La Recepción E Influencia De Edgar Allan Poe En México (1859-1922)
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ADVERTIMENT. Lʼaccés als continguts dʼaquesta tesi queda condicionat a lʼacceptació de les condicions dʼús establertes per la següent llicència Creative Commons: http://cat.creativecommons.org/?page_id=184 ADVERTENCIA. El acceso a los contenidos de esta tesis queda condicionado a la aceptación de las condiciones de uso establecidas por la siguiente licencia Creative Commons: http://es.creativecommons.org/blog/licencias/ WARNING. The access to the contents of this doctoral thesis it is limited to the acceptance of the use conditions set by the following Creative Commons license: https://creativecommons.org/licenses/?lang=en UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Filología Española Estudios de Doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada LA RECEPCIÓN E INFLUENCIA DE EDGAR ALLAN POE EN MÉXICO (1859-1922) TESIS DOCTORAL Sergio Armando Hernández Roura DIRECTORES: Dra. Ana Laura Zavala y Dr. David Roas 2016 Este trabajo fue realizado gracias a un estímulo económico por parte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, a través del Programa de Becas para estudios en el extranjero FONCA-CONACYT, Estudios Artísticos y Culturales 2013-2015. Las imágenes que acompañan esta investigación pertenecen al archivo de la HNDM y de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Viñeta de Portada: Julio Ruelas aparecida en Revista Moderna, 1 de septiembre de 1904 (pp. 26-28). A mis padres y hermana A Coral AGRADECIMIENTOS Quiero expresar mi agradecimiento a los Carreño Toral, mi familia catalana, por su valioso apoyo. A David Roas y Ana Laura Zavala por su interés y guía en la realización de este proyecto. Esta investigación le debe mucho a Lilia Vieyra y Vicente Quirarte, quienes me brindaron la información de una investigación en proceso sobre Poe. En particular a Vicente por su interés y aliento en esta búsqueda en las tinieblas. Mi agradecimiento al personal de la Biblioteca y la Hemeroteca Nacionales de México, así como a la Hemeroteca Nacional Digital de México. A la Biblioteca de Catalunya, la Biblioteca Nacional de España y de la Universidad de Austin, Texas; en particular a Michael O Hironymous, encargado de Rare Books and Manuscript Benson Latin American Collection. A los miembros del GEF y en particular a mis compañeros del Colectivo Lofantastico.com; en especial Ada Cruz, Consuelo Sella y Alfredo Guzmán. A mis compañeros de la Autónoma de Barcelona, Michelle Gama, Blanca Vizán, Víctor Albaladejo, María Gandía, Jesús Nieto, Benjamín Guzmán y Alberto Martín. A Rafael Olea Franco, Carlos Chimal, Josep Lorman, Rocío Cervantes, quienes en diferentes momentos me brindaron información importante. Durante la realización de este trabajo también recibí la ayuda de Juan Toral, María Eugenia Benítez, José Luis Vigil, Meri Torras, Enric Sullà, Jordi Julià, Pere Ballart, Ana Casas, Teresa López-Pellisa, Lilián Camacho Morfín, Luisa Puig, Jessica Montore, Lorenia Hernández, Marga Canseco, Mónica Sánchez, Magda Pérez, Juan Carlos Atilano, Francisco de León, Daniel M. Olivera, María Luisa Cárdenas, Francisco Nieto, Selma Rodal, Francisco Mckercher, Ada Godínez, Laura Esponda, Laura Creixell, Rebeca Ruiz, Yaneli Castañeda, Carla Giraldo Duque y Víctor Baltazar. And now was acknowledged the presence of the Red Death. He had come like a thief in the night. And one by one dropped the revellers in the blood-bedewed halls of their revel, and died each in the despairing posture of his fall. And the life of the ebony clock went out with that of the last of the gay. And the flames of the tripods expired. And Darkness and Decay and the Red Death held illimitable dominion over all. Edgar Allan Poe, The Masque of the Red Death INTRODUCCIÓN Hasta hace muy poco la literatura fantástica había sido un género infravalorado en México, cuando no se dudaba de su existencia. Son elocuentes al respecto los comentarios de críticos como Luis Leal, quien en la primera edición de su Breve historia del cuento mexicano afirmaba el carácter realista de la literatura mexicana y consideraba lo fantástico como un fenómeno marginal; 1 o de Frida Varinia, quien señalaba la ausencia de una “tradición exclusivamente fantástica”; como si la presencia de escritores dedicados enteramente a ese género fuera una condición sine qua non para su existencia.2 Resulta singular el caso de Augusto Monterroso, escritor que por una parte defiende su existencia3 y, al mismo tiempo, diez años después, deja que su objeto de estudio se le escape entre los dedos al considerar que lo fantástico es connatural a la realidad mexicana. Al afirmar que todo en México es fantástico resulta como si dijera que nada lo es: Hace poco me pidieron en España que hablara de la literatura fantástica mexicana. Y la he buscado y perseguido: en la mía y en bibliotecas públicas y privadas, y esa literatura no aparece, porque lo más fantástico a que puede llegar aquí la imaginación se desvanece en el trasfondo de una vida real y de todos los días que es, no obstante, como un sueño dentro de un sueño. Lo mágico, lo fantástico y lo maravilloso está siempre a punto de suceder en México, y sucede, y uno sólo dice: pues sí (Monterroso, 2001: xii). Tanto esta opinión de carácter esencialista como las anteriores quedan en entredicho a la luz del desarrollo de lo fantástico en los últimos años. La aparición de antologías dedicadas a esta producción ha jugado un papel importante en el cambio de perspectiva, ya que “han 1 Luis Leal afirma: “El cuento fantástico, raro en la literatura mexicana ―literatura por esencia realista―, es cultivado en nuestros días por un reducido grupo de escritores” (Leal, 1956: 132). Es indicativo que haya suprimido esta apreciación en la última edición de su libro (Leal, 2010: 175). 2 “Más [sic] no es posible hablar de escritores mexicanos instalados definitivamente en el género, sino de autores en su mayoría realistas, que desarrollan su imaginación ya sea mediante la estructura moderna del cuento o la reconstrucción de una leyenda, y no dentro de una tradición exclusivamente fantástica” (Varinia, 1992: 30). 3 “[…] existe y está bien, si no como un conjunto definido y visible al primer intento ―aunque lo invisible podría ser precisamente un atributo de su ser fantástico―, sí como parte importante de la obra de distintos autores que la han cultivado y la cultivan, si bien un tanto al margen y en forma ocasional” (Monterroso, 1991, 180). 9 sido capitales para su reconocimiento e incluso para su formulación como elemento vital en la construcción de[l] canon de distintas literaturas regionales” (Morales, 2008b: xviii). Entre estas compilaciones se encuentran Cuentos fantásticos mexicanos (1986) de María Elvira Bermúdez, Agonía de un instante. Antología del cuento fantástico mexicano (1992) de Frida Varinia, Cuento fantástico mexicano. Siglo XIX (2005) de Fernando Tola de Habich y Ángel Muñoz Fernández, México fantástico. Antología del relato fantástico mexicano. El primer siglo (2008) de Ana María Morales, El abismo. Asomos al terror hecho en México (2011) de Rodolfo J. M., Ciudad fantasma. Relato fantástico de la ciudad de México (XIX-XXI) (2013) de Bernardo Esquinca y Vicente Quirarte, y Tierras insólitas. Antología de cuento fantástico (2013) de Luis Jorge Boone.4 Además de la rica selección que presentan, algunas de ellas incluyen textos introductorios que permiten conocer tanto lo que sus antologadores entienden por “lo fantástico”, como sus criterios de selección. De valor indiscutible ha sido el rescate en los últimos años de la obra de escritores como Francisco Tario o Amparo Dávila, así como la revaloración de la vena fantástica de autores como Carlos Fuentes y Elena Garro; a estos esfuerzos se suma la rica y variada producción de obras literarias que se alejan de lo mimético como las de Gerardo Piña, Mario González Suárez, Fabio Morábito, José Luis Zárate, Alberto Chimal, Bernardo Esquinca, Ernesto Murguía, sólo por mencionar algunos. Como se observa, la literatura fantástica vive un momento alentador del que incluso no ha podido sustraerse el ámbito académico, que ha respondido a tal seducción con interesantes estudios. Sin embargo, el empuje que encontramos en lo que respecta al siglo XX se ha visto frenado cuando se intenta vislumbrar los orígenes de este género en nuestro país, debido a que el siglo XIX es una etapa en la historia de la literatura mexicana considerablemente menos estudiada y en la que aún falta mucho por investigar tan sólo en lo que respecta a obras canónicas. A esto se suma el hecho de que la aproximación a él implica la consulta de textos de difícil acceso diseminados principalmente en la prensa periódica. Pese a ello, existen trabajos encomiables como Fantasy and Imagination in Mexican Narrative (1977) de Ross Larson, En el reino fantástico de los aparecidos: Roa 4 A estas se agregan las antologías de cuento fantástico hispanoamericano que incluyen textos mexicanos como las de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo (1965), Emiliano González (1973), Oscar Hahn (1982, 1998), Dolores Phillipps-López (2003), David Roas (2003), José Miguel Sardiñas y Ana María Morales (2003), Lola López Martín (2006), Ethan Sharp y José M. Martínez (2010), José María Martínez (2011). 10 Bárcena, Fuentes y Pacheco (2004) de Rafael Olea Franco y Senderos ocultos de la literatura mexicana. La narrativa fantástica del siglo XIX (2011) de Fortino Corral Rodríguez. El primero de ellos debe su relevancia a la sistematización de una muestra bastante extensa