Prácticas Políticas Del Alcalde De Barriodel
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Regina Hernández Franyuti* ANTROPOLOGÍA Control y orden: problemas y prácticas políticas del alcalde de barrio del cuartel menor número 32 en la ciudad de México na de las medidas impuestas por el reformismo borbónico fueron Ulas “Ordenanzas para la división en Cuarteles Mayores y Menores”, emiti- das en 1782. Con ellas se ponía fin a varios intentos que desde 1713 bus- caban aplicar un orden y un control tanto en la aplicación de la justicia como en el gobierno político. Las constantes quejas que sobre el incumpli- miento de los bandos y reglamentos, la falta de vigilancia y el incremento de robos, crímenes, malhechores, malvivientes, así como el desorden impe- rante en las calles y barrios, fueron determinantes para que el virrey Martín de Mayorga (1779-1783) le encomendase al oidor Baltasar Ladrón de Guevara para que analizara la conveniencia de dividir la ciudad en cuarte- les mayores y menores, tal y como se había hecho en Madrid. Ladrón de Guevara cumplió con la encomienda, recorrió las calles y barrios. Pudo observar que la ciudad estaba dividida en dos espacios: en uno existían calles anchas y rectas tiradas a cordel, algunas con buenos empedra- dos, manzanas regulares, y edificios públicos y privados de mampostería; en el otro, que correspondía a los cuatro barrios indígenas, existían pocas calles, la mayoría irregulares, carentes de empedrados que formaban o terminaban en sinuosos callejones, con muy pocas manzanas rectangulares y donde pre- dominaban las construcciones de paja y de carrizo. Estos dos espacios habí- an sido determinados por un principio de separación étnica, el cual con el paso del tiempo se fue diluyendo, convirtiéndose la ciudad en un espacio de interrelaciones y de intercambios continuos. El objetivo principal de esta reforma era unificar el espacio, determinar pequeños territorios que facilitaran la vigilancia, el orden y el control, per- mitieran el cumplimiento de las rondas diurnas y nocturnas y establecer un nuevo tipo de funcionario, que sin tener poder pudiese realizar la vigi- lancia, el control efectivo y la aplicación rápida en primera instancia de la justicia. Estos nuevos personajes fueron los alcaldes de barrio, quienes debían de ser personas reconocidas, nombradas por el virrey, y dependían * Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 32 ANTROPOLOGÍA administrativa y judicialmente de los funcio- narios encargados de los cuarteles mayores. El 21 de noviembre de 1782 se publicó “La ordenanza y el Reglamento para los Alcaldes de Barrio”, confirmada por Real Cédula, expe- dida en Madrid el 22 de julio de 1786. Con la Ordenanza el espacio de la ciudad quedaba unificado y se dividía en ocho cuarteles mayo- res: cinco estarían encargados a los alcaldes del crimen, uno al corregidor y dos a los alcaldes ordinarios de primer y segundo voto. Cada cuartel mayor se subdividía en cuatro cuarteles menores, los cuales quedarían bajo la respon- sabilidad de los alcaldes de barrio. Plano 1. Cuartel Mayor número VIII. Detalle del plano de la Ciudad dividida en Cuarteles Mayores y Menores. Archivo Histórico del Distrito Federal. Poco se sabe de la forma en que actuaban los alcaldes de barrio, de la aplicación y el cumplimiento de Este espacio comprendía (plano 1) el territorio del la Ordenanza y de las interrelaciones con sus superiores; antiguo barrio de la Alameda o de San Juan Moyotlan, es por ello que en este trabajo —tomando como base uno de los cuatro barrios indígenas que rodeaban a la varios documentos encontrados en el Archivo General ciudad.2 Se encontraba situado hacia la zona sur de la Nación, en el ramo Historia— analizaré un suce- poniente y formaba parte de la parcialidad de San Juan so que permite conocer las interrelaciones y las prácti- Tenochtitlan, José Antonio Villaseñor y Sánchez nos cas políticas que determinaron el ejercicio y las dice que las parcialidades tenían: funciones del alcalde de barrio del cuartel menor núme- […] sus gobernadores, alcaldes, regidores, escribanos, ro 32, perteneciente al cuartel mayor número ocho. topiles, que son como en Castilla alguaciles y merinos, que son los que tienen conocimiento individual de las El cuartel mayor número ocho casas y personas de cada individuo. La Parcialidad de San Juan tiene setenta y nueve pueblos y barrios, que se dila- De acuerdo con la Ordenanza quedó bajo la jurisdic- tan y extiende la mayor parte por el oriente, poniente y ción del alcalde ordinario menos antiguo, que en 1791 norte. Esta Parcialidad de San Juan fue la principal y era don José María de Herrera. Fue delimitado siguien- mayor en los tiempos antiguos y de más número de do una línea recta que iba: nobleza. Hoy se cuentan cinco mil novecientas familias de indios en su jurisdicción.3 Desde el puente de N. P. San Francisco, de norte a sur, hasta la garita de la Piedad: desde aquí siguiendo la ace- El barrio de San Juan, hacia fines del siglo XVIII, quia, de oriente a poniente, hacia el norte atravesando los estaba conformado por los antiguos barrios de Arcos de Belén, a pasar por la garita antigua de ese nom- Huehuecalco, Atlampa, Macpalxochitlan, Tecpancalti- bre, hasta la esquina de la Casa de La Acordada frente de la occidental y meridional de la última principal capilla 2 Los cuatro barrios aledaños a la ciudad española: Moyotlan, del Santo Calvario, Desde ella, de poniente a oriente, Tlaquechiucan, Atzacualco y Teopan. A medida que el proceso de hasta el puente de N.P. San Francisco.1 colonización se estableció en la ciudad de México, los antiguos nombres de los barrios se castellanizaron incorporando a sus nom- bres indígenas el de los santos: San Juan Moyotlan, Santa María 1 Archivo General de la Nación (AGN), ramo Bandos, Ordenan- Tlaquechiucan, San Sebastián Atzacualco y San Pablo Teopan. zas de la división de la nobilísima Ciudad de México en Cuarteles, 3 José Antonio Villaseñor y Sánchez, Theatro americano, des- México, Herederos de Don Felipe Zuñiga y Ontiveros, 1782, vol. cripción general de los reynos y provincias de la Nueva España, y sus 12, p. 108. jurisdicciones, México, Editora Nacional, 1952, vol. I, pp. 58-59. 33 ANTROPOLOGÍA tlan, Tlaxilpa, Cihuateocaltitlan, Yopico, Teocaltitlan y programa que tuvo como base limitar la inmunidad Tecuicaltitlan.4 El paisaje que predominaba en sus religiosa, controlar la administración de los diezmos y terrenos era el de acequias, pantanos y terrenos eriazos. aplicar la secularización de las parroquias. En 1772 A medida que la ciudad fue creciendo, su expansión se José Antonio de Alzate elaboró un plano6 donde se hizo dirigió hacia la ocupación de los antiguos barrios indí- una redistribución de los territorios parroquiales: genas. Así, la demanda de espacio permitió que se rom- tomando por primera vez criterios de población y piera con el principio de separación étnica y que el superficie, sin considerar la vieja división étnica, la pa- espacio natural se fuera alterando al cegarse acequias y rroquia de San José dividió su territorio al crearse la del canales, al consolidarse terrenos que permitieron el Salto del Agua. La reforma jurisdiccional religiosa establecimiento de edificios, ermitas, plazas, plazuelas, correspondía con el interés ilustrado de subdividir a la conventos, iglesias y capillas que aglutinaron y caracte- ciudad en unidades homogéneas que permitieran ejer- rizaron al barrio. Allí se establecieron la parroquia de cer con facilidad una nueva política urbana de base Corpus Christi, la Alameda, el Hospicio de Pobres, el territorial; es decir determinar un “territorio jurídico” Hospital Real, la Acordada, el Colegio de San Juan de para aplicar en él un “poder jurídico”7 que facilitara la Letrán, el Tecpan de San Juan, el Colegio de Niños centralización del poder, el control de la población y Expósitos, la parroquia de San José, los conventos de la corrección de vicios y costumbres. San Juan de la Penitencia y Belén de los Mercedarios y, El barrio de San Juan, al igual que los otros barrios hacia las últimas décadas del siglo XVIII, el paseo de de la ciudad, gozaba de la consideración de una gran Bucareli y la Real Fábrica de Tabaco. Estos edificios, inseguridad y malas costumbres. En sus calles se comía, junto con la construcción de casas y comercios, deter- se bebía, se desaguaba el vientre, y por ellas iban y vení- minaron la incorporación del barrio a la ciudad y el an trabajadores, artesanos, vendedores ambulantes, vagos cambio en los usos del suelo. Sus habitantes eran espa- y mendigos, pícaros, malhechores, borrachos, carbone- ñoles, castas y una mayoría de indígenas, que se mez- ros, chichigüas, damas y meretrices. Para algunos de los claban y desbordaban sus propios territorios. habitantes de la ciudad estas calles eran su hogar, su Acorde con la jurisdicción eclesiástica, el barrio de comercio, su modo de vida. San Juan formó parte de la parroquia de San José, la Los administradores urbanos consideraban que que durante mucho tiempo fue una parroquia de tanto en las calles —con su irregularidad— como en indios bajo la encomienda del clero secular. Hacia los barrios, el desorden, el ocio, el hacinamiento, el 1768 tenía “nueve vicarías en los barrios de esta ciudad desempleo, la obscuridad y la falta de vigilancia habían i fuera de ella con mucho número de capillas en que se fomentado los vicios, robos, asesinatos, las venganzas, celebra missa i sus fábricas i conservación es muy cos- riñas, alborotos, la embriaguez, la pasión por los juegos tosa a los indios i causa desorden en la administración y las diversiones. espiritual”.5 En ese mismo año la parroquia quedó vacante y pasó a manos de los seculares. El cuartel menor número 32 Con el fin de imponer un orden y ejercer un control En 1791 fue asignado como alcalde de barrio don de la Iglesia en beneficio de la Corona, los monarcas Ignacio Castera.8 Este nombramiento lo hizo el virrey borbones se plantearon realizar un cambio en la admi- nistración religiosa.