Lengua Rapa-Nui
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Edición especial del Instituto Central Meteorológico y Geofísico de Chile VOCABULARIO DE LA LENGUA RAPA-NUI ISLA DE PASCUA POR EDGARDO MARTINEZ SANTIAGO DE CHILE Sección Impresiones del Instituto Meteorológico 1913 INTRODUCCION Si algún mérito tiene el trabajo que emprendí en la Isla de Pascua durante mi estadía en ella de más de un año, al tratar de formar un vocabulario iíapa Nui, o pequeña gramática, (si es que se le puede dar éste nombre), es indudablemente el procurar no se pierda por completo todo vestigio de un dialec- to que 60 o 70 años atrás constituía un verdadero idioma, dis- tinto al de las otras islas Polinésicas, como eran también sus costumbres, trabajos manuales, y, en una palabra, su civiliza- ción, de la que quedan aún tan grandiosos restos. Esta desaparición o transformación paulatina que ha ido su- friendo el idioma -Rapa Nui, se debe, a no dudarlo, a las si- guientes causas, que dada la inteligencia de los isleños y su asom- brosa facilidad para asimilarse palabras extranjeras, no han podido menos que bastardear por completo su propia lengua: a) Las innumerables visitas hechas a la isla, desde hace siglos, por naves extranjeras, entre las cuales son las mas importantes por su frecuencia y tiempo de estadías las verificadas por bu- ques franceses e ingleses; b) El rapto llevado a cabo por piratas peruanos de miles de indígenas, cuya mayor parte fué llevada a las huaneras de las islas Chinchas, pero otra fué abandonada en Tahití y Gambier, estando completamente comprobado que muchos de aquellos infelices pudieron volver a su tierra natal; c) El establecimiento en la isla de misioneros franceses, los qué, para poder comunicarse con los naturales no trepidaron en hacer uso del dialecto tahitiano, enseñándoles todas las prácticas religiosas y aún a leer, a muchos de ellos, en aquella lengua, enseñanza que los canacas que aún sobreviven no han olvidado, y que se trasmiten hoy dia; IV d) La permanencia entre los isleños, en años anteriores, de numerosos empleados ingleses y chilenos durante largos espa- cios de tiempo, y e) Los viajes, más o menos periódicos, que efectúan a aque- lla tierra nuestras naves de guerra. Es por las causas arriba citadas, que cada año que trascurre se hace más difícil para el investigador, poder decidir que pa- labras, del dialecto que actualmente hablan, son verdaderamen- te canacas, cuales tahitianas y cuales han sido tomadas de los idiomas francés, inglés o español. Calculo que el vocabulario formado, apesar del inmenso trabajo que me tomé para tratar de averiguar el origen de cada palabra, todavia contiene un 30X de frases tahitianas, un 5X de inglesas y un 10% de palabras tomadas del español y fran- cés, sin que me haya sido posible prescindir de ellas. Hay que agregar, todavia, que careciendo la isla de vegeta- ción, (propiamente tal), de aves, animales, ríos, fuentes etc. es decir, de todo aquello que pudiera herir vivamente la imagina- ción de los indígenas, forzosamente su lenguaje tenia que ser muy pobre, y, como desconocían casi por completo toda manu- factura extranjera, bastando a sus necesidades los poquísimos toscos y primitivos utensilios que poseían y su aún más pri- mitivo traje, es natural que al ir conociendo nuevos objetos, fueran aumentando su fraseología con palabras tomadas de diferentes idiomas, y que ellos arreglaban a su sabor para faci- litar la pronunciación. No me decidí a emprender la formación de este vocabulario hasta después de una estadía de 5 meses en la isla, dedicán- dome en este tiempo a aprender el mayor número de frases «pascuinas» para poder interrogar en su propia lengua, y con mayor eficacia, a los isleños. También inicié a los pocos dias de mi llegada la enseñanza del español, tomaudo como discípulos a 4 o 5 isleños, entre y ellos dos mujeres: Luisa Nicoláo y Renga Hito Tauraá. La primera tenia ya algunos conocimientos del castellano por ha- ber sido, a los 9 años de edad, sirviente de un señor Sánchez, Administrador que fué de la isla, años atrás. En cuanto a la. otra, demostró clara inteligencia al poderse esplicar inteligible- mente en aquel idioma a los pocos meses. (1) Con esta valiosa y eficaz ayuda para mis estudios, principié mis tareas, las que duraron, más o menos 6 meses, dedicándo- les 2 o 3 horas diarias. Este largo período de tiempo que parecerá excesivo si se to- ma en cuenta las cortas proporciones de mi trabajo, no lo es, en realidad, si se aquilatan las dificultades, molestias y malos ratos porque tuve que pasar para obtener el modesto resultado que presento. Si bien, los naturales de la Isla de Pascua son de carácter benévolo y sumiso, y si se quiere, del todo deferentes a los de- seos del extranjero, conservan, sinembargo, algunos de los de- fectos innatos a la raza, dos de los cuales son la rapiña y la mentira llevados a sus mayores extremos. Es por ésto que el extranjero (2) (los chilenos no somos con- siderados tales, pues se nos aprecia) tropieza en primer lugar con el prurito que tiene el pascuense de mentir a todo lo que se le pregunta, considerándose entre ellos que el engañar a un extraño a su raza, es una muestra fehaciente de clara e inge- niosa mentalidad. Dadas estas dificultades que me fueron pronto conocidas, cada vez que trataba de obtener datos lengíiísticos de los isle- (1) Es indudable que las mujeres poséen una inteligencia y vivacidad muy superior a la de los hombres. (2) Ha reinado siempre una verdadera animosidad entre los pascuenses contra los extranjeros, debido a que se trasmiten de generación en ge- neración las relaciones de atrocidades i>or ellos cometidas en otras épo- cas. Aun para los actuales visitantes de la Isla, no existe muy buena voluntad, pues dicen los isleños que éstos nada bueno o aprovechable para sus intereses les dejan en sus visitas. VI ños, convocaba a dos ancianos, dos personas de regular edad y a las dos mujeres citadas, las que, en caso de duda, podian servirme de fieles intérpretes. Sin embargo, todas nuestras se- siones terminaban por no entendernos, por disgustarse los pas- cuenses, por declararme «roro piro», es decir «imbécil», ya que no podia comprender las explicaciones tan claras (a su juicio) que me daban, y por fin se marchaban, sin atender a mis sú- plicas amistosas para continuar la interrogación. Excusado es decir, que las reiteradas preguntas que les hacia fatigaban por completo sus débiles cerebros, incapaces de soportar esta labor mental, y es por esto que concluian por enfadarse y conside- rarme de una inteligencia igual o inferior a la de ellos. Curioso es también consignar, que tanto los viejos como los jóvenes y niños varones de la época actual, no demuestran el menor interés en aprender otro idioma que el «_Rapa nui,» y si no íaera que oyeran a sus ascendientes o descendientes, res- pectivamente, no llegarían a sus oidos otras novedades de len- guaje que aquellas pocas palabras que comentan y balbucean con insistencia infantil las personas de edad viril. (1) Debo también constatar que los isleños, en general, me de- clararon «tener muy buena lengua,» es decir, que mi pronun- ciación de su idioma era casi igual a la de ellos, en oposición a los vocabularios que hay en inglés y francés (muy restringidos) que les leí, y que no entendieron en absoluto,, apesar de que yo, conociendo ambos idiomas, les daba su verdadera pronun- ciación y en parte la indígena. La repetición visible.de ciertas palabras, la traducción de las mismas a nuestro idioma vulgar, la contradicción entre los mis- mos vocablos y un sin número de errores que al parecer exis- ten en este vocabulario, se deben a innumerables motivos que me seria imposible demostrar en este corto trabajo. No obstan- te, para dar una ligera esplicación sobre las dificultades con (1) En la Isla casi todos son parientes cercanos. VII que se tiene que tropezar al tratar de trasportar a nuestro idio- ma las frases pascuenses, me voi a permitir citar solo un caso de los muchos con que tuve que luchar. «Se trataba, por mi parte, de buscar-el equivalente de lapa- « labra «prestar,» palabra que a mi juicio debia ser muy co- « mún entre los isleños, siendo que viven en la más perfecta « sociabilidad. Sinembargo, despues de interrogar a muchísi- « mos pascuenses, esplicándoles como podia el: «yo te doy y « despues tú me dás a mi», me convencí de que esa palabra « les era completamente desconocida, y solo un «sabio» de la « Isla, me trató de demostrar que correspondía al «baáimái» « tahitiano. Poniendo por ejemplo la frase : «préstame un plá- « taño» un rapa nui verdadero la convierte en «ánda, toma un « plátano, pásamelo y yo -después- te paso a tí el plátano que « es tuyo»; o algo asi por el estilo, que en el más puro pas- « cuense equivale a: «Cojomái quinéi, cabai mai te maica qui « áu, apó cabai te maica toócu.» Puédese con este solo ejemplo conocer las facilidades que presta la sintáxis canaca. (1) Habiéndoseme pedido que publique los datos sobre el idio- ma üapa Nui, tal como los obtuve en la Isla, sin entrar a su análisis lengüístico, de comparación y mucho menos gramati- cal; me es grato contribuir con esta modesta ofrenda a los tra- bajos de investigación futura que emprendan personas más preparadas, y en todo caso, a la divulgación de un dialecto que se habla en Territorio Nacional, antes que se extinga por com- pleto aquella raza, para nosotros, por todos conceptos, muy digna de estudio y amparo. Edgardo Martínez. (1) Varias veces he usado la palabra «canaca» al tratar de los isleños, pero conste, que con razón, ellos la rechazan enérgicamente, pues dicen que en su idioma se les debe denominar «.Rapa Nui» y en español «pas- cuenses» o «chilenos» puesto que lo son, ya que Chile tomó posesión ofi- cial de la Isla en 1888, y antes, moralmente.