MOHAMED CHEKRAD (Universidad de Valencia)

La posición de la Corona en la Constitución 1 y su papel en el sistema político marroquí

1. INTRODUCCION

Desde los años noventa, Marruecos ha estado viviendo cambios que han incidido e incidirán de manera decisiva en su futuro; importantes ajustes políticos e institucionales que podrían desembocar en una transición a la democracia o, por el contrario, toparse con dificultades y abocar al país a procesos de recesión. En este escenario, los modelos occidentales –tanto los políticos y económicos como los sociales–, han entrado en contacto con identidades y valores arraigados en la cultura política, económica y social de base familiar y comunitaria que caracteriza a las sociedades árabes en general y, a la de Marruecos en particular. Si por un lado los desequilibrios y las desigualdades internas, así como las carencias en múltiples ámbitos, colocan a Maruecos en una posición débil en cuanto a su nivel de desarrollo, por otro lado los procesos de cambio iniciados en estos últimos años, así como el incremento de las relaciones sociales y económicas debidas a las migraciones, las inversiones y los acuerdos internacionales son cada día más importantes como lo son, en especial, las demandas y las actuaciones de la sociedad civil. ¿Hay algo más herético que leer el sistema político marroquí a través de una clave modernista, referida a los cánones de la democracia liberal? Por el contrario, ¿hay algo más restrictivo que aprehenderlo en función del enfoque tradicionalista, que prefigura los fundamentos originarios arabo-musulmán? Asociar en una misma reflexión estos dos valores referenciales no es una vía metodológica intermedia, ni tampoco una simple formula para encontrar una

1 El presente texto constituye una versión resumida, actualizada y adaptada del Capítulo V de la tesis doctoral que, con el título «Monarquía y transición a la democracia: un estudio comparado de los casos español y marroquí», y bajo la dirección del Prof. Dr. D. Carlos Flores Juberías, defendió el autor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia el 23 de marzo de 2009 ante un tribunal presidido por el Prof. Dr. D. Manuel Jiménez de Parga e integrado por los Profs. Dres. D. Antonio Torres del Moral, D. Charles Powell, D. Bernabé López García y D. Mohammed Tozy. La tesis mereció la calificación de Sobresaliente cum laudem.

Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol nº 57, pp. 77-118 78 Mohamed Chekrad solución de compromiso al dilema, sino una opción impuesta por las exigencias específicas de un sistema culturalmente complejo en el cual lo que aparentemente es contradicción forma realmente parte de su identidad. Ambivalencia y dualismo que expresan una suma de contrastes de los que Marruecos se nutre, gracias a su historia y también a su geografía. Por su situación geográfica (mediterránea y atlántica) y por su evolución histórica, Marruecos se encuentra en la encrucijada de varias civilizaciones: la africana por su situación continental, la arabo-musulmana por la lejana conquista llegada de Oriente, y la occidental por el hecho de la colonización europea. Este cruce de influencias que el país ha recibido a lo largo del tiempo le ha permitido forjar su personalidad para extraer de ella su propio genio, permitiéndole también expresar su vocación por la tradición y el progreso simultáneamente. La tradición a perpetuar y una modernidad a emprender es una preocupación constante. No deberían relativizarse los valores y técnicas que están en el núcleo de la cultura constitucional occidental y aceptar que el constitucionalismo sea, aquí y allá, el producto de una historia especifica que ha engendrado un modo y una ideología de gobierno propios. Esta proposición es tan defendible como la de que la formación de una sociedad procede de una dinámica interna inseparable de una dinámica externa. La ideología que anima a este segundo enfoque es siempre importada y especifica al mismo tiempo. Lo importado es necesariamente enriquecedor como vía hacia la universalidad, mientras que lo especifico es indispensable porque, para funcionar, el sistema debe siempre ser asimilado por el medio social que lo transforma al absorberlo.

2. LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DE LA INSTITUCIÓN MONARQUICA EN MARRUECOS

2.1 Un breve recorrido histórico

Fue a partir del año 682 cuando el jefe árabe Oqba Ibn Nafii, fundador de Kairuán, la primera ciudad musulmana en Túnez, emprendió una incursión que le llevó hasta las costas atlánticas. Aunque los nativos beréberes y los bizantinos se sublevaron contra el invasor, los árabes consiguieron extender su dominación haciendo progresar, de este modo, la islamización del extremo más noroccidental de África. 2 El año 791 Idriss I, descendiente de Alí, yerno del Profeta, escapó a la matanza dirigida contra su familia en Arabia para instalarse en Volubilis, fundando así la ciudad de Fez, que tras su muerte fue convertida por su sucesor Idriss II en capital del Reino. Este último se encargaría de construir la ciudad en 803.

2 Para saber más sobre la historia de Marruecos ver Abdallah Laroui: L’Histoire du Maghreb: un essai de synthèse , La Découverte, París, 1982.

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Después de la dinastía Idrissí, llegó al poder la dinastía almorávide, originaria del Sáhara, y cuyo nombre en árabe –Al Murabitun– significa «los frailes guerreros». Su augusto Sultán, Yusuf Ibn Tachfin, fundó la ciudad de Marrakech hacia el año 1070, para luego consagrarse a la unificación política de Marruecos y de la España entonces musulmana. En 1106, le sucedió su hijo, Alí Ben Yusuf, quien permaneció 37 años en el poder. Por su parte la Dinastía Almohade –cuyo nombre proviene del árabe Al Muwahidun, que significa «los unificadores» o los que claman la unicidad de Dios– fue una dinastía berébere perteneciente al Atlas Mayor. Su fundador fue el predicador de Tinmal (Atlas Mayor), Mehdi Ibn Tumart. Fue su discípulo Abdelmoumen quien hizo de Marrakech su capital y construyó en ella la Kutubia. Luego, fundó el Imperio Almohade y unificó el África del Norte, aunque murió en 1163 en antes de anexionar Andalucía a su Imperio. A su muerte, una sucesión de fracasos militares provocó la división del Imperio y, más tarde, la desaparición del sistema religioso de Ibn Tumart. Fue entonces cuando los mereníes 3 aprovecharon el declive del Imperio Almohade para apoderarse de las ciudades de Fez, Rabat, Salé y los llanos fértiles de Sais y del Ghard. Más tarde en 1269, el Sultán merení Abu Yusuf Yacub se apoderaría de la ciudad de Marrakech para acabar definitivamente con el poder de los almohades. En su calidad de Jefe supremo de la Dinastía merení, Abú El-Hassán intentó reconstruir el Imperio con la conquista de Tlemcen (en la actual Argelia), en 1331 y de Túnez en 1347. En 1348, se produjo la decadencia de esta dinastía, marcada por la peste negra y por las rebeliones de Tlemcen y de Túnez. Los mereníes no alcanzaron a frenar el avance de los portugueses y los españoles – apoyados también por los wattasíes– permitiéndoles, de este modo, instalarse en la costa. La resistencia se organizó alrededor de las cofradías, de donde surgirá la dinastía de los saadíes. 4 A partir de 1578, el Sultán saadí Ahmed Al-Mansur Eddahbi sentó su reinado sobre importantes victorias, siendo las más destacadas la Batalla de los Tres Reyes en Oued El-Majazin y la conquista de Tombuctú, de la cual sacará oro y esclavos. Asimismo, y hasta su muerte en 1602, su reinado conoció el desarrollo de la industria, del azúcar y de las armas. Por último los alauítas, también jerifianos, reinaron como soberanos independientes en la región de Tafilalet, antes de sentar las bases de su poder en todo el país. A partir de ese enclave, Mulay Ali Sherif y sus sucesores (especialmente Mohammed Ben Alí Sherif, proclamado rey en 1640) se propusieron reunificar Marruecos, tarea que comenzaron en 1666. El Rey Mulay Ismail (1672-1727) se reveló como un autócrata y un eficaz organizador, y durante su largo reinado consiguió modernizar el Estado, trasladó la

3 La Dinastía Merení fue una dinastía berébere (nómadas zenetas originarios de la cuenca de la Alta Muluya). Esta dinastía hizo de Fez su capital, creó Fez El-Jedid, y construyó muchas medersas (escuelas), entre ellas las de Al-Attarin, Abú Inan, o Salé. 4 La Dinastía Saadí fue una dinastía jerifiana –esto es: de descendientes del Profeta Mohammed– originaria del valle de Dráa que hizo de Marrakech su capital. 80 Mohamed Chekrad capital a Meknes, a la que dotó de gran esplendor, recuperó Tánger de los ingleses (1684) y Mehdia y Larache de los españoles, extendió su poder hasta el Senegal, y construyó una cadena de fortalezas (kasbahs) para controlar los confines de su imperio. Después de su muerte y de un periodo de inestabilidad en el poder, Sidi Mohammed Ben Abdellah le sucederá en 1757 bajo el nombre de Mohamed III. El nuevo monarca redujo los impuestos, acuñó una moneda sana y reconstituyó un nuevo ejército con los restos de las tribus Ghuich. Simultáneamente, trató de fortalecer los puertos marroquíes y tuvo la suerte de recuperar Mazagán de los portugueses (1769). Concluyó la paz con los españoles y un acuerdo sobre los prisioneros con Luís XV. Considerando que Marruecos necesitaba reforzar sus relaciones con el extranjero para compensar la pérdida de Triq-Sultán, firmo tratados de comercio con Dinamarca, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos –que acababa de proclamar su independencia, y que Sidi Mohammed fue uno de los primeros en reconocer. Cuando murió en 1790, dejó a Marruecos en una situación mucho mejor que aquella en la que lo había encontrado. Pero después Marruecos conocerá una grave crisis económica, de la que se derivara la intervención militar de Francia en 1844 y la de España en 1859-1860. Los enfrentamientos seguirán hasta 1873, protagonizados por el Sultán Mohammed IV. A pesar de los esfuerzos del Sultán Moulay Hassán I, sucesor de Mohammed IV, para consolidar su poder mediante la adhesión de las tribus del Alto Atlas, y para modernizar el país manteniendo siempre la independencia, Gran Bretaña, España y Francia le lograron imponer varios tratados. El país se endeudó ante los bancos extranjeros. Tras el paréntesis de Moulay Abdelaziz (1894-1907), el Sultán Moulay Hafid tomó el relevo al frente del país. Fue éste quien el 30 de marzo 1912, y a raíz de la penetración francesa, se vió obligado a firmar un tratado de Protectorado gracias al cual España gozaría también de una zona de influencia en el norte del país. A la muerte del Sultán Mulay Hafid, le sucedería su hermano Mulay Yusuf, y a la de éste, en 1927, Mohammed V se proclamaría el nuevo sultán del Reino Jerifiano. En 1944, se hizo público el Manifiesto de la Independencia, a favor del cual Mohammed V se pronunciaría, tres años más tarde, en Tánger. Las negociaciones con Francia no tuvieron éxito y la crisis entre las autoridades del Protectorado y los nacionalistas generaron movimientos insurreccionales en 1952, tensiones que crecieron hasta el extremo de que el Sultán, junto con toda la Familia Real, se vieron forzados a exiliarse en Madagascar en 1953. Con la vuelta del soberano al país, en noviembre de 1955, se abrió paso a la independencia, reconocida por Francia en 1956, y más tarde por España. Tras la muerte de Mohammed V en 1961, le sucedió su hijo Mulay Hassán (Hassán II) que subió al trono el 3 de marzo del mismo año. El nuevo soberano se ocupó de consolidar su poder en un contexto caracterizado a nivel interno por

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 81 dificultades políticas y económicas, y a nivel internacional por la guerra fría. A su muerte en 1999, le sucedió en el poder su hijo Sidi Mohammed (Mohammed VI).

2.2 La modesta tradición constitucional marroquí

Marruecos no se dotó de una Constitución hasta casi seis años después de su independencia, puesto que la primera Constitución marroquí escrita data de 1962, ya después de la muerte de Mohammed V. Y es que, aunque en diferentes épocas de su historia Marruecos ha contado con textos normativos de alto rango, ninguno de ellos puede considerarse como una verdadera Constitución: han sido solamente declaraciones, programas, discursos y proyectos que no han sido aplicados con el grado de rigor y permanencia en el tiempo propio de una Constitución. ¿Significa esto que el constitucionalismo es un fenómeno totalmente nuevo en Marruecos? ¿O podemos hablar de un pensamiento constitucional en ausencia de una constitución? Para Abdelatif Manouni aunque en las sociedades islámicas hubo ausencia de una Constitución escrita «había de una manera o otra, modelos de limitación de poder». 5 Por su parte, Jacques Robert habla de un Derecho constitucional marroquí, pero situándolo dentro de una perspectiva diferente de los estudios constitucionales clásicos, ya que –según él– el texto constitucional escrito, redactado para constituir la base del Estado y para describir minuciosamente los mecanismos, prácticamente jamás ha existido en Marruecos. 6 En todo caso, para conocer mejor la tradición política y constitucional marroquí, será necesario hacer un recorrido histórico por ella.

2.2.1 El Califato

Cuando el Profeta murió no dejó ninguna regla para el futuro gobierno de la comunidad musulmana. Para sucederle fue elegido su suegro Abú Bakr al-Siddiq con el título de jalífa Rasuli.llah («sucesor del Mensajero de Dios»), motivo por el cual después de él todos los sucesivos gobernantes musulmanes fueron llamados califas. Tras el primer siglo a partir de la Hégira (año 622 de la era cristiana), el sistema se fue modificando poco a poco: el califa 7 pasó a encargarse de designar él

5 Cit. en Abdelali Hamidin: «Adustur Watahadiat Mawazin Asulat [La Constitución y los retos de equilibrios de poder]», Wijhat Nadar nº 7 (2000), p. 14. 6 Vid. Jacques Robert : «Le problème constitutionnel au Maroc», Revue du Droit Public et de la Science Politique (1961), p. 1004. 7 El califa es, en el sentido etimológico y jurídico del término, un monarca. Está solo en el poder, ostenta la única autoridad, y ningún otro órgano comparte con él la soberanía. La única asamblea deliberante que aparece en el tiempo de la designación del califa, desaparece después de su designación –que es, naturalmente, de por vida–. En segundo lugar, el califa está vinculado 82 Mohamed Chekrad mismo a su sucesor, comprobando que éste reuniera las condiciones de capacidad exigida. Se entendía que después de haber recibido de la comunidad un poder general y estando al mando de los intereses de ella, el califa se encontraba habilitado para transmitir en su momento el poder que ostentaba. Con todo, la infinita variedad de los territorios bajo el poder del califa y su dispersión geográfica, van a suponer la necesidad de establecer unos límites institucionales, por lo cual el califa designara emires o sultanes para gobernar en su nombre estos territorios. 8 Sin embargo, algunos de estos gobernantes, por la lejanía, y los cambios políticos manifestaron con el tiempo sus deseos independentistas. Así, Marruecos, provincia del califato islámico árabe desde el siglo XII con la dinastía de los idrissies, romperá definitivamente con la dinastía de los abasíes y edificará su propia institución del sultanato.

2.2.2 El sultanato

De la tradición del califato, Marruecos extrajo dos consecuencias de relevancia constitucional: la consideración del sultán como califa, y la consideración de que sus poderes debían estar limitados de alguna forma. En primer lugar el sultán es califa de Dios en la tierra, estando bajo su responsabilidad los asuntos espirituales. 9 Pero la soberanía espiritual reside solamente en Dios y no en su delegado en la tierra. Por ello está considerado por el conjunto de la población marroquí como el jefe espiritual de la comunidad. El sultán, en segundo lugar, es el mandatario de la comunidad para su gobierno temporal, aunque en este caso por una especie de investidura llamada baia. Esta institución se halla en la raíz de la tradicional distinción entre el bled el majzen o territorio en que la población ha consentido una delegación de poderes de administración superior en el sultán, y bled siba, la parte del país que no quiere delegar al sultán sus derechos de administración y quienes no se adhirieron a la baia. 10

a la comunidad por un vínculo de orden personal y religioso, sin referencia a un elemento territorial cualquiera. El soberano, en el Islam, no ha recibido ningún título implicando una referencia al territorio. Por ultimo es un poder teocrático, el califa es siempre un imam, es decir: «quien dirige la oración». 8 Vid. Maurice Gaudefroy-Demombynes : Les Institutions Musulmanes, Flammarion, París, 1953. 9 Vid. Maurice Gaudefroy-Demombynes : Les Institutions Musulmanes, cit., p. 115. 10 El majzen (literalmente, «el almacén», término en árabe clásico del que deriva la palabra del idioma español, en lo que probablemente sea una metonimia relacionada con los impuestos que el Estado recaudaba) alude a un conjunto de tradiciones y leyes no escritas que regulan los complejos ritos y relaciones del poder, y que han sido fielmente salvaguardado por una red de cortesanos y altos funcionarios. Tras la independencia de Marruecos, el Majzen perdió su uso oficial, pero persistió y persiste aun en la vida sociopolítica como un sistema de representación del poder. El majzen sigue siendo un sujeto polémico que suscita las más heterogéneas definiciones, aunque en todas ellas existen ciertas claves que homogenizan la percepción: son las

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Así, la baia tiene sobre el estatuto personal del sultán una doble serie de efectos. Primero sobre su situación material: el sultán es un delegado del pueblo, de modo que sus bienes personales no se confunden con los bienes de la comunidad; al lado del dominio privado existe, en efecto, un dominio publico (los bienes del majzen y los habous públicos) de los que el sultán es solo un administrador. Y en segundo lugar, sobre su condición jurídica: puesto que es solo un delegado, el sultán puede ser revocado cuando no asuma las disposiciones de la baia, como fue el caso por ejemplo del sultán Mulay Abdel-Aziz, que después de firma del tratado de Algeciras, fue revocado de sus poderes espirituales y gubernamentales y destituido por el sultán Mulay Abdelhafid. Esta importancia del rol de la comunidad en la institución del sultanato va a explicar los límites aportados a los poderes del sultán. En el plano religioso, el sultán no tendrá ningún poder de reforma: como el califa, es un imam. En el plano temporal, en cambio, el sultán, como el califa, no tiene poder legislativo. 11 No hay entonces que buscar la legislación marroquí en los dahires, obra del sultán y de sus servicios, sino en el Derecho musulmán que rige la comunidad. De ello se deriva la importancia que tendrá la doctrina, la costumbre y la jurisprudencia en la adaptación del Derecho musulmán a las condiciones sociales e históricas del Marruecos contemporáneo. En estas condiciones, exactamente como el califa –y esto durante siglos– el sultán-califa es un gobernador, pero no un legislador ni, a fortiori, un constituyente. 12 El sistema político de Marruecos vivió asentado sobre todos estos principios, transmitidos por la tradición musulmana más antigua, durante largos siglos, y hasta las primeras tentativas de penetración occidental. Ayudados por algunos ministros nombrados y elegidos por ellos –originariamente en el seno de una sola familia, y más tarde, en el de la burguesía urbana–, los sultanes ejercieron una autoridad casi soberana en el bled el majzen donde dominaban las ciudades, y percibían los impuestos. Ello sucedió de una manera más atenuada en el bled siba donde las tradiciones antiguas de gestión democrática (asamblea de ancianos y de electos) alimentaron en todas las épocas los deseos de autonomía, y hasta en algunas ocasiones de rebelión abierta. referencias al poder, al Estado, al gobierno, al sistema político …en fin: a un estilo o práctica de gobierno. En muchos casos prima una visión negativa ligada al elemento violento, autoritario, arbitrario y represivo personificado en las estructuras del Ministerio del Interior (sobre todo entre la oposición marroquí y los excluidos del sistema). Pero junto a ella, en muchos casos perfectamente imbricada, subyace una valoración positiva como institución de orden, de estabilidad y un sujeto político portador de la identidad y especificidad marroquí. La existencia del majzen es considerada por muchos como una rémora para el desarrollo del país en la medida en que impide el funcionamiento efectivo de instituciones y formas democráticas. Otros piensan, sin embargo, que es un factor de estabilidad puesto que está muy enraizado con la historia y las características sociales de Marruecos, garantiza la continuidad de la monarquía y además se renueva puesto que en ocasiones coopta a sus propios opositores. 11 Vid. Mohammed Lahbabi: Le gouvernement marocain à l’aube du XX siècle (2ª ed.), Les éditions maghrébines, , 1975, pp. 35 y ss. 12 Vid. Jacques Robert : «Le problème constitutionnel au Maroc», cit., p. 1004. 84 Mohamed Chekrad

Un poco antes del establecimiento del Protectorado, los sultanes mejoraron la estructura de su administración y desarrollaron un tanto sus servicios. Alrededor del sultán, aparecieron altos funcionarios que formaron dos servicios distintos: un servicio de la Corte, vinculado a su persona, y un servicio del Estado a modo de gobierno propiamente dicho. Este gobierno estaba compuesto de ministros o visires trabajando bajo la dirección del sultán, quien les reunía en el Mechouar (Palacio). A la cabeza de este equipo se hallaba el Gran Visir, en el origen, mano derecha del sultán, investido de una competencia general a modo de un Primer Ministro o Ministro del Interior occidental, y contaba con consejeros por la nominación de los caíds (delegados locales del gobierno), cadis (jueces), khatibs (directores de la oración) y mouderiss (profesores en la Universidad Al Karawiyine). El equipo mismo contenía cuatro ministros: un ministro de asuntos extranjeros, un ministro de las finanzas, un ministro de la guerra y el Ouzir-al- Chikayat (una especie de ministro de justicia). En el escalón local, los poderes del sultán estaban delegados a los califas provinciales (que gobernaban las provincias), y en las ciudades o las circunscripciones tribales en los los caíds o amels. Hay que señalar también la figura del mohtasseb, autoridad delegada del sultán para los asuntos económicos. Es cierto, pues, que antes del protectorado había un gobierno central marroquí y una estructura administrativa local, pero seguramente, en el plano político, la organización era todavía muy tradicional y presentaba muchas lagunas, como por ejemplo la ausencia de ministerios vitales para cualquier Estado moderno como son los ministerios de economía, de educación, etc. De hecho, no fue hasta 1908 que se procedió a ensayar el primer proyecto de una Constitución de corte moderno para Marruecos.

2.2.3 El proyecto de Constitución de 1908

Después de haber estipulado que el Estado jerifiano, plenamente independiente, tendría la capital en Fez, como religión el Islam, y como rito legal el rito malekite (aunque todas las religiones serían respectadas sin distinción), el texto del Proyecto constitucional de 11 de octubre de 1908 entraría a precisar la situación y los poderes del sultán. Así, estipuló que el Sultán era el imam de los musulmanes y defensor de su religión, que se le debía la obediencia como imam jerifiano y respeto a su persona puesto que era el heredero de la bendición divina o baraka, además de ordenar que la sucesión en el sultanato correspondería al hijo mayor. Sobre sus poderes, el texto precisaba que el sultán tenia el mando supremo de las fuerzas armadas, el poder de declarar la guerra y la paz, de firmar tratados con otros Estados, de nombrar y revocar los funcionarios, de ejercer el derecho de gracia para los condenados a muerte, de cambiar las sentencias, etc. Carente de un órgano legislativo propiamente dicho –ya que esa función era ostentada por el propio sultán-, la única asamblea representativa contemplada en el

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Proyecto era el llamado Consejo Consultivo, que tendría el control de las administraciones y de los órganos del majzen sin ninguna excepción. El Consejo se dividía en dos órganos: el Consejo de la Nación y el Consejo de los Notables. Compuesto por un delegado por cada 20.000 habitantes, el Consejo de la Nación era elegido cada cuatro años, mientras que el Consejo de los Notables, 13 más reducido (25 personas) tenia que ser reclutado entre las grandes personalidades del Estado, los miembros de la familia real, los importantes notables (ulemas, fquihs, etc.). Por otra parte, el sultán era jefe de su gobierno y de la administración del país. Era él quien nombraba al Gran Visir, pero a este último pertenecía la elección de los cinco ministros (Ministro de las Finanzas, Ministro de la Marina, Ministro del Interior, Ministro de las Ciencias, y Ministro de la Guerra). Con todo, el Consejo Consultivo intervenía también en la nominación de los ministros, por eso el Gran Visir tenía que proponerle los nombres de las personas que quería nombrar, y solo si había un acuerdo, serían éstos presentados al sultán para su aprobación. De la misma manera, el Consejo Consultivo controlaba la nominación de los gobernadores de las ciudades y de las tribus que eran nombrados por el Gran Visir, y no el sultán. La novedad más importante de este texto residía en que el pueblo no quedaba solamente representado a través de los notables tradicionales sino que también podía intervenir directamente en la designación de sus consejeros. Otra aportación novedosa del texto era su inclusión de una declaración de derechos y libertades, en la cual se hacia mención de la libertad individual a condición de respetar el orden público, protección del domicilio, interdicción de la detención ilegal etc. En suma, el Proyecto de 1908 fue un paso adelante, pero por desgracia el documento no vio la luz y se quedo un papel mojado cuando pocos años después Marruecos cayó bajo el régimen del protectorado.

2.2.4 El período del protectorado

En el plano constitucional, la institución del protectorado francés en Marruecos no puede ser considerada como una etapa determinante en la institución de un régimen político moderno. Es cierto que el protectorado aportó la eficacia de los métodos administrativos y de las técnicas políticas occidentales e introdujo en Marruecos las bases de una estructura estatal adaptada a las exigencias del siglo XX. Pero

13 La función esencial del Consejo de los Notables es garantizar que las decisiones y proyectos de la nación no fueran contradictorios con seis condiciones puestas: (1) que no contuvieran disposiciones contrarias al Corán, (2) que no afectaran a la independencia del Reino, (3) que no perjudicaran a los derechos del Sultán, (4) que no afectaran a la libertad, a la Constitución y al orden público, (5) que no lesionaran a los bienes del Estado y de los musulmanes y por último que (6) No perjudicaran en general los derechos de la Nación y de los pobres en particular. 86 Mohamed Chekrad sobre el tema de la gestión de los marroquíes de sus asuntos interiores, el Protectorado no supuso avance ninguno, ya que sus autoridades se superpusieron a la autoridad del sultán y, en general, a toda forma de poder político y administrativo autóctono. Al no haber supuesto una contribución decisiva de los principios republicanos que podía haber influído sobre el sistema marroquí, el Protectorado supuso una oportunidad perdida para la modernización institucional de Marruecos. De hecho, fueron sido los abusos de la administración protectoral la causa principal de la reclamación de la independencia, a la cabeza de la cual se situó el monarca que de este modo comenzaría a sentar las bases para la consolidación de su figura en el Marruecos posterior a la independencia.

2.2.5 Las visiones constitucionales de Mohammed V

Los orígenes del debate sobre la cuestión constitucional entre la corona y el movimiento nacionalista marroquí se remontan de la redacción del documento de independencia de 11 de enero 1944. Ya en esa tesitura, Mohammed V se negó a introducir el concepto de «Monarquía Constitucional» en su texto, y llamó a la unión de todas las fuerzas nacionales para lograr la independencia. En respuesta a ello los miembros del principal partido nacionalista –el Istiqlal– 14 retiraron de la agenda política del momento su reivindicación de una Monarquía constitucional y se limitaron a pedir de Mohammed V el establecimiento de «un sistema semejante a los sistemas de poder en el oriente árabe» en referencia al tiempo del sistema otomano. Las reservas de Mohammed V sobre «el concepto constitucional» se fundamentaban básicamente en que se consideraba revolucionario en su momento desde el punto de vista político, y en que era muy difícil que fuese aceptado por las personalidades relevantes del Majzen. Pero, bajo las presiones de las circunstancias históricas y las transformaciones en el equilibrio de las fuerzas sociales y políticas, Mohammed V se vio obligado a aceptar la concepción de la monarquía constitucional ya en el año 1952, primero en una carta enviada al presidente francés el 20 de marzo, y más tarde en el discurso del trono 18 noviembre. 15 Pero el acuerdo entre el Rey y el movimiento nacional sobre el uso del concepto de «monarquía constitucional» no significó el acuerdo sobre su contenido, ni sobre la manera de hacer la Constitución.

14 El Istiqlal (Hizb al-Istiqlal, o Partido de la Independencia) fue fundado en 1937 por Allal al- Fasi y profesó desde sus orígenes una ideología nacionalista. Permaneció fiel al sultán Mohammed V cuando éste fue deportado por Francia en 1953. Tras la independencia de Marruecos (1955), quedó debilitado cuando el ala izquierda del partido, dirigida por Mehdi Ben Barka, se separó (1959). Durante el reinado de Hasan II, se alternaron los periodos de colaboración con la monarquía con los enfrentamientos con ésta, aunque siempre ha apoyado a la monarquía en asuntos relativos a la integridad territorial de Marruecos. 15 Ali Karimi: Madjal Tariji.... Takdime Likitaba: Alkutla Wa Alislah Adusturi [Entrada histórica… Introducción del libro: Al Kutla y la reforma constitucional], Daranachr Almagribia, Casablanca, 1991, p. 17.

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Dos problemas se presentaron a los dirigentes marroquíes en el momento de la independencia: uno, el de explicar a la nación lo que la independencia iba hacer del país; y el otro, el de acordar como iba a ser elaborado el texto constitucional, la nueva carta del Reino. Este diseño se vió desde luego condicionado poderosamente por las numerosas intervenciones públicas del rey –primero Mohammed V, y después Hassán II– cuyos discursos, pronunciados en todas las ocasiones importantes de la vida política marroquí después de la independencia 16 constituyeron en su día elementos de referencia fundamentales, y son hoy un recurso de documentación de primer orden. El 18 de noviembre 1955 (es decir después dos días de su vuelta del exilio) Mohammed V, en su discurso del trono, reveló los principales elementos de la reforma constitucional que quería adoptar, al afirmar: «Nuestro primer objetivo es la constitución de un gobierno marroquí responsable y representativo». Este gobierno, que el Rey precisa que debería asumir la gestión de los asuntos públicos y empezar las negociaciones con Francia, tendría igualmente por misión la creación de:

«Instituciones democráticas fruto de elecciones libres, basadas sobre el principio de la separación de poder, en el marco de una monarquía constitucional, reconociendo a los marroquíes de todas las confesiones, los derechos del ciudadano y el ejercicio de las libertades publicas y sindicales.»

Pero fue especialmente en los discursos de 1960 cuando el rey marcó definitivamente una fecha para la instauración de una monarquía constitucional:

«Antes del fin de 1962, vamos a tener ya nuestra promesa y elaborada con la participación de nuestro pueblo, una Constitución estipulando y organizando los poderes constitucionales, que permitía a todos los miembros de participar, por medio de sus representantes, a la gestión de los asuntos del país y de controlar los actos de los gobiernos que serán constituidos conformemente a estas disposiciones.» 17

Como consecuencia del fallecimiento prematuro de Mohammed V en 1961, sería su hijo el Rey Hassán II quien hubiera de honrar esta promesa de su padre con la elaboración de la primera Constitución marroquí.

16 Estos discursos de los años 1955, 1956 y 1957 están reunidos en Sa Majesté Mohammed V. Le Maroc à l’heure de l’indépendance (Tome I, 1955-1957), Ministerio de Información y de Turismo, Rabat, 1997. Mohammed V (1909-1961) además de haber jugado un papel positivo en el escenario internacional, contuvo los movimientos de disidencia y devolvió el prestigio a la monarquía, encarnando en sus 34 años de reinado, junto al Movimiento Nacional, el despertar de Marruecos a la soberanía nacional y la independencia. 17 Jaridat-Al-Istiqlal de 4 de junio de 1960, p. 2. 88 Mohamed Chekrad

2.2.6 La Constitución otorgada de Hassán II 18

Pese a sus diferencias de partida, los principales actores políticos posteriores a 1956 lograron ponerse de acuerdo en una plataforma mínima, de perfiles ciertamente confusos pero suficiente como para librar al país de un desbordamiento de la calle 19 de la que se excluía la exigencia de una asamblea constituyente. 20 Ello fue así, en parte porque el Istiqlal, desde su posición hegemónica, apenas se interesó por la redacción de la Constitución y su adopción, y porque la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP), por razones de equilibrio político interno y de principio, rehusó incorporarse al Consejo Constitucional nombrado por el Rey en 1960, y boicoteó el referéndum constitucional de 1962. En realidad la clase política del momento estaba más interesada en el reparto del poder que en la discusión sobre los fundamentos del nuevo Estado. En ningún momento desde 1956 el Istiqlal se cuestionó su participación en los órganos sucedáneos de la representación electiva creados por la monarquía, tales como el Consejo Consultivo de 76 miembros nombrados por Mohammed V y presidido por Mehdi Ben Barka, o el Consejo Constitucional (creado por dahir de 3 de noviembre de 1960) presidido por Allal el- Fassi. La subida al trono de Hassán II aumentó las desconfianzas entre el Rey y el Istiqlal. 21 Fue entonces cuando el nuevo monarca se declaró partidario de una Constitución otorgada en la que se consolidaran sus poderes cuasi-absolutos y se consagrara su condición de supremo representante de la nación, descartando definitivamente la posibilidad de una cosoberanía al afirmar:

«La Constitución que he hecho con mis manos, que será difundida por todo el territorio del Reino y en un plazo de veinte días será sometida a aprobación, esta Constitución es ante todo la renovación del pacto sagrado que siempre ha unido al pueblo y al Rey.» 22

A. R. Guédira 23 y su equipo fueron los encargados de racionalizar lo que en su momento fue calificado de abuso de autoridad. Su mayor mérito fue elaborar la

18 Al-Hassan ibn Muhammad o Hassán II (1929-1999) fue Rey de Marruecos desde 1961 hasta su muerte. Fue el hijo mayor de Mohammed V, sultán primero y después, Rey de Marruecos. Fue enviado al exilio en Madagascar por las autoridades francesas en 1953 junto con su padre el rey Mohammed V. Fue proclamado príncipe en 1957, y se convirtió en rey tras la muerte de su padre en 1961. Tuvo 5 hijos: la princesa Meryem, Rey Mohammed VI, princesa Lalla Asma, princesa Lalla Hasna, príncipe Mulay Rachid. 19 J.-F. Clément: «Les révoltes urbaines», en Maroc actuel, CNRS, París, 1992, pp. 393-406. 20 Ver con más detalles, Mohammed Tozy: Monarquía e Islam político en Marruecos, Bellaterra, Barcelona, 2000, pp. 71-72. 21 Claude Palazzoli: Le Maroc politique, Sindibad, París, 1974. 22 Hassán II, discurso del 18 de noviembre de 1962, Inbiat umma, Ministerio de información. 23 Guédira, que falleció en 1995, era Consejero Real del Rey Hassán II. En el gobierno real constituido el 27 de mayo de 1960 fue director del Gabinete del Príncipe con rango y prerrogativas de Ministro. Con el Advenimiento de Hassán II se convirtió en el segundo personaje del régimen. Encargado de la dirección general del Gabinete Real se benefició de la

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 89 primera argumentación clara de los fundamentos políticos de la monarquía autocrática.

«En lo que respecta a Marruecos, el recurso a la asamblea constituyente no era necesario ni posible […] La nación unánime siempre expresó su adhesión a S. M. Mohammed V, nadie cuestionó nunca la autoridad de Mohammed V, y los partidos políticos aún menos que los individuos. Dado que el Rey Hassán II, como Mohammed V, sin que nada institucionalmente les obligara a ello, siempre hicieron caso de la opinión de los ciudadanos como individuos, y de los partidos políticos organizados […] La Asamblea Constituyente posee la potestad suprema, y en Marruecos el Rey es el único que tiene esa potestad suprema. Ni siquiera antes del protectorado se le había discutido esa potestad a su Majestad.» 24

La monarquía marroquí se esforzó desde entonces en consolidar su predominio en el sistema político, utilizando para ello, además del registro de legitimidad nacionalista, los recursos proporcionados por el origen religioso de su poder. Privilegiando este origen, Hassán II rechazó la idea de que la Constitución pudiera limitar sus poderes: el Rey era el jefe supremo de la comunidad musulmana, es decir, el representante del Profeta en la tierra y el responsable supremo del país y debía actuar como tal en la esfera política. 25 Hassán II, utilizó así el primer texto constitucional de la historia marroquí, no para avanzar en el camino hacia la democracia, sino para asentar a la nueva monarquía sobre sus fundamentos jurídicos y religiosos tradicionales. La nueva Constitución no sólo sirvió para institucionalizar el poder del monarca, sino para dotar de cierto sentido jurídico la relación entre la Corona y el pueblo –la denominada baia, que incluye las reglas tradicionales de sucesión al trono, constitucionalizadas desde 1962– 26 y asentar de esa forma la legitimidad de la Monarquía. 27 Por eso, como ha afirmado Basri, el voto a favor en el referéndum que dio lugar a la Constitución de 7 de diciembre de 1962 concedió la ocasión a los ciudadanos de renovar la baia con el Rey. 28 delegación del poder reglamentario del Presidente del Consejo, ocupando además los cargos de Ministro de Interior y de Agricultura. Se enfrentara al Istiqlal y defenderá desde un principio el pluripartidismo para debilitar la hegemonía de aquel partido y asentar el poder real dentro de un marco constitucional. 24 Ahmed Reda Guédira: «Une constituante ni nécessaire ni possible», Confluent de 27 de enero de 1963, p. 67. 25 Véase el discurso pronunciado por Hassán II ante la Cámara de Representantes el 13 de octubre de 1978. 26 Cfr. Maurice Torelli: «Le pouvoir royal dans la Constitution», en Driss Basri, Michel Rousset y Georges Vedel (eds.): Trente années de vie constitutionnelle au Maroc, LGDJ, París, 1993, p. 115. 27 En contra, Maurice Torrelli: «Le pouvoir royal... », cit., p. 132. 28 En la estrategia de legitimación del sistema político marroquí ocupa un lugar crucial la ceremonia de pleitesía (Al baia). En 1961, cuando Hassán II pidió la investidura por acatamiento de los ulemas, las inestables circunstancias políticas de la época no permitían convertir esta ceremonia en un acto institucional. El acatamiento pasó casi inadvertido, y la continuidad de Mohammed V se basó sobre todo en el legado nacionalista. Pero el referéndum constitucional, por extraño que parezca, fue enfocado como una forma novedosa y masiva de prestación de la 90 Mohamed Chekrad

El proceso de fortalecimiento del poder monárquico ha ido acompañado de una limitación de los mecanismos tradicionales de control sobre el poder del sultán a través de varias vías. Por un lado, con la desvirtuación del carácter contractual de la baia mediante su transformación en un acto ritual de sumisión y fidelidad al Monarca, renovada cada año después del Discurso del Trono y siempre que la coyuntura lo ha requerido, 29 especialmente en temas sensibles relacionados con el territorio nacional. Y, por otro, con la funcionarización de los ulemas. Los ulemas han ejercido en la reciente historia marroquí una función destacada, controlando la actuación de los sultanes y destituyendo a aquéllos que no respetaban o cumplían las misiones para las cuales la Comunidad les había prestado juramento de fidelidad. 30. Sin embargo, bajo Hassán II, los ulemas se convirtieron en funcionarios al servicio de la monarquía, integrándose en un cuerpo especifico de la Administración del Estado, dependiente del Ministerio de Habous y de los Asuntos Religiosos. Con ello la Monarquía conseguiría limitar el alcance de la función de control político religioso que los ulemas tradicionalmente han desempeñado en Marruecos.

Por su parte, con la muerte de Hassán II y la llegada al poder de Mohammed VI, los fundamentos constitucionales de la monarquía siguen siendo, de momento, los mismos.

2.3 La regulación de la monarquía constitucional en la Constitución actual

La actual Constitución marroquí de 1996 define a Marruecos como una monarquía «constitucional, democrática y social». Ello no obstante, cabe preguntarse si Marruecos es verdad una «Monarquía constitucional», o es simplemente una «Monarquía con una Constitución». Como hemos apuntado ya, la historia constitucional marroquí tuvo su comienzo en 1962, con un texto de 103 breves artículos que –según Basri– 31 baia. Véase Driss Basri: «Évolution constitutionnelle au Maroc depuis 1962», en Driss Basri, Michel Rousset y Georges Vedel (eds.): Trente années de vie constitutionnelle au Maroc, cit., p. 82. 29 La existencia y renovación de la baia o juramento de fidelidad se ha convertido en un instrumento al servicio de la política saharaui de Marruecos. 30 En 1738, el Sultán Mulay Ahmed fue destronado porque se ocupaba por entero a los placeres sin ocuparse de sus súbditos ni de sus asuntos. Durante el siglo XX, los doctores de la ley marroquíes participaron dos veces en la sustitución de un sultán por otro. En 1907, Mulay Abdelaziz fue destituido por haber aceptado firmar el tratado de Algeciras por su sucesor Mulay Hafid. Los ulemas volvieron a intervenir en la destitución del poder político en 1953 cuando los colegios de Fez legitimaron la iniciativa francesa de destituir a Mohammed V y sustituirlo por Ben Arafa. 31 Driss Basri: «Évolution constitutionnelle au Maroc depuis 1962», cit., p. 79. Téngase en cuenta, no obstante, que la afirmación proviene no sólo de un profesor universitario, sino de que fuera durante años Ministro del Interior marroquí y mano derecha de Hassán II.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 91 transformó a Marruecos en un Estado moderno. Desde entonces, otros cinco textos constitucionales han visto la luz: la Constitución de 1970, fruto de la reacción conservadora a la experiencia parlamentaria inaugurada en 1962; la de 1972 que –señala Guibal– 32 dio un paso importante en la estabilización de los poderes y la juridificación de la soberanía; la de 1992, 33 que sirvió para superar una importante crisis política e introdujo algunos elementos democráticos que parecían suscitar esperanzas hacia la existencia de una voluntad real de transición; y la actualmente vigente, que data de 1996, y que incorporó algunos mecanismos de control y retomó el bicameralismo. Con todo, en lo que hace a la configuración constitucional de la monarquía nos hallamos estrictamente ante una única constitución, toda vez que todos los textos constitucionales referidos han venido garantizando la supremacía de la Corona sobre el resto de las instituciones con una rotundidad similar. Habitualmente, cuando se producen modificaciones constitucionales, éstas son consecuencia de importantes cambios políticos y sociales por los que atraviesa un país. Pero en el caso marroquí no siempre ha ocurrido así: las modificaciones constitucionales han obedecido en muchos casos a un mero afán de asegurar la continuidad del status quo, incorporando los cambios al simple objeto de ofrecer una apariencia de transición hacia un Estado democrático sin que ésta efectivamente se produzca. Prueba de esta peculiar utilización de los cambios constitucionales es, a pesar de los discursos oficiales, la falta de modificaciones profundas y avances auténticos en el contenido de las Constituciones, particularmente en lo que respecta al poder del Rey, a su relación con los demás poderes del Estado, y a la garantía y protección de los derechos fundamentales. La configuración del poder del Rey, con ligeras variaciones, sigue siendo a día de hoy la que se diseño en la Constitución de 1962. Respecto a la parte dogmática de la Constitución, el catálogo de derechos reconocidos viene siendo el mismo –con mínimas diferencias– también desde la Constitución de 1962. 34

32 Michel Guibal: «Les sources modernes de la Constitution», en Driss Basri, Michel Rousset y Georges Vedel (eds.): Trente années de vie constitutionnelle au Maroc, cit., p. 57 y ss. 33 Esta desbordada capacidad atribuida a la Corona ha permanecido invariable desde la Constitución de 1962, con la limitación que incluyó la reforma de 1992 –y que mantuvo la vigente Constitución de 1996– de que la proclamación del estado de excepción no puede ocasionar la disolución del Parlamento. La anterior regulación fue la que permitió a Hassán II suspender la aplicación de la Constitución el 7 de junio de 1965, porque no era de su agrado cómo había funcionado el Parlamento salido de las primeras elecciones del Marruecos independiente, en 1963. El Estado de excepción duró cinco años, que fue lo que tardó el Rey en considerar un nuevo proyecto de Constitución que sustituiría formalmente al de 1962, aunque materialmente se trataba del mismo texto constitucional con mínimos cambios. 34 La forma de la Constitución de 1962 dejaba asimismo mucho que desear. Su preámbulo, que con apenas una modificación es el que ha perdurado hasta la reforma de 1996, incluía disposiciones normativas, al contrario de lo que generalmente ocurre en Derecho constitucional comparado, donde los preámbulos de las Normas Fundamentales tienen exclusivamente valor como criterios de interpretación de la Constitución. La división sistemática del texto constitucional era desordenada y falta de racionalidad, como revela la inclusión de los derechos 92 Mohamed Chekrad

Así las cosas, cabe concluir que la Constitución de 1996, heredera de esta trayectoria constitucional tanto en su forma como su contenido, no asienta las bases para que en Marruecos pueda tener lugar a una transición a un régimen democrático. Se trata de un texto constitucional dotado de un preámbulo y 108 artículos, en general sumamente esquemático, muy breve en lo que hace a la declaración de derechos y centrado en la parte orgánica, cuya regulación abarca mas del el 90% de su contenido. Se trata de una Constitución rígida, en cuya modificación intervienen de manera protagonista el Rey –a través de la iniciativa y de la convocatoria del referéndum aprobatorio– y el pueblo, que debe pronunciarse en todo caso, 35 aunque el proyecto de reforma puede proceder asimismo por vía parlamentaria (arts. 103 a 105 C96). 36 Con todo, una cláusula de intangibilidad impide que la reforma constitucional cuestione la forma monárquica del Estado, así como las disposiciones relativas al Islam (art. 106 C96), 37 de modo que difícilmente podría prosperar una reforma constitucional sin la aprobación del Rey. 38 De acuerdo con el art. 2 C96, la soberanía reside en la nación, que la ejerce directamente por vía de referéndum e indirectamente a través de las instituciones constitucionales, y no se prevén otras vías de participación del pueblo en la toma de decisiones públicas. La particular relación entre el Rey y la Nación –de la cual el Monarca es su máximo representante y garante de su independencia (art. 19 C96)– produce que el texto constitucional huya conscientemente del término «pueblo». El concepto, ya universal, de Estado de Derecho no consta en la Constitución de 1996, como tampoco se menciona explícitamente la normatividad y superioridad jerárquica de ésta. Creemos que la denominación de «monarquía constitucional» que utiliza el art. 1 C96 es a nivel teórico adecuada. Puesto que hay una enumeración y un separación de las competencias reales respecto de las del resto de los poderes. Pero creemos que en la práctica es una Monarquía constitucional y «majzení», puesto que al lado de la Constitución y en ausencia de mecanismos que garantizen

fundamentales junto con la regulación de los partidos políticos y la función de la ley dentro de un mismo título. El esquema formal de la Constitución apenas ha sido modificado en la trayectoria constitucional marroquí. 35 Aunque según el art. 103, la iniciativa de reforma corresponde al Rey, a la Cámara de los Representantes y a la Cámara de los Consejeros, la misma disposición otorga al Rey la capacidad de someter directamente a referéndum el proyecto de reforma. 36 En este caso, la propuesta de reforma iniciada por varios miembros de una de las dos cámaras, sólo podrá ser adoptada mediante el voto de los dos tercios de sus miembros. Tal propuesta será sometida a la otra cámara, habiendo de ser aprobada por idéntica mayoría (art. 104). Hay que señalar que este procedimiento nunca se ha utilizado. 37 En el caso de activación del poder constituyente del pueblo, estas prohibiciones deberían tenerse por no válidas, siguiendo la doctrina clásica del poder constituyente. 38 Según el art. 105 C96, el referéndum es convocado por Dahir (Decreto Real), sin que la Constitución establezca plazo. Conocida es la discreción con que el Monarca marroquí ha usado los Decretos Reales, gobernando a través de ellos. Además de que se trata de uno de los actos donde el Rey no necesita de refrendo.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 93 el reparto de poderes, está siempre la sombra del majzen como garante de la preeminencia de la monarquía sobre el resto de las instituciones. Mientras que en una monarquía constitucional la Constitución esta pensada para controlar y limitar los poderes del Rey, la de Marruecos parece más como una «Constitución monárquica» que sirve a los propósitos del rey y respalda su amplio poder ejecutivo. De manera que quizás fuera mas adecuado hablar, como hace Patrick Merloe, 39 de que Marruecos es una «Monarquía con una Constitución», 40 puesto que la Constitución es secundaria en comparación con la monarquía.

3. LA CORONA Y SUS PODERES CONSTITUCIONALES

La Constitución marroquí dedica a la Monarquía su Título II –el primero de los que integran lo que conocemos como la parte orgánica de la Constitución– dando pues prioridad a su tratamiento sobre el del resto de los poderes del Estado –y destacadamente sobre el Parlamento, en el que se sientan los electos del pueblo marroquí–, a modo de fiel reflejo de la idea de que el Rey es el máximo representante de la Nación. 41 Bajo la rúbrica de «La Monarquía» –un intento por parte del constituyente de evidenciar la importancia de la institución, distinguiendo entre la Corona, como institución símbolo de la permanencia del Estado, y el monarca, como encarnación temporal de ese símbolo y Jefe del Estado– el referido Título Segundo regula los derechos constitucionales de la monarquía. La Corona es la institución constitucional en que se configura en Marruecos la Jefatura del Estado, con unas características propias de la Monarquía marroquí, como son la sucesión hereditaria de su titular a través de las sucesivas generaciones de la Familia Real (art. 20 de la Constitución), la sacralidad y la

39 Citado por Abdelaziz Nouidi: Alislah Adusturi fi Almamalaka Almagribia, Almasael Alassasia [La Reforma Constitucional en el Reino de Marruecos, las cuestiones básicas], Anajah Aljadida, Casablanca, 2005, p. 7. 40 En contra, Driss Basri: «Évolution constitutionnelle au Maroc depuis 1962», cit., p. 96 y ss., para quien la Constitución de 1992 «consolidó» la «Monarquía Constitucional Parlamentaria». 41 La estructura de esta segunda parte de la Constitución marroquí pivota sobre once títulos: el Segundo, «De la Monarquía» (arts. 19 a 35), el Tercero, «Del Parlamento de la Organización del Parlamento» (arts. 36 a 58), el Cuarto, «Del Gobierno» (arts. 59 a 66), el Quinto, «De las relaciones entre los Poderes» (arts. 67 a 77), el Sexto, «Del Consejo Constitucional» (arts. 78 a 81), el Séptimo, «De la Justicia» (arts. 82 a 87), el Octavo, «Del Alto Tribunal» (arts. 88 a 92), el Noveno, «Del Consejo Económico y Social» (arts. 93 a 95), el Décimo, «Del Tribunal de Cuentas» (arts. 96 a 99), el Undécimo, «De Las Colectividades Locales» (arts. 100 a 102), y el Duodécimo, «De la Reforma de la Constitución» (arts. 103 a 106). En la Constitución marroquí, la parte dogmática –donde se hace de ordinario una declaración de principios que recoge los valores imperantes en la sociedad que la promulga– está constituida por el preámbulo y el Título primero, donde tampoco faltan alusiones a la Monarquía. 94 Mohamed Chekrad inviolabilidad de su titular (art. 23), y la atribución a éste del poder de iniciativa política y de poder efectivo y la posesión de un poder religioso. El art. 19 deja establecida ya la Jefatura del Estado en el Rey como el máximo representante de la Nación, después de que el art. 1 de la Constitución hubiera ya consagrado la forma de Estado como una «Monarquía constitucional, democrática y social». El Rey personifica la Corona, y constituye el símbolo su unidad y garante de la permanencia y de la continuidad del Estado marroquí. La constitucionalización de la monarquía marroquí no exige sin embargo que la Corona se someta explicita y formalmente a la Constitución. En ese sentido es de notable importancia –y no solo simbólica– que el Rey como personificación de la Corona no esté obligado a prestar juramento a la Constitución: en efecto, no hay en ella ningún artículo que exija al Rey que, al ser proclamado con la ceremonia de la baia, preste juramento de fidelidad a la Constitución y a las leyes. El art. 20 establece que la Corona y sus derechos constitucionales son hereditarios y se transmiten, de padre a hijo, a los descendientes varones en línea directa y por orden de primogenitura, a menos que el Rey designe en vida a un sucesor entre sus hijos que no fuese el mayor de ellos. Cuando no hubiere ningún descendiente varón en línea directa, la sucesión en el trono seguirá la línea colateral masculina más próxima y con los mismos requisitos. Los criterios de sucesión son, por lo tanto, los de masculinidad y primogenitura, con preferencia de la línea anterior a las posteriores; del grado más próximo al más remoto; y el de mayor edad al de menor. El sexo y la edad adquieren en este sentido una dimensión inequívocamente discriminatoria en la línea sucesoria de la Corona. De hecho, es esta regulación –tradicional en Marruecos– la que en su día posibilitó a Mohammed VI heredar de la Corona después de la muerte de Hassán II, con preferencia sobre su hermana mayor. En el fondo de este planteamiento late la dificultad de racionalizar herencias históricas y culturales que no se someten fácilmente a principios y valores constitucionales, entre los que se cuentan la igualdad entre hombres y mujeres. 42 El art. 23 de la Constitución reconoce a la persona del Rey como inviolable y sagrada, y proscribe toda responsabilidad por su parte, sea política o jurídica. El Rey está protegido por la ley tanto de ataques físicos como morales y no puede ser procesado, estando los atentados contra esta integridad castigados con penas y sanciones graves recogidas en el Código Penal, que incluso castiga la crítica a su persona y hasta su representación de forma humorística.

42 Curiosamente, en la Constitución marroquí no hay disposiciones que excluyan de la sucesión a la Corona a «aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión en el trono contrajeren matrimonio contra la expresión expresa prohibición del Rey y de las Cortes Generales» como es el caso a este respecto del apartado 4 del art. 57 de la Constitución española.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 95

Con todo, incluso mayor trascendencia tiene el hecho de que el carácter inviolable y sagrado del Rey se extienda a los actos y edictos reales, entre ellos a sus dahires, 43 discursos, y mensajes. Además de las funciones citadas, al Rey le corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas Reales; el nombramiento de todos los funcionarios, tanto civiles como militares (art. 30 C96); la proclamación el estado de excepción y su finalización en los casos en que –a su entender– existan amenazas contra la integridad del territorio o se produzcan acontecimientos susceptibles de interrumpir el funcionamiento de las instituciones constitucionales. La única condición que prescribe el texto constitucional es la consulta según los casos a los presidentes de algunas instituciones públicas 44 y haber dirigido un mensaje a la nación. La proclamación del estado de excepción le habilita constitucionalmente, «a pesar de todas las disposiciones contrarias, a tomar las medidas requeridas para la defensa de la integridad territorial, el retorno al funcionamiento de las instituciones y la marcha de los asuntos del Estado» (art. 35 C96).

3.1 Los poderes espirituales y políticos del monarca en Marruecos

Desde 1962 ha constado en los diferentes preámbulos de los textos constitucionales la condición de Marruecos como Estado musulmán, y el art. 6 de las sucesivas Constituciones marroquíes ha contemplado el consecuente establecimiento del Islam como la religión del Estado, al tiempo que se ha garantizado la libertad de culto. Junto al carácter musulmán del Estado –mención ésta cuya reforma se halla además prohibida por la propia Constitución–, los diversos textos constitucionales (art. 19, en todos ellos) han incluido una disposición de naturaleza religiosa de suma importancia otorgándole al Rey la condición de «Comendador de los Creyentes» (Amir al Mu´minin). 45 Puede sorprender la inclusión de una medida legitimadora de naturaleza religiosa dentro del texto que organiza los poderes públicos y determina los derechos y libertades de los ciudadanos, pero no estamos

43 El Monarca ejerce por dahir los poderes que le están expresamente atribuidos por la Constitución, muchos de los cuales no necesitan ser refrendados por el Primer Ministro (art. 29). La Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo ha afirmado en varias sentencias que todos los actos jurídicos unilaterales del soberano (incluso los administrativos) son inatacables por exceso de poder. 44 Que eran los Presidentes de las dos Cámaras en la Constitución de 1962, y que la Constitución de 1992 amplía al Presidente del Consejo Constitucional, ampliación que también se halla recogida en la Constitución de 1996. 45 Art. 19 de la Constitución: «El Rey, Amir Al Muminin, Máximo Representante de la Nación, Símbolo de su unidad, Garante de la permanencia y de la continuidad del Estado, vela por el respeto al Islam y a la Constitución. Es el protector de los derechos y libertades de los ciudadanos, grupos sociales y colectividades. Garantiza la independencia de la Nación y la integridad territorial del Reino dentro de sus auténticas fronteras». 96 Mohamed Chekrad sino ante un elemento derivado de esa síntesis entre Estado y religión que enraíza en los mismos orígenes del Islam, en la supremacía del poder del califato y en los orígenes de la dinastía alauita. 46 Los observadores coinciden unánimemente en afirmar que la entronización del nuevo rey se llevó a cabo bajo el signo de la tradición religiosa. 47 La ceremonia de la baia (declaración de lealtad) lo ilustra perfectamente. Así pues, en Marruecos, el Monarca es rey y comendador de los creyentes. Por lo tanto, su legitimidad es doble: pero mientras que algunos elementos de esta legitimidad se reflejan en la Constitución, el resto derivan de la doctrina general sobre el poder dinástico y el ejercicio de la autoridad, que se apoya en los elementos de legitimidad acumulados en la larga historia de la monarquía marroquí. El aspecto religioso es un elemento importante en este dispositivo, pero no el único: la legitimidad histórica, la legitimidad nacionalista y la legitimidad constitucional, tienen también su importancia. La faceta religiosa de la monarquía ha ganado peso hasta volverse predominante en una coyuntura política peculiar de Marruecos, en relación con la evolución política y el equilibrio existente entre las diferentes fuerzas presentes en el terreno de la competencia política. El inicio del reinado de Hassán II estuvo marcado por dificultades derivadas del proceso de lucha por la independencia. La monarquía se sintió amenazada en su misma existencia desde el momento en que sus antiguos aliados en el Movimiento Nacional la hicieron blanco de ataques, no por su falta de su legitimidad religiosa e histórica sino por su falta de legitimidad constitucional. Debe recordarse que este período coincidió con un momento de efervescencia de las ideologías laicas, socialistas y comunistas en el mundo árabe, que trajo consigo la desaparición de algunas monarquías en la región y que influyó también de forma importante en el ambiente político del país, donde el republicanismo no estaba falto de adeptos. La entronización de Hassán II se produjo precisamente en esta coyuntura, pero las relaciones del joven rey con una parte de la clase política eran ya conflictivas y llevaban largo tiempo deterioradas. Sus divergencias tenían que ver

46 Cfr. Maurice Torrelli: «Le pouvoir royal…», cit., pp. 111 y ss. Para el autor, la doble legitimidad sobre la que reposa la monarquía marroquí (la legitimidad religiosa y la legitimidad nacional) están absolutamente entrelazadas. 47 Pero no solo ella. Para el observador atento es evidente que la minuciosa selección de gestos y símbolos llevada a cabo por el nuevo monarca en los primeros compases de su reinado pretendía situar éste bajo el signo de la tradición y la legitimidad religiosa. Una tradición, por cierto, reinventada bajo Hassán II y en la cual ha enmarcado desde el principio su reinado el nuevo rey al adoptar el paradigma de Comendador de los Creyentes. Mohammed VI se ha hecho eco masivamente del repertorio simbólico vinculado a la faceta religiosa de la monarquía. A este respecto, bastará con apuntar que el primer viaje de Mohammed VI al exterior fue a Arabia Saudí y en concreto a La Meca, u observar el despliegue de símbolos efectuado en el ámbito social por medio de la Fundación Mohammed V con motivo del mes del Ramadán, o señalar el lugar que ocupa la celebración de la plegaria en el programa de visitas reales a las diferentes ciudades y regiones, dado que la inclusión de este rito entre las actividades públicas del rey tiene una indiscutible significación política.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 97 con la naturaleza de la monarquía, la orientación política del país y las modalidades de elaboración de la Constitución, preocupaciones básicas que marcaron desde sus inicios el reinado de Hassán II. Por su parte, el registro religioso de la monarquía se vio también muy influido por la situación. Los paradigmas políticos laicos eran prácticamente preponderantes en los años sesenta, y los principales actores de la escena política adoptaron el modelo que mejor se adaptaba a sus objetivos. El uso político del paradigma teológico aún no estaba a la orden del día y el registro político funcionaba al margen del propiamente religioso. Es cierto que la Constitución de 1962 recogió los principales tipos de vinculación entre ambas esferas, sobre todo mediante los arts. 6, 19 y 23, pero se trataba de una declaración de principios de la que no se conocían aún todas las implicaciones políticas. Algunos politólogos expertos en la vida política marroquí de la época han señalado incluso que la primera versión de la Constitución no incluía la denominación de «Comendador de los Creyentes», la cual, al parecer, fue una sugerencia del Presidente del Istiqlal Allal El Fasi y del cofundador del Movimiento Popular –además de actual presidente del Partido de la Justicia y el Desarrollo–, Abdelkrim Al Jatib. Sea como fuere, Hassán II se empeñó en intervenir en el terreno propiamente político no bien se produjo su entronización, a fin de afirmar su autoridad y neutralizar a sus adversarios. La afirmación de la supremacía de la monarquía, la puesta en marcha de los órganos esenciales del poder, la estructuración de los mecanismos de control, la consolidación de los aparatos coercitivos, el establecimiento de un pluripartidismo limitado, las clarificación de las opciones constitucionales y la forja de las necesarias alianzas exteriores fueron algunas de las medidas adoptadas con este objetivo. El registro religioso sólo se utilizará como recurso político importante a partir de los años setenta. En una primera etapa, fue utilizado para contrarrestar la ideología laicista de la oposición, pero en una segunda etapa, con la potente entrada de los movimientos islamistas en la escena política, el monopolio de este elemento se convertirá en un capital político de importancia decisiva. Se trataba de salvaguardar un pilar fundamental de la monarquía, evitando que las fuerzas de la oposición que cuestionaban la legitimidad del Estado se apropiaran de la religión. Es por ello que a partir de entonces se elaboró una política religiosa más perfeccionada, tanto en lo que se refiere a la estructuración del aparato administrativo vinculado a la religión como al discurso religioso propiamente dicho. Dos de sus elementos esenciales serían la reivindicación de un fundamentalismo de Estado y la recuperación del apelativo de «Comendador de los Creyentes». Asistimos así a un proceso de recuperación y amplificación de la figura sagrada del rey en tanto que poseedor de dos poderes, el espiritual y el temporal. Estos dos procesos, desplegados conjuntamente, tendrán al cabo de los años un efecto insospechado al consolidar la imagen sagrada del Comendador de los Creyentes en el imaginario político, un imaginario que no tardaría en tomar forma y quedar materializado en forma de prácticas e instituciones. La grandilocuencia, la ostentación, el fasto, el ceremonial y el protocolo siguieron la 98 Mohamed Chekrad misma tendencia, amplificando la imagen y reforzando sus manifestaciones políticas, no sólo en el plano nacional sino también en el internacional. Para ciertos observadores, el aspecto religioso iba a convertirse en el elemento predominante de la monarquía marroquí. En ocasiones, la monarquía marroquí ha sido citada como un ejemplo logrado de gestión política de la cuestión religiosa dentro del mundo musulmán, y voces autorizadas la han calificado como un modelo de régimen capaz de contener con éxito el avance islamista. También los actores nacionales han considerado que el pilar religioso de la monarquía ha dejado de ser un mero elemento de legitimidad para convertirse en un muro de contención contra el peligro islámico. El Islam, dicen los islamistas, es religión y Estado. Sí, responden los laicos, pero apresurándose a precisar que la cúspide de ambos sistemas corresponde únicamente al Comendador de los Creyentes, pues nadie tiene derecho a manipular un patrimonio colectivo como es el Islam a favor de designios partidistas. La fórmula, convertida en doctrina por Hassán II, funcionó de manera tan satisfactoria que el nuevo monarca la ha mantenido sin variaciones: las conferencias religiosas del mes del Ramadán (Aduruss Al Hassánia), o la creación de la canal de televisión Mohammed VI de Corán, por ejemplo, son signos de continuidad entre los dos reinados, como lo son el resto de las ceremonias religiosas presididas por el nuevo rey, que perpetúan una tradición religiosa reinventada por Hassán II. A pesar de todas las críticas, la figura del Príncipe de los Creyentes se ha convertido hoy, a causa de la debilidad de los actores políticos, en una necesidad tanto para los partidos progubernamentales como para los islamistas moderados, aunque por distintas razones. Si para los primeros es una garantía y un arbitraje contra la influencia islamista, para los segundos es una garantía de la continuidad de un Estado islámico en Marruecos, y una protección contra las corrientes laicas. En resumen, la figura del Rey como Príncipe de los Creyentes ha sido un comodín político de gran utilidad para la monarquía no solo para la legitimación de su poder sino también para la de su ejercicio, por más que haya generado y siga generando mucho debate. Pero su gran eficacia ha sido realmente la de desviar la atención de la doctrina y los actores políticos sobre los problemas que plantea el mantenimiento de la figura del Rey como máximo representante de la Nación en un contexto tendencialmente democrático.

3.2 El Rey y el establecimiento de las grandes orientaciones de la política exterior marroquí

De acuerdo con las prerrogativas que le asigna el art. 28 de la Constitución, el Rey establece las grandes directrices de la política interna y externa de

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Marruecos a través de sus discursos y de los mensajes que dirige a la Cámara de Diputados. 48 Durante sus intervenciones públicas, el Rey no solo define las grandes líneas y orientaciones de su política exterior, sino que proporciona al tiempo información y explicaciones sobre su postura ante la evolución de la situación interna y de la vida internacional. 49 Los discursos del Monarca, bien en forma de mensajes o de directrices, se han convertido en una fuente directa para conocer los principios fundamentales del régimen y por tanto de su política exterior. Para analizar la imagen que el Rey se forja de la política exterior, sus principios y evolución, hay que prestar atención, además de los discursos ocasionales, a las alocuciones que pronuncia cada año coincidiendo con las principales efemérides del Reino, como, por ejemplo, la «Fiesta del Trono», el aniversario de la revolución del Rey y el pueblo con ocasión del regreso de Mohammed V a Marruecos, o su propio aniversario convertido en Fiesta de la Juventud. El Rey, situado en la cúspide de la jerarquía gubernamental, define globalmente la política exterior marroquí. Según el art. 31 de la Constitución, el Rey acreditará los embajadores ante las potencias extranjeras y organismos internacionales, los embajadores o representantes de los organismos internacionales se acreditarán ante él, y además firmará y ratificará los tratados –si bien los que comprometen las finanzas del Estado no podrán ser ratificados sin aprobación previa por ley, y los susceptibles de estar en contradicción con lo dispuesto en la Constitución serán aprobados en la forma prevista para la reforma constitucional–. Al rey le corresponde también determinar los objetivos que hay que alcanzar, así como los resultados esperados de una decisión. El Ministerio de Exteriores es un «ministerio de soberanía», entendiendo por ello que su titular y los funcionarios técnicos del mismo son los encargados de definir los medios para alcanzar los objetivos fijados por el Soberano, pero no tienen la posibilidad de juzgar ni la oportunidad ni el alcance de las decisiones adoptadas por éste. 50

48 El «derecho de mensaje» tiene en la práctica gran relevancia política, pues entre otras cosas, permite al Jefe del Estado conectar directamente con todos los componente de la sociedad marroquí. Sobre la base de una ausencia normativa, el «derecho de mensaje» regio es interpretado como la «expresión solemne del criterio político del Rey», y ha sido tácitamente admitido por las distintas instituciones, imponiéndose en la práctica por fuerza normativa de los hechos, no precisando de refrendo. En el derecho comparado el art. 16 de la Constitución francesa prevé que si el Presidente recurre a los poderes excepcionales «informe de ello a la Nación por un Mensaje». Dicho artículo, según la doctrina, es una concreción de la libertad de expresión del Presidente de la República, que tiene tres manifestaciones: el Mensaje a la Nación en sentido estricto, reservado a los momentos críticos del país; la alocución radiotelevisada, que permite al Jefe de Estado entrar regularmente en relación con los franceses y mantener el contacto; y la conferencia de prensa, que da al Presidente la posibilidad de desarrollar sus ideas más ampliamente y de una manera menos solemne. 49 Véase, Miguel H. de Larramendi: «La política exterior de Marruecos, dominio reservado de la Monarquía», Revista Internacional de Sociología nº 14 (1996), pp. 101-129. 50 Buen ejemplo de ello sería lo sucedido en el Consejo de Ministros reunido con motivo del conflicto del islote Perejil (Leila) en el 2002, cuando Mohammed el Yazgui [secretario del Partido Socialista] exigió explicaciones al considerar que el Parlamento y el pueblo tenían 100 Mohamed Chekrad

La voluntad del Rey de hacer de la política exterior un asunto reservado a su persona se materializa a través de tres vías principales:

1.– Interviniendo de forma directa en reuniones de diversos organismos internacionales, cumbres de organizaciones internacionales de ámbito regional o en las Asambleas Generales de la ONU, lo que le permite mantener entrevistas con los principales Jefes de Estado y de Gobierno del mundo, fundamento de una «diplomacia real» basada en las relaciones personales. 2.– Nombrando, mediante dahires o Decretos Reales, a los responsables de la administración central del Ministerio de Asuntos Exteriores, así como a los embajadores con los que mantiene contactos personales y a los que trasmite, en muchas ocasiones, sus directrices de viva voz. Mediante la distribución de estos puestos clave, así como con el mantenimiento de una agotadora cadena de contactos, personales o a través del Majzen, con los favorecidos, el Monarca se asegura la fidelidad de los encargados de ejecutar sus órdenes. 3.– Participando en la ejecución de la política exterior de forma indirecta a través de su entorno más cercano del que forman parte miembros de la familia real, algunos ministros de confianza, así como los miembros del Gabinete Real.

En resumen, el Rey es el responsable principal de la política exterior marroquí, lo cual es un arma con doble filo: en el caso de su éxito, proporciona un gran espacio de maniobra y prestigio para la monarquía, pero en el caso de fracaso puede constituir un gran peligro para su estabilidad. Creemos que es necesario para los intereses de Marruecos, que su política exterior no se quede solo monopolizada por el Rey, sino que sea una política bicéfala en la que también al gobierno se atribuya una amplia capacidad de iniciativa, como es el caso español, en que el Gobierno y el Rey, se complementan para el buen funcionamiento de la política exterior española.

4. EL TRONO Y SU ENGARCE CON LAS DEMÁS INSTITUCIONES DEL ESTADO

4.1 El majzen como institución en la sombra

La utilización del término majzen no es algo exclusivo de Marruecos, pues también lo podemos encontrar en algún periodo de la historia de Túnez y Argelia.

derecho a saber más acerca del incidente, siendo cortado en seco por el Rey e invitado por éste a «releer la Constitución».

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 101

51 Por otro lado el majzen, ausente del lenguaje oficial y políticamente correcto, pertenece al sinuoso mundo del non dit en la política marroquí. 52 Tras la independencia, el majzen persistió en la vida sociopolítica de Marruecos como un sistema de representación del poder, y a día de hoy sigue siendo un sujeto polémico que suscita las más heterogéneas definiciones, aunque en todas ellas existan ciertas claves que homogenizan la percepción: son las referencias al poder, al Estado, al gobierno, al sistema político, en fin, a un estilo o práctica de gobierno. Históricamente, el bled siba (territorio de disidencia) y el bled Majzen (territorio del poder central) son dos zonas que no podían ser delimitadas geográficamente con precisión. La distinción entre los dos tipos de territorios viene marcada por la aceptación o no del poder político del sultán. El bled majzen sí aceptaba los poderes religiosos y políticos del sultán, mientras que el bled siba sólo reconocía su poder religioso. Los defensores de la distinción entre el territorio siba y el territorio majzen basan su argumentación en el que el poder del sultán no era un poder central significativamente efectivo, debido a la incapacidad que tenía para recaudar los impuestos, y sobre todo, a hacerlo de una forma permanente y cotidiana. 53 Cada vez que el sultán quería ejercer su poder, es decir, recaudar impuestos, se veía obligado a hacer una expedición. 54 Por ejemplo, las tribus yebala no pagaron nunca ningún impuesto sobre la tierra, ni siquiera Moulay el Hassán I que había realizado varias harkat (expediciones) en este sentido, lo consiguió, porque para ellos los únicos propietarios y soberanos de la tierra eran ellos mismos. Esto no quiere decir que las relaciones con el sultán fueran siempre violentas. A veces, como consecuencia de la influencia de estas tribus, el sultán prefería establecer alianzas y no intentaba someter a la tribu. De esta forma podía utilizarlos como un elemento estabilizador y favorable al sultán en la zona. Como recompensa para la tribu, además de obtener ciertos beneficios de carácter económico, lo más importante es que pasaban a ser reconocidos por el majzen como un elemento fundamental en la estructura del poder. Es decir, pasaban a formar parte del complejo sistema de poder pero sin llegar a estar totalmente sometidos. En los tiempos actuales el majzen asienta su poder en redes de clientelismo, al tiempo que asimila las técnicas del Estado burocrático occidental heredadas del despotismo administrativo colonial. Así, al tradicional control discontinuo de los distintos grupos y notabilidades por el majzen, el Ministerio de Interior superpone

51 M. Thaminy: «Pour une réévaluation de la notion de majzen», Revue Marocaine de droit comparé n° 2 (1983), pp. 24-25. 52 Rachida Cherifi: Le makhzen politique au Maroc. Hier et aujourd´hui, Afrique Orient, Casablanca, 1988, p. 13. 53 Mustapha Naimi: «Le pouvoir majzen dans le souss», Revue Maroc-Europe n° 6 (1994), pp. 85-94. 54 Jacques Vignet-Zunz: «Les instruments de la décentralisation (administrative et économique) dans le Rif à la charnière des XIX et XX siècles», en El Aoufi, Noureddine (dir.): Société civile au Maroc, SMER, Rabat. 1992. pp. 71-95. 102 Mohamed Chekrad su red jerarquizada de agentes de autoridad territorial y tutela a las distintas administraciones públicas inhibiendo sus funciones de promoción del desarrollo económico y social en aras del statu quo político. Además de estar a menudo asociado con el desarrollo de las actividades ilícitas y con la corrupción, la lógica de la formula de gobernabilidad del majzen hace que las reformas del Estado, como son las de la regionalización o la modernización administrativa, no hayan propiciado una mayor responsabilidad democrática. Quizá lo más sorprendente del majzen es la capacidad de adaptación y supervivencia que ha sabido mantener, vinculándose con las elites y creando unas redes que impiden la formación de espacios para que la oposición se pueda organizar y hacerle frente. Las elites son cooptadas por el poder central y la oposición queda, de esta manera, alejada de los centros de toma de decisiones. Por ello, el majzen ha sido considerado por algunos partidos políticos e intelectuales marroquíes como un instrumento hipertrofiado y castrador. 55 En cierto modo el majzen está vertebrado y opera a modo de una serie de círculos concéntricos, de modo que los ciudadanos y los grupos tendrán tanto más poder y obtendrán mayores beneficios cuanto más cerca esté del centro el círculo en el que se encuentran ubicados. Los círculos más cercanos al centro son los más leales, mientras que los grupos, partidos o personas que son excluidas de los círculos del majzen son los qué cuestionan su poder. Ciertamente es desde el centro desde donde emana el poder de reconocimiento y de nombramiento, pero no lo es menos que el centro necesita de los diversos círculos que le rodean para seguir siendo el centro. En todos los casos se valora la humildad, la lealtad o a veces incluso la humillación ante los sectores más influyentes del majzén: de hecho, el servilismo es na manifestación del acto de sumisión al superior, y una de las condiciones para acercarse a él y compartir su poder. Otro elemento muy importante dentro del majzen es la noción de la amistad, que es muy relativa: el mismo amigo que ha sido muy leal puede convertirse en un enemigo, y abundan los ejemplos (Ufquir, Idriss el Basri…) de quienes han caído en la desgracia del majzen. El majzen no es, pues, una estructura inmóvil, sino que está siempre en movimiento, aunque el majzen por lo general coopta a sus miembros utilizando sus propias redes, y con frecuencia la pertenencia al mismo es hereditaria.

4.2 Relaciones con el Poder Ejecutivo

La relación del Rey con el ejecutivo, viene marcada por el hecho de que es al monarca a quien corresponde el nombramiento del Primer Ministro –y, a propuesta de éste, también el de los demás miembros del Gobierno–, 56 es el

55 Mounia Bennani-Chraibi: «Le Majzen pris au piège. Le mouvement de Salé éte-automne 1991», en Exils et royaumes: les appartenances au monde arabo-musulman aujourd´hui, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, París, 1994. pp. 15-126. 56 Con anterioridad a la Constitución de 1992 no se preveía siquiera la propuesta del Primer Ministro, de modo que el Rey designaba, sin intermediación ninguna, a los diferentes

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 103 monarca quien está igualmente capacitado para poner fin a sus funciones, destituyendo tanto al Primer Ministro como al Gobierno entero (art. 24 C96); y asimismo preside el Consejo de Ministros (art. 25 C96). La responsabilidad del Gobierno es doble ya que, como la propia Constitución aclara, responde ante el Rey y ante el Parlamento si bien con distinto grado de compromiso o vinculación puesto que en la práctica están más responsables ante el Rey (art. 59 C96). Refiriéndose a la Constitución de 1962, Basri señalo que el Rey era la cabeza del ejecutivo, 57 y todavía con la Constitución de 1996 se puede mantener esta afirmación. Sea como fuere, hay varios aspectos de esta desigual relación que meritan una reflexión.

4.2.3 La no vinculación entre la celebración de elecciones legislativas y la formación del Gobierno

En puridad, la Constitución marroquí no hace ninguna referencia al vínculo entre la celebración y el resultado de las elecciones legislativas y la formación del Gobierno. En cambio, y como ya hemos apuntado, el art. 24 de dicho texto otorga plena potestad al Rey en la formación y el cese de los gobiernos. En este contexto no extrañara constatar que en la práctica la formación y el cese del Gobierno en Marruecos ha dependido única y exclusivamente de la voluntad real, que además se ha apartado en no pocas ocasiones de la hecha patente por los ciudadanos a través de las urnas. En efecto, desde que se formara el primer Gobierno constitucional marroquí en 1963 58 la formación de los Gobiernos en Marruecos no siempre ha tenido en cuenta la composición política del Parlamento y, en consecuencia, tampoco ha llegado a crearse un vínculo entre el resultado de las elecciones legislativas (o específicamente el relativo a la Cámara Baja o de Diputados) y la formación o cese del Gobierno. En suma: nunca se ha respetado la representatividad de la mayoría parlamentaria en la composición de los Gobiernos y, por lo tanto, la posición y los resultados de los partidos políticos en las elecciones de la Cámara Baja no se han reflejado automáticamente en el color político de los Gobiernos.

ministros. A partir de la reforma constitucional de 1992, se requiere la propuesta del Primer Ministro, necesidad que consta asimismo en el vigente Constitución de 1996. 57 Driss Basri: «Evolution constitutionnelle…» cit., pág. 137. 58 Antes del primer Gobierno constitucional se formaron en el Marruecos independiente otros cuatro Gobiernos: los dos Gobiernos Bekkai en 1955 y en 1956 y los Gobiernos Balafrej en 1956 e Ibrahim en 1958. También se constituyeron después entre 1960 y 1963 dos Gobiernos presididos por el Jefe del Estado: el Gobierno Mohammed V en 1960 y los Gobiernos Hassán II en 1961 y 1963. Véase, para la lista de todos los Gobiernos marroquíes, en Amina El Messaoudi: Alwozaraa fi Anidam Asiyasi Almagribi (1955-1992) [Los Ministros en el sistema político marroquí], Dar Ennajah El Jadida, Casablanca, 2001. p. 47. 104 Mohamed Chekrad

Semejante situación se dio ya a partir de las primeras elecciones legislativas en Marruecos, especialmente las de la Cámara de Representantes de mayo de 1963. A pesar de que en el Gobierno Bahnini, formado en noviembre del mismo año, el número más elevado de carteras ministeriales se le otorgó al partido con mayor número de escaños (diez carteras fueron a parar al Frente de Defensa de las Instituciones Constitucionales, que había obtenido 69 escaños), otras seis carteras más fueron para ministros sin afiliación política, y ni el Istiqlal ni la Unión Nacional de las Fuerzas Populares (UNFP), –segundo y tercer partidos de la cámara, con 41 y 29 escaños, respectivamente–, estuvieron representados en el Gobierno. 59 Dado que la declaración del estado de excepción el 7 de junio de 1965 provocó la paralización del Parlamento elegido en 1963, y que también la segunda legislatura, iniciada en 1970, 60 se vio interrumpida un año después a causa los dos golpes de estado de 1971 y 1972, los Gobiernos formados durante este período de interrupción de la vida parlamentaria 61 que terminó con las elecciones legislativas y comunales de 1976, se hicieron al margen de toda legitimidad parlamentaria y por tanto la casi totalidad de las carteras ministeriales fue asignada a personas sin ninguna afiliación política, salvo dos o tres que se otorgaron al Movimiento Popular (MP). Las elecciones legislativas de 1976, que dieron lugar a la tercera legislatura marroquí (1977-1983), se celebraron en el marco del texto constitucional de 1972 que establecía un Parlamento compuesto de una sola Cámara, la de los Representantes, cuyo mandato era de seis años. Los resultados de dichas

59 Tras el reajuste ministerial del 20 de agosto de 1964 el Istiqlal y la UNFP siguieron fuera de dicho Gobierno en el que, sobre un total de 26 carteras, trece fueron concedidas a los «independientes». Ello motivó que los dos partidos citados anteriormente pasaran a formar una fuerte oposición dentro de la institución parlamentaria. 60 De acuerdo con el texto constitucional de 1970 el Parlamento marroquí pasaría a componerse de una sola cámara de 90 diputados elegidos por sufragio universal y directo (art. 43). Los partidos de la Kutla Watania o Bloque Nacional –integrado por Istiqlal y la Unión Nacional de las Fuerzas Populares– decidieron boicotear las elecciones de ese año. De los partidos importantes del país el Movimiento Popular (MP) fue el único que participó, obteniendo 60 escaños. 61 Después del estado de excepción se formaron tres gobiernos: los dos primeros estuvieron presididos por Karim Lamrani en agosto de 1971 y en abril de 1972, y el tercero por en noviembre de 1972, siendo objeto de un reajuste ministerial en abril de 1974. Al Movimiento Popular, a pesar de tener 60 escaños en la Cámara, le fue asignada solamente una cartera ministerial en el primer Gobierno de Lamrani mientras que otras 17 carteras iban a pasar a personas sin afiliación política. La misma ausencia de vínculo entre las elecciones de la Cámara Baja y la formación del Gobierno se percibe en la constitución del Gobierno de Ahmed Osman en 1972 y en el reajuste ministerial de 1974, ya que 21 carteras ministeriales en el primer caso y 30 en el segundo fueron otorgadas a «independientes». Véase Amina El Messaoudi,: Alwosaraa…, cit. pp. 172-185; y Juan Montabes Pereira: Las otras elecciones. Los procesos y sistemas electorales en el Maghreb, AECI, Madrid, 1999, pp. 115-117.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 105 elecciones 62 condujeron a la formación del Gobierno Ahmed Osmán el 10 de octubre de 1977, en el que por primera vez se percibió un cierto vínculo entre el veredicto de las urnas y la configuración del gabinete. En efecto, se otorgaron once carteras ministeriales al Partido de los Independientes, ganador de las elecciones, por ocho al Istiqlal y cinco al Movimiento Popular, mientras que las once carteras ministeriales restantes fueron asignadas a personas sin ninguna afiliación política. 63 Bien se puede hablar, pues, a partir del Gobierno Osmán de 1977, de una cierta representación de la mayoría parlamentaria en el seno del Gabinete, 64 aunque no de una representación exacta y necesaria En cambio, en el segundo Gabinete Buabid, formado en 1981 los equilibrios anteriores sufrieron modificaciones destacables, ya que la Reagrupación Nacional de los Independientes (RNI) no tuvo representación y dejó paso al Partido Nacional Demócrata (escisión suya) con cuatro carteras; ocho fueron a parar al Partido del Istiqlal y cinco al Movimiento Popular; llegando a catorce los ministros sin afiliación política. Las elecciones legislativas del 14 de septiembre de 1984 65 dieron origen a la cuarta legislatura parlamentaria marroquí (1984-1992), y proporcionaron 83 escaños para la Unión Constitucional (el nuevo partido creado desde el poder por el Primer Ministro Buabid pocos meses antes de las elecciones), 61 para el RNI, 47 para el Movimiento Popular, 42 para el Partido del Istiqlal, 39 para la USFP y 15 para el Partido Nacional Demócrata. En la formación del Gobierno Karim Lamrani en abril de 1985 se produjo una cierta regresión con respecto a la evolución iniciada con el Gobierno Osmán, ya que se otorgó el mismo número de carteras – concretamente cinco– a dos partidos (la UC y RNI) que tenían une representación parlamentaria bastante diferente, se asignaron dos carteras al PND y, por encima de todo, se incrementó muy notablemente el peso de las personalidades sin afiliación política a las que fueron a parar diecisiete carteras.

62 El total de los miembros de la Cámara de Diputados era, según su Ley orgánica, de 264. Los Independientes ganaron 141 escaños (el 53,40% del total de los miembros), el Partido del Istiqlal 50, el Movimiento Popular 44 y la Unión Socialista de las Fuerzas Populares (USFP) 15. Véase Mohammed Moatassim: Atajriba Albarlamania Atalita Fi Almagrib (1977-1983) [La tercera experiencia parlamentaria marroquí], Tesis de tercer ciclo. Facultad de Derecho de la Universidad de Casablanca, Casablanca, 1983; y J. Dessaints : «Chronique politique (Maroc)», Annuaire de l´Afrique du Nord (1977), pp. 499 a 511. 63 Véase Amina El Messaoudi: Alwosaraa…, cit. pp. 180-185. 64 El Gobierno Osmán no fue el único que se formó en la tercera legislatura, sino que hubo otros dos, uno en 1979 y otro en 1981, presididos ambos por Maati Buabid, personalidad sin afiliación política. Sin embargo, es importante subrayar que la representación de los partidos políticos en el Gobierno Buabid de 1979 no se vio apenas alterada en comparación con la del Gobierno anterior de Osmán de 1977. Así el Partido de los Independientes, con su nueva denominación de Reagrupación Nacional de los Independientes (RNI), siguió con once carteras y el Partido del Istiqlal con ocho, mientras que el Movimiento Popular recibía cuatro carteras y había seis ministros sin afiliación política. 65 Véase sobre estas elecciones, Bernabé López García: Marruecos político: cuarenta años de procesos electorales (1960-2000), CIS / Siglo XXI de España, Madrid, 2000, pp. 111-162. 106 Mohamed Chekrad

En definitiva, esta presencia masiva de los ministros sin afiliación política en los Gobiernos marroquíes del período 1963-1992 muestra con claridad la ausencia de vínculo entre elecciones legislativas y formación del Gobierno: los gobiernos marroquíes han sido casi siempre multipartidistas y multicolores, y nunca ha habido en su seno un partido «líder» con un programa para ejecutar, lo que da a entender que la prerrogativa real en el proceso de formación del Gobierno ha sido discrecional y su control sobre su agenda absoluto. Sólo en el marco de las Constituciones de 1992 y de 1996 se empezó a consolidar la costumbre de que los gabinetes se formasen inmediatamente después del anuncio del resultado a las elecciones legislativas, propiciando el establecimiento de una cierta vinculación entre mayoría parlamentaria y signo político del Gobierno. En todo caso, los primeros Gobiernos posteriores a 1992, si bien contaron con la representación de determinados partidos políticos, tuvieron también un perfil muy tecnócratico por la importante presencia de personalidades independientes, 66 siguiendo en este punto una pauta no muy distinta de la los Gabinetes formados antes de 1992. En realidad, no será hasta la llegada del Gabinete de Abderrahmán Yusufi el 14 de marzo de 1998 –el llamado «Gobierno de alternancia» 67 por incluir a partidos que habían estado muchos años en la oposición–, cuando aparecerá por vez primera de forma clara el vínculo entre mayoría parlamentaria y formación del Gobierno. El de Yusufi sería el primer Gobierno marroquí de mayoría «política», es decir, con pocos independientes (los Ministros de Soberanía), y presidido además por el líder del partido con mayor representación parlamentaria. El Gobierno Yusufi se constituyó tras las elecciones legislativas del 14 de noviembre 1997, que no arrojaron sin embargo una clara mayoría parlamentaria, 68 lo que

66 La presencia de ministros «independientes» o sin afiliación política fue hasta finales de los años noventa casi una constante en todos los Gabinetes, sobre todo en los formados en la década 1965-1975 que coincidió con el estado de excepción (1965-1970) y con los golpes de Estado (1971-1972). Dicha presencia alcanzaba en esta etapa un porcentaje del 68,51% del total de los ministros, porcentaje que bajó hasta el 53,16 en los Gobiernos formados entre 1977 y 1992, mientras que los «políticos» (los miembros de partidos) llegaban a un porcentaje de representación gubernamental del 46,83%. Esta representación no fue muy alterada en los Gabinetes formados en espera del Gobierno de alternancia (Filali en 1994 y 1995), aunque en el Gobierno de febrero de 1995 los partidos denominados «wifak» (la Unión Constitucional, el Movimiento Popular y el Partido Nacional Demócrata) tuvieron en conjunto un porcentaje de representación superior al de los independientes: un 25% para la UC, un 22% para el MP y un 8% para el PND. Véase Amina El Messaoudi : Alwosaraa…, cit., pp. 176-181 y «Le profil du ministre marocain au début des années 1990», Maghreb Review nº 21/1-2 (1996), pp. 77-94. 67 «Alternancia» es el término con el que se conoce la operación política diseñada por el anterior monarca Hassán II para garantizar una sucesión pacífica a su muerte, asociando al gobierno a los sectores reformistas presentes en el Parlamento, integrados en la Kutla democrática. La operación de la alternancia cuajó, tras las elecciones de 1997, en el gobierno dirigido por Abderrahmán Yusufi, gracias a la disposición de la Kutla a formar una alianza coyuntural con grupos de centro-derecha (RNI) o conservadores (MNP). 68 Sobre las elecciones de 1997, véase Bernabé López García: Marruecos político…, cit., pp. 235-244 y Juan Montabes Pereira: Las otras elecciones…, cit., pp. 152-161.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 107 llevó a la formación de un Gabinete de coalición en el que la Unión Socialista de las Fuerzas Populares (USFP) recibió catorce carteras (incluida la de Primer Ministro); el Partido del Istiqlal y el Reagrupamiento Nacional de los Independientes (RNI), seis carteras cada uno; el Movimiento Nacional Popular (MNP), tres carteras; el Partido del Progreso y del Socialismo (PPS), tres carteras; el Frente de las Fuerzas Democráticas (FFD), dos carteras y el Partido Social- Demócrata (PSD), una. 69 Sin embargo, el paso adelante dado con la formación del Gobierno Yusufi en 1998 no se vió dotado de continuidad en el momento de la constitución del Gabinete Jettou en 2002: las elecciones para la Cámara de Representantes del 27 de septiembre de 2002 tampoco dieron lugar a una clara mayoría parlamentaria que permitiera identificar con nitidez el partido y el dirigente político capaz de formar Gobierno, 70 lo que condujo a la designación real de un candidato «tecnócrata» a Primer Ministro, a la conformación de un Gabinete de coalición susceptible de lograr un apoyo parlamentario suficiente, y a la presencia en el Gobierno de algunos ministros sin afiliación política. 71 En octubre 2007 y tras las elecciones legislativas de septiembre, el rey Mohamed VI nombró, en una ceremonia celebrada en el Palacio Real de Rabat, un nuevo Gobierno de coalición que preside el primer ministro , designado por el monarca para el cargo. El Fassi es secretario del Partido del Istiqlal, que consiguió en los comicios un total de 52 escaños de los 325 de que se compone la Cámara de Representantes del Parlamento marroquí, seguido del islamista moderado Partido Justicia y Desarrollo (PJD), con 47.

4.2.4 La no afiliación política del Primer Ministro

Un importante aspecto que conviene examinar en relación con la práctica institucional del proceso de formación del Gobierno se refiere a la afiliación política o pertenencia partidaria del Primer Ministro, extremo sobre el que las disposiciones constitucionales no contienen ninguna mención. Si se observa la lista de todos los Primeros Ministros de Marruecos en el periodo comprendido entre 1963 y 1998 (e incluso posteriormente a 2002), se podrá comprobar que la costumbre seguida ha sido la del nombramiento por parte

69 Véase Amina El Messaoudi: «Momayisat hukumat Alyussufi [Las especificidades del Gobierno Yusufi]», Dafatir Siyassiya de mayo 2002, p. 15. 70 Véase «Le Maroc au lendemain des élections législatives de 2002», Le Journal de 5-11 de octubre de 2002, pp. 8-9. 71 La coalición incluyó a cinco de los partidos políticos que ya formaban parte del Gobierno de alternancia en 1998 (USFP, PI, RNI, MNP, PPS) junto al Movimiento Popular (MP). La correlación entre escaños y carteras de los partidos integrantes de la coalición fue la siguiente: USFP (50 escaños y ocho carteras), PI (48 escaños y ocho carteras), RNI (41 escaños y seis carteras), MP (27 escaños y tres carteras), MNP (18 escaños y dos carteras) y PPS (11escaños y dos carteras). 108 Mohamed Chekrad del Rey de un Primer Ministro sin afiliación a partido político alguno. 72 Pareciera incluso que los Primeros Ministros fueran escogidos para ocupar este puesto precisamente por ser «independientes» 73 o «tecnócratas». 74 En 2002, el nombramiento como Primer Ministro de , un tecnócrata sin afiliación política, se interpreto como una confirmación de las serias carencias democráticas del nuevo monarca. El dirigente de Fidelidad a la Democracia, Mohammed Sassi afirmó que «El nombramiento de Jettou firma el fracaso de la transición hacia una era de gestión política», 75 mientras que Nadia Yassine dijo: «la nominación de Jettou no me ha sorprendido, al contrario, creo que el majzen ha sido coherente con él mismo, enviando un señal fuerte de que no existe opción democrática en este país. La prueba es que el art. 19 está en vigor: el gobierno es la voluntad de Palacio y no hay voluntad democrática o “nueva era”» 76 –para luego hacer un juego de palabras y afirmar que Driss Jettou era como la propia Constitución: había sido otorgado. 77 Esta práctica permite reafirmar, por una parte, la tesis de que en Marruecos el Gobierno no procede directamente de la mayoría parlamentaria y, por otra, la de que el Primer Ministro no tiene tampoco una posición de liderazgo con respecto a los miembros del Gobierno. Además, el Primer Ministro no tiene ninguna potestad en el proceso de formación y cese del Gobierno, y su dimisión o revocación no tiene incidencia alguna sobre el Gabinete en su conjunto. 78 Esta tradición de la no afiliación política del Primer Ministro se vio acentuada en 1977 al cesar el Rey al Primer Ministro Ahmed Osmán a raíz de que éste pasara a encargarse de los asuntos del nuevo partido que acababa de crear (el Reagrupamiento Nacional de los Independientes). Hassán II se dirigió al Primer Ministro subrayando claramente que su función como tal «exigía» una cierta independencia y, habida cuenta que Osmán estaba planteándose crear y dirigir un partido político, resultaba más adecuado no encargarse de las dos tareas. El mismo discurso y la misma actitud adoptó Hassán II con respecto al Primer Ministro Maati

72 Cabe subrayar, sin embargo, que en los Gobiernos formados entre 1955 y 1960 –es decir, antes de la era constitucional–, los Presidentes del Gobierno sí que poseyeron filiación política previa. Por ejemplo, tanto , Presidente del tercer Gobierno marroquí (1956-1958), como Abdellah Ibrahim, Presidente del cuarto Gobierno marroquí (1958-1960), fueron miembros y dirigentes del Partido del Istiqlal. 73 El ejemplo más claro sería el de Karim Lamrani que ocupó el puesto de Primer Ministro varias veces entre 1991 y 1993. 74 Con el término de «tecnócrata» se hace sobre todo alusión a Jefes de Gobierno sin afiliación política como (1969-1971), el mencionado Karim Lamrani (1995), o Asedien Laraki (1986-1992). En la etapa posterior a 1992 el término puede aplicarse a Primeros Ministros como (1994-1998) y a Driss Jettou a partir de 2002. 75 As-sahifa al-usbuiya de 11 de octubre de 2002. 76 Al Ayam del 31 de octubre de 2002. 77 Nadia Yassine en Al Qudas Al Arabi de 3 de diciembre de 2002. 78 Existen varios ejemplos: los miembros del Gobierno de Karim Lamrani de 1985 siguieron en sus puestos a pesar del nombramiento de un nuevo Primer Ministro, Azedine Laraki, en 1986; el mismo supuesto se produjo con los miembros del Gabinete de Karim Lamrani de 1993 tras el nombramiento de Abdellatif Filali como Primer Ministro en 1994.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 109

Buabid al ocuparse éste de organizar el partido de la Unión Constitucional, y esta costumbre fue respetada hasta la constitución del Gobierno de alternancia a finales de los años noventa. Tras la reforma constitucional de 1992 y 1996, el art. 24 otorga al Primer Ministro la facultad de proponer al Soberano la lista de los miembros del Gobierno que serán nombrados definitivamente por el Monarca. Esta participación del Primer Ministro en el proceso de formación del Gobierno confiere una nueva modulación a la potestad real de nombramiento del Gabinete y otorga al Primer Ministro una nueva posición, dejando algo más clara su supremacía sobre los demás miembros del Gobierno. Sin embargo, y a pesar de esta innovación, en la realidad el Primer Ministro no propone al Rey a todos los ministros que desea tener consigo, puesto que los «ministros de soberanía» y los secretarios de Estado son elegidos directamente por el Monarca, por más que ello no esté contemplado por escrito en la Constitución. Además el cese de los miembros del Gobierno 79 tampoco es potestad suya: en este sentido no hay ningún cambio en los párrafos tercero y cuarto del art. 24 con respecto a los anteriores textos constitucionales, lo que supone, además, el mantenimiento, en concordancia con el art. 60, de la responsabilidad gubernamental ante el Rey. Así, solo el Jefe del Estado puede poner fin a las funciones del Gobierno, sea por su propia iniciativa, sea a consecuencia de la dimisión del éste. La frustrada previsión constitucional de que fuera el Primer Ministro quien propusiera al Rey el cese de los miembros del Gobierno le habría dado un protagonismo máximo en el proceso de formación y cese del Gabinete como suele ser el caso en los regímenes parlamentarios contemporáneos. Los Gobiernos formados en el marco de los textos constitucionales de 1992 80 y de 1996 se han ajustado formalmente a las disposiciones sobre la potestad del Primer Ministro de proponer los nombres de los miembros del Gabinete. Así, de ordinario aparecen dos decretos reales en el proceso de formación de Gobierno: el primero contiene el nombramiento del Primer Ministro y el segundo la designación de todo el Gabinete. Debe observarse, en todo caso, que los dos decretos han llevado siempre la misma fecha y ello muestra que, de hecho, el Primer Ministro no aparece efectivamente como tal hasta que no ha

79 Los partidos democráticos (USFP, Istiqlal, Organización de Acción Democrática y Popular y Partido del Progreso y del Socialismo), en su memorando dirigido al Soberano en 1992 y en 1996, insistieron en la solicitud que el Primer Ministro pueda, además de proponer el nombramiento de los miembros del Gobierno, proponer también su dimisión. Sin embargo, esta propuesta no fue aceptada. 80 La Constitución de 1992 fue aprobada en referéndum el 4 de septiembre de 1992. A continuación el Rey Hassán II llamó a los partidos de la Kutla (partidos democráticos o partidos nacionalistas) para que participaran en el Gobierno, pero, mientras llegaba la respuesta, se formaron diversos Gabinetes presididos por Lamrani (noviembre de 1993) y Filali (junio de 1994 y febrero de 1995). 110 Mohamed Chekrad llevado a cabo su misión de formar el Gabinete y éste puede ser nombrado por el Rey. 81 En definitiva, puede concluirse que a pesar de la introducción de algunas prácticas que enriquecieron las disposiciones constitucionales de los primeros años de la independencia, la formación del Gobierno ha seguido dependiendo hasta el día de hoy de la voluntad real, toda vez que las prerrogativas conservadas por e Rey permiten su intervención discrecional en este ámbito, mientras que el Parlamento juega un papel secundario y meramente confirmatorio de la confianza real.

4.3 Relaciones entre la Corona y el poder legislativo

Las sucesivas constituciones marroquíes han habilitado al Rey para disolver las Cámaras –ambas o solo una de ellas–, con el único límite de una formalidad: que el Rey consulte esta decisión con sus respectivos presidentes y con el Presidente del Consejo Constitucional, y que lo haga después de haber dirigido un mensaje a la Nación (art. 71 C96). También la Constitución establece una limitación: al ser disuelta una cámara, la siguiente legislatura no podrá disolverse hasta un año después de su elección (art. 73 C96). El Rey cuenta con la capacidad de dirigir mensajes a la Nación y al Parlamento, sin que exista posibilidad de que las palabras reales den lugar a un debate parlamentario. Así, se dará lectura de los mensajes ante ambas cámaras, donde no podrán ser objeto de ningún debate (art. 28 C96), considerándose esta prohibición como una consecuencia del hecho de que la persona del Rey sea inviolable y sagrada (art. 23). En la práctica los diputados pueden debatir los mensajes del Rey y tenerlos como referencia siempre y cuando elogien y muestren una actitud positiva hacia ellos, pero las críticas no están permitidas. Por otra parte, el Rey puede solicitar a las cámaras que procedan a un nuevo examen de cualquier proyecto o proposición de ley con los que el Monarca disienta (art. 67); la demanda de un nuevo examen será formulada por mensaje, y no podrá ser rechazada (art. 68). El Rey podrá, tras un nuevo examen, someter, por dahir a referéndum, cualquier proyecto o proposición de ley, salvo cuando el texto de proyecto o proposición de ley, sometido a un nuevo examen, haya sido adoptado o rechazado por cada una de las cámaras por mayoría de dos tercios de los miembros que las componen (art. 69 C96). La voluntad del pueblo, expresada a

81 El 4 de febrero de 1998 el Rey Hassán II encargó a Abderrahmán Yusufi formar Gobierno y no fue nombrado Primer Ministro hasta el 14 de marzo, fecha coincidente con la del nombramiento del Gabinete en su conjunto. La misma situación se reprodujo con los demás Gobiernos (Lamrani en 1993, Filali en 1994 y Jettou en 2002). Véase Amina Messaoudi: «El Gobierno de Alyusufi, una nueva época en Marruecos», Meridiano CERI nº 21 (1998), pp. 14-19 y «Anikat Asalbiya Lilhukuma Atiknukratia [Los puntos negativos del Gobierno tecnócrata]», Essahifa de 22-28 de noviembre 2002, p. 14.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 111 través del referéndum, es la que acaba imponiéndose, tanto al monarca como al Parlamento (art. 70 C96). Como puede comprobarse, la relación entre el Rey y el Parlamento no se aproxima en Marruecos a la que debe darse en una monarquía parlamentaria. 82 El Monarca es el mayor detentador del poder en el país, por encima del Parlamento. Como señala Parejo, en Marruecos «el órgano controlador, el Parlamento, que en las democracias occidentales sólo se somete al control de los electores, se ve controlado por el Rey […] El diputado cobra una misión de “enviado” de la sociedad hacia el poder supremo en vía de informar, someterle a petición y presentarle quejas». 83 En cualquiera de los casos, el Parlamento marroquí no ha sido nunca un verdadero órgano legislativo, stricto sensu. Por el contrario, ha sido más bien un órgano de consulta y de ratificación, más que de deliberación que, dentro de unos límites más o menos amplios (o reducidos, según los casos), asesoraba y auxiliaba al Gobierno. Las posturas 84 más contestatarias no pasaban de la llamada crítica constructiva, que naturalmente nunca podía ir contra el Rey. El Parlamento ha venido así constituyéndose en una verdadera cámara de resonancia del régimen, facilitando un buen decorado y dotando de importancia, popularidad y trascendencia a cualquier fin político, y ofreciendo una imagen de normalidad política y participación pública imprescindibles para un sistema que se define como una monarquía constitucional, democrática y social. Por último, el Parlamento se ha convertido también en un verdadero órgano de gratificación y captación para la clase política. Llegar a diputado o consejero constituye un privilegio con repercusiones no solo en la vida política, sino también en la social y, posiblemente, en la economía familiar. El sistema permite atraerse adeptos, comprometerlos en la línea política, y pagar, de cierta forma, esta colaboración –a cambio, por supuesto, de una fidelidad absoluta – aceptación de las reglas del juego– por parte de todos los que aspiran a ser elegidos. La iniciación, concepción y adopción de las reformas estratégicas corre sin embargo de cuenta de la Corona, puesto que el Parlamento es en este campo tan solo una institución de ratificación de las decisiones reales: de hecho, ha habido años en los que el Parlamento no presento ninguna proposición de Ley, y todas las leyes aprobadas fueron consecuencia de proyectos presentados por el ejecutivo. Está práctica constituye un freno a la formulación de las proposiciones de reformas y paraliza la acción de las instituciones del Estado y de los actores políticos. Ello ha llevado a algunos a preguntarse para qué sirve formular o proponer reformas si se sabe a priori que el poder de decisión está más allá de su alcance, y si una reforma solo tendrá la suerte de ver el día cuando está amparada

82 Más detalles sobre el ejecutivo marroquí pueden verse en Omar Bendourou: Le pouvoir exécutif au Maroc depuis l’indépendance, Publisud, París, 1986. 83 M. Angustias Parejo Fernández: «Aproximación a la función de control en el Parlamento marroquí», en VV.AA.: VI Jornadas de Derecho Parlamentario. Problemas actuales del control parlamentario, Congreso de los Diputados, Madrid, 1997, pp. 841-842. 84 Hay que señalar que la televisión marroquí transmite cada miércoles los debates dentro del Parlamento, por lo cuál los ciudadanos ven la calidad del debate. 112 Mohamed Chekrad por la monarquía. El Parlamento no está a cargo de la responsabilidad de definir políticas, ni de controlar eficientemente la gestión de gobierno, sino únicamente de aportar consejos y asistencia al «Legislador Supremo» en el marco de la función de consulta, o shura. La única vía ofrecida por el sistema político es la del antiguo juego majzeniano fundado en la negociación más o menos formalizada entre los estados mayores de los partidos y Palacio en torno a las posibles modalidades de apoyo a las iniciativas reales. Por lo demás, el Parlamento tampoco ha hecho uso nunca de la atribución de revisar la Constitución, ya que, como sabemos, las diferentes constituciones marroquíes (1962, 1970, 1972, 1992, 1996) han sido la obra de Hassán II. Es por ello que una completa transformación del parlamento resulta imprescindible para la democratización del sistema: el Parlamento tiene que ser dotado de medios humanos y materiales para permitir una mejor productividad legislativa, hay que reestructurar los poderes de la Cámara de los Representantes y de la Cámara de los Consejeros, y hay que reforzar la coordinación entre ellas para acabar con las disfuncionalidades generadas por el hecho de que ambas cámaras tengan casi las mismas atribuciones, lo que ha motivado que muchos actores políticos estén reclamando la eliminación de la segunda cámara.

4.4 La Corona y el poder judicial

Respecto al Poder Judicial, el art. 82 de la Constitución estipula que éste es independiente tanto del poder legislativo como del poder ejecutivo. Sin embargo el Rey nombra a todos sus miembros, y aunque lo haga a propuesta del Consejo Superior de la Magistratura (art. 84 C96), 85 éste es un órgano presidido por él mismo. El Rey elige asimismo a seis miembros del Consejo Constitucional, órgano que tiene a su cargo el control de constitucionalidad sobre las leyes, función en la que sustituyó a la antigua Sala Constitucional del Tribunal Supremo a partir de la Constitución de 1992 (art. 79 C96), 86 así como a su presidente entre los

85 El Consejo de la Magistratura es el órgano de gobierno del Poder Judicial, del que forman parte además del Monarca, el Ministro de Justicia –que ejerce la función de vicepresidente del órgano–, el Presidente del Tribunal Supremo, el Fiscal General del Rey ante el Tribunal Supremo, el Presidente de la Sala Primera del Tribunal Supremo, dos representantes elegidos, entre ellos, por los magistrados de los tribunales de apelación, y dos representantes elegidos, entre ellos, por los jueces de las jurisdicciones de primer grado. Los magistrados son nombrados por dahir a propuesta del Consejo Superior de la Magistratura. 86 La composición total del Consejo Constitucional es de doce miembros. A los seis elegidos por el Rey, se suman los tres elegidos por cada Cámara. La duración de su mandato es de nueve años. La Constitución de 1992 había instituido una Corte Constitucional menor por un mandato también más limitado, integrada por ocho miembros (cuatro elegidos por el Rey y cuatro por la Cámara de los Representantes) y dotada de un mandato de seis años. En la Constitución de 1962, las funciones –con algunas modificaciones– del Consejo Constitucional estaban asignadas a una Sala Constitucional del Tribunal Supremo, presidida por el Presidente de este mismo Tribunal, e integrada por cuatro miembros, dos de ellos nombrados por el Rey y

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 113 miembros que haya designado. En todo caso, el Consejo Constitucional carece de poderes efectivos y en la práctica no constituye un instrumento de control de la separación de poderes y del respeto a los derechos humanos. El art. 34 de la Constitución se reconoce el monarca el ejercicio del derecho de gracia. El derecho de gracia surge de una iniciativa real, y no se sustenta sobre una competencia del Consejo de Ministros como es el caso español. En resumen, el Rey en Marruecos ejerce funciones reales y efectivas en la Administración de Justicia. En Marruecos no nos hallamos ante una mera repetición de la fórmula histórica de «administrar justicia en nombre del Rey», atribuida a un monarca que no tiene constitucionalmente atribuida competencia alguna en relación con la Administración de Justicia. Al contrario, se trata de un poder efectivo e importante para la Corona y que se ha reflejado mas en el primer gobierno de alternancia en que el Rey Hassán II ha calificado al Ministerio de Justicia como un «Ministerio de Soberanía».

4.5 La Corona y las elites políticas marroquíes

En Marruecos todas las redes de responsables se conectan, directa o indirectamente, a Dar el majzen; es decir al Palacio Real, al primer círculo de familiares y personajes más cercanos al Monarca. Mas allá de la familia real, 87 el verdadero primer círculo de cercanos, el que pesa realmente sobre las elecciones políticas, está constituido esencialmente por la élite del Colegio Real 88 o compañeros de estudios del Rey (Anujba almawlawiya). Tras este primer círculo, hay un conjunto más extenso cuyos miembros se

otros dos por las Cámaras del Parlamento. Como de podrá comprobar, aunque la composición del órgano ha ido variando de Constitución en Constitución, la preeminencia del Monarca ha sido constante. 87 Nos referimos al hermano del Rey el príncipe Mulay Rachid, a las princesas Lalla Asma, Lalla Hasna y Lalla Meriam, a los hijos de Lalla Meriam, Lalla Sukaina y Mulay Driss, y los primos del rey Mulay Abdalá Alaui y Mulay Dris Alaui, así como a otros numerosos familiares. La excepción es el primo del Rey Muley Hicham, llamado por la prensa extranjera «el príncipe rojo» por sus opiniones reformistas. Aunque la Constitución marroquí no otorga explícitamente atribuciones a los miembros de la Familia Real, indirectamente tienen un gran poder por su cercanía al Rey. 88 El Órgano Colegiado Real fue creado en 1942 por el sultán para sus dos hijos, Moulay Hassán (el futuro Hassán II) y Moulay Abdallah, al objeto de darles una educación moderna, en un establecimiento que guardara un carácter colectivo, pero que se hallara dentro del recinto del mechouar. Se crearon pues dos clases y una decena de «alumnos de élite» fueron reclutados para cada una. La tradición será perpetuada por Hassán II, cuyos hijos también se escolarizaron en el Órgano Colegiado Real. Los camaradas de Sidi Mohammed, que lo acompañaron del 6.o al bachillerato –y algunos de ellos, a la universidad–, y que luego iniciaron su carrera profesional, generalmente al servicio del Estado, fueron once: cuatro hilos de notables y siete jóvenes elegidos entre los mejores alumnos del país, todo resultantes de una diferente región del Reino. 114 Mohamed Chekrad eligieron en un vivero él mismo constituido de varias redes. Todos estos círculos, algunos de los cuales coinciden, funcionan según la norma de la cooptación. 89

4.5.1 Los compañeros de estudios del Rey (Anujba almawlawiya)

De todos los compañeros de estudios del Rey, probablemente sea el ex- Ministro delegado del Interior, Fouad Alí el-Himma, 90 el que más poder halla acumulado a día de hoy. En agosto 2007, un comunicado de Palacio anunció que el soberano daba «sus altas bendiciones» a la dimisión de Fouad Alí el-Himma para que se presentara a las legislativas del 7 de septiembre. ¿Qué hay detrás de la sorpresiva presentación como candidato a las elecciones marroquíes del hombre fuerte de Mohammed VI a menos de un mes de los comicios? y ¿cómo pudo crear un nuevo partido político que en un par de años ha sido capaz de ganar elecciones frente a partidos con décadas de trayectoria?, El Partido Autenticidad y Modernidad y su líder son vistos por muchos como una forma encubierta de que se haga la voluntad de la monarquía, una manera de contrastar la hegemonía creciente del partido islamista Justicia y Desarrollo, pero sin duda ha sido una vuelta a fórmulas pasadas en qué ganaban partidos del majzen sin ningún otro merito El argumento principal avanzado por los partidos políticos contra el poder de El Himma y de los otros ministros tecnócratas, incluso el Primer Ministro, Driss Yettou, es que no fueron elegidos. La presentación de la candidatura de fue sido interpretada como la respuesta del Trono a esa crítica y también como la búsqueda de una legitimidad popular. Otros antiguos alumnos del Órgano Colegiado Real que han seguido estando muy próximos al rey han sido Rochdi Chraïbi, considerado hoy como uno de los principales hombres de confianza del soberano, cuya influencia habría sido decisiva, según una parte de la prensa marroquí, en el movimiento prefectoral del

89 Están sin embargo más bien abiertos, y cooptan incluso de buen grado a nuevos miembros en cuanto éstos tienen el perfil deseado. Este nuevo majzen tiene sus valores: son gente generalmente joven, cuentan con una buena formación –los estudios jurídicos o comerciales son apreciados, especialmente los cursados en Europa o los EE.UU.–, predican una gestión más transparente y más dinámica de la economía, e indican su voluntad de implicarse en el desarrollo del país –y su deseo de servir el rey. 90 Este próximo entre los próximos –fue el director de gabinete de Mohammed VI cuando aun era príncipe heredero– administra los expedientes más sensibles, en particular, las cuestiones vinculadas a la organización del campo político. Se dice que es el «ojo del palacio» y que tiene la «oreja del rey». Es un hombre que supo tejer su propia red con la preocupación de renovar las elites marroquíes, y ascender hombres de la generación del soberano. No dio su primera entrevista –al diario Al Ahdath Al-Maghribiya– hasta el mes de agosto 2005. Se presentó a las elecciones del 2007 con una lista independiente de tres personas y ganó. En poco tiempo creó un partido político Asala wal Moasara (Autenticidad y Modernidad) que ha sido ganador en las últimas elecciones municipales del 12 de junio 2009, y muchos políticos y analistas apuntan que será el partido ganador de las próximas elecciones legislativas y que Alí el Himma será el próximo Primer Ministro en 2012.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 115 mes de junio 2005; Mohammed , un jurista que en febrero 2005 se convirtió en director de la Dirección General de los Estudios y de la Documentación de los servicios de información exterior del Marruecos, percibido como la estrella ascendente del régimen; Hassán Aourid, nombrado en junio de 2005 wali (prefecto) de la región de Meknès-Tafilalet, después de haber sido el portavoz del soberano; , que ocupa el puesto clave de Director General de los Tributos; , miembro del gabinete real y encargado de las relaciones del Reino con España, seguramente por ser de madre española; o Mohammed , 91 pilar indiscutible de las finanzas de Palacio. Como se podrá comprobar Mohammed VI confió una gran parte de los puestos de responsabilidad a sus antiguos compañeros de colegio. Lo que se esperaba que fuera la generación reformista cumplió en cambio con las expectativas depositadas en ella por Hassán II al rodear al nuevo Monarca de una tupida red de hombres de su absoluta confianza. Resulta llamativo que ninguno de los miembros de la nueva élite próxima al rey haya destacado por sus posiciones reformistas en lo político y lo social.

4.5.2 La élite tecnócrata

Uno de los papeles no escritos de Fouad Ali el-Himma fue el de situar, tanto en el sector público como en el sector privado, a los hombres y mujeres susceptibles de poner en marcha la política de modernización del Reino. Así constituyó una red informal de cuadros –la generación de rey, llamada «generación M6»– cooptados generalmente después de haber demostrado su eficacia y su voluntad de comprometerse. El sistema de reproducción de las elites pasa ampliamente en Marruecos por los colegios franceses y, más concretamente, por el Colegio Descartes en Rabat, que abrió sus puertas en 1963 y depende del Ministerio francés de Educación nacional, por lo que oferta clases preparatorias para el acceso a las grandes escuelas francesas, y que es desde hace varias décadas el punto de paso casi obligado de los niños de los altos cargos y de la burguesía marroquí. Los ingenieros marroquíes formados en Francia, incentivados –gracias a una política de altos salarios– a permanecer en la administración son aún a menudo la cúspide de la pirámide de la máquina oficial marroquí. Y, muy especialmente, lo son los antiguos Ingenieurs de Ponts et Chaussées, que constituyen un «verdadero cuerpo», según el universitario francés Pierre Vermeren, autor de una obra sobre

91 Titular de un curso de postgrado de negocios en los Estados Unidos, ocupó distintos puestos en el Ómnium Norteafricano (ONA), un conglomerado financiero que pertenece al Palacio. Dirige hoy a la vez el Secretariado particular del rey y el Siger, es decir, la sociedad de cartera que representa los intereses económicos de la familia real, entre los cuales se encuentra el ONA. Mohammed Mounir Majidi pues se esforzó, él también, en constituirse un círculo de fieles. 116 Mohamed Chekrad la formación de las élites en el Magreb. 92 Sobre los 450 que cuenta Marruecos, las tres cuartas partes se emplean en la alta administración, y una cuarta parte solamente en el sector privado. Entre los grandes empleados del Estado graduados de las grandes escuelas francesas de ingenieros figura, en particular, el actual Ministro de Interior, ; y también Mohammed Boussaid, Ministro de la Modernización de los sectores públicos, el exdirector de la Agencia de Desarrollo del Norte y actualmente director de la RAM ; Mohammed Hassad, wali de la región Tánger-Tetuán, y después de Marrakech, antiguo director de ; al igual que el director de la Caja Nacional de Seguridad social, Mounir Chraïbi, muy bien introducido en el majzen; o el Presidente la Oficina Jerifiana de los Fosfatos (OCFP), Mourad Jerife, ingeniero de minas; y Saïd Ahmidouch, nombrado a la cabeza de la Bolsa de Casablanca. La tradición se perpetúa, aún hoy, gracias al peso en el gabinete real de Meziane Belfqih 93 y , también consejero del rey hasta su nombramiento para el puesto de wali de la región de la Gran Casablanca, que estos últimos años fue casi siempre consultado cuando se trataba de nombrar al dueño de una empresa pública o de un Ministerio «técnico». Entre los consejeros, destaca sobre todos en los asuntos económicos a André Azulay que es de confesión judía y una mujer, Zulika Nasiri, encargada de los asuntos sociales y de caridad a través de la Fundación Mohammed V. El Gobierno actual cuenta una docena de jóvenes ingenieros formados en las grandes escuelas francesas, entre ellos el Ministro de Equipamiento y Transportes, Karim Ghellab. Además de los que forman parte del Gobierno, el número de altos cargos tecnócratas nombrados directamente por el rey en las empresas públicas con participación directa o indirecta del Estado ha sido calculado en 460. Es de notar que el sector público, con el Banco de Marruecos, el Instituto de Emisión, varios bancos comerciales y varios organismos financieros especializados, con los seguros, que domina a empresa pública, la comercialización y exportación (fundamentalmente de agrios) a través del OCE, la pesca, el ONP, las mayores empresas constructoras, (FRAC, OLM, CDG, CMKD), los transportes ONCE (ferrocarriles) RAM (Aviación) ONT y CTM/LN (carretera) COMANAV (marítimos), el sector de la energía (SAMIR), y el importantísimo organismo de los fosfatos (OCP), constituyen lo esencial de la economía marroquí, en manos públicas. En total se calcula que son más de 524 los puestos de dirección – prácticamente toda la elite administrativa, política y económica de Marruecos–, que el Rey nombra directamente, El Estado sigue siendo la principal empresa de Marruecos, de ahí la importancia de estas prerrogativas reales.

92 Pierre Vermeren: La formation des élites marocaines et tunisiennes, La Découverte, París, 2002. 93 En el nombramiento del último gobierno de Abbas Al Fasi, la prensa marroquí ha destacado el gran papel jugado para este junto al Consejero Real Mohammed Moatassim.

La Corona en la Constitución y en el sistema político marroquí 117

4.5.3 La elite de Fez (Anujba alfasia)

El dinero, la política, la alta administración y los chorfas 94 son los rasgos de la élite de Fez, que son ahora una minoría, no como en el pasado después de la independencia de Marruecos. Las grandes familias originarias de Fez constituyeron durante mucho tiempo la élite del país y establecieron una estrecha alianza con la monarquía. Hasta el punto que, según la politóloga Amina el-Messaoudi, citada en un reportaje realizado por la revista Tel quel, 95 un 61,19% de los Ministros de los distintos Gobiernos que se sucedieron entre 1955 y 1985 eran de Fez. El Partido del Istiqlal, primera formación política del Reino antes y después de la independencia fue dominado ampliamente por ellos. La escisión que dio nacimiento, en 1959, a la Unión Nacional de las Fuerzas Populares (UNFP) era en realidad, en gran parte, un divorcio entre los istiqlalíes de Fez –que guardaron la casa matriz– y los otros. El Istiqlal se benefició, al principio del reinando de Mohammed V, de los favores de la Corona, ya que los hijos de la aristocracia de Fez, a menudo mejor formados, ocuparon los principales puestos de la alta administración. También durante los años de Hassán II, los financieros y los hombres de negocios de Fez fueron los mimados del régimen, en un sistema donde los contratos se obtenían en primer lugar gracias al apoyo del Palacio. Las cosas cambiaron desde la llegada de Mohammed VI, pero los de Fez aunque ahora sean una minoría, siguen en importantes puestos del poder. Entre las grandes familias, se encuentran la del fundador del Istiqlal, Allal El-Fasi: el presidente del partido del Istiqlal y Primer Ministro Abbas El-Fasi es el primo y yerno del fundador del partido, y otro de sus primos, Taïeb El Fasi Fihri, es Ministro de Asuntos Exteriores. Los Bensouda son otra familia muy antigua que dio a numerosos altos funcionarios: el actual Director General de los Tributos, Nourredine Bensouda, que fue en el Colegio Real uno de los condiscípulos del rey, perpetúa la tradición. En los asuntos económicos, el clan de más peso es indudablemente el del Benjelloun: el patriarca, Othman Benjelloun, es el primer banquero de Marruecos, ya que está a la cabeza del Banco Marroquí del Comercio Exterior, desde su privatización en 1995. Otras figuras importantes que encontramos son la de Mohammed Berrada varias veces ministro, antiguo embajador y exdirector de la RAM; la de Mohammed Kabbaj, uno de los más cercanos consejeros del rey para los asuntos económicos; o también Abdelhadi Boutaleb, que fue a su vez profesor el Colegio Real, Ministro y Presidente del Parlamento: es él que, en 1999, redactó el primer discurso del trono del Mohammed VI.

94 Chorfa es el plural de jerife o charif (en español: noble, respetable). Se trata de los descendientes del Profeta a través de su hija Fátima Zahra, esposa de Alí ibn Abi Talib. Por esta razón, muchos jerifes se han llamado fatimíes (de Fátima) o alauíes (de Alí). Ser jerife o charif implica cierto reconocimiento social, pero no necesariamente un privilegio. Muchos musulmanes lo son. En Marruecos, un gran número de personas son no sólo jerifes sino específicamente alauíes, y por tanto están emparentadas en mayor o menor medida con la familia reinante sin que ello se traduzca en una posición social elevada o cualquier otro privilegio. 95 Tel quel nº 124, de 24 abril 2004. 118 Mohamed Chekrad

Por último hay que señalar que la elite militar marroquí, ha provenido mayoritariamente del mundo rural, mientras que las elites política y económica han sido en su mayoría de Fez. La razón de esta discrepancia es el interés de la Corona de tener un equilibrio en el poder que le permite controlar mejor a las fuerzas políticas. Como conclusión: ¿cual es la percepción de las élites política, económica y militar, del proceso político que viven? Creemos que en ausencia de una elite representativa del pueblo y responsable ante él, las elites actuales en Marruecos se convierten a un reflejo extendido de la sombra de la monarquía.