UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE HISTORIA

«CAMPESINOS Y RADIOS»: ASPECTOS SOCIALES DE LA TECNOLOGIÁ EN LAS ESCUELAS RADIOFÓNICAS DE (1950-1970)

Trabajo de Grado presentado para optar por el título de Magíster en Historia

Presentado por: Jorge Rojas Álvarez 199714150

Director del Trabajo de Grado: Mauricio Nieto Olarte

Bogotá D. C., noviembre 18 de 2014

Tabla de contenido

1. Introducción ...... 4 2. El contexto político y económico de la radio en la región ...... 10 2.1. La radiodifusión en la región de América Latina...... 10 2.2. El contexto político, económico y educativo en entre 1950 y 1970 ..... 15 2.3. La industria radial en Colombia ...... 21 3. Las Escuelas Radiofónicas de Radio Sutatenza y su diseño tecnológico ...... 24 3.1. Generalidades del programa de las Escuelas Radiofónicas ...... 24 3.2. El diseño inicial del programa de Escuelas Radiofónicas ...... 26 4. La radiodifusión y sus artefactos ...... 33 4.1. Los transmisores y centros de transmisión ...... 35 4.1.1. El uso de las frecuencias ...... 39 4.1.2. La construcción de la audiencia a través del centro de transmisión ...... 40 4.2. Los radio-receptores del programa ...... 44 4.2.1. La controversia de las importaciones de los radios ...... 46 4.2.2. Las problemáticas de las pilas ...... 49 4.2.3. La publicidad para la compra de los radios ...... 52 4.2.4. La entrega del radio-receptor ...... 55 4.2.5. La «sincronización» de las frecuencias en los radio-receptores ...... 57 4.2.6. Otras problemáticas de uso ...... 61 5. La radiodifusión de las EERR y su organización ...... 63 5.1. Las oficinas de Acción Cultural Popular ...... 66 5.2. La elaboración de libretos de los programas...... 69 5.3. Los institutos campesinos y la participación del campesino ...... 74 6. La apropiación de la radio ...... 78 7. Conclusiones ...... 87 8. Referencias bibliográficas ...... 92 8.1. Fuentes primarias ...... 92 8.2. Fuentes secundarias ...... 93

2

Tabla de ilustraciones

Ilustración 1. El campesino tal como es ...... 27 Ilustración 2. Realizaciones a través de la Escuela Radiofónica ...... 27 Ilustración 3. ¿Por qué es así? ...... 28 Ilustración 4. Supresión de las dificultades ...... 28 Ilustración 5. Sistema de las Escuelas Radiofónicas ...... 30 Ilustración 6. Puesta en escena de las EERR ...... 31 Ilustración 6. Cobertura de los centros de transmisión 1969 ...... 39 Ilustración 7. Las pilas: su instalación y estructura ...... 51 Ilustración 8. Publicidad para la adquisición de radio-receptores ...... 53 Ilustración 10. El empaque de los radio-receptores y un ejemplo ...... 56 Ilustración 11. La «sincronización» de frecuencias de los radios ...... 59 Ilustración 12. Libreto de clase de EERR «Contabilidad agropecuaria» ...... 70 Ilustración 13. Libreto de programa «Catecismo» ...... 72 Ilustración 14. Libreto del programa «El Correo Sutatenza» ...... 73 Ilustración 15. Carta de la alumna-oyente Lilia Páez (Pacho, Cundinamarca) ...... 81 Ilustración 16. Respuesta a la carta de la alumna-oyente Lilia Páez ...... 85 Ilustración 17. Formato para transmitir las coplas de la alumna-oyente Lilia Páez ...... 86

3

1. Introducción

El programa de Escuelas Radiofónicas (EERR) de la emisora colombiana Radio Sutatenza y la organización Acción Cultural Popular (ACPO), surgió a finales de los años cuarenta como una opción de educación rural masiva en el Valle de Tenza (Boyacá). Esta iniciativa pedagógica fundada por Monseñor José Joaquín Salcedo Guarín, convirtió su esquema de enseñanza a distancia en referente en el uso de la radiodifusión con fines educativos para campesinos en América Latina. A lo largo de sus más de cuarenta años de funcionamiento, la formación campesina no formal se realizó con 5 estaciones de radio, que cubrieron todo el territorio nacional y tuvieron alcance a nivel mundial.

Las cifras que se presentan a continuación muestran tanto la importancia del proyecto educativo como su cobertura (Bernal Alarcón, 2012, p. 11):

 Se distribuyeron 6.453.937 cartillas de Educación Fundamental Integral en 955 municipios del país.  El semanario «El Campesino» editó 1.635 números consecutivos para un total de 75.749.539 de ejemplares.  Se respondieron 1.229.552 cartas provenientes de los alumnos y oyentes de las emisoras, al igual que de lectores del semanario.  Se formaron 20.039 dirigentes campesinos  Se realizaron 4.365 cursos de extensión en 687 municipios del país.  Las emisoras de la cadena de Radio Sutatenza transmitieron programas durante un total de 1.489.935 horas.  Se repartieron 690.000 Disco Estudios en conjunto con 170.000 cartillas, las cuales se hicieron llegar a 687 localidades.

El presente estudio tiene por objetivo describir y analizar algunos aspectos sociales presentes en el proceso de desarrollo tecnológico de las EERR. Además de relacionarlos

4 con marcos teóricos de historia de la tecnología que aborden el problema de la innovación tecnológica y sus aspectos sociales.

El objetivo de identificar los aspectos sociales en la tecnología de la radio en el programa de las escuelas radiofónicas se llevará a cabo concentrándose en una definición de tecnología que combine los aspectos técnicos, con los organizativos y culturales, que sirvieron como base del programa educativo. Con esto se busca cimentar categorías para articular tanto los aspectos técnicos como sociales con las perspectivas de apropiación de la radio y los medios complementarios para dicho fin.

Algunas de las inquietudes para tratar dichos aspectos, han surgido de varios debates sobre formas de estudiar la tecnología que analicen y amplíen la perspectiva investigativa hacia otros aspectos del cambio tecnológico más allá de las tradicionales historias de invención. Estudiosos de la corriente de la economía de la innovación como Nathan Rosenberg han opinado sobre las discusiones acerca del cambio tecnológico:

Durante varias décadas, muchos historiadores, incluso historiadores económicos, se han centrado en un único aspecto del progreso técnico: «¿quién fue el primero en hacerlo?» Estas cuestiones son importantes en la historia de la invención. Apenas se ha prestado atención a la velocidad con la cual las nuevas técnicas han sido adoptadas e incorporadas al proceso productivo. Verdaderamente, es como si la difusión no existiera (Rosenberg, 1993).

Como se verá posteriormente, esta discusión es relevante en el caso de las EERR de la ACPO, ya que no fueron las primeras en usar la radio con fines educativos en el territorio nacional, pero su la combinación del uso de la radiodifusión, otros medios de comunicación y su organización, la que hace relevante este caso a nivel tecnológico.

Abrirse camino desde la invención hacia los aspectos sociales de la tecnología, también supone alejarse de la búsqueda por privilegiar el diseño tecnológico de artefactos, como lo observa Carroll Pursell, citado por el historiador de la tecnología David Edgerton: «la historia de la técnica, tal como se la estudia hoy en día, privilegia el diseño sobre el uso, la

5 producción sobre el consumo, y los períodos de “cambio” por encima de aquello que parecen ser estáticos y tradicionales» (Edgerton, 2004, p. 7). Aunque el recién ordenado Sacerdote Salcedo poseía conocimientos como radioaficionado y realizó algunos experimentos con la elaboración de radios caseros, quien le proporcionó la tecnología necesaria para su primera transmisión entre Sutatenza e Irzón, fue su hermano Antonio José Salcedo, quien poseía formación y experiencia en el campo de la electrónica de radios, le adaptó un radiotransmisor de aficionado desde Santa Rosa de Viterbo y lo envió por encargo con el seminarista Eduardo González (Zalamea, 1994, p. 104). El principal aporte del padre Salcedo fue idear y gestionar el esquema organizativo, así como alinear diversos actores para propiciar un uso masivo del artefacto radial con un objetivo en mente: la alfabetización del campesino.

Siguiendo las anteriores inquietudes sobre la problematización de la historia de invención, Edgerton ha complementado los debates enfatizando en diversos aspectos como las diferencias geográficas y temporales en el uso de una tecnología, así como las distinciones entre usuarios o encargados de apropiación de dicha tecnología. Este punto es especialmente relevante en las Escuelas Radiofónicas, si se toma en cuenta el uso de la radio complementado con actores sociales y comunitarios de los sitios donde se utilizó como vehículo educativo. Igualmente, como hace notar el mismo Edgerton citando nuevamente a Pursell «en los estudios de la innovación no tienen cabida las mujeres, los negros y los pobres» (Edgerton, 2004, p. 8). Y para el caso en cuestión, la construcción de la audiencia del programa de las EERR fue destacable ya que involucró diversas poblaciones como: soldados, presos de cárceles, empleadas del servicio doméstico y campesinos de diversas geografías del territorio nacional.

Se tomará un concepto de la tecnología que permita hacer visibles diferentes relieves de la experiencia histórica de Radio Sutatenza, y que ponga en diálogo elementos humanos y no humanos, en sus interacciones y complejidades. Este concepto de tecnología es denominado «práctica tecnológica», y fue expuesta por el estudioso de la tecnología Arnold Pacey. Para este autor una práctica tecnológica «...viene a ser la aplicación del

6 conocimiento científico u organizado a las tareas prácticas por medio de sistemas ordenados que incluyen a las personas, las organizaciones, los organismos vivientes y las máquinas»1 (Pacey, 1983, p. 21). Es decir, según el mismo Pacey, un estudio sobre la tecnología que incluya aspectos sociales, además de las máquinas, abarcará tres dimensiones:

1. El aspecto organizacional que relaciona las facetas de la administración y la política públicas, con las actividades de ingenieros, diseñadores, administradores, técnicos y trabajadores de la producción, usuarios y consumidores; 2. El aspecto técnico, que involucra las máquinas, técnicas y conocimientos, con la actividad esencial de hacer funcionar las cosas; 3. El aspecto cultural o ideológico, que se refiere a los valores, las ideas, y la actividad creadora (Pacey, 1983, p. 118).

De esta forma, se utilizará un punto de vista que conjugue tanto los elementos técnicos (como los radios de transistor, las antenas, las estaciones radiales, los libretos de los programas, la programación, etc.), como los elementos humanos (la audiencia, los locutores, libretistas, publicistas, etc.).

El periodo en el que se recorrerá esta propuesta de una historia social de los artefactos tecnológicos y la apropiación de la radio en las escuelas radiofónicas de radio Sutatenza, cubrirá principalmente los años 50 y 60, época en la cual se dio un surgimiento tanto tecnológico como organizativo del programa y que estuvo atravesado por cambios tecnológicos importantes, como el inicio en la comercialización de las pilas alcalinas y la introducción y masificación de los radios de transistores. Desde el punto de vista geográfico, el análisis de las estrategias de apropiación tecnológica se concentrará en los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, debido principalmente a que fueron los

1 Entender la tecnología como la aplicación de un conocimiento científico también ha sido problematizado por autores como (Staudenmaier, 1989), porque tanto el conocimiento científico ha permitido el desarrollo de tecnología, como la tecnología ha contribuido en la producción de conocimiento científico, que en ocasiones la respalde o la explique. En algunos casos la tecnología no utiliza datos puramente científicos para su diseño o la tecnología contribuye a modificar procedimientos científicos existentes. Por ello, es una relación de doble vía.

7 primeros departamentos con la influencia tecnológica establecida y a la disponibilidad de fuentes para el rastreo del trabajo de apropiación.

En el capítulo dos se explora el contexto de la radio en la región, enfocado en los casos de Argentina, Brasil y México. En estos casos, se elabora un reconocimiento de las principales tendencias de la radio en cada uno de esos países para la época posterior a los años 30 y comienzos de los años 50, con el fin de mostrar los principales usos de la radio en dichos países y las formas en las que se estableció la industria radial en esos lugares. Igualmente importante, es el recorrido por la situación política, económica y educativa de Colombia, centrando esta última en la problemática de la educación rural y para adultos, situación en la que surgió el programa de Radio Sutatenza.

En el capítulo tres, se contextualiza el programa de las Escuelas Radiofónicas (EERR) de Radio Sutatenza fundado en el año de 1947, mostrando algunas perspectivas de la radiodifusión privada y pública en el momento, así como algunas experiencias de radiodifusión católica que constituyen antecedentes importantes, que demuestran que las escuelas de Radio Sutatenza tuvieron un contexto propicio para su surgimiento en el país.

También se abordan las perspectivas iniciales del diseño de las EERR, en las que se establecieron los lineamientos globales para sus objetivos, se implementó la programación inicial y se establecieron los elementos generales a nivel técnico y organizativo, que se mantendrían y fortalecerían a lo largo de toda la existencia del esfuerzo radiofónico del programa de alfabetización.

Posteriormente, en el capítulo cuatro se introducen y analizan los principales artefactos que se abordarán en este estudio. Se vinculará la instalación y puesta en marcha de transmisores y centros de transmisión del programa de la emisora Radio Sutatenza, y la construcción de la audiencia por parte de la organización ACPO. En esta intermediación de la tecnología con el esfuerzo de alfabetización, estuvieron presentes tanto temas de circulación de conocimiento en las cooperaciones internacionales realizadas entre los Estados Unidos y

8

Colombia, como también la dotación de unos valores a la tecnología radial que se acoplaron con elementos religiosos y se incorporaron al discurso que permitió el crecimiento de este programa entre los años 50 y 60.

Si desde la perspectiva de la organización del programa, el transmisor fue uno de los artefactos más importantes; desde el punto de vista de los usuarios, los radio-receptores lo fueron del artefacto tecnológico fundamental. En este mismo capítulo cuarto, se describe la participación de los receptores en el crecimiento de todo el programa, la forma como fueron traídos al país, su distribución, publicidad, controversias por utilizar la importación del exterior como forma de adquirir los radios y se explicará desde el punto de vista de los usuarios las principales problemáticas que se encontraron en el uso de la radio y las adecuaciones tecnológicas que los campesinos realizaron para que el receptor, no sólo llevara las escuelas radiofónicas a su casa, sino también otros programas de entretenimiento e información.

Como la organización alrededor de los transmisores y los radios también constituye un elemento importante en los aspectos sociales de un artefacto tecnológico, el capítulo cinco se describe los procesos y las personas que intervenían tanto a nivel técnico de la producción de los programas como a nivel del involucramiento de los campesinos en la organización del mismo. Así, teniendo en cuenta dicha organización y los artefactos mencionados previamente, en el capítulo seis se abordan las principales estrategias de apropiación de la radio que complementaron la publicidad y la organización construida alrededor del programa.

Finalmente, se elabora una síntesis de aspectos importantes encontrados en esta investigación sobre las formas de posibilitar la inclusión de la radio en el contexto rural colombiano, las posibilidades de entendimiento a las que lleva esta visión amplia de la tecnología como es expuesta en este trabajo y de qué forma la pérdida de alineación en los valores culturales impresos en la tecnología de Radio Sutatenza contribuyeron al declive del programa de las EERR.

9

Cabe anotar que este no es el primer proyecto de investigación dentro del programa de Maestría en Historia de la Universidad de Los Andes relacionado con ACPO y Radio Sutatenza. Hubo un primer trabajo de José Arturo Rojas Martínez quien presentó un recorrido histórico de este programa, profundizando en una descripción acerca de las condiciones sociales de los campesinos en la región del Valle de Tenza, además de una reflexión acerca de la novedad y carácter «revolucionario» de ACPO y Radio Sutatenza frente a los desafíos de la educación para adultos y su apoyo a demandas sociales como la reforma agraria (Rojas Martínez, 2009).

También se encuentra el trabajo de Juan Alejandro Lopera López, que reconstruye el proceso por el cual la ACPO diseñó un enfoque diferente al propuesto por el episcopado frente a la lucha contra la pobreza y la natalidad, usando la radiodifusión como herramienta para revertir el crecimiento demográfico en el país. En esta investigación, se muestra la forma en que se utilizaron los medios de comunicación de manera novedosa para brindar información acerca de temas que la organización consideró importantes, pero que eran hasta ese entonces ajenos para su audiencia: el aumento acelerado de la población y la planificación familiar. Además, expone las estrategias y mecanismos utilizados para difundir sus mensajes relacionados con la procreación, el avance de la campaña, y su aceptación o su rechazo (Lopera López, 2012).

2. El contexto político y económico de la radio en la región

2.1. La radiodifusión en la región de América Latina

La situación geopolítica de la Guerra Fría en América en la década los años 1950 y 1960 fue acompañada de estrategias para propiciar el desarrollo de la región por parte de los Estados Unidos de América (EUA) como la Alianza para El Progreso, que a través de financiamiento y apoyo técnico dirigido hacia los países de Suramérica, propició el diseño

10 de alternativas de mejoramiento agrícola y alfabetización. Los temores sobre la expansión del comunismo con la revolución cubana encontró en la conformación de gobiernos militares y la iglesia católica un aliado importante.

La industria radial en la región, tanto a nivel comercial como algunos casos de radios educativas se habían desarrollado ampliamente en los mismos Estados Unidos y en países como México, Brasil y Argentina, donde generalmente se financiaban mediante publicidad radial. En estos países se destacó el uso de la radiodifusión también como medio de propagación de mensajes políticos alineados con los gobiernos de turno y combinaciones de programación cultural que sirvieron como formas masivas de construcción de nación y legitimación de formas de gobierno. Los casos de estos países son relevantes porque ofrecen una idea del estado de avance de la radio en la región a nivel de sus principales usos y la forma como se estaban desarrollando al momento de la constitución de las EERR de Radio Sutatenza en Colombia.

Por ejemplo, en el estudio de Robert Claxton (2007) que investiga la relación entre medios de comunicación y democracia, abordando el caso argentino desde 1920 hasta 1944. Claxton explora la radio en Buenos Aires y en otras provincias del país. En su recorrido por la radio de ese país, examina industrias auxiliares de la radiodifusión y además evalúa el efecto de los programas de radio y no únicamente su transmisión. Adicionalmente ofrece elementos de la experiencia argentina en un contexto regional con reflexiones desde la perspectiva de democracia de los Estados Unidos de América.

Claxton encuentra que el fortalecimiento de la industria radial argentina, está fuertemente relacionado con el reemplazo de aperturas liberales de mercado con regulaciones e incluso censuras estatales que buscaban la legitimación política gubernamental, la creación de corporaciones radiales a nivel nacional y provincial, de igual manera el orgullo de la producción local tanto de receptores radiales como de programas radiales en contraste con la importación de equipos y contenido.

11

En el caso de Brasil, entre finales de la década de 1920 y mediados de 1950, gracias al uso de la radiodifusión, los temas y prácticas culturales asociadas a la música popular, sufrieron un cambio drástico respecto a las formas utilizadas en el siglo XIX. La radio fue utilizada como un gran laboratorio para coproducir toda una nueva gama de maneras de entender la nación, las políticas raciales y los conflictos de género en el país.

Particularmente la música popular, dejó un rastro a nivel profundo en este cambio. El autor Bryan MacCann (2004) analiza en su estudio la creación de la nueva música popular de esta época y sus profundas implicaciones. Con la participación de compositores, intérpretes, escuelas de baile, clubes de aficionados, productores, publicistas y críticos; el pueblo brasileño tuvo acceso a nuevos sonidos y la radio significó el enlace entre la producción de la metrópolis y la audiencia distante en el territorio del país.

Debido a la periodización elegida por este autor, el papel de la radio se centra en el primer gobierno de Getúlio Vargas de 1930 a 1945, que requería de estrategias para mantener la cohesión política en el país dada la profunda crisis económica internacional generada por la Segunda Guerra Mundial. Para MacCann, la radio significó un agente que combinaba perfectamente tecnología-industria-modernidad, cuya penetración en los hogares podía ser significativa y su cobertura de grandes distancias, podía establecer puentes entre las profundas brechas de cultura y clase que dividían a los brasileños en ese momento.

MacCann utiliza tres procesos para analizar esta situación. El primero fue el rápido crecimiento de la industria radiodifusora como forma de sentar las bases para permitir la difusión de la cultura metropolitana a lo largo del territorio. El segundo proceso fue la intensificación de intercambios entre creativos culturales de élites y populares a lo largo de la década de los años 30, en los que posicionó la samba como pegamento principal. Por último, el proceso de consolidación del régimen de Vargas, que lideró y encausó las transformaciones culturales, entendiendo siempre que la combinación de estrategias entre estado-industria, le brindaría una mayor eficacia en las políticas adoptadas.

12

En comparación con el caso Argentino, el aporte de MacCann es que logra escribir una historia de radio que supera la dicotomía que presenta el trabajo de Claxton y en general otras historias de radio en Colombia, como la de Hernando Téllez (Cincuenta años de radiodifusión colombiana), y Reynaldo Pareja (Historia de la radio en Colombia l929-l980). Esta dicotomía consiste en que se toma o el punto de vista público del desarrollo de la radiodifusión, o el punto de vista privado. Pero en escasas ocasiones se establecen relaciones, entramados y aportes del uno respecto al otro.

En el caso de México, desde el año de 1920 un medio masivo de comunicación como la radio, llegó a ser una herramienta que integró política, cultural y económicamente a grandes poblaciones analfabetas, en lo que Elizabeth Hayes (2000) denominó una «nación radial». La autora estudia la intersección entre radio y formación de nación a través de tres ejes: la radio como tecnología que permite organizar una visión de nación, con las instituciones económicas alrededor de la radio, la radio como un espacio de debate político de identidad y por último, la radio como un conjunto de prácticas culturales de producción, distribución y recepción.

Hayes estudia, cómo el desarrollo de la radio en México, después del periodo de la revolución a comienzos del siglo XX, fue realizado por la interacción de varias fuerzas sociales, que incluyeron: las corporaciones y el gobierno estadounidense, los empresarios de medios mexicanos, el gobierno y la audiencia. Pero enfatiza sobretodo el papel de los grandes monopolios, en los que estaciones tradicionales como la XEW dominaron por encima del gobierno; y las estrategias de consecución de audiencia y de producción de contenidos.

Al ser una historia de medios, Hayes enfatiza en las diversas relaciones de la radio con otras formas culturales como el teatro musical urbano, que reproducía el formato de comedias, melodramas e interpretaciones musicales. También incluyó elementos de la prensa urbana, en el sentido en que los empresarios de este medio invirtieron en radio para ejercer un control de contenidos radiales que no interfirieran con los medios impresos. Por

13

último, Hayes muestra cómo se relacionaron la radio y el cine, del que se adaptaron tanto elementos técnicos como algunas narrativas, música popular y se movilizaron varios artistas. Igualmente, la radio y el cine mexicanos compartieron la dependencia tecnológica de los Estados Unidos y en ambos casos se vieron forzados a adaptar las prácticas industriales a la cultura comercial mexicana. Sin embargo, en pocas ocasiones enfatiza en el papel o la injerencia de la audiencia, las problemáticas de uso de la radio y controversias, las cuales son muy ricas en los estudios de Claxton y McCann.

Vale la pena destacar este último aspecto, porque en este estudio es muy visible la interacción con la industria de medios de comunicación de los Estados Unidos, rastreando el papel de la Agencia para las Comunicaciones (CIIA), que realizó grandes inversiones para estudios de audiencia a lo largo de Latinoamérica con el fin de establecer las preferencias de programación y temáticas. Según Hayes, con base en los resultados de dichas encuestas, se diseñaron políticas de producción de contenidos en las emisoras de Estados Unidos que se escuchaban en México y sirvió como puente de interacción entre ambos países.

Finalmente, cabe destacar que la radio en la década de 1950 se conocía como un conjunto de tecnologías más amplio que lo se conoce comúnmente hoy en día, ya que incluía la radiodifusión (difundir un mensaje en una sola vía), y la comunicación a través de ondas de radio (intercambiar mensajes en doble vía). Para los gobiernos del momento, que de una u otra forma buscaron maneras de regular o potenciar el uso de las ondas radiales, ya se estaba clarificando que la radiodifusión tendría un propósito cultural y político en forma masiva, y que las radios comerciales tendrían un fin publicitario y de entretenimiento. En cambio, la comunicación por ondas de radio se enfocaba más hacia el envío rápido de mensajes y correspondencia, que claramente implicaría formas de censura política que determinaban las zonas en las que dicha comunicación podría establecerse y la forma como se restringía o permitía el acceso a los mensajes.

14

Sería muy difícil ubicar un esfuerzo tecnológico y educativo como Radio Sutatenza sin tener en cuenta todas estas formas de concebir la radio, porque no podrían comprenderse dinámicas del momento como: el uso intensivo de cooperación internacional para el financiamiento de esfuerzos modernizadores, los matices de las radios públicas y privadas, así como el papel de la iglesia católica como un actor determinante en la elaboración y ejecución de modelos educativos tanto a nivel urbano como rural.

2.2. El contexto político, económico y educativo en Colombia entre 1950 y 1970

El contexto político de la primera década del funcionamiento de las EERR se caracterizó por la guerra civil de la Violencia, que dejó según algunos autores, por lo menos 200,000 muertos. En este periodo ocurrieron algunos acontecimientos importantes como el regreso de los conservadores al poder después de 16 años de gobierno liberal en el año de 1946, el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán y la revuelta del 9 de abril en Bogotá del año de 1948, la elección del conservador Laureano Gómez como presidente de la República en 1950 y la violencia política que se mantuvo sin tregua durante toda su administración hasta 1953. El golpe de Estado del general Gustavo Rojas Pinilla y su gobierno entre los años de 1953 y 1957. Y coincidiendo con este último año, el acuerdo celebrado entre dirigentes liberales y conservadores para compartir el poder a través del denominado Frente Nacional en el que se turnaron gobiernos entre liberales y conservadores hasta el año de 1974.

Desde el punto de vista económico, el índice del Producto Interno Bruto creció a una tasa anual de 5% entre 1945 y 1955. La producción industrial también creció notoriamente durante el periodo, por lo menos un 9% anual (Helg, 1989a). Hubo incrementos en las inversiones extranjeras en las manufacturas, aunque el sector industrial continuó siendo predominantemente de propiedad colombiana. Es así como la industria, la agricultura mecanizada, las comunicaciones, el comercio y los servicios se desarrollaron principalmente a costa de sectores tradicionales. Los precios de los productos de exportación nacional se elevaron más rápidamente que los de importación, incluidos los bienes de capital indispensables para la industrialización. Inclusive el precio del café

15 alcanzó una nueva marca al superar la barrera del dólar por libra. Otro compromiso oficial con la industrialización fue la creación de una industria siderúrgica nacional, más específicamente la Siderúrgica Nacional de Paz de Río, en el departamento de Boyacá. La política petrolera también reflejaba un cierto elemento nacionalista, y la concesión otorgada la más importante de las compañías petroleras en Colombia, la Tropical Oil Company, que expiró en 1951 permitió la creación de la empresa petrolera Ecopetrol (Bushnell, 1996a).

Las actividades económicas de la población se modificaron en consecuencia: en 1938 cerca de 75% de la población activa trabajaba en la agricultura, en 1957 no había más del 50% en este sector, mientras que el 34% estaba empleado en los servicios, el comercio y las comunicaciones y el 17% en la industria y la artesanía (Helg, 1989a). Además el desempleo y subempleo aumentaban y los habitantes migraban del campo hacia las ciudades. Al acelerarse el crecimiento demográfico, más y más niños y jóvenes demandaban la creación de escuelas y empleos.

El aumento de la violencia el campo de finales de la década de 1940 comenzó a amenazar el progreso económico del momento. En parte, fue con cierto alivio que varios dirigentes conservadores y una amplia mayoría liberal acogieron la noticia del golpe de Estado del general Rojas Pinilla en 1953. Desde el punto de vista de la educación, Rojas utilizó continuamente misiones extranjeras para encontrar algunas formas de mitigación de los problemas de la educación colombiana, problemas que estaban considerados como la causa principal de la violencia, según Lleras Camargo y otros. En ese sentido, Rojas contrató en 1954 a un equipo del Centro Economía y Humanismo dirigido en ese entonces, por el Padre Louis Debré, que proponía soluciones sociales y educativas de acuerdo con los principios del catolicismo para los países en desarrollo. El gobierno también contrató con la UNESCO una misión de expertos extranjeros para preparar, con la participación de homólogos colombianos, un Primer Plan Quinquenal de Educación Integral (Helg, 1989a). A diferencia del estudio del Debré, el primer plan quinquenal analizó única y estrictamente el sector educativo, pero muchas de sus recomendaciones eran similares.

16

Acudir a misiones extranjeras para resolver problemas colombianos, especialmente en materia educativa, presentaba ciertas ventajas para el gobierno de Rojas. Debido al ambiente de confrontación de la época, las misiones serían garantía de neutralidad de las decisiones frente a las controversias bipartidistas ahorraban en cierta medida largos debates ideológicos. Sin embargo, las misiones extranjeras también tenían sus inconvenientes. Como los políticos no participaban en la discusión de los proyectos, tampoco ponían mucho interés en su realización. Por ejemplo, el Primer Plan Quinquenal de Educación Integral nunca se realizó sistemáticamente. Además, gran parte de los expertos contratados permanecían poco tiempo en el país y sus metodologías rara vez incluían un diseño participativo de contenidos o enfoques pedagógicos, utilizando al contrario criterios de origen internacional en la definición de sus metas. Aunque era claro que debía ofrecerse por lo menos algunas perspectivas de inclusión social a los campesinos y los más pobres, en la cual, la educación pública primaria y media debían ser alternativas muy viables. Además, la educación elemental debía extenderse a todos y había que privilegiar también la formación religiosa, moral y cívica.

Para Helg en este periodo fue representativo el desinterés del gobierno nacional por una gran parte de la población, dejando la inmensa tarea de la alfabetización de los niños trabajadores o sin escuela y de adultos a la iniciativa del sector privado, de los departamentos y de los municipios. En cierta forma, este fue el escenario en el que el Padre Salcedo encontró una oportunidad para buscar alianzas con agencias de cooperación y el gobierno nacional. De lo poco que hizo el Ministerio de Educación fue expedir en 1948 un decreto que obligaba a las empresas agrícolas, mineras e industriales a procurar costear un salón de clase con su maestro por cada 40 hijos de sus trabajadores, y establecer un programa mínimo para las escuelas de alfabetización (Helg, 1989a) y en el año de 1954 se promulgó un decreto para que los patronos y dueños de empresas agrícolas apoyaran a sus empleados para que participaran en las EERR de Radio Sutatenza (El Obrero Católico, 1955).

17

La formación agrícola lógicamente sufrió también sus propias repercusiones con la Violencia, que fue sobre todo rural. En su mayor parte de carácter nacional, las escuelas de agricultura cambiaron de personal docente y otras se cerraron o fueron simplemente desplazadas. Además, muchos tenían pocos alumnos, generalmente becados, y la minoría que terminaba los estudios no trabajaba en la agricultura sino en los servicios en la misma enseñanza agrícola. La política educativa que se define a partir de 1949 estaba lejos de reformar esta profunda estructura agraria. En 1950, la legislación ratificó las diferencias entre escuela urbana y escuela rural suprimiendo la esperanza lejana de una escuela única. La mayoría de las escuelas rurales serían alternas (un día para los varones, un día para las mujeres), con dos años de estudio, otra serían de un solo sexo y con cuatro años de estudio, mientras que la escuela urbana tendría cinco años de estudio. El programa rural era sencillamente una condensación del programa de la escuela urbana, que no está adaptado a la vida en el campo. Globalmente se redujo el número de años de estudio en la educación primaria, solucionando así en parte el problema de la falta de maestros y de locales de enseñanza. En el sector rural, los estudios quedaron organizados de manera tal que los pocos alumnos que los terminarán con éxito no podrían prácticamente seguir en un colegio conducente al bachillerato, sino en una escuela agrícola, comercial o industrial. Para Helg, esto era una manera de limitar la movilidad social. En 1951 según el Ministerio de Educación, la urgencia era hacer regresar al pueblo trabajador a la moral cristiana y el surco abandonado, sin preocuparse por analizar las causas del éxodo rural.

En esta época, paralelamente a las empresas, colegios privados, católicos y laicos abrieron escuelas anexas de alfabetización para niños pobres, en las cuales enseñaban religiosos por los mismos alumnos. Este es el contexto en el cual surgen las escuelas radiofónicas de radio Sutatenza. En efecto, la radio parecía ser una solución eficaz y barata a la falta de educación formal y ausencia de sacerdotes en el campo, especialmente en el periodo de la Violencia. El padre Salcedo declaraba abiertamente obrar en favor de la fe cristiana y de la protección de los campesinos amenazados por el éxodo rural y el comunismo:

18

Este instrumento de la radio y la compleja organización que ha originado, va plasmando en nuestros campos una mentalidad sólidamente conformada por la obediencia los pastores, el acatamiento de los sacerdotes y la devoción filial a la Iglesia. Ya no es posible llegar a quienes frecuentemente escuchan la radio de Sutatenza con mensajes atentatorios contra la pobreza de la doctrina o incitantes al desorden social. (Helg, 1989a)

No tiene nada de extraño que ACPO se haya beneficiado rápidamente del apoyo de la Iglesia Católica, del gobierno colombiano y de la UNESCO, y menos aún que se haya convertido en un modelo para América Latina.

Sin embargo todas esas iniciativas resultaron insuficientes en relación con una población analfabeta estimada en un 38% de la población total a finales de los años 50. En esta época la alfabetización era considerada en ciertos círculos como una obra caritativa de las clases superiores y letradas en favor de los pobres e ignorantes. La alfabetización, aun cuando estaba reconocida por los dirigentes del país como un factor indispensable para el desarrollo, no formó parte de las funciones reales del Ministerio de Educación.

Para los años 60, cuando entró en vigencia Frente Nacional, la puesta en práctica de esta singular forma de democracia constitucional, fue de la mano con una serie de programas sociales y económicos diseñados para rehabilitar las zonas del país golpeadas por la violencia y acelerar el ritmo de crecimiento, con el propósito general de prevenir la recurrencia de desastres similares. En el contexto de la región, estos programas concuerdan con los que se conocieron con el nombre de Alianza para el Progreso, que fue un esfuerzo patrocinado por los Estados Unidos para reducir el atractivo de la revolución cubana y demostrar que el medio más efectivo para mejorar las condiciones materiales de vida en América Latina era el capitalismo progresista y no el comunismo. De hecho, Colombia se convertiría junto con Chile, en uno de los dos más promovidos modelos de la alianza (Bushnell, 1996b).

En ese momento, los planes para promover el desarrollo socioeconómico implicaban una mayor expansión del papel del Estado o más precisamente, del ejecutivo y de diversas

19 dependencias administrativas semiautónomas. Esto llevó a una serie de reformas tendientes a dotar de mayor influencia a este poder político y a las asociaciones de empresarios privados que mantuvieron un papel fundamental en todos los asuntos convenientes a sus intereses. El principal ejemplo de esto fue la Federación Nacional de Cafeteros, en la cual se había delegado un papel decisivo en la administración de esta industria nacional. También la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) tenía un papel importante en la determinación de las políticas industriales y de la política económica en general. Al igual que la Sociedad de Agricultores de Colombia que representaba principalmente los grandes empresarios del campo y que mantuvo a raya el programa de reforma agraria del Frente Nacional.

Dicha reforma agraria fue uno de los principales programas en el Frente Nacional, y pareció el medio ideal para reparar los daños causados durante los años anteriores y también para crear una fuerte y próspera clase campesina que se resistiera a eventuales llamados a participar en actividades violentas. La posibilidad de que esta clase también se convirtiera en un mercado atractivo para los empresarios colombianos entusiasmó algunos industriales, como los de la radio, mientras los encargados de la planeación social, esperaban que la reforma agraria redujera el flujo de migraciones del ámbito rural hacia el urbano, donde estaba presentando exigencias de infraestructura de servicios públicos que eran muy difíciles de satisfacer.

La mayoría de propulsores de la Reforma no veían la necesidad de lograr una total reestructuración de tenencia de la tierra. Según Helg (1989b) en 1960, aproximadamente el 86% de las fincas tenía menos de 20 hectáreas. Aunque estas tierras constituyen tan sólo el 15% del área total de propiedades agrícolas, los pequeños propietarios suministraban la mayor parte de los alimentos de amplio consumo, como el plátano y la papa, y las grandes haciendas se dedicaban principalmente al cultivo del algodón, arroz y caña de azúcar (Bushnell, 1996b). En cuanto al café, la finca familiar era la unidad básica de producción. La legislación buscaba sobre todo apoyar a los campesinos cuyas fincas no eran suficientes para garantizarles un nivel de vida decente. También se buscaba proveer a diferentes

20 campesinos que no tenían acceso a la tierra. Para implementar esta iniciativa de ley, en 1961 se creó una agencia para la reforma denominada Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA).

Para los años 60, aun cuando las cifras oficiales actuales reconocían aproximadamente un 20% de analfabetos en la población adulta, es probable que el porcentaje de analfabetos funcionales fuera mucho más elevado. Los gobiernos del momento aunque habían pretendido tener entre sus propiedades de lucha contra el analfabetismo, con campañas como la «Liberación de la Educación» en 1969, la creación de la División de Educación para Adultos en el Ministerio de Educación, la «Campaña Nacional de Alfabetización Simón Bolívar» en el gobierno de Julio César Turbay y la «Campaña de Instrucción Nacional CAMINA» del gobierno de Belisario Betancur; tampoco condujeron a mayores resultados y mejoras concretas (Helg, 1989b). Una proporción importante del presupuesto de la división de alfabetización para la educación de los adultos se utilizaba para subvencionar iniciativas privadas, así: en 1969, el Ministerio de Educación dedicaba el 39% de este renglón a la ACPO de Radio Sutatenza.

2.3. La industria radial en Colombia

Para el momento de la fundación del programa de las Escuelas Radiofónicas, ya aparecían las primeras emisoras culturales como la HJCK en 1932 y la Radiodifusora Nacional en 1940, hoy Radio Nacional de Colombia (Téllez B., 1974, p. 72), y por la misma época, también se consolidaban las cadenas radiales Radio Cadena Nacional (RCN), Cadena Radial Colombiana (Caracol) y (Pareja, 1984). Estas tres últimas, de corte urbano y comercial, hicieron parte de la naciente industria radial del país. Dichas cadenas, enlazaron emisoras pequeñas en distintos lugares del país al igual que lo hacían sus contrapartes en la región. La financiación de estas cadenas y de muchas emisoras del momento, se basaba principalmente en publicidad radial de productos y servicios prestados en los lugares de su cobertura, con una programación enfocada al entretenimiento a través de música,

21 transmisión de eventos deportivos y políticos, tanto nacionales como internacionales, e igualmente noticieros y las primeras radionovelas.

En cuanto a las radios culturales, su objetivo era llevar a la audiencia de ciudades y poblaciones rurales programas de música clásica y en ocasiones popular, charlas sobre temas científicos del momento y también conocer las necesidades de los pueblos a través de participación de la audiencia en los programas por medio de correspondencia escrita. En esta década de los años 1950, poco a poco se introdujo la música popular y se establecieron aspectos como el tono y modismos «neutros» de locutores (es decir, tonos y modismos parecidos a los de la capital). En este tipo de programación se especializó La Radiodifusora Nacional de Colombia, que fue creada como una emisora cultural gubernamental, y se contaba además con otras emisoras culturales privadas como la HJCK y algunos espacios culturales en horarios seleccionados en otras emisoras de corte comercial.

La creación de emisoras culturales supuso dificultades para entidades como el Ministerio de Correos y Telégrafos en cuanto a la armonización de los intereses públicos y privados puestos en la radio. En comparación con países como Brasil o Argentina, esta discusión se dio en una forma tardía en la década de los años 1940, propiciando algunas regulaciones pero sin un enfoque específico. Un ejemplo claro de este proceso, el de darse cuenta de posibles usos de la radio para el Estado colombiano, fue el papel que tuvo este artefacto en el conflicto entre Colombia y Perú entre los años 1932 y 1933. En este conflicto, el gobierno de turno utilizó la radio como órgano de legitimación de la guerra, afirmando que era una forma de proteger a la democracia y al pueblo colombiano, destacando la realización de transmisiones en sitio para propiciar una opinión general positiva.

Para finales de la década de los años 1940, los receptores radiales todavía eran un artículo de lujo, y dados sus altos precios se generaron respuestas ingeniosas, como comprar un radio por varias familias y compartir la audiencia de programas entre grupos grandes. Igualmente, la conexión eléctrica requerida en los radios de la época también suponía un impedimento para su uso en zonas de alimentación de energía limitadas o acceso por horas.

22

Por otro lado, la Iglesia colombiana ya se había mostrado interesada desde finales de la llamada República Liberal2. Otros ejemplos se encuentran a mediados de la década de los cincuenta, con emisoras de corte educativo católico, como lo fueron Ecos de Pasto de la Compañía de Jesús en 1941, en 1948 la Radio Bolivariana, perteneciente a la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín; así como la emisora Reina de Colombia en Chiquinquirá de frailes dominicos. Finalmente, en 1955 nacen en Bogotá las emisoras Mariana (liderada por la comunidad Agustina), y La Voz de María que posteriormente tomaría el nombre de Emisora Kennedy (Gómez Mejía, 2012, p. 59). Estas experiencias utilizaron la radio como medio para difundir los valores cristianos en poblaciones urbanas y rurales.

La iglesia también era un mediador importante tanto para ejecutar políticas de educación en Colombia, como para ser un gestor que ayudara a prevenir el fortalecimiento del comunismo en el continente. Y justamente con esta perspectiva se elaboraron muchos de los atributos de los programas radiales que buscaban conseguir recursos económicos en el extranjero para diseñar sus objetivos, así como las posibles realizaciones de doctrina y mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales del campesino colombiano. El contexto político, económico y social influyó decisivamente en la manera de entender y diseñar un tipo de radio en el país.

Es claro que sin los elementos mencionados anteriormente, tampoco se entendería la idea que a través de una radio podría realizarse un esfuerzo de alfabetización o doctrina, en momentos en los que la tecnología de comunicaciones más importante era la radio, que existía una industria naciente a nivel nacional y que otras formas de uso de la radio también eran significativas en otros contextos de la región.

2 Período gubernamental comprendido entre los años 1930 y 1946 y nombrado de esta forma por el predominio de presidentes de tendencia partidista liberal.

23

Por último, distinguir la presencia de otros tipos de radio como las comerciales, culturales y religiosas, permite analizar las dinámicas en la programación de la emisora para hacerse similar a la oferta privada con programas de entretenimiento dirigidas especialmente a los campesinos. De esta forma, la producción de los programas mostraba una contingencia que sería invisible sin establecer este tipo de concepciones y propósitos de la radiodifusión.

3. Las Escuelas Radiofónicas de Radio Sutatenza y su diseño tecnológico

3.1. Generalidades del programa de las Escuelas Radiofónicas

Una alternativa para mitigar la problemática de la educación rural adulta, fue la campaña de alfabetización rural masiva que entre 1947 y 1994 realizó en el país la organización Acción Cultural Popular (ACPO) a través de la emisora Radio Sutatenza. Esta iniciativa pedagógica y de doctrina se convirtió en una gran industria cultural, insignia en el uso de la radio con fines educativos en América Latina. La formación campesina se adelantó mediante escuelas radiofónicas y llegó a 687 localidades del país, gracias al apoyo de 20.039 dirigentes campesinos formados por esa institución.

Gestores del programa como Hernando Bernal Alarcón (2005) y periodistas como Gabriel Gómez Mejía (2012), han elaborado propuestas de periodización del programa, que si bien difieren en algunas fechas y fases, poseen en común la identificación de tres momentos: crecimiento, consolidación y agotamiento. El periodo comprendido entre 1947 y 1968 fue la etapa de crecimiento y expansión, en la que se involucraron decididamente los párrocos rurales y las autoridades gubernamentales a nivel nacional, departamental y local.

Entre 1968 y 1987, se consolidó su modelo pedagógico denominado la «Educación Fundamental Integral (EFI)», además de la instalación de emisoras ubicadas en los municipios de Sutatenza y Belencito, así como en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Magangué. Para complementar la estrategia radial, se creó la Editorial

24

Andes, con el fin de realizar el diseño y producción de los «tres principales componentes impresos como adjuntos a su programa radial; las cartillas o libros de textos para los cursos Básico y Progresivo, su periódico semanal El Campesino y la Biblioteca del Campesino, una serie especial de libros» (Bernal Alarcón, 2005, p. 26). También se creó una organización pedagógica y de difusión cultural llamada los «Institutos Campesinos», cuyos fines fueron formar dirigentes y líderes, educadores y promotores campesinos, así como propiciar el establecimiento de oficinas regionales. Todas estas acciones se realizaron «en coordinación con varias entidades estatales y de la sociedad civil, como la Caja Agraria, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), la Acción Comunal, la Federación Nacional de Cafeteros y con el apoyo del Ministerio de Educación a través de contratos de prestación de servicios para la instrucción de los adultos» (Bernal Alarcón, 2012, p. 5).

Desde finales de los años ochenta empezó la fase de agotamiento, en la cual los desacuerdos con las autoridades episcopales, la competencia de emisoras comerciales de radio en los pueblos, los conflictos con revolucionarios de izquierda y el retiro de la financiación por parte del Gobierno Nacional y las agencias internacionales; forzaron a sus directores a disolver el instituto y a vender Radio Sutatenza a la Primera Cadena Radial Colombiana (Caracol), una de las emisoras comerciales más importantes del país. Sin embargo, estas problemáticas nunca han abordado los temas de uso y adecuación de la radio, que desde el punto de vista de los estudios sociales de la tecnología, buscan enriquecer las problematizaciones al respecto para dar una mirada más amplia a la relación entre la tecnología y sus aspectos sociales.

La estrategia del programa educativo se basaba en la reunión de una comunidad o un hogar alrededor de una radio, a través de la cual se pretendía una acción educativa, que iba desde enseñar a leer y escribir, hasta el uso de las técnicas en la producción agropecuaria, pasando por campañas básicas, como el mejoramiento de vivienda, deporte, buen uso del tiempo libre, hasta la asunción de una conciencia crítica, política y participativa. En las sesiones se contaba con un «auxiliar inmediato», quien era un compañero de los demás estudiantes y quien durante la clase obedecía al pie de la letra las sencillas órdenes del profesor–locutor.

25

Luego, combinando con otros medios de comunicación como el semanario, impresos, discos y grabaciones, además de reforzar la comunicación interpersonal a través de correspondencia y eventos grupales como cursos de extensión, reuniones de auxiliares y acción de líderes, «se logró influir de manera directa en la vida de más de cuatro millones de campesinos colombianos» (Bernal Alarcón, 2012, p. 9)

3.2. El diseño inicial del programa de Escuelas Radiofónicas

A comienzos de la década de los años 1950, cuando el programa ya contaba con el apoyo del Ministerio de Educación Nacional, se hablaba de un esfuerzo de sistematización de los propósitos del programa y su vínculo con la tecnología radial. Se elaboró una perspectiva del campesino llamada «el campesino tal como es», en la cual se le observaba como una persona que soporta diversas problemáticas como la falta de instrucción, el uso de técnicas agrícolas rudimentarias, que es amante de su familia pero sujeto a condiciones materiales improvisadas en sus hogares y con dificultades de acceso a centros urbanos debido a las largas distancias que los separan. Adicionalmente, se veía como un creyente en Dios, pero esas largas distancias a las iglesias le dificultaban el desarrollo e ilustración de sus creencias. De esta forma se configuró lo que se llamarían las «brechas» o «distancias» entre el campesino y su propio desarrollo.

A continuación, se muestran ilustraciones sobre la perspectiva de «el campesino tal como es» y las «realizaciones» del programa (Sánchez, 1951, pp. 8, 10):

26

Ilustración 1. El campesino tal como es Ilustración 2. Realizaciones a través de la Escuela Radiofónica

Fuente: Sánchez (1951, pp. 8, 10)

Con base en esas brechas o distancias, se diseñaron una serie de «realizaciones» para el campesino colombiano que consistían en acciones como: reforzar sus hábitos religiosos, incorporar mejoras en su higiene personal y familiar, estudiar técnicas de productividad agrícola, aumentar habilidades de lectoescritura y aritméticas, así como generarle actividades de recreación que no involucraran el consumo de licor. Las realizaciones y el medio radial para conseguirlas estaban enfocados oficialmente a los campesinos mayores de edad, pensando en que la educación primaria y secundaria era una labor del Ministerio de Educación.

A continuación, se muestra una gráfica en la que se mostraba la forma en que las «brechas» son cerradas por el sistema de las Escuelas Radiofónicas (Sánchez, 1951, pp. 9, 11):

27

Ilustración 3. ¿Por qué es así? Ilustración 4. Supresión de las dificultades

Fuente: Sánchez (1951, pp. 9, 11)

Así, la forma elegida para utilizar la radiodifusión, con el fin de propiciar esas realizaciones, se organizó en el Sistema de las Escuelas Radiofónicas, que en detalle reunió los siguientes elementos:

1. Un profesor-locutor quien a través de la lectura de libretos radiales que contenían instrucciones y conocimiento práctico puede guiar a una familia campesina hacia su desarrollo. 2. Un transmisor radial que se encargaría de disminuir o atenuar las distancias entre el campesino, su parroquia y los centros urbanos, difundiendo en ondas de radio los mensajes de cultura y doctrina. 3. Un lugar de reunión alrededor del receptor de radio. El receptor de radio debía contar con características de portabilidad, es decir, el radio debía poder llevarse y mantenerse funcional en los lugares más distantes de las áreas rurales del país. 4. Un Auxiliar Inmediato que era una especie de asistente inspirado por radio, quien seguía paso a paso las instrucciones del profesor-locutor, y quien también sería el encargado de administrar el material complementario del programa.

28

5. Materiales complementarios como tableros, cartillas, afiches y otros elementos visuales para facilitar el aprendizaje de los campesinos 6. Los alumnos serían los campesinos radioescuchas, quienes pondrían en práctica los conocimientos entregados por el receptor, la mediación del auxiliar inmediato y los materiales complementarios.

En la siguiente gráfica se muestra el esquema general de organización de los elementos anteriormente mencionados en los que se resalta principalmente el transmisor, el profesor locutor y el espacio de reunión unitario alrededor del receptor. Nótese también la cercanía entre el receptor y el crucifijo (Acción Cultural Popular, 1958, p. 7).

29

Ilustración 5. Sistema de las Escuelas Radiofónicas

Fuente: Acción Cultural Popular (1958, p. 7)

En la práctica, las escuelas radiofónicas se implementaron poniendo en escena los elementos mencionados, y en especial se introdujeron algunos elementos que hicieron parecer una escuela radiofónica como altar semejanza de una misa, como se aprecia en las siguientes fotografías:

30

Ilustración 6. Puesta en escena de las EERR

31

Fuente: Archivo fotográfico Radio Sutatenza Biblioteca Luis Angel Arango (Sin clasificación)

Primero que todo, nótese la gran similitud entre la puesta en escena de la ilustración número 5 y la primera fotografía de las ilustraciones número 6. La ilustración y la fotografía poseen los elementos esenciales de la escuela radiofónica como el radio, el tablero, el material complementario y las personas que agrupan el auxiliar un hombre mayor y dos niños. Pero la ilustración a diferencia de la fotografía incluye un crucifijo sobre el radio de la escuela radiofónica en vez del mapa de Colombia presente en la fotografía.

32

En las demás fotografías se aprecia la puesta en escena del receptor radial, la cual en los primeros radios estuvo acompañada de una caja de madera que lo cubrió completamente y que contaba con una tapa que únicamente se habría al momento de realizar las clases. Al realizar la apertura de la tapa se aprecia una hoja pegada que correspondía al texto de una oración por la imagen de un personaje religioso. En ocasiones, la caja del receptor se acompañaba de un crucifijo o de una ilustración con la virgen María colgados en la pared.

Al contemplar la escena completa, en las fotografías puede asimilarse la organización entre receptor, auxiliar inmediato y alumnos-oyentes como si se tratara de un rito eucarístico católico compuesto de un sagrario, un sacerdote que preside la ceremonia y los feligreses asistentes. El receptor entonces simboliza la presencia divina en el momento de la clase radiofónica que ilustra a los alumnos oyentes con el mensaje de cristianización y desarrollo espiritual y material.

Estos fueron los principales elementos del diseño de una escuela radiofónica que combinaba en un mismo lugar elementos como: artefactos tecnológicos, una organización y una serie de valores culturales. La confianza en que la radiodifusión permitiera llevar la modernidad y el desarrollo material a las familias campesinas, complementada con una simbología religiosa, permitió constituir con mayor eficacia una la «práctica tecnológica» a los usuarios del programa.

4. La radiodifusión y sus artefactos

En su trabajo sobre los Cincuenta años de la Radiodifusión en Colombia, Hernando Téllez B. (1974) estudió cómo las personas que han participado en el desarrollo de la radio constituyeron el pilar fundamental de la experiencia radiofónica nacional y destacó la pericia y creatividad de los primeros radioaficionados, quienes valiéndose de recursos limitados pusieron a marchar emisoras improvisadas, donde ellos desempeñaban todos los roles tanto administrativos como técnicos. Tanto Téllez como Reynaldo Pareja en su

33

Historia de la Radio en Colombia (1984) identifican este momento como clave en lo que llaman «las etapas de formación de la radio».

Este hito fundacional, también ha sido importante en la narración de estudios como los de la historiadora Jane M. Rausch (2012) y de la hermana Vincent Marie Primrose (1971) sobre el caso de Radio Sutatenza, resaltando la astucia y visión del padre Salcedo, así como su conocimiento y la adaptación de equipos improvisados para realizar las primeras transmisiones. Inclusive para Primrose, más allá del conocimiento técnico, la figura de Salcedo es central, como la persona que inició una especie de cruzada por la educación del campesino colombiano. Esta posición protagónica no es compartida del todo por la investigadora de la comunicación Ana María Peppino Barale (1999), quien amplía la perspectiva de la creación de la radio educativa al incluir una serie de experiencias en países como Bolivia, Perú y Argentina. Ella demuestra que estos esfuerzos fueron producto de una tendencia del momento debido al papel preponderante de la iglesia en la educación de muchos países de Centro y Suramérica. Si bien la presencia de un líder carismático y visionario jugaba un papel importante, era innegable la influencia de la institucionalidad religiosa local como promotor y vínculo entre la audiencia y los programas, observando elementos como que en varios lugares, la casa parroquial constituía también las instalaciones del programa educativo, que parte de su éxito se debió a la credibilidad de los sacerdotes y que incluso la tecnología radial producía temores a los campesinos.

Un aspecto que se destacará del desarrollo realizado por monseñor Salcedo fue la adopción de algunos elementos de radio aficionado como el transmisor de 100 vatios que llevó como parte de su equipaje y cuya potencia podía alcanzar un radio de 24 kilómetros en condiciones climáticas y orográficas favorables. Con este artefacto realizó una primera transmisión el 28 de septiembre de 1946 y para el 16 de noviembre hizo el primer ensayo dirigido a la vereda de Irzón, ubicada a 6 km al nororiente del casco urbano de Sutatenza. Salcedo adaptó dichos recursos a las necesidades y al alcance que el aparato le proporcionó, sin tomar en cuenta las restricciones técnicas del mismo o la reacción que pudieran tener los campesinos sobre su uso. Según el ingeniero e historiador Andrés Valderrama

34

(Valderrama Pineda, 2001), -quien contextualiza el caso colombiano con varios de los debates de Edgerton como la historia de la invención y el determinismo tecnológico -, este tipo de formas innovadoras son más cercanas a la manera como usualmente se realiza invención en Colombia, si se toma en cuenta que la producción de estos dispositivos no se realizaba en el país sino que eran importados de los Estados Unidos. Son precisamente el uso y las formas de apropiación tecnológica, los aspectos que más se destacan en la forma de dar vida y utilidad a la radiodifusión en el caso de Radio Sutatenza.

Siguiendo esta perspectiva de uso, es importante contextualizar que algunos estudios de la radio en Colombia se han realizado tomando básicamente dos frentes: la producción de la radio desde los personajes, transmisores, antenas y micrófonos, y por otro lado, el uso del artefacto en los hogares y radioescuchas. De esta forma, trabajos como los de Pareja y Téllez han abordado la invención del artefacto radial como resultado de la creatividad de los radioaficionados, que compraron algunos transmisores de onda corta y realizaban transmisiones de sus temas de interés personal en sus tiempos libres.

4.1. Los transmisores y centros de transmisión

Desde el punto de vista técnico, los transmisores son uno de los elementos constitutivos más importantes para conformar una emisora radial. En términos simples, el transmisor tiene la función de distribuir la señal de un programa radial a lo ancho de un área específica3. Un transmisor de mayor potencia implicará una mayor área de cubrimiento de la señal radial. En condiciones ideales, se dice que por un Watt de potencia del transmisor, el alcance de la señal podrá ser de un kilómetro a la redonda. Las condiciones ideales se

3 Una señal de radio es la conversión de una onda sonora de voz o música, en una onda electromagnética, que en términos sencillos es una forma de llevar señales eléctricas de un lugar a otro sin necesidad de cables a un ritmo constante o frecuencia. Estas ondas, se producen en un equipo de transmisión que se encarga de convertir dicha voz o la música de programa radial en pequeños pulsos de electricidad que son llevados a través de un cable a la antena de transmisión y que se les da suficiente potencia para que puedan alcanzar grandes distancias.

La propagación de una de estas ondas se realiza hacia todas las direcciones y para que una onda sea recibida por otra antena, puede darse en forma directa o por reflejo en la ionósfera terrestre.

35 refieren a una distancia mínima del cable del trasmisor hacia la antena, contar con un clima favorable en el momento de la transmisión, es decir, ausencia de tormentas, un ambiente con humedad relativa moderada y un terreno plano sin grandes obstáculos que dificulten la propagación de las ondas.

El primer transmisor que se adquirió para las escuelas radiofónicas se compró en 1949, fue un General Electric de 1 kW de potencia y fue instalado en Sutatenza, complementado con la construcción de instalaciones para la antena, los equipos de transmisión y grabación y oficinas para la administración de la emisora en el lugar. Como se mencionó anteriormente, en condiciones ideales tenía un alcance de 100 km, es decir, la señal podría llegar hasta la sabana de Bogotá en un día con buen clima, pero dadas las condiciones orográficas, la señal todavía era muy débil para llegar adecuadamente a los radios existentes en la capital de la república.

En el año de 1953, con motivo de la inauguración de los nuevos equipos de Radio Sutatenza, el Papa Pio XII envió un mensaje que fue difundido por la nueva emisora, haciendo alusión a las bondades de la radiodifusión y su estrecho vínculo con el cultivo de los valores cristianos hacia todas las poblaciones:

La Radio -como tantas otras maravillas de la técnica moderna- es un don precioso del Señor; pero un don que Nos parecería malamente despilfarrado si hubiera de servir únicamente para curiosidades amenidades o puras distracciones; un don, que consideramos perfectamente utilizado cuando, al servicio de la verdad, de la moralidad, de la justicia y del amor -como repetidamente hemos dicho-, se emplea para difundir la formación cristiana, para colaborar en la elevación intelectual y moral de las naciones. (El Siglo, 1953b)

En su mensaje, el Papa resaltó la forma en que desde lo alto de las antenas de transmisión, las ondas de radio se vierten sobre toda la geografía nacional como si se tratase de una luz que poco a poco se irradia hasta las playas de los lugares más bajos del país:

36

... desde las alturas de esa meseta y irradianse, aquellas sondas que, rebotando 10ª encima de vuestras cumbres andinas, hundiéndose en los valles profundos y verdes de vuestro accidentado suelo, cabalgando las aguas de estos ríos -como mares- que de lo alto descienden, llegasen hasta las playas quedan vedadas de ambos océanos, sin dejar rincón al que no ofreciesen sus beneficios (El Siglo, 1953b)

Además el Papa agrega que las ondas no sólo deben esparcirse hacia los campos colombianos sino que también debían unir a las poblaciones alrededor de los valores religiosos de la fe católica:

…que de sus antenas nunca salga nada que pueda ser ocasión de mal para nadie; que su sondas estén siempre al servicio del bien y que no sean solamente, centro de irradiación, sino también centro de atracción de muchas almas unidas, a través de ellas, por los vínculos de la oración, de la comunidad de ideas y, principalmente, de la caridad. (El Siglo, 1953b)

La década de los años 60 marcó el periodo de mayor crecimiento de la potencia de la emisora. En la medida en que el programa crecía en audiencia y en el acceso a recursos, se fueron configurando centros de transmisión y se delimitaron unas áreas de alcance de la emisora a lo largo del territorio colombiano. Fue así como al final de la década de los años 60, radio Sutatenza contaba con cuatro centros de transmisión, ubicados en las ciudades de Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín.

El hito más importante fue la adquisición de un transmisor de 250 kW de potencia, con el cual se realizó una gran obra que duró aproximadamente tres años en culminarse, en la cual se invirtieron 2 millones de pesos y cuya inauguración contó con la presencia del papa Pablo VI que coincidió con su visita a Colombia y personalmente asistió a la inauguración de los equipos.

A continuación, se muestra un cuadro de los transmisores con los que finalizó el programa la década de 1960. Cada fila contiene los datos de un transmisor y la tabla está organizada de acuerdo al centro de transmisión al cual fue destinado:

37

Centro Potencia Frecuencia Año Marca Modelo Fuente transmisión (kw) (kilociclos) Sutatenza 1947 Surplus de - 1580 guerra Sutatenza 1949 General HT-1-A 1 5060 TIE530409, Electric GOM2012 Bogotá 1968 Continental 319A 300 810 ACPO1969, Electronics GOM2012 Bogotá 1960 RCA BHF 50B 50 5095 ACPO1969, GOM2012 Bogotá 1952 General XT-2-A 25/40 5075 ACPO1969, Electric TIE530409 Bogotá 1960 Gates 10B 10 6075 ACPO1969, GOM2012 Bogotá 196? ACPO - 10B 10 810 ACPO1969 Gates Cali 196? Philips 8FZ 517 (FA 120 700 ACPO1969 006) Cali 196? ACPO - 10B 10 700 ACPO1969 Gates Barranquilla 196? Philips Vapotron 120 960 ACPO1969 Barranquilla 196? ACPO - 10B 10 960 ACPO1969 Gates Medellín 1963 ACPO HRZ 10 590 ACPO1969, GOM2012 Medellín 196? ACPO - 1 590 ACPO1969

Con estas mejoras en infraestructura, el alcance y ubicación de los centros de transmisión de la emisora a finales de la década de 1960 puede apreciarse en la siguiente ilustración:

38

Ilustración 7. Cobertura de los centros de transmisión 1969

Fuente: Folleto publicitario Radio Sutatenza 1969, Biblioteca Luis Angel Arango (Sin clasificación)

En general, la compra de los transmisores requirió apoyo del gobierno colombiano, participaron entidades como el Banco de Bogotá, la cooperación internacional a través de la iglesia alemana y holandesa, entidades de crédito o de apoyo a los campesinos como la Caja de Crédito Agrario, hasta llegar inclusive a la Federación Nacional de Cafeteros que a través de la Fundación Pro-bienestar en Medellín apoyó la compra del transmisor principal para el departamento de Antioquia.

4.1.1. El uso de las frecuencias

39

Un elemento que vale la pena destacar, fue que el uso de las frecuencias radiales para realizar las transmisiones de los primeros años, el cual no estaba reglamentado ni estandarizado. Existieron muchos casos en los cuales más de un radioaficionado utilizaba la misma frecuencia en un sector cercano, ocasionando interferencias y ruido en las transmisiones de los otros. Según Téllez, estos episodios no representaron más que consecuencias de la falta de organización e intervención estatal para evitar dichas problemáticas. Pareja, por su lado, intenta ir más allá, sometiendo dichos conflictos a un constante antagonismo entre las emisoras locales y los intereses de compañías extranjeras o de grandes grupos económicos nacionales, cuyos objetivos estaban centrados en aumentar la cobertura territorial de sus emisoras y adueñarse de varias de las frecuencias más utilizadas.

Sin embargo, para Peppino, esta problemática también constituyó una oportunidad interesante para las radios educativas y de cobertura local. Tratándose de un riesgo para las emisoras pequeñas, supuso un reto para enfocar su programación y medios complementarios de comunicación en beneficio de su audiencia local, constituyendo inclusive un patrimonio para la comunidad. Por esta razón, ella es crítica de emisoras como la de Radio Sutatenza, porque desde el punto de vista de la producción de sus programas, los momentos en los que contó con la participación de los campesinos se redujeron a opiniones sobre la reforma agraria y sus percepciones sobre si los programas les ayudaban a aprender a leer y escribir. Si bien hubo en algunos materiales preocupación por acercarse al lenguaje del campesino, no se pensaba en el diálogo e integración con su visión de mundo sino en su reemplazo por valores y perspectivas desarrollistas que se mencionarán más adelante.

4.1.2. La construcción de la audiencia a través del centro de transmisión

Para los gestores de las EERR, la compra e instalación de un nuevo transmisor suponía además del aumento en el alcance de la señal y la mejora en la claridad de la recepción de los programas que escuchaba el campesino, la promesa de generar contenidos específicos

40 para las zonas aledañas a los transmisores. Era una forma de construir nuevos usuarios de acuerdo a las necesidades o los aliados que se encontrarán en el proceso de incorporación de la nueva tecnología.

Un ejemplo concreto de esta promesa, fueron los anuncios del padre Salcedo de grabar programas para audiencias concretas alrededor de la estación de Belencito, transmisor que fue instalado en el año de 1963 a una distancia de 150 kilómetros de Bogotá y con el cual se prometió la elaboración de programas dirigidos a los maestros de escuelas primarias, por lo que se involucró el Ministerio de Educación en el esfuerzo.

También con el apoyo de Doña Carola de Rojas Pinilla (primera dama de la nación entre 1953 y 1957), se vinculó un grupo de damas distinguidas de la Capital de la República, las cuales apoyaron una opción para permitir que sus empleadas del servicio doméstico y los detenidos en las diferentes cárceles recibieran alfabetización gratuita a través de la filial de Radio Sutatenza que instaló en Bogotá en el año de 1955. Para ello, el padre Salcedo personalmente organizó reuniones convocando una estrecha colaboración a las damas de Bogotá, de tal forma que a todas las señoras que desearan que su servicio recibiera estos cursos, se les repartiera gratuitamente el material necesario. Igualmente, se buscó diseñar programas para los niños de la capital (El Tiempo, 1955).

En particular, para esta estación de Bogotá, se construyó una Repetidora cuyo equipo de transmisión se instaló en la localidad de Suba, ubicada al noroccidente de la capital en la hacienda «Altamira» por donación de los terrenos del doctor Roberto Peña. El transmisor destinado para esta labor tuvo un kilovatio de potencia, era de onda larga y operaba en la banda de 1500 kilociclos. El director de programas de la Radio Sutatenza confirmó que esta estación tendría por objeto

transmitir programas locales y enviar audiciones especiales dirigidas a los universitarios, profesionales y en general a los hogares... Se tiene el proyecto de transmitir programas especialmente dedicados al servicio doméstico y otros dirigidos a hospitales, cárceles, etc. Habrá también espacios

41

especiales para los niños y la radio escolar colaborará con los maestros en afán de ayudarlos en su tarea… Aparte de los anteriores programas, también se transmitirán de índole musical, de divulgación cultural y un grupo de profesionales dictará periódicamente conferencias sobre problemas sociales (, 1955)

Otro de los casos fue la instrucción de personas que prestaban su servicio militar. En el año de 1955, por orden del Presidente de la República (Gustavo Rojas Pinilla), se estableció en los cuarteles a lo largo de las zonas de influencia de la emisora, horas especiales para escuchar la palabra del profesor-locutor del programa de EERR. La estructura de la escuela funcionaba igual que para el campesino, pero estaba dirigida a los jóvenes colombianos que prestaban su servicio militar, y que por alguna razón poseían conocimientos deficientes, con el ánimo de mejorar sus niveles de lecto-escritura y nociones básicas de matemáticas. Para esta estrategia, se realizaron algunas grabaciones especiales dirigidas a los auxiliares inmediatos de los batallones, en las que se daban instrucciones específicas para dicha misión. Además se definió que los programas especiales se transmitirían de lunes a viernes de 4 a 5 pm (La República, 1955; El Trabajo, 1955).

Otro episodio que vale la pena resaltar, fueron las gestiones del padre Salcedo para crear una filial de radio Sutatenza en el departamento de Nariño. Específicamente se buscó instalar un transmisor radial en la ciudad de Pasto. El padre Salcedo, realizó gestiones entre los años de 1953 a 1955 y hubo incluso avisos en la prensa en los que se anunciaba la posibilidad de la nueva emisora Sutatenza en la capital del departamento. Sin embargo, otra emisora católica como Ecos de Pasto que ya lleva una trayectoria de más de dos décadas, no encontró en el programa un espacio propicio que justificara llevar otra emisora católica al sudoccidente del país.

La compra del transmisor de 250 kW realizado en 1968, fue a nivel de avance tecnológico del programa, uno de los hitos más importantes. El alcance de un transmisor de este tipo, acompañado de los equipos de última generación, representó para el programa de EERR una gran visibilidad no sólo a nivel del país sino a nivel sudamericano. Técnicamente, lo

42 más importante de este transmisor para el programa en Colombia fue que llevaría el alcance de la señal para los departamentos de la zona sur-oriental del país, la cual no contaba con ningún transmisor que permitiera la llegada de la emisora a sus territorios. Como se puede apreciar en la gráfica, departamentos actuales como Amazonas, Caquetá, Vichada y Vaupés, no tuvieron alcance de transmisión con la infraestructura que se tuvo hasta antes de tener este transmisor.

Con este nuevo transmisor, los programas culturales de la emisora tendrían cobertura a lo largo de todo el territorio nacional y además podrían ser sintonizados en diferentes países de la región. La inauguración del nuevo transmisor, la participación del papa Paulo VI el cual ofreció uno de los discursos de apertura y fue transmitido en directo y en diferido por la emisora de Radio Sutatenza, además de ser publicado y comentado durante varios días en diversos medios de comunicación como periódicos.

Por último, en términos de infraestructura, el elemento de mayor visibilidad de una emisora es su transmisor, que generalmente es apreciable como una antena en forma piramidal y unas instalaciones técnicas muy cercanas a dicha antena. En el programa de Escuelas Radiofónicas de Radio Sutatenza, la visibilidad de este elemento fue altamente aprovechada por los gestores del programa. Tan es así, que en los folletos explicativos del programa, y en los mismos valores que los gestores del programa atribuyeron al sistema radial, los transmisores jugaron dos papeles importantes. Por un lado, el transmisor permitía propagar o difundir la doctrina católica y los programas culturales diseñados especialmente para el campesino y por otro lado, reducía la distancia entre la iglesia y sus feligreses hacia áreas remotamente distantes. El transmisor podía asemejarse a un faro, cuya señal podría parecerse a una especie luz que iluminaba los hogares campesinos con los valores doctrinales y las enseñanzas que traían las Escuelas Radiofónicas. De esta forma, las ondas electromagnéticas que transportaban la programación radial, que son invisibles e

43 intangibles4, se convertían en visibles y tangibles, al vincularse con el transmisor y el destello que este producía.

4.2. Los radio-receptores del programa

En el año de 1950, momento en el que el Padre Salcedo demostró que con un transmisor de aficionado y con algunos radio-receptores utilizados por los campesinos del momento podría generarse una opción de alfabetización para la zona rural del Valle de Tenza en Boyacá, fue comisionado por el gobierno colombiano para realizar un viaje a los Estados Unidos para conocer las formas del uso de radiofonía para educar (El Tiempo, 1949). Igualmente, en dicho viaje el Padre Salcedo gestionaría la compra de los equipos necesarios para ampliar el experimento radiofónico y fortalecerlo en la zona, así como proyectarlo a otras zonas del país.

Para dar el impulso financiero requerido para la compra de los equipos, el padre Salcedo y su equipo gestor lograron un préstamo del Banco de Bogotá y la participación de la compañía multinacional de electrodomésticos General Electric. Con esto consiguieron comprar un transmisor de un kilovatio, 700 radio-receptores, varias plantas generadoras de energía eléctrica para dotar de energía suficiente al transmisor, un proyector cinematográfico y demás equipos amplificadores de sonido, así como instrumentos y herramientas de laboratorio de audio (El Siglo, 1950; General Electric Co., 1950; Diario Gráfico, 1950).

Entre los gestores del programa y los ingenieros de ventas de la compañía, se realizaban reuniones para acordar las características que debía cumplir el radio-receptor que se distribuiría posteriormente en el Valle de Tenza. En primer lugar, los receptores debían ser «portátiles», lo que en la época se definía como la independencia de un electrodoméstico respecto a la alimentación eléctrica mediante líneas de corriente eléctrica. Para este caso, la

4 La frecuencia con la que propagan estas ondas se encuentra en el rango de los 3 ciclos a los 300 millones de ciclos, cifra que es mucho menor a la luz visible para el ojo humano, que también corresponde a una onda electromagnética que oscila entre 3x10^14 ciclos.

44 alimentación se realizaría a través de una pila, que le asegurara una autonomía suficiente para recibir los programas de la emisora y que no tuviera que cambiarse con tanta frecuencia. Dicha característica aliviaría los tiempos de desplazamiento para la instrucción del campesino y facilitaría el mantenimiento de su radio-receptor. Las pilas elegidas para este propósito eran denominadas «secas de tipo A-B», que en contraste con las baterías húmedas, las cuales periódicamente debían recargarse, tenían una duración de carga de aproximadamente 900 horas, que en términos de la programación de las EERR de 1949 podría ser hasta de 10 meses5.

Los radio-receptores portátiles no eran realmente nuevos en esa época y otra de sus características principales es que utilizaban tubos de vacío en vez de transistores 6. El apogeo de este tipo de radios, llegó después del desarrollo de pequeños tubos que demandaban potencias eléctricas modestas para funcionar, con lo cual se posibilitó el uso de pilas en vez de enchufes eléctricos. En EUA, donde se fabricarían varios de los modelos portátiles, se llamarían los «radios de granja» (farm radios) o «inhalámbricos» (wireless radios), porque justamente se usaban en áreas carentes de servicios de electricidad en forma continua. Las principales compañías productoras entonces eran Emerson, General Electric, Motorola, Packard Bell, RCA, Westinghouse, Zenith, entre otras.

En segundo lugar, los radio-receptores únicamente podrían sintonizar las frecuencias de transmisión de las Escuelas Radiofónicas, lo que les permitiría cumplir el objetivo cultural

5 Este cálculo fue obtenido con base en la programación inicial de las EERR, cuya duración total era de 22 horas semanales, contando la programación de las clases entre los días lunes y viernes, además de los programas culturales complementarios de los días domingos. En esa época, los días sábados no se transmitía programación en la emisora. 6 De hecho, uno de los primeros radios portátiles de tubos de vacío, fue un receptor de la marca Zenith que data del año 1924. Se destaca también el modelo «Clipper» de la línea Zenith TransOceanic, de comienzos de la década de los años 1940, que dejó de producirse cuando la compañía se dedicó a la fabricación de artefactos de telecomunicaciones para los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Los tubos de vacío reciben cualquier tipo de onda electromagnética presente en el lugar donde se encuentran. De acuerdo a la sintonización de frecuencia a la que se encuentre el radio, serán capaces de captar una onda determinada y con la aplicación de electricidad a un amplificador (parlante), pueden convertir esa onda en vibraciones de la membrana del parlante que darán como resultado el sonido audible para el oyente. Es la operación inversa a la realizada por un micrófono.

45 y de instrucción que se esperaba con su utilización. Dicha decisión de diseño técnico y sus consecuencias en el uso del artefacto tecnológico se ampliarán posteriormente.

En palabras del Padre Salcedo, la característica de que los receptores sólo sintonizaran frecuencias fijas tenía una estrecha relación con la portabilidad de los radios porque

se buscaba ofrecer una economía a los campesinos, pues si pudieran sintonizar todas las emisoras, ellos se expondrían a usar los aparatos en las horas libres de la emisora Sutatenza, desgastando inútilmente las pilas. Pero además, porque los campesinos no se expondrán a perder las enseñanzas ofrecidas en los programas de las EERR, tratando de escuchar otros, cuando la emisora esté suministrando informaciones. (El Siglo, 1953a)

Luego de la producción e importación de los receptores, la entrega de los mismos a los promotores del programa, se realizaba con eventos en los que participaba el padre Salcedo, los ingenieros de ventas de la compañía y personalidades importantes del país. En general, la consecución posterior de otros radios seguiría un esquema similar, en el que se realizaban importaciones de equipos a multinacionales de la industria de la época, como fue el caso de la venta de 30.000 radios en 1954 por parte de la compañía Philips, que contó con la participación del Contralor general de la República (El Siglo, 1954) y la importación más significativa de 100.000 receptores en 1963, que fue realizada por la compañía Toshiba (Acción Cultural Popular, 1963).

Posteriormente, los receptores eran repartidos a los campesinos a través de diversas campañas, en las cuales se utilizó publicidad impresa y radial. Los radios se entregaban a través de las casas parroquiales en las diferentes veredas, o a través de la Caja de Crédito Agrario, en la cual podría pagarse la nueva radio en forma de crédito. Los radios también se repartían utilizando campañas que a un costo muy económico permitiera al campesino llevar su radio a la casa.

4.2.1. La controversia de las importaciones de los radios

46

Si bien la importación de los radios trajo dinamismo al programa de las escuelas radiofónicas porque permitió llegar rápidamente a una amplia población campesina, la cual pasó de unos cientos de hogares en el año 1947, a más de 16.000 en el año de 1952 (Giraldo, 1952), y así mismo se contaba con los recursos suficientes para realizar la compra en el exterior y su posterior distribución en las diversas regiones del territorio nacional; el hecho mismo de adquirir los artefactos en el exterior produjo varios descontentos a los industriales y comerciantes de electrodomésticos del país.

En la importación de 1953, que inicialmente se planeaba de 30.000 receptores, y fue realizada por parte de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero, la preocupación manifestada por voceros de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y de la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO) expresaba conceptos adversos a la importación de estos artefactos, por temor a que dichos receptores fueran vendidos tanto en Bogotá como en otras capitales de departamentos, perjudicando a los comerciantes e industriales colombianos.

Contrario a estas críticas, en la Caja Agraria se aclaraba que:

al ser aparatos para ser usados con pilas, no con electricidad, e irían a ser vendidos en los distintos almacenes de Provisión Agrícola para su clientela campesina, únicamente los campesinos que no gozan del servicio de luz eléctrica pueden tener interés en adquirir radios con pilas, interés sin posibilidad de satisfacer hoy, dado el precio que un radio de pilas tiene en el comercio (El Tiempo, 1952)

Igualmente, en la Caja Agraria se afirmó que esta importación no tenía por qué afectar los legítimos intereses del comercio, porque además los radios en mención sólo podrían sintonizar una estación.

Por otro lado, para esta importación se presentó la oposición de quienes se preguntaron y cuestionaron el motivo por el cual la fabricación y producción de estos radios no se

47 realizaba en el territorio nacional. En carta emitida por la Asociación Colombiana de adioprofesionales, se replicó que:

en el país existe un considerable número de técnicos y profesionales en cuestiones de radio (…) que podrían encargarse de la armada de los radio-receptores importados (...) Creemos por lo tanto que estos receptores se deben pedir desarmados, para así completar la obra social que con ellos se pretende adelantar, ya que en esta forma saldrían un tanto más baratos y se les daría trabajo a quienes por su propia cuenta y salvando múltiples inconvenientes se han especializado en esta profesión (El Espectador, 1952)

En la Caja Agraria se respondió que la importación sólo correspondería a elementos y accesorios para armar los radios. Posteriormente, en otras comunicaciones la Caja Agraria manifestó su apoyo al programa de EERR dada su importante labor para la cultura y alfabetización del campesinado, prestando cooperación amplia y decidida a la iniciativa de poner la radio al servicio del campesino (Grau Azuero, 1953).

Finalmente la importación se realizó en 1953 con la traída de 5.000 radios armados y empacados y fueron fabricados por la compañía Philips holandesa. Luego se realizaron importaciones de 10.000 radios en 1954 y otros 30.000 receptores en 1955 a la misma compañía. Este tipo de controversias, en las cuales, aunque se dispusiera del conocimiento, la mano de obra y los materiales necesarios para producir un artefacto tecnológico en el país, no son aisladas y existen varios ejemplos de este tipo de problemáticas que a lo largo de todo el siglo XIX y el siglo XX propiciaron intensas discusiones sobre la propia selección de la industria nacional comparado con la libertad de traer maquinaria y equipos del exterior (Safford, 1989). Un caso particular fue el de la producción de redes telegráficas entre los años de 1860 y 1900, donde las agremiaciones de ingenieros propiciaron debates sobre la producción de los telégrafos y sus redes en el país. Estas discusiones buscaban el reconocimiento de la profesión de ingeniería en Colombia, así como la protección de intereses económicos y laborales en el país. (Herazo Berdugo, 2010).

48

Estos diferentes puntos de vista, que exponen diversos intereses de grupos sociales importantes o relevantes, los cuales en ocasiones se muestran conflictivos entre sí, y que configuran el diseño o la apropiación de una tecnología, son denominados «Flexibilidad interpretativa» por los autores Trevor Pinch y Wiebe Bijker (1984). El proceso dialéctico de dichas perspectivas permite alinear o modificar un diseño técnico hasta llegar a un consenso o la imposición de una perspectiva. En este caso, el de la compra de los receptores para las EERR de Radio Sutatenza, se visibiliza un proceso de este tipo entre los organizadores del programa, la Caja Agraria y otras asociaciones, ya que la producción y el ensamble de los receptores del programa significaron encuentros de posiciones sobre la viabilidad de esta tecnología en los campos colombianos.

Si bien esta perspectiva permite conocer factores sociales para la constitución de esta tecnología radial, es pertinente la crítica que elabora Langdon Winner (1993) a esta forma de abordar la tecnología en el caso particular. Para Winner, el análisis de la flexibilidad interpretativa desde los grupos relevantes, desconoce otros grupos sociales que no tienen poder de decisión para el diseño o apropiación de una tecnología. En el caso de las EERR, puede notarse que todo el diseño de la radio se hizo a expensas del campesino, se decidió por él qué programas debería escuchar, a qué horas debería escuchar su radio-receptor y se reforzó una brecha entre los contenidos radiales que podía elegir el campesino o un oyente de zonas urbanas. Esto último no quiere decir que debía pensarse la audiencia radial como homogénea, es relevante diseñar contenidos teniendo en cuenta las zonas geográficas a las que están destinados, pero es significativo el hecho de imponer a través de un artefacto tecnológico como los receptores, el tipo de contenido que podrá escucharse para un determinado tipo de población.

4.2.2. Las problemáticas de las pilas

Como se mencionó en los requisitos de portabilidad del diseño de los radios, durante los primeros años, los radio-receptores comprados utilizaron pilas secas de tipo A-B. Entrando en detalle sobre estas pilas, estas se conformaban en cajas de 35 cm de ancho, 13 cm de alto

49 y 10 cm de fondo aproximadamente. El peso de una pila de este tipo oscilaba entre 2 a 2,5 kg. Si se comparara en términos de pilas alcalinas tipo «D» (las pilas que hoy en día se conocen comúnmente como «pilas grandes»), es como si se dispusieran 10 de estas pilas dentro de una caja, adicionando un conector entre ellas que hiciera las veces de un enchufe hacia el electrodoméstico al que se provee energía. Esta pila A-B, se instalaba dentro de los radios usando el cable de conexión dispuesto al interior del receptor.

Para el programa de las EERR, generalmente se utilizó la marca Eveready, sin embargo en Estados Unidos también se producían pilas de marcas como Zenith y RCA, según la marca del radio. Para instalar o desinstalar la pila, debía destaparse la radio en la parte trasera, desenchufar el cable con enchufe de cuatro orificios «tipo hembra» conectado a la batería, reemplazar la batería y reconectar. A continuación se muestra cómo era una instalación típica dentro del radio, la estructura interna de una de estas pilas y un comparativo visual entre las pilas A-B, junto con pilas tipo D y las pilas prismáticas (comúnmente conocidas como pilas «dobles»)7:

7 Este tipo de pila pesaba mucho más que varios radios modernos a transistor. En realidad era un paquete de baterías de dos tensiones diferentes (90 voltios y 9 voltios), a partir de dos grupos de celdas.

Las baterías contaban además con un conector de metal de cuatro puntas «tipo macho» que sobresalía en la parte superior de la caja de cartón. Cuando se instalaba en la radio, el cable de la batería se encontraba comúnmente al lado.

En la fotografía del interior de la pila, se distingue la sección de 9 voltios a la izquierda, envuelta en una carcasa de cartón. La sección 90 voltios está a la derecha. Como se puede ver, esa sección se construía a partir de bandas de celdas individuales conectadas entre sí. Cada pequeño botón rojo es una celda y tenían una capa cerosa y brillante. Esta sección también se envolvía en una caja de cartón que prevenía el derrame de líquidos al interior de la radio.

50

Ilustración 8. Las pilas: su instalación y estructura

Instalación de la pila Interior de la pila

Comparativo visual de las pilas A-B y D, al igual que otras pilas

Si bien estas pilas tenían una duración de 900 horas, lo que le permitiría al radio cumplir el requisito de portabilidad a zonas alejadas de las veredas y de las pequeñas ciudades, el transporte para llevar las pilas hacia las parroquias y a los centros de entrega en las veredas era dispendioso. Como cada pila tenía un peso considerable, llevar entre diez o una docena de pilas durante un largo trayecto ya implicaba un esfuerzo considerable, y requería del uso del transporte de carga alternativo como las mulas o los caballos. Dado el tamaño de las

51 pilas, así como la fragilidad del cartón que las envolvía y los líquidos que podía liberar, requería de mayores cuidados en su transporte hacia sus lugares de destino.

La otra problemática del uso de las pilas A-B radicaba en el reemplazo de las pilas en los radio-receptores. La manipulación de los enchufes que eran de un diámetro de 2 cm, suponía tener suficiente cuidado para no partir las puntas de las pilas, o halar excesivamente el cable conectado al radio. Este proceso lo hacía muy susceptible a equivocaciones, daños en los radios y dificultades en la búsqueda de los repuestos para estas partes o mantenimiento de los mismos receptores8. Por otro lado, al campesino nunca se le instruía cómo realizar este tipo de procesos.

En cierta forma, este tipo de problemáticas se mitigó con la aparición y comercialización de las pilas alcalinas en el país, que desde el año 1954 (año en que se inició su comercialización luego de su invención en los primeros años de la década de 1950), se comenzaron a importar radios que utilizaban este tipo de pilas. Aunque la facilidad en el transporte de las pilas mejoró, también se generó un requisito de traer diferentes tipos de radios que soportarán ese tipo de alimentación eléctrica, así como una disminución en el tiempo de uso de las pilas, que pasó de 900 horas con el tipo de pila anterior a 600 horas comparadas con el tipo de pila alcalina.

4.2.3. La publicidad para la compra de los radios

La publicidad impresa del programa, también permitía mostrar las diferentes maneras de llevar esta tecnología al campesino, y la asociación que se realizaba con elementos religiosos y los valores que la radio podría transmitir a los campesinos a través de las ondas radiales de los programas fue fundamental. Los siguientes son algunos ejemplos de la forma como se invitaba a los campesinos a la adquisición de su receptor de Sutatenza:

8 Para visualizar la dificultad en el proceso de producción o cambio de un enchufe en las pilas A-B, Ed Morris (2013) ofrece una explicación en video paso a paso de la forma y complejidad técnica de cambiar un conector dañado para una pila de este tipo.

52

Ilustración 9. Publicidad para la adquisición de radio-receptores

53

Fuente: Folletos publicitarios Radio Sutatenza, Biblioteca Luis Angel Arango (Sin clasificación)

En los afiches puede distinguirse propaganda que invita a los campesinos a incorporar en su rutina diaria la audiencia del radio de Sutatenza, así como relaciones muy explícitas con la celebración eucarística, en la forma como se asemeja al momento de la consagración en la parte de liturgia de la eucaristía, cuando el Sacerdote levanta la hostia para mostrarla a todos los asistentes y la ofrece al creador. De la misma manera se ofrece el radio-receptor para llevar al campesino el mundo de la cultura a sus vidas y sus familias.

La publicidad también invitaba a los campesinos a adquirir sus radios en la Caja de Fomento Agrario, en los cuales los valores promocionados para adquirir un radio estuvieron más relacionados con el desarrollo e incorporación de nuevas técnicas agrícolas en sus procesos de siembra y recolección de cultivos de su tierra.

Como puede observarse también, la invitación a utilizar y promocionar los radio-receptores no iba dirigida únicamente a los mismos campesinos, sino que también se invitaba a los

54 sacerdotes a promocionar la compra y el uso de los radios en sus respectivas parroquias, promoviendo una mayor eficacia de la propia pastoral a cambio de incentivos como mejoramiento de su casa parroquial, o la invitación a viajes al Vaticano si se daba suficiente impulso al programa Escuelas Radiofónicas con los campesinos de sus veredas.

Las críticas al proceso de distribución no faltaron. En el periódico La Calle (1958), se publicaron artículos en los que problematizaba la forma en que un campesino o un grupo de campesinos podría beneficiarse realmente de un radio-receptor de este tipo. El campesino debía realizar una inversión directa de $119 pesos en promedio de la siguiente forma: $71 por el valor promedio del radio; $44 por el valor de las pilas y $4 pesos por el valor de la antena aérea indispensable para la recepción. Adicionalmente, el campesino debía llevar una autorización firmada por su párroco para que el receptor pudiera ser vendido.

4.2.4. La entrega del radio-receptor

Con el ánimo de llevar un registro de cuántos y cuáles campesinos accedían a una escuela radiofónica con un nuevo radio, se entregaba una hoja de registro o de matrícula con la cual el campesino registraba datos como el serial del radio, el nombre del propietario del mismo, los nombres de las personas que accederían a la EERR y un número consecutivo de la EERR que serviría para censar el total de escuelas en dicho sector. Los radios, como en el caso del Phillips B1X18T/59G9 (en la fotografía), se distribuyeron a los campesinos desde el año de 1962. Se compró una cantidad de 30.000 receptores de fabricación holandesa y se enviaron a Colombia empacados en una caja de cartón, una bolsa de plástico y un icopor.

9 La nomenclatura del modelo ofrece información importante sobre las condiciones de producción del radio- receptor. En este caso, el modelo B1X18T, ofrecía las siguientes características (Radio Museum, s. f.) B = Radio de sobre-mesa («table-top» por la sigla original en inglés) X = diseñado en Holanda 1 = Perteneciente a la gama de precios baja 1 = Fabricado posiblemente en el año de 1961 8 = Identificador único de esta serie T = Radio-receptor Transistorizado

55

Adicionalmente, se entregaba un manual en cinco idiomas dentro de la caja (holandés, inglés, francés, alemán y español), que indicaba la forma de realizar operaciones básicas del receptor. Antes de entregar el receptor al campesino, se agregaba una cartilla y la hoja de matrícula mencionada. La siguiente fotografía ilustra el embalaje del radio en ese momento (Tel, 2014):

Ilustración 10. El empaque de los radio-receptores y un ejemplo

El empaque del radio-receptor Phillips B1X18T/59G

56

Elementos del radio-receptor Phillips B1X18T/59G

Este radio Philips en particular, era un radio-receptor de transistores, que correspondía a un modelo comercial de gama económica, al que se hicieron modificaciones de acuerdo a las solicitudes del padre Salcedo y de su equipo de las EERR. Las partes comunes del radio- receptor para el programa de Radio Sutatenza, pueden verse en este ejemplar. En las fotografías se muestra en la parte superior el rótulo de Acción Cultural Popular, que era distintivo de todos los receptores entregados por el programa. También se muestra el escudo y la marca Philips (o la marca del fabricante específico). En la parte superior izquierda, se distingue la perilla negra de sintonización de frecuencias, cuyos movimientos tenían desplazamientos fijos y tenía un señalador que apuntaba hacia 4 frecuencias específicas de sintonización, sin mencionar precisamente cuáles eran, con el fin de no confundir a los campesinos. Se distingue también el parlante en el centro-derecha y la perilla blanca de volumen de movimiento libre. Igualmente, puede verse el interruptor de encendido. En la parte inferior izquierda del receptor se distingue una instrucción gráfica para la ubicación y posición de las pilas tipo D para este radio.

4.2.5. La «sincronización» de las frecuencias en los radio-receptores

57

Desde el primer modelo importado especialmente para las EERR en el año de 1950, se introdujo una modificación adicional al diseño de los radio-receptores del programa de EERR. Esta modificación consistía en limitar el número de frecuencias que podían ser sintonizadas con el receptor. Dicho número de frecuencias se determinaba de acuerdo al número de emisoras de Radio Sutantenza que se encontraban al aire en el momento de comprar los nuevos radios. De esta forma, en el año de 1950, los 700 radios comprados a General Electric tuvieron una frecuencia única. Para el año de 1953, los 5.000 radios importados a Phillips tuvieron hasta tres frecuencias. Las compras de receptores Phillips y Toshiba transistorizados de los años 1962 y 1963, que conformaron importaciones de 10.000 y 100.000 radios respectivamente, podían sintonizar un total de cuatro frecuencias. En términos de la época, a esta modificación se le llamó «sincronización». Con esta sincronización, se buscaba que el campesino únicamente utilizara el radio para escuchar los programas de alfabetización y educación cultural de la radio Sutatenza.

Técnicamente hablando, para efectuar la sincronización del receptor, se modificaba el movimiento de la perilla sintonizadora de frecuencias, de tal forma que se fijara el desplazamiento a puntos pre-establecidos, para sintonizar únicamente las frecuencias que se solicitaran por parte de la organización de las EERR. A continuación se aprecia el mecanismo interno que se encargaba de dicha modificación, en el modelo transistorizado Philips B1X18T/59G10 (Tel, 2014):

10 De acuerdo con el profesor Gerard Tel (2014), este modelo no era muy común en 1961 ya que no posee un botón de sintonización, pero si el interruptor de cuatro posiciones. En este modelo en particular, tres posiciones reciben frecuencias en la banda de 60 metros (alrededor de 5100kHz) fijos, la posición cuarta sintoniza una estación de onda media fija. En el interior del interruptor gira un carrusel con tres cristales y bobinas (encerradas en el cuadro de color negro de la fotografía). La posición del interruptor para el canal 4 (Onda Media) en realidad está entre las otras posiciones en lugar del número 4 en el panel.

58

Ilustración 11. La «sincronización» de frecuencias de los radios

A pesar de esta característica de la sincronización de los receptores, Radio Sutatenza significó una buena opción para los campos de Colombia, gracias a las pilas que permitían escuchar la emisora de 800 a 1000 horas. Igualmente creó un interés innegable en las zonas rurales hacia la misma emisora, y una evidente simpatía hacia el contenido de su programación.

En palabras del Padre Pablo María Ozaeta (1968) y de Martín Ferrer, quienes elaboraron evaluaciones para el programa: «Para gran número de campesinos fue la única ventana al mundo. La única voz amiga que llegaba a sus hogares. Y por ese sólo título, la radio- compañera se ganó muchísimos afectos, especialmente en las zonas más lejanas» (Ferrer Martín, 1967).

Derivadas de estas evaluaciones, las ventajas que significó la emisora para el campesino oyente pueden resumirse así:

 Compañía para el campesino.

59

 Presencia de Colombia.  Información.  Consejos y recomendaciones.  Entretenimiento.  Amplitud de horizontes.  Estímulo a sus iniciativas y promoción de campañas.  Conciencia de su dignidad e importancia.  Presencia de la Iglesia en sus ocupaciones y preocupaciones.  Una oportunidad de progreso.

También la Radio Sutatenza significó algunas desventajas para el oyente. Este no encontró coplas y cantares que podía escuchar en la taberna del pueblo a través de un receptor que sí captase otras emisoras. Tampoco chistes de los cómicos más populares. La monotonía de RS no se refería únicamente a que la programación fuese o no variada, sino también a que era la única que podían escuchar. Los siete espacios diarios, de una hora de duración cada uno, dedicados a las EERR o cursos especiales, tampoco fueron un factor que ganara la simpatía del oyente campesino.

Para los evaluadores, el período de máximas dificultades para la obtención de pilas, fue probablemente, el que determinó la pérdida de interés por Radio Sutatenza. Pero no fue atribuido exclusivamente a la falta de dicho elemento. En varias partes la emisora entraba con dificultad y con bastante ruido. En otras, sólo entra a ciertas horas del día. La repetición de las clases y una cierta monotonía en la programación fueron también factores de desaliento para el oyente. Y de igual forma, la curiosidad por escuchar otras emisoras determinó algún desapego hacia la emisora que primero llegó a sus hogares.

Por otro lado, para comienzos y mediados de los años 1960, las radios cadenas nacionales en Colombia ya se perfilaban como una opción de preferencia para los campesinos en algunas áreas rurales. De tal manera que la población rural no quería escuchar únicamente la programación cultural de Radio Sutatenza y las clases de las EERR, sino que también

60 estaba disponible para escuchar radionovelas, música popular, noticieros y eventos deportivos. De esta forma, estas limitaciones en las frecuencias radiales que podían captarse a través de Radio Sutatenza generaron en algunos campesinos las inquietudes de poder alterar la sincronización de los radios y permitir que se sintonizaran otras frecuencias radiales.

Así surgió un tipo de adecuación técnica a los radios del programa, que consistía en abrir el radio desde la parte trasera y colocar pedazos de caucho en la perilla que limitaba el número de frecuencias, para que de esta forma se pudiera girar con mayor libertad la perilla y permitir que se mantuviera quieta sintonizando frecuencias intermedias, diferentes a lo que estaba fijado desde la fábrica. Esta modificación no sólo se realizó en los campos, inclusive en las instalaciones de Radio Sutatenza en Bogotá, se contaba con algunos radios con frecuencias abiertas siendo aprovechados también por el personal de la Acción Cultural Popular para sintonizar las demás cadenas radiales de la capital de la República. (Álvarez Gómez, 2014).

4.2.6. Otras problemáticas de uso

A nivel del uso, la introducción de un artefacto como la radio en los hogares campesinos, no supuso una entrada sin traumatismos y problemas. Primrose se interesó por algunas de estas situaciones. Por ejemplo, dado que el precio de un radio de tubos era alto (los primeros tipos de radios con que se contó en el programa), al comienzo la iglesia impulsó la compra de un radio por vereda con el fin de reunir a un grupo de familias alrededor de Radio Sutatenza y su programa de educación. Pero se encontraron con problemas de convivencia y posesión del artefacto, desacuerdos en los horarios de uso y conflictos por la compra de las baterías necesarias para proveer de energía al receptor. Posteriormente se decidió propiciar la compra de un radio por hogar, concediendo pequeños créditos o formas alternativas de pago a los campesinos.

61

El escenario de la compra de los radios no fue tan distinto en las ciudades. Reynaldo Pareja también comenta sobre las dificultades en la adquisición de los aparatos y su relación con las emisoras del momento. Sólo familias con recursos económicos abundantes podían acceder a la compra de una de estas máquinas. Además, en muchos casos, el proveedor de radios manejaba su propia emisora que inclusive contaba con el mismo nombre la compañía. Dicha circunstancia alineaba tanto al distribuidor de radios, la emisora y la audiencia, asegurando un mercado cautivo en la venta de los aparatos y la publicidad de sus patrocinadores.

La introducción de los radios de transistores también es un hito importante para autores como Pareja, Téllez y Primrose. La disminución del costo y del tamaño que significó, permitió a los usuarios una mayor independencia de movimiento (mucho más en el caso de los campesinos), y una mejor segmentación y especialización de programación en el caso urbano.

La perspectiva de Téllez tiende a ser determinista en el sentido de afirmar que los cambios sociales que produjo el radio de transistores los realizó por sí solo. Un punto de vista más orientado a la combinación de lo humano con lo artefactual es el de Pareja, quien identificó algunos factores sociales que tuvieron influencia en la difusión de la radio. Para Pareja, era claro que las bondades del radio de transistor no serían reconocidas ni apropiadas sin la construcción y refuerzo de su uso. Esta apropiación se sustentó, desde su perspectiva, en generar transmisiones radiales de eventos significativos como la visita del Papa Pablo VI, los mundiales de fútbol de 1966 y de 1970 y la llegada del hombre a la Luna, que significaron impulsos grandes para promocionar la venta de radios y al mismo tiempo cautivar la audiencia con los programas ya establecidos en las emisoras.

La introducción de los transistores en el año de 1965 generó un cambio radical en la fabricación de los radios. Este proceso no fue ajeno al programa de las EERR de Radio Sutatenza, donde se empezaron a comprar radios transistores desde el año 1968, de las marcas Phillips, Toshiba y Sharp. Uno de los cambios más importantes que significó la

62 introducción de radio de transistores, fue la reducción a casi la mitad en el tamaño de los receptores, pasando de 30 o 40 cm de ancho a 20 cm, lo cual contribuyó a una mejor portabilidad del artefacto y asimismo a que el oyente quisiera sintonizar distintos tipos de programas.

La puesta en escena de las EERR cambió significativamente con este nuevo tipo de receptor. El espacio inicial diseñado para la reunión de un grupo de personas alrededor de una radio, se modificó al individualizar la audiencia.

5. La radiodifusión de las EERR y su organización

El aspecto organizacional de la tecnología, que para Pacey puede abordarse como las diferentes facetas de procesos de administración, mantenimiento e incluso políticas públicas; relaciona las actividades de diseñadores, ingenieros, técnicos y operarios, así como los usuarios, beneficiarios y consumidores. En el caso de las EERR de ACPO, se combinaron factores humanos y no humanos que significaron una estructura organizativa compleja en el programa. Elementos técnicos como los radios de tubos y transistor, las antenas, las estaciones radiales, los libretos de los programas, la programación diaria y semanal, etc., se mezclaron con los elementos humanos como la audiencia, los locutores, operadores de audio, libretistas, productores, etc.

Además de la combinación de las condiciones de posibilidad tecnológica de la época y las capacidades adaptativas e inventivas de los iniciadores del programa de las Escuelas Radiofónicas, intervinieron actores que se alinearon para la consecución de recursos y legitimación del artefacto como una solución apropiada para el problema de la educación masiva rural. Por ello, autores como Edgerton llaman la atención a tener en cuenta que «los procesos de remodelación, mantenimiento, reparación, reutilización, y reciclaje han sido fundamentales en la historia de las cosas y estructuras que nos rodean.» (Edgerton, 2004, p.

63

13). Es decir, lo que Edgerton llama la tecnología en uso por encima de la invención de un artefacto.

Monseñor Salcedo consiguió el apoyo de organizaciones religiosas como la Congregación de los Hermanos Franceses, agencias católicas alemanas y estadounidenses, así como entidades no gubernamentales internacionales como la Cooperación Holandesa, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); las cuales prestaron un apoyo humano en términos de técnicos radiales, diseño de currículos y becas para estudiantes del programa. Esta forma de encontrar soporte financiero y técnico se utilizaría posteriormente en otras experiencias a nivel latinoamericano hasta convertirse casi en un diferenciador de este tipo de programas, como lo menciona Peppino en su estudio de experiencias de radio en educación en América Latina.

Continuando con los planteamientos de Edgerton, puede abordarse una problematización al determinismo tecnológico, teniendo en cuenta que es fundamentalmente una teoría de la sociedad. Para Edgerton, el determinismo busca explicar la estructura y la evolución de la sociedad mediada por la tecnología. Sin embargo sostiene que su error, está en pensar que la innovación importante es el artefacto y no el proceso. Por ello, y aspectos relevantes como la apropiación, los diversos mecanismos usados para ello, así como los refuerzos hacia su legitimación, también son definitivos. Aquí puede referirse al papel del refuerzo de los sacerdotes para llamar a los feligreses a escuchar los programas, la correspondencia entre la ACPO y su audiencia, del diario «El Campesino» y de la publicidad radial, así como los libros y la emisora con programas variados que complementaron los esfuerzos educativos de determinadas franjas del día. El éxito de la radio no era su largo alcance hacia zonas distantes y sus bajos costos de transmisión, sino su uso y los mecanismos que respondieron a cómo esto se hacía efectivo.

Un factor de organización muy importante en el proceso fue el papel de los párrocos en el desarrollo y seguimiento de las escuelas individuales, en las cuales, el compromiso era esencial. Rausch cita Primrose sobre casos en los cuales, el impulso y la diligencia con la

64 que un sacerdote gestionaba las escuelas, eran determinantes para su estabilidad y continuidad. Como en el caso de Villapinzón, donde un sacerdote apoyó la introducción de las escuelas y al poco tiempo fue transferido por orden del obispo, y al demorarse en la asignación de un nuevo párroco, las escuelas constituidas decayeron y cerraron. Posteriormente, el nuevo sacerdote adoptó una casa contigua a la iglesia como oficina de las escuelas, envió a un líder a capacitarse en el curso respectivo, organizó capacitaciones de nuevos líderes e invitó a los campesinos a aceptar su apoyo. Igualmente cada mes el mismo sacerdote visitaba cada una de las escuelas para verificar el progreso de los estudiantes y las necesidades que podían requerir. (Rausch, 2012, p. 25).

Los mismos ejemplos se encontraban en zonas como el Meta, donde se realizaban reportes de números de escuelas, estudiantes y una evaluación del desempeño de los auxiliares inmediatos, y a la vez se establecían las cantidades de semanarios a enviar desde Sutatenza y se planeaban los envíos de cartillas y posteriormente de dotaciones para la Biblioteca del Campesino. Este aspecto es tan significativo, que marcará las relaciones entre muchos sacerdotes con el episcopado y originará tensiones por los objetivos fijados para la penetración del programa y consecución de recursos como radios, baterías y cartillas.

Otro factor organizativo presente en los trabajos de Pareja y Téllez, muy ligado al objetivo de aumentar la audiencia para las emisoras, fue la planeación de los horarios y los tipos de programación, porque la elección de los espacios radiales y la pauta publicitaria se adecuaron a las franjas de mayor disponibilidad de tiempo de atención de los radioescuchas y los autores resaltan temas como la fijación de tarifas y mayor disposición de recursos económicos, así como mejores actores, locutores más destacados, efectos sonoros especiales y publicidad en otras franjas para promocionar los mismos programas. En este sentido, contemplar dicha coordinación de los horarios, transmisión de repeticiones y considerar las jornadas de su audiencia campesina también fue una tarea primordial para los promotores de las radios educativas. Hasta el punto en que el mismo Pareja señala, que uno de los factores del decaimiento de Radio Sutatenza fue la incorporación de programas de emisoras comerciales destinados a campesinos en las mismas franjas de aquella radio

65 popular, apalancando el consumo de programación de entretenimiento y diversión en vez de las alternativas culturales.

Por último, tomando los procesos de transferencia de conocimiento teniendo en cuenta el contexto, estos pueden entenderse como un proceso mismo de innovación. Una perspectiva común de la transferencia de tecnología es el flujo de conocimiento de donde es conocido y establecido a donde es nuevo y no se ha utilizado. Aunque puede verse como un proceso innovativo desde el punto de vista del nuevo dominio de conocimiento, la forma de transferencia también puede verse como innovador desde el punto de vista global. Entonces, «un aspecto importante de este proceso [la transferencia] es el conocimiento alternativo que se genera [del mismo proceso]» (Valderrama Pineda, 2001, p. 24). Por ello, aunque en los años en que se comenzó a utilizar la radio en las Escuelas Radiofónicas, ya existían algunos usos comunes de este medio en Colombia, en experiencias como la Radiodifusora Nacional de Colombia, e incluso a nivel internacional en países como los Estados Unidos ya se utilizaba la radio para la educación masiva y a distancia; lo interesante de las Escuelas Radiofónicas, fue tomar el artefacto tecnológico y la forma tradicional de su uso y generar un proceso que involucrara conocimiento y prácticas para profundizar en su utilización como un objetivo educativo, y pensar en la organización y sistematización a través de una institución como la ACPO.

A continuación, se describirá con mayor detalle la relación entre la estructura organizativa de la ACPO y algunas construcciones civiles importantes diseñadas especialmente para la producción de los programas radiales, el entrenamiento del personal técnico y la instrucción presencial del campesino, para que hiciera parte del esfuerzo de difundir y apropiar la radiodifusión como alternativa de alfabetización y cultura.

5.1. Las oficinas de Acción Cultural Popular

Junto con los transmisores, otras de las infraestructuras importantes para el caso de Radio Sutatenza, fueron las oficinas, los centros de servicio e institutos campesinos. En estos

66 edificios se realizaban las grabaciones de los programas y se gestionaban algunos procesos de apropiación y consolidación de la radiodifusión de cara a los oyentes. Para producir los programas radiales era necesario contar con una infraestructura de equipos en la que se involucraron micrófonos, equipos de grabación, consolas mezcladoras de audio, asimismo así como diferentes cintas magnetofónicas, con las que posteriormente se pasarían al aire las clases diseñadas especialmente para las EERR y los programas culturales de la emisora.

En el edificio Cardenal Crisanto Luque ubicado en la carrera 10 N° 19 – 64 en Bogotá11, funcionaron las direcciones administrativa y financiera de la ACPO a nivel nacional, además de algunos estudios de grabación para programas recreativos como radionovelas y musicales. Además, el edificio contaba con un radio-teatro12 en el que se transmitieron a la audiencia presente charlas sobre educación, temas científicos y acción popular. El edificio se convirtió en un lugar tan importante en la capital de la República, que fue un punto de paso en las visitas a Bogotá del entonces vice-presidente Richard Nixon (en la década de 1950), y del papa Pablo VI (en 1968). La financiación de este gran proyecto, contó con amplia participación del gobierno colombiano y fue sometido a amplias críticas por tratarse de financiar con dineros públicos una estructura para un proyecto de naturaleza mixta entre el gobierno, cooperación internacional e Iglesia (La Calle, 1958).

Por otro lado, el estudio técnico donde se grababan las clases para las EERR se llamó la Central de Servicios de ACPO. Estuvo ubicado en la carrera 39 N° 15 – 11 también en la ciudad de Bogotá. Desde este mismo lugar se transmitían las clases para la zona centro. Por lo general, las clases se pre-grababan con una de anticipación a su transmisión y se realizaba en este centro de servicios.

11 Aunque existieron instalaciones técnicas importantes en el casco urbano del municipio de Sutatenza, en este trabajo se tratará la relación entre el edificio principal en Bogotá y la central de servicios de ACPO ubicada muy cerca de este edificio. 12 Una descripción detallada de la arquitectura del edificio Cardenal Luque y su radio-teatro, en la que pueden verse algunos planos y fotografías, puede encontrarse en el texto de Carlos Niño y Sandra Mendoza (2010). Ellos destacan la relación entre este edificio y otros construidos sobre la carrera décima en la ciudad de Bogotá, los cuales significaron una propuesta importante de modernización del centro de la ciudad a finales de la década de los años 1950.

67

La grabación de las clases13 era guiada por un jefe de pedagogía radial, entre los profesores- locutores y operadores de sonido se elaboraban los libretos, planeaban los efectos especiales sonoros, se acordaban los momentos musicales (cortinas), y/o las pausas para permitir que los alumnos-oyentes consultaran una página específica de la cartilla correspondiente al curso, escribieran los dictados propuestos o resolvieran los ejercicios asignados durante las clases.

Algunos de estos jefes de pedagogía radial fueron capacitados gracias a un convenio de cooperación entre la Acción Cultural Popular y la UNESCO a comienzos de la década de 1950. Posteriormente, estos jefes de pedagogía radial tendrían además la función de capacitar y guiar el entrenamiento de los nuevos profesores-locutores de las escuelas radiofónicas.

Los profesores locutores, pasaban por una fase de dos a tres meses de entrenamiento con base en ejercicios prácticos y el auto-estudio de material proporcionado por la ACPO, y también contaban con un seguimiento al proceso por parte de personas con mayor experiencia. A través de ejercicios sucesivos de preparar, grabar y transmitir clases, el equipo de grabación acordaba los tipos de música, las pausas para llamar la atención de los oyentes y la consistencia de las clases pertenecientes a una misma área de enseñanza, ya que era necesario diferenciar entre clases de alfabetización, aritmética básica, agricultura, etc. Al mismo tiempo, debía tenerse en cuenta nivel de avance en el programa de los alumnos-oyentes al que estaba dirigida la clase, y con base en ello planear y elaborar las diferentes intervenciones e instrucciones de la clase.

El aprendizaje basado en la práctica y complementado con elementos teóricos sobre el sonido, la electricidad y el uso efectivo de diferentes equipos de grabación, se vio

13 El proceso de grabación de una voz o una pieza musical, involucra el uso de un micrófono, una consola de mezcla de sonidos y un equipo de grabación de cintas. La voz humana o la melodía de un instrumento son ondas de sonido, las cuales ejercen una presión sobre el aire a su alrededor. Un micrófono tiene una membrana muy sensible a estos cambios de presión y sus vibraciones se conectan a un electroimán, que convertirá esos pulsos de presión en señales eléctricas que serán llevadas a la consola para su limpieza de ruidos, la mezcla con otros efectos y posteriormente su grabación en cintas magnéticas.

68 sistematizado en algunos cursos sobre operaciones básicas de sonido y el papel del operador de sonido en la producción de los contenidos. Gracias al apoyo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, a mediados de la década de 1970, se aprovechó para constituir cursos de operadores de radio para otras radiodifusoras, como el caso de la radio de las Fuerzas Militares, a la cual a comienzos de la década de 1980 se le ofreció un entrenamiento para sus operadores de sonido basados en el esquema de Radio Sutatenza (Álvarez Gómez, 2014).

5.2. La elaboración de libretos de los programas

Luego de establecer un borrador de libreto para la sesión de una clase, el profesor-locutor se disponía a pasarlas en limpio, para lo cual utilizaba generalmente una máquina de escribir. El objetivo de pasar en limpio estos libretos, era elaborar el guion definitivo de la clase y facilitar la lectura en el momento de la grabación. Pensando en dicha facilidad de lectura, también se recomendaba manejar una estructura de párrafos de entre ocho a doce palabras por renglón, que además de usar el tipo de letra de máquina fácil de leer, les permitiera una lectura fluida de las lecciones, evitando pausas innecesarias o equivocaciones en la lectura del contenido al pasar de un renglón al siguiente14.

En las siguientes gráficas, se muestra la estructura común de tres tipos diferentes de libretos de programas transmitidos en la emisora, uno de EERR, otro del programa «Noción de la Espiritualidad» y uno del «Correo Sutatenza».

En primer lugar, puede verse un fragmento de la primera página del libreto de un curso de las EERR correspondiente a la tercera sesión del cursillo «Contabilidad Agropecuaria» perteneciente al programa «Nuestra Comunidad». Este libreto fue elaborado en el año de

14 En libretos de programas como el «Correo de Sutatenza» y reflexiones de catecismo del padre José Ramón Sabogal, no era necesario conservar esa estructura de párrafos tan angosta, debido a que la dinámica de grabación de estos programas permitía una mayor improvisación por parte del locutor y además no requerían la incorporación de muchas cortinas musicales para buscar páginas en las cartillas, la realización de ejercicios o la escritura de dictados.

69

1976 (el año de elaboración aparece en la página de presentación del libreto que agrupa las cuatro sesiones del cursillo).15

Ilustración 12. Libreto de clase de EERR «Contabilidad agropecuaria»

Fuente: Fonoteca Digital Radio Sutantenza, Biblioteca Luis Angel Arango http://www.banrepcultural.org/fonoteca/fondos-especiales/acpo-radio-sutatenza/contabilidad-agropecuaria

En este libreto se pueden apreciar tres secciones: un rótulo en la parte superior de la página para identificar la correspondencia a las Escuelas Radiofónicas de Radio Sutatenza, un encabezado con información general de la sesión, que identifica el nombre del programa, la fecha de elaboración del libreto y el equipo de personas que lo elaboraron. Para este

15 Se eligió este libreto en particular por la ejemplificación de las secciones más importantes de un libreto de curso de escuela radiofónica y por la participación como libretista y profesor-locutor de Rubén Darío Álvarez Gómez, a quien se realizó una entrevista a profundidad para conocer el proceso de capacitación de los locutores, así como la forma de elaboración de los libretos de los programas de las EERR, sus participantes y la grabación de los mismos.

70 ejemplo, se menciona el Control u operador de sonido, los locutores que en este caso fueron dos profesores-locutores y el productor que en este caso no se asoció con una persona específica sino con el Departamento de Profesorado.

La tercera sección del fragmento presentado corresponde al cuerpo del libreto, que identifica en forma numérica y secuencial las intervenciones de los integrantes del equipo de locución y control. Cada intervención se dividía en dos columnas que identifican el integrante a cargo de la intervención y el texto de la misma. Este cursillo en particular, contó con un número de entre treinta a treinta a cinco intervenciones por sesión y cada una de ellas tomaba un promedio de doce minutos al aire.

Las intervenciones de Control comprendían la reproducción de los temas musicales de presentación y salida, el lema del programa que se reproducía al comienzo y la finalización de la sesión, así como las cortinas musicales, que incluían tiempos estimados en segundos. Por lo general, las cortinas eran antecedidas por instrucciones al alumno-oyente y/o el auxiliar inmediato, como puede verse en el caso de la intervención número 5 por parte de la locutora, que indica a los estudiantes revisar una sección específica de la cartilla y llama la atención al auxiliar sobre orientar a sus alumnos en la lectura.

En este libreto como en muchos otros, se buscaba entablar una especie de «diálogo amable» entre los profesores-locutores y los alumnos-oyentes alrededor del tema de estudio, así como generar un ambiente de reunión de amigos en el lugar donde se tomaba la clase frente al radio-receptor. En este caso específico, si bien la sesión contó con dos locutores, ellos nunca interactúan entre sí, como ocurría en algunos programas.

Aunque se practicaba con anterioridad la lectura de los libretos y a la hora de la grabación se realizara cuidadosamente, no faltaban los errores de salto de palabras o dicción equivocada. Para corregirse estos errores, dependiendo del cronograma fijado para el día, podía repetirse o se asignaba la tarea al operador de sonido para editar las grabaciones, de

71 tal forma que en algunas partes los errores en la lectura del libreto quedaran casi imperceptibles.

Con este proceso de planeación y grabación, pocos profesores-locutores se atrevían a transmitir sus lecciones en vivo, realizando este tipo de operación únicamente en casos de urgencia en los que se hubiese dañado una cinta o se incluyera una elección sin el planeamiento adecuado.

En segundo lugar se encuentra un fragmento del programa «Noción de Espiritualidad» presentado por el padre José Ramón Sabogal. Este libreto fue elaborado en el año de 1964:

Ilustración 13. Libreto de programa «Catecismo»

Fuente: Fonoteca Digital Radio Sutantenza, Biblioteca Luis Angel Arango http://www.banrepcultural.org/fonoteca/fondos-especiales/acpo-radio-sutatenza/programa-nocion-de-espiritualidad

72

Puede notarse una mayor libertad en la conformación del equipo participante, así como la intervención del locutor en forma de homilía, que aunque no estaba precedida por la lectura de fragmentos de evangelios, elaboraba y reforzaba constantemente alrededor de una idea, en este caso «la importancia de leer y escribir». También las cortinas musicales carecían de tiempos estimados, pero su intervención y frecuencia se realizaba en forma de salmo, es decir, ser reproducía una cortina corta y luego se leía una frase, posteriormente otra cortina breve y una nueva frase, y así sucesivamente.

En tercer lugar, se muestra un libreto del programa «El Correo Sutanteza» en el que se leían fragmentos de cartas de campesinos y las respectivas respuestas de la oficina de correspondencia de la ACPO. El siguiente fragmento corresponde a un libreto del año 1964:

Ilustración 14. Libreto del programa «El Correo Sutatenza»

73

Fuente: Fonoteca Digital Radio Sutantenza, Biblioteca Luis Angel Arango www.banrepcultural.org/fonoteca/fondos-especiales/acpo-radio-sutatenza/correo-de-radio-sutatenza

La estructura de este libreto, agrupaba un fragmento corregido en gramática y ortografía de la carta de un oyente y su respectiva respuesta. La longitud de un renglón abarcaba casi todo el ancho de una página y como en la mayoría de cartas los oyentes escribían frases cortas, en el libreto se separaban con guiones. Puede notarse que además de mostrar el nombre del remitente de la carta, también se mencionaba cuál era su participación en los programas de la emisora, ya fuera como alumno-oyente, auxiliar inmediato, líder campesino, dirigente o sencillamente un amigo de la emisora.

Al momento de leer este tipo de libreto, correspondía al locutor repetir varias veces el nombre del remitente, con el ánimo de que este o personas conocidas se enteraran de la lectura de la carta en el programa, cosa que era solicitada por muchos campesinos, quienes esperaban escuchar sus nombres y mensajes en el «Correo Sutatenza». Esta y otras estrategias de apropiación de la radio, que vinculaban al oyente a seguir escuchando y participando en los programas, se tratarán a profundidad posteriormente.

5.3. Los institutos campesinos y la participación del campesino

Otra de las infraestructuras importantes con que contó el programa de las EERR fueron los Institutos Campesinos, masculino y femenino, ubicados en Sutatenza, construidos en la década de los años 1950. En estos institutos se ofrecían becas para la realización de cursos de capacitación a los campesinos en modalidad internado y en un periodo de dos o cuatro meses se brindaba a los internos enseñanza teórica y práctica sobre técnicas agrícolas, manejo de higiene en los hogares y mejoramiento de las condiciones de vivienda, y de igual manera el fortalecimiento de las habilidades de liderazgo para desempeñar actividades de difusión y consecución de estudiantes para las EERR. De esta forma, los Institutos campesinos servían también para explicar el vínculo a la estructura en la que un campesino podría involucrarse para participar en el programa de ACPO.

74

En primera medida, un campesino que escuchara las clases o que tuviera nociones básicas de lectura y escritura, podría desempeñarse como un Auxiliar Inmediato de una escuela radiofónica, de tal forma que su colaboración y su liderazgo le permitieran hacerse visible ante los coordinadores del programa en su parroquia respectiva. En principio, llegar a ser un Auxiliar Inmediato no requería ningún curso, pero al fundarse los Institutos Campesinos, se creó un curso de principiantes para que el becario pudiera desempeñar mejor sus labores de asistente del profesor-locutor.

Las actividades principales del Auxiliar Inmediato consistían en apoyar la realización de las clases radiofónicas como un asistente del profesor-locutor, pero también se esperaba que el Auxiliar Inmediato acudiera a la realización de reuniones mensuales en su parroquia para dar cuenta tanto al párroco como a los de líderes campesinos sobre el desarrollo de las actividades y las problemáticas que se encontraban. Tenía además la función de llevar el seguimiento de una encuesta de la escuela, en la que se censaba con cierta frecuencia el número de estudiantes activos y su asistencia a las clases. Adicionalmente el Auxiliar era el encargado de iniciar y guiar el proceso de las comprobaciones de aprendizaje que se realizaban al finalizar los cursos, para lo cual se distribuyó un material especial que se complementaba con las instrucciones del profesor-locutor.

En las cartas escritas por los Auxiliares se evidenciaba el papel de los sacerdotes para realizar propaganda al uso de la radio, la recepción de los pagos a plazos para la adquisición de algunos receptores y el pago del seminario «El Campesino». Además en las respuestas de los asistentes se preguntaba al Auxiliar sobre los resultados de las escuelas radiofónicas y se le invitaba a escuchar el programa especial para Auxiliares Inmediatos que se transmitían los días lunes y jueves de 6:50 a 7:00 P.M.

Los Auxiliares Inmediatos podían concursar para acceder a una de las becas e iniciar su ciclo de estudios en el Instituto Campesino, de tal forma que pudiera convertirse en una nueva figura para el programa de las EERR, que se denominó los Líderes Campesinos. Éstos Líderes tenían la función de convocar nuevas personas para la participación en

75 escuelas radiofónicas, impulsar las campañas prácticas del programa y acompañar los procesos educativos para escuelas radiofónicas existentes a un nivel de gestión de cara a la consecución de materiales de cartillas de seguimiento de estudiantes y de vínculos entre los Auxiliares Inmediatos y la parroquia directiva de las EERR.

Por otro lado, los Líderes realizaban entrevistas a los Auxiliares Inmediatos sobre los procesos de matrículas de las escuelas que ellos apoyaban. Se invitaba a los Líderes Campesinos, a diseñar planes con actividades específicas y resultados en términos cuantitativos como número de actividades, metas de formación de escuelas radiofónicas y realización de campañas prácticas.

Los Líderes Campesinos también contaban con un programa especial en la emisora radio Sutatenza. En este programa se ofrecían consejos para motivar a los campesinos a unirse al programa, apoyaban la resolución de conflictos o cómo mantener la actividad de las escuelas radiofónicas y motivaban a los mismos líderes para continuar con sus labores de gestión en las regiones en las que se encontraban.

Las convocatorias para inscribirse a los cursos de los Institutos se publicitaba frecuentemente en los espacios de la emisora, y los formularios de inscripción de los aspirantes se distribuían en el semanario el campesino y en algunos de los principales periódicos del país. El favorecimiento para los cursos se realizaba por medio de la radio y también por telegramas enviados a las parroquias respectivas, que luego se los entregaban a los beneficiarios directos.

Al finalizar su curso del Instituto, los Líderes Campesinos eran destinados a diferentes zonas del país. El líder no necesariamente se quedaba en la zona donde habitaba usualmente sino que de acuerdo a la coordinación del programa podría asignarse a otros destinos para realizar sus labores. Para muchas personas, la opción de movilidad era interesante por el hecho de conocer otras regiones del país y otros tipos de gentes. Para iniciar sus labores, el nuevo Líder se contactaba con el párroco de su lugar de destino y

76 coordinaba actividades con las personas que ya estuvieran trabajando en el programa. En cuanto a los recursos económicos, mensualmente le era destinado un estipendio para gastos de alimentación y transporte. Sin embargo, en ningún momento este apoyo económico representaba un sueldo que le permitiera el mantenimiento de su familia, en caso de ser una persona con responsabilidades familiares. En varias cartas, los Líderes atestiguaban además sorbe las dificultades propias de su labor, problemáticas de acceso a los recursos económicos y la insatisfacción de necesidades, que según ellos les obligaban a renunciar al programa y volver a sus lugares de origen.

Otra figura que se destacó en el proceso de participación del campesino con el programa de Acción Cultural Popular, fue la de dirigente campesino. Mediante un nuevo curso de entrenamiento en el Instituto Campesino, un Líder podía llegar a adquirir esta distinción, la cual también estuvo destinada en primera instancia a los auxiliares parroquiales, quienes eran colaboradores de las actividades administrativas de la Iglesia y que para la inscripción a los cursos del Instituto poseían favorabilidad por parte de los sacerdotes. Los dirigentes estaban involucrados en el impulso de las campañas prácticas, organizaban y hacían el seguimiento de las escuelas, concretaban las reuniones con los Auxiliares y por supuesto distribuían los folletos ordinarios de la parroquia, convirtiéndose en el contacto directo entre el padre, los Líderes y Auxiliares Inmediatos. En términos funcionales, un dirigente era una especie de coordinador de Líderes Campesinos que tenía mayor acceso a recursos tanto económicos como logísticos de la organización. A través del dirigente se podía solicitar la transmisión de eventos a través del trans-móvil o el ACPO móvil, del cual se comentará posteriormente. El dirigente debía reportar y tenía mayor contacto con las instalaciones centrales de la Acción Cultural Popular, por la cual en ocasiones se realizaban reuniones en el edificio Cardenal Luque y estaban invitados grupos de dirigentes que coordinarían actividades posteriores de fortalecimiento del programa.

Al Dirigente Campesino también estaba dirigida una serie de charlas que se transmitían los días miércoles y domingos, con instrucciones y motivaciones para realizar mejor sus

77 labores y aclarar inquietudes que se recibían vía correspondencia de parte de los mismos oyentes.16

Esta organización de roles y participación del campesino en el programa, no correspondió a un diseño inmediato, sino que se dio en el transcurso del crecimiento del mismo programa. Por ello en algunas de las cartas y comunicaciones entre los Líderes y la organización central, no era tan claro distinguir las funciones entre un Dirigente y un Líder Campesino. A veces parecía que se traslapaban, como en el caso del seguimiento a los Auxiliares Inmediatos y el contacto con el sacerdote de la parroquia. De hecho, posterior a los años 70 se creó un nuevo rol dentro de la Escuelas Radiofónicas que se llamó el Supervisor, quien era una persona contratada especialmente por el programa para realizar seguimiento de la ejecución de los recursos por parte de los Dirigentes y Líderes Campesinos y llevaba una mayor coordinación logística entre las oficinas centrales, las arquidiócesis y las respectivas parroquias.

Alrededor de estos roles también se presentaban los casos de personas u organizaciones de solidaridad o caridad, que se denominaron Colaboradores del Programa. Generalmente estos colaboradores apoyaban la realización de campañas y su comunicación a través del correo de Sutatenza era bastante fluido.

6. La apropiación de la radio

La organización del programa era consciente de que la introducción de un radio-receptor en los hogares campesinos, transmitiendo una programación para la alfabetización y la cultura, debía estar acompañado de una serie de estrategias de divulgación o visibilidad que le permitieran al oyente un contacto continuo con el programa y con el cual se pudieran

16 Una descripción complementaria de los roles de participación de los campesinos y sus funciones principales, puede encontrarse en el libro del sacerdote Abrahám Sarmiento (2012). En este documento además se incluyen algunas impresiones del aporte de cada uno de estos roles al programa en general y su papel como actores educativos.

78 generar refuerzos y llamar la atención permanentemente para propiciar el uso de la radio en sus hogares.

Como se mencionó en el aparte sobre los radio-receptores, una de esas estrategias tuvo un componente publicitario a nivel impreso, dirigido a los párrocos de las poblaciones y a los mismos campesinos. Además, como es común en la radiodifusión, en las pausas de los cursos o al finalizar los programas, se invitaba al oyente a escuchar las repeticiones de las clases, que se transmitían en los horarios de la noche, para reforzar los conceptos tratados y sintonizar su receptor en la emisora para escuchar los programas recreativos de los fines de semana.

También se realizaron invitaciones a enviar correspondencia a la emisora con el fin de conocer la opinión de los oyentes sobre las clases, manifestar inquietudes relativas a los contenidos escuchados y propiciar un ejercicio práctico de escritura para los alumnos- oyentes del programa. El intercambio de esta correspondencia, que generalmente se respondía atentamente por parte la organización, fue un esquema de comunicación en doble vía que llegó a crecer en una forma considerable, logrando intercambiar en su totalidad más de un millón de cartas. Esto supuso segmentar el país en zonas y contratar personas para que sirvieran como corresponsales de respuesta para las cartas, y de paso organizar todo proceso con el cual el ejercicio de envío, recepción y respuesta de la correspondencia tuviera continuidad y coherencia para el campesino.

En cuanto a las temáticas sobre las que escribían los campesinos generalmente hacían mención a sus programas preferidos, escribían coplas alusivas a la compra de los radios, agradecimientos por mejorar la potencia de la emisora y hasta se ofrecían a publicitar la venta de radios en sus veredas respectivas. En lo concerniente a los beneficios esperados de las escuelas radiofónicas, en ocasiones los campesinos manifestaban que la radio era como un amigo en la distancia.

79

Aunque las cartas de los campesinos no tenían un formato definido y no existía una forma estandarizada de escribir a la oficina de correspondencia de Radio Sutatenza, es posible distinguir por lo menos algunas partes importantes, las cuales si bien estaban más enfocadas a la estructura de la carta, se alineaban también con el interés de generar apropiación de la radio parte de los oyentes.

Las cartas iniciaban generalmente mencionando la ciudad y fecha. Posteriormente se agregaba un saludo a los locutores con nombres propios y un agradecimiento por su cercanía, por sus buenos consejos o por los conocimientos que transmitían a través de la radio. Uno de los programas a los que se manifestaba más agradecimiento era «Buenos días» y las clases de las Escuelas Radiofónicas. Las cartas incluían algunas preguntas o consultas sobre temas tratados en el programa. Con gran frecuencia solicitaban consejos sobre qué hacer para mejorar la producción de ciertos productos, de qué forma mejorar algunos negocios pequeños y hasta se consultaban problemas familiares. Luego de estas inquietudes, se ofrecían un par de coplas y se solicitaba explícitamente que fueran transmitidas por la radio. Posteriormente, se solicitaba algunas complacencias musicales y finalmente el nombre del remitente.

80

Ilustración 15. Carta de la alumna-oyente Lilia Páez (Pacho, Cundinamarca)

Fuente: Acción Cultural Popular (1972)

Posterior a la recepción de la carta del oyente, se redactaba y se enviaba una respuesta por parte de la organización del programa a nivel escrito y frecuentemente también desde algún programa de la emisora. Desde este último, se emitían los saludos con nombres propios para varios de los campesinos que escribían sus cartas, y en muchas ocasiones en la respuesta se ofrecía una fecha planeada en la que se haría referencia a la carta y se invitaba a estar pendiente de dicha ocasión. Para los años en los que se revisaron cartas17, los

17 Las cartas revisadas en este trabajo corresponden a los años de 1959 y 1965 en la zona 5 de Cundinamarca. Por ello, las temáticas tratadas por los oyentes seguramente difieren de otras zonas del país. Para ello, puede revisarse el trabajo de Rausch (2012) que relata algunas temáticas de la zona oriental conocida como los Llanos Orientales. Igualmente, en el presente trabajo se buscaron comunicaciones directas

81 tiempos de respuesta entre una comunicación del campesino y la respuesta de los asistentes de las Escuelas Radiofónicas, promediaba de tres semanas a un mes y medio, aunque en ocasiones llegaba incluso hasta los tres meses. Cuando la carta se respondía mucho tiempo después de la transmisión del programa, se recordaba al oyente que su mensaje había sido respondido en una fecha pasada y se le invitaba a continuar con el contacto del programa.

Al revisar algunas de las cartas, puede notarse cómo las respuestas emitidas por el asistente llegaron a un alto nivel de sofisticación, en las cuales la estructura (generalmente iniciaba con un saludo de deseo de salud y bienestar a quien escribía la carta), y el tono de las mismas casi que seguía un patrón que dependiendo del momento de la comunicación con el oyente y el rol del mismo dentro de la organización, invitaba al remitente a complementar sus programas radiales habituales con las opciones existentes en el momento, generando así mayor frecuencia en la audiencia y apropiación de parte de los oyentes.

Si el campesino no mencionaba explícitamente de qué forma hacía parte de la audiencia de radio Sutatenza, usualmente el asistente le sugería escuchar el programa «Buenos Días» o a vincularse a las EERR. Si la primera carta de un oyente tenía como objeto simplemente escuchar alguna canción en particular en el espacio de la emisora de música popular, parte de la respuesta de la carta incluía una cordial invitación a iniciar los cursos de las EERR. Si el oyente ya pertenecía al grupo de estudiantes de la escuela, se invitaba a pasar un momento de recreación y de cultura con los programas del fin de semana o avanzar en los siguientes niveles de las clases. Si la pregunta realizada por el oyente era de especificidad técnica, se ofrecía una respuesta que podría complementarse en el programa respectivo y sería transmitida en algún momento de la semana.

En caso de ser un Auxiliar Inmediato también se motivaba al campesino a continuar con su labor y propiciar la consecución de otros estudiantes para las Escuelas Radiofónicas. No

entre el campesinado y la organización del programa. En el trabajo de Rausch pueden encontrarse comunicaciones al interior del episcopado que muestran además del impulso importante que buscó dar el episcopado de la zona oriental, algunas tensiones entre sacerdotes y directivos del programa por la consecución de recursos y envío de materiales.

82 obstante, también se invitaba al Auxiliar a continuar escuchando las clases de la escuela y avanzar a otros niveles.

Igualmente tanto Líderes como Dirigentes Campesinos, debían enviar a través de correspondencia los respectivos planes y organización de actividades, así como seguimiento de las mismas a las autoridades respectivas de la organización.

Frecuentemente, el asistente reforzaba ideológicamente sobre la importancia de continuar las lecciones y la audiencia de los programas para mejorar sus condiciones materiales y las de su hogar. Igualmente, sabiendo que el oyente ya era seguidor de los programas, se preguntaba de qué forma podría contribuir a que otras personas se vincularan al movimiento cultural radiofónico. Adicionalmente, se le invitaba a realizar la lectura del semanario del campesino, y en caso de no identificar el número de la escuela radiofónica a la que pertenecía, también se resaltaban los beneficios de matricular su escuela radiofónica y de escuchar toda la programación.

Una comunicación como esta, era la oportunidad de sugerir a la audiencia llevar a cabo las campañas prácticas del programa y participar en eventos importantes como el Día de la Cultura que se celebraba el día 8 diciembre. Al igual que se motivaba a opinar sobre los cambios en la programación, como el ocurrido en el año de 1970, en el cual además de aumentar la capacidad de la emisora se aumentó el número de programas y se fijó como meta triplicar el número de escuelas radiofónicas para ese año.

De paso se daba información sobre las fechas de inicio de los siguientes cursos de acuerdo al momento del año, que entre los meses de octubre y noviembre ya se comenzaba a anunciar las fechas de inicio de los cursos del año siguiente.

En todos los casos, se invitaba al campesino a enviar sus coplas y sus solicitudes de complacencias (también se incluían dedicatorias tanto a sus familiares o seres queridos en fechas especiales), a contar los avances en sus actividades, a valorar el aporte de este

83 programa tan importante para el desarrollo de los campesinos y realizar preguntas a los profesores locutores de los programas. El tono siempre cordial, motivaba al remitente a continuar con el contacto de un amigo interesado en su desarrollo y pendiente de su avance en el proceso.

Muchas de las cartas también eran leídas para los campesinos en el programa radial «El correo de Sutatenza». En este programa se pasaron extractos corregidos gramatical y ortográficamente de cartas de los oyentes que hacían alusión a aspectos positivos de los programas, saludos a los integrantes de la organización o se realizaban preguntas que no se respondían en alguno de los programas especiales dedicados a temas de campo, higiene y recreación. También se incluía fragmentos representativos de la respuesta del asistente y además repetían muchas veces al comenzar y al finalizar el nombre del remitente de la carta y su ubicación.

Varias de las cartas o partes de ella también se publicaron en el semanario El Campesino, respondiendo a las preguntas técnicas que se formulaban y devolviendo la invitación a continuar escribiendo y escuchando los programas de radio. En El Campesino también se incluiría la propaganda para adquirir las radios dirigidas tanto al campesino como al párroco respectivo, donde también se incluía la programación radial. Igualmente, en las cartillas y los libros en la Biblioteca del Campesino se publicaban invitaciones a escuchar los programas de la emisora con los horarios.

84

Ilustración 16. Respuesta a la carta de la alumna-oyente Lilia Páez

Fuente: Acción Cultural Popular (1972)

85

Las coplas aceptadas para transmitir en el programa «Buenos días» se enviaban en el siguiente formato (nótese que se incluía la fecha en que se programaba la transmisión):

Ilustración 17. Formato para transmitir las coplas de la alumna-oyente Lilia Páez

Fuente: Acción Cultural Popular (1972)

Otro de los artefactos utilizados para buscar la apropiación de la radio fue llamado ACPO móvil, dotado con los equipos de audio y que servía para realizar la difusión de nuevos eventos se realizan por el programa, indicios de clase, refuerzo de las campañas radiales y la realización de entrevistas a campesinos y otros participantes del programa en los eventos públicos que realizaba la acción del popular. Inclusive en varias ocasiones la presencia del ACPO móvil era solicitada por los representantes campesinos en los eventos que ellos pensaban o que organizaba su parroquia.

86

Hay muchos otros artefactos tecnológicos que se incorporaron a las estrategias de apropiación del programa que para Primrose y Rausch son muy claras. Ambas destacan como se utilizaron el semanario «El Campesino», el llamado «Disco Estudio» y la «Biblioteca El Campesino» que comprendía libros con temáticas para lectores más avanzados. Estos medios complementarios, junto con el acompañamiento de los sacerdotes, los Auxiliares Inmediatos y los líderes parroquiales, constituyeron un conjunto de estrategias y elementos para mostrar al campesino que sus opciones de progreso se encontraban en el uso de la radio.

Finalmente se puede añadir sobre los artefactos que, con el fin de aumentar el número de lecciones, en 1960 la ACPO inauguró una planta de impresión de discos de acetato con equipos para grabar música folclórica, música popular de los campesinos, poemas cortos y mensajes culturales. La grabadora de discos era capaz de producir 1500 discos en un día, y para quienes no contaban con un fonógrafo, ACPO dispuso de casetes con una máquina con la capacidad para copiar seis al tiempo. Así, para el año de 1967, ACPO había distribuido más de 16000 discos y casetes para estaciones de radio y escuelas individuales. Adicionalmente, las lecciones que se transmitían regularmente se ofrecieron también en discos. Para 1976, «inclusive se publicitaba un paquete completo, llamado «Disco Estudio» que incluía una radio casetera, casetes y cartillas» (Rausch, 2012, p. 23).

Todos estos otros artefactos podrían incluirse en un nuevo estudio sobre su papel e influencia en las EERR, su diseño, sus problemáticas de uso y controversias alrededor de su implementación en el programa.

7. Conclusiones

Como se ha visto en este análisis de las EERR de Radio Sutatenza, tomando la tecnología desde un sentido amplio, que entrecruce el estudio de los artefactos técnicos y sus aspectos

87 sociales como organización y valores culturales, la innovación tecnológica no puede reducirse al diseño e implementación de un artefacto aislado y único. Profundizando el punto de vista de los artefactos, quedó claro que se contó con mayor de innovaciones que aunque en ocasiones invisibles a un artefacto principal, constituyeron bases para historizar el cambio tecnológico al que condujo la innovación. De esta forma, no puede entenderse el valor de la radio sin observar el papel de las pilas, las cartas, los libretos, el semanario y los otros medios complementarios como los discos de acetato y casetes. Todos estos elementos contribuyeron al éxito del programa y se complementaron dentro de estrategias establecidas por la organización de respaldo.

Para el caso de Radio Sutatenza, la incorporación de los llamados «Auxiliares Inmediatos» que eran compañeros de los alumnos-oyentes contribuyeron a cerrar la brecha entre las complejidades de uso de la tecnología radial para educar. A otro nivel se encontraron los sacerdotes, como promotores y gestores de las escuelas radiofónicas, quienes reforzaban y motivaban a los campesinos a utilizar el radio y seguir la propuesta educativa de ACPO. También figuraron los asistentes de correspondencia, que se encargaban de mantener una comunicación constante entre la audiencia y la organización general del programa. Desde su propia posición, cada uno de estos roles dentro de la organización generaron implementaron estrategias para conseguir la apropiación de la radio por parte de la audiencia, inscribiendo en el radio receptor valores como el artefacto que ayuda a alfabetizar al campesino, como la conexión con la cristianización o como el amigo que lo acompaña en sus jornadas.

Pero tampoco puede decirse fácilmente que la organización y valores culturales determinaron el desarrollo del programa, debido a que también ellos llevaban consigo una materialidad que les impuso retos y límites, dados los alcances de cubrimiento de los transmisores, las limitaciones en la sincronización de frecuencias, la consecución de pilas nuevas para los receptores o la reparación tanto del radio como de sus pilas.

88

El beneficio al analizar los factores expuestos, para una mejor comprensión del caso de Radio Sutatenza, es encontrar sus constantes interacciones, relaciones, influencias y dependencias. Un aspecto en un momento del tiempo se acentúa sobre el otro, y además esta relación es variable temporalmente. Por ejemplo, la intención de recibir retroalimentación escrita sobre los avances o problemas del programa por parte de los campesinos derivó en la organización de esquemas de correspondencia e inclusive influyó en la estructura del semanario «El Campesino» o la producción del programa radial «El Correo Sutatenza». Por otro lado, los problemas de interacción con los materiales escritos en las primeras etapas de alfabetización y con la misma radio por su novedad, derivó en constituir figuras como el Auxiliar Inmediato o requerir la intervención del mismo sacerdote para apoyar el uso del artefacto y las cartillas. Ambos son tipos de problemas en los que elementos humanos y no humanos están íntimamente ligados y que para comprender uno necesariamente hay que recurrir al otro.

Gracias a estos argumentos, vale concluir un último análisis para resaltar un aspecto que se ha cubierto en forma transversal todo el presente trabajo. Éste aspecto son los valores culturales que se diseñaron e inscribieron tanto en los transmisores, receptores, la organización de las mismas escuelas radiofónicas y las estrategias de apropiación implementadas para propiciar la sostenibilidad y permanencia de esta alternativa de alfabetización ante las diferentes audiencias que se construyeron.

Este tema vincula los valores de sacralidad o religiosidad que se inscribieron en los transmisores y los receptores con la misma apropiación que tuvo el programa en sus diferentes momentos. El hecho de imitar momentos de una misa en la puesta en escena de las clases radiofónicas, en la publicidad impresa y radial para la adquisición de receptores, además de involucrar la gestión de los párrocos, proporcionó a los artefactos tecnológicos de este programa vínculos que iban mucho más allá de una perspectiva de desarrollo espiritual y material. Es decir, se concedió a los artefactos y al momento de interacción entre el alumno-oyente, el Auxiliar Inmediato, el receptor y el profesor-locutor, una

89 percepción y prácticas de respeto y fe hacia el programa más allá de los contenidos explícitos.

Cuando se entiende la importancia de estos elementos culturales que se imprimieron en los artefactos tecnológicos, se permite ampliar el análisis de las múltiples causas que llevaron al decaimiento de la propuesta de las EERR de Radio Sutatenza. Por ejemplo, autores como Helg afirmaron que

Progresivamente la subvención oficial [a la Acción Cultural Popular] disminuyó en razón de la pérdida de audiencia de Radio Sutatenza. En efecto, ACPO se escuchaba mucho a causa de que vendía sus radios de transistores con la frecuencia bloqueada en radio Sutatenza; pero la llegada masiva de radios de transistores japoneses y baratos (generalmente de contrabando), en los cuales los campesinos podían escoger su emisora, dio como resultado que los programas de ACPO dejaron de ser escuchados. (Helg, 1989, p. 149)

Pero acudiendo a los planteamientos de Edgerton y la visión amplia de la tecnología usada en este trabajo, puede problematizarse este tipo de posiciones como tendientes a un determinismo tecnológico, en el cual los artefactos nuevos se imponen o reemplazan los anteriores por un influjo casi autónomo de la introducción de nuevos y mejores artefactos. Éstas posiciones carecen de un análisis de actores que vinculen las problemáticas de la organización y la forma en la que su gestión o sus interacciones problemáticas con el contexto permiten comprender mejor el fenómeno estudiado.

Una posible hipótesis enriquecida respecto a esta forma de reemplazo tecnológico natural, podría plantear que el rompimiento en la propuesta de valores tecnológicos que implicaron los radios de transistores, que dada su portabilidad y su tamaño no requerían el lugar compartido y el momento sagrado con todos los elementos puestos en escena, tuvieron como consecuencia una pérdida en la alineación del esquema general que vinculaba las estrategias de medios como un todo y a lo cual la ACPO no tuvo una respuesta adecuada, que le permitiera incorporar de manera efectiva esta nueva tecnología.

90

Esta problemática puede confirmarse y reforzarse con el aspecto comercial que debió asumir la ACPO desde el año de 1978, para responder a presiones de los mismos donantes y agencias que suministraban recursos para sus tareas educativas. Estos aliados, demandaban el ingreso de la organización de manera decidida a la transmisión de publicidad en sus emisoras y a competir en el campo de las artes gráficas con el objeto de generar recursos para el mantenimiento de su tarea (Bernal Alarcón, 2012). En cierta forma, estas presiones introdujeron a la organización, y al programa en general, en un campo en el que no estaban completamente preparados y más aún que diferían demasiado de la propuesta novedosa y exitosa con la que se consolidaron en años anteriores.

Radio Sutatenza se convirtió entonces en una emisora más en el espectro de frecuencias disponibles a lo largo del territorio nacional. Aunque sus programas siempre debían llevar un contenido cultural para no perder su identidad, la pérdida de la puesta en escena del grupo y del receptor como un elemento más allá del instrumento para captar las ondas fue una brecha en la práctica tecnológica asociada al programa que nunca se volvió a reconfigurar.

91

8. Referencias bibliográficas

8.1. Fuentes primarias Se reconocen los derechos de todas las ilustraciones y fotografías que hacen parte de las fuentes primarias de este trabajo de grado como pertenecientes al archivo de Radio Sutatenza que reposa en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá D. C. y que fueron consultadas entre los meses de febrero a junio de 2014.

Acción Cultural Popular. (1958). La ignorancia del pueblo. Bogotá D. C. Acción Cultural Popular. (1963). Evento de entrega de radio-receptores Toshiba. Acción Cultural Popular. (1965). Carpeta de correspondencia Zona 5. Muestra 308. Numeración de cartas de 927-1234 Acción Cultural Popular. (1969). Carpeta de correspondencia Zona 5. Muestra 278. Numeración de cartas de 4668-4940 Acción Cultural Popular. (1972). Carpeta de correspondencia Zona 5. Sin número de muestra ni numeración. Álvarez Gómez, R. D. (2014, abril 28). Entrevista a profundidad sobre el uso de los radio- receptores de ACPO y el proceso de elaboración de los libretos de las EERR. Diócesis de Zipaquirá. (1973). Carpeta de correspondencia Zona 5. Diario Gráfico. (1950, octubre 14). Entrega de radios por el Contralor General de la República. Diario Gráfico. Bogotá D. C. El Espectador. (1952, noviembre 1). Los Radio-Profesionales Elevan Solicitud al Gobierno sobre Importación de Radios. El Espectador. Bogotá D. C. El Espectador. (1955, mayo 11). El Mes Entrante se Inaugura Estación de Radio Repetidora de Sutatenza. El Espectador. Bogotá D. C. El Obrero Católico. (1955, marzo 12). Qué hacendados o dueños de fincas deben crear Escuelas Radiofónicas. El Obrero Católico. Medellín. El Siglo. (1950, abril 21). 20 Toneladas de Radios para las Escuelas del R. Padre Salcedo. El Siglo. Bogotá D. C. El Siglo. (1953a). La Agraria Importará 5 mil Receptores para las Escuelas. El Siglo. Bogotá D. C. El Siglo. (1953b, abril 12). El Mensaje del Papa. El Siglo. Bogotá D. C.

92

El Siglo. (1954, diciembre 30). Radios para Acción Cultural. El Siglo. Bogotá D. C. El Tiempo. (1949, julio 27). Para introducir 1000 radios fue concedida la respectiva licencia. El Tiempo. Bogotá D. C. El Tiempo. (1952). Implementos y no Aparatos de Radio Proyecta Importar la Caja Agraria. El Tiempo. Bogotá D. C. El Tiempo. (1955, mayo 12). Se dictarán cursos al servicio doméstico, desde Radio Sutatenza. El Tiempo. Bogotá D. C. El Trabajo. (1955, mayo 15). Los soldados de Colombia completan su Educación por Medio de la Radio. El Trabajo. Tunja, Boyacá. General Electric Co. (1950, enero 20). «Radiophonic Schools» in S. America. Electronics Dept. News. Giraldo, H. (1952). Radio Sutatenza. La República. Bogotá D. C. Grau Azuero, B. (1953, abril 12). La Caja Agraria y las Escuelas Radiofónicas. El Siglo. Bogotá D. C. La Calle. (1958, octubre 3). RADIO SUTATENZA: Revelaciones de un Exfuncionario. La Calle. Bogotá D. C. La República. (1955, mayo 1). Los soldados de Colombia completan su educación por medio de la radio. La República. Bogotá D. C. Sánchez, A. (1951). Escuelas Radiofónicas. Bogotá D. C.: Ministerio de Educación Nacional.

8.2. Fuentes secundarias Bernal Alarcón, H. (2005). ACPO «Radio Sutatenza»: de la realidad a la utopía. Bogotá D. C.: Fundación Cultural Javeriana.

Bernal Alarcón, H. (2012). Radio Sutatenza: un modelo colombiano de industria cultural y educativa. Boletín Cultural y Bibliográfico Biblioteca Luis Ángel Arango, 46(82), 5- 42.

Bushnell, D. (1996a). Cap. 9. La Era de la Violencia (1946-1957). En Colombia: Una nación a pesar de sí misma (pp. 275-304). Bogotá D. C.: Planeta Colombiana Editorial S. A.

93

Bushnell, D. (1996b). Cap. 10. El Frente Nacional: Logros y fracasos (1958-1978). En Colombia: Una nación a pesar de sí misma (pp. 305-338). Bogotá D. C.: Planeta Colombiana Editorial S. A.

Claxton, R. H. (2007). From Parsifal to Perón: Early Radio in Argentina, 1920-1944. University Press of Florida.

Edgerton, D. (2004). De la innovación al uso: diez tesis eclécticas sobre la historiografía de las técnicas. Quaderns d’història del’enginyeria, 6, 1-23.

Ferrer Martín, S. (1967). Muestra piloto de las escuelas radiofónicas rurales. Universidad de Texas.

Gómez Mejía, G. (2012). Sutatenza: retos y sueños de un proyecto radial. Boletín Cultural y Bibliográfico Biblioteca Luis Ángel Arango, 46(82), 43-68.

Hayes, J. E. (2000). Radio Nation: Communication, Popular Culture, and Nationalism in Mexico, 1920-1950. University of Arizona Press.

Helg, A. (1989a). Cap. 4. La educación en Colombia. 1946-1957. En Nueva Historia de Colombia (Vol. IV, pp. 111-134). Bogotá D. C.: Planeta Colombiana Editorial S. A.

Helg, A. (1989b). Cap. 5. La educación en Colombia. 1958-1980. En Nueva Historia de Colombia (Vol. IV, pp. 135-158). Bogotá D. C.: Planeta Colombiana Editorial S. A.

Herazo Berdugo, E. L. (2010). Apropiación del telégrafo en Bogotá, 1865-1900 (Tesis de Maestría). Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D. C. Recuperado a partir de http://www.bdigital.unal.edu.co/2979/

Lopera López, J. A. (2012). Una falta grave ante Dios: la campaña de procreación responsable de acción cultural popular (1964-1978). Bogotá D. C.

McCann, B. (2004). Hello, Hello Brazil: Popular Music in the Making of Modern Brazil. Duke University Press.

Morris, E. (2013). Constructing the Battery Connector. Recuperado a partir de http://www.youtube.com/watch?v=gWA1PMyNHyQ

Niño Murcia, C., & Reina Mendoza, S. (2010). Edificio para la Acción Cultural Popular. En La carrera de la modernidad. Construcción de la carrera décima. Bogotá [1945 - 1960] (pp. 208-211). Bogotá D. C.: Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Recuperado a partir de http://www.patrimoniocultural.gov.co/servicios/nuestras-

94

publicaciones/2-publicaciones/77-la-carrera-de-la-modernidad-construccion-de-la- carrera-decima-bogota-1945-1960.html

Ozaeta, P. M. (1968). Las emisoras de Acción Cultural Popular.

Pacey, A. (1983). The Culture of Technology. MIT Press.

Pareja, R. (1984). Historia de la radio en Colombia, 1929-1980. Servicio Colombiano de Comunicación Social.

Peppino Barale, A. M. (1999). Radio educativa, popular y comunitaria en América Latina: origen, evolución y perspectivas. Plaza y Valdes.

Pinch, T. J., & Bijker, W. E. (1984). The Social Construction of Facts and Artefacts: or How the Sociology of Science and the Sociology of Technology might Benefit Each Other. Social Studies of Science, 14(3), 399-441. doi:10.1177/030631284014003004

Primrose, V. M. (1971). A study of the effectiveness of the educational program of the radiophonic schools: of Sutatenza on the life of the Colombian peasant farmer. St. Louis University.

Radio Museum. (s. f.). B1X18T /00G. Recuperado 28 de abril de 2014, a partir de http://www.radiomuseum.org/r/philips_b1x18t.html

Rausch, J. M. (2012). Experiment in Literacy. Xlibris Corporation.

Rojas Martínez, J. A. (2009). Radio Sutatenza y Acción Cultural Popular (ACPO): los medios de comunicación para la educación del campesino colombiano (Tesis de Maestría). Universidad de los Andes, Bogotá D. C.

Safford, F. (1989). El ideal de lo práctico: el desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia. Empresa Editorial Universidad Nacional, El áncora editores.

Sarmiento Moreno, L. A. (2012). Capítulo III. Agentes y destinatarios de la acción pedagógica de la ACPO y la UNAD. En La Educación Abierta y a Distancia en Colombia (pp. 143-209). Bogotá D. C.: Ediciones Hispanoamericanas Ltda. Recuperado a partir de http://datateca.unad.edu.co/contenidos/551048/Unidad_1_Pedagogia/LIBRO_EAD. pdf

95

Staudenmaier, J. M. (1989). Technology’s Storytellers: Reweaving the Human Fabric. Society for the History of Technology and the MIT Press.

Tel, G. (2014, julio 12). Philips B1X18T/59G Table top. Recuperado 28 de abril de 2014, a partir de http://www.staff.science.uu.nl/~tel00101/FotoAlbum/RadioCorner/Sets/Phil118.htm

Téllez B., H. (1974). Cincuenta años de radiodifusión colombiana. Bedout.

Valderrama Pineda, A. (2001). De la innovación al uso: Algunas reflexiones en torno de la historiografía de la tecnología y su aplicación en Colombia. Revista de Ingeniería, (14), 19-24.

Winner, L. (1993). Upon Opening the Black Box and Finding It Empty: Social Constructivism and the Philosophy of Technology. Science, Technology & Human Values, 18(3), 362-378. doi:10.1177/016224399301800306

Zalamea, L. (1994). Un quijote visionario: relato periodístico sobre monseñor José Joaquín Salcedo y la lucha a favor de la educación de los campesinos en América Latina: que inició en Colombia a través de la organización que fundó y dirigió durante 40 años, Acción Cultural Popular. Bogotá D. C.: Presencia.

96