgrimían los defensores o detractores del experimento (y cuya polémica excede estas líneas y para lo cual se pueden consultar los links incluidos al final de la nota), sino en el propio mecanismo de creencia que se disparó en aquel momento. Creer o no creer, y creer a quién, y por qué creemos… Sí, ―La Era del Ñandú‖ existe, no estoy inventando a medida que escribo. Algunos poseen copias que cuidan con esmero (privados, universidades en sus videotecas), alguna copia se presupone aún queda en Liberarte, ahí en la calle Corrientes (chequeando en varios videoclubes, el resultado fue negativo). Si se busca en el currículum de Sorín que suele encontrarse en Internet, no siempre está listada. Pero doy fe que sí existe, e incluso muchos la califican de leyenda de la televisión argentina, aunque difieren en su fecha de emisión (y algún distraído hasta equivoca el canal). Allá entrando en la década del ´60, el doctor Kurz, un peculiar personaje que pareciera homenajear al Kurtz de Francis Ford Coppola y John Millius y su ―Apocalypse Now‖ por su capacidad de generar seguidores y su aura de misterio, comenzó a ser noticia a través de una droga denominada Bio K2. Las propiedades de la droga se centraban sobre la posibilidad de extender la vida en un 50%. Pero, ¿quién tenía la droga?, ¿quién la proveía? ¿dónde podía conseguirse? ¿cómo era? ¿quién era Kurz? Nadie había visto ni probado la droga, pero ante semejantes promesas, el público ya la reclamaba y la leyenda popular se extendía y enriquecía. Para los medios, lógicamente, podía ser una noticia de tapa, jugar en contra o a favor. Rockefeller no venía a la Argentina por un conflicto petrolero, sino para negociar sobre la Bio K2 y sus derivados. La droga era, supuestamente, al menos así decían estudios científicos, tomada de la hipófisis del ñandú. Si un científico aparece en televisión, aunque fuera esa televisión blanco y negro con un decorado sencillo, con un periodista declamando como si estuviera relatando un partido de fútbol, debía de ser, cuando menos, verosímil. La misma gente común entrevistada por esa misma televisión lo decía. El instituto donde se realizaban las pruebas y alojaban pacientes se convirtió en lugar de culto, un templo al que sólo ingresaban elegidos. Un templo griego o romano, habitado sólo por los sacerdotes, no abierto al público, conservando de esta manera su aura mágica. Magia, ciencia. Saber, creencia. Las imágenes en el blanco y negro gastado de la vieja Buenos Aires en la cual ocurrieron aquellos hechos son acompañadas por entrevistas en color a "profesionales del presente", que tratan de entender, de explicar, estos fenómenos que, pese a los años, no parecen tener fecha de vencimiento. Después de todo, curanderas e histéricas fueron quemadas en la hoguera, humilladas y torturadas por brujas y posesas. Después de todo, científicos y librepensadores fueron quemados en la hoguera, humillados, torturados, por probar falsas las creencias. El ñandú se convirtió en figura mítica, alrededor de la cual giró toda esa época, por corta o larga que fuere. Costumbres nuevas aparecieron (la propuesta de extender la primara hasta los 25 años, respondiendo al nuevo nivel de vida extendida, o los nuevos problemas provisionales que esto acarrearía), negocios pequeños e industriales. Sorín documenta con detalle y numerosas imágenes de archivo aquella convulsionada etapa de la historia nacional (o, al menos, porteña). Pero, al margen de las imágenes, el director de ―La Película del Rey‖, ―Historias Mínimas‖, ―El Perro‖ y ―El Camino de San Diego‖ no logra develar (quizás no le interesara) la verdad ni de la droga ni de la identidad de Kurz. Entre el archivo y las entrevistas del presente, sólo logra habitar el misterio. Para poder estudiar un período es necesario que quede registro (documentos, imágenes). Pero, si uno tomara sólo el registro mediático de un proceso histórico, sólo estaría tomando, como los antiguos escritos grecorromanos, una construcción hasta cierto punto mítica de los hechos. Los medios construyen un relato, está en su propia naturaleza, independientemente de la pretensión de objetividad que puedan detentar. Una vez, Mario Pergolini dijo al aire que Phil Collins había muerto, y durante un par de horas, la gente lo creyó. Orson Welles relató una invasión extraterrestre, y quienes no había escuchado el comienzo del programa, que anunciaba la ficción que seguía, entraron en pánico y hasta hubo suicidios. Habitamos, indefectiblemente, un mundo que oscila entre el saber y la creencia (el saber, curiosamente, necesita que se crea en él, que se lo legitime como criterio de validez). Por eso es entendible que el ñandú haya tenido fases ―políticas‖ y fases ―místicas‖. ¿Acaso Rodrigo o Gilda no han sido popularmente canonizados? Si una droga dice que puede extender la vida y la calidad de vida en 50 años, ¿por qué no habría de ocurrir lo mismo? Sin embargo, todo mito necesita de hechos para perpetuarse, de una continuidad del propio relato. Si no, corre el riesgo de diluirse hasta desaparecer. Kurz apareció un día en la ventana, aunque algunos testigos dicen que no fue así. El ñandú fue pulverizado por un rayo en medio de una andanada de temporales, como si el propio Dios castigara a los mortales por su arrogancia, aunque bien podría ser producto de alteraciones climáticas. Un día, el ñandú dejó de ser novedad, su mito no pudo ser renovado por más tiempo, y desapareció. Para los medios perdió interés, ya había un nuevo fenómeno: el ula-ula. Por más real que parezca, la Era del Ñandú no existió, sólo su película, aunque me pregunto qué pasaría si uno le quitara parte de los créditos finales. El ―Salariazo‖ tampoco fue real, pero la gente lo creyó y un país terminó siendo el producto de esa creencia (aunque sin ―salariazo‖). Por lo pronto, aunque sea difícil de encontrar, ―La Era del Ñandú‖, la película, sí existe, yo la vi con mis propios ojos. Globalización TEXTO 2 "Los Simpsons" se disculpan con Río "Muestra una visión distorsionada de la realidad brasileña", afirmó el presidente Cardoso. Los creadores del programa de dibujos animados "Los Simpsons" se disculparon con la ciudad brasileña de Río de Janeiro, luego de recibir quejas por un episodio en el que se hace burla de ésta. El consejo de turismo carioca amenazó con tomar medidas legales luego de que se televisara el episodio, en el que la ciudad aparece infestada de monos y ratas. En el capítulo criticado, que fue televisado en Estados Unidos el pasado 13 de marzo, la familia de Homero Simpson viaja a Brasil para buscar a un huérfano al que su hija, Lisa, ayuda a través de un programa de asistencia. Titulado "Échale la culpa a Lisa" (una alusión a la película de los años 80, "Échale la culpa a Río"), muestra cómo Homero es secuestrado por un conductor de taxi sin licencia, y cómo él y su hijo, Bart, son asaltados por niños de la calle. ""Los Simpson" es una sátira sobre la familia También se representa a la policía carioca como perezosa y poco moderna servicial, y a los hombres brasileños como bisexuales. estadounidense". El productor ejecutivo de "Los Simpsons", James Brooks, afirmó en una declaración: "Pedimos disculpas a la hermosa ciudad de Río de Janeiro y a su gente". "'Los Simpsons' es una sátira sobre la familia moderna estadounidense", señaló. El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, había dicho que el episodio "muestra una visión distorsionada de la realidad brasileña". El consejo de turismo carioca, Riotur, dijo que el programa afectó una campaña de US$18 millones que busca atraer visitantes a la ciudad. Un vocero aseguró que muestra "una imagen absolutamente irreal de la cuidad". "Lo que realmente duele", agregó, "es la idea de los monos: la imagen de que Río de Janeiro es una selva". TEXTO 3 Promocionarán la "Marca País" en una estación del metro de París Argentine, por donde pasan 70.000 personas por día, será renovada para promocionar los recursos naturales y culturales argentinos como atracción turística Los principales atractivos de la Argentina serán inmortalizados en una de las estaciones del metro de París, donde transitan diariamente miles de personas. La acción estará a cargo del Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur), un organismo público no estatal integrado por la Secretaría de Turismo, la Cámara del sector y el Consejo Federal de Turismo, quienes se ocupan de la promoción de la marca país en el exterior. La idea fue impulsada hace algunos años por el secretario de Turismo, Enrique Meyer, y tras algunas idas y venidas se le dio forma al proyecto definitivo el 29 de mayo pasado, según informa el diario La Nación en su edición de hoy. Los destinos que podrán exhibirse son la Quebrada de Humahuaca, el glaciar Perito Moreno o las cataratas del Iguazú, y entre los culturales los escritores Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, o íconos nacionales como el tango, el gaucho y el fútbol, añade el matutino.