Rayuela: El París De Cortázar
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Director: Victor García de la Concha Secretario General: Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca Director de Gabinete de Dirección: Luis Prados Covarrubias Director Gabinete técnico: Javier Galván Guijo Directora de Cultura: Monserrat Iglesias Santos INSTITUTO CERVANTES DE PARÍS Director: Juan Manuel Bonet Planes Gestora Cultural: Raquel Caleya Caña Jefa de estudios: Diana Krenn Espinosa Jefa de Biblioteca: Consuelo Álvarez Solís CATÁLOGO Director: Juan Manuel Bonet Planes Gestora Cultural: Raquel Caleya Caña Diseño: Nacho Ormaechea Imprenta: Graficolor, Bilbao NIPO 503-13-007-5 La exposición Rayuela: el París de Cortázar, presentada del 14 de mayo al 12 de julio de 2013, se inscribe en los actos de conmemoración del 50 aniversario de la publicación de la novela Rayuela, de Julio Cortázar. Con el patrocinio de Con la colaboración de Mayo 2013 Instituto Cervantes París 7, rue Quentin Bauchart, 75008 París http://paris.cervantes.es http://paris.rutascervantes.es http://www.cervantes.es Con la exposición que el presente catálogo documenta, el Instituto Cervantes de París, contribuye a la celebración del cincuentenario de la publicación de la obra maestra de Julio Cortázar, Rayuela (Barcelona, Sudamericana, 1963), novela cuyo cincuentenario se celebra este año, reeditada en múltiples ocasiones, y que ha fascinado a varias generaciones de lectores y ha contribuido a amplificar el mito de París a ojos de los lectores de todo el mundo, y muy especialmente de los latinoamericanos. La exposición presenta diversos materiales en torno a la relación de Cortázar con París, su ciudad de residencia entre 1951 y 1984, año de su fallecimiento, y una de las dos ciudades –la otra es Buenos Aires- en que transcurre Rayuela. Que la novela más emblemática del “boom”, empiece en la capital francesa, donde fue redactada, por un escritor que adoraba la cultura francesa, es un hecho digno de ser subrayado. Varios de los miembros de la entonces emergente nueva novela latinoamericana, residían aquí, lo cual los convierte en herederos de creadores latinoamericanos de generaciones anteriores como pueden ser Tarsila do Amaral, Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Alejo Carpentier, Jorge Carrera Andrade, Germán Cueto, Rubén Darío, Alfredo Gangotena, Enrique Gómez Carrillo, Vicente Huidobro, Carlos Mérida, César Moro, Teresa de la Parra, Amelia Peláez, Alfonso Reyes, Diego Rivera, Joaquín Torres-García, César Vallejo o Heitor Villa-Lobos. En vitrinas, enseñamos la primera edición de Rayuela; otros libros del escritor en los cuales París juega un papel central, entre ellos 62, Modelo para armar; los “almanaques” cortazarianos; cartas y manuscritos… En la pared de la escalera que une las dos plantas de la sala de exposiciones, se despliega parte de lo que hemos llamado el museo postal cortazariano: esas postales que él coleccionaba y colgaba de las paredes, una costumbre que traspasó a los personajes de Rayuela, novela en la cual las artes plásticas tan presentes están, gracias a esas postales, y gracias a las conversaciones de los miembros del Club de la Serpiente. Y están las fotografías de Alécio de Andrade 5 para un libro conjunto en torno a París, fotografías en las cuales comparecen el Sena y sus “quais” tan frecuentados por Horacio Oliveira y por la Maga, la Clocharde, los cafés y las librerías de Saint- Germain-des-Prés, el Marais, los Marchés aux Puces... Y algunos de los retratos que de Cortázar tomaron Jesse Fernández y Antonio Gálvez, del segundo de los cuales también enseñamos algunas de las imágenes que preparó para Prosa del observatorio, a partir de las instantáneas tomadas por el escritor en la India. Y cuadros y dibujos de algunos de sus amigos pintores: Pat Andrea, Sergio de Castro –que inspiró el “Étienne” de la novela-, Eduardo Jonquières, Julio Silva –“el Patrón”, colaborador gráfico de Cortázar tanto para Rayuela y 62, Modelo para armar, como para sus almanaques, y otros libros, Antonio Seguí, Antoni Taulé, y Luis Tomasello. Y un dibujo de Alejandra Pizarnik. Y, para documentar la relación de Cortázar con el jazz, tan manifiesta en las páginas de Rayuela, algunas de las fotografías que durante la década de los cincuenta tomó, primero en Nueva York y luego en París, Marcel Fleiss, entonces colaborador de Jazz Hot, y hoy gran galerista de surrealismo. Por lo demás, el Instituto Cervantes de París lanza, dentro de su programa ya veterano de “Rutas Cervantes”, la dedicada a Rayuela, que es de la autoría de José María Conget, y gracias a la cual quienes la sigan, ya sea virtualmente, ya sea físicamente, podrán conocer mejor el París de Cortázar. En el capítulo de los agradecimientos, los primeros son a Aurora Bernárdez, viuda de Cortázar; a Carlos Álvarez Garriga, coeditor con ella de las Obras Completas; a quienes han contribuido a patrocinar tanto la exposición, como el presente catálogo, la Fundación Mario Vargas Llosa, y el CIC Iberbanco; a la Embajada de la República Argentina en Francia; y a la Dirección de Cultura del Instituto Cervantes. Además, a Pat Andrea, J.J. Armas Marcelo, Carmen Balcells, Jacqueline Balthazar, Sergio de Castro (que por unos meses no ha llegado a ver realizado este proyecto), José María Conget, Marc Dachy, Jorge Edwards, Marcel Fleiss (Galerie 1900-2000), Geneviève y Antonio Gálvez, José Miguel Garrido, Gustavo Guerrero, Jorge Helft, Montserrat Iglesias, Carlos Manteiga, France Mazin, Alfonso Meléndez, Patricia Newcomer, Ernesto Pérez Zúñiga, Colette Portal, David del Río, Sylvia Robert, Francesc Rodon, Antonio Seguí, Julio Silva, Dominique Soue, Antoni Taulé, Luis Tomasello, y Mario Vargas Llosa. Todo esto, en preludio al centenario cortazariano, que contribuiremos a celebrar el año que viene como se merece en la que fue la ciudad de adopción del escritor, a la cual se unirán entonces Buenos Aires y otras de las ciudades cortazarianas, así como otras del ámbito hispánico. Juan Manuel Bonet director del Instituto Cervantes de París 6 Rayuela y París José María Conget* Aunque la segunda mitad de Rayuela (“Del lado de acá”) transcurre en Buenos Aires, la fascinación permanente de la novela sobre ya varias generaciones de lectores se debe a un personaje, la Maga, y a una ciudad, París, que se quedan en “el lado de allá”. En la película Julio Cortázar (1979/80) de Alain Caroff y Claude Namer, el escritor afirma: “Mi mito de París actuó en mi favor… Me hizo escribir un libro, Rayuela, que es un poco la puesta en acción de una ciudad vista de una manera mítica. Toda la primera parte que sucede en París es la visión de un latinoamericano, un poco perdido en sus sueños”. Y algo más tarde: “Yo digo que París es una mujer, la mujer de mi vida”. Pero ya en la propia novela su protagonista Horacio Oliveira asegura en el capítulo 31 que París es una metáfora. ¿Una metáfora de la rayuela, y ésta a su vez una metáfora de la vida, o de la búsqueda de un sentido de la vida? No es el lugar para enumerar las diversas, y contradictorias, interpretaciones que se han dado al título de la novela. De lo que no cabe duda es del relieve que los barrios, plazas, calles, puentes y cafés de París van adquiriendo para el lector que entiende que los personajes recorren la ciudad como un amante el cuerpo de la persona amada, con pasión, cansancio, ternura, rutina. Hay mucho de delectación amorosa en la precisión con que se enumeran los itinerarios de la Maga y Horacio, los puntos que trazan la geografía de su relación, el nombre concreto de un bar o la ubicación de un urinario público. Al mismo tiempo, y pese al dominio del dato exacto y la fidelidad al plano real, el París literario que Cortázar va extendiendo paralelamente al material que sus ciudadanos habitan, no está exento de misterio, al contrario, merced a una expectativa (que nunca acaba de cumplirse) de totalidad y de significado, de que la piedrecita llegue al “cielo” de la rayuela. El París de Rayuela es un París sin taxis ni autobuses; ni siquiera el metro, que circula por páginas memorables de algunos cuentos de Cortázar, es utilizado con frecuencia por sus protagonistas, peatones vocacionales incluso bajo el frío y la lluvia. Tampoco les llevan sus pasos 7 a los monumentos más grandilocuentes de la ciudad; los Inválidos, la torre Eiffel, los Campos Elíseos, la Ópera no se mencionan en el libro; una sola vez visita Oliveira el Louvre, y por obvias razones económicas los famosos restaurantes que recomiendan las guías no cuentan entre sus habituales a los miembros del club de la Serpiente. Otros tópicos, los de la herencia bohemia y romántica frente al París burgués, fluyen por los capítulos de Rayuela desvestidos de su carácter de cliché gracias a una prosa que, si bien se pretende escéptica, vuelve a mitificar, porque fueron los lugares de encuentro con la Maga, la rive gauche, el canal Saint Martin, los cafés legendarios y los hoteles casposos de una sola noche. Desde entonces cuántos viajeros no han buscado la rue de Seine para asomarse al arco que da al Quai de Conti en un atardecer de diciembre y tratar de distinguir sobre el Pont des Arts la figura delgada de una mujer inclinada sobre el agua. Rayuela ha devuelto a París, con intereses, todo lo que París regaló a Cortázar. * José María Conget es escritor. Ha elaborado para el Instituto Cervantes de París, la Ruta Cervantes dedicada a Rayuela. http://paris.rutasceravntes.es 8 Rayuela, el estudio pendiente Carles Álvarez Garriga La bibliografía suscitada por Rayuela es inmensa: en Julio Cortázar, his Works and his Critics, Sara De Mundo lo registraba, ¡tan pronto como en 1985!, más de setecientos artículos dedicados específicamente a la novela. Aun así, todavía nos falta un trabajo imprescindible: la crónica de su proceso de escritura, un relato que debería tener —como decía Cortázar de los textos que prefería— “la minuciosidad de un Humboldt y la fantasía de un Marco Polo”.