La Tierra Del Olvido”: Versiones Y Revisiones De La Memoria En Colombia1 David García González/ Universidad Nacional De Colombia
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ENSAYO Regreso a “La tierra del olvido”: versiones y revisiones de la memoria en Colombia1 David García González/ Universidad Nacional de Colombia En 2014, la revista Arcadia, una de las publicaciones cultura- densidad histórica a los años noventa: la entrega de armas de les más importantes del país, dedicó su edición número cien la guerrilla del M-19, la firma de una nueva Constitución, el a la forma como las artes han interpretado (y ayudado a inter- asesinato de un puñado de dirigentes políticos de diversas pretar) la realidad social y política de Colombia en el último corrientes ideológicas, la apertura económica impulsada por siglo. Para ello, un jurado compuesto por más de 70 intelec- el presidente César Gaviria (1990-94); y claro, las diversas tuales, críticos y académicos, escogió las producciones artís- violencias (la del narcotráfico, la de las guerrilleras, la mili- ticas más relevantes, según su criterio y su campo. El resul- tar y paramilitar). En este contexto paradójico de aperturas tado fue una selección de 119 obras compuestas lo mismo simultáneas y violencias multiformes, se empezó a perfilar el por libros, pinturas y esculturas que por canciones, películas proyecto político-económico de “cambiarle la cara al país,” y telenovelas. El común denominador de esta selección tan una expresión que sintomáticamente se popularizó a fina- variopinta es que, desde su especificidad estética, cada una de les del siglo XX hasta volverse de uso cotidiano y retórico. las obras reseñadas “(…) refleja, interpreta o recrea al país, Así, aunque el país salía del siglo de la misma manera como su historia, su circunstancia” (Arcadia 2014, 4). Por supues- entró—en guerra, recuérdese la denominada Guerra de los Mil to, como con toda selección, algunos no estuvieron de acuer- días (1899-1902)— las élites políticas y económicas buscaban do con la inclusión de tal o cual nombre; otros, en cambio, encarar el nuevo milenio con una sonrisa, invitando al resto echaron en falta tal o cual obra. Más allá de los listados y del mundo a invertir y hacer turismo en Colombia (Bushnell los balances puntillosos, lo verdaderamente interesante de la 2013 [1994]). iniciativa de Arcadia es todo lo que se puede leer, digamos, entre líneas. Justamente, una de estas lecturas transversales Por su reconocimiento nacional e internacional, Carlos pone en evidencia una tendencia elocuente entre las obras de Vives se convirtió en uno de los representantes más recono- arte más emblemáticas del país: la violencia, la memoria y cidos de este proyecto ideológico y epidérmico, un auténtico el olvido han sido los temas sobre los que más se ha escrito, “cambio extremo” si se quiere. Su obra y su imagen públi- cantado o pintado en Colombia. ca parecieron alinearse fácilmente con la idea de “mostrar la otra cara” y pensar en positivo. Sin ir tan lejos, “La tierra del De principio a fin la década de 1990 fue una de las más olvido,” acaso la canción que más contribuyó al éxito y la densas y complejas de la historia reciente del país. En esos popularidad de Vives, hacía tal eco de una cierta visión del años se concretaron—y condensaron—profundos cambios país que diversas instituciones públicas y privadas contribu- políticos, económicos y culturales que se venían gestando de yeron para que algunos la consideren, como sugiriera recien- tiempo atrás, muchas veces de forma traumática y violenta temente un artículo de El Heraldo de Barranquilla (2015), una (Uribe 2001; Pécaut 2012). No es extraño, entonces, que un suerte de “segundo himno nacional.” Así que, curiosamente, porcentaje importante (15%) de las producciones culturales tras la popularidad que le sobrevino en su día, “La tierra del escogidas por la revista Arcadia como las más destacadas del olvido,” lejos de ser olvidada, quedó grabada en la memoria siglo pasado, correspondan a esta década. Además de algunas colectiva de muchos colombianos, y no sólo, como es obvio, de las mejores películas del cine colombiano (como Confesión en la memoria sonora; también, por razones que expon- a Laura, La estrategia del caracol o La gente de La Univer- dré más adelante, la carátula del disco y el videoclip de la sal), y un par de producciones televisivas que hicieron época canción permanecen aún hoy en la memoria visual de varias (como Zoociedad y Cuando quiero llorar no lloro), entre las generaciones. obras de los años noventa que fueron incluidas en esa selec- ción sobresale una de las canciones más populares y reconoci- Aunque comúnmente pueda ser interpretada como una das de la música popular colombiana en las últimas décadas: simple canción de amor o como un gran éxito de la indus- “La tierra del olvido” (Sonolux, 1995), tema incluido en el tria musical, no deja de ser inquietante que, en medio de una disco homónimo de Carlos Vives y su grupo La Provincia. década tan agitada (y violenta) como la de 1990, llegara a popularizarse y masificarse una canción cuyo tema central era El disco La tierra del olvido fue lanzado en agosto de 1995. el olvido. En cualquier caso, cabe preguntarse: ¿cuál era esa Para entonces ya se habían manifestado en la esfera públi- tierra del olvido?, ¿qué y a quiénes había que olvidar? Estos ca y en la vida cotidiana muchos de los procesos que darían interrogantes quedaron en el aire y finalmente parecieron Revista de Estudios Colombianos No. 54 (julio-diciembre de 2019), ISSN 2474-6819 (Online) 50 REGRESO A “LA TIERRA DEL OLVIDO” silenciarse mientras subía el volumen de la canción, que desde terreno la premisa de que la memoria, más que un asunto entonces no ha dejado de sonar. De hecho, en julio de 2015— relativo a los recuerdos y al pasado, es un proceso de cons- veinte años después de ser compuesta por el bogotano Iván trucción social donde no sólo se superponen lo colectivo y lo Benavides—, se estrenó una segunda versión de “La tierra del subjetivo, sino también diferentes temporalidades y agendas olvido.” Esta nueva producción fue iniciativa del gobierno (Jelin 2005). La memoria es, fundamentalmente, un ejercicio nacional a través de Procolombia, “(…) la entidad encargada de producción de sentido donde se articulan interpretaciones de promover el turismo, la inversión extranjera en Colombia, del pasado, intervenciones en el presente y proyecciones del las exportaciones no minero energéticas y la imagen del país” futuro. Las implicaciones políticas y performativas de esta (Procolombia.co 2016). Puesto que los eventos internaciona- concepción de la memoria saltan a la vista; de entrada, supone les son un ocasión ideal para el mercadeo territorial, la promo- una nueva forma de entender la historia; después de todo, no ción del turismo y, en fin, para renovar la imagen del país, se puede contar una historia si no se tiene memoria. Ambas, no extraña que el lanzamiento de “la nueva tierra del olvido” historia y memoria, son por tanto ejercicios de re-creación, hubiera tenido lugar en Expo Milán 2015. Allí los especta- de re-construcción, en últimas, de (re)invención permanente dores se encontraron con una renovación total de la canción: (LaCapra 2001). nuevos arreglos, nuevos intérpretes y, sobre todo, un videoclip de gran despliegue técnico que muestra paisajes paradisiacos Immanuel Wallerstein acierta entonces cuando afirma: de varias regiones de Colombia (ya no sólo de la Costa Atlán- “Normalmente se considera que el pasado está esculpido en tica, como pasara en el primer video). Hoy el nuevo videoclip piedra. Pero el pasado social, la manera en que entendemos tiene más de 30 millones de visualizaciones en el canal oficial este pasado real, está inscrito en arcilla blanda, en el mejor de de Carlos Vives en YouTube. los casos” (Wallerstein 1991, 122). La metáfora de Wallers- tein remarca con agudeza el carácter maleable y dinámico Por supuesto, el país que se (re)presenta en “La tierra del tanto de la historia como de la memoria. Por tanto, analítica- olvido” de 2015 dista mucho del que se ponía en escena en mente, es un error asumirlas como tramas acabadas—así se 1995, y no es para menos, entre otras muchas cosas los sepa- trate de la historia o la memoria oficial, que muchas veces dan ran los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe, los diálo- la impresión de tener plena coherencia—, cuando en realidad gos con la guerrilla de las FARC y la firma del acuerdo de son una suerte de colchas de retazos, hechas de olvidos, silen- paz. Con todo, mi hipótesis es que las dos versiones de esta cios y recuerdos selectivos (Todorov 2008). canción ponen en evidencia la plasticidad y el carácter actua- lizable de la memoria colectiva. El objetivo de este artículo La imagen de la colcha de retazos se ajusta muy bien a la es, entonces, determinar cómo cada versión de “La tierra del manera como se (co)produce la memoria colectiva, que se teje olvido” se alinea a un régimen de representación diferente que con elementos de muy diversa naturaleza e integra las memo- define qué es lo memorable y lo olvidable, en otras palabras, rias individuales pero no se confunde con ellas (Halbwachs qué (y a quiénes) se muestra hasta la sobreexposición, y qué 2004). Las más de las veces se configura a partir del recuerdo (y a quiénes) se oculta hasta la invisibilidad en dos momentos o el trauma de eventos que dejaron marcas generacionales diferentes de la historia. A partir de las nociones de memoria en grupos más o menos concretos. También se nutre de los colectiva de Maurice Halbwachs (2004), y de anclaje de la sentidos—con frecuencia planos y maniqueos—que circulan memoria de Elizabeth Jelin (2002), a continuación hago algu- en las producciones masivas de la industria cultural (Huys- nas consideraciones generales, primero, sobre la relación entre sen 1999), y, en ocasiones, echa mano de los discursos y las historia y memoria, y, segundo, sobre las particularidades de interpretaciones oficiales.