II. EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO

TEXTOS LITERARIOS relatividad de estas catalogaciones. A menudo historia- dores, como Polibio, describen concienzudamente el GRECO-ROMANOS marco etnogeográfico de los eventos históricos. El tratamiento de las Fuentes Escritas, referido a los Pero la distinción es importante no ya por la diferente textos de la AntigUedad Clásica que nos han llegado a naturaleza del relato, y por tanto de sus conclusiones, si- través de los Copistas medievales y renacentistas, aca- no porque, al tratar este ensayo sobre una región, y no rrea siempre una ardua problemática en cuanto a su va- sobre un evento, encontramos las informaciones de los lidez como vía, suficientemente objetiva, de acercamien- primeros más factibles de acomodarse a nuestro estudio to al Pasado. Sin embargo somos de la opinión que la (y por ello se han analizado individualmente), mientras Arqueología, recopiladora de testimonios de «primera de los segundos se ha preferido conjuntar las diferentes mano”, debeutilizar los textos clásicos para aproximarse narraciones sobre los acontecimientos históricos intere- a la comprensión de esa realidad que a menudo se esca- sados,procurando agilidad en el tratamiento global. pa a la naturaleza del dato arqueológico. Este punto es Respecto a las inscripciones, su estudio se ha realiza- especialmente importante en las regiones donde la Pro- do agrupándolas por significados principales: antropó- tohistoria difícilmente se distingue de la Prehistoria, por nimos, leónimos, gentiliceos, hidrónimos, cecas, etc. Su la falta de restos epigráficos comprensibles o de citas reflejo en los mapas de dispersión correspondientes han clásicas. Es el caso del área estudiada, entre las tierras permitido reforzar conclusiones arqueológicas con gran del Occidente Atlántico donde la distancia y, quizá, el eficacia. Con todo, debemos de indicar que, al no ser grado de desarrollo cultural retrasaron el impacto roma- esta una obra sobre filología clásica, no se ha pretendido nizador. realizar un completo inventario de los epígrafes de la re- Metodológicamente se ha preferido presentar los tes- gión. Por ello, usando los corpora y relatorios de ono- timonios en dos grandes grupos, diferenciados por el mástica prerromana publicados, hemos recogido sólo contexto original y la naturaleza de la documentación: una muestra suficientemente amplia y representativa textos literarios, así denominados por estar integrados como para poder apoyar y completar nuestras conclu- en obras más amplias, generalmente del tipo de «geogra- siones generales. fías» o «historias” de la época, y textos epigráficos cor- Los textos greco-latinos que han llegado a nuestros tos, localizados en soportes líticos o metálicos, incluyen- días ofrecen gran cantidad de detalles y anécdotas que a do las monedas. Los primeros ofrecen un amplio caudal menudo son un interesante complemento a las informa- de información, aunque a menudo tergiversado por la ciones extraídas de las excavaciones. En otros casos parcialidad del escritor, las numerosas copias posterio- plantear’ interrogantes y objetivos a la investigación ar- res y la generalidad de sus objetivos finales, que suelen queológica, como es el problema de la indocuropeiza- impedir la especificación y comprobación de las abun- ción de la Hispania Septentrional y Occidental, y su tra- dantes citas. Los segundos tienen la ventaja de ser con- dicional apelativo «céltico”. cretos y directos («de primera mano”), como el hallazgo Este dato es especialmente importante en el estudio de cualquier inscripción funeraria, pero a su vez ofrecen de esta región del Suroeste peninsular por ser empla- sólo información puntual, excesivamente individualiza- zazamiento de uno de los principales focos «célticos” da y, por logeneral, de cronología tardía (romana). considerados por los cronistas clásicos (véase un plan- Dentro de los textos literarios, se ha creído oportuno teamiento de la cuestión en las conclusiones, «Apro- separar dos tipos de obras: aquellas en las que el objeti- ximaciones a la identidad cultural”). Sin embargo, todo vo básico es narrar los accidentes físicos y sociales de tratamiento de estos textos antiguos debe tener en cuen- las diferentes regiones, es decir, los eminentemente ta los graves inconvenientes que estos conllevan: GEOGRAFICOS, de los que tuvieron como principal misión la narración de eventos y actuaciones sobresa- a) Corrupciones, intencionadas o no, causadas por lientes, es decir, los tradicionalmente considerados los dife¡entes copistas greco-romanos y medievales que como HISTORICOS. No obstante debemos destacar la transmilieron el texto. 30 LUIS BERROCAL RANGEL

b) Falsedades o exageraciones, como mal uso de las «colonia” y «municipio”, síntoma de su naturaleza urba- informaciones y demás distorsiones originales, provoca- na, otros con Los rasgos indígenas conservados, según se das por los autores o por los promotores de los escritos desprende de sus calificativos de oppida, pagi, etc. clásicos, y destinadas a fines propagandísticos, políticos, Con este mismo sentido, pero cargado de errores etc. Estas deformaciones, difíciles de observar sin abundantes, está el relatorio de poblaciones y coordena- conocer profundamente el contexto social y económico das recopilado por Ptolomeo. Su intento de sistematizar en que se escribió el texto, debieron ser muy frecuentes matemáticamente las localizaciones de las ciudades aca- en el mundo latino, en especial cuando se tratan pueblos ba en numerosos errores que no aguantan comparacio- «bárbaros”, como los célticos y lusitanos. nes ni con las citas de los dos autores anteriores, ni con la realidad. Tampoco nos parecen útiles las apostillas c) Otras deformaciones de la realidad, causadas por sobre la pertenencia étnica de las poblaciones, que por el mal conocimiento de las costumbres y pueblos ‘

ral de los tartesios, difícilmente acabará el camino (suponiendo por ésta el Golfo de Cádiz). Esta ruta de- (y. 180) en cuatro días, mientras que (deTartessos) bía cubrir como mínimo una distancia de 240 km., y re- si uno intenta la ruta hacia nuestro mar y el puerto coge Avieno que difícilmente se realizaba en cuatro días de Malaca, el camino es de cinco días. Después se (60 km. diarios). yergue el cabo Cémpsico, debajo yace la isla llama- Schulten indica que se trataba de una vía abierta por da Achale por sus habitantes. De difícil credibili- el comercio griego desde La supuesta colonia helénica de dad (y. 185) por lo maravilloso de la cosa es lo que Mainake, a través de , para salvar el cierre car- se narra, pero un frecuente testimonio lo apoya: di- taginés del Estrecho (1955, 103), pero por un lado está cese que, en los confines de esta isla, las aguas nun- claro que como origen de la ruta se cita Malaca, confir- ca tienen aspecto igual al del resto del mar, pues mada como portum semitam y no Mainake como inter- mientras en todas partes hay un esplendor parecido preta, por conveniencia, el historiador alemán. por otro, al brillo del cristal (y. 190) dentro de las olas, sien- la existencia del camino interior se confirma por otra ci- do la cosacierta que a través de la profundidad del ta anterior, en el verso 151, en el que se indica el inicio mar, aparece en las ondas una imagen azulada, allí, de una ruta de siete días de andadura, pero no se especi- como recuerdan los antiguos, es enturbiado el mar fica el lugar de llegada, que bien sería Tartessos (con lo por inmundo lodo, hallándose siempre atascado que entra en clara contradicción con el dato posterior por la suciedad, como el fango.” de cuatro/cinco días y con la lógica, pues una media de (y. 195) <‘Los Cempsos y los Sefes tienen eleva- 35 km./día. se antoja escasa) o Malaca (con lo que el re- das colinas en el campo de Ofiussa; cerca de éstos corrido se reduce en tres jornadas). el ágil Ligur LLusisl y las gentes de los Draganos co- Con todo, lo único que parece claro es la existencia locaron sus lares hacia el Septentrión nevado. Tam- de una ruta interior que unía la península de Setúbal bién está la isla Poetanion entre los Sefes [cerca de con el litoral tartésico-mediterráneo, ruta que, para no- Sefumumj y un amplio puerto. (y. 200) Después de sotros, debía ser un apoyo para asegurar el intercambio los pueblos de los Cinetes lindan los Cempsos. cuando las condiciones climatológicas no permitieran Luego el cabo Cinético, por donde declina la luz sí- el acceso por mar (por ejemplo, en verano). Precisa- deral, levantándose orgulloso, como confín de la ri- mente en los versos anteriores (vv. 163 y 173) se espe- ca Europa, se vuelve hacia las saladas aguas del cifica que el viaje por mar desde el cabo de Roca a las Océano, lleno de monstruos.>’ Columsías de Hércules era de tres días (y sus respecti- vas noches). Confirma la dificultad de la navegación de (RuizySerra, 1955, 157.) sur a norte el hecho de que todos los viajes se indiquen desde el norte al sur, siguiendo el desarrollo general En general,de estos largos párrafos no podemos extraer del Periplo, pese al razonamiento expresado por Schul- conclusiones importantes más allá de la confirmación de ten (1959, 77). cierto saber y experiencia geográfica, que serían evidentes De las travesías contrarias (de sur a norte) nada se di- en el momento de redactar la Oro Marítima (s. IV). Se ob- ce, peroestamos seguros que debían ser más lentas y pe- serva un grado de exactitud de las medidas de las costas, ligrosas, dado que hay que internarse en el Oceáno, para como de sus accidentes geográficos principales, que, sos- virar al Sudeste y desembarcar en las costas atlánticas. pechosamente, es mucho más correcto que los ofrecidos Refuer2a esta opinión la posterior descripción de Piteas, por autores de los siglos 1 y II d. C., como P. Mela, Estra- en la que se indica que desde Gades al cabo de Roca se bón o, evidentemente, Ptolomeo (Schulten, 1959,30-48). tardaban cinco días, tres de los cuales se gastaban en lle- gar al cabo San Vicente, es decir, en recorrer la costa sur Entre los datos interesantes destacamos los siguientes del Algarve (Schulten, 1959, 103), algo ciertamente co- puntos: herente con el deveniroriental de las corrientes oceáni- La utilización del hidrónimo «Sardo”. Teniendo en cas que conducen al Estrecho. cuenta que la práctica totalidad de los términos étnicos La alternativa por tierra era, por tanto, necesaria aun- y geográficos utilizados, demuestran un arcaísmo claroy que no cabe duda que el viaje por mar resultaría, si el patente, que en cierta medida corrobora la fecha su- tiempo acompañaba, mucho más seguro y economíco. puesta del siglo ví a. C. para el Periplo, podría admitirse Es por ello que la narración de los viajes de cabotaje ini- un origen tan antiguo para este término. No obstante, ciada en el Noroeste se interrumpe al llegar al cabo también pudiera responder a cierta confusión con el C’empsicum o Espichel, en el estuario del Sado, para mar Sardo y el Golfo de León, desde donde se cita otro proceder a exponer la vía interior y tras ella continuar el camino a pie hacia Tartessos (véanse Villalba i Varneda, viaje (vv. 160 y ss.). 1986, 79; Arteaga, Padró y Sanmartí, 1986). d) Se confirma la naturaleza de auténtico estuario La confirmación de las dificultadesde navegación de ca- de la desembocadura del Sado, con orillas bajas y em- botaje y arribada para las embarcaciones procedentes del pantanadas, idóneas para la explotación de salinas. La Mediterráneo, dado que el régimen general de vientos favo- isla de Achale debía ser la punta de Troya, hoy unida al rece, en todo caso, la llegada desde el Norte, tal como he- Continente. No creemos que pueda identificarse esta úl- mos expuesto en el apartado al de San Vicente, que ciertamente inicia la consi- cum y Cineticum, Espichel y San Vicente, algo inusual derada costa oeste de Iberia, pero que no es eí punto entre el resto de accidentes geográficos. Es posible que más occidental, como Estrabón asegura repetidas veces ello sea reflejo de una concepción que vea la existencia (por ejemplo, Geog., II, 5, 14), confundido sin dudas de una fuerte relación entre la tierra donde se ubican los con el de Roca. Schulten (1952, 23) opina que éste es el cabos y los pueblos que las habitan, Cempsosy Cinetes. verdadero «cabo Sagrado”, en base a los epígrafes allí Parece absolutamente claro que los Cinetes ocupaban hallados (CIL II, 258-259), pero no puede negarse que el Algarve, mientras los Cempsos se distribuían en la ambos cabos (San Vicente y Roca) eran accidentes lo cuenca del Sado y probablemente en la del Guadiana, suficientemente importantes como para merecer tal como parece interpretarse de las citas halladas en los consideración, y así parece recogerse en la interpreta- versos 255/259 y 296/301 (Ruiz y Serra, 1955, 160). ción propuesta por La versión LOEB Classical Library Respecto a la primera, se supone que estos Cempsos, (1969,5 nota 2). tradicionalmente considerados «celtas’> o «germanos», Un largo párrafo, descrito a continuación, aporta nu- fueron expulsados del litoral tartésico hacia las tierras merosos datos sobre el tipo de estructura religiosa y el del interior, la serranía onubense y la cuenca del Gua- ritual realizado en este «cabo Sagrado”, que sin duda diana. Schulten los identifica en este territorio como los aquí es San Vicente (dado que lo sitúa en la comarca <‘Célticos>’ citados por autores como Estrabón y Plinio «cunea” o de los cunetes, en el Algarve), aunque de nue- (1955, 37-38). En la segundase observa la confirmación vo mantiene el error de considerarlo el punto más occi- de esta suposición, dado que los Cempsos, o Cempsia- dental de Europa, confundiéndolo con el de Roca (algo nos, aparecen al norte de las fértiles tierras de los llea- que Piteas ya había confirmado). tes, que creemos que tiene que ser la campiña del Bajo y Medio Guadalquivir. “De las costas junto al cabo Sacro, la una es el Una última conclusión mantiene la creencia en la na- comienzo del lado occidental de Iberia hasta la bo- turaleza indoeuropea de los Cempsos. No obstante, ad- ca del Tagus, y la otra es el comienzo del lado sur vertimos que no encontramos afirmación alguna que hasta otro río el Anas, y su boca. Ambos ríos víe- ídentif¡que este pueblo con los históricos <‘celtas”, <‘ger- nen del Oriente, pero el uno (Tagus) deseniboca manos” o «ligures”. derecho hacia Occidente y es mucho más grande Por ello llama la atención la insistencia tradicional so- que el otro (Anas), mientras el Anas tuerce hacia el bre la consideración de los Cempsos como celtas o Sur y limita la región entrelos dos ríos, la que habi- como germanos. En ello tuvo que ver la similitud formal tan en su mayor partelos Celtas, y además algunos de su término con el de los Campsianos, citados entre Lusitanos que han sido trasladados de la otra ribera los germanos por Estrabón (Schulten, 1955, 104). Sea del Tagus por los romanos.>’ como fuese, los Cempsos se diferencianbien de los pue- blos tartésicos y se incluyen junto con otros occidentales (Geog., III, 1, 6.) como los Sefes y Draganos (como ocurre, más sorpren- dentemente, con los Cinetes). Nuevamente el geógrafo griego parte del cabo San Vi- cente para describir el Suroeste de forma breve y sustan- ciosa(fig. 1.1): ESTRABON Define con claridad La personalidad regional de las costas del Alentejo y Algarve, como inicios ambas de La Geographiké de Estrabón es el primer texto con- los lados occidental y meridional de la Península Res- servado de época republicana que realmente afecta a pecto a la primera sus límites septentrionales se locali- nuestra Región. Sus fuentes, abundantes aunque algo zan en la desembocadura del Tajo/Sado. alejadas de su tiempo (Polibio, Posidonio, Artemidoro, Se observa el uso de los ríos como límites geográficos, Pollion, etc.), permitieron realizar un relato detallado y pero sólo referidos a su tramo final y desembocadura, ya coherente, que logra dar una visión correcta de la geo- que suelen ser los accidentes más nítidos en las descrip- grafía peninsular (al margen de las anécdotas fantásticas ciones costeras. ínevitables). Se describe con certeza el devenir general de ambos Así observamos cómo de ella se extrae un mapa de la ríos, al menos en su tercio inferior, tras el que sólo se in- Península mucho más realista que otros posteriores, dica que proceden de Oriente. Parece que el conoci- como el de Ptolomeo, pese a la carga de miento sobre eí cauce medio y superior no era de la mis- este autor (Schulten, 1959, 44; Domínguez Monedero, ma calidad o importancia, tal como puede deducirse no 1984). ya de la falta de informaciones, sino de datos erróneos EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 33

como la consideración de la mayor longitud del Guadal- tania responde a un concepto geoestratégico diferente al quivir respecto al Guadiana (Geog., III, 6-7). que podríamos entender como «solar de los turdetanos” Afirma, el autor griego, que las tierras bañadas entre y cuya existencia debe concebirse a partir del siglo 1 a. los cauces inferiores del Tajo y Guadiana, es decir el C., equiparada a la misma Bética alto imperial, aunque Alentejo, estaban ocupadas por los celtas y algunos Lu- ésta sea clara heredera del vasto y difuso dominio tarté- sitanos aunque éstos, especifica, proceden de la orilla síco. norte del Tajo y han sido trasladados por los romanos Así lo comprobamos en el estudio de la “Beturia”, (probablemente a partir de las campañas de Bruto). comarca que ocupaba, en su sector occidental, buena Schulten prefirió la acepción keltikoí a kelÉo4 que es la parte de las tierras meridionales del Guadiana, funda- que se reproducen en los códices, dado que el término, mentalmente dentro de la provincia de Badajoz. Pese a con la terminación céltica en -¡cus, será el que se repita incluirse en la Turdetania y posteriormente en la Bética en menciones concretas posteriores (Schulten, 1952, (al Este y Sur del Guadiana), su ámbito natúral y cultu- 139-140). Sin embargo, en la versión LOEB (1969, 13) ral está lejos del Betis y de sus pueblos, como el mismo se les denomina «pueblos celtas”. Estrabón afirmara. Parece que el territorio de estos «Célticos” está limi- Su cita más antigua procede de una corta indicación tado al este por el cauce del Guadiana, pues a partir de incluida en un extenso párrafo sobre generalidades geo- él se localiza la Turdetania. Asíse describe en los párra- gráficas: fos siguientes, en los que, sin embargo, existen contra- dicciones, pues de nuevo se citan estos pueblos, dentro «Paralelos con el río [Betis] por el lado Norte, co- de la región turdetana y al oeste del Anas (Geog., III, 2, rren unas sierras llenas de metales [o minas, según 1-2). Así, en esta amplia descripción física de la región LOEBI, que se acercan al río más o menos... turdetana, se observa como se relacionan limites y po- También el Anas es navegable, pero no con bar- blaciones que sobrepasan el ámbito natural del pueblo cos tan grandes ni tanto trecho arriba [como el Be- turdetano, es decir el Guadalquivir. tis]. También el Anas está bordeado por sierras con Se trata de una visión exagerada de la Turdetania, minas, que llegan hasta el Tagus. Las regiones con algo habitual entre las concepciones clásicas transmiti- minas se comprende que son ásperas y tristes, y tal das sobre las más importantes regiones o focos cultura- es también el país junto a la Carpetania y aún más les. Así ocurre con la Celtiberia, de la que se hablaen un el que está junto a los Celtíberos. Y así es también sentido lato, abarcando buena parte de la Submeseta la Beturia con los llanos áridos que acompañan al meridional, o de la Lusitania, en un interesante párrafo Anas.” de Apiano (Iber., 73), tomado de Polibio, en el que ha- blando de los límites de ésta con Viriato (es decir, du- (Geog., 111,2,3.) rante su máxima expansión) la hace llegar con razón hasta el mismo Guadalquivir. Pese a la brevedad de la mención, lo extrapolable del Ciertamente podemos afirmar que estas descripcio- contexto permite conocer tres datos que Estrabón trans- nes son producto de situaciones temporales dominan- mite sobre la Beturia: tes, más que reflejo del ámbito prerromano que le dio Que se tratade una región extendiday definida por la origen. Puede entenderse que, durante el siglo 1 a/d. C., presencia del Anas, es decir que se engloba en la cuenca en pleno apogeo de la nueva provincia Bética, se descri- de este río. El concepto de «cuenca”, a menudo olvida- ban bajo el genérico término de «Turdetania” gran parte do, e incluso ignorado, por los tratadistas geopolíticos de las tierras y pueblos que conformaban el Sur y Oeste de la Antigúedad, debió ser tan importante como real- peninsular. mente es dentro de las demarcaciones naturales de la Al fin y al cabo, la mayoríade los datos recogidos por Geografía Física y Humana. En ella es siempre la cuen- Estrabón sobre la Turdetania son achacados a Posido- ca, y no el cauce, la que define el espacio (hg. 1.1; 2). nio y consta que este autor describe costas y tierras occí- Que es comarca montañosa y, por tanto, rica en meta- dentales con las informaciones de marineros gaditanos, les y ello se refleja, además, en la aridez de sustierras. condicionando con ello la información geográfica Se trata de una asociación tópica en la visión clásica (Schulten, 1959,120-122). sobre la Iberia interior, tal como ha puesto de manifies- El concepto es tan difuso que ni siquiera los intentos to Claude Domergue (1990, 16-17), pero que sin duda de definir sus límites más precisos mantienen su cohe- responde a cierta realidad, como veremos posterior- rencia en los párrafos siguientes (fig: 1.1). mente. Parece claro que el cauce inferior del Anas sirve de Que cl Anas es, aunque en menor longitud y capaci- frontera de esta amplia región, al menos hasta el arran- dad que el Betis, navegable. Un nuevo dato correcto que de las Vegas del Guadiana, pues es el límite por el aunque difuso, dado que sabemos de su navegabilidad Oeste y el Norte. Sin embargo, incluso este borde onen- hasta Mértola, a lo largo de los últimos 70 kilómetros. tal, que debiera ser el más claro y mejor conocido por Su falta de especificación, y el desconocimiento del cau- ser la desembocadura del río, parece no existir, líneas ce, hizo suponer a más de un investigador moderno que después, cuando se incluyen en la región a los pueblos al el río era factible de tal navegación hasta la misma Eme- Oeste o más allá del Anas, inclusión ratificada por la ci- rita, dando explicación al conocido farallón central que la de Conistorguis, entre los Célticos, población que se se localiza bajo su puente augusteo. La utilidad de esta encontraba al oeste del Anas. construcción, bien diferente, y el papel de barrera in- Por tanto, creemos que esta descripción de la Turde franqueable de las caídas del Pulo do Lopo (Mértola) 34 LUIS BERROCAL RANGEL

han aclarado tal vaguedad (Alvarez Martínez, 1981, 12- De nuevo se emplazan tribus Célticas en la colonia de 13). Fax lulia, a las que pertenece. Efectivamente la ciudad Pero el geógrafo griego reincide en noticias y matices de Beja se encuentra entre el Guadiana y el Sado, en el sobre los diferentes pueblos y tierras del Suroeste que li- Bajo Alentejo; entre Santiago do Ca9ém (Mirobriga Cel- mitan con los turdetanos al continuar su descripción. ticorum), en el Oeste, y la cuenca del Ardila (Beturia Ce!- Sabemos, por su párrafo 111, 3,1 que posee un completo ticorum), en el Este. conocimiento de las costas del Sado, como anterior- La personalidad de estos célticos y la sospecha sobre mente observamos caía Ora Marítima de Avieno. la independencia de túrdulos y turdetanos, se refuerza Hace mención de los estuarios del Mira y Sado, y de en un pasaje que refiere un curioso e interesante hecho la importancia de este respecto a los demás, bien defini- de armas, intercalado en la descripción de la Lusitania. do por la localización de Salacia (véanse más detalles en el apartado posterior «Topónimos de accidentes geográ- «Alrededor de este cabo [Nerión, entre los Arta- ficos”). bros] habitan los Célticos, que son parientes de los Resulta llamativo el cambio de nombre del cabo Es- Célticos del Anas. Porque se dice que éstos y los túr- pichel, que en Avieno vimos como ‘. pasajedel [río]Lima. Y que añadiéndose a esta rebe- Por otros párrafos conocemos que existe constancia lión la pérdida de su jefe, ellos quedaron dispersos de las diferencias entre Célticos y Turdetanos, aunque allí. Por esto el río se llamaría Lethes, río del olvido.’> políticamente estén parcialmente unidos bajo la provin- (Ceog, 111,3,5.) cia de la Bética: Dejando aparte las implicaciones sobre tal remota incur- ‘’ (1952, 198). García y Bellido, sin embargo, no parece creer que tal acción tuviera que ver con la actuación del (Geog., 111,2, 15.) general romano (1952,234 y SS). De interés son también los nombres antiguos del río Estos datos fueron, según Schulten, en gran parte ex- citado y del Miño, que a continuación (III, 3, 4) deno- traídos de Poseidonio, como el resto del capítulo (1952, mina Bainis o Minio. El primero de tales nombres re- 152) y deben ponerse en relación con los párrafos ante- cuerda al Baites, con que Apiano (¡ber., 73) llama a di- riores, en los que se delimita, laxamente, la Turdetania. cho río gallego y que destaca Schulten como posible homónimo del Baetis (1952, 205). Puede deducirse, por De ellos se concluye: tanto, que se registran probables lazos étnicos y toponí- micos, posiblemente retrasables varios siglos anteriores Que existe una relación de vecindad entre célticos y a Cristo, entre las regiones de la desembocadura del turdetanos, si no de parentesco, aunque entre ambos Dueroy Miño, y la cuenca del Guadiana. pueblos hay signos evidentes de diferenciación, en lo re- ferido a la riqueza y la cultura, pues mientras los prime- ros habitan en aldeas, comarcas áridas y montañosas, los POMPONIO MELA segundos lo hacen en ciudades sobre las fértiles vegas del Baetis. Incluso destacando los importantes efectos En su Chorographia, Mela describe poco más que las de la presencia itálica en la Turdetania, por otra parte costas occidentales, y aun así, como puede verse a conti- hoy muy matizados (Bendala Galán, 1982, 1985 y nuación, de forma muy elemental y escueta. No obstan- 1987-a; Prieto Arciniega, 1986 y otros), se ve con clari- te, sus datos tienen un notable nivel de certeza, dado dad que sus elementos no comparten el mismo grado de que usa sus propias fuentes, como hispano, y a Terencio desarrolloal norte que al sur de SierraMorena. Varrón (Schulten, 1959, 135-136), buen conocedor de Uno de los más significativos hace referencia a la vida Hispania y de sus costas (Parthey, 1969). urbana que, como resalta Domínguez Monedero, parece El autor presenta una descripción escueta y difusa de existir sólo en las áreas meridional y oriental de la Pe- la costa sudoccidental (Chor., 111, 6-8). No se trata de nínsula (1984,211). Esta opinión tiene su confirmación desconocer sus principales accidentes, pues de ellos cita en este texto, en el que se usa como criterio para dife- tres importantes promontorios, dos de los cuales son so- renciar «Célticos” de Turdetanos, como se observará de bradamente conocidos, ni ignorar la forma general de la forma continua en la descripción de la Lusitania. Se uti- costa: un largo saliente con dos amplios golfos separa- lizan así conceptos socioeconómicos para paliar cierta dos por los tres citados cabos. vaguedad en los conocimientos geográficos. Así se entiende a partir de la cita de las ciudades, El. TESTIMONIO LITERARIO GRECO.ROMANO 35

<‘bios; poblados y ac.¡denu’s geogní/hos del .X,,raes¡e en el siglo Id. <1 según Eso-abó,, (l/y cayo I’li,,h, NÚc,,,ul<, (21 36 LUS BERROCAL RANGEL todas ellas en el Algarve, coincidiendo con los cabos De este texto puede concluirse: Cuneo y Sacro (Santa Maríay San Vicente), mientras el Que la Beturia se localiza fuera de la región norocci- tercero, Magno, es desconocido aunque puede tratarse, dental del Baetis (conventos hispalense y cordubense, por el contexto, del cabo de Sines, del Espichel (Cémp- ya descritos, aunque jurídicamente pertenezca a ellos y sico o Barbárico) o del de Roca (según se puede enten- geográficamente se encuentre a continuación). El giro der en una cita de Plinio, Jhs. Nat., IV-1 13). quae autem cumple una función de introducir una idea La cita de Evora apunta más a este último, pese a que diferente, aunque unida, a la anterior y las preposiciones no se trata de una ciudad costera. Sin embargo, su nom- a - oc! seguidas de nombres de ciudad o lugar concreto bramiento es paralelizable al de Mértola, que tampoco en ablativo y acusativo, respectivamente, tienen un sig- es costera, pero abordable por río desde el océano. nificado de partida o aproximación a las cercanías o el entorno del lugar (Blánquez, 1982, voz «autem>’): a Bae- CAVO PLINIO SECUNDO, «EL VIEJO” te oc! Fluvium Anam tendría un significado desde el en- torno o, mejor, desde la cuenca del Guadalquivir a la del Diferente consideración debe tenerse en cuenta para Guadiana. las noticias transmitidas por Plinio, en su Natnralis Hk- Que étnicamente está habitadapor dospueblos de di- toña, escrita a mediados del siglo 1 d. C. y, por tanto, ferente origen o contexto cultural: célticos y túrdulos. más o menos contemporáneo de los autores anteríores. Los Célticos ocupan el sector occidental de la Betu- Esta obra de Plinio es la más precisa y completa de ria, tal como se deduce por su inclusión en el convento las que podemos usar para el conocimiento del mundo hispalense frente al cordubense de los túrdulos y ser co- prerromano del Suroeste Peninsular, por cuanto da las lindantes únicamente con la Lusitania. ínformaciones más numerosas y concretas, como los lis- La Beturia, y especialmente la Céltica, es comarca tados de oppida o poblaciones menores (fig. 1). con entidad propia y diferenciada de las tietras hispa- En general se admiten dos fuentes principales, junto lenses o cordubenses, aunque por razones políticas se con las mismas observaciones que su magistratura en la adscriban a ellas. Por ello, la Beturia se describe a conti- Citerior le proporcionase: Terencio Varrón, para gran nuación y no dentro del convento hispalense <‘acabado parte de sus descripciones geográficas y Marco Vipsa- de describir”. nio Agripa, para otro tanto de sus relatorios de pueblos Que los Célticos han llegado de la Lusitania y tienen y localidades (Schulten, 1959, 138). creencias, lengua y toponimia idéntica a la de los Celtí- Sin embargo, dentro de las diferentes fuentes que el beros, por lo que se les supone este origen. autor hubo de usar para escribir su magna obra, las hay Los oppida de la Beturia Céltica son: «Seria Fama Ju- que reflejan graves errores, heredados de descripciones lia>’, “Nertobriga Concordia Julia”, <‘Segida Restituta Ju- mucho más antiguas. Es el caso específico de las narra- lia>’ y «Contributa Julia Ugultunia”. Estos poblados se ciones de las costas atlánticas, cuyas confusiones con- diferencian de los restantes de la Bética por sus cogno- trastan con los correctos relatorios de ciudades y pobla- mirza «Julia’>, ya que debieron ser definitivamente inte- ciones menores, entre los que suelen citarse accidentes grados por Cesar en el sistema jurídico romano, y por geográficos principales. sus nombres, de clara ascendencia celta (Untermaun, Esta exactitud, supuestamente adquirida y comproba- 1961,18). da por el mismo Plinio durante su estancia en Hispania, Plinio da una segunda lista de ciudades de la Bética, se puede observar en un conocido y sustancioso párrafo fuera de la Baeturia, pero que tienen nombres adscribi- en el que describe oppida, pueblos, creencias y costum- bIes a la lengua céltica: Accinipo, Arunda, Arunci, Tu- bres de la Beturia: róbriga, Lastigi, Salpesa, Saepone y Serippo. Las trans- «Sin embargo, la comarca que se extiende des- cripciones aceptadas hasta el presente dan la lectura pués de la del Betis acabada de describir [el con- Praezer haec ir> Celtica, lo cual ha llevado a numerosos vento hispalensel hasta el río Anas, es llamada Be- problemas de interpretación. Admitimos y agradecemos turia y está dividida en dos partes y otras tantas la corrección propuesta por Alicia Canto, por la que pu- gentes: Célticos, que lindan con la Lusitania y que dieraleerse )‘raeter haec ir> Baetica, siendo lógico el baile pertenecen al Convento Hispalense, y Túrdulos, de letras en un copista tardío que desconoce sobre lo que limitan con la Lusitania y la Tarraconense, que copia. Esta enmienda da satisfactoria respuesta a pero que dependen de la jurisdicción de Córduba. todoslos interrogantes interpretativos. Los Célticos, oriundos de los Celtíberos, son veni- La identificación de estas localidades en algunos dos de la Lusitania y ello se manifiesta en los cul- casos suele tener las dificultades de la falta de documen- tos, lengua y los nombres de los oppida, por cuyos tos epigráficos precisos (fig. 2): cognomina se distiguen en la Bética: Seria, llamada Fama lulia, Nertóbíiga Concordia Julia, Segida 1. Seria Famalulia: García Iglesias, Albertini y García Restituta Julia, Contributa Julia Ugultunia, ahora y Bellido la creen en Jerez de los Caballeros (Badajoz) también Curiga, Lacimurga Constatia Julia, a los —(García Iglesias, 1971, 89-90)—. No la acepta Mar- Siarenses Fortunales y a los Callenses Eneanicos. chetti,que la ubica en Moura(1917, 347). Más allá de éstas, en la Bética se hallan Acinippo, La inscripción CIL II, 986, aparecida en Jerez, cita a Arunda, Aruci, Turóbriga, Lastigi, Salpesa, Saepo- un Ceretanus. En Numismática, Beltrán y Villaronga ne, Serippo” aceptan como posible localización de la ceca CER¡T- se documenta en ases de bronce de 5,41 gramos que po- (Nat. f-hist., III, 113-114.) seen como tipos una cabeza femenina diademada mi- EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 37

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Alturas superiores a 700n. sra. Corrientes fluvIÉles del Ardila. Definición de la BETURJA = Frepenal.~ poblaciones actuales. CELTICORUM. e Casirejones y poblados prerrolnanos. h Posibles localizaciones de los oppida” plinianos, a —Seria. b —Nertobriga. C —Segida. U ~U9UItIff1W~CUflI? O —Curiga. 1 -Ladmurga. o —Arucci. Ii —Turobriga.

Hg. 2.—Li Cuenca del Ardua: dispersión de las localizaciones probobIes y seguras de los «oppida» de/a linaria Céltica, segdn Plinioy/a epigrafía romana (Berrocal, ¡98),’! 990% 38 LiÁIS BEPROCAL RANÚEL ramio a la derecha, en el anverso y dos espigas, tumba- Un último lugar, propuesto por González y Pliego, es das hacia la derecha, cartelando la leyenda en caracteres el cerro del Castillo, yacimiento romano al NE. de Ge- latinos. Se considera una ceca en actividad sólo durante cena (Sevilla), a unos 13 kilómetros de lupa e Itálica, donde según los autoresse han recogido numerosas rio- el siglo 1 a. C. (Beltrán, 1950, 377, y Villaronga, 1979, 234). nedas de la ilocalizada ceca ¡USE, que interpretan como Aparece en Ptolomeo, 11, 4, 8, refiriendo la cita de una homonoia entre dos ciudades, de las que la primera Plinio; en el Itinerario, 427 se la denomina erróneamen- pudiera ser llipa, y por un «patrón’> monetal de plomo te Serpa y en el Ravennates, 317, Seria. Fíta ha intenta- con leyenda SECIDA, supuestamente aparecido en este lugar, la segunda correspondería a la Segeda (5d), junto a Medina de las Torres, mantenida por cumentándose, con facilidad, la monumentalidad de sus Rodríguez Bordallo y Ríos (1976, 147-159). tiene como restos (Fíta, 1893, 379- 383; De la Rada, 1894, 164-7; apoyo la riqueza de los restos romanos hallados en el lu- Mélida, 1923). gar; la presencia de numerosos restos sepulcrales de igual época, en la iglesia de Medina y la aparición de 3. Scgidae Restituta Julia: Su localización es una de otras inscripciones, votivas y sepulcrales, en los alrede- las más polémicas de este grupo. dores e incluso de alguna pieza protohistórica de indu- Tradicionalmente se ha considerado la ciudad de Za- dable valor como es el famoso «guerrero”. El intento de hacer corresponder el lugar con las distancias dadas en Ira, población, como la anterior, en la misma comarca del río Ardila y que cumple perfectamente los requisitos el Itinerario, 4232, hecho por Rodríguez y Ríos, da resul- de ubicación ele esta l3eturia de los Célticos (García tados cuestionables como la posición de Fuente de Can- tos, defendida por García Iglesias (1971,91), respecto a Iglesias, 1971,90-91). las veinte millas que separaban ligultunia de Perceiana Una inscripción, dL 11, 988, en la que se nombra a (Villafranca de los Barros> en la Vía de Itálica a Emeri- un segedensis, es la principal prueba, que, no obstante, puede contestarse por el hallazgo a comienzos de la dé- ta. En esta obra, 432, se cita como mansiodistante vein- cada pasada de otra mención a esta ciudad, en un epí- te millas de Percejana (Villafranca de tos Barros?). grafe localizado en la ermita de la Virgen de Caía

Según los restos arquelógicos conocidos, el cerro de coincide con la ubicación que da Estrabón: llanos áridos Los Cercos habría sido ocupado por un oppidum roma- que acompañan al Anas, se descarta la posibilidad de si- nizado con cierta categoría mientras Los Castillejos 2 tuar poblaciones de la Beturia Céltica en la margen me- podrían responder a una entidad menor, quizás uno de ridional del Guadalquivir e incluso en la misma cuenca los pagi nombrados como tributarios, posiblemente jun- bética. Por ello, su inclusión sólo se explica por un error to con lulia Ugultunia, de Curiga (CIL. II, 1041). de copista o por la existencia de poblaciones homoni- mas dentro del area del Ardila. 5. Cvriga: Se localiza en Monesterio (Badajoz) a La segunda serie de poblaciones, que no considera- causa de un epígrafe, CIL II, 1040, que la cita como mos dentro de la Beturia, se localizan mayoritariamente RES P1-’BLICA CVRJGENSIVM al Sur de Betis. Están unidas a las anteriores por nom- Se cita en el Itinerario, 432, a 24 millas de Contributa bres de raigambre céltica, que llevó a García y Bellido a en la vía a Emerita, lo cual apoya el emplazamiento de aceptar la lectura transmitida por los copistas in Celtica, esta última en Medina de las Torres, de donde dista englobando una extensión de influencias indoeuropeas unos 30 km. mucho más meridional que la misma Beturia, quizás si- Una inscripción, IVL... ¡ MVTATIONE OPPIDI. guiendo la vieja tradición, expresada por Eforo sobre la MVNI/CIPES ET INCO/LAE PAGI TRANS/LVCA- extensión de la Céltica hasta Gades (Estrabón en Geog. NI ET PAGI / SVBVRBANI” (CIL. II, 1041), apareci- IV, 4-6). Esta posibilidad la apoya García Iglesias, pare- da en la iglesia de Monesterio, plantea el interesante fe- ce aceptable y da explicación, como la hipótesis expues- nómeno del cambio de una población, municipal, que ta por Alicia Canto, ya referida con anterioridad, al he- supuestamente fuera lulia Ugultunia, junto a dos aldeas, cho de la localización propiamente bética de todas las los pagos Translucano y Suburbano, para asociarse a localidades de este grupo, con excepción de dos de los Curiga, a quien dedican la inscripción hallada en esta lo- topóniíros: Arucci y Turábriga que con claridad se ubi- calidad. Esta interpretación, sostenida por Rodríguez can derítro del grupo de poblaciones betúricas. Bardallo y Ríos (1976) contradice la propuesta por Mommsen, que planteaba la integración de los dos pa- 7. Arucci es emplazada tradicionalmente en Aroche gos, uno de los cuales pudo ser el poblado de los Casti- (Huelva) a partir de la nota epigráfica que acompaña a llejos 2, en el municipio ugultuniaco. Recientemente la inscíipción CIL II 963, que la considera procedente Fear ha respaldado esta última opinión (1991, 151- de la sierra de Aroche, aunque fue trasladada y deposi- 161). tada en Moura (Alto Alentejo)- (García Iglesias, 1971, 97-8). Esta localización, en Moura, fue propuesta por 6. Lacimurgae Constantia lulia: Considerada tam- Fragoso de Lima (1951, 184), basándose en un epígrafe, bién Lacinimurgae, se desconoce su ubicación, pues guardado en esta ciudad, donde se da testimonio del ho- descartamos que se trate de la registrada en la inscrip- menaje a Julia Agripina de la N(OVA) CIVITAS ARUC- ción CIL II, 5068, hallada en Puebla de Alcocer (Bada- CITANA que sin duda es la inscripción recogida por joz), con el texto GENIO LACiMUR CAE, muy alejada Hiibner en el CIL. Fragoso, no obstante, defiende la de esta región y que debe ponerse en relación con una existencia de dos Arucci, <‘Vetus’ y «Nova”, para Aro- cíudad homónima situada en el límite oriental de la Be- che y Moura respectivamente, por un N que aparece en turia Túrdula, cercana a Miróbriga (sobre el tema, remi- el epígíafe, interpretada como

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Hg. 3.— IWn’s iniriak~ ‘le la ro,¡q,tÑ~¿ ro,na,,a ~ld Sí,r,estt (197 al ¡SI) a. (4. 44 LUIS BERROCAL RANGEL la guerra a comarcasvecinas como la Beturia. Que la re- tuar por estos años con contundencia y eficacia, según gión del norte de Huelva participó en esta lucha parece se desprende de las noticias llegadas por el mismo Livio deducirlo Schulten (1935, 175) al indicar el paralelismo (Ab (ir. Con, 35, 7, 6 y esp. 35, 22, 5), en las que se na- entre el nombre Luxinio y la población de Luxia (Rio- rran los enfrentamientos con Oretanos, Carpetanos y tinto), o el de la desconocida Bardo y los Túrdulos Bár- hasta Vettones, así como una primera toma de Toledo dulos de la Lusitania (Plinio, I-z’¡st. Nat, IV, 118). (año del 192 a. C). Una nueva cita sobre la presencia de mercenarios cel- Entreel 189 y 185 a. C. se suceden los éxitos y derro- tíberos en la resistencia, en este caso túrdula, un par de tas romanas contra los lusitanos, en los campos regados años después, nos permite intuir que se trata de ‘

(Livio, Ab Ur. Con., 34, 17.) ‘’ aún no alcanzaban las tierras del caría la cita de dosfortalezas tan alejadas. Suroeste, al norte de Siena Morena. El ataque anterior, Sin embargo, los enemigos,lusitanos y celtíberos (quizá cerca de Ilipa, confirma que penetraciones más al inte- vellones) según informa Livio (Ab Un Con., 39, 42), y la rior no eran suficientemente seguras (fig. 3). confusión de las descripciones ha llevado a Roldán a sos- Sin embargo, por la zona oriental de la Submeseta tener la existenciade dos actuaciones alejadas entre si, en- Sur, sin la resistencia de los Lusitanos, se comenzo a ac- caminadas a lograr con la Beturia una zona-barre- EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO.ROMANO 45 ra, una <‘buifer-zone” en palabras de Knapp (1977, 32), parte. de su botín, cayó sobre ellos de improviso; contra las incursiones lusitanas. mató a muchos y recuperó la presa y las insignias. Este investigador mantiene que el ataque conjuntado También los Lusitanos del otro lado del Tajo se fue, atravesando la Beturia «Céltica”, contra los lusita- levantaron contra los Romanos y, a las órdenes de nos, en primera instancia, siendo derrotados en la Dipo Cauceno, atacaron a los Cuneos, súbditos de Ro- lusitana, a los pies de Badajoz, quizá en las cercanías del ma, tomando su ciudad principal, Conistorgis.” castillo de Juromenha. Tras abandonar el campamento, (Apiano Iber., 56-57.) con la pérdida de la práctica totalidad de una legión, re- condujeron la huida hacia territorio seguro y, tras el ne- La oportuna (y necesaria) indicación de Apiano cesario restablecimiento de las fuerzas, reemprendieron (‘, sea o no real, parece trans- En este año, y en los siguientes, se fechan las incursio- mitir una idea de conexión con viejas alianzas entre las nes del ‘’ manos y tomó muchas armas e insignias; las que (Apiano, Iber., 58.) después los bárbaros exhibieron en son de mofa por toda Hispania. Mummio ejercitaba dentro de Este contexto sirve para explicar una corta cita de Po- su campamento a los cinco mil que le quedaban de- cidido a no bajar al campo antes de haber restable- libio quien informa que: cido el ánimo de los soldados. Y poniéndose al ace- «Los celtíberos, después de pactar una tregua cho del momento en que los bárbaros trasladaran con Marco Claudio, general de los romanos, envia- 46 LUIS BERROCAL RANGEL

ron una embajada a Roma, manteniéndose quietos La larga descripción de Apiano sobre estos hechos, en espera de la respuesta del Senado. Por su parte culminados por la matanza de lusitanos realizada por Marco [¿Atilio?),después de hacer una expedición Galba, tiene un interesanle complemento en una cita contra los Lusitanos y tomar al asalto la ciudad de mucho menor de Orosio, donde se puntualiza sobre el Nerkóbrika, pasaba el invierno en Córdoba.» origen de estos «Lusitanos”:

(Polibio, f-IisL, 35, 2.) «Así en Hispania el pretor Sergio (Servio) Galba dio muerte criminal a unos Lusitanos de acá del Ambos párrafos se ven corroborados por la cita Obse- Tajo, que espontáneamente se habían entregado. quens, al año 152, que textualmente dice iii Lusitania va- Pues simulando que iba a ocuparse de sus intereses, ríe... pugna/lan les rodeó de soldados y, estando ellos inermes e in- Al no especificar Polibio el nomon del general que cautos, les abatió a todos; atropello que fue causa conquista la Nenóbriga del Suroeste, es posible sospe- de una gran agitación en toda Hispania contra la char que pudiera haber sido Marco Atilio, pretor de la perfidia de los Romanos.» Ulterior (a quien correspondía) y no Marco Marcelo quien, como pretor de la Citerior, luchó contra los celtí- (Orosio, Hin., 4,21, 10.> beros en el mismo año y tomó la ciudad homóninía, la Nertóbriga del Ebro. tras lo que también fue a invernar Ambos textos sirven para conocer cómo, aún, se lu- a Córdoba. chaba al sur de Sierra Morena. El auxilio que Carmona La confusión entre los des generales de igual praeno- presta a la tropas romanas huidas loe posible porque el men, la conquista en el mismo año (152 a. C.) de dos hecho de armasno debió ocurrir muy lejos. Es probable ciudades homónimas, aunque la del Norte fuese me- que los Lusitanos hubiesen fingido la retirada hasta las diante un armisticio (Apiano, Iba, 48-49> mientras la primerasestribaciones de la Sierra y, allí, aprovechando del Sur parece haber sido conquistada al asalto, y la el conocimiento del terreno, inflingieron una nueva de- coincidencia en la hibernación de ambos pretores en rrota al ejército de la República. Con todo, el Betis con- Corduba (fue frecuente que el pretor y el ejército de [a tinuaba y continuará siendo el límite de las tierras «segu- Citerior bajaran a invernar a la Turdetania, corno se ve- ras’> para Roma (Knapp 1977, 29 y ss.; López Melero, rá posteriormente), son causa de la confusión que la his- 1988,250). toriografía ha tenido, adjudicándole a Cecilio la toma de Por otra parte es ciertamente valiosa la información un única Nertóbriga, la celtibérica, y considerando error que cita a Conistorgis como resguardo invernal de los geográfico la situación en Lusitania (Schulten, 1937, Romanos. Significa esto que el Algarve, tras las actua- 100; Knapp, 1977; Lozano Velilla, 1987, 430)o, senci- ciones de Cauceno, se había abierto definitivamente, si llamente, ignorando la acción en la Beturia (Arce, 1978, no lo estaba con anterioridad, a Roma y que en su ciu- 84-5 y 93>. dad principal, cuyo emplazamiento se desconoce La aceptación de esta propuesta es importante para (¿Mértola?), se podía estarseguro. confirmar un dato antes apuntado: el reinicio de las acti- Es factiblesuponer que este oppitlum se situaba cerca vidades ofensivas romanas al norte de Sierra Morena oc- del litoral, pero no en él, dado que de lo contrario su lo- cidental. Desde la fallida tentativa del 185 a. C., frustada calización habríasido mejor puntualizada en las fuentes. con la derrota de Dipo y tras unos poco comentados«éxi- En el verano del 150. unidas las fuerzas de Galba y tos» de los años 178 a 176 a. C. (Livio, Ab (ir. Con., 41, Lúculo, se inició la tercera serie de campañas ofensivas 7), los Romanos parecen haber perdido cieno dominio que penetraría al interior, probablemente impulsadas de las tierras <‘béticas» occidentales (v¿anse las insisten- por la necesidad de lograr mayores ingresos, dado que cias solicitando refuerzos en Livio, Ab (ir. Con., 42, 10- Cartago acababa de terminar sus indemnizaciones anua- 13 y 1 8-6), al contrario de lo expuesto por otros tratadis- les (Harris, 1985, 234). tas como Harris (1985, 209-2 10). Ello explicaría el éxito De estas actuaciones es deducible el origen de los Lu- de las incursiones céltico-lusitanas ocurridas a continua- sitanos que, a raíz de sus derrotas, se rinden y son masa- ción hasta llegar a un punto de inflexión en que Roma crados. Orosio especifica Lusitanos cina Tagum flumen decidió actuar mediante una serie de ofensivas hacia el habí¡antes y ello nos permite afirmar que fueron pueblos Oeste, dentro del sistema de acciones de castigo. Céltico-lusitanos, probablemente refugiados en las se- La suerte varia que sucede al inicio de estas actuacio- rranías de Ossa, Elvas y Mamede. nes permite confirmar que se actuaba sobre los Célticos. Viriato podría ser, por ello, un habitante de estas tie- Así, el sucesor de Marco Atilio, Galba. tendría que rras, fugado de la citada carnicería por la que Galba f’.íe retroceder, tras una incursión desafortunada, y hacerse llevado a juicio y acusado con la mayor virulencia. Pese fuerte en Carmo, donde se recuperó y marchó a inver- a que resulté absuelto, el acto provocó una profunda nar a Conisrorgis, en la tierra de los Cuneos. En este conmoción entre los Romanos y llevó a la toma de me- año, el 150, Lúculo, pretor de la Citerior, desde la ‘Par- didas que evitaran tales actuaciones (Livio, Ab (ir. Con., detania donde invernaba, atacó victoriosamente varias 39, 40; Pap. Oxyrh, 98; Valerio Maximo 8, 1, 2; 7, 1 y 9, incursiones en la Bética, atreviendose a penetrar en la 6, 2; Cicerón, Brin., 80 y 89, etc.; Quintiliano, bis!., 2, Lusitania y, junto con Galba que partía desde el 15, 8; Frontino, Ad M Caesarem, 3, 20; Plutarco, Caío, Algarve, devastar las comarcas más meridionales, entre 15; Tácito, Amt, 3, y flor Vir. W.,47, 7;Suetonio, Cafha. ellas la Beturia Céltica, hasta lograr una solicitud de paz 3, etc.). (Apiano, ¡ter., 58-60). Las victorias del famoso caudillo y estratega sobre los El. TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 47

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Fig. 4.— Iú¿sex dc la conquista y consolidación ~1clSuroeste, a ¡~~trtir deja rampalio final contra Viriato (141 al iO a. (1). 48 LUIS BERROCAL RANGEL

ejércitos Romanos se suceden en los siguientes años, fa- res), es el reducto al que Viriato se retira para reponer vorecidas por cierta falta de recursos romanos ante las fuerzas, en ciertos pasajes se observa que la Beturia jugó necesidades de las campañas del 146 a. C., en la III un papel de vanguardia y apoyo a los lusitanos. Porque Guerra Púnica yen la Aquea (Piganiol, 1974, 324 y ss., resulta significativo que tras unos enfrentamientos favo- 360-367; Harris, 1988, 234-242). Es la Turdetania la rables en las tierras de ltuci (Martos, Jaén), el pretor que sufre y colabora en sus incursiones y ciudades como Serviliano preferirá tomar y saquear la Beturia y las tie- Carmo, Itucci o Córduba sirvieron de parapeto a los rras del Sado (y del Algarve), aliadas de Viriato, a perse- ejércitos Romanos de la Ulterior (Apiano, Iber., 6 1-63; guir a éste, cuando el agotamiento de sus hombres le ha- 66; Seneca, Deseadpaíríam, 11). ce huir a la Lusitania, en el 141 a. C. No cabe duda que Durante el año 147, Viriato inicia una sede de actua- la fortuna de tal decisión estuvo condicionada por la ex- ciones no ya sobre la Turdetania, sino sobre la Carpeta- periencia, dado que los Romanos sabían la dificultad y nia y Oretania, y sin duda recabando refuerzos de los la escasa eficacia que obtenían tras atacar las tropas mó- movimientos de oposición, hostigó a indígenas que ha- viles lusitanas (Knapp, 1977, 32; López Melero 1988, bían pactado con los Romanos, en los que estos podían 252). encontrar apoyo para futuras actuaciones de represalia En Apiano (Iber., 68-69) se encuentran importantes (fig. 4). datos sobre el escenario de estos conflictos postreros. Así conocemos algunos pasajes que citan oppida de El ámbito geográfico apunta, con claridad, a las co- interés, como el saqueo a unos segobriguenses (Fronti- marcas del Sado-Guadiana, dado que se indica cómo no, Strag., 3,10, 6; 11, 4 y 4, 5, 22). No cabe duda que, Serviliano dirige su campaña de represalia, primero ha- entre las incursiones realizadas en el otoño del 146 a. cia la Beturia, después contra los Cunetes del Algarve y, C., que según Polibio y Apiano, fueron por la Carpeta- por último, a través del Alentejo, hacia la Lusitania. En nia, el hecho que perduró más en la memoria de los Ro- estas tierras tuvo enfrentamientos con bandas lusitanas manos fue el incidentecon un oppidum denominado Se- mandadas por Curio y Apuleyo y, aunque les venciera, góbriga, quizá por la prueba de fidelidad que estos según Apiano, parece que fueron suficientes como para mostraron para con Roma, algo que no debía ser habi- hacerle desistir de continuar la incursión y aprovechar tual en estas tierras. la retirada con un ataque por retaguardia contra las ciu- Frontino transmite que Viriato, tras intentar tomar la dades turdetanas de Iscandia (Astigis), Obulcula y Ge- citada fortaleza, suponemos que inúltimente, acudió la mella (¿Itucci?). consabida retirada fingida para utilizar la sorpresa con- Sedan bandas formadas por «Lusitanos” del lado sur tra el enemigo. Asi debió coger gran cantidad de rehe- del Tajo, tal como opina Francisco Martín (1989, 69), y nes, aunque por los siguientes textos, no capturó la ciu- los nombres de sus jefes, latinos, pueden deberse a que dad. Tras devolver a niños y mujeres, torturó a los fuesen renegados o posteriormente latinizados por los hombres frente a las puertas de Segóbriga, sin lograrque escritores. sus habitantes adjurasen de sus pactos con Roma. Respecto a las ciudades, propone Schulten que fue- La localización de esta Segóbriga fue un tema debati- ron Astigis, Obulco e ltucci Colonia Gemella (1937, do con cierta resolución dado que, por el texto anterior- 119), todas ellas situadas en la Turdetania y Bastetania. mente comentado de Apiano, se sabía que Viriato ac- Se trata de núcleos «defendidos por las tropas de Viria- tuaba sobre tierras carpetanas, donde se situaría la to”, a diferencia de los Betúricos, partidarios de los Lu- localizada en Saelices, Cuenca. sitanos. Ello no impide considerar que en las comunida- Incluso, al recoger Frontino dos gentilicios [Segobri- des turdetanas hubiese sectores de apoyo a los genses/Segovienses], Schulten plantea la posibilidad de Lusitanos, ayudas incuestionables en el mantenimiento que los párrafos de este Autor refieran dos actuaciones del dominio sobre las plazas (López Melero, 1988, distintas (1937, 111). Pero una sóla cita de esta última 253). acepción no permite asegurar que no se trate de un me- Un último incidente viene a confirmar la localización ro error de copista. de los combates en la cuenca meridional del Guadiana, Por otra parte recientemente se ha planteado otra lo- una vez perdidas las ciudades avanzadas de la Turdeta- calización, más cercana a las tierras lusitanas: el castro nia. Así Viriato rompe el cerco de una de sus ciudades, de Segovia, en Elvas, junto a Badajoz (Gamito, 1981). , que Schulten identifica con Arsa, la primera El motivo que lleva a la actuación de Viriato no parece de los oppida de la Beturia Túrdula (1937, 119) y con haber sido el saqueo, sino el peligro que representaba ello, aprovechando la debilidad de ambos ejércitos, tener un aliado romano cerca. Esto debía ser tan inusual obliga al Senado Romano a firmar la paz en la que se le (y de ahí su recuerdo) como realmente amenazador, y reconoce la posesión de los territorios ocupados. Como ello se entiende mejor a los pies de los montes de los señala López Melero, este acuerdo debió verse facilita- que procedía el Caudillo que en Jugares tan alejados do por la falta de interés romano en conquistar pueblos como Saelices, en Cuenca. Por ello somos de la opinión que, tras los ostigamientos, no debían ser suficiente aci- que este episodio o, de haber habido dos, el último (re- cate como para continuar la campaña (1988, 248-249; ferencia a los rehenes) debe comprenderse dentro de las Gundel, 1968, 186 y 254; Roldán, 1989, 53-56, Shatz- tierras que limitan al NO. las cuencas del Guadiana y el man, 1972, etc.). Tajo, entre los Céltico-lusitanos de los que procedía el Como es sabido, la vergúenza de cienos romanos, la mismo Viriato. ambición personal del nuevo general, o la misma consta- Aunque el «Mons Veneris», quizá en la sierra de tación de la debilidad lusitana llevó al Senado a romper Monsalud o de Mamede-Alcántara (Portalegre-Cáce- unilateralmente la tregua, en cuanto se repusieron las EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 49 tropas de Hispania, y nuevamente, ahora bajo Serviliano lencia, dado que ciertamente es una localidad muy aleja- Cepión, hermano del anterior, la Beturia es zona del da y en tierra desconocida para los Lusitanos. Tampoco primer ataque en tierras lusitanas. Una vez vencida, co- concuerda con el cruce del Betis, que según este Autor, menzará a decaer la buena estrella del caudillo indígena hicieron, como inevitable, en la retirada. Más probable (Apiano, Iber., 70). es que se tratara de un oppidum de la zona meridional Tras estas guerras perduró en la memoria de los Ro- de Andalucía, donde el peso del mundo púnico era im- manos el nombre y las hazañas de los Lusitanos como portante. uno de los pueblos más fieros y astutos a los que se ha- No tiene, por tanto, fundamentola concesiónde la ciu- bían enfrentado. Incluso detalles como los inicios de los dad de Valencia del Cid,para el asentamiento de los gue- combates, fueron recordados años después por autores rreros lusitanos. Fletcher (1965-b) sostuvo que sería Va- como Lucilio (y. 228): <‘menear la cabeza y hacer on- lencia del Cid una colonia fundada por Bruto para los dear la cabellera, alta, echada sobre la frente, como fue soldados romanos que lucharon durante las guerras con- su costumbre>’ tra Viriato. Opinión mantenida para algunos autores has- No sabemos si esta costumbre fue pura fantasía del Au- ta fechas recientes (Marín Díaz, 1988, 139) pese a que tor o tenía visos de realidad. Según Estrabón no era fre- está claro que Livio dijo que lo fue, y coincide con el de- cuente el uso del casco entre los guerreros y, en todo venir general de la guerra, para los lusitanos de Viriato. caso, si lo había, era generalmente de nervios. Por otra Sea como fuere, mejor solución nos parece la locali- parte, la figuración antropomorfa, localizada en una es- zación de la ciudad concedida en Valencia de Alcántara tampilla de las excavaciones del Castillo de Badajoz, (Cáceres), en los llanos colindantes con las sierras de muestra un personaje masculino tocado con un gorro de Mamede, en la orilla sur del Tajo, cerca de donde cree- plumas o una largamelena (figs. 29.2 y 128). mos que procedía Viriato. Como indicaremos después, Otro de los hechos que quedó en la memoria fue la el hecho de que sea Bruto quien concede esta ciudad, en pompa y ceremonia con la que se celebraron los funera- el 138 a. C., hace suponer que este general aprovechó les de Viriato: las tropas Lusitanas (y Célticas) en sus campañas al nor- te del Tajo (sobre el tema véase la conocida disputa en «El cadáver de Viriato, magníficamente vestido, los trabajos de Callejo Serrano, Fletcher Valls y Elías fue quemado en una altísima pira; se inmolaban Diéguez, en MR compendiados por Arias, 1987, 187- muchas víctimas, mientras que los soldados, tanto 208). los de a pie como los de a caballo, corrían forma- Esta localización nos parece más oportuna que la de dos alrededor, con sus armas y cantando sus glorias Valen9a do Minho (Schulten, 1937, 139), excesivamen- al modo bárbaro; terminado el funeral, celebraron te al norte, en tierras apenas descubiertas, sin dominio combates singulares sobresu túmulo y no se aparta- real y mucho más propicias a la vuelta a la confronta- ron de allíhasta que el fuego fue extinguido.” ción, aunque tenemos una nueva propuesta, en plena Betúria Céltica, sobre la después conocida ciudad beré- (Apiano, Iba-., 71.) berde Sigunza (castro de Gigonza, Segura de León). Los nombres de una serie de poblaciones y fortalezas «El cadáver de Viriato fue honrado magnífica- de la Lusitania parecen responder a las correrías que, fi- mente y con espléndidos funerales; hicieron com- nalizando la guerra, hizo Cepión para asegurar el país: batir sobre su túmulo a doscientas parejas de gla- Castra Servilia, Cáceres, en el inicio de la vía militar des- diadores, honrando así su eximia fortaleza.” pués conocida como «de la Plata>’; Castra Caepiana (¿Se- (Diodoro, Bit. finÉ, 21.) simbra?) y Tun-ls Caepionis, sobre la isla de Salmedina (Sehulten, 1937, 123). Esta suposición nos parece co- Ambos textos son valiosos documentos sobre la for- rrecta pues se localizan en lugares internos y extremos ma de enterrar a los personajes de prestigio. Sin embar- de la Lusitania, asegurando el control de las tierras del go, pese a la insistencia sobre el túmulo, resulta extraño Sado-Guadiana inferior y de las orillas meridionales del que no se reconozca tal tipo de construcción funeraria Tajo, es decir la base de los Lusitanos de Viriato aun- en las tierras del Suroeste bañadas por el Sado o por los que, por la cita de Apiano (Iber., 70), sabemos que tro- tramos inferiores del Guadiana y Tajo (¿tipo fl?), aun- pas vettonas y galaicas (¿estos últimos, quizá, los Lusita- que sí en tierras betúricas orientales y entre los castros nos al norte del Tajo?) conformaban parte de este vettones (Rodríguez Díaz, 1990; Cabré, 1932). ejército. Los historiadores dicen que su ejército se deshizo Tras la muerte de Viriato, sus actuaciones tuvieron (Diodoro, Bit. Hist., 21), otros, sin embargo, aún hablan como efectos el aumento del concepto y la extensión te- de un intento de reorganización al mando de un nuevo rritorial de lo que fue considerado como «Lusitania” y, cabecilla, Tautalo (Apiano, Iber., 72; Diodoro, Bit. fis!., en este sentido, no cabe ver otra cosa que la culmina- 33, 1, 3). Denotado éste, Junio Bruto aprovecha tal cir- ción del proceso expansionista que, como los celtiberos, custancia para asegurar el apaciguamiento de estos lusi- vacceos y otros pueblos del interior, se constata y es tanos, concediéndoles una ciudad, llamada Valencia truncado por la intervención de Roma (Blázquez, 1962, (Livio, Ab (ir. Co’t, per55). 409-428). Respecto al discutido emplazamiento de tal funda- Que la Lusitania abarcaba los pueblos al sur del Tajo clon, parece claro que no puede aceptarse, no ya la y al Oeste del Anas no cabe duda, como también a la identificación de Sagunto con Cartago dada por Apiano Beturia e, incluso, los intentos de expansión o de domi- sino, incluso, la de . como Cas/ra Caeciliana, en las cercanías de Lisboa (It, Pero que el Suroeste estaba ya controlado lo ratifica 417), especiaLmente a partir de la derrota de Hirtuleyo, no sólo la relación de campamentos militares de Cepión en el 76 a. U. ya citada, sino la localización de la basede operaciones Veinte años después se debe situar el momento de- de Bruto, según Estrabón, en pleno inicio de la desem- finitivo de integración de esta región que, a juzgar por bocadura del Tajo. los hechos registrados tras las guerras con Viriato, de- Incluso cabe la probabilidad que sus gentes fueran bió sufrir un proceso de ordenación y ocupación mili- usadas como auxilia en las tropas romanas, algo que tar del territorio, culminado por las acciones de Me- puede comprenderse como una medida de asimilación e telo. incorporación de los guerreros de Viriato. Al menos, así De nuevo los textos de Plutarco así como los cogno- explica Schulten, la incursión y presencia de Célticos mino Julia que llevan las ciudades de las cuencas del Sa- del Guadiana al sur del Miño, citada por Estrabén do y Guadiana nos informan del proceso de romaniza- (Geog, III, 3, 5) y tiene cierta coherencia el dato de Li- ción y consolidación de la paz que César favoreció en vio sobre la concesión por parte de Bruto de la ciudad este extenso y desvastado territorio. de Valencia a los soidados que habían luchado con Vi- Diversos autores han puesto de manifiesto la existen- riato. cia de una política anexionista y oportunista por parte Es por ello que podemos afirmar que la ocupación de César de la que derivarían los cagnorn¡un de conoci- del Sado-Guadiana se realiza en las postrimerías de la das fundaciones béticas. Política desarrollada especial- guerra con Viriato (140 a. C.) y se concluye con Bruto, mente tras la Guerra Civil, como un medio de afianzar dos años después, en una zona de barrera, un limes al el dominio en antiguas ciudades del bando pompeyano sur del Tajo. y de premiar a sus licenciados, mediante su distribución Con las nuevas acciones, durante el último tercio del entre aquéllas (Vittinghoff, 1953, 72-81; García y Belli- siglo II a. C., estas tierras debieron ser zona de retaguar- do, 1959, 447; Roldán Hervás, 1972, 121-122; 1982, dia, integrándose paulatinamente en la esfera de domi- 143; Marín Díaz. 1988, 219-221). nio romano, conforme los Lusitanos eran, en parte em- No obstante, el mismo Roldán, al citar las acciones pujados hacia el Norte, en paite pacificados mediante represivas que dirigió César durante su magistratura en acciones contra las pequeñas bandas que recorrían aún la Ulterior, destaca el reclutamiento previo dc una le- el Occidente (dado que por las reiteradas citas sabemos gión entre gentes de la provincia hética(Plutarco, Caes., que aún se mantenían levantiscos hasta entrado el siglo 1 12), el primer ejemplo de leva legionaria entre ciudada- a. U. —Obsequens año 99; campaña de Licinio Crasso, nos romanos no itálicos (Roidán, 1972), del 93 a. C.). Pese a las palabras siempre elogiosas de Plutarco ha- Pero el dominio definitivo del Suroeste tuvo que cia el general, los apodos romanos añadidos a las ciuda- aplazarse liana después de los conflictos del 80 a. U., des célticas son concluyentes: Fama julia (Seria, en le- durante las Guerras Sertorianas. De hecho es admitido réz, Badajoz), Concordia Julia (Nertóbriga, en Fregenal, que fueron los Lusitanos quienes, rememorando Ja efi- Badajoz), Restituía Julia (Segida, en el SO. extremeño), cacia de un jefe fuerte y astuto, y conociendo la fama del Contributa julia

1) Referencia 2) Antropónimo/s 3) Teánimols 4) Origo 5) Tropónimo/s 6) PTocedenc¡a

A.

1) BERROCAL, 1989 2) ABLONIUS 6) HIGUERA RE. (HA) 1) HSAF,1881,108 2) AL~4NDARIUS 6) MERTOLA (BE) 1) CIL 11,73 2) ALBURA 6) BEJA 1) CIL II, 987 2) ALLIA 6) ZAFRA(BA) 1) FE IX, 291 2) ALLIUS 6) VILLAFRANCA (RA) 1) CIL II, 1020 2) ALLUS 6) BADAJOZ 1) CILII, 146 2) AMMINUS 6) VILAVI~OSA(Év) 1) LUZON, 1975 2) ANCEITUS 6) ELREPILADO(H) 1) CIL II, 948 2) ANNIUS 6) ALENTEJO 1) CIL II, 5202 2) ANTUBELLICUS 6) VILLAVI~OSA 1) CIL II, 76 2) APLONDUS 6) OURIQUE (BE) 1) LUZON, 1975 2) [/IAVUSAQUILUS 6) ELREPILADO(H) 1) CIL II; 948 2/3) ARCO 6) ALENTEJO 1) CIL 11, 994 2) ARIUS 6) SALVATIERRA (HA) 1) CIL 11, 129 2) ARRIUS VILA VICOSA (Év) 1) CIL II, 963 5) 1V/OVAl CIVITASARUCITANA 6) 5. DEAROCHE (H) 1) ESTEBAN, 1984 3) DOMINA (E)fA/ITAECINA (E) 5) ITJURUBRIGA (E) 6) BIENVENIDA (HA) 1) CILII,6277 2) AUANA 6) JEREZCAB.(BA) 1) dL II, 146 2) AUNJA 6) VlLAVlt~OSA(ÉV)

B. 1) dR, p.425 2) BELLICUS 6) BARCARROTA 1) dR, p.425 2) jBL4/NDI 6) BARCARROTA (BA) 1) CIL II, 130 2) BL4NDUS 6) VILAVICOSA(ÉV) 1) CIL 11,35 2) BOCCHUS 6) ALCACER SAL (SE) 1) CILII,5184 2) BaCO-tUS 6) SETUBAL 1) CILII,50l1 2) BOUIUS 6) ALBURQUERQUE” 1) CILVIII,8017 2) BOUTIA 6) NOGALES(RA) 1) dL II, 123 2) BOUTIA 6) MONTEMORN.(ÉV) 1) díL II, 5182 2) BOUTIUS 6) ALCACER SAL (SE) 1) FE IX 61 ) BROCCIUS 6) JEREZ CAB. (RA) 1) HAE, 172 ) BURNICUS 6) MERTOLA (BE)

C.

1) EEIX 157 2) CABRUNí 6) NOGALES (RA) 1) CIL II 971 2) CADILL4 6) SERPA (BE) 1) CILII 1031 2) CAESAREA 6) MEDINATOR. (RA) 1) dL 115191 2) CALLAEUS 6) EVORA 1) CIL 115199 2) CALLAEUS 6) EVORA 1) RL 1907 2) CANTONUS 6) VILLAFRANCA (HA) 1) FE VIII 111 2) CATINIA 6) EVORA 1) CILII 5555 2) CELlOS 6) VILLAFRANCA (HA) 1) dL II 5555 2) CELLIO 6) VILLAFRANCA (HA) 1) CIL II 986 4) CERETA NOS 6) JEREZ CAR. (RA) 1) díLíl 1012 2) CESIA 6) SALVATIERRA (RA) 1) EEIX 12 3) CESIOS 6) EVORA 1) CXL II, 741 2) CILEUS 6) SOLANA BAR. (HA) R) LUZON, 1975 2) TAL4VIUSCLOUTIOS ¡C/ LOUTAI 6) EL REPILADO (H) 1) dL 11,26 2) CONCIUCUS 6) SANTIAGO CA (SE) 1) CIL II; 26 2) CONCJLICOS 6) SANTIAGO CA(SE) 1) CIL II, 5330 2) CONICODiUS 6) VILAVBOSA (EV) 1) VIVES, III, p. 25 2) CONIL 6) SALACIA (SE) EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 53

1) CiLII, 1030 4)PA TRÍA CNTRIBUTENSE 6)FUENTE CAN. (HA) 1) díLíl 1029 4) CONTRIBUTENSIS 6) MEDINATOR. (RA) 1) CILII,41 2) COPIROS 6) SETUBL 1) CILII 1040 5) RES PUBLICA CUR¡CENSJUM 6) MONESTERIO (RA) CIL II; 1042 2) DENEA 6) MONESTERIO (RA)

D.

1) dIL 116257/68 2) DOCCÍ 6) VIiLLAFRANCA (RA) 1)

E.

1) CIL 11, 1026 4) EMER (ITENSIS) 6)MEDINA TOR. (RA)

G.

1) IHC 52 2) CRANIOLA 6) VALENCIA V. (HA)

1.

1) CIL 11,21 2) ¡SAS 6) SANTIAGO CA (SE) 1) CIL II, 1041 5) fUL IIENSII PACÍ TRANSLUC~4NI ET PACI SUBURBANI 6) MONESTERIO (RA)

L. 1) díLíl, 114 2) LAUSUS 6) ÉVORA 1) LUZON, 1975 4) LIMICUS CIASTELLAJ TAL4BRIC CIENSIS¡ 6) EL REPILADO 1) HAE 172 2) LUPIANA 6) MÉRTOLA (BE)

M.

1) RXXX, 1897 2) MACONA 6) JEREZdAR. (RA) 1) CILII,5196 2) MAFiA 6) REDONDO (ÉV) 1) SERRA, 1952 2) MAROANUS 6) LA COCOSA (RA) 1) CH, p. 381 2) MATOENI 6) BADAJOZ 1) EEVIII,304 MEDUG lENUSJ 6) JEREZ dAR. (RA) 1) CILVI,2685 2) MEL4MUS 6) SALACIA (SE) 1) dIL II, 79 2) MFRANIUS 6) REJA 1) díL II, 98 2) MERMANDÍ 6) REJA 1) diL II, 117 2) MUNILLA 6) ÉVORA

N.

1) díL 972 4) NERTOBRICENS (E) 6) FREGENAL (HA) 1) CIL II, 973 4) NERTOBJRIGENSISJ 6) FREGENAL 1) EEVIII, 82 3) GENIUSNERTOBRICAE 6) FREGENAL

O.

1) LUZON, 1975 4) OLIS!PONENSIS 6) ALAdAR (H) 1) VIVES, III, p. 25 2) ODA CtS 6) SALACIA(SE) 1) R42, 1903 2) ORICLIO 6) REJA 54 LUIS BERROCAL RANGEL p.

1) dL 11,22 2) PACOSÍCUS 6) SANTIAGO CA(SE) 1) CIL 11,22 2) PACOSÍCA 6) SANTIAGO CA (SE)

1

1) CILII, 1012 2) RAPPA 6) SALVATIERRA (RA) 1) LUZON, 1975 2) PLOTIOSREBURRUS 6) T.DEAROCI-IE(H) 1) CILII,1032 2) ROJP/ ¡AMOS 6) MEDINATOR.(RA)

8.

1) dL II, 1741 2> .SAENONI 6) SOLANA BAR. (HA) 1) dR p. 407 2) SAER! 6) VILLAFRANCA (RA) 1) CIL 11,988 4) SAGEDENSIS 6) ZAFRA (RA) 1) LUZON, 1975 5) RESTITUTA ¡ULlA SEN TÍA 6) GALA (1-1) 1) EE VIII, 303 5) SER (IAl 6) JEREZdAR: (RA) 1) VIVES, III, p. 25 SISCR 6) SALACIA (SE) 1) VIVES, III, p. 26 SISIJC 6) SALACIA (SE) R) CILII, 1041 5) fOL JIENSI] PACí TRANSLUCANIET PA CI SOBORBANI 6) MONESTERIO (HA) 1) BXLIII, 1903 2) SURA 6) SALVATIERRA (RA) 1) CIL II, 1003 2) SORIA CUS 6) SALVATIERRA (HA) 1) díL II, 1035 2) SORIA CUS 6) MEDINATOR. (RA) 1) dL II, 146 2) SOROS 6) VILLAVICOSA (ÉV)

T.

1) LUZON, 1915 4) TALABARÍ/GENESIS] 6) T.DEAROCI-IE(H) R) LUZON, 1975 4) TALAVIOSCLOOTIOS ¡CI LOOTAI 6) EL REPILADO (H) 1) EEIX, 166 2> TANCÍNUS 6) BADAJOZ 1) CIL II, 119 2) TANCÍNUS 6) ÉVORA 1) CIL II, 6264 2) TANCINUS 6) REGUENGOS (ÉV) 1) CII II, 1018 2) TAPORUS 6) BADAJOZ 1) EE VIII, 10 2) TONCÍOS 6) ELVAS (PO) R) ESTEBAN, 1984 3) DOMINA (E) JA] TTAECINA (E) .5) iT) URUBRIGA (E) 6) BIENVENIDA (HA) 1) CIL II 964 4) TOROBRICENSI 6) AROCHE (RA) 1) LUZON, 1975 4) TOROBRICENSÍ 6) T. DE AROCHE (H) 1) FRAGOSO, 1951 4) TOREBRIGESIS 6) CORTE MESSA (BE) 1) CIL II, 1016 2) TASCOS 6) BADAJOZ 1) dL II, 5197 2) TASCOS 6) ÉVORA 1) CILII, 5215 2) TASCOS 6) ELVAS R) dIMí 1041 5) fOL flENSII PACÍ TRANSLUCANIET PACÍSUBURBANÍ 6) MONESTERIO (RA)

U.

1) LUZON, 1975 2) ORTÍENUSJ./ TURDAE 6) EL REPILADO (H)

V.

1) EE IX, 5 2) VELLICUS 6) MÉRTOLA (BE) EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 55

Pese a que la llegada y mantenimiento de elementos Sign¡ficativo y concluyente que no existan términos itálicos y romanos es más tardía, en comparación con la iniciados con «N>, tan habituales en el mundo ibero-tur- Bética (Marín Díaz, 1988, 113-189), se han elegido los detano (como Nabar; Neitin; Nes; —Non; No; etc.) antropónimos y teduimos de origen considerado perro- mientras, por el contrario, son abundantes los comenza- mano con suficiente certeza, según las obras y autores dos con «M» (Albertos, 1966, 266). Son meros detalles especializados en ello (Palomar Lapesa, 1957; Unter- que se repiten en otros casos similares, concluyendo que mann, 1961;Albertos, 4966; Tovar, 1972, etc.). se trata de diferentes sistemas lingiiisticos, pese a que se Un análisis de la dispersión peninsular de los mode- localiza, cada vez más, un cierto componente indoeuro- los extraídos puede servir para asegurar, aún más, estas peo en el Ibérico. Por otra parte, exite algún ejemplo consideraciones aunque los restos, incluidos arqucológí- que podría responder a un origen oriental o africano. camente en el mundo romano y lingíiísticamente, en el Esto es admisible por proceder de zonas concretas con indoeuropeo, bagan difícil y siempre dudosa su diferen- reconocida incidencia en las relaciones fenicias y carta- ciacióndel latín. ginesas (Setúbal-Alcácer do Sal). Por ello no se intentan extraer conclusiones sobre la El único caso lo representa el nitre BOCCJ-IUS, loca- presencia o el grado de romanización de la zona, habida lizado en Setúbal (CII U, 5184) y Alcácer do Sal (QL cuenta que los fenómenos de cambio, adaptación o II, 35), e incluso citado por Plinio, como renombrado adopción de los nombres romanos, junto con la diferen- escritor lusitano. Sin más paralelos en Hispania que una te cronología de las inscripciones, son propios de ensa- inscripción corduhense, se trata de una forma histórica- yos específicamente epigráficos y filológicos. mente conocida en Africa. Para Palomar Lapesa debe relacionarse con el nombre de raigambre céltica BOC- CUS, documentado en la Lusitania en las plazas de Vi- ANTROPONIMOS seu y Coria (1957, 49), pero creemos que su presencia en Córdoba y en la zona costera de Setúbal, con relacio- Los nombres considerados como antropónimos pre- nes meridionales y africanas conocidas, aboga por man- rromanos son ciertamente escasos y, a menudo, de difí- tener su consideración de aislado origen africano, tal cil identificación, dado que la falta de escritura provoca como se inclina a creer Albertos Firmat (1966,56). el conocimiento de éstos a través del latín. Abundan, Un caso diferente lo presenta el adjetivado SURJA- por ello, los nombres romanizados o romanos, incluso CUS, conocido en Salvatierra de los Barros (CIL [1, con algún término prerromano en el trianomina, que de- 1903) y Medina de las Torres (CtE II, 1035), que pode- nuncia un origen peninsular. mos relacionarlo sin problemas con el nombre SURA En este sentido es interesante destacar que la presen- porque así se hace en la inscripción de Salvalierra. cia de nombres no romanizados (es decir, compuestos Este antropónimo tiene paralelos en eí mundo ilirio y cte uno o dos términos de naturaleza indígena) es relati- celta y, además, una clara dispersión occidental en la vamente escasa, oscilando entre el 20 por 100 aquellos Península (Albertos, 1966, 214-215) y Palomar Lapesa que del trianomina llevan al menos un componente nati- (1957, 99). El problema pudiera plantearse con el deri- yo, tal como se observa en el muestreo publicado por vado SYR¡ACUS, localizado en Alburquerque, Badajoz Stanley (1988). En todo caso, Francisco Martín dejó (CIL II, 724), que pudiera considerarse un étnico traído bien patente que no es esta zona, junto con el Tajo infe- por Roma, y así se corrobora con la presencia de SU- rior, las caracterizadas por la abundancia de nombres RIACUS en Jaén y Mancha Real (pero el mismo Syria- plenamente indígenas si se comparan con el Tajo medio cus lleva como praenomen, Ga(ius~. En este tema se ne- yel Duero bajoy medio (1989, 2S6yss.). cesitan nuevos hallazgos para definir conclusiones No obstante, el sistema comparativo y el análisis de la aceptables. dispersión de hallazgos por Europa permitió a Palomar Lapesa y Albertos Firmat realizar importantes estudios 2. Dentro de la panoplia de familias lingúisticas del selectivos sobre los nomina con muestras o indicios de Indoeuropeo es muy difícil adjudicar una presencia origen peninsular. principal, siguiendo la tónica común a la onomástica de Realizada la tabla anterior con, o sobre, el apoyo pres- este tipo en el resto de la Península. No obstante, los ma- tado por las obras de estos dos autores, hemos elegido un pas de dispersión han permitido ciertas conclusiones grupo lo suficientemente grande, y con indicios de certe- asicas. za, como para poder realizar análisis de modelos de dis- En general puede observarse que toda la Región re- persión a través de los cuales ratificar las relaciones de gistra la presencia de un grupo principal de nombres de procedencia que estos términos pueden acusar. especial abundancia en el resto de la Lusitania romana. Tras la selección sc han localizado un número de 75 Sus paralelos responden a un substrato muy antiguo en términos básicos que, con sus declinados y derivados, el Indoeuropeo, con amplia dispersión por el Continen- supera ampliamente el centenar. Juzgamos que se trata te: presentan relaciones con el mundo céltico, pero tam- de una cantidad suficiente como para trazar las directri- bién germánico, ilirio, griego y latino. ces y conclusiones básicas. Así, de su análisis, observa- Entre estos antropónimos, con un desarrollo cercano mos las siguientes consecuencias: exclusivo del Oeste peninsular, está el caso del conoci- do BOUTIUS/BOUTÍA (fig. 5.1), nombre derivado 1. El predominio absoluto de nombres indoeuro- del radicai indoeuropeo Bhoudbi- ‘victoria’ pero con peos. Es significativa la falta de ejemplos de onomástica origen de difícil definición, aunque por su numerosísima ibérica. difusión peninsular es lógico suponerle un especial de- 56 LUIS BERROCAL RANGEL

Hg. 5.—Dispersión peninsular de antropónimos con radicales, y derivada, del grupo h~sirano-veaón (Whoudhi-, Kleu- Thnk-), del celtibérico (*Apelo *Ark~ Medhu-). EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 57 sarrollo hispánico (Untermann, 1961,15,31 y k:11). En Estasformas, a diferencia de las comentadas con ante- otros países europeos sus hallazgos son mucho más es- rioridad en este mismo grupo, tienen paralelos a lo largo casos y a menudo se relacionan con individuos de pro- de la Europa céltica y germánica. Igual ocurre con otro cedencia hispana (Palomar Lapesa, 1957, 50-51; Alber- grupo (le nombres, desarrollado en torno al antropónimo tos Firmat, 1966, 60-61). En la Península localizamos CAESARUS/CAESARA, derivado del indoeuropeo numerosos ejemplos desde el Noroeste hasta el mismo *ghaiso ‘punta, dardo’, y con variantes, como CAESA- Sado-Guadiana. Así lo encontramos en el Alentejo RFA localizada en Medina de las Torres, Badajoz. Se tra- (Pombeiro de Beja) o en el oeste de la provincia pacen- ta de una familia más escasa que la anterior, aunque se se (Nogales), donde además lo veremos utilizado como conocen una docena de ejemplos, todos entre el Guadia- topónimo (BUDUA) e hidrónimo (BODION). na inferior y el NO (con la excepción puntual de un deri- Similar es el caso de CILEUS/CILEA, quizás relacio- vado en Tarragona). Su carácter, sin embargo, es de tipo nado con el celtibérico CELIUS, del que hablaremos en celta occidental y ello se observa por su repartición en el grupo siguiente. países como las Islas Británicas (Albertos, 1966, 70-71; CILEUS, con radical kil- muy numeroso en el NO., Palomar Lapesa, 1957, 56). Su unión con la Lusitania, y se localiza en la vieja Lusitania, llegando a límites tan al concretamente con los Célticos del Sado-Guadiana ya sur como el de Solana de los Barros, Badajoz o incluso, fue destacada porel mismo KAJSAROS, caudillo lusitano ya entre los béticos, a la misma Medina Sidonia (Alber- de <‘acá del Tajo» que sucedió a Púnico, en la primera tos Firmat, 1966, 87-88). CLOUTIUS/CLOUT¡ANA y mitad del siglo lía. C. (Apiano, Iber., 236). REBURRIOS/REBURRIA- REBURRUS son dos fami- Otro ejemplo que presenta pautas similares es la for- lias cuyas variables muestran las mismas pautas peninsu- ma MAELO/MAELA, derivada del radical *mai~ que en lares y occidentales pero con una documentación tan momentos arcaicos de los dialectos celtas incorpora la masiva que los sitúa entre los más conocidos. «1» final, formando palabras como la irlandesa MAEL, Los primeros, derivados del término klutos- ‘céle- ‘esclavo y romo, sin cuernos’ (Walde-Pokorny, II, 222 y bre’ (fig. 5.2), son especialmente comunes entre los Ca- Ss.; Palomar Lapesa, 1957, 81-82). Agrupa una familia llaicos, dispersándose hacia el Sur a través de la Vetto- de palabras que tiene una amplia representación en tie- nía, más que la Lusitania, y ello se manifiesta en su rras lusitanas, vetonas y célticas, de donde es exclusiva, escasez en tierras portuguesas, mientras que por las es- como su derivado MAGILO/MAGILIUS. En el Sado- pañolas se localiza en Zamora, Salamanca, Cáceres, Ba- Guadiana inferior se localiza un MAELA en la locali- dajoz (Palomar Lapesa, 1957, 66, y Albertos, 1966, 90- dad de Redondo, Evora (CIL fl, 384). 91 y Mapa 3; 1985, 279, y Mapa 5) e incluso, en el Guadiana inferior, en el Repilado, Huelva (Luzón, 3. En número semejante, pero con un peso menos 1975). En este caso se trata de un personaje con un tría- específico, están otros términos de origen también difu- nomina típico del NO, como es TALA VIUS CLOUTIUS so, pero de ascendencia celta clara, diferentes de los an- JC/LOUTAJ(Untermann, 1961, 14-15, K:9 y 11; Alber- teriores en su dispersión peninsular. Presentes en la Lu- tos, 1966,218-218). sitania, también se reconocen por toda la Meseta e REBURRUS es otro de los antropónimos occidenta- Hispania Septentrional, junto con hallazgos fortuitos les más difundido desde el sur del Miño a Riotinto (Pa- mediterráneos. lomar Lapesa, 1957, 94; Rubio, 1959, 105 y Ss.; Alber- Algunos de sus nombres son especialmente significa- tos, 1966, 191 y 1987, 180). No tiene ejemplos tivos, como los derivados ABLONIUS/APLONDIUS conocidos en el Sado Guadiana, ni al sur del Tajo, fuera del radical *apelo~ ‘fuerza’ (fig. 5.4), muy frecuente en la de su tramo cacereño, habitado por los Vettones. Su onomástica iliria, pero tambien en la céltica y germaní- aparición, en varias ocasiones, en Riotinto la explica- ca. Con una dispersión meseteña septentrional, unen lu- mos como el nombre anterior, con la llegada de gentes gares de la Galia (ABLONICUS) y Basconia (APLO- del NO. en época romana (sin duda relacionadas con las NIUS) con otros de la Heturia Céltica, en plena serranía explotacionesmineras). extremeña, con los cuatro ejemplos del castrode Capote Son característicos del Sado-Guadiana inferior otra (ABLONIOS), uno de los pocos casos en contexto pre- familia de nombres no menos significativos y abundan- rromano (Berrocal, 1989). tes: TANCINUS/TANGINUS - TONCIUS/TONGINUS Similares son los casos de ARCCO/ARCO, del radical (ñg. 5.3). Se tratade una o dos familias de antropónimos rk- ‘oso’ (fig. 5.5), bien conocido por epígrafes occi- derivados del radical Tenk- ‘unirse’ (el galés Tancorix, dentales, como por topónimos celtibéricos (ARCOBRI- interpretado como «rey de la paz», es un buen ejemplo GA), galos y britanos (ARCOTALOS y ARCO) (Palo- de su aplicación), raíz de amplia profusión en el mundo mar Lapesa, 1957,38 y Albertos, 1966, 32); ARIUS, de celta, en especial en su resolución Tonc-, mientras la vo- conocida difusión por la Celtiberia y los paises célticos calización en ‘a’ abunda en las lenguas germanas y esla- (Palomar Lapesa, 1957, 42 y Albertos, 1966, 36); vas (Palomar Lapesa, 1957, 101, 102, 103 y 105). Son BLANDUS/BLANJJINA, con amplia dispersión (espe- nombres verdaderamente occidentales, catalogables de cialmente en la Galia) sin duda a causa de su similitud lusitánicos, vetónicos y célticos, dado que se documen- con el adjetivo homónimo latino, que pudiera ser un tan desde el Miño hasta mas allá del Guadiana, en cuya préstamo céltico para este último idioma (Palomar La- cuenca inferior se localizan en Badajoz (TANCINUS pesa, 1957,48 y Albertos, 1966, 55); CELIUS/CELLA’O, -CB, p. 381), Elvas (TONCIUS -EE VIII, 10), Reguen- del radical indoeuropeo *Kailo~ ‘sano, intacto’ y disper- gos-Mouráo (TANGINUS -CIL 11, 6264) y Evora sión nordoccidental; como DOCIUS/DOCIA y LUPIA- (TANGINUS -CIL II, 119). NUS/LUPIANA (Albertos 1966,106-107; 137-139). 58 LUIS BERROCAL RANGEL

Mayor peso específico tienen las formas relacionadas ‘querer’, ‘elegir’, muy frecuente entre los ilirios y celtas, con CAMALUS/CAMALA, de radical *camal~ muy aunque escaso en Hispania (Palomar Lapesa, 1957, 35- abundante entre galos y germanos. Se supone que proce- 36 y 109; Albedos, 1966,52). El problema estriba en su de de la raíz indoeuropea kem- ‘lucha’ (por ejemplo, el aparición en el compuesto ANTUHELLICUS, que Pa- dios galo de la guerra, Camulos), y tiene una especial lomar lo considera como resultado del prefijo intesivo dispersión por el norte y oeste peninsular, siempre en su *nde~ ‘muy’ y del radical indicado, dando la interpreta- forma Camal-, frente a la transpirenaica Camul-, más ción de «muy bueno”, pese a que es comúnmente cono- numerosa (Palomar Lapesa, 1957, 73-74 y Albedos, cido como <‘muy negro» por su relación con el término 1966, 57-58). En el Sado-Guadiana sólo está represen- vasco *beltz que parece concordar mejor con el carác- tado en Alburquerque (CB, p. 372). Planteamientos si- ter ctónico de la divinidad homónima ENDOVELLI- milares plantean MEDUGENUS, MATUCENUS CO (Blázquez, 1962-b, 147 y Ss.; Vasconcelos, 1905, /MATUGENUS, MERMANDUS y MOGOLIUS (Un- 130 y 142 —véanse los apartados correspondientes en termann, 1961, 15/32/K:13). «Teónimos» e <‘Hidrónimos>). Sea como fuere nos en- Los dos primeros son compuestos de dos términos contramos otro compuesto con dispersión y formación comunes de los dialectos célticos: *medhu ‘hidro miel’; típica indoeuropea, y por ello parece que la primera madaw ‘zorro’ (galés); math- ‘oso’ (irlandés) y el sufijo conclusión fuese más idónea que la segunda, pese a las -gen/, en concepto de origen, procedencia. Se podrían interpretaciones colaterales (su presencia en el nombre ínterpretar, respectivamente, como «hijo de la hidro- ibérico Indibilis, por ejemplo). miel” e «hijo del oso’>, siguiendo pautas de antropóni- Nombres de genéricos orígenes indoeuropeos y sin mos aristocráticos celtas. especial parecido con el latín son AMMINUS, con am- En la Península tienen ejemplos dispersos por la Mese- plia dispersión occidental y septentrional, y base en ta norte y sur, e incluso topóniinos como el Medullius *am[m]a~ ‘madre’; A yANA, derivado de ab- /*ap~ Mons de los o la lusitana Medubriga (fig. 5.6). Fue- ‘agua, río’; o A UNJA, con el radical au- ‘desear’ y pre- ra son términos suficientemente contrastados en los países sencia en compuestos ibéricos (Palomar Lapesa, 1957, celtas, germanos e ilirios (Albertos, 1966, 151 y 153-154). 33 y 47 y 109; Untermann, 1961, 14 y K:6; Albertos, 1966,21-22; 41-42; 45 y 262). 4. Otro grupo de nombres muestran una distribu- ción y planteamiento parecido, pero con orígenes in- 5. Por último queremos destacar quizás la contribu- doeuropeos de difícil definición, pese a que parece que ción más importante de este somero análisis: la presen- los paralelos ilirios tienen un cierto peso especifico. A cia de antropónimos en el Sado-Guadiana inferior, des- menudo se trata de los antropónimos con gran disper- conocidos en el resto de la Península pero con paralelos sión peninsular, dado que suelen tener formas homólo- claros en la Europa céltica y germánica. Es interesante gas entre los vocablos latinos y ello ha servido para fo- destacar que forman un grupo importante, aunque su mentary perdurar su uso. presencia suele estar limitada a uno o dos ejemplos en la Este es el caso de los ALLIUS, ALLUS, ANNIUS, Región, detalle que hace sospechar sobre su valor como BELLICUS, CADUS, CATINIUS o TUSCUS. Todos reflejo del pueblo y la lengua indígena. ellos tienen amplia dispersión por la Península, con in- Incluimos en este apartado los términos BROCC¡LPj dicios que han llevado a los más recientes tratadistas, del irlandés brecc- ‘manchado, veteado’, con un paralelo como M. L. Albedos, a considerarlos de origen hispano en Cádiz (Ereccius) y otros muchos en la Galia (Bric- aunque convergentes con palabras latinas similares. El cius, Bricos, etc.); CAPRUNI, del posible radical celta caso más claro lo presenta la familia TUSCUS/TUSCA - gabros-; COCILCUS, desconocido en Hispania pero TUSCILLUS/TUSCILLA, cuya representación es muy muy frecuente tras los Pirineos; CONICODIUS, de ra- numerosa y extendida dentro de Hispania, mientras sólo dical en Coni- que recuerda a los históricos Conios (Cu- se conoce puntualmente en el exterior (fig. 6.2). Por ello netes), Conistorgis o Conimbriga, todos ellos de locali- Albedos lo considera peninsular, rebatiendo una opi- zación atlántica; COPIRUS, derivado del galo nión anterior de Schulze, quien lo había dado por etrus- COPIRITUS; LA USUS, nombre con numerosos parale- co (1966, 240). los en Francia, Bélgica, Britania e Italia del Norte, así Otros como ANNIUS se basan en los radicales más como en este caso, algunos en el Oeste peninsular; MA- simples (balbuceos infantiles), que tienen acusada pre- CONA, de raigambre cisalpina; MELAMUS; ODACIS sencia en la mayoría de lenguas importantes. Por ello derivado de edh- ‘puntiagudo’, como el galo ODO- aparece por todo el Norte, Oeste y Sur, sin que pueda COS, «sauce’>; ORICL10; SAFA/QN!; SAERI; negarse que algunos sean latinos; pero su presencia en TAPORUS, conocido en la Lusitania por el étnico Aquitania, Bélgica, Dalmacia e Iliria demuestra la «uni- TAPORI, pero sin paralelos en Hispania (excepto un versalidad” de vocablos como éste que, por otra parte, TAPORIO emeritense y otro de 5. Martin del Castañar conocemos en el Convento Pacense (ANNIUS) y pro- en Salamanca), al contrario de su divulgación por la Nó- bablemente en el mismo nombre del río ANAS (fig. rica, Dacia, regiones Cisalpinas y Lugdunense; URTIE- 6.1). Por último queremos destacar el término BELLÍ- NUS, con radical común del topónimo galo URTIS, etc. CUS, documentado tanto en Harcarrota, Badajoz (CH, p. (Palomar Lapesa, 1957; Albedos Firmat, 1966, etc.). 425), como en Mértola con la variante VELLICUS (EF Aunque con las reservas que imponen la naturaleza, JX, 5), o en Vilavi~osa, Evora (CIL II, 5202), formando datación y contexto arqueológico de estos antropóni- el compuesto ANTUBELLICUS. Tanto Albedos como mos (con excepciones como el ABLONIOS del castre- Palomar Lapesa dicen que procede del radical uel- jón de Capote) es evidente que las personas registradas EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO $t)

Fig. 6.— 1/2: I)ispersioncspeninsulares de los an¡ropóni,nos relacionados con el radli~nl indoeuropeo MI?- ¿leí amropóni,no «l~’scns» 3: Mapa del Suroesie con emplazamiernos desus poblados, según las Fue,aes Clásicas y la Epigrafúz, con los no,nbres en griego, latín y lo- calizaciones actuales admhida& 60 LUIS BERROCAL RANGEL tenían una filiación indígena y occidental. Dentro de dad en la Heturia Céltica radica en el hecho de ser una este área se observa un fuerte componente de nombres de laspocas con un centro difusor de culto conocido, tal que podríamos denominar «lusitano-vettones,>, cuya dis- como se desprende del epíteto «turobriguense” que sue- persión es especialmente abundante entre las cuencas le llevar. Leite había colocado en «Arucci» este centro inferiores del Tajo y el Miño, mientras que no tienen re- (1893, II, 158), localización discutida posteriormente presentaciones al este y al sur del Sado-Guadiana infe- por estar situada demasiado al Sur como para irradiar rior. Por otra parte esta región presenta dos componen- hacia la Vettonia, de donde proceden la mayoría de las tes más, uno de tipo céltico común al resto de los advocaciones conocidas (Albertini, 1923, 86-87). La pueblos no ibéricos peninsulares y otro mucho más es- propuesta de Aroche como la Turóbriga de Ategina se pecífico de la región, cuyos paralelos apuntan directa- ha reforzado por los hallazgos epigráficos y arqueológi- mente a los países transpirenaicos. Si su presencia se re- cos registrados por Luzón en esta ciudad onubense monta a épocas anteriores o es consecuencia de los (1975, 304-6) que, no obstante, no parecen concluyen- movimientos implicados por la Romanización es un di- tes. Sin olvidar la existencia de otros santuarios en la lema que sólo la Arqueología y el aumento de hallazgos Vettonia dedicados a esta diosa, especialmente el locali- e investigaciones podrá resolver. zado en el templo de Santa Lucía del Trampal, Alcués- No obstante, y en un plano peninsular, creemos que car, Cáceres (Caballero et alii, 1991), el único epígrafe un fenómeno similar ocurrió algo más al sur, en tomo a en el que se la cita, acompañado de un topónimo es el las minas de Riotinto. Opinamos que los personajes con de Bienvenida (Badajoz, 56.b), en los limites orientales este origen conocidos en Huelva, como más al norte los de la Beturia de los Célticos y junto a la Vía de la Plata, de la lápida del Repilado debieron llegar desde el NO circustancia que aprovecha López Melero para propo- en época romana y no reflejan realmente el substrato de ner esta localidad como el famoso centro religioso los llamados «célticos». (1986,103-104). Para finalizar, debemos reseñar que es significativa la carencia de nombres ibéricos, confirmando el fuerte • FNDOUELLICO: Se trata de un dios ampliamente sustrato indoeuropeo y tradicionalmente céltico de la conocido no sólo en las tierras del Sado-Guadiana, sino región. en las vettónicas de Cáceres (por ejemplo en Alcántara y San Martín de Trevejo, CIL II, 756 y 5202) y en las de Avila, con advocación a Vaelico (santuario del Raso de TEONIMOS Candeleda, Fernández Gómez, 1986,879-903). En Ba- dajoz no se conoce aún testimonio de su culto, que, no La relativa escasez de nombres catalogables como ta- obstante, abarcaría, a juzgar por su extensión, la cuenca les es, junto con un lógico déficit natural frente a los an- oriental del Guadiana, incluso hasta zonas tan al sur tropónimos, consecuencia directa del incipiente nivel de como el Andévalo, cuyo nombre pudiera proceder del la investigación arqueológica relacionado con gran parte teónimoestudiado (Cerro de Andévalo). de las tierrasde esta Región. En el Sado-Guadiana inferior se localiza su principal No obstante, los pocos ejemplos conocidos son sufi- santuario, en la actual ermita de San Miguel da Mota cientemente significativos como para servir de muestra (111.c), Terena, Evora, en cuyas paredes aparecieron con sumo interés para la obtención de conclusiones reli- unas setenta inscripciones y restos de más de treinta es- giosas y culturales. De hecho una de estas conclusiones culturas de época romana y visigoda, en relación con las estriba en la presencia acaparadora de dos importantes ofrendas y advocaciones realizadas a este dios. dioses, ATEGINA y ENDOVELLICO, venerados en la Leite de Vasconcellos lo había considerado una dei- cuenca media e inferior del Guadiana en torno a uno o dad curativa, homologable con Esculapio, siguiendo dos santuarios específicos, panorama que contrasta con un culto ampliamente reconocido en la Lusitania la multiplicidad de dioses y de loca sacra conocidos en (1897, 130 y 142 y ss.) y que tenía un templo en la otras zonas de la Península (Blázquez, 1 962-b y esp. Lu- «cercana» Mirobriga de Santiago do Caqém (Biers, cas, 1981). 1988, 139-140). Esta opinión fue, si no descartada, al menos puntualizada por Blázquez en razón de los atri- • DOMINA ATTAEGINA: la nueva advocación de la butos representados (jabalí, palma y laurea) junto a sus conocida diosa «lusitana», documentada en la localidad dedicaciones epigráficas romanas. pacense de Bienvenida, muestra una forma más correc- Las relaciones claras de estas representaciones con el ta, según López Melero (1986, 100-102), pues se reco- mundo ctónico han permitido apoyar una interpreta- gen en ella la influencia de la serie onomástica Attiusde ción de su nombre como el compuesto entre el prefijo gran difusión en la Hispania «Céltica» y parece confir- intesivo indoeuropeo nde- ‘muy’ y el término vasco marse la primitiva explicación, dada por D’Arbois de ‘teltz ‘negro’, interpretación que parece concordar me- Jubanville, quien postulaba el origen celta «ATE-GE- jor con el caracter infernal indicado. Sin embargo, del con el significado de «renacida’> (1893, 389), con- estudio de la antroponimia realizado con anterioridad, cepto que, ademas de relacionarse con el valor de diosa permite hacer dos objeciones a esta interpretacíon: se protectora de la agricultura dado por Leite de Vascon- supone la presencia de este término de origen ibérico, celos (1897, 11, 161 y ss.), puede aplicarse al valor de sólo por la formación similar del nombre histórico del «resurreción’> intrínseco al mundo de ultratumba que se caudillo ilergete Indibilis y su presencia en las lenguas le achaca (Blázquez, 1962, 140 y ss.; 1975,39 y ss.). ibéricas. Este dato resulta extraño en la región del Sado- La importancia de la documentación de esta divini- Guadiana inferior, en la que los antropónimos ibéricos EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 61 no muestran importancia alguna. Por otra parte, la pro- na, Badajoz), dentro de la misma Beturia (Alvarez Mar- puesta de hacer proceder el segundo término del radical tínez, 1986,147 y 1988, 167-1 69). indoeuropeo uell- ‘querido, bueno’ ya fue recogida por Por último queremos hacer mención a otros posibles Palomar Lapesa y Albertos Firmat (1957, 35-36 y 109; fenómenos de sincretismo, peor definidos porque están 1966, 52, respectivamente), derivación que sin duda es basados en culturas en mucho menor grado conocidas mucho mas correcta y lógica desde el punto de vista fi- que las romanas. Por una parte, nos referimos a un posi- lológico. ble culto que Lambrino creyó detectar, encubierto bajo Es por ello que, sin negar el carácter ctónico indicado las advocaciones a Endovélico, al dios galo... por Blázquez (es concluyente que la ermita haya sido consagrada al arcángel San Miguel, conductor de las • SUCELLUS: da las razones de la especial inciden- ánimas, y pase al pie del cerro sobre la que se alza el cia que tienen las cupae en forma de tonel en el Sado- arroyo Lucefece -Lucifer), ni en cierto sentido, el curati- Guadiana inferior, durante el Alto Imperio, y el recono- vo de Vasconcellos (pues se encuentra atestiguada la cido valor atributal que tiene el tonel respecto al dios utilización de oráculos, por medio de auténticas incuba- Sucelo. La hipótesis ya había sido recogida por Juliá en tiones, relacionados con la salud, como, por ejemplo, su estudio sobre las construcciones funerarias semicilín- CIL II, 134 y 5207), creemos que su interpretación dricas de la Tarraconense, habida cuenta que las formas, como «el muy bueno o el más bueno» es mucho más co- estructura y uso de las cupae del Suroeste no tienen nada rrecta a juzgar por los datos epigráficos existentes. que ver con las del resto de Hispania (con la excepción Otras divinidades se conocen por epígrafes aislados, de algunos ejemplares localizados en Avila, que refuer- sin que se sepa nada más sobre su incidencia en el trans- zan este planteamiento) ni con los paralelos orientales y fondo indígena de la zona de aparición. Entre estos africanos con los que algunos autores llegaron a relacio- casos podemos contarcon: narlas. En todo caso, la excepcionalidad y personalidad del foco del Sado-Guadiana inferior podrían conside- • BAND(UAE) ARAUGEL(ENSI), representada so- rarse como fruto de una convergencia entre el supuesto bre una pátera argéntea, a la que se dedicó. Su caracteri- culto a Endovélico / Sucelo y las modas orientales y zación como diosa Fortuna ha permitido considerarla africanas del Alto Imperio (Juliá, 1965, 47-49; Bendala, como una deidad indígena de tipo Tutela, asimilación 1976, 149-152; Caldera de Castro, 1978; etc.). que se supone para los numerosos teónimos iniciados Toda esta interpretación se vio reforzada por la apari- con el radical Band-, que se localizan desde Gallaecia a ción de una imagen del dios en la Lacinimurga vettónica este ejemplar en las tierras pacenses del Guadiana infe- de Puebla de Alcocer, Badajoz, así como por la tradicio- rior. Desgraciadamente, las condiciones de su hallazgo, nal cita sobre el uso de pieles de lobo como tocado es- integrado hace unas décadas en esa tan importante pecífico de los heraldos, tal como Apiano describe, al como mera recopilación de objetos sin contexto que fue referirse a la rendición de la Nertóbriga celtibérica la «Colección Calzadilla», no permite asegurar la zona —¡ben, 48— (Blázquez, 1983-b, 262). de aparición de este importante testimonio, que bien Con todo, es obvio que se tratan de meros indicios, pudiera localizarse en las Beiras o en Cáceres (Blanco, menores a los sugeridos por dos enigmáticos relieves 1958, 458 y Ss.; Blázquez, 1962-b, 55 y ss.). con representación de cabezas cornudas procedentes de Con todo, su mención es especialmente significativa Riotinto. Aunque fuera de la región en estudio, no ca- puesto que representa un conjunto de divinidades pro- ben dudas que se interpretaron dentro de una posible tectoras locales que, junto a los dos «macrodioses» cita- adscripción «Céltica», que en mucho parece relacionar- dos, son las más características del Sado-Guadiana infe- se con el VESTIO ALONJFCO de Lourizán (Blanco, rior, siguiendo las mismas pautas que en el resto de la 1962,39; Blanco y Rothenberg, 1981). Lusitania y Gallaecia. Conocemos diversas menciones a DIIy DEAE en el Alto Alentejo, e incluso en Beja (sin que tengan que confundirse con los epítetos DFA TOPONIMOS DE POBLACIONES SANCTA referidos a ATEGINA), dentro de un fenóme- no de sincretismo religioso que permite asegurar la pre- Más difíciles aún, pero más eficaces y por ello más sa- sencia de al menos un Genius(Alarcáo, Etienne yFabre, tisfactoí-ios a la hora de emplazar poblaciones, son los 1969, 213-236; Blázquez, 1970, 70-71; Encarna9áo, topónimos, que no obstante pueden presentar dudas en 1972,91 y Ss.; Etienne, 1973,153 y ss., etc.). cuanto a su consideración como tales: así ocurre con el EE III 303, SFR..., cuya aparición en Jerez de los Caba- • GENIUSNFRTOBRIGAE:Se trata, evidentemente, lleros ha llevado a considerarlo, no sin ciertas dudas, de la deidad local del oppidum de Nertóbriga, Fregenal como topónimo de «Seda» (García Iglesias, 1971, 90). de la Sierra, Badajoz (3 la). La frecuencia y variedad de Afortunadamente contamos con algunas obras excep- estas divinidades protectoras en la Península impide cionales, compendios de todos los indicios y evidencias concretar las funciones de este caso, aunque está conocidas hasta mediados los años setenta (por ejem- claro que conllevaría valores tutelares sobre la ciu- pío, Jberische Landeskunde de Tovar, 1974/1976) y con dad. El ejemplo más cercano, puesto que el GENJUS los textos viarios romanos, de los cuales hemos intenta- LACIMURGAE de la inscripción CIL II, 5550 = 5068 do extraer, exclusivamente, las localidades con nombres debe referirse a la homónima del Peñón de Cogolludo indígenas o asumibles como romano-repuplicanos (Iti- en Puebla de Alcocer (al norte del Guadiana), se locali- neraria Hispana de Roldán Hervás, 1973). za en el GENIUS OPPIDI de Regina Turdulorum (Rei- Epigráficamente, se cuenta con ejemplos de topóni- 62 LUIS BERROCAL RANGEL

mos que parecen ciertos:CURIGFNSIUM, en Moneste- tre las que cabría incluir las terminaciones en -urgi, rio; NOVA CIVITAS ARUCCITANA (CIL II, 963), en como Conistorgis (Untermann, 1961, 34 y Karte 17). la Sierrade Aroche y RESTITUTA IULIA SEN TíA (Lu- Para mayor información, remitimos a su estudio en el zón, 1975), en Caía, cuya identificación con la «Segida» análisis de la A/nt. Hisr. de Plinio. de Plinio no es posible, de no aceptarse un error impor- tante del lapicida. En este sentido cabe suponer si el tér- • BRAETOLAFUM: sólo conocida por su inclusión mino en cuestión no fuese cognomína u otro añadido al entre las ciudades «célticas» de Ptolomeo (Geograp., II, nombre de una ciudadana con prenomen y nomen, Restí- 2, 5), tal como puede deducirse con facilidad de su tija Julia Un caso similar sería la Julia Restituta Pasenti4 nombre (Albertos, 1966, 62-63). nombrada en la lápida CIL 966 y procedente de la mis- ma comarca. Como topónimos válidos serían Nertobri- • BUDUA: el emplazamiento de esta pequeña locali- gae(EE VIII,82)0 Turobrigae (Esteban, 1984). dad es conocido gracias a la conservación de su nombre Según los relatorios recogidos en los textos clásicos, en la ermita de la virgen de Botoa, distante diez kilóme- ya comentados, y con el apoyo de los testimonios epi- tros al norte de Badajoz. Realmente sus restos arqueoló- gráficos existentes, podemos realizar la siguiente exposi- gicos, sin excavar, son de época romana, como lo son ción de topónimos de poblaciones prerromanas locali- sus citas en Ptolomeo (Geograp., II, 5) o el Itinerario de zadas en la región delSado-Guadiana inferior (fig. 6.3): Antonino (419, 4). Es por ello que sólo la naturaleza de su nombre lleva a considerarla dentro de un estudio • ARA A/NI: pudo ser una población menor, tal como prerromano de la región, puesto que no es más que otra se desprende de su cita (ARANDITANI) por Plinio, en- variante del término lusitano BOUTIUS/BOUTIA, co- tre los estipendiarios lusitanos (A/aL Hist., 4, 118). Poste- nocido especialmente como antropónimo, pero también riormente se recoge en el Itineraria de Antonino (426, como hidrónimo, arroyo del Bodión, en la misma pro- 3) y el Ravennate (IV, 43). Ptolomeo, en esa mezcla vincia (Blázquez Delgado y Sánchez Albornoz, 1918, 6; caótica de ciudades y pueblos con que describe el Su- Roldán, 1973, 225; Tovar, 1976, 222; Alarcáo, 1983, roeste, lo incluye como ARANDIS, con certeza entre los 75; Palomar Lapesa, 1957, 50-51; Albertos Firmat, pueblos Célticos (Geograp., II, 5, 5). 1966,60-61). Su localización, tomando como ciertas las medidas dadas en el Itinerario, permite un emplazamiento cerca- • CATRALEUCOS o KATRALEUKOS: es otro de no a Ourique, mejor que Alcá~ovas o Arraiolos, entre los oppida célticos citados por Ptolomeo y de los que no otras poblaciones propuestas (Roldán, 1973, 215; To- se sabenada más (Tovar, 1976, 214). var, 1976, 209). Respecto a su nombre, para Tovar, debe ponerse en relación con términos celtibéricos • CAECILIANA: se reconoce como una estación en comoARANDA y, suponemos que con los antropóni- la vía de Olisipo a Emerita, al oeste del oppiduni de mos ARAA/JUS/ARANL4, de repartición nordoriental, Caetóbriga. Por su nombre y naturaleza es lógico consi- aunque se localiza un ARANICUS en Venta de Caparra derarla como un emplazamiento militar republicano, (CIL II, 851 y Albertos, 1966, 30). Su carácter indoeu- quizá en forma de praedium, cuyo nombre rememora la ropeo nos parece, por tanto, indudable. posesión del lugar por Cecilio Metelo, durante la cam- paña lusitana contra Sertorio (Schulten, 1937, 70; véase • ARCOBRIGA: en realidad carecemos de evidencias el tema en el apartado «Cronistas históricos»). Se locali- para aceptar la presencia de esta población en el Sado- za con dudas en diversos puntos de los alrededores de Guadiana inferior. Ptolomeo (Geograp., II, 5, 5) la nom- Setúbal, pero no en Troya, como propuso Saa (1964; bra con las ciudades de la «Céltica», entre Miróbriga y Roldán, 1973,225; Tovar, 1976,216). Meróbrica, que situamos en la costa alentejana, y ello llevó a Tovar a incluirla en esta región (1976, 213; Rol- • CAFPL4NA: fue otro praedium republicano, esta dán, 1973,216). vez posiblemente fundado en el siglo II a. C. por Servi- La popularidad de su nombre, con radical *rk~ ‘oso’ y liano Cepión, durante su campaña de castigo en los años terminación -briga, entre la toponimia y onomástica cel- finales de la guerra con Viriato (véase apartado «Cronis- ta impide, por otra parte, negar su exitencia (Albertos, tas históricos»). 1966, 32; Untermann, 1961, 17, 18, 26, 27 y K:3). Así Se conoce sólo por su cita en Ptolomeo (Geograp., II, conocemos un ARCOBRIGENSIS en Coria, Cáceres 5), que la incluye entre las ciudades célticas. Su identifi- (CII. II, 2765) y otra Arcóbriga entre los celtíberos be- cación con la ciudad de Sesimbra, cerca del cabo Espi- los, en el Jalón (Cerro del Villar)-(Plinio, A/nt. Hist, III, chel, nos parece una mera especulación, sin fundamen- 24). tos sólidos (Tovar, 1976, 216). Como la anterior, se trataría de «cuarteles de campa- • ARUCCI: muestra una filiación más dudosa que los ña, abandonados posteriormente al quedar resuelto el anteriores, si bien presenta analogías con algún nombre fin bélico para el que fueron edificados» (Roldán, 1982, del Occidente peninsular, de raigambre europea, como 136-138). Sin embargo, sus emplazamientos estratégicos AROCIA, AROCUS (Albertos, 1966, 35). Con todo se debieron motivar nuevas reocupaciones e incluso la pre- considera uno de los escasos, si no el único, de topóni- sencia continuada de población civil, quizás perduracio- mo estrictamente meridional, cuya dispersión muestra nes de desconocidos asentamientos indígenas, que per- una naturaleza más sureña que oriental, y por ello, pu- mitiera el establecimiento y mantenimiento de las diera remitir a formaciones filológicas pre-ibéncas, en- mansiones recogidas por el Itinerario, siglos después. EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 63

• CAETOBRIGA: esta localidad se conoce por una crónicas alto-imperiales. Quizá pudiera haberse locali- importante fuente vial romana como el Ravennate (IV, zado en Serpa u otra población cercana. 44) apoyada por la obra de Ptolomeo que, como es ha- Su nombre es, evidentemente, producto de una com- bitual, presenta su nombre deformado: CETOBRICCA. binación del étnico peninsular Conii-, referido al histó- Sobre su localización hay bastantes dudas, aunquepare- rico pueblo del Suroeste, como se ha querido interpretar ce claro que se situaba en la península de Setúbal (Rol- Conimbriga, al sur del Duero. dán, 1973, 230; Tovar, 1976, 215-216; Alarcáo, 1983, 68). Tradicionalmente se emplazaba bajo esta misma • CURIGA: presenta la raíz cur- asimilable al indoeu- ciudad (Costa, 1896, 1898 y 1926; Costa, 1960), aun- ropeo *keu~: «hinchar>’, koueros/kuros «hinchado’, que otras propuestas, negando la evolución filológica «fuerte» (Albertos, 1966, 101), homologando su signifi- entre los nombre de ambas ciudades, la emplazan bien cado toponímico con <‘Teur-. Para mayor información, en su entorno, bien algo más al norte, en Palmela (Saa, remitimos a su estudio en el análisis de la A/aL Hist. de 1964)0, incluso, del otro lado del estuario, en la impor- Plinio. tante ciudad romana de la península de Troya (véase para problémática en general... Vasconcelos, 1895-c, • DIPO: es un oppidum indígena citado ya por Livio 59-60; Ferreira, 1959, 41-70; Silva e Soares, 1986, 156 (Ab U,: Con., 39, 30) al referirse a la primera incursión yss.). romana hacia la Lusitania, fechada en torno al 186 a. situándolo en la Carpetania, quizás por error (véase el • CONISTORGIS: es una de las ciudades importan- tema en el apartado «Autores históricos»). Posterior- tes periféricas, dado que en la misma raíz de su nombre mente, otra referencia aportada por Plutarco (¡-¡¿st., 1, queda patente su posible fundación conia o cuneta. Así 113) informa sobre su destrucción probablemente a ma- queda ratificada en fuentes republicanas como la Iberia nos de Metello, considerándola como validam urbem. de Apiano, 57 y ss., en la que se cita como gran ciudad Esta acción, ocurrida tras la campaña del Algarve, per- de los Cunetes. mite situar la fortaleza en el Alto Alentejo o la provincia Por ello, parec&á lógico localizarla cerca de el de Badajoz, dentro de la cuenca del Guadiana, emplaza- Algarve, último reducto de los Conios/Cunetes. Así lo miento que viene a coincidir, con el deducido del Itine- opina Schulten (1955-1957, 220) y lo apoya Tovar rario, 418,3 y de la Cosmografía de Rávena, 314,8. So- (1976,209). bre ello hay también claras discordancias, pues mientras Su localización es desconocida, habiéndose propues- algunos autores, como Alarcáo, la sitúan en las tierras to lugares dispares en razón a la cita de Estrabón, que la de Elvas, otros, como Rubio Muñoz, creen que debe incluye entre los Célticos (Geog., III, 2, 2). Ya hemos ex- estar más próxima a Mérida, en la comarca de Talavera presado nuestras objeciones al uso literal de las infor- la Real -Lobón, dado que el Itinerario la sitúa sólo a 26 maciones recogidas en las fuentes y, especialmente, de millas al oeste de Emérita (Roldán, 1973, 64; Alarcáo, la fácil confusión entre conceptos socio-políticos, y 1983,40 y 74; Rubio Muñoz, 1984,133). datos mensurables y objetivables. Prescindiendo de estas medidas, que sin duda están Por ello hemos planteado una utilización desmesura- ímcompletas (y no sólo porque no reflejen el paso por el da para el concepto de Turdetania que (y aquí viene el Guadiana, en Ajuda-Juromenha sino porque habría tra- error de interpretación posterior) rebasa el más reciente yectos fluviales no indicados) puesto que de ¿bora a concepto de Bética, mucho mejor definido por cuanto Emérita no hay 47 millas sino, más bien, un centenar, en se integra en el sistema catastral romano. Es factible su- línea recta-Arias, 1987, 122-123 y 1966). Topográfica- poner que Conistorgis se localizara al norte del Algarve, mente las alturas con mejores condiciones de defensa, en el Alentejo sur. que permitirían comprender los sucesos bélicos indica- Caetano De Mello Beiráo y el mismo Carlos Torres, dos, se encuentran en la zona portuguesa, o en el mismo director del Museo Arqueológico de Mértola, nos ex- castillo de Badajoz, donde sin embargo las fuentes via- presaron su profunda convicción de que Conistorgis se ñas no tienen en cuenta el importante oppidum de Sego- localizaba en esta última población y ciertamente, su via (Elvas-Campomaior). Descartado también Badajoz, emplazamiento e importancia concuerdan muy bien con cuyo nombre parece responder a otro topónimo prerro- las lógicas y esperables de la mítica ciudad. Desgracia- mano, es interesante observar que la concentración de damente su última cita histórica, la de Estrabón, impide necrópolis «céltico>’-romanas que justifica la intensa po- conocer el momento y las circustancias de su destruc- blación de la zona se extiende hasta el mismo cauce del ción y desaparición, ni si ésta fue seguida de una refun- Guadiana, bajo la impresionante fortaleza medieval de dación posterior, dado que este autor utiliza fuentes de Juromenha, lugar estratégico que podría haber sido la la Conquista, con uno o más siglos de antiguedad, y sa- vieja Dipo y por el que pasaría la vía de Olisipo a Emé- bemos por Apiano (Ib., 56) que la fortaleza fue atacada rita por Ébora (Viana e Deus, 1950-b, 1951 y 1955;He- y probablemente conquistada por los Lusitanos a me- leno, 1951 y 1971; Tovar, 1976, 218-219; Arias, 1987, diados del siglo 11 a. C., cuando ya era aliada de los Ro- 122). manos (véase apartado sobre los «Cronistas históricos>’). La propuesta de Mértola, como Conistorgis, puede • EBORA: citada por Plinio como municipio de de- parecer adecuada pero sorprende que, estando esta ciu- recho latino, con los nombres de Liberalitas Julia (A/at dad localizada sobre el inicio del tramo final navegable Hin, 4, 117), se reconoce como una de las principales del Guadiana, no se hubiese destacado más, como ocu- ciudades romanas delAlentejo por sus citas en todas las rrirá posteriormente con la ciudad de Myrtilis, en las fuentes tardías. Falta, sin embargo, toda mención en los 64 LUIS BERROCAL RANGEL cronistas de la conquista, incluso en Estrabón, por lo carácter costero que, como a Olisipo y Salacia, le atribu- que puede suponerse que la importancia de la población ye Plinio. Tovar, sin otros razonamientos, se inclina por surge con su estatus romano (Roldán, 1973, 236; Tovar, Sines (1976, 213), pero el conocimiento y estudio de 1976,217-218). ambos lugares nos permite apoyar un emplazamiento Sólo su nombre hace descartar, en principio, que se más lógico y eficaz en Vila Nova, donde se aprovecharía trate de una fundación nueva, dado que se trata de un el beneficio del pequeño estuario del Mira y las fantásti- topónimo celta de los más conocidos dentro y fuera de cas condiciones de un puerto natural mucho más idoneo Hispania, relacionado con el radical ereb(h)- «rojo’>, que la caía de Sines (donde, además, la proximidad de la «marrón», del que procede el celtico eburos, «tejo>’ (Al- Miróbriga de Santiago do Ca9ém resultaría de difícil ex- bertos, 1966, 111). Sin embargo, hasta la fecha, y pese a plicación). las constantes y numerosas excavaciones realizadas en esta ciudad (con estratigrafías de arranque republicano • MYRT¡L¡S: es uno de los topónimos prerromanos como la de Rua de Burgos), no se han encontrado vesti- que han perdurado hasta la actualidad, de forma que su gio alguno del asentamiento prerromano. De todas for- localización bajo la actual Mértola no ofrece género de mas, conociendo la intensidad del poblamiento de su dudas (Tovar, 1976, 210). comarca y alrededores, no puede descartarse la existen- La inscripción CIL II, 215 y la cita de Plinio (A/aL cia de un pequeño oppidum o hábitat de cualquier tipo Hisr., 4, 116) permiten tener la seguridad de su categoría en las alturas inmediatas. como municipiutn probablemente adjudicada desde Ce- sar, dado que Ptolomeo la nombra como «Julia Myrtilis» • MIROBRIGA CELTICORUM:esta ciudad, fue cali- y la actuación del general es de sobra conocida por la ficada de «céltica» por Plinio (Nat. Hin, 4,116), dato frecuencia que su nombre acompaña al praenomen indí- que ratificó Ptolomeo (Geograp., II, 5, 5). 1-la sido locali- gena de las ciudades del Suroeste (véase apartado sobre zada hace siglos en la ruinas del Castelo Velho de San- «Autores históricos’>). tiago do Cacém, a pocos kilómetros de la costa de Sines, Respecto a su nombre, ciertamente, parece de origen gracias al descubrimiento de diversas inscripciones y, oriental, tal como se observa por la inclusión de la . Tras diversas noti- sustrato del país y su imposición parece ser tardía pues- cias conocidas desde el siglo XVI, surgidas de paseos y to que se cita sólo a partir de fuentes alto imperiales «excursiones>’ arqueológicas de ilustradosegregios como (Mela, Chorog., 3, 7; Plinio, Nat Hist., 4,116; Ptolomeo, el marqués de Abrantes y el obispo Cenáculo, se realiza- Geograph., 4, 45, 4). Es por ello que resulta plausible ron excavaciones bajo la dirección de Femando de Al- se trate de la indígena Conistorguis (videsupra). meida a mediados del presente siglo (1964). Posterior- Acuña moneda bajo el sistema romano y con magis- mente se continuaron las excavaciones desde mediados trados latinizados, afines delsiglo II a. C., lo que da idea de la década de los setenta, esta vez dirigidas por ar- de su importancia económica y relaciones con las tierras queólogos de la universidad de Missoury y con la cola- meridionales (a través del Guadiana navegable), encua- boración de Carlos Tavares da Silva y Joaquina Soares, drándose en los patrones monetales turdetanos (Villa- del Museo Arqueológico y Etnológico de Setúbal, con- ronga, 1979, 141 y 151). firmando la existencia de un pequeño pero pujante oppi- dum protohistórico bajo el municipio romano (Soares, • NERTOBRIGA: correctamente localizada cerca de 1978;Soareselavares, l979yBiers, 1988). Fregenal, muestra un nombre compuesto de raigambre Sobre su nombre tanto la raíz Miro/Mero- como la céltica, con la conocida tenninación en -briga~ que se terminación -briga son especificas y bien conocidas de la interpreta con el significado de ‘poblado fuerte’ o fortifi- toponimia celta en la Península, con paralelos tan cerca- cación (Hubschmid, 1,487; Caro, 1981, 158). Para ma- nos como la Miróbriga pacense (en la Beturia Túrdula, yor información, remitimos a su estudio en el análisis de en el este de la prov. de Badajoz) o los estudiados a con- la A/aL Hist. de Plinio. tínuacion. • FAX ¡ULlA: parece emplazada sin dudas en la ac- • MEROBRICA: la única constatación de su existen- tual Beja, pese a que durante siglos se pretendiera locali- cia es su nombramiento, tras Olisipo y Salacia, como zar en la ciudad de Badajoz, de lo que sus habitantes ciudad importante de la costa entre el Tajo y el Algarve conservamos el gentiliceo de «pacenses» (Solano de Fi- (Nat. Hi.st., IV, 116). Su grafismo, diferente al de Miró- gueroa, reed., 1929; R.Dosma, 1870; Martínez y Martí- briga, que es citada poco después, permite sostener la nez, 1905; Morales, 1908; etc. Para una recesión com- sospecha de que se trata de una ciudad diferente, cuyo pleta de la polémica véase Mariner, 1973 y Rubio emplazamiento desconocemos. La hipótesis es apoyada Muñoz, 1984). Esta colonia (Plinio, A/aL Hisr., 4, 117; por la inclusión del oppidum de Merebriga, a continua- Estrabón, Geog., III, 2, 15), no muestra nombres indíge- ción de Miróbriga y Arcóbriga, en Ptolomeo, (Geo- nas prerromanos, ni su subsuelo ha proporcionado res- grapk, II, 5, 5). Si existió, que en ello creemos, debía tos ciertos, entre los numerosísimos de época romana, emplazarse en un tramo de costa no muy grande, entre con la excepción de piezas sueltas, como un fragmento Sines y Vila Nova de Milfontes. Quizás ésta última, so- de cerámica ática, localizado en las excavaciones del bre la desembocadura del río Mira sea el emplazamien- centro de la ciudad y que pudimos revisar, gracias a la to más coherente, aunque se ha querido situar en la ribe- amabilidad de su directora, Susana Correia (campaña reña Odemira, situada ya al interior, olvidando el 1989). El, TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 6± Considerada importante población céltica por Estra- • UCUL TUNJA: se ha querido leer como un nombre bón, debió ser agraciada con el bis Ladi por Cesar, de céltico con la variante UGULTUNIACUM, con que se ahí su nombre, mientras que Augusto le proporcionaría ha transmitido en la mayoría de las copias modernas. Si fue éste su nombre, como opinan Rodríguez Bordallo y la categoría de colonío (¡‘ovar, 1976, 211-212; Sayas Abengoechea, 1989,49-SOy 66). Ríos Graña (1976, 150), siguiendo a Jan, o debe inter- pretarse como un error del cronista, quien acostumbrado a escribir nombres célticos pudo unir la preposición cian • SAL4 CIA: es una de las grandes ciudades del Su- roeste, cuya riqueza en sal permitió mantener su nombre con eí nombre UGULTUNIA, tal como propone Múller hasta nuestros días, en Alcácer do Sal, o ‘castillo de la y mantiene García Iglesias (1971, 91) es una cuestión di- sal’, siguiendo una protohistórica tradición europea oc- Hcil de solucionar. Para mayor información, remitimos a cidental (Brin, 1987, 72). suestudio en el análisis de la A/ca. ¡fin de Plinio, Citada en la mayoríade los textos geo-etuográficos por la importancia y singularidad de su emplazamiento, dorni- naba el inicio de la importante vía de penetración que fue TOPONIMOS el estuario del Sado, con al menos setenta kilómetros de DE ACCIDENTES GEOGRÁFICOS navegabilidad desde el ñiar (Tovar, 1976,214-215). Su estatus de municipio parece claro> especulándose Respecto a los accidentes geográficos citados, y descar- sobre la concesión de éste por parte de Julio César. Ph- tando los hidrónimos que serán tratados a continuación, alo la cita con el sobrenombre de Urbs Imperatoria puede afirmarse que no son muy numerosos, limitándose a los principales cabos y serranías de la región fflg. 7), Una (Mac Hin, 4, 116). Resulta interesante la consideración de ciudad tarde- relación somera, en sentido de Norteal Sur, incluye: tana que le da Ptolomeo (Gteograp., 11, 2, 5), dado que, aunque sea ridículo pretender tal calificativo étnico, * CEMPS¡CUM PROMONTORIUM: es citado en el puede entenderse como reflejo de las tradicionales rela- Periplo por Avieno, en relación con el pueblo que habi- ciones comerciales que esta población mantuvo con las taba sus costas, los Cempsos (Oro Mar., y, 182>. Su local1- tierras fenicias, cartaginesas y meridionales en general, ~ación como el cabo Espichel parece indiscutida por lo tal como ponen de manifiesto la excavación de su ne- mitnw relación canecía de la cosía y sus ríos. Posterior- crópolis y del castillo (Correia, 1925, 1927 y 1972; Pai- mente se le conocerá como BARBARIO (Estrabón. Geog, III, 1, c. 151 y Ptolomeo, Ceogs-op., 11,5,3), término fre- xáo, 1970; Soares, 1978; Soares e Silva, 1980; Silva et cuente para designar cabos e islas alejadas del Medite- alil, 1980-1981). rráneo (Sehulten, 1952,195; 1959,341-432). • SECIDA, muestra uno de los radicales más fre- Frente a él y al resto de la sierra de Arrábida, se sitúa cuente de la onomástica céltica y germánica: seghi-: la península de Troya, que en la Dra Marítimo se descri- vencer’, cuya repartición en topónimos es tan abundan- be como la isla Achale, entrada meridional del estuario te como significativa (Untermaun, 1961, 18-19 y 34-35, del Sado. K:19; Albertos, 1966, 201). Existe otro topónimo simi- lar en la región, SEGOVIA, en Elvas, donde se excava * SA1W! AESTUARIUM: su estructura dejó pro- un importante poblado prerromano (Gamito, 1988). funda huella en los más antiguos geógrafos greco-lati- nos. Así el supuesto Periplo Massaliota omite la consx- Para mayor información, remitimos a su estudio en el deración de estuario a la desembocadura del Tajo, a (a análisis de la A/oc Risc de Plinio. que cataloga sólo como golfo (¿falta de conocimiento?), • SERIA: o “Cerit’>, como aparece en las monedas, pero si la indica para el Sacio, al describirla como «qua dlxi podría responder al radical indoeuropeo 4Ker como en more insinuare se / ante terris quodque Sardum nun- kueiros: ‘obscuro’ (Albe¡-tos, 1966, 85), que describe cupon4’ (Oro Mar, y. 149-150). Todo ello refleja el bien el aspecto, entre las serranías arboladas, de la ac- profundo conocimiento de esta vía (véase la descripción tual Jerez, cuyo nombre fue visto como un derivado por siguiente sobre Achale) de la que, a continuación, se di- Fha (1897, 336). Para mayor información, remitimos, ceque se tardasiete días a pie en recorrela. de nuevo, a su estudio en el análisis de la A/oc fila, de Posteriormente Estrabón indicará que «entra más de Plinio. 400 estadios desde la torre citada y baña ademas... Salacia» (Cúog., III, 3, Ji esta traducción, sobre el texto • TUROI3RIOA> repite la estructura anterior, con el presentado en la edición LOEB, parece más correcta y radical céltico ‘’). lo indicado, al encontrarse al sur de Troya, entre Sines y el Mira. Así lo afirma Lambrino y parece aceptarlo To- • !A/SULA A CHALE: es citada en la correcta des- var, quien indica que en todo caso la isla debía ser de cripción de la costa del supuesto Periplo Massaliota, a importancia para la navegación antigua (1956, 14; continuación del Cempsicum Promonrorium (Ora Mar, 1976, 213). Esta consideración no puede ser más acer- y. 184). Su emplazamiento en la actual península de tada y prueba de ello es el castillo medieval que se insta- Troya, probablemente BRAETOLAEUM, parece indis- ló sobre la isla do Pessegueiro y el fuerte de tipo Vau- cutible dado que, además de la posible perduración en ban, sobre la playa vecina. el nombre actual —Costa Cale—, se hace una viva des- Schulten la considera en el mismo estuario del Sado, cripción de los fenómenos que definen el estuario del hoy integrada en la línea costera junto a la citada Achale Sado, del que es último exponente: «dícese que en los (con la que no confunde). Para él, el portas patulusque confines de esta isla, las ¡ aguas nunca tienen aspecto sería el mismo estuario, algo que no parece coherente ni igual al del resto del mar, pues ¡ mientras en todas par- con la descripción real, ni con el mismo texto de Avieno tes hay un esplendor parecido/ al brillo del cristal den- (1959, 376 y 467). tro de las olas, siendo la cosa cierta que, a través de ¡la profundidad del mar, aparece en las ondas una imagen ¡ • BAJTOURIA o BAETURJA: aunque este topónimo azulada, allí, como recuerdan los antiguos, es enturbiado no puede considerarse, en absoluto, como «accidente el mar ¡ por inmundo lodo, hallándose siempre atasca- geográfico» su existencia, como región o comarca pre- do por la suciedad, ¡como el fango.» (vv. 185-195). rromana definida, es un concepto admitido, tanto en los La descripción relata, con gran realismo, la escasa geógrafos alto-imperiales, Estrabón (Geog., III, 2, 3), Pli- profundidad de las aguas de este estuario, que facilitará nio (A/aL ¡-¡¿st., III, 13-14) o Ptolomeo (Ceograplt, II, 4), la creación de salinas desde tiempos muy remotos. como en los historiadores de la talla de Livio (Ab U,-. Por otra parte, la presencia de esta isla, hoy unida al Con, 33, 26; 39, 30) o Apiano (¡ben, 68-69). Continente, es un signo inequívoco de antigUedad en el Estos mismos testimonios sirven para conocer que relato confirmando una fecha anterior a los cinco últi- los greco-latinos entendían como Beturia, las comarcas mos siglos del milenio, pues el desarrollo de las activi- «áridas’> y montañosas del Guadiana que, pese a su inte- dades de salazones fomentó la formación del istmo pe- gración política en la provincia Bética, estaban más allá ninsular actual. de las tierras septentrionales del Guadalquivir (véanse los testimonios decisivos de Estrabón y Plinio, así como • PATULUS PORTUS: es citado en la costa de los lo deducible del desarrollo de las guerras lusitanas, se- Sefes por el Periplo Massaliota (Oro Mar., y. 200), jun- gún Apiano). to a la isla Poetanion, tras la descripción, hacia el sur, Sobre sus habitantes, Plinio informa que podían dis- del estuario del Sado. Es extraño que se localice este tinguirse dos «gentes»: los Célticos, al Oeste, y los Túr- pueblo tan al sur, cuando por los versos siguientes sa- dulos, al Este. bemos que son los Cémpsicos los que habitan junto a Sobre sus ciudades, creencias y lengua, este mismo los Cinetes, bien emplazados en el Algarve. Mas aún, autor (A/aL Hist., III, 113-114) da informaciones y lista- cuando se acaba de situar el cabo Cémpsico al norte dos que, por lo general, se han visto refrendados por los de la isla y puerto referido, por lo que, con las reservas testimonios arqueológicos (García Iglesias, 1971). que exige todo dato de esta naturaleza, creemos que Por ello hoy puede afirmarse que la Beturia abarcaba, sería un lapsus o confusión del escritor o de sus copis- al menos, las tierras centrales y meridionales de la pro- tas posteriores. No obstante, si, siguiendo el texto de vincia de Badajoz, así como algunos territorios aledaños Pisano, interpretamos SAEFUMUM como una locali- de Ciudad Real y Córdoba, en el caso de la Túrdula, y dad, aunque su nombre pueda reflejar relación con los de Huelva y Portugal, en el caso de la Céltica. La com- Saefes, la cita es mucho más comprensible (véase co- paginación del ámbito de ésta última con la cuenca del mentario en Avieno). Ardila, y su plena pertenencia a las etnias y tierras que Su emplazamiento sólo puede tener dos opciones: la habitaban el Alentejo ya fue puesta de manifiesto en un caía de Sines, al sur del Cabo homónimo o el estuario trabajo anterior (Berrocal, 1 988-c). del Mira, en Vila Nova del Milfontes. Por la primera se Sobre su carácter prerromano parece no haber dudas, inclinan Berthelot y Lambrino, contradiciendo la pro- según se desprende de la equiparación con el dominio puesta de Leite de Vasconcellos que la situaba en la de- de los dos pueblos citados y de su mismo nombre. sembocadura del Mira (1956, 11; 1905, 16). Esta, sin Sin embargo, su incorporación a las tierras béticas pa- duda, no pudo ser ignorada pero su estructura cerrada rece resultado de los intereses geo-estratégicos de la contradice el epíteto del puerto Patulus (abierto), tal Conquista. como lo es la bahía de Sines. Nos apoyamos, para ello, en la oportuna cita de César Por último, apoyando esta identificación, Villalba en De Bel/o Civil4 1, 38, 1-2, ya tratada con anterioridad EL TESTIMONIO lITERARIO GRECO-ROMANO 67

Fig. 7: Los pueblos Célticos deIS, O. ysus posibles relaciones, según lasfuentes Greco-romanas. 68 LUIS BERROCAL RANGEL y en la conveniencia tardo-republicana de ir consolidan- Concretando sobre el hidrónimo del do Ana (Gua- do las tierras más cercanas a los dominios definitiva- diana), creemos que puede proceder, como el sufijo galo mente seguros. Por ello el concepto de «Beturia» no tie- anam-, de la raíz ab~¡*ap~ ‘agua corriente’ que según ne reflejo en la repartición paleoetnográfica de los Pokomy (IEW, 1 y 51-2) con labial sorda sonorizada se pueblos prerromanos del Suroeste, siendo los Túrdulos combinó desde antiguo, en lenguas indoeuropeas occi- de difícil diferenciación de los Turdetanos, y los Célti- dentales, con sufijos en nasal (*abn~), como se ve en la cos, parte plena de sus homónimos del otro lado del voz britona abbnach- para el concepto de aguas estanca- Guadiana. das, pantanosas, charcas, similar a la cuenca, e incluso, Pero, como se ha indicado, su nombre es plenamente al cauce del Ana en el estío. En este sentido es de interés indígena y de claro carácter celta. Tal como afirma Al- la presencia del antropónimo derivado APANUS/ bertos (1966, 48), el radical Baet- es muy abundante en APANA en la Lusitania, del que AANA, en Trujillo los países occidentales, en antropónimos, étnicos, topó- (CILII, 623) sería una «forma extrema en el proceso de nimos e hidrónimos. Se comprende así que lo comparta leninción’> (Albertos, 1966, 1 y Palomar Lapesa, 1957, con el Baetis clásico o con el Baine (primer nombre del 21). Miño, según Estrabón) sin que, en principio, tengan na- En todo caso nos parece infundado el origen africano da que ver con estos ríos. que le supone Schulten, al compararlo con la cita de un Quizás más interesantes son los topónimos y gentili- río Anatis en la costa marroquí (1963,66). cios extrapeninsulares, cuya similitud, en algún caso, es total. Se registra así el étnico belga Baetasi o el homóni- • ARDILA: con la raíz indoeuropea “A,-d-, conocida mo Bitúrigos, igual a Betúricos, (con el nexo Bituris en- en la población ártabra de Adrobricam (P. Mela, CM- tre los Vascones), referente al principal pueblo celta rog, III, 13), corregida por Hdbner en ARDOBRICA «histórico», cuyo principal emplazamiento estuvo en el (RE, II, 1, 1895, c. 615) que actualmente leemos AR- valle del Loira (Pauly-Wissowa, 1958, 111-1, voces Bitu- DOBRIGA y se localiza en el lugar de Breamo, Puente- riges y Bituris). Resulta llamativa la concordancia con deume(Millán, 1987, 121). que sea, este mítico pueblo, el autor de las migraciones e A,-d- es una raíz muy usada en las lenguas célticas actua- incursiones sobre Italia, Dalmacia y Oriente (Mansuelli, les, como se observa en el irlandés, del adjetivo ‘alto, 1967, 225 y 240; Kruta, 1987, II). Su localización his- grande, crecido’ o en el galés hardd ‘medrado, hermoso’, tórica en los alrededores de Burdeos (Bituriges Vivisci) así como en el latín con arduas ‘alto, escarpado’ (!EW, permite sospechar, con bastante certeza, que fueron mo- 339; Holder, AS 1, 1896, c.186; O’Sullivan- Quin, Con- tores de una tercera expansión, esta vez dirigida hacia el tribu en RíA, letra A, fase 2, 1967, cc. 385-387). Suroeste y de marcado cariz oceánico (fig. 7). Con significados tan descriptivos del Ardila y sus tie- nas como ‘alto, escarpado’ o ‘crecido’, pensamos que esta raíz está en la base de procedencia del hidrónimo HIDRONIMOS actual. Aunque pudiera ser herencia de un nombre ro- mano, la conservación en las corrientes fluviales de la Los nombres de ríos son, por lo general, un tipo de vertiente atlántica de nombre prerromanos es un hecho topónimo que no suele cambiar a través del tiempo, una generalizado. Un ejemplo más, junto al Duero, Tajo o vez que se ha reconocido y generalizado en una cultura Miño, está en el mismo do Guadiana. Sea como fuere, de medio o gran alcance. Que los correspondientes al estos nos parecen razonamientos más coherentes y con Sado-Guadiana puedan tener una procedencia prerro- mayor base argumental que la idea de Telles Antunes mana más o menos clara es, por ello, algo presumible sobre el origen del río en una supuesta antigua abunda- aunque, con la excepción de los ríos principales, mu- cia de ardillas “ardila, en portugués» en sus riberas (An- chos de ellos hayan sufrido tal proceso de transforma- tunes, 1985, 3-16). Por el contrario, encontramos un ción, que impidan, sin la rarísima confirmación epigráfi- buen paralelo en el do Adron, en Britania (Ray., 483, ca, conocer su origen. 7), tal como sugiere Schulten para el siguiente hidróni- mo (1963, 68). a) En la cuenca inferior del Guadiana, y como mero muestreo significativo, hemos considerado los siguientes • ADR UM: este afluente del Guadiana es el uníco cí- hidrónimos (fig. 7): tado en las Fuentes Clásicas, al servir como referencia al arranque de un camino de la calzada de Emérita a Olisi- • AA/A/S: es nombre prerromano, según se desprende po por Ébora: adAdrumflumem (It., 418, 2). Se cita este de las diferentes crónicas y textos clásicos, e incluso si se lugar a nueve millas (13 km.) al este de Evora. acepta la supuesta antigUedad de los topónimos de la 0,-a Schulten identifica el do con el Caia/Caya, pero si se Marítima, son el Anas y el Sado, parte de los más antiguos toma la dirección hacia Juromenha-Olivenza, que es la hidrónimos conocidos en la Península (AA/A, y. 205; que creemos correcta, el lugar puede señalar un camino SARDUM, y. 150 de la 0,-a Maritima). Esta idea no es meridional que partía hacia la desembocadura del Ardi- descabellada, pues, como se ha comentado, las formas es- ía, en el mismo Guadiana, por Moura. Esta opción nos pecíficas y arcaicas de los topónimos de Avieno son uno parece más factible, no sólo por la derivación del nom- de los indicios de la antigUedad de sus fuentes (o fuente si bre, sino también por el trazado del camino propuesto se acepta el Periplo). Significativamente estos dos ríos for- que corre recto y paralelo al afluente Degebe, con diver- man parte del escaso número de accidentes geográficos sos emplazamientos pre- y romanos, distanciados regu- que han mantenido susnombres hasta la actualidad. larmente entre sí. Por otra parte, aunque el Ardila es EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 69 afluente oriental del Guadiana, la distancia del lugar a call- (¡‘alomar Lapesa, 1957, 57; Albertos, 1966, 72) y éste no es mayor que la que le separa del Caya y, por el sufijo -ippo (Untermann, 1961, 34), con paralelos tan otra parte su categoría es sobradamente importante cercanos como el oppidum de Collipo, en Leiria. Quizá como para no pasar inadvertido. fue éste el nombre indígena del río, mientras Sardo sea Adrum es,por tanto, el nombre latinizado del Ardila. de procedencia foránea, formado con el indoeuropeo ser~mo, ‘do’, base de numerosos hidrónimos (Albertos, • BODION: como se indicó en el apartado de antro- 1966, 198; Pokorny, IEW, 909). pónimos y topónimos, este afluente oriental del Ardila, responde a formas del tipo BOUTIUS/BOUTIA, nom- Por último, debemos considerar el mismo río Mira: bres muy repetidos en todo el Occidente Peninsular, que creemos proceden de la raíz indoueropea «‘bhoudhi- • MIRA: respecto a esta pequeña corriente que, de for-

‘victoria’ (Pokorny, IEW, 163) - (Palomar, 1957; Alber- ma independiente, corre separando el Alentejo costero del tos, 1966, 57-8; 1987, 165). Un ejemplo cercano es la Algarve occidental, su mismo nombre repite una raíz o ermita de Botoa, «Budua’> romanizada, de Badajoz. componente conocido por los topónimos de oppida con Otro, el teónimo, es el Deo Bodo (dat.) de Villapalos, emplazamientos cercanos: Miróbriga, en Santiago do Ca- León (Albertos, 1966, 58). Esta forma parece más anti- ~ém (que no obstante se encuentra en la cuenca del Sado) gua y correcta que el cambio de la «d’> por la «t» de y Meróbrica, que para unos debe ser la misma que la ante- BOUT¡US y BOUTIA, antropónimos muy hispánicos, flor, mientras otros, considerándola diferente, la sitúan so- especialmente vellones y lusitanos (Albertos, 1966, 60- bre las noblaciones de Odemira o Vila Nova, en la orilla 1; 1985, 272). norte del citado río (Tovar, 1976, 212-2 13). Por tanto, no tenemos sufientes indicios como para poseer alguna certe- • SILLO: este pequeño, pero importante, afluente del zasobre la antigUedad prerromana del hidronimo Mira. Ardila recuerda en su nombre al Sil calaico. Aunque de Otras muchas corrientes, por lo general afluentes de éste se desconoce su nombre prerromano, Schulten no los anteriores, pudieran poseer nombre protohistóricos duda de un origen, al menos, itálico (SILIUSy SILO), tal (como Odivelas, que por la raíz uel- pudira significar como parecen confirmar la cita a unas ninfas en la ms- ‘río querido o río bueno’¿?), pero por lo general, a dife- cripción gallega CIL II, 5625 y los conocidos hidróni- rencia de lo que ocurre con las principales, estos arroyos mos itálicos Siliy Si/aras. y ríos secundarios han sido más proclives al cambio de SILO es nombre muy frecuente en Hispania y Euro- nombres, tal como se demuestra por la presencia abun- pa, sin que se pueda afirmar si es latino o asimilado de dante de hidrónimos de modernidad notoria: Róxo, Co- uno celta. Albertos (1966, 208) se inclina por esto últi- bres, Odeleite, Gallego, Pedruégano, Godolid, etc. mo, relacionándolo con el radical *selo~, ‘semilla’, como también había hecho con anterioridad Holder. En lo referente al Sillo, su uso como abastecedor de CECAS NUMISMATICAS diverso~ poblados prerromanos localizados en su cauce (San Sixto, Capote, Nertóbriga, el Castro de Fuentes, La integración del Sado-Guadiana en las alejadas tie- etc.) refuerza tal consideración, aunque pudiera ser rras del Occidente Peninsular es una de las causas más nombre latino dado que en él desemboca el Moriano elementales de la pocatrascendencia que el sistema mo- (MARIANUS), nombre derivado, como tantos otros netario tuvo entre sus pueblos, si se compara con los (por ejemplo Sierra Morena, Ceno Muriano), del mag- contemporáneos del sur y este de la Península. Su con- nate Sexto Mario (Schulten, 1959,245-246). dición meridional facilitó, sin embargo, la presencia de algunas escasas cecas monetarias, con emisiones indíge- b) En la cuenca delSado son, por su parte, de interés: nas, limitadas a producir pequeñas tiradas de ases o di- visores probablemente desde mediados del siglo lía. C. • SARDUM: el mismo río, según hemos planteado Dentro de este pequeño grupo de la amonedación con anterioridad, es citado por Avieno como recogido prerromana, que apenas alcanza la media docena de en el supuesto Periplo Masaliota, curiosamente bajo la ejemplos, cabría distinguir dos categorías según se dife- forma Sardo, que no sabemos si es debida a un error de rencien las cecas más antiguas, con un volumen de emi- los copistas intermedios o refleja oscuros fenómenos, sión menor pero con mayor dispersión y uso de leyen- por el momento, de difícil resolución (SARDUM, y. 150 das ya en caracteres latinos, de las más recientes, de la 0,-a Maritima). limitadas a producciones locales del siglo 1 a. C. No puede mantenerse la derivación propuesta por En el primer grupo, acuña con el patrón antiguo de Marques da Costa (1970, 197), en la que, con el sentido 31 gr., Myrtilis, que presumiblemente comenzada a emi- de rio de Salacia, propone Salado’Salgado’Saado>Sado. tir a finales de la primera mitad del siglo II a. C., según siguieran la evolución del sistema ponderal romano • KALLIPUS: citada su desembocadura por Ptolo- planteada por Crawford (1974, 50-55). La definición de meo (Geograph., 11,5) a 1.000 estadios al norte del cabo esta ceca es coherente y lógica, por cuanto es, con mu- San Vicente, e inmediatamente antes de Salacia, Caeto- cho, la más meridional y por ello, la más cercana al foco briga y el cabo Barbario (Espichel), el río fue identifica- ímpulsor. Llama la atención, sin embargo, la fecha tem- do con el Sado por Shulten (1963, 68-69) y ciertamente prana de emisión, dentro de la evolución de la conquista su situación parece correcta. del Suroeste, pero confirman el dato de Apiano (Iber., Presenta un nombre compuesto del indoeuropeo 56) sobre el estado de alianza que tenían, en este mo- 70 LUIS BERROCAL RANGEL

mento, las poblaciones del Algarve con Roma (resulta han considerado tradicionalmente como emisiones de de ello que, si Myrtilis acuña entonces, esta ciudad po- Salacia, aunque actualmente se supone que pudieran, al dHa no ser la mítica Conistorgis, que es citada por el au- menos las segundas, pertenecer a producciones de Cae- tor griego en este pasaje, en relación con un ataque de tóbriga. Así lo puso en relieve Gómez Moreno, quien los Lusitanos). ofrecía la lectura CE. TO.U.I.O.N, para el citado tipo Con fecha posterior, de finales del siglo II a. C. se pue- de leyendas en escritura prerromana del Suroeste den emplazar las emisiones de Dipo, según los patrones (1962, 913). Su peso reducido, menor a 14 gr. media, citados. hace suponer que se trata de emisiones modernas, idea En el segundo, las monedas de Cerit son propias del apoyada por presentar en el anverso la cabeza de Hér- siglo 1 a. C., ya con pesos muy reducidos y preludiando cules con las leyendas de los magistrados en caracteres las emisiones augusteas de ciudades como Ébora, Eme- latinos. En el reverso, en consonancia con la actividad rita o Pax Lulia, que debemos recoger dentro de la época principal del estuario, dos atunes y la leyenda sud-lusita- romanaen el Suroeste. na. Por último consideraremos el caso singular de las Con idénticos tipos, pero sustituyendo esta última le- emisiones supuestas de SALACIA/CAETOBRIGA, de yenda por la latina IMP.SAL, se conoce una segunda localización y patrones discutidos, cuya fecha aceptada emisic$n, acuñada en Salacia, quizás hacia el 45-44 a. C viene a ser de mediados del II a. C., y en las que se con- (Gil Farrés, 1966, 370 Guadán, 1969, ¡ 7<)~ Villaronga, serva, como «reliquia prehistórica’, la llamada <‘Escritu- 1979, 166). radel Suroeste”. La relación de cecas prerromanas es la siguiente: CONCLUSIONES

Grupo 1: 1. El estudio selectivo de las informaciones sobre el Suroeste Peninsular, recogidas en las diferentes obras • MYRTJL¡S: inicia, también, a mediados del siglo 1 geográficas, nos presenta un territorio que, por el cam- a. C. sus emisiones, aunque a juzgar por el peso de sus bio de Era, estaba ocupado por pueblos denominados ases (en torno a 28 gr.), pudieran fecharse algo mas tar- Célticos, dispersos en pequeños asentamientos por las de. No obstante hay autores que propugnan mayor mo- cuencas del Sado y el tramo inferior del Guadiana. 5cm dernidad para estas monedas, que presentan el anverso poblaciones que compartían el norte de este territorio con el motivo de un sábalo sobre su leyenda y en el re- con otras de raigambre lusitana, cuya aparición, al sur verso una espiga de trigo con el nombre de los magistra- del Tajo, se remonta a las campañas romanas de finales dos. Estos tipos tienen el interés de poderse englobar del siglo lía. C. dentro de unas emisiones similares que bajo el nombre El área meridional de la comarca está bien delimitada de «Grupo llipense>’ repiten motivos y metrologías simi- por la presencia de los Cunetes en el Algarve, hábitat lares durante la segunda mitad del siglo II a. C. en las tie- que pudo haber sido más amplio en siglos anteriores, rras turdetanas septentrionales (esp. Sevilla), llegando como se deduce de la consideración de «céltica’>, y no hasta la misma Mértola por el Noroeste (Villaronga, «cuneta», del oppidurn de Conistorgis que creemos en el 1979, 15-152). Esta comunidad monetaria es, sin duda, Sur (Estrabón, Geog, 111, 2, 1-2). reflejo de pautas económicas conjuntadas y en suma es- Por el Este tampoco presenta problemas su localiza- clarece una de las vías de penetración inicial de la amo- ción, gracias al texto de Plinio (A/at. ¡-¡¿st., 111, 13), que nedación desde la Bética y el dominio romano (el castro nos habla de los poblados «célticos” de la Beturia. Que- de Capote es el mejor ejemplo del impacto y penetra- da perfectamente claro que, por este nombre, los escri- ción de las monedas ilipenses por la Beturia (Berrocal y tores greco-romanos se refieren a la región situada a Canto, 1990 ). Los tipos desaparecen, como los restan- continuación de la bañada por el Guadalquivir, incluida tes, al iniciarse el siglo la. C. (Guadán, 1969,214). en la cuenca del Guadiana y definida por la existencia de cadenas montañosas (septentrión de Siena Morena) • DIPO: acuña emisiones locales muy toscas, con an- en su territorio que la limitan y diferencian, con clari- verso de cabeza viril y reverso de cornucopia sobre car- dad, de las tierras béticas, tradicionalmente turdetanas. tela con la leyenda de la ciudad, en caracteres latinos: Portanto podemos concluir que, con la excepción de DIPO (Gil Farrés, 1966,350; Villaronga, 1979,155). las tierras más septentrionales que están bañadas por los afluentes del Tajo (Sorraia, Grande, Sever, etc.) y que Grupo 2: fueron pobladas por Lusitanos, la cuenca baja o inferior del Guadiana desde la ciudad de Badajoz hasta la de • CERIT: en Jerez de los Caballeros, con emisiones Mértola (en la que inicia su desembocadura o tramo en bronce, de 5, 41 gr. y tipos de cabeza radiada, en an- final) y la del Sado, ocupando el litoral atlántico corres- verso y leyenda entre dos espigas, en reverso (Villaron- pondiente, fueron habitados por estos pueblos conoci- ga, 1979, 234). dos como «Célticos» y que, como especula Schulten (1955), pudieron ser los descendientes de los Cempsos Grupo 3: de Avieno (Ora Maritima). Sobre sus costumbres, ciudades, creencias y demás • SALACIA / CAETOBRIGA: la presencia de mone- rasgos culturales se ha conservado muy poco (con la ex- das con leyendas de lecturas EVIAM y KETO l~I0A/ se cepción de la importante cita de Plinio sobre la Beturia, EL TESTIMONIO LITERARIO GRECO-ROMANO 71

ya comentada) y ello es consecuencia de una cierta sola- ciones anteriores habían logrado (pese a conseguir un pación de sus rasgos culturales frente a los Lusitanos, sometimiento definitivo de los pueblos indígenas). Es primero, y a los Turdetanos, después. Las fuentes histó- por ello que la presencia de una nueva figura «aglutina- ricas, por lo general más cercanas a la realidad republi- dora” servíra para colocar bajo ella gran parte de las po- cana, reflejan claramente como la Beturia y el Alentejo blaciones del Suroeste, aunque ésta sea, ahora, tan ro- son tierras consideradas <‘lusitanas”, mientras los autores mana como Sertorio. geográficos del Alto Imperio presentarán cierta inclu- Al final, el nuevo período no sólo consolidará la ocu- sión del Suroeste en un concepto de Turdetania que, en pación definitiva del territorio sino que servirá para ini- términos indígenas, poco tenía que ver con la realidad ciar un proceso de integración cultural y social de los (una excepción comprensible serían las zonas de mayor pueblos nativos en las estructuras de la Civilización Ro- tradición y contacto comercial con el Mediterráneo, mana. Los efectos de la masiva participación «lusitana» como Alcácer do Sal en la desembocadura del Sado, o en el ejército sertoriano serán, en este caso, un impor- Mértola, en la del Guadiana). tante medio en el desarrollo del fenómeno romanizador. Por último, las fuentes históricas llaman la atención 2. Respecto a las noticias extrapolables de los escri- sobre las actuaciones de César sobre los oppida y las tores históricos, toda la dinámica se desarrolla en torno gentes indígenas. A mediados del siglo se consolida la al proceso de conquista por parte de Roma. En él se incorporación total del Suroeste al territorio geopolítico pueden diferenciar varios momentos de interés: romano, mediante la concesión de tierras y privilegios a El primero se encuentra definido por los movimien- eméritos y partidarios del general, y mediante el manteL~ tos de resistencia turdetanos datados en los inicios del nimiento de núcleos urbanos de carácter «paramilitar~i siglo IT a. C. Partiendo de la participación de «Célticos” y en una l)olítica de «enclaves estratégicos’> que permitirá «Lusitanos>’ en las sublevaciones béticas, hasta llegar al abordar con éxito el fin de la conquista de la Península. postrero sistema de incursiones sobre los pueblos alia- dos de los Romanos (tal como sostiene Chic García, 3. Del estudio de las localizaciones, ciertas y dudo- 1980 ), este periodo, que ocupa la primera mitad del si- sas, de los topónimos dados en los textos literarios greco- glo, refleja un escenario de conflictos al sur de Sierra romanos, de la Epigrafía y Numismática, se puede confir- Morena, que apenas es traspasado más que por infruc- mar que las poblaciones denominadas como «célticas>’ se tuososas acciones de castigo (por ejemplo las de C.Cal- localizan siempre dentro del área del Sado-Guadiana in- purnio y L.Qinctio en el 185-184 a.C.). ferior, y responden a categorías ligúisticas indoeuropeas Tal como planteó Knapp (1977), la estrategia general en su totalidad, salvo algunas notables excepciones como romana se basa en una política de mantenimiento del el caso de ARUCCÍ. Por otra partela constatación del tex- dominio efectivo sólo al sur del Baetis, respondiendo a to de Plinio (A/at. HIst, III, 13-14) con los hallazgos epi- los movimientos de oposición con actuaciones de casti- gráficos, permite afirmar que las tierras de la Beturia ‘’. protagonizadas por gentes del Sado-Guadiana, con cola- boraciones de pueblos lusitanos de más allá del Tajo. 4. Que estos pueblos habitaban en pequeños pobla- El escenario bélico progresivamente pasará de las tie- dos fortificados, castros u oppida;eran de naturaleza po- rras entre el Guadalquivir y el sur de Siena Morena, al bres y belicosos y esta facultad fue aprovechada por los sur del Guadiana y al norte de esta cadena montañosa, turdetanos, quienes los reclutaban como mercenarios respectivamente. Y como consecuencia de ello, durante para sus luchas de resistencia contra los cartagineses, esta segunda fase se plantea un cambio en la estrategia primero, y desde el siglo II contra Roma. Su régimen de de conquista romana que propiciará, primero el someti- vida, en el que la guerra y el «latrocinio» no fueron irre- miento definitivo de la Turdetania septentrional, des- levantes, debió sufrir las continuas conflagraciones del pués el acometimiento de una política ofensiva de con- siglo II y 1 a. C., empobreciéndose y padeciendo un pro- quista, cuya eficacia permite el rápido cambio de un ceso de despoblación hasta una importante reestructu- «ejército de conquista” a otro de «ocupación>’ en el Sa- ración del poblamiento cuyos inicios se atribuyen a Cé- do-Guadiana (Roldán, 1974). Surgen a partir de este sar, a mediados del siglo Ja. C. momento, datable en la segunda mitad del siglo u a. Con todo, las ciudades de importancia son escasas, los primeros asentamientos militares, en forma de prae- siendo la mayoría pequeños municipit praedia y pag4 y d¿a aunquesus ocupaciones no sean, aún, definitivas. puede afirmarse que nunca se alcanzó una vida plena- Un tercer período, fechado en la primera mitad del 1 mente urbana (muchos de los núcleos, como Nertóbriga a. C., viene definido por el desarrollo de las Guerras o Mirógriga, eran meros lugares centrales, aglutinadores Sertorianas. Su existencia es comprensible sólo desde la de la vida pública en un hábitat disperso). Sólo Paz lulia constatación de la debilidad del dominio que las actua- logró la categoría de colonia. 72 LUIS BERROCAL RANOEL

5. De los mismos textos literarios y de los antropó- tencia puede considerarse más como una perduración nimos, teónimos, topónimos, hidrónimos y cecas, se de- de las influencias <‘tartésicas’> que como exponentes de duce que estos «Célticos’> son pueblos de habla, creen- elementos ibero-turdetanos (Arucci, Dipo). cias, hábitats y costumbres integradas en las del Respecto a los teónimos, pesea ser escasos, no son me- Occidente y Norte Peninsular, con gran homogeneidad nos significativos pues denuncian, junto al mantenimiento a uno y otro lado del Guadiana, CONFORMANDO y proliferación de pequeñas divinidades protectoras como UNA DE LAS GRANDES UNIDADES SOCIALES lares y genios, la presencia de dos importantes dioses in- PRERROMANAS, confundida y abarcada por la ex- tercomarcales, que tienen en estas tierras sus lugares de pansión lusitana hacia el Sur, durante el siglo LI a. C. y culto centrales: ENDOVELICO y ATEGINA. por la turdetana, inherente al proceso romanizador, des- Ambos son de dispersión esencialmente occidental, de el siglo 1 a. C. perono especialmente lusitana, sino más al interior, vet- Según Plinio procedían de la Celtiberia, y por los tona. Ambos, también, encarnan los poderes básicos de nombres de algunas de sus ciudades, como Nertóbriga, la naturaleza, relacionados con el nacimiento y la muer- Segida y Arcóbriga, pudiera pensarse que serian descen- te, y con el sentido de renovación, encauzado en prácti- dientes de pueblos belos del valle del Jalón (Burillo, cas psicoterapéuticas. 1986). No obstante, ni la Arqueología ni la Filología mues- 6. Económicamente la sociedad tribal descrita con tran un posible origen tan preciso. En este sentido ha si- anterioridad se refleja en el escaso y tardío uso del siste- do de especial interés el estudio de la onomástica indí- ma monetal. La moneda propia aparece a partir de gena de la región, permitiendo distinguir una importante finales del siglo II a. C., con algunas acuñaciones margi- presencia de nombres de raigambre «lusitana”, junto a nales y meridionales como es la ceca de Mértola, o emi- otra, no menos relevante, de antropónimos indoeuro- nentemente comerciales como la de Salacia, y no alcan- peos en general, algunos con especial incidencia «celti- za un cierto desarrollo hasta época alto imperial, con bérica>’, y un tercer componente de nombres con ascen- producciones de la importancia de Emerita, Pax lulia o dientes y paralelos célticos y germánicos, de escasa o Ebora, aunque por la dinámica posterior, tuvieran una nula representación peninsular, fuera del área estudiada. breve existencia. Resulta, por otra parte, altamente significativo la falta de Excepto en el caso emeritense creemos que son acu- nombres de aspecto ibérico así como la presencia de al- ñaciones nacidas para las necesidades interiores de las gún caso, dudoso, relacionable con el mundo cartaginés cecas emisoras. o mauritano (BOCCHUS). La toponimia de poblaciones, accidentes geográficos 7. Queda, por último, confrontar estas conclusiones y territorios (BETURIA), asi como de hidrónimos, no extraídas de los testimonios indirectos de la época hace más que confirmar estos planteamientos, aún con (puesto que, incluso, las inscripciones también lo son), la presencia de nombres de tipo meridional, cuya exis- con las que extrapolamos de los restos arqueológicos.