Cuadernos De Aragón, 51. Vocabulario Caspolino
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Vocabulario caspolino Rafael Barceló Caballud portada_vocabulario_caspolino.indd 1 17/11/2011 17:31:49 La versión original y completa de esta obra debe consultarse en: https://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/3144 Esta obra está sujeta a la licencia CC BY-NC-ND 4.0 Internacional de Creative Commons que determina lo siguiente: • BY (Reconocimiento): Debe reconocer adecuadamente la autoría, proporcionar un enlace a la licencia e indicar si se han realizado cambios. Puede hacerlo de cualquier manera razonable, pero no de una manera que sugiera que tiene el apoyo del licenciador o lo recibe por el uso que hace. • NC (No comercial): La explotación de la obra queda limitada a usos no comerciales. • ND (Sin obras derivadas): La autorización para explotar la obra no incluye la transformación para crear una obra derivada. Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by- nc-nd/4.0/deed.es. iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 1 116/11/20116/11/2011 116:03:116:03:11 Vocabulario caspolino Rafael Barceló Caballud Institución «Fernando el Católico» (CSIC) Excma. Diputación de Zaragoza Zaragoza, 2011 iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 3 116/11/20116/11/2011 116:03:136:03:13 Primera edición, 2011 Publicación número 3110 de la Institución «Fernando el Católico», Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza, plaza de España, 2, 50071 Zaragoza (España) tels. [34] 976 288 878 / 976 288 879 fax [34] 976 288 869 [email protected] http://ifc.dpz.es Diseño gráfico Víctor M. Lahuerta Preimpresión Fototype, S. L. Zaragoza Impresión Los Fueros, Artes Gráficas. Zaragoza ISSN 0590-1626 D. L. Z-3880/2011 © Rafael Barceló Caballud. 2011 © del diseño gráfico, Víctor M. Lahuerta. Zaragoza, 2011 © de la presente edición, Institución «Fernando el Católico». Zaragoza, 2011 Impreso en España – Unión Europea / Printed in Spain – European Union iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 4 116/11/20116/11/2011 116:03:136:03:13 A modo de prólogo agradecido Me la ha zurzido mi primo hermano Rafael Barceló, Caballud de segundo por parte de madre, mi tía Marieta. Me ha metido un buen zafarrancho a pesar de que sabe que soy algo zaforas, un si es no es zancochero y que no tengo buena zarpa para disquisiciones lingüísticas. Muy caspolino, eso sí, y por eso no quiero ser zoqueta en la rueda de su fortuna como investigador de vocación tardía. No quiero hacer zafrán a su petición, ni se me revuelven los zagos por escribir cuatro líneas una tarde de sol en el caspolino Poblado de Pescadores, aunque preferiría irme a la zuquería y tomar unas zafando- rias a las brasas del horno y bendecidas con un chorrito de la zaitera. Al leer este párrafo, mis paisanos con pelo cano no se habrán extrañado de ninguna palabra que empieza por zeta. Ni se les ocurrirá mirar el diccio- nario si les digo que Rafael me dice que no sea ababol, que no escriba mucho que se abadinará la página, que ya está muy regada de frases huecas y que sería como ir a escampar la agualera que es lo que hacen asoven los muy carnuzos. No te cal, primo, que hay muchas calarizas debajo de la guaina y te puen caer dos dorás por menos de na. Pero si el lector no es paisano mío ni es casi tan viejo como la humedad o los caminos, puede que le convenga consultar este vocabulario caspolino. Hay mucho escrito y publicado anteriormente sobre nuestra forma de ha- blar en tiempos pasados, pero ahora tiene en sus manos un libro apabullan- te, con miles de entradas que darán salida a sus cientos de dudas. Se trata de una obra compilada con mucho amor y dedicación durante no menos de seis años. Una obra amasada en las calles de Caspe con gente mayor, utilizando como principal ingrediente la memoria privilegiada desde Vocabulario caspolino 5 iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 5 116/11/20116/11/2011 116:03:136:03:13 niño de su autor. La masa se ha salpimentado con erudiciones, anécdotas, miles de ejemplos y se ha cocido con mucha pacencia. Quiero recordar que nuestro común abuelo Antonio Caballud era maestro hornero en esto del pan cocer. En nuestros tiempos jóvenes, en un Caspe oscuro diezmado por la guerra, era bien sabido que se aportaba riqueza al lenguaje a través de dos caminos: los profesores que en nuestros años mozos todavía eran maestros, dicho en todos los sentidos, y la lectura. Los maestros corregían vicios y defectos de un castellano muy pobre y malo que siempre se ha hablado en Caspe. Un caste- llano deficiente que algunos lo han llamado «caspolino» y que era consecuen- cia de la situación de frontera con Valencia y Cataluña. Según mosén Maria- no Valimaña, primer cronista caspolino, hasta el siglo XVI se hablaba catalán en Caspe. Y los filólogos que han estudiado nuestras formas dialectales en- cuentran muchas coincidencias con palabras catalanas, valencianas y del Bajo Ebro, de Tortosa. Tierra de todos y de casi nadie, ya que muchos años fue la sede del Castellán de Amposta que mandaba en los sanjuanistas que hacían lo propio en Caspe, sin demasiado poder, por cierto. En el Caspe de entonces, casi igual que aquí y ahora, la lectura era el mayor signo de amor a la cultura. En casi todo lo que se hablaba en Caspe había dos itinerarios de castellanización o asimilación de la lengua correcta. Uno, más culto, a través de la acción salutífera de la Biblioteca Municipal, con los clásicos a mano, y gozando del buen hacer de don Francisco Alloza, un ejemplo de humanista renacentista cuya sabiduría hacía aguas entre la mediocridad del ambiente, y otro la novela popular que, a falta de otra cosa, hacía soñar y gozar con el recogimiento de la lectura a la gente más ávida y más inquieta. Las novelas se publicaban y se vendían, y se cambiaban por otras abonando 0,50 pesetas en el cuchitril de la Placeta de los Hoteles re- gentado por un inolvidable italiano de grueso mostacho y más anchos tiran- tes. Azules, claro. En los años cincuenta muchos agricultores, viendo que se acababa el negocio agrario, impulsan a sus hijos a estudiar y salir del campo. No tanto como hubiera sido necesario porque las estadísticas de los años sesenta y setenta nos dan cuenta de los poquísimos estudiantes universitarios proce- dentes de Caspe, pero lo cierto es que, básicamente, la enseñanza de calidad de la escuela, las monjas, los franciscanos o el Grupo Escolar, que eran los encargados de desyermar nuestros caletres, fue cambiando el habla po- pular. R. BARCELÓ CABALLUD 6 iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 6 116/11/20116/11/2011 116:03:136:03:13 Poco después empezaría la televisión e impondría su feroz dictadura. El lenguaje popular, aunque lentamente, avanzaba a su destrucción y olvido. También había escasos extranjerismos, ya que teníamos casi cerradas las fronteras, y menos neologismos porque se inventaba poco, y muy despacio, y escasos términos nuevos porque la vida discurría por los caminos tradi- cionales de la convivencia, con la funesta propensión a la inercia y a la ancestral indiferencia caspolina, mal que nos pese. En los años setenta ha- blar con localismos estaba ya mal visto, y se empleaban únicamente de forma reivindicativa precisamente por los más cultos de Caspe. Pero la con- veniencia de su estudio y en algún sentido de su permanencia no calaba. Caspe en el ecuador del siglo XX sufrió gran cambio en su lenguaje. De un lado recibió mucha gente nueva, empleados de RENFE (la primera em- presa local con más de 150 trabajadores) muchos venidos de Castilla, Rioja, País Vasco, que pulían nuestro lenguaje coloquial y se asombraban «de lo mal que se habla en Caspe». Por otro lado, la construcción de los embalses de Mequinenza, Ribarroja, El Dique, Rimer y multitud de obras comple- mentarias enriqueció el aporte oral con la incorporación del habla de mu- chas personas de Andalucía, Murcia, Extremadura… Las grandes operacio- nes de infraestructura hidráulica de Caspe supusieron para la población, en todos los sentidos, más revolución y cambio social que el Compromiso del siglo XV. Se superaron los 10.000 habitantes. La otra gran revolución ha sido la inmigración del siglo XXI. En Caspe hoy se hablan más de cincuenta lenguas o dialectos con la presencia de un centenar de nacionalidades, principalmente magrebíes y paquistaníes. Otra vez se han superado los 10.000 habitantes y otra vez nuestros vocablos autóctonos, nuestros modismos, nuestras entrañables voces de la niñez, desaparecen con el vendaval de nuevas incorporaciones. El lenguaje está vivo, ya se sabe. Nuestro capital lingüístico se incre- menta día a día con nuevas palabras, que llegan con más o menos fortuna, a la par que desaparecen otras, que por supuesto han sido desafortunadas para permanecer. Todo ello sucede de forma casi imperceptible salvo para los filólogos y estudiosos del lenguaje o la comunicación. Si nadie puede bañarse dos veces en el agua del mismo río, según decía Heráclito, nadie puede anclarse en una lengua sin transformación. Ojeando y hojeando este Vocabulario, el lector apreciará cómo ha cambiado el habla de Caspe en el último siglo. Me gusta mucho rememorar palabras, como suelo pasarlo muy bien cuando leo los ejemplos del Diccionario de Autoridades compuesto por Vocabulario caspolino 7 iinteriores_vocabulario_caspolino.inddnteriores_vocabulario_caspolino.indd 7 116/11/20116/11/2011 116:03:136:03:13 la Real Academia Española —y dedicado al rey Felipe V— que suelen ser de prosa escogida del XVIII, claro. Estos vocabularios o los diccionarios, en general, son para degustarlos sin prisa, como los antiguos guisos requieren lenta preparación y consumo para disfrutarlos. Pues lo he pasado muy bien, y estoy seguro que lo pasaran ustedes le- yendo por cualquier página que se abra este Vocabulario caspolino de Ra- fael Barceló.