Peregrinación Al Glorioso Apóstol Santiago De Galicia, Frente Al Viaje De Torres a Santiago Con Que Encabeza Su Poema
Portada de la edición original (Salamanca, Librería Cervantes, 2003) Introducción Aumenta mucho la presunción del gran número que hay de tunantes con capa de peregrinos, el que los que acá vemos con el pretexto de ir a Santiago, comúnmente dan noticias individuales de otros Santuarios de la Cristiandad, donde dicen que han estado; y visitar tantos Santuarios, para devoción es mucho, para curiosidad y vagabundería nada sobra. Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, Theatro Crítico Universal, IV, discurso quinto, 15, pág. 121. No sorprenderá al lector moderno, familiarizado con la estrafalaria biografía del doctor don Diego de Torres Villarroel, que en su dilatada vida hubiera existido un hueco para visitar algunos de los principales santuarios de nuestro país, y entre ellos, ciertamente, el del Apóstol Santiago. Mucho menos nos extrañará que este viaje fuese objeto de una recreación literaria en un romance jocoso, muy al tono de nuestro polígrafo. De nuevo, y como nos tiene acostumbrados con otros de sus textos, la polémica ambigüedad de su poema y la descripción en prosa 3 de algunos avatares de su peregrinación, junto a algunas contradictorias afirmaciones, nos obliga a concentrar esfuerzos a fin de analizar en detalle su sentido y significado. Aunque el Viaje a Santiago se realiza en 1737, conviene retroceder cinco años atrás, cuando Torres Villarroel se ve envuelto en un escabroso asunto, que le lleva a un «ruidoso destierro», «extrañado sin término de los dominios de España» 1. Acusado de instigar a su íntimo amigo don Juan de Salazar, quien en un loco arrebato hirió a un injurioso clérigo, huye de la justicia en ajetreada escapada hacia tierras galas.
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