Daniel Gomez Flora Y Vegetación Jacetania.Pdf
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Flora y vegetación de La Jacetania 2 DANIEL GÓMEZ GARCÍA Aragón presenta todavía una naturaleza espléndida y La Jacetania es, sin recurrir a tópicos, uno de los territorios aragoneses donde esa riqueza adquiere un valor excepcio- nal. La situación geográfica de nuestra comarca confiere un régimen climático caracterizado por la transición entre lo mediterráneo y lo subcantábrico con matices de conti- nentalidad. Además, el relieve muy escabroso junto al marcado gradiente altitudinal –entre los c. de 500 m de Si- güés y los 2.883 m de la Peña Collarada–, propician mul- titud de ambientes con cientos de comunidades vegetales. Cerca de dos mil plantas (alrededor de una cuarta parte de la flora peninsular) conforman su panorama vegetal. Bosquejo histórico de la botánica en La Jacetania La riqueza botánica mencionada, y el magnetismo de las cumbres pirenaicas, atra- jo a los exploradores botánicos desde antiguo. Mencionemos al ínclito aragonés D. Ignacio Jordán de Asso, que visitó Jaca en 1780 y en su obra Mantissa Stirpium In- digenarum Aragoniae enumeró varias plantas de la muralla de la ciudad y del vecino monte “Uruel”, donde observó muchas plantas de tipo alpino (“multum habens de alpina indole et plantarum ubertate conspicuus”). Casi un siglo después, el botánico sajón Mauricio Willkomm ascendió también a la “majestuosa Peña Oroel” desde Jaca, el 21 de Junio de 1850, y posteriormente visitó San Juan de la Peña, donde encontró y describió alguna de las plantas que se mencionan más adelante. A finales del siglo XIX fue también el botánico italiano Pietro Bubani quien recorrió varias veces el Pirineo y muchos enclaves jacetanos, entre ellos sus famosas “Peñas”. Ya en la se- gunda mitad del siglo XX, Pedro Montserrat comienza su exploración metódica con los estudios de florística y ecología vegetal del Pirineo, en particular de La Ja- cetania. En el marco de dichos estudios, recolecta decenas de miles de plantas y funda el “herbario JACA”, que es el mayor herbario de Aragón y uno de los más importantes de la Península. Su obra de divulgación La Jacetania y la vida vegetal (1971) es una referencia importante para la flora del Pirineo. Posteriormente, L. Villar elabora el Catálogo florístico del Pirineo occidental (1980) y, en colaboración con De la Naturaleza 29 J. A. Sesé y J.V. Ferrández, recopila la in- formación botánica de todo el Pirineo de Aragón, que sale a la luz impresa bajo el título Flora del Pirineo Aragonés (1997 y 2002). Esta obra es la referencia actual para la flora pirenaica de Aragón y allí se pueden consultar los nombres botánicos completos usados en este capítulo y mucha más información sobre la flora ja- cetana. La Jacetania es una comarca de contrastes muy acusados. Vista de la cordillera pirenaica desde los carrascales de Berdún Breve descripción del paisaje vegetal jacetano La Jacetania aparece claramente vertebrada por el río Aragón y sus principales afluentes aragoneses: Lubierre, Estarrún, Aragón Subordán, Veral y el curso bajo del Esca. Entre el Pantano de Yesa y el nacimiento del río Aragón hay apenas 50 km de longitud en línea recta, pero su desnivel altitudinal es de 2.300 m y con un gradiente climático que abarca desde 730 l de precipitación anual y 12°C de tem- peratura media en Artieda (650 m) hasta casi 2.000 l y 5,2º en Candanchú (1.600 m). Desde luego las temperaturas son todavía mucho más bajas en las cumbres pi- renaicas, donde se acorta el periodo hábil para la vida de las plantas (periodo ve- getativo) que puede quedar reducido a dos o tres meses. Señaladas ya las diferencias en temperaturas y precipitaciones, si tenemos en cuen- ta la estrecha relación de flora y vegetación con el clima, podemos comenzar a en- tender el variado mosaico vegetal que la comarca alberga. Echemos un vistazo a los principales ambientes vegetales mediante un recorrido imaginario de sur a norte. Los enclaves termófilos en la Canal de Berdún El viajero que penetra en La Jacetania procedente de Navarra encuentra junto al pantano de Yesa y alrededores de Sigüés, pequeñas restos del carrascal, Quercus ilex rotundifolia, que señalan los enclaves más cálidos de la comarca, entre las sierras de Leyre y Orba al norte y la Peña Musera y Sierra Nobla al sur; estas últimas monta- ñas apenas sobrepasan 1.000 m de altitud. En estos bosquetes se refugian las plan- tas más frioleras –“termófilas”–, como la coscoja, Quercus coccifera; el aladierno, Rhamnus alaternus; un arto, Rhamnus saxatilis; la sabina negral, Juniperus phoenicea y el enebro, J. oxycedrus; y en los rellanos arenosos de sus claros hay dos plantas muy raras de floración otoñal: la orquídea Spiranthes spiralis, y una liliácea, Scilla autum- 30 Comarca de La Jacetania nalis. Todavía más protegidas en cuanto al clima están las “foces” de Sigüés (Freta de Sigüés) y de Bi- niés, donde, junto a la carrasca, encontramos plan- tas de indiscutible vocación termomediterránea, como el madroño, Arbutus unedo, (que florece en pleno otoño, mostrando a la vez sus frutos rojos y amarillos); el arce de Montpellier, Acer monspessula- num; la madreselva, Lonicera implexa; el durillo, Vi- burnum tinus; olivilla, Phillyrea angustifolia; cornica- bra, Pistacia terebinthus; lechetrezna, Euphorbia characeas, y el té de roca, Chiliadenus saxatilis, junto con Petrocoptis hispanica en las grietas de la roca. Cerca de Sigüés aparece, muy raro, el romero, Ros- marinus officinalis, símbolo de la vegetación medite- rránea que falta en el resto de la comarca. Los pas- tos derivados del carrascal se caracterizan por la presencia de un lastón, Brachypodium retusum,y,en ocasiones, numerosas plantitas efímeras de ciclo Allium pyrenaicum. Este ajo vive anual, que surgen por doquier con los primeros exclusivamente en algunas localidades calores de la primavera. gerundenses y, en La Jacetania, en las foces de Biniés y Fago Estos enclaves mediterráneos, ligados al carrascal, reaparecen todavía aguas arriba de los ríos Veral, Aragón Subordán y Aragón cubriendo las terrazas fluviales y las laderas meridio- nales del Monte Cuculo, San Juan de la Peña y otros pequeños enclaves con suelo esquelético en el “Soduruel”, llegando hasta los alrededores de Jaca, si bien muy empobrecidos en su cortejo florístico mediterráneo. Todavía más al norte, cerca de Villanúa, encontramos bosquetes de carrasca que señalan los topoclimas más secos propiciados por el efecto desecante de los vientos que descienden por el valle de Canfranc. Pero volviendo a las laderas umbrías de la Peña Musera y Sierra Nobla, a espaldas de Artieda y Mianos, pueden verse, entre abundantes repoblaciones de pino ne- gral (que crían abundantes robellones), los vestigios del quejigal originario que co- mentaremos más adelante. Siguiendo el trayecto hacia el levante, enseguida se abre la Canal de Berdún, deli- mitada al norte por las majestuosas cumbres pirenaicas y, al fondo, aparecen las emblemáticas Sierra de San Juan de la Peña y Monte Oroel, con una perspectiva que nos muestra su altiva silueta piramidal. El paisaje actual de la Canal de Ber- dún (antaño dominio de la carrasca y el quejigo) está dominado ahora por los cul- tivos, pero algunas laderas pedregosas escaparon del arado y están cubiertas toda- vía por bosquetes de carrasca, con el boj, Buxus sempervirens, (que, con un clima más continental, sustituye a la coscoja) y algún quejigo, Quercus cerrioides, señalan- do así el tipo de vegetación preponderante. Entre los cultivos destacan los ene- bros arborescentes, Juniperus oxycedrus subsp. badia. De la Naturaleza 31 Bordeando el río Aragón y sus afluentes podemos ver hileras de chopos junto a distintos sauces, Salix alba, S. eleagnos subsp. angustifolia, S. purpurea, S. triandra y algunas plantitas tan curiosas como Lathraea clandestina, de un llamativo color morado primaveral que delata su alimentación parásita. Es una vegeta- ción preparada para resistir las riadas y frenar su ímpetu, aspecto que ignoran los promotores de algunos “trabajos de Enclave termófilo, con bosque de carrascas, en los limpieza”. cortados calizos de Villanúa, junto al río Aragón Los quejigales Buena parte de la mitad meridional de la comarca corresponde al dominio del quejigo, Quercus gr. cerrioides, Q. humilis y Q. faginea, robles marcescentes, es decir, que mantienen en las ramas su hoja seca en invierno, dejando una im- pronta coloreada en el paisaje hasta bien entrada la primavera. En nuestro re- corrido imaginario hacia el norte, encontramos notables bosques de quejigo en Puente La Reina, gran parte del municipio de Bailo y en todas las zonas bajas de los valles, hasta los 1.400 m o todavía mayor altitud, sobrepasando los prin- cipales núcleos de población. En las zonas más bajas el quejigo alterna con pino negral, Pinus nigra subsp. Salz- mannii, y por encima de los 1.000 m con el pino albar. La existencia de numerosas repoblaciones de conífe- ras dificulta separar el área de distri- bución natural de dichas especies. Si la carrasca señala un clima solea- do, con vientos desecantes y verano seco, el quejigo nos indica un am- biente más fresco, con suelo pro- fundo que así suaviza la sequía esti- val. El quejigal define la región submediterránea que marca la tran- sición entre el paisaje mediterráneo que se extiende por gran parte de la Península y el eurosiberiano, domi- Androsace cylindrica subsp. willkommii crece nante en el continente europeo, exclusivamente en las paredes extraplomadas de la Peña pero en nuestra Península está loca- Oroel; a pesar de su pequeño tamaño florece de forma ostentosa y vive muchas decenas de años lizado en el litoral atlántico, cornisa cantábrica y la montaña media pire- 32 Comarca de La Jacetania naica, o sea, en la denominada “España verde”. El quejigo va siempre acompa- ñado por el boj y la curronera, Amelanchier ovalis, y cuando está junto a la ca- rrasca, comparten algunas plantas termófilas de las citadas antes y a veces la garbancera, Ononis fruticosa, una mata leguminosa de vistosas flores rosadas que abunda en las solanas de la Peña de Oroel, San Juan de la Peña y Puente La Reina, alcanzando las cercanías de Aísa y Castiello de Jaca.