La Posición De La Corona En La Constitución Y Su Papel En El
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MOHAMED CHEKRAD (Universidad de Valencia) La posición de la Corona en la Constitución 1 y su papel en el sistema político marroquí 1. INTRODUCCION Desde los años noventa, Marruecos ha estado viviendo cambios que han incidido e incidirán de manera decisiva en su futuro; importantes ajustes políticos e institucionales que podrían desembocar en una transición a la democracia o, por el contrario, toparse con dificultades y abocar al país a procesos de recesión. En este escenario, los modelos occidentales –tanto los políticos y económicos como los sociales–, han entrado en contacto con identidades y valores arraigados en la cultura política, económica y social de base familiar y comunitaria que caracteriza a las sociedades árabes en general y, a la de Marruecos en particular. Si por un lado los desequilibrios y las desigualdades internas, así como las carencias en múltiples ámbitos, colocan a Maruecos en una posición débil en cuanto a su nivel de desarrollo, por otro lado los procesos de cambio iniciados en estos últimos años, así como el incremento de las relaciones sociales y económicas debidas a las migraciones, las inversiones y los acuerdos internacionales son cada día más importantes como lo son, en especial, las demandas y las actuaciones de la sociedad civil. ¿Hay algo más herético que leer el sistema político marroquí a través de una clave modernista, referida a los cánones de la democracia liberal? Por el contrario, ¿hay algo más restrictivo que aprehenderlo en función del enfoque tradicionalista, que prefigura los fundamentos originarios arabo-musulmán? Asociar en una misma reflexión estos dos valores referenciales no es una vía metodológica intermedia, ni tampoco una simple formula para encontrar una 1 El presente texto constituye una versión resumida, actualizada y adaptada del Capítulo V de la tesis doctoral que, con el título «Monarquía y transición a la democracia: un estudio comparado de los casos español y marroquí», y bajo la dirección del Prof. Dr. D. Carlos Flores Juberías, defendió el autor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia el 23 de marzo de 2009 ante un tribunal presidido por el Prof. Dr. D. Manuel Jiménez de Parga e integrado por los Profs. Dres. D. Antonio Torres del Moral, D. Charles Powell, D. Bernabé López García y D. Mohammed Tozy. La tesis mereció la calificación de Sobresaliente cum laudem. Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol nº 57, pp. 77-118 78 Mohamed Chekrad solución de compromiso al dilema, sino una opción impuesta por las exigencias específicas de un sistema culturalmente complejo en el cual lo que aparentemente es contradicción forma realmente parte de su identidad. Ambivalencia y dualismo que expresan una suma de contrastes de los que Marruecos se nutre, gracias a su historia y también a su geografía. Por su situación geográfica (mediterránea y atlántica) y por su evolución histórica, Marruecos se encuentra en la encrucijada de varias civilizaciones: la africana por su situación continental, la arabo-musulmana por la lejana conquista llegada de Oriente, y la occidental por el hecho de la colonización europea. Este cruce de influencias que el país ha recibido a lo largo del tiempo le ha permitido forjar su personalidad para extraer de ella su propio genio, permitiéndole también expresar su vocación por la tradición y el progreso simultáneamente. La tradición a perpetuar y una modernidad a emprender es una preocupación constante. No deberían relativizarse los valores y técnicas que están en el núcleo de la cultura constitucional occidental y aceptar que el constitucionalismo sea, aquí y allá, el producto de una historia especifica que ha engendrado un modo y una ideología de gobierno propios. Esta proposición es tan defendible como la de que la formación de una sociedad procede de una dinámica interna inseparable de una dinámica externa. La ideología que anima a este segundo enfoque es siempre importada y especifica al mismo tiempo. Lo importado es necesariamente enriquecedor como vía hacia la universalidad, mientras que lo especifico es indispensable porque, para funcionar, el sistema debe siempre ser asimilado por el medio social que lo transforma al absorberlo. 2. LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DE LA INSTITUCIÓN MONARQUICA EN MARRUECOS 2.1 Un breve recorrido histórico Fue a partir del año 682 cuando el jefe árabe Oqba Ibn Nafii, fundador de Kairuán, la primera ciudad musulmana en Túnez, emprendió una incursión que le llevó hasta las costas atlánticas. Aunque los nativos beréberes y los bizantinos se sublevaron contra el invasor, los árabes consiguieron extender su dominación haciendo progresar, de este modo, la islamización del extremo más noroccidental de África. 2 El año 791 Idriss I, descendiente de Alí, yerno del Profeta, escapó a la matanza dirigida contra su familia en Arabia para instalarse en Volubilis, fundando así la ciudad de Fez, que tras su muerte fue convertida por su sucesor Idriss II en capital del Reino. Este último se encargaría de construir la ciudad en 803. 2 Para saber más sobre la historia de Marruecos ver Abdallah Laroui: L’Histoire du Maghreb: un essai de synthèse , La Découverte, París, 1982. La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 79 Después de la dinastía Idrissí, llegó al poder la dinastía almorávide, originaria del Sáhara, y cuyo nombre en árabe –Al Murabitun– significa «los frailes guerreros». Su augusto Sultán, Yusuf Ibn Tachfin, fundó la ciudad de Marrakech hacia el año 1070, para luego consagrarse a la unificación política de Marruecos y de la España entonces musulmana. En 1106, le sucedió su hijo, Alí Ben Yusuf, quien permaneció 37 años en el poder. Por su parte la Dinastía Almohade –cuyo nombre proviene del árabe Al Muwahidun, que significa «los unificadores» o los que claman la unicidad de Dios– fue una dinastía berébere perteneciente al Atlas Mayor. Su fundador fue el predicador de Tinmal (Atlas Mayor), Mehdi Ibn Tumart. Fue su discípulo Abdelmoumen quien hizo de Marrakech su capital y construyó en ella la Kutubia. Luego, fundó el Imperio Almohade y unificó el África del Norte, aunque murió en 1163 en Rabat antes de anexionar Andalucía a su Imperio. A su muerte, una sucesión de fracasos militares provocó la división del Imperio y, más tarde, la desaparición del sistema religioso de Ibn Tumart. Fue entonces cuando los mereníes 3 aprovecharon el declive del Imperio Almohade para apoderarse de las ciudades de Fez, Rabat, Salé y los llanos fértiles de Sais y del Ghard. Más tarde en 1269, el Sultán merení Abu Yusuf Yacub se apoderaría de la ciudad de Marrakech para acabar definitivamente con el poder de los almohades. En su calidad de Jefe supremo de la Dinastía merení, Abú El-Hassán intentó reconstruir el Imperio con la conquista de Tlemcen (en la actual Argelia), en 1331 y de Túnez en 1347. En 1348, se produjo la decadencia de esta dinastía, marcada por la peste negra y por las rebeliones de Tlemcen y de Túnez. Los mereníes no alcanzaron a frenar el avance de los portugueses y los españoles – apoyados también por los wattasíes– permitiéndoles, de este modo, instalarse en la costa. La resistencia se organizó alrededor de las cofradías, de donde surgirá la dinastía de los saadíes. 4 A partir de 1578, el Sultán saadí Ahmed Al-Mansur Eddahbi sentó su reinado sobre importantes victorias, siendo las más destacadas la Batalla de los Tres Reyes en Oued El-Majazin y la conquista de Tombuctú, de la cual sacará oro y esclavos. Asimismo, y hasta su muerte en 1602, su reinado conoció el desarrollo de la industria, del azúcar y de las armas. Por último los alauítas, también jerifianos, reinaron como soberanos independientes en la región de Tafilalet, antes de sentar las bases de su poder en todo el país. A partir de ese enclave, Mulay Ali Sherif y sus sucesores (especialmente Mohammed Ben Alí Sherif, proclamado rey en 1640) se propusieron reunificar Marruecos, tarea que comenzaron en 1666. El Rey Mulay Ismail (1672-1727) se reveló como un autócrata y un eficaz organizador, y durante su largo reinado consiguió modernizar el Estado, trasladó la 3 La Dinastía Merení fue una dinastía berébere (nómadas zenetas originarios de la cuenca de la Alta Muluya). Esta dinastía hizo de Fez su capital, creó Fez El-Jedid, y construyó muchas medersas (escuelas), entre ellas las de Al-Attarin, Abú Inan, o Salé. 4 La Dinastía Saadí fue una dinastía jerifiana –esto es: de descendientes del Profeta Mohammed– originaria del valle de Dráa que hizo de Marrakech su capital. 80 Mohamed Chekrad capital a Meknes, a la que dotó de gran esplendor, recuperó Tánger de los ingleses (1684) y Mehdia y Larache de los españoles, extendió su poder hasta el Senegal, y construyó una cadena de fortalezas (kasbahs) para controlar los confines de su imperio. Después de su muerte y de un periodo de inestabilidad en el poder, Sidi Mohammed Ben Abdellah le sucederá en 1757 bajo el nombre de Mohamed III. El nuevo monarca redujo los impuestos, acuñó una moneda sana y reconstituyó un nuevo ejército con los restos de las tribus Ghuich. Simultáneamente, trató de fortalecer los puertos marroquíes y tuvo la suerte de recuperar Mazagán de los portugueses (1769). Concluyó la paz con los españoles y un acuerdo sobre los prisioneros con Luís XV. Considerando que Marruecos necesitaba reforzar sus relaciones con el extranjero para compensar la pérdida de Triq-Sultán, firmo tratados de comercio con Dinamarca, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos –que acababa de proclamar su independencia, y que Sidi Mohammed fue uno de los primeros en reconocer. Cuando murió en 1790, dejó a Marruecos en una situación mucho mejor que aquella en la que lo había encontrado. Pero después Marruecos conocerá una grave crisis económica, de la que se derivara la intervención militar de Francia en 1844 y la de España en 1859-1860.