Sticas En La Argentina Del Siglo XX
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Inti: Revista de literatura hispánica Number 52 Argentina Fin De Siglo Article 32 2000 Trayectos de las artes plásticas en la Argentina del siglo XX Miguel Angel Muñoz Follow this and additional works at: https://digitalcommons.providence.edu/inti Citas recomendadas Muñoz, Miguel Angel (Otoño-Primavera 2000) "Trayectos de las artes plásticas en la Argentina del siglo XX," Inti: Revista de literatura hispánica: No. 52, Article 32. Available at: https://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss52/32 This Otras Obras is brought to you for free and open access by DigitalCommons@Providence. It has been accepted for inclusion in Inti: Revista de literatura hispánica by an authorized editor of DigitalCommons@Providence. For more information, please contact [email protected]. TRAYECTOS DE LAS ARTES PLÁSTICAS EN LA ARGENTINA DEL SIGLO XX Miguel Angel Muñoz Universidad Nacional de Buenos Aires xponer, en un breve artículo, el desarrollo de las artes plásticas en la Argentina durante el siglo XX resulta riesgoso. Toda síntesis puede devenir en mero reduccionismo, las clasificaciones siempre resultan insuficientes, las selecciones, injustas. Este es el riesgo y el desafío de las páginas que siguen, pues pretenden recorrer y demarcar algunos de los principales caminos que han seguido las artes plásticas en la Argentina durante este siglo. 1. La construcción de una modernidad con "carácter propio" "El siglo XX se aproxima; con él vendrá nuevamente un año diez. ¡Que sea de revolución artística y literaria, de manifestación de un carácter propio, de costumbres nuestras, y que entonces un nuevo Vicente López cante el himno de 1 a independencia del alma argentina!". Con esta exhortación terminaba un discurso pronunciado porel poeta Rafael Obligado en 1893 en El Ateneo. Anunciaba de esta manera una de las principales empresas a la que se abocarán en los años siguientes los artistas, los intelectuales y hasta los funcionarios de gobierno: darle forma a un arte con caracteres propios, nacionales. Esta meta implicó, necesariamente, la profesionalización de la actividad artística y, por consiguiente, su modernización. Modernización en la cual, la Argentina siguió el modelo europeo de constitución de un "campo" relativamente autónomo para el arte (1). En consecuencia, la finalidad de lograr un "arte nacional" corrió pareja con la meta de modernizar, a la europea, la práctica artística. Desde los inicios de nuestra modernidad 512 INTI N° 52-53 artística, esta necesidad de actualizarse, de abrirse a las novedades internacionales, aparece junto con el empeño puesto en definir la identidad nacional a través del arte. Durante buena parte del siglo XIX, las instituciones artísticas -de las cuales dependen en gran medida la autonomía de la práctica y de la teoría artística- son casi inexistentes en la Argentina. Hay pocas e improvisadas escuelas de arte, no hay museos, salones o espacios específicos para exponer las obras de pintores y escultores. No hay coleccionistas ni críticos. Esta situación se va modificando paulatinamente en la segunda mitad del siglo cuando el gobierno nacional y los provinciales comienzan a otorgar becas a jóvenes estudiantes para perfeccionarse en Europa. Por su parte, la fundación de instituciones de enseñanza y promoción de las artes fue encarada por los artistas de la "Generación del 80" quienes, además de su obra plástica, realizan una decisiva obra institucional. En un lapso de tiempo relativamente breve se fundan esas instituciones, inicialmcntc de carácter privado. La primera de ellas, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, aparece en 1876 por iniciativa de un grupo de artistas entre los que se cuentan Eduardo Sívori, Eduardo Schiaffino y José Aguyari. En 1878 la Sociedad Estímulo abre su Academia con las clases de dibujo y pintura que dicta el italiano Francesco Romero y en 1893, Lucio Correa Morales abre allí un taller de escultura, el primero en el país. Otra institución pionera en la promoción del arte es El Ateneo, fundado en 1892 en la casa del poeta Rafael Obligado, donde participan los pintores Eduardo Sívori, Graciano Mendilaharzu, Augusto Ballerini, Ángel Delia Valle y Eduardo Schiaffino, entre otros. A partir de 1892 El Ateneo organiza las primeras exposiciones colectivas de arte argentino. En la de 1894 se exhibe un conjunto de obras representativas de los artistas de esta generación: Sin pan y sin trabajo de Ernesto de la Cárcova, La vuelta del malón de Delia Valle, El corsario La Argentina de Martín Malharro y Margot de Schiaffino. Obras en las que predominan los principios del realismo, dominante entonces en las academias europeas. A partir de fines del siglo, en el marco de su enérgica política educativa, el Estado comienza a participar activamente en esa institucionalización. En 1895 se funda el Musco Nacional de Bellas Artes (inaugurado en 1896 en el edificio del Bon Marché, hoy Galerías Pacífico, bajo la dirección de Eduardo Schiaffino) y en 1905 se nacionaliza la Academia de la Sociedad Estímulo dirigida por Ernesto de la Cárcova. En este proceso de constitución del campo artístico, es preciso destacar el papel cumplido por la prensa periódica en cuyas páginas las artes plásticas comienzan a ocupar un lugar. Si bien en estos años aún no existe una crítica de arte profesional, el espacio que los periódicos y los primeros magazines ilustrados le dedican a las artes plásticas va haciendo de ellas una cosa pública, sujeta a la opinión y a la polémica. MIGUEL ANGEL MUÑOZ 513 La obra plástica de estos artistas de la "Generación del 80" se inserta dentro de los criterios estéticos de un realismo artístico matizado por elementos provenientes del simbolismo finisecular. Realistas son las pinturas expuestas en el salón de El Ateneo. Realistas son las esculturas de nuestros primeros escultores: Correa Morales, Cafferatta, Lola Mora. El impre- sionismo, y más aún el postimpresionismo, son prácticamente desconoci- dos. En este contexto, las exposiciones de Faustino Brughctti en 1901 y de Martín Malharro en 1902 se consideran las primeras muestras de pintura impresionista en el país. Brughetti, que acababa de regresar de Italia, estaba más cerca de los macchiaioli italianos que de los impresionistas franceses. También está vinculada con los macchiaioli la pintura del italiano Alfredo Lazzari quien se radica en 1897 en la Argentina. Este artista, además, puede considerarse el iniciador de la "Escuela de La Boca" ya que fue uno de los primeros que toma a ese barrio de Buenos Aires como tema para sus pinturas al aire libre y es el maestro de pintores como Benito Quinquela Martín, Fortunato Lacámera, Santiago Stagnaro y Arturo Maresca. Sin embargo, el impresionismo en la Argentina está indisolublemente unido al nombre de Martín Malharro quien conoció esta escuela durante su estancia en París y a su regreso fue su combativo defensor tanto en la práctica artística como en numerosos artículos periodísticos. Luego de formarse en la Academia de la Sociedad Estímulo, Malharro viaja en 1895 a París. Allí conoce la pintura impresionista pero lo seducen mucho más las nuevas propuestas de los postimpresionistas. En las pinturas que realiza a partir de entonces su pincelada no se limita a captar sensaciones lumínicas sino que se carga de fuerte expresividad. Esto resulta evidente en los ricos empastes y el intenso colorido de óleos como En plena naturaleza (1901) o Las parvas (1911). En 1901 regresa a Buenos Aires y al año siguiente exhibe sus pinturas en la galería Witcomb. A partir de entonces, Malharro se muestra sumamente activo en el incipiente campo artístico de Buenos Aires. Además de continuar con su tarea de pintor, publica numerosos artículos en defensa de la nueva pintura y del arte nacional. Realiza también una importante labor docente como inspector técnico de dibujo que culmina con la publicación de su libro El dibujo en la escuela primaria (1911). Sin embargo, la figura de Malharro presenta matices conflictivos para sus contemporáneos. Esto pudo deberse a lo novedoso de su pintura, a los problemas que se habrían suscitado tras su paso como inspector técnico de dibujo, a su compromiso político con el anarquismo y también a su persona- lidad, que lo inclinó a relacionarse más con los jóvenes artistas -Ramón Silva, Walter de Navazio, Luis Falcini o Carlos Giambiaggi- que con los consagrados. Entre 1910 y 1911 se avanza en la constitución del campo artístico: la realización de la Exposición Internacional de Bellas Artes del Centenario de 1910 (la primera organizada porel Estado Nacional, en la que participan 514 INTI N° 52-53 numerosos artistas europeos y americanos) y la apertura, en 1911, del primer Salón Nacional de Bellas Artes, son instancias que marcan ese proceso. La existencia de un salón oficial de bellas artes, con aceptados y rechazados, fue durante muchos años un factor decisivo en la dinámica de fuerzas que constituyen ese campo. En la creación del Salón Nacional de Bellas Artes tuvo gran protagonismo el grupo Nexus, constituido en 1907 por artistas que ya gozaban de algún prestigio o reconocimiento oficial, como los pintores Pío Collivadino, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Carlos Ripamonte, Fernando Fader y el escultor Rogelio Yrurtia. La obra de los pintores del Nexus pueden deno- minarse "impresionista" porque privilegia la temática del paisaje, la paleta clara y la pincelada suelta. Sin embargo, es un impresionismo ya académico que, en sintonía con el nacionalismo cultural de esos años, privilegia los "paisajes nacionales", las escenas tradicionales y los personajes "típicos" del interior del país. Los artistas más destacados del Nexus fueron el pintor Fernando Fader y el escultor Rogelio Yrurtia. Radicado desde 1916 en Córdoba, Fader realiza allí sus obras más importantes, como La mazamorra (1927) en la que idealiza al hombre de campo mostrándolo en mística comunión con la tierra. Por su parte, en la obra de Yrurtia culmina la escultura monumental de principios de siglo. Con una marcada influencia de Rodin, Yrurtia es el autor de importantes monumentos como el Canto al Trabajo (1922) y el Monumento a Dorr ego (1927).