esto con eficiencia al darnos una obra que sucede en el siglo XV, sin que se tergiverse la historia nacional. Raúl Moneada Galán, último alumno directo de Ro­ dolfo Usigli, nos ofrece su bien documentada tragedia antihistórica El sitio de Tenochtitlan, sobre los pre­ parativos para la toma de Tenochtitlan, por un lado Cuauhtemoctzin y sus guerreros y por otro Cortés y su gente. El primero recibe propuestas de los españo­ les y súplicas del pueblo para firmar la paz. Rechaza ambas. Sus fieles guerreros mueren en batalla y des­ pués de la toma de la ciudad es hecho prisionero, tor­ turado y finalmente ahorcado. Los personajes se desenvuelven en un aposento de Moctezuma, la azotea del palacio de Nezahualcóyotl, el templo de In pipiltzintzin Huitzilopochtli en Tlatelolco y una calle de Tenochti­ (Los niñitos) tlan; dan vida y atmósfera a la obra que se vale de O poesía prehispánica y de pinceladas metafóricas de los antiguos mexicas, en contraste con el lenguaje La guerra de las rudo de los soldados españoles. gordas Las premoniciones no son ajenas a los dramatur­ (Comedia en dos actos) gos. Tal es el caso de Antonio González Caballero en Salvador Novo La ciudadde los Carrizos, donde se puede ver el símil con los sucesos de 1968. Se tr at a de teatro dentro del teatro, con la anécdota suscitada en la mítica ciudad de los carrizos, antes del culto a Quetzalcóatl, quien se opone a los sacrificios humanos y es tentado con la embriaguez y lujuria para condenarlo. Así se cierra este volumen, de manera cíclica, con la Estrella de la mañana, es decir con Quetzalcóatl, quien se fue al cielo por donde comienza el mar. Símbolo de la tradición azteca. Conestas tres obras se hace unhomenaje a la ciudad, la desaparecida Tenochtitlan y actual Distrito Federal poblando de anécdotas y habitantes, historias y actores... vida, esencia y escenas que protagoniza la ciudad más poblada del mundo.

12 • Estrenada en el Teatro Fábregas de la ciudad de México, el 19 Ln acción se desarrolla entre Tenochtitlan y Tlatelolco en el de abril de 1963, dentro de la Temporada de oro del teatro mexi­ , 110 1475 de nuestra era. cano patrocinada por el Instituto Nacional de Bellas Artes. Acto primer o, primer cuadro: Día. Salón real de Moquíhuix 1'11 Tlete lolco. Reparto: Se gun d o cuadro: Antecámara de la reina Ilancuéitl, en (por orden de aparición en escena) Tr-nccht itlan. Día siguiente, por la mañana. Ac t o segundo, primer cuadro: El cuartel general de Moquihuix, rey (último) de Tlatelolco Enrique Aguilar Axay áca t l a las cuatro de la mañana. Por la Lagunilla. Tecónal, primer ministro en Tlatelolco Guillermo Zetina Segun d o cu a d ro: Salón en el palacio de Axayácatl, en Te nochtitlan. Tomahuazintli, Mónica Miguel doncella de Chalchiuhnenetzin Chalchiuhnenetzin, esposa de Moquíhuix Alicia Montoya El adivino Guillermo Zarur Chicomexóchitl, dama de honor de la Rosa María Moreno reina Ilancuéitl Xochichihua, dama de la corte (Dama 1) Alicia Gutiérrez Xochi huetzi, dama de la corte (Dama 11) Marianela Peña Tlacaélel, Cihuacóatl (noventa años) Carlos López Moctezuma Axaj'ácatl, rey de Tenoch titl an Raúl RamÍrez Tepecócatl, general tenochca Mario Gar cía González Calcimehuateuctli, general tenochca Helio Castillos Cocipanili, asistente de Tlacaélel César Castro Un capitán Bruno Márquez Epcóatl, privado de Axayácatl Rogelio Quiroga Nezahualpilli, príncipe de Texcoco Darío Vivien Esclavos, séquito, ejércitos

Dirección: Salvador Novo Asistente de dirección: Osear Ledesma E scen ogr afía y vestuario: Antonio López Mancera Asistente de escenografía : Rodolfo Montalvo L. Realiza ción d e v estu a r io: Bertha Me ndoza López y Julio Chávez Música y sonidos: Antonio Castillo Ledón Iluminación: Porfirio Córdoba

14 15 ACTO PRIMERO

Primer cuadro

Tecónal sale al proscenio y se dirige al público. TECÓNAL: Señoras y señores, muy buenas noches: vengo aquí a cumplir la ritual función que los trágicos griegos encargaban en sus obras a dioses y diosas en gene­ ral: a decir el Prólogo. Ya ustedes lo saben: una diosa aparece, echa su discurso (en el que informa al público de los ante­ cedentes de lo que va a ver), desaparece (hace mutis como decimos en el teatro) y empieza la acción. Yo no soy precisamente una diosa -ni un dios; ni tampoco es esto una tragedia griega. Es una trage­ dia mexica, que parece griega-o Nuestra Helena, la Helena de esta Troya tlatelolca, es la reina Chal­ chiuhnenetzin, hermana de Axayácatl, sexto rey de los tenochca. Por ella se desata esta guerra que va a borrar del mapa de Anáhuac la autonomía y la autodeterminación de Tlatelolco. Tlatelolco, no Tlaltelolco. Conviene que ustedes aprendan a pronunciar correctamente el nombre de este hoy antiguo barrio de México, cuya restau­ ración está revelando sus bellezas, y que era, en los tiempos a que alude nuestra historia, un reino aparte.

17 Los cronistas y los historiadores nos dicen que Tla­ MOQUÍHUIX: telolco fue una isla. Isla, sí~omoCuba-, fundada (Estalla.) ¡Esto es la guerra! ¿Qué se cree Axayá­ en la laguna años antes que Tenochtitlan. Pero a catl? ¿Que voy a tolerar semejante tono en sus co­ Tenochtitlan no le convenía tener así de cerca, en municaciones? ¿Que llegado el caso estaría yo solo las mismas aguas, un reino independiente. Y hubo ya merced suya y del viejo Tlacaélel? ¡Se equivocan! guerra, como van ustedes a ver. ¡Los dos! ¡Me regaña, sin más ni más! ¡Me habla de Estamos pues, en Tlatelolco. Iba a decirles quién moral pública! ¿Leíste bien? soy. Soy Tecónal. Así, Tecónal, no Teconal, que pa­ rece nombre de medicina. Ennáhuatl, recuérdenlo, TECÓNAL: no hay palabras agudas: todas son graves. Es error (Sereno.) Sí. Muy bien. que debemos a la incapacidad española de pronun­ ciar bien ninguna lengua, ni la suya propia, eso de MOQUÍHUIX: Tenochtitlán, Tehuacán, Cuautitlán. Es Tenochti­ (Se desinfla un poco.) ilntrusos! ¡Trashumantes! tlan, Tehuácan, Cuauhtítlan. ¡Nunca debió mi abuelo permitir que se aposenta­ Soy, pues, Tecónal, primer ministro y consejero áu­ ran en la laguna, aquí tan cerca! lico del joven e impetuoso rey-cuarto y último rey de Tlatelolco-llamado Moquíhuix. Cronistas e his­ TECÓNAL: toriadores hanprestado oídos a las más escandalo­ (Superior.) Por desgracia, esta vez tienen razón. He sas murmuraciones acerca de su comportamiento. hecho investigaciones. Los muchachos -son Cuentan horrores de él. Pero yo soy su consejero. veinte-, han confesado, sin ninguna presión. No voy a juzgarlo. Además, que la gente exagera y les inventa mil cosas a los poderosos. MOQUÍHUIX: Van ustedes a conocerlo, a Moquíhuix. Acabo de ¿Cómo estuvo la cosa? entregarle una nota diplomática (bastante poco diplomática) de su cuñado Axayácatl, y está Moquí• TECÓNAL: huix como agua para chocolate. (Informativo.) Fue hace... un mes. Vino al tian­ Vamos pues allá, al salón del trono de Moquíhuix. quiztli una excursión de señoras principales de Te­ Se abre el telón. Tecónal va a su posición a izquierda. nochtitlan. Había barata de patos. Era el día del Tlatelolco. Salón del trono. Moquíhuix y Tecónal. dos por uno. Venían con sus hijas y sus esclavas. En escoger esto y lo otro, en regatear, en que no MOQUÍHUIX: había cambio, se les hizo tarde, y al regresar a (Estruja un documento. Conteniendo la ira.) ¿Pero México, tropezaron en el camino con un grupo de tú has leído esto? cadetes del Colegio militar. TECÓNAL: MOQUÍHUIX: Lo he descifrado. Varias veces. (Reprocha.) ¿Qué hacían a esa hora en la calle?

18 19 TECÓNAL: MOQUÍHUIX: (Explica.) Andaban en maniobras. Recordarás que (Se irrita.) ¡De modo que eso es! Il.In pretexto! ¡Por­ tú mismo dispusiste que todos los mancebos tlate­ que no hay la menor lógica de exigir que encima de lolcas, de veinte años arriba, se ejercitaran en el regalar a sus turistas con lo mejor de Tlatelolco tiro al blanco --con flechas, por supuesto-- y en ~enga yo que pagarsemejante multa! ¡No, Tecónal! derribar a macanazos y hondazos estatuas de pie­ ¡Esto es la guerra! ¡No aguanto más! dra. La copa Moquíhuix... TECÓNAL: MOQUÍHUIX: Tu ira es justa, Moquíhuix; pero no es la mejor ¡Naturalmente! Hay que estar preparados para la consejera. Serénate. guerra. Si vis pacem, para bellum. ¿y luego? MOQUÍHUIX: TECÓNAL: (S e serena.) iEstoy sereno! No puedes acusarme de (Disculpa.) Ellos dicen que las señoras los provoca­ violencia injustificada. ¿Qué no he hecho para ron, con sonrisas. Las siguieron, bromearon, jugue­ llevarla en paz con los tenochca? ¿No es ya bastante tearon; ya estaba oscuro y en una milpa... sacrificio haber aceptado por esposa a la hermana

de• Axayácatl? ¿A esa mujer vestigio, flaca I negra, MOQUÍHUIX: sin carnes, de pecho plano? (Sentencia.) Incómodo, nero muy natural. ¿Qué hay de malo en ello? TECÓNAL: (Compasivo.) Nuestra pobre reina. Tiene buen TECÓNAL: apetito, sin embargo. Come mejor y más capricho­ A mi juicio, nada; pero las señoras se fueron a quejar samente que cualquiera de tus demás señoras. Algo con Axayácatl. ha de andar mal con su tiroides. MOQUÍHUIX: MOQUÍHUIX: (Intrigado.) ¿A quejarse? ¿Todas? ¡y si fuera sólo eso! TECÓNAL: TECÓNAL: Las madres. Las más viejas. (Él sabe.) Comprendo, sí. No te ha dado hijos. Es triste. MOQUllIDlX: (Final.) ¡Claro! No les habrá tocado nada. Cada cual MOQUÍHUIX: habla de la feria... (Aclara.) ¡No se los he pedido yo! ¡Hablo de pensar TECÓNAL: en pasar con ella una noche!. .. El caso es que en ese incidente funda Axayácatl su TECÓNAL: exigencia de mayores tributos. Le llama... déjame (Insinuante.) Sí, claro. Pero un heredero, nacido de ver... (El documento) reparaciones. Chalchiuhnenetzin, te ganaría la luena disposición

20 21 de su t ío Axayácatl. Después de todo, así se han TECÓNAL: constituido t odos estos reinos: por matrimonios (Consolador.) No tan difíciles. Tezozómoc sílos puso de conveniencia política. Tu abuelo Tezozómoc... en aprietos para que le llevaran a Azcapotzalco una de esas chinampas en que ellos comenzaron a esta­ MOQUÍHUIX: blecerse: con una garza echada, cuyos huevos (S e zafa.) Sí, lo sé. Él acreditó el sist ema. Pero los habrían de emitir sus polluelos en su augusta pre­ tenochca lo h an perfeccionado, forjando, de la con­ sen cia. Y ellos lo lograron. sanguinidad, el imper ialismo: ¿que necesitan el algodón de Cuauhnáhuac? Pues a pedir la mano de MOQUÍHUIX: su princesa, y a inflarle la barriga. ¿Que quieren (Despectivo.) Eso no fue más que un acto de magia. Yo no soy un ilusionista. Y éstos no quieren huevos, con graciarse con los tezcocanos? Pues a au men­ t ar con una de ellas el h arén de Nezahu alcóyotl. iA sino patos. iY no diez, sino mil! Y encima... eso yo le llamo ch antaje ! TECÓNAL: (Práctico.) Podemos regatear con ellos, lograr una TECÓNAL: rebaja, llegar a un acuerdo. (Resignado.) ¡yqué re medio!Los t enochca son cada vez m ás poderosos. MOQUÍHUIX: iBúscalo! iEs tu papel! MOQUÍHUIX: (Exam ina la lista.) iRicos nuevos! iComedores de TECÓNAL: saban dijas ! Concedamos que los muchachos hicie­ (Sabio.) Pero eso no remediaría definitivamente ron mal. Podemos castigarlos casándolos con las una situación de tirantez que es la que conviene que estrenaron. Pero que aumente el tributo: ique resolver. Sólo aplazaría la exigencia, para acrecer­ lo duplique, n ada menos! ¿y cómo? ¿De dónde voy la. Lo del rapto de las marchantas no tiene en a sacar todo lo que exige Axayácatl? Quiere de todo: realidad mayor importancia. Es sólo un buen pre­ m antas, bezotes, collares, brazaletes, cotaras.. . iY texto. No sería el último. si le damos todos los patos que apetece, despobla­ MIQUIHUIX: mos nuestra laguna! Ni siquier a es original en sus (Elocuente.) ¿Pero tienen ya bastante con lo que les exigen cias. Son en todo iguales a los tributos que tributan todos los demás que ellos llaman buenos Tezozómoc les im pu so cuando llegaron estos. vecinos? ¿Los xochimilcas, que los surten de las flo­ estos. .. res que satisfacen su neurótica inclinación por olfatearlas? ¿Los coyohuacas, que les esculpen fa ­ TECÓNAL: vorecidos retratos de familia? ¿Los huitzilopochcas, (Servicial.) Refugiados. que los empluman de colorines? iTriple Alianza! MOQUÍHUIX: iMe como de veneno lo que tenga de triple! Los pe­ ("Eso es".) iRefugiados! leles de Tlacopan y de Tezcoco... estos pedantes,

22 23 sobre todo, con sus reyes poetas y sus academias de MOQUÍHUIX: la lengua... ¡Puah! (Engolosinado.) IVeinte! No está mal. .. Las veré TECÓNAL: esta noche. Pero a ellas solas. No insistas en forzar­ Los de Tlacopan son nuestros. He hablado larga­ me a yacer con ... eso. mente con ellos. Llegado el caso, jalarían. TECÓNAL: MOQUÍHUIX: (Terco.) Respeto tu alegría; pero quisiera conocer Pero ison de su alianza! sus motivos, Ztan fuertes son que nada logre, que TECÓNAL: nada alcance a persuadirte a realizar un nimio sa­ Pero ellos han procedido con habilidad, reconóce• crificio, de tan importantes resultados políticos? lo. Peleles y todo, la llevan bien con Axayácat1. MOQUÍHUIX: No les carga tanto la mano. (Definitivo.) Así de fuertes. (Solemne.) Puesto que MOQUÍHUIX: lo quieres saber-y a ti nada puedo ocultarte-... (Refunfuña.) ¿y por qué a mí sí? ile hieden atrozmente los dientes! TECÓNAL: Entra una esclava gorda: Tomahuazintli. (Explica.) Porque los tenochca no se sienten segu­ TOMAHUAZINTLI: ros, ni tranquilos, mientras no se establezca e~tre nuestros reinos un vínculo de sangre. (Persuaswo.) Señor, mi señora la reina viene a verte. Perdóname que insista: estoy seguro de que si ac­ MOQUÍHUIX: cedieras -sacrificándote, lo comprendo- a emba­ (Sorprendido.) ¿La reina aquí?, ¿en el salón del razar a Chalchiuhnenetzin... una sola noche... Consejo?

MOQUÍHUIX: TOMAHUAZINTLI: (Horrorizado.) ¡Ni una hora! ¡Ni un momento! ¡Ah, Tecónal! Bien se ve que... no sabes lo que me pides. Viendo que no acudías a su llamado, se decidió a... MOQUÍHUIX: TECÓNAL: (Suplicante.) ¡Media noche! Lo suficiente para dejar (Furioso.) Pues dile... en ella tu real semilla. Luego puedes satisfacerte, TECÓNAL: holgarte, quitarte el mal sabor de boca con algun~s de las demás. (Tentador.) Iba justamente a decir­ Reclbela, señor. Serénate, te lo ruego. Yo estaré aquí cerca. Si me necesitas... telo: acaba de llegarme un pedido de veinte toto­ nacas espléndidas, como a ti te gustan: gordas, de MOQUÍHUIX: carne cálida y posaderas de cuatro cuartas. Te las (Asustado.) No pretenderás que aquí mismo... ya tengo dispuestas para esta noche. esta hora...

24 25 TECÓNAL: TECÓNAL: , No, por supuesto. Eso será, si accedes, cu~ndo tu Ve a decírselo. buenamente lo decidas: esta noche, o manana.. . TOMAHUAZINTLI: Lo antes posible, eso sí. (Coqueta.) Acepta estas flores, señor. Acaban de lle ­ garnos de Tenochtitlan. MOQUÍHUIX: (A la esclava, ojeándola.) ¿Cómo te llamas? MOQU ÍHUIX: Nada más útil. Dámelas. (Se las lleva a la nariz.) TOMAHUAZINTLI: Que entre, pues, la reina. (Sale Tomahuazintli.) Tomahuazintli, señor. TECÓNAL: MOQUÍHUIX: ., . Mientras hablas con ella, yo revisaré estos papeles, (La sopesa con la mirada.) DescrIptIvo. 6Eres de aquíjunto. E iré redactando la respuesta que hayan Tlatelolco? Nunca te había visto, de llevar los embajadores. TOMAHUAZINTLI: MOQUÍHUIX: Sirvo a mi señora Chalchiuhnenetzin. Vine en su (Desvalido.) No te alejes mucho. Si me oyes toser, séquito. Soy tenochca. entra. MOQUÍHUIX: TECÓNAL: ¿Virgen? Pierde cuidado. Estaré alerta. TOMAHUAZINTLI: MOQUÍHUIX: Por supuesto, señor. (Engallado.) Yen cuanto a la respuesta, ya lo sabes. Enérgica. Nada de concesiones. Que vean con quién MOQUÍHUIX: tratan. . ? ¿y qué turno cubres con 1a rema. TECÓNAL: TECÓNAL: (Apun tando.) Con quién tratan, (Se asoma.) Ya vie­ (Admonitorio.) ¡Señor! ne la reina. Con tu permiso. (Sale a ocultarse por la puerta izquierda. Moquíhuix adopta unapostura TOMAHUAZINTLI: real en su icpal1i, siempre con las flores pegadas a ¿Qué he de decir a mi señora? la nariz.) TECÓNAL: , CHALCillUHNENETZIN: (Cortante.) Que el Rey, su esposo, tendra m u cho (Entrando, fría, incisiva.) Perdona que me atreva placer en recibirla en seguida. a venir a buscarte hasta aquí; pero es urgente lo MOQUÍHUIX: que debo decirte. Y puesto que no has acudido a mi llamado.. ', Pero ...

26 27 MOQUÍHUIX: consider ar mi nueva patria y a su bienestar ame­ (Casual.) Iba a ir a verte en cuanto terminara mi nazado. acuerdo con el primer ministro. MOQUÍHUIX: CHALCHIUHNENETZIN: (Estalla.) Del bienestar de tu nueva patria, que es (Seca.) Eso dijiste ayer. mas mia que tuya, me ocupo yo. Los de mi estirpe hemos sabido regir a Tlatelolco mucho más tiempo MOQUÍHUIX: y mejor que los de la tuya su islote. Su islote (Tolerante.) Ayer tuve que recibir a los embajadores artificial. de tu h ermano. y que llevarlos a inspeccionar las CHALCHIUHNENETZIN: nuevas obras: el tianquiztli y la ca lzada de Tepeyá­ caco .. Cada día hay más peregrinaciones. Entre (Le da unpase.) Lo concedo. Y precisamente porque quiero que sigas en un trono del que me excluyes eso y sacrificar en su honor a veinte tlaxcaltecas se debo comunicarte lo que vengo soñando con una nos fue todo el día. asiduidad que no puede sino ser significativa. CHALCHIUHNENETZIN: MOQUÍHUIX: ¿y la noche? (Burlón.) Bien sé lo que sueñas, querida. Despierta. MOQUÍHUIX: CHALCHIUHNENETZIN: (Final.) Acabé rendido. Me acosté muy t emprano. (Solemne.) Ahórrate ironías. Es evidentemente pro­ CHALCHIUHNENETZIN: fético este sueño que se repite a perturbarme todas (Provocadora.) No es que pretenda que me visites las noches apenas me duermo. A nadie, emper o se en mi alcoba. Ya me he resignado a ocupar en lo había referido. Pero ay er fue t an claro, tan im­ tu mobiliario el lugar del metate que me señala tu presionante, que me hizo despertar y comunicárse­ lo al adivino de Palacio, que acudió a mi llamado. desprecio. Yo le pedía una simple interpretación; pero él vio MOQUÍHUIX: en seguida en mi sueño un agüero evidente. (Reprimiéndosea duras penas.) ¿Ya empezamos de MOQUÍHUIX: nuevo? ¿Has venido a interrumpir un acuerdo (Despectivo.) Yo no sé interpretar los sueños. No es importante con tus quejas ridículas y con tus la­ oficio de Rey. Estás enbuenas manos con el adivino. mentaciones conyugales? ¿Qué es lo que soñabas? CHALCHIUHNENETZIN: CHALCHIUHNENETZIN: (Se crece.) Perobien pudiste entender que si a pesar (Solemne.) Que mis partes pudendas hablaban... de todo insistía en hablar contigo un momento, buenas razones me obligaban a anteponer a mi dig­ MOQUÍHUIX: nidad lacerada el. .. afecto que profeso a la que debo (Rápido.) ¿Lo soñaste o es así?

28 29 CHALCHIUHNENETZIN: querida. Y si siquiera te aprovechara lo que engu­ ... y me decían, con toda claridad:"iAy, señora m ía! lles... iY qué será de nosotras mañana a esta hora!" CHALCHIUHNENETZIN: MOQUÍHUIX: (Práctica.) Lo he traído conmigo. Ya sabía que en (Rápido.) ¿Qué hora era? el remoto caso de oírme a mí no me harías caso. CHALCHIUHNENETZIN: MOQUÍHUIX: (Normal.) Las once, o las doce . Supongo, porque el (Desconcertado.) ¿Que lo has traído? ¿Al adivino? adivino se hallaba en vela, m irando a las estrellas, ¿y para qué? y fue en el act o a verme. CHALCIDUHNENET ZIN: MOQUÍHUIX: (Fi rme.) Para que de sus propios labios escuches lo (Explícito.) Pues no era tan difícil predecir el status que ocurrió después. de tus inquisitivas partes pudendas. Al otro día, a la misma hora, lo único qu e podría haber cambia­ MOQUÍHUIX: do... ¿Pero dices que hablaban? (Tose fuerte.) ¿Después de qu é? CHALCIDUHNENETZIN: CHALCIDUHNENETZIN: (Firme.) Y en voz alta. De enterarse de mi sueño y de salir a consultar los oráculos. MOQUÍHUIX: (Reprocha.) ¿y tuviste el tupé de confiárselo al Entra Teconal, convocadoporla contraseña de la tos. adivino? TECÓNAL: CHALCHIUHNENETZIN: iAh!, perdón, mi señora. (Se disculpa.) Si tú hubieras est ado a mi lado. .. MOQUÍHUIX: MOQUÍHUIX: (Salvado.) Quédate, Tecónal. (Real.) Para ti no hay secretos. (Ofendido.) Se habrían cuidado mucho de dirigirme la palabra. TECÓNAL: CHALCHIUHNENETZIN: (Humilde.) ¿Puedo, señora? (Fría.) Por eso llamé al adivino. CHALCHIUHNENETZIN: MOQUÍHUIX: (Fría .) Si el J.:eylo ordena... (Se asoma a la puerta, hace una sena. Asoma el adivino.) (Regaña.) Y te habrá recetado que no cenaras tan fuerte. En nuestra altura y a tu edad, no se debe MOQUÍHUIX: cenar. Provoca pesadillas. Me consta tu apetito, Salud, anciano.

30 31 MOQUÍHUIX: ADIVINO: (Escép tico.) ¡Perros que hablan! Imposible. Nues­ ¡Mi señor! (Se postra.) tros perros ni siquiera ladran. ¡Son mudos! Sabro­ sos, pero mudos. CHALCHIUHNENETZIN: (Imperativa.) Di al Rey lo que pasó anteanoche. ADIVINO: (S eguro.) Aquéllos hablaban. Como tú y como yo. ADIVINO: y aun más pulidamente; como toltecas, o como (Lento.) Regresé de buscar espinas de maguey,. me tezcocan os. perforé la lengua, enhebré en ella hasta SIete TECÓNAL: mecates... La influencia de la Triple Alianza prospera. TECÓNAL: ADIVINO: (Impaciente.) Al grano, Huehue. (Convencido.) Aquello era un agüero, sin duda nin­ guna. Pero no fue el único. Otro espectáculo espe­ ADIVINO: luznante convocó mi atención: en una olla puesta (Lento.) Tomé mi baño helado de la y al fuego hervían, pero indemnes y contentísimos, estaba contemplando las estrellas... muchos pájaros de todos colores. MOQUÍHUIX: CHALCHlUHNENETZIN: (Con sorna.) ¿También hablaban? (Nerviosa.) Cuando te llamé y te conté mi sueño. Di qué pasó después. ADIVINO: (Aclara.) No, señor. Piaban, cantaban, como suelen; ADIVINO: pero no parecía importarles un comino su situación. (Aterrado.) ¡Ah, señor! El sueño de la reina ya era y el fuego no alcanzaba a tatemarlos. Entonces por síbastante significativo. Salí resuelto a consul­ escuché una voz... tar los oráculos. El tonalpohualli no era favorable: MOQUÍHUIX: un día zorrillo, en un año conejo. ahí mismo, en y (A Chalchiuhnenetzin.) ¿Volvieron a hablar tus.. .? la antecámara de la reina. .. ¡Me estremezco de recordarlo! ADIVINO: (Solemne.) Era una máscara de jade, que colgaba MOQUÍHUIX: de la pared. De pronto, sus ojos se animaron, me ¿Qué ocurrió? ¿Qué viste? miraron, y sus labios de , contraídos en un rictus sarcástico, pronunciaron palabras. ADIVINO: TECÓNAL: (Solemne.) Un anciano, en cuclillas, sostenía una ¿Qué decían? conversaClOn., ... .icon cua tro perros. ' 33 32 ADIVINO: CHALCHIUHNENETZIN: (Fatal.) Decían: "Contados son los días de (Impac i~n t e. ) ¿No es bastante? (Moquíhuix se vuel­ Moquíhuix". ve, t~rmmante.) La voz del oráculo no aguardó para MOQUÍHUIX: mamfestarse a queel adivino la invocara en el tem­ ¡Cómo te atreves...! plo: Se expresó ~n la máscara. (Mirando a Moquí• huix.) Era la mascara de tu abuelo Tezozómoc. ADIVINO: MOQUÍHUIX: (En trance.) "Pues persiste, insensato, en desdeñar a su legítima reina y señora nuestra, y busca su (Incrédulo.) ¡Cómo! ISi fu e incinerado con ella puesta, en Azcapotzalco! contento en las numerosísimas concubinas que a semejanza del desastrado Huémac se hace hallar CHALCHIUHNENET ZIN: de especificaciones descomunales y difíciles, y las (Exp lícita.) Mi hermano me obsequió con ella al hacina y colecciona como un ejército, y con ellas se en~iarme aq~í: ~l decorador la encontró muy deco­ huelga, y despilfarra la simiente de su realeza, pe­ rativa y decidió colgarla en mi antecámara. Dijo rezca en guerra que no ha tenido el juicio de evitar que daba un toque simbólico de la unión de nuestras por conducta digna del Rey que no merece ser". dos casas. MOQUÍIillIX: MOQUÍHUIX: (Furioso.) ¡Que lo azoten! ¡Que lo desuellen! ¡Que (Burlón.) il.Inión! le saquen los intestinos! CHALCHIUHNENETZIN: TECÓNAL: Eso dijo él. ¿Él cómo iba a saber? Está en trance, ¿no ves? Y su persona es sagrada. TECÓNAL: Déjalo hablar. Déjalo decir cuanto sepa. (~reocupado.)Lo importante es que la voz de Tezo­ ADIVINO: zomoc haya vuelto a escucharse. (Vuelve en sí.) Presa de natural indignación, arran­ MOQUÍHUIX: qué la máscara y la arrojé al suelo. Se hizo pedazos. Pero si habló así contra mí, no pudo ser la suya. Yo Pero los pedazos, iayl, siguieron hablando, cada er~ su consentido. y venido a ver, él no tiene... cual por su lado, frases confusas que unificaba una mascara con qué echarme en cara mi conducta. En carcajada sarcástica y terrible. todo caso, yo heredo sus.. . inclinaciones. Los agüeros han preocupado visiblemente a Moquí­ CHALCHIUHNENETZIN: huix. Se aleja, cavila. (~ibilina.) El Mictlan es como un taller de repara­ TECÓNAL: cienes para las almas. Los que regresan de él tratan ¿y qué más? a su modo profético de enmendar en sus descen­ dientes los errores que les fueron a ellos fatales.

34 35 HALCHIUHNENETZIN: MOQUÍHUIX: Es una obsesión de familia: las reparaciones. El Cihuacóatl. .. MOQUÍHUIX: ADIVINO: (Obvio.) Así es. ¿Qué otro sentido ni utilidadtendría Aquí no hay Cihuacóatl, querida. Eso, allá en Te­ morirse, sino el de impedir que nuestros hijos nochtitlan, donde al parecer tu hermano no se basta sólo a regir a su pueblo y todo lo consulta con el viejo sufran y yerren? Tlacaélel. TECÓNAL: Ese es un punto metafísico. ¿Qué hiciste después? TECÓNAL: Tlacaélel es en Tenochtitlan el poder detrás del ADIVINO: trono. Su asignación al lado y en contrapeso del mo­ De ahíme fui al templo, volví a sangrarme. Al ama- narca: revestido a la vez de potencias sacerdotales necer, ayudé a los sacrificios del día, y participé en y beligerantes, entraña un peligroso connubio de la el desayuno de Huitzilopochtli con unos tragos de Iglesia y el Estado y anuncia una eventual división chalchíhuatl, Yconvoqué rápidamente a una junta de poderes de lo más peligroso. Pero aquí en Tlate­ de sacerdotes y adivinos. lolco sólo hay una voluntad: la del rey Moquíhuix. MOQUÍHUIX: MOQUÍHUIX: Bien hecho. ¿y qué dijeron? Bien dicho. ADIVINO: TECÓNAL: Lo siento, Rey. Todos coincidieron en afirmar que, Gracias. En consecuencia, y con todo el respeto que de acuerdo con todos los signos manifiestos en el merece su ancianidad, hiciste mal en consultar con sueño de mi señora Chalchiuhnenetzin y en los los..adivinos el sueño de la reina y los supuestos agüeros ya descritos, la guerra a que secretamente aguero~ de los perros locuaces y de los pájaros re­ te aprestas ha de serte funesta. fractarios. Y aun de la máscara de nuestro llorado Tezozómoc. TECÓNAL: Los sacerdotes parecensabermás que yo. De haber ADIVINO: aquí algún asomo de guerra próxima, yo sería el ¿y con quién iba a consultarlo sino con ellos? primero en saberlo. TECÓNAL: ADIVINO: Es obvio. Con el Rey. ¿Dudas de su sapiencia? CHALCHIUHNENETZIN: TECÓNAL: No en sus terrenos, sí en los míos. De otro modo, yo Es lo que hemos venido a hacer, enúltima instancia. (A Moquíhuix.) Ahora ya lo sabes todo. Decide. sería sacerdote o adivino y ellos ministros.

37 36 MOQUÍHUIX: CHALCIDUHNENETZIN: ¿Decidir? ¿Qué? (Irónica.) No me sorprende mucho que lo hayas CHALCIllUHNENETZIN: olvidado. Pero tú mismo dispusiste que yo asistiera, Sí, a pesar de todas estas claras advertencias del sola, en representación de los dos, al bautizo de más allá, lanzarás a tu pueblo a una guerra contra mi sobrino, que nace en estos días. mi hermano. MOQUÍI-IUIX: TECÓNAL: ¡Ah, sí, sí, claro! Con tanto asunto... (Conciliador.) Nadie piensa en la guerra, mi se~ora, CHALCIDUHNENET ZIN: créame. Han venido unos embajadores, es CIerto; (Seca.) ¿Puedo pues, partir? piden el castigo de una infracción, a que estamos anuentes; y proponen una alianza para el progreso MOQUÍHUIX: simultáneo de Tenochtitlan y Tlatelolco; un plan ¿Cuándo? de acción conjunta que iría ramificándose hacia los CHALCHIUI-INENETZIN: vecinos subdesarrollados, para estimularlos..a la (Term inan te.) Mañana mismo. producción; un plan, debo deci~lo, c.uya complejidad nos fuerza a analizarlo, a medir cuidadosamente la MOQUÍHUIX: viabilidad de la cooperación que en él se nos. .. (Consultando a Tecónal con la mirada.) Pues... i señala. Pero eso es todo! Nadie piensa en la TECÓNAL: guerra... (Obsequioso.) El Rey ha dispuesto ya los regalos que CHALCHIUHNENETZIN: envía a su querido hermano Axayácatl, con sus (AMoqw'huix.)lPuedogarantizarse, 1oanu .hermano.? parabienes. Un séquito conveniente escoltará a vuestra majestad. ¿Al amanecer? MOQUÍHUIX: ¿Tú? ¿y tú a cuenta de qué? CHALCHIUHNENETZIN: Sí. TECÓNAL: TECÓNAL: (Superior.) Las negociaciones se han iniciado ya, mi señora, por los conductos competentes. Todo estará a punto, mi señora. (Se inclina. Bajo.) Vas a pagarlo muy caro, Moquíhuix. CHALCIllUHNENETZIN: Es que yo tengo que ir a México en estos días. Chalchiuhnenetzin sale, seguida por el adivino. MOQUÍHUIX: MOQUÍHUIX: ¡Puf! ¡Qué monserga! (Arroja las flores, que ha sos­ (Sorprendido.) ¿A México, tú? ¿y con permiso de tenido cerca de su nariz.) ¡Ojalá la asaltaran por el quién? camino, o se quedara en Tenochtitlan!

38 39 MOQUÍHUIX: TECÓNAL: , (Escéptico.) El camino es muy seguro. Despues ~~l ¿Si? incidente de los cadetes hemos redoblado la VIgI­ TECÓNAL: lancia. Lo vigilamos en cooperativa. (Iluminado.) Que sea la propia reina quien lleve a Axayácatl tu respuesta a su memorándum. Que la MOQUÍlillIX: . ¿y es cierto eso de los regalos? Yo había olvIdado nombres embajadora extraordinaria para las fies­ por completo lo del tal sobrinito. tas reales del bautismo del heredero de Axayácatl. Así conviertes en asunto de Estado el que de otro TECÓNAL: modo no iba a ser más que una visita de cuñados. (Superior.) Yo me ocupo de los regalos- A los tenochca les encantan nuestros cueros curtidos. MOQUÍHUIX: ¡Pero cómo! ¿Una mujer, embajadora? MOQUÍlillIX: TECÓNAL: Así huelen. (Explícito.) No una mujer cualquiera: tu esposa. TECÓNAL: Sentarás así un precedente revolucionario de má­ Ellos los perfuman después. xima importancia política. Chalchiuhnenetzin será la Primera dama de Tlatelolco: la que a falta de MOQUÍlillIX: ¡Si ya estuviéramos listos para ~a guerra, lo que yo hijos propios vela por los ajenos, y auxilia a su real le enviaría a Axayácatl es el betun para los muertos marido a tan inteligente punto que éste no vacila en confiar a su tacto la exposición oficial de sus mo­ y las insignias funerales! tivos para disentir de la cuantía del tributo que pide TECÓNAL: . el rey de México. Ella misma, ¿recuerdas?, te pre­ Pero todo a su tiempo. Ahora conviene congraclar- guntó si le podía garantizar a su hermano que no nos con ellos y evitar, si es posible, la guerra. No quieres la guerra. contamos aún con un ejército. MOQUÍHUIX: MOQUÍlillIX: . .... ? Sí; se atrevió a preguntármelo. ¿Tú crees en los agüeros? (,En lo que dIJO el adivinot TECÓNAL: TECÓNAL: , (Insinuante.) ¿Qué cuesta complacerla? Y si es Si habló la máscara de tu abuelo Tezozomoc... ella misma quien lleva tu respuesta, Axayácatl creerá más en tus palabras, avaladas por la voz de MOQUÍlillIX: Es lo que me inquieta. su hermana. TECÓNAL: _ MOQUÍHUIX: Él fue siempre sabio. Ciento ochenta anos. Ahora (Estalla.) ¡Pero es que yo sí quiero la guerra! ¡y ha de serlo más. (Rápido.) Se me ocurre una cosa. detesto a Axayácatl, y a su hedionda hermana, y a

40 41 la anciana de su mujer! Es m ás: ni siquiera creo TECÓNAL: que vaya a dar a luz. ¡Yana está en edad! iEn cualquier gancho te atoras Rey' iYa I TECÓNAL: est as totonacas! ,. veras a Cosas veredes. . . Si ya lo han anun ciado oficial­ MOQUÍHUIX: mente... Te creo; pero otro día... MOQUÍHUIX: TECÓNAL: (Se apaga.) Uno es distinto. A cualquier edad pue­ Veré que no se vaya con la reina. ¿Te gusta de veras de... más o menos... Pero illancuéitl! ¿Qué tiempo mucho? llevan casados? MOQUÍHUIX: TECÓNAL: Para un rato. (Reflexiona.) Pues si es la misma... ídesde el rei­ nado de Acamapichtli! No puede ser. Llevará el TECÓNAL: mismo nombre, pero ha de ser otra. Mayor que Esta noche, pues. el Rey, eso sÍ. MOQUÍHUIX: MOQUÍHUIX: Eso es. ¿Qué hiciste con los embajadores de Ahí tienes. Y Axayácatl ya no se cuece de un hervor. Axayácatl? Me late que aquí hay algo chueca. TECÓNAL: TECÓNAL: Loslal.ojé en mi casa chica, después del banquete de Pronto lo sabremos. Eso no es lo importante ahora. Re aciones. Pido tu venia para retirarme a concluir la respuesta MOQUÍHUIX: y disponer los regalos y el viaje de la reina y su séquito Y su nombramiento de emb aja dor a . Te ¿Bien... acompañados? traeré los papeles a firmar esta misma noche. TECÓNAL: MOQUÍHUIX: A su medida. Son viejos los cinco. Les mandé di muchachas. iez ¿Esta noche? ¿y las totonacas? MOQUÍHUIX: TECÓNAL: Un poco antes: mientras te bañas y preparas. Ellas iDiez! ¿No es mucho para ellos? estarán listas. TECÓNAL: MOQUÍHUIX: No creo. Son de segunda mano. ¿Te fijaste en... cómo se llama? ¿Tomahuazintli? MOQUÍHUIX: ¡Está muy buena! ¿Ya no había nuevas?

42 43 XOCHIHUETZI: TECÓNAL: Así parece. (Se acerca a la puerta, escucha. Vuelve.) Es que no llegarán a comprobarlo. Pobre reina. A su edad... MOQUÍHUIX: XOCHICHIHUA: ¡Eres un genio! ¿Qué haría yo sin ti? Si vencemos ¡Quiénlo hubiera dicho! ¿Tú le notaste el embarazo? a los tenochca. .. Cuando gobernemos a México te Yana; nada. haré mi. .. ¿Qué puesto tiene Tlacaélel? XOCHIHUETZI: TECÓNAL: Yo,. la verdad, no me fijé. Siempre usa unos quex­ Cihuacóatl, la serpiente hembra. quemetl tan anchos que qué va uno a saber. De que ya era tiempo, eso sí. Diez años de casados y nada MOQUÍHUIX: hasta ahora. ' Te haré mi Cihuacóatl. XOCHICHIHUA: Pues a ver si ya, de una vez. ¿Me esperas aquí? Telón (Recoge su olla.) Vaya calentar esta agua. XOCHlHUETZI: Segundo cuadro (La toca, se quema.) ¡Pero si está hirviendo! XOCHICHlHUA: Antecámara de la reina Ilancuéitl. Una puerta cil Pues ya ves que la quiere más caliente. Irán a cocer centro, por la que sale una vieja dama (Chicomexó• al coconete. chitl) a tiempo que entran de la derecha otras dos (Xochichihua y Xochihuetzi), de prisa, con sendas XOCHIHUETZI: ollas de agua caliente. Las detiene antes de la puerta Ya nacen cocidos, tonta. Déj ala aquí. (Xochichihua la deja a la puerta.) No me dejes sola. Me ponen con su primera frase. m,:y nerviosa estas cosas. Me acuerdo cuando por CI-IICOMEXÓCHITL: prImera vez... No, no entréis. Dadme el agua. (Le dan una olla, XOCHICHlHUA: la palpa, la deja en el umbral; toca con la mano la ¡Si ni es tan difícil! Yeso que el mío venía al revés. otra.) Esta está fría. Se necesita muy caliente. (La dama que la traía hace un falso mutis.) Pero no Pero la partera lo enderezó, invocó a Quilaztli y a urge tanto. Con esta basta. Esperad aquí. (Entra Yoaltícitl, me metió en un temazcalli caliente... con la primera olla y cierra la puerta.) XOCHlHUETZI: A mí me dieron cihuapactli molido. Ayuda mucho XOCHICHIHUA: a la expulsión. (Confidencial.) ¿Crees que ahora sí? 45 44 c m COMEXÓCHITL: xocmCHlHUA: La partera está haciendo las invocaciones pertinen­ A mí no me hizo efecto. Tambiénme dieron esa raíz, tes. Ya es cosa de un momento, espero. pero ni así se enderezaba el muchacho, ni salía. Ya me veía yo ingresar entre las cihuapipiltin. XOCHICHl HUA: ¿No podemos oírla? Es de muy buen agüero. xocmHUETZI: Querrás decir mocihuaquetzqui. CHICOMEXÓCHITL: Acercaos, pues. Escuchad. xocmcmHUA: VOZ DE LA PARTERA: Esas... las que mueren de parto. (Grabada .) Aquí estáis pres entes, señores y seño­ XOCHlHUETZI: ras, y aquí se ha juntado nuestro señor, que rige Son sagradas, pero ilagarto! todo el mund?; aquí estáis, viejos y viejas, padres y madres y parIe.ntes de estas piedras preciosas y de XOCHICHTI-IUA: e~tas plumas ricas, que han nacido y tenido princi­ Lo que lo arregló todo fue un pedacito de cola de pIO de vuestras personas, como la espina del árbol tlacuatzin molida. Con eso, como purga. como los cabellos de la , y como las uñas de los dedos, y como los pelo s de las cejas de la carne XOCHlHUETZI: que están sobre el ojo... IAy, pero a qué sabrá! Chicomexóchitl cierra la puerta. Ya no se escucha XOCHICHIHUA: la voz. En esos momentos ni cuenta te das. Y es magnífico, te lo recomiendo. Después me contó la partera que xocmCHlHUA: una vez un perro, a hurto, comió un tlacuatzin yen ¿Hay mucha gente adentro? seguida echó por el sieso todas las y todos los Cm COMEXÓCHITL: hígados, que no le quedó nada en el cuerpo. No. Nadie. Es decir: la partera y yo. Abre la puerta Chicomexóchitl. Toca la olla que XOCHIHUETZI: había dejado la Dama 1. Pero entonces... CHICOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: Así está buena. (Se la lleva, cierra la puerta. Xochi- Son palabras rituales. (Entra y cierra la puerta.) chihua y Xochihuetzi se miran. Vuelve a asomar Chicomexóchitl.) No os retiréis de aquí. Y que nadie XOCHICHlHUA: se acerque. Absolutamente nadie. ¡Qué extraño! il.Jn parto real, clandestino! XOCHlHUETZI: XOCHlHUETZI: ¿y si el Rey viene? ¿Hemos de impedirle la entrada? ¿Ya, mi señora? 47 46 XOCHICHIHUA: TI.ACAÉLEL: Pues ya lo oíste. Nadie puede pasar. Pero ~l Rey no (En t ra n d o.) IAh! (Se d et iene al verlas.) IMuy vendrá. Ha ido hasta la Lagunilla, a recibir' a su señ or as mías! hermana, que viene desde Tlatelolco. XOCHICHl HUA y XOCHlHUETZI: XOCHlHUETZI: (Reveren tes.) ¡Señor nuestro! ¿Chalchiuhnenetzin? ¿Viene con su marido? TLACAÉLEL: XOCHICHIlIUA: Sois damas de la reina, supon go. Creo que sola. No se llevan muy bien. Ella tampoco XOCHI CHlHUA: ha tenido hijos. (Humilde.) Así es, señor. XOCHIHUETZI: TLACAÉLEL: No, ¿verdad? Ha de ser culpa de ella. 0 , a lo mejo~, No me acostumbro a los modernismos e innovacio­ es cosa de familia. Ya ves Axayácatllo que tardo. nes de Axayácatl. ¡Cu ándo, en mis ti empos, ni Iz­ Porque el Moquíhuix es bastante laborioso al cóa t l ni Huehue Moctezuma ib an a t ener a su respecto. se rvicio, en palacio, a mujeres!. .. (Seco.) Perdona­ reis que no os conozca. XOCHICHlHUA: ¿y tú como lo sabes? XOCHI CHlHUA: Por supuesto, señor. XOCHlHUETZI: il,o sabe todo el mundo! Ti ene pochtecas - m e lo ha TLACAÉLEL: contado mi marido- que le reclutan gordas por ¡Guerreros, hombres! iEn toda ocasión y en todo todos los pueblos. Los cueros que tan pulidamente empleo! La mujer, al metate o al m al acate. °sobre curten en Tlatelolco los truecan por ellas. Así que el petate. En fin, allá él. Yo soy... no se explica cómo la reina no ha. .. XOCHl HUETZI: VOZ DE TLACAÉLEL: (Lauda toria.) Huey Oquiztli, el Cihuacóatl: el gran­ (Cercana .) ¿Es por aquí? ¿Nació ya mi nieto? de, el valeroso, inmortal Tlacaélel. XOCHICHIHUA: TLACAÉLEL: (Asustada.) ¡Es Tlacaélel! (S atisfecho.) ¡y he venido a conocer a mi nieto! iA mi pluma rica! ¡A la uña de mis dedos! ¿Está aqui XOCHlHUETZI: adentro? (Se dirige a la puerta.) (Alarmada.) i'I'lacaélel! ¿y si quiere entrar? Las Damas corren a impedirle la en trada . XOCHICHlHUA: Pues ya lo oíste. Órdenes son órdenes. Nadie puede XOCHICHIHUA: entrar. (Se apostan en guardia a la puerta.) No ha nacido aún, señor.

48 49 TLACAÉLEL: XOCHIHUETZI: ¿No? Yo sí. Dos veces. XOCHIHUETZI: TLACAÉLEL: Es cosa de un momento. Pero la reina no está aún Ya ~ lo sabía de memoria. Pero empieza a fallar­ visible. La parteray la señora Chicomexóchitl están me. 1 o son pocos mis noventa años! con ella. Pero nadie más puede entrar.. . ahora. XOCHICffiHUA: TLACAÉLEL: Muy bien llevados, señor. Bien, bien. Aguardaré (Seco.) en tan grata compa­ ñía. Digo, si no molesto.. . TLACAÉLEL: Aprecio el cumplido, hija y nieta. ¿Te llamas...? XOCHICHIHUA: (Halagüeña.) ¡Qué ocurrencia! No es frecuente el x OCm CIDHUA: honor que nos depara el privilegio de esta casual Xochichihua, señor. reunión. Hablarcon nada menos que el constructor TLACAÉLEL: del imperio mexicano, nosotras que somos pobres ¿y tú? mujeres, ignorantes y zafias... XOCHIHUETZI: TLACAÉLEL: Xochihuetzi. ¡Sabias, no zafias! En náhuatl no tenemos la letra F. TLACAÉLEL: XOCHIHUETZI: ¿Gemelas? (Rápida.) Ni tampoco la B. XOCHIc m HUA: TLACAÉLEL: Tocayas. iBien observado! (Ríe. Transición.) Yo tengo que pronunciarun discurso, el de bienvenida a mi nieto, TLACAÉLEL: en cuanto nazca. Por much?s ~ños. Pues bien... Om exóchitl me XOCHICHlHUA: resulta mas comodo. ¿De qué hablábamos? Nos encantará oírlo. XOCHICHIHUA: TLACAÉLEL: De vuestro discurso. Es el mismo de siempre en ocasiones semejantes: TLACAÉLEL: el de ritual. ¿Cuál discurso? XOCHICHlHUA: XOCHlHUETZI: Yo nunca lo he escuchado. El de bienvenida a vuestro real nieto.

50 51 TLACAÉLEL: han hecho de vaciadizo, como una cuenta de oro' ¿Nieto? o~ han agujereado como una piedra preciosa mu; Xochichihua m ira a Xochihuetzi desconcertada. r ica y muy labrada vuestro padre y vuestra madre el gran señor y la gran señora y, juntarnenta XOCHIHUETZI: con ellos, nuestro hijo Quetzalcóatl!" ¡El hijo de Axayácatl! Se abre la puerta. Chicomexóchitl anuncia. Se abre la puerta. Aparece Chicomexóchitl. Solemne. CHICOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: ¡Ha nacido el segundo hijo de Axayácatl! (Y cierra il-Ia nacido el hijo de Axayácatl! ¡El primer hijo de la puerta.) Axayácatl! (Cierra la puerta tras de sí.) XOCHlIflJETZI: TLACAÉLEL: ¡Otro! iAhl IYa ha nacido! Escuchad. (Se dispone a perorar. TLACAÉLEL: Reflexiona.) Pero no. La costumbre es que se pro­ nuncie el discurso frente al recién nacido. ¡No me ¿Qué ha dicho? ¿Por qu é me ha interrumpido? gusta este modernismo de clínica! ¿Por qué cierra XOCHICHIHUA: la puerta? ¡Ninguna puerta en el imperio se ha iInterrumpido! ¿No había acabado? cerrado nunca ante Tlacaélel sin que su puño TLACAÉLEL: la derribe! (Se calma.) Pero, claro, ahora no es cosa de echarla abajo. Iba en el exordio. Ha dicho qu e. .. íotro hijo! ¡Otro nieto! XOCHlHUETZI: XOCHlIflJETZI: Di aquí tu discurso, señor. (A Xochichihua.) Es pre­ cioso, ya verás. Parece de Nezahualcóyotl. (A Tla­ Sigue, señor. La línea era .. . "nuestro hijo Quet­ zalcóatl". caélel.) Te servirá de ensayo de líneas. Luego, se lo repites al nieto. TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: No, no. Hayque empezar de nuevo. y emplear ahora No es mala idea. Bien. Aquí va. (Se limpia la gar­ plurales. Nietos míos, plumas, piedras, uñas... ganta, declama.) "¡Oh nieto mío y señor mío, per­ XOCHICHIHUA: sona de gran valory de gran precio y de gran estima, No será difícil. oh piedra preciosa, oh esmeralda, oh zafiro, oh plu­ maje rico, cabello y uña de alta generación! ¡Seáis TLACAÉLEL: muybienvenido, seáis muy bien llegado; habéis sido No, no. Que hable otro t latoani. formado en el lugar más alto, donde habitan los dos XOCHIIflJETZI: supremos dioses, que es sobre los nueve cielos. Os No hay otro a mano.

52 53 TLACAÉLEL: VOZ DE LA PARTERA: Yo cité aquí a uno. Debe de andar por ahí. Hijos míos muy amados y muy tiernos, catad aquí la doctrina que nos dejaron nuestro señor Yoalte­ Se abre la puerta. Chicomexóchitl anuncia. cuhtli y la señora Yoaltícitl, vuestros padres y CHICOMEXÓCHITL: madres; de en medio de vosotros corto vuestro Han nacido otros dos hijos de Axayácatl. (Y cierra ombligo. (Chillido.) Sabed y entended que no es aquí la puerta.) vuestra casa donde habéis nacido, porque sois sol­ dados y criados, sois aves que llaman quecholli, sois XOCHICHlHUA: aves que llaman zaquan, que sois aves y soldados ¡Cuatro! del que está en todas partes... (Con voz contrasta­ XOCHIHUETZI: da.) ¡Otros tres! ¡Cuatro! Aumentan los chillidos. Chicomexóchitl entra pre­ TLACAÉLEL: surosa y cierra la puerta. ¿De qué os asombráis? Yo he procreado ochenta y tres... hasta ahora. Y Axayácatl es de mi estirpe. XOCHICHlHUA: Es cosa nunca vista ni oída. XOCHICHIHUA: Pero procrear no es lo mismo. ¡Pobre señora! TLACAÉLEL: Tres, y cuatro, siete. Tenochtitlan no ha tenido TLACAÉLEL: tantos reyes. Axayácatl es apenas el sexto. Si me Esto tiene el Rey que saberlo. En seguida. Los sa­ cuentan a mí. .. crificios a Tlazoltéotl han dado su fruto. Yo los dis­ puse. Dos mil niños ofrecidos a Chalchiuht1icue. No XOCHlHUETZI: me podía fallar. ¡Que llamen a Axayácatl! ¿No necesitarán más agua caliente? XOCHIHUETZI: XOCHICHIHUA: (Va a la puerta derecha. A los guardias, que no se Hay otra entrada, la de servicio. La han de estar ven.) ¡Que llamen al Rey! (Voces alternas que surtiendo por ella, sino que ésta es electropura. Esa se alejan.) "¡Que llamen al Rey!" es la puerta de honor. Chicomexóchitl abre la puerta del centro. Se escucha un huéhuetllejano. CHICOMEXÓCHITL: ISilencio! Escuchad. (Tlacaélel y las Damas TLACAÉLEL: escuchan.) Ya viene Axayácatl. Llega la voz grabada de la partera, mezclada con XOCHlHUETZI: llanto de niños recién nacidos. ¿Es él?

54 55 TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: Es nuestro sistema de se ñ ales . (Escucha. S e oyen iMi sobrina bienamada, flor olorosa! toques telegráficos en huéhuetl.) Viene con mi nieta y sobrina. (Toques.) Ya entr a en Palacio. XOCHICHIHUA: (A Axayácatl.) Perdón, señor. La reina no puede aún Se abre la puerta. Chicomexóchitl anuncia. recibiros. CHICOMEXÓCHITL: CHALCHIUHNENET ZIN: ¡y ahora dos niñas! (A Tlacaélel.) ¡Abuelo mío!

Por la puerta se oye la voz grabada de la partera. AXAYÁCATL: ¿No ha terminado? Me dijeron... VOZ DE LA PARTERA: Seáis muy bienvenidas, hijas mías; gozámonos con TLACAÉLEL: vuestra llegada, muy am adas doncell as, piedras (Yendo a él.) Debe de hallarse muy fatigada. Han preciosas, plumaje ri co, cosa muy estimada... sido... ¿cuántos? Chicomexóchitl cierra la puerta. XOCHIHUET ZI: Nueve, hasta ahora. XOCHICHIHUA: Van... Inueve! CHALCHIUHNENET ZIN: ¡Nueve! Es un trastorno. No he traído regalos más Un toque marcial de caracol. Entra Axayácatl, se­ que para uno o dos. i'I'endr équ e enviar por más! guido por Chalchiuhnenetzin. Xochichihua y Xochi­ huetzi se postran. Tlacaélel se adelanta a recibir a AXAYÁCATL: Axayácatl. Chalchiuhnenetzin entra en segundo lugar No te preocupes por eso. (A las Damasya Tlacaélel.) y las Damas cruzan a recibirla mientras Tlacaélel Ilancuéitl fue siempre muy conside rada con mis abraza a Axayácatl. Al llegarjunto a ella, retroceden. nervios. Y excepcionalmente pudorosa. Comprendo Le ha dado el golpe. que no me quiera impresionar con el es pectáculo de su empol1amiento de águilas. Vamos a Palacio, TLACAÉLEL: abuelo. (A las Damas.) Volveré cu ando sea oportu­ ¡Hijo y señor mío! ¡Padre venturoso! iLloro, vierto no. (A Chalchiuhnenetzin.) Si tú quieres qu edarte copiosas lágrimas de cumplida felicidad! aquí... Estas señoras te acompañarán. AXAYÁCATL: CHALCHIUHNENETZIN: iEnjúgalas, anciano! Como tú mandes. Pero tengo que hablarte... Cruza hacia la puerta. Tlacaélel va a saludar a AXAYÁCATL: Chalchiuhnenetzin. Las Damas corren a impedir la Te aguardo en Palacio. Comerás conmigo. (Confi­ entrada del Rey. dencial.) Te mandé hacer nacatamalli. ..

56 57 CHALCHIUHNENETZIN: TLACAÉLEL: ilvlagnifico! ¡Me encantan! mía venturoso! mía luminoso! ¡Guerr a a los tlate­ lolcas! iA los hijos cenagosos del Tezozómoc cu ya AXAYÁCATL: entr añ a caduca ar ranqué con m is propias manos! Lo sé . Y allá no h ay de eso ... mía en que te h an nacido n u eve águi las, nueve tigres, nueve obsidianas afi ladas, nueve macanas! CHALCIDUHNENETZIN: No. Pato, pato todos los días . Llega a hastiarte. Se abre la puerta. Asoma Chicomexóchitl. CHICOMEXÓCHITL: TLACAÉLEL: ¡Ha nacido el décimo h ijo de Axayácatl! ¡Pero me asombra tu sangre fría ! iNueve hijos de un golpe! Cuando por años has es perado al primo­ AXAYÁCATL: génito, iy en lo que piensas es en comer en Avísenme cuando complete la docena. familia o en irte a Palacio a acordar conmigo! Sale, seguido por su cortejo, mien tras cae el AXAYÁCATL: Teló n La patria es primero, Tl acaélel. Bien lo sabes. Tú mismo muchas veces lo has dicho.Cada cu al a lo suyo. Nuestra tarea no se cumple en la cama.

TLACAÉLEL: No se cumple, pe ro ...

AXAYÁCATL: Te gustará saber lo que he decidido. Es más de tu ramo qu e la maternidad. Tu consejo me es necesario y urgente. ¡He decidido declarar la guerra a Moquíhuix! CHALCHIUHNENETZIN: ¡Qué escucho! ¡Guerra!

AXAYÁCATL: ¡Guerra, sí! iHuitzilopochtli la reclama! iSe acabó la convivencia pacífica! iNada de guerra fría! iHa sonado para Tenochtitlan la hora de redimir a los popolocas!

58 59 I I ACTO SEGUNDO

1I

Primer cuadro

El cu a r t e l general d e Axayácatl. Por la Lagunilla. Las cuatro de la mañana. Entra Axayácatl seguido por Tlacaélel. Los escoltan tres generales: T epecócatl, Calcimehuateuctli y Cocipantli. AXAYÁCATL: ¿Todo está, pues, a punto? TEPECÓCATL: Como tú lo mandaste. Los guerreros de Cuepopan y de Aztacalco-milde cada barrio-salieron desde anoche a instalarse camuflados en los carrizales previstos. Al sonar el huéhuetl, ya con luz, los de Moyotlan, con estandartes y armas descubiertas, avanzarán al centro de los dos batallones ocul­ tos, para provocar el ataque de los tlatelolcas. Se trabará el comb at e lo más adelante posible. Los de Moyotlan fingirán una retirada que interne a sus perseguidores en la trampa de los de Cuepopan y Aztacalco. Una vez dentro de esta trampa, los exterminaremos. CALClMEHUATEUCTLI: y entraremos en Tlatelolco. TLACAÉLEL: ¡Yo el primero! Cocipantli. ..

61 l'

'OC1P ANTLI: TEPECÓCATL: ¿Señ or? Es natural, señor. Se h a engreído con su trabajo. TLACAÉLEL: AXAYÁCATL: Tú me acompañarás al templo. Mientras Axayácatl Se com pren de . Lleva ya más de un siglo -de los se apodera del tecpan, dispondremos lo necesario nues tros- de estar así de bien parado y en el can­ para el sacrificio de los cautivos. delero con los reyes. TEPECÓCATL: TEPECÓCATL: No van a quedar muchos. ¿Tanto, señor? TLACAÉLEL: AXAYÁCATL: Es preciso que queden. Mis fuerzas ya no m e per­ Nomás haz cuentas: comenzó con Izcóatl en 1427, miten participar en la batalla. Reclamo, sin embar­ un periodo de trece años; sigu ió con Huehue Moc­ go, el derecho a ser yo, el Cihuacóatl, quien mande tezuma de 1440 a 69, veintinueve años más. Y ahora al Mictlan al mayor número posible de tlat~lolcas. está conmigo desde que me coronaron . .. Siempre ha sido así. Cuando la guerra con los TEPECÓCATL: cuextecas... Pues es verdad... Pero es que a él le debemos... AXAYÁCATL: las ideas más revolucionarias: el verdadero ideario (Cortan te.) Lo sabemos, Tlacaélel. de la Revolución. Por ejem plo, lo de que se volviera a escribir la Historia del imperio. Hizo quemar TLACAÉLEL: todos los códices. Una idea gen ia l. Y la del text o Pues así ha de ser. Si empre. Cogerlos vivos y um co. entregármelos. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Sí, sí. Y su consejo sigue siendo va lioso. Pero no se Perfectamente. Así se hará. está quieto. Lo m andé al Papalo apan y ya es tá aqu í TLACAÉLEL: de nuevo. En fin: acércate,Cal cimehuat euctli. .. Cocipantli. .. CALClMEHUATEUCTLI: COCIPANTLI: A la orden. ¿Señor? AXAYÁCATL: TLACAÉLEL: ¿Cuál es la contribución de nuestros a liados de Acompáñame. (A Axayácatl.) Voy a... (Se entiende Tezcoco y Tlacopan? que al baño. Salen Tlacaélel y Cocipan tli.) CALClMEHUATEUCTLI: AXAYÁCATL: Los de Tlacopan enviaron fuerzas que he reservado Está peor cada vez. ¡y no quiere jubilarse! para el último ataqu e, si llega a ser preciso. Con

62 63 perdón tuyo, no confío mucho ni en su pericia ni en AXAyÁCATL: su lealtad. Recuerda que son tepanecas, parientes (Trata de recordar.) Me suena. .. me suena... Creo de Moquíhuix. que. .. En fin... AXAyÁCATL: TLACAÉLEL: ¿y los de Tezcoco? (Entrando.) ilIijo y sobrino! ¡Estoy orgulloso de ti! La serena sagacidad con que el labio mismo de la CALClMEHUATEUCTLI: guerra florida te informa de sus preparativos baña Nezahualcóyotl en persona los m anda. Son otros de lágrimas mis ojos cansados. dos mil. Están ya al acecho, desde ayer, por el ala oriente. Nezahualcóyotl ha empe zado a escribir un AXAyÁCATL: Gracias, abuelo y tío. (A Cal cimehuateuctli y Tepe- poema épico que se propone recitar cuando entre­ mos en Tlatelolco. cócatl.) Bien. TEPECÓCATL: AXAyÁCATL: ¿Otras órdenes? No creo que haya tiempo para veladas literarias. AXAyÁCATL: CALClMEHUATEUCTLI: Ninguna más. Aguardar la s primeras lu ces, y que Yo tampoco; pero no hay que contrariar1o. Dice que el plan se ponga en marcha. Yo daré la señal de necesitamos legar a la posteridad un poema épico: ataque con mi t amborc illo de oro. que todos los pueblos así empiezan su literatura, y que ésta es la ocasión de escribirlo. Lo ha comen­ LOS DOS GENERALES: Nos retiramos, pues. (Saludan y salen.) zado ya. TLACAÉLEL: AXAyÁCATL: y ahora que estamos solos, Axayácatl, ¿m e explica- ¿Antes que la guerra? ¿Tú lo conoces? rás la indiferencia desconcertante con que recibiste CALClMEHUATEUCTLI: la nueva de tu esperada e inesperadamente múlti­ ple paternidad? Tengo, más qu e n adie, como Cihua­ Me leyó el principio. La primera rapsodia. cóatl y como abuelo, derecho a conocer las razones AXAyÁCATL: de tu sorprendente conducta. ¿Es buena? ¿Habla de mí? AXAyÁCATL: No es momento de confidencias, abuelo . Luego te CALClMEHUATEUCTLI: cuento. Con tu nombre empieza. Dice: "Cant a, ioh musa!, la cólera del divino Axayácatl; cólera funesta que TLACAÉLEL: causó infinitos males a los tlatelolcas..." Por ahí ¡Diez hijos de un golpe y tú tan fresco! ¿No crees va. No recuerdo más. que Ilancuéitl merecía parabienes, festejos; una

64 65 visita tuya, conocer a tus hijos, antes de dejar la AXAYÁCATL: ciudad? Por urgente que sea esta guerra... No. Y hablemos del gallo, ya que lo traes a cuenta. AXAYÁCATL: Entre los gallos y los nahuas bien sabes que es an­ tigua la cuerda costumbre de que el varón disponga Abuelo, los años han diluido tu perspicacia. No creí de un amplio surtido de ponedoras adicionales necesario explicarte a ti, Cihuacóatl, padre de a quienes h acerles la rueda y pisarlas aquí y allá, ochenta y tres hijos... conforme lo apetezca. TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: Hasta ahora. Costumbre excelente. Yo, en mis tiempos, llegué a pisar, un día con otro, hasta a trescientas concubi­ AXAYÁCATL: nas. i'I'iempoe aquéllos! Padre de ochenta y tres hijos hasta ahora, lo que has sabido siempre: que Ilancuéitl es estéril. AXAYÁCATL: ¿Qué tiene, pues, de extraño, más que de fortuito, TLACAÉLEL: que los huevos de diez totolas le sean reunidos a iEstéril! iY expide diez hijos! empollar a aquella que no tuvo la suerte de emitir uno solo propio? AXAYÁCATL: TLACAÉLEL: Quizá deba explicártelo mediante el rodeo de una Quieres decir... metáfora: ¿puede negarse que una guajolota vieja, que efunde la fiebre periódica de su instinto mater­ AXAYÁCATL: no sobre un nido de huevos numerosos, sea la madre Que Ilancuéitl no los puso; se redujo a incubarlos. de los totolli convocados por su temperatura? Mis huevos.

TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: Pero entonces... iDéjate de metáforas! iMi sobrina ¡Claro que no puede negarse! Pero ¿a qué viene este no es una guajolota! símil avícola? ¿Es porque yo llamé águilas a tus hijos? Es costumbre nuestra darles tal nombre. AXAYÁCATL: Es bien sencillo. Ni tú ni nadie tenía por qué saberlo; AXAYÁCATL: pero en vista de su comprobada esterilidad, Ilan­ Pero supón que sabes bien, como bien lo sabemos cuéitl sufría y se angustiaba. Desde un principio no tú y yo desde hace mucho, que la guajolota clueca ignoró mis otros detalles; tú sabes: las doncellas que no ha puesto nunca un huevo. los serviciales señores mexicanos se ofrecieron cor­ teses a proporcionarme cuando me coronaron: sus TLACAÉLEL: mejores productos. La reina lo sabía y aun lo pro­ ¿Es que vive sin gallo? piciaba. Sólo una cosa me pidió.

66 67 TLACAÉLEL: AXAYÁCATL: Que el muy imbécil se trajo a todos los que parieron ¿Que no lo hicieras público? ¡Pero si es de rutina! mis concubinas ese día. Nueve. Una tuvo cuates. iY no es ninguna afrenta! iLe hemos enviado todo unbatallón de cihuapipiltin AXAyÁCATL: a Huitzilopochtli! Me pidió esta sola cosa, conmovedora realmente: que cuando alguna de mis concubinas, pasados cin­ TLACAÉLEL: co años, tuviera un hijo, después de matar a la ma­ Pero ¿no le advertiste? dre se lo llevaran a ella a su cama; Ilancuéitl se AXAYÁCATL: fi.ngiría parida, recibiría los parabienes, habría en­ Claro que se lo dije: "Traeme al que nazca el día viado al Tlalocan a una venturosa cihuapipiltin y ocho conejo". Ese debía ser el de Iztacxóchitl. iCómo desmentiría la humillante reputación de su esteri­ iba yo a suponer que cumpliera mis órdenes tan al lidad. Yo encontré razonable su petición. Justa, no­ pie de la letra con todas las demás! ble. Y políticamente útil. Así se aseguraba un heredero legítimo del trono. TLACAÉLEL: IAh, estos cortesanos, si empre pa sándose de listos! TLACAÉLEL: Merece un ~ 9 s t i g o . Hazlo desollar, para que Conmovedor realmente. Pero eso no lo explica todo. aprenda. iDiez al hilo! AXAYÁCATL: AXAyÁCATL: Ya lo mandé buscar. Chalchiuhnenetzin es quien Todo estaba dispuesto para tan conveniente su­ me fue a contar a casa todo este enredo. Se quedó plantación. Iztacxóchitl, mi favorita, me confió allá, ¿recuerdas? Y como iba a ser la madrina, y su preñez; I1ancuéitl se internó. Se hizo pública la ra la tía, Chicomexóchitl le despepitó todos los in~inencia de su fingido parto. Moquíhuix y Chal­ detalles. chiuhnenetzin serían los padrinos. ¡y Epcóatl tenía que venir a meter la pata! TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: Mándala desollar por indiscreta. ¿Epcóatl? ¿Qué tiene ese alcahuete que ver? AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Y no es eso lo peor. A él.lo designé para que recogiera al niño, en cuanto TLACAÉLEL: naciera, y lo entregara por la puerta secreta a su ¿Hay más? mujer, Chicomexóchitl, dama de compañía de la reina. AXAYÁCATL: Chalchiuhnenetzin tampoco ha tenido hijos, por TLACAÉLEL: otras razones. iY ahora me sale con que por qué no ¿Y...? 69 68 repetimos con ella el tr uc o! ¡Que así se evitaría la AXAYÁCATL: guerra! Tócalo, abuelo. TLACAÉLEL: T lacaélel lo toca, encantado. Entra Epcóatl cus­ ¡Ah, no! ¡Ni un paso atr ás! iDe ninguna manera! Yo todiado. no sé por qué es esta guerra. Pero es una guerra, TLACAÉLEL: iy hay que ganarla! ¡Este es el cretino! ¿Qué vas a hacerle? AXAyÁCATL: AXAYÁCATL: Tran quilízat e; tendrás tu guerr a. Y Chalchiuhne­ Y bien, imbécil, ¿qué tienes que decirme? net zin n o volve rá a Tlatelolco. Tengo otros planes par a su viudez inminent e. EPCÓATL: H az de mí lo que quieras, Axayác atl. Si excederme TLACAÉLEL: en el cumplimiento de tus órdenes ha sido un a falta, Ya clarea. ¿No es hora de empe zar? castígam e por ello. AXAyÁCATL: AXAYÁCATL: Sí. Toma mi tamborcill o. (Se lo da .) Da tú la señal. i'I'e excediste por nueve! ¿Te parece poco? Tlacaélel sale, feliz. Se oye tocar el tamborcillo. A EPCÓATL: lo lejos contesta un huéhuetl. Se alza un rumor de Todos eran tu s hijos. tropas que se ponen en marcha y dan gritos lejanos. AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: De eso estoy aproximadamente seguro. ¡Pero la rei­ (Entrando.) La batalla h a em pe zado, Axayácatl. n a no es una perra! ¡No podía expeler a diez! ¡Est á fuera de entrenamiento! iCcn uno bastaba! ll.Ino te AXAYÁCATL: dije! ¡y bien claro! Bien. Que prosiga. EPCÓATL: TEPECÓCATL: Mi señ or a la rein a discrepaba de esa opinión . Epcóatl quiere verte. Dice que lo mandaste llamar. TLACAÉLEL: AXAYÁCATL: ¿La reina discrepaba? ¡Que pase! EPCÓATL: S ale el Tepecócatl. Fue idea suya. Me dijo qu e tú estabas de acuerdo en principio.. . TLACAÉLEL: (Regresa.) iDía glorioso! iDéjame seguir tocando el AXAYÁCATL: tambor! ¡Esto me rejuvenece cincuenta y dos años! En princip io y para uno, sí.

70 71 EPCÓATL: TLACAÉLEL: ... y que una módica alteración de los planes no te ¿No tenemos hondas? ¿Macanas? ¿Flechas? molestaría. Que por diez años había esperado un heredero; que era como haber ahorrado, tenerlos COCIPANTLI: ahora de golpe, a uno por año. Y puesto que eran Sí, Cihuacoátl, ipero no leche! todos tuyos... AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: ll.echel Yo era su especie de alcancía; Lee eso? COCIPANTLI: EPCÓATL: El batallón más espeluznante de mujeres en cueros irrumpió entre nosotros. Venían dando alaridos y Más o menos. Tú habías hecho el depósito (los de­ golpeándose las barrigas. Quedamos paralizados de pósitos) en cuentas a su nombre. No había nada de estupor. Y cuando nos tuvieron cerca, ise exprimie­ malo enpasarlos saldos a su cuenta mancomunada. ron las chichis y bañaron nuestras caras con chorros Entra el General Cocipantli. de leche tibia y espesa! COCIPANTLI: AXAYÁCATL: ¡Señor! . ¡El arma secreta! ll.a pompa atomizadora! AXAYÁCATL: COCIPANTLI: ¿Qué sucede? No nos atrevemos a atacarlas, a menos que tú nos lo ordenes. COCIPANTLI: IAlgo horrible, señor! AXAYÁCATL: ¿Dónde están ahora? TLACAÉLEL: ¿Qué pasa? ¿No avanzamos? COCIPANTLI: Portodas partes. Hay lo menos una por cada solda­ COCIPANTLI: do de los nuestros. Y tienen una robusta retaguar­ Conforme al plan, provocamos el ataque de los tla­ dia. ¿Qué hacemos? Esto no entraba en nuestros telolcas al centro de nuestras fuerzas emboscadas, planes. para coparlos. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: ¡Vaya servicio de inteligencia que tenemos! INues­ ¿y no atacaron? tros estrategas debieron preverlo! COCIPANTLI: TLACAELEL: Sí. Y en masa. Pero no les podíamos responder con Pero ilos tlatelolcas!, ilos hombres!; ¿no hay las mismas armas. hombres en Tlatelolco?

72 73 COCIPANTLI: CAPITÁN: Ya la hemos cubierto con lo que pudimos. Dice que N o aparecen . ella no es tlatelolca, sino t enochca. TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: ¡Cobardes! ilvlal n acid os! ¡Patos! ¡Ah, traidora! ¡Le arrancaré el pell ejo! COCIPANTLI: AXAyÁCATL: Nuestros h ombres no se esperaban un desayuno ¡Que pase! t an int empestivo. Sale Cocipantli y el Capitán. AXAyÁCATL: EPCÓATL: ¿Quieres decir que.. .? ¿Puedo retirarme, señor? COCIPANTLI: AXAyÁCATL: Que pasado el primer desconcierto, lo empezaron a ¿Tienes prisa? to m ar a r isa. Y lu ego em pezar on a tomarlo. .. sin r isa. Han depuesto las armas. Los más jóvenes, se EPCÓATL: despojan del uniforme y se dejan perseguir hacia Un encargo m ás de la reina. Tengo que consegu irle las milpas. Es una verdadera desban dada. Desde diez chichihuas lo m ás pronto posible. Como mata­ aquí pued es verlo, se ñ or, por ti mismo. mos a las m adres ... TLACAÉLEL: Axayácatl criiza a ver el fondo. ¿Ves, cretino, lo que has ca usado? AXAyÁCATL: EPCÓATL: (Grita.) ¡No! ¡Eso no! ¡Qué bruta! Perdón, Cihuacóatl. De t odos modos, t enía que haber conseguido a una. TLACAÉLEL: ¿Qué es? ¡No veo ! AXAyÁCATL: No. Aguarda. Tengo una idea. (Epcóatl aguarda a AXAyÁCATL: un lado. Entra Tomahuazintli, empujada porel Ca­ IMontoneras! pitán y cubierta con un tilniatli. S e arroja a los p ies de Axayácatl.) Levántate. CAPITÁN: (Entrando.) Señor, h an ca pturado a una de esas TOMAHUAZINTLI: gordas. Insi ste en verte. ¿Me reconoces, señor? AXAyÁCATL: AXAyÁCATL: ¡Encuerada, no! Nunca te he visto. ¿Debo reconocerte?

74 75 TOMAIruAZINTLI: tengo leche. No es tiempo. Logré escabullirme. Y Fui, en el séquito de tu hermana, a Tlatelolco. Soy aquí estoy. hija de Tecuani. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: ¿y qué pretendes ahora? IAh! ¿Cómo estás pues, aquí y en cueros? TOMAIruAZINTLI: TOMAHUAZINTLI: Revelarte un secreto, señor. Tecónal me revolvió entre las gordas que mandó a la batalla. Moquíhuix había ordenado que todas sus TLACAÉLEL: concubinas integraran el escuadrón de la madru­ ¡No nos interesan tus secretos! iYa son públicos! gada, como le llamaron. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: ¿Acerca de qué? ¿y eras tú concubina suya? TOMAHUAZINTLI: TOMAIruAZINTLI: De Moquíhuix. Apenas partió Chalchiuhnenetzin, los guardias me AXAYÁCATL: llevaron a fuerza a la alcoba de Moquíhuix. Cumplió ¿Qué hay con ese cobarde? su gusto conmigo (y con otras veinte totonacas) y se retiró a descansar, dijo. Prometió volver. Pero no TOMAHUAZINTLI: volvió. Que no está en Tlatelolco y que es inútil que lo busques ahí. TLACAÉLEL: ¡Ese menguado no tiene palabra! AXAYÁCATL: ¿Ha huido? COCIPANTLI: (Entra.) ¡Qué hacemos, señor! TOMAIruAZINTLI: A Tlacopan. Lo tenía preparado desde antes. AXAYÁCATL: ¡Espera! (A Tomahuazintli.) Sigue. AXAYÁCATL: ¿y tú como lo sabes? TOMAIruAZINTLI: En su lugar llegó Tecónal, arreó con todas -tal co­ TOMAHUAZINTLI: mo estábamos- y nos juntó con las demás en la No me abochornes, señor. (Baja la mirada.) Su plaza. Las más gordas fungían como capitanas. De­ ayuda de cámara... visitaba todas las noches mi cían tener órdenes secretas que todas debíamos recamara. obedecer para salvar a la patria en peligro. Lo TLACAÉLEL: demás ya lo sabes. Yo estaba desarmada, pues no iCínica! iAhuiani!

76 77 TOMAHUAZINTLI: AXAYÁCATL: Yo lo hacía con permiso de mi señora Chalchiuhne­ Un momento . ¿No h an hecho prisioneras? netzin. Y a ella la enteraba de cuanto por él sabía TEP ECÓCATL: a diario: de sus planes en contra tuya, de su alianza No arriba de diez. secreta con los de Tlacopan. .. AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: Son bastantes. Vamos, Tl ac aélel. Toca el tambor si (En tra.) ¿Qué hacemos, señor? ¡Con las gordas! quieres. (T lacaélello toca.) Epcóatl. . . ¡Siguen llegando más! EPCÓATL: TLACAÉLEL: ¿Señor? iCérquenlas! iAmárrenlas! AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: Ve con el general. (Al general.) Entrégale a Epcóatl ¡Se resbalan, señor! esas diez gordas. TLACAÉLEL: TLACAÉLEL: iÉchenlas al suelo! ¿Ese es todo el castigo que se te ocur re? TEPECÓCATL: AXAYÁCATL: Eso ya lo hicimos. Ya volvieron a levantarse. Los (A Epcóatl.) Ya tienes tus chichi hu as. Llévatelas soldados son los que se quedaron tirados. adonde sabes. Y tú,Tomahuazintl i. .. (Se acerca AXAYÁCATL: Tomahuazintli. Al general.) Tú me respondes de Llama a reunión. Suspende el ataque frontal. es t a mujer. Co n sérva la en cus t odia hasta mi regreso. TEPECÓCATL: ¿y cómo les llegamos por la r etaguardia? Es TOMAHUAZINTLI: anchísima. Quiero ir con mi seño ra Chal chiuhnenetzin, señor. Me n ecesi t a. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Enfilaremos hacia Tlacopan. Por la calzada. (A l general.) Que no h able con n adie. Llévatela. - TEPECÓCATL: E l general se lleva a Tomahuazin tli. ¿Hacia Tlacopan dijiste? EPCÓATL: AXAYÁCATL: No te entien do, señor. ¿Así premias a una mujer iEso dije! iObedece! que te ha r ev el ado el escon dite de Moquíhuix? Tepecócatl va a salir. ¿Encarcelá n dola?

78 79 AXAYÁCATL: CHICOMEXÓCHITL: Yo sé mi cu ento. iDe prisa! ll.os niñitos no han Todavía no puede saberse. Por el color, a su papá. desayunado! x o c m CHIHU A: Sale Axayácatl, seguido por Epcóatl. Se escucha el Hay dos niñas, ¿no? redoble del huéhuetl, que aumenta mientras cae el CHICOMEXÓCHITL: Dos gemelitas. Telón x o c m HUETZI: Usted ha de saberlo. Siempre he ten ido esa curio­ Segun do cuadro sidad. ¿Es cierto que Tl acaélel es hermano gemelo de Moctezuma? He oído decir es o. Terraza en el palacio de Axayácatl, un día después. CHICOMEXÓCHITL: La Dama vieja y las Damas 1 y JI. Gemelo, no. Sino que nacieron el mi smo día. Con CHICOMEXÓCHITL: horas de diferencia. (Entrando. Las otras la siguen.) Es una pena que XOCHICHII-nJA: la reina no pueda asistir. Va a estar espléndido el La obstetricia ha ava nzado mucho desde ent on ces. banquete. Ilancuéitl entregó los suyos de golpe, casi. ¡y diez! x o c m CHlHUA: CHICOMEXÓCHITL: Un a gran lástim a, de veras. Pero se comprende. Pero Tlacaélel y Moctezuma fueron hermanos so­ ¿Está bien? ¿Pasó bien la noche? lamente de padre. Cada cual de una madre distinta. c mCOMEXÓCHITL: x o c m CHIHUA: Pues sí. Es admirable su resistencia. Bien , entonces. x ocmHUETZI: CHICOMEXÓCHITL: Asombrosa. Eso es. x o c m CHIHUA: xocmHUETZI: ¿y los pipiltzintzin? Entonces ¿por eso es tan pod eroso Tlacaélel? ¿Tan Cm COMEXÓCHITL: influyente? Duermen, los angelitos. Están lindos. CHICOMEXÓCHITL: XOCHIHUETZI: Poderoso ya no. Noventa años no pasan en bal de. ¿A cuál de los dos se parecen? Influyente, sí. Aunque ya tampoco m ucho.

80 81 XOCIllCHlHUA: CIllCOMEXÓCHITL: Pero todavía fue a esta campaña. Quién sabe. No ha de estar de humor. CIllCOMEXÓCHITL: XOCIllCHlHUA: Es su obligación como Cihuacóatl, pero n o a com­ Es cierto. iAhora es viuda! Pero creo que virgen. batir. Ya na tiene fuerzas. Tenía que ir al templo, Dicen. a sacrificar . En eso tiene m ucha práctica. XOCHlHUETZI: XOCIllHUETZI: Sí hay tiempo. iCuéntenos! Pero ahí le ayudan. XOCHICIllHUA: CIllCOMEXÓCHITL: ¿De las gordas? Los cuatro sacerdotes suj et an a los agraciados, pero él les da el tajarr azo. Conserva u n magnífico pulso. XOCIllHUETZI: No, eso ya lo sabemos. iQué horrendas! De cómo el XOCIllCHlHUA: rey mató a Moquíhuix. ¿No se h abía fugado a ¿Hicieron muchos prisioneros? Tl acopan? CIllCOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: Prácticamente a todos los tlatelolcas. En cuanto Eso le quiso h acer cr eer a Axayácatl. Se va lió de vieron d espeñar d el templo a Moqu íhuix, se una traidora, doncella de Chalchiuhnenetzin. rindieron. XOCIllCIllHUA: XOCIllHUETZI: ¿La que mondaron hoy? iQué emocionante ha de habersido! Tan poco usual. CHICOMEXÓCHITL: CIllCOMEXÓCHITL: Esa misma. Se fingió víctima de Moquíhuix, leal a Epcóatl, mi m arido, n o lo vio tampoco. E l r ey lo Axayácatl, y quiso desviarlo hacia Tlacopan. El rey había comisionado para otro asunto. Pero mi hijo simuló creerla; pero dio la vuelta y cayó de sorpresa mayor estuvo en t oda la batalla. Él nos cont ó. sobre Tlatelolco. Moquíhuix no se lo esperaba. Creía que sus gordas ya habrían acabado con los tenochca. XOCHICHlHUA: Y que los traidores de Tlacopan acabarían con Ay, icuéntenos! Axayácatl. CIllCOMEXÓCIllTL: XOCIllHUETZI: No hay tiempo ahora. Ya no debe t ardar Chalch iu h­ iY allí fu e Troya! nenetzin. La están peinan do. CIllCOMEXÓCHITL: XOCIllHUETZ1: Exacto. El muy cobarde corrió a refugiarse en el ¿Ocupará el lugar de la rein a, en el banquet e? templo. To davía sol tó un bat allón de niños desnu-

82 83 dos y pintarrajeados a estorbar el avance. No le XOCHICHlHUA: valió de nada. Muy merecida. De chiquito, creo que se las vio xocmClllHUA: negras. ¿Lo mató Tlacaélel? XOCHlHUETZI: CmCOMEXÓCHITL: ¿Por qué? No. El propio Axayácatl. Es lo que me hubiera gus­ CHICOMEXÓCHITL: tado ver. Cuando lo empujó por la escalinata, Tezozómoc quería matarlo. Odiaba a su padre, después de noquearlo a macanazos en combate Ixtlixóchitl. Su vida es toda una novela. singular. XOCHlHUETZI: XOCHlHUETZI: De joven ha de haber sido muy guapo. Todavía le ¡Precioso! ¡Emocionante! queda algo. CHICOMEXÓCHITL: Nezahualcóyotl ya ha de estar acabando su poema. xocmcmHUA: Ahí lo ha de contar todo. Sí, ¿verdad? Es mucho más simpático que su hijo. XOCHICHIHUA: CHICOMEXÓCHITL: Ardo en deseos de oírselo. ¿Vendrá? ¿Cuál de todos? CHICOMEXÓCHITL: XOCHlHUETZI: Debería; pero no creo. Se habrá ido a sus jardines ¿Pues cuántos tiene? Yo no m ás sabía de Neza­ de Tezcotzinco. Siempre que tiene que escribir algo, hualpilli. allá se encierra. CHICOMEXÓCHITL: XOCHIHUETZI: Ese es el hered ero; pero imagínate: con quinientas Es lindísimo. ¿No lo conoces? concubinas... XOCHICHlHUA: XOCHICHIHUA: No. Queda muy lejos. ¿Tú sí? ¿Cuántas? XOCHlHUETZI: CHICOMEXÓCHITL: Sí. Fuimos un domingo. No nos dejaron visitar los Quinientas. Eso cuentan. jardines, pero desde lejos se ve. Muchas terrazas, y un baño de tina allá arriba. Ha de tener una vista XOCHICHlHUA: espléndida. ¡Ah bárbaro! CHICOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: Nezahualcóyotl se da muy buena vida. Pero el hijo le gana. Tiene dos m il.

84 85 XOCHICHlHUA: guar dar en un palacio hasta que creciera. Le daba ¡Ay, no !¡Cómo! sus vueltas, de vez en cuando. XOCmffiJETZI: xoc m CHlHUA: Eso ya son ganas de exagerar. A mí que n o m e Maíz al tiempo... cuenten que con las dos mil. . . XOCHl ffiJETZI: CmCOMEXÓCm TL: ¿y luego? ¿Creció? y lo que le pasó con Chalchiuhnenetzin . . . CHICOMEXÓCHITL: XOCHICHlHUA: No se esperó a crecer. Empezó a entren ar se muy en ¿Con la h oy viuda? ¿También ella? secreto. Todas las noches se daba grandes agasajos con los oficiales que le llenaban el ojo. CmCOMEXÓCm TL: No. Sobrina de ella. Por es o le pusieron su n ombre. XOCHICHllIUA: ¿y le cayó Nezahualpilli? ¿Con el ojo lleno? XOCIllHUETZI: ¿y qué paso? XOCHIHUETZI: CHICOMEXÓCHITL: ¡Ay, no te adelantes! iDeja oírlo t odo! Ustedes son m uy jóvenes y n o lo h abr án sabido; CHICOMEXÓCHITL: pero fue un escándalo de órdago. Empezó a darle mala espina que si empre que XOCHICHlHUA: iba a visitarla, sus criados le dijeran que ya estaba Ay, icuente, cuente! acostada. cmCOMEXÓCHITL: XOCHICHlHUA: No sé si deba. .. y así era, ¿no? XOCHlffiJETZI: CHICOMEXÓCHITL: ¿Por qué no? Mire cómo es . No m ás nos pica... Una noche entró y la encontró en un salón muy grande, lleno de estatuas con antorchas enlas manos. CHICOMEXÓCHITL: Es que estuvo tan feo.. . XOCHlHUETZI: ¿Jugando a las muñecas? XOCHICHlHUA: ¿Qué fue, qué fu e? CHICOMEXÓCHITL: Le dijo que er an sus dio ses. Y él se lo creyó. CHICOMEXÓCHITL: Pues que Axayácatl se la regaló para su colección. XOCHICHlHUA: Pero estaba tan chica, que Nezahual pilli la m andó ¿y no eran?

86 87 XOCHIHUETZI: Entra Chalchiuhnenetzin. ¡Sht! ¡Espérate! XOCHlCHIHUA: CHICOMEXÓCHlTL: ¡Mi señora! Entró en sospecha. Y más cuando reconoció, en dos XOCHlHUETZI y CHICOMEXÓCHITL: oficiales muy robustos de su guardia, unos bezotes ¡Mi señora! que él le había regalado a Chalchiuhnenetzin. CHALCHlmINENETZIN: XOCHlCHIHUA: Buenos días, amigas. ¿Llego tarde? ¡Ah caray! CHlCOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: No, señora. Nosotras nos adelantamos. El Rey man­ Esa noche entró hasta su alcoba. Palpó el bulto en dó que aquí lo esperáramos. Pero es muy buena hora. la cama. Era un muñeco. Llegó más adentro... y que se la va encontrando en gran regocijo con tres CHALCHIUHNENETZIN: oficiales en el salón de las estatuas . Es que dormí mal. Tuve sueños. Siempre sueño lo mismo. XOCHlHUETZI: ¡Qué horror! il.o que h abrá sentido! XOCHICHlHUA: Es natural. (Pausa.) Le presentamos nuestras XOCHlCHIHUA: condolencias. ¿Quién? ¿Ella? CHALCHIUHNE NETZIN: CHICOMEXÓCHITL: Gracias. (CCHablemos de otra cosaí.) ¿Ya vieron a los ¿Te imaginas? Su cólera no conoció límites. Convocó niños? a todos los reyes vecinos a presenciar su justicia. La hicieron , con los oficiales y sus trescien­ CHICOMEXÓCHITL: tos criados cómplices. Luego quemaron el palacio. Yo sí. Yo los recibí a todos. XOCHlCHIHUA: CHALCHlmINENETZIN: ¡Pobre muchacha! Es cierto. Me olvidaba. CHICOMEXÓCHITL: XOCHl HUETZI: Era una sádica, una enferma. ¿Qué creen que eran ¿Usted los vio ya? las estatuas de las antorchas? CHALCHlmINENETZIN: XOCHlHUETZI: Sí. Acabo de visitar a Ilancuéitl. Está deshecha, Pues lám par as de pie. pero feliz. CHICOMEXÓCHITL: XOCHICHlHUA: Eran sus amantes. Los mandaba curtir. .. después. ¿y usted, señora?

88 89 CHALCmUHNENETZIN: cmCOMEXÓCHITL: Yo, ¿qué? Ya n a piense en eso. El Rey la quiere mucho. Puede usted quedarse con nosotras aquíen la corte. Todas xocmcmHUA: la serviremos gustosas. ¿Verdad? Usted. .. ¿va a ser la madrina... de todos? XOCHICHlHUA YXOCHlHUETZI: CHALCHIUHNENETZIN: Con toda el alma. No sé lo que resuelva Axayácat1. Íbamos a ser los padrinos Moquíhuix y yo. Ahora. .. (Gimotea.) CHALCm UHNENETZIN: Gracias. Son ust edes muy buenas. xocmHUETZI: cmooxrex óonrn, ¡Valor, señora! ¡Resignación! Y a lo m ejor.. . Axayácatl p iensa en to do. A lo CHICOMEXÓCHITL: mejor, ya le tien e un m arido nuevo. il,o que es la gente! ¡Qué lenguas! iDecían que CHALCHIUHNENETZIN: Moquíhuix y usted no se llevaban bien! ¿Usted cree? CHALCmUHNENETZIN: CHICOMEXÓCHITL: Nos llevábamos lo mejor del mundo. Pensar que su Hay reyes en todos los pueblos que ha conquistado hijo.. . n acerá sin padre... recientem ente: de Tlacotep ec a Ocuilan. Alguno XOCHlHUETZI: puede haber soltero. .. ¿Espera usted? XOCHICHIHUA: CHALCHIUHNENETZIN: O viudo. .. Sí. No ha habido esposo más amante, más fiel, so­ XOCHlHUETZI: lícito y cariñoso que Moquíhuix conmigo. (Suspira.) Y guapo. Ha sido un golpe contundente. Estoy aturdida. CHICOMEXÓCHITL: x ocmCHlHUA: . .. y m erecerla a usted, y estar feliz de hacerla su Pero entonces... la guerra no fue por. .. es posa. No hay que desmayar... CHALCmUHNENETZIN: CHALCHIUHNENETZIN: ¿Por mí? Ya sé que eso murmuran. No. Cosas de la ¿Ustedes creen? política, que las mujeres no alcanzamos a compren­ der. Y que yo no pretendo penetrar. Pero que no nos x o c m CHlHUA: ll evár am os bien, eso es una calumnia infame. ¡Claro! iEm p ar errt a r- con Axayácatl! ¿Qué más Moquíhu ix me bebía los alientos. pueden desear?

90 91 XOCHIHUETZI: CHICOMEXÓCHITL: iY heredar a Moquíhuix! ¡Nada menos! iA lo mejor, Yo tengo que ir a darle una vuelta a Ilancuéitl y a dentro de un año vamos a Ocuilan al areito y bau­ las diez chichihuas. tizo del primogénito! XOCHICHIHUA: XOCHICHIHUA: Yo a las cocinas. El banquete va a ser de dos mil cubiertos. iO de varios! Ya hay precedentes... XOCHIHUETZI: CHALCHIUHNENETZIN: ¿Qué va a haber? ¿Esclavo en ? Les agradezco mucho que me den ánimos. Son us­ tedes muy buenas y muy discretas; pero es muy XOCHICHIHUA: pronto para pensar en eso. O muy tarde. Yo quiero pierna... CHICOMEXÓCHITL: XOCHIHUETZI: Tarde no. Está usted en la flor de la edad. Tan Ojalá que no pique mucho. esbelta...; iqué diera yo! CHICOMEXÓCHITL: Ese platillo no lleva chile. Nomás sal y maíz en el XOCHIHUETZI: caldito. (Se ha acercado a la entrada. Hace énfasis a ella.) Creo que ya viene el Rey. Sí. Viene con... Tepecócatl XOCHIHUETZI: y con Calcimehuateuctli. ¿y alcanzará para todos? XOCHICHIHUA: XOCHICHlHUA: ¿Qué hacemos? De a poquito, sí. Guisaron quinientos. CHICOMEXÓCHITL: Entra Axayácatl. Lo siguen Tepecócatl y Calcime­ huateuctli. Él dirá. Ordenó que aquí lo esperásemos. Le salu­ damos, y si quiere que nos quedemos, nos quedamos. AXAYÁCATL: Salud, señoras. (Las señoras se inclinan.) ¡Hermana! CHALCHIUHNENETZIN: Yo tengo que hablar con él. Chalchiuhnenetzin se acerca. Los generales perma­ necen a la puerta y saludan con una inclinación de XOCHIHUETZI: cabeza. Entonces vámonos. (A Chalchiuhnenetzin.) La CHICOMEXÓCHITL, XOCHICHIHUA y aguardamos afuera. XOCHIHUETZI: CHALCHIUHNENETZIN: Pedimos tu venia para retirarnos, señor. Estába­ No. En mi pabellón. En el jardín. mos acompañando a Chalchiuhnenetzin.

92 93 AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Muy bien. (Empiezan a salir.) No faltéis al banque­ Perfectamente. Ahora, Tepecócatl, mientras deci­ te. Tú quédate, hermana. dimos si Tlatelolco ha de seguir independiente Chalchiuhnenetzin se det iene y vuelve. o pasa a ser un barrio de México, tú t e harás cargo de l gobierno. .. provisionalmente. CHICOMEXÓCHITL, XOCHICHIHUA y XOCHIHUETZI: CALClMEHUATEUCTLI: Por supuesto, señor, allí est aremos. (Sa ludan a los ¿Dijiste "decidimos"? generales a la puerta y salen.) AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Aunque sea por fórmula, t engo que consu lt ar lo con Di que nos traigan chocolate, h ermana. Pasen, mis aliados. Nezahualcóyotl nunca pone rep aros. senores. TEPECÓCATL: Chalchiuhnenetzin sale por la izquierda. Los gene­ El de Tlacopan, menos. rales se acercan. El Rey se instala en el icpalli. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Pero esas consultas de los tres grandes impresionan Estoy cansado. mucho a los pueblos. Les hacen creer qu e la decisión TEPECÓCATL: que al fin se tome ha sido la mejor entr e muchas No es para menos. Fue dura la jornada. discutidas y examinadas y propuestas por más de AXAYÁCATL: una volunt ad. ¿Uegó ya Tlacaélel? TEPECÓCATL: CALCl MEHUATEUCTLI: ¿He de acampar, pues, en Tlatelol co? Durmió enTlatelolco, pero no ha de tardar. Insistía AXAYÁCATL: en sacr ificar él mismo a los prisioneros. La verdad Acam par no es el término. No hay guerra ya. Go­ es que ya no puede. Envidó trece corazones. Falló bernar; esto es: imponertributos, empren der obras a los once. públicas... Ese mercado, por ejemplo, es excesivo. AXAYÁCATL: Nos hace fu erte competencia. Deberá convertirse Es n ecio como él solo. en sucu rsal de Tenochtitlan, parte de l m er ca do común de Anáhuac. Y hay que acabar la ca lzada de CALClMEHUATEUCTLI: Tepeyácac, cobrando el peaje. En fin , tantas cosas . no hay necesidad de que se moleste. Para eso le y Ya iremos viendo. hemos asignado ayudantes diestros. La ceremonia ha proseguido . Creo que para la noche ya habremos CALClMEHUATEUCTLI: terminado. Sólo fa ltaban unos trescientos. Creo que h ay un local cerca del Tecpan. ..

94 95 AXAyÁCATL: TEPECÓCATL: Ya sé a cuál te refieres: al ahuicalli. ¿Quieres que mande allá a los tlatelolcas? ¿No será demasiado arriesgado? CALCIMEHUATEUCTLI: Sí. Es muy grande. Podría servirnos de cuartel. AXAYÁCATL: Si los matan, no perdemos nada. Si son tan bravos AXAyÁCATL: como se creen, de algo nos servirán. Tiene otra fama. Es mejor capitalizarla. Pondrem os allí la zona roja. Así los tla telolcas se h ar án la CALClMEHUATEUCTLI: ilusión de qu e comparten los placeres de Moqu íhuix ¿Se han tomado ya providencias para estas guerras? in situ . AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: Las habituales. Mis embajadores h an ido a visitar a sus reyes, con regalos espléndidos, a exponerles Pero no hay cu artos chicos. Puros salones gran des. nuestro plan de alianza para el progreso y a pedir­ Moquíhuix celebraba especies de.. . asambleas. les luego cooperación. Si la otorgan, les exigim os AXAyÁCATL: más, hasta que ya no puedan y tengan que negarse. Hay que construir un multifamiliar. Nezahual có­ Con eso, habrán faltado a su palabra de amistad, yotl es muy buen ingen iero . Él se ocupará de eso. serán traidores y no les quedar á más que armarse y combatir. Y una vez vencidos. . . TEPECÓCATL: TEPECÓCATL: Hay también un colegio m ilit ar . Quedarán sumados a nuestros tributarios perma­ AXAyÁCATL: nentes. Desmantélalo. Manda a la guer ra a los alumnos. CALClMEHUATEUCTLI: CALCIMEI-nJATEUCTLI: i"b el imperio de Axayácatl cr ecerá sin límites! ¿A cuál guerra? ¿A Tl ax cal a? No creo que sir van . AXAYÁCATL: Están muy verde s. No el mío: el de Huitzilopochtli. AXAyÁCATL: TEPECÓCATL: No a Tlaxcala; pero Tl acotépec y Ocu ilan no son los El de nuestro señor y Dios Huitzilopochtli. únicos pueblos que m e corresponde h istóri cament e Entran esclavos con jícaras de chocolate que dan al conquistar. Faltan Cozca cu auhtenco, Callimaya, Rey ya los señores. Tepecócatllo rehúsa cortésmente. Metépec, Calixtlahuaca , E ca t épec, Teut enanco, Malinaltenanco, Tzinacatépec,Coatépe c, Cuitla­ AXAYÁCATL: pilco, Teuxaoalco, Tecualoyan.. . (Soplando en su jícara.) Iba a preguntarles.

96 97 TEPECÓCATLV CALClMEHUATEUCTLI: AXAVÁCATL: tsn ¿Quieres más? AXAVÁCATL: CALClMEHUATEUCTLI: Entre los pueblos que acabo de nombrar... Zhay No, gracias. algún rey soltero? Devuelve la jícara. Salen los esclavos. TEPECÓCATL: AXAVÁCATL: No es costumbre. Creo que está previsto en la Cons­ ¿Tú no tomaste, Tepecócatl? titución... AXAVÁCATL: TEPECÓCATL: Quiero decir algún viudo... O algún anciano, con Me lo tienen prohibido. La vesícula... un hijo jovensoltero. Porque en este caso, con matar AXAVÁCATL: al Huehue... Opérate, ya te lo he dicho. Ya ves yo. Como nuevo. CALClMEHUATEUCTLI: Nada como la cirugía. El de Cuitlapilco es el más viejo de todos. Y sí tiene CALClMEHUATEUCTLI: un hijo soltero. Sordomudo. ¿Cuáles son, pues, tus órdenes? AXAVÁCATL: AXAVÁCATL: ¿Tú lo conoces? ¿Qué edad tiene? Ya no pueden tardar los embajadores. Llevaron CALClMEHUATEUCTLI: instrucciones de informar a los reyezuelos de nues­ Andará por los cuarenta. Lo vi una vez. tro triunfo en Tlatelolco, para así reforzar nuestro prestigio y aumentar su miedo. AXAVÁCATL: ¿Cómo se llama? TEPECÓCATL: Pero, ¿lo saben ya?, ¿tan pronto? CALClMEHUATEUCTLI: Con perdón tuyo... Se llama... Cuitlacuani. AXAVÁCATL: La política se distingue de la milicia en que la po­ TEPECÓCATL: lítica anticipa el resultado de las operaciones mili­ iFuchi! iCoprófago! tares al servicio de la política. Salieron hace un mes; AXAVÁCATL: pero sabían que el día ocho conejo tomaríamos a ¿Le saben algo o se lo pusieron al tanteo? Tlatelolco. CALClMEHUATEUCTLI: CALClMEHUATEUCTLI: Es su nombre. Y le sienta. Está rico este chocolate. No podíamos fallar.

98 99 AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Así, pues, lo siguiente es invadir a esos. .. doce ¿Sí? pueblos. Tú mandarás las tropas. Tepecócatl se TEPECÓCATL: queda en Tlatelolco, pero te puede dar soldados. Quería recordarte con tu autorización, me atreví 11 TEPECÓCATL: prometer a mis oficiales más aguerridos una recomo y ahuianime (alegradoras). Creo que habrá su­ pensa, un estímulo... ficiente. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Asciéndelos al grado inmediato. ¿Cuántos son? El primer pueblo que quiero que caiga es Cuitlapilco. TEPECÓCATL: Dos por calpulli: ocho en total. CALCIMEHUATEUCTLI: Es el más pobre. AXAYÁCATL: Les impondré la condecoración del Águila Azteca. AXAYÁCATL: Pero es donde hay un candidato más a mano. TEPECÓCATL: Necesito un soltero. Ellos preferirían... CALCIMEHUATEUCTLI: AXAYÁCATL: ¿Aunque sea sordomudo? ¿Qué? AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: Unos contratitos.. . Ciego sería mejor; pero algo es algo. Estarás listo Zen cuántos días? AXAYÁCATL: ¿Contratitos? CALCIMEHUATEUCTLI: Tres o cuatro. TEPECÓCATL: Sí: las calzadas, el maíz, las tortillas, la carne de AXAYÁCATL: los sacrificios... il-Iay tantos renglones! ¿y de regreso? De Cuitlapilco. AXAYÁCATL: CALCIMEHUATEUCTLI: iNo, no y no! Los contratos son para la familia real. Quince días. TEPECÓCATL: AXAYÁCATL: Es que... Perfectamente. AXAYÁCATL: TEPECÓCATL: iNo insistas! Prepara los ascensos y manda labrar Y... señor... las condecoraciones.

100 101 Entra Chalchiuhnenetzin. ban de cuál hubiera nacido antes que el otro, para enterrarlo en el campo de la guerra. Y los demás... CHALCHIUHNENETZIN: Perdón. Creí que habrías termin ado. ¿Les trajeron AXAYÁCATL: el chocolate? Olvídate de los pipiltzintzin. Ya tienen cada cual su chichihua. TEPECÓCATL: Estaba riqu ísimo; gracias. CHALCHIUHNENET ZIN: ¡Esa es otra! Me molesta muchísimo que h ayas AXAYÁCATL: puesto a alimentarlos a esas tlatelolcas. Están (A los generales.) Vayan a ver qué pasa con Tlacaé­ mamando leche de Moquíhuix, como quien dice. lel. Nos veremos en el ban quete. (Los generales se AXAYÁCATL: retiran, cuadrándose.) ¿y bien? Ya estarás conten­ Bueno ; fu e m i cuñado... Si tú hubieras tenido t a: libre de nuevo. Cumplí lo prometido. No me has hijos . felicit ado. CHALCHIUHNENETZIN: CHALCHIUHNENET ZIN: ¡Bien sabes que no ha sido por cul pa mía ! ZPor los pipilt zintzin? iBonito boch or n o me h as hecho pasar! Yo no traía husos para que se los pu­ AXAYÁCATL: sieran en las m anecitas. ¿Cóm o iba a suponer qu e ¡No te comprendo!H ago una guerra por darte gusto; tuvieras mujeres . . . y dos? Traía m ac an it as de por vengartus agravios conyu gales; m até personal­ obsidiana: dos, por si acaso; ipero no ocho! Me de­ mente a tu m arido. ¡Y en vez de alegrarte, y felici­ biste poner al corriente. tarme, y agradecérmelo, te pones de un humor de los mil demonios! AXAYÁCATL: ¡Pero si yo no sabía nada! IYoh abía aut orizado un o CHALCHIUHNENETZIN: solo! Pero no t e preocupes . Eso es lo de m enos. La ¡No me cargues a mí la guerra! iDe ser por mí, la partera anda siempre provista de fetiches. hubieras declarado desde hace años! ¡Nunca me tragó el tal Moquíhuix, y bien lo supiste desde que CHALCHlUHNENETZIN: te convino casarme con él! ¡Siempre me odió! Pero le toca hacerlo a la madrina. A mí me tocaba. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: ¡Empiezo a comprenderlo! No te apures. Nadie lo notó. CHALCHlUHNENETZIN: CHALCHlUHNENETZIN: Que tú te quisieras alzar con Tlatelolco para am ­ ¿y los ombligos? Los de las niñas los ent erraron en pliar a Tenochtitlan, es otra cosa. Y que yo h aya el tlecuilpan, como es lo propio. Pero los de los niños sido el pretexto. Y venido a ver: ni siquiera es o. Lo fueron un problema de precedencias. No se acorda- último que se te ocurrió fu e exigirle a Moquíhuix

102 103 reparaciones, no por mí, isino por las marchantas AXAYÁCATL: violadas! Lo has pensado todo, ¿verdad? AXAYÁCATL: CHALCIllUHNENETZIN: Tú no te hallabas en su caso. Tú no fuiste a ese ¿No te parece bien? No queda hilo suelto: mi honor, picnic. la descendencia de Moquíhuix... y tu interés polí• tico. Y un final feliz que ofrecerle al pueblo, de toda CHALCIllUHNENETZIN: esta historia. ¿Qué más? No tienes que recordármelo. Pero piensa que mi vergüenza es tu vergüenza. Soy tu hermana mayor. AXAYÁCATL: y lo que me suceda a mí, repercute en tu gloria o No está mal, en principio. Pero ya es tarde. Ya he en tu detrimento. dispuesto otra cosa. AXAYÁCATL: CHALCIllUHNENETZIN: Muy bien. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que has dispuesto? CHALCmUHNENETZIN: Entra Tlacaélel con Nezahualpilli. Ya te lo dije anoche. Hacer lo que Ilancuéitl: parir, TLACAÉLEL: aunque sea de mentiras. Fingir que traigo en la [Miren a quién traigo! (Abraza a Chalchiuhne­ barriga al heredero de Tlatelolco. netzin.) ¡Nieta y sobrina, flor olorosa! AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Quién va a creértelo. i'I'an flaca! ¡Nezahualpilli! ¡Qué gusto! ¿y tu padre? CHALCHIUHNENETZIN: NEZAHUALPILLI: Las damas de tu corte se encargarán de propalarlo. En Tezcotzinco, señor. El tícitl no le permitió inte­ Ya se lo hice creer a esas chismosas. Ya lo han de rrumpir sus baños. Me ha enviado en su lugar. andar contando por todo el palacio. AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Muy bien venido. ¿Conocías a mi hermana? Supongamos que te lo creen. ¿Qué más? CHALCIllUHNENETZIN: CHALCHIUHNENETZIN: Por supuesto. ¿Como estás? Me das otro hijo tuyo. No han de faltarte. Los fa­ bricas al mayoreo. Me lo imputan, lo apadrinas; TLACAÉLEL: mientras crece, yo gobierno en su nombre a Tlate­ Me conmueve ver reunidos a mis nietos. Uñas de lolco. Y luego reina un hijo tuyo, que todos creen de mis dedos, cabellos de mi cabeza, águilas, tigres... Moquíhuix. (A Axayácatl.) ¿Cómo están los últimos diez?

104 105 AXAYÁCATL: CHALCIllUHNENETZIN: Muy bien, abuelo. ¿Cansado? Pero de todos modos. .. un fondo musical. .. ayuda TLACAÉLEL: mucho. ¡Nunca! Saqué trece corazones. Me rejuvenece. AXAYÁCATL: NEZAHUALPILLI: Los leerás después del banquete, delante de todos. Mi padre te envía sus parabienes, Axayácatl. Y ha y tendré que pedirle a tu padre que escriba otro escrito dos poemas, que traigo conmigo. poema. AXAYÁCATL: TLACAÉLEL: ¿Dos? ¿Otro? ¿Hay otra guerra? NEZAHUALPILLI: AXAYÁCATL: Uno ya lo había comenzado. Es la epopeya de la No, abuelo. Será un epitalamio. guerra de Tlatelolco. CHALCIllUHNENETZIN: AXAYÁCATL: ¿Epitalamio? ¿Alguien se casa? Sí; ya me habían dicho. Ha de ser magnífico. AXAYÁCATL: NEZAHUALPILLI: (A Nezahualpilli.) Tu tía Chalchiuhnenetzin... va El otro es un poema breve, acerca de tus hijos. Una a pasar unos días con ustedes en Tezcotzinco. décima. NEZAHUALPILLI: AXAYÁCATL: Será un honor agasajarla. Muy propio. TLACAÉLEL: CHALCHIUHNENETZIN: Pero. .. ¡Mis nietos! ¡Águilas, tigres! Ordenaré que lo apren­ dan en el tepuchcalli y en el calmécac. Lo incorpo­ AXAYÁCATL: raremos en el texto único. Unos. .. quince días. No más. Necesita descanso, NEZAHUALPILLI: olvidarse de su viudez, reponerse, respirar aire Me encargó mi padre que, con tu venia, les diera puro, comer bien... lectura. NEZAHUALPILLI: CHALCHIUHNENETZIN: Nos desviviremos por atenderla. ¿Sin música? ¿No llevan música? AXAYÁCATL: NEZAHUALPILLI: ... y estar lista a conocer al príncipe que ha pedido No la necesitan. No son melopeas, son poemas. su mano.

106 107 TLACAÉLELYCHALCHIUHNENETZIN: NEZAHUALPILLI: ¡Príncipe! ¡Cómo! ¡No, señor! ¡Cómo de agua! NEZAHUALPILLI: AXAYÁCATL: ¿Es mi tía quien se casa? ¡Enhorabuena! (La Sino que el tonalpohualli nos rige, inexorable: el abraza.) Papá le hará un canto florido. Digno de crucigrama en que el destino hace coincidir nuestro nacimiento con los signos, benignos o nefastos, del su aroma. día en que ocurre: día lagarto, día viento, día casa, CHALClllUHNENETZIN: lagartija, serpiente, muerte, venado, conejo, ¿y puedo saber con quién me caso? agua, perro, mono... ¡Ay del que nace en día tem­ blor! ¡Ay de los cinco días nefastos! Pero éste es un AXAYÁCATL: gran día. Te ha amado (en silencio) desde hace mucho. CHALCIDUHNENETZIN: CHALCIDUHNENETZIN: ¿Puedo saber su nombre? ¿Lo conozco? AXAYÁCATL: AXAYÁCATL: Es... va a ser... el rey de Cuitlapilco. Se llama Tú, no; él, sí. Te ha presentido desde sus lejanas Cuitlacuani. posesiones. Ha enmudecido ante las descripciones de tu talento; ha cerrado sus oídos a cualquier otra TLACAÉLEL: tentación. Al enterarse de que estás... disponible, Cuitlacuani... Cuitlacuani. .. Pobre. Habrá que sus embajadores me pidieron tu mano. y yo la he cambiarle el nombre. concedido gustoso. Entran la Dama vieja - Chicomexóchitl- y las CHALCHIUHNENETZIN: Damas J y JJ- Xochichihua y Xochihuetzi. Pero ¿quién es?, ¿cómo se llama? CHICOMEXÓCIDTL: Señor, tus invitados empiezan a reunirse en el AXAYÁCATL: frontón. ¿Qué hay en un nombre? Cualquiera que le demos, una rosa olerá como sólo huele una rosa. AXAYÁCATL: ¿Ya están todos? NEZAHUALPILLI: Eso dice mi padre. CIDCOMEXÓCIDTL: Casi todos. El jefe del protocolo ha recogido estas AXAYÁCATL: invitaciones. Tu padre es un gran poeta. .. y un visionario. Un nombre... ¿dice algo? El mío: Axayácatl, cara de AXAYÁCATL: agua. ¿Tengo yo cara de agua? Lee los nombres.

108 109 cmCOMEXOCIllTL: AXAYÁCATL: (Lee: baraja las in uitaciones.) Azcapotzalco, Tena­ ¿Qué hay? yuca, Tlacopan, Coyoacan y Tizapan, Xochimilco, CIllCOMEXÓCHITL: Mízquic, Ayotzinco, Chimalpa, Chalco, Tlapacoyan, Ha llegado un emisario de Cuitlapilco. Cuitláhuac, Xico, Tlaltenco, Ayotla, Culhuacan, Iztahuacan, Mexicalcinco, Iztapalapa, Chimal­ TLACAÉLEL: huacan... ¿De Cuitlapilco? TLACAÉLEL: CHICOMEXÓCIllTL: ¿Tanta gente? No estaba invitado, pero trae suntuosos regalos. El jefe del protocolo quiere saber si lo recibe. AXAYÁCATL: Faltan algunos: Citlatépetl, Zumpanco, Coyotépec, AXAYÁCATL: Xaltocan, Tlaxomulco, Cuauhtitlan, Chiconautla, ¿Es de Cuitlapilco? ¿Seguro? Huexotla, Coatlinchan, Atzacoalco, Tepeyácac.. . CHICOMEXÓCHITL: CHICOMEXÓCHITL: Eso dice, señor. Esos vienen de más lejos, pero estarán a tiempo. AXAYÁCATL: Todos aceptaron la invitación. ¿Lo dice? ¿Habla, pues? AXAYÁCATL: CHICOMEXÓCHITL: ¿Están jugando a la pelota? Por señas. Hace muchos visajes. No ha de saber el náhuatl. Parece otomí. CHICOMEXÓCHITL: Unos han ido al templo a sangrarse. Quieren saber AXAYÁCATL: si los recibirás aquí. ¿Qué día es hoy? AXAYÁCATL: CHALCHIUHNENETZIN: Día once, mono. Aquí no caben todos. Los veré en los jardines. ¿Está listo el banquete? AXAYÁCATL: El tonalpohualli no falla. ¡Gracias, Tezcatlipoca! CHICOMEXÓCHITL: ¡Que lo admitan! ¡Con todos los honores! Cuando tú dispongas. CIllCOMEXÓCHITL: AXAYÁCATL: Tus palabras son mágicas, señor. Aquí llega. Vamos, pues. Tepecócatl y Calcimehuateuctli traen, a punta de CHICOMEXÓCHITL: macana, a Cuitlacuani. Lo fuerzan a detenerse frente Y... señor... a Axayácatl, quien lo examina, y le impiden huir.

110 111 TEPECÓCATL: AXAyÁCATL: ¿Te sirve, señor? (A Chalchiuhnenetzin.) Hermana, ya no será pre­ ciso que aguardes en Tezcotzinco. Vamos. (Le ofrece AXAyÁCATL: el brazo; ella lo toma. A Nezahualpilli.) Sobrino, Es perfecto. ll.Jévenselo! (Los Generales sacan a señoras, abuelo, el banquete no celebra solamente rastras a Cuitlacuani. Dirigiéndose a Chalchiuh­ mis glorias. Será en honor también de la reina nenetzin.) ¿Qué te parece tu nuevo prometido, Chalchiuhnenetzin. hermana? LAS DAMAS: CHALCHIUHNENETZIN: ¿Reina? Pues como decía mi difunto esposo: "al más no AXAYÁCATL: haber " (A Nezahualpilli.) Tiene bonitos ojos, Lo anunciaré públicamente a los postres. Ahora, ¿verdad? iabrid paso a la reina de Cuitlapilco! NEZAHUALPILLI: Un momento antes ha empezado a escucharse la ¡Pero, tía! ¡Es mudo! música de la fiesta, que sube conforme los personajes desfilan y cae el CHALCHIUHNENETZIN: Eso, en un gobernante, no es un defecto. Al contra­ Telón rio: es una rara virtud. NEZAHUALPILLI: Sí, pero... en un marido... CHALCHIUHNENETZIN: No te preocupes. Yo hablaré por los dos. Tú sabes que yo hablo hasta. .. lpor los codos! AXAyÁCATL: (A Tlacaélel.) Abuelo, creo que tendremos una gue­ rra menos. Como has visto, Cuitlapilco se rinde sin combate. TLACAÉLEL: ¡Lástima! Pero me resigno. Ya habrá otras guerras mejores. Y yo, el inventor de los sacrificios huma­ nos, las alcanzaré.

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