La Muerte De Artemio Cruz
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CARLOS FUENTES LaLa muertemuerte dede ArtemioArtemio CruzCruz © Carlos Fuentes, 1962 © Anaya-Muchnik, 1994, Madrid CARLOS FUENTES ............................................................................................................. 1 STENDHAL, Rojo y negro .................................................................................................. 4 GOROSTIZA, Muerte sin fin ............................................................................................... 4 (1941 — Julio 6) ............................................................................................................... 9 (1919 — Mayo 20) ......................................................................................................... 17 (1913 — Diciembre 4) .................................................................................................... 31 »—Nunca digas eso. Haz de cuenta que sólo nos conocimos una vez.» ........................ 32 »—Resérvatela por si no responde...» ............................................................................ 43 (1924 — Junio 3) ............................................................................................................ 45 «Soy joven; tengo derecho...» ........................................................................................ 46 «Tengo derecho; está bendito por la iglesia.» ................................................................ 46 «...cuando despierto y miro su cuerpo dormido junto a mí...» ....................................... 46 «¿Me quiere de verdad?» ................................................................................................ 46 «Quizás él mismo ha olvidado las razones de nuestro matrimonio...» ........................... 46 «...y ahora me ame de verdad...» .................................................................................... 46 «... me ame a mí y admire mi belleza...» ........................................................................ 46 «...mi pasión...» ............................................................................................................... 46 «Dios mío, ¿por qué no puedo ser la misma de noche que de día?» .............................. 47 «Ah sí, cómo no, él me protegía, me apoyaba.» ............................................................. 48 «Sin voz ni actitud, comprada, testigo mudo de él.» ...................................................... 48 «...de peras rebanadas, membrillo, compotas de durazno...» ......................................... 48 «Ah sí, objeto de un placer ocasional.» .......................................................................... 48 «¿Madre? Qué parto sin alegría, sin dolor.» ................................................................... 48 «Inmóvil y muda; por orgullo.» ...................................................................................... 48 «¿Tengo derecho a destruir su amor, si su amor es verdadero?» ................................... 49 «Entonces, es esta quietud tan cercana, esta mano que no se mueve.» .......................... 49 «Después sentí rencor. Me dejé ir... Y me gustó. Qué vergüenza.» ............................... 50 «¿O es mi deber mantener hasta el fin el rencor que siento?» ....................................... 51 «Si sólo pudiera decidirme, si sólo pudiera.» ................................................................. 52 «Sí: él me quiere, debe quererme.» ................................................................................ 52 «Dios, ¿por qué me has puesto en este compromiso?...» ............................................... 53 «—Less proffits, sure, lesproffitsure lesslessless...» ....................................................... 58 «—O.K., O.K.» ................................................................................................................ 58 (1927 — Noviembre 23) ................................................................................................. 62 «—Eh, don Artemio, ¿se siente mal?» ........................................................................... 69 «—Ahora mismo... » ...................................................................................................... 69 «—El subsecretario al teléfono, don Artemio... » .......................................................... 70 (1947 — Septiembre 11) ................................................................................................ 73 «—Sabe bien,» ................................................................................................................ 77 «—Me gusta...» .............................................................................................................. 77 «—...del hijo, y del espíritu santo, amén...» ................................................................... 81 «—Agitación estéril...» ................................................................................................... 82 «—Allí afuera está Campanela.» .................................................................................... 82 (1915 — Octubre 22) ...................................................................................................... 84 «Más vale esperar aquí...» .............................................................................................. 88 «Parece que se han ido. Puede que sea una celada. Más vale esperar aquí.» ................. 88 «No te duermas, estate listo...» ....................................................................................... 89 «Estoy libre; estoy libre.» ............................................................................................. 100 (1934 — Agosto 12) ..................................................................................................... 104 (1939 — Febrero 3) ...................................................................................................... 114 «... Qué tibia, Lola, qué tibia eres y cómo te amo ya.» ................................................ 118 «—¡Abajo, Lorenzo, abajo, mexicano!» ...................................................................... 120 (1955 — Diciembre 31) ................................................................................................ 125 (1903 — Enero 18) ....................................................................................................... 139 (1889 — Abril 9) .......................................................................................................... 156 La préméditation de la mort es préméditation de liberté. MONTAIGNE, Ensayos. Hombres que salís al suelo por una cuna de hielo y por un sepulcro entráis, ved cómo representáis... CALDERÓN, El gran teatro del mundo Moi seul, je sais ce que j’aurais pu faire… Pour les autres, je ne suis tout au plus qu’un peut-être. STENDHAL, Rojo y negro … de mí y de Él y de nosotros tres ¡siempre tres!... GOROSTIZA, Muerte sin fin No vale la vida: la vida no vale nada. Canción popular mexicana A C. WRIGHT MILLS, verdadera voz de Norteamérica, amigo y compañero en la lucha de Latinoamérica. YO despierto... Me despierta el contacto de ese objeto frío con el miembro. No sabía que a veces se puede orinar involuntariamente. Permanezco con los ojos cerrados. Las voces más cercanas no se escuchan. Si abro los ojos, ¿podré escucharlas?... Pero los párpados me pesan: dos plomos, cobres en la lengua, martillos en el oído, una... una como plata oxidada en la respiración. Metálico todo esto. Mineral otra vez. Orino sin saberlo. Quizás —he estado inconsciente, recuerdo con un sobresalto— durante esas horas comí sin saberlo. Porque apenas clareaba cuando alargué la mano y arrojé — también sin quererlo— el teléfono al piso y quedé boca abajo sobre el lecho, con mis brazos colgando: un hormigueo por las venas de la muñeca. Ahora despierto, pero no quiero abrir los ojos. Aunque no quiera: algo brilla con insistencia cerca de mi rostro. Algo que se reproduce detrás de mis párpados cerrados en una fuga de luces negras y círculos azules. Contraigo los músculos de la cara, abro el ojo derecho y lo veo reflejado en las incrustaciones de vidrio de una bolsa de mujer. Soy esto. Soy esto. Soy este viejo con las facciones partidas por los cuadros desiguales del vidrio. Soy este ojo. Soy este ojo. Soy este ojo surcado por las raíces de una cólera acumulada, vieja, olvidada, siempre actual. Soy este ojo abultado y verde entre los párpados. Párpados. Párpados. Párpados aceitosos. Soy esta nariz. Esta nariz. Esta nariz. Quebrada. De anchas ventanas. Soy estos pómulos. Pómulos. Donde nace la barba cana. Nace. Mueca. Mueca. Mueca. Soy esta mueca que nada tiene que ver con la vejez o el dolor. Mueca. Con los colmillos ennegrecidos por el tabaco. Tabaco. Tabaco. El vahovahovaho de mi respiración opaca los cristales y una mano retira la bolsa de la mesa de noche. —Mire, doctor: se está haciendo... —Señor Cruz... —¡Hasta en la hora de la muerte debía engañarnos! No quiero hablar. Tengo la boca llena de centavos viejos, de ese sabor. Pero abro los ojos un poco y entre las pestañas distingo a las dos mujeres, al médico que huele a cosas asépticas: de sus manos sudorosas, que ahora palpan debajo de la camisa mi pecho, asciende un pasmo de alcohol ventilado. Trato de retirar esa mano. —Vamos, señor Cruz, vamos... No, no voy a abrir los labios: o esa línea arrugada, sin labios, en el reflejo del vidrio. Mantendré los brazos alargados sobre las sábanas. Las cobijas me llegan hasta el vientre. El estómago... ah... Y las piernas permanecen