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15 EL COMPLEJO LITIGO DE LA CORDILLERA, LAS GRANDES PUNTAS ESPECIALIZADAS Y SU RELACIÓN CON LOS MODOS DE VIDA PREAGROALFAREROS EN LA PREHISTORIA DE SANTO DOMINGO

ELPIDIO ORTEGA JOSÉ G. GUERRERO

Establecemos sus posibles relaciones con otros pobladores prehistóri­ cos dominadores o no de la talla del Sílex, presentes en la isla de Santo - Domingo. Por primera vez se realiza un estudio clasificatorio de los utensi_ lios de éste poblador "Cordillerano" que bien podría ser el pionero en las - Antillas, basado en una muestra cuantitativamente importante y de una varia­ da procedencia geográfica. LAS MIGRACIONES PREHISTÓRICAS EN LAS ANTILLAS A medida que aumentan los trabajos de campo y los intentos de estable_ cer el marco cronológico de la prehistoria antillana se constata un fenómeno constante e importante: las condiciones ecológicas y la ubicación geográfica de las islas del Caribe fueron factores de gran atracción migratoria para p£ bladores prehistóricos continentales desde un lapso extensible a los 6,000 - años A.C. y con variados esquemas tipológicos y diferentes formas de enfren­ tar el medio ambiente.

Se ha superado la explicación que atribuía a las eventuales luchas iri tertribales e interciánicas de culturas preagrarias o agrarias como el fac - tor básico de las migraciones prehistóricas de las Antillas. Por otra parte, los trabajos arqueológicos han permitido establecer cinco esquemas de pobla- miento preagroalfareros con tipologías instrumentales más o menos homogéneas, pero diferenciables entre sí, vinculadas con orígenes migratorios diferentes tanto en el tiempo como en el espacio ecológico.

Existen seis factores básicos de atracción que permiten entender el - tremendo influjo condicionante que ejercieron las Antillas sobre los grupos- precerámicos del Continente.

1) Importancia de las corrientes marinas como medio de transporte. 2) Conocimiento de medios de transporte de carácter acuático. ¿12

3) Importancia de la posición de las Antillas Menores, desde cuyo - arco, así como desde la costa norte de Venezuela, se hace posi - ble el aprovechamiento del flujo de vientos y corrientes que se desplazan al sur del archipiélago antillano en dirección este— oeste. (Existencia de cayos e islotes entre la costa atlántica nicaragüense y las grandes Antillas que posibilitan un tránsito de escalas muy cortas. 4) Presencia del factor mangle y de bancos coralinos cuya posición c£ mo elementos circundantes d» las islas en los cuales existía una - fauna aprovechable de peces, aves y moluscos.

5) Presencia de una fauna inocua y un clima ajeno a toda expresión de carácter catastrófico. 6) Presencia en la mayoría de las islas de importantes llanos coste - ros y de un régimen regular de lluvias, así como de un clima en - franca consonancia con el clima tropical lluvioso de donde proce­ dían los pobladores. (1)

Esta enumeración que no es exhaustiva pone de manifiesto y dominio los factores de atracción (isleños) sobre los de expulsión (continentales) , conste tándose cuatro zonas que fueron objeto de explotación de los grupos que sub - sistían por la caza, pesca y recolección; la costa, los llanos costeros, el- mangle y los sistemas montañosos.

Desde el año de 1973 se ha venido planteando un nuevo esquema tipológi co y cronológico para el estudio de los grupos preagroalfareros de Santo Do - mingo y el Caribe. (2)

El concepto etnológico de "Ciboney" que trataba de agrupar el precerámi co cubano en tan sólo dos expresiones tipológicamente excluyente Cuayabo Blan- co-concha/Cayo Redondo-piedra pulida, resultaba inoperante hasta para la pro - pia prehistoria cubana,debido a la rica y novedosa información de campo obte­ nida en el área antillana.

La isla de Trinidad (sitio guía Banwari Trace), presenta el poblador - más antiguo de las Antillas que confecciona sus artefactos simétricos fundamen talmente en piedra pulida con fechas que se remontan hasta los 5,500 años A.C., extendiéndose este esquema "Banwaroide1,1 a las demás islas. En las Antillas Ma- 313

yores ( y Santo Domingo), aparece hacia el 3000 años A.C. y el 2600 años - A.C. un poblador ("Seboruco- MordSn), que hace sus utensilios planos convexos mediante la talla del Sílex, tales como navajas, cuchillos, lascas y raspado - res, pero con ausencia de puntas pedunculadas. En Cuba existió otro poblador- (" Guayaboide"), que realizo sus artefactos en base a la concha, siendo la Gubia un útil diagnostico, con fechas que se remontan al 2,000 A.C. muy similar al poblamiento costero del noroeste de Venezuela, conocido como Manicuare. En Santo Domingo se conocen los sitios La Isleta y Cueva del Ferrocarril, aun­ que sin la presencia de la Gubia de concha. Desde un poco anterior al seguri do milenio A.C, las Antillas presentan otros asentamientos ("Hibridoide") que tipológicamente no son "puros", es decir, no confeccionan sus utensi lios en una sola clase de materia prima, hibridando su ajuar con piedra pva lida, Sílex, concha y posiblemente,madera. Estos cuatro esquemas explota­ ron diversos medios ecológicos durante un tiempo suficiente como para crear una disposición estratigráfica de sus restos culturales.

En el año 1973,Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, presentaron en- el "First Puerto Rican Symposium on Archaelogy of the Area", una - ponencia titulada " El Precerámico de Santo Domingo, Nuevos Lugares y su Posible RElación con otros puntos del Area Antillana", donde exponen "El Complejo de la Cordillera',' una tradición que poseee los artefactos de Sílex, predominantemente puntas lanceoladas, foliáceas y pedenculadas de mayor ta­ maño y mejor técnica de talla del área antillana. Desgraciadamente, sus restos culturales no aparecen dispuestos en una secuencia estratigráfica, - sino que aparecen como piezas aisladas en diversas colecciones privadas. Los autores asociaron los restos de grandes edentados con la existencia de- de estas puntas trabajadas por este poblador que habitara casi exclusivamen_ te en nuestros sistemas montañosos. A diferencia de los cuatro esquemas - anteriormente señalados para los cuales el mangle y la costa serían los ele mentos esenciales para la recolección, y la pesca, es decir, para los cua - les "seguir la costa sería lo mismo que seguir el mangle", este poblador - cordillerano se remonto rápidamente a las montañas evadiendo el mangle y la costa subsistiendo mediante la caza de una fauna isleña (edentados y otro tipo de fauna menor que existía en la Isla), que en las zonas continentales ya ej3 taba en franca decadencia y extinción. (3) 314

LAS ZONAS DE APARICIÓN DE LAS PUNTAS

Las puntas cordilleranas sólo habían sido observadas por los arqueólogos en varias colecciones privadas que habían obtenido las piezas en: Jarabacoa, - en Santiago (Lie. Manuel Casals Victoria, en Montecristi (Sr. Andrés Socías); en Azua (Dr. Arístides Estrada), en Courí Fort Liberté y Cabaret en la Re- publica de Haití (excavaciones del Dr. Irving Rouse,en 1934) y en Samaná por el Dr.Herbert w. Krieger para el año de 1929. Es obvio aclarar que sal vo los trabajos del Dr. Rouse los otros hallazgos no cuentan con informa - ción arqueológica de importancia y sólo se señala de manera general el muni­ cipio o poblado de la obtención de las piezas, especificando que ninguna - fue extraída por métodos de excavación.

Hata el 1973 se pensaba que Constanza, Jarabacoa y Valle Nuevo, eran- los sitios que debido a la "variedad de los tipos de hojas, sugiere que allí fue donde tuvo lugar un mayor desarrollo de la industria". (4) Sin embargo.los autores de la presente ponencia desde el año 1980 emprendieron la tarea de examinar las diferentes zonas montañosas del País que coincidían con la in­ formación de procedencia de los coleccionistas. Observamos los dibujos y- fotos de las piezas reportadas (siendo incluidas en la muestra de este estii dio) y otras que permanecían inéditas. Realizamos un "Survey" exhaustivo - de las inmediaciones de la Sierra de Neiba y el Valle de San Juan de la Ma- guana (entre los 18^ de latitud y 71a de longitud), en los sitios: Capá, Ca pulín, Vallejuelo, Chalona, Cardón, Caney, Copey, Los Hinojos y Cañada de - Palma, lugares donde recuperamos un total de 4_6_ piezas, que representan el- 76.70% del total de la muestra, revelando esta última zona como el centro - de talla y dispersión de las puntas más importantes de la Isla de Santo Do­ mingo. 315

Nuestro gráfico de distribución geográfica de las puntas es el siguien te: ° San Juan de la Maguana 46 puntas 76.70% del total ° Jarabacoa y Constanza 6 puntas 10% del total 0 Montecristi y Chacuey 4 puntas 6.66% del total 0 Courí y Cabaret (Haití) 1 puntas 1.66% del total ° Samaná 1 puntas 1.66% del total ° Azua 1 puntas 1.66% del total 0 Barahona (Las Salinas) 1 puntas 1.66% del total Total 60 100%

Solamente en Cañada de Palma donde encontramos (siempre en superficie) una punta de 2JL Cms. de longitud, con el dorso semilascado y de pedúnculo recto (familia 2, tipo A según nuestra clasificación), reportada en nuestro - libro "Estudio de 4 Nuevos Sitios Paleoarcaicos en la Isla de Santo Domingo',' (5) localizamos mediante excavación por niveles arbitrarios de 10 Cms. de espesor una especie de raspador muy tosco que debido a la ausencia de restos de ali - mentación y la falta de asociación con otros utensilios no lo catalogamos co­ mo un artefacto verdadero.

Por otro lado, en las excavaciones del 1978 del sitio Las Salinas ubi­ cado en las costas de la bahía de Neyba, provincia de Barahona, en una zona - costera y lacustre vinculada a un esquema "Barreroide" con un fechado de - - 2480 A.C., colectamos a los 20 Cms. de la superficie la primera punta foliá­ cea (encontrada de excavación) de 13 Cms. de longitud, 5 Cms. de ancho mayor, con un pedúnculo recto bien tallado y una serie de retoques marginales en uno de los bordes para hacerla converger en punta. Tanto por su tamaño como por su asociación al esquema de lascas y navajas se aleja de las puntas de las Z£ nas no costeras, aunque no podemos desvincularla totalmente del esquema cor­ dillerano, pudiendo llegar allí por intercambio, movilidad o innovación inde­ pendiente .

La ecología actual de la zona de San Juan de la Maguana,asociada a las puntas es una antigua área boscosa, con lometas, cañadas y llanos con decli - ves menores del 30% y relieve localizado a 500 Mts. sobre el nivel del mar como promedio, permitiendo abundantes ríos, cañadas y riachuelos. A pesar 316

que la frontera de la movilidad de éstos grupos sería un cercado creado por - las sierras, sin embargo se observan una serie de laderas y caminos comunicari tes entre las Sierras Bahoruco, Neyba y la misma Cordillera Central. Es de - cir, que la aparente barrera creada por los sistemas montañosos también perita tía una ruta migratoria natural.

RASGOS DIAGNÓSTICOS DE LA TALLA

Lo primero que debemos señalar es que no se cuenta con precedentes tan to respecto al tamaño de las puntas, la frecuencia de aparición como por la - precision en la talla en el hemisferio continental y, quizás mundial.

La muestra estudiada presenta una gran selectividad en la talla de nú-. cieos para obtener los utensilios precisos; ausencia de restos de taller sea- detritus o debitage o núcleos, ya trabajados con uso o sin uso; presencia evi dente de un pedúnculo en la zona proximal y la convergencia en punta en su zo na distal ; ausencia de un retoque bifacial- superficial total, manteniendo - siempre plano el lado anterior, eventuales retoques en el dorso y aristas que pueden según el caso ser eliminadas o no; constancia de un tamaño promedio que oscila en su longitud de 7 a 29.5 Cms..; de 3.5 Cms. a 8 Cms., su mayor anchura de 1.5 a 7 Cms. de largo peduncular.

Para nuestra clasificación utilizamos los criterios generales de Angel García Gook, presentados en su libro "Análisis Tipológico de Artefactos',' (6)como son: Industria, clase de uso, categoría, familia y tipos. De acuerdo a la - invadencia del lascado en el dorso y al tipo de pedúnculo tallado obtuvimos - la clasificación de 6 tipos de puntas fundamentales , evitando crear varian­ tes específicas que sólo pueden ser establecidas mediante una muestra mayor - en cada zona de estudio.

LAS PUNTAS SON LAS SIGUIENTES;

FAMILIAS

1) No lascado en el dorso 2) Dorso semi-lascado 3) Dorso lascado 317

TIPOS

a) Pedúnculo recto b) Pedúnculo circular a) Pedúnculo recto b) Pedúnculo recto continuo a) Pedúnculo recto b) Pedúnculo circular. Aunque desconocemos los núcleos tallados, creemos que primero era necesa_ rio realizar el lascado del dorso sobre el propio núcleo, luego desprender la lasca, afinar con cuidado el pedúnculo y, finalmente, aplicar varios retoques abruptos en los extremos laterales para hacerlos converger en punta si es ne­ cesario.

De acuerdo a la relación funcional, el trabajo de rebaje de la arista - dorsal puede estar vinculado con una actividad mayor de penetración o au­ mento de su posible aerodinamismo, en tanto que el pedúnculo circular permi­ tía adherir la pieza a un asta enmangable por amarre, y el pedúnculo recto- (y fino) permitiría insertarla dentro de un mango de madera.

La materia prima usada es muy abundante (quizás la cantera abierta de Silex más grande de las Antillas se encuentre en el suroeste de la Isla de San to Domingo) y de excelente calidad. El Sílex presenta un buen nivel de cris talización y ausencia casi total de incrustaciones intrusas de otros minera­ les que facilitarían una fácil rotura de la pieza. Notamos que la frecuen - cia de las puntas está en franca relación con la abundancia y calidad de la- materia prima, debido a la existencia de una serie de puntas no acabadas en- su proceso total de talla. La fractura del pedúnculo era el mayor factor de abandono de la talla.

Como no tenemos la secuencia extratigráfica no podemos establecer la re lación de las puntas con la existencia de lascas, navajas y raspadores déla fractura "barreroide" que los coleccionistas privados poseen y que afirman - haberlas obtenido en la misma zona de procedencia de las puntas.

DESCRIPCIÓN DETALLADA DE LA MUESTRA

Siguiendo el diagrama de clasificación vamos a describir una sola pieza- correspondiente a cada una de las familias y tipo: 318

Familia 1 y Tipo A. (véase figuras 4-19):

Punta pedunculada con las siguientes dimensiones: Longitud 17 Cms., ancho mayor 8 Cms., longitud del pedúnculo 4.5 Cms.- Procedencia - Jarabacoa. Retoques secundarios en un solo lado. Familia 1, Tipo B. Punta pedunculada - dimensiones : Longitud 21 Cms., ancho máximo 6.6 Cms., longitud del pedúnculo 5 Cms.- Procedencia - Vallejuelo, San Juan de la Maguana. Retoques secundarios en ambos lados.

Familia 2, Tipo A.

Punta pedunculada, dimensiones: Longitud 18 Cms., ancho mayor 6 Cms., longitud del pedúnculo 3 Cms. - Procedencia - Chalona - San Juan de la Maguana. Retoques sencundarios con un solo. lado.

Familia 2,Tipo B.

Punta pedunculada, dimensiones: Longitud 29,5 Cms., ancho mayor 4.5, longitud del pedúnculo 7.5 Cms.- Procedencia Caney, San Juan de la Maguana. Retoques secundarios simétricos en ambos lados, 50 Cms. en cada uno.

Familia 3,Tipo A.

Punta pedunculada, dimensiones: Longitud 20 Cms., ancho mayor 5,6 Cms., longitud del pedúnculo 4 Cms. Procedencia - Jarabacoa. Retoques secundarios en un solo lado.

Familia 3, Tipo B.

Punta pedunculada, dimensiones: Largo 19 Cms., ancho mayor 6 Cms., longitud del pedúnculo 5 Cms. Procedencia Capa, San Juan de la Maguana, Retoques secundarios en ambos lados. 319

EL MODO DE VIDA EN LA CORDILLERA

Por nuestra condición de isla tenemos que aceptar obligadamente que - todos los asentamientos prehistóricos tienen un origen continental y que - las migraciones se realizaron por vía acuática, aunque ciertas condiciones físicas del transporte pudieron ser más ventajosas en el pasado. En el Con_ tinente Americano se conocen tres expresiones que pueden tener vinculación con una forma de subsistencia basada en la gran caza de la fauna de origen pleistocénica, pero que sobrevive unos milenios más durante el holoceno.- En primer lugar está el horizonte preproyectil, que comienza a los 38 mil- años A. C; luego aparece el cazador que utiliza puntas de proyectil cuyo- auge es posterior al décimo milenio A.C. y, finalmente, emerge un poblador epipaleolítico que continúa manteniendo la caza de animales para su subsis­ tencia; pero además comienza hacer énfasis en la recolección de vegetales- y moluscos.

Las puntas de la Cordillera es una tradición muy distinta a las puntas americanas, debiendo tener una técnica correspondiente alos grupos epipa - leolíticos del Continente que en su proceso específico de adaptación a un- medio isleño pudo tener dos posibilidades de ajuste tecnológico. Este pp_ blador conocía una técnica general de extracción de puntas que desarrolla- ante la abundancia de una materia prima excelente y una ecología positiva- basada en la existencia de grandes edentados.

La innovación tecnológica pudo haber tenido dos orientaciones:

a) El poblador se ajusta a la innovación (cambio ambiental) continuar^ do la talla de puntas. b) El poblador si no dominaba la técnica de puntas, sí conocía la ta_ lia de navajas, pero debido a su adaptación a la fauna de la monta ña crea innovadoramente las puntas.

Si la segunda orientación fuese correcta se constatarían dos expresio­ nes líticas diferentes: una de navajas y lascas para la costa vinculada a- la recolección y pesca; y otra, de grandes puntas asociadas a la gran caza- cordillerana.

La posibilidad de que las puntas de la Cordillera fueran una subtradi- ción derivada de la técnica Seboruco-Mordán es sustentada por Januz Kozlo- 320

wski. (7)

Por nuestra parte consideramos que sólo el hallazgo de la puntas en - un contexto estratigráfico, con sus restos de taller y de alimentación po - dría resolver los términos de la relación. Sin embargo, consideramos difí­ cil que el poblador "mordanoida" fuera el tallador de las puntas, ya que las- excavaciones realizadas en Barrera, Seboruco, Levisa, Las Salinas, Paso Se­ na revelan una ausencia casi total de las grandes puntas pedunculadas. De_s de este punto de vista en la Cordillera están presentes tanto las puntas co mo las navajas y lascas, mientras que en los sitios "mordanoides" el esque­ ma permanece más puro o exclusivo.

Consideramos que las puntas podrían tener tres usos básicos:

a) Defensa personal: b) Artefacto intermedio usado como raspador manual para confeccionar otros útiles en madera o aplicado a la elaboración y preparación de alimentos (8); c) Caza de los grandes mamíferos antillanos presentes en un medio marino - como el manatí (Trichechus manatus) y la foca tropical (Monachus tropi- calis) o la gran fauna referida de edentados de la familia Megalochini- dae.

De acuerdo al tamaño y la presencia del pedúnculo eran armas enmangadas. No creemos que tuviesen un uso exclusivo como raspador, pues, este útil no - tendría que tener necesariamente forma de punta ni poseer la espiga para ha - cer esa función, sirviendo para tales fines cualquier lasca para el corte y - desgaste. En cuanto a la caza de mamíferos marinos es una actividad más vin culada al esquema costero que al cazador délas montañas. No queda, pues, otra opción, sino vincular las puntas a la existencia délos edentados, los - cuales serían cazados "cuerpo a cuerpo, como se planteó desde el 1973. (9)

LOS EDENTADOS Y SU RELACIÓN POSIBLE CON EL HOMBRE

Según el profesor Eugenio de Js. Marcano del Orden Edentata, familia Me galochinidae existían en Cuba 8 especies; 2 en y 6 en Santo Do - mingo. Las especies dominicanas son las siguientes: Parocnus Serus, Acro- to.cnus Comes, Acrotonus Odontrigenus, Acratonus Antillensis, Megalocnus Ro dens y el Mesocnus Browni. Todas son especies paleontológicas cuyo registro - 321

está presente en por lo menos 13 localidades de la Isla y. al parecer, exis­ ten seis posibles pruebas vinculables a una coexistencia con el hombre.

1) Chingúela, Constanza, Prov. La Vega: En el 1971 el profesor Roberto Cas-S.á, localizó en una pequeña cueva cercana al río Cabuya a 1584 metros sobre el nivel del mar varios restos óseos pertenecieri tes a 4 Parocnus en buen estado de conservación con una fecha ra dio carbónica de 850 años A.C.. Debido al pequeño diámetro de - abertura (50 Cms.), se supone que esos animales de más 250 1i - bras no pudieron morir allí naturalmente, sino que"fueron depos¿ tados en el lugar en períodos fríos de la Cordillera',1 (10) .

2) Escalera Abajo, Altamira, Prov. Puerto Plata: Excavaciones reali_ zadas por Renato Rímoli en el 1980 en dos cuevas funerarias repo£ ta un fragmento dental de un edentado posiblemente del género Pa­ rocnus: "las osamentas humanas y animales se encontraban entre - mezcladas sin observar ningún orden anatómico. Por primera vez - se informa la presencia de restos de mamíferos edentados (Paroc - nus) en sitios arqueológicos de Santo Domingo" (11).

3) Rincón Naranjo, Cornatillo, Bayaguana, Prov. San Cristóbal: En el- 1964 el profesor Jesús Marcano informa en una cueva de Bayaguana- "Allí vivía un indígena que comía Acratocnus, el que por el tama­ ño de los huesos que dejó, aparentaba pesar más de sesenta libras; después que hubo comido marcó los huesos (el indio) murió y sus - huesos se mezclaron con el de los animales que había comido". Se informa también varios huesos de quelonio (12).

4) Cueva del Ferrocarril, Sabana de la Mar, Prov. Seybo: En el año- 1929 el arqueólogo americano Herbert W. Krieger localizó un resi- duario en la Cueva del Ferrocarril donde "se encontraron restos - de jutías, aves cangrejos, conchas, corosos y huesos de Megaloc - nus" Las piezas recolectadas por H. Krieger fueron depositadas en el Instituto Smithsoniano (13).

5) Cueva Hoyo de Sanabe, Cotuí, Prov.Juan Sánchez Ramírez: El Prof. Dato Pagan Perdomo informa en el 1978, acerca de una serie de 322

pictografías existentes en ésa cueva que representan la fauna co­ tidiana de tos aborígenes agricultores de Santo Domingo como jutl- as, iguanas, murciélagos, pero, además un animal desproporcionada^ mente grande llevado por dos hombres colgado horizontalmente en - un palo, que según el Prof. Pagan se trata de un edentado. Este- sería el primer reporte de edentados en el arte rupestre de Santo

Domingo (14) .

6) Cueva de Borbon, Prov. San Cristóbal: En el 1978 El Dr. Fernando Morbán Laucer, reporta en esta cueva que" junto a las osamentas - de una fauna ya extinguida perteneciente a nuestra prehistoria - encontramos restos posibles de Megalocnus Rodens Comes y Acrotoc_ nus, localizándose un percutor grande roto, usado para fracturar hue_ sos, instrumentos y lascas de pedernal, para cortar carne y ras - par los huesos. Los intrumentos de Pedernal presentan una simili­ tud a las encontradas en Barrera , Azua y también aparecieron o - tros instrumentos de pedernal de coloración azulosa, transportado desde río Blanco, Tábara, Prov. de Azua, fragmentos de ollas cons truídas en cerámica pertenecientes a los grupos culturales Igneri, Ostiones y Tainos" (15).

En cuanto a las puntas que el Dr. I. Rouse reporta para Courí, y Caba - ret en Haití, aparecen en un contexto mesoindio. Excavaciones llevadas a ca­ bo por Ovidio Dávila en el 1978, éste informa que los artefactos de sílex pe£ cutidos de la zona no fueron trabajados allí, pues, existe una carencia de materia prima y restos de taller, planteando su necesaria importación. En su- informe no se reportan casos de puntas (16) .

Según el Dr. Marcio Veloz Maggiolo en zonas cercanas a Cabaret, reciente mente el Dr. K. Fisher le comunico personalmente que existían "artefactos de - Siléx en zonas cordilleranas de altura y alejadas de la costa" (17) .

Para Cuba donde existe una gran abundancia de sílex en su parte oriental con la fecha más antigua para poblamientos en las Grande Antillas de 3100 años A.C., sin embargo, las puntas están ausentes según informa Jorge Dueña Febles: "Las herramientas con pedúnculo merecen atención especial,debido a determina- 323

dos rasgos tecnológicos. En las industrias de piedra tallada de Cuba las pun­ tas carecen de pedúnculo bien definido a diferencia de otras, por ejemplo, Re­ pública Dominicana, La y Tierra Firme que sí lo tienen" (18) .

Creemos que nuestra afirmación de un poblador que puede ser anterior a - Seborouco - Mordán, es decir, remontarse desde 3500 años A.C., que cazara los- edentados con las puntas no puede hacer olvidar el uso eventual de la recolec­ ción de frutas, raíces y bayas silvestres y, posiblemente, moluscos terrestres como también de la caza menor de jutías, cangrejos e iguanas.

Definitivamente,los restos de edentados no fueron tan comunes como la- gran fauna Continental para permitir la existencia de un Gran Cazador Espe­ cializado (Big Game Hunter), aunque sí le permitió alimentarse de él y ate­ nuar la dieta con actividades de recolección. Ademas, como bien plantea Mark Nathan Cohen en "La Crisis Alimentaria de la Prehistoria" para los gru pos cazadores y recolectores "la supervivencia depende de su conocimiento - íntimo de las comunidades de plantas y animales que utilizan. Estos gru­ pos han de saber exactamente dónde se pueden hallar los frutos, las semillas y raíces comestibles y en qué circunstancias crecen mejor, además, de los ha_ bitos alimentarios, los desplazamientos y las necesidades ecológicas de Ios- animales de caza de los que dependen'" (19) .

A pesar que en el área de estudio faltan importantes sondeos para encon_ trar un campamento con sus restos y ajuar que permitan la reconstrucción más firme de su modo de vida, sin embargo, nuestros resultados infructuosos en - ése sentido tiene quizás una explicación lógica y relacionada con las carac­ terísticas de este poblador de la Cordillera. Como se trata de pequeñas ban­ das de cazadores-recolectores que tienen una movilidad condicionada por Ios- recursos ecológicos de las sierras, la emergencia de un patrón de asentamieri to sedentario no era la opción más adecuada al medio. No se trataba de las- bandas de recolectores y pescadores que se asientan en las zonas costeras y- mangleras y pueden "esperar" la reproducción de miles de moluscos y peces y, así, presentar características semisedentarias o por lo menos no estar tan - presionados hacia una movilidad ciega y acuciante, detrás de la fauna que se movía en las montañas.

Respecto a los otros pobladores precerámicos que no usan el sílex talla 324

do como utiles fundamentales, las relaciones con la Cordillera se alejan por fuerza aún mas.

La afirmación de una relativa antigüedad del poblador cordillerano en- Santo Domingo, tardío respecto al continente, temprano en relación a las An­ tillas, puede chocar con ciertas ideas mecanicistas que consideran que la - existencia de piezas peduncuíadas es siempre posterior a un horizonte prepro yectil y que la unifuncionalidad (especialización en la función del utensi­ lio) procede a la polifuncionalidad.

En la prehistoria antillana existen varias paradojas. Un marco de es­ tudio unilinealista no puede captar la diversidad de los asentamientos. El estudio del Complejo de la Cordillera no es una excepción. DIAGRAMA DE CLASIFICACIÓN

CLASIFICACIÓN RASGO DISTINTIVOS

INDUSTRIA Material Lítica CLASE Técnica de Trabajo Tallada

USO Técnica de Empleo (Función Genérica) Punzo -Cortante

CATEGORÍA Técnica de Empleo (Función Específica) PUNTAS PEDUNCULADAS

FAMILIA Forma Genérica (Lascado en el dorso) 1) NO LASCADO DORSO 2) DORSO SEMI LASCADO (Con arista) (Con arista) 38 13

TIPO Función Específica a) Recto b) Circular a) Recto b) Recto a Continuo 29 9 13 10 ••••••• . • • ... . — LEYEND CONCILLE** SEPTENTRION

OCÉANO ATLÁNTICO REGIONES

• -••% POSIBLE AS

LIMARES A

SAN MICHEL DE LA ATALAYA (•) NO HUESO

DISTRIBUCIÓN DE PUNTAS PEDUNCULADAS Y RESTOS DE EDENTAD REPÚBLICA DOMINICANA ^*ISLA BEATA

Figura 1. 327

JT -M O O (j 0 _£ £ £. -| T T"

LV\\\\\\^V\\V\\VV\V\\V\V^VV\\\\\\\\V\VS 2 SAN JUAN DE LA MAGUANA

,\\\\N o JARABACOA Y CONSTANZA

\\WJ f MONTE CRISTY CHACUEY

<£ SAMANA

O) »> A Z UA B . o

m BARAHONA ( LAS SALINAS)

3 » COURI Y CABARET * ft

FISURA No. 2

GRÁFICO DE FRECUENCIA DE PUNTAS PEDUNCULARES Fig.3. Las grandes puntas pedunculadas de Santo Domingo s6lo aparecen en 10s sistemas montan'osos de la Isla.

Fig.4. Punta tipo 1-a sin trabajo en el dorso con un largo ped6nculo recto. ~apulin,San Juan de la Ilaguana. Cortesia $&nuel Garcia ~r&alo. Fig.5. Dibujos de una punta tipo 2-b con el Fig.6. Dibujos de una punta 2-a, dorso semi-lascado y pedúnculo circu­ lascado y pedúnculo recto lar. Se muestra uno de los posibles sus posibles usos. Cortes usos. Cortesía Manuel García Arévalo. Arévalo. Fig.7. Puntas tipo 1-a procedentes Fig.8, PequeGas puntas tip0 de San Juan de la Maguana. 1-a procedentes de San Juan de la Maguana.

Fig.9. Puntas tipo 1-a con un Fig. 10. Punta tipo 1-a y 1-b fino ped6nculo recto y procedentes de la Sierra un grueso ped6nculo de Neyba-San Juan de la recto. Maguana. Fig.11. Puntas tipos 1-b y 1-a* Fig.12, Punka tipo 1-b procedente Procedentes de San Juan de de San Juan de la Efaguana. la Maguana,

Fig.13. Puntas tipo 2-b de ped$nculo Fig. 14. Puntas tip0 2-b y 1-b recto-continuo. procedentes de San Juan de la Maguana. Fig.15. Puntas con el dorso . Fig.16. Diversas puntas de la Sierra lascado tip0 3-a pro- de Neyba y San Juan de la cedentes de San Juan Maguana . de la l'laguana.

Fig.17. Diversas puntas de la Sierra Fig.18. Diversas puntas de la de Neyba y San Juan de la Sierra de Neyba y San Juan Maguana . de la Ilaguana. 333

NOTAS

1) "Arqueología prehistorica de Santo Domingo", Prof. Marcio Veloz Mag- giolo, p.60, MacGraw Hill, Singapur, 1972.

2) "El preceramico de Santo Domingo, Nuevos Lugares y su posible relación con otros puntos del area Antillana", Prof. Marcio Veloz Maggiolo y el Ing. Elpidio Ortega, Papeles Ocasionales N/I, Museo del Hombre Domini­ cano, 1973. "Esquema para una revisión de nomenclaturas arqueológicas del pobla- miento preceramico en las Antillas", Plinio Pina M., Veloz Maggiolo y Manuel García Arévalo, 1974, Santo Domingo.

3) "Arqueología", p.63, Autor citado.

4) "Medioambiente y adaptación humana en la prehistoria de Santo Domingo", Marcio Veloz Maggiolo, Tomo I, p. 151, Editorial, UASD, Santo Domingo.

5) "Ob. Cit. de Elpidio ortega y José G. Guerrero, p. 179, Editorial Tal­ ler, 1981, Santo Domingo.

6) "Análisis tipológico de artefactos", Instituto Nacional de Antropolo­ gía e Historia, pps. 38-43, 1967, México.

7) "In search of The evolutionary pattern of the preceramic cultures of the Caribbean", pp.61-79, Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.13, 1980.

8) "Posibilidades de usos de los cuchillos de pedernal y de los majadores cónicos alargados entre los aborígenes antillanos", Manuel García Aré­ valo, Ponencia presentada en el Simposio sobre Problemas de la Arqueo­ logía Antillana, Ponce Puerto Rico, 30 agosto, 1ro de Septiembre de 1978, Mimeo.

9) "El preceramico...", 0b. Cit., p.9.

10) "El Preceramico...", Ob. Cit., p.10.

11) "Restos de fauna en el sitio arqueológico de escalera abajo, Puerto Plata", Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.13, pp.174-183, Santo Domingo, 1980.

12) "Mamíferos extintos de la ", Revista Biomundo UASD0, año I, No.l, Feb., 1976, pp.4-5.

13) "Arqueología prehistorica...", Ob. Cit., p.76.

14) "Notas sobre las pictografías y petroglifos de las Guacaras de Come­ dero Arriba y de Hoyo de Sanabe, República Dominicana", Dato Pagan Perdomo y Manuel García Arévalo, pp.13-57, Boletín del Museo del Hom­ bre Dominicano, no.14, 1980, Santo Domingo. 334

15) "El Arte Rupuestre en La República Dominicana, petroglifos de la Prov. de Azua", Fernando Morbán Laucer, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978. "Nuevas pictografías en la isla de Santo Domingo, Las Cuevas de Bor- bon", Dato Pagan Perdomo, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1978.

16) "Analysis of the Lithic material of the Savanne carree, no.2, Site Fort Liberté, Region in ", Ovidio Dávila y Dávila, Boletín del Museo del Hombre Dominicano, no.10, pp. 201-266, Santo Domingo, 1978.

17) "Medioambiente...", Ob. Cit., p.147.

18) "Herramientas de piedra tallada del conjunto cultura de Seboruco", Mayari Holguín, Cubra, Mimeo.

19) Ob. Cit., p.33, Alianza Editorial, Barcelona.