América sin nombre, no 16 (2011) 63-74 ISSN: 1577-3442 / eISSN: 1989-9831

Matías Barchino Pérez y Niall Binns Matías Barchino Pérez es profesor titular de literatura hispanoameri- cana y decano de la Facultad de Letras en la Universidad Castilla- La Mancha. Niall Binns es profesor titular de literatura hispanoamerica- na en la Universidad Complutense de Madrid. Ambos forman parte UNA PLAGA DE ROMANCES. del proyecto de investigación «El impacto de la guerra civil española en la vida intelectual de Hispa- EL IMPACTO DE LA MUERTE DE noamérica» y participan en la pági- na virtual http://impactoguerracivil. FEDERICO GARCÍA LORCA blogspot.com. EN LA POESÍA CHILENA1 MATÍAS BARCHINO PÉREZ y NIALL BINNS 1 Universidad de Castilla-La Mancha / Universidad Complutense de Madrid, España Este trabajo forma parte del [email protected] / [email protected] proyecto de investigación «El impacto de la guerra civil es- pañola en la vida intelectual de Hispanoamérica», financiado RESUMEN en 2007 por el Ministerio de Educación y Ciencia de Espa- ña (HUM2007-64910/FILO) y El artículo examina el impacto que tuvo la muerte de Federico García Lorca en los campos en 2011 por el Ministerio de Ciencia e Innovación (FFI2011- literarios de toda Hispanoamérica, aunque se centra específicamente en el caso chileno. La 28618). conocida amistad entre Lorca y Neruda y la labor divulgativa de María Zambrano después de su llegada a en octubre de 1936 fueron determinantes en la consagración de la figura de Lorca como poeta y como el gran mártir literario de la guerra civil española. En el contexto de un país muy afectado por los acontecimientos españoles, se organizaron y se publicaron numerosos homenajes poéticos a Lorca y surgió una entusiasta revitalización del romance, inspirado por el Romancero de la Guerra Civil pero sobre todo por el Romancero gitano del granadino. Se estudia, con particular atención, la presencia de Lorca en la antología Madre España. Homenaje de los poetas chilenos y en la obra de Oscar Castro, y Gon- zalo Rojas. Palabras clave: romances, Guerra Civil española, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra.

ABSTRACT

The article examines the impact of Federico García Lorca’s death in the literary fields of all Spanish America, although it concentrates specifically on Chile. The well-known friend- ship between Lorca and Neruda and the arrival in of influential Spanish intellec- tual María Zambrano in October 1936 were important in consolidating Lorca’s reputation as a poet and as the principal literary martyr of the Spanish Civil War. In a country deeply affected by what was happening in , poets paid homage to Lorca in numerous acts and literary works, and there was an enthusiastic revival of the popular poetic form of the «ro- mance», inspired by the Romancero de la Guerra Civil but above all by the Granada poet’s Romancero gitano. Particular attention is given to Lorca’s presence in the anthology Madre España. Homenaje de los poetas chilenos and in the poetry of Oscar Castro, Nicanor Parra and Gonzalo Rojas.

Una plaga de romances. El impacto de la muerte de Federico García Lorca en la poesía chilena MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS

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Lorca y Neruda, Neruda y Lorca poetas y poetisas del centro, todos están con- tagiados de los visibles sistemas del español y A finales de los años treinta, los dos el chileno» (Onetti,1939, vol. 2)2. En el campo poetas más leídos, venerados e imitados de literario chileno, el peso de la figura siempre la lengua española eran Federico García polémica de Neruda es evidente; no obstante, Lorca y Pablo Neruda. Lorca, para la gran durante los años de la Guerra Civil española Lorca y Neruda. mayoría de los lectores de Hispanoamérica, la figura de Lorca como autor de romances era un autor de romances. El aire popular y desató en Chile un verdadero ejército de imi- las deslumbrantes imágenes del Romancero tadores, algunos de los cuales –Nicanor Parra, 2 gitano producían tanta fascinación como el Gonzalo Rojas– se convertirían más tarde En 1942, el crítico argentino granadino mismo, que había conquistado en los grandes herederos de la generación de Ángel José Battistessta coincidía con Onetti. Para «nuestros mu- con su simpatía y su ingenio los tres países Neruda. chachos» –decía– no era difícil hispanoamericanos que visitó: Cuba (7 de remedar a Lorca: «unos ángeles marzo-12 de junio de 1930), Argentina (13 Un duelo continental. Homenajes a la agitanados, alguna jaca moru- na, un ¡ay! de peteneras, con de octubre de 1933-27 de marzo de 1934) muerte de Lorca sus cuchillos y sus peces, y ahí y Uruguay (30 de enero-16 de febrero de estaba el poema». Neruda, por su parte, tampoco les supuso 1934). Cuesta imaginar hasta qué punto el La Guerra Civil española, en su divul- más problemas que «los muy personaje y la poesía de Lorca transforma- gación internacional, fue representada por cómodos de la reiteración y el remedo. De la noche a la ma- ron la imagen que se tenía de España en esos los propagandistas de ambos bandos como ñana, bajo el signo profuso y países, acostumbrados a intelectuales doctos, una lucha entre la civilización y la barbarie: ciertamente sugeridor del poeta académicos, ligeramente prepotentes y más la civilización de la República democrática- chileno, un desasosiego cósmico ha venido a conturbar a estos que ligeramente casposos. En efecto, Lorca mente elegida frente a la barbarie fascista; la risueños y despreocupados mu- ya había llegado a América –en persona y civilización cristiana de Occidente frente a chachos y, por largos meses, acaso por este último par de con el Romancero– como una ráfaga de oxí- la barbarie judeo-masónica y comunista. El años, todo se les ha vuelto so- geno, antes de convertirse, a partir de agosto papel de los intelectuales era central en esta bresalto visceral o nocturno y solitario planeo del alma». En de 1936, en el poeta mártir de la guerra espa- lucha, y las figuras de Miguel de Unamuno 1942, sin embargo, ya había ñola, la prueba tangible –según los ojos es- (que apoyaba a Franco antes de pronunciar llegado el relevo: los jóvenes candalizados del mundo intelectual– de que su célebre venceréis pero no convenceréis), estaban ahora empeñados en imitar a Rilke y «tremendamente el fascismo había emprendido una lucha a de Antonio Machado (leal desde siempre a la urgidos ‘por morir su propia muerte contra la cultura. Neruda, por su par- República), de Gregorio Marañón (fervoroso muerte’» (Rama, 1972, 118). te, seguía seduciendo a lectores tradicionales en su apoyo a la República hasta que lograra con el sabor agridulce de sus Veinte poemas... abandonar España y se pusiera a despotricar pero, como Lorca también (aunque Poeta contra los comunistas que mandaban en Ma- en Nueva York era escasamente conocido y drid), y sobre todo de Federico García Lorca sólo se publicó como libro en 1940), había (un poeta supuestamente apolítico asesinado, evolucionado en su escritura y había impre- al parecer, por el simple hecho de que fuera sionado a las nuevas generaciones de poetas poeta) fueron piezas clave en la disputa. Joa- con el oscuro versolibrismo de Residencia quín Edwards Bello lamentó esta utilización en la tierra. A partir de septiembre de 1936, interesadamente política de la cultura y los visceralmente conmovido por la muerte de escritores en una crónica del 23 de septiembre su amigo Federico y por los bombardeos de de 1936: Madrid, había cambiado de rumbo y ejercía a partir de entonces como un torrencial poeta Algunas personas reprueban a Unamuno (...). Hay militante. otros efectistas, que nunca leyeron a García Lorca, En los últimos años de la década de los y le endiosan por haber sido fusilado, cuando mili- treinta esta doble influencia –Lorca y Neru- taba en las izquierdas. Es preciso que el virus de la da, Neruda y Lorca– se hizo sentir en toda politiquería haya vuelto tontos a algunos para que Hispanoamérica. En Montevideo, por ejem- pretendan hacernos creer en el talento inmenso del plo, en julio de 1939, ya se estaba hartando que murió bajo una bala derechista y la estupidez del del tándem el joven , que que murió bajo una bala loca izquierdista. Para mí un en uno de los primeros números de Marcha poeta medio tonto sigue siendo medio tonto y desco-

Una plaga de romances. El impacto (con el pseudónimo «Periquito el Aguador») nocido antes o después de pegarle la bala derechista. de la muerte de Federico García lamentaría que «‘d’apres’ Neruda y García Estoy seguro de que esos mismos panegiristas de Lorca en la poesía chilena Lorca, una nueva retórica se ha formado entre García Lorca dirían horrores de él si hubiera muerto MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS nosotros. Poetas de izquierda y de derecha, derechista (Edwards Bello, 1981, p. 102).

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Ahora bien, si bien es cierto que la muer- En 1937, se publicaron en Montevideo dos fusilamiento de Federico Gar- cía Lorca»; Juan L. Ortiz, «A te de Lorca fue inmensamente útil para la antologías de homenaje a Lorca. Ildefonso los poetas españoles»; Ricardo propaganda prorrepublicana y para afear las Pereda Valdés, antólogo del Cancionero de la Molinari, «Casida de la bailari- 3 na»; Ricardo Mados, «Poema a pretensiones «civilizadoras» del franquismo , guerra civil española, sintetizó en su prólogo Federico»; Raúl González Tuñón, sería difícil subestimar el escándalo genuino la inspiración colectiva del libro: «Voces de «Noticia de una muerte (pero yo que provocó en Hispanoamérica, de donde España y de América: una sola voz, coro no lo creo)»; Nicolás Olivari, «Federico García Lorca»; Eduar- surgió en seguida un inmenso clamor de do- universal. Nuestra sangre y nuestro símbolo: do Blanco Amor, «Exequias de loroso asombro. Una antología reciente de García Lorca, el poeta asesinado» (Pereda Federico García Lorca»; Pablo Suero, «La madre»; Santiago César López, Arpa de troncos vivos. De Cuba Valdés, 1937, p. 5). La antología se iniciaba Ganduglia, «A Federico García a Federico, ofrece un amplio testimonio de la con «¡España!», una décima erróneamente Lorca»; José Portogalo, «Centi- nela de sangre. Federico García repercusión que tuvo la muerte de Lorca en atribuida a Lorca, y tenía una sección, «El Lorca») y uruguayos (Vicente Cuba: «si antes existía el vínculo, luego de la poeta asesinado», que llevaba como epígrafe Basso Maglio, «A Federico Gar- barbarie que significó su muerte, la vida del una estrofa de la «Elegía primera» de Miguel cía Lorca y al sacrificio de su li- bertad!»; Jesualdo, «Lo oirás!»). poema y del poeta no abandonarán jamás la Hernández, falsamente atribuida a Pablo de Acompañaba el cuaderno el Isla y sus habitantes» (López, 2006, p. 9)4. la Torriente Brau, el escritor cubano amigo programa, con la «Cantata en la Tumba de Federico García En la zona del Río de la Plata, la noticia de de Hernández que murió defendiendo Ma- Lorca» de Alfonso Reyes. la muerte de Lorca tuvo un impacto extraor- drid en diciembre de 19366. Poco después se 6 dinario en los escritores que lo habían conoci- publicó la antología Poeta fusilado. Homenaje Los poetas antologados en esta do en 1933 y 1934. Más allá de los numerosos lírico a Federico García Lorca, inaugurada con sección son Antonio Machado, testimonios individuales, queda la constancia unas palabras supuestamente pronunciadas el chileno Hernán Cañas («Evo- cación de un poeta asesinado»), colectiva del luto. La recitadora Mony Her- por Lorca antes de su muerte –«Hermanos, los uruguayos Antonio Macías melo organizó un «Homenaje de escritores y hermanos, hermanos: yo soy un hombre («A Federico García Lorca»), Emilio Frugoni («A Federico artistas a García Lorca», celebrado el 23 de ju- cristiano, pero liberal, y muero dando vivas a García Lorca»), Pedro Leandro nio de 1937 en el Teatro Corrientes de Buenos la libertad y a la República»– y con un breve Ipuche («Versos para García Lorca»), Ildefonso Pereda Valdés Aires y tres días después en la Sala del Ateneo prólogo del poeta Juvenal Ortiz Saralegui, («A Federico García Lorca»), de Montevideo. El recital comenzó con el que permite intuir la aglutinación antifascista Álvaro Figueredo («Ciprés a poema «El crimen fue en Granada» de An- provocada por la muerte del granadino: «El García Lorca»), Cipriano San- tiago Vitureira («En la tristeza tonio Machado, siguió con una selección de fusilamiento del inmortal poeta del Roman- mundial») y Diego Larriera Va- poemas de Lorca que culminaba con «Llanto cero gitano ocasionó una angustia colectiva, rela («Elegía a García Lorca»), y los argentinos Conrado Nalé por Ignacio Sánchez Mejías», y terminó con no solamente en los poetas de todo el mundo, Roxlo («En la muerte de Federico la «Cantata en la muerte de Federico García sino en los pueblos donde llegó su verso y García Lorca») y José María Lorca» del entonces embajador de México en su teatro. Ello hace que su muerte, obra del Palmeiro («Lamentación»). Argentina, Alfonso Reyes, y con poemas de fascismo criminal, una a los espíritus más 7 Nicolás Guillén, González Carbalho, Rafael vacilantes, a las almas más delicadas, junto a La antología empieza con el poema ya citado de Machado y Alberti, Emilio Prados y Arturo Serrano los fuertes, en una repulsa vigorosa, condena- con la «Oda a Federico García Plaja. Los asistentes al recital recibieron un toria del vandálico hecho» (Ortiz Saralegui, Lorca» de Pablo Neruda. Incluye 5 7 los poemas ya mencionados de cuaderno de textos dedicados a Lorca . 1937, p. 3) . Los homenajes al poeta fueron Conrado Nalé Roxlo, Cipriano Santiago Vitureira, Pedro Lean- 3 Communist critics towards the poet Garcia Lorca, who had Rodríguez Santos, «A Federico dro Ipuche, Álvaro Figueredo, Véase, por ejemplo, la cínica past. They patronized Dante, been obligingly assassinated García Lorca» y el cuaderno Emilio Frugoni, Ildefonso Pereda alusión a Lorca en las me- Shakespeare, Goethe, Bal- by the Francoists, and whom F.G.L. 1899-1936. Elegía por Valdés, Vicente Basso Maglio, morias del británico Stephen zac, Blake, and anyone else they would have attacked as la muerte de Federico Gar- Santiago Ganduglia, José Ma- Spender –un poeta que citó whom they cared to discuss, a Catholic reactionary, had he cía Lorca; Gastón Baquero, ría Palmeiro y José Portogalo. propagandísticamente a Lorca by arguing that their works survived» (Spender, 251). «F.G.L.» y «Carta en el agua Además, figuran poemas de los en uno de sus poemas de la epitomized in mythological perdida». uruguayos Sofía Arzarello («Los guerra civil, durante su breve form the economic and so- 4 leales muertos»), C.M. Britos coqueteo con el comunismo–, cial aims of their eras. (...) In Entre los homenajes a Lorca 5 Huerta («Hasta la muerte»), Ju- en las que contrastó la acti- this way they avoided being escritos en Cuba durante los Véase la versión facsimilar lio J. Casal («Federico García tud inquisitoria del estalinis- confronted with the awkward años de la Guerra Civil, están publicada por Xesús Alonso Lorca»), Juvenal Ortiz Sarale- mo ante los escritores vivos, y fact that most of these writers los siguientes: Arturo Liendo, Montero en 1998. El cuader- gui («Romance para Federico»), potencialmente molestos, con held views utterly incompatible «Muerte de García Lorca»; no incluía diversas «adhesio- Juan Nina («Canto a García la complacencia oportuna con with Stalinist Communism, in Emma Pérez, «Romance por el nes» y manifiestos colectivos, Lorca»), Amelia Barreto Laureiro la que trataban a los muer- any conceivable time or place crimen de Granada»; Nicolás así como los siguientes textos («Pasa Federico Lorca»), Julio tos. World within World fue within the whole of history and Guillén, «Angustia cuarta» (de de poetas argentinos (Carlos Verdié («A García Lorca) y Je- publicado en 1951, cuando the whole universe. (...) But the su poema-libro España. Poema Mastronardi, «España, la ofre- sualdo («Responso al culpable»), Spender había adoptado una Communists were under no en cuatro angustias y una es- cida»; Conrado Nalé Roxlo, de los argentinos Álvaro Yunque postura radicalmente antico- constraint to pass sentences on peranza); Luis Amado-Blanco, «En la muerte de García Lor- munista en el clima cultural de these writers as deviationists, «Poema desesperado»; Lino ca»; González Carbalho, «La Una plaga de romances. El impacto la Guerra Fría: «Even more since they were dead already, Novás Calvo, «Soneto a Fede- canción se hará moza, Federi- de la muerte de Federico García than their attacks on living so they made them ex-officio rico García Lorca»; Serafina co»; César Tiempo, «Para los Lorca en la poesía chilena writers, I resented the pro- Marxist saints, in the same Núñez, «Oda a Federico en poetas perdidos en la noche MATÍAS BARCHINO PÉREZ foundly hypocritical attitude of way as they canonized the el cielo de Granada»; Justo española»; Amado Villar, «Al Y NIALL BINNS

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constantes durante los años de la guerra. Para recuerde sólo la vida y la muerte de un poeta. Es que el primer aniversario de la muerte de Lorca, nosotros no podremos nunca olvidar este crimen, ni en agosto de 1937, se publicó en Buenos Aires perdonarlo. No lo olvidaremos ni lo perdonaremos una Antología selecta del poeta con un prólo- nunca. Nunca. (IV: 393). go de Neruda y varios poemas de homenaje8. Por su parte, Victoriano Lillo Catalán impul- La «Oda a Federico García Lorca», de só la publicación de homenajes a Lorca de Residencia en la tierra, empezó a multipli- poetas españoles como el libro del manchego carse en publicaciones y a ser leída como si Juan Alcaide Sánchez, Mimbres de pena, que fuese una elegía. Se incluyó en el homenaje incluye varios romances9. dedicado a Lorca, en diciembre de 1936, por María Zambrano. Los ecos del fusilamiento de Lorca se la Revista de la SECH (Sociedad de Escritores sintieron más allá de los países visitados por de Chile), junto con tres poemas del propio el granadino. Poetas de Bolivia (Lucio Díez granadino –«Nocturno del hueco», «Roman- de Medina, Gregorio Reynolds), Costa Ri- ce de la luna, luna» y «Muerte de Antonio el ca (Carlos Luis Sáenz), Ecuador (Alejandro Camborio»–, con el poema «Federico García Carrión, Abel Romeo Castillo, Pedro Jorge Lorca» del costarricense Carlos Luis Sáenz, Vera), El Salvador (Claudia Lars), Guatemala y con el poema en prosa «Federico García (Francisco Figueroa, Francisco Méndez), Pe- Lorca» de Juvencio Valle. rú (César Miró) y la República Dominicana La otra figura que ayudó a dar proyección (J.B. Lamarche) le dedicaron poemas de ho- a la muerte de Lorca fue María Zambrano. menaje. Poco después de su matrimonio con el his- Chile no pudo mantenerse aparte de esta toriador Alfonso Rodríguez Alave, éste fue congoja provocada por la muerte del granadi- enviado a Chile como secretario de la Em- Cubierta Madre España. no. Dos factores intensificaron el impacto de bajada de España en Santiago. Zambrano lo la noticia. En primer lugar, conviene recordar acompañó y entre octubre de 1936 y mayo («Elegía» y «Canción a la muer- que el creciente peso de la figura de Pablo de 1937, en la editorial Panorama, publicó la te de García Lorca»), Tristán Neruda –que llevaba más de tres años fuera de primera edición de su libro Los intelectuales Fernández («A Federico García Lorca»), Vicente Medina («Ala- Chile–, tanto en España como en otros países en el drama de España, seleccionó y prologó rido gitano»), Tulio Carella («So- de lengua española, se palpaba en el campo tanto un Romancero de la guerra española neto») y E. Navas («El cantor poético chileno. Se conocían bien la amistad como una Antología. Federico García Lorca, e de los gitanos»), de la cubana Mirta Aguirre («Romance de la entre Neruda y Lorca, la ardorosa presenta- inspiró y epilogó la antología Madre España. guerra civil») y del costarricense ción que éste hizo al chileno en la Universidad Homenaje de los poetas chilenos. Carlos Luis Sáenz («La muerte del poeta»). Sobre estas dos de Madrid en diciembre de 1934 –«un poeta La Antología fue el primer libro de Lorca antologías, véanse los estudios más cerca de la muerte que de la filosofía; más publicado en Chile. La selección se ve enmar- de Pablo Rocca señalados en la bibliografía final. cerca del dolor que de la inteligencia; más cer- cada al comienzo por los poemas-homenaje ca de la sangre que de la tinta»– y la acogida de Alberti y Machado, y al final por la «Oda» 8 entusiasta que tuvo Residencia en la tierra por de Neruda. En su prólogo «La poesía de Fe- Aparte de la «Cantata...» de Alfonso Reyes, y los textos ya in- parte no sólo de Lorca sino de casi todos los derico García Lorca», Zambrano (1937a, p. dicados de Pablo Suero, E. Na- jóvenes poetas de España. La muerte de Lorca 13) defiende la «poesía hablada y no escrita» vas, Carlos Luis Sáenz, Antonio Machado y Neruda, se antolo- era –para un público chileno– la muerte del de Lorca, una poesía de un marcado «carácter gaban poemas de amigo de Neruda, y cuando éste abandonó el dramático», que inauguró un «poderoso rena- («A Federico García Lorca») y de los argentinos J. Gómez Bas consulado de Madrid y se instaló en París, su cimiento» en España y permitió por fin que se («Romance para García Lorca») primera intervención pública –el 20 de enero superara la «separación entre el escritor y la y H.R. Klappenbach («Romance de 1937– fue un homenaje a Lorca que sería sociedad» iniciada en el siglo XVIII: del poeta fusilado»). reproducido en numerosas ocasiones (en la 9 revista valenciana Hora de España en marzo Federico García Lorca ha sido el primero tal vez Mimbres de pena fue publicado en 1937 en la editorial Revista de 1937; en la Antología selecta publicada en en alumbrar este Renacimiento. La poesía no era Americana Buenos Aires. Véa- Buenos Aires en agosto de ese año...): cuestión de una «élite» sino que iba haciéndose cosa se el estudio y nueva edición preparada por Matías Barchino social; corrían los romances del Romancero gitano (1998). Comprendedme y comprended que nosotros, los por toda España. Era demasiado. Esto era, en verdad poetas de América Española y los poetas de España, –reconozcámoslo– más grave que fundar un partido

Una plaga de romances. El impacto no olvidaremos ni perdonaremos nunca el asesinato político, que sustentar unas ideas políticas, que Gar- de la muerte de Federico García de quien consideramos el más grande entre noso- cía Lorca nunca dijo tener. Al margen de la política, Lorca en la poesía chilena tros, el ángel de este momento de nuestra lengua. como muchos en España, vivió toda su vida. Pero la MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS Y perdonad que de todos los dolores de España os función social del escritor, cosa más honda que una

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determinada política, estaba cambiando en España y Madre España con una congojada «Evocación en Lorca era ya muy evidente. El poeta de la sangre, de un poeta asesinado». Se trata de un lamen- de «la fuerza de la sangre» que era García Lorca to, pero también de una celebración del poeta tenía que ser sentido a la fuerza como enemigo, por granadino: todos los que han querido ahogar este maravilloso Renacimiento de la cultura y del pueblo españoles. Federico García Lorca en el alba, llenabas el sol de Pero aunque temprana su muerte, su obra ha sido naranjas. cumplida (Zambrano, 1937a, p. 16). Federico García Lorca en el mediodía, del alto cielo colgabas tu brasero gitano. Madre España contiene los textos de die- Federico García Lorca en el crepúsculo, volaban cienueve poetas chilenos y de la poeta urugua- estrellas de tu guitarra clara. ya Blanca Luz Brum, residente en Santiago. Se Federico García Lorca en la noche, era una flor ten- inicia con una dedicatoria al poeta fusilado: dida la casada infiel (27). «A Federico García Lorca / El poeta asesina- do en Granada por los fascistas / Identifica- Otro lamento es «Tiempo más allá de la mos con su nombre nuestro Homenaje a Es- muerte. Canto a Federico García Lorca», de paña» e incluye poemas de homenaje a Lorca Robinson Gaete, que explora la manera en por parte de Robinson Gaete, Hernán Cañas que la muerte de Lorca ha puesto la guerra de y Carlos Préndez Saldías. Julio Barrenechea, España en el centro de la realidad americana: por su parte, introdujo en su «Himno leal» los siguientes versos: «Yo sé que Durruti con Los pájaros colaboran en el aire García Lorca / formaron la nueva columna transportando el horizonte de América en los pies inmortal» (30). La inmortalidad de los muer- hacia tu tumba. tos es un tópico de toda poesía bélica y ya se Nuestras mujeres caminan hacia tu recuerdo encontraba, por ejemplo, en las palabras ini- pisoteando varonilmente su pasado de horquillas. ciales del «Canto a la madre de los milicianos Los niños interrumpen sus juegos, y con palitroques muertos», el poema de Neruda incorporado a las espaldas, a Madre España: «No han muerto! Están en con las manos llenas de trompos ruidosos medio de la pólvora, / de pie, como mechas se acercan a ti con sus pies donde aun apenas se en- ardiendo!» (20). Ahora bien, en el caso de cierra el tiempo (31-32). Lorca esta inmortalidad se funde con la eter- nidad a través del verso anhelada a lo largo La plaga de romances de los siglos por tantos poetas. El texto de Barrenechea señala, a la vez, otro tópico de La publicación del Romancero gitano en la poesía de la guerra civil, adelantado por 1928 contribuyó a una revalorización neopo- María Zambrano en su introducción a la an- pularista de la tradición del romancero es- tología de Lorca: el escritor, por primera vez pañol. Ocho años después, al comenzarse en siglos, estaba junto a la sociedad, junto al la guerra civil, cuando surgió en la España pueblo. Lorca, como el dirigente anarquista republicana la necesidad de una literatura de Buenaventura Durruti, era un combatiente urgencia –de motivación y de consuelo– des- caído en defensa del pueblo; es una idea no tinada a los soldados en el frente y a los civiles demasiado lejos de la de César Vallejo, cuando que aguantaban la escasez y los bombardeos en su «Himno a los voluntarios de la Repúbli- en la retaguardia, se encontró en el romance ca» junta a Calderón, Cervantes, Goya, Que- el cauce más eficaz para esta nueva poesía. El vedo y Teresa de Ávila con Santiago Ramón «Romancero de la guerra» fue propiciado por y Cajal y con los milicianos muertos Antonio la Alianza de Intelectuales Antifascistas y por Coll y Lina Odena, en el entendimiento de el periódico semanal El Mono Azul, fundado que «todo acto o voz genial viene del pueblo / por Rafael Alberti en agosto de 1936, con la y va hacia él», y que esa genialidad se repartía intención de forjar vínculos de comunicación de la misma manera entre los «voluntarios» y de interés común entre el «pueblo» y los del arte, de la ciencia y de la guerra. escritores. María Zambrano, en su prólogo al

Hernán Cañas, que dos años más tarde Romancero de la guerra española que publicó Una plaga de romances. El impacto sería antologado por Tomás Lago en Ocho en Santiago de Chile, celebró la espontanei- de la muerte de Federico García Lorca en la poesía chilena nuevos poetas chilenos, junto con Jorge Millas, dad de estos vínculos solidarios: MATÍAS BARCHINO PÉREZ Oscar Castro y Nicanor Parra, participó en Y NIALL BINNS

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10 Mientras en Madrid el poeta de mayor refinamien- encanto que los atisbos logrados en los ejemplares Recuérdese que en 1935, año de la publicación de Residencia to y alcance poético de España: Rafael Alberti hace originarios? (Chacel, 1937, p. 19). en la tierra y de la célebre An- romances para que el miliciano alegre sus negras tología de poesía chilena nueva de Eduardo Anguita y Volodia horas de tedio en las trincheras, en las trincheras María Zambrano (1937b, p. 8) se hace eco Teitelboim, se publicó también mismas nacen también espontáneamente y sin pro- de estas palabras en su prólogo al Romancero la primera edición de una anto- pósito alguno, como flor de los campos, el roman- de la guerra española, y reconoce que «la re- logía muy popular del crítico de El Mercurio, «Alone»: Las cien ce, relatando hechos o reflejando esperanzas. ¿Qué volución no puede consistir en un retroceso mejores poesías chilenas. Alo- quiere decir esto? (...) Quiere decir únicamente y mucho menos en una suplantación de las ne, que lamentaba la derivación vanguardista de la nueva obra que en estos instantes terribles en que el hombre formas, ya idas, de arte en una pseudo cultura de Neruda y abominaba de la regresa a sus sentimientos más elementales, re- popular». Por eso, tal vez, decidió terminar la antología de Anguita y Teitel- boim, veía en ambas algo así gresa a la infancia colectiva, el romance como la antología de romances con un poema de ende- como el contradiscurso impug- forma poética más sencilla y elemental rebrota; casílabos de la gaita gallega de Raúl González nado por su antología: «Cada en él encuentra su expresión el afán narrativo de Tuñón, «Aída Lafuente», y con el «Canto a las día se publican más libros de versos que a la gente no le gus- quien nunca narró artísticamente ni pretende tan madres de los milicianos muertos», en verso tan, tomos de estrofas obscuras, siquiera hacerlo. El poeta exquisito se siente en la libre, de Pablo Neruda; como si fueran mues- sin ritmo ni rima, desprovistos de música interior o externa y, misma línea de la hombría del miliciano, y piensa tras de la poesía revolucionaria del futuro. lo que resulta grave, a menudo con profunda solidaridad en sus largos minutos de Mientras los poetas españoles más pres- también sin poesía». La gente no gozaba, la gente no compren- angustia y quiere poblárselos de imágenes y ritmos tigiosos abandonaron la forma del romance día: el aún amplio público de (Zambrano, 1937b, p. 7). desde los primeros meses de 1937, en His- «buenos lectores» de poesía es- panoamérica, y concretamente en Chile, la taba siendo burlado, y para no enajenarlos por completo venía Los romances se divulgaron no sólo en divulgación del romancero de la guerra coin- Alone al rescate, ofreciéndoles El Mono Azul, sino en todo tipo de perió- cidió con la relectura masiva de poemas del los poemas chilenos que «cuen- tan mayores probabilidades de dicos, hojas volanderas y revistas murales; Romancero gitano de Lorca y esta fusión de agradar, de producirles goce fueron leídos por la radio y proyectados por lecturas resultó extremadamente contagiosa. estético, esa clase de placer tan esquivo a la definición como altavoces en el frente. No obstante, después El hechizo tardaría en disiparse y, por otra fácil de ser reconocido y cuyo de los vertiginosos primeros meses de la parte, llegaría a ser instrumental en una reac- único tribunal reside en la me- guerra, sobre todo después de la conclusión ción antivanguardista que contrapondría al moria» (Alone, 1935, pp. 5-6). Conviene señalar que el propio «a tablas» de la Batalla de Madrid a finales «hermetismo» de las vanguardias la claridad Neruda, sin sentirse atraído por de noviembre de 1936 y del establecimiento poética y la necesaria comunicación con el el romance, también estaba en- 10 sayando, en su nueva poesía de un frente relativamente fijo en torno a la lector . En la antología Madre España, el política, la claridad y la búsque- ciudad, se empezó a cuestionar las limitacio- poema de Carlos Préndez Saldías, «In memo- da de una comunicación más directa con el lector. nes estéticas del romance. Es sintomático, en riam (A Federico García Lorca)», formula su este sentido, que El Mono Azul haya dejado ira ante la muerte del poeta granadino, con- de imprimir sus romances semanales a partir vertido en mártir y modelo, en un romance del 1 de mayo de 1937 (Caudet 444-445). Ya que se nombra explícitamente «americano»: en el primer número de Hora de España –la revista más reflexiva, menos propagandística, Mi romance americano fundada en Valencia en enero de 1937–, Rosa no es lágrima que te llora: Chacel denunció la «pseudocultura» de un tiene ritmos que maldicen «folk-lore» prerrevolucionario y anacrónico, y rima que no perdona, promovido por jóvenes intelectuales españo- y una esperanza de fuego les. Hacía falta una revolución poética a la par es el verso que te nombra. de la revolución social: ¡Saber vivir y morir como tú, García Lorca! (23-24) Una brigada motorizada no puede recitar su gesta en romance sin convertirse en el monstruo de ana- Otro de los poetas que serían antologados cronismo más anfibio. Esto no admite discusión: el por Tomás Lago en 1939, Jorge Millas, incluye romance y el pentamotor no pueden coexistir en una dos homenajes a Lorca en su libro Homenaje hora. El pueblo que ve volar sobre su cabeza las má- poético al pueblo español, publicado en 1937 quinas forjadas por sus manos, que sabe la cifra de las en la editorial Revista Nueva. El primero, un revoluciones de su hélice, y sabe cómo procede en su poema en verso libre titulado «Viento de luto

Una plaga de romances. El impacto trayectoria el proyectil que le combate; el pueblo que a Federico García Lorca», se estructura en de la muerte de Federico García conoce este admirable artificio de la técnica en todo torno al verso-estribillo «Y ahora estás solo Lorca en la poesía chilena el lujo de su retórica, ¿puede expresarse en el balbu- con las manos moradas»; el segundo es un MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS ceo poético que no tiene, bien mirado, más mérito ni fallido «Memoria romance a Federico García

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Lorca», en el que Millas parece enredarse por Ignacio Sánchez Mejía» y celebrando la con las rimas (sin motivo aparente, comienza «compenetración íntima y entrañable, algo con versos blancos y sólo incorpora la rima más que internacional, fraterno, cordial y asonante al final de la segunda estrofa), con solidario» que establecían con el granadino. su incómodo manejo de los octosílabos y con «¡Qué zahorí trashumante pudiera leernos una reproducción mimética de los tópicos el sino en las palmas de las manos!», exclama lorquianos de rigor: D´Halmar. Le hubiera gustado al chileno in- tuir de antemano el destino de Lorca, pero no Ay, tu barco, marinero, pudo (D’Halmar, pp. 2-3). Ahora bien, dotes

ay, tu niño, madre anciana, de zahorí sí poseía –o creía poseer– cuando Óscar Castro. ay, tu pata, garza triste, se trataba de detectar a poetas. En «Mágicos ay, tu olor a sal, gitana, y prodigios», su prólogo al primer libro de ay tu caballo ligero, Oscar Castro, Camino en el alba (1938), las jinete del Guadarrama; hipérboles vuelan. «Nacido en una época en así tu voz se moría que la América no estaba dejada de la mano dando vuelta trompos de agua de Dios, sino en que Dios no la había tomado y entre incierta luz morada aún en sus manos», él siempre había espera- movía el tiempo su enagua; do la llegada de un poeta capaz de dar voz y y así venía tu muerte espíritu al Nuevo Mundo. Y un día le llegó, y por la lluvia de España estando él en Madrid, la «revelación alta y entre fusiles de frío honda» de los Veinte poemas de amor de y humedad de fiebre helada, Neruda: «Ningún acontecimiento más grande entre el luto del espanto podía sobrevenirle al Nuevo Mundo, que la y las hembras solitarias, venida, fuera de toda profecía, pero dentro cabalgan dos mensajeros de nuestra fe más recóndita, de ese Mesías». buscando tu muerta mano, Increíblemente, el milagro se había repetido y para llevarla hasta donde la tierra de Chile se veía «otra vez elegida por cuidando a la infiel casada la suerte (...), otra vez señalada por los dioses» te aguardan los tres gitanos (Castro 7-8). En efecto, en la «semiatmósfe- las diez dormidas señoras ra intelectual» de aquella velada lorquiana, y los jinetes del alba (Millas, 1937, pp. 12-13). alguien recitó los versos del «Responso a García Lorca» de Oscar Castro: «No murió De la revelación lorquiana de Oscar Castro como un gitano: / no murió de puñalada. / al cancionero de Nicanor Parra Cinco fusiles buscaron, / por cinco caminos, su alma. / Le abrieron el corazón / lo mismo Los poetas chilenos –como los intelec- que una granada. / ¡Y el surtidor de su sangre tuales de todo Occidente– vivieron la guerra / manchó las estrellas altas!» El impacto fue española con intensidad. Lo que estaba en avasallador: «Quien más, quien menos, to- juego en el conflicto no era sólo el futuro de dos comprendimos que nos había sido dado España –una España madre, amada, despoja- asistir a una anunciación» (p. 11). Otra vez la da de los sueños imperiales de antaño–, sino metáfora religiosa. No era para menos: había también, potencialmente, el futuro de Europa, llegado un nuevo Mesías. de Hispanoamérica y del mundo entero. Era, «España eterna» y «Elegía para los niños sin duda, un momento propicio para el des- muertos» son otros dos romances de temática cubrimiento de una nueva poesía. Augusto española en Camino en el alba, y es notable D’Halmar, el chileno que más conocía España cómo Castro mezcla las fuentes del roman- y su literatura, creía hacer ese descubrimiento cero lorquiano (la imaginería, los ayes) y del en una velada fúnebre a la memoria de Lorca romancero de la guerra (la denuncia de los celebrada en Valparaíso a finales de 1936, bombardeos), particularmente en el segundo cuando alguien leyó el romance «Responso de estos poemas: a García Lorca» del aún desconocido Oscar

Castro. En un ensayo publicado en Onda ¿Quién cantará sobre España, Una plaga de romances. El impacto Corta en diciembre de 1936, D’Halmar en- rondas y rondas y rondas? de la muerte de Federico García Lorca en la poesía chilena marcaría su elegía por Lorca con las estrofas Los niños muertos no ríen. MATÍAS BARCHINO PÉREZ de Castro, emparentando ésta con el «Llanto Los niños muertos no lloran. Y NIALL BINNS

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Por ellos Andalucía fundamente hermético, el éxito popular del dará claveles de sombra. Romancero gitano señalaba la posibilidad de Callarán las castañuelas un público lector no necesariamente minori- en manos de las manolas, tario, fuera del círculo de esa «media docena y sonará en los burdeles, de elegidos» que siempre rechazaría (Parra, como un responso, la jota. 2006, p. 145). Así que recogió el chileno el Todos los niños del mundo verso de arte menor y la rima asonante, y han detenido sus rondas. reprodujo, ¿cómo no?, toda la parafernalia decorativa de Lorca. Cancionero sin nombre

Nicanor Parra. ¡Ay, sierras del Guadarrama! abunda en alusiones a la luna, a los ángeles, ¡Ay, campos yermos de Soria! y a las azucenas, la albahaca, la canela, el jaz- ¡Ay, castellanas llanuras! mín, los claveles, las luciérnagas y el nácar. Al 11 Al reseñar Cancionero sin nom- ¡Ay, carreteras de Córdoba! mismo tiempo, no obstante, Parra imprime su bre, el crítico de La Nación Todas las tierras de España propio sello sobre el discurso lorquiano. Por de Santiago, Domingo Melfi, hizo hincapié en la dificultad llenas de voces que lloran. ejemplo, cuando reformula la reiteración de de escribir bajo la influencia de Voces de niños caídos una palabra, el «mira, mira» o la «luna, luna» Lorca: «Los poetas chilenos que con la canción en la boca (Castro, pp. 120-121). de Romancero gitano, lo hace con su propia abordan el género del romance, están condenados a ser los discí- versión «huasa»: «Pero hablando en serio pulos de García Lorca», aunque En su libro Poesía chilena del siglo XX, serio / que nadie me niega niega / que cuando no dejaba de señalar que «a pesar de la sombra presente del Fernando Alegría titula el apartado sobre subo a caballo / me pongo mis dos espuelas». poeta fusilado», brillaban en el Oscar Castro «García Lorca pasa por Ran- Y, mucho más significativo, renuncia a la libro de Parra «la espontanei- dad, la frescura, la gracia livia- cagua» (Alegría, 2007, p. 248) y lo cierto es estilización e introduce en sus romances un na y humana de lo popular», que Lorca sería una inspiración duradera para lenguaje marcadamente coloquial ausente en y un contenido «nuestro» en la Castro (que en 1940 escribiría el drama poéti- la obra del granadino. mezcla de «tristeza, alegría y burla, la burla chilena, hecha de co «Sombra inmortal. Cantata a la muerte de El sello de Parra se ve sobre todo en la que quejumbre y fatalidad de des- Federico García Lorca») y la llave, quizá, que va a ser una constante a lo largo de su poesía: engaño» (2 de abril de 1939). explique su inmensa popularidad como poeta. la importancia del enmascaramiento del yo y 12 A Nicanor Parra, que comenzaba a escri- la idea de la poesía como «parlamento dra- Véanse los siguientes textos de 12 Artefactos (1972): «Aló / Aló bir bajo la sombra de los grandes vanguar- mático» . Los romances de Lorca suelen ser / conste que yo / no soy el que distas chilenos, la influencia de Lorca, al que narrados en tercera persona con ocasionales habla» (Parra, p. 336); «Cuando había leído en la Antología de poetas españoles diálogos entre los personajes, y en algún caso van a entender / Éstos son par- lamentos dramáticos / Éstos no contemporáneos de José María Souvirón, pu- con interpelaciones a los personajes o bien son pronunciamientos políticos» blicada en Nascimento en 1934, parecía ofre- con diálogos entre el narrador «García Lorca» (p. 400). cer un camino que podría recorrer libremente, y sus personajes13. Hay una excepción, el ro- 13 sin vincularse a las estéticas de Huidobro, De mance más popular del libro –y el que menos Véase, sobre todo, la segunda estrofa de «Muerte de Antoñito Rokha y Neruda. En 1937, Nicanor Parra le gustaba a Lorca–, «La casada infiel», en la el Camborio»: «Antonio Torres publicó Cancionero sin nombre, un libro que que es el propio personaje –el que se la llevó Heredia, / Camborio de dura no menciona a Lorca ni lamenta su muerte, al río– quien cuenta la anécdota. En Cancio- crin, / moreno de verde luna, / voz de clavel varonil: / ¿Quién pero en el que pretendía –según diría más nero sin nombre, los poemas son casi siempre te ha quitado la vida / cerca tarde– «aplicar a Chile el método que Lorca monólogos en primera persona de sujetos del Guadalquivir? / Mis cua- tro primos Heredias / hijos de había hecho suyo en España» (Morales, 1972, que no son el autor, que están demasiado des- Benamejí. / Lo que en otros no p. 32) y que al año siguiente ganaría el Premio quiciados, demasiado incoherentes para ser envidiaban, / ya lo envidiaban en mí. / Zapatos color corinto, Municipal de Poesía. «Nunca supe por qué», identificados con el autor. Los títulos, muchas / medallones de marfil, / y ha dicho Parra, «ya que en el mismo concurso veces, sirven para indicar desde el inicio quié- este cutis amasado / con acei- se había presentado un libro de Óscar Castro, nes son: «El matador», «El novio rencoroso», tuna y jazmín. / ¡Ay Antoñito el Camborio, / digno de una también influido por García Lorca, pero mu- «Protesta del marido». En muchos casos se Emperatriz! / Acuérdate de la cho más maduro» (Piña, 1990, p. 21)11. trata –como en tantos antipoemas posterio- Virgen / porque te vas a morir. / ¡Ay Federico García, / llama ¿Qué encontró Nicanor Parra en Lorca? res– de monólogos dramáticos, en los que el a la Guardia Civil! / Ya mi talle En primer lugar, habría que hablar de una personaje se dirige directamente a alguien. se ha quebrado / como caña de maíz» (Lorca, pp. 266-267). dignificación de la poesía popular de tradición Así ocurre, por ejemplo, en el intercambio de oral, conseguida en el caso de Lorca a través parlamentos de «Batalla entre la madre y el

Una plaga de romances. El impacto de la estilización de la narrativa, el lirismo de hijo taimado», o en «El novio se muere por de la muerte de Federico García las imágenes y los toques de irracionalidad su prima». De particular interés me parece Lorca en la poesía chilena surrealista. Para el joven Parra, acostumbra- «Pregunta del marido deficiente», en el que el MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS do a un discurso vanguardista a veces pro- personaje dirige sus quejas a su madre: «No

70 América sin nombre, no 16 (2011) 63-74 hay derecho, madre, / que mi niña salga, / que y contra Lorca. No cabe duda de que sus co- me deje solo / cuidando la casa». El lenguaje nocimientos o, más bien, sus vivencias de la cotidiano del marido deficiente –corroído por poesía popular chilena le sirvieron como ar- los celos, convencido de la infidelidad de su ma para articular esta diferenciación. No me esposa– contrasta con el de su mujer; el suyo refiero a los «viejos romances» recogidos en corresponde a la dura, antipoética realidad de 1912 por Julio Vicuña Cifuentes, discípulo su deficiencia, el de ella a la bella irrealidad de de Ramón Menéndez Pidal, que quería mos- su amor, que expresa y vive como si viviese no trar con ellos que «nunca se ha interrumpido en el cancionero de Parra, sino en un romance el contacto de la Madre Patria con las que lorquiano. Son dos esposos y dos lenguajes en fueron sus colonias» (Vicuña XIX), sino a la pugna. Así lo lamenta el marido, al hablar de tradición recogida y publicada en 1933 por su mujer: Antonio Acevedo Hernández: «la obra de los poetas populares que fueron proletarios,

Se lo pasa hablando que fueron peones y que supieron vibrar con Gonzalo Rojas. del jazmín y el agua. la belleza, y que, naturalmente, por causa de su posición social, vivieron y murieron en Tanta cosa mala la más total indiferencia» (Acevedo, 1933, ¿quién se la enseñaba? p. 67). Los poetas antologados por Acevedo cuando yo la llamo poco tenían que ver con España. Poseían no oye mis palabras una «sensibilidad propia»: una querencia ...... hacia las formas narrativas y dramáticas, un Si alguien toca el timbre rechazo al lirismo, una ironía mordaz y una sale a la ventana, «malicia innata para reírse de los aconteci- cuando le pregunto mientos más serios» (p. 16). no contesta nada. Después de aplicar el «método» lorquiano en el contexto chileno, Nicanor Parra se senti- Se lo pasa sola, ría legitimado para resucitar la poesía popular llorando en su cama. de su propio país y dignificarla a ella también en el campo de la poesía culta con publicacio- Dígame usted, madre, nes como La cueca larga de 1958, Coplas de no me niegue nada, navidad (antivillancico) de 1983, y poemas yo no sé qué tiene como «El huaso perquenco», «La venganza mi niña taimada. del minero» y «Amor no correspondido» en Hojas de Parra (1985). Además, y esto es ¿Para qué le enseñan clave, el humor, la ironía, el coloquialismo y tanta cosa mala? el gusto por las formas dramáticas y narrati- vas, todos ellos rasgos centrales de esta poesía Dígamelo luego popular, serían rasgos que Parra desarrollaría lo que aquí pasaba, también en los endecasílabos blancos y el ¿para qué quería verso libre de su «antipoesía». comprar tanta albahaca? Entre el romancero y la mandrágora Gon- Cuando yo me pago, zalo Rojas no me pide plata. En «Poetas de la claridad», el discurso que Se lo pasa hablando leyó en la Reunión de Escritores de Concep- de clavel y nácar, ción de 1958, Parra echó una mirada atrás al dos violetas nuevas grupo de «poetas espontáneos, naturales, al encontré en su enagua (pp. 614-615). alcance del grueso público» antologados por Tomás Lago en Ocho nuevos poetas chilenos Así, lector de García Lorca, Parra se (1939), entre los cuales destacaban Oscar Cas- amoldó a la forma popular del romance –dig- tro, Hernán Cañas, Jorge Millas y él mismo. Una plaga de romances. El impacto nificada como poesía culta por el Romancero «No traíamos nada nuevo a la poesía chilena», de la muerte de Federico García Lorca en la poesía chilena gitano– y heredó algunos rasgos lorquianos, reconoce. «Significábamos, en general, un pa- MATÍAS BARCHINO PÉREZ pero marcó desde el inicio su distancia. Con so atrás» (Parra, 2006, p. 709). Enfrentado al Y NIALL BINNS

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14 «credo de la poesía diurna» y garcialorquiana Hurgaron su manto tus En su entrevista con Juan Andrés Piña, Rojas recordaría su parti- que ellos defendían, estaba el surrealismo del desconsoladas queridas cipación como cofundador de La grupo Mandrágora, que se formó en 1938 y –oh, las caderas infieles: Mandrágora: «Los fundadores, los protos de La Mandrágora, que promovía –en un desarrollo del vanguar- morenas y bailarinas– fueron , Teófilo dismo anterior de Huidobro y del Neruda de mujeres que eran un ramo Cid y Enrique Gómez Correa. Residencia en la tierra– una «inmersión en las de rosas y de sonrisas Ellos tres son los que leen un 14 manifiesto en el Salón de Honor profundidades del subconsciente colectivo» . cuando asomaba el corcel de la Universidad de Chile, el 12 Señalaría Parra que ninguno de estos dos de Federico García. de julio de 1938, ante un públi- co divertido, entre el cual había polos de la joven poesía chilena de los años unos mendigos que alguien re- treinta aportaba en sí novedades consistentes: Flautas y flores y besos clutó en la calle San Diego para que animaran el baile. A pesar para tu tumba querías de que yo no estaba en la tarima Para sobrevivir, tuvimos que absorber las enseñanzas no lejos de tu guitarra, de lectura –habíamos tenido una de Freud, componente central del surrealismo man- muy cerca de la alegría. pelea un rato antes con Arenas y no quise estar ahí–, era el Man- dragórico. Pero ellos también tuvieron que cedernos drágora número cuatro. Juntos un poco de terreno a nosotros. No es producto de la Juvenil moriste como, habíamos participado en su creación» (Piña, 1990, p. 101). casualidad el hecho de que Gonzalo Rojas y el que juvenil, como vivías habla sigan interesados vivamente en el proceso de la y era tan joven tu amor 15 En una entrevista publicada en creación poética. En conversaciones de Los Guindos, tan ágil tu poesía. La Nación de Santiago el 28 Gonzalo me entregó la llave del templo de la poesía de mayo de 1939, Huidobro negra, pero yo aticé en él el fuego de la poesía blanca Romancero silencioso, responde a la pregunta «¿Qué piensa de García Lorca?» de (Parra, 2006, p. 711). río de luto en sonrisas; la siguiente manera: «Que es una carcajada triste un poeta muy mediocre. Para mí no tiene ningún interés. En Esta idea de una necesaria síntesis entre sobre tus alegres días. general, los poetas españoles las poéticas enfrentadas del joven Parra y del carecen de imaginación y de inteligencia poética. La literatu- joven Rojas suele ocultar el hecho de que és- Llueve. A la sombra del agua ra española está aplastada por te, un año antes del inicio de la Mandrágora, sollozas tu despedida. la retórica, esa terrible retórica también se había dejado seducir por la ola de del Mediterráneo, que mantiene ahogados bajo su lápida a todos romances lorquianos que asolaba Chile. En Oh, la guirnalda gitana, los escritores de España, de Italia el periódico Fragua, órgano de la Federación oh, la guitarra dormida y muchos de Francia. (...) Escri- bir bien, para un español, es de Estudiantes de Concepción, con la firma del joven poeta muerto escribir como se escribía antes. de «Gonzalo Rojas P.», publicó en agosto de don Federico García (Rojas, 1951, p. 3). Por eso la literatura española tiene tan poca vida» (Huidobro, 1937 un poema dedicado al granadino con el p. 66). título «Romance del poeta muerto»: Como se ve, sin haber cumplido aún los veinte años, Rojas utilizó los tópicos habi- Gitano joven, jugabas tuales para retratar al poeta muerto –gitanos, ayer a las despedidas. bailarinas, guitarras, rosas y corceles–, y para poner en evidencia la juventud y la alegría de Barcos de sombra violenta la vida que se había tronchado. No cabe duda –guitarras del mediodía– de que Rojas, como sucedía en tantas de las tus palabras meridianas elegías lorquianas de esos años, confunde al naufragaban en la brisa. poeta con los protagonistas de su Romancero gitano, dirigiéndose a él como «gitano joven». Hoy baila tu corazón Por otra parte, es evidente que el poema sobre sus olas heridas. adolece de cierto apresuramiento, de versos forzados (como el estribillo octosílabo «de Y son tus ojos gitanos Federico García») y de un brusco encabalga- las dos auroras que ardían miento, aún rudo («Hurgaron su manto tus entre la sangre y la muerte / desconsoladas queridas»), pero que apunta de Federico García. precozmente al uso magistral que haría de este recurso el Rojas maduro. Esta brevísima fase La tierra es la hembra que ahora lorquiana del poeta tiene aún mayor interés si

Una plaga de romances. El impacto te aduerme en blanda caricia se recuerda el repudio explícito a Lorca mos- de la muerte de Federico García y un de profundis resuena trado por Huidobro, el maestro de la Man- Lorca en la poesía chilena más allá de Andalucía. drágora, incluso en los años inmediatamente MATÍAS BARCHINO PÉREZ Y NIALL BINNS posteriores a su «martirio»15.

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