EL PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES De Gran Depósito Distribuidor a Monumento Histórico Nacional GUARDAS_Layout 1 28/02/12 10:14 Page 1 GUARDAS_Layout 1 28/02/12 10:14 Page 2

EL PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES De Gran Depósito Distribuidor a Monumento Histórico Nacional

REALIZACIÓN DE LA PUBLICACIÓN

Edición AGUA Y SANEAMIENTOS ARGENTINOS AySA Dirección de Relaciones Institucionales Programa Fuente Abierta

Autor Jorge D. Tartarini

Colaboración Celina B. Noya

Seguimiento Editorial Laura Ratto

Diseño Gráfico Fontana + Franco Consultoría Et Diseño

Retoque Digital Aldo O. Martínez

Impresión Talleres Gráficos del Norte S.R.L.

Primera edición – Primera reimpresión – 1.000 ejemplares

Agradecimientos Nuestro especial agradecimiento a: Kirsten Boye Saetre, Marianne G. Boye y Petter Boye, por las imágenes y referencias del arquitecto noruego Olaf Petrus Boye.

Arquitecta Lucía Juárez, por sus relevamientos documentales en asociaciones profesionales y archivos de fábricas de terracota en Gran Bretaña.

Doctor Oscar A. De Masi

Arquitecto Carlos A. Moreno

Tartarini, Jorge Daniel El palacio de las aguas corrientes: de gran depósito a monumento histórico nacional / Jorge Daniel Tartarini; contribuciones de Celina B. Noya. - 1a ed. 1a reimp. - Ciudad Autónoma de : AYSA Editoriales, 2017. 200 p.; 28 x 22 cm.

ISBN 978-987-23826-7-4

1. Historia de la Arquitectura. I. Noya, Celina B., colab. II. Título. CDD 720.9

Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida la reproducción parcial o total de esta publicación por cualquier medio (electrónico, químico, mecánico, óptico o fotocopia), sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo sanciones establecidas por las leyes. EL PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES De Gran Depósito Distribuidor a Monumento Histórico Nacional ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 10

CAPÍTULO 1: ANTES DE LAS AGUAS CORRIENTES Del Buenos Aires colonial a la Gran Aldea 14 De la Revolución de Mayo a las aguas para locomotoras 26

CAPÍTULO 2: LAS PRIMERAS AGUAS CORRIENTES 1860: Una década de contrastes 36 John Coghlan y Murphy ( - ) 40 Hierro es Progreso 48

CAPÍTULO 3: EL PROYECTO DE BATEMAN PARA EL RADIO ANTIGUO La fiebre amarilla 52 Llega John F. Bateman 56 John Frederick La Trobe Bateman ( - ) 60 CAPÍTULO 4: EL GRAN DEPÓSITO DISTRIBUIDOR Un depósito de apariencia vistosa, en un barrio a la moda 72 Los primeros diseños 76 Carl August Bernhard Nyströmer ( -  ) 86 Hacia el proyecto definitivo 90 La estructura de hierro 94 Terracota, sí. La versión final 100 La arquitectura porteña en los años ´  104 Un Palacio de Terracota e Hierro 106 Olaf Petrus Boye (  - ) 108 La «terracotta» 116 Royal Doulton & Burmantofts 126 Los Escudos 128 El universo metálico 140 Pormenores de la construcción 158 Gran Depósito «Ingeniero Guillermo Villanueva» 168 Hermoso y útil, pero… 184 El Palacio de las Aguas Corrientes 188

BIBILIOGRAFÍA 194

ÍNDICE DE IMÁGENES 196 INTRODUCCIÓN

A menudo, en la historia de las naciones existen obras singulares, poco comunes. Emprendimientos impares que aglutinaron el trabajo de generaciones y que, vistos desde el presente, resultan casi inexplicables a los ojos del observador. General- mente se trata de creaciones que, con el tiempo, han acrecentado su valoración y hoy forman parte del más rico patrimonio cultural de cada país. Entre nosotros, podríamos mencionar la fundación de la ciudad de

del tiempo. Cinco años bastaron para que su construcción comenzara a llamar la atención de la opinión mundial y se convirtiera en un símbolo palpable de la mo- dernidad urbanística, del espíritu «positivo» del siglo y de la enorme audacia, op- timismo y fe en el porvenir de la Nación.

en el campo del arte y la técnica, otra obra descollante: el Palacio de las Aguas Co- rrientes en Buenos Aires, motivo de la presente publicación. Esta pieza excluyente de la envergadura que alcanzaron las obras de salubridad en la Capital de la Na-

ciudad con un Gran Depósito Distribuidor.

actual , y más allá comenzaba a dispersarse en residencias aisladas de generosos espacios verdes, seguidas por quintas y chacras. El Gran Depósito llegaba a una ciudad que dejaba atrás la Gran Aldea

la importancia de las Aguas Corrientes frente a los ojos de la población.

10 | Y para ello se acudió a un singular palacio de aire francés, revestido por cientos de miles de piezas de terracota traídas desde Europa, perfectamente embaladas e iden- modelo para armar a gran escala ocultaba una sorpresa mayúscula: una megaes-

La historia que aquí presentamos habla del proyecto y ejecución de esta excepcional obra. De su «catedral» de hierro fundido interior y de su ecléctica hoy guarda para propios y extraños un monumento que a través de los años cam- exterior. Con el tiempo, su utilidad se fue resintiendo debido al espectacular cre- cimiento de la ciudad y al avance tecnológico, hasta llegar a su completa desafec-

En la actualidad sus entrañas atesoran un patrimonio tan valioso como el agua original: la memoria de las obras de salubridad, presente en los tes- timonios, documentos y actividades que desarrollan un Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, una Biblioteca especializada en Historia Sanitaria y Ciencias del Medio Ambiente, y un Archivo Histórico de Planos de características únicas en nuestro país. Tales los tres pilares constitutivos de «Fuente Abierta», el Pro- grama de Integración Cultural creado por Agua y Saneamientos Argentinos, sanitario nacional. Una tarea que hoy forma parte sustantiva de su identidad y que le permite –día a día– cimentar su presente y proyectar su porvenir.

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CAPÍTULO 1 ANTES DE LAS AGUAS CORRIENTES

Del Buenos Aires colonial a la Gran Aldea Un lugar sin «corrupción de ayres, ni de aguas»

Habían pasado poco menos de trescientos años desde su fundación, cuando Buenos Aires en 1869 se convertía en una de las primeras ciudades de América con un sis- tema de aguas corrientes. Para alcanzar este vital adelanto, la ciudad debió recorrer un dificultoso camino, en el que se fueron sucediendo infinidad de iniciativas ten- dientes a mejorar la calidad del agua utilizada por su población. Ideas, proyectos y propuestas que no encontraron vías de realización pero que, en su devenir, fue- ron abonando el terreno sobre el que se hicieron realidad en el último tercio del siglo xix las anheladas aguas corrientes. Un logro que tuvo como detonante la pre- sencia dramática de las epidemias y que encontró respaldo en los decisivos avances de la ciencia médica, la tecnología y el higienismo a nivel mundial. En oportunidades anteriores nos hemos referido a esta etapa fun- dacional de nuestro saneamiento, en especial durante el año del Bicentenario patrio, a través de diversas publicaciones y exposiciones1. En esta ocasión, aunque 1 Se trata de los trabajos: Histo- rias del Agua en Buenos Aires. es el Palacio de las Aguas Corrientes el que merecerá toda nuestra atención, acu- De aljibes, aguateros y aguas corrientes (2010, 160 pags.) y diremos a ellas en distintos pasajes del presente trabajo. Lo hacemos en el conven- Documentos para la Historia del Saneamiento Argentino (2010, cimiento que, de su lectura, se desprenden claves que permiten comprender mejor 308 pags.), editadas por Agua y Saneamientos Argentinos la historia de nuestras primeras aguas corrientes y, por sobre todo, del proyecto y (AySA), que también tuvo a su cargo las exposiciones sobre construcción de esta excepcional obra. Buenos Aires y el Agua. 1810 – 2010, desarrolladas en el Palacio Decíamos entonces que la presencia del inmenso estuario del Río de las Aguas Corrientes y la Planta Potabilizadora General de la Plata tuvo un papel protagónico en la fundación y emplazamiento de la «Ciu- San Martín, Buenos Aires, en el marco del Programa de Integra- dad de la Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres». Su proximidad, ción Cultural «Fuente Abierta». atendía a lo indicado por las Ordenanzas de Población, dictadas por la Corona Española en 1573 para las fundaciones en el Nuevo Mundo, en lo referido a la exis- tencia de una fuente abundante de agua dulce que atendiera las necesidades de sus habitantes. Estas disposiciones, también conocidas como Leyes de Indias, se refe- rían además a los beneficios de contar con tierras fértiles libres de pantanos para el cultivo y la cría de animales, en las que no existiera «corrupción de ayres, ni de aguas»2. Principios que parecen haber guiado a Juan de Garay, cuando en 1580 2 chueca goitia, fernando. Breve historia del urbanismo. definió la traza de la futura ciudad, localizando el Puerto y el Fuerte en un terreno Madrid. Alianza. 1970. 2ª ed. barrancoso y anegadizo sobre la ribera, junto a la Plaza principal.

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En p. 12 y 13: La calle de la Alameda, óleo del pintor 1. La destrucción del fuerte de Corpus Christi por los dinamarqués Rudolf Carlsen, 1845. El primer paseo por- timbúes, según el grabado de Ulrico Schmidel, en su teño, en la zona de las actuales avenidas Leandro N. obra «Viaje al Río de la Plata», editada por primera Alem y Corrientes. Paseantes y jinetes, junto a carretones, vez en 1567. La presencia constante e inevitable del lavanderas y pescadores. Al fondo, la silueta del Fuerte. estuario signó cada una de las experiencias de quienes transitaron o habitaron Buenos Aires desde tiempos remotos.

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2. Aguatero cargando su tonel en el Río de la Plata. Pintura de Carlos E. Pellegrini, 1831.

3. Reparto de solares realizado por Juan de Garay en 1583. En torno a la Plaza, los destinados al Fuerte, la Iglesia Mayor, el Cabildo y Cárcel y, poco más lejos, las manzanas de las órdenes religiosas y el hospital.

2 Por otra parte, la geografía de aquella villa colonial y su campaña, una llanura sin grandes elevaciones, estableció desde los primeros tiempos la imposibilidad de construir acueductos que por gravitación pudieran abastecer fuentes y surtidores públicos y, asimismo, determinó que la extracción del agua del Río de la Plata fuese la principal fuente de consumo. Podrá pensarse que la vecindad del río fue para los pobladores sinónimo de abastecimiento seguro. Sin embargo, durante buena parte de su historia Buenos Aires no contó ni con la cantidad ni con la pureza necesaria de este vital elemento. La villa fue creciendo lentamente y, desde sus orígenes, debió sufrir epidemias que provocaron gran mortandad de habitantes, como las de sarampión y viruela, acontecidas en 1685 y 1700. En 1691, a su paso por Buenos Aires el sacerdote jesuita Antonio Sepp, dejaba una descripción favorable de las aguas del estuario: «...Este sitio, Bue- nos Aires, que no es grande, está a orillas del río de la Plata. El río mide, en el lugar en que desemboca en el océano sesenta millas de ancho, y es más semejante a un mar que a un río. Bebemos su agua durante las comidas; es muy sana y ayuda enor- memente a la digestión. Se puede comer cuantas frutas se quiera, y beber luego esta misma agua sin perjuicio. Todas las casas tienen planta baja solamente; no están hechas de madera ni de piedra, sino de tierra o adobe. Por ello se mantienen apenas siete años y luego se desmoronan y caen fácilmente. Los techos son de juncos»3. 3 sepp, antonio, s.j. Relación de viaje a las misiones jesuíticas. Además del agua de río, los primeros pobladores buscaron llegar a Buenos Aires. Eudeba.1971. las napas de agua potable a través de rudimentarias perforaciones, de una profun- didad que oscilaba entre los 6 y los 10 metros. Pero el líquido obtenido de estos pozos de balde era salobre y áspero, no apto para el consumo, y a veces contami- nado por la cercanía de los pozos ciegos, utilizándose generalmente para las tareas domésticas de limpieza.

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3 El abastecimiento con agua de río, tampoco era sencillo. La ubicación de la ciudad sobre una meseta –por cuestiones defensivas– limitaba el acceso directo a las aguas, en tanto que la escasa profundidad de la ribera, que solo brindaba agua barrosa, no facilitaba el aprovisionamiento. Según Zabala y Gandía, las familias pobres tenían dificultades para proveerse, mientras que las de algunos recursos solían enviar a un muchacho a buscarla en verano, pero no con los fríos y vientos del 4 zabala, r. – de gandía, e. invierno4. Desde mediados del siglo xviii, los que podían adquirirla, recurrían al Historia de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires. Municipa- precario y poco higiénico servicio del aguatero y, en los casos más acomodados, al lidad de la Ciudad de Buenos Aires.1936. Tomo ii. aljibe, construcción que almacenaba el agua de lluvia caída en los techos, azoteas y patios, mediante cañerías de barro cocido o de hojalata. Según Lucio V. Mansilla, tanto el agua de aljibe como la del aguatero, decantada, eran entonces verdaderos objetos de lujo: «...esto del aljibe que no parezca cosa baladí. Las fincas que lo tenían eran contadas, indicantes de alta prosapia o de gente que tenía el riñón cubierto; daban notoriedad en el barrio, prestigio; y si por la hilacha se saca la madera, tal o cual vecino pasaba por grosero por los muchos baldes 5 mansilla, lucio v. de agua fresca que pedía; y tal o cual propietario por tacaño, porque sólo a ciertas Mis memorias. Buenos Aires. Eudeba. 1966. p. 24. horas no estaba con llave el candado de la tapa del precioso recipiente»5.

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4. Junto con los brocales, también fueron haciéndose más complejos y ornamentados los hierros vertica- les, con variedad de rosetas, roleos, y otros motivos de fundición y de zinc. En el aljibe del patio posterior del Cabildo porteño –que originaria- mente estaba en la vivienda de calle Venezuela 1070- vemos un arco semicircular formando tímpano con un Febo radiante.

4 Por su parte, la que vendía el aguatero no era bebible directamente y debía con- servarse en tinajones de barro que ayudaban a decantarla y refrescarla, por lo gene- ral situados bajo las arcadas de un corredor que comunicaba el segundo patio de la casa con el corral. Cerradas bajo llave, su empleo se administraba como un «líquido precioso», un lujo al alcance de pocos6. 6 Ibidem. A menudo, para facilitar su clarificación se agregaba una pizca de alumbre (sulfato de aluminio), o bien se utilizaba un «tinajero», es decir, una simple estructura de madera con una piedra porosa que servía de filtro y un cántaro en el que se iba recogiendo el agua fresca y limpia de impurezas. Era habitual colocarlo en el primer patio de la casa, tanto para uso de la familia como de las visitas. Para el aseo cotidiano, el agua era traída desde las tinajas por esclavas en grandes jarras y se volcaba sobre una jofaina de plata o cerámica. El día del baño, se calentaba el agua en el fogón de la cocina y luego, en recipientes de variado tamaño, era llevada hasta un cuarto –ubicado cerca de la cocina o bien el mismo dormitorio– donde se volcaba en una tina de latón. Sobre el día del aseo personal, recordaba Mansilla: «Había que pasar por otra de ellas (una pieza, refiere Mansilla), que se llamaba cuarto de baño, por la sencilla razón de que allí, entre cachivaches diversos, estaba la tina de latón de mi madre, destinada al efecto. Otra tina de baño había en el segundo patio, que dándole el sol se templaba fácilmente. Un toldo improvisado la cubría, y en ella «por turno» se refrescaban los que no iban al río. El agua de ambas bañaderas servía después para regar las plantas y las veredas»7. 7 mansilla, lucio v. Op. cit. Otro aspecto pobremente resuelto era el destino de las aguas servi- das, por lo que las autoridades debieron reglar su encauzamiento y la evacuación 8 young, carlos a. «El sanea- de las basuras, cuidando que por los conductos que salen a las calles sólo se viertan miento domiciliario en la época del Virreinato». En: «Boletín de aguas de lluvia y otras que, aunque correspondan a la limpieza de la casa, se Obras Sanitarias de la Nación». Buenos Aires. Año iv. n° 37. encuentren «limpias de motivos inmundos, bajo pena expresada»8. Julio de 1940.

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5 y 6. Aljibe de la casa natal de Manuel Belgrano, en la calle de Santo Domingo (actual 430), a pocos metros del convento homónimo. Dibujado por Vicente Nadal Mora en 1951.

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7 y 8. Planos de una casa en la Colonia, sobre la Calle Real en el Barrio de la Concepción, año 1786. Posee cua- tro unidades mínimas de alquiler, con negocio al frente, dormitorio y corredor al patio o «corralito» posterior, donde se ven las letrinas o «comunes», la cocina y el comedor. En el centro de la fachada, un zaguán lleva al patio de la residencia principal. Traspuesto éste, encontramos un segundo patio con aljibe, letrinas, cocina y demás depen- dencias de servicio.

9. Casa del señor Pascual Acosta en la calle de San Miguel, año 1787. Pequeñas viviendas con locales comerciales al frente, cada una con una habitación o «aposento», patio mínimo, cocina y letrina. Por detrás de estas unidades, se observan las dependencias de la residencia principal, con cocina, corral, letrinas, comunicadas con un patio de uso social, al que se llega desde la calle a través de un zaguán. En torno a él se disponen un comedor, dormitorios y demás salas. Los negocios se ubican sobre ambas calles y también en la esquina, donde se ven las típicas puertas dobles de madera que tenían los comercios durante la Colonia.

7 En el interior de las viviendas era común que para la evacuación de los desechos se utilizara una bacinilla con tapa, las más de las veces de porcelana, que era vaciada por los sirvientes en las letrinas del fondo –también conocidas como «los comu- nes»– que descargaban a un pozo negro. Por las noches, una costumbre bastante difundida era arrojar el contenido de la bacinilla desde la casa a la calle, al grito de «¡Agua va!», que obligaba a protegerse a los desprevenidos transeúntes. Para desalentar este hábito, las autoridades debieron aplicar severas multas, de menor a mayor, según el contenido de las aguas. La evacuación de las aguas de lluvias provocaba frecuentes anega- mientos en épocas de tormentas, aislando zonas de la ciudad debido a que los cau- ces de los zanjones se tornaban infranqueables. Las autoridades del Cabildo debie- ron poner centinelas para evitar desgracias de transeúntes y jinetes, que se hundían y hasta corrían riesgo de ahogarse. Estos reducidos cursos de agua –más parecidos a pantanos que a arroyos– eran los denominados «terceros», que atravesaban el área central de la ciudad para culminar en la barranca del río. A medida que esta pequeña población fue convirtiéndose en un cen- tro político de importancia y asiento de autoridades y grupos sociales de influencia, el Cabildo debió tomar un papel más activo en el cuidado de la higiene pública. Con la creación del Virreinato del Río de la Plata, se implementaron un conjunto

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10. Una vista del Cabildo frente a la Plaza de la Victoria. En primer plano, un carro aguatero, ya no tirado por bueyes sino por caballos. Al lado del Cabildo, sobre la calle Victoria (hoy Bolívar), se ve una casa de piso alto, los «Altos de Riglos». En 1818 el gobierno la había adquirido para donarla al general San Martín, en premio a sus triunfos sobre los realistas. El militar nunca la habitó, y poco después fue adquirida por Miguel Riglos. Desde su balcón, la sociedad patricia presenciaba las ceremonias, festividades y acontecimientos que habi- tualmente se desarrollaban frente al Cabildo. Dibujo y litografía de Albérico Isola, 1844.

de medidas orientadas a evitar que se propaguen los focos de infección, prohibir el tránsito de carretas en el centro de la ciudad, propiciar los primeros ensayos de iluminación, calzadas y desagües, y multar severamente tanto a los vecinos que arrojaran «aguas inmundas» y residuos a la calle, como a los aguateros que reco- gieran agua en lugares inapropiados. Varias de estas medidas fueron impulsadas por el Virrey Juan José de Vértiz y Salcedo durante el mandato que ejerció entre 1778 y 1784, período en el cual la ciudad pasó de 26.000 a 43.000 habitantes, en gran medida debido al aumento de la población negra esclava. En estos años, las disposiciones urbanas principalmente se dirigían a establecer el alejamiento de los lugares de toma de agua en el Río de la Plata, la obligación de incinerar animales muertos, examinar el estado del ganado para con- sumo y a la creación de cementerios limitando los entierros en las iglesias. A estos incipientes avances en materia de higiene, se sumaban otros en el terreno de la salud, como la creación del Protomedicato (1780) –antecesor de la actual Facultad de Medicina–, la del cargo de Ingeniero Inspector (1784) en el Cabildo para atender cuestiones de higiene urbana, y la formación de la Junta de Sanidad (1804). Intentos de vecinos para mejorar la provisión de agua, no faltaron. Hacia 1757 uno de ellos solicitó autorización al Cabildo para construir un pozo destinado a guardar escarcha en invierno, y pocos años después otro planteaba traer hielo desde la cordillera. En 1783 se presentó una propuesta para conducir agua desde el río a las casas, calles y plazas a partir de la construcción de una máquina por Matías Sánchez y Esteban Palazios, «maquinistas» de la Corte de Madrid; en tanto que Juan Francisco de Aguirre escribía entonces sobre la posibi- lidad de construir una red de desagües por conductos subterráneos. Otro vecino, 10

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11 12 Juan Vicente Chilavert, en 1802 proponía al Consulado la captación de aguas sub- terráneas destinadas a riego y brebaje de ganado, con un sistema de perforación a percusión, más o menos equivalente a las actuales sondas. Pero éstas y otras pro- puestas no trascendieron su carácter, y se perdieron en el desierto de concreciones que prolongará su reinado hasta mediados del siglo xix. El único proyecto concretado, y quizás el más próximo a los anhelos de tener una ciudad habitable, fue hacia 1780 la apertura por el Virrey Vértiz del Paseo de la Alameda, el primero que tuvo Buenos Aires. Se trataba de una calle ancha que se extendía 400 metros, paralela al río, con bancos, álamos, sauces y ombúes. En aquellos años, el Río de la Plata mojaba las tierras de lo que es hoy la Avenida Leandro N. Alem, es decir la Alameda, y los porteños la frecuentaban todo el año tomando baños en la ribera, a tal punto que en 1809 el virrey Cisneros debió dictar un «Auto de Buen Gobierno», debido a: «Que echando de ver los excesos que se cometen en los baños públicos de las riberas del río, tan opuestos a la moral cristiana, mando que nadie entre en él a bañarse por los sitios que están a la vista del Paseo del Bajo sino de noche, observando la más posible decencia, quietud y buen orden»9. Para asistir, las señoras esperaban que llegara el 8 de diciembre de cada año, 9 jaimes repide, julio b. Paseos evocativos por el viejo Buenos día de la Inmaculada Concepción, cuando comenzaba la temporada de baño con la Aires. Buenos Aires. Peuser. 1936. bendición de las aguas por parte de los padres franciscanos y dominicos.

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11 y 12. Retrato de Carlos E. Pellegrini, autor de un 13. Vista del antiguo Fuerte, acuarela de Carlos E. proyecto para dotar de aguas clarificadas a la ciudad, Pellegrini, 1829. Tras sus muros, sobresale un edificio aprovechando las mareas y crecientes del Río de la Plata. grande y pesado, antes residencia de los virreyes y luego Dibujo del establecimiento ideado por el ingeniero ocupado por el Presidente de la Junta de Mayo. Instalado francés. desde principios del siglo XVII, la construcción del Fuerte finalizó en la década de 1720. Rodeado por un foso, sólo se accedía a él por la Plaza Mayor, mediante un puente levadizo construido donde hoy se levanta el arco central de la .

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De la Revolución de Mayo a las aguas para locomotoras

El estado sanitario que presentaba la capital del Virreinato del Río de la Plata a ini- cios del siglo xix, cuando comenzaba a gestarse la Revolución de Mayo, distaba de corresponderse con el nombre que había acuñado su identidad de origen y aludía a la calidad de sus aires. Calles en las que abundaban pantanos y depósitos de resi- duos, pozos negros que filtraban sus contenidos a pozos de balde, y la provisión de agua de río por aguateros, continuaban siendo parte de la vida cotidiana de los porteños. Y lo serían por varias décadas más, como veremos. Hacia 1810 Buenos Aires llegaba a los 42.500 habitantes, y al año siguiente se inauguraba el primer monumento argentino, la Pirámide de Mayo. El uso de los espacios públicos era más intenso que antes, pero las medidas a favor de la higiene pública seguían siendo aisladas y dirigidas a reglar la venta de agua, el riego de las calles y las descargas de los albañales y aguas servidas, pero sin atacar las causas de los problemas. Durante el mandato de Martín Rodríguez (1820–24), Gobernador de Buenos Aires, se iniciaron negociaciones para obtener un empréstito destinado a la construcción de un puerto y a la provisión de aguas corrientes. Bernardino Rivadavia, primero como su Ministro y luego como Presidente, propició la incor- poración a la obra pública de profesionales y técnicos extranjeros, que tuvieron destacada participación en proyectos vinculados a la obtención, purificación y - tribución del agua, como fueron el arquitecto e ingeniero hidráulico inglés Santiago Bevans (1771–1832), arribado en 1822 y el ingeniero y artista saboyano Carlos Enrique Pellegrini (1787–1875), quien llegó en 1828. Las propuestas de sistemas de captación y clarificación de Pellegrini cubrirán un período de más de treinta años. Entre sus principales contribuciones, debemos mencionar la que puede ser considerada como el primer proyecto de dotación de agua de río clarificada para la ciudad. Publicado al año siguiente de su llegada, consistía en un «filtro – estanque» ubicado en una isleta, distante 80 varas –unos 222 metros– al suroeste del Fuerte, actual Casa de Gobierno. Su parte

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14. Hacia 1880, el Sur de la ciudad presentaba este aspecto. Sobre la rivera el viaducto de hierro del Ferrocarril de Buenos Aires y Ensenada y, a un costado en primer plano la chimenea y dependencias del Molino San Francisco.

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15. Vista del Molino San Francisco desde el río, 1846; según una reconstrucción documentada de 1938. Ubicado en la calle Balcarce, entre Alsina y Moreno, en este establecimiento habría funcionado la primera máquina a vapor llegada a Buenos Aires.

16. En el catastro de la ciudad realizado entre 1860 y 1870 por Pedro Beare, aparece el predio del Molino «San Francisco», en la manzana delimitada por las calles Balcarce, Moreno, Potosí (hoy Alsina) y la ribera del Río de la Plata. Las siluetas permiten identificar el estableci- miento con su chimenea, galpones, depósitos y, probable- mente, los piletones que almacenaban el agua extraída 15 del río (Parcela III).

superior era un depósito donde el agua se filtraba a través de arena, carbón y pedregullo, con una superficie de 200 varas cuadradas –556 metros cuadrados–; debajo, una cisterna o aljibe recibía el agua clarificada. Un caño conducía el agua 10 rosell soler, pedro a. «La primera instalación de filtros hasta la ribera, donde unas bombas movidas por caballos la elevarían a un depó- en América». En: «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». sito o «castillo de agua»10. Buenos Aires. Año i. Diciembre de 1937. n° 6. p. 646. ¿Qué sucedía mientras tanto con la Alameda en esta nueva etapa? A mediados de diciembre de 1846 se colocaba la piedra fundamental de la amplia- ción del paseo, asistiendo al acto en carácter de madrina, Manuelita Rosas. Además de embellecer la costa, la obra procuraba contener las aguas del Río de la Plata que en sus fuertes subidas a menudo llegaban hasta la actual calle Balcarce. Desde el 30 de octubre de 1848, recibió el nombre de Paseo de Julio. Terminadas las obras, hacia 1865 la totalidad del paseo se extendía por las actuales avenidas Leandro Alem, Paseo Colón y Libertador, entre San Martín y la . Paralela- mente, se dictaba una ordenanza que disponía la construcción de recovas en los edificios cuyos frentes dan al paseo, y que hoy forman parte de la identidad de ese sector de la ciudad. En el campo de las aguas corrientes, la mayoría de las propuestas de particulares no llegaron a materializarse. Entre ellas, se encontraban las de nume- rosos extranjeros vinculados con firmas europeas que comercializaban las maqui- narias y el equipamiento utilizados por dichos servicios; básicamente, máquinas a vapor y conductos de hierro. Una de estas presentaciones, la realizada por los pro- pietarios del Molino a vapor «San Francisco», ubicado sobre calle Defensa a corta distancia de la Plaza principal, permitió a la ciudad contar hacia 1849 con un pro- yecto de aguas clarificadas que algunos consideran –aunque impropiamente– el primer sistema de provisión de agua que tuvo la ciudad. En realidad, el agua era bombeada por conductos que se internaban una cuadra en el Río de la Plata hasta el citado molino y allí, una vez clarificada, era retirada por los aguateros para ser vendida en la ciudad.

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Diferente carácter a este efímero reparto a domicilio, tuvo la experiencia llevada a cabo por el Ferrocarril del Oeste, que en 1857 inauguró oficialmente el primer tren que circuló por estas tierras, con un ramal que unía la Estación Parque con Flo- resta. La llegada del tren exigió contar con «agua dulce» para las locomotoras a vapor, pues el agua salobre de los pozos deterioraba sus calderas. Para ello, fue necesario internar una cañería en el Río de la Plata en la zona de la Recoleta, que permitiera llevar el agua hasta la Estación Parque del F. C. del Oeste (en la manzana del actual Teatro Colón). Este servicio en su origen fue exclusivamente del ferro- carril para sus máquinas. A propuesta de Francisco B. Madero, se dispuso aumen- tar el diámetro del caño inicialmente proyectado, haciéndose extensiva en 1868 la alimentación a un grupo de casas del barrio del Temple. En toda la extensión de la cañería fueron instaladas canillas, para que el público pudiera servirse, convirtién- dose de esta manera en el primer servicio de agua corriente. Que la ciudad careciese de un sistema de abastecimiento adecuado, no equivalía a que ciertos vecinos no contaran con algunos alardes de modernidad. Tal el caso de Mariquita Sánchez de Thompson y su casa de Florida al 200, que poseía un novedoso sistema de tubos y canillas para conducir el agua desde los patios a las tinas11. Y si de iniciativas individuales se trata, vale la pena recordar 11 vilaseca, clara (Compil.). Cartas de Mariquita Sánchez. que, antes que los porteños tuviesen sus aguas corrientes, en 1856, Paul Doutre Biografía de una época. Buenos Aires. Ed. Peuser. 1952. realizaba las primeras instalaciones de cañerías y grifos en el Palacio San José del General Urquiza en Entre Ríos, que comprendían la cocina, la sala de baños y otros locales12. 12 macchi, manuel e. Palacio San José. Museo y Monumento Volviendo a la ciudad de Buenos Aires, al cumplir su primer medio Nacional. «Justo José de Urquiza». Buenos Aires. 1969. siglo de vida independiente, los cambios en su higiene y salubridad no habían sido considerables. Hacia 1854, cuando ya contaba con 85.000 habitantes, la Munici- palidad celebraba un contrato con la firma Bragge y Cía. para la instalación de un

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17. Aviso de apertura del Ferrocarril del Oeste, desde la Estación Parque hasta San José de Flores, 1857.

13 En Londres, por ejemplo, la servicio publico de distribución de agua, pero distintos problemas obligaron a que decisión de la Comisión Metro- politana de Alcantarillado de en 1857 se rescindiera. En estos años, la Comuna llamó a una licitación para pro- cegar los pozos ciegos y desagües al alcantarillado, para arrojar las veer de agua a 40.000 personas en un radio de 150 manzanas, pero tampoco la con- aguas negras al Támesis, provocó durante 1848-49 una epidemia de vocatoria resultó fructífera. cólera que causó 14.137 víctimas; reiterándose en 1853, con más de A la falta de concreción de éstas y otras propuestas, se agregaban las 10.000 muertes. Tras el proyecto del ingeniero Joseph Bazalguette limitaciones de las medidas adoptadas por los gobiernos, fruto de un naciente y de alcantarillado cerrado, inau- gurado en 1865, progresivamente rudimentario higienismo. En su formulación, las disposiciones continuaban pre- el Támesis dejó de ser una cloaca a cielo abierto y el cólera pudo ocupándose por alejar de la ciudad las industrias, mercados, cementerios y hospi- ser controlado. También en el continente europeo, el cólera tales, con la intención de alejar las «miasmas» («vapores u organismos malignos») había avanzado con rapidez en ciudades como Berlín en donde, que desprendían los cuerpos enfermos o ciertas sustancias en descomposición. Esta de los aproximadamente 145.000 habitantes, murieron casi 2.000. creencia generalizada, fundada en que la relación entre lo salubre y lo insalubre En 1832 llegó a París, ciudad que al igual que la capital alemana no derivaba del aire que se respiraba, también predominaba en el sanitarismo europeo, disponía de canalización de mate- rias fecales y las aguas sucias se hasta que alcanzaron difusión los descubrimientos de científicos como Louis vertían al Sena. Enfermaron cerca de 230.000 franceses, de Pasteur y su teoría microbiana de la enfermedad13. Algo que en el medio local los cuales 100.000 perecieron, 19.000 sólo en París. En el recién asumió real dimensión cuando, en la segunda mitad del siglo xix, concretada mismo año el cólera arribó a Estados Unidos. Continuamente la organización institucional del país, una serie de factores concurrentes permitie- se sucedieron nuevas epidemias: primero entre los años ron a la ciudad contar con su primer sistema de aguas corrientes. 1840 y 1861, con más de un millón de víctimas en Rusia; luego entre 1863 y 1875, así como entre 1881 y 1896. En: kohl, alejandro. Higienismo argen- tino. Historia de una utopía. Buenos Aires. Edit. Dunken. 2006. p. 28-29.

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18. Locomotora «La Porteña», la primera que circuló por estas tierras. Para su funcionamiento, y el de otras máquinas a vapor, fue indispensable contar con «agua dulce» que no dañara sus instalaciones, dando origen a un pequeño tendido de cañerías de aguas corrientes, el primero que tuvo la ciudad.

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CAPÍTULO 2 LAS PRIMERAS AGUAS CORRIENTES

-: Una década de contrastes. Tradición, epidemias y modernidad

En la década que marcó la llegada de la modernidad a estas tierras –insinuada años antes con la aparición del ferrocarril (1857) y el primer alumbrado a gas (1856)– se habilitarán las primeras aguas corrientes de Buenos Aires. Fue una época de tran- sición, en la que costumbres coloniales coexistieron con los avances de la era indus- trial y en la que se produjeron graves epidemias. Es que la ciudad seguía abaste- ciéndose con el agua que vendían aguateros en toneles repletos de gérmenes, sólo algunas casas tenían aljibes y muchas pozos de balde con agua de una primera napa, a menudo contaminada por las letrinas. En 1858 se había declarado la fiebre amarilla en un barrio de la ciudad, trasladándose los enfermos a la quinta de Lezama en San Telmo, donde se improvisó un lazareto. La enfermedad se cobró 400 víctimas y provocó el éxodo de personas hacia distritos rurales1. A la viruela, escarlatina, sarampión, disentería, peste y difteria, 1 Los primeros brotes de cólera (1856) y de fiebre amarilla (1858), que habían provocado epidemias desde mucho tiempo atrás entre los porteños2, se coinciden con un incremento de la población, que según el sumaban el cólera y la fiebre amarilla, potenciadas por el aumento de la población y censo de 1855, ascendía a 71.438 habitantes. el creciente flujo de personas y cargas derivado de la incorporación del país a la divi- 2 besio moreno, nicolás. sión del mercado internacional, como país productor de materias primas. «Historia de las epidemias de Buenos Aires. Estudio demográ- En este contexto es cuando la higiene y el cuidado de la salud van fico estadístico». En: «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». cobrando cada vez mayor interés. Hecho que no solo se verifica en la prédica de los Año iii. Enero de 1939. n° 19. médicos locales –Rawson, Mallo, Coni, Wilde– influyendo en la política estatal, sino en las numerosas presentaciones de particulares para la provisión de agua de la ciu- dad. Entre ellas, no faltaron quienes prefirieron la utilización de aguas subterráneas, 3 rossell soler, pedro a. «La que podían ahorrar largas extensiones de cañerías. Tal el caso de los pozos artesianos, primera instalación de filtros en América. En Estados Unidos en y los trabajos iniciados en 1861 por D. A. Sourdeaux y D. R. Legoux para una per- 1872 – En en 1868». En: «Boletín de Obras Sanitarias foración artesiana, con el apoyo oficial del gobierno provincial, entonces en manos de la Nación». Buenos Aires. Año i. Diciembre de 1937. n° 6. de Bartolomé Mitre, quien en acto público dio el primer golpe de sonda3. p. 646.

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En p. 34 y 35: Una vista del espigón de madera que salía 1. Proyecto de provisión de agua presentado por el del centro de la Aduana Nueva o Aduana Taylor, en una ingeniero John Coghlan a la Municipalidad de Buenos litografía fechada en París, 1861. Inaugurada en 1857, la Aires en 1862, no ejecutado. Años más tarde, será la base Aduana fue el primer edificio público de gran volumen del encargado por el Gobierno de la Provincia de Buenos que tuvo la ciudad y también el primer relleno de enver- Aires a este profesional y se convertirá en el primer gadura realizado sobre terrenos ganados al río. El espigón sistema de aguas corrientes de la ciudad. se internaba unos 300 metros, y más tarde se acondi- cionó como muelle para pasajeros, compartiendo su uso con un servicio de zorras para las cargas. La Aduana fue demolida en 1894 para dar lugar a las obras de .

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2 y 3. Planos del proyecto del inge- niero Coghlan para la Casa de Máquinas a construir en Recoleta. Un severo lenguaje neoclásico, de difundido uso en la arquitectura industrial de la época. Referencias a la antigüedad que se repiten dentro, en las columnas con órdenes clásicos de la maquinaria a vapor. Fue el primer establecimiento de filtros de América, inaugurado en 1869.

2 Tampoco estuvieron ausentes los planes elaborados por profesionales extranjeros residentes en el país, como el presentado al Municipio en mayo de 1862 por el ingeniero irlandés John Coghlan, quien había arribado dos años atrás contratado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (Ver: John Coghlan y Murphy). Su proyecto estaba destinado a abastecer con 1.500.000 galones –6.810.000 litros– diarios de agua clarificada a la ciudad por medio de tres depósitos ubicados en la zona de Recoleta. El sistema cubriría un área de 340 manzanas, totalizando 55 millas –unos 88 kilómetros– de cañería, que incluía en su abastecimiento a merca- dos, mataderos, etc. Coghlan aclaró en su trabajo la necesidad de dejar en cada calle «llaves públicas» (grifos) donde conectar mangueras para lavar las casas o apagar incendios, y un tanque situado en lo más alto de la ciudad con capacidad de 60.000 galones –272.400 litros– para posibles contingencias. Sostenía que se lograría la presión necesaria para que el agua llegara al tercer piso de las casas ubi- cadas en la zona más elevada de la urbe. Su propósito era brindar «higiene y bien- estar a la población», y de ese modo lograr un «avanzado estado de civilización»4. 4«john coghlan. Biografía y Traducción del Primer Proyecto Pero, tanto esta propuesta, como otras presentaciones de particulares, no fueron de Provisión de Agua». En: «Saneamiento. Revista de Obras tenidas en cuenta por la Comuna. Sanitarias de la Nación». Año xxxiii. Abril – mayo – junio de En estos años, los relatos de Sepp, Mansilla y otros sobre las 1969. n° 214. p. 107. «bondades» del agua del Buenos Aires colonial, se encontraban en las antípodas del pensamiento de Coghlan y otros profesionales que impulsaban nuevos pro- yectos de abastecimiento. Entre ellos el ingeniero Julio Lacroze, quien hacia 1866 afirmaba: «El agua de aljibe se rejunta en azoteas que a causa de su poca 5 El ingeniero Lacroze respalda su informe en las estadísticas de declividad no pueden estar nunca bien limpias y son generalmente el receptáculo decesos ocurridos durante enero y febrero, como también en el de una porción de inmundicia, a más esa agua que permanece estancada tanto aumento de enfermedades por malas condiciones de higiene y tiempo (tres y cuatro meses) contrae todos los defectos de una mala agua: a causa vinculadas a la falta de agua buena y abundante (En: lacroze, julio. misma de esa larga estagnación se desarrollan en su seno vegetaciones y una por- Estudio sobre la distribución de agua en las ciudades. Estableci- ción de animales, cuyos despojos contribuyen a darle un mal gusto y un olor nau- miento de aguas corrientes. Buenos Aires. Imprenta del Mer- seabundo insoportable»5. curio. 1866).

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3 El 3 de noviembre de 1865 la Legislatura de Buenos Aires dictó la Ley Orgánica de las Municipalidades, que encomendaba a éstas en su sección de Higiene la desinfección del aire y el agua, la propagación de la vacuna, la adopción de pre- cauciones para cortar las pestes y la de acudir cuando sea necesario a los conoci- mientos científicos del Consejo de Higiene Pública. La Municipalidad de la Capital, de acuerdo con este nuevo régimen, se instaló el 5 de febrero de 1867. En esa oportunidad, el Ministro de Gobierno de la Provincia, Nicolás Avellaneda, le recomendó muy especialmente a la Comuna dotar de agua la ciudad. Pero, mientras continuaban las discusiones sobre los modos de provisión, en abril de ese año se produjo un brote de cólera que causó pánico en la población y que se reiteró al año siguiente. Todos clamaban por una acción municipal que no se percibía, por lo que el descontento popular fue cre- ciendo hasta que la gente se encaminó a las Salas Municipales para exigir la renuncia de los ediles. El 17 de diciembre, con una multitud reunida en la plaza, el Gobierno Provincial de Adolfo Alsina se hizo presente con sus ministros en las Salas del Municipio, originando un conflicto de poderes que determinó la renuncia de los municipales, más tarde retiradas. Una derivación directa de estos acontecimientos tuvo lugar el 23 de diciembre, cuando la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires dictó una Ley que autorizaba al Gobierno a adoptar todas las medidas que fueran necesarias para mejorar las condiciones higiénicas de la ciudad y le acordaba fondos, dentro de una partida de 10.000.000 de pesos. Esta ley puede considerarse el verdadero punto 6 candiotti, marcial r. de partida de las primitivas Obras de Aguas Corrientes de la ciudad6. Para llevar Obras Sanitarias de la Nación. Cincuentenario de las Obras de adelante estas mejoras el Legislativo Provincial –al igual que el Parlamento inglés la Capital Federal. Exposición sobre su desarrollo económico que nombró una comisión especial para las obras de saneamiento– creó la primera y financiero, 1868–1918. Buenos Aires. Est. Gráfico A. Comisión de Obras de Salubridad, presidida en su origen por Emilio Castro, y de Martino. 1918. actuando como Director Técnico el ingeniero John Coghlan.

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JOHN COGHLAN Y MURPHY (1824–1890)

El ingeniero John Coghlan y Murphy había nacido en Una vez aquí, desarrolló una intensa labor profesional 1824 en el Condado de Kerray, Irlanda. Sus padres fueron en obras ferroviarias, portuarias y de salubridad. Pro- John Coghlan O´Brien y Anastasia Murphy, y fue el yectó un puerto para Buenos Aires -que no se llevó a cuarto de una familia de cinco hijos. Se trasladó a Francia cabo-, los depósitos de Las Catalinas y exploró el Río a estudiar ingeniería civil y se graduó en la Escuela de Salado. Colaboró con el Ingeniero Wheelwright en la Artes y Manufacturas de París, en 1844. Luego regresó construcción del F. C. de Buenos Aires y Ensenada y par- a Irlanda para trabajar con John MacNeill y Charles ticipó en la construcción de numerosas líneas férreas (F. C. Vignoles, y durante seis años en el Board of Works. Rea- Primer Entrerriano, F. C. de Campana a Rosario, F. C. lizó trabajos en minería y tendidos ferroviarios en su país, Central de , etc.). Hombre de confianza del en España, Suecia y Prusia. gobierno argentino, fue consultor de importantes obras de ingeniería, desinteresado consejero de los primeros En agosto de 1858 el gobierno bonaerense había auto- ingenieros argentinos y socio fundador de la Sociedad rizado a invertir hasta 250.000 pesos fuertes en la con- Científica Argentina. tratación de un ingeniero para dirigir las obras públicas, principalmente las hidráulicas. Mariano Balcarce, repre- Autor del primer sistema de provisión de agua que tuvo sentante del Estado de Buenos Aires en Europa, a Buenos Aires, su trabajo sirvió de base al plan presen- pedido de Bartolomé Mitre seleccionó y contrató a John tado por el ingeniero John F. Bateman al Gobierno, Coghlan, recomendado por la firma Baring Brothers. aprobado en 1872. Arribó en 1859, con solo 35 años, y residió en la Argen- tina durante 30 años. Sus últimos trabajos en el país los realizó en la actividad ferroviaria, siendo presidente de las empresas del F.C. del Sud y del F.C. de Buenos Aires a Rosario.

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4. En la publicación «Mejoras de la Ciudad de Buenos Aires» (1869), aparece minuciosamente documentado por la Comisión de Aguas Corrientes –creada por el Gobierno de la Provincia en diciembre de 1867– el proyecto de Coghlan, quien además realiza un exhaustivo análisis del estado sanitario y la conformación topográfica y demográfica de la ciudad.

5. Firma del ingeniero John Coghlan, 1869.

Estaba casado con Margaret Coghlan, quien falleció en 1871 en Buenos Aires. Antes de su partida en 1887, recibió un álbum con más de 400 firmas de prestigio- sas personalidades del país, y «La Prensa» le dedico un editorial titulado «Don Juan Coghlan», donde se lee: «De él se puede decir con perfecta verdad, que amó este país y lo sirvió como es dable exigirlo y esperarlo de los patriotas más fervorosos y honrados que vieron la pri- mera luz bajo su cielo»1.

Falleció en Londres, el 14 de Septiembre de 1890.

1 Diario «La Prensa», mayo 17 de 1887.

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6 y 7. Réplica de la primera casa de Casa de Bombas de Recoleta proyec- tada por el ingeniero John Coghlan, levantada por Obras Sanitarias de la Nación, hoy existente en la Planta Potabilizadora de AySA en Palermo. Su exterior de líneas neoclásicas y las máquinas a vapor originales que alberga en su interior.

6 En un primer instante, la Comisión vaciló y consideró la posibilidad de obtener 7 El doctor Juan J. J. Kyle fue una de las figuras más importan- agua clarificada por filtración natural a través del terreno mediante zanjas excava- tes del pasado químico argen- tino. Nació en Stirling, Escocia, das en la costa; pero, los análisis practicados por el químico Juan J. J. Kyle 7, clara- en 1838, e hizo sus primeros estudios en Edimburgo. Poste- mente demostraron que resultaba más conveniente el agua natural del río, purifi- riormente fue jefe del laborato- rio químico de la Universidad cándola en filtros artificiales de arena. de Glasgow. Arribó primero a Uruguay por problemas de los Era evidente que el pulso de la acción gubernamental era dictado por saladeros y a partir de 1862 se radicó en Buenos Aires. Se alistó el curso de la epidemia. Decidida a realizar las obras a la brevedad, y desechando como farmacéutico del ejército en la Guerra del Paraguay, parti- iniciar gestiones para preparar un nuevo proyecto, la Comisión decidió adoptar el cipando en batallas. Se graduó de Farmacéutico en la Facultad presentado por el ingeniero Coghlan a la Comuna en 1862, ampliándolo en algunos de Medicina en 1872, naturali- zándose ciudadano argentino al aspectos y colocándolo bajo la dirección de este profesional. De inmediato –dos año siguiente. Profesor de quí- mica en el Colegio Industrial y días después de sancionada la citada ley– se enviaba a Inglaterra al ingeniero Guntz en la Facultad de Ciencias Exac- tas, Físicas y Naturales. En 1890 para adquirir todos los materiales y maquinarias que fuesen necesarias para la ins- fue nombrado Químico de la Inspección General de las Obras talación de las futuras aguas corrientes. de Salubridad. Publicó numero- sos trabajos sobre minería En aquellos años, los avances que brindaban las ciudades europeas y e hidrología, vinculándose a la Sociedad Científica Argentina norteamericanas en el campo del sanitarismo eran presentados por los higienistas y a la Sociedad Farmacéutica. En 1872 efectuó los primeros locales como modelos a imitar en la ciudad. De allí que no podía faltar en el trabajo análisis de las aguas del Río de la Plata, cuando se quería deter- de Coghlan la mención a las experiencias en las que había inspirado su proyecto, minar el lugar para emplazar la toma en el río. Falleció en 1922. particularmente las realizadas por ingenieros ingleses como Bazalgette, Ford, Ver: trelles, rogelio a. «Doctor Juan J. J. Kyle». En: Rawlinson y Bateman. Desde 1862 Coghlan había mantenido correspondencia con «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». Buenos Aires. Joseph Bazalgette, Jefe de las Obras Públicas de Londres y con H. C. Ford, y cono- Noviembre de 1944. n° 89. pp. 373–376. cía acabadamente las obras de saneamiento realizadas en esta capital desde 18598. 8 coghlan, john. Mejoras en la El lugar establecido para construir la planta de clarificación se Ciudad de Buenos Aires. Plan, informe y presupuesto del inge- encontraba en el barrio de la Recoleta, frente a la antigua quinta de Samuel Hale. niero Coghlan. Publicación Ofi- cial. Buenos Aires. Imprenta El predio tenía la forma de un cuadrilátero irregular, recostado sobre las vías del Buenos Aires.1869. F.C. del Norte de Buenos Aires, con un frente de 200 metros aproximadamente sobre el camino a Palermo, por unos 100 metros de fondo. Los servicios fueron proyectados para suministrar a la población una provisión diaria de 1.200.000 galones ingleses o sea 5.448.000 litros de agua del Río de la Plata. El sector de la ciudad a servir comprendía una extensión de

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7 9 Ibidem. P. 8. 960 cuadras con 480 manzanas, ocupadas por alrededor de 100.000 habitantes, cal- culándose una densidad de 31.000 habitantes por milla cuadrada. Estas verifica- ciones se habían realizado casa por casa, y permitieron corroborar que las densi- dades mayores se daban en la periferia, donde se alojaban los sectores más humildes, y no en el centro de la ciudad9. 10 El creador del después deno- Las obras generales de excavación en Recoleta se iniciaron en minado «filtro lento de arena» o «filtro inglés» fue el ingeniero febrero de 1868, y en abril del mismo año comenzó a llegar el material del exterior. James Simpson de la Chelsea & Lambeth Water Company, que Casi al mismo tiempo que se iniciaban las obras reaparecía el cólera morbus cau- comenzó a funcionar en 1829. Tenía un espesor de 2.05 metros, sando 1.300 muertes, entre ellas la del Vicepresidente Marcos Paz. con capas de 1.00 metros de grava, 0.15 metros de conchillas Los trabajos fueron inaugurados oficialmente el 20 de septiembre marinas; 0.30 metros de arena gruesa y la superior de 0.60 de 1868, con la colocación de la piedra fundamental. Y, exactamente un año des- metros de arena fina. El sistema dio un resultado excelente y fue pués de dictada la ley, se hacía el ensayo de las máquinas adquiridas en Inglaterra. adoptado por todas las compa- ñías de aguas inglesas cuando El arribo al país de otros elementos de las islas se retardó más de lo preciso y la ley de 1852 obligó a purificar toda el agua que se suministraba recién el 4 de abril de 1869, fue posible brindar al público el servicio de agua al público. En Estados Unidos las primeras iniciativas para puri- corriente y filtrada. ficar el agua datan de 1866 en Saint Louis, Missouri, aunque La inauguración oficial del primer sistema de agua filtrada tuvo no llegaron a concretarse. Del mismo año sería una instalación lugar entonces el siguiente 25 de mayo, coincidiendo con los actos celebratorios de filtración de agua del río Passaic en la ciudad de Newark, de la fiesta patria. Emilio Castro, ahora Gobernador de la Provincia, presidió el a través del terreno natural, reco- giéndola en dos estanques de acto, en compañía del Vicepresidente de la Nación, Adolfo Alsina. Según el inge- unos 100 metros de largo por 50 metros de ancho y 8 metros niero Rosell Soler, tal obra fue la primera instalación de filtros en América, prece- de profundidad, cavados a 60 metros de la orilla, que funciona- dida, cuarenta años antes, por similares instalaciones en Londres (1829) y adelan- ban como galerías filtrantes des- cubiertas. Recién en 1872 se tándose a las que tres años después serán construidas en Nueva York10. construye en la pequeña ciudad de Poughkeepsie, Nueva York, El sistema se iniciaba con dos caños de aspiración de hierro fundido la primera instalación de filtros artificiales, y poco después que se internaban en el Río frente a la Planta en Recoleta, como a 600 metros de se instalan otros análogos en Lowell, Columbus y Toledo. la orilla en las mareas altas. Por ellos se traía el agua a tres depósitos de decantación En: rossell soler, pedro a. «La primera instalación de filtros con una capacidad total de 4.500.000 galones (20.000 m3) con lo cual podía aten- en América. En Estados Unidos en 1872 – En Buenos Aires en derse el servicio de casi cuatro días. Luego, el agua pasaba por tres filtros lentos 1868». En: «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». Buenos con capacidad filtrante de 5.400 metros cúbicos por día. La Casa de Bombas, una Aires. Año i. Diciembre de 1937. n° 6. p. 645. pequeña construcción de estilo neoclásico, contaba con dos máquinas a vapor, con

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8. Frente al Camino a Palermo se estableció la Planta de Recoleta con su Casa de Máquinas y filtros. De aquí se enviaba agua clarificada a la red y a un Depósito en Plaza Lorea, la que era distribuida a través de surtidores públicos y después por prolongación de cañerías al interior de las casas. En la imagen, la soledad del paraje extramuros, próximo a la quinta de Samuel Hale.

calderas y demás implementos que permitían levantar el agua desde el Río a los depósitos de asiento, y del pozo de agua filtrada a la red de distribución y al Tanque Elevado que se ubicaría en la Plaza Lorea. Este depósito era una construcción totalmente de hierro, de 43 metros de alto y una capacidad de 2.700 metros cúbi- cos, que actuaría como regulador y reserva. (Ver: Hierro es Progreso). Las cañerías que partían de Recoleta impulsaban agua purificada a una red que abarcaba cerca de 177 cuadras, y en su recorrido se habían instalado surtidores públicos en todas las plazas y mercados, en las principales calles, cada cuatro cuadras, y en todos los hospitales y edificios públicos. Era una entrega limi- tada: comenzaba a las 7 de la mañana y se extendía hasta las 14 horas. Es que los contratistas ingleses no habían provisto a tiempo los materiales para terminar la erección de la torre tanque de la Plaza Lorea, hecho que perjudicó seriamente la regularidad del abastecimiento durante su año inaugural. Se libraba al servicio una longitud de cerca de 20.000 metros de cañe- rías conductoras de agua filtrada que no alcanzaba a servir al 8% de la población. Las obras de este primer servicio, no eran definitivas para la Comisión, pues ésta siguió considerando los proyectos para la instalación de cañerías distribuidoras por todas las calles para llevar el agua a las casas; proyecto que pocos años más tarde comenzó a ejecutarse conforme al plan preparado por el ingeniero John Bateman11. 11 rossell soler, pedro a. Op. cit. p. 647. El Buenos Aires de 1869 poco tenía que ver con la aldea de comien- zos del siglo xix. Cuatro vapores por mes la unían con Europa y recorrían sus calles las primeras líneas de tranvías a caballo. Por su parte, los resultados del Censo indi- caban que sufría un crecimiento que, sin ser vigoroso, preanunciaba el aluvión de décadas siguientes y en su población se incorporaban nuevas voces, idiomas y cos- tumbres de inmigrantes que bajaban de los barcos llegados de Europa. La población llegaba a los 187.346 habitantes, de los cuales casi la mitad eran extranjeros, y de estos 44.233 eran italianos y 14.609 españoles. Sobre 19.000 viviendas urbanas, 2.300 eran de madera o barro y paja. El avance demográfico hacía preveer que «…sin abundante provisión de agua, cloacas y desagües y con focos permanentes de gases

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9. La progresiva extensión de las aguas corrientes, fue desplazando los aguateros de las zonas servidas. Ante la prohibición de obtener agua del río, debían llenar sus toneles en los surtidores públicos instalados por el Gobierno, para lo cual debían obtener un permiso y la constancia de haber pagado un canon mensual.

10. El depósito de Plaza Lorea, a fines del siglo XIX. La casilla inferior era ocupada por un encargado de su funcionamiento que se comunicaba por telégrafo con la Planta Recoleta, ante posibles desbordes o carencia de presión en la red.

9 malsanos en cada casa y lodazales en cada calle, debe siquiera haber esperanza de que esta ciudad, por mayores esfuerzos que hagan sus habitantes y autoridades, se encuentre en condiciones de salubridad satisfactorias»12. 12 Mejoras en la Ciudad de Buenos Aires. Provisión de aguas, En 1870, de la población total sólo tenían servicio de agua 30.000 cloacas, desagües y adoquinado. Mensaje y proyecto del Poder personas. Era necesario crear los instrumentos legales que autorizaran las obras Ejecutivo, Informe de la Comi- sión Especial. Plan, informe para ampliar la provisión de agua e iniciar las de desagües pluviales, cloacales y ado- y presupuesto del ingeniero Coghlan. Contrato celebrado quinado de calles. El objetivo se cumplió con la sanción de la Ley del 24 de sep- por la Municipalidad. Planos pertenecientes al plan del inge- tiembre de 1870, que en su artículo 1° autorizaba a proveer a la ciudad de Buenos niero Coghlan. Publicación Oficial. Buenos Aires. Imprenta Aires de tales obras, las que deberían ser construidas bajo la dirección de una Comi- Buenos Aires. 1869. P. 10. sión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado, compuesta por cinco vecinos aptos por la ley para ejercer el cargo de Municipales, que serían nombrados por el Gobierno. La Comisión estaba autorizada a proyectar las obras, estudiar los pro- yectos y aceptar el que juzgase más ventajoso; adquirir los materiales y maquinarias por valiosos que fueren, y construir o hacer construir las obras. Hasta octubre de 1870 la administración del servicio de las aguas corrientes estuvo bajo la dirección del F. C. del Oeste, importante usuario y fuerte accionista del sistema. A partir de entonces, de acuerdo con lo dispuesto por la citada ley, pasó a manos de la nueva Comisión, integrada entonces por José Manuel Estrada, José Roque Pérez, Vicente E. Casares, Manuel A. Aguirre y Rufino Varela. A dos años de inaugurado el servicio, y cuando la ciudad aún no estaba recuperada de la hecatombe sanitaria que produjeron las epidemias de cólera de 1867 y 1868, otro flagelo, la fiebre amarilla, exigía ampliar el sistema. Y para ello, nuevamente se acudirá al saber de la ingeniería hidráulica británica, esta vez corporizada en otro ingeniero entonces de paso por estas tierras, John Frederick La Trobe Bateman.

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HIERRO ES PROGRESO

En el Buenos Aires de 1884 no era habitual encontrar Será esta la morada de algún solitario de nuevo cuño estructuras de hierro de cierto porte en paseos públi- que en vez de buscar un refugio en las selvas o en las cos, lugares entonces destinados al goce y contempla- montañas, como los de otro tiempo, se sirve de los ele- ción de los paseantes. Cuando las había, a menudo mentos de la industria moderna para vivir en el seno de despertaban sorpresa y admiración, tal como lo refleja las ciudades, y sin embargo, aislado de ellas, o mejor en una revista de la época un «sorprendido» cronista dicho, sobre ellas, más cerca del cielo que de la tierra? que ve el Depósito de Plaza Lorea como un verdadero monumento al progreso: Todas estas suposiciones y conjeturas asaltan la mente del viajero que ha salido como decimos, de los límites «Los que salen de los límites de su hogar en alguna pro- de su hogar allende el litoral argentino, y que no vincia del interior para visitar este pequeño París, al ver conoce, por consiguiente, las conquistas que hace la levantarse en el centro de la Plaza de Lorea, este inmenso civilización en obsequio del mayor bienestar social, ni armazón de hierro, se quedan sorprendidos e intrigados. las transformaciones que se operan en Buenos Aires, la vieja ciudad colonial. ¿Qué es? Un edificio, un monumento, un mirador para entretenimiento y solaz de los paseantes. Ese gigante de hierro es un depósito central de las aguas Esa escalerita que trepa caracoleando hasta la altura, corrientes. para terminar en esa especie de vivienda férrea hermé- En cierto modo, es exacto considerarlo un monumento. ticamente cerrada que se levanta a treinta y cinco Es un monumento del progreso material de Buenos Aires»1. metros de superficie del suelo, qué significa? 1 «Depósito de las Aguas Corrientes (Plaza Lorea)». En: «La Ilustración Argentina». Buenos Aires. 1884.

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11. El Tanque de Plaza Lorea, c. 1872. Para el Buenos Aires de la Gran Aldea, un «gigante» de hierro que desper- taba sorpresa y fascinación.

12 y 13. A la derecha, plano de la Plaza Lorea con la par- quización que tenía el Tanque en su parte inferior. Abajo, sector de la ciudad comprendido por las calles Potosí (Alsina), Ayacucho, Córdoba y Uruguay, que aparece en el Catastro elaborado por Pedro Beare entre 1860 y 1870. En el extremo superior izquierdo, se observa la Plaza Lorea donde se ubicó el Depósito proyectado por Coghlan.

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CAPÍTULO 3 EL PROYECTO DE BATEMAN PARA EL RADIO ANTIGUO

La fiebre amarilla

A poco más de un año de inauguradas las aguas corrientes, Buenos Aires fue sacudida por una nueva epidemia, esta vez de fiebre amarilla. Comenzó hacia el verano de 1870, pero el número de infectados no sobrepasó el centenar, y las autoridades no tomaron debida cuenta del aviso. Pero era la antesala de la que acontecerá en enero del año siguiente, considerada la más mortífera de la historia sanitaria argentina. Aquel verano fueron clausurados establecimientos educativos, bailes de disfraces y el gobierno de Domingo F. Sarmiento decretó un receso administra- tivo y parlamentario indefinido. Se paralizó la actividad económica y un tercio de los porteños –cerca de 62.000 habitantes– se trasladó a las afueras de la ciudad y a la campaña, éxodo que también emprendió el Presidente en ejercicio que se recluyó 1 El diario «La Prensa» del 21 de Marzo de 1871, decía: en la localidad de Mercedes, en un gesto que mereció severas críticas de la prensa1. «Hay ciertos rasgos de cobardía que dan la medida de lo que es El rebrote de «la plaga americana o vómito negro» llegado desde el un magistrado y de lo que podrá dar de sí en el alto ejercicio que Paraguay, encontró terreno fértil en una ciudad donde proliferaban todo tipo de le confiaron los pueblos». focos infecciosos, ensañándose particularmente con las barriadas del sur, donde continuaban su acción contaminante sobre el Riachuelo los saladeros de Barracas al Sur (Avellaneda). Uno de los factores que potenció el rebrote del flagelo fue la excep- cional cantidad de agua caída durante 1869 – 1870, que superó en un 300% la media anual. Por si esto no fuera suficiente, los espacios verdes eran pocos y casi sin vege- tación, y las inmundicias y residuos se utilizaban para nivelar terrenos y calles. Las aguas también afectaban las inhumaciones que se practicaban casi a ras del suelo, al no existir una reglamentación sobre el entierro de los fallecidos. Estos y otros factores se imputaron como causas de la epidemia. Pero estas circunstancias, al igual que la formación de pantanos y el calor intenso, en realidad fueron las que favorecieron la proliferación del mosquito, real responsable de la epidemia. Hasta abril de 1871 las víctimas habían llegado a unas 14.000 –la mitad niños– sobre una población estimada de 195.000 habitantes.

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En p. 50 y 51: Los trabajos en la Planta de Recoleta, 1. La sátira de «El Mosquito» –considerada la primera poco después de ser inaugurados, c. 1875. A la derecha, revista con humor político nacional– en la caricatura la Casa de Máquinas con su chimenea y muros a medio «Pílduras contra la epidemia», marzo de 1871. En la copa terminar. A la izquierda, la «Casa de los Ingenieros» pueden verse miembros de una Comisión Popular de y, detrás, la pequeña Casa de Bombas del sistema Salud Pública que actuaba en forma paralela a las auto- proyectado por el ingeniero John Coghlan años atrás. ridades municipales (José Roque Pérez (su Presidente), Lucio V. Mansilla, Héctor F. Varela, Manuel Argerich y Manuel Bilbao, entre otros). Algunos de ellos resultaron víctimas de la fiebre amarilla.

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2. Antigua Capilla de la Chacarita Vieja, a fines de 1880. 3. Los efectos dramáticos de la fiebre amarilla en Durante la fiebre amarilla de 1871 fue necesario construir una pintura de Juan Manuel Blanes, 1871. En ella, los cementerios, pues los existentes no eran suficientes. Para doctores José Roque Pérez y Manuel Argerich entran ello se destinó un terreno de 5 hectáreas conocidas como a una habitación de conventillo, donde una joven mujer la «Chacarita de los » que era visitado por los fallecida yace en el suelo, junto a un bebé que pugna por alumnos pupilos del Real Colegio de San Carlos. En aquel alimentarse de su pecho. El hecho parece haber ocurrido lugar, conocido como «Cementerio Viejo» o «La Chacarita en un conventillo de la calle Balcarce el 17 de marzo Vieja», se llegaron a realizar 564 inhumaciones en un de 1871, y la mujer italiana, que vivía sola con su hijo, solo día, hasta avanzada la noche. se llamaba Ana Bristiani.

Entonces convivían en Buenos Aires el Gobierno Nacional, presidido por Sarmiento, el de la Provincia de Buenos Aires, representado por Emilio Castro, y un gobierno municipal a cargo del edil Narciso Martínez de Hoz. Podría pensarse que tal superposición al menos garantizaba una presencia activa frente a la crisis, pero la convivencia conflictiva de estos poderes provocó el efecto inverso al deseado. Procurando ocupar la ausencia dejada por los poderes, unas 80.000 personas, movilizadas por el poeta Evaristo Carriego, acudieron a la Plaza de la Victoria –hoy – donde se decidió conformar frente a la emergencia una Comisión Popular, presidida por el Doctor Roque Pérez. Hospitales y laza- retos trabajaron a ritmo agotador, morían médicos y enfermeros, mientras se arbi- traban medidas desesperadas. Los ejemplos de altruismo se multiplicaban. En el mes de junio de 1871, la fiebre amarilla se alejó para siempre. Esta tragedia había logrado lo que leyes y decretos hasta entonces no conseguían: que las autoridades impulsaran un plan de saneamiento de mayor escala que el proyectado originariamente por el ingeniero Coghlan. Una medida que, de haberse adoptado antes, habría impedido en mucho la propagación de la enfermedad.

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Llega John F. Bateman

El 9 de diciembre de 1870, poco antes de que estallara la gran epidemia, arribaba a Buenos Aires el ingeniero inglés John Frederick La Trobe Bateman, quien había sido contratado el 17 de octubre de ese año por el Gobierno para preparar un proyecto de puerto para la Capital. Su presencia no era casual y se inscribía dentro del fenómeno de 2 El tema es analizado por Michael CHRIMES, en su trabajo: transferencia internacional de conocimientos, tecnologías y profesionales desde la British and Irish Civil Engineers in the Development of Argentina Inglaterra industrializada a estas tierras, entre 1820 y 1890. Si bien el éxodo de in the Nineteenth Century. Facultad de Arquitectura e ingenieros británicos a Europa, Estados Unidos, Asia, África y América Latina se Historia del Arte de la Univer- sidad de Cambridge. Según había iniciado tempranamente (recordar James Bevans, o el cartógrafo Pedro Chrimes, a excepción de la India (452) y Australia (232), Beare, por ejemplo), es en la segunda mitad del siglo XIX cuando se produce la la Argentina en 1890 era el país con mayor cantidad de inge- «diáspora» de contratistas e ingenieros, prácticamente en concordancia con el nieros británicos, respecto de los demás países donde poseía crecimiento de las inversiones británicas en el exterior, las oportunidades de nego- inversiones el comercio de ese origen: 118 profesionales. cios, y el progresivo endeudamiento de los gobiernos locales a través de emprés- 3 Sobre el proyecto de puerto de titos con la banca inglesa. Precisamente fue en las islas donde nació una nueva Bateman, señalaba el ingeniero Luis A. Huergo:«El acceso de los «raza» de ingenieros como Coghlan, Bateman y otros, a partir del impacto del ferrocarriles a los muelles era deficiente, dejaba grandes áreas nuevo mundo industrial, y de la evolución teórica y empírica de las escuelas de de terrenos insalubres, los depó- sitos de mercaderías eran simples ingeniería en el siglo XVIII2. galpones, el malecón exterior no tenía la resistencia adecuada, Una vez aquí, Bateman presentó los planos y el presupuesto global y, por sobre todo, porque estaba basado en la conservación de un de su propuesta portuaria pero, tanto este trabajo como otro sobre el Riachuelo, canal de dragado de 24 kilóme- tros de largo, que requería la su desembocadura y su limpieza, no fueron aceptados por el Gobierno3. Sin remoción de 7.000.000 de metros cúbicos de material. En 1871 embargo, otro encargo oficial compensará con creces estas fallidas propuestas. comenzaron los trabajos prelimi- nares, construyéndose un canal Aprovechando su permanencia, la Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y de ensayo, bajo la dirección del ingeniero Revy, y luego de Adoquinado –en adelante la Comisión– consultó a Bateman sobre la forma de Alfredo Moore, pero felizmente el proyecto no se aprobó, aunque salvar la insuficiencia que presentaba el sistema de provisión de agua de la ciudad. algunos de sus defectos se mantu- vieron en el que más tarde El 27 de diciembre de 1870 la Comisión –en representación del Gobierno– se realizó». En: ROSELL SOLER, Pedro. «El ingeniero Juan comenzó sus reuniones con el ingeniero inglés a fin de establecer las bases sobre Federico La Trobe Bateman». En: «Boletín de Obras Sanitarias las que debían proyectarse las Obras de Salubridad. Fue entonces cuando, el Presi- de la Nación». Buenos Aires. Año V. Febrero de 1941. N° 44. dente de la Comisión, Manuel Aguirre, expresó que «el Sr. Bateman según todos P. 129.

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4. Cuando John Frederick La Trobe Bateman (1810–1889) arribaba a fines de 1870 a Buenos Aires, venía precedido por una vasta experiencia en la construcción de una cadena de diques y embalses en la cuenca de Longdendale en su país, en su momento publicitados como la más grande del mundo, y sus trabajos comenzaban a expan- dirse internacionalmente, con encargos en España, Canadá, Turquía, Italia y Ceilán, entre otros.

5. Entre los distintos croquis de proyectos para el Puerto de Buenos Aires puede verse el elaborado por John F. Bateman. Su trabajo fue duramente criticado por el inge- niero Luis A. Huergo.

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los autores, es de las primeras autoridades en la materia» y que por ello se lo invi- taba «a practicar nuevos estudios y levantar planos más completos»4. (Ver: John 4 COMISIÓN DE AGUAS CORRIENTES, CLOACAS Frederick La Trobe Bateman) Y ADOQUINADO. Memoria sobre las Obras de Salubrificación El 14 de enero de 1871 se celebró un convenio según el cual Bateman de la Ciudad de Buenos Aires. Desde su iniciación hasta el año dirigiría los estudios y la preparación de proyectos completos de Provisión de 1875. Anexo: Memoria de la Comisión correspondiente al año Agua, Desagües, Cloacas y Empedrado de la ciudad, y también quedaría a cargo 1875. Buenos Aires. Imprenta del Mercurio. 1876. de la Dirección de los trabajos e Inspección de los materiales. Por este acuerdo, que tendría una duración de siete años, sus honorarios se fijaban en el 7% sobre el costo de las obras. Se le encomendaba además la inspección de la maquinaria y los materiales a enviar desde Inglaterra u otras naciones de Europa, de tal forma que ningún artículo fuera recibido por la Comisión sin su aprobación y certificado. Comprometía solo tres visitas personales durante la ejecución de las obras y, no pudiendo residir en Buenos Aires, se manejaría a través de una Oficina Técnica local a cargo de representantes, es decir, ingenieros residentes de confianza con quienes ya había compartido trabajos, tales como Alfred Moore, George Higgin, L. J. Lowe, y el sueco Carl Nyströmer. Salvo este último, los restantes estuvieron en la Argentina corto tiempo. Para ponerlo al tanto de los antecedentes sobre el tema, se le sumi- nistraron los estudios realizados por el ingeniero John Coghlan. El conocimiento 5 Alfred Moore había trabajado durante más de treinta años con que poseía Coghlan de la altimetría en el casco de la ciudad, de sus accidentes y John Bateman. Ya en la Exposi- ción Universal del Palacio del topografía en general, fue de primordial importancia al trabajo de Bateman, que Cristal (Londres, 1851), ambos ingenieros presentaron un bien puede considerarse una ampliación y desarrollo de su propuesta. Coghlan, al modelo de hidrante para extin- guir incendios y limpiar calles tanto de las negociaciones entre Bateman y el Gobierno, decidió presentar su («Hydrant or fire–cock»), consi- derado de utilidad en las grandes renuncia y se alejó de su cargo dos días después de celebrado el acuerdo. ciudades. En: ROYAL COMMISSION. Oficial Descriptived and En aquel verano, apenas partió Bateman, estalló la epidemia de Illustrated Catalogued of the Great Exhibition of the Works fiebre amarilla que, además de sus tremendos efectos, retrasó la llegada de su repre- of Industry of all Nations, 1851. London. Spicer Brothers, sentante, el ingeniero Alfred Moore5, hasta octubre de 1871, cuando arribó con Wholesale Stationers; W. Clowes ans sons, Printers. 1851. Vol. 2. los planos generales y un informe con el presupuesto aproximado de las obras. P. 652.

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6, 7 y 8. Contrato celebrado entre la Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado y John F. Bateman, para la dirección de los proyectos y las obras de provisión de agua, desagües y cloacas de Buenos Aires. En su lugar, firma su representante local, el ingeniero Alfred Moore.

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JOHN FREDERICK LA TROBE BATEMAN (1810–1889)

Autor del plan de salubridad para el Radio Antiguo1 de aprovechamiento de la cuenca de Longdendale. Desde la ciudad de Buenos Aires, también conocido como 1848 a 1877 Bateman diseñó y ejecutó los cinco prin- «Radio Bateman», John Frederick La Trobe Bateman cipales embalses de dicha cuenca; construyendo dos más nació el 30 de Mayo de 1810 en Baja Wyke, cerca de pequeños en Hollingworth (demolido) y Arnfield. Esta Halifax. Fue el hijo mayor de John Bateman y Mary cadena de embalses se encuentra todavía en uso hoy y Agnes La Trobe. Educado en las escuelas de Moravia en su momento fueron los más grandes que se cons- Ockbrook y Fairfield, más tarde se convirtió en aprendiz truían en el mundo y el primer plan importante de del Sr. Dunn, un inspector de obras local, y del ingeniero conservación del agua de Europa. En 1869, un año civil Oldham. En 1831 participó como inspector del antes de venir a nuestro país, asistía a la inauguración ingeniero Thomas Ashworth, constructor del embalse de del Canal de Suez representando la Royal Society of Civil Hurst, en Glossop, Derbyshire. Tres años más tarde se Engineers de Londres, sociedad que presidió durante inició con su propia firma como ingeniero civil y agri- 1877–78 y 1878–79. mensor en Manchester, residiendo en Pall Mall. En 1841 se casó con Anne Fairbairn. Con su posterior visita a Buenos Aires, y su contrata- ción como director de las obras de salubridad de la En 1846 fue llamado para asesorar en el abastecimiento Capital, su firma inició una relación laboral con el de agua de Manchester y Salford, presentando un gobierno argentino que se prolongó durante veinte proyecto para el suministro de agua potable a partir del años (1871–1891). 1 El Radio Antiguo estaba delimi- tado por las calles: Billinghurst, Bustamante, Sarmiento, Medrano, Castro Barros, Méjico, Boedo, Carlos Calvo, La Rioja, San Juan, Alberti, Caseros, Brasil, Paseo Colón y L. N. Alem.

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9 y 10. Residencia para operarios e ingenieros y depósitos, de líneas neoegipcias, en la Planta de Reco- leta, proyectada por el estudio de John F. Bateman, septiembre de 1872.

9 En 1874 preparó los planes de provisión de agua para Nápoles, Costantinopla y Colombo, entonces capital de Ceilán. También realizó trabajos en España y Canadá. Entre sus obras de salubridad más importantes, se pueden citar los sistemas para: Warrington, Oldham, Ashton, Blackburn, Stockdale, Halifax, Dewsbury, St. Helens, Belfast, Dublín, Newcastle–en–Tyne, Chorley, Bolton, Darwen, Macclesfield, Chester, Gloucester, Aberdare, Perth, Forfar, Wolverhampton, Valle de Colne, Marsden, y Cheltenham.

En 1888 tomó como socios a su yerno Richard Clere Parsons, y a su hijo, La Trobe Bateman. Cuando, Bateman murió en Farnham, Surrey, el 10 de Junio de 1889, a los 79 años, esta sociedad continuó a cargo de su estudio.

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11. Uno de los primeros dibujos presentado por el estudio de John F. Bateman del sistema de provisión de agua para Buenos Aires; a través de su representante local, el inge- niero George Higgin, septiembre de 1871. Las siluetas de las construcciones en Recoleta muestran las primeras instalaciones del sistema ideado por John Coghlan, y las ampliaciones proyectadas por el estudio de Bateman. En la zona de Retiro, nótese la ubicación de la fábrica de gas que entonces alimentaba el alumbrado eléctrico, y en el área de la actual Plaza San Martín, la Plaza de Marte y los Cuarteles del Retiro.

El análisis y evaluación de la documentación llevó mucho tiempo, pues pasó a 6 COMISIÓN DE AGUAS CORRIENTES, CLOACAS Y consideración de la Comisión y de diversas instituciones, de profesionales y de la ADOQUINADO. Memoria sobre las Obras de Salubrificación misma Legislatura. Un año más tarde, el 19 de noviembre de 1872, se aceptaron de la Ciudad de Buenos Aires. Desde su iniciación hasta el año definitivamente «los planos del Ingeniero Bateman con las modificaciones que la 1875. Op. cit. experiencia podía sugerir durante la ejecución»6. 7 George Higgin Winfield estuvo vinculado con Bateman en Las dos cuestiones principales debatidas de su trabajo fueron el trabajos de irrigación de tierras en España. A partir de 1863, la destino de los líquidos cloacales y la ubicación del punto de captación en el Río compañía «New Mallorca Land Co.» deseca –por medio de de la Plata para la provisión de agua. Respecto de esta última, el punto elegido fue bombas hidráulicas– una gran zona húmeda del norte de frente al pueblo de Belgrano, a unos 850 metros de la ribera, y sobre la corriente Mallorca, para cultivo, junto con apertura de canales y otras llamada de «El Capitán». En cuanto al destino de los líquidos cloacales, la idea obras, en las que trabajaron cerca de 1.500 hombres. Bateman largamente discutida de destinarlos a la irrigación fue al fin desechada. Recién en y William Hope eran los propie- tarios de esta firma que habían 1878, la Comisión resolvió –de acuerdo con los estudios de los ingenieros George adquirido en 1862 a Figueres Porret, William Parkington Hunt Higgin7 –representante de Bateman en Buenos Aires– y Luis Silveyra8– que los y George Higgin Wynfield. Bateman luego acabó siendo el líquidos cloacales fueran arrojados al Río de la Plata, previo tratamiento en una único propietario de un proyecto que fue un fracaso y que en 1886 planta ubicada al otro lado del pueblo de Quilmes en Puente Chico (hoy Estación donó a su hijo Lee Latrobe Bateman. Elevadora de Líquidos Cloacales Wilde)9. Sobre trabajos de irrigación en España, Higgin es autor de: El proyecto de Bateman preveía la provisión de agua para una Institution of irrigation in Spain. Minutes of Proceedings of the población de 200.000 habitantes, a razón de 40 galones o sea 181 litros a cada habi- Institution of civil Engineers, vol. XXVII. 1864. (En: «Revista tante, lo que equivale a un surtido diario de 8.000 galones o sean 36.200 metros de Obras Públicas». Madrid. 29 de septiembre de 1904. N° 1514). cúbicos de agua. Recordemos que Buenos Aires hacia 1875 no alcanzaba los Higgin, también trabajó vincu- lado a empresas ferroviarias britá- 200.000 habitantes pero, en opinión del ingeniero George Higgin, no existían nicas como la del ferrocarril de Murcia a Granada, que se trans- dudas respecto a que la ciudad estaba «…llamada a ocupar una posición principal firió en 1887 a la compañía «The Great Southern of Spain Railway entre las ciudades del Nuevo Mundo, y en previsión de su aumento las obras están Cº Ltd», sociedad constituida en Londres dos años antes y que proyectadas de tal modo, que podrán ser fácilmente aumentadas hasta el punto de Higgin representaba en España.

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11 8 Luis Silveyra Olazábal (1849– Titular de la Facultad de Mate- de saneamiento del Radio Nuevo 1902) ingresó en 1865 al Depar- máticas. Más tarde, al nacionali- de la Capital Federal. Recién tamento de Ciencias Exactas de zarse la Universidad de Buenos en 1915 se habilitó la segunda la Universidad de Buenos Aires, Aires, pasó a ser Académico de cloaca máxima hasta Wilde, graduándose de ingeniero en la nueva Facultad de Ciencias y la intermedia, prevista por 1870. Intervino en las obras del Físico–Matemáticas. Fue Decano González para permitir desviar puerto de Buenos Aires, en la de la Facultad y Presidente de la los líquidos hacia esta última construcción de puentes en la Academia, durante 1883–1891 fue iniciada en 1916 y habilitada Provincia y en la instalación de y 1895–1899. al año siguiente. Otras mejoras servicios de agua en la Capital. importantes se produjeron Al crearse en 1875 el Departa- 9 Proyectada en 1882, sus obras a partir del proyecto de 1923 mento de Ingenieros de la comenzaron al año siguiente. Se del ingeniero Antonio Paitoví Provincia, se le designó Vocal habilitó parcialmente en 1889, (O.S.N.), para una población de de hidráulica y luego vocal año en que se enlazaron a la red 6 millones de habitantes (Buenos inspector de Ferrocarriles, las primeras cloacas domicilia- Aires y pueblos circundantes). Vicepresidente y Presidente. rias. Entonces, las instalaciones En 1939 se comenzaron los Fue perito de la Provincia en la debían servir para recibir los trabajos en la tercera cloaca demarcación de límites de la desagües cloacales de una pobla- máxima, de cuatro metros Capital, y en la fundación de ción de 500.000 habitantes, de diámetro. Hoy este conjunto La Plata. Hizo los estudios del extendida en una superficie de posee valores patrimoniales puerto de Quequén Grande, 3.000 hectáreas. Su funciona- destacables, tanto por sus atri- e intervino en el problema de miento debía ser por simple butos estético arquitectónicos, los desagües del sur bonaerense. gravitación, desde su origen como históricos y testimoniales, Fue socio fundador de la hasta «puente Chico», pero exce- y es un ejemplo destacado de Sociedad Científica Argentina dida pronto su capacidad debió la arquitectura industrial de fin (1872). En 1874 se crea la funcionar en algunos tramos por de siglo XIX emparentada con Facultad de Matemáticas y es conducto forzado. El creci- la tradición funcional inglesa nombrado en las cátedras de miento de la ciudad superó rápi- y la estética pintoresquista del Construcciones y de Mecánica damente estos cálculos: en 1908 mismo origen. Se trata de uno de Racional, incorporándose así a la llegó a 722.500 habitantes, año los primeros ejemplos en su tipo actividad docente que nunca en que el ingeniero Agustín en Latinoamérica, hoy moderni- abandonó. Fue Académico González presentó el proyecto zado y en funcionamiento.

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surtir a una población de 400.000 habitantes con 16.000.000 de galones diarios y 10 COMISIÓN DE AGUAS CORRIENTES, CLOACAS Y aún hasta con 20.000.000 si fuese necesario»10. ADOQUINADO. Memoria sobre las Obras de Salubrificación El agua que se captaba del Río de la Plata sería llevada por un Túnel de la Ciudad de Buenos Aires. Desde su iniciación hasta el de Toma hasta la Planta de Recoleta, enclave que se proyectaba ampliar y moder- año 1875. Op. cit. nizar. Luego llegaría a Depósitos de Asiento en los que se alojarían las materias en suspensión, para luego pasar a los Filtros debajo de los cuales se asentaría una cámara de reserva. Desde allí, sería distribuida a la ciudad por medio de Máquinas Impelentes ubicadas en una Casa de Máquinas, de mayores dimensiones y capa- cidad que la proyectada por Coghlan años atrás. Uno de los conductos principales saldría desde Recoleta hasta una manzana elevada donde se levantaría un Gran Depósito Distribuidor. Éste, al igual que en el caso del que existía en Plaza Lorea, actuaría como regulador del sistema, pero tendría una capacidad significativamente mayor. El sistema se completaba con una vasta red subterránea de caños maestros y distribuidores, para conectarse finalmente con las cañerías domiciliarias. Por otra parte, los desagües cloacales y pluviales conformaban una red de sistema «combinado», con canalizaciones comunes para el alejamiento de las aguas servidas y de lluvia hasta unas cámaras que las separaban en los casos que se producían lluvias intensas; de tal manera que los líquidos cloacales pasaban a 11 La Comisión había adquirido las cloacas interceptoras que entroncaban en una Cloaca Máxima hacia el sifón del la fábrica en Mayo de 1873 a su director, el señor Ramsay. Tenía Riachuelo y luego a Puente Chico, mientras que las aguas de lluvia desaguaban al hornos, máquinas a vapor, seca- deros, etc., y para abastecer la río por los conductos de tormenta, frente a la ciudad. formidable demanda de ladrillos se encargaron a Inglaterra nuevas Aprobado el proyecto, el Gobierno invirtió importantes sumas en la máquinas. Moore levantó los planos de los nuevos hornos tipo adquisición de mayores extensiones en Recoleta, nuevas maquinarias, materiales y Hoffman, y junto con éstos se construyeron viviendas para equipos en general. Para ello se constituyó en Londres una Comisión especial 120 operarios, depósitos de carbón, y rieles para los traslados asesora, compuesta por Manuel Aguirre, D. J. Fair, D. M. B. Sampson y el ingeniero internos. Se contrató al F. C. del Norte para el transporte hasta Bateman. Junto con la adquisición de las maquinarias necesarias, en 1873 también la antigua Estación Retiro y a la Estación Central, vecina a la se resolvió montar una fábrica de cemento –que tuvo corta vida– y adquirir una Casa de Gobierno. Ya en 1876 la fábrica producía anualmente fábrica de ladrillos en San Isidro, que se convertiría en principal proveedora de las más de 9.000.000 de ladrillos. Su terreno pasó de 130 a casi 400 obras de salubridad y de otros edificios públicos del Gobierno en aquellos años11. hectáreas en 1915.

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12. Plano esquemático del sistema proyectado por 13. Invitación a la inauguración de los trabajos John F. Bateman, con sus principales elementos: la torre de «Drenaje, Cloacas, Aguas Corrientes y Adoquinado de toma frente al Pueblo del Belgrano, el Túnel, de la Ciudad», que tuvo lugar el 15 de Mayo de 1874 el Establecimiento de Recoleta, la ubicación del Tanque en la Planta de Recoleta. En su diseño, denota la de Reserva («Service Reservoir»), y –dentro del servicio significación otorgada al agua y a las obras de salu- de cloacas– el conducto mayor hasta la Planta de Puente bridad, con referencias al trabajo fecundo, la energía Chico (hoy Wilde), 1896. a vapor, la ciencia, los desagües y, como motivo central: una fuente ornamental de hierro fundido, similar a las que entonces adquiría el Gobierno en Francia para los paseos públicos.

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14. En primer plano, las instalaciones de los depósitos de asiento y filtros lentos de la Planta Recoleta. Más atrás, la silueta de la Casa de Máquinas, con su chimenea aún en construcción, c.1880.

En febrero de 1873 se iniciaban oficialmente las obras del Plan Bateman, pero su 12 Juan Bautista Medici (1843– 1903). Nacido en Piamonte, ejecución efectiva comenzó en enero de 1874. A cargo de los trabajos quedó la Italia, trabajó en los ferrocarriles en Cagliari, Cerdeña, donde empresa de Newman, Médici y Cía., ganadora de la licitación12. Deberían quedar conoció al Ingeniero Newman, director de la empresa Simpson, terminados a los tres años de comenzados, pero pasará mucho tiempo para que que atendía los trabajos para la conducción de agua potable de esto suceda. esta ciudad y para una fábrica de gas. Invitado por Newman La piedra fundamental de la Planta Recoleta –que con los años se llegó al Uruguay en 1868 y como Ingeniero asistente ingresó transformaría en un conjunto industrial de 24 hectáreas de extensión– se colocó el a la empresa de Lanús y Lezica, quienes estaban preparando 15 de mayo de 1874. Al pie de la barranca se levantó un gran galpón de madera trabajos similares en Buenos Aires. Entre 1870 y 1871 cons- con mesas para unos mil invitados, labrándose un acta que fue suscripta por el truyó un establecimiento para fabricar gas. El Gobierno de Gobernador de la Provincia, Mariano Acosta, miembros de la Comisión de Salu- la Provincia contrató a Lanús y Lezica para las obras de salu- bridad y otros funcionarios. Acosta fue recibido por el representante de Bateman, bridad, trabajo que pusieron bajo la dirección de la firma el ingeniero Alfred Moore y por los contratistas los señores Downey y Gibson. Newman – Medici, pero el primero regresó a Inglaterra, por lo que la obra fue continuada por Medici entre 1871 y 1878. En 1870 emprendió el catastro parcelario de la ciudad de Buenos Aires, continuado luego por el Municipio. En sociedad con Newman entre 1874 y 1877 construyó el gran murallón de las Catalinas. En 1877 realizó el Teatro Politeama Argentino. Entre 1878–1880 llevó a cabo varios proyectos de ferrocarriles. Participó en las obras del Gran Depósito con el ingeniero uruguayo Francisco Lavalle. En la Provincia hizo para el Gobierno la nivelación y el sistema de provisión de agua de la nueva ciudad de La Plata. Entre 1888 y 1894 concluyó las obras de mejoramiento de Buenos Aires, a las que se agre- garon los trabajos de cloacas domiciliarias, suministro de manufacturas anexas y demás obras complementarias para la extracción del agua. Falleció en Buenos Aires en 1903. En: AAVV. Los italianos en la arqui- tectura argentina. Buenos Aires. CEDODAL. 2004. P. 204–205.

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15. Plano de la Planta Potabilizadora de Recoleta, marzo de 1873. Obras proyectadas por el estudio de Bateman (en rojo), con sectores para filtros, depósitos de decantación, casa de máquinas y residencias para el personal. La iniciación efectiva de estos trabajos se produjo en enero de 1874.

16. La primera Torre de Toma del sistema de provisión de agua proyec- tado por el estudio de Bateman, 1883. Estaba ubicada a 800 metros de la costa con una estructura que combi- naba el cemento armado y bloques de granito. Por fuera, mostraba una sobria arquitectura neoclásica, y estaba coronada con una torre de metal que sostenía una baliza a gas. En su interior, un cilindro de 3 metros de diámetro, ubicado por sobre 2,60 metros del nivel máximo de crecidas y 10 metros por debajo del lecho del río, canalizaba las aguas para su potabilización en la Planta Recoleta.

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17. La Casa de Bombas de la Planta Recoleta, ya ampliada con una segunda Casa anexa, de similares características, c. 1890. En su silueta, puede adivinarse el uso al que será destinada décadas más tarde cuando, tras ser desactivada, y modificada por el Arq. Alejandro Bustillo, sus espacios pasen a albergar las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurado en mayo de 1933.

El acta de pergamino fue colocada en una «caja de lata a la que algunos de los 13 VELA HUERGO, Julio. «Síntesis histórica de la acción presentes confiaron también algunas monedas de la época»13, depositaba para higiénica y urbana de Obras Sanitarias de la Nación, con recibir la piedra fundamental de la Casa de Bombas. El texto de la placa conme- especial referencia a la ciudad de Buenos Aires». En: Primer morativa decía: «Obras de salubrificación de la ciudad de Buenos Aires, iniciadas Congreso Argentino de Urba- nismo. Realizado en Buenos bajo el gobierno del Dr. Adolfo Alsina, empezadas por el gobierno de Don Emilio Aires los días 11 a 19 de Octubre de 1935. Buenos Aires. 1938. Castro y consumadas bajo el gobierno de Don Mariano Acosta, en virtud de las P. 62. leyes de las legislaturas de 1868, 1870 y 1872»14. El diario «La Prensa» criticó lo 14 Ibidem. P. 60. de «consumadas», porque aún no se había consumado obra alguna. En las obras trabajaron unas 7.000 personas, pero los avances fueron muy lentos. Hacia 1876 sólo una pequeña parte de la población disfrutaba el servicio directo de agua corriente. Muchos seguían abasteciéndose con el agua que 140 aguateros recogían en los 13 surtidores de la ciudad, todos a cargo de «soldados argentinos inválidos», cubriendo un área de unas 347 cuadras. En tanto que otros continuaban haciéndolo de los viejos aljibes, con pozos de balde o bien consu- 15 Cuando Bateman realiza su miendo el agua del río. plan Buenos Aires tenía 180.000 habitantes, y había considerado Tal el comienzo de esta nueva etapa de las obras de salubridad que entonces más que improbable que la ciudad pudiese superar pretendían proteger a la ciudad del pánico epidémico. Su ejecución no demandará los 400.000 en menos de 40 años. Pero en 1905, cuando se conside- tres años sino prácticamente tres décadas, al cabo de las cuales, salvados innume- raba concluido, este número se había duplicado holgadamente rables contratiempos e interrupciones, el plan ideado por Bateman para el Radio y hacia 1908 la urbe superaba su primer millón de habitantes. Antiguo fue concluido15. Dentro de lo acontecido en este dilatado período, en En: Obras Sanitarias de la Nación. 1912 – 1950. Origen adelante nos ocuparemos de uno de los principales componentes del sistema de y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Buenos provisión de agua: el Gran Depósito Distribuidor. Aires. AySA, 2007. P. 24.

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CAPÍTULO 4 EL GRAN DEPÓSITO DISTRIBUIDOR

Un depósito de apariencia vistosa, en un barrio a la moda

Desde su temprana formulación, el Plan de Provisión de Agua para Buenos Aires ideado por John Bateman había previsto la construcción de un Gran Depósito Distribuidor emplazado en una las partes más altas de la ciudad, a una altura que permitiera recibir, almacenar y distribuir por gravitación el agua que enviaban desde la Planta de Recoleta poderosas máquinas a vapor. Como señalamos ante- riormente, el Depósito –al igual que su predecesor, el Tanque de Plaza Lorea– actuaría como regulador del sistema de provisión, y se comenzaba a llenar cuando la red se encontraba totalmente colmada. A propósito de su ubicación, capacidad y aspecto exterior, seña- laba el ingeniero Richard Clere Parsons, integrante de la firma Bateman, Parsons & Bateman, en una conferencia ofrecida en el Instituto de Ingenieros Civiles de Londres (1896): «Como la ciudad de Buenos Aires es casi llana, no existe ninguna al- tura que pudo haberse aprovechado para la construcción de un depósito de material, o terraplenado, para la distribución del agua a la población, y por lo tanto se resolvió 1 Parsons, Richard Clere. Las Obras de Salubridad de la que habría de construirse un depósito destinado a ese objeto, dentro de la ciudad, Ciudad Buenos Aires. Cloacas, desagües, y provisión de agua. en el sitio más elevado posible, y que habría de establecerse a cierta altura arriba (Traducción de una Memoria leída ante el Instituto de Ingenie- del suelo. El punto elegido se halla en un barrio que se estaba poniendo muy a la ros Civiles de Londres, el 14 de Enero de 1896, bajo la presiden- moda, y que el gobierno estipuló que el exterior del depósito habría de ser de apa- cia de Sir Benjamin Baker, K.C.M.G., F.R.S., Presidente del riencia vistosa, y que estuviera en armonía con los edificios, tanto públicos como Instituto, y publicada con el permiso del Consejo directivo). privados, que se estaban construyendo activamente en las inmediaciones. Se resolvió Ed. Gilbert & Rivington, Limited. 1896. Nota: The Hon. Richard asimismo que el depósito habría de tener la capacidad suficiente para almacenar la Clere Parsons. Artium Magister, Socio de los Institutos de Inge- provisión de agua de un día, o sean 72.700.000 litros, y además que la planta baja nieros Civiles y Mecánicos de Londres y del de Ingenieros pudiera servir para algún fin de orden público»1. Civiles de París. La Comisión, en conocimiento que para su construcción era indis- pensable adquirir un terreno lo más cerca posible de la Planta Recoleta y con una cota de altura no menor a 22 metros sobre el nivel del Río de la Plata, comenzó la búsqueda de un predio que atendiera tanto a éstas como a otras premisas no menos importantes para el Gobierno. En efecto, también era necesario que se encontrara

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En p.70 y 71 La acuarela refleja claramente hasta qué 1. Primera altimetría de Buenos Aires, realizada en 1873 punto los revestimientos de vivos colores definieron la por el ingeniero «residente» Dawney. El trabajo de este singularísima identidad del Palacio de las Aguas Corrien- profesional británico, encomendado por la Comisión de tes. Una arquitectura exuberante, concebida para desta- Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado, será de utilidad carse y llamar la atención a través de su policromía al estudio de John Bateman, entonces a cargo de la constructiva y su escala monumental. Dibujo de Alfonso Dirección de las Obras de Salubridad. Pugliese, agosto de 1935.

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2. Catastro de la ciudad realizado por Pedro Beare entre 1860 y 1870. En este sector del barrio de Balvanera pue- den verse: la manzana donde más tarde se levantará el Gran Depósito (extremo superior derecho), la pertene- ciente a la Iglesia y Colegio del Salvador y, en donde hoy se encuentra el Colegio De La Salle, el edificio del anti- guo Hogar y Hospital Irlandés, con su capilla.

en la parte más céntrica de la ciudad, para favorecer el lucimiento de sus caracterís- ticas arquitectónicas y para conseguir un mayor resarcimiento de la considerable inversión que demandaría, instalando diferentes usos en la superficie libre bajo el depósito, que tendría una cuadra de largo y 12 metros de altura. Quedaba claro que desde un inicio las autoridades habían pensado en un edificio de escala monumental, con un carácter totalmente distinto al modesto tanque de de Plaza Lorea. Además de existir pocos predios en el centro de la ciudad que cum- plieran estas premisas, otros impedimentos fueron la falta de una ley de expropia- ción, los límites de altura y el precio excesivo de las parcelas. La Comisión tuvo 2 Comisión de Aguas Corrien- tes, Cloacas y Adoquinado. entonces que abandonar la idea inicial, pero su búsqueda no se prolongó dema- Memoria sobre las Obras de Sa- lubrificación de la Ciudad de siado2. La solución la encontrará en el propio Gobierno de la Provincia de Buenos Buenos Aires. Desde su iniciación hasta el año 1875. Anexo: Memo- Aires, que había decidido construir el Hospital General de Hombres (luego de ria de la Comisión correspon- diente al año 1875. Buenos Clínicas) adquiriendo en 1871 dos manzanas cercanas al centro de la ciudad, en el Aires. Imprenta del Mercurio. 1876. P. 25. barrio de Balvanera. Una de ellas era la delimitada por las calles Riobamba, Aya- 3 La manzana del Gran Depósito cucho, Paraguay y Córdoba, donde años más tarde se levantó la Escuela Normal medía: 114,079 metros sobre Riobamba, 115,524 metros sobre N° 1; y la otra, la comprendida por Riobamba, Ayacucho, Córdoba y Temple (hoy Córdoba, 115,178 metros sobre Ayacucho y 119,967 metros Viamonte), donde se ubica actualmente el Gran Depósito3. Cabe recordar que en sobre Viamonte. En: Aramburo, Manuel. «Antecedentes relativos esa fecha, la ciudad de Buenos Aires era capital de la Provincia y sede de su go- al terreno ocupado por el Gran Depósito de la calle Córdoba». bierno y que las autoridades que administraban la Comisión de Aguas Corrientes, En: «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». Buenos Aires. Cloacas y Adoquinados, dependían del Gobierno provincial. Año iii. Septiembre de 1939. N° 27. P. 339. En conocimiento de esta compra, la Comisión solicitó al Gobierno 4 La manzana adquirida por la la cesión de la manzana que por nivel reunía las condiciones fijadas, comprome- Comisión para permutarla por la que ocupa hoy el Depósito era tiéndose en un plazo breve a entregar otra ubicada en las inmediaciones4. Las la delimitada por las calles Para- guay, Junín, Córdoba y José A. gestiones realizadas en Marzo de 1873 con autoridades provinciales tuvieron Uriburu. Con la ley de federali- zación de 1880, tanto esta man- éxito y de inmediato la Comisión mandó a levantar los planos del depósito en zana como la correspondiente al Gran Depósito pasaron a juris- su manzana actual. dicción del Gobierno Nacional.

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Esta zona, conocida como «Balvanera Norte», era la menos edificada de Balvanera, un barrio del suburbio que ya hacia 1850 en su parte sur ––, presentaba una incipiente urbanización. Para 1872, las Avenidas Callao y Entre Ríos, marcaban un límite claro entre el área central de la ciudad más densificada y los suburbios y, dentro de estas zonas «extramuros», la comprendida entre las ca- lles Corrientes y Córdoba todavía tenía una edificación bastante dispersa. Pasará mucho tiempo antes de que los vecinos de Balvanera tengan noticias del Gran Depósito. Quince años, para ser más precisos. Un período sig- nado por las modificaciones, ajustes y dilaciones que fueron sufriendo sus distintos diseños, producto tanto de las variaciones en su programa, su arquitectura y su ingeniería, como de –principalmente– la inestabilidad política e institucional y las crisis económicas que afectaron al país entre 1872 y 1894.

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Los primeros diseños

A fines de 1872 se había aprobado el Plan sanitario general y un informe de cien páginas presentado un año antes por el estudio de Bateman, como señalamos en el capítulo anterior. Muy probablemente en este trabajo se encontraran los primeros esbozos del Gran Depósito, si tenemos en cuenta lo expresado por la Comisión poco después, respecto a un diseño presentado por dicho estudio. Se trataba de una construcción ubicada casi a flor de tierra, un emplazamiento que fue objetado por la Comisión ya que un depósito de tales características, al terminar su cons- trucción, no llenaría las necesidades derivadas del crecimiento de la población. Se resolvió entonces proyectar un tanque en altura que aseguraría mayor presión de distribución en la red5. 5 Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado. Memo- En respuesta a esta observación –elemental, por cierto– el estudio ria sobre las Obras de Salubrifi- cación de la Ciudad de Buenos de Bateman presentó a inicios de 1873 otra propuesta de depósito conformado por Aires. Desde su iniciación hasta el año 1875. Anexo: Memoria de grandes cisternas de hierro descansando sobre arquerías con pilares de ladrillos de la Comisión correspondiente al año 1875. Buenos Aires. Im- 12 metros de altura6. Diseño que, al año siguiente, incorporó divisiones internas prenta del Mercurio. 1876. P. 25. en sus cisternas. 6 Ibidem. En 1874, año en que se colocó la piedra fundamental de la Planta Recoleta, el país se encontraba en plena revolución y afectado por una crisis fi- nanciera internacional que había hecho caer los precios de sus exportaciones. Vai- venes que afectaron la marcha de las obras, pero no las aspiraciones depositadas en la construcción del Gran Depósito, como deja ver la Comisión en la Memoria de aquel año: «Esta obra, que no tendrá igual en el mundo por su magnitud, y cuya capacidad será suficiente para contener 16.000.000 de galones de agua, igual a 72.700.000 litros, aún está sin principiarse, por no haber sido terminados por com- pleto los planos y presupuestos. El agua contenida en este depósito tendrá de peso 71.421 toneladas y el fierro del estanque 7.000. Será construido en la manzana comprendida por las calles de Cór- doba y Temple (hoy Viamonte) por un lado y Ayacucho y Río Bamba por otro. Su parte inferior puede ser utilizada con grandes ventajas, para la fundación de un

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3. Dos meses antes que se llame a concurso en diciembre de 1886 en Londres la construcción y montaje de la es- tructura de hierro de los grandes tanques, todavía podían verse diseños alejados de la versión finalmente adoptada. Tal el caso del presente dibujo, sin patio central ni refe- rencia arquitectónica precisa de la envolvente exterior.

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mercado, cuartel, casa de baños o escuela de artes y oficios, pues tendrá capacidad bastante para un establecimiento cualquiera de esta naturaleza, pudiendo con su producido atenderse igualmente en parte, los gastos hechos en su construcción»7. 7 Ibidem. P. 96. En 1875, reemplazaba al ingeniero Moore otro colega inglés, George Higgin, quien como Director de las Obras nuevamente presentó planos y memo- rias del Gran Depósito y otras construcciones del Plan. Para Higgin, aunque Bue- nos Aires no alcanzara entonces los 200.000 habitantes: «…no hay duda de que está llamada a ocupar una posición principal entre las ciudades del Nuevo Mundo, y en previsión de su aumento las obras pro- yectadas de tal modo, podrán ser fácilmente aumentadas hasta el punto de surtir una población de 400.000 habitantes con 16.000.000 de galones diarios y aún hasta con 20.000.000 si fuese necesario»8. Una estimación que el tiempo se encargaría de 8 Ibidem. P.120. desmentir. No en lo atinente al fenomenal desarrollo demográfico y edilicio, sino en cuanto a la facilidad de expansión del sistema. Más adelante, se refiere al Depósito como una «gran torre de sur- tido», que tendrá forma circular: «…teniendo en su base un diámetro de 365 pies, o sean 111 metros. El área del edificio será de 11.626 yardas o sean 9.720 metros. Está proyectado para contener agua suficiente para el surtido de dos días, o sean 16.000.000 de galones. Esta será contenida en estanques de hierro batido, en tres alturas, estando el fondo del más bajo a 36 pies o sean 11 metros sobre el nivel del terreno, y la altura total del edificio será de 85 pies o sean 26 metros. El terreno es de lo más alto que hay dentro del municipio, y la altura adicional que tendrán los estanques permitirá que el agua domine toda la ciudad. El estanque más alto que será dedicado al surtido de las partes más elevadas de la ciudad, dará presión bastante para elevar el agua a los altos de cualquier casa.

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4. En página siguiente: Uno de los anteproyectos del 5. Extensión de la red de provisión de agua potable en Gran Depósito Distribuidor, con los baños de natación octubre de 1886. La zona central es la más favorecida, en su patio central. Exteriormente, las fachadas po- con ramificaciones hacia el Oeste por las calles Rivadavia, seen tres niveles de medias columnas y un detalle que y en menor medida, Córdoba e Independencia; mientras se asemeja a un frontis superior. En versiones poste- que hacia el Sur las vías preferidas son Montes de Oca y riores, además de reducirse las dimensiones del patio Lima hacia Constitución, donde se vinculan con el ramal central, se eliminarán los baños y se modificará la que por Caseros llegaba hasta el Matadero. En el norte trama estructural. de la ciudad, la Planta de Recoleta aparece como «Aguas Corrientes», y de ella parte un ramal hasta la antigua Penitenciería de Las Heras y Coronel Díaz.

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67 El peso del agua cuando los estanques están llenos será de 71.429 toneladas y el peso del hierro en los estanques unas 7.000 toneladas. Este será sostenido por una serie de bóvedas que arrancarán de pila- res de fábrica de ladrillo. El cubo total de obra de fábrica será próximamente 27.500 metros cúbicos, y el peso total de todo el edificio cuando los estanques están llenos será apro- ximadamente de 135.000 toneladas. La parte debajo de los estanques podrá ser dedicada a mercados, baños y otros objetos públicos. Tendrá cuatro entradas principales colocadas en las cuatro esquinas del edificio. El agua al salir de esta torre será distribuida por la ciudad por 5 caños maestros y otra serie de caños secundarios que sería fatigoso enumerar»9. 9 Ibidem. P. 123. Debido a la escasez de recursos, se proponía atender lo indispensa- ble y ejecutar parcialmente las obras, construyendo por el momento solo la planta inferior del Gran Depósito con su estanque, y dejando los pisos superiores para más adelante. El presupuesto estimado entonces –teniendo en cuenta estas econo- mías– era de $20.000.000 moneda corriente, dentro de un monto total de obras – 10 Ibidem. P. 126. Esta cifra, también ajustado– de $109.038.55310. tomando en consideración los gastos ya hechos, asciende a En octubre de 1876, la Oficina de Bateman presentaba a la Comisión bastante más que el presupuesto de Bateman en Septiembre de una serie de fotografías del anteproyecto del Gran Depósito, ahora de forma cua- 1873. La diferencia principal es que el hierro estaba a 8 libras drada, pero haciendo la salvedad que «…no se ha decidido todavía sobre si debe esterlinas la tonelada, y había aumentado a 12. En Septiembre construirse en forma cuadrada o circular y el presupuesto que acompaña el Docu- de 1876 Bateman elevó a más de 37.000.000 el presupuesto del mento N° 1, está basado sobre una construcción circular. Antes de concluir todos Depósito, de los cuales casi 21 eran exclusivamente para la obra los planos de detalle de esta obra que serán muchísimos, no se puede saber con per- de hierro. fecta exactitud su costo, pero el presupuesto que he incluido representa con bastante 11 Comisión de Aguas Corrien- exactitud lo que probablemente costará»11. tes, Cloacas y Adoquinado. Me- moria de la Comisión de Aguas Pero, cuadrado o circular, en aquel convulsionado contexto poco Corrientes, Cloacas y Adoqui- nado y Presupuestos Definitivos importaba. La situación de las finanzas no mejoró en 1876, por lo que la Comisión de las Obras de Salubridad. Año 1876. Buenos Aires. Imprenta de continuó la política de reducción de costos, esta vez llegando a suprimir en sus M. Biedma. 1877.

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6 y 7. La construcción de las redes de infraestructura en 8. Aspecto de la Casa de Máquinas del Establecimiento la ciudad demandó un esfuerzo fenomenal, teniendo en Recoleta a fines del siglo XIX. El funcionamiento pleno cuenta el crecimiento demográfico que experimentó la de esta Planta estuvo condicionado por la habilitación urbe en el último tercio del siglo XIX a partir del aporte del Gran Depósito, la estrechez de la cañería existente y migratorio europeo. Los vecinos decían haberse acostum- la lenta expansión de la red. Sin la resolución de estos brado al nuevo paisaje de montículos de tierra que se factores, la capacidad de sus nuevas máquinas impelentes aprecia en estas imágenes y que parecía reproducirse día (1883) se veía limitada en la provisión de agua y no a día, situación agravada durante las lluvias invernales podía brindar un servicio regular y permanente. debido al precario estado de calles y veredas.

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9. Las obras de salubridad en el centro de Buenos Aires hacia 1884, cuando todavía no había comenzado la construcción del Gran Depósito. Una ciudad de casas bajas, sin electricidad ni edificios en altura, como los que encontrará al ser inaugurado en 1894.

planes la construcción del Gran Depósito. Medida que también alcanzó a la terminación de las obras del distrito Boca Barracas. La Dirección de las Obras alertaba que la supresión del Depósito podría traer graves consecuencias pues «…siempre sería necesario hacer trabajar continuamente y sin descanso las máqui- nas para alimentar la provisión de agua, aumentándose con esto considerablemente los gastos de explotación y desmejorando el buen servicio por falta de un Tanque de agua en el centro de la ciudad»12. 12 Ibidem. Tras dejar su cargo en 1877, el ingeniero Higgin recomendaba a la Comisión el nombramiento como Director de las Obras en representación de Bateman, al ingeniero sueco Carlos Nyströmer: «…persona en quien tengo completa confianza, tanto por sus cono- cimientos científicos cuanto por su honorabilidad. El Sr. Nyströmer ha tenido a su cargo la construcción de los Edificios de Máquinas, y además ha sido el Ayudante principal de la oficina, está pues perfectamente enterado de todo. Es uno de los pri- meros que vinimos aquí al empezar las obras, hace ya unos 6 años»13. 13 Expedientes relativos a la construcción del Gran Depósito. Años antes, Nyströmer había realizado trabajos de ingeniería hidráu- Dirección Facultativa de las Obras de Salubridad. Legajo 16. lica con Bateman en Inglaterra, y arribó al país en 1872 para integrar la Oficina Téc- Año 1877. En: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA). nica de la firma inglesa, la que pasó a dirigir desde 1879 hasta 1888, cubriendo un período de más de 12 años. (Ver: Carl August Bernhard Nyströmer) En 1877 la intensa crisis financiera llevó a la completa paralización de las obras. Casi agotados los fondos, eran muy pocas las actividades que seguían su curso. Al año siguiente, la paralización siguió hasta noviembre, cuando una ley ordenó su prosecución, autorizando la contratación de un nuevo empréstito. Hacia 1878 había 4.891 casas provistas de agua corriente, mientras que al año siguiente el número ascendió a 5.006.

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CARL AUGUST BERNHARD NYSTRÖMER (1846–1913)

Carl Nyströmer había nacido el 6 de octubre de 1846 en como Director de las Obras entre 1879 y 1888, cuando Visby, en la isla de Gotland, Suecia, y era hijo de un al- se produce su renuncia como representante de Bateman, férez de marina. Una vez completados sus estudios se- Parsons & Bateman, por los motivos ya mencionados. cundarios en Estocolmo, en 1860 ingresó a la Escuela Nyströmer continuará vinculado a las obras de salubri- Superior Técnica, egresando como ingeniero civil en dad, pero representando al Gobierno argentino. 1866. Tras realizar una práctica en la construcción de un túnel para los ferrocarriles suecos, en 1867 se incor- En forma paralela a estas tareas, proyectó las obras de poró a la firma inglesa Thomas Hawksley & Co. de Lon- salubridad de la ciudad de Mendoza, y más tarde las dres, trabajando en las redes de aguas corrientes de de Córdoba, Santa Fe y Salta. Por otra parte, en la pro- Sheffield, Leeds, Nottingham y Rochdale. Su ingreso vincia de Buenos Aires proyectó y dirigió un ambicioso en 1870 al estudio de otro ingeniero inglés, John F. –y cuestionado– plan de desagües para solucionar las Bateman, definirá su destino laboral en estas tierras. catástrofes que producían las inundaciones, inaugu- Entre sus trabajos para esta firma se encuentran los de rado en 1913. la cuenca del Longdendale, Manchester, y los estudios para la conversión del lago Thirlem en fuente de provi- Nyströmer participaba en la Sociedad Científica Argen- sión auxiliar de aquellas obras. tina, era «miembro adscripto» de la Sociedad de Inge- nieros Civiles del país y se encontraba integrado al grupo Nyströmer estará entre los primeros profesionales que de ingenieros locales. En el terreno arquitectónico su es- arribaron a Buenos Aires en 1872 para integrar la Oficina tudio abarcó edificios como el Hospital de Alienados Técnica del estudio inglés en esta ciudad. Se desempeñó (1894) y su elegante residencia en Avenida Alvear.

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10 y 11. Firmas de Carlos Nyströmer en distintos momentos de su actuación profesional. Una de ellas representando al ingeniero John Bateman (1885) como director de las obras de salubridad; la otra, actuando para el Gobierno argentino, tiempo después de su renuncia del estudio inglés (1893).

Condecorado por la Corona sueca en 1894, también fue comisionado (concejal) de la ciudad de Buenos Aires durante 1905–06, actuando en las comisiones de Hi- giene y Seguridad. En 1913 legó a la Escuela Superior Técnica de Estocolmo, en la que se había formado, un

cuantioso fondo para otorgar becas para viajes de es- 10 tudio a jóvenes ingenieros. Fue un buen músico y, a fines del siglo XIX, su residencia en Av. Alvear era uno de los lugares de reunión de la colonia sueca en la urbe 1 Morosi, Julio Ángel. El aporte porteña. Falleció en Estocolmo el 24 de diciembre de de los técnicos suecos. De la presi- dencia de Sarmiento al Centena- 1913, cuando se aprestaba a regresar a Buenos Aires, rio. La Plata. Laboratorio de Investigaciones del Territorio y para atender los efectos de las graves inundaciones del Ambiente. Comisión de Inves- tigaciones Científicas de la Pro- sobre el territorio bonaerense1. vincia de Buenos Aires. 1998.

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12. La Escuela de Profesores N° 1, obra del arquitecto Ernesto Bunge, construida años antes al Gran Depósito (1881), en el barrio de Recoleta. Este magnífico edificio de líneas neogóticas, contribuyó a consolidar el carácter educativo de las actividades en la zona, ya presentes desde 1874 con el establecimiento de los jesuitas en el Colegio e Iglesia del Salvador, sobre Av. Callao. En las cercanías, otro colegio público de características monu- mentales se levantará poco después de la obra de Bunge, la Escuela Petronila Rodríguez (hoy Consejo Nacional de Educación), un palacio de estilo renacimiento alemán, obra del arquitecto Carlos Altgelt.

Por entonces, en la manzana del Gran Depósito no se registraba ninguna actividad, y presentaba un aspecto de abandono. Algo que quiso remediar el Municipio cuando en enero de 1880 reiteró a la Comisión una solicitud para construir el cer- cado perimetral y las veredas de la futura obra, pues los vecinos de la zona «…se apoyan en esto para no hacer el cercado de las suyas»14. A partir de la intimación, 14 benvedutti, higinio a. El Palacio de las Aguas Corrientes. comenzó la construcción de «una pared hecha a todo costo»15. Buenos Aires. 1982. Ejemplar mecanografiado del autor. En aquel año se produjo un hecho trascendente para la vida de la En: Biblioteca «Ing. Agustín González» (AySA). ciudad y de las obras de salubridad: por Ley del 21 de septiembre Buenos Aires 15 Expedientes relativos a la fue declarada Capital de la República. En el momento de su federalización, la urbe construcción del Gran Depósito. Municipalidad. Legajo 13. Año tenía una extensión de 4.485 hectáreas, 305.285 habitantes y sus obras de salubridad 1880. En: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA). a medio terminar. En diciembre, el Gobierno provincial ordenó a la Comisión la en- trega de las Obras de Salubridad al Ministerio del Interior, y se nombró la pri- mera Comisión Nacional, presidida por Eduardo Wilde y compuesta por Mariano Unzué, Manuel Aguirre, Wenceslao Posse, Benjamín Zorrilla, Antonio Devoto, Juan Aldao, Antonio H. Sala y Luis Andrade. Wilde analizaba de esta manera el estado de la provisión de agua: «…es tan grande como lo permite el poder de las máquinas. La po- blación se queja sin embargo y con razón, de la falta de ese elemento indispensable para la vida, y la Comisión, que aprecia la justicia de esa queja, se encuentra en la imposibilidad de remediar lo que el público llama un mal, sin pensar en que una mayor provisión, aumentando el caudal de agua que una vez contaminada iría a sepultarse indefinidamente en el suelo impermeable de las casas, aumentaría un elemento pernicioso que manda día y noche a las habitaciones los gérmenes de la 16 Vela Huergo, Julio. «Síntesis Histórica de la Acción enfermedad y la muerte. Higiénica y Urbana de Obras Sanitarias de la Nación con La Comisión habría podido poner en función las grandes máquinas especial referencia a la ciudad de Buenos Aires». En: Primer y suministrar más agua a la población, pero no contando con los medios de desalojar Congreso Argentino de Urba- nismo. Realizado en Buenos las aguas contaminadas, no ha querido hacer de Buenos Aires una ciudad hidrópica Aires los días 11 y 19 de Octubre de 1935. Buenos Aires. 1937. con líquidos envenenados16…» Tomo ii. P. 34.

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12 Al asumir, la Comisión Nacional sólo disponía de algunos conductos de desagüe y una red de provisión de agua muy precaria, pues apenas servía a 6.085 casas, cuando las solicitudes de servicios presentadas y no aceptadas eran más de 6.000. Pedidos que no se atendían por no poderse utilizar las grandes máquinas eleva- doras del Plan Bateman, debido a la falta del Gran Depósito y la reducida exten- sión de la red. Las obras se reiniciaron en 1881, pero sólo cobraron impulso tres años después. Mientras tanto, en el predio del Depósito se estaba construyendo el cerco perimetral y, frente a éste, cruzando la calle Córdoba ya en territorio de la Recoleta, se levantaba la Escuela de Profesoras N° 1, proyectada por el arquitecto argentino Ernesto Bunge (1874). En una de las cuadras siguientes se construía el Hospital General de Hombres, más conocido como Hospital de Clínicas (1879), y a mediados de la década de 1880 se levantará la Escuela Superior de Medicina y un Asilo de Maternidad. El carácter educativo de las actividades en esa zona tam- bién se extendía hacia Callao, donde hacia 1874 se habían establecido los jesuitas, que erigieron allí su iglesia y Colegio. Un entorno de arquitectura monumental que incorporará una pieza de excepción al levantarse el Gran Depósito. 17 Este club, uno de los primeros de «football» de nuestro país, Este impulso urbanizador sobre el achaparrado perfil de Balvanera, y seguramente tomó el nombre del «I Zingari Cricket Club», por el momento no alteraba la rutina deportiva de asociaciones como el «Zingari creado en Londres en 1845, to- davía vigente. Existe un homó- Cricket Club»17, que en noviembre de 1881 pedía autorización a la Comisión para nimo en Australia. Nota: Información gentileza del Sr. que sus socios pudieran hacer sus ejercicios en el terreno del Depósito18. Jorge Gallego. En agosto de 1881 la Comisión renovó el convenio con Bateman para 18 Expedientes relativos a la construcción del Gran Depósito. continuar con los proyectos y la dirección de las obras, y en enero del año siguiente Oficinas Públicas y Diversos. Legajo 4. Año 1881. En: Museo llamó a licitación las obras de Cloacas, Provisión de Agua, Conducto de Desagüe; del Agua y de la Historia Sanita- ria (AySA). menos las obras de Boca y Barracas y el Gran Depósito, a pesar de su importancia.

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Hacia el proyecto definitivo

Al año siguiente, en agosto de 1883, el estudio de Bateman sometía a la aprobación de la Comisión los planos generales del Depósito Distribuidor. En aquella ocasión no se había manifestado objeción alguna, pero tiempo después, la Comisión dirigió una nota a la Dirección de las Obras –a cargo del ingeniero Nyströmer– solicitando la eliminación de los baños de natación que se encontraban en la planta baja19. Esta 19 Informe del Director de las Obras (p/Bateman), Carlos modificación, como más adelante veremos, trajo como consecuencia la disminu- Nyströmer, a la Comisión. En: Comisión de las Obras de ción de las medidas del patio central, a la vez que incrementó la capacidad de los Salubridad. Memoria de la Comisión Directiva de las Obras tanques, modificando la distribución de la malla estructural de columnas. de Salubridad de la Capital, 1884. Buenos Aires. Imprenta Mientras los ajustes se prolongaban, la situación del abastecimiento de la Tribuna Nacional. 1886. P. 161. de agua en la ciudad continuaba siendo crítica. Las grandes Máquinas Impelentes habían comenzado a funcionar en Recoleta en diciembre de 1883, pero el aumento efectivo de agua sólo era aprovechado en parte por la población debido a que, entre otras causas, la estrechez de la cañería existente no admitía todo el caudal que las máquinas levantaban, y el abundante exceso se arrojaba al río por los conductos de tormenta. Para solucionar esto se colocó una línea de caños maestros de diá- metros mayores, que partiendo del Establecimiento Recoleta, donde se ligaban con las grandes máquinas, pasaban por el predio del futuro Gran Depósito de Rio- bamba y Ayacucho, terminando en la calle de Rivadavia esquina Libertad. De estos caños, a la altura de la calle Paraná en la Plaza Lorea, partía un ramal directo que permitía mantener constantemente lleno el Depósito allí ubicado, evitando desvíos. No obstante, la clave seguía siendo la pronta construcción del Gran Depósito, como explicaba el ingeniero Nyströmer: «En informes y memorias anteriores se ha hecho notar que el Depó- sito de servicio forma un complemento muy necesario para la provisión de agua, y permitirá el funcionamiento económico de las máquinas impelentes, mientras que por su gran capacidad proporcionará una provisión no interrumpida de agua a una presión constante, aún en circunstancias anormales como en los casos de incendio o cuando ocurriere cualquiera descompostura en las máquinas o en la cañería.

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13. La Planta de Recoleta del Plan Bateman a fines del siglo XIX, con los espejos de agua de los filtros lentos y la Casa de Bombas de John Coghlan en primer plano.

13 Es de desearse, pues, que la Comisión procure terminar esta para cuando estén con- cluidas las demás, o por lo menos, que esté lista una parte suficiente del mismo para conseguir parcialmente las ventajas indicadas, hasta tanto pueda completarse la construcción del depósito en su totalidad». Otro factor adverso era la antigüedad de las cañerías:«…si se tiene presente que las obras de que forman parte, solo fueron destinadas para dar abasto a las necesidades del Ferrocarril del Oeste y al vecindario; y que esto no obstante, se ha aumentado el número de servicios desde 800 en 1870, hasta unos 7.000 en 20 Ibidem. P. 296. la actualidad»20. Los planos generales con las modificaciones introducidas por la Comisión fueron recibidos en febrero de 1884. Este proyecto comprendía, además de los tres pisos de tanques de hierro superpuestos, una planta baja de 32 pies de alto (9,75 metros) hasta el piso del primer nivel de tanques, un patio central de 60 pies de lado (18,28 metros), y en el exterior de mampostería se decorarían «conve- nientemente los frontis con relación a lo monumental de la obra». Pero, como se ve, sin precisar las características de su arquitectura. La planta baja libre se destinaba a la instalación de «Bibliotecas, Museos, Archivos y demás Oficinas Públicas», y se fijaba un presupuesto de 21 Ibidem. P. 66. $2.020.863,60 pesos nacionales ó 400.965 libras21. Sobre las razones que justificaban su construcción, Nyströmer nuevamente señalaba: «Para asegurar a la población un servicio regular y permanente de agua es indispensable construir este trabajo de la manera proyectada. El sistema empleado en la actualidad de introducir el agua en las cañerías por la presión que le impulsan directamente las máquinas, es no solo inconveniente sino peligroso: pues se está expuesto a cada momento a que la cañería se destruya o que las máquinas se descompongan.

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14 y 15. Hasta tanto se habilitara el Gran Depósito de Av. Córdoba, hubo que practicar obras provisorias que mejoraran en lo posible el desem- peño del Tanque de Plaza Lorea. De allí que se proyectaron nuevos caños surtidores para aumentar de la provi- sión de agua, tal como lo evidencian estos tendidos desde la Planta Reco- leta y de su instalación en el citado Tanque, firmados por el director re- sidente de las obras de salubridad, el ingeniero Nyströmer, 1883.

14 El Gran Depósito recibirá el agua que le envíen las máquinas, a fin de proveer a la población de un modo constante, igual, seguro y suficiente, sin las intermi- tencias e interrupciones que exigen a cada paso el actual sistema. Además, es in- dispensable su construcción, días más o menos, puesto que el Gran Depósito forma parte integrante del Proyecto General de las Obras y sin él todo el sistema quedaría imperfecto»22. 22 Ibidem. P. 69. En octubre de 1884, cuando el agua llegaba sólo a 8.207 casas, una Ley autorizó a invertir la suma de $5.531.579,84 en la construcción de las obras del distrito Boca y Barracas, el Gran Depósito, el Techado de Filtros y la unión de las cloacas con los edificios. En junio de 1886, la Comisión expresaba al Ministro del Interior que aún no había elevado el proyecto del Gran Depósito entregado por Bateman en abril de 1885 por «…haberse encomendado al Ingeniero Director la modificación en los planos correspondientes a suprimir los baños públicos, que al iniciarse esta obra se pensaron establecer al pie de ella, y al cambio del revestimiento de los frentes del edi- ficio para lo que se ha resuelto emplear piedras y mármoles del país como más econó- mico en sustitución de terracota inglesa que fue la idea primitiva»23. 23 Comisión de las Obras de Salubridad. Memoria de la El testimonio resulta elocuente respecto a que hasta ese momento, no Comisión Directiva de las Obras de Salubridad de la Capital, se encontraba definida la apariencia exterior pues, mientras Bateman proponía un re- 1886. Buenos Aires. Imprenta de «La Tribuna Nacional». 1887. vestimiento total de terracota inglesa, la Comisión se inclinaba por la utilización de P. 239. mármoles nacionales, a su juicio más económico. Una divergencia que recién podrá zanjarse durante el gobierno que suceda al de Julio A. Roca, cuando Miguel Juárez Celman, otro autonomista, imprima un giro decisivo en esta divergencia. Pero antes de llegar a este punto, nos referiremos a otro componente primordial del Gran De- pósito, que entonces se hallaba en etapa de definiciones: la estructura de hierro.

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La estructura de hierro El proyecto inglés, el hierro belga

Resulta claro que sin la utilización de los adelantos derivados de la revolución industrial hubiese sido impensable contar con los sistemas de provisión de agua, cloacas y desagües pluviales que permitieron a las ciudades ir superando los efectos de las epidemias y las pobres condiciones de higiene de vastos sectores de la pobla- ción. Porque, si un papel protagónico jugaron los avances de la ciencia médica, tam- bién fueron esenciales a estas transformaciones elementos como las máquinas a vapor, ciclópeas estructuras de hierro, redes de cañerías de terracota vitrificada y de fundición, válvulas y grifos, herramientas, y un sinnúmero de piezas fabricadas en serie en los países industrializados, y exportadas a distintos continentes. La utilización de la gran estructura de hierro para el Gran Depósito se inscribe dentro de este fenómeno de importación de estructuras y edificios de hierro pre-fabricados desde Europa hacia América Latina que se produjo, princi- palmente, entre 1880 y 1910. Precisamente, una de las consecuencias de la revolu- ción que provocó el uso del hierro en la construcción fue que, a la inversa de lo que sucedía antes, con él los edificios podían ser fabricados en un lugar y montados en otro distante, con piezas numeradas, embaladas y embarcadas hacia los más apartados confines. Esto es lo que permitió a la industria europea –principalmente inglesa, francesa y belga– expandirse a otros mercados de Asia, África y América, donde existía demanda del nuevo material, en ocasiones no tanto por las exigencias de nuevos programas funcionales, sino por la seducción que ejercía como novedad misma y sus significados asociados al progreso y la modernidad. Por ejemplo, en- contramos construcciones totalmente metálicas de iglesias en Chile y Martinica; mercados, residencias y estaciones ferroviarias en Brasil; réplicas reducidas de la torre Eiffel en Cuba, Bolivia, Argentina; mercados en Venezuela y Haiti; palacios municipales en México; colegios en Costa Rica; etcétera24. 24 Gomes Da Silva, Geraldo. Aquitectura do Ferro no Brasil. En el caso del Gran Depósito, desde las primeras propuestas el hie- Brasil. Ed. Nobel. 1986 rro fue el material constitutivo de sus tanques. Tras las alternativas que reseñamos, a mediados de 1886 el estudio de Bateman había concluido el proyecto de los gran- des tanques y su estructura de sostén, y en octubre de ese año se publicaron en

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16. En octubre de 1886 se llamó a concurso en Londres la fabricación y montaje de la estructura de hierro fun- dido para el Gran Depósito, proyectada por el estudio del ingeniero John F. Bateman. Se trataba del primer paso importante hacia la concreción de la obra.

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17 y 18. Entre las 21 firmas que se presentaron al concurso de la estruc- tura de hierro, se encontraban las británicas James Goodwin & Co. y Victoria & Railway Iron Works. Las presentaciones se efectuaban ante el Ministro de la Legación Argentina en Gran Bretaña, Luis L. Domínguez.

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Londres los pliegos para concursar su ejecución. A la licitación realizada el 15 de diciembre en la capital británica se presentaron 21 propuestas de firmas europeas, procedentes de Gran Bretaña, Francia y Bélgica. El presupuesto elaborado por Bateman, encargado de calificar a cada una de las casas oferentes, había sido de 176.278 libras. Dentro de las pro- puestas se desestimaron 15 por poseer un monto superior al presupuesto oficial, algunas de ellas calificadas por Bateman como «Muy buena casa», «Casa desco- nocida» y «Usinas de poca importancia», por lo que la licitación quedó reducida a sólo 6 firmas, a saber25:

Cuadro I 25 Expedientes relativos a la Firma casa Valor de la Valor c/flete Valor c/flete Puerto de Calificación construcción del Gran Depósito. proponente propuesta s/Bateman26 s/Comisión entrega de Bateman República Argentina. Obras de Salubridad de la Capital. James Goodwin 127.652 £ 142.652 £ 147.126 £ Glasgow Trabajo ordinario. Archivo. Contratos – Propuestas Precio muy bajo y Convenios. Carpeta N° 3. Legajo N° 6. 1886 y 1887. Museo La Metallurgique 138.078 £ 153.078 £ 157.552 £ No legible Con cláusula del Agua (AySA). A. F. Snco 149.523 £ 164.523 £ 168.997 £ Liverpool Casa desconocida 26 Mientras que Bateman esti- mada el traslado de la estructura Arroll Brothers 154.885 £ 169.885 £ 174.359 £ Glasgow Casa de 1° orden en 15.000 £, la Comisión lo hacía en 19.474 £. Thames Irons Works 159.919 £ 174.919 £ 179.393 £ Londres Casa de 1° orden 27 El costo de la propuesta de Soc. Marcinelle27 170.102 £ -.- -.- Bs. As. Casa de 1° orden. la casa belga en Europa, sin flete, Recomendadísima era de 150.628 £. Presupuesto Bateman 176.278 £ 191.278 £ 195.752 £ -.- -.-

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19 De las seis compañías seleccionadas, 3 fueron rechazadas, resultando finalmente elegidas 2 firmas inglesas, «Arroll Brothers» y «Thames Irons Works», y una belga la «Societe Anonyme de Marcinelle et Coulliet», esta última calificada con mayor énfasis que las dos primeras, en la planilla de Bateman y en el informe elevado a la Comisión por su representante en Buenos Aires, R. E. Cranwell, 28 Expedientes relativos a la construcción del Gran Depósito. quien señalaba: «Para la presentación de esta propuesta se han combinado tres República Argentina. Obras de Salubridad de la Capital. Ar- fábricas de Amberes, así que puede ser considerada una propuesta muy seria y chivo. Contratos – Propuestas y Convenios. Carpeta N° 3. Legajo merece ser tomada en consideración»28. N° 6. 1886 y 1887. Museo del Agua (AySA). Mientras que «Arrol Brothers» y «Thames Iron Works» en sus pre- 29 En el artículo: «Obras de Sa- supuestos se comprometían a entregar la estructura en puertos de Inglaterra, el lubridad de la Capital. Depósito distribuidor de aguas. Observa- grupo belga incluía en su oferta el flete al puerto de Buenos Aires. Esta condición, ciones relativas a las rajaduras producidas en las bases de cuatro mas la meritoria calificación de Bateman, volcó la balanza a favor de esta última de sus pilares» (Revista: «La Ingeniería». Buenos Aires. empresa, que se encargaría de la fabricación, traslado y montaje de la estructura Noviembre de 1896. N° 16), se agradece especialmente las fotos en su lugar de destino. El contrato con «Marcinelle & Couillet», asociada con la y la información brindada por Mestreit quien: «…dirigió en «Societe Anonyme de Sclessin», de Lieja, y «Auguste Lecoq», de Hal, se estableció esta capital la colocación de los estanques y pilares del depósito en 170.102 libras, y fue firmado en Londres en junio de 1887. El representante del distribuidor». grupo belga en Buenos Aires, que supervisó el montaje de tanques y columnas, 30 Coulliet tuvo su origen en una pequeña ferrería a orillas fue el ingeniero de Artes y Manufacturas de Lieja, Gabriel Mestreit29. del río homónimo, en 1600. Du- rante el siglo xviii fue creciendo La Société Anonyme des Hauts Fourneaux, Usines, et Charbonnages hasta contar con fundición, máquinas para la fabricación de Marcinelle et Couillet se dedicaba a la construcción de grandes máquinas a vapor, de hojalata, altos hornos de pu- delaje, y –entre 1835 y 1846– en especial material de locomotoras y estructuras metálicas para estaciones de ferro- comenzó un fuerte proceso de expansión adquiriendo minas carril, y había participado con éxito en las Exposiciones Universales de París (1878), de carbón y otras instalaciones siderúrgicas. En 1848 comenzó Sydney (1879, «First Degree of Merit»), Amsterdam (1883, «Diplome D´Honneur»), la construcción de locomotoras para los ferrocarriles belgas, para y Anvers (1885, «Trois Diplomes D´Honneur et une Médaille D´Or»)30. México, y en 1863 para España. En 1870, se fusionó con la Frente al mayoritario universo de fundiciones inglesas puede resul- Société Anonyme des Hauts – Fourneaux, Mines et Charbon- tar un tanto sorpresiva la presencia de esta firma, aunque no lo suficiente, si se nages de Châtelineau y adquirió las sociedades carboneras de considera que Bélgica fue el primer país de Europa continental en industrializarse, Klopp y Rodange, en Luxem- burgo. En 1888 puso en marcha y que de sus altos hornos y usinas salían entonces productos hacia otros países de dos nuevas acerías y más tarde separó en dos sociedades sus ac- Europa y América. tividades mineras y siderúrgicas.

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19. La fundición Marcinelle et Coulliet obtuvo el concurso internacional para la estructura de hierro del Gran Depó- sito asociada a otras dos firmas bel- gas: la Sociedad Anónima de Sclessin, Lieja, y la de Auguste Lecoq, de Hal. En estos años, Bélgica experimentaba un fuerte desarrollo industrial que le permitía colocarse entre los países de mayor producción de carbón y de hierro en el mundo, respaldado por importantes establecimientos en la zona de la Valonia, vinculados a estas fundiciones.

20. La antigua fundición de Marcinelle et Couillet, fue creciendo en el siglo XVIII y experimentó un sostenido pro- ceso expansión durante el siglo siguiente, fusionándose con otras em- presas y poniendo en marcha nuevas acerías. Esta firma construyó entre 1849 y 1951 un total de 1.826 loco- motoras, para los ferrocarriles belgas, españoles y mexicanos.

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Terracota, sí. La versión final

En agosto de 1886 asumía como Presidente Miguel Juárez Celman, que llegaba al poder con el apoyo de su antecesor Julio A. Roca. Su gestión inauguraba un perí- odo de fuerte endeudamiento externo, euforia especulativa y corrupción, que lle- vará a la crisis moral y económica de 1890. Juárez Celman no sólo recibía un legado económico complicado, sino una salud pública comprometida por una epidemia de cólera (1886 –1887) que avivó las críticas al sistema sanitario y a las obras de salubridad. En sintonía con la política privatizadora del Gobierno, en septiem- 31 Samuel Hale nació en Boston bre de 1887 se sancionó la Ley que lo autorizaba a entregar la explotación de las en 1804 y llegó a estas tierras hacia 1830. Este empresario cola- obras de salubridad a un concesionario. Tras una fuerte oposición del Congreso y borador de Sarmiento, amasó una fortuna en Buenos Aires de la prensa, se procedió a la licitación a la que se presentaron 4 empresas, siendo y fue importante ganadero y ex- portador. Considerado uno de aceptada la de Samuel B. Hale31 y Cía. En junio de 1888 se celebró el contrato por los impulsores de la aplicación de adelantos técnicos para mejo- el arrendamiento y al año siguiente Samuel Hale transfirió el contrato a una So- rar la cría de ganado, se desem- peñó como Director del Banco ciedad Anónima formada en Londres: «The Buenos Aires Water Supply and de la Provincia de Buenos Aires y del Banco Comercial, ocu- Drainage Company Limited»32. El tiempo de ejecución de las obras se establecía pando la Vicepresidencia de la Sociedad Rural entre 1868 y 1870. en 3 años y su arrendamiento se preveía por el término de 39. Falleció en 1888. Su quinta en la Recoleta había albergado a las Al pasar las obras a la empresa arrendataria, el número de casas ser- maestras traídas por Sarmiento, y frente a ella es que se levantó vidas por la red de agua, que en 1880 era de 6.085, había alcanzado las 12.600, y en 1869 la primer Planta de Agua Clarificada que tuvo Bue- habitaban la ciudad más de 440.000 personas. El servicio abastecía sólo al 10% de nos Aires. la población, y urgía la pronta construcción del Depósito y la ampliación de la red. 32 El presidente del Directorio era Henry Grenfel, vocales: El proyecto del Gran Depósito, firmado por el Director de las George Drabble (Presidente del Bando de Londres y el Río de la Obras de Salubridad, el ingeniero Carlos Nyströmer, había sido aprobado por el Plata), R. Jenkinson (Director de la Cía. del Canal de Manchester), Gobierno en noviembre de 1887. Este proyecto, cumplía con lo dictaminado por el coronel Robert Baring, el Mayor Gral. Elphistone, C. H. la Comisión del gobierno roquista saliente: el zócalo de la fachada debía ser de Sanford y J. Coghlan, asociados con Pearson y Bower. El con- granito, el revestimiento hasta la altura del primer piso de mármol del país y el trato entre Hale y Baring Bross se firmó el 14 de noviembre de resto de piezas de terracota. Pero, a raíz de diferencias con el estudio inglés, des- 1888. En: Bordi de Ragucci, Olga. El agua privada en Bue- conociendo lo decidido por aquella Comisión, el Ministro Wilde –del Gobierno nos Aires, 1856 –1892. Negocio y fracaso. Buenos Aires. de Juárez Celman– pasó estos planos a la empresa arrendataria de las obras de Ed. Vinciguerra. 1997.

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21 y 22. Las piezas de terracota en su cara posterior po- seían ahuecamientos para facilitar su colocación sobre los muros de ladrillos. Se adherían con un mezcla cementicia y, además, en sus bordes tenían entrantes que permitían el correcto encastre entre las piezas.

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23. Una de las piezas de terracota inglesa esmaltada uti- lizadas en el revestimiento exterior del Gran Depósito. En el borde inferior de la pieza, a modo de sello rehundido en su espesor, se encuentra un código alfanumérico que permitía su ubicación sobre las fachadas.

salubridad, la «Buenos Aires Water Supply and Drainage Co. Ltd.», –de capitales 33 Según Olga Ragucci (Op. cit., 1997), desde principios de 1888 británicos– la que decidió apoyar la idea de Bateman de emplear sólo terracota en Bateman insistía en la modifica- ción de la parte exterior del Gran el revestimiento de las fachadas33. Depósito. Como ésta implicaba un aumento del presupuesto, Sobre los argumentos que justificaron esta decisión, el Ingeniero la Comisión pidió un informe al representante local de Bateman, Richard Clere Parsons, explicaba en 1896: el ingeniero Nyströmer, quien lo determinó en 12 mil libras, mien- «En la época en que se trató de la arquitectura de este edificio, y de tras que el presupuesto enviado por Bateman ascendía a 35 mil. los materiales que habrían de emplearse en su construcción, el Gobierno había in- El Ministro Wilde dejó la situa- ción en manos de la empresa vertido ya una gran suma en las obras de salubridad, la mayor parte de la cual se arrendataria, la que no encon- tró obstáculo para proceder al había gastado en la construcción de cloacas, y demás obras subterráneas, que no cambio. El Gobierno, por su parte, tampoco encontró reparos habían dejado constancia visible de la magnitud de la empresa. El Gobierno deseaba, en renovarle el contrato a Bateman, el 31 de Julio de 1888. por lo tanto, que este edificio sirviera de monumento para las obras, y además, que Nyströmer renunciaría a la Dirección de las Obras el 16 de los materiales del país se empleasen en la mayor proporción posible, y se impartieron Abril de ese año, muy posible- mente a raíz de este episodio. instrucciones a la oficina técnica del que esto escribe para la preparación de proyectos que llevasen a efecto estos propósitos, en cuanto fuera factible. En esa época se estaban explotando canteras de mármol en el Azul, que dista por el ferrocarril, unos 400 kilómetros de Buenos Aires, y se sugirió que este material podría emplearse en gran escala en esta obra. También podía conseguirse granito de excelente calidad, en la banda opuesta del río, y se estudió debidamente el empleo del mismo. Resultó, sin embargo, una vez formulados los proyectos y hechos los presupuestos, que no sólo sería muy costoso el empleo de esos materiales, sino también que su provisión daría lugar a demoras considerables en la ejecución de la obra. Sugirieron, por lo tanto, los ingenieros que las paredes del edificio se construyeran de ladrillos de máquina, y que toda la ornamentación externa se compusiese de terracota traída de Europa, pues de esa manera resultaría un ahorro importante de tiempo 34 Parsons, Richard Clere. Op. cit. y de dinero»34.

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23 No caben dudas sobre las intenciones de plasmar una obra monumental por parte de los sucesivos gobiernos, desde los primeros esbozos presentados por el estudio inglés. Pero sobre la justificación de costos y tiempos de traslados que hace Parsons, caben algunas consideraciones. Si la fuente de provisión hubiesen sido las canteras de Azul en la Provincia de Buenos Aires, la empresa del Ferrocarril del Sud había inaugurado su estación en esa localidad bonaerense en 1876 y poseía un servicio regular, que podría haber trasladado el material desde su punto de ex- tracción. Sobre la alternativa uruguaya, aunque no poseemos información de época, creemos que las tarifas de flete marítimo y el tiempo de traslado desde la vecina orilla tampoco hubiesen sido comparables con la importación de la terracota 35 Ferns, H. S. Gran Bretaña y la Argentina en el siglo xix. por barco desde Europa. Buenos Aires. Ed. Solar – Hachette. 1966. Se nos ocurre que las razones del cambio deben buscarse en los es- 36 Sobre el derroche económico trechos vínculos existentes entre la compañía arrendataria, miembros del gobierno que significó la construcción de Puerto Madero y también sobre juarista, el estudio de Bateman y las firmas proveedoras, y al enorme crecimiento su rápida obsolescencia, resultan esclarecedores los trabajos del que habían alcanzado entonces las inversiones británicas en la Argentina. Según Ingeniero A. Luis Huergo: Examen de la propuesta y pro- Ferns, en 1889 nuestro país absorbió el 50% de las inversiones de capital realizadas yecto del Puerto. Buenos Aires. Imp. Biedma. 1886.; El Puerto por este país en el exterior35. Piénsese, a modo de ejemplo, en las grandes empresas de Buenos Aires. Historia Téc- nica. Buenos Aires. Imp. Revista ferroviarias de ese origen, entonces en pleno expansionismo, y en las obras de Técnica. 1904; Puerto de Buenos Aires. Los dos canales de entrada Puerto Madero en ejecución por la empresa de Hawkshaw y Dobson; estas últimas de 10 kilómetros de longitud de un mismo punto, al mismo en más de un aspecto comparables a la intrincada madeja de intereses, poder polí- puerto. Buenos Aires. Imp. J. Peuser. 1898; y «El Puerto de tico y consideraciones financieras que caracterizaron las del Gran Depósito36. Buenos Aires. Memoria presen- tada al Instituto de Ingenieros Definidas la estructura de hierro interior y la apariencia exterior, Civiles de Londres por el Inge- niero James Murray Dobson». detendremos nuestra mirada en el proyecto general de arquitectura e ingeniería En: «Revista Técnica». Buenos Aires. 1900. del Gran Depósito.

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LA ARQUITECTURA PORTEÑA EN LOS AÑOS ´80

Así eran vistas las transformaciones que sufría la arqui- nieve, a consideraciones puramente estéticas. Puede de- tectura de Buenos Aires en la década de 1880, cuando cirse, que su uso ha sido introducido por arquitectos comenzaba a plasmar un nuevo paisaje urbano, cada vez franceses y alemanes, principalmente, los que han tra- más europeo y cosmopolita, por el Censo de la Capital tado así, de reproducir el tipo de construcciones moder- de 1904. En aquel decenio clave, a la vez que se conso- nas de París, Colonia, Berlín, Dresde y otras ciudades de lidaba la influencia francesa, nacían edificios marcada- su país (…) Últimamente se ha usado y hasta abusado mente eclécticos, que en sus formas amalgamaban del estilo de las épocas de Luis XIII y Luis XV (…) Es des- estilos de diversa procedencia, como el Gran Depósito. pués de 1880 que el engrandecimiento de esta ciudad adquiere todo su desarrollo, cuando la arquitectura de «…A principios de 1880 empezaron a generalizarse las los países, cuyos hijos han venido a colaborar en la vida casas de varios pisos, con una distribución más conve- y el progreso de los argentinos, ha levantado innumera- niente que la adoptada hasta entonces, y especialmente bles edificios y palacios que convierte rápidamente la an- en los últimos años se han construido infinidad de edi- tigua ciudad en la gran capital del Sud»1. ficios, diseminados por toda la ciudad, de proporciones monumentales, en su mayor parte de estilo Renaci- miento Italiano. Muchos de ellos están cubiertos con te- chos a la mansarde. La adopción de esta clase de techos, 1 Municipalidad De La Ciudad De Buenos Aires. Censo General que indudablemente da cierta esbeltez y elegancia a los de Población, Edificación, Comer- cio e Industrias de la Ciudad de edificios, ha respondido en esta ciudad, más que a razo- Buenos Aires, 1904. Buenos Aires. Compañía Sudamericana de Bille- nes técnicas, pues tenemos un clima donde jamás cae tes de Banco. 1906.

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24. Sobre los portales de acceso de los frentes principales sobre la Av. Córdoba y la calle Viamonte, se lee el año en que se iniciaron las obras del Gran Depósito, 1887.

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Un Palacio de Terracota e Hierro

En los quince años que transcurrieron entre 1872 y 1887, la primitiva idea del 37 A pesar de este cambio, la do- cumentación del proyecto apro- Gran Depósito con tanques circulares a flor de tierra, fue cambiando y co- bado en noviembre de 1887 –mármoles, granistos y terracota– brando forma hasta llegar a la resultante palaciega actual. Como vimos, la ela- fue la que se utilizó en el pliego de condiciones de la obra, exac- boración del proyecto sufrió diversas instancias, encontrándose definida la tamente un año más tarde. No así, los planos de las fachadas estructura de hierro por el estudio de Bateman en 1886, y la arquitectura exte- exteriores que guiaron la coloca- ción de las piezas de terracota, rior recién dos años más tarde, en 1888, cuando se aprobó la terracota como re- que fueron elaborados durante el desarrollo de las obras, con la vestimiento general37. participación de la firma provee- dora Royal Doulton y el estudio Examinada dentro del contexto local, la envergadura de la obra se Bateman, Parsons & Bateman. Así parece haber ocurrido si se encontraba a tono con las transformaciones edilicias que experimentaba la ciudad cotejan fechas, firmas, sellos y especificaciones de la documen- de Buenos Aires entre 1880 y 1890, determinadas en gran parte por su nuevo status tación técnica existente en el Archivo Histórico de Planos y de Capital de la República Argentina. Un status en el que la arquitectura como en el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA). Mien- disciplina jugó un rol fundamental y tuvo su expresión emblemática en la figura tras que los planos de la arqui- tectura exterior elaborados del «palacio». Este afán por «civilizar» su jurisdicción urbana, tuvo firme respaldo en Buenos Aires, se encuentran firmados por el Ingeniero Carlos en el Intendente Alvear y en la acción del Gobierno Nacional a través de Julio A. Nyströmer (p/Bateman), con el título general –«Mejoras en Roca y Juárez Celman, quienes desde sus respectivas gestiones procuraron plasmar Buenos Aires»– y especificacio- nes en español, sin mención la mayor cantidad de obras representativas del poder republicano. Es decir, según a las piezas de terracota; los per- tenecientes a la ubicación de las palabras del Presidente Roca,«…edificios dignos de la nación y de los representantes piezas, poseen fechas posterio- res, leyendas en inglés, con sellos de su soberanía»38. de la firma proveedora «Royal Doulton», y del estudio, El diseño arquitectónico exterior del Gran Depósito, el que luego del fallecimiento de John Bateman, es decir, «Bateman, plasmó la imagen de «Palacio», se debió a Olaf Petrus Boye, un arquitecto noruego Parsons & Bateman» . integrante de la Oficina de Bateman en Buenos Aires, que trabajó bajo la direc- 38 Mensaje del Presidente de la República Argentina Julio ción de otro profesional nórdico, el ingeniero sueco Carlos Nyströmer, repre- Argentino Roca al abrir las Se- siones del Congreso Nacional sentante local de dicha firma y Director de las Obras de Salubridad (Ver: Olaf en mayo de 1881 en la Ciudad de Buenos Aires. En: Julio Petrus Boye). Argentino Roca. Discursos – Escritos – Homenajes. En el pri- mer aniversario de su muerte. Buenos Aires. Edit. Círculo de Armas. 1943.

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25. Plano general del Gran Depósito, donde se aprecian: la 26. Fachada principal del Gran Depósito de Gravitación. malla estructural de 180 pilares con cuatro columnas de Promediando la década de 1880, la categoría de «Palacio», hierro cada uno, el patio central de 18.00 metros de lado, no sólo se otorgaba a grandes residencias sino también a y el perímetro murarlo de las cuatro fachadas. Los cuatro edificios de Correos, Justicia, Educación y Gobierno, entre círculos indican los grupos de 12 pilares que poseen co- otros programas edilicios. Aquella flamante Capital de la lumnas fijas en su base; mientras que las de los 33 pilares Nación, con la obra del Gran Depósito incorporará uno restantes de cada grupo son articuladas en su base, y más: el Palacio de las Aguas Corrientes, verdadero monu- todas se encuentran articuladas en su extremidad superior. mento del agua y la higiene pública.

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OLAF PETRUS BOYE (1864–1933) 1

Olaf Petrus Boye nació en el condado de Rogaland (hoy dios de reconocidos arquitectos locales como Juan A. Stavanger), Noruega, el 19 de agosto de 1864, y sus pa- Buschiazzo, Adolfo Büttner y Carlos Altgelt. Hacia 1887 dres fueron Ole Langfeld Boye y Andrine Mathea Tobrud. se incorporó a la Oficina Técnica del ingeniero inglés John Fue el tercero de seis hermanos: Barbra Christina, Agate F. Bateman en Buenos Aires, trabajo que desarrolló hasta Charlotte, Olaf Petrus, Andreas Langfeld, Johan Berger 1891, año en que regresó a su país. El director de dicha y Marina Abigail. Contrajo matrimonio con Anna Emilie Oficina, era otro profesional nórdico, el ingeniero sueco Levanger, con quien tuvo cuatro hijos; el primero de Carlos Nyströmer. El ingeniero Richard Clere Parsons ellos Ole Langfeld Basilio Boye, nació en Buenos Aires –de Bateman, Parsons & Bateman– en una conferencia el 14 de junio de 1890. Desde 1879 a 1882 estudió en en el Instituto de Ingenieros de Londres en 1896, adjudicó el Instituto Politécnico de Trondheim (Trondhjems a Boye el diseño exterior del Gran Depósito. Tekniske Læreanstalt), creado en 1870 a semejanza de institutos alemanes similares. Antes de graduarse, Una vez en Oslo, Boye estableció su propio estudio, co- trabajó como asistente del arquitecto Henrik Thrap menzando una intensa actividad profesional, proyectando Meyers en Cristiania (antigua denominación de Oslo), apartamentos de renta y villas residenciales en variedad participando en el diseño del complejo residencial de estilos (neorrenacimiento, neobarroco, pintoresquismo, Victoria en esta ciudad. Por sus croquis y dibujos de etc.), dentro del eclecticismo historicista vigente. Durante edificios históricos y ciudades, sabemos que en 1883 el decenio 1891–1901, su estudio fue uno de los más im- se encontraba en España. portantes de la capital noruega. Después de 1902 Boye fue disminuyendo su actividad en esa ciudad, y se esta- Dos años más tarde partió de su país, seguramente atraído bleció como arquitecto del municipio de Baerum, en las por las posibilidades de desarrollo profesional que ofrecía afueras de la capital, donde desempeñó diversos cargos y Buenos Aires, ciudad en la que permaneció hasta 1891. construyó varios edificios escolares. Falleció en Baerum, A poco de su llegada, Boye comenzó a trabajar en estu- el 22 de julio de 1933, a los 68 años.

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27. Olaf Boye firmaba como «ingeniero arquitecto», tal como se ve en el plano de una obra que estaba realizando en Buenos Aires en 1889.

28. Croquis y bosquejos realizados por Olaf Boye en Europa (c. 1883) antes de su viaje a la Argentina.

29. Olaf Boye y un proyecto de rascacielos, s/a.

30. Ole Langfelt Basilio Boye, el primer hijo, nacido en Buenos Aires, el 14 de junio de 1890.

31. Olaf P. Boye y su esposa, Anna Emilie Levanger, con quien tuvo cuatro hijos.

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30 31 1 Nuestro especial agradecimiento a Kirsten Boye Sætre, Marianne G. Boye y Petter Boye, por su valiosa colaboración para realizar la presente reseña.

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Boye proyectó la arquitectura del Gran Depósito dentro del eclecticismo histo- 39 El Eclecticismo arquitectónico era una tendencia artística que ricista39 entonces en auge en las principales capitales del mundo, esto es combi- mezclaba elementos de diferen- tes estilos y épocas de la historia nando diversos estilos históricos, emparentados formalmente con la arquitectura del arte y la arquitectura y que había comenzado a difundirse francesa del Segundo Imperio40 y ciertos modelos centroeuropeos como el anti- en Europa hacia 1860. El término ecléctico viene del verbo griego guo Palacio de Justicia de Amberes, Bélgica. Pero, más allá de esta consideración escoger, puesto que arquitectos –y artistas en general– escogerán estilística, resulta claro que fue la inclusión de terracotas en variedad de texturas, los estilos del pasado que más les interesen a sus nuevas com- colores y formas, lo que acentuó su exhuberancia ornamental y decorativa, y posiciones, de allí el término Historicismo. Mientras que la ar- otorgó al Palacio un carácter propio, típicamente victoriano. Esto es, una obra quitectura historicista se dedicó más a imitar las corrientes de la tan impresionante como útil, que sale de la media indiferenciada y despierta ad- antigüedad y no a incorporarles o combinarlas con características miración por su tamaño y particularmente por su «policromía constructiva». En de otras culturas o arquitecturas; la arquitectura ecléctica se empleó suma, una propuesta que rebosa exhibicionismo, otro rasgo común a la mayoría principalmente a la combinación de corrientes arquitectónicas de de los edificios victorianos, y que con el tiempo le otorgó al Gran Depósito su lugares y épocas diversas. Hacia finales del siglo xix, esta co- actual denominación de Palacio de las Aguas Corrientes. rriente tuvo particular difusión en Buenos Aires y en otras capi- Yendo al proyecto general, su partido y composición muestran una tales del mundo, adquiriendo mayor variedad y libertad en la planta cuadrada con cuatro fachadas de 90 metros de lado y 20 de altura, construida elección y combinación de las fuentes que utilizaba. en ladrillos y reforzada en sus esquinas por cuatro torres, con volúmenes leve- 40 Las transformaciones de París mente salientes. También se practicaron refuerzos en el centro de cada costado, durante el Segundo Imperio constituyen una serie de moder- con volúmenes en coincidencia son sus respectivos accesos; y además con contra- nizaciones vividas por la capital francesa de 1852 a 1870 y lleva- fuertes puestos a intervalos a lo largo de los muros, entre estos volúmenes y las das a cabo por Napoleón iii y el barón Haussmann. Las obras esquinas. Esta decisión estructural sirvió para jerarquizar las entradas con pilares francesas de este período tuvie- ron gran influencia en la arqui- y arcos rebajados, a la vez que en el acceso principal fue ubicada una cúpula central, tectura pública y privada porteña de fin de siglo xix y principios dominando el conjunto. Los espesores de las paredes perimetrales oscilan entre del xx. 1,80 metros en planta baja y 0,60 metros en el nivel del cornisamento41 superior. 41 Cornisamento: Conjunto de molduras horizontales que coro- Por dentro, donde estaba la estructura de hierro de los tanques de reserva, había nan una obra de arquitectura. Generalmente, el término «cor- un patio central cuadrado –en el medio de la manzana– de 18 metros de lado que nisa» se aplica en sentido lato a casi cualquier moldura horizon- servía de iluminación y ventilación a los distintos niveles de los reservorios. tal que constituya un rasgo deco- rativo mayor, especialmente a la moldura de unión del techo con las paredes.

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Como era habitual en edificios públicos de perímetro libre aislados en manzanas, su planta baja se encontraba sobreelevada –con escalinatas– para enfatizar su as- pecto monumental, rodeado de jardines, y delimitado por un parapeto de mam- postería con una reja de hierro fundido. Para el revestimiento se utilizaron 170.000 piezas cerámicas y 130.000 ladrillos vitrificados, adquiridos a la firma Royal Doulton & Co. de Londres, que subcontrató la loza esmaltada con la Burmantofts Company, de Leeds (Ver: Royal Doulton & Burmantofts). Esta última firma, se había espe- cializado en la fabricación de piezas vitrificadas aplicadas a la construcción. (Ver: La «terracotta»). Las piezas eran enviadas desde Gran Bretaña a Buenos Aires en barco, en cajas de madera, prolijamente identificadas a través de un sistema alfanu- mérico, que permitía –consultando los planos– su ubicación en las fachadas. Un verdadero modelo para armar, a gran escala y de alta precisión. Dentro de este uni- 42 Almohadillado: Aparejo de si- verso policromático, se incluyeron –a pedido del Gobierno– los escudos de las pro- llería (en nuestro caso, simulado por piezas de terracota) con las vincias , de la Nación y de la ciudad de Buenos Aires, el único gesto juntas labradas en bisel o rehun- dido para dar la sensación de decorativo vinculado al medio local. (Ver: Los Escudos). juntas anchas. Visualmente, si procuramos abstraernos de este festival ornamental, 43 El piano nobile (en español «piso noble») era el piso princi- veremos que el ordenamiento de las fachadas del Palacio no se aparta de los princi- pal de una gran residencia, usual- mente construido en alguno de pios de composición que regían la arquitectura académica de la época: cada una posee los estilos de la arquitectura re- nacentista clásica. Habitualmente un basamento o zócalo inferior con bloques de terracota de carácter rústico y pesado era el primer piso, ubicado sobre una planta baja de mampostería que simulan un almohadillado42, y por encima un piano nobile43 compuesto de cantera que contenía habita- ciones secundarias y de servicio. por pilares enmarcando los grandes aventanamientos verticales de arcos rebajados.

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32. Acceso principal del Gran Depó- sito sobre Av. Córdoba N° 1950. Se aprecia el volumen central saliente, con mansarda curva de pizarras y crestería de zinc ornamental en su remate superior.

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33. Una de las cuatro esquinas del Palacio, con su volumen levemente exento, coronado por una mansarda con zinguería ornamental. Las piezas de cerámica vitrificada se concentran en los pares de aberturas inferiores y en la buhardilla superior.

Estos pilares culminan, antes de llegar a la cornisa perimetral secundaria que los 44 Óculo: proviene del latín oculus (plural oculi) que significa ojo separan del segundo nivel, en pequeñas columnas enmarcando placas con moti- y designa en arquitectura a una abertura o ventanas de forma vos vegetales coloreados. En el segundo nivel, se alternan paños ciegos con pe- circular u ovalada. queños óculos44, con otros en los que aparecen delgadas aberturas, más como 45 Modillón: cada uno de los peque- ños bloques con que se adorna por la escenografía que como iluminación de ambientes, pues en ese nivel ya se encuen- parte inferior el vuelo de una cornisa. tran los tanques metálicos de reserva. A pesar de lo macizo, las delgadas buñas 46 Cariátide: Figura femenina que soporta un entablamento, horizontales, y la combinación de tonos claros de la cerámica esmaltada, otorgan y generalmente oficia como columna o pilastra. la esbeltez necesaria a un piso superior que culmina en escudos, flores, modillo- 47 La fundición escocesa de W. Mac nes45, y arquillos ubicados bajo el cornisamento principal. También, en este úl- Farlane & Co. fue una de las princi- pales firmas proveedoras de las em- timo nivel cobran mayor desarrollo ornamental los volúmenes esquineros presas ferroviarias inglesas en el país (puentes peatonales, estructuras salientes de los extremos y de la parte central de las cuatro fachadas. En semejante de cubiertas, cañerías de desagües, baños públicos, etc.) y para la cons- aluvión de formas, pasan casi inadvertidas las ocho cariátides46 de hierro fundido trucción en general, con variedad de rejas, fuentes ornamentales, kioskos ubicadas en las ventanas centrales, fabricadas por la firma escocesa de W. Mac de música en plazas, invernaderos, cañerías, etc. En Brasil, encontramos Farlane & Co. de Glasgow 47. edificios de hierro provistos por Mac Farlane, como el Mercado Mu- Por sobre las fachadas, se levantan empinadas mansardas48 con pi- nicipal de Manaos, el de Belém, el Teatro José de Alencar en Fortaleza zarras de Sedán, Francia, y bordeadas por cresterías49 de zinc culminando cada y variedad de kioskos de música, rejas, columnas ornamentales, faro- tramo. Por detrás de estas cubiertas, se encontraban los tanques de reserva del úl- les, etc. Ver: Texeira Da Costa, Cacilda. O Sonho e a Técnica. A timo nivel y las techumbres que cubrían los tanques en toda la manzana, compues- arquitetura de ferro no Brasil. Sao Paulo. Edit. Universidad de Sao tas por armaduras metálicas triangulares, chapa ondulada y tramos acristalados Paulo. 1994. que permitían su iluminación cenital. 48 Mansarda: Cubierta con vertien- tes quebradas, siendo la parte infe- rior más empinada que la superior. El nombre proviene del arquitecto francés Jules Hardouin Mansard (1598 –1666).

49 Crestería: Línea continua de ornamentos, a veces calados, que coronan una fachada o un tejado.

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LA «TERRACOTTA»

La palabra terracota viene del italiano terracotta, y ésta Hacia 1820 ya existían varias empresas dedicadas a este del latín, terra cocta. Generalmente es el nombre que se tipo de producción, entre ellas la de Doulton, una de las da a una arcilla fina modelada y endurecida al horno, más conocidas. Según Colin Cummings, a los fabricantes con la dureza suficiente para convertirla en material de les resultaba difícil realizar piezas de gran tamaño que construcción. Si bien su uso se remonta a la antigüedad, no se combaran durante el horneado, y los compromisos fue recién en los últimos decenios del siglo XIX cuando en las entregas con frecuencia no eran firmes. Un pro- en Gran Bretaña cobra mayor difusión, a la vez que se blema que, el mismo crecimiento de la producción y la amplían sus posibilidades de moldeo, con formas más necesidad de dar respuesta a la demanda, había que- complicadas y nuevos colores. Tempranamente, habían dado atrás en la década de 1870, que marca el floreci- sido utilizadas en Alemania por el arquitecto Karl Fre- miento de esta industria1. Detalles y ornamentos en derich Schinkel en 1824. La primera fabricación de te- terracota se utilizaron para el edificio del Victoria and rracota en gran escala en Gran Bretaña fue iniciada a Albert Museum (1859–71) y el Royal Albert Hall (1867– fines del siglo XVIII por la familia Coade, que dio al pro- 71). El arquitecto Alfred Waterhouse, uno de los pione- ducto su nombre. Así encontramos construcciones in- ros en el uso del material, las utiliza en el Ayuntamiento cluso en Estados Unidos, con este tipo de cerámica de Manchester (1853), para más tarde hacerlo a escala inglesa importada, como The Octagon House monumental en el Natural History Museum (1873–81) (1789/1800) diseñada por el arquitecto del Capitolio, de Londres, muy probablemente el primer edificio im- William Thornton. portante totalmente revestido –interna y externamente– en terracota azul y amarilla. Su autor, habría utilizado

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34, 35, 36 y 37. Piezas de terracota del Palacio de las Aguas Corrientes. Mensulillas con hojas estilizadas y demás elementos ornamentales elaborados con arcillas de excelente calidad y adecuado horneado.

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las terracotas para resistir mejor el clima contaminado de Londres, y también por su facilidad de moldeo para la envolvente ornamental y decorativa2.

El fuerte incremento de la construcción y la moda por este material hizo que surgieran empresas especializadas en fabricar losetas esmaltadas para decorar interiores y exteriores, como Milton, Maw, y la Burmantofts Company de Leeds, que se había especializado en ornamentos de «fayenza» vidriada para interiores. Circunstancia que ex- plica mejor la subcontratación que hizo la firma Doulton para la provisión de las piezas vitrificadas del Gran Depósito a la empresa de Leeds.

36 1 Cunningham, Colin. La cons- trucción en la época victoriana. Madrid, España. Ed. Akal. 1991.

2 Cunningham, Colin. The terracotta designs of Alfred Waterhouse. Londres. Ed. John Wiley & Sons. 2000.

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38 38. Sobre las entradas centrales de las cuatro fachadas, 39 y 40. Planos de detalles del «troquelado» o ensamble se disponen amplios aventanamientos de tres cuerpos de las piezas de terracota en diversos sectores de las fa- –uno central y dos laterales– ornamentadas con figuras chadas. Se trata de elementos numerados que configuran de hierro fundido (cariátides) fabricadas por la fundición los bordes de vanos y arcos de las carpinterías, semejando W. Macfarlane & Co. de Glasgow. dovelas y sillares cuidadosamente moldurados. La clave o dovela central del arco, presenta una pieza ornamental que evidencia la ductilidad de la terracota para adaptarse a los más elaborados diseños. Londres, 1891.

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41 41. En el segundo nivel las aberturas son óculos decora- 42 y 43. En el primer piso, las aberturas reducen su ta- dos. Estas pequeñas carpinterías correspondían al segundo maño e incorporan rejas de hierro fundido decoradas con piso de tanques de reserva y su limitada utilidad se com- motivos vegetales estilizados. Los arcos rebajados dejan pensaba por la iluminación cenital que proporcionaban paso a los de medio punto, y las proporciones se hacen en el interior las generosas superficies vidriadas de las más esbeltas, siempre manteniendo en sus bordes el color cubiertas. de los esmaltes que caracterizan a todas las aberturas ex- teriores. Tras las ventanas, se encontraba el primer piso de tanques de hierro.

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44. En la parte inferior de las fachadas, el revestimiento 45. Placas ornamentales esmaltadas, con motivos vegeta- de piezas de terracota simula la forma de robustos sillares les de vivos colores. La fabricación de las piezas vitrifica- de piedra, de acabado rústico el más bajo, y con diseños das fue subcontratada por la firma Doulton & Co. con la geométricos con «puntas de diamante» y fajas horizonta- Burmantofts de Leeds, Inglaterra, una compañía especiali- les alternando tonos y formas, en su parte superior. En la zada en este tipo de terracota. foto, la esquina de las calles Viamonte y Riobamba.

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46 y 47. Plano e imagen actual de la entrada sobre calle Riobamba. El volumen aterrazado saliente, con pilares avanzando y creando un porche semicubierto, además de jerarquizar y destacar el acceso, permitía reforzar en un punto crítico la resistencia de los elevados muros de ladri- llos de las fachadas, a modo de contrafuertes, ante posi- bles empujes laterales. Un recurso que se repetía de diversas maneras en los cuatro accesos del Palacio, y tam- bién en sus cuatro esquinas, a través de la disposición adoptaba por las torretas, apenas exentas.

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48. Vista actual de los frentes sobre las calle Viamonte y Ayacucho. Si bien ambas fachadas fueron proyectadas en forma similar a las de Av. Córdoba y Riobamba, respectiva- mente; durante el transcurso de las obras fue necesario efectuar en ellas modificaciones que permitieran la entrada de vehículos, como se ve en su configuración actual. Capitulo 4b_Layout 1 28/02/12 10:28 Page 125 Capitulo 4b_Layout 1 28/02/12 10:28 Page 126

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ROYAL DOULTON & BURMANTOFTS

Desde joven, John Doulton (1793–1873) había apren- En 1835, la reina Victoria le encargó producir purifica- dido el oficio de ceramista mientras trabajaba en Fulham dores de agua para la casa real, y, satisfecha con sus lo- Manufacturing Co. fundada en 1688. En 1815 se asoció gros, le confirió el honor del Real Crest a los purificadores con Martha Jones, que había heredado de su marido Doulton. En el mismo año, Sir Henry Doulton, el segundo una tienda de cerámica en Vauxhall Walk, Lambeth, al hijo de John Doulton, se incorporó al negocio impul- sur de Londres. Su capataz, John Watts también se sando avances tecnológicos e innovaciones para la pro- incorporó a la sociedad, y la empresa se convirtió en ducción de cerámica, e incluyendo una rueda de alfarero Jones, Watts y Doulton –y más tarde solo Doulton– a vapor, que puso el negocio por delante de su compe- realizando una gran variedad de piezas funcionales, tencia. Las epidemias de cólera en 1832 y 1864 acrecen- como tuberías y demás elementos sanitarios, y decora- taron la producción de tuberías para alcantarillados y tivos destinados a los sectores más acomodados. En filtros de purificación. En las últimas décadas del siglo 1827 comenzó a ampliar su tecnología de cerámica a XIX, Doulton ocupaba un lugar de vanguardia en la pro- otras aplicaciones industrializadas y, en respuesta a la visión de piezas de terracota para la construcción, ade- conciencia pública sobre el peligro de la contaminación más de una cada vez más diversificada producción de del agua, inició la fabricación de filtros de agua con car- artefactos, adornos y utensilios de uso cotidiano. Había bono en polvo. Había filtros para cocina, y también de logrado desarrollar colores y formas de pintar la terracota delicados diseños ornamentados, para boudoir1. para las fachadas de los edificios, y proveía sus productos

1 Doulton & Co. Limited. The Royal Doulton Potteries. London. The new Doulton Press bay F. Howard Doulton & Co. S/f.

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a hospitales, oficinas, escuelas, bancos, e incluso exportó sus productos a Canadá y más tarde a la Argentina, tanto en artefactos y cañerías de terracota, como para la cons- trucción del Gran Depósito, y terminales como la del F. C.

Central Argentino en Retiro. 51

Por su parte, la fábrica de cerámica de Burmantofts en Leeds, que proveyó las piezas esmaltadas del Gran Depósito, se había iniciado en 1859, con la venta de cañerías y otros materiales de construcción. Hacia 1879 vendía ladrillos esmaltados y variedad de piezas de terracota esmaltada (faience). El arquitecto Alfred Waterhouse utilizó materiales de esta firma en la uni- versidad de Yorkshire (1883) en Leeds, y dos años más

tarde los productos de la Burmantofts estaban en venta 52 en Londres, París y Montreal. Hacia 1889, asociada a otras compañías, su producción de arcilla refractaria en Leeds era la más importante del país.

49 y 50. Correspondencia entre la firma Doulton & Co. y el Gobierno argentino, julio de 1889.

51. Plano de una de las piezas ornamentales de terracota, 1889.

52 y 53. Imágenes de las piezas sin esmaltar en las fachadas. 53

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Los escudos

En distintos pasajes nos hemos referido a la intención del Gobierno Nacional de utilizar materiales del país en la arquitectura exterior del Gran Depósito. Como vimos, por diversos motivos esto no se pudo materializar, aunque sí la inclusión de elementos ornamentales de alta significación local: 90 escudos pertenecientes a la Nación, las provincias, y a dos ciudades argentinas, Buenos Aires y Rosario. Hacia 1891, cuando se efectiviza la fabricación de los escudos, el país contaba con 14 provincias: Mendoza, San Juan, San Luis, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca y Córdoba. De estas provincias, Buenos Aires, San Juan, Jujuy, Tucu- mán y La Rioja, utilizaban el escudo nacional aprobado por la Asamblea de 1813, con las alteraciones que a través de los años se le fueron introduciendo (ornamen- tos exteriores de banderas, cañones, trofeos, etc.). Por otra parte, desde 1884 los Territorios Nacionales habían pasado a ser Gobernaciones. En esta condición se encontraban los territorios de: la Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Isla de los Estados, Misiones, Formosa y del Chaco. Estas gobernaciones, que adoptaron el Escudo Na- cional desde que hubo en sus territorios autoridades nacionales, no se encuentran representadas con escudos propios en el Palacio. A menos que consideremos que, la evidente reiteración de escudos nacionales ubicados a lo largo de las cuatro fachadas alternados con los de las provincias, aluda a las flamantes Gobernaciones y a las pro- vincias que entonces también lo utilizaban como propio. En el Palacio se han identificado los escudos pertenecientes a las provincias de: Mendoza, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Salta, Santiago del Estero, San Luis, Córdoba y Catamarca. En el caso de Catamarca y Santiago del Estero, las similitudes con los blasones provinciales son solo parciales y su com- paración con los entonces existentes se dificulta.

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54 y 55. Escudo Nacional de 14 banderas, existente en los externos al mismo, tales como leyendas, armas y banderas frentes principales de Av. Córdoba y Viamonte, en concor- de las provincias; como sucedió durante los gobiernos de dancia con los accesos más importantes. Hasta entrado el Rivadavia y Rosas, donde –por ejemplo– los laureles se siglo XX, era mayoritario el uso del Escudo con banderas mezclaron con robles y olivos y el sol fue interpretado por laterales para representar a la Nación. Desde 1820 aproxi- un rey Febo joven y de cabellos flotantes, aunque sin mo- madamente, la expresión política a través del Escudo Na- dificar oficialmente el escudo adoptado por la Asamblea cional había girado en torno a la inclusión de elementos de 1813.

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56. Plano de las piezas de terracota pertenecientes al Escudo Nacional (con 14 banderas pertenecientes a las provincias) ubicado sobre las entradas de Av. Córdoba y de calle Viamonte, y –a la izquierda– la correspondiente al de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación dispuestos sobre los accesos de las calles Ayacucho y Riobamba. La documentación fue confeccionada por la firma Doulton & Co. en Londres y posee el sello de aprobación del estudio Bateman, Parsons & Bateman.

Dificultades que también han presentado, aunque en menor medida, el resto de los escudos provinciales. Ello se debe a diversas razones: en primer lugar en su di- seño presentan evidentes simplificaciones y adaptaciones, en buena medida pro- ducto de su fabricación en el exterior y, además, de haber sido sistematizado sus broqueles y escotaduras en cuatro tipos básicos. Estos tipos forzaron licencias y ajustes de los modelos provinciales, como –por ejemplo– la pérdida de la figura oval, la ausencia de laureles limitando el blasón, y la inclusión seriada de elementos inexistentes en algunos de ellos, como por ejemplo el Sol de Mayo. Si bien el proyecto elaborado por la oficina de Bateman en Buenos Aires en 1888 ya contemplaba los escudos sobre las fachadas; es en Gran Bretaña donde la firma proveedora de las piezas, Doulton & Co., elabora los planos de de- talle tanto de éstas piezas como las del resto del revestimiento de terracota exterior. Esta documentación, confeccionada principalmente entre 1889 y 1892, cuenta con el sello de aprobación del estudio Bateman, Parsons & Bateman. Con respecto a la ubicación de los escudos en las fachadas, puede verse que en los sectores de mayor significación, es decir, los accesos de las fachadas principales y secundarias, y también sobre los frentes de las torretas de las esquinas, se impone la presencia de los escudos de la Nación y, en menor número, de la Ciu- dad de Buenos Aires. Sobre los frentes principales de Avenida Córdoba y calle Viamonte, en el centro de las fachadas, por delante de la torre cubierta de pizarras («central tower»), domina la composición un Escudo de la Nación flanqueado por 14 ban- deras que representan a las provincias argentinas y, delimitando su óvalo, ramas con hojas y frutos de roble (izquierda) y de laurel (derecha). A su pie, se disponen dos cañones cruzados (figs. 54 y 55). Más abajo, a ambos extremos de este cuerpo central, encontramos –con otro tipo de broquel– un Escudo de la Nación, en una versión más pró- xima a la tradicional forma elíptica, pero sin los laureles ni la cinta en forma de moño que los une. El diseño del broquel muestra una opulencia a tono con la

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56 propuesta ornamental del Palacio, pletórico de motivos vegetales y con el agre- gado de guirnaldas de flores rojas, amarillas y verdes, pendiendo de su extremo inferior. Tal expresividad encuentra en la figura del «Sol de Mayo» –un Febo con rostro humano redondo, esplendoroso, sugerente– una muestra acabada de la estética que impregnó la realización de estas piezas de cerámica esmaltada, en sus formas y colores (fig. 58). En la parte central de las fachadas secundarias de las calles Riobamba y Ayacucho, encontramos otra tipología de escudos (figs. 69 y 70). Es la pertene- ciente a los de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, pero con broqueles más elaborados, como puede verse en los motivos vegetales que emergen de sus rebor- des, siempre en tonos rojizos, amarillentos y verdes semejantes a las piezas orna- mentales que acompañan la arquitectura exterior. Colores que se repiten en las pequeñas flores inscriptas en la malla romboidal enmarcada sobre la que descansan dichos escudos.

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57 y 58. Un segundo tipo de broquel lo encontramos en los Escudos Nacionales que acompañan al blasón de 14 banderas ubicado en el centro de las fachadas principales de Av. Córdoba y Viamonte. Se encuentran más abajo y en ambos extremos del cuerpo central saliente, adorna- dos con floridas guirnaldas rojas, verdes y amarillas. Estos blasones presentan la versión tradicional del Escudo de la República Argentina, aceptada oficialmente por la Asamblea General Constituyente el 12 de Marzo de 1813, aunque siempre adaptada a la particular morfología de los broqueles.

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59. Escudo de la Ciudad de Buenos Aires.

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Un cuarto tipo –el más utilizado– recorre las cuatro fachadas y su ubicación coin- cide con las pilastras que delimitan los paños de carpinterías verticales y circulares del primer nivel (figs. 61 a 72). Si bien conserva la forma interna general de la es- cotadura, los ornamentos de sus bordes difieren. A este tipo pertenecen los escudos de las provincias de Córdoba, Santa Fe, Salta, Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero, Mendoza, Entre Ríos, Catamarca, de la Nación y de las ciudades de Buenos Aires y Rosario, junto con un número importante de escudos nacionales que se repiten a lo largo de las cuatro fachadas. La disposición general de los escudos en las cuatro fachadas es la siguiente:

Sobre Av. Córdoba (de Riobamba hacia Ayacucho, 25 escudos): Torreta: Ciudad de Buenos Aires, Nación, Ciudad de Buenos Aires. Cuerpo izquierdo: Nación, Córdoba, Santa Fe, Nación, San Luis, Catamarca. Cuerpo central («central tower»): Salta, Corrientes, Nación (con guirnaldas), Nación (con banderas), Nación (con guirnaldas), Santa Fe, Córdoba. Cuerpo derecho: Santiago del Estero, Corrientes, Mendoza, Salta, Entre Ríos, Nación. Torreta derecha: Nación, Ciudad de Buenos Aires, Nación.

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60. Escudo de la Nación (Accesos de calles Riobamba y Ayacucho).

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Sobre calle Riobamba (de Viamonte hacia Av. Córdoba, 20 escudos): Torreta: S/identificar, Ciudad de Rosario, Nación. Cuerpo izquierdo: Nación, Entre Ríos, Mendoza, San Luis, Catamarca, Corrientes. Cuerpo central: Nación (sobre recuadro), Ciudad de Buenos Aires (sobre recua- dro) Cuerpo derecho: Córdoba, Santiago del Estero, Santa Fe, Nación, Salta, Nación. Torreta: Nación, Ciudad de Rosario, Catamarca.

Sobre calle Viamonte (de Ayacucho hacia Riobamba, 25 escudos): Torreta: Ciudad de Buenos Aires, Nación, Nación. Cuerpo izquierdo: Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Nación, San Luis, Salta. Cuerpo central («central tower»): Catamarca, Corrientes, Nación (con guirnaldas), Nación (con banderas), Nación (con guirnaldas), Santa Fe, Catamarca. Cuerpo derecho: Córdoba, Corrientes, Mendoza, Salta, Entre Ríos, Ciudad de Buenos Aires. Torreta: Nación, Nación, Ciudad de Buenos Aires.

Sobre calle Ayacucho (de Av. Córdoba hacia Viamonte, 20 escudos): Torreta: Catamarca, Ciudad de Rosario, Ciudad de Buenos Aires. Cuerpo izquierdo: Nación, Entre Ríos, Mendoza, San Luis, Catamarca, Corrientes. Cuerpo central: Ciudad de Buenos Aires (sobre recuadro), Nación (sobre recua- dro). Cuerpo derecho: Córdoba, Santiago del Estero, Santa Fe, Nación, Salta, Nación. Torreta: Nación, Rosario, Catamarca.

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61. Escudo de la Provincia de Córdoba. 62. Escudo de la Provincia de Entre Ríos.

63. Escudo de la Provincia de Santa Fe. 64. Escudo de la Ciudad de Rosario.

65. Escudo de la Provincia de Corrientes. 66. Presumiblemente, escudo de la Provincia de Santiago del Estero.

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67. Escudo de la Provincia de Mendoza. 68. Presumiblemente, escudo de la Provincia de Catamarca.

69. Escudo Nacional. 70. Escudo de la Ciudad de Buenos Aires.

71. Escudo de la Provincia de San Luis. 72. Escudo de la Provincia de Salta.

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El universo metálico

Contrastando el impactante exterior, tras los muros de mampostería y terracota se encuentra la estructura de hierro fundido del Gran Depósito de Gravitación. Sus 12 tanques podían albergar 72.300 toneladas de agua potable, es decir, unos 72 millones 300 mil litros, distribuidos en 3 pisos y sostenidos por una malla de 180 columnas dispuestas a una distancia de 6,10 metros entre sí (fig. 73). Estos tanques estaban formados por chapas de hierro dulce de 10 milímetros de espesor, unidas por perfiles ángulos y aseguradas con remaches. En el interior, para reforzarlas contra la presión del agua, estaban aseguradas por medio de diagonales de hierros planos. Cada tanque se encontraba provisto con un caño de entrada, otro de salida y otro de desborde50, y descansaba sobre 45 co- 50 Además de los 12 tanques principales, se colocó un tanque lumnas, cada una compuesta por cuatro columnillas o fustes secundarios ligados de incendio encima de la torre central, en el costado norte por medio de chapas intermedias también de hierro (fig. 74). (Av. Córdoba), de 180.000 litros. Para lograr las articulaciones necesarias se colocaron apoyos y vin- culaciones móviles en columnas y vigas. Los extremos de estas últimas que des- cansan en las paredes interiores y exteriores, también se hicieron móviles, de tal manera que sólo sostenían una pequeña porción del peso de los tanques y ningún empuje horizontal llegaba a ellas. Asimismo, en las columnas sujetas a empujes fuera de su eje vertical a consecuencia de la expansión del piso de los tanques, fue- ron colocados, tanto en sus cimas como en sus bases, articulaciones universales. La introducción de estas articulaciones –básicamente para absorber posibles movimientos de dilatación y contracción– no estaba contemplada en el proyecto original, y fue realizada con posterioridad por el estudio de Bateman. Sobre estos cambios y los problemas que ocasionaron a las empresas proveedoras de la estructura metálica con respecto a los tiempos de provisión y mayores costos, es ilustrativa la correspondencia mantenida por la firmaMarcinelle et Couillet con la Legación Argentina en Londres, entre 1887 y 1888.

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73. Corte longitudinal que muestra la estructura de hierro con los tres pisos de tanques, las columnas con sus bases, el patio central, las man- sardas de pizarras y el perímetro mu- rario exterior.

74. Detalle de los pilares del Gran Depósito, 1886. Como se ve, cada uno se encontraba formado por cua- tro columnas de hierro fundido, que iban reduciendo sus secciones a me- dida que se acercaban a los niveles superiores.

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75 y 76. Uno de los cuatro espacios en torno a los cuales se volcaban las pasarelas de los 12 tanques de hierro ubi- cados en las esquinas. En este caso, incluye una sala de control, de madera y vidrio, que hoy alberga dependen- cias del Archivo Histórico de Planos de AySA.

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77 y 78. Los distintos niveles de tanques de hierro con sus respectivas pasarelas. En el centro del espacio, ilumi- nado cenitalmente por la cubierta transparente, se en- cuentra la columna de alimentación por la que ingresaba el agua enviada desde el Establecimiento Potabilizador.

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79 y 80. Segundo nivel de tanques de reserva. Entre las columnas se disponen tensores diagonales, en cada lado de los pasadizos centrales de los tres niveles de tanques. Fueron colocados para absorber la presión del viento sobre las cubiertas.

Otra particularidad de la estructura vertical es que para llegar hasta el último nivel de tanques y a la cubierta superior, atravesaba los tanques inferiores rodeada de cajas metálicas cuadradas de 1,68 metros de lado, e igual altura que los tanques. Para sostener la cubierta se pusieron columnas exactamente arriba de las que sostenían los tanques del último piso; mientras que las mansardas late- rales fueron aseguradas a esta parte metálica principal del techo, no haciendo más que descansar libremente sobre las paredes. Toda la presión del viento en las cubiertas, especialmente la del te- mido Pampero, se transmitía de esa manera al interior, y se llevaba hasta los ci- mientos a través de los vientos diagonales entre las columnas. En cada lado de los pasadizos centrales de las tres series de tanques los 45 pilares que servían de apoyo a los tanques fueron diseñados para sostener un peso de 550 toneladas, con tres tanques llenos de agua y viento desfavorable. De esta manera conformaban la malla de 180 columnas antes mencionada. Esta estructura se encontraba dividida en la planta general del edificio en cuatro sectores, uno por cada uno de sus ángulos, formando 4 grupos de pilares. En el centro de cada grupo, había 12 pilares con sus columnas fijas en la base, adheridas a los cimientos por fuertes pernos; mientras que las columnas de los 33 pilares restantes de cada grupo (45), eran articuladas en su base y en su extremidad superior. El peso total del hierro empleado en la estructura era de 16.800 to- neladas. Las cañerías, válvulas exclusas, de retención y desagüe, y en general todo el sistema de distribución fue provisto por la firma inglesa Glenfield C° Ltd. Hidraulic Engineers, Kilmarnock, East Ayrshire.

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81 y 82. Tercer y último nivel de tanques. La cuatro co- lumnas de hierro fundido de los pilares se reducen a una sola, que sirve de sostén a las armaduras de la cubierta.

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83. Detalle de los remaches en las planchas de hierro de los tanques.

84 y 85. Las válvulas y cañerías pertenecientes al sistema de distribución, provistas por la firma Glenfield Co. Ltd. Hidraulic Engineers, de Kilmarnock, East Ayrshire.

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86. Pasillos internos de las pasarelas de hierro de los tanques, rodeando el patio central del Gran Depósito. Eran utilizados para controlar diariamente los reservorios y realizar trabajos de mantenimiento.

Con respecto a las fundaciones, las bases descansaban en un lecho de cemento 51 Parsons, Richard Clere. Op. cit. Portland, extendiéndose las zapatas considerablemente a un lado y otro de las 52 El terremoto del 27 de octu- paredes, hechas con ladrillos «aprensados», elegidos, en función de su mayor o bre de 1894, conocido como «Te- rremoto Argentino», es el sismo menor resistencia, ubicándose los más resistentes en las partes más bajas de las de mayor magnitud ocurrido en la Argentina y fue descripto por fundaciones. Sobre esta inmensa platea se levantaron macizos de mampostería Bodenbender (1894), atendiendo a cómo fue percibido en el De- de ladrillos con forma de pirámides truncadas cuadrangulares, distribuidos en partamento de Iglesia (San Juan) y en el sur de La Rioja, y se le damero y en coincidencia con cada una de las 180 bases de las columnas. Sobre asignó una magnitud Ms: 8.2. De acuerdo a crónicas de la época, el ellos se ubicaron bloques de asiento de granito, de unos 30 centímetros de espe- sismo fue muy fuerte, de carácter ondulatorio y larga duración. sor por 2,10 metros de lado, sobre los cuales apoyaban las bases de hierro de las Produjo daños de consideración en las ciudades San Juan, La cuatro columnas del mismo material que conformaban cada una de las 180 co- Rioja, en menor grado en Cór- doba y Catamarca, y se sintió en lumnas mencionadas. Buenos Aires (a 1100 kilómetros de la zona epicentral). El número Sobre la resistencia estructural del edificio, Richard Clere Parsons de víctimas fatales fue de alrede- dor de 100, ya que el epicentro se explicaba51 que el 27 de octubre 1894 tuvo lugar un serio terremoto en la República ubicó en una región de densidad poblacional muy baja. Argentina, el que se hizo sentir con bastante fuerza en Buenos Aires. Fue entonces Ver: Tello, Graciela E. – Perez, Irene. El terremoto de 1894: cuando en los tanques se produjeron olas de 15 centímetros de altura, pero el edi- Investigación histórica. En: Aceñolaza F. G. et al. (Eds.). ficio no sufrió daño alguno52. En nuestra opinión, tal solidez se debió a los refuer- Insugeo, Serie Correlación Geo- lógica, 19: 23 –40. Simposio zos introducidos durante el curso de las obras, cuando fueron apareciendo grietas Bodenbender. Tucumán, 2005 – IBSN 1514 –4186 – ISSN on –line y rajaduras, como seguidamente veremos. 1666 –9479.

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87, 88 y 89. En su dilatada ejecución, el proyecto del Gran Depósito tuvo marchas y contramarchas. Y algunas de ellas se debieron al diseño de su patio central que, aunque siempre fue pensado como un espacio destinado a iluminar y ventilar, recién adoptó su aspecto definitivo cuando fueron eliminados los usos de la planta baja y la malla estructural adoptó su diseño actual.

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90. La presencia del conjunto de fundiciones belgas responsables de la fabricación y montaje de la estructura de hierro, quedó testimo- niada en esta placa que habla de su temprana terminación (1891).

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Pormenores de la construcción

En 1887, los vecinos de Balvanera vieron iniciarse las obras del Gran Depósito Distribuidor en la manzana de las calles Riobamba, Viamonte, Ayacucho y Cór- doba. Trabajos que demandaron, sólo para el montaje de la estructura metálica, la fuerza diaria de 400 hombres promedio, durante cuatro años y dos meses. En una ciudad donde vivía más población extranjera que nativa, no será extraño ver y escuchar diversidad de razas y lenguas de operarios contratados en Europa o bien extranjeros ya radicados aquí. En 1887 el Censo Municipal registraba un total de 473.875 habitantes, de esta cifra el 52% eran europeos y entre ellos, una mayoría italiana contundente: 138.166 personas, seguida de lejos por la colectivi- dad española, con 39.562. En los años que se levantaba el Gran Depósito, Buenos Aires ex- perimentaba un gran impulso constructor, perceptible sobremanera en el ámbito privado, con proliferación de residencias que respondían a los cambios en el modo de vida de la gente y al crecimiento demográfico. En el año que se inició su cons- trucción también comenzaron los trabajos de Puerto Madero, se inauguraban los hospitales Francés y Británico y la nueva sede del Jockey Club en Florida, se le- vantaban las facultades de Derecho y Medicina y el Intendente Antonio Crespo proponía oxigenar la cuadrícula porteña –tildada de aburrida, monótona y sin sorpresas– con un «Proyecto de Avenidas Diagonales». Como buen continuador de Alvear, su Plan procuraba plasmar la ilusión cosmopolita de una ciudad que pretendía ser una síntesis de toda Europa, siempre bajo el paradigma urbano y foco de atracción principal que era entonces París y la cultura francesa en general. Como contraparte de estas y otras reformas, lejos del centro el número de con- ventillos alcanzó aquel año uno de sus máximos registros: 2.835 construcciones, con 116.167 inquilinos. Se trataba de una sociedad en pleno proceso de transformación, con la constante afluencia de inmigración europea, la influyente presencia de la cultura francesa y las poderosas inversiones británicas en las áreas de infraestructuras y servicios. Desde el primer país industrializado del mundo, llegaban a estas tierras

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91. Aviso del llamado a licitación para trasladar los ladrillos necesarios a la obra del Gran Depósito desde la Planta Recoleta, adonde llegaban por ferrocarril desde la fábrica de la Comisión de Aguas Corrientes en San Isidro, septiembre de 1886.

92. Solicitud de la empresa de Leopoldo Rocchi y Cía. a la Comisión de las Obras de Salubridad para que le sean entregados 180 bloques de granito, destinados a las fundaciones de los pilares de hierro, diciembre de 1887. 91

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93. El contrato con la empresa encargada de la provisión y montaje de la estructura de hierro, Marcinelle & Couillet, establecía que el transporte de las partes metáli- cas hasta el pie de la obra estaría a cargo de la Comisión de Aguas Corrientes. Pero como esto ocasionaría diversas dificultades, el representante local de la firma belga, propuso a la Comisión realizarlo a su cargo, construyendo una vía de tramway desde la manzana donde estaban depositadas (la actual Plaza Rodríguez Peña) hasta la del Gran Depósito. Cobraría un peso con veinte centavos, moneda nacional, por cada tonelada transportada. Aquí se ve el croquis de la propuesta, junio de 1888.

93 manufacturas, materiales, maquinarias, equipamiento e instalaciones, en respuesta a la velocidad y escala de crecimiento sin precedentes que vivía entonces la prin- cipal ciudad del país. Las demandas sobre la industria europea eran entonces enor- mes y muchos miles de hombres encontraron nuevo empleo en Buenos Aires, ciudad a la que arribaron desde trabajadores no calificados hasta ingenieros, ar- quitectos y topógrafos, entre otros. Y con ellos su experiencia en los nuevos fenó- menos que estaban aconteciendo, como por ejemplo la gran cantidad de trabajo que forzó una drástica reorganización de los gremios y la construcción. En las obras del Gran Depósito puede vislumbrarse tal reorganiza- ción. Para ordenar la complejidad de las obras, se realizaron contratos indepen- dientes con los distintos gremios (estructura de hierro, revestimientos, mampostería, bloques de granito, etc.). El primero de ellos fue el correspondiente al traslado de los ladrillos desde el Establecimiento Recoleta hasta el futuro Depósito. Empresa nada fácil, si pensamos que los vagones del F.C. Norte de Buenos Aires provenientes de la fábrica que tenía la Comisión de Aguas Corrientes en San Isidro transportaban hasta 30.000 ladrillos diarios a Recoleta53. Octavio Moyano, 53 Cantaluppi, Orestes J. P. «Distribución de agua potable ganador de la licitación realizada en septiembre de 1886, fue el encargado del traslado a la ciudad de Buenos Aires. Primeras obras – Ampliaciones – de los mampuestos hasta un depósito cercano a la obra, en la manzana de la actual Estado actual». En: «Boletín de Obras Sanitarias de la Nación». Plaza Rodríguez Peña54. Frente a la futura plaza, se estaba construyendo entonces Año iii. Septiembre de 1939. N° 27. P. 249. otra obra monumental, la Escuela Petronila Rodríguez –hoy Consejo Nacional de 54 Expedientes relativos a Educación – proyectada por el arquitecto argentino Carlos A. Altgelt. las Obras de Salubridad de la Capital. Archivo. Contratos – Los ladrillos habían comenzado a fabricarse mucho antes de iniciada Propuestas y Convenios. Carpeta N° 3. Legajo N° 6. 1886 la obra, prácticamente desde comienzos de 1886. Informes del director de la fábrica y 1887. En: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA). en aquel momento, indicaban la necesidad de fabricar 4.000.000 de ladrillos «plás- ticos» y 6 millones «secos» durante dos años, tiempo estimado que duraría la cons- trucción. Por su parte, los inspectores de la Oficina Técnica de Bateman eran los responsables de su correcta selección, cuidando su quemado uniforme, y apartando los casi requemados para los cimientos.

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94. Aspecto que presentaba la manzana del Gran Depósito, a poco de iniciadas las excavaciones de las fundaciones.

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95 y 96. Distintos momentos en la construcción de la estructura de hierro, donde se ve el montaje de las primeras columnas y vigas y, en la imagen de la página siguiente, ya avanzados los trabajos, la ejecución del segundo piso de tanques y las paredes del patio central, c. 1889. Se observa, además, el recubrimiento metálico que poseían las columnas al atravesar el interior de los tanques de reserva para llegar hasta el nivel de las cubiertas.

Paralelamente, también salían de ese establecimiento los ladrillos necesarios para la ampliación de la Planta de Recoleta, para la planta de tratamiento de líquidos cloacales de Puente Chico (Wilde), para el Sifón de la primera Cloaca Máxima en el Riachuelo, e incluso para otros edificios públicos que realizaba el Go- bierno Nacional. 55 Leopoldo Rocchi había na- cido en Italia, donde se graduó En julio de 1887, el mismo mes que en Londres el gobierno fir- de arquitecto. Realizó importan- tes obras en la ciudad de La maba el contrato con Marcinelle et Couillet por la estructura de hierro, fue con- Plata, como el Teatro Argentino (desaparecido tras un incendio, tratada aquí la construcción de los cimientos y los pilares de asiento para las 1977) y el Palacio del Goberna- dor D´Amico (1885, hoy Curia columnas metálicas con la empresa de Leopoldo Rocchi y Cía.55, los que queda- Arzobispal). ron terminados un año después. El 29 de agosto comenzaron las excavaciones 56 Nota del Ingeniero Carlos Nyströmer (N° 4510) a la Comi- de los cimientos56. sión de las Obras de Salubridad, del 11 de Octubre de 1887. Ci- También en julio se realizaron los contratos con la «Sociedad Talle- tado en: Benvedutti, Higinio Andrés. El Palacio de las Aguas res de Casa Amarilla» para los pernos de hierro, y con los señores Fynn y Butler Corrientes. Buenos Aires. 1982. Ejemplar mecanografiado del para la provisión de las piedras de granito de asiento. El ingeniero Nyströmer autor. Biblioteca de AySA.

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97. En junio de 1888 el Gobierno Nacional celebraba un 98. Un alto en los trabajos. Atrás, entre los profesionales contrato de arrendamiento de las obras de salubridad con frente a la grúa se ve un hombre con traje, sombrero y el la empresa Buenos Aires Watter Supply, cuyo titular local habitual reloj de bolsillo: es el joven arquitecto noruego era el comerciante Samuel Hale. El desempeño de esta Olaf Boye autor del diseño arquitectónico exterior, bajo la firma motivó severos cuestionamientos, principalmente supervisión de otro profesional nórdico, el ingeniero de los vecinos y de la prensa, y también desinteligencias sueco Carlos Nyströmer, director de la Oficina de John con las autoridades y con la empresa constructora de Bateman en Buenos Aires. Juan B. Medici a cargo de las obras y responsable de la presente nota, 26 de diciembre de 1890.

informaba entonces a estos proveedores que el examen hecho a la muestra de gra- nito labrado dejada en la Oficina Técnica era de calidad aceptable, aunque aclaraba que: «Una de las superficies labrada para cara superior no está perfectamente plana, defecto que es preciso corregir en la labra de las piedras que se entreguen, puesto que la base de las columnas de fundición que descansarán en ellas será cepillada, y porque es indispensable un perfecto contacto en todos los puntos de ambas superficies»57. 57 Expedientes relativos a las Obras de Salubridad de la Capi- Y en esto el representante de Bateman no se equivocaba, como demostraron pro- tal. Contratos – Propuestas y Convenios. Nota N° 4.463, de blemas estructurales posteriores. Nyströmer a los señores Fynn, Butler y Cía. Buenos Aires, En febrero de 1888 Marcinelle et Coulliet informaba al Ministro ar- Agosto 17 de 1887. En: Museo del Agua y de la Historia Sanita- gentino en Londres, Luis Domínguez, que se había realizado un primer envío de ria (AySA). piezas de hierro para el Gran Depósito en Buenos Aires, en el vapor «Caffaro», desde el puerto de Amberes58. Una vez las piezas metálicas aquí, para su mejor 58 Ibidem. Nota de la Sociedad de Marcinelle al Ministro traslado se tendieron rieles desde el depósito en la manzana de la actual Plaza Ro- Domínguez, Febrero 17 de 1888. dríguez Peña hasta la obra, distante unos 300 metros59. Recordemos que en aque- 59 Ibidem. Notas del Ingeniero Director de la parte metálica del llos años recorrían la ciudad numerosas compañías de tranvías tirados por caballos, Gran Depósito Distribuidor, G. Roufosse al presidente de la y la tracción a sangre combinada con el riel era muy común, tanto para el trans- Comisión, Junio 2 de 1888. porte público como para cargas. En junio del mismo año, el Gobierno de Juárez Celman celebraba el contrato de arrendamiento de las obras de salubridad con la Buenos Aires Watter Supply, al que ya nos referimos. Entre las obras que quedaron bajo responsabilidad

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99 de la empresa arrendataria –además del Sifón del Riachuelo, los techados de los 60 En 1888 Bateman asoció a su yerno Richard Clere Parsons, Filtros de la Planta en Recoleta, las cloacas domiciliarias y el distrito 30 Boca y y a su hijo, La Trobe Bateman. Luego de su muerte, en Farnham, Barracas– se encontraba el Gran Depósito. Este arrendamiento acarreó una larga Surrey, el 10 de Junio de 1889, a los 79 años, esta sociedad con- serie de problemas, por superposición de competencias con la Oficina Técnica de tinuó a cargo del estudio. Richard Clere Parsons (1851 – Bateman en Buenos Aries, con la empresa constructora de Antonio Devoto y con 1923) fue hijo de William Parsons, tercer Conde de Rosse, astró- la Comisión que representaba al Gobierno. nomo irlandés, miembro del Parlamento y aficionado a las En mayo de 1889 Louis J. Lowe, representante de Bateman tras la ciencias, y de Mary Wilmer Field. Se casó con Agnes Elizabeth renuncia de Nyströmer, informaba sobre los escasos avances de la construcción Bateman. Estudió física, química e ingeniería en el Trinity College debido a que no había recibido aún una cantidad considerable de materiales. Las de Dublin. Después fue aprendiz de la firma de máquinas a vapor paredes exteriores se encontraban levantadas hasta la parte superior de la cornisa de Easton y Anderson y fue durante este período que se desa- principal, y se habían colocado las columnas, vigas y forros de columnas en cada rrolló su interés por la hidráu- lica. En 1875 fue asignado por uno de los tres niveles de tanques. Al mes siguiente, Lowe informaba sobre el fa- Anderson para hacer experimen- tos sobre bombas centrífugas, llecimiento de John F. La Trobe Bateman, quedando a partir de entonces la direc- y su labor culminó con la lectura del documento «La teoría de ción de las obras a cargo del estudio Bateman, Parsons & Bateman60. las bombas centrífugas, apoyada por los experimentos», ante la La lentitud e impericia en la ejecución de las obras de salubridad y la Institución de Ingenieros Civiles, trabajo que le valió el Premio resistencia de los vecinos a las tarifas elevadas fijadas por la arrendataria, se vieron Miller. En adelante, Parsons leerá muchas conferencias en esta ins- agravadas por la crisis financiera de 1890. Situación que llevó al Gobierno de Carlos titución, de la que recibió la me- dalla de oro Telford y la medalla Pellegrini a rescindir el contrato de arrendamiento en mayo de 1891, transfiriéndose de George Stephenson. En 1880 se convirtió en socio de los fabri- las obras –su manejo y explotación– a una Comisión de las Obras de Salubridad de- cantes de locomotoras Kitson & Co., de Leeds, posición que pendiente del Departamento de Obras Públicas, bajo la presidencia del ingeniero ocupó hasta 1887. En aquel año se asoció con J. F. La Trobe Guillermo Villanueva. (Ver: Gran Depósito «Ingeniero Guillermo Villanueva»). Bateman, y así comenzó la prác- tica de consultoría, que continuó Hasta principios de octubre de 1891, en que la Comisión se hizo hasta su muerte. Parsons integró compañías británicas de abasteci- cargo de las obras, se habían presentado y aprobado 16.585 planos, pero no había miento de agua en las ciudades de Rosario y . más que 4.360 cloacas construidas. Esta parte de las obras se hallaba muy atrasada y a fines de 1893, sólo había alrededor de 15.000 cloacas en funcionamiento.

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99 y 100. Traspuestas las entradas principales del Palacio de las Aguas Corrientes sobre Av. Córdoba y sobre calle Viamonte, en su interior se dispusieron vestíbulos de líneas afrancesadas, con cielorrasos, muros, solados y carpinterías con una decoración y ornamentación acordes al despliegue arquitectónico exterior, aunque sin la policromía de los revestimientos de terracota.

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GRAN DEPÓSITO «INGENIERO GUILLERMO VILLANUEVA»

En el lateral derecho de la entrada principal del Palacio El ingeniero Villanueva fue inspector de obras de la Pro- de las Aguas Corrientes sobre Avenida Córdoba, se yer- vincia de Buenos Aires; inspector general de ferrocarriles gue sobre un pedestal el busto del ingeniero Guillermo y luego vicedirector del Departamento de Ingenieros Ci- Villanueva, de quien adopta su denominación oficial viles de la Nación; siendo nombrado presidente de esta el Gran Depósito. El justo homenaje a un pionero del institución luego de haberse distinguido en la Dirección saneamiento nacional se origina en el Decreto del del Ferrocarril Andino. Poder Ejecutivo N° 8.843/61. Se desempeñó como Ministro de Guerra y Marina du- Guillermo Villanueva y Doncel había nacido en San Juan rante 1895-96, y más tarde reorganizó la Casa de la Mo- el 15 de abril de 1849 y fueron sus padres Arístides Vi- neda. En 1900 reasumió la Presidencia de las Obras de llanueva Chenaut y Vicenta Doncel. Perteneció a la pri- Salubridad de la Capital. Entre sus trabajos de más im- mera promoción de ingenieros civiles egresados del portantes se encuentra el proyecto y construcción del Departamento de Ciencias Exactas y presidió la Comisión Puerto Militar de Bahía Blanca (hoy Puerto Belgrano) Nacional de las Obras de Salubridad durante dos perío- junto con Luis A. Huergo y el ingeniero italiano Luis dos: desde el 31 de Agosto de 1891 hasta el 31 de Luiggi, en 1898. Agosto de 1895, y desde el 14 de Julio de 1900 hasta el 22 de Septiembre de 1911. Esta institución –que Falleció en Londres, el 17 de julio de 1912. Al día si- desde 1903 se llamó Dirección General de las Obras de guiente se creaba por ley la primera empresa estatal de Salubridad– fue antecesora directa de Obras Sanitarias saneamiento, Obras Sanitarias de la Nación, presidida de la Nación, creada en 1912. por el ingeniero Agustín González, quien durante diez

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años se había desempeñado junto al ingeniero Villa- nueva como Vicepresidente de la Dirección de las Obras de Salubridad.

Gran Tanque Distribuidor, Casa de las Aguas Corrientes, 101 Palacio de Obras Sanitarias de la Nación, Gran Depósito «Ingeniero Guillermo Villanueva»… son sólo algunos de los nombres que la historia y el imaginario colectivo han otorgado a este monumento referencial de las obras de salubridad.

101. Ingeniero Guillermo Villanueva (1849-1912). Óleo, C. K. Robertson, 1912.

102. Porcelana con imagen del Gran Depósito. 102

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103 103 y 104. En los vestíbulos del Palacio, años después de su inauguración y luego de ser creada Obras Sanitarias de la Nación en 1912, se incorporaron lámparas de bronce con vidrios esmerilados que lucen la sigla de la institu- ción. Los solados, presentan mosaicos calcáreos rica- mente decorados, junto con delgadas solias de mármol blanco delimitando sectores.

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Por su parte, la construcción del edificio se encontraba casi terminada y las piezas de terracota colocadas en las dos quintas partes del revestimiento. El resto se fue colocando lentamente y en 1894 se encontraba completamente terminado. No obstante, y a causa de haber llegado rotos algunos trozos y resultar otros de mala calidad y ser rechazados por la Comisión, faltaban aún colocar 85 blocks de te- rracota correspondientes en su mayor parte a la fachada de la calle Ayacucho61. 61 El 24 de Marzo de 1891 – según comunica la empresa de Pero, aún cuando esta obra estaba casi terminada, la Comisión creyó que no debía Juan B. Médici a la Comisión– todavía estaban llegando al recibirla mientras subsistan dudas respecto a su solidez y estabilidad. Y en esto puerto en el vapor «Bellova» se- senta y un cajones conteniendo no se equivocaba. molduras de terracota para el Gran Depósito Distribuidor. En noviembre de 1891 se dictó el decreto separando a Bateman, Parsons y Bateman de la dirección de las obras, quedando la Comisión encargada de la inspección del Gran Depósito. Cuando los profesionales de esta dependencia se hicieron cargo, la obra metálica estaba totalmente terminada, con 8 tanques lle- nos simultáneamente, y en servicio los cuatro del tercer piso. Ante este panorama 62 El ingeniero Carlos Echagüe (1861 –1907) se graduó en la alentador, los contratistas solicitaron inmediatamente la recepción de las obras, Universidad de Buenos Aires en 1886. Fue inspector de explota- pero apareció entonces la primera base rota, en el sector de Córdoba y Riobamba, ción de la empresa arrendataria de las obras de salubridad, la que fue sustituida en marzo de 1892. y continuó en sus funciones cuando en 1891 retornaron a Las pruebas de llenado de tanques realizadas durante este último jurisdicción nacional. En 1893 reemplazó al Ing. Carlos año provocaron la rotura de otras bases, debiéndose encargar nuevas a Europa Nyströmer como ingeniero jefe. Colaboró estrechamente en la para sustituir las fracturadas. Finalmente, como una medida de seguridad, los en- instalación de la Compañía Alemana Transatlántica de Elec- sayos fueron suspendidos en mayo de 1893, en vista de haberse producido nuevas tricidad (cate), de la Compañía de Electricidad de la Provincia rajaduras en los muros del edificio. En opinión del ingeniero Carlos Echagüe62, de Buenos Aires, así como de la Compañía Industrial del Río de estas roturas se debían al espesor insuficiente de los muros entre los pilares, debi- la Plata. Fue Presidente de la So- ciedad Científica Argentina en litados en el sector antes mencionado, por las aberturas del primer y segundo piso, 1902. En: Lucchini, Alberto P. Historia de la ingeniería argen- y a los esfuerzos de dilatación de los tanques. También se produjeron rajaduras en tina. Buenos Aires. Centro Argentino de Ingenieros.1981. uno de los laterales del cuerpo saliente que forma la entrada por Viamonte, pre- P. 139. suntamente motivados por las vibraciones de la torre central del frente cuando era 63 Comisión de las Obras de Sa- lubridad. Memoria de la Comi- azotada por fuertes vientos. Todas esas rajaduras fueron oportunamente arregladas sión de las Obras de Salubridad de la Capital, 1893. Buenos con la introducción de refuerzos63. Aires. 1894. P. 85.

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105. La Comisión Nacional de las Obras de Salubridad, presidida por el ingeniero Guillermo Villanueva, visitando las obras del Gran Depósito, hacia 1893. Esta Comisión, dependiente del Departamento de Obras Públicas, había asumido el manejo y explotación de las obras de salubri- dad, tras haberse rescindido el contrato con la empresa arrendataria en mayo de 1891.

106. Una de las modificaciones que mereció el sistema de válvulas de los tanques y que permitieron mejorar su fun- cionamiento, luego de se inaugurado el Gran Depósito. El plano (1899) lleva la firma del ingeniero Agustín González (1853–1917), entonces Vicepresidente de la Comisión Nacional de las Obras de Salubridad, y más tarde primer Presidente del Directorio de Obras Sanitarias de la Nación (1912–1914). 105

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107 108 A pesar de la escasa importancia que tuvieron aquellos incidentes, los diarios de la época alarmaron al vecindario hablando de la destrucción completa del edificio, de las inundaciones que provocarían la caída de los tanques, y sus efectos sobre ese sector de la ciudad, con miles de ahogados, muertos y heridos64. Pero el agua 64 Wauters, Carlos. «Obras de Salubridad de la Capital. no llegó al río. Ni siquiera al barrio. Las roturas de las bases habrían estado pro- Depósito distribuidor de aguas. Observaciones relativas a las vocadas por las placas de plomo colocadas entre las bases de las columnas de hierro rajaduras producidas en las bases de cuatro de sus pilares». (Conti- y los bloques de granito que le servían de asiento, a fin de absorber las irregulari- nuación, véase nro. 16). En: Revista «La Ingeniería», Enero dades de estos últimos. Se pensaba que el propio peso de los pilares llenaría los de 1899, N° 17. vacíos con plomo, hecho que en la práctica no sucedió. El problema, según se aclarará años más tarde en la revista «La In- geniería»65, radicaba en lo siguiente: las bases de los pilares descansaban sobre pie- 65 Wauters, Carlos. Op. cit. dras talladas a martelina gruesa que debían presentar una cara para el asiento, en teoría plana y horizontal (recordar la exigencia de Nyströmer a Fynn) y en el pliego no decía el tipo de material que debía colocarse entre la piedra y el hierro. Dos usinas belgas habían elaborado la fundición necesaria para la obra, pero a pesar de la uniformidad requerida por pliego y por los ingenieros ins- pectores, esta fabricación no fue pareja; unas fueron fundidas en moldes de arena y luego cepillada su base de asiento inferior para conseguir una superficie total- mente plana; mientras que otras fueron fundidas en tierra para conseguir desde ese momento un asiento sensiblemente plano y más resistente. Unas y otras fueron colocadas sobre piedras groseramente talladas, con interposición de una capa de cemento para lograr el nivel necesario. El peso de las bases bastaba para hacer es- currir el exceso de cemento. Pero, avanzados los trabajos, el ingeniero represen- tante de Bateman, exigió una modificación introduciendo las citadas placas de plomo para absorber las irregularidades de los asientos no cepillados, cumpliendo la misma función que antes desempeñaba el cemento. Es a partir de esta decisión que comenzaron las roturas. En 1893, con la obra de mampostería casi concluida y solucionán- dose los desperfectos ocasionados por la estructura metálica, aún faltaban colocar 86 piezas de terracota, en su mayor parte sobre la calle Ayacucho, por haber lle- gado rotos algunos trozos y ser rechazados otros por el inspector de las obras.

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107 y 108. La nota periodística que ilustran las fotos, 109. Una vista interior del Gran Depósito en 1904, habla de una «gran rotura del caño maestro» que afectó a cuando aún no había sido modificada su planta baja ni un barrio del oeste porteño en abril de 1903, y fue repa- retirados los tanques del primer piso. Nótese en el centro rada en el taller del propio Depósito. la columna de alimentación de agua y el nivel original del solado desde donde parten los pilares de la estruc- tura. Los vestíbulos de acceso poseían pequeñas escaleras que permitían descender a este nivel, hoy correspondiente al subsuelo del Palacio, donde se encuentran cocheras y demás dependencias de AySA.

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110 111 Durante el desarrollo de las obras, el ingeniero Nyströmer realizó algunas modifi- caciones en dos fachadas, las de las calles Viamonte y Ayacuho, donde se constru- yeron sendos portones para posibilitar los accesos al subsuelo del Gran Depósito, a la vez que se sustituía la escalinata de entrada de la calle Ayacucho (similar a la exis- tente sobre calle Riobamba) por una rampa con pavimento de madera. 66 El original de este diseño, do- Respecto de las carpinterías de los accesos exteriores con herrajes nado por la Sra. Angélica Rosa Paladino, se encuentra en el de bronce, todas presentan una excelente calidad de factura, y fueron realizadas Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA). Sobre los con- con cedro del Paraguay. Los halles de acceso fueron decorados con cielorrasos cursos internos organizados por Obras Sanitarias de la Nación moldurados y lámparas que llevan vidrios grabados con la sigla Obras Sanitarias entre su personal, ver: Obras Sa- nitarias de la Nación, 1912 – de la Nación, institución que a partir de su creación en 1912 se hizo cargo del 1950. Origen y apogeo de la pri- mera empresa estatal de sanea- Gran Depósito. Iniciales que también se aprecian en los coloridos vitrales de miento, editado por AySA en 2007. planta baja –colocados en las aberturas que rodean el patio central– con diseño 67 Diario «La Nación», Buenos del dibujante Roberto Paladino, ganador de un concurso interno realizado por Aires, 21 de diciembre de 1893. Obras Sanitarias de la Nación66. 68 Si en 1875 la población ser- vida por la red de agua potable El 21 de diciembre de 1893 visitó el «grandioso establecimiento de era del 15%, en 1880 ese porcen- taje alcanzó el 25%, para bajar aguas corrientes» el Presidente de la Nación, Dr. Sáenz Peña, quien según un cro- en 1885 al 22%, es decir, unos 84.900 habitantes, sobre un total nista de la época no pudo contener una exclamación de asombro «al penetrar el de 384.500. En 1889 este porcen- taje vuelve a elevarse al 28%, interior del edificio y admirar la gigantesca construcción de hierro». El ingeniero cuando la ciudad contaba con medio millón de habitantes y las Guillermo Villanueva, Presidente de la Comisión de Obras de Salubridad, secun- cloacas aún no funcionaban. En 1894, cuando se inaugura el Gran dado por el contratista Juan B. Médici y el ingeniero Director de la Obra, Gui- Depósito Distribuidor del Pala- cio de las Aguas Corrientes el llermo E. Scholes, explicó al primer mandatario que el sábado anterior, día de gran servicio ya alcanzaba el 65%, cu- briendo las dos terceras partes de calor, la ciudad había consumido la friolera de 101.800 m3 de agua; y que el depó- la población. En 1906, cuando la ciudad alcanzó su primer millón sito abastecía en sus cien leguas de cañerías a unas 3.000 casas, estimando que podía de habitantes, el porcentaje ser- vido llegó al 66%, pero volvió a proveer 350 litros por casa67. decaer el 57% en 1911. En 1910, la población servida era de La recepción definitiva de la obra se realizó en marzo de 1894. De allí 773.700 habitantes. En este mismo año, pese a los adelantos, en más, los tanques recibirán el agua bombeada desde el Establecimiento Recoleta, el Censo de la ciudad registraba 140 aguateros. Los porcentajes primero por calderas a vapor y luego por usinas, para ser distribuida en una infinita de abastecimiento se irán ele- vando año tras año a partir de red de cañerías68. Al año siguiente, en el segundo Censo Nacional la ciudad contabi- 1914 llegando en 1925 a dotar de agua potable a toda la población lizaba una población de 677.786 habitantes, de los cuales, 359.425 eran extranjeros. de Buenos Aires.

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110. Frente sobre la calle Viamonte. En primer plano, la entrada vehicular y las escaleras de granito incorpora- das por el ingeniero Carlos Nyströmer, director de las obras. Los faroles de alumbrado y la reja perimetral de hierro fundido, fueron provistos por la fundición de W. Macfarlane & Co.

111. Diálogo de estilos históricos. El Palacio, con su ecléctica exhube- rancia tardo victoriana y, calle por medio, el Colegio De La Salle, ini- ciado hacia 1898, con líneas marca- damente afrancesadas y acabados símil piedra París.

112 y 113. Vitrales de las ventanas que rodean el patio central del Gran Depósito en planta baja. Fueron incorporados cuando se instalaron las dependencias administrativas y su diseño pertenece a un integrante de Obras Sanitarias de la Nación, el dibujante Roberto Paladino.

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¿Cuántas personas trabajaban entonces en el Gran Depósito? Muy pocas por cierto, teniendo en cuenta que funcionaba día y noche: 1 mecánico, 1 mecánico segundo, 4 Llaveros, 1 Jardinero, 1 Jardinero ayudante y 1 Guardián. Un total de 9 personas, de las cuales 4 prestaban servicios nocturnos69. 69 «Revista Técnica». N° 3. Julio de 1895. p. 41. Sobre algunos detalles de su funcionamiento cotidiano, decía la «Revista Técnica» en 1895: «Dos veces al año, generalmente, se pintan los tanques con 2 ó 3 manos de mínio, limpiándose previamente, a cuyo efecto se larga el agua al con- ducto de desagüe, que sirve también para recibir las aguas provenientes de los des- bordes de los tanques. En la oficina de guardia existen 6 aparatos automáticos por medio de los cuales se obtienen diagramas indicando las variaciones de la altura del agua en los tanques durante las 24 horas, y 4 hidrómetros que sirven de control de los 70 Ibidem. anteriores. Hay, además, 5 manómetros Bourdon, que indican la presión en el ori- 71 Raffo, Bartolomé M. «Re- vestimiento lateral interno de los gen de las cañerías maestras distribuidoras y por los cuales se tendría inmediata- depósitos distribuidores de la Capital Federal». En: «Boletín de mente conocimiento en el establecimiento si llegase a producirse la rotura de alguno Obras Sanitarias de la Nación». Buenos Aires. N° 22. Abril de de los caños distribuidores. El establecimiento se halla unido, por medio de una 1939. Año iii. P. 400 –407. Nota: Las chapas se habían dejado de línea telefónica directa, con el cuerpo de bomberos, el cual da aviso toda vez que se pintar con minio, utilizándose otras pinturas y en cada rasque- produce un incendio en el radio que abarca el servicio de las aguas corrientes; en teo se sacaban grandes cantida- des de óxido de hierro. El este caso, se levanta la presión del agua, aislando los tanques del primer piso por diámetro de 12 mm de algunas chapas se redujo a 6. Por tal mo- medio de válvulas de retención»70. tivo se decidió en los tanques de Av. Córdoba, de Caballito y De- Décadas más tarde, hacia 1939, los tanques de hierro serán revesti- voto, protegiendo previamente el hierro con betún asfáltico, levan- dos por dentro con tabiques de ladrillos de canto, cubiertos por revoques cemen- tar paredes con ladrillos de canto contra las chapas perimetrales y ticios, a efectos de poder detener los procesos de corrosión que afectaban a sus contra los cajones de hierro que protegen las columnas, asentados partes y, a la vez, hacer más simple su mantenimiento71. y revocados con un mortero de cemento y arena. Los pisos, por En mayo de 1903, el Director General de las Obras de Salubridad, su parte, ya habían sido revesti- dos con hormigón varios años ingeniero Guillermo Villanueva, al referirse al Depósito afirmaba: atrás.

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114. Vista interior de los tanques de reserva. Hacia 1939 fueron cubiertos con revoques para evitar problemas de corrosión y facilitar su mantenimiento. Los contrafuertes internos permitían reforzar las paredes de placas de hie- rro, sometidas a grandes empujes laterales.

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«Muy bien situado, y de capacidad adecuada al servicio que está destinado, tenía sin embargo el Gran Depósito un defecto de capital importancia; toda el agua que traían desde Recoleta los cinco caños de bombeo debía necesariamente subir a los tanques antes de llegar a los caños maestros de la red de distribución. Además, toda el agua debía entrar a los tanques de un solo piso, sin que fuera posible surtir a la vez a los tanques de dos pisos diferentes, ni enviar directamente el agua a la cañería maestra»72. Hacia 1904 esta disposición había cambiado y sólo pasaba agua a los 72 Ministerio de Obras Públicas. Dirección General de las Obras tanques cuando el bombeo superaba el consumo. de Salubridad de la Nación. Me- moria presentada al Señor Minis- Por otra parte, la aparición de la electricidad y con ella los primeros tro de Obras Públicas, por Guillermo Villanueva, Director edificios en altura con ascensores, también fue un problema para el funcionamiento General. Buenos Aires. 1903. P. 23. del Gran Depósito, proyectado en la era del vapor y en una Buenos Aires con edificios de uno o dos pisos. El panorama al inaugurarse en 1894 había cambiado, especial- mente con la apertura de la . Para subsanar este inconveniente, se aprovecharon las primitivas bombas impelentes del ingeniero Coghlan y el caño maestro de la calle Libertad, estableciéndose un servicio de bombeo directo a una ca- ñería especial para esa Avenida. Esta cañería se extendió a las plazas de Mayo y Lorea en previsión de que también allí se edifiquen casas de cinco y seis pisos. Una situación que se reiteraría con la progresiva apertura de nuevas avenidas y el aumento en la altura de los edificios en otras zonas de la ciudad, que llevó a desmantelar el primer piso de tanques de hierro por su escaso uso y a cons- truir otros dos grandes depósitos de gravitación de similar capacidad (72.300.000 litros) en zonas más altas de la Capital, en los barrios de Caballito y Devoto en 1915 y 1917, respectivamente. Además de su función primaria de distribución y regulación, quedaron pendientes los usos propuestos para la planta baja del depósito. Ninguno de ellos se concretó, y en su lugar hasta fines de la década de 1920 funcionaron una fábrica de baldosas, junto con distintos servicios de mantenimiento de redes de agua y cloacas de la zona céntrica. Al trasladarse a Recoleta estas dependencias, Obras Sanitarias de la Nación construyó las oficinas administrativas que funcionan hasta el presente.

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115. El Gran Depósito en todo su esplendor, poco tiempo después de su habilitación, c. 1900.

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HERMOSO Y ÚTIL, PERO...

En los círculos profesionales locales, arquitectos e inge- sido mucho más económico y adecuado a su destino, el nieros no siempre llegaron a ver con buenos ojos la ar- revestirlos, en parte, con el modesto granito de Tandil, quitectura del Gran Depósito, y menos a justificar su material serio y producto nacional; adoptando para el inversión, como vemos en este artículo del director de resto del edificio el tan en boga revoque de símil piedra?. la «Revista Técnica», ingeniero Enrique Chanourdie, a ¿Qué significa esa extensa superficie de terreno libre no poco de su habilitación, en 1895: utilizado y sin provecho alguno para el establecimiento «Entre todos los edificios públicos de este Municipio, nin- ni para el fisco, que podría, por medio de una inteligente guno llama más la atención seguramente, que el limitado adaptación, conseguir una parte del interés que repre- por las calles Gral. Viamonte, Córdoba, Riobamba y Aya- senta el capital invertido? Participamos, por nuestra cucho. La elegancia de sus líneas; la profusión de mayó- parte, de estas ideas; creemos que podría haberse sacado licas que adornan sus fachadas, atrayendo gratamente mejor partido de los dos millones seiscientos mil pesos la vista, y la armonía que se nota en su conjunto, lo ca- oro que cuesta esta construcción, no incluido el terreno, racterizan entre todos los edificios de la ciudad. y más, que podría haberse conseguido un buen edificio, adecuado y de buen gusto arquitectónico, sin haber em- Muy poco, sino nada, han de reprocharle los estéticos; pleado tanto dinero en él. pero aquellos que tengan en cuenta su destino y visiten su interior, han de pretender, sin conseguirlo, disipar al- Tal vez se objete que la instalación en su recinto de gunas dudas que se traducen en los interrogantes si- baños -como primeramente se había pensado- o de otros guientes: ¿qué necesidad había de gastar más de un servicios públicos; y la aglomeración de gente a que millón de pesos oro en cubrir los frentes de un edificio estos darían lugar, podría ser perniciosa para la buena de esta naturaleza con mayólicas?, ¿acaso no hubiera calidad de las aguas almacenadas en los tanques, pero,

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116 aparte de que estos temores no revisten la seriedad re- 116. El Palacio y su barrio, a fines de los años ´20. La construcción en altura iba ganando el entorno, querida para hacer una objeción de esta índole, por fal- y el tránsito vehicular se hacía intenso en la semana, sobre una Avenida Córdoba con tranvías eléctricos tarle el apoyo de la opinión fundada de personas y automóviles en doble mano. competentes, nos inclinaríamos, en el peor de los casos, a creer que, aún así, el mal habría tenido remedio. (…) Queremos dejar constancia de que la actual dirección, a cuyo cargo se hallan las obras de salubridad, nada ha tenido que ver en la ejecución de ella, y que, por consi- 1 Chanourdie, Enrique. guiente, no participa de las responsabilidades, así como «Depósito Distribuidor (Provisión de agua de la ciudad de Buenos del honor que puedan resultar de haber dotado de este Aires)». En: «Revista Técnica». Buenos Aires. N° 3. Julio de 1895. hermoso y útil edificio a la Capital de la República»1. P. 41.

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117. El Palacio de las Aguas Corrien- tes, c. 1900.

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118. La torre central, uno de los elementos de mayor significación del Gran Depósito o Palacio de las Aguas Corrientes o, también, en el colectivo de la gente, «Palacio de Obras Sanitarias», Monumento Histórico Nacional.

El Palacio de las Aguas Corrientes Patrimonio Monumental de los Argentinos

Expresión elocuente del mundo del arte y de la técnica del siglo xix y testimonio impar de un momento clave de la historia del saneamiento argentino, hoy el Pa- lacio de las Aguas Corrientes continúa siendo uno de los monumentos emble- máticos de Buenos Aires. Su maravillosa envolvente policromada sigue despertando el impacto y la admiración que causó desde su misma aparición en la ciudad, allá por 1894. En reconocimiento a sus valores patrimoniales, fue de- clarado en 1987 Monumento Histórico Nacional; un mérito que recientemente se ha enriquecido con la declaratoria de Bien de Interés Histórico Nacional, otor- gada al Archivo Histórico de Planos que guarda en su interior, un excepcional acervo documental con millones de piezas gráficas de valor histórico, técnico, estético y testimonial73. 73 Una selección de documentos de dicho archivo se presenta en Así es, el Palacio que desde hace más de cuarenta años dejó de fun- la obra editada por el Programa Fuente Abierta de AySA en cionar como Depósito Distribuidor, hoy alberga actividades culturales y adminis- 2010: Documentos para la Histo- ria del Saneamiento Argentino. trativas de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), responsable de la custodia y preservación del patrimonio cultural heredado de la primera empresa estatal de saneamiento, Obras Sanitarias de la Nación. Conciente de la importancia de este legado, AySA ha creado el Pro- grama de Integración Cultural Fuente Abierta, con la finalidad de promover la conciencia ambiental y la preservación y difusión del patrimonio cultural vincu- 74 En el año del Bicentenario pa- trio, visitaron el Palacio de las lado a la historia del saneamiento nacional74. Precisamente, en el Palacio tienen su Aguas Corrientes más de 28.000 personas. En aquella especial sede tres componentes esenciales de este Programa: el Museo del Agua y de la His- ocasión, pudieron recorrer uno de los monumentos de mayor toria Sanitaria, la Biblioteca «Agustín González» y el Archivo de Planos Históricos significación en la historia del sa- neamiento nacional, visitando las y Domiciliarios. El programa Fuente Abierta fue declarado en 2009 de Interés salas del Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, la Biblioteca Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación. Agustín González y otros espa- cios especialmente acondiciona- Se combinan de este modo tareas de difusión de la rica historia del dos con actividades culturales vinculadas al pasado y presente Palacio y del agua desde los primeros tiempos de la ciudad, con otras educativas, del agua entre nosotros (exposi- ciones, espacio lúdico para niños, de investigación y de conservación, que procuran abarcar un público cada vez obras de arte, filmes, etc.).

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119. El Palacio de Obras Sanitarias de la Nación, un monumento al trabajo desarrollado por generaciones al servicio del saneamiento argentino.

más ávido de conocer el patrimonio cultural vinculado al saneamiento argentino. Complementando estas actividades, en la Planta General San Martín en Palermo, se ofrecen visitas educativas para escolares, con la finalidad de conocer mejor el proceso de potabilización, así como de hacer un uso responsable del agua. De esta manera, se enlazan el rescate de valores estrechamente ligados a la memoria del trabajo y la producción de los hombres y mujeres que hicieron posible las obras de salubridad, con la necesaria toma de conciencia ambiental de las nuevas generaciones. Orgullosas de su pasado, concientes de su presente y comprometi- das con el porvenir del agua como recurso esencial a una mejor calidad de vida, salud y bienestar de la población. A lo largo de sus 117 años de historia, la función primaria del Gran Depósito fue cambiando, no así las impresiones que despertó en el habitante de la ciudad, desde su mismo origen. Como puede verse en la carta que envía un inmi- grante italiano, Oreste Sola, a sus padres en 1901: «Esta ciudad es muy hermosa. Hay mucho lujo. Todas las calles están pavimentadas con madera dura o con cemento suave como el mármol, tan 75 Baily, Samuel y Ramella, suave que incluso los caballos, tanto los de los tranvías como los de los carruajes, Franco. One Family, Two Worlds. New Brunswick, eeuu. se resbalan constantemente. No es raro ver caer veinte o más en un día. Hay al- Rutgers University Press. 1988. P. 35. Citado en: Korn, Francis gunos edificios hermosos más allá de las palabras, de sólo cinco pisos de alto, pero – SIGAL, Silvia. Buenos Aires antes del Centenario, 1904 – con ornamentación que difícilmente encuentres en Turín. El más hermoso de 1909. Buenos Aires. Sudameri- cana. 2010. P. 9. todos es el de las aguas corrientes, construido por los ingleses, y, lo más sorpren- 76 De acuerdo a un sondeo de dente, es que es todo de mármol en la mitad de su altura pero con una pequeñas opinión realizado sobre unas 2.000 personas realizado por un columnas esculpidas y decoradas con una artesanía exquisita (…) ocupa 10.000 diario de Buenos Aires, el Pala- cio de las Aguas Corrientes es metros cuadrados»75. considerado el edificio más lindo de la ciudad en el gusto de la Y como lo vemos actualmente, cuando a diario el Palacio de terra- gente, quien encabezó el favori- tismo, con un 53,9% de los cota e hierro es contemplado con idéntica sorpresa y admiración76. Este simple votos, por delante del Teatro Colón, el y el gesto resume las razones de su vigencia en la memoria e imaginario ciudadano, y Edificio Kavanagh. En: Jurado, Miguel. «Los edificios más lin- nos habla de la verdadera dimensión de una obra mayúscula, donde el ayer y el dos y los más feos, votados por la gente». Diario «Clarín». Julio presente de las «aguas corrientes» se amalgaman, cobran sentido y se fortalecen. 3 de 2011.

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BIBLIOGRAFÍA | 195 Capitulo 5_Layout 1 28/02/12 10:34 Page 194

ÍNDICE DE IMÁGENES

Capítulo Capítulo

Portada. DELCARRIL, BONIFACIO – AGUIRRESARAVIA, ANÍBALG. Iconografía de Portada. MOORES, GUILLERMOH. Estampas y Vistas de la Ciudad de Buenos Buenos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. buenos aires. municipalidad de Aires. 1599 – 1895. volumen i. municipalidad de la ciudad de buenos aires. la ciudad de buenos aires. 1982. buenos aires. edit. Peuser. 1945.

1. FURLONG, GUILLERMOS.J. Historia social y cultural del Río de la Plata, 1536 1. «Plano del Primer Proyecto de Provisión de agua». en: «saneamiento. re- – 1810. El trasplante cultural: Ciencia. buenos aires. tipográfica editora. 1969. vista de obras sanitarias de la nación». buenos aires. año xxxiii. abril, mayo y Junio de 1969. n° 214. 2. DELCARRIL, BONIFACIO – AGUIRRESARAVIA, ANÍBALG. Monumenta Icono- graphica: paisajes, ciudades, tipos, usos y costumbres de la Argentina. 1536- 2 y 3. archivo de Planos históricos de aysa. 1860. buenos aires. emecé. 1964. 4. centro de documentación de arquitectura latinoamericana. 3. RADOVANOVIC, ELISA. Planos de Buenos Aires. Siglos xix y xx. buenos aires. ed. cedodal. 2001. 5. «Plano del Primer Proyecto de Provisión de agua». en: «saneamiento. re- vista de obras sanitarias de la nación». buenos aires. año xxxiii. abril, mayo 4. Fotografía: TARTARINI, JORGED. y Junio de 1969. n° 214.

5 y 6. dibujo: NADAL MORA, VICENTE. La herrería artística del Buenos Aires antiguo. 6 y 7. aysa. buenos aires. 1957. Fotografía: departamento de documentos Fotográficos. archivo general de 8. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación. la nación. 9. ibidem. 7, 8 y 9. DIFRIERI, HORACIOA. Atlas de Buenos Aires. buenos aries. municipali- dad de la ciudad de buenos aires. secretaría de cultura. tomo 1. 1981. 10. ibidem.

10. DELCARRIL, BONIFACIO – AGUIRRESARAVIA, ANÍBALG. Iconografía de Bue- 11. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación. nos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. buenos aires. municipalidad de la ciudad de buenos aires. 1982. 12. mejoras en la capital de la república argentina llevadas a cabo durante la administración del intendente torcuato alvear. 11 y 12. retrato: municipalidad de buenos aires. Censo General de Población, Edificación, Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires, 1810 – 1910. 13. GOBIERNODELACIUDADDEBUENOSAIRES. subsecretaría de cultura. museo tomo tercero. buenos aires. compañía sud-americana de billetes de banco. de la ciudad. Programa tiac, catastro beare. 1910. gráfico: DE PAULA, ALBERTO S. J. – GUTIÉRREZ, RAMÓN. La encrucijada de la arquitec- tura argentina 1822-1875. Santiago Bevans-Carlos Pellegrini. resistencia. Facultad de arquitectura y urbanismo. unne. 1973.

13. DELCARRIL, BONIFACIO – AGUIRRESARAVIA, ANÍBALG. Iconografía de Bue- nos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. buenos aires. municipalidad de la ciudad de buenos aires. 1982.

14. CASAWITCOMB Buenos Aires Antigüo. 1925.

15. GUTIÉRREZ, RICARDOJ. La introducción de la máquina a vapor en Buenos Aires. El molino «San Francisco». buenos aires. talleres gráficos cesa. 1938.

16. GOBIERNODELACIUDADDEBUENOSAIRES. subsecretaría de cultura. museo de la ciudad. Programa tiac, Catastro Beare.

17. museo nacional Ferroviario.

18. colección: gentileza SR. ARNALDOCUNIETTI – FERRANDO.

196 | EL PALACIO DE LAS AGUAS CORRIENTES Capitulo 5_Layout 1 28/02/12 10:34 Page 195

Capítulo Capítulo

Portada. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la Portada: archivo de Planos históricos de aysa. nación. 1. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa. 1. revista «el mosquito». buenos aires. marzo de 1871. 2. GOBIERNODELACIUDADDEBUENOSAIRES. subsecretaría de cultura. museo 2. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación. de la ciudad. Programa tiac, catastro beare.

3. aavv. The art of Juan Manuel Blanes. buenos aires. Fundación bunge y 3. archivo de Planos históricos de aysa. born – american society. 1994. 4. archivo de Planos históricos de aysa. 4. «el ingeniero Juan Federico la trobe bateman». en: «boletín de obras sa- nitarias de la nación». n° 44. Febrero de 1941. 5. archivo instituto histórico de la ciudad de buenos aires.

5. RÖGIND, WILLIAM. Historia del Ferrocarril del Sud. buenos aires. 1937. 6 y 7. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

6, 7 y 8. expediente «contratos» relativos a las obras de salubridad de buenos 8. CANTALUPPI, ORESTESJ. P. «distribución de agua Potable a la ciudad de aires, museo del agua y de la historia sanitaria, aysa. buenos aires». en: «boletín de obras sanitarias de la nación», año iii, sep- tiembre de 1939, n° 27. 9 y 10. archivo de Planos históricos de aysa. 9. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación. 11. ROSELLSOLER, PEDROA. «la primera instalación de filtros en américa». en: «boletín de obras sanitarias de la nación». buenos aires. año i. diciembre de 10 y 11. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa. 1937. n° 6. 12. departamento de documentos Fotográficos, archivo general de la nación. 12. PARSONS, RICHARDCLERE. Las Obras de Salubridad de la Ciudad Buenos Aires. Cloacas, desagües, y provisión de agua. (Traducción de una Memoria 13. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa. leída ante el Instituto de Ingenieros Civiles de Londres, el 14 de Enero de 1896, bajo la presidencia de Sir Benjamin Baker, K.C.M.G., F.R.S., Presidente del Insti- 14 y 15. archivo de Planos históricos de aysa. tuto, y publicada con el permiso del Consejo directivo). londres. ed. gilbert & rivington, limited. 1896. 16. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

13. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa. 17 y 18. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

14. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa. 19. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

15. archivo de Planos históricos de aysa. 20. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

16. archivo de Planos históricos de aysa. 21 y 22. colección museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

17. departamento de documentos Fotográficos, archivo general de la nación. 23. colección museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

25. archivo de Planos históricos de aysa.

26. archivo de Planos históricos de aysa.

27. archivo de Planos históricos de aysa.

28. gentileza sra. kirsten boye saetre.

29. gentileza sra. kirsten boye saetre.

30. gentileza sra. kirsten boye saetre.

31. srta. marianne g. boye.

39 y 40. archivo de Planos históricos de aysa.

ÍNDICE DE IMÁGENES | 197 Capitulo 5_Layout 1 28/02/12 10:34 Page 196

49 y 50. museo del agua y de la historia sanitaria de aysa.

51. archivo de Planos históricos de aysa.

56. archivo de Planos históricos de aysa.

57 y 58. archivo de Planos históricos de aysa.

73. PARSONS, RICHARDCLERE. Las Obras de Salubridad de la Ciudad Buenos Aires. Cloacas, desagües, y provisión de agua. (Traducción de una Memoria leída ante el Instituto de Ingenieros Civiles de Londres, el 14 de Enero de 1896, bajo la presidencia de Sir Benjamin Baker, K.C.M.G., F.R.S., Presidente del Insti- tuto, y publicada con el permiso del Consejo directivo). londres. ed. gilbert & rivington, limited. 1896.

74. archivo de Planos históricos de aysa.

87, 88 y 89. ibidem.

91. museo del agua y de la historia sanitaria.

92. museo del agua y de la historia sanitaria.

93. museo del agua y de la historia sanitaria.

94. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación.

95 y 96. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación.

97. museo del agua y de la historia sanitaria.

98. gentileza Familia boye.

99 y 100. archivo de Planos históricos de aysa.

101. boletín de obras sanitarias de la nación. buenos aires. n° 6. diciembre de 1937.

102. colección museo histórico nacional.

105. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación.

106. archivo de Planos históricos de aysa.

107 y 108. suplemento diario «la nación», abril de 1903. colección oscar a. de masi.

109. suplemento diario «la nación», abril de 1903. colección oscar a. de masi.

112 y 113. museo del agua y de la historia sanitaria.

115. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación.

116. centro de documentación e información de la arquitectura Pública. Las fotos del Palacio actuales (interiores y exteriores), que aparecen en esta publicación, fueron realizadas por Belén Grosso, Leo Liberman y Pablo Valda 117. departamento de documentos Fotográficos. archivo general de la nación. de Central Humahuaca para AySA.

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