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M TEMAS ESPAÑOLES

N ú m. 2 0 7

LOS Y CASTILLA

Por

PORFIRIO ARROYO SANZ

PUBLICACIONES ESPAÑOLAS CAJO O'DONNELL, 27 - MADRID 19 5 5 LOS GUAMCHES Y CASTILLA

nidos en las narraciones de los autores griegos y latinos, cuyo resumen intenta• LA LEYEND mos a continuación:

Y FANTASIA

Situadas en el océano Atlántico, en el La fantasía de los pueblos que florecen cruce de las rutas que enlazan tres conti• en las riberas del Mediterráneo oriental nentes, las islas Canarias no entran de lle• puso destellos de poesía y arte, e incluso no en el ámbito de la Historia Universal en una ingenua filosofía, en todas las reali• tanto que el genio de España —como dades del mundo, adornándolas con las presentimiento y anticipación de la gesta galas sutiles de un esplritualismo que hi• americana— no emprende su conquista, ciera tolerable la dura existencia del hom• comenzando así a señalar al mundo euro• bre, desamparado ante el rigor de las leyes peo los derroteros que completaría un siglo de la Naturaleza. después, al producirse el descubrimiento. Así, las fantasías de que está llena la Este verdadero «momento estelar de la historia antigua se deben a un anhelo de humanidad» transforma la faz del globo, satisfacción de las aspiraciones espirituales y el Atlántico pasa a desempeñar ese papel de la época. principal que hasta entonces, y a lo largo No es de extrañar, por tanto, que el de siglos, había correspondido en exclusiva archipiélago canario, situado a pocas millas al viejo Mediterráneo. de Africa; las islas Purpurinas, de eterna Cuando, en el siglo xiv, el Papa Cle• primavera, acariciadas por los tibios alisios mente VI hizo a don Luis de Clermot la del Atlántico, diesen lugar a las elucubra• merced de la conquista de «Las Hespérides ciones científicas y filosóficas de los remo• Purpurinas», ni uno ni otro poseían sino tos sacerdotes de Egipto, Fenicia y Roma. una vaga idea de las tierras objeto de la Hay, sin embargo, en medio de las fan• encomienda. Los antecedentes con que tásticas e imprecisas noticias de los pri• contaban para llegar al expresado conoci• meros tiempos, singulares puntos de coinci« miento no podían ser otros que los conte- dencia sobre extremos que, posteriormente

3 la moderna ciencia, en su incesante avance, que la tal cordillera fué como un cinturón producto de la paciente investigación, co• del mundo, al que circunvalaba. rrobora al sentarlos como indiscutible. En los vocablos Atlas, Atlante y Atlán- Tales son, por ejemplo, la remotas afir• tida es difícil señalar cuál es la voz primi• mación de la existencia de montañas su• tiva y cuáles son las derivadas; es decir, mergidas en diversos puntos del Atlántico, que ignoramos si el monte dió su nombre hecho hoy fácilmente comprobable; o las a la cordillera, o viceversa, y si de éstos idénticas geologías y semejanzas filoló• tomaron los suyos el fabuloso rey y el gicas descubiertas en lugares situados entre desaparecido continente, o, por el contra• sí a enorme distancia, en regiones del rio, el de alguno de los últimos fué el origen globo sin conexión aparente, pero a las de las restantes denominaciones. que antiguas leyendas nos mostraron como Existe también cierta confusión en cuan• áridas por desaparecidos continentes. to a la identidad de Atlas y Atlante, aun• No quiere esto decir que cuanto contiene que parece que en ambos mitos quiso re• la leyenda dorada deba aceptarse como presentarse al mismo personaje. bueno. Son patentes las continuas exagera• Este fabuloso Atlante subía con fre• ciones y evidente la deformación de la rea• cuencia al pico más elevado de la Mauri• lidad que se observan en la misma. Hay tania para considerar con atención el que escarbar, desbrozar, seleccionar cui• curso de los cielos y sus signos y planetas. dadosamente, para encontrar, casi oculto Era un poderoso astrólogo; se le atribuye en medio de la brillante hojarasca que le ser el primero que conoció la esfera, y re• rodea, el hecho desnudo que dió origen a fiérese, por último, que desde la cumbre la fábula. Toda narración tiene una base; del monte sustentaba el cielo sobre sus quien cuenta, arranca siempre de un hecho hombros. Sin embargo, Hesiodo afirmó que real. La dificultad estriba en determinar era Atlas quien sostenía la bóveda celeste, exactamente dónde acaba la realidad y da situando cerca de las Hespérides el monte comienzo la fantasía. donde realizaba su increíble tarea, impues• ta por Júpiter en castigo por haber tomado parte en la guerra de los Titanes. En la SITUACION, ORIGENES Y ETIMOLOGIA fábula que relata Ovidio, Perseo convierte a Atlante en montaña, sobre la cual des• Los dos primeros problemas que se pre• cansaban el cielo y los astros. Esto parece sentan con relación a las islas Canarias significar que nos encontramos ante otro se refieren al origen, tanto del propio archi• caso de simple personificación de las fuer• piélago como de sus remotos pobladores. zas de la Naturaleza, a que tan aficionados Hay identidad casi absoluta en supo• eran los hombres de aquellas edades, para nerlas restos de la cadena montañosa del quienes el firmamento (cuya infinita inmen• Atlas; pero ya discrepan los antiguos co• sidad ignoraban) había de tener por nece• mentaristas en cuanto a la extensión de la sidad una base firme y real sobre que cordillera, y sobre si ésta formaba parte apoyarse, y ésta no podía ser otra que la de un Africa que vió disminuido su contor• del más alto y misterioso pico del mundo na, o bien se prolongaba a través de otro hasta entonces conocido. continenie, de cuya destrucción subsistie• «Entre este famoso monte y el río Níger ron las islas. No son pocos los que opinan o Senegal —nos dice Plinio— se hallaban

- 4 — los cercanos montes, habitados por ciertas natal, derrotados por los sirios, se estable• gentes que llaman canarios, y muchos ele• cieron en la costa occidental de Africa- fantes, toda suerte de serpientes y perros, De este hecho (que no aparece suficiente• cuyas carnes difieren de las demás carnes mente demostrado) nace otra teoría. Afir• de las fieras.» man sus mantenedores que los hebreros Por primera vez hemos hallado el nom• fugitivos pudieron perfectamente saltar bre canario entre esta serie de citas, y antes a las islas y darles un nombre deri• de continuar adelante insertaremos las vado del suyo propio. Pero, además de teorías más conocidas en cuanto al origen que, como en un caso anterior, era precisa de la denominación y a la etimología del una más que regular alteración, téngase en vocablo. cuenta que de esta supuesta invasión de Tampoco está determinada con exacti• los cannaneos no hay más noticia que la tud dicha etimología. Parece latina, y dada por los descubridores de tal posibi• mientras unos la hacen derivar de los nom• lidad etimológica; por lo tanto, la estima• bres de Grano y Grana, que vivieron en las mos tan recusable como las que preconizan islas que llamaron «Granarías», otros, como su antecedente astronómico (de «Gan Ma• el mismo Juba, rey de Mauritania, la supo• yor» y «Can Menor»); y, por último, tam• nen procedente de la palabra «canis» (perro) bién con escaso fundamento, se afirma «por el gran número de estos animales que que una planta espinosa de frutas purpú• allí moran». Pero ni en las Sagradas Escri• reas, la «uba Ganina», es la base etimo• turas encontramos rastros de esos supues• lógica del vocablo Ganarías (1). tos descendientes del patriarca ni los con• Por otra parte, cada una de las islas del quistadores se vieron jamás asaltados por archipiélago, al ser diferenciada, recibió su jaurías de perros, y menos se sabe que les correspondiente nombre. Fueron los si• causara estrañeza su número. guientes: Gran Ganaría, «Ganaría»; Lanza- «Ganna» es la palabra latina que designa rote, «Gapraria»; Fuertevcntura, «Plana- la caña. Los que, por el gran desarrollo que ría»; La Gomera, «Junonia Mayor»; Hierro, alcanzó el cultivo de la caña de azúcar, le «Junonia Menor»; y , «Nivaria». atribuyen esta etimología olvidan que esta Viera y Glavijo afirmaba que Ganaría planta fué importada por los conquistado• (Gran Ganaría), por su extensión, por la res, lo que supone que su conocimiento en importancia que adquirió, por lo ruidoso las islas es muy posterior a la existencia de de su conquista, pronto tomó tal notorie• la denominación que nos ocupa. dad que, «sobreponiéndose a las demás, les «Ganora» proviene también del latín «ca• dió su nombre», que, una vez hecho gene* no» (cantar). En esta teoría parece evidente rico, a todas comprendía. Esta es cuestiór la muy forzada alteración cano, canora, en la que no entramos ni salimos. Sea come canoria, canarias. Además, si bien es cierto fuere, el problema etimológico no se re» que hay gran número de aves canoras, suelve, y, en todo caso, las preguntas hechas antes de la conquista no se había hecho con relación a Ganarías archipiélago se en• resaltar esta circunstancia, siendo muchos tenderán formuladas para Ganaría isla. los relatos y referencias en que ni aun se Aparte los ya señalados, aún se aplican nombran, por lo que no es creíble que fuera ésta la causa de la nomenclatura. (1) La mayoría de estos datos etimológicos cs^' tan tomados de la obra «Síntesis de la Economí 3 Al retirarse los cannaneos de su tierra de Canarias», del señor Díaz Llanos. a las Canarias otros varios nombres, pro• rias relativas a los primeros habitantes de ducto todos ellos de la más encendida Canarias son las que afirman que aqué• admiración y con los cuales se intenta re• llos fueron descendientes de Noé, rama ja- sumir su maravilloso encanto. Así, Homero, fética, quien tuvo en su hijo Túbal el pri• en el canto iv de la Iliada, las identifica mer poblador de la Península Ibérica, a con los Campos Elíseos, cuando el dios Pro• la que dió nombre Ibero, su sucesor; si• meteo augura a Menelao que «los dioses le guiendo a éste Idubea, Brigo y Tago, enviarán a ese extremo de la tierra donde quinto rey de España, de cuyo tiempo se vive dichosamente, jamás hay nieve, ni se supone que fueron los primeros po• invierno largo, ni lluvia, sino que el océano bladores de Canarias, por el hecho de que envía el suave céfiro para que refresque a muchos vocablos hallados por los conquis• los hombres». tadores españoles de los siglos xv y xvi a Plutarco, en la Vida de Sertorio, después su arribo a las islas, al parecer, se usaban de hacer una descripción de las Afortunadas en honor y memoria de este rey. y señalar su situación, termina diciendo: Termina la rama de los descendientes en «Hasta entre las naciones bárbaras y re• Noé en Beto, fundador de la Bética, co• motas ha llegado y prevalecido la opinión menzando la siguiente con Beavo, padre de que éste es el lugar de los Campos de los Geriones. Impera posteriormente Elíseos y la morada de los bienaventura• Híspolo, noveno rey, cuya cronología suele dos, tan alabado en las obras de Homero.» fijarse en el año 716 (a. J. C), de quien El nombre de Afortunadas se lo dan dícese que poseía una poderosa armada (aparte del citado Plutarco) la mayor parte que llegó hasta las Canarias, poblándolas. de los historiadores antiguos. Los árabes Marca un hito importante en la mitolo• las denominaron igualmente Al Sacir Al gía canaria Héspero, duodécimo rey de Khaledat (que quiere decir islas Afortu• España, quien, atacado por Atlante, huyó nadas), y en el siglo xi, Torcuato de Tasso a Italia, abandonando sus estados y los continúa aplicándoles este calificativo. fabulosos tesoros que poseía. Hespérides las llamaron Herodoto, He- Sus tres hijas, llamadas Hesperias, ante siodo, Pomponio Vela y Clemente VI. el temor al invasor, siguieron el ejemplo Aparte de estos tres, que son los más de su fugitivo padre; pero quizá por sentir empleados, las Canarias recibieron otros menor pavor o por predominar en ellas el varios nombres, como Gorgonas, Purpu• sentido práctico propio de su sexo sobre el rinas, Bienaventuradas, y el menos agra• natural deseo de alejarse lo más rápidamen• dable de islas del Infierno, consecuencia sin te posible ante el avance de las huestes del duda del terror producido en los navegan• victorioso Atlante, demoraron la partida tes que se aventuraban hasta aquellas la• hasta recoger cuanto había abandonado su titudes, por las columnas de fuego que padre, y seguidamente pasaron a unas islas arrojara el durante sus épocas de situadas en la costa africana, próxima a la erupción. Mauritania. Decíase de ellas que guardaban hermo• EL MITO Y LA LEYENDA HISTORICA sos ganados, riquísimos frutos, maravillo• sos pájaros y flores, y razas de hombres y Las fuentes más abundantes y que más príncipes semidivinos, que vivían paradi• han contribuido a formar las bellas histo• síacamente en aquellos encantadores jar-

— 6 ^nes, arrullados por las suaves ondas del tegidos por la mágica influencia de una manso mar y acariciados por los tibios deidad propicia. alisios, bajo el más puro de los cielos. Y así fué como Ganadlas constituyó la En honor de las tres princesas se deno• tierra, si no prometida, al menos anhelada, minaron Hespérides; y sus condiciones na• el paraíso terrenal, para el hombre medi• turales, unidas a la suma riqueza que a terráneo de hace millares de años. ellas llevaron las hermanas, desbordó la fantasía de los poetas. Y así, al irse trans• mitiendo la leyenda de las maravillosas PRIMERAS NOTICIAS HISTORICAS islas, fingieron unas veces que en ellas se encontraban las manzanas de oro; las su• Es indudable que fenicios y cartagineses pusieron escenario de las hazañas de Hércu• llegaron en ocasiones a las playas canarias, les; y a lo largo de los tiempos les fueron pero debieros de ser éstas expediciones de asignando los nombres elogiosos a que simple exploración, de las que regresaron hicimos referencia, llegándose a situar en con noticias que, posteriormente deforma• ellas el paraíso terrenal. das, contribuyeron a la creación de la leyenda. La Gloria, con ser la Gloria, Refiere Plinio que Hannon, general de creyó cosa necesaria Cartago, por orden de aquella señoría, salió tener un cielo en la Tierra, de Cádiz al frente de una flota de sesenta e hizo las islas Canarias. galeras de cincuenta remos, con la misión de poblar la costa occidental de Africa, Sería interminable intentar una deta• fundando ciudades que extendiesen el im• llada relación de cuanto la fantasía huma• perio cartaginés. na elucubró acerca de aquellas tierras, col• Según Pomponio Mela, llegó hasta Cabo madas de cuantos dones eran necesarios Verde. Por tanto, si no arribar, hubo al para hacer la vida placentera, según la men• menos de tener conocimiento de la existen• talidad de tan remotas épocas. La abundan• cia de Canarias, pues el Teide se ve a cia de ganado y fruta excluía el hambre; el 300 kilómetros, y entre Fuerteventura y la suave clima, el frío y el calor excesivos e costa africana la distancia es de unos incluso la necesidad de crear refugios donde 60 kilómetros. ampararse de las inclemencias del tiempo Una descripción de Diodoro de Sicilia (primer concepto de la vivienda), brindán• dice así: «A inedia jornada de navegación doles, para un constante descanso, los sua• de la Libia existe una isla de suelo muy ves tapices del suelo cubierto por perenne fértil, cortada por montañas y valles de• manto verde; y sobre todo esto, la ambi• liciosos y cruzada de ríos navegables. ción supuso tesoros fabulosos que apa• Separada desde su origen del mundo, per• recían por doquier. Constituían, repetimos, maneció desconocida por mucho tiempo. el sueño de aquellos hombres a quienes Fué descubierta por los navegantes fenicios, no quedaba otro recurso para liberarse quienes partieron de sus establecimientos de la terrible dureza de la vida diaria de Cádiz a explorar el océano; esta isla se que dejar volar la imaginación hacia un llama Afortunada.» maravilloso país, donde, ¡quién sabe!, algún Los anteriores datos, elegidos al azar día podrían llegar ellos mismos, acaso pro• entre otros muchos, parecen indicar clara- mente que en diferentes ocasiones fenicios Canarias son las únicas de toda esta parte V cartagineses pusieron su planta en tierras del Atlántico que se hallaban habitadas del archipiélago. Veamos ahora lo que allá por el año 1400 de nuestra Era. refieren los cronistas referente a la época Nos hallamos ya a un paso de la con• del predominio de Roma. quista. Muy pronto los Clermonr, Bethe- La más concreta de las referencias a tal court, Pedraza, Herrera, etc., comenzarán respecto se asocia al nombre de Quinto Ser- a darnos noticias concretas y fidedignas torio. Era éste un capitán de las legiones a acerca de las islas y de sus habitantes, quien Sila, durante las guerras civiles, con• y es llegado el momento de ocuparnos de denó a muerte. Tratando de eludir la sen• quiénes eran éstos. tencia, huyó a España, pasando después a las islas Canarias. Son bastantes los testi• monios que afirman la realización de este LOS GUANCHES viaje, y algunos los que le señalan como primer poblador de las islas, en cada una La arcaica leyenda de las Hespérides de las cuales se dice que tuvo la precaución tuvo sus días de máximo esplendor cuando de ir dejando gentes de nacionalidades dife• Diodoro las prcclamó las Atlántidas des• rentes, elegidas entre las que componían aparecidas, pobladas por razas de hombres la dotación de su escuadra. A prisioneros y príncipes semidivinos que vivían para• desembarcados por él (que habían sufrido disíacamente en aquellos incomparables el castigo de cortarles la lengua) se atri• jardines. buye la creación del lenguaje silbado. Punto de coincidencia en esta leyenda Cuenta Plutarco en su Vida de Sertorio dorada es el que se refiere a los habitantes que, hallándose éste en el mar gaditano, de las islas, a quienes nos presenta siempre encontró unas embarcaciones cuyos tripu• como seres extraordinarios, hasta el extre• lantes le dieron noticias de la amenidad de mo de que, aunque no tuviésemos más las islas donde habían estado, y narra el elementos de juicio que los aportados por accidentado viaje a Canarias, donde, según las narraciones, habríamos de creer que él, vivió algunos años el capitán romano. fueron habitadas por una raza de contex• Ciertos comentaristas interpretan que tura física superior a la normal. Pero, afor• Julio César también llegó a las Afortuna- tunadamente, las momias encontradas en nas por el simple hecho de decirse en los perfecto estado de conservación constitu• escritos del caudillo que pasó las Columnas yen una prueba irrefutable, que permite de Hércules, lo que es un pobre fundamento afirmar sin temor a dudas que los aboríge• para tal afirmación. nes canarios eran seres de elevada esta• Ya a principios del siglo n de nuestra tura y admirables proporciones. Era, los misioneros cristianos debieron ex• La contemplación de estas momias hace tender su labor evangelizadora hasta el hace desaparecer automáticamente las exa• archipiélago. Existe constancia cierta de geraciones relativas a la altura de los guan• que el español S. Avito, discípulo de San ches, que algunos autores hacían llegar a Eugenio, arzobispo de Toledo, fué coro• los dos metros y medio, cuando la realidad nado del martirio en Canarias, en el año 105, es que los más altos pasaban pocos centí• imperando Trajano. metros del 1,80. Son igualmente inciertas Por último, puede afirmarse que las islas las descripciones que nos los presentaban

8 con varias filas de dientes y otra serie de existió, debió de ser mínima, su absorción peculiaridades monstruosas. se verificaría con rapidez y no dejaron hue• Con relación al hombre de hoy no ofrecen lla alguna entre los naturales. ninguna diferencia sensible. Son dolicocé- falos, con magníficos esqueletos, fuertes y rectos hombros, amplio tórax y largas extre• midades; debieron de tener gran desarrollo Es de bastante importancia el núcleo de muscular, producto del cuidado que dedi• opinión que señala a los guanches como una caban a su cuerpo. rama de las razas norteafricanas, especial• Se aprecia claramente, a pesar de que la mente de la beréber. piel momificada tiene un tono ocre, ama• La teoría es muy completa y contesta' rillento y terroso, que eran de raza blanca, en apariencia satisfactoriamente, a cuantas y se daban entre ellos dos tipos: uno more• interrogantes se plantean derivadas de este no, de cabello oscuro, y otro de piel y problema. Así, por ejemplo, la proximidad cabellos más claros, llegando en casos a hace perfectamente posible que hombres alcanzar un tono rubio. audaces diesen el salto de las millas que En el aspecto étnico, como en otro cual• separan el continente de las islas, aunque quiera que se refiera a los orígenes de Cana• sólo dispusiesen de los más elementales rias, se han presentado un sinnúmero de medios de navegación. opiniones y teorías. Descendientes de Noé Afirman otros que las Canarias forma• por la rama jafética; fenicios y cartagine• ban parte del continente africano, del que ses que las poblaron en sus viajes; romanos, fueron separadas por una convulsión vol• o al menos prisioneros de éstos abandona• cánica. dos por sus vencedores, quienes tomaron la Sin embargo, donde encajan a la perfec• precaución de agrupar en cada una de las ción hasta los más mínimos detalles es en islas a los de igual nacionalidad o raza; la teoría que supone a los guanches restos africanos del norte del continente, especial• de una raza autóctona y superior, super• mente de Mauritania; resto de los pobla• viviente del inmenso cataclismo que hizo dores de la Atlántida desaparecida... desaparecer la Atlántida en las profundi• Es muy posible que tanto los primeros dades del océano. habitantes de la Península, como fenicios, A lo largo de una breve exposición de las cartagineses y romanos, arribasen en algu• costumbres y características de vida de los nas ocasiones a las costas de las Afortu• indígenas insulares y de las razones que se nadas y estableciesen contactos, más o han de aducir en defensa de la teoría de la menos duraderos, con los aborígenes; pero lejana existencia del continente desapare• parece indudable que no constituyeron nin• cido irá conociendo el lector una serie de gunos de ellos el núcleo, la base formativa, detalles, demostrativos de la independencia de un pueblo de características tan perso• de esta raza con relación al resto de las del nales y acusadas como el de los guanches. Planeta, entre las que solamente es posible Es admisible, cuando más, que las peque• encontrarle puntos de contacto con las for• ñas partidas de las razas indicadas llega- madas por los habitantes de regiones (que gen a permanecer en el archipiélago e in• debieron constituir los bordes del desapa• cluso a fusionarse con los naturales por recido continente) a las que no alcanzó el medio de enlaces; pero tal mezcla, si seísmo, o de aquellas otras en que, por su situación, es fácil imaginar que debieron hermosura, ya que entre ellos, como decía ser escenario de una expansión de los Atlan• un afamado escritor: «El alma humana, tes o Atlánticos. en íntima comunidad con la naturaleza, Trataremos, pues, de dar una idea de la puede ver libros en los arroyos y sermones vida guanche hasta el final del siglo xiv, en las piedras». en que comenzó la conquista de las islas. Rendían culto a su perfección anató• Es de notar que, en el año 1400, los mica, que llega a extremos comparables canarios mantenían el mismo nivel de civi• a los que alcanzaron los griegos en este lización y cultura que dos mil años antes, aspecto. La belleza de la figura, la arro• prueba de que la influencia de los pueblos gancia, gracia y soltura de movimientos que establecieron con ellos contacto a lo se transmitían de generación en generación largo de este dilatado período de tiempo y se conservaban y mejoraban con una no llegaron a influirles en ningún aspecto, vida en la que los ejercicios atléticos, la y de que su aislamiento, aparte las espo• natación y la lucha constituían, más que rádicas expediciones de fenicios, romanos, meros pasatiempos, una verdadera reli• etcétera, fué absoluto. gión. Como consecuencia, son fuertes y corpulentos, pero enjutos. A. Lebrija dice haber visto en Sevilla «lo que tuvo por milagro» en un natural de esta isla de Sorprende la desproporción existente en• Canarias, el cual, «sin apartar de un lugar tre la madurez y altura de pensamiento el pie siniestro, aguardaba a ocho pasos de de aquellos hombres y lo rudimentario y distancia a los que le querían herir con primitivo de los medios materiales de que una piedra»; y añade: «huyendo de la habían de valerse en los afanes y trabajos herida, haciendo una pequeña inclinación de la vida diaria. Influyó notablemente de la cabeza a un lado o hurtando todo el en este estancamiento del progreso material cuerpo, o con una alternativa de las pier• la carencia absoluta de metales, que les nas, se libraba de los golpes que le tiraban»; impidió pasar del período de la piedra por último, termina diciendo: «y con esta pulimentada. destreza se burlaba de las heridas; y, por Por otra parte, la facilidad de la vida contra, no había blanco en sus contrarios en las islas, por lo fértil del suelo y tem• que con sus tiros lo perdiese, ni con las plado y seco del clima, no les impulsó, piedras que arrojaba con sus brazos (?), como en lugares donde la Naturaleza se ni con la punta de los dedos». muestra más dura con el hombre, a per• feccionar sus útiles de trabajo, vivienda, etcétera. En aquellas paradisíacas islas, un suelo pródigo y un cielo benigno les La religión guanche es sabeísta; algo brindaba, sin apenas esfuerzo por su parte, panteísta, en cuanto rinde culto a los ele• sustento y comodidad dondequiera que mentos básicos, y fundamentalmente mo• se hallasen. noteísta, ya que hace dimanar todas las Eran los guanches un pueblo esteta, cosas de un ser, supremo ordenador, cuya manifestándose este sentimiento en el pro• expresión visible es el Sol. fundo amor que profesaron a su incom• Las teorías primitivas, con la división parable tierra, como compendio de toda antagónica del bien y el mal en continua

— 10 — lucha; el día y la noche, la luz y la sombra Eran vírgenes. Se las consideraba sagra• se repiten en las remotas civilizaciones. das durante su permanencia en el monas• Así, encontramos entre los brahamanes a terio, y estaban apartadas de todo trato Siva y Vichnú; para los persas son Ormuz con los hombres, quienes casi no osaban y Ariman; y los egipcios los conocen como mirarlas. Sorprenderlas en el baño era Osiris y Tifón. Para los guanches este castigado con la muerte. binomio está representado por el Sol, que Tenían pocos templos, que situaban en en este aspecto de deidad bienhechora elevadas cumbres, y en las faldas de las recibe el nombre de Alcorán, en contra• montañas se enclavaban los monasterios posición con su eterno enemigo, el mal, de las Arimanguadas. Aunque la edifica• a quien conocen por , señor de las ción propiamente dicha era rara entre este tinieblas (), que adoptaba forma pueblo, en ocasiones agregaban algunas de perro o cabra. construcciones a las cuevas situadas en La más abstracta idea de Dios se desig• espléndidos riscos, que, rodeados por pa• naba como Achuhuaran, Achaucanal, Ache- rapetos, llegaban a constituir imponentes guaya Xerax, que quiere decir el Grande, catedrales graníticas. el Sublime, el que todo sustenta. Sobre Son las más notables, en este aspecto^ esta trilogía está basada toda la primitiva las de Gran Canaria, muy especialmente religión canaria, casi idéntica a la for• las de Tirma y Anago. Despeñándose desde mada por Brahama, Siva y Vichnú. el primero de estos montes lográbase la Los sacrificios que se ofrecían a estas purificación de las culpas y la entrada en deidades y a las potencias creadoras, tierra, el paraíso (), y en el recinto de agua y sol, consistían generalmente en cualquier santuario encontraba refugio el leche, queso y frutas. Rara vez eran cruen• que huía, quien quedaba a salvo de to• tas y jamás se inmolaban seres humanos. da persecución hasta tanto lo abandonara^ Componían el cuerpo sacerdotal los La mayor parte de los templos se debían «Faicanes», depositarios del saber y conse• a piadosas promesas de reyes y sacerdotes» jeros de los monarcas, si bien su influencia Faicanes y Arimanguadas emitían augu• en los asuntos públicos no rebasó nunca rios fumívoros, esto es, derivados de la un discreto límite, que no coartaba jamás observación y estudio del humo. Se refe• la autoridad e iniciativa reales. rían a motivos meteorológicos, principal• Existían también comunidades de mon• mente a las lluvias, eterno problema de jas, llamadas «Arimanguadas», quienes estas islas; y entre los ritos y ceremonias re• desde niñas eran designadas como sacer• ligiosas ofrecidas a sus deidades es frecuente, dotisas, ingresando en los «Tamongante encontrar las que persiguen tal objeto» en Alcorán» (monasterios) para ser ins• En la noche descendían las virginales truidas en las ceremonias del culto y pre• sacerdotisas de sus monasterios hasta las paradas para el matrimonio con los varo• orillas del mar, y penetrando en él, flage• nes más notables entre los guanches, ope• laban con ramas de palma las crestas d^ rándose así una selección de la raza, ya las olas argentadas por rayos de luna, in• que las Arimanguadas (procedentes de to• vocando al tiempo la fusión de las fuerzas das las clases sociales) eran cuidadosamente creadoras del fuego, del sol y del mar^ elegidas entre las más bellas y mejor para que formasen en los espacios la an^ dotadas intelectualmente. helada lluvia.

— 11 Guando la sequía era un castigo de Dios, cada uno de sus hijos. Estos estados fue• irritado, recurrían 'al «bayladero de ove• ron: Guimar, Taoro, Adeje, Icod, Taco- jas». Reunían éstas en ciertos lugares sa• ronte, Tegueste y Amaga, y sus primeros grados destinados a tal fin e hincando una menceyes, los hijos de Tinerfe: Acaymo, lanza en el suelo apartaban las crías, obli• Bentenuhya, Atguaxoña, Atbilocazpe, Ca- gando a las madres a permanecer en de• conaymo, Chincanayro, Rumen, Tegueste I rredor, sin permitirles unirse a sus hijos. y Beneharo I. Por último, un hijo bastardo, Los balidos que lanzaban los animalitos llamado Aguahuco, tuvo un señorío en el aplacaban la cólera del Dios irritado, y la pequeño territorio de Punta de Hidalgo. bienhechora lluvia volvía a fertilizar los El rey, que en Tenerife recibía el nombre sedientos campos. de mencey y en Gran Canaria el de gua- Dividían el año en lunaciones de veinti• narteme, estaba auxiliado en sus funciones nueve soles, que comenzaban a contar el por un cuerpo consultivo, especie de se• día en que aparecía la luna nueva. El nado, o «Consejo de Guairies» (nobles), principio del ano guanche coincidía coa cuyos puestos se proveían por herencia y el 21 de junio, y lo celebraban con fiestas jerarquía. Recibía el nombre de «Tagoror», que duraban nueve días, durante los cuales, asamblea legislativa, y se reunía para sus aparte de ceremonias religiosas, había ban• deliberaciones en una explanada lisa, circu• quetes públicos y mostraban su fuerza, lar, pavimentada de piedra, siendo de este ligereza y destreza, bien luchando indi• mismo material labrado los asientos qué vidualmente o en bandos, bien en baile ocupaban sus miembros. que «por lo festivo, apresurado y gracioso, La proclamación del rey se efectuaba ha sido hoy celebrado en nuestra España en una solemne reunión del Taragoror, y por haber sido originado en estas islas donde era llevado el hueso del más antiguo llaman «El Canario», de que hace mención linaje de aquella monarquía, que se con• Botero Bañes». (Govarrubias.) servaba cuidadosamente envuelto en pie• Ea este período de nueve días se sus• les. La fórmula de proclamación se ence• pendían las hostilidades, si las había. Esta rraba en las palabras «Agoñe Yacerán tregua era tan fielmente guardada, que cual• Iñatzahaña Chaconamel» («juro por el quier persona, perteneciente a otro estado, hueso de aquel día en que te hiciste gran• aunque éste estuviese en guerra, podía de»), que el nuevo rey había de pronunciar penetrar en otro territorio, siendo su per• al colocarse la reliquia sobre su cabeza. sona religiosamente respetada. Después tocábase con ella el hombro de los asistentes al consejo, y, por último, el pueblo, convocado para tal objeto, co• nocía al que desde aquel momento era su Entre los guanches, la forma de gobierno mencey. La proclamación era seguida de era una monarquía hereditaria. juegos, festejos y banquetes populares que Una tradición nos dice que la isla es• duraban varios días y que el elegido y sus tuvo gobernada por algún tiempo por un parientes costeaban para esparcimiento y solo rey, siendo el último de estos menceyes regocijo de sus subditos. universales Tinerfe el Grande, que tuvo El mencey debía elegir esposa entre las su corte en Adeje. A su muerte, dividió doncellas de la más pura sangre real. Cuan• el rsim en nueve estados, quel ocuparon do no existía ninguna que reuniese las

12 — circunstancias exigidas, podía contraer ma• tos por estimarlos poco1* dignos. Tal era el trimonio con miembros de su propia fa• caso de los carniceros, ocupación ejercida milia, incluso con sus hermanas. siempre por los prisioneros, a los que igual• Las apariciones en público hacíales pre• mente se les nombraba para el cargo de cedido siempre de un servidor, que portaba verdugos, pues los guanches sentían re• en alto una larga vara o lanza, distintivo pugnancia por tal función, que tachaban de la jerarquía real, que recibía el nombre de vil. Por otra parte, las mujeres, ancianos de «anepa». En sus cambios de residencia, y niños fueron siempre respetados. según el tránsito de las estaciones, visitas a los monasterios para hacer promesas o conocer augurios, asistencia a fiestas o juegos públicos y, en fin, en cuantas salidas Nobles y plebeyos usaban el mismo ves• de su residencia tenían un cierto carácter tido, y solamente en el pelo se diferencia• «oficial», le acompañaba el consejo de an• ban en lo externo. La larga cabellera cons• cianos. tituía una antigua señal de nobleza. Los Cuando alguien le encontraba en su villanos, hombres y mujeres, llevaban ésta camino, postrándose ante él le besaba el corta, empleando para el rapado lascas delantero de la falda del tamarco y los de pedernal afiladas como navajas. Entre pies, limpiándoselos después con el extre• los miembros de la clase superior, tanto mo de su propia vestidura. los varones como las damas ostentaban largos cabellos, y aquéllos lucían, además, barbas, cuyo uso también quedaba vedado al pueblo. La contravención era sancio• Estaban divididos en tres clases sociales: nada con máximo rigor, por lo que no Achimenceyes, Chichiciquitso y Achicaxna. existía el riesgo de que nadie tratase de Los primeros eran los descendientes de las pasar por lo que no era. familias reales; los segundos, los nobles, que En la administración de justicia hay integraban los cuerpos sacerdotal y mi• también separación entre las clases, en litar o que, al no tener ninguna de estas de• cuanto a las autoridades encargadas de dicaciones, recibían simplemente el nombre sustanciar los delitos cometidos. Así, hay de «guaries»; y los últimos, los plebeyos. jueces de nobles y jueces de plebeyos; pero A estas clases atribuían un origen divino, unos y otros aplicaban la ley con la misma creyendo que Dios los había creado, dán• equidad e idéntico rigor. doles para su sustento fértiles tierras y Las penas discurrían desde las sim• ganados; posteriormente Dios creó a otros ples multas a la muerte, pasando por los hombres y mujeres a quienes no dio nada, azotes, y cuando el castigo era público, ordenándoles que sirvieran a las razas como en los dos últimos casos, aplicábase privilegiadas para que éstas los sustentasen. de noche tratándose de hidalgos y a pleno A pesar de esto, no existió entre ellos la día si había de cumplirse en la persona de esclavitud, pues aunque en ocasiones los un villano. prisioneros eran tratados como tales, los La pena capital se ejecuta colocando al guanches fueron casi siempre generosos reo de espaldas sobre una larga laja agu• con los vencidos, a los que se limitaban a zada, que se hincaba en el suelo, con la dedicar a los oficios para ellos menos gra• punta hacia arriba; en esta posición, arro-

— 13 : m sobre el pecho del sentenciado una pleaban también para la fabricación de es• pesada piedra. La laja solía atravesarle el tas armas unas fuertes ramas llamadas cuerpo, muriendo casi instantáneamente. «banots». El delito se castigaba con gran riguro• Se protegían con broqueles o rodelas de sidad. Establecen pena de muerte para drago, acuarteladas o señaladas con divi• hurto, la falsedad en dichos y contratos y, sas negras, blancas o rojas y con el ta- naturalmente, el homicidio. Las faltas con• marco arrollado sobre el brazo. tra el pudor y la moral son también seve• Lanzaban dardos, lanzas y piedras con ramente sancionadas. Así, los adúlteros destreza incomparable y esquivaban estos eran enterrados vivos, y la doncella atre• mismos proyectiles con vista y agilidad vida, encarcelada en tanto su ofensor no increíbles. contrajese matrimonio con ella. La mujer Peleaban en orden abierto y cerrado, está celosamente protegida; puede per• pero la táctica preferida era la de la em• manecer sola en su rústica vivienda o tran• boscada y la sorpresa. Al menos, durante sitar sin cuidado por los caminos, en cual• la lucha con los españoles, ésta fué la que quier hora y ocasión. Al cruzarse con un emplearon con más frecuencia y la que les hombre, si éste no la conoce o no es inter• proporcionó mejores resultados. pelado por ella, debe abstenerse de diri• No conocieron la navegación. Sólo en girle la palabra e incluso habrá de volver circunstancias excepcionales se aventura• la espalda en tanto no se aleje. Los infrac• ron en troncos de árboles ahuecados en tores de estas disposiciones eran terrible• parte por el fuego. Así se explica el aisla• mente castigados. miento en que vivieron los habitantes de cada una de las islas con relación a las de los demás. Era el mencey el jefe supremo del ejér• Nos dicen los conquistadores que poseían cito, y los capitanes, nobles a quienes lla• una memoria prodigiosa y hablaban con maban Ciaoñes y Fayahuracanes. Estos soltura, aunque eran lacónicos por natu• tenían a su cargo la recluta de las fuerzas raleza. en un determinado territorio que abarcaba Su lenguaje es poco conocido. No se su jurisdicción. Los vecinos de los pobla• conservan más que unas cuantas palabras, dos dependientes del «Fayahuracan» obe• de las que insertamos algunas: decían con gran prontitud el llamamiento que les hacía, por medio de bocinas, con• ¡Datanam! Grito de guerra. centrándose en un lugar previamente mar• Adarg. Espada. cado, para que el jefe les guiase a sus cuar• A gando. Roca. teles y les entregase las armas con que ha• Masiega. Lecho de paja. bían de luchar. Consistían éstas en espadas Ñame Planta. de madera de acebnche, largas y anchas, Maxios. Los encantados. lanzas y dardos de tea. Tanto las primeras Tacerquen. Vino. como las puntas de dardos y lanzas, se ¡Sansafe! ¡Bien venido! tostaban y templaban al fuego, logrando ¡Tamaragua! ¡Buenos días! tal filo y tal dureza, que durante la con• Tamogante. Casa. quista desjarretaban los caballos de los Titogan. Cielo. invasores de un solo golpe de espada; em• . Perro diablo.

— 14 — La familia estaba constituida sobre una pónese de una túnica corta, de piel gamu• base patriarcal, por ser el padre el jefe de zada, abrochada o sujeta a la cintura. Se la misma. Podían los guancbes contraer denominaba «tamarco», y era igual para matrimonio y divorciarse cuando lo tu• hombres y mujeres, aunque éstas llevaban vieran por conveniente. El matrimonio se debajo un camisón o túnica del mismo ma• celebraba sin necesidad de ceremonias civi• terial que llegaba hasta el suelo, tapándoles les ni religiosas, bastando para su validez los pies, detalle en el que ponían gran cui• la expresión del consentimiento de los con• dado, ya que su exhibición, así como la de trayentes y autorización de los padres de los senos, era tenida por muy deshonesta. la desposada. Las pieles que componían el tamarco En el divorcio gozaban hombres y mu• estaban curtidas con singular habilidad, al• jeres de idénticos derechos, pudiendo en• canzando un grado de flexibilidad descono• tablarse la separación por cualquiera de cido en las de nuestra época. La unión de las partes. las distintas pieles hacíase con correas finí• Los hijos no eran criados por sus madres, simas y tripas de cabra, utilizando como quienes los hacían amamantar por cabras. agujas espinas de pescado o púas de palma, Vivían en cuevas naturales, y en los y con una pericia tan singular, que es di• lugares donde no existían y era difícil su• fícil apreciar a simple vista la unión de las plir la acción de la naturaleza excavándo• piezas después de teñidas de rojo o ama• las, construían chozas cuyos muros for• rillo. Obtenían este último color de una maban grandes piedras, colocadas simple• hierba a la que denominaban «gualdra», mente unas sobre otras, sin ligarlas con que había de ser majada y cocida antes ninguna mezcla, techadas con paja, reta• de emplearse como colorante, y el rojo, de mas y ramajes. Este sistema de vivienda una mezcla de la sangre del drago y man• lo usaban preferentemente en las estacio• teca de cabras, amén de otras hierbas, con• nes invernales, en las que se trasladaban siguiendo tal viveza y permanencia en el a la costa. colorido, que aun hoy día podemos perci• Durante el verano volvían a las monta• birlo en los tamarcos y trozos de cuero ñas, ocupando entonces las cuevas, algu• teñido que envuelven las momias guan• nas de las cuales tienen nichos de diverso ches. tamaño excavados en los muros y cuen• A pesar de que se reconocía la propiedad tan con bancos labrados en la roca; éstas, privada, castigándose severamente la sus• sin duda, pertenecieron a poderosas fami• tracción de los bienes de los particulares, lias. Probablemente fué residencia real la referíase aquella propiedad exclusivamente de Guimar, que es la más notable, y pre• a la habitación donde moraban y a los senta la particularidad de que el techo objetos de uso personal y enseres de tra• está formado por grandes vigas y sobre bajo, y por último, a las cabras que pu• ellas una cubierta de cañizo. Por esta cir• dieran poseer. cunstancia se la conoce actualmente con Los campos eran considerados como bie• el nombre de «Cueva de los Cañizos». nes comunales, de los que el mencey hacía anualmente una división en parcelas, que distribuía entre sus súbditos. El reparto de las labores agrícolas colec• El vestido indígena es elemental. Com- tivas, al igual que el de los pastos, se hacía

15 teniendo en cuenta los servicios prestados El ganado era también de propiedad co• por cada uno en las faenas de cultivo y re• mún, con la sola excepción de las cabras, colección durante el último año. e igualmente sucedía con los terrenos de Cada familia labraba, cultivaba y reco• pastos. lectaba la parte que le hubiere correspon• Los útiles de labranza eran en extremo dido, y tras pagar al monarca una elevada rudimentarios. Puede decirse que araban contribución en frutos, guardaban el resto la tierra a fuerza de brazos, ya que no con• para su consumo. taban para trazar los surcos más que con La parte recaudada por medios de los palos de madera endurecida al fuego y impuestos se destinaba, en primer tér• cuernos de cabras. mino, a cubrir las necesidades del mencey, La alimentación componíase principal• por razón de sus jerarquía, sostenimiento de mente de , harina de cebada, molida su casa, gastos originados por las ceremo• y tostada, que ingerían de diferentes for• nias y festejos populares y religiosos, y el mas, siendo la más usual amasada con agua sobrante se depositaba a modo de reserva, en una bolsa o zurrón de piel impermeable, con la que en las épocas de escasez y se• con lo que lograban una especie de pan de quía se auxiliaba a los necesitados, vi• agradable sabor y alto valor nutritivo. niendo a constituir de esta forma una es• Consumían igualmente toda la extensa pecie de banco agrícola. gama de frutas de las islas, carne de cabra Tanto estas reservas como las existen• y pescado obtenido usando como anzuelo cias de grano y frutos que pudieran tener las espinas de otros peces. los particulares se guardaban en cuevas En la parte baja de los tallos tiernos de muy secas y en grandes cántaros, que aún la palma practicaban un corte inclinado usándose a lo largo de los años, han llegado y recogían la abundante secrección en un hasta nosotros. odre de piel de cabrito. Con este jugo de En esta forma conservábanse perfecta• la palma elaboraban miel, vinagre, vino, mente las cosechas de un año para los si• azúcar y dulces. guientes. Toda la isla aparecía cubierta de pal• meras que el tiempo y los conquistadores hicieron desaparecer. Aprovechaban para el regadío los ria• chuelos y torrenteras, que encauzaban de la mejor manera para sus fines, constru• yendo almatriches de piedra que aún exis• La industria, dada la limitación de los ten, y albercones y acequias. Regaban por materiales que conocían (madera y piedra), dulas, esto es, por turno, los que habían de era casi nula. Poseían una cerámica rudi• hacerlo de la misma acequia o alma• mentaria, de la que tenemos bastantes triche. muestras. No empleaban el torno, dando No cosechaban el trigo, pero recolecta• con la mano la forma al objeto construido, ban cebada en abundancia, así como maíz cuyo pulimento iniciaban a medio secar, y unas habas y irnos higos distintos a los con piedra pómez y conchas. Fabricaron que hoy conocemos, pero que se daban con por este procedimiento bandejas, jarros, facilidad extraordinaria, por lo que se de• cuencos, fuentes, platos, cuentas y abaló• dicaban grandes extensiones a su cultivo. nos para collares y adornos femeninos.

— 16 — El Teitíe visto desde La Gomera

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Cañón «Tigre» con el que se hizo el disparo que mutiló a Nelson (Museo Munieipal de Santa Cruz) Drago y castaño milenarios, a cuyas sombras administraban justicia los monarcas guanches

Ermita de El Encuentro Cruz de La Conquista Fernández de Lugo, El Adelantado Monumento erlgWd al Adelantado Fernández de Lugo en Tenerife Solían embellecer estos objetos con dibu• turaleza es clara. Ni por un momento tiene jos lineales, para los que se supuso emplea• la osadía de modificarla. No profana el ban una especie de troqueles llamados suelo con la erección de viviendas y ciuda• «pintaderas», pero como no se ha encon• des; habita en las cuevas de la montaña, trado ninguno de estos utensilios con forma o en los bosques, o en las doradas playas. curva, que les permitiese adaptarse a la No labra esculturas en la dura piedra; pre• mayoría de los objetos cerámicos, cabe fiere moldear sus ágiles músculos hasta pensar que la decoración se bacía a pulso conseguir esculturas perfectas; ni pinta, y las «pintaderas» eran distintivos o em• creyendo, quizá, que ningún dibujo podrá blemas, probablemente sellos reales. superar el de la esbelta silueta de un pas• tor que, encaramado en un risco bravio, contempla a sus pies la policromía de un valle iluminado por el rojizo resplandor del No se conocen manifestaciones pictóri• sol, que se oculta lentamente en el hori• cas y escultóricas guanches. Es indiscu• zonte de un mar azul turquí. tible que no ejercitaron estas actividades Tiendé este pueblo, por todos los medios, artísticas, las más puras y directas de que a fundirse con la Naturaleza que tanto dispone el ser humano para la expresión admira, a compenetrarse con ella hasta el de la belleza. Pues bien, a pesar de esto, punto de llegar a ser un elemento más de aun sin poder ofrecer una sola prueba tan• la misma. Todos sus actos y costumbres gible y material de su sensibilidad artística, van encaminados a tal objeto. Sus ocupa• repetimos la afirmación hecha al principio ciones: agricultura y pastoreo; sus juegos: de este capítulo, en el sentido de que los lucha, carrera, saltos y lanzamientos; sus guanches constituían un pueblo esteta, ceremonias religiosas, de enorme sentido que, quizá enamorado de la belleza de plástico, como, por ejemplo, la flagelación cuanto le rodeaba, no intentó reproducirlo, del mar; y, en resumen, cualquier manifes• ante la imposibilidad no ya de igualar, tación de su vida, encaja de modo perfecto sino de lograr siquiera un pálido reflejo en el más delicado poema bucólico que la de la obra perfecta que la mano del Su• mente humana haya podido crear. premo Hacedor creó en la tierra con las Por contraposición, cualquier actividad islas Canarias. que rozase su puro instinto estético era El guaucho defiende su independencia, rechazada, encargándola, cuando su des• más que heroicamente, con fanatismo y empeño era imprescindible, a aquellos que desesperación; el fanatismo presupone una se hallaban al margen de la sociedad. Tal idea religiosa, la necesidad de defender a es el caso, ya citado, de carniceros y ver• cualquier precio algo sagrado, y sagrada, dugos, cargos que desempeñaban siempre por su divina hermosura, es la tierra que los prisioneros. habita. Los hombres y mujeres dedicados a la Cuando sobrado de valor, pero falto de momificación de los cadáveres eran igual• medios materiales para combatir, se siente mente repudiados, hasta el punto de tener vencido, busca en la muerte el castigo que que vivir aislados del resto del pueblo. No a sí mismo se debe por no haber podido influían para nada consideraciones de orden defender aquel bello legado de los dioses. religiosos o supersticioso y sí, únicamente, Su posición ante la maravilla de la Na• la fealdad de las manipulaciones a que

— 17 - habían de someter a los cadáveres para Buen número de estos accidentes afec• conseguir con ellos los resultados apete• taban al cráneo. Se encuentran entre sus cidos. restos heridas y fracturas de gran extensión Por todas estas consideraciones, ligera perfectamente curadas, por lo que cabe y torpemente expuestas, recabamos para afirmar que eran hábiles en el tratamiento los guanches la consideración debida a un de este género de heridas. pueblo artista que, paradójicamente, no nos legó ninguna muestra de esa condi• ción. Expondremos, por último, la más extraña costumbre de este pueblo: los enterra• mientos. Sus conocimientos médicos, aunque na• Creyendo en la inmortalidad del alma, turalmente primitivos, no eran ni tan es• pero no en la resurrección de la carne, es• casos ni tan groseros como se pretende timaron conveniente conservar la envol• por quienes a toda costa colocan a los tura corporal en condiciones de volver a guanches en la escala más baja de la civi• ser ocupada por el alma ausente, y a tal lización. fin embalsamaron a sus muertos con tal En medicina propiamente dicha emplea• perfección que, a pesar del descuido de los ban remedios elementales consistentes en conquistadores con los restos que halla• yerbas, raíces y el polvo de algunos árboles ron, han llegado buen número de éstos a de propiedades curativas, que adminis• nuestros días en excelente estado de con• traban, ya en cocimientos, ya majadas, servación. para emplastos fríos o calientes, así como Al ocurrir el fallecimiento, los parientes untos de manteca de cabra. entregaban el cadáver a los hombres o mu• Por el estudio de las momias se ha com• jeres especializados en tal cometido (según probado que conservaban íntegros los dien• el sexo del difunto, pues las operaciones de tes y muelas hasta edades avanzadísimas embalsamamiento no podían ser realizadas y que en ellos no aparecen señales de caries, por miembros del sexo contrario), retirán• lo que dice mucho en favor de su alimen• dose seguidamente a su domicilio, sin que tación y de los cuidados que debieron de• mediara ceremonia religiosa alguna. Llo• dicar a ésta, como a las demás partes de raban al difunto y recibían a sus amigos su persona. Tampoco padecieron sífilis, hasta que el cadáver les era devuelto para según se comprueba también por el exa• su enterramiento. men de los restos. Preparaban los momificadores un bál• En cirugía, utilizaban unas piedras su• samo que, aparte una serie de sustancias mamente afiladas, con las que podían prac• desconocidas, contenía piedra pómez, gra• ticar cortes sutiles, sangrar a los enfermos sas animales, corteza de pino y sangre de y, en general, sustituir al moderno bisturí. drago. El género de vida que llevaban, en cons• Esta mezcla se introducía por la boca tante contacto con la Naturaleza y tenien• y la nariz del cadáver, y se untaba el do que realizar ejercicios violentos, debía cuerpo, poniéndolo después a secar al sol. ocasionar frecuentes accidentes con frac• Repetían esta operación durante quince turas de huesos. días, hasta que el cuerpo quedaba p erfec

18 — tamente enjuto, momento en que lo envol• posible llegar a la explicación de este fe• vían fuertemente con unas tiras o vendas nómeno. El misterio de unas tierras que de cuero gamuzado preparadas al efecto y vomitaban fuego, la leyenda referente a cuidadosamente guardadas. Estas envol• sus gigantescos habitantes y, sobre todo, turas, que solían ser coloreadas con sus• el «tabú» flotante sobre esta parte del tancias vegetales, eran cosidas con finas Atlántico, considerado como final del mun• correíllas, y el número de las que envolvían do, debieron ser las barreras elevadas entre a la momia era de cinco o seis capas de las una ambición que hubo de existir y un mismas. temor que obligó a ocultarla. Terminadas estas operaciones, fabricá• Cuando, en 1341, Alfonso IV de Por• base un ataúd más o menos rudimentario. tugal fleta dos buques, que salen de Lis• A veces una simple tabla; otras, un tronco boa en busca de las islas, con la misión de árbol ahuecado con la forma de la de informar sobre ellas al monarca, co• momia, que, colocada en él, era transpor• mienza a anunciarse el final de su inde• tada a una cueva situada en el lugar más pendencia. Acompaña a los portugueses inaccesible. en esta expedición un navio tripulado por Las dificultades con que hoy se tropieza castellanos, florentinos y genoveses, que para llegar a los puntos donde estuvieron no desean quedarse atrás por si se confirma enclavadas las sepulturas hace incompren• plenamente la leyenda dorada. sible el procedimiento de que hubieron de Recorren los navegantes el archipiélago valerse los guanches para llegar a éstos y desembarcan en todas las islas, excepto con el impedimento que suponía el cadá• en Tenerife, pues el Teide, con su aspecto ver momificado. imponente y el humo lanzado por el crá• Ya en la cueva, era depositado horizon- ter les inspiró un saludable temor que les talmente, y la abertura de la entrada se hizo suponer a esta isla sujeta a encanta• tapaba con otras piedras, tan unidas, que miento. no permitían pasar a la sepultura ni si• Regresan trayendo consigo algunos indí• quiera el polvo. genas, animales y muestras de plantas y dan noticias de cuanto han visto. Desde este momento se suceden los via• LA CONQUISTA jes, y tres años después, en 1344, por pri• Resulta incomprensible para la menta• mera vez en la civilizada Europa se reco• lidad actual cómo la humanidad, que du• noce «oficialmente» la propiedad de las rante siglos conoció la existencia de las islas. Afortunadas y tuvo noticias (aumentadas Refiere Oderico Reynaldo que, ocupando hasta lo fabuloso por la fantasía) de su la silla apostólica Clemente VI, presentóse fecundidad y riquezas, no intentó apode• en Aviñón, donde se encontraba la Sede rarse de las mismas, máxime cuando nunca Pontificia, el noble francés don Luis de tuvieron dueño conocido entre los podero• Cerdá, conde de Clermont y Telamont, sos de cada época, sin que sean atendibles quien solicitó del Pontífice la investidura razones de ética a favor de los aborígenes, de la conquista de las islas Afortunadas y ya que la fuerza constituyó casi la única su dominio, con el título de príncipe y so• ley de aquellas edades. berano, rindiendo homenaje a la Santa Quizá por motivos de superstición fuese Sede Apostólica.

19 Debió Clermont exponer sus razones con pero fué sangrientamente rechazado y ja• habilidad y defender con acierto su causa, más volvió a hacer uso de sus derechos. puesto que consiguió cuanto se proponía; Clemente VI «le coronó con corona de oro», como latamente se refiere en la bula dada en Aviñón el día 17 de las Kalendas de di• El resto del siglo transcurre para los ciembre. naturales sin mayores címplicaciones. Des• Es ahora Francisco Petrarca quien nos pués del abandono de la empresa por informa de que, sin duda, queriendo lucir Clermont, Europa parece haberse olvida• públicamente su nueva investidura y los do nuevamente de las Canarias. atributos de la misma, salió a pasear por Los asuntos continentales aparecen te• las calles de Aviñón, rodeándose de gran rriblemente complicados en el año 1402. pompa y ostentando su corona y cetro de La Iglesia está escindida. Tres papas afir• oro, «cayéndole aquel día tanto agua del man su legitimidad y establecen sus res• cielo que volvió a su casa bien mojado, pectivas Sedes en lugares diferentes. Cre• lo que le fué agüero de haberse frustrado ce el Cisma. o no teniendo efecto su ánimo». La guerra crepita por doquier. En Es• Dió noticias el Pontífice de la creación paña se recrudecen las hostilidades con del nuevo principado y de la investidura los árabes granadinos y, además, el rey concedida al señor de Clermont: a don Enrique III lucha contra Portugal. En• Luis de la Cerda, a los reyes Alfonso XI de rique IV de Inglaterra, en tierras france• Castilla, Pedro IV de Aragón, Alfonso VI sas, contiende con Carlos VI, quien ve de Portugal, Felipe VI de Francia y An• debilitado su reino tanto por la lucha que drés y Juana, reyes de Ñápeles y Sicilia, sostiene contra el extranjero como por pidiéndoles su ayuda a esta empresa con las intestinas que desencadenan las casas barcos, soldados y armas, concediendo a de Orleáns y Borgoña. todos por ello muchas gracias e indul• En este momento la figura de Juan de gencias. Bethencourt entra en el escenario de la Todos estos reyes adujeron derechos so• Historia. bre las islas, pero por respeto al Papa hi• Era el normando Juan de Bethencourt cieron renuncia de ellos. En cuanto a la caballero de la Orden del Rey y gentil• ayuda solicitada, no fué prestada por nin• hombre de Cámara. Hallándose en La guno, ya que debieron estimar su genero• Rochela conoció a un caballero liamado sidad suficientemente probada por el hecho Gadifer de La Sale, con quien se asoció de la antedicha renuncia. en la empresa de armar un buen navio, Los «húmedos» presagios de Aviñón se equipado con ochenta hombres de guerra. confirmaron. Don Luis renunció a la con• Aunque no poseían patente de corso, quista por haberse avivado la guerra que dedicáronse a hacer presas entre las em• por aquel tiempo sostenían Inglaterra y barcaciones inglesas, y aun entre las per• Francia, en la cual se creyó obligado a in• tenecientes a potencias con las que Francia tervenir. Sin embargo, las crónicas fran• estaba en paz. Las cosas debieron llegar cesas dicen que con la ayuda del rey de a un extremo tal que, deseando aclarar Aragón logró armar dos barcos, con los la posición de Francia a tal respecto, Car• cuales intentó la conquista de La Gomera; los VI, en una instrucción dada al obispo

— 20 de Chartres para que tratase con los di• Las anteriores denuncias fueron aban• putados del rey de Inglaterra, dice: donadas, partiendo Bethencourt rápida• «Intem: Si de la parte de Inglaterra mente para Sevilla, a fin de que con su se pidiese reparación de los atentados y ausencia se borrara definitivamente el re• presas hechos por el señor de Bethencourt cuerdo de los sucesos que las motivaron. (lo cual otras veces lo han hecho) respon• Esta salida precipitada la hizo con una derán que dicho señor de Bethencourt, y dotación de sólo cincuenta hombres, de los Gadifer de La Sale, vendieron lo que te• doscientos cincuenta que componían la nían en el reino y se decía que habían ido habitual, y con tan exiguas fuerzas se a conquistar las Canarias, y no se sabía lanzó decidido a dar cima a su empresa. más de ellos.» No pudo comenzar bajo mejores auspi• La noticia de que Francia repudiaba cios. Tras una buena travesía, que duró su proceder se extendió rápidamente, y nueve días, arribaron a una isla que lla• irnos mercaderes florentinos y genoveses, maron de Alegranza. El primer punto del cuyas embarcaciones fueron presa de Be• archipiélago en que pusieron la planta fué thencourt, le acusaron de corsario levan• una playa del Sur de Lanzarote, a la que tado y, sorprendiéndole en el Puerto de Bethencourt bautizó con el nombre de Santa María, le apresaron y condujeron Rubicón, de evidente y claro simbolismo. a Sevilla, donde se encontraba la Corte. La isla se rindió sin lucha, pues su rey, La familia y amigos del preso, visto el Guardafia, recordando los estragos causa• mal cariz que presentaba el asunto, y de• dos por expedicionarios anteriores, pro• seosos de que el escándalo no fuese más metió obediencia y sumisión a Bethen• adelante ni tuviera peores consecuencias, court. interpusieron cuantas influencias y medios A partir de entonces comienzan las di• hallaron a su alcance para lograrlo. ficultades. Establécese una fortaleza en Ai fin surgió la fórmula salvadora. Mon• Lanzarote, y desde esta base salta varias señor Rubí de Bracamente, hermano de veces sobre Fuerteventura; pero siempre doña María Bracamente, madre de Be• es rechazado con pérdidas, hasta el punto thencourt, y, por lo tanto, tío de éste, aca• de que, juzgando imposible la empresa con baba de obtener, como premio a los ser• tan escasas fuerzas, divide éstas, dejando vicios prestados a don Juan I y a don una parte a Gadifer de La Sale, que queda• Enrique, en sus luchas contra Portugal, la ba al frente de la fortaleza, y con el resto merced de la conquista de Canarias, con de los hombres pone rumbo a España, los honores inherentes a la misma. Vista donde piensa pedir auxilio a Castilla. la precaria situación por que atravesaba Ya ante el monarca expone su petición, su sobrino, monseñor Rubí le hizo cesión y Enrique III le facilita los hombres que de sus derechos, consiguiendo de esta for• pide y le confirma la merced sobre las ma que pasase sin transición, de acusado islas de La Gomera, Hierro, Fuerteventura poco menos que de piratería, a rey de y Lanzarote. Ya son tropas de Castilla Canarias, título que posteriormente le con• las encargadas de la conquista, y, aunque firmó la reina doña Catalina por ser tam• normando de nacimiento, es también un bién sobrino del célebre Beltrán de Du- capitán de Castilla quien las dirige. guesclin, quien «tan buenos servicios» pres• La conquista es larga. Son preciso3 tó a la dinastía. ochenta y cinco años para que las isla^

— 21 queden totalmente sometidas. Durante este y doña Isabel, que procuraron incansa• tiempo, tanto Bethencourt como sus su• blemente la humanización de la conquista,, cesores sufren cien alternativas. Luchan, no dudando jamás en las destituciones de vencen, son rechazados, someten a los quienes, contraviniendo sus órdenes, se indígenas, son sorprendidos en embosca• mostraron en exceso rigurosos con los que das, pueblos sometidos se sublevan... no hacían más que tratar de defender su Su proceder con los guanches es tam• independencia. bién variable. Por lo general les dispensan La política racista, entendida en el un trato generoso y amable; pero no son sentido de tender a la desaparición del pocas las ocasiones en que los maltratan pueblo sojuzgado e impedir a todo trance^ y humillan. su mezcla con la de los dominadores, tan Obedecía muchas veces tal rigurosidad empleada por algunas potencias «coloni• a ofuscaciones de quienes tenían a su cargo zadoras», no fué nunca puesta en práctica la responsabilidad de las decisiones, al por los españoles. Los Reyes Católicos creer necesario el empleo de una mano de obligaron a conceder la libertad a cuantos hierro para el trato con los nativos; pero guanches prisioneros fueron traídos a la muchas veces la cuasa —doloroso es con• Península con el pensamiento de someterlos fesarlo— no fué otra que la crueldad de a la esclavitud; el propio rey don Fernando ciertos adelantados. apadrinó en su bautizo al caudillo guan- En el período anterior a los Reyes Ca• che Tenezor, que recibió el nombre de tólicos, la facilidad para obtener el derecho Fernando Guanche, e invitado por los a la conquista de las islas, juntamente con monarcas a vivir en la Corte, así lo hizo, el señorío de las mismas, era tal, que po• siguiéndole siempre en sus viajes a Sevilla día adquirirse o enajenarse por medio de y otras poblaciones. El rey, su padrino, que- una simple operación mercantil. le profesaba un sincero afecto, terminó Tal es el caso de Hernán Pérez, Enrique por enviarle a Gran Canaria con el fin de de Guzmán, Guillen de las Casas Martel, que ayudara a la pacificación de la isla, alcalde de Sevilla, y del mismo Hernán en la que los naturales, a pesar de sus derro• Peraza, de triste recuerdo, quien obtuvo tas, continuaban resistiendo con tenacidad. su señorío por permuta de la hacienda que La fidelidad de este hombre a sus nue• poseía en Huelva. Transacción que apa• vos señores fué inconmovible. Trató siem• rece registrada en una escritura otorgada pre de cumplir la misión que le fué im• en 28 de junio de 1443 y confirmada por puesta. Salvó la vida a don Pedro Vera Juan II, en Arévalo, el 13 de junio de 1447. en la batalla de Ajodar, y a Fernández de A pesar de lo expuesto, quede bien sen• Lugo en la de Acentejo. De su honradez tado que si los abusos de autoridad por es buena prueba su muerte, ocurrida en parte de los españoles se produjeron con San Cristóbal de La Laguna. No dejó en frecuencia, no son éstos los que marcan la herencia a sus hijas más que un nombre tónica de la conquista, sino que, bien al inmaculado y el recuerdo de su lealtad contrario, la más templada y justa conduc• a la Corona de España. ta presidió casi siempre sus relaciones con Los conquistadores, siguiendo el ejem• los isleños. Los principales mantenedores de plo de sus soberanos, establecieron buenas este trato generoso fueron los propios mo• relaciones de amistad con los caudillos, narcas, muy especialmente don Fernando con quienes concertaron alianza, y aun

— 22 — con los vencidos. Contrajeron numerosos Como es sabido, Tenerife fué la última matrimonios con las hijas del país, efec• de las islas en someterse a la Corona de tuándose estos enlaces tanto entre soldados España, cabiendo a Fernández de Lugo el y mujeres del pueblo como entre los cau• honor de dar cima a esta empresa. dillos y damas guanches de la más pura Era don Alfonso Fernández de Lugo nobleza. uno de los capitanes de las tropas espa• Un ejemplo de este tipo de enlaces es ñolas que intervinieron en la conquista el de la fundación de la rama canaria de de Gran Canaria. los Bethencourt, de que nos dan noticias En los paréntesis de la campaña realizó unos antiguos versos que transcribimos: algunas expediciones a Tenerife con el único fin de tomar informes acerca de Estándose bañando con sus damas aquella tierra y de sus moradores. Del Guanarteme, «El Bueno», la sobrina, Concluido que hubo la conquista, regresó tan bella que en el mar enciende llamas, a España en los momentos en que los Reyes tan blanca que a la nieve más enfría, Católicos hacían su entrada triunfal en salieron españoles de entre ramas, Granada, y trasladándose a la corte, fué aunque pudo librarse, cual Diana, recibido por ellos. Informóles de los asun• del que la vió bañarse en la fontana. tos y circunstancias de las islas y de cuan• Partir se vió la nave a Lanzarote tos pormenores conocía, y habiendo cau• donde, con el Santísimo Rocío, sado buen efecto a las augustas personas, la bañó en nueva fuente el sacerdote. éstas, aprovechando que Tenerife y La De dó salió con tal belleza y brío, Palma pertenecían a la Corona, por la que con ella casó monsieur Maciot, renuncia a su favor que se vió obligado que el noble Bethencourt era su tío. a hacer don Diego de Herrera, que tuvo Y destos dos, cual del jardín las flores, el señorío de aquellas tierras a más del de proceden los ilustres «Bethencoures». Gran Canaria, concertaron con Fernández de Lugo una capitulaciones por las que Este Maciot que contrajo matrimonio fué nombrado gobernador de la conquista, con la bella canaria debió de ser hijo del Adelantado Mayor de Canarias y capitán personaje del mismo nombre, hermano de general de Tenerife, La Palma y Costa de Juan «el Normando», primer conquistador Africa. Se le concedieron igualmente am• de las islas, a quien sustituyó en el mando plias atribuciones en el aspecto administra• tivo y económico, pues podía disponer li• al regresar aquél a su patria, donde murió. Así comenzó a formarse el pueblo cana• bremente para su reparto de las tierras y rio. De esta mezcla de sangres surgirán las aguas de sus dominios. Como era cos• familias en las que se conservan con or• tumbre en tales empresas, los gastos que gullo, al lado de ilustres apellidos castella• éstas ocasionaran eran exclusivamente a su nos, algunos de pura estirpe guanche, y cargo. así también, dentro de un total españo• lismo, presenta el pueblo características y peculiaridades que le confieren un ca• Acabada la guerra con los moros gra• rácter y fisonomía propios, tal como pue• nadinos, muchos caballeros, acostumbrados den ostentarlos vascos, gallegos, anda• a la aventura y la vida de campaña, no luces, etc. gustaban permanecer inactivos, por lo que

23 una vez conocida la empresa próxima a La cruz de la conquista se conserva en iniciarse, deseosos de honra y convencidos la actualidad en la parroquia de Nuestra de las grandes ganancias materiales que Señora de la Concepción. en ella podrían obtener, ofrecieron sus ser• Aventuráronse los españoles marchando vicios al Adelantado, quien, tras aceptarlos en orden cerrado hasta llegar a la vega de complacido, tuvo a sus órdenes el más La Laguna, y allí establecieron sus reales, brillante plantel que jamás se hubiese for• iniciándose una serie de entrevistas con los mado para tal empeño. principales caudillos de la isla, de las que Llegado que hubo a Gran Canaria, dedi• salieron la sumisión sin lucha del Mencey cóse a la organización de sus fuerzas, a las de Guimar y la repulsa a las proposiciones que se sumaron muchos de los que perma• castellanas por parte de Bencomo, Mencey necían en ella después de su conquista y de Taoro, quien, durante las conversacio• algunos guanches. Entre los primeros figu• nes, hizo gala de aguda inteligencia y bri• raron Jerónimo Valdés, Pedro Benítez, llante ingenio. Fué intérprete en estas Pedro Vergara, etc., y entre los segundos, negociaciones Guillén Castellano. Maminidra, convertido al cristianismo con El Adelantado no quería prolongar inde• el nombre de Pedro Maminidra, Guanar- finidamente la campaña, y visto que los teme y Dutidamba. guanches no le presentaban franco com• Componíase en total el ejército de mil bate en terreno abierto, limitándose sola• doscientos hombres, sumados los de a pie mente a hostilizarle en rápidas incursiones y a caballo, más los guanches que les y hostigando a las patrullas de reconoci• auxiliaron. miento, con un sistema parecido al emplea• Sin mayores dificultades, dominaron rá• do por nuestras guerrillas durante la guerra pidamente La Palma, a pesar de la oposi• de la Independencia, decidió acometer una ción opuesta por el heroico Mencey Ta- acción decisiva. mausú. Levantó, pues, el campo y emprendió Seguidamente pasa el ejército a Tenerife la marcha hacia el valle de La Orotava, y desembarca, sin encontrar resistencia, el que en aquel tiempo era conocido como día 1 de mayo de 1494. En el momento de Taoro, en el que asentaba sus dominios pisar tierra, Fernández de Lugo hincó en Bencomo. la arena de la playa una gran cruz, y arro• Convencido Lugo de la superioridad de dillándose ante ella oró, rogando por el sus armas y aumentada esta confianza por éxito de su empresa y por la sumisión de la poca resistencia que encontró a su paso los pobladores de la isla al sagrado sím• por los menceyatos de Anaga, Tegueste bolo. y Tacoronte, cuyos territorios se vió obli• • Aque lugar, sujeto a un extraño destino gado a cruzar, sin sufrir a su paso más que le hizo teatro de todos los desembar• que ataques de pequeñas patrullas guan• cos, tanto antiguos como los de los con• ches contra sus flancos y retaguardia, pero quistadores, y posteriormente de piratas, sin encontrar nunca el grueso de sus fuer• corsarios y célebres marinos ingleses, era zas, las cuales se habían retirado, abando• conocido dbn el nombre de playa de Añaza, nando gran cantidad de ganado, que, cap• y el Adelantado lo bautizó como «Puerto turado por los españoles, embarazaba no• de la Santa Cruz», y al fundarse un poblado tablemente su marcha. fué éste «Santa Cruz de Tenerife». Bencomo, mientras tanto, elegido el te

— 24 rreno quebrado que le convenía, aguardaba gracias a una tormenta providencial pudie• en él con tranquilidad. Al aproximarse los ron escapar algunos. El Adelantado debió invasores ordenó a su hermano Tinguaro la vida a haber cambiado sus vestidos con que con trescientos hombres ocupase las un soldado, al que los guanches, tomándole alturrs del barranco de Acentejo, cubierto por él, persiguieron y dieron muerte. Ayu• en aquel tiempo de maleza, por el que dado por aquel Fernando Guanche, ahijado habían de pasar el Adelantado y los suyos. del Rey Católico, y en un caballo que le En efecto, una vez bien adentrados en• proporcionó don Pedro Benítez, pudo llegar tre las escarpadas laderas y mientras lu• a la playa de Añaza, donde se le reunieron chaban contra los matojos y zarzas que los que habían logrado escapar con vida. dificultaban su camino, Tinguaro y los Una partida de noventa hombres pudo suyos comenzaron a silbar al ganado que penetrar en una cueva que sólo tenía una les acompañaba, que, reconociendo a sus pequeña entrada de difícil acceso. Descu• dueños, trató de escapar, con lo que biertos por los guanches, fueron sitiados; aumentó confusión ya existente entre pero Bencomo, al tener noticia del suceso, los españoles. En este momento comen• ordenó que fueran liberados y los envió a zaron a llover desde las cumbres grandes reunirse con sus compañeros en Añaza. piedras y agudos dardos, mientras el grueso Libróse la batalla de Acentejo el 31 de las tropas de Bencomo caía sobre ellos, de mayo de 1494, y el paraje tomó desde sin que en tales circunstancias supusiesen entonces el nombre de «La Matanza», en ventaja los caballos, siendo contrarrestada recuerdo de la que allí tuvo lugar. la superioridad de las armas con la agili• Fué tal la desmoralización de los ven• dad proverbial de los guanches, que com• cidos, que, tras abandonar la isla, escenario batían sin armaduras, protegiéndose con de su infortunio, regresaron a Gran Canaria el tamarco arrollado al brazo izquierdo, con el firme propósito de abandonar la mientras atacaban con lanzas obanots, que conquista y de no volver a pisar suelo tiner- empuñaban con la mano derecha. feño. Algunos, como Bartolomé Benítez Cuéntase qu3, en el momento de produ• de Lugo, casi cumplieron su propósito, cirse el ataque, Pedro Maminidra comenzó pues no regresaron hasta bastantes años a temblar visiblemente, por lo que Fer• después de que la pacificación fuese com• nández de Lugo, que marchaba a su lado, pleta. dio principio a hacer burla de su temor, Ya en Gran Canaria, grandes debieron a lo que el leal guanche, que había dado de ser las meditaciones del Adelantado. Va• pruebas de valor cien veces, precisa• liente soldado, su prestigio estaría en en• mente luchando en contra de sus actuales tredicho en tanto no lograse borrar la de• aliados, contestó: «No tiemblo de miedo, rrota sufrida. Hombre de honor, tenía que nunca lo tuve; me tiemblan las carnes comprometidas en la empresa las hacien• pensando en el aprieto en que el corazón das de sus amigos y colaboradores, aparte ha de meterlas hoy». de la suya propia, dedicada íntegramente La matanza fué espantosa: a pesar de a tal fin. Pesadas eran las responsabilida• pelear con bravura y desesperación, los des y arriesgada cualquier decisión. Fer• españoles dejaron sobre el campo más de nández de Lugo, en tan difícil trance, dió trescientos cadáveres, y el total de los pruebas de Tina serenidad y entereza que muertos se calcula en irnos dos mil, y sólo le hacen digno de su alto destino. Sin vr.-

— 25 — cilar —o al menos sin dejar traslucir su resistencia, tuvo lugar una horrenda car• vacilación— se aplica febrilmente en la nicería. reorganización de sus fuerzas, al tiempo Bencomo, que estuvo siempre en los lu• que inicia gestiones cerca de los mercaderes gares donde la lucha era más dura, logró genoveses con el fin de allegar los recursos escapar por la cuesta de San Roque, des• necesarios. Son precisos caballos, armas, pués de defenderse, con una alabarda arre• víveres y, ¡cómo no!, dinero. Dinero con batada a un castellano, contra siete hombres que pagar las soldadas, adquirir mil cosas a caballo. Se ignora su suerte después de necesarias y estimular a los tibios, que a la batalla, pues mientras unos afirman que su vista y contacto sienten renacer sus fué muerto, e incluso dan el nombre de entusiasmos. Buendía como perteneciente al soldado que Los genoveses, a su vez, recurrieron al le mató, otros dicen que cayó prisionero, duque de Medina, con el que se asociaron, y posteriormente convertido a la fe cató• formando un ejército perfectamente equi• lica, recibió las aguas bautismales. pado de unos setecientos hombres, con se• Tinguaro, su hermano, pereció luchando tenta caballos. En seis carabelas, y al como un bravo al frente de sus hombres, mando de Bartolomé Escupiñán, zarparon que en esta ocasión tenían la misión de de Sanlúcar de Barrameda para unirse a cortar la retirada a los castellanos en su las fuerzas del Adelantado. huida. ¡Tan seguros estaban de alcanzar la El día 2 de octubre de 1494, el Adelantado victoria! vuelve a desembarcar en Añaza al frente Esta batalla, dada el 14 de noviembre de todas sus tropas. Ahora no hay vacila• de 1494, significó, de hecho, el final de la ciones; todo ha debido ser cuidadosamente independencia guanche. A los numerosos estudiado. Apenas llegados, vuelven a po• caídos en ella hay que sumar las víctimas nerse en movimiento, anticipándose así de una peste que se declaró poco tiempo a los planes de Bencomo, y se dirigen hacia después, sin duda a causa de la descom• la vega de La Laguna, a la que llegan an• posición de los cadáveres insepultos, ter• tes que los guanches, cuyo propósito había minando de extenuar al pueblo guanche, sido detenerlos en un lugar denominado tan castigado ya por la guerra. «La Cuesta», más apropiado que la vega No quedaron los vencedores en condi• para su forma de pelear; pero enva• ciones mucho mejores. El ejército estaba lentonados por las victorias anteriores, diezmado, eran muchos los heridos y es• no dudan presentar combate en campo casos los alimentos. El generalísimo no se abierto. atrevió a permanecer en el escenario de su Todo el día duró la batalla, comenzada victoria, y menos aún a perseguir al ene• con ventaja para los isleños, que lograban migo. Así, pues, una vez más regresó al desconcertar a los españoles con su agili• fuerte de Añaza, en el que permaneció todo dad y ligereza. Unos y otros batiéronse el invierno, siendo muchas las penalidades con gran valor y denuedo, pero la superio• que tuvo que soportar en este período, ridad de las armas y organización fueron durante el que sólo vendiendo cuanto po• paulatinamente dando ventaja al ejército seían, tanto Lugo como otro capitán ape• de Lugo, cuyas cargas de caballería ter• llidado Hernández de la Guerra, les fué minaron por desorganizar a los guanches, posible proporcionar sustento a su gente. v ala caída de la tarde, rota ya por la tenaz Ya entrado el mes de diciembre, anima-

— 26 dos por los informes llegados del campa• el nuevo orden de cosas, mostráronse tan mento guanche, los ejércitos españoles pu• leales y nobles amigos y vasallos de Casti• siéronse nuevamente en marcha en direc• lla y aceptaron tan fervientemente la fe ción a La Orotava, último reducto de la cristiana y las costumbres españolas, que resistencia, con el decidido propósito de la madre patria se honró estampando en poner fin a la campaña en una acción el flamante escudo de su florón insular la decisiva. leyenda de «Muy nobles y muy leales», que Los indígenas, por su parte, reunieron reconoce esa virtud canaria, jamás des• cuantos hombres hallaron disponibles y se mentida. aprestaron a un supremo esfuerzo. Encontráronse ambos ejércitos en un lugar próximo al barranco de Acentejo, y a pesar de pelear con su acreditado Muy poco más. Canarias es ahora una heroísmo, acrecentado en esta ocasión por etapa en la ruta de las Indias. Los galeones una auténtica desesperación, fueron total• cargados de oro bordean sus costas y arri• mente derrotados, muriendo en la acción, ban a sus playas. La codicia y la envidia entre otros muchos, el Mencey Bentore, hacen presa de ellas y son innumerables hermano de Bencomo, a quien había suce• los ataques que sufren y rechazan a lo dido en íl mando de la liga guanche. largo de unos siglos. Después de esta batalla quedó Tenerife Fueron los lusitanos, por razón de la casi despoblado de indígenas. Al comenzar rivalidad existente entre Portugal y Cas• la conquista su número ascendía a unos tilla en cuanto se refiere al dominio de los quince mil hombres; después de la batalla mares, los que desencadenan los primeros de «La Victoria», dada en 25 de diciembre ataques. Sígnenles pronto los piratas fran• de 1495, apenas quedaban unos centenares. ceses, a quienes tienta el oro americano Los conquistadores que se instalaron en (Jean Fleury, al que los españoles cono• el norte de la isla no penetraron por el cieron con el nombre de Florín, logró momento en su parte sur, quedando ésta anresar el famoso tesoro de la cámara de en poder de los nativos; poco a poco, sin j- embargo, fué verificándose la fusión, y a la Moctezuma). vuelta de algún tiempo no existían dife• Los piratas berberiscos, marroquíes y rencias entre vencedores y vencidos, pues argelinos organizaron también con fre• siguiendo las sabias normas de los Reyes cuencia incursiones contra el archipiélago. Católicos, se hizo a éstos, convertidos rápi• Inglaterra, aunque se incorpora con re• damente al cristianismo, partícipes de los traso a estos ataques, no puede faltar, repartos de tierras y aguas, y las repetidas tratándose de debilitar el poderío español, uniones de ambas razan dieron origen a y así como en otras naciones los piratas este pueblo canario, que muy pronto sin• que atacaron las islas eran por lo general tióse tan español, que jamás consideró su aventureros, muchos de ellos fuera de la hermosa tierra como colonia de la metró• ley (aunque para estas empresas contasen poli, sino como una parte de España mis• con la secreta aprobación de sus gobier• ma, pues aquellos superAdvientes de la nos), entre los ingleses los nombres de ruda y sangrienta conquista, cuando, ven• marinos ilustres, como Jhon Poole, Jhon cidos por las tropas castellanas aceptaron y Richard Hawkins, Francis Drake, Walter Raleigh, etc., aparecen unidos en estas — 27 empresas a los más sanguinarios y famosos La vacilante política de Carlos IV no de la piratería mundial. supo evitar una guerra en la que nada Las guerras sostenidas con Inglaterra tenía que ganar y sí mucho que perder, en los siglos xvn y xvm ocasionaron a pues su escuadra, aunque muy debilitada Canarias innumerables perjuicios. Suce• con relación a épocas anteriores, conservaba díanse los años y los isleños veían trans• aún un resto de poderío, sobre el que pudo currir sus vidas en continuo sobresalto. intentarse reintegrar a España (a base de Escuadras poderosas bloqueaban sus puer• trabajo y sacrificio) a su antigua condición tos, saqueaban las costas, interrumpían de primera potencia marítima. La guerra el comercio exterior y la normal comuni• significa enfrentarse a la más poderosa es• cación con la Península por la destrucción cuadra del mundo. o captura de sus naves. Aún temían más En la madrugada del 21 al 22 de julio a aquellos corsarios que merodeaban sin de 1797, Nelson entra en aguas canarias, cesar en sus aguas y no perdían ocasión y las primeras luces del alba descubren a de obtener un buen botín, aunque para los habitantes de Santa Cruz el espectáculo su logro hubieran de cometer atropellos de la escuadra inglesa, que daba frente ai y crueldades y actuar con desprecio abso• puerto en orden de combate. Componíase luto de las más elementales leyes de la la armada de los buques de línea Teseo, guerra. Culloden y Celoso; las fragatas Leandro, Entre estos piratas (ya que este nombre Esmeralda, Caballo marino y Terpsícore, y les cuadra mejor que el de corsario) des• el buque auxiliar Fox, sumando, en total, tacaron, por su innegable audacia y osadía, 393 cañones. Santa Cruz contaba con menos por el éxito alcanzado en sus empresas de una tercera parte de esas bocas de y por su crueldad, Woodes Rogers, Aston fuego, y unas fortificaciones iniciadas por y Hawke. Felipe II, anticuadas e insuficientes. De los ataques de la escuadra, los más El mismo día de su llegada ordenó el poderosos y que más gloria dieron a sus almirante un desembarco por el valle Seco, heroicos defensores fueron los dirigidos por pero pronto reembarcó a sus fuerzas, vista los almirantes Blake en 1657, Jennings la imposibilidad de asaltar la plaza desde en 1706, y sobre todos los demás, el de aquel sector. Durante el día, la ciudad 1797, mandado por Nelson. sufrió el bombardeo de la escuadra. En memoria de las tres defensas reali• Mientras tanto, en el interior de la po• zadas contra enemigos que disponían de blación, aunque se aprecia lo crítico de la elementos incomparablemente superiores situación, impera la serenidad y el ánimo que los bien menguados al alcance de los inquebrantable de luchar sin desmayo tinerfeños, les fué concedido a éstos agre• hasta rechazar al invasor o, de lo contrario, gar a su escudo las trss cabezas de leopardo perecer honrosamente. Dirige la defensa el que hoy le adornan. comandante general de las islas, don Juan El último de estos éxitos supone un Antonio Gutiérrez, y colaboró con gran timbre de gloria, no ya para Tenerife o eficacia en la empresa el alcalde de La Oro- Canarias, sino para España toda, orgullosa tava, don Antonio Minoves. de unos hijos que dieron a conocer la derro• A las tres de la madrugada del 25 in• ta al primer marino de su época, vencedor tentó Nelson el golpe decisivo. Forma una poco después en Abukir y Trafalgar. columna de desembarco, que dirige perso- nalmente, y con el mayor sigilo se inicia la continente, sea quien dé en España noticia operación. Si su propósito era llegar a de la señalada victoria. tierra sin ser advertido, no lo logró, pues pronto desde los fuertes comienza un in• tenso fuego contra las chalupas de des• España acaba de añadir nuevos laureles embarco. Contestan las baterías de la es• a la serie inmarcesible de los ya conquista• cuadra, y pronto el escenario de la lucha dos. Lo que se reputa por imposible (derro• se convierte en un infierno. Varias lanchas, tar al moderno genio de los mares) ya está alcanzadas de lleno, se hunden con todos hecho. Y, una vez obtenida la victoria, no sus hombres. El buque auxiliar Fox corre intenta sacar provecho de ella, pues el la misma suerte, y perecen los 97 tripu• viejo león hispano no combatió jamás bus• lantes. Nelson está herido en un brazo; cando una ganancia, sino en defensa de su Bowen, su ayudante, cae para no levan• fe, su unidad, su patria o su honor. tarse. El almirante logra regresar al Teseor Como adelantado de Cristo, lleva la Santa que enarbola su insignia, y todo parece Cruz a todos los extremos de la tierra; perdido para los ingleses gracias al acierto funda imperios, a los que da su saber y su de los artilleros españoles; pero al fin cultura; mezcla sin prejuicios su sangre aquéllos logran tocar tierra en tres sitios generosa con la de las que tienen conside• diferentes. Desembarcan, y rápidamente ración de hijas muy queridas, nunca de se internan en la población, en la que se vasallos espiritualmente distantes de la reanuda la lucha, que ahora es en las metrópoli. Al alcanzar su madurez, las calles y sorprende a los asaltantes, quienes emancipa, conservando siempre ese amor comprueban que, a pesar de su superior maternal, y obteniendo, a cambio, como instrucción, disciplina y armamento, lo que prueba de la humana y justa política des• ya debería ser fácil se torna cada vez más arrollada en los siglos que ejerció su man• difícil. Son ellos los que al fin ceden terreno, dato, el respeto y el amor de las que con el y terminan refugiados en el convento de tiempo transformáronse en poderosas na• Santo Domingo, donde se hacen fuertes. ciones; pero, pese a su independencia, no Pronto comprende el comodoro Troubrigge, olvidan aquellos lazos que las unen al que los manda, que la resistencia es inútil, antiguo tronco indestructiblemente. y se rinde, enviando un mensaje de capi• España continúa dando al mundo su tulación. ejemplo. Ayer fueron Sagunto y Numan- El pueblo de Santa Cruz obsequia a los cia, Covadonga y Roncesvalles; más tarde, marinos liberados con pan y vino. Inca• Zaragoza y Tenerife, y hoy, en nuestra paz de sentir rencor, olvida que han venido Cruzada, cuyo primer acto se desarrolla un a perturbar su tranquila vida y a atentar amanecer de julio en el tinerfeño aero• contra la libertad de su patria. Gutiérrez puerto de Los Llanos, las nombres del no toma más que unos trofeos que perpe• Alcázar y Oviedo, Brúñete y el Ebro, dan tuarán la hazaña. Devuelve a todos la fe de que el antiguo solar hispano continúa libertad, y la única condición que fija es atesorando en su entraña todas las virtu• la de que el propio Nelson, a su regreso al des que le elevaron al rango imperial.

— 19 — ÍNDICE

La leyenda. Mito y fantasía 3

Situación., orígenes y etimología ... 4i

El mito y la leyenda histórica 6

Primeras noticias histórica? 7

Los guanches 8

La conquista ... 19

30 TÍTULOS PUBLICADOS

N.0 1—Vista, suerte y al toro. N.0 52. —Cataluña. N.0 2.—Fiestas y ferias de España. N.0 53. —La Marina Mercante. N.0 3.—Artesanía. N.0 54. —Las «checas». N.0 4—Los territorios españoles del Golfo N.0 55—El mar y la pesca. de Guinea. N.0 56.—Rosales . N.0 5.—El crucero «Baleares». N.0 57. —Hernán Cortés. N.0 6—Falla, Granados y Albéniz. N.0 58.—Españole s en Argelia. N.0 7—Conquista por el terror. N.0 59— Galicia y Asturias. N.0 8.—España en los altares. N.0 60— Leyes fundamentales del Reino. N.0 9—La gesta del Alto de los Leones. (Tercera edición.) N.0 10.—Ex combatientes. N.0 61.—Medicin a del Trabajo. N.0 11.—La batalla de Teruel. N.0 62. —El cante andaluz. N.0 12.—Vida y obra de Menéndez y Pelayo. N.0 63. —Las Reales Academias. N.0 13.—^Residencias de verano. N.0 64. —Jaca. N.0 14.—Españoles esclavos en Rusia. N.0 65. —José Antonio. N.0 15.—La batalla del Ebro. N.0 66—La Navidad en España. N.0 16.—Clima, suelo y agricultura. N.0 67.—Canarias. N.0 17—Eliminados. N.0 68—El bulo de los caramelos envene• N.0 18—La batalla de Brúñete. nados. N.0 19—La industrialización de España. N.0 69.—Rutas y caminos. N.0 20.—La casa tradicional en España. N.0 70— Un año turbio. N.0 21—El general Yagüe. N.0 71— Historia de la segunda República. N.0 22.—Museos. N.0 72.—Fortuny . N.0 23.—Oviedo, ciudad laureada. N.0 73. —El Santuario de Santa María de la N.0 24.—Frente del Sur. Cabeza. N.0 25—División Azul. N.0 74.—Mujere s de España. N.0 26.—Donoso Cortés. N.0 75. —Valladolid (la ciudad más románti• N.0 27.—Regeneración del preso. ca de España). N.0 28.—La «semana trágica» de Barcelona. N.0 76. —La Guinea española. N.0 29.—Calvo Sotelo. N.0 77. —El general Várela. N.0 30.—Bordados y encajes. N.0 78. —Lucha contra el paro. N.0 31.—Seis poetas contemporáneos. N.0 79—Soria. N.0 32—El general Mola. N.0 80.—El aceite. N.0 33.—Mapa gastronómico. N.0 81—Eduardo de Hiño josa. N.0 34.—Orellana, descubridor del Amazonas. N.0 82.—El Consejo Superior de Investiga• N.0 35.—«Yo, el vino». ciones Científicas. N.0 36—El teatro. N.0 83—El marqués de Comillas. N.0 37—Víctor Pradera. N.0 84. —Bizarro. N.0 38—El Alcázar. N.0 85. —Héroes españoles en Rusia. N.0 39.—Onésimo Redondo. N.0 86. —Jiménez de Quesada. N.0 40—Ciudades de lona. N.0 87. —Extremadura. N.0 41.—Nuestro paisaje. N.0 88. —De la República al comunismo N.0 42.—Fray Junípero Serra. N.0 89. —De Castilblanco a Casa- Viejas. N.0 43—Pedro de Valdivia. (I y II cuadernos). N.0 44.—Andalucía. N.0 90. —Raimundo Lulio. N.0 45.—Marruecos. N.0 91. —El género lírico. N.0 46.—Agricultura y Comercio. N.0 92. —La Legión española. N.0 47.—Escritores asesinados por los rojos. N.0 93. —El caballo andaluz. N.0 48.—Baleares. N.0 94. —El Sahara español. N.0 49.—El comunismo en España. N.0 95—La lucha antituberculosa en España. N.0 50—Luchas internas en la Zona Roja. N.0 96.—El Ejército español. N." 51.—Navarra. N.0 97—El Museo del Ejército. N.0 98.—1898: Cuba y Filipinas. N.0 157—Valeriano Bécquer. N.0 99.—Gremios artesanos. N.0 158—Canciones populares. N.0 100.—La milicia universitaria, N.0 159—La Guardia Civil. N.0 101.—Universidades gloriosas. N.0 160.—Tenerife. N.0 102.—Proyección cultural de España, N.0 161—La Cruz Roja. N.0 103.—Valencia. N.0 162.—Acervo forestal. N." 104.—Cuatro deportes. N.0 163—Prisioneros de Teruel. N.0 105.—Formación profesional. N.0 164.—El Greco. N.0 106—El Seguro de Enfermedad. N.0 165.—Ruiz de Alda. N.0 107.—Refranero español. N.0 166—Playas y puertos. N.0 108—Ramiro de Maeztu. N.0 167.—Béjar y sus paños. N.0 109.—Pintores españoles. N.0 168—Pintores españoles (11). N.0 110.—Primera guerra carlista. N.0 169.—García Morente. N.0 111.—Segunda guerra carlista. N.0 170.—La Rioja. N.0 112.—Avicultura y Cunicultura, N.0 171—La dinastía carlista. N.0 113.—Escultores españoles. N.0 172.—Tapicería española. N.0 114.—Levante. N.0 173—Glorias de la Policía. N.0 115.—Generales carlistas. N.0 174.—Palacios y jardines. N.0 175.—Villamartín. N.0 116.—Castilla la Vieja. N.0 176.—El toro bravo. N.0 117—Un gran pedagogo: el Padrt N.0 177.—Lugares colombinos. Manjón. N.0 178—Córdoba. N.0 118—Togliatti y los suyos en España. N.0 179—Periodismo. N.0 119.—Inventores españoles. N.0 180—Pizarras bituminosas. N." 120.—La Alberca. N." 181.—Don Juan de Austria. N." 121.—Vázquez de Mella. N.0 182—Aeropuertos. N.0 122.—Revalorización del campo. N.0 183—Alonso Cano. N.0 123—El traje regional. N.0 184.—La Mancha. N.0 124—Reales fábricas, N.0 185—Pedro de Alvarado. N.0 125.—Devoción de España a la Virgen. N.0 186—Calatañazor. N.0 126.—Aragón. N.0 187—Las Cortes tradicionales. N.0 127.—Santa Teresa de Jesús. N.0 188.—Consulado del Mar. N.0 128—La Zarzuela. N.o 189.—La novela española en la postguerra. N.0 129.—La quema de conventos. N.0 190.—Talavera de la Reina y su co• N.0 130.—La medicina española contempo• marca. ránea. N.o 191.—Pensadores tradicionalistas. N.0 131—Pemán y Fozá. N.» 192.—Soldados españoles. N." 132.—Monasterios españoles. N.o 193.—Fray Luis de León. N.0 133.—Balmes. N.0 194.—La España del XIX vista por los N" 134—La primera República. extranjeros. N.0 135.—Tánger. N.0 195.—Valdés Leal. N.0 136—Autos Sacramentales. N.0 196.—Las cinco villas de Navarra. N.0 137—Madrid. N.0 197,—El moro vizcaíno. N.0 138—General Primo de Rivera. N.0 198—Canciones infantiles. N.° 139.—Ifni. N.0 199.—Alabarderos. N.0 140.—General Sanjurjo. N.0 200—Numancia y su Museo. N.0 141.—Legazpi. N.0 201.—La Enseñanza Primaria. N.0 142.—Semana Santa. N.0 202.—Artillería y artilleros N.0 143.—Castillos. N.0 203.—Mujeres ilustres. N." 144.—Imagineros. N.0 204.—Hierros y rejerías. N.0 145—Granada, N.0 205.—Museo Histórico de Pamplona. N.0 146.—El anarquismo contra España. N.0 206—Españoles en el Atlántico Norte. N." 147.—Bailes regionales. N.0 207.—Los guanches y Castilla. N.0 148—Conquista de Venezuela. N.0 149.—Figuras del toreo. N.0 150—Málaga. APARECERAN PROXIMAMENTE N." 151.—Jorge Juan. N.0 152.—Protección de menores. N.0 153.—San Isidro. La Mística. N.0 154.—Navarra y sus reyes. La comarca del Cebrero. N.0 155—Vida pastoril. Fernando III el Santo. N." 156—Segovia. Leyendas de la vieja España.

PRENSA GRAFICA. S. A.-MAi)u i