BILLINGHURST COMBATIENTE DEL DESIERTO SALITRERO Osmar Gonzales Alvarado
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BILLINGHURST COMBATIENTE DEL DESIERTO SALITRERO Osmar Gonzales Alvarado Universidad Nacional Mayor de San Marcos Universidad del Perú. Decana de América Fondo Editorial Facultad de Ciencias Sociales BILLINGHURST combatiente del desierto salitrero Osmar Gonzales Alvarado BILLINGHURST combatiente del desierto salitrero Universidad Nacional Mayor de San Marcos Universidad del Perú. Decana de América Fondo Editorial Facultad de Ciencias Sociales Gonzales Alvarado, Osmar Billinghurst, combatiente del desierto salitrero / Osmar Gonzales Alvarado. 1.a ed. Lima: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Facultad de Ciencias Sociales, 2017. 230 pp.; 14.5 x 22.5 cm Guillermo Billinghurst / Guerra del Pacífico / Partido Demócrata / siglo XIX ISBN 978-9972-46-612-0 Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.° 2017-09709 Primera edición Lima, diciembre de 2017 © Universidad Nacional Mayor de San Marcos Fondo Editorial Av. Germán Amézaga n.° 375, Ciudad Universitaria, Lima, Perú (01) 6197000, anexos 7529 y 7530 [email protected] © Universidad Nacional Mayor de San Marcos Facultad de Ciencias Sociales Av. Germán Amézaga n.° 375, Edificio José Carlos Mariátegui Ciudad Universitaria, Lima, Perú (01) 6197000, anexo 4009 © Osmar Gonzales Alvarado Cuidado de edición, diseño de cubierta y diagramación de interiores Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Corrección de estilo Ana Lucía Salazar Vilela Las opiniones y contenidos expuestos en este libro son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de la editorial. Impreso en el Perú / Printed in Peru Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición, bajo cualquier modalidad, sin la autorización expresa del titular de los derechos. A Laura Gabriela, mi retoño que florece feliz. Índice Nota previa 11 El Billinghurst de Gonzales Antonio Zapata Velasco 13 I Empresario, pensador y revolucionario (1851-1878) 21 II De miliciano a cónsul (1879-1893) 35 III Caudillos del sur: Billinghurst y Piérola (1894-1899) 95 IV Camino al poder (1900-1914) 121 Epílogo Sergio González Miranda 183 Bibliografía 187 Documentos 195 Nota previa La figura de Guillermo E. Billinghurst guarda cierta aura mítica. Apellido extraño, poco mencionado en los libros de historia, go- bierno breve e interrumpido abruptamente, apodo atractivo (Pan grande); en fin, un personaje más cercano a nuestros abuelos que a nosotros y nuestros contemporáneos. Por ello, encontrar, espulgar, descubrir y analizar documentos de primera mano de Billinghurst, incluso manuscritos, contiene un encanto especial; es como entrar a un arcano privilegiado que nos transporta en el tiempo. Así lo sentí yo, al menos. Revelar al personaje va de la mano con el des- cubrimiento de momentos de la historia sumamente significativos que nos dicen, asimismo, sobre la importancia de aquel, y también es la oportunidad de volver a colocar esos sucesos históricos en nuestra memoria colectiva: hechos heroicos, personajes reproba- bles, infortunios, felonías, es decir, todo lo que comporta la expe- riencia humana y la vida en sociedad. Las páginas de este pequeño volumen están basadas en docu- mentos que se encuentran en el Archivo Piérola de la Biblioteca Nacional del Perú, que conserva cartas, telegramas e informes que Billinghurst le dirigió al Califa, principalmente, y también, aunque en menor medida, al general Andrés A. Cáceres. Complementariamente, utilicé los informes que Billinghurst remitió siendo cónsul en Iquique al entonces presidente de la República, Andrés A. Cáceres; documentos conservados en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Otra fuente di- recta son los artículos que publicó Billinghurst en El Comercio de Iquique, del que también fue uno de los dos redactores. Una co- 11 Billinghurst, combatiente del desierto salitrero lección de este semanario se encuentra en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Expreso mi gratitud al historiador Antonio Zapata —profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, e investigador asociado del Instituto de Estudios Peruanos, especializado en historia contem- poránea—, que aceptó de inmediato, y con sincera amistad, escri- bir el prólogo a este trabajo. También a Miguel Ángel Rodríguez Rea, quien me apoyó en la revisión de este texto. Igualmente, a Juan Taboada por su apoyo técnico. Un reconocimiento especial de mi parte merece el historiador iquiqueño, Sergio González Miranda, profesor de la Universidad Arturo Prat y prolífico investigador de su región y personajes — como el propio Billinghurst, por quien ha manifestado en mu- chos de sus artículos cariño y admiración—. En estas páginas uso y abuso de su abundante obra, y aun así siento que no he sido recíproco con la información a la que pude acceder por medio de ella. El epílogo a este texto revela su vocación. Para concluir esta nota previa, deseo expresar mi agradeci- miento al amigo y colega, Dr. Julio Mejía Navarrete, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, quien con gran generosidad decidió incorporar este trabajo dentro de las publicaciones de la Facultad que ahora dirige. 12 El Billinghurst de Gonzales Escribir un prólogo es una actividad muy complicada, porque la naturaleza de estos textos los hace difíciles de construir. El pro- blema es que se escriben al terminar un libro, pero se colocan al comienzo y generalmente nadie los lee, sobre todo cuando no son escritos por el autor del cuerpo principal. Los lectores, por lógi- ca, buscan las primeras páginas del verdadero escritor y desde ahí comienzan. Así, todos se saltan las líneas que comienzo a escribir. Debido a ello, he decidido ir al grano y buscar atraer algunos lectores que le den sentido a esta corta nota. La pregunta es, ¿cuál es la importancia de Billinghurst para Osmar Gonzales y qué nove- dad conceptual nos trae? Según su interpretación, Billinghurst sería el representante de la perdida burguesía nacional peruana. Hallarla viene siendo tan difícil como encontrar el eslabón perdido de la evolución entre el mono y el ser humano. La supuesta ausencia de la burguesía nacio- nal peruana ha motivado largos debates entre especialistas. Por ejemplo, la versión local de la teoría de la «dependencia» sostenía que dicha burguesía nacional no existía, que el drama del Perú era carecer de clase dirigente; a lo sumo se hallaría una clase dominante, pero sin proyecto nacional ni voluntad de liderar con su planteamiento a una nación integrada. Por ello, ni siquiera ha- bría emprendido su construcción y habría transcurrido un siglo a la deriva. Esa postura fue dominante durante los años setenta e incluso ochenta, lapso durante el cual logró notable hegemonía intelec- tual. Ella se resquebrajó conforme transcurría la década de 1980. 13 Billinghurst, combatiente del desierto salitrero Diversos acontecimientos de impacto internacional contribuyeron a su declive. En primer lugar, fue el triunfo político del neoliberalismo, que se materializó a través de Margaret Thatcher, que subió al poder en 1978, y sobre todo de Ronald Reagan, dos años después. De ese modo, en Washington gobernaron los neoconservadores que emprendieron una ofensiva sobre posiciones progresistas en el mundo entero. La guerra de Afganistán vino a sumarse al largo estancamiento de la economía soviética y la osificación del Partido Comunista para marcar el declive y caída final del comunismo real- mente existente. Ese desenlace permitió a los neoconservadores de Washington ajustar cuentas dentro de los países capitalistas. En efecto, los ochenta marcan el ascenso de una nueva versión del conservadurismo, que desmanteló al «estado de bienestar» y todas las conquistas populares que cimentaban el mundo de posguerra. Al terminarse este mundo fueron cayendo los pareceres que habían surgido con él. Máxime al derrumbarse el sistema socialista entre 1989 y 1991, cuando cayó el Muro de Berlín y se disolvió la URSS, terminando el período abierto por la revolución bolchevi- que de 1917. A partir de entonces, el triunfo neoliberal fue com- pleto y una onda revisionista sacudió al mundo entero. En el caso peruano, ese giro neoconservador fue más marcado por la negativa influencia de Sendero Luminoso, que espantó jus- tificadamente a las mayorías nacionales. La insurrección maoísta peruana solo trajo muerte, atraso y destrucción. La población se alejó instintivamente de todo lo que supiera a rojo, izquierdista o incluso progresista. Fueron los años de las privatizaciones de Alberto Fujimori, paralelos a la crisis final y desmoronamiento de Izquierda Unida. En el terreno intelectual, en estos años noventa ocurrió el desa- fío abierto a los postulados de la escuela de la «dependencia». Con respecto a la burguesía peruana del siglo xix, Carmen McEvoy ofre- ció una nueva interpretación del papel y alcances de la burguesía pe- 14 El Billinghurst de Gonzales ruana, a través de la revalorización de la carrera de Manuel Pardo y la trayectoria de su partido, denominado «Civil». Según este punto de vista, la burguesía peruana sí habría contado con un proyecto na- cional y un partido político de corte moderno, opuesto al rentismo parasitario, propio del militarismo. Tan burgués habría sido Pardo que su planteamiento de fondo se resumía en una consigna de pro- funda resonancia capitalista y empírica, la «república práctica». La versión de la «dependencia» había sido invertida. El grupo sociopolítico que había sido calificado como