UNIVERSIDAD DE LOS ANDES NÚCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL” MAESTRÍA EN LITERATURA LATINOAMERICANA TRUJILLO EDO. TRUJILLO

IMAGINARIO POPULAR Y ALTERIDAD EN LA OBRA DE EDUARDO LIENDO

TRABAJO DE GRADO PRESENTADO A LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES COMO REQUISITO PARA OPTAR AL TÍTULO DE MAGÍSTER SCIENTIAE EN LITERATURA LATINOAMERICANA

AUTORA: ELBA ESCALONA TUTOR: ANÍBAL RODRÍGUEZ

TRUJILLO, ABRIL, 2010.

DEDICATORIA

A mis hijos:

Jhon, Wanda y Jhostin;

por su infinito y sagrado amor.

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AGRADECIMIENTO

A Dios, fuerza divina que todo lo puede.

A mis padres: Solita y Nazario, por demostrarme su gran amor con cada uno de sus actos.

A mis hijos: Jhon, Wanda y Jhostin; quienes fortalecen mis debilidades con amor. Mis triunfos son suyos.

A Jhonny, mi gran amor.

Agradezco a mi familia y amigos por creer en mí. Sentir el apoyo de los amigos del alma es necesario, por eso a Carmen, Yusbéliz, Víctor, Belinda,

Juan Carlos, Mélida, Luiceli; les doy las gracias porque en todo momento estuvieron allí, ayudándome de alguna manera.

En especial agradezco a Aníbal, quien se dedicó de manera exclusiva a asesorar cada una de las líneas de este trabajo; con paciencia, sabiduría, cariño y disciplina, mi triunfo también es suyo.

A todos, mil gracias; que Dios les bendiga.

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ÍNDICE

RESUMEN ...... vii INTRODUCCIÓN ...... 1 CAPÍTULO I ...... 6 RENOVACIÓN DE LA LITERATURA VENEZOLANA ...... 6 I.1 Nuevas búsquedas narrativas ...... 6

I.2 Otras experiencias en la escritura ...... 23

I.3 Escritura y compromiso, grupos literarios de la década de1960 31

CAPÍTULO II ...... 41 ENTRE APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS (EL MAGO DE LA CARA DE VIDRIO) ...... 41 II. I LIENDO Y ...... 41

II.2 EL NACIMIENTO DE UN MAGO ...... 43

CAPÍTULO III ...... 50 SI YO FUERA PEDRO INFANTE (EL IMAGINARIO POPULAR) .... 50 III.1 Una noche en la vida de Perucho Contreras ...... 50

III.2 Ser el otro ...... 57

III.3 Lo popular en la literatura latinoamericana ...... 64

III.4 La industria cinematográfica en Latinoamérica ...... 68

III.5 El diálogo entre Liendo y Monsiváis ...... 74

EPÍLOGO ...... 80 CONCLUSIONES ...... 82 BIBLIOGRAFÍA ...... 84

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES NÚCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL” MAESTRÍA EN LITERATURA LATINOAMERICANA TRUJILLO EDO. TRUJILLO

IMAGINARIO POPULAR Y ALTERIDAD EN LA OBRA DE EDUARDO LIENDO.

AUTORA: ELBA ESCALONA TUTOR: ANÍBAL RODRÍGUEZ FECHA: ABRIL, 2010.

RESUMEN

En el presente trabajo se propone dar una mirada al desarrollo de la literatura venezolana del siglo XX con la escritura del narrador Eduardo Liendo. Para ello se ha partido como eje fundamental de la producción de algunos escritores fundacionales en narrativa, como por ejemplo , , , entre otras influencias importantes para Liendo. Es necesario puntualizar que el trabajo exhaustivo se realiza de manera específica con la obra “Si yo fuera Pedro Infante”(1989), en la que se enfoca como tema central el problema de la cultura popular latinoamericana; además de resaltar el tema de la alteridad como un reto imaginario de la relación de dualidad entre los personajes y la obra misma.

Palabras claves: cultura popular, imaginario, literatura, alteridad.

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INTRODUCCIÓN

La narrativa es un mundo de sueños, pasiones e ideas que con el tiempo se ha ido reajustando su forma de contar, pues se mantiene en un constante renacimiento de temas, problemas, formas; que tienen mucho que ver no sólo con el momento, sino también con el estilo del escritor que a su vez estará marcado por las influencias de sus estudios.

La narrativa venezolana ha pasado por varios períodos, el trabajo que a continuación se desarrolla se ubica dentro de la narrativa contemporánea y uno de los temas más fecundos de ésta, es el tema de la alteridad.

En la narrativa venezolana se encuentra su más antiguo referente, en el cuento de Julio Garmendia “Mi difunto yo” (1927). El tema ha sido tratado por el maestro latinoamericano Jorge Luis Borges: Borges y yo, así como en muchos otros autores.

En esta tesis se aborda el estudio de la forma en que se presenta la alteridad en la obra “Si yo fuera Pedro Infante” del venezolano Eduardo

Liendo, nacido en Caracas en 1941. Es tal vez, uno de los autores más fieles a sus obsesiones, el problema del doble, del autor y el otro, la máscara, la falsificación, ocupan el centro de sus preocupaciones. Por otra parte, realiza una crítica a la llamada cultura de masas que la sociedad industrial contemporánea ha creado a través de los medios de comunicación, tema recurrente desde su primera obra “El mago de la cara de vidrio” (1973), hasta lo hecho en su vida creadora. En lo formal, Liendo también se ha guiado por sus obsesiones: la utilización de la parodia, la risa y el humor negro para desmitificar los valores de una cultura en crisis.

La obra de Eduardo Liendo ha sido larga y sostenida. Desde 1962 a 1967 permanece como preso político en una cárcel venezolana, tiempo que dedica a la lectura de narrativa contemporánea. Al salir de la cárcel marchó a la antigua Unión Soviética en donde estudió Psicología. Es para el año de 1973 cuando inicia su novelística con “El mago de la cara de vidrio”, uno de los libros más reeditados en la tradición literaria venezolana.

En 1975 publica “Los topos”, novela en la que relata la situación política vivida en la década de los 60. En 1978 aparece con fuerza el tema de la alteridad en su novela “Mascarada” donde el personaje central es un antihéroe, una persona común y corriente, quien posee una especie de caja de pandora y de ella se provee de máscaras del teatro griego, por tanto, el personaje de manera paródica va cambiando de máscara, es decir, de personalidad. Se trata de una agria crítica a la cultura de los mass media.

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En 1975 publica una de sus producciones más complejas: “Los platos del diablo” donde se presenta nuevamente una de las formas de alteridad, en este caso la situación del otro en la creación; se trata del tema del plagio. La relación del autor-lector-creador-copiador.

Para 1987 produce la colección de cuentos “El cocodrilo rojo”, aquí recurre al tema de la ciudad y sus problemas; ese trance que vive el venezolano del paso de un país rural a uno urbano.

En 1989, publica la novela objeto de esta investigación, “Si yo fuera Pedro Infante”, en la que un pequeño burócrata se verá sometido al deseo de ser otro; una figura de los medios de comunicación, tal vez, la figura representativa de la cultura machista latinoamericana: Pedro

Infante.

Su producción finisecular es “Diario de un enano” (1995), allí de manera extraordinaria aparece otra forma de alteridad envuelta en ironía y humor negro para trabajar el fenómeno de la búsqueda del poder individual absoluto o afán descomunal de un hombre por mantener el control de todo.

Su escritura en el siglo XXI se inicia con la obra “El round del olvido” (2002), en la que se pone de manifiesto la memoria para mostrar

3 desde la interioridad de uno de los personajes principales, una historia en diferentes etapas de su vida, la que con los años se va transformando. Es una historia de vidas entrelazadas por la voluntad, el peligro y la tragedia.

Para el año 2005 publica “Las kuitas del hombre mosca”, una forma de alteridad en donde el personaje principal, tras su manera de llevar su vida vendiendo enciclopedias, se siente frágil. Es allí cuando descubre que la transfiguración en mosca le hace sentir infinito. El tema de la búsqueda de identidad que se lee en “Si yo fuera Pedro Infante” se vuelve a sentir en esta obra.

En el año 2008 aparecen una serie de relatos “Contraespejismos”, es lo que se conoce como hipotexto, donde convergen algunos pasajes de sus obras anteriores. Y, para finalizar, la primera década del siglo XXI publica “El último fantasma” (hasta ahora su última producción), novela que refiere a Lenin, en la que se manifiesta la vida del escritor tomando como referencia la memoria para viajar a la Unión Soviética a través de sus recuerdos; la alteridad y el problema del doble, no escapan.

Luego de hacer un breve recuento de la producción de Liendo, es importante señalar que en la década de los 70 aparece en escena en

Venezuela la gran renovación de la tradición narrativa. Seguidores de la gran tradición inicial en los 50 por Guillermo Meneses y en los 60 por

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Salvador Garmendia, desde finales de los 60 a principio de los 70 hacen escena autores, quienes desde distintas perspectivas y con diferentes fórmulas van a renovar el horizonte narrativo venezolano y latinoamericano, entre estos autores se pueden mencionar a José Balza,

Luis Brito García, , Renato Rodríguez y Eduardo

Liendo.

Este estudio intenta en un primer momento hacer un balance de esa época y desde allí estudiar la narrativa de Eduardo Liendo. El propósito se limita a analizar los ejes temáticos: la forma de alteridad por un lado y la manifestación de la cultura popular a través de la literatura en la obra “Si yo fuera Pedro Infante”, tomando en cuenta también como antecedente para comprender los planteamientos que el autor hace en la novela sobre los medios de comunicación, la lectura de “El mago de la cara de vidrio”.

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CAPÍTULO I

RENOVACIÓN DE LA LITERATURA VENEZOLANA

I.1 Nuevas búsquedas narrativas

El decenio de los años 60 y 70 fue testigo de una importante cifra de excelentes narradores, considerados así por su rica incorporación de nuevos temas y problemas para desarrollar y renovar las letras venezolanas. Apoyados en planteamientos literarios como los de Julio

Garmendia (1898) y Guillermo Meneses (1911), quienes con procedimientos literarios distintos como la abyección, la introspección, los elementos fantásticos, la alteridad, el humor; logran nuevos tratamientos, así como, temáticas y enfoques en su escritura que abren otro panorama tanto al canon, como a la fuente de estudio de la literatura venezolana.

Garmendia con su “Tienda de muñecos” (1927) y Meneses con “La mano junto al muro” (1951) y “El falso cuaderno de Narciso Espejo”

(1953); son los iniciadores del proceso de renovación de la literatura venezolana.

Entre estos proyectos literarios desarrollados a partir de la década de los sesenta, que actualmente están consolidados, y que con gran voluntad desean comunicar su comprensión del mundo, figuran los

6 nombres de José Balza (1939), Renato Rodríguez (1927), Francisco

Massiani (1944), Ednodio Quintero (1947) y entre muchos otros, el escritor Eduardo Liendo (1941), sobre quien girará el estudio de esta investigación. Estos autores han expuesto que sus trabajos se articulan en la tradición literaria venezolana que se inicia en la década de los veinte y tendrá su desarrollo fundamental a partir de la década de los sesenta.

Sus bases como narradores se apoyan en la literatura fundacional de los clásicos venezolanos del siglo XX, Teresa de la Parra, Julio

Garmendia, Rómulo Gallegos, , Enrique Bernardo

Núñez. Se hace aquí una mirada retrospectiva desde los inicios del siglo

XX, con la finalidad de mostrar el proceso de la historia de la literatura venezolana, y así, darnos cuenta de cuáles fueron las nuevas tendencias que marcaron pauta en nuestra narrativa. Es importante señalar que en

Venezuela los cambios de escritura se fueron gestando lentamente. La mayoría de producciones, por no englobarlas todas, estaban ceñidas a los cánones del siglo que apenas culminaba1. Los narradores que irrumpen el nuevo siglo, se sienten herederos de la tradición. De manera que, la literatura venezolana vivió un proceso de transición por largos años

1Cf. BOHÓRQUEZ, Douglas. Del costumbrismo a la vanguardia. La narrativa venezolana entre dos siglos. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Venezuela. 2007, p. 46. Bohórquez nos recuerda que estos cambios obedecen a un proceso que no renuncia a la tradición, pero que aspira a nuevos métodos de escritura o nuevas formas de visualizar la literatura que se van gestando de acuerdo a necesidades y exigencias de los sistemas culturales.

7 durante el siglo XX en el que se pusieron en práctica diversas tendencias estéticas, políticas y sociales; también, movimientos renovadores como la vanguardia, por ejemplo, aunque como se sabe, algunos escritores seguían apegados al realismo, naturalismo y criollismo costumbrista. Es de reconocer que, era normal que eso pasara, pues las literaturas nacionales no surgen de la nada, y las tradiciones se forjan dentro de un contexto de tiempo donde intervienen varios factores como la moda, la forma, la edad y toda una serie de experiencias que de una u otra manera contribuyen en la formación de un escritor, a eso se llama tradición.

.

Para sustentar el tema con el que se inicia esta investigación sobre la renovación literaria en este país, se siguen los planteamientos que hace , en su libro Panorama de la literatura venezolana actual (1995). Liscano de manera ordinal divide la evolución de la literatura venezolana en cuatro tiempos, puntualizando tanto a los narradores protagonistas de cada época, como a los grupos y revistas que tuvieron participación y funciones de cambio, haciendo hincapié especial en aquellos que más fortalecen o influencian de manera directa a nuestro escritor. Así mismo, al revisar textos como Noventa años de literatura venezolana (1991), de José Ramón Medina, entre otros, sobre la historia de la literatura venezolana, los mismos que intentan comprender el proceso y renovación de la tradición literaria en el país, y

8 de esa manera puntualizar los antecedentes que contextualizan esta investigación.

Por tanto, es necesario referirse a los clásicos del siglo XX o representantes de la literatura fundacional como: José Rafael Pocaterra por ejemplo, con sus Cuentos grotescos (1922), una entre sus obras; en las que se siente a través de sus letras, una realidad descarnada, fea, satírica, fuerte, sin embellecimiento alguno. Su primera obra fue la novela

Política feminista publicada en 1913, tiempo en el que el lenguaje sufre un cambio en la escritura modernista por uno más adecuado a la realidad, a lo nacional, producto de la necesidad de manifestar lo real, lo que acontece y que él lo pincela de una manera acusadora y caricaturesca, con la finalidad de crear conciencia de la realidad política y social que vive el país.

Además, Pocaterra muestra la crueldad política que impera en la dictadura del régimen de Juan Vicente Gómez en Venezuela, (1908-1935) muestra de ello son sus producciones como: Memorias de un venezolano de la decadencia (1936), obra que destila el dolor, la tristeza y el sufrimiento que, como él, padecieron muchos venezolanos en las cárceles del régimen gomecista. En buena parte de la literatura de esta

época, permea el tema de la violencia política que imperaba en nuestro país, hasta llegar a convertirse en material perseguido, controlado y, en algunos casos, censurado. La palabra escrita representaba el fusil de los

9 intelectuales como testimonio de las torturas sufridas cuando eran apresados o exiliados, en muchos casos.

Así también, Ifigenia (1924), primera y gran obra de Teresa de la

Parra será motivo de crítica e incomprensión, seguramente porque no correspondía a las normas estéticas y costumbres moralistas que se practicaban para entonces; sujetas a una serie de prejuicios y prohibiciones que apuntaban de manera más enfática hacia la mujer.

Teresa de la Parra con esta obra, así como en Memorias de mamá Blanca (1929), abarca los espacios íntimos del personaje; éste muestra su interioridad. En ambas novelas es una mujer quien en la primera, siente y padece la nostalgia de no vivir como realmente quería, y en la segunda, añora los recuerdos de su infancia. Esta escritora impulsa una voz femenina en la literatura de inicios de siglo y transforma el canon literario de la tradición. Su escritura rompe con el exotismo y la belleza de escritura que proponía el modernismo, además, fue la primera escritora venezolana, a quien sucedieron otras mujeres con gran renombre por sus excelentes producciones, como , por ejemplo, con su novela Ana Isabel, una niña decente (1949), en la que se nota la influencia de formación de Teresa de la Parra, pues su manera de abordar los espacios interiores de sus personajes son extraordinarios.

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En el mismo orden de ideas, se encuentra un escritor ícono de la literatura venezolana, como lo es Rómulo Gallegos, quien trabaja la interioridad de los personajes en cuentos como: Paz en las alturas, La liberación, Estrellas sobre el barranco, El análisis, La hora menguada, El místico, El maestro; producidos durante la segunda década del siglo XX.

Éste hombre no sólo incursionó en el mundo literario, sino también en el político, social, educativo y moralista. Llegó a ser presidente de la

República por diez meses aproximadamente, durante el año 1948. Su período presidencial no culminó satisfactoriamente, puesto que, le dan un golpe de estado, siendo también apresado por las fuerzas armadas y expulsado del país. Por otro lado, es importante mencionar que el estilo de producción literaria de Gallegos es muy particular, aún cuando su lenguaje es tradicional, este escritor lo expresa de una manera auténtica, como lo reafirma Medina cuando dice:

(…) es Gallegos, en definitiva, quien va a fijar con caracteres determinantes las posibilidades del nuevo estilo, (…) Gallegos agrega una desbordante pasión de contornos humanos, de arraigo elemental, primario, sobre la realidad, que lo coloca en el centro de un vasto campo de autenticidad nacional, lindante con la épica.2

2 Cf. MEDINA, José Ramón. Noventa años de literatura venezolana, Monte Ávila Editores, Caracas, 1991, p.158. Gallegos sigue para su producción literaria, toda una tradición narrativa venezolana como la manera de formación básica y así mismo el empuje que dará como resultado un estilo nuevo (realista) que difiere a las producciones del momento, tanto en su temática como en el uso del lenguaje, es decir, una particular

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Basta con leer a Doña Bárbara (1929), para conocer a una

Venezuela carente de democracia, de libertad, bella por sus paisajes naturales, corrompida a la vez, despojada de sus riquezas; así como también, llena de gente esperanzada en un cambio, como Santos

Luzardo, hombre de buenos sentimientos. Se lee entonces una doble circunstancia en esta obra, dibujada a través de un mapa geográfico: la vida nacional y el destino que debería trazarse el país. Inclusive, la novela convierte a Gallegos en figura consagrada de las letras hispanoamericanas, reconociéndosele su trabajo en el exterior.

Además de esta obra extraordinaria, escribió también Cantaclaro

(1934), Canaima (1935), Pobre negro (1937) y Sobre la misma tierra

(1943), sin obviar su primera novela El último solar (1920), publicada luego como Reinado Solar (1933), a la que le sigue La trepadora (1925).

En relación a las obras de Gallegos, a través de la lectura se aprecia que existe un hilo conductor entre una novela y otra, de acuerdo a la similitud de los conflictos existenciales que sufren los personajes de sus narraciones, logrando con esto el autor, formar un mundo de seres desorientados en busca de otra salida, que no es más que la descripción a través de la palabra del carácter venezolano, de los habitantes de una

forma expresiva para manifestar los conflictos venezolanos a modo de reflexión sobre la realidad nacional.

12 nación agraria, y que así mismo, le marcan una gran singularidad como escritor.

Es importante destacar que, sin duda alguna, es el tiempo el elemento fundamental que protagoniza la evolución de la escritura, a través de éste se desarrolla el conocimiento, se viven situaciones que unificadas impulsan los cambios en diferentes ámbitos; cambios que pueden ser políticos, económicos, culturales y sociales, que llegan a transformar hasta la misma cotidianidad.

Venezuela será testigo a partir de la segunda década del siglo XX de grandes transformaciones. Pero debió esperar el año de 1935, con la muerte de Juan Vicente Gómez, para que dichos cambios se materializaran en el rostro de la nación. Un punto de inflexión lo marcará el inicio de la explotación petrolera. De manera violenta se pasa de una economía agraria, de una composición poblacional rural a grandes migraciones. En poco tiempo la población que antes se movían entre conucos y sembradíos, viviendo de la agricultura y la cría de animales, pasó hacia una “vida mejor” en la ciudad, donde se desempeñarían como obreros en diferentes compañías. Tal novedad produjo en el país un vuelco; la población urbana comienza a duplicarse, se da también la llegada de muchos extranjeros e inversiones de capital lo que conlleva a la nación a incorporarse a una economía internacionalizada.

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Las renovaciones tanto culturales y literarias abren paso en el panorama cultural venezolano. Es importante mencionar que los años que se cuentan después de la primera guerra mundial son fundamentales para la renovación de los discursos literarios, pues, en el continente americano surge una visión más amplia de los acontecimientos políticos y culturales del mundo. De alguna manera, se abren las puertas a las teorías estéticas que antes no entraban producto del enclaustramiento que vivía Venezuela por el régimen de Juan Vicente Gómez, como se señaló.

Los estudiantes como , Antonio Arráiz, Rómulo

Betancourt, Jóvito Villalba, Miguel Acosta Saignes, entre otros serán quienes desde la Universidad Central de Venezuela propondrán alzan sus voces contra la dictadura gomecista, haciéndose sentir sus ideas y luchas a través de las actividades artísticas. Plantearán una apertura democrática en el aspecto político y una apertura cultural en el naciente siglo XX. Se inicia así, una lectura del marxismo y proponen para el país una nueva forma de gobierno, en este caso, es la instauración del socialismo como vía para enfrentar los enormes problemas sociales y económicos que vive la nación. De este modo, los jóvenes venezolanos comienzan a familiarizarse con los postulados del marxismo, es decir, creen en la lucha de clases como única vía para llegar al poder y acabar con las calamidades del despótico régimen. Mariano Picón Salas afirmará

14 que Venezuela inicia el siglo XX en el año treinta y cinco con la muerte de

Juan Vicente Gómez.

Desde el punto de vista artístico, la literatura sirve de medio de denuncia; una denuncia que tenía como objetivo mostrar las atrocidades del gobierno de Gómez. Cabe mencionar obras como Fiebre (1940), de

Miguel Otero Silva en la que el autor reflexiona sobre la represión y persecución política de la cual fue víctima; comenzándola a escribir durante 1930, pero que sin embargo, la publica diez años más tarde. Para

Otero Silva la literatura es un reflejo recreado de la realidad que juega directamente dentro de la ficción, la literatura sirve para representar elementos reales de una manera indirecta, por decirlo de alguna forma.

Al grupo de intelectuales mencionados hasta aquí, se les reconoce desde el punto de vista literario y político como la generación del 28, y este nombre obedece a que éstos manifestaron su malestar político en actividades programadas para el carnaval de 1928, en los actos conmemorativos de la Semana del Estudiante. Entre estas actividades, destacó la lectura del poema en homenaje a Beatriz I (Reina de los estudiantes) leído por Pío Tamayo. El gobierno lo juzgó como subversivo e irrespetuoso, ordenándose la cancelación de dichos actos y el encarcelamiento, tanto de Pío Tamayo, como de los demás jóvenes en La

Rotunda (cárcel más famosa de Venezuela a principios del siglo XX).

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En este mismo año surge la revista “Válvula”, donde además de cuentos y poemas, se reseñan los sucesos de la Semana del Estudiante.

Ésta publicación sufre el cierre por orden del gobierno de Juan Vicente

Gómez, sin embargo, ha sido catalogada como la máxima expresión de la vanguardia literaria y expresión de la renovación estética del país a inicios del siglo XX. Los escritores reunidos en Válvula buscan nuevas formas de narrar, de una manera más revolucionaria. Por estas razones los vanguardistas son considerados también una generación política, leyéndose en sus obras una marcada identidad nacional, producto de la situación que vive el país. Válvula apenas alcanza su primera y única publicación, y es la revista Élite la que hasta 1935 se destacó como

órgano divulgativo del movimiento vanguardista. Sin embargo, no todos los escritores venezolanos fueron partícipes de este movimiento, algunos porque la situación política no se los permitía, pues se encontraban bajo la represión carcelaria; y otros porque no se desprendían aún de la tradición que implicaba el modernismo, ya que cada movimiento es parte de un proceso dentro de la formación estética de las literaturas nacionales. En este sentido el investigador Douglas Bohórquez, refiere a la noción de discurso en proceso para explicar este contexto, considerando que involucra un cambio dentro de la misma literatura, pero jamás como algo separado, ni como un cambio rotundo que abandona por completo lo anterior; sería equivocado verlo así, sostiene.

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Julio Garmendia (1898) marcó precedente dentro de la literatura venezolana, en lo que respecta a su estilo de escritura. Ha sido verdaderamente polémica su postura literaria, al respecto críticos como

Jesús Semprúm, por ejemplo, no lo ubica en ningún movimiento literario, sosteniendo que su obra no puede identificarse por un antes y un después y posiblemente se le agrega la idea de ser un solitario dentro del mundo literario, cosa que se contrapone dentro de los narradores vanguardistas. Otro como Luis Leal, lo asigna entre los post-modernitas venezolanos, pues, afirma que su narrativa corresponde a sus características. Es posible que aunque su obra no se ubique específicamente en alguna de estas corrientes, en ella se denotan rasgos estéticos de las mismas aún sin programarlo. Otro caso de solitario de esta época es José Antonio Ramos Sucre.

Pero esta discusión no es relevante para los aportes que dentro del proceso literario acaecen o se desarrollan en Venezuela. Por el contrario interesan los procedimientos con los que Julio Garmendia construye sus relatos: la ironía, lo absurdo de la vida, la alteridad, los elementos fantásticos, que aunque fueron pensados, creados y trabajados por Garmendia en la década del 20, fueron valorados tardíamente por Sardio (1956) y El Techo de la Ballena en la década del

60. Estos elementos formales y su estilo de escritura sirven de muestra de

17 la extraordinaria forma de narrar de una manera tan propia, de tal forma que la hace (otra); permitiéndole, a su vez, al lector a través de la construcción del texto que implica el manejo del discurso, imaginar la realidad circundante que allí se manifiesta, y de alguna manera, a ser partícipe en la construcción del mismo. Una de las cosas que sugiere esta idea, es particularmente el uso de los puntos suspensivos al final de algunos cuentos como La tienda de muñecos y El cuarto de los duendes, por ejemplo, marcas que inducen a quien lee a seguir desarrollando la historia, que de acuerdo a la situación que plantean estos relatos, aún con el tiempo que los embarga, su temática mantiene vigencia. Cabe agregar que, tanto en La tienda de muñecos(1927), como en La tuna de oro(1951), Garmendia maneja un discurso que se proyecta más hacia una problemática del hombre desde el punto de vista universal, a través de un lenguaje poético y metafórico, caracterizado por una aparente sencillez cargada de ironía, que toca, por supuesto, la realidad venezolana.

Así mismo, otro importante creador de la literatura venezolana del siglo XX, es Enrique Bernardo Núñez (1895), quien además de narrador, fue periodista y el primer cronista de la ciudad de Caracas. Varias novelas, folletos y libros de interpretación histórica conforman su haber literario, entre ellos destacan sus novelas: Sol interior (1918), Después de Ayacucho (1920), Cubagua (1931), La galera de Tiberio (1939); las

18 dos últimas obras rompen todos los esquemas de la novela. La forma que tiene Núñez de novelar la realidad no es como hasta el momento se venía haciendo, representa toda una innovación, pues realiza un anclaje entre la historia nacional y la ficción. Desde el punto de vista nacional lo realiza con Cubagua3 y el latinoamericano con La galera de Tiberio4, de manera que, abarca los espacios del tiempo en su totalidad (pasado-presente y un futuro figurado), por lo cual su obra no pierde vigencia. Es una lectura de la historia desde otro punto de vista, articulada con la ficción, entendiéndose ésta desde una perspectiva de la recreación, lo que la hace más atractiva para el lector por el empleo de diversos recursos literarios. Bernardo Núñez hila con maestría el discurso histórico y el discurso literario.

La novela de Núñez ha sido estudiada por numerosos críticos y lectores quienes lo reconocen como el primer antecedente de la novela histórica en Venezuela, mérito que se gana al fundirse en el hombre novelista e historiador de dilatado estudio, tras la interpretación de la historia manifestada en dos novelas, una con temática nacional y otra continental, en donde el tratamiento del tiempo, la doble visión de la realidad y los elementos simbólicos hacen del texto un recurso complejo y

3 Cf. CARRILLO, Margot. Cubagua, entre la historia y lo imaginario, en Revista Nacional de la Cultura, Vol. 238, Julio-Septiembre, año LVI, 197-201 pp. 4 Cf. BOHÓRQUEZ, Douglas. Escritura, memoria y utopía en Enrique Bernardo Núñez, Vol. 14, Colección Zona tórrida, Ediciones La casa de Bello, 1990, 121 p.

19 profundo con respecto a la significación del tiempo que proyecta para explicar la historia.

En alguno de los párrafos anteriores manifestábamos la importancia que tiene el tiempo para la escritura, es necesario hablar también de la experiencia que surge del tiempo vivido y que en la literatura es fundamental para la formación de quien escribe, puesto que

éste está en contacto permanente con el mundo exterior que se encuentra en constante movimiento y que a su vez, es en quién surgen cambios que de alguna u otra manera lo marcan. Un ejemplo de ello en nuestro país fue Arturo Uslar Pietri (1906), fundador de la revista Válvula junto con

Miguel Otero Silva y . Demostró a través de su obra literaria, el cúmulo creativo que poseía, y un modelo de formación producto de sus vivencias en Europa, en su afán de adquirir nuevos aprendizajes estéticos de la literatura de vanguardia; así como a través de sus contactos con intelectuales hispanoamericanos como Alejo

Carpentier, Miguel Ángel Asturias, entre otros que buscaban también nuevas técnicas con respecto a las transformaciones literarias, encontradas gracias al intercambio de ideas en sus tertulias surrealistas en Francia.

Con Barrabás y otros relatos se inicia en 1928 la escritura de

Uslar Pietri. Con éste libro, el autor pasó a convertirse en uno de los

20 principales renovadores del género en Hispanoamérica. Siendo una producción calificada por la crítica como una obra maestra, que le permite mostrarse, para entonces, como el fundador del cuento moderno venezolano, por su manera de ver en el hombre en medio del plano real, esa posibilidad de traspasar umbrales a través de la magia de los sueños, de la imaginación, los rasgos psicoanalíticos que ofrecen otra alternativa de estudio y modo de ver. En manos de Uslar Pietri esta nueva tendencia literaria surrealista se llamó realismo mágico, lo que combinó de forma magistral con el uso metafórico e imágenes sensoriales, en cuanto a técnicas se refiere.

Esta tendencia literaria abre nuevas posibilidades a la sensibilidad, entran en juego otros espacios, que siendo desconocidos forman parte del mundo interior del hombre y por lo tanto de su cotidianidad Su obra enmarcada dentro de esa categoría de vanguardia, muestra también una estructura anecdótica, en la que permanece la temática histórica abarcada desde el punto de vista universal que se deja ver desde el título de algunos textos como: Lanzas coloradas (1931), su primer novela y además catalogada como la mejor en su producción novelística, en la que narra los hechos de la guerra de independencia; El camino de El

Dorado, en cuyo contenido demuestra ser un crítico de los hechos políticos y problemas que sucedieron en el país; en obras como La isla de Robinson, Estación de máscaras, La visita en el tiempo, así como

21 en cuentos, se siente la necesidad del arraigo venezolano por la temática rural que en ellos permea, por ejemplo vale mencionar Red, Treinta hombres y su sombra, El otoño en Europa, Pasos y pasajeros, Los ganadores, utilizando otros estilos también como el de aventura, el psicológico o el fantástico. De la misma manera incurre en la producción de ensayos La otra América, En busca del nuevo mundo por mencionar algunos, sin duda alguna gozó como pocos de gran singularidad, pues su destacada labor literaria así lo demuestra.

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I.2 Otras experiencias en la escritura

Venezuela estuvo sumergida en la violencia por largos años (más de medio siglo). Fue un país marcado por dictaduras como la de Juan

Vicente Gómez (1908 -1935) y Marcos Pérez Jiménez después (1952-

1958). Nuestros escritores trabajaron y produjeron en función de ello; la mayoría de las obras servían para denunciar situaciones vinculadas al agro, a las torturas como testimonio de vejaciones, maltratos y encarcelamientos. Entre las tantas obras testimoniales está Fiebre

(1939), primera novela de Miguel Otero Silva (1908), en la que remite a la vida política de la primera dictadura, alternada con la narración de una historia amorosa. De este texto ya hacíamos mención en el desarrollo del primer punto de este trabajo, cuando hablábamos de los acontecimientos de 1928.

En su segunda producción Casas muertas (1955), Miguel Otero

Silva, narra las consecuencias del paludismo en una población del interior del país y también no deja de manifestar, en voz de sus personajes, el repudio que sentía hacia el dictador Juan Vicente Gómez; leyéndose en líneas como “¡Abajo Gómez, muchachos! ¡Viva la revolución!...” Desde su primera novela hasta la escrita en (1970), Cuando quiero llorar no lloro, su narración es testimonial, siendo él partícipe en acontecimientos políticos de las épocas que se narran en algunas de ellas, como su

23 primera obra por ejemplo y La muerte de Honorio (1963), relata la lucha contra la segunda dictadura instaurada en nuestro país.

La obra de Miguel Otero Silva, destaca generalmente, temas sobre la realidad nacional. Entre ellos, el acontecer petrolero que se evidencia en Oficina número 1 (1961). Para los años de la década de los 70, sus producciones se inclinaron hacia una temática histórica como en Lope de

Aguirre, Príncipe de la libertad (1975) y La piedra que era Cristo

(1984). Este escritor fue ganador de varios premios literarios de suma importancia en el país, gracias al talento demostrado con cada una de las líneas que conforman sus trabajos; además de su afán por perfeccionar y cambiar de acuerdo a las novedades latinoamericanas los aspectos formales de la narración, así como el manejo extraordinario de los planos del tiempo y el juego del lenguaje, donde la intencionalidad de su discurso histórico no era nada menos que la búsqueda de la verdad.

En esa búsqueda de nuevas experiencias en la escritura literaria, encontramos Ana Isabel una niña decente (1949), Viaje al frailejón

(1955) y Crónica de las horas (1964) de Antonia Palacios, de quien también hablábamos anteriormente, asociándola a la escritura con tendencia al tratamiento del mundo interior de los personajes; son producciones diferentes que se alejan de las temáticas del agrarismo, y la situación sociopolítica del país.

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Para Antonia Palacios el interés era el tratamiento de lo existencial era su interés, todo lo que gira a su alrededor será de vital importancia, lo que piensa, vive, recuerda, ve, siente; en sus obras logra revivir el tiempo pasado a través de la memoria, siendo un tema recurrente en toda su escritura, captando todo lo que a ella circunda e integrándolo con su punto de vista, para plasmarlo de manera unificada en cada una de sus producciones. En su escritura se refleja la enorme carga de sensibilidad que portaba esta mujer en búsqueda de darle sentido a su existencia.

Vivir las sensaciones desde lo más profundo de su ser, permitiéndose otra realidad dable aún misteriosa, cósmica o imaginaria, proyectada, por ejemplo, a través del sueño, en el que la levedad le permite mantener todo un mundo intacto más allá del abrir de los ojos, y en donde el tiempo se hace infinito, mágico o eterno. Al decir de Liscano5, Antonia Palacios:

(…) rehace el tiempo que se deshace, apresa y recobra el tiempo perdido, el tiempo que corre o se detiene entre los objetos en redor descritos con ávido detallismo…mide los espacios entre las cosas, el vacío, y de ese modo va descubriendo el estar existiendo por dentro y por fuera, el estar en el mundo con peso específico, muerte y memoria, el estar allí, aquí, allá involuntariamente, arrojado a la realidad por oscuros designios incontrolables.

Así mismo, la visión social que proyecta esta narradora caraqueña a través de su escritura, muestra que no es sino a través del sentir con el

5 LISCANO, Juan. Panorama de la Literatura Venezolana Actual, Colección Trópicos, Alfadil Ediciones, Venezuela, 1995, p.58.

25 tacto, con la vista, con el sistema sensorial que posee nuestro cuerpo que se puede percibir lo que gira en nuestra cotidianidad, pero que como ella advierte casi nadie capta por la pérdida del contacto con nuestro propio cuerpo, como lo manifiesta en una de las líneas de Viaje al frailejón, donde describe uno de sus viajes a Los Andes, mediante un discurso envuelto dentro de una gran carga sensorial. Palacios fue mejorando su ejercicio de escritura con el tiempo, hasta el punto de llegar a escribir un libro titulado Los insulares, que, tanto para los críticos, como para los estudiosos, representa su mejor obra y en el cual permea una escritura si se quiere muy poética, y en la que el estudio o forma de ver la realidad lo hace desde el punto de vista de la profundidad del ser.

Por otra parte, en la historia de la literatura venezolana cobran importancia varios grupos literarios que crean revistas con el mismo nombre del grupo, entre esos podemos mencionar Viernes y

Contrapunto. Este último grupo (1946-1949) cobra significación, puesto que estimula la acción creadora del momento, es decir, canaliza y despierta esos valores que pronto abren la puerta de la llamada renovación literaria en donde se toma en cuenta el hombre, sus sueños, su realidad antes que los valores totalmente estéticos establecidos para entonces, por eso su lema fue “Revista de letras y arte”, ya que estaba fundamentado en la vocación artística y literaria de sus conformantes.

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Después de la dictadura gomecista, Contrapunto se convierte en un espacio para compartir inquietudes en cuanto a la escritura, y, lo más importante, se presenta la hoja en blanco como la oportunidad de expresión a través de la palabra escrita con “la meta de subvertir el discurso político, social y cultural, en la búsqueda de valores más firmes y verdaderos.”6 Aunque Contrapunto deja de circular en el país a finales de la década del cuarenta, debido a la presión del nuevo gobierno, sus integrantes transformaron su trabajo en una actividad más individual, prácticamente obligada por la situación política que vivía el país.

Otra excelente experiencia narrativa la encontramos en la producción de Andrés Mariño Palacio (1927), uno de los fundadores del grupo Contrapunto, con quien cerraremos este espacio. Con gran maestría este narrador manifestó su sentir literario construyendo mundos de ficción, encontrando el parecido entre la literatura y la realidad, esa cierta realidad propia que poseen los personajes dentro del texto narrativo; mundo diferente y alterno para el cual el nuestro sirve de posibilidad e inspiración. De este último, posiblemente, Mariño Palacio tomó sus personajes para su cuento Al límite del hastío (1946) y sus novelas Los alegres desahuciados (1948), publicada por el grupo al que pertenecía y Batalla hacia la aurora (1958). Su producción aunque poca,

6 Cf. GONZÁLEZ SILVA, Pausides. De la Alborada a Cantaclaro: Literatura y compromiso en cinco revistas, En Nación y literatura: Itinerarios de la palabra escrita en la cultura venezolana, Fundación Bigott, Caracas, 2006, p. 425.

27 fue extraordinaria, en la que el artista pincela a través de la palabra escrita la espiritualidad y la vitalidad de unos personajes aun desahuciados. Hablamos de la posibilidad de personajes sacados del mundo real, teniendo en cuenta el año de publicación de su primer novela por tomar una muestra del parecido de esos personajes a los habitantes de un país, Venezuela, quienes ven en el petróleo una fuente de progreso, pero que aun se sienten desorientados, por no entender en qué consiste ese progreso o desarrollo que los hace trasladarse de un lado a otro, del campo a la ciudad.

Por otra parte, Mariño Palacios, supo cultivar uno de los géneros tan atractivos que hasta el momento nadie en Venezuela había desarrollado, el erotismo, abordado por este zuliano a la manera de los grandes universales como D. H. Lawrence, por ejemplo, pues sus fuentes estaban inspiradas en lecturas de autores como Aldous Huxley, Proust,

Hermman Hesse, Tomas Mann y otros. Un erotismo grotesco, fuerte; pero que indudablemente atrapa al lector con la audacia del uso de palabras, cotidianas, escatológicas como “desparramaba”7, además de la metaforización del acto sexual y el singular uso de otros recursos expresivos.

7MARIÑO PALACIO, Andrés. Los alegres desahuciados, Biblioteca básica de autores venezolanos, Monte Ávila editores latinoamericana, Caracas 2004, p. 5.

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(…) cuando creía poseer a una estatua de mármol, sentía que la corriente sexual le llevaba entre sus manos agarrotadas, y cuando creía eyacular, en lugar de semen, sólo salía de su sexo una ráfaga de cenizas que el viento desparramaba y fijaba en el cielo nocturno convertidas en blancas y asustadas estrellas.8

Al inicio de nuestra investigación decíamos que dentro del proceso de renovación de la literatura venezolana tanto Julio Garmendia como

Guillermo Meneses merecen ser vistos como narradores de primer orden, puesto que son ellos quienes logran dar nuevos tratamientos de estilo a nuestra literatura. Pero hablemos de Meneses, a quien su corpus narrativo lo conforman una variedad de temas, digamos, que bastante fuertes y complicados para la época, por ejemplo la prostitución, al que no se le dedicaban líneas en la literatura venezolana, tema del cuento “La mano junto al muro” (1951). Meneses sin ningún tipo de prejuicio le dio una mirada con toques de fantasía a un mundo real, actual; en donde prevalecía la urbanidad, lo cotidiano y donde la forma de narrar, tan distinta con respecto al uso del lenguaje, hace del texto toda una reforma.

Así como el tratamiento de avances y retrocesos del discurso, otro elemento significativo que este escritor maneja es con respecto al tiempo, como también impresiona el uso de recursos e imágenes usadas en la narración.

8 MARIÑO PALACIO Andrés, Los alegres desahuciados, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2004, p. 5.

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Otra de sus grandes obras es “El falso cuaderno de Narciso

Espejo” (1953) que “representó una versión distinta del novelar, y consolidó las bases para el surgir de otros derroteros en la evolución de la novela venezolana”9. Esa magistral forma del uso de disfraces, máscaras y espejos confunden una identidad, sin embargo, el estilo de esta obra así como el de toda su producción es valorado estéticamente a partir de las décadas del 60, cuando llegan al país influencias de otras disciplinas como la filosofía, la psicología, el psicoanálisis, entre otras; que abrieron paso a nuevas construcciones del texto literario.

9 NAVARRO Armando, Meneses y las sinuosidades del texto narrativo, En: Guillermo Meneses La mano junto al muro/El falso cuaderno de Narciso Espejo, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2005, p. XVII.

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I.3 Escritura y compromiso, grupos literarios de la década de 1960

A partir del año 1958 en Venezuela se dan muchos cambios,

(políticos, sociales, culturales y por supuesto históricos). El país comienza a reponerse de tantos años de dictadura, apenas había sucedido el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez (enero 23 de 1958) y la literatura estaba vinculada en todo ese proceso histórico para avivar la voz de lucha por una nueva democracia. Los grupos literarios que nacen en esta época mantendrán una actitud crítica e iconoclásta con la naciente democracia.

Cuando hablamos de una literatura involucrada dentro de este acontecer, es porque diferentes escritores tomaron en cuenta tal situación para escribir al respecto, prevaleciendo así lo que conocemos como literatura de compromiso, novela de la violencia, testimonial, ya que, en su mayoría estos narradores y poetas, eran los protagonistas insurgentes.

Por otro lado, resulta curioso, pero el crecimiento poblacional urbano a mediados del siglo XX, producto de la emigración del campo a la ciudad por la explotación petrolera, también influye de alguna manera en la literatura venezolana, puesto que, de país rural se pasa a país urbano y esta experiencia se traslada a la literatura.

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Por otra parte, los jóvenes encuentran en la música una vía de escape, existen autores de la América Latina que parten de la música rock para escribir sobre la época de los sesenta y setenta; otra salida la encontraban en el alcohol y las drogas, hay un aire de fuerza destructiva no solamente en el país sino en todo el continente. Se pone de moda el cabello largo, el consumo de marihuana, LSD, las canciones de los

Beatles representaban una forma de resistencia a las vivencias de un pasado hostil, un continente arrastrado por una gran fuerza revolucionaria.

Durante los primeros años de la naciente democracia surgen algunos grupos literarios que hicieron historia en el país por la renovación de los cánones estéticos y su política insurgente. El primero fue Sardio

(1955), luego Tabla redonda (1959), en las décadas de los sesenta se inicia El techo de la ballena (1961), entre otros, que aglutinaron un gran número de poetas, narradores y artistas con tendencia ideológica de izquierda, movidos por la necesidad de revalorizar la literatura y cultura nacional. Si se quiere fue en esta última década (1960) cuando hubo más grupos literarios, aunque sabemos que en Venezuela siempre han existido, no sólo en la capital, sino también en el interior del país, tales como 40 grados a la sombra (1964) en la ciudad de Maracaibo y

Trópico uno (1964), en Puerto la cruz, pertenecientes a las décadas de los sesenta.

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Es de destacar que de manera particular, ante la necesidad de nuevas perspectivas literarias y de renovar los cánones estéticos, Sardio orientaba a los nuevos intelectuales a abarcar fuentes universales de conocimiento, leían a Herman Hesse, Eremburg, entre otros; para salir de la forma de escritura teñida de tanto color regional, sin olvidar el idealismo político que tenían bien fundamentado desde años atrás, pues el grupo estaba conformado desde 195510 por Adriano González León, Guillermo

Sucre, Rómulo Aranguibel, Rodolfo Izaguirre y Luis García Morales; pero debido a la severidad de la dictadura, desapareció.

El grupo vuelve a regresar al caer la dictadura, publica una revista homónima que expone sus idearios titulados Testimonios, sumándosele al grupo la participación de Salvador Garmendia, Ramón Palomares,

Gonzalo Castellanos y ; quienes lo abordaron con los mismos propósitos renovadores y libertarios; y donde a través del sello de Sardio editan y venden sus obras. Sin embargo, los acontecimientos ocurridos el primero de enero de 1959 (Revolución cubana, liderizada por Fidel

Castro) ocasionaron una crisis ideológica en algunos sardistas, logrando tal situación distanciar a los participantes. Una vez que el grupo se

10 Cf. CARRILLO, Carmen Virginia. De la belleza y el furor. Propuestas poéticas renovadoras en la década de los sesenta en Venezuela, Ediciones El otro el mismo, Mérida, 2007, p. 85.

33 disuelve algunos de ellos se integran a El techo de la ballena, por lo menos aquellos que seguían los ideales revolucionarios.

Carlos Contramaestre fue su fundador, acompañado por otros intelectuales: Juan Calzadilla, Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray,

Francisco Pérez Perdomo, Efraín Hurtado, Salvador Garmendia, Adriano

González León, José María Cruxent, Fernando Irazábal, Perán Erminy, entre otros, que preocupados por el declive cultural, político y económico del país deciden pronunciarse para manifestar o protestar ante la rabia y el desacuerdo de lo que allí sucedía, sobre todo desde el punto de vista literario y revitalizar de cualquier manera la cultura nacional. En una entrevista realizada a Contramaestre en lo que respecta a la razón de la desaparición de Sardio, dice:

Yo veo la oportunidad de crear una cosa nueva, que agrupe a la gente en disidencia y que se va llamar El Techo de la Ballena. Esta ruptura surge por el hecho porque el partido que está en el gobierno es Acción Democrática, son los años de mayor violencia política, de grandes persecuciones, y se hace necesario responder a la violencia del gobierno, si bien por la violencia de las armas, que ya estaban en acción en el país, por las vías de la literatura y la pintura. Caupolicán Ovalles, antiguo militante de Acción Democrática se hace integrante del Mir y publica en las ediciones de El Techo de la Ballena su libro ¿Duerme usted señor presidente? (1961), libro que constituye la mayor acusación, por su

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agresividad, al entonces presidente de la república Rómulo Betancur…11

Según la crítica literaria, El techo de la ballena fue un grupo vanguardista, movidos por la época de los años sesenta, quienes valoraban toda una estética en lo feo, lo grotesco, lo agresivo. Entre los balleneros se encontraban narradores, poetas y pintores, manifestándose a través de la pintura y la escritura contestataria. Una de las exposiciones plásticas que causó furor, fue la realizada en noviembre de 1962,

“Homenaje a la necrofilia”, creada por Carlos Contramaestre, en la que de manera singular, el grupo realiza una crítica de la situación social que vivía el país, ya que, según estos artistas, la vida política y cultural de la nación estaba hecha un asco con tanta demagogia imperante. Fue un acontecimiento asombroso que demostró, sin lugar a dudas, el compromiso social adquirido por estos hombres que irrumpían ante la formalidad academicista, buscando sus propios lugares alternativos para exponer sus trabajos, en los que el patrón de belleza se perdía ante el horror de las imágenes pinceladas, sobre lo cual, Contramaestre señala lo siguiente:

Ante la muerte, que se multiplica por las calles, hago una exposición que se llamó Homenaje a la necrofilia, donde camuflada con ornamentos eróticos aparece la muerte, la muerte como acusación política. Esta exposición fue clausurada por la sanidad y por la policía,

11ALVARADO TENORIO, Harold. Conversando con Carlos Contramaestre, Las entrevistas de Arquitrave.com

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porque estaba hecha con vísceras y huesos de animales, y el texto que la acompañaba era una defensa de la necrofilia, en cierto modo como defendiendo al revés los crímenes del presidente.12

La exposición “Homenaje a la necrofilia” resultó ser una dura crítica a la situación del país. Fue una metáfora de la muerte que deambulaba por las calles de Caracas. Utiliza, de ese modo, el sarcasmo metamorfoseado en sangre, vísceras, agresión y destrucción; y así el autor proyecta la vida política del país, a través de la muerte. Es la transformación por medio de la creación orientada a la denuncia de diversas situaciones políticas y sociales; objetivo perseguido con cada uno de los trabajos plásticos y escritos del grupo, como la necesidad de romper las normas instituidas dentro del ámbito político, social y estético.

Los antecedentes de la estética de lo feo de los balleneros las vamos a encontrar entre las primeras décadas del siglo XX, con el nacimiento de las vanguardias europeas, destacando entre otras, el dadaísmo de Marcel Duchamp; así como “desde el realismo sucio hasta la poesía comprometida de Whitman”13, para cada una de sus producciones, es la forma estética del arte moderno que permite romper con los esquemas establecidos de la belleza. Los balleneros se

12 Ibídem. 13 Cf. BRIOSO SANTOS, Héctor, Estridencias e ironía El Techo de la Ballena un grupo de vanguardia venezolano (1961-1969), Universidad de Sevilla, 2002, p. 201.

36 propusieron irrumpir contra la época de los sesenta prefiriendo lo feo, lo kitsch14, volviéndose para ellos un principio.

Mención especial merece la década del sesenta, porque a escasos quince años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en el mundo se auguraba un nuevo orden internacional que profundizaría las contradicciones ideológicas de los principales protagonistas de la llamada

Guerra Fría: Estados Unidos y Rusia. En esa controversial década suceden varios acontecimientos que trastocan la paz del mundo: el asesinato de John Kennedy (1963), la muerte del Che Guevara (1967), el asesinato de Martin Luther King (1968), el Mayo Francés (1968), la

Primavera de Praga (1968) y la Guerra de Vietnam. Estos últimos acontecimientos sacudiría la mentalidad del hombre. Es quizás, en el

ámbito de la literatura donde se representará el descontento por la incertidumbre y desesperanza que provocó la represión en

Checoslovaquia por los tanques soviéticos y la destrucción de miles de jóvenes latinos y norteamericanos en la guerra de Vietnam.

En esta década meteórica como llama Salvador Garmendia a los años 60, se manifiesta una literatura que instruye su propia técnica y lenguaje, es una escritura comprometida. Todas las manifestaciones artísticas marchan en un mismo tono, particularmente se establece una relación entre música y literatura. Es aquí donde adquiere protagonismo la

14 Arte del mal gusto, lo cursi o bajo.

37 voz de Los Beatles, en especial la apasionante voz de Jhon Lennon, fustigando la criminal hipocresía del gobierno norteamericano que utiliza la vida de los jóvenes en nombre de la defensa y seguridad de una nación. En nuestro país el protagonismo lo tomaron los universitarios y los escritores comprometidos con la sociedad y su tiempo, con una postura de desobediencia, muestra de ello la encontramos como se ha señalado, en los diferentes manifiestos de grupos literarios como El techo de la ballena por ejemplo.

Durante la época (últimos años de la década de los cincuenta), se inicia la escritura ficcional de lo urbano, de manera más profunda con los trabajos de Salvador Garmendia (1928), quien como dice Barrera Linares, representa una de las más importantes voces narrativas del siglo XX venezolano y latinoamericano. La ciudad se convierte en el escenario de la producción, aunque desde antes otros narradores habían incursionado en el tema de lo urbano, sin embargo es Salvador Garmendia quien lo profundiza y al respecto Juan Liscano señala que:

Lo que se le debe reconocer a Salvador Garmendia no es propiamente la prioridad de aquel intento narrativo, sino el haberlo llevado a una culminación, el haber convertido esa indagación en una visión agobiante, desesperada, del mundo y de la condición humana.15

15 LISCANO Juan, Panorama de la literatura venezolana actual, Colección Trópicos, Alfadil ediciones, Venezuela, 1995, p. 92.

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Esos procedimientos y temas de vida urbana los encontramos en varias de sus obras, pero con “Los pequeños seres” (1959), su primera novela, el escritor causa gran reacción. En esta, resalta el mundo interior del personaje Mateo Martán, un habitante de una ciudad, la que influye en

él directamente de manera psicológica. En esta novela “(…) lo constante va a ser ese descubrimiento repetido de la enajenación del ser humano, de su desvelamiento, de su impureza, de su cobardía y de su sometimiento, de su enfermedad psíquica.”16

En esta novela se representa la existencia gris y rutinaria de los habitantes de los centros urbanos que mantienen la dificultad para ajustarse a la sociedad; así mismo, “Los habitantes”, “Pies de barro”, son obras que tocan la realidad inmediata de los ciudadanos de una urbe, que no es cualquier ciudad, sino la ciudad llamada Caracas; la que vio nacer a Eduardo Liendo y la que este último ve transformarse. Posibilidad por la cual el referente urbano representa un tema central en toda su obra.

Por lo tanto, la narrativa de Salvador Garmendia, es considerada como un antecedente fundamental en el proceso de formación de

Eduardo Liendo, así mismo, de acuerdo a sus obsesiones, pudiera nombrarse de manera específica escritores como Julio Garmendia y

16 Ibídem.

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Guillermo Meneses, quienes trabajan la alteridad y la cultura popular, temas que representan las más fuertes obsesiones de Liendo.

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CAPÍTULO II

ENTRE APOCALÍPTICOS E INTEGRADOS (EL MAGO DE LA CARA DE VIDRIO)

II. I LIENDO Y CARACAS

Eduardo Liendo nació en Caracas, Venezuela en 1941. Justo cuando se inician los procesos de transformaciones políticas, económicas y sociales. La capital de Venezuela a partir de la segunda década de los

40 del siglo que comienza a urbanizarse. La ciudad de los techos rojos deja de ser bucólica y se empiezan a dar los primeros pasos de ciudad moderna. Un momento importante en la faz de la ciudad será la política de transformación urbana que emprende el gobierno de Marcos Pérez

Jiménez quien junto con Román Delgado Chalbaud, derrocaron en el año

1947, al presidente constitucional Rómulo Gallegos.

A la muerte de Delgado Chalbaud (1950), Pérez Jiménez asume el total control político de la nación. Es durante este período que transcurre la adolescencia de Eduardo Liendo, quien será testigo de la urbanización de la ciudad, de la conformación de los barrios populares, en donde el

41 mundo rural y el mundo urbano comparten su imaginario. Es decir, los barrios populares adquieren su fisonomía con la reunión de los llegados del interior del país en búsqueda de mejores oportunidades, la naciente clase obrera, los pequeños comerciantes, educadores, etc. Esto dará una nueva fisonomía a la ciudad de Caracas. Y este es un tema central en la narrativa del autor.

De hecho, Caracas, es también, un personaje, y no se trata de un personaje menor. No. Es tal vez, un personaje central a lo largo de toda su narrativa. Lo que le ocurre a los personajes de sus novelas, por ejemplo a Ceferino, en El mago de la cara de vidrio, a Perucho

Contreras, en Si yo fuera Pedro Infante no sólo le ocurre a ellos; sus transformaciones, sus pasiones, sus obsesiones, son también la de la ciudad donde trascurre la vida de los personajes. Sin duda se trata de la influencia que tiene en su obra el narrador que mayormente desarrolla el tema de la ciudad en Venezuela: Salvador Garmendia. Por lo tanto, la influencia de los pequeños seres flota en el aire de la novela de Liendo.

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II.2 EL NACIMIENTO DE UN MAGO

Entre los acontecimientos importantes del desarrollo científico- tecnológico que ocurren en occidente por estos años aparecerá un invento que transformará la vida, la economía, la cultura. Nos referimos a la aparición de la televisión.

Al finalizar la II Guerra Mundial, la televisión, como medio de propaganda, se populariza en el mundo entero. La posibilidad de trasmitir y recibir imágenes desde lejos ha transformado el mundo. La historia de la televisión se remonta a finales del siglo XIX con la aparición de la fotografía y la radio, pero será a partir de los 50 del siglo XX que se popularice en el mundo entero.

En Venezuela la televisión se inicia en 1952 con la aparición de

TVN-5 por iniciativa del estado venezolano. En 1953 nace Televisa canal

4, bajo la conducción de uno de los pioneros de la radio en Venezuela:

Gonzalo Veloz Mancera. Años después este canal será comprado por el grupo Cisneros quien lo administra hasta la fecha. En este mismo año aparece Radio Caracas Televisión cuyos dueños fueron el grupo Phelps.

También pioneros de la radiodifusión. En 1964 se fundó CVTV, canal 8 bajo la propiedad del grupo Vollmer. En los años del boom petrolero éste canal será comprado por el estado venezolano. Es de destacar que

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Venezuela fue el noveno país en el mundo en tener televisión y el quinto en América.

La televisión será el momento culminante de un fenómeno del siglo

XX que los estudiosos de la comunicación han dado en llamar la industria cultural. Se trata de un verdadero fenómeno de globalización y estandarización de la cultura por una parte, y por la otra, la aplicación de los principios de la organización industrial aplicados a la cultura. Es decir, la mecanización de las actividades laborales se aplica a la producción y difusión de la cultura.

Para los creadores del concepto de industria cultural, los medios masivos o mass media, han desarrollado todo un sistema de valores que adoctrinan, alienan e inmovilizan a las sociedades modernas. La producción de valores culturales a través de los medios masivos como la televisión y el cine son una de las causas del fracaso de las sociedades en occidente.

Umberto Eco (1965) desarrolló dos conceptos para definir los estudios que sobre los medios masivos de comunicación que se realizaron hasta la mitad del siglo XX. A unos los denominó apocalípticos y a otros integrados. Los apocalípticos son aquellos estudiosos de la cultura de masas que observan que los valores culturales de la tradición

44 occidental han sido simplificados por la industria cultural, el objeto es hacer llegar el mensaje a un mayor número de personas, es decir, pasar de una cultura de élite (bellas artes) a una cultura de masas. Los apocalípticos se sienten depositarios y custodios de la verdadera cultura.

Los integrados son quienes ven en los medios y en la cultura de masas un instrumento útil al desarrollo de una sociedad transparente (concepto desarrollado por Gianni Vattimo para definir los medios de comunicación en época postmoderna) y emancipada. Así los medios de comunicación masiva pasan a ser parte de un proyecto de humanidad próspera, desarrollada y democrática.

Es a partir de estas nociones que debemos leer a la novela EL mago de la cara de vidrio de Eduardo Liendo, publicada en 1973, en pleno auge de los estudios sobre las audiencias en Latinoamérica.

Recordemos que el primer estudio sobre la influencia en las audiencias de la televisión lo publicó la profesora Martha Colomina en 1968, con su famoso estudio titulado: El huésped alienante, en el cual analizaba las influencias que los mensajes televisivos tenían sobre la población venezolana.

Eduardo Liendo, a través de su obra, nos plantea una denuncia sobre la influencia de los mass-media (en este caso particular: La televisión) tildándola como “El Mago de la Cara de Vidrio” utilizando para

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ésta como personaje principal o protagonista al maestro Ceferino

Rodríguez Quiñónez, quien representa los valores de la sociedad tradicional que es necesario preservar. Ceferino está acompañado por su familia: Carmelina Fernández (esposa) y sus hijos, Armando, Tania y

Carlitos; y por otra parte la televisión que se convierte en el antagonista del maestro. La televisión irrumpe en la casa de la familia Rodríguez y viene a modificar sus valores, sus costumbres, hábitos. Pasan de unos hábitos de una familia tradicional, a una familia cuyos valores están fundados en la mercancía, es decir, en la compra compulsiva de objetos que promociona la televisión.

Es por ello que Ceferino Rodríguez Quiñones lucha contra la campaña de “Cerco y Pulverización” que le mantiene el TV., quien intenta acabar con sus patrones de vida, con sus valores. La televisión, su enemigo se gana en primer lugar a cada uno de sus hijos, utilizando diferentes estrategias, así como a los demás integrantes de la familia, y en momentos desesperantes, hasta al mismo protagonista, como se muestra en las siguientes citas:

En los gastos de Tania en un aspecto se produjo una cierta economía como consecuencia de su manía del recogimiento (recogimiento de ninguna manera espiritual, como tuvo por costumbre su abuela, sino un acelerado ascenso del ruedo de la falda, verdaderamente impúdico); pero lo ahorrado en tela por este motivo, se multiplicó en

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la compra de cremas especiales para los tobillos, batatas, rodillas y muslos”, además de la adquisición incomprensible de numerosos elementos de repuesto tales como uñas, cejas, pestañas, pelo y varios a pesar de haberla parido su madre de lo más completa (…) Pasaba atribulado por la sala de los temblores, esperando siempre una celada, cuando efectivamente, el Mago se interpuso prometiéndome – esta vez sí –una solución para mis males y un sincero borrón y cuenta nueva: “¡Pero Ceferino!, Todavía estás tú en la miseria? No seas tan necio viejo; hazte esta misma semana millonario jugando al 5 y 6.Te aseguro que en las patas de esos matungos está la solución. No lo olvides…, el 5 y 6 es el único juego que inventaron los vivos para que los pendejos como tú se emparejen…17

Sin embargo, es necesario mencionar, que a pesar de tales situaciones arrastradas en algunos momentos por su vida colectiva, el maestro siempre aflora su personalidad, concientizándose a sí mismo; tomando en cuenta esas dos realidades que lo circundan especificándose

éstas: su situación económica y la otra como la salida a esa falta de dinero reflejada en la cita anterior. No podemos ocultar que el dinero es una base de nuestra sociedad, pues este permea cierta estabilidad para todos los seres humanos y es por esta razón que se justifica de alguna forma la conducta de Ceferino Rodríguez, después de haber oído el discurso televisivo, que lo conduce posteriormente a la compra de la revista hípica con el fin de “pegar” un cuadro de caballos y salir de todas las vicisitudes económicas por las cuales atravesaba.

17 LIENDO Eduardo, El mago de la cara de vidrio, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1984, pp. 68-69.

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El mago de la cara de vidrio es la primera novela de Liendo, en ella destacamos los procedimientos retóricos que serán constante a lo largo de su novelística: el humor, la ironía, la enajenación, el problema del otro. Sin duda el autor se alinea con su personaje de Ceferino Rodríguez entre los apocalípticos. Su profesión y vocación es la de maestro, por lo que tiene la obligación de preservar y difundir los valores culturales de la sociedad. Es por ello que el personaje mantiene una lucha encarnizada con la televisión, tal vez, el peor enemigo de la sociedad.

En una entrevista el autor hace una evaluación de su primera novela y en ella afirma:

Entonces yo tenía 29 años, venía del extremismo y del exilio, y aunque es una sátira, un libro de humor, allí hay cuestiones más o menos militantes en relación con los medios. Creo que hoy no sería tan rotundo en el final, cuando Ceferino Rodríguez Quiñones destroza el televisor; porque es una metáfora apocalíptica. Aun allí entendía que hay como una doble vía con ese medio de comunicación, que depende de lo que se haga con él se pueden hacer maravillas y se pueden hacer bodrios. Por supuesto, en este momento soy un defensor, sin cortapisas, de la libertad de expresión y de la defensa de los medios.18

Efectivamente, con su novela de 1989, Si yo fuera Pedro Infante, creemos que Liendo se reivindica con el fenómeno de la televisión y de la

18 El Nacional, Entrevista // Eduardo Liendo. Cultura y Espectáculos, “Uno no debe excluirse del espacio cultural a voluntad”, 5 de marzo de 2007.

48 industria cultural o mass media. En ella repasa uno de los íconos de la cultura popular creada por la industria del cine y la discografía: Pedro

Infante. Pero además, en un momento culminante de la novela, Liendo nos devuelve a los inicios de la televisión venezolana y a la creación de sus nuevos héroes, se trata de la descripción, muy bien hecha por demás, de un combate de lucha libre entre el Búfalo enmascarado y Haney

Awed. Los muchachos del barrio se reúnen en la sala de la única casa que tiene un TV; se trata de la casa del comerciante Don Justo Rincones.

Awed tiene en una esquina del ring al Búfalo, todos están en suspenso, pues, el bueno está a punto de quitarle la máscara al Búfalo, el malo. En ese momento suena la campana quedando para la próxima pelea saber quién es el Búfalo. Es allí cuando, tanto Don Justo como los muchachos gritan a coro: “¡Quítale la máscara, coño…! ¡la máscara!, ¡la máscara!”19.

La visión que el autor tiene sobre la TV ha cambiado, ésta es también un lugar de creación de nuevos valores, lugar de encuentro entre miembros distintos de la sociedad. Lo que nos interesa destacar aquí es que desde nuestro punto de vista existe una relación entre la primera novela de

Liendo y sus trabajos posteriores. Así para comprender los planteamientos de Si yo fuera Pedro Infante (1989) se hacía necesario abordar primeramente su novela El mago de la cara de vidrio (1973).

19 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 90.

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CAPÍTULO III

SI YO FUERA PEDRO INFANTE (EL IMAGINARIO POPULAR)

III.1 Una noche en la vida de Perucho Contreras

Porque a nadie puede interesarle la historia de un día cualquiera en la vida de Perucho Contreras. ¿o sí? Si yo fuera Pedro Infante

James Joyce escogió el día 16 de junio de 1904 para relatar las peripecias en Dublín de los personajes principales de su novela Ulises.

Se trata de Leopold Bloom y el joven escritor Stephen Dedalus. Ambos cara y cruz del propio autor. Especie de alter ego. La novela de más de

600 páginas transcurre en un día, es decir, veinticuatro horas.

El autor venezolano Eduardo Liendo relatará la formación del imaginario de su personaje principal Perucho Contreras durante una noche de insomnio. En primera persona, el personaje o la voz narrativa nos mostrará el imaginario de la cultura popular que conformó a una generación de latinoamericanos, el cine y la música mexicana de los años

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40 a los 50. A la vez, otra voz narrativa, expone y desarrolla la vida de una de las principales figuras de ese imaginario, Pedro Infante. Así, en una suerte de diálogo, las voces, la de Perucho Contreras y la de Pedro

Infante nos relatarán en una especie de Bildungsroman, la formación de ambos personajes.

Perucho Contreras es un empleado honrado de la burocracia gubernamental, habita con su mujer (Fabiola) un apartamento de clase media, ubicado en una urbanización de la ciudad de Caracas. Su voz narrativa se inicia desde la habitación del apartamento en donde se encuentra solo, aquejado por el dolor de un brazo roto, que se acrecienta cuando en la madrugada la sirena de uno de los carros ubicado en el estacionamiento del edificio, comienza a gemir. El ruido de la sirena es el detonante fundamental de la narración. Funciona como una especie de botón que enciende la memoria:

Yo estaba postrado con un brazo roto y sentía una de esas desdichas en las que uno se piensa el ser más desamparado del planeta. Me cubrí la cara con la almohada como avergonzado por mi flaqueza y, sin saber por qué, mi boca pronunció una frase de conmiseración: “Dios mío, si yo fuera Pedro Infante”, y de inmediato sentí una lástima mayor cuando me dije: “¿Qué pensaría Pedro Infante si me viera ahora, en esta situación tan lamentable?20

20 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 1.

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La sirena del auto estacionado es un dolor punzante como el que

Contreras siente en su brazo roto, es en ese momento, entre el deseo de ser otro y su condición de postrado entre las cuatro paredes del apartamento cuando la memoria comienza a funcionar. El primer recuerdo es una especie de iluminación, de visión sagrada cuando la vieja Teotiste al salir de la Bodega “La última trinchera” ve el miembro viril de uno de los muchachos del barrio y exclama: “¡Ave María Purísima!”, desde ese día al Catire se le conoció como María Purísima. Inmediatamente rememora el estar con toda la pandilla en el “Cine Jardines” donde disfrutaban las películas de Pedro Infante. El discurso nos va formando la vida de Perucho Contreras, entendemos la palabra formación como un proceso de construcción del ser, las vivencias (buenas y malas) que el hombre experimenta son muy significativas, ya que, de estas surge la misma vida del hombre. Según Aníbal Rodríguez, la formación es “una fuerza creadora con la cual el hombre va construyéndose a sí mismo y a la historia”.21

Dentro del proceso de formación de Perucho Contreras, es necesario puntualizar un elemento importante usado por Liendo en la novela, que nos permitirá abordar de manera más detallada nuestro análisis. Nos referimos al tiempo, al que el lector debe atender con interés

21 RODRÍGUEZ Aníbal, “Poética de la interpretación”, Consejo de publicaciones de la Universidad de Los Andes, Mérida, 2005, p. 39.

52 para no perderse en la narración; puesto que, dentro de ésta se da lo que literariamente conocemos como asincronía22. El tratamiento que el escritor caraqueño le da al tiempo en esta obra (así como a otras de las suyas), le permite al protagonista ir y venir del presente al pasado para mostrarnos en este caso, su infancia en el apacible barrio caraqueño de los años 50 por un lado, y, así mismo, por otro darnos a conocer su presente como hombre, esposo y empleado gubernamental, residente en una Caracas urbanizada en los años 70. Perucho Contreras deja bien claro la gran admiración que siente por el charro mexicano, a tal punto de manifestar en reiteradas oportunidades el deseo de ser Pedro Infante.

Convertirse en el charro cantor de las películas de su adolescencia. Esto lo podemos confirmar con esta cita:

Parece que no hay un hombre arrecho en este país, por lo menos en esta urbanización, porque un hombre macho bajaría ahora con una lata de gasolina y le prendería fuego a este monstruo con ruedas. Eso haría yo si fuera Pedro Infante y, seguramente, todos los habitantes se asomarían a los balcones para aplaudirme […] Y mañana al abrirse las puertas del ascensor, todas las mujeres bellas de la urbanización escribirían mi nombre en el yeso de mi brazo roto y las más audaces agregarían su número telefónico como proponiendo alguna cita íntima donde yo les cantaría canciones verdaderamente desquiciadoras.23

22 Se trata de un recurso retórico que tiene por objeto pasar de un estado del tiempo a otro. 23 LIENDO Eduardo, “Si yo fuera Pedro Infante”, Monte Ávila Editores latinoamericana, Caracas, 1998, p. 3.

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Esta cita muestra claramente la condición de alteridad24 asumida por el protagonista, de cómo la representación de los íconos de la cultura popular se manifiestan en el imaginario de Perucho Contreras, ahora;

Perucho Contreras no es Perucho Contreras, sino, la representación de una generación de latinoamericanos formados por el gusto de la industria cultural mexicana. Esto nos muestra como la subjetividad se conforma a través del diálogo entre culturas. Lo que llamamos latinoamericano es una suerte de diálogo multicultural.

Así mismo se hacen evidentes los saltos del tiempo de la narración, pues, en la medida que vamos construyendo imaginariamente el barrio y sus contornos de casas de familias humildes, nos encontramos también con edificios, balcones, ascensores y mujeres atrevidas de una Caracas moderna, en la que aún el protagonista ya cuarentón, mantiene el mismo deseo en lo que respecta a su personalidad –ser otro-. Ese deseo de ser otro en su actualidad también significa una manera de evadir las situaciones del momento, las angustias, las preocupaciones, como la de tener a su esposa Fabiola lejos e insegura, por ejemplo. Recordemos que es la década del 70, cuando derrocan a Salvador Allende instaurándose un gobierno militar en Chile, y ella está allí visitando a su madre. Estas líneas nos aseveran lo que decimos:

24 Es la condición de ser otro a través de la literatura.

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Si yo fuera Pedro Infante me montaría en mi caballo negro y haría una revolución yo solo (…) Si a Fabiola le sucede algo malo ¡ay Dios mío! Por mi madre que me olvido de este brazo enyesado, mañana mismo me monto en un avión, llego a Chile y ra-ta-ta-ta, tumbo esa vaina, acabo con esa dictadura militar de mierda.25

Por otra parte, entre sus recuerdos también reconstruye sus amores juveniles, Sandra constituyó el más importante de ellos, posiblemente por su pureza y belleza corporal, elemento clave en el gusto del hombre hacia el sexo opuesto; notémoslo cuando Contreras dice:

Ya no es posible recordad exactamente cómo era su rostro (desde hace algún tiempo, las caras de todas las mujeres se confunden en mi mente con las de Fabiola, como si estuviera siempre espiando mis pensamientos). Pero las piernas de Sandra son inolvidables.26

También fue el significado de un amor imposible, separado por la pena de no traicionar una verdadera amistad, donde la confianza era el mayor compromiso o simplemente la falta de decisión y cobardía que acompañó siempre al eterno enamorado. A esto se sumaba el compromiso matrimonial que mantenía Sandra con su novio Gerardo, y desde el mismo momento de su anuncio, para ser el primer invitado de la novia, produjo en Perucho un terrible conflicto interno que lo hizo caer en desgracia. Tanto así que aún en el presente manifiesta su inconformidad

25 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, pp. 4-5. 26 Ibíd. Pp. 14-15.

55 personal “con aquel muchacho alelado”, a quien con humor negro describe como un muerto en vida.

La novela cierra este círculo cuando, después de mucho tiempo,

Perucho Contreras vuelve a casa de la familia de Sandra, invitado para celebrar una fiesta en donde le aguardaba una sorpresa; por su mente pasaron muchas cosas, la primera idea que lo asaltó fue el divorcio de

Sandra, sin embargo, al verla llegar se da cuenta de que no es así, sino que está felizmente casada y en espera de trillizos, lo que significó su

“última nostalgia” por Sandra; la que ahogó entre alcohol y música.

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III.2 Ser el otro

Si yo fuera Pedro Infante, representa el carácter de lo imaginario, de lo ilusorio, en donde se manifiesta la presencia del otro que toma la palabra para trascender a través de la creación de otro mundo, abandonando su condición de decadencia personal para entrar donde su vida brilla, simulacro del que, sin embargo, sale por momentos para vivir su realidad.

Esto representa en la obra, el proceso de formación de Pedro

Infante dado a través de la polifonía que surge como forma de alteridad.

Tomemos en cuenta que la polifonía es la pluralidad de voces dentro del texto literario, así como también, existencia de varias situaciones que se intercalan sin que una de estas sea dominante y exactamente esto es lo que ocurre en la novela que nos ocupa, el personaje principal muestra en dos voces su visión o proceso de formación desde dos mundos paralelos:

Perucho Contreras desde el barrio y el cine Jardines, y, al mismo tiempo

Perucho desde la Caracas urbanizada del presente de la novela. Por otra parte, una voz en primera persona nos narra el proceso de formación de

Pedro Infante desde Guamúchil, su pueblo natal, hasta convertirse en un cantante famoso, en México D.F, diálogo que se establece con el fin de mostrar todo un proceso de la cultura popular a través de la literatura; y como dice Carlos Baptista “más que voces narrativas lo que hay es una

57 diversidad de conciencias”27 clave que permite reconocer el texto, como una novela muy actual.

El problema de la identidad ha sido tratado por el autor a lo largo de su obra. Recordemos algunos títulos como Mascarada (1978) y fundamentalmente en Los platos del diablo (1985) en donde el tema de la identidad, robo de la identidad va unido al del plagio. Al introducir esta temática Liendo incorpora un elemento muy importante de la novela moderna la metapoética, es decir, una reflexión sobre la escritura de la novela. En Si yo fuera Pedro Infante el autor, por momentos, parodia a autores fundacionales de la moderna novela del siglo XX y de la literatura nacional como Kafka, Octavio Paz y el querido poeta de los años 70

Víctor “chino” Valera Mora. La novela también puede ser leída en clave metapoética, esto es como una reflexión sobre la escritura de la novela, como la formación de un escritor latinoamericano. Se trata de ser nadie a ser un escritor. Recobrar la tradición e inscribir su nombre en esa tradición: la de la literatura venezolana.

Porque Perucho Contreras es el gran artífice de los mimetismos, de las imposturas, de la invisibilidad. Es el héroe imbatible de El laberinto de la soledad, y no lo nombran. Se confunde con cualquiera de los innumerables pequeños seres que pueblan el mundo. Todos los que descubren a las verdaderas personas en

27 Baptista Carlos, Polifonía e intertextualidad en Si yo fuera Pedro Infante de Eduardo Liendo, En: Memorias del XXIII Simposio de Docentes e Investigadores de la Literatura Venezolana, Universidad de los Andes, Trujillo, 1998, p. 113.

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las páginas de los diarios, y se detienen en esa fotografía de la “Estrella” de la farándula internacional, para reconocer el rostro del éxito: de la verdadera vida.28

Pedro Infante es la otredad vestida de charro famoso, es la oposición a la oscuridad, a lo gris, a la nulidad representada por Perucho

Contreras.

Lo que sucede es que Perucho Contreras no es Perucho Contreras. Es decir, no existe… Soy ninguno. Y Ninguno no tiene biografía. Ninguno es el soldado desconocido. Lo único que puede hacer Ninguno para ser Alguien es robarse una forma. Si ninguno le roba la identidad a alguien en la realidad, todos se reirán del disfraz y será ridiculizado. Pero si ninguno se transforma en ídolo, dentro de sí mismo, nadie advertirá el trueque29

Tomando en cuenta la noción dialógica que se establece entre algunos textos, recordamos con esta cita la astucia de Ulises en La

Odisea de Homero, cuando usando el nombre de “Nadie” pudo escaparse de la cueva del cíclope Polifemo para no ser devorado por éste. Al momento que los demás ciclopes escucharon sus desgarradores gritos causados por el fuerte dolor que sintió al ser traspasado por una lanza que enterró Ulises en su ojo, ellos vinieron en su auxilio y le preguntaron quién le había hecho eso, él respondió que Nadie lo hizo. Ellos, ante esta

28 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 100-101. 29 Ibíd. P.95.

59 respuesta pensaron que había sido una maldición o castigo de los Dioses y decidieron marcharse, dejándolo solo con su dolor; permitiéndole tal situación a Ulises escapar de allí sin ser advertido.

La falta de espacio personal que facilita el nombre, significa la posibilidad ventajosa para escindirse, y, es lo que hace Eduardo Liendo, utilizando la escritura o discurso narrativo para manifestar su forma de entender el mundo, su pensamiento individual sin la necesidad de crear otro personaje, sino haciendo uso de la polifonía; tesis que se sustenta cuando leemos:

Todos deberíamos tener una segunda oportunidad. Una manera de reinventarnos. Parece que algunos novelistas se despersonalizan, se desdoblan, se rebelan contra la fatalidad individual, el sino o la casualidad. Se inventan otros yoes muchos más interesantes que el propio.30

A través de la escritura Perucho Contreras deja de ser él para convertirse en Pedro Infante, posibilidad que puede ser dada también, en el sueño o la imaginación. Verdaderamente Contreras a través de la novela logra ser el famoso cantante, pues como él mismo lo dice: “(…) me pertenece cabalmente, puesto que soy yo quien la sueña, yo quien la

30 Ibíd. P. 40.

60 nombra”.31. Recordemos el planteamiento de Barthes con respecto a la escritura:

La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco -y- negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe.32

Es, entonces, la escritura, la manera con la que el sujeto se deslastra, se desinhibe de cualquier otro, sin dependencia alguna, causando la muerte del autor como lo dice Barthes; para que, así, a través de la transgresión del espacio en blanco, se manifieste la representación de un conglomerado.

En relación al cuerpo que escribe, por supuesto que también tiene su historia; pero nunca será quien habla, ya que esto lo hace el lenguaje como un acontecimiento de la escritura. A éste otro le correspondería la representación de la obra ante el mundo. Es el padre de ese hijo que es el libro, que después de formado, lo deja hablar por sí solo. Al respecto

Barthes define al texto como “un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura.”33 Siempre tenemos que pensar en la historicidad de la obra, en ese proceso que sigue la historia no como tal, sino más bien como seres humanos. Es hacer el reconocimiento de la historia.

31 Ibíd. P. 53. 32 Cf. BARTHES Roland, “Textos de teorías y críticas literarias”, México, 1968, p. 345 33 Ibíd. p. 343.

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Un texto está formado por escrituras múltiples, procedentes de varias culturas y que, unas con otras, establecen un diálogo, una parodia, una contestación; pero existe un lugar en el que se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, como hasta hoy se le ha dicho, sino el lector: el lector es el espacio mismo en que se inscriben, sin que se pierda ni una, todas las citas que constituyen una escritura; la unidad del texto no está en su origen sino en su destino, pero este destino ya no puede seguir siendo personal: el lector es un hombre sin historia, sin biografía, sin psicología; él es tan solo alguien que mantiene reunida en un mismo campo todas las huellas que constituyen el escrito.34

Eduardo Liendo, el moderno escritor, siempre lo ha entendido así, dejando hablar a la escritura misma, es por ello que en sus obras nos vamos a encontrar con un sujeto escindido, esperando ser leído para activar el diálogo, pues recordemos que es el lector quien le da vida al texto en la medida que lee, descifra, comprende e interpreta. Con la muerte del autor nace el lector. Muere el autor del siglo XX que todo lo sabe por el contrario como Borges, los escritores son fundamentalmente lectores. Barthes lo explica muy bien cuando dice que:

(…) El autor nunca es nada más que el que escribe, del mismo modo que yo no es otra cosa sino el que dice yo: el lenguaje conoce un “sujeto”, no una persona, y ese sujeto, vacío excepto en la propia enunciación, que es la que lo define, es suficiente para

34 Ibíd. P. 345.

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conseguir que el lenguaje se “mantenga en pie”, o sea, para llegar a agotarlo por completo35

Como lo indica Todorov, el lector es quien lleva el sentido del texto.

La noción de diálogo entre el lector y el texto será la mediación como lo apunta Aníbal Rodríguez “entre lo que sabe el lector y lo que dice el texto”36. La relación que se establece a través del diálogo, abre el espacio a la interpretación, que puede ser plural, puesto que, el tema nunca se agota; siempre habrá lugar para múltiples interpretaciones, es esta la labor hermenéutica de Gadamer, una vez que cerramos la obra con nuestro aporte, ésta le da la bienvenida a otro acogiéndolo para emprender la misma tarea.

Partiendo de la multiplicidad interpretativa de los textos, podemos estudiar “Si yo fuera Pedro Infante” como una manifestación de la cultura popular a través de la literatura moderna, Liendo incorpora lo popular, la música y el cine, como corpus creativo.

35 Ibíd. P. 342. 36 RODRÍGUEZ Aníbal, Poética de la interpretación, Consejo de publicaciones de la Universidad de los Andes, Mérida, 2005, p. 195.

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III.3 Lo popular en la literatura latinoamericana

En el libro de ensayo Aires de familia (Cultura y sociedad en

América Latina), ganador de varios premios, Carlos Monsivais desarrolla el proceso en que la literatura latinoamericana se mezcla con la cultura popular. Para Monsiváis el proceso que sigue esta relación la ubica en un primer momento con la aparición de los estados-nación en América, es decir, con el proceso de independencia. Es allí cuando aparece según el autor lo mexicano, lo argentino o lo venezolano. Los autores de finales del siglo XIX y principio del XX se creen herederos de los valores de la cultura occidental, y a la vez, participan de las tradiciones nacionales. No obstante, consideran que son especie de elegidos para promover lo que podríamos llamar los valores culto, por lo que lo popular es visto en minusvalía.

Este proceso debe esperar por la generación de novelistas de medio siglo. Un ejemplo de ello lo constituye la novela La región más trasparente de Carlos Fuentes, (1958), en donde conviven sin ningún complejo la multiplicidad de voces que constituyen el espíritu y la sensibilidad de una ciudad llamada México, D.F. Así la voz de la prostituta y la de la señora de sociedad, la voz del poeta y la del taquero, la voz del aprendiz de cineasta conviven en igualdad de condiciones. Todas constituyen una coral que expresan a cabalidad lo que es la ciudad. Lo

64 popular adquiere un nuevo estatuto, se integra sin complejos a lo culto. La novela, es entonces, el lugar de revalorización de lo popular.

La región es una novela coral, y por tanto debe contener clases sociales y redenciones urbanas, el habla culta y el slang, la puta y la doncella, el poeta refinado y el productor de cine, la joven de sociedad y el chofer de autobús. En esta ciudad del debut del capitalismo moderno, localizable entre 1946 y 1952, vertiginosa y posbélica, todo se relaciona con todo.37

En esta tradición encontramos la novela del autor venezolano

Eduardo Liendo Si yo fuera Pedro Infante, en la que el escritor incorpora el melodrama, lo kitsch, lo urbano, lo nacional; y lo coloca en el mismo nivel de importancia que le es correspondido a Kafka o Azuela.

Lo popular representa lo inagotable, lo posmoderno, lo híbrido o como se le prefiera llamar, todo lo que se vive en el día a día donde el lenguaje cotidiano representa la manera de narrar las cosas; donde no caben las palabras rebuscadas ni elaboradas, es decir, se maneja un lenguaje natural. En un estudio que Carlos Baptista realiza a la obra que analizamos plantea lo siguiente:

(…) En Latinoamérica, sin embargo, esto es asumido como rescate de todo un cuerpo cultural donde encontramos lo popular, la sentimentalidad, “lo inferior”, textualizados desde la óptica de la creación, el testimonio, la crónica, la

37 MONSIVÁIS Carlos, Aires de familia, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006, pp. 27-28.

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recreación, la parodia, la ironía, hasta lograr la construcción misma de un tipo de lenguaje.38

En cualquiera de las producciones de Liendo podemos observar que en su lenguaje permea una hibridez entre lo cotidiano y lo poético; la primera por su claridad, sencillez y forma coloquial de expresión, la otra por su conciencia estética de mostrarnos, por ejemplo, la interioridad del personaje a través de ese conjunto de imágenes que es el lenguaje literario.

Con impulso que trasciende cuantiosamente a sus lectores específicos, los narradores enseñan métodos para descifrar el conjunto de lo real, apresado en personajes comunes o excéntricos, con la violencia como el perpetuo destierro del paraíso, y la catástrofe como la explicación más convincente del postergamiento de la democracia.39

La verdad es que desde siempre se ha tratado el aspecto de lo popular en la literatura, pero no con el mismo tratamiento valorativo que tiene ahora; a principios del siglo XX así como el siglo que le antecede, lo popular pudiéramos compararlo como al trato de un enemigo. Los narradores se dirigían al pueblo, a ese espacio rural para hablar de muchedumbre, de rebaño humano; esa forma despectiva de usar los

38 BAPTISTA Carlos, El Bolero: Discurso de la Postmodernidad en la Narrativa Latinoamericana En: Cifra Nueva Revista de Cultura Nro. 8, Universidad de los Andes, Trujillo Julio-Diciembre, 1998, p 128. 39 MONSIVÁIS Carlos, Aires de familia, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006, Pp. 23-24.

66 adjetivos y las frases de conmiseración, sin embargo, como dice

Monsiváis, no es culpa de los escritores sino que:

¿Quién evita culturalmente durante siglo y medio el desprecio a la masa irredenta, movida por impulsos primarios, ajena a los cambios? Las revueltas incesantes, los caudillos que emblematizan el gobierno posible, las tiranías efímeras o permanentes, la empleomanía, la falta de editoriales y librerías, la sujeción agotadora al periodismo, todo lo identificado con el atraso nacional o las limitaciones de los países periféricos agravan el odio contra esa condición inerme de la barbarie, la pobreza. Por eso, el adiestrado en los privilegios abunda en diatribas antipopulares.40

40 Ibíd. P. 14.

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III.4 La industria cinematográfica en Latinoamérica

El cine latinoamericano siempre ha dependido técnicamente de lo implementado por el cine de Hollywood, entre 1936 y los años 50 la industria cinematográfica mexicana hegemonizó la cultura popular latinoamericana. De esta manera, podemos decir que la sensibilidad y los valores de la sociedad de los países de habla hispana se construyeron a partir de los valores desarrollados por el cine mexicano. Durante esta

época se gesta la transición de un mundo rural a un mundo urbano, este proceso de transformación también lo vivieron Bogotá, Lima y Caracas, y el cine va a jugar un momento importante en esta transición: “es determinante la influencia del cine en la literatura mundial, y América

Latina no es la excepción. Allí atrapan los escritores redes de imágenes, métodos narrativos, ideas sobre la relación del individuo con la historia y con las ciudades”41

Este planteamiento de Monsiváis nos recuerda la manera que usa

Liendo para hilvanar las escenas que rememora por su insomnio de sus recuerdos y su vida del presente intercalándolas; donde la memoria funciona como una especie de cámara fotográfica que captura situaciones del tiempo vivido hace algunos años, entre las terribles punzadas que siente en su brazo roto.

41 Ibíd. P. 30.

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Finalizada la Segunda Guerra Mundial Los Estados Unidos expanden y se posesionan del comercio mundial, es entonces cuando

Hollywood descubre que los latinoamericanos constituyen un buen mercado para su industria. Esta pugna entre la hegemonía cultural mexicana y norteamericana se expresa claramente en la novela de Liendo cuando leemos:

El Catire María Purísima se arrecha cuando, al salir del cine “Jardines”, Negrura comenta que esas películas mexicanas son pura paja, y él prefiere las vaqueras norteamericanas porque son historias verdaderas del lejano oeste; Gatica Kid y los hermanos Jeen y Búfalo Bill y todos esos bandidos existieron- dice.42

La literatura latinoamericana toma los valores de la cultura popular y como dice Monsiváis lo transfigura en lo clásico marginal. Así encontramos que novelistas como Cabrera Infante, Manuel Puig o Luis

Rafael Sánchez toman el lenguaje popular, el lenguaje de la música, el melodrama.

La música es un elemento resaltante en Si yo fuera Pedro Infante, el escritor además de tomarla para destacar la cultura popular latinoamericana, representa el estilo del texto, es decir, un melodrama, donde la narración anuncia la canción. “(…) la música es nuestro

42 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 33.

69 cómplice porque es parte radical de nuestra intimidad. Cualquiera que sea el modelo de comportamiento que se elija entre las mayorías, lleva adjuntos el ritmo, las melodías y la filosofía de la vida de las canciones.”43

En obras como Si yo fuera Pedro Infante, De dónde son los cantantes, u otras que inician una nueva tendencia o el llamado post boom, se plantean los discursos sincréticos, los encuentros pluriculturales, lo cantado, lo popular, como símbolo de la identidad latinoamericana. “La voz de los cantantes es una de las grandes autobiografías colectivas a la disposición.44. En otras palabras del mismo autor “La música popular, en sus distintos niveles, es la autenticidad infalsificable de millones de personas”.45

Los ídolos del cine. Los ídolos del disco y el teatro de variedades. Un tiempo se les juzgó los representantes por excelencia de la ignorancia y el mal gusto congénitos de la plebe. Son en conjunto una teoría de la cultura popular, la serie de retratos ideales de las colectividades. ¿Quién desplaza hoy a Agustín Lara, Lucha Reyes, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez y el Trío Los Panchos en México, a Carlos Gardel en Argentina, a Julio Jaramillo en Ecuador, a los notables de la cumbia, el vallenato y el quebranto en Colombia, a Rafael Hernández, Pedro Flores y Daniel Santos en Puerto Rico, a Celia Cruz, Beny Moré, La Lupe y Tito Puente y los grandes soneros y salseros en orbe de la música tropical? Han sido y son respuestas únicas al tema/problema de la expresividad popular.46

43 MONSIVÁIS Carlos, Aires de familia, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006, p. 42. 44 Ibídem. 45 Ibíd. P.43. 46 Ibíd. P. 41.

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Es un importante repertorio que conforma lo popular, al que particularmente le agregaría a Billo`s Caracas Boys en Venezuela, invitado especial de las fiestas celebradas en cada rincón del país por su popularidad; orquesta a la que Liendo no dejó escapar en la obra que analizamos, como muestra del discurso post moderno, en donde este es diferente, es un discurso periférico, en el que se ficcionaliza con personas comunes y corrientes.

El cine se convierte en un modelo de vida, y Hollywood es la meta en cuanto a técnicas se trata, los cineastas latinoamericanos las aprenden. Sin embargo, las hace suyas reconstruyéndolas para adaptarlas de acuerdo a su realidad, a sus tradiciones y posibilidades.

Hollywood intimida, deslumbra, internacionaliza, pero el cine de América Latina depende de la mimetización tecnológica y del diálogo vivísimo con su público, que se da a través de lo nacional: afinidades, identificación instantánea con situaciones y personajes (la simbiosis de pantalla y realidad), forja del canon popular.47

Entre los últimos años de la primera mitad del siglo XX, en América

Latina los escenarios adecuados para el cine realmente son carentes, debido a las condiciones económicas y políticas éste era un “cine de pobres” donde abundan los temas regionales: casamientos, juegos

47 Ibíd. P. 62.

71 deportivos, música (rancheras, boleros, rumba y mambo) en México. Este estilo o forma empleada por los mexicanos creó fama en todo el continente. A partir de la Segunda Guerra Mundial en México se consolida la formación de cineastas tras la influencia de los Estados Unidos; sin embargo, es el elemento popular el que destacó en la pantalla grande a los actores latinoamericanos, claro está, quedando por debajo de

Hollywood debido a su gran desarrollo tecnológico industrial. “Mucho de lo mejor del cine de América Latina empieza siendo melodrama convencional. (…) “Es la oportunidad de la sinrazón y de la locura emotiva que permite a los directores escapar de la censura y de la pobreza de recursos.”48

Y maldita sea- dijo Parapara-, esa película si es una culebra. Yo les dije que nos íbamos a embarcar. Nos hubiéramos ido para el cine “Royal”, a ver La última carreta. Les advertí, que en ésta de seguro no había acción. Todas las películas rancheras son siempre la misma pendejada: el tipo dándoselas de arrecho, la tipa que se hace la dura y está todo el tiempo llorando tras de la ventana; dos o tres cancioncitas y listo. Ni una sola acción, ni suspenso, ni un carajo. Por eso al final, rompí la butaca.49

Cabe agregar, que otro elemento resaltante en la industria cinematográfica es la figura del héroe, al que con el paso del tiempo se le ha renovado. Los arquetipos del héroe para el siglo XIX estaban basados

48 Ibíd. P. 67. 49 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 70.

72 en el poder, la clase, la nobleza; para el siglo XX en el que la violencia agraria y dictatorial envuelve a toda América Latina (Marcos Pérez

Jiménez en Venezuela, Trujillo en Dominicana, Somoza en Nicaragua etc.) la figura del héroe recae en los revolucionarios que defienden al pueblo, como Pancho Villa en México. “Con los revolucionarios mexicanos del período de 1910-1940 culmina la idea del heroísmo (del antiheroísmo, según sus enemigos), entendido como el valor de caudillos que dan forma militar e institucional a las reivindicaciones de las masas.”50

Lo mismo ocurre en la literatura, serán los grandes escritores y poetas de principios de siglo quienes ejerzan el papel de liderazgo, para luego en la segunda mitad del siglo ser reservado para narradores y novelistas.

Son logros y anticipos de la sensibilidad nueva que, aun si se asimila fragmentariamente, produce un lenguaje literario y social más rico, más libre, ya en vías de emancipación del formalismo que ha sido la horma latinoamericana. Y sus autores, al “acaudillar” el idioma, reciben tratamiento de héroes.51

50 MONSIVÁIS Carlos, Aires de familia, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006, p. 93. 51 Ibíd. P. 106.

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III.5 El diálogo entre Liendo y Monsiváis

A través de la literatura latinoamericana se puede establecer un diálogo con diferentes géneros, muestra de ello lo podemos apreciar cuando leemos la novela Si yo fuera Pedro Infante de Eduardo Liendo escrita en las últimas décadas del siglo XX específicamente en el año

1989; obra que dialoga con la crónica-ensayo de Carlos Monsiváis Pedro

Infante: Las leyes del querer publicada casi dos décadas después, exactamente durante el año 2008, y donde el protagonista o héroe es el famoso cantante de música ranchera Pedro Infante, al igual que en la primera.

Liendo en su afán de experimentar otra piel como lo anhela cualquiera de nosotros y tras su permanente reflexión con respecto al imaginario latinoamericano comienza a contarnos la historia de Pedro

Infante de esta manera:

(…) Yo nací en Mazatlán pero salí muy escuincle de la tierra de los venados y fui a vivir a Guamúchil, adonde me llevaron mis padres. Yo nunca tuve tiempo para ir a la escuela. Fui niño mandadero y muy temprano trajiné en la vida para subsistir. Pero no guardo penas ni remordimientos, tuve una buena madre. Siempre quise ser alguien. (…)52

52 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 6.

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Así mismo, Monsiváis en su libro de ensayo comienza el tercer capítulo titulado Sinaloa: “Oh tierra del sol”, dándole la palabra al mismo

Infante para hablar de su origen: Pues verá, mi cuate: nací en Mazatlán, pero salí muy escuincle de la tierra de los venados y fui a vivir a

Guamúchil, a donde me llevaron mis padres, ya cerca del ingenio azucarero de Los Mochis”53

Sabemos que el texto literario posee una dimensión comunicativa.

Esto permite entender que algunas obras pueden ser vistas como un diálogo, llámese Palimpsestos, intertextualidad o transtextualidad, según el teórico que sigamos. Lo importante de esto es que siempre se dirá algo más o algo menos.

En Si yo fuera Pedro Infante vamos conociendo con detalle la formación del cantante mexicano, cómo fueron transcurriendo esos años de adolescente acompañados por sus amigos del pueblo, la guitarra y las canciones, nociones que vamos complementando con la lectura de Pedro

Infante: Las leyes del querer, cuando leemos por ejemplo: “En la carpintería, Infante trabaja de los 12 a los 19 años, y de allí se desprende su ´conocimiento´ del mundo, el de los hombres que se construyen a sí mismos solitos, la especie beligerante de la primera mitad del siglo XX”

53 MONSIVÁIS Carlos, Pedro Infante: Las leyes del querer, Editorial Aguilar, México, 2008, p. 47.

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(…)54. “La Rabia” fue la orquesta que abrió paso al éxito que en un futuro tuvo, y del que ella en una noche de fiesta fue testigo cuando por primera vez la voz de Pedro Infante se enfrentó a un público grande.

Nunca lo olvidaré, porque esa noche aprendí que hay un punto invisible donde el fracaso y el éxito casi se tocan. En ese límite se decide la suerte. Cuando volví a casa y puse la cabeza en la almohada sentí una gran fuerza, algo así como un sueño en colores, un presentimiento de que quizás, con el tiempo, llegaría a ser uno de los grandes cantantes populares de México. Eso soñé despierto.55

Así mismo, a través de los dos textos vamos conociendo su evolución como cantante, sus amores, su suerte y su vida; en la que

María Luisa (su esposa) por lo menos al inicio de su carrera era su mundo. Inclusive, cada una reconstruye su muerte, así la relata Liendo

¿o Pedro Infante?

El aparato, un cuatrimotor modelo Libertador, que alguna vez incursionó en el firmamento durante los combates aéreos de la II Guerra Mundial, había sido transformado en avión de carga. Esa mañana poco después del despegue, dejó de responder a los mandos ordenados por el capitán Víctor Manuel Vidal, mientras yo fungía de copiloto. El avión perdió altura, se sacudió violentamente en el aire como una ballena malherida, dio varias volteretas sobre sí mismo en una vertiginosa danza mortal y se precipitó a tierra en Yucatán, en el patio posterior de

54 Ibíd. P. 51. 55 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p. 14.

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una tienda que, por fatal ironía, se llamaba El Socorro. Las llamas se apoderaron de los trozos del aparato y de nuestros pobres cuerpos inermes. De mí, apenas quedó un resto de carne ahumada de 75 centímetros y 22 kilos de peso. Reconocido por una pulsera de plata. Desde entonces, no soy nada más que polvo y música.56

En el primer capítulo de Pedro Infante: Las leyes del querer titulado Final y principio. Peregrinación y ascenso. Muerte y mitificación lo encontramos así:

Lunes de Semana Santa. 15 de abril de 1957, el día que murió Pedro Infante. Entre las 7:45 y las 8:00 de la mañana en Mérida, Yucatán, se estrella el avión de TAMSA con sus ocupantes, el piloto Víctor Manuel Vidal, el copiloto Pedro Infante Cruz (capitán Cruz) y el mecánico Marciano Bautista. También mueren dos vecinos. Ante la prensa, los mecánicos evocan los comentarios de Infante al subir al avión: “Tengo que estar muy almeja, muy vivo, porque si no podría darme tremendo guayabazo, y ¡válgame la Virgen!, ni Dios lo permita”.57

Verdaderamente estas dos obras mantienen un diálogo, para el que ambos autores consideraron aspectos biográficos del cantante mexicano al construir su propia producción, partiendo, claro está, de objetivos particulares, Liendo toma esa información y la reconstruye a través de una excelente obra de ficción sobre la cultura popular latinoamericana. Por su parte, Monsiváis considera prácticamente los

56 Ibíd. P. 105. 57 MONSIVÁIS Carlos, Pedro Infante: Las leyes del querer, Editorial Aguilar, México, 2008, p. 15.

77 mismos datos para explicar o exponer de manera muy particular el estilo de vida de una época determinada pincelada por la modernidad, en la que el melodrama, la comedia, la música y el cine conforman el mundo cotidiano del hombre latinoamericano que se resume en lo que conocemos como cultura popular.

Entre 1930 y 1955 o 1960, aproximadamente, las salas de cine, o las plazas de pueblo y los jacalones donde se ven películas, cumplen un cometido múltiple: son los clubes y los casinos del pueblo o del barrio (los desahogaderos sentimentales, los resumideros de la virtud o el morbo); son el sitio donde se reparten las nuevas costumbres y se reparan “quirúrgicamente” las tradiciones desvencijadas por la modernidad; son el punto de encuentro de comunidades y de familias monolíticas, y son recintos de la educación alterna, aquélla al alcance de la carcajada al unísono, del llanto democráticamente distribuido, de la solidaridad con los personajes que unifica los gestos, de los relámpagos sexuales previos al coito o el onanismo.58

Cabe destacar, que la forma de novelar empleada por Liendo en Si yo fuera Pedro Infante nos recuerda el estilo usado por el cubano

Lisandro Otero en Bolero (1983), novela en la que este escritor utilizó aspectos biográficos del cantante de música popular cubana Benny Moré para ficcionalizar sobre el arte popular de los años 40 y 50 empleando la música como elemento conformante y así mismo la fantasía y el humor como recurso estilístico.

58 Ibíd. p 81.

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(…) la novela es la reconstrucción de una vida y un medio lleno de anécdotas y ocurrencias curiosas. La glosa de algunas situaciones de la vida de Benny Moré refuerzan la idea de una biografía ficcionada, una vida novelada del sonero mayor de Cuba, homenaje a su condición de mito popular. Pero una lectura menos anecdótica y referencial es sólo uno de los niveles del mundo creado en la novela, y que, por debajo de la capa anecdótica palpita la metáfora de la creación artística vista como angustiosa búsqueda de expresar lo absoluto.59

Existe, pues, una importante producción literaria latinoamericana en donde la cultura popular ocupa un lugar privilegiado. En primer lugar intenta sumergirse en lo que podríamos llamar la sensibilidad latinoamericana expresada por medio de la música popular, la televisión y el cine. Lo que los teóricos han dado en llamar mass media. Pero como bien lo afirma Osorio en la cita anterior, esto sólo ocurre en la superficie.

Lo que el autor Venezolano y el magistral ensayista mexicano intentan demostrar con sus textos es una apuesta a la escritura misma, al poder que tiene la ficción para reinventar nuestra historia y nuestros modelos culturales. Es allí donde nos interesa destacar el diálogo entre Liendo y

Monsiváis.

59 OSORIO Nelson, Beto Galán el sonero como artista, En Lisandro Otero. Opiniones. 2003.

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EPÍLOGO

A manera de recapitulación podemos decir que la novela “Si yo fuera Pedro Infante” (1989), se abre y se cierra con la activación de la memoria, al inicio Perucho Contreras rememora “tiempos que creía ya definitivamente escapados de la memoria”.60 Entre sus recuerdos encuentra las peripecias vividas en el apacible barrio caraqueño de casas humildes, donde vivió un sin fin de experiencias juveniles junto a sus amigos María Purísima, Cara e coñazos, Negrura, Paraulata, Roberto y los demás muchachos que conformaban la pandilla. Llegan a su memoria distintas anécdotas como las veces que mantenían “un puente musical entre la noche y el día”61 tarareando canciones de Pedro Infante, o las recolectas de dinero para ir al cine “Jardines” a ver las películas del charro mexicano.

De igual manera, que al comienzo la activación de la memoria, cuando en la “esquina de Misericordia” vio a Chabela Rodríguez, la deslumbrante estudiante de años atrás ya no tan deslumbrante por su amplia dimensión, es allí precisamente el momento cuando la memoria se activa como botón, recordando las palabras que la profesora de matemáticas le decía a la joven ahora regordeta “Le aconsejo que se

60 LIENDO Eduardo, Si yo fuera Pedro Infante, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1998, p.1. 61 Ibíd. P. 2.

80 busque pronto a un idiota que la mantenga, porque, en los estudios, la aseguro un futuro muy negro”62

Contreras siente y padece el paso del tiempo, algunos de sus amigos al igual que él mantienen una profesión, Paraulata murió; la ciudad se ha transformado es el fin de la década meteórica, el barrio ha cambiado como toda la ciudad, entre tantos carros se pierde la apacibilidad del barrio que aún permanece intacto en su memoria. Su

último recuerdo, donde la novela cierra el círculo con la activación nuevamente de la memoria, el viejo cine:

Una tarde, más cargado de nostalgia que lo acostumbrado, volví al barrio y caminé sus calles polvorientas después de las lluvias. Me detuve incrédulo frente al lugar donde estuvo mi viejo cine, convertido en un cementerio de automóviles. De golpe, todo el pasado se transfiguró en sorprendente presente: Puedo ver arrumbada mi maravillosa butaca, prodigiosa como una alfombra mágica. Sobre esa mancha aceitosa en el piso, está una colilla tirada allí por Humphrey Bogart. Aquélla, sin duda, es la motocicleta de Luis Aguilar. (…)63

62 Ibíd. Pp. 127-128. 63 Ibíd. P. 131.

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CONCLUSIONES

En la obra Si yo fuera Pedro Infante se manifiesta la polifonía como una forma de alteridad. Esta condición le permite al personaje principal desdoblarse en la personalidad de Pedro Infante con el fin de manifestar el imaginario de la cultura popular de una generación de latinoamericanos.

La forma de alteridad en la obra está representada a través del diálogo que va mostrando todo un proceso de la cultura popular y que a su vez demuestra que la literatura sirve como vehículo a tales manifestaciones. De manera tal, que la novela también puede ser leída como una reflexión sobre la escritura de la novela misma que plantea la formación de un escritor latinoamericano.

En la tradición que participaban los escritores del siglo XIX y principios del XX se colocaba a la cultura popular en minusvalía, sin embargo, con el proceso de independencia surge un cambio que se gestará poco a poco, pero que permitirá darle un nuevo estatuto a lo popular, integrándolo sin complejos a lo culto en lo que radicaba su tradición.

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Lo popular es lo híbrido, la mezcla; donde la cotidianidad juega un papel fundamental, y en la que la música y el cine tienen mucho que ver.

En Latinoamérica los valores de la sociedad se construyeron a partir de los valores desarrollados por el cine mexicano, pues la industria cinematográfica ejercía la hegemonía en los países de habla hispana, esto contribuyó mucho para el uso de las técnicas usadas por los nuevos narradores como Eduardo Liendo, ya que, de allí surgen nuevos métodos narrativos y formas de atrapar imágenes para desarrollar historias. Un ejemplo de ello se reconoce en la manera en que se narra la novela Si yo fuera Pedro Infante; precisamente la técnica empleada con el uso de la memoria como especie de una cámara fotográfica para representar momentos vividos mucho tiempo atrás; es esa una forma novedosa de narrar.

Para los años 50, técnicas de este estilo revalorizan la literatura así como a la cultura popular, de mencionar a alguien se destacaría el trabajo de Carlos Fuentes en México, quien incorpora elementos populares colocándolos a la altura de los grandes narradores, en Venezuela para representar esa época pudiera nombrarse a Guillermo Meneses con su obra Campeones, La mano junto al muro y El falso cuaderno de

Narciso Espejo.

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