Rómulo Betancourt Selección De Escritos Políticos (1929-1981)
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RÓMULO BETANCOURT SELECCIÓN DE ESCRITOS POLÍTICOS (1929-1981) FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT © De esta edición, para todos los países, FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT Caracas, Venezuela, 2006 ISBN: 980-6191-39-0 Depósito Legal lf3920063204536 Coordinación Editorial: Virginia Betancourt Valverde Diseño de colección y portada: Ulises Milla Paginación: Ediplus producción Impresión: Editorial Melvin C. A. Impreso en Venezuela Printed in Venezuela. RÓMULO BETANCOURT SELECCIÓN DE ESCRITOS POLÍTICOS (1929-1981) Compilación y estudio preliminar Naudy Suárez Figueroa FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT Caracas, 2006 RÓMULO BETANCOURT 6 FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT DIRECTORIO PRESIDENTE Virginia Betancourt Valverde MIEMBROS PRINCIPALES Germán Carrera Damas Eduardo Mayobre Herman Sifontes Naudy Suárez Figueroa MIEMBROS SUPLENTES Fernando Luis Egaña Marisela Padrón Luis Troconis Vezga COMITÉ ACADÉMICO Marco Tulio Bruni Celli Manuel Caballero Simón Alberto Consalvi Juan Carlos Rey Arturo Sosa Abascal SELECCIÓN DE ESCRITOS POLÍTICOS (1929-1981) 7 PENSAR, PLANTAR, CURAR LA DEMOCRACIA EN RÓMULO BETANCOURT Dos palabras políticas fundamentales dominaron, en momentos sucesivos, la vida venezolana del siglo XIX: patria y federación. Y a su sombra se hicieron las guerras más largas y sangrientas que haya conocido el país en su historia de medio milenio. Una tercera palabra de parecida naturaleza sobresalió entre todas, a su tur- no, en nuestro siglo XX: democracia. Bajo su bandera se ejecutaron lo mismo cambios políticos violentos –por ejemplo la llamada Revolución de Octubre de 1945– que otros, pacíficos, como aquellos representados en los procesos elec- torales destinados a la renovación de los poderes del Estado. Como hay una economía del pensamiento colectivo en cuya virtud ciertas palabras pueden llegar a concretarse en hombres, la primera de ellas, patria, se encarnó de manera privilegiada en Simón Bolívar.1 Y la segunda, en los gene- rales Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón, caudillos principales de la guerra llamada justamente de la Federación, que, dibujada inicialmente como una disputa en torno a la forma de Estado, desembocó, sin embargo, en un agudo y prolongado conflicto de rasgos sociales. En cuanto a democracia, la palabra vino a identificarse con el nombre de Rómulo Betancourt. Aunque esta obra esté destinada a colectar, para efectos de lectura y estu- dio, un importante número de testimonios escritos y orales que suministrarían la prueba de que prácticamente ningún tema político, económico o social im- portante (el papel económico y social del Estado, el nacionalismo, la reforma agraria, la industrialización, la explotación petrolera, el desarrollo social…) fue ajeno al interés del notable hombre público venezolano en una u otra o todas las etapas de su vida política, en estas líneas de introducción de la misma nos limitaremos a exponer de qué manera fue cobrando fondo y forma la idea-fuer- za a cuyo alrededor parecen haber rotado todos y cada uno de dichos temas: la democracia. Y a comprobar cómo el pensar, plantar y curar la democracia constituyeron estaciones sucesivas de su pensamiento y su quehacer concreto políticos. PENSAR LA DEMOCRACIA, BAJO REGÍMENES DICTATORIALES O “PROTODEMOCRÁTICOS” El “pensar la democracia” habría aflorado por primera vez en Rómulo Be- tancourt en la que constituyó probablemente la etapa venezolana más distan- te de la práctica del sistema político que por definición, se asienta en “el gobierno 1. Aunque también en el general José Antonio Páez: Venezuela agradecida le tributó en 1830 el calificativo de Padre de la Patria, luego de que aquél encabezara un proceso de separación de nues- tro país respecto de la Gran Colombia que estaba en el orden aparentemente necesario de las cosas y el propio Bolívar había reconocido más de una vez como inevitable. NAUDYRÓMULO SUÁREZ BETANCOURT FIGUEROA 8 del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, a saber, la “dictadura perpetua” del ge- neral Juan Vicente Gómez (1908-1935). El propio Betancourt dejó confesado por escrito cómo, carente de forma- ción política moderna en un país sobre el cual la misma había tendido una suer- te de pétreo cerco cultural, la pequeña élite inteligente representada por los universitarios que insurgieron en la Semana del Estudiante de febrero de 1928 contra dicho régimen no había pasado, como consecuencia, de manejarse sino dentro de un ya rancio concepto “jacobino” y “liberaloide” de la política.2 Se explicaría así cómo, cuando –escapado del país para iniciar un exilio político de seis años– probara, en 1929, el joven Betancourt,”, trazar lo que él mismo llamaría el esquema de la ideología de su grupo rebelde en un panfleto político impregnado todo de hiel anti-gomecista, “En las huellas de la pezuña, pudiera escribir: “Luchamos por una democracia decente, distinta de esta democracia a ultranza de hoy, donde actúa como elemento dirigente el individuo más “guapo”, el más hábil en el manejo de la macana, y no el más capacitado ética e intelectualmente para esa función; luchamos porque nuestra política interior de peculado y monopolio sea substituída por otra de honradez y libre concurrencia; y porque nuestra actuación de pueblo den- tro de la comunidad internacional se despoje de esas babosidades indecorosas para con la primera gentualla elevada a gobierno en cualquier país del mundo; luchamos por- que elementos civiles sustituyan en el manejo de la cosa pública a los sargentones analfabetos que han venido monopolizando la política y la administración; luchamos porque hombres nuevos, sin cuentas insolventes con la justicia histórica, asuman papel dirigente; luchamos, en síntesis, por la conquista de un estado social equilibrado y armónico, propicio al libre desenvolvimiento de las aspiraciones colectivas”.3 Bien lejos de anclarse por largo tiempo en tales puntos de vista, Betancourt conoció, con todo, entre 1930 y 1931 un brusco cambio de orientación política: aquel que le aproximó al comunismo en un tiempo en el cual, relativamente fresca la revolución antizarista de 1917 que condujo al establecimiento de la Unión Soviética, la ideología que había inspirado a Lenin y Trotski esplendía en su cenit. Hay que precisar, con todo, que el comunismo de Betancourt no fue ni siquiera en su primer momento uno “ortodoxo”, sino más bien otro que deno- minara con buena razón el ensayista Mariano Picón Salas “de tierra caliente” 4, vale decir, sometido a una importante reelaboración de específico tinte latino- americano. 2. Ver carta a Ricardo Montilla y Raúl Leoni, desde Heredia, Costa Rica, fechada el 1° de junio de 1935, en: SERVICIO SECRETO DE INVESTIGACIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA: La verdad de las actividades comunistas en Venezuela, p. 196. Citaremos esta obra en adelante con su nombre más conocido: Libro Rojo. 3. BETANCOURT, Rómulo y OTERO SILVA MIGUEL: En las huellas de la pezuña, Santo Domingo, 1929, p. 21. 4. En: Betancourt, el Rómulo de aquí, texto incluido en el libro Un hombre llamado Rómulo Betan- court / Apreciaciones críticas sobre su vida y obra, p. 216. SELECCIÓNPENSAR, PLANTAR, DE ESCRITOS CURAR POLÍTICOS LA DEMOCRACIA (1929-1981 EN) RÓMULO BETANCOURT 9 Lo escrito no fue obstáculo para que Betancourt no pareciera haber asimi- lado del comunismo internacional del comienzo de la década de los treinta, imbuido del rabioso radicalismo que le imprimía por el tiempo la III Interna- cional, dirigida a control remoto por la Unión Soviética (o lo que era lo mismo: por el autocrático gobernante de dicho país, José Stalin) una fuerte reticencia para con la clase de democracia puesta entonces en práctica en países occiden- tales como Inglaterra, Francia o los Estados Unidos. Tal prevención exuda de unos cuantos de sus textos políticos primerizos. El Betancourt que, en un documento político fundacional de la Agrupación Re- volucionaria de Izquierda (ARDI), el Plan de Barranquilla del 22 de marzo de 1931, luego de ejecutar un agudo análisis de la historia de Venezuela como país independiente y descubrir en el caudillismo, el latifundio y la penetración im- perialista de su economía sus problemas de mayor envergadura política, econó- mica y social, concluirá con la afirmación de que la revolución nacional debía “… ser social y no meramente política”,5 y también señalará, a poco luego, como objetivo político nacional por alcanzar “… un tipo de Estado nuevo, antiimpe- rialista y socialista, instrumento del pueblo para la realización de la Justicia Social”.6 Para llegar hasta allí, sin embargo, era necesario seguir –siempre según Betancourt– un camino en el que la propuesta democrática debía ocupar un lugar importante, si bien puramente estratégico. De aquí se derivó uno de los más importantes puntos de vista políticos que le enfrentaron a la III Internacional, entonces embarcada en un combate frontal contra la “democracia burguesa” y las corrientes partidistas que hacían vida dentro de ella, en particular la de etiqueta socialista democrática europea. En carta desde San José de Costa Rica del 15 de agosto de 1932, pudo escribir, por ejemplo, Betancourt a Valmore Rodríguez, su compañero de la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI), sobre la “majadería” implicada en la estig- matización por parte de los comunistas “… de las consignas de democracia polí- tica para los partidos semicoloniales” 7 y hablarle en seguida de “… las grandes masas explotadas, que no saben –como lo sabemos hasta la sacie- dad nosotros– que el parlamentarismo y el sufragio universal y demás majaderías demo-liberales, son simples tapaderas de la dictadura burguesa, que necesitan ex- perimentar en cabeza propia el fracaso de su fe en esas vías de lucha, pero que mien- tras no fracasen, creen (en) ellas y es difícil, casi imposible, que se resuelvan a la acción directa”.8 5. Libro Rojo, p. 291. 6. BETANCOURT, Rómulo: Con quien estamos y contra quien estamos, opúsculo que en Antología política, Volumen Primero, p. 400. Se trata de un opúsculo que data de fines de 1931 y comienzos de 1932. 7. Libro Rojo, p. 183. Por “partidos semicoloniales” debía entenderse aquellos de adscripción comunista existentes en los países de condición “semi-colonial”, entre los cuales se contaría entonces Venezuela.