Cuadernos Hispanoamericanos Nº 337-338, Julio-Agosto 1978
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CUADERNOS HISPANOAMERICANOS MADRID JULIO-AGOSTO 1978 337-338 CUADERNOS HISPANO AMERICANOS DIRECTOR JOSÉ ANTONIO MARAVALL JEFE DE REDACCIÓN FÉLIX GRANDE HAN DIRIGIDO CON ANTERIORIDAD ESTA REVISTA PEDRO LAIN ENTRALGO LUIS ROSALES DIRECCIÓN, SECRETARIA LITERARIA Y ADMINISTRACIÓN Centro Iberoamericano de Cooperación Avenida de los Reyes Católicos Teléfono 244 06 00 MADRID CUADERNOS HISPANOAMERICANOS Revista mensual de Cultura Hispánica Depósito legal: M 3875/1958 DIRECTOR JOSÉ ANTONIO MARAVALL JEFE DE REDACCIÓN FÉLIX GRANDE 337-338 DIRECCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y SECRETARIA Centro Iberoamericano de Cooperación Avda. de los Reyes Católicos Teléfono 244 06 00 MADRID INDICE NUMEROS 337-338 (JULIO-AGOSTO 1978) HOMENAJE A CAMILO JOSE CELA Páginas JOSE GARCIA NIETO: Carta mediterránea a Camilo José Cela ... 5 FERNANDO QUIÑONES: Lo de Casasana 13 HORACIO SALAS: San Camilo 1936-Madrid. San Rómulo 1976-Bue- nos Aires 17 PEDRO LAIN ENTRALGO: Carta de un pedantón a un vagabundo por tierras de España 20 JOSE MARIA MARTINEZ CACHERO: El septenio 1940-1946 en la bi bliografia de Camilo José Cela : 34 ROBERT KIRSNER: Camilo José Cela: la conciencia literaria de su sociedad • 51 PAUL ILIE: La lectura del «vagabundaje» de Cela en la época pos franquista 61 EDMOND VANDERCAMMEN: Cinco ejemplos del ímpetu narrativo de Camilo José Cela 81 JUAN MARIA MARIN MARTINEZ: Sentido último de «La familia de Píí ^C'tirii DtJ3tt&¡> Qn JESUS SANCHEZ LOBATO: La adjetivación "en «La familia de Pas cual Duarte» 99 GONZALO SOBEJANO: «La Colmena»: olor a miseria 113 VICENTE CABRERA: En busca de tres personajes perdidos en «La Colmena» 127 D. W. McPHEETERS: Tremendismo y casticismo 137 CARMEN CONDE: Camilo José Cela: «Viaje a la Alcarria» 147 CHARLES V. AUBRUN: Guia singular del «Viaje a la Alcarria» ... 165 ANTONIO SALVADOR PLANS: Variantes en dos versiones de «Ca rrera ciclista para neófitos» 174 TOMAS OGUIZA: Antiliteratura en «Oficio de tinieblas 5», de Ca milo José Cela 181 MARIO MERLINO: Muerte: crimen y discrimen 188 SABAS MARTIN: El teatro transgresor y alucinado de Camilo José Cela 211 ANDRE BERTHELOT: El puré churrigueresco 233 ANGELES ABRUÑEDO: Las formas de sujeto Indeterminado en la prosa de Camilo José Cela 240 JACINTO LUIS GUEREÑA: La bio-poética viajera de Camilo José Cela : 248 SAGRARIO TORRES: El otro Cela 272 Bibliografia hispánica ENRIQUE RUIZ-FORNELLS: Bibliografía de revistas y publicaciones hispánicas en los Estados Unidos. 1976 291 Publicaciones recibidas 323 Cubierta: ALEJANDRA VIDAL. HOMENAJE A CAMILO JOSE CELA La primera foto de Camilo José Cela, en brazos de su abuelo materno, John Trulock. Año 1916 lL¿ ÉL Wm X S' De n/ño, durante un paseo con su padre Camilo José Cela, con su padre, hacia 1930 Camilo José Cela en la calle dedicada a su bisabuelo, en la ciudad de Londres En su viaje a la Alcarria. Año 1946 En su viaje a la Alcarria. Año 1946 Camilo José Cela en los «Toros de Guisando». Año 1948 Durante su viaje al Pirineo 1&: --fifcjfr' f»^ & V —* ¥ * é m En la casa de Pío Baroja,m 1942. Detrás, Julio Caro Baroja £ £n su casa de Mallorca con Tristán Tzara 7 ~~"f' Con don Ramón Menéndez Pidal, el día de su recepción académica (26-V-1957) Camilo José Cela leyendo su discurso de recepción en la Real Academia Española Con Ernest Hemingway en El Escorial En diálogo con Joan Miró. Año 1957 Durante el mismo año, con Américo Castro En un rincón de su biblioteca, en compañía del poeta Jorge Guillen. Mallorca 1958 1958. Con «La Chunga» en Palma de Mallorca I "' '¿< Con Ángel del Río, abril de 1958, ante el monumento a Melchor de Joveilanos 1959. Durante las «Conversaciones poéticas de Formentor» aparecen, entre otros: Vicente Aieíxandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego 1969. En Isla Negra, con Pablo Neruda, durante el Encuentro de Escritores Latinoamericanos f'jñ N"V"¿^ Con PaWo Picasso en «La Californie». Año 1960 Año 1964. En la Universidad de Siracusa, Nueva York, Camilo José Cela recibe el titulo de doctor «honoris causa» El viajero se tumbó a oír la ronca voz del Garona... ttjlA A&4*e-&»—ti?, 0 ¿» ._,-«,< 1 ,; :vííV, .lufa"•«.*•&* ¡iTifi^U Í:¡iJtCfli¿v^lia'j.nti^i\¡i di¿"ÍWWJEJIÚ«^ U jj-t,vi•«t»'*»"^•'»'•' -W< : i,J.t,fi.¡X" Ubi^W^tcMbrvHf^Y*^'' > ^ariK" .^.¡ v * wUa^Mí^iJt íi»i-t»te«» ' «**¡. Una pág/na original de «La catira» Retrato al óleo por John Ulbricht (1978) CARTA MEDITERRÁNEA A CAMILO JOSÉ CELA He ido y he venido varias veces. He ido y he venido. Como ante aquella tapia del huerto —el almendruco verde, tierno en el hueso— dudaba. No se entraba. Había que saltar. No; no existían las puertas. Había que saltar. Chillaban las cigarras. Dentro, el sol se extasiaba, recreándose en su metal candente. Plateadas, las ramas, tendidas en graciosa, grávida curva, acariciaban las piedras de la cerca. Iba y venía. Había que irrumpir bruscamente en lo prohibido... He ido y he venido a la cuartilla blanca en la tarde larga, con silencio. Este mar no me ayuda. Se sucede arbitrarlo; mira sin ojos, tiembla sin piel. No me socorre. Jamás sabemos nada del mar. Y preguntamos. Pregunto inútilmente. Tú estás siempre ante el mar y no miras al mar. Como este mar se llama el mar que a tus orillas quiere llegar, y tú vuelves los ojos. 5 Un agua grande tienes dentro del pecho, y nunca sé su nombre. Hace ya muchos años. muchos más que los tuyos y los míos, que los de tantos hombres ciegos, sordos, ciudadanos, selváticos, radiantes, oscurísimos, arcángeles ahorcados, se te llenó de velas, de gaviotas, de nubes que pasaban —¿te acuerdas?, esas nubes que pasan...— ese mar, este mar que se llama como el tuyo, que es el tuyo y te mira preguntándote a ti que no preguntas. Envidia lo que encierras —aquel huerto prohibido—; las olas, las muchachas azules, los estribos de un caballo extremado, las espuelas, y el bello humedecido, y los ¡jares que sangran como el vientre del mundo cuando hablas. Donde el mar ha vivido, niño y predestinado sabio y perjuro, tierno, conocedor de noches intecundas, vencedor de aprendices y amapolas, donde el mar ha vivido se niega siempre el mar. Tú te asomas a ti, donde él estuvo; lo piensas, lo transitas, le haces nacer, y niegas al anciano que, aíuera, interminable, canta lo ya cantado. Y tú no oyes. No te acuerdas. Hace ya tanto tiempo que no te acuerdas. Vino el rayo duro y abrió la roca. Sus entrañas eran de fúlgido cristal. Una geoda, una garganta abierta brilló, dijo palabras y memorias, 6 sirvió la luz en un tallo jugoso, como una rosa alzada, como un clavel crujiente, como una estrella arrebatada y prieta. Sólo el pecho del hombre sabe salir triunfante de la nada. Pero no le conoce nadie, nadie le salva de su incendio. Lleno de soledad quiere espejarse, intenta que le oigan, llama a gritos, se debate en su infierno a llamaradas. Principe fue de todas las tinieblas, principio de tinieblas fue y oficio de tinieblas también en lo profundo. Et revelado mineral lucía su remoto esplendor. Entrechocados los cristales, quietos mejor, en su viviente hoguera hacían un ruido eterno: iba a nacer desnuda la palabra. Una fiesta dramática ensayaban las letras, dando nombre a todo acontecer, a todo anhelo. Con los nombres la sangre se violenta; busca su cauce estrechamente virgen, se sitúa implacable y delatora en su cárcel de amor y de evidencia. Lo nombrado no tiene ya remedio. Claman los dioses, luchan para volverse atrás, buscan los reinos primeros del silencio abandonado, la inocencia entregada, el paraíso perdido, la mudez en que los astros se recrean girando. Y no es posible. Tú lo sabes; sabes que lo nombrado nace y crece señalando su muerte. Yo he rozado las piedras de la cerca como animal que toca dulcemente con su piel la dureza que se opone 7 a su ternura mansa y deslizante. He ido y he venido comprobando la luz y su escogida residencia. Había que saltar. Tú bien lo sabes. Dentro, unos labios con desconocido designio ejercitaban su alado menester. Era un brocal la línea de la boca, y en el fondo del pozo una gota de sombra amanecía. Bosque cercado, cuajaron de lava, tenaz pupila de ávido diamante, ala brillando cercenada y pura, ventana de una catedral hundida, abeja presa en una miel sin nombre, ascua feroz cayendo en la ceniza. En ese pozo estabas. ¿Quién recuerda...? Tú mismo ya no sabes, en la noche. Pero te veo y creo; te pienso y creo, y voy hacia el misterio, hacia la soledad que ahora tú pueblas de ríos, y de montes, y de ciervos, de pájaros cautivos y en desorden. Salen ya los actores, las palabras; se cruzan, se conciertan, se estremecen, vacilan sin caerse nunca; doblan esquinas que no existen, mesetas donde el aire se extasía; se dan la mano, juegan como niñas, se acuchillan a veces, sangran airadamente. Nos hacen ver lo que no vimos nunca y, sin embargo, evocan algo que ya hemos sido en otra tierra, algo que llegaremos a ser pronto. Tú conduces el agrio tropel vivido, la potente jauría que aulla y los sentidos adormece. Ven, ven, y no nos dejes en la jaula, en el huerto de oro donde brillan los almendros, florecen las cigarras, se quiebra el sol en el panal fecundo. 8 Ven, ven —y no me escuchas— al destierro. Ven y vela las armas merecidas, y la desolación, y la esperanza. Tu carga de fantasmas traes al hombro y el talismán de las hechicerías. Solo te acercas. Vas hacia los hombres con las manos abiertas, con las palmas de las manos colmadas de monedas sin rostro, calendarios sin cifras.