Los Contemporáneos : Apuntes Reg.: 5512 Cód.: 1001625
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GUTIÉRREZ G I R A R D O T Sig.: LIT.IBER. GON con Tit.: Los contemporáneos : apuntes Reg.: 5512 Cód.: 1001625 o sz> LOS CONTEMPORÁNEOS Andrés González Blanco LOS CONTEMPORÁNEOS APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA Á PRINCIPIOS DEL SIGLO XX u -1 V •• v - PRIMERA SERIE h 'r, /;• \ G. MARTÍNEZ SIERRA *. ri.. V» FRANCISCO ACEBAL. — RAMÓN PÉREZ AYALA H. CIGES APARICIO VICENTE MEDINA. — GABRIEL MIRÓ PARÍS GARNIER HERMANOS, LIBREROS-EDITORES 6, RUE DES SAINTS-PÈRES, 6 ÍNDICE I. — G. Martínez Sierra 1 II. — Francisco Acebal ..." 75 III. — Ramón Pérez de Ayala 147 IV. — M. Ciges Aparicio 209 V. — Vicente Medina 240 VI. — Gabriel Miró 276 EPÍLOGO 293 París. - Tip GARNIER HERMANOS, 6, rue des Saints-Pères. 259.11.06, P. D. LOS CONTEMPORÁNEOS I GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA i El paisaje es una creación literaria. La firmeza en expectorar este paradójico é impetuoso comienzo de estudio me lo da el convencimiento inculcado por la lectura de muchas obras. Es falso que el paisaje sea accesible á todos los espíritus : lo es, sin embargo, á todos los ojos. Por eso resulta desagradable— al me nos á los que creemos, quizás con exagerado arran que paradójico, que toda la Naturaleza es una pura creación del arte y que acaso éste la ha superado — cierto panpoeticismo que juzga á un zagal de rebaño capaz de entrever, exactamente como un refinado poeta elegiaco, las ocultas bellezas — porque ocultas son para quien no tiene ojos de artista — de uno de los crepúsculos vespertinos á que cotidianamente asiste. Caros compañeros : esa especie de unción sacerdotal que ciertos jóvenes de mucho talento se empeñan en derramar sobre el alma de un pastor, ii. 1 Ti LOS CONTEMPORÁNEOS cuando, apoyado en su alta cayada, baja de la mon taña presenciando esa fiesta de luz con que el Altí simo se complace en ofuscar nuestros débiles ojos mortales ; ese enternecimiento lírico que creen adi vinar en la mirada de los pobres labradores encorva dos sobre el azadón : —en fin, ese tufillo de panpoe- ticismo es puramente imaginario. El paisaje, como se ha dicho mil veces (y yo quisiera que no se hubiese dicho ninguna por no incurrir en la vulgaridad de la cita), es un estado de alma; y un campesino está de masiado ocupado en su labor para dedicarse a escru tar sus estados anímicos — empleo de lujo, propio de los grandes holgazanes, los poetas (1). El que vive en el campo no ve allí más que la rica cosecha y el pingüe rendimiento. Son ilusorias todas esas inicia ciones en los sacros misterios de la Madre Naturaleza — que con cava voz se esfuerzan en inculcarnos ciertos poetas bucólicos de mucho talento, geniales, si queréis, pero extraviados en este particular (2). Si (1) Después de escrito esto, leyendo las Conferencias sobre arte de Ruskin (Lectures on Art, delivered be/ore the Uni versity of Oxford, 1870), encuentro un significativo párrafo, que define perfectamente mi sentir en este respecto. Como pen saba el nada genial Fernández y González, hay coincidencias, mas no precisamente del genio, según él decía, sino del escri tor que trata asuntos tratados ya por otros. He aquí este de finitivo párrafo : « No raes of men, which is entirely bred in wild country, far from cities, ever enjoys landscape. They may enjoy the beauty of cattle; but only qualities eso- pressive of their servieeableness. I waive discussion of this to-day; permit my attention of it, under my confident qua- rantee of future proof. Landscape can only be enjoyed by cultivated persons ; and it is only by music, literature and painting that cultivation can be given. » II, § 24. (2) Como no me gustaría que se hiciesen cabalísticas supo siciones á propósito de esta alusión, quiero nombrar á un jo- GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA 3 el paisaje es un estado de alma, repito, á mayor can tidad de energía espiritual, mayor comprensión del paisaje. Ahora bien : sólo los poetas sienten en su plenitud esta emoción del campo y de la Naturaleza ; y si entre las filas de los vulgares hay alguno que la sienta también, ese es un poeta sin endecasílabos, creedlo ; uno de aquellos de quienes dijo Byron : Many are poets who have never penn'd their inspira tion, et perchance the best (1). (Hay muchos poetas que nunca han plumeado, es decir, literatizado su inspiración.) En conclusión, el sentimiento del paisaje es un gradus ad Parnassum. No sé si el hombre vul gar, cuando está enamorado (es decir, cuando se poe tiza y se espiritualiza, ó adquiere una provisión abun dante de alma) sentirá el paisaje. Nunca he sido hombre vulgar, con gran pesar mío, y no he podido hacer la experiencia. II He dicho que el paisaje es una creación literaria, y agregaré que es una adquisición moderna. Recuér dese que Homero no sentía el paisaje (2). En toda la ven de gran talento, pero desencaminado en esta por su pan teísmo poético : Ramón Pérez de Ayala, que en un cuento no mucho ha publicado fingía unas nupcias espirituales (aquí de Ruysbrseck) de la Naturaleza con un pastorcillo. (1) En Aldea presenta el mismo Martínez Sierra un hombre del campo presenciando con emoción cotidianamente repetida una puesta de sol. Este hombre, dice, « es un gran poeta que ha nacido en Rañueles del Monte, y que no hace versos por que nunca ha aprendido á leer ni á escribir. » {Sol de la tarde, 138.) (2) En Les problèmes de l'esthétique contemporaine. Guyau escribe (lib. II, cap. V) que los antiguos sólo se preocupaban 4 LOS CONTEMPORÁNEOS poesía latina y griega no hay rastro de emoción pai sajista. Nuestros clásicos apenas dan una impresión de campo sino es cuando esta impresión contribuye á hacer que resalte con mas brillantez el juego de las pasiones humanas, que es lo que les interesa (1). Asi los estéticos han podido notar este fenómeno, invariables y acordes todos en eso ; pero sin concederle de la naturaleza en su relación con el hombre; describían poco por describir. — Yo añadiré que con el hombre, pero tomando á éste bajo su aspecto material. En efecto, Ruskin y Grant- Allen, han dicho que en la Iliada, cuando se menciona un paisaje, se alude á su fertilidad y á su riqueza. Se le describe porque es « rico en trigos, idóneo para el pasto de los caba llos ». Hoy día, agrega Guyau, el hombre ha adquirido un sen timiento más desinteresado de la naturaleza. La equivocación está aquí en el desinterés, en suponerqueporqueya nosedescriba ala Naturaleza como fértil en cereales, se la ha de describirfor- zosamente, á la manera nauseabunda de un Renán, como flor llena de armonía. La Naturaleza es humana simplemente, el hombre la ha mejorado, la ha creado, si, en el dominio del Arte; y poresodebeverlasiemprecomocosasuya.ElmismoGu yau, sin prever la transcendencia de su párrafo, y poniéndose en flagrante contradicción con el citado, da la razón á mi teo ría en otro pasaje : « Ver la naturaleza y hallarla bella es figurársela viviente y, en lo posible, representársela bajo una forma humana. >> ¿ Cómo en lo posible? Hablar así es indicio de que aún resta en nosotros el cadáver putrefecto y descom puesto de un panteísmo insano. (1) Los dramas de Shakespeare demuestran esto mismo. Por otra parte, hasta en la pintura, que es precisamente el arte del detalle, del color y de la exterioridad, ha habido épocas en que el estudio del hombre ha predominado. Así, la del renacimiento, cuando Miguel Angel declaraba que era absurdo preocuparse de algo que no fuese la figura humana. (Consúltese á Taine, Philosophie de l'art). — Lo que Buonarotti hacía con la figura corporal, la literatura debe hacerlo con la figura espiri tual : tender cada vez más á eliminar lo que le sea ajeno, como no sirva para darle realce ó ejerza de adminículo. El hombre, y sólo el hombre, es el objeto del arte. GREGORIO MARTÍNEZ SIERRA 5 unos la importancia que realmente tiene — otros dándole un sentido diverso del que le es consustan cial. Por ejemplo, el más original de nuestros litera tos contemporáneos, el sutil y espiritual Martínez Ruiz, ese Montaigne redivivo y ese France español, ha dejado escritas, en La Voluntad, estas palabras : « Lo que da la medida de un artista es su sentimiento de la naturaleza, del paisaje... Un escritor será tanto más artista cuanto mejor sepa interpretar la emoción del paisaje... Es una emoción completamente, casi completamente moderna. En Francia sólo data de Rousseau y de Bernardino de Saint-Pierre. » Hum boldt había notado ya esto mismo (1). Alguien ha puntualizado más : el doctor Friendlan- der, es quien ha notado que el hombre antiguo no (1) Nuestro mayor crítico del siglo xix, el gran Leopoldo Alas, expresaba este dato para la Historia de la Estética en la siguiente forma : « De tu siglo se dijo (un gran poeta sabio lo decía, Humboldt,) que había comprendido mejor que siglo al guno el amor de la naturaleza, su santa poesía. » (Folletos literarios, III, Apolo enPafos, 75.) Y añadía, comentando ya, por su cuenta : « Algo habrá habido de esto en algún caso y en ciertos respectos ; pero los poetas que á la naturaleza se vuelven en estos dj&s, vienen lodos picados del romanticismo. » Ahora bien, faltailecidir si este romanticismo, del cual nos sentimos tocados y con cuyo veneno vamos á la Naturaleza, es efectivamenle un veneno ó una dieina mordedura que cura como el óleo santo de la santa unción. Clarín, en sus últimos días, hastiado de su siglo, se refugiaba en un panteísmo triste y desolador ; sólo el panantropomorflsmo le hubiera conso lado de sus románticos desencantos. Este panantropotismo (que yo hubiera llamado humanismo, si no temiera qjie se le confundiese con la acera de enfrente, es decir, con Fernando Gregh) es el que hace explicable la belleza del arte.