Ilusión, Represión Y Liberación En Schopenhauer Olga Lucía Gómez
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Ilusión, represión y liberación en Schopenhauer Olga Lucía Gómez Fontecha Trabajo de grado para optar al título de Magistra en Filosofía bajo la dirección del Dr. Luis Fernando Cardona Suárez Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Filosofía Maestría en Filosofía Bogotá, 17 de abril de 2015 Ilusión, represión y liberación en Schopenhauer Olga Lucía Gómez Fontecha Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Filosofía Maestría en Filosofía Bogotá, 17 de abril de 2015 A Juán José, semilla y luz, niebla apacible, céfiro de mi alma. Agradezco, a mi Maestro Fernando Cardona por su infinita generosidad, dedicación y fe; a la vida serena y contemplativa de mis padres, al amor y aliento de mis hermanos, a la cálida compañía de Luna y Gattuso, y a la complicidad de mis amigos. Tabla de contenido Introducción 1 Capítulo primero. Un calabozo en tinieblas 5 1.1. La ambigüedad estructural de la caverna 9 1.2. Ilusiones del racionalismo 17 1.3. La intuición corporalizada 28 Capítulo segundo. El camino subterráneo hacia lo inconsciente 39 2.1. Una puerta de acceso al mundo 39 2.2. Origen del egoísmo 44 2.3. Del disimulo a la represión 51 2.4. La medicina mentis y el “té de lágrimas” 61 Capítulo tercero. La liberación del mundo 70 3.1. El engaño de la autonomía de la voluntad en el fenómeno 72 3.2. Filosofía de la tragedia y ética de la compasión 80 3.3. Quietud y nada 91 Bibliografía 104 Índice de abreviaturas CRP Kant, I. Crítica de la razón pura, Taurus, México, 2006. CRPRS Schopenhauer, A. De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente, Gredos, Madrid, 1981. FM Schopenhauer, A. Fundamentos de la moral. Los dos problemas fundamentales de la ética, Siglo veintiuno editores, Madrid, 1993. FMC Kant, I. Fundamentación metafísica de las costumbres, Ariel, Barcelona, 1996 LV Schopenhauer, A. La libertad de la voluntad. Los dos problemas fundamentales de la ética, Siglo veintiuno editores, Madrid, 1993. MVR. I. Schopenhauer, A. El mundo como voluntad y representación I, Trotta, Madrid, 2009. MVR. II. Schopenhauer, A. El mundo como voluntad y representación II, Trotta, Madrid, 2009. MVR. O Schopenhauer, A. El mundo como voluntad y representación, Aguilar, Madrid, 1927. PFE Schopenhauer, A. Prólogo a la primera edición de sobre el fundamento de la moral. Los dos problemas fundamentales de ética, Siglo XXI editores, Madrid, 1993. PP. I. Schopenhauer, A. Parerga y Paralipómena, Tomo II, Trotta, Madrid, 2006. PP. II. Schopenhauer, A. Parerga y Paralipómena, Tomo II, Trotta, Madrid, 2006. Rep. Platón, La República, Gredos, Madrid, 1988 VN Schopenhauer, A. Sobre la voluntad en la naturaleza, Alianza, Madrid, 1979. “La vida tiene por nombre vida, pero su obra es la muerte” Heráclito Introducción “Así has de ser, de ti no puedes escapar; así lo dijeron ya las sibilas, así los profetas; y ningún tiempo y ningún poder rompe, la forma impresa que viviente se desarrolla” (Goethe). En búsqueda del origen de la represión en Schopenhauer nos hallamos frente a la tensión constitutiva en el ser humano que, como animal metafísico, anida la polaridad permanente entre la voluntad de vivir y la inevitable muerte, provocando de esta manera la lucha inmanente entre los instintos. De ahí que aceptemos la indicación que hace nuestro filósofo de no acceder desde fuera a la esencia de las cosas, siendo lo más correcto “comprender el mundo desde el hombre que el hombre desde el mundo” (MVR. II. Cap. 50, 702; en alemán 739). En el presente trabajo seguiremos entonces esta indicación. Más allá de la filosofía de la tragedia, que de manera desgarradora despliega nuestro filósofo, el objetivo principal de nuestro trayecto será el siguiente: comprender cuál es esa otra forma de querer, que señala Schopenhauer como medicina mentis, pues acceder a este asunto nos permite ponerle cara al dolor de vivir. A través del examen del mundo de la ilusión, la represión y la liberación, pretendemos dar luz al panorama que apunta a una forma peculiar de querer por vía de un conocimiento especial, que permita entender el yugo de la voluntad y al mismo tiempo su liberación. A lo largo de las famosas y contundentes parábolas, con las que Schopenhauer recrea mundos como el del topo y su oscura vida, la lucha a muerte entre cabeza y cola de la hormiga bulldog australiana, o el espinoso relacionamiento entre los puercoespines, nos aproximamos de manera ejemplar a la patética existencia de una vida sin sentido para el hombre. Emprendemos pues el recorrido desde la caverna ilusoria, donde hallamos los falsos dualismos de multiplicidad-unidad, apariencia-verdad, y fenómeno-esencia, que integran el mundo visible de Mâyâ, y con ello acercarnos a los laberintos del sueño y la vigilia, del juego en escena del teatro y los hilos invisibles de las marionetas, que sin titiritero cuestionan el mundo fenoménico de lo real y lo irreal para tener por lo menos una ilusión, la de creer que se es dueño de la vida. Para la comprensión de esta dualidad, la filosofía de 2 la voluntad schopenhaueriana ha sido la primera en señalar como principio absoluto la subordinación de las funciones intelectuales a las funciones afectivas, entendiendo como superficial cualquier pensamiento que se quede en el plano de la mera coherencia lógica. Schopenhauer enfatiza que en el ser humano la voluntad adquiere su mayor grado como sensibilidad, a continuación en un menor grado como irritabilidad y, por último, como potencia reproductiva; en esta última objetivación se encuentra empero el afán ciego de supervivencia y conservación. Nuestro filósofo señala tres estadios de la enigmática voluntad, en primera instancia como cosa en sí, objetivándose en el carácter que irrumpe de forma completamente originaria y al cual se pretende conocer a través de los sucesivos actos individuales; en segundo lugar en el cuerpo, donde la voluntad penetra con mayor inmediatez en el fenómeno; y por último, hallamos el conocimiento como fenómeno de la voluntad y resultado de una mera función del cerebro. En la tensión entre voluntad y conocimiento Schopenhauer ubica el origen de la represión, siendo el disimulo la fuente más íntima del conflicto humano, producto de la reflexión. En este punto, recurrimos al padre del psicoanálisis, en razón de los puntos de encuentro entre el método terapéutico propuesto por Freud con el sistema que ofrece nuestro filósofo, que indica que son los genitales, más que cualquier miembro exterior del cuerpo, los que están sometidos únicamente a la voluntad y en nada al conocimiento; y por lo mismo se tratan de dominar como simple asunto accesorio y subordinado en la vida. Freud acude igualmente a los instintos básicos de eros y tánatos como dinámica de la estructura biológica y psicológica del ser hombre; punto en el que se encuentra con Schopenhauer, pues para el filósofo la voluntad tiene un doble movimiento: como afirmación, cumpliendo la función de eros, y como negación, como fuerza hambrienta que se devora a sí misma, porque fuera de ella nada existe. De esta forma, vida y muerte hacen parte, para el filósofo de Dánzig, del mundo de Mâyâ, razón por la que tras la total supresión de la voluntad, lo que queda es simplemente la nada. Este ser fenoménico de la voluntad se traduce en el querer y ansiar sin límite, de tal forma que la vida oscila entre el dolor y el aburrimiento, pero la voluntad en sí propiamente no quiere nada. No obstante, el hombre vive en una permanente identidad entre dolor y querer, sufriendo más que por sus necesidades, por sus deseos, que responden a los móviles o 3 motivos de acuerdo con su carácter. Schopenhauer señala que todo dolor nace de una obstaculización para alcanzar lo deseado, pero si la aspiración logra obtener el fin, el sufrimiento originario de la carencia inicial no logra suprimirse. De ahí que el hombre sea incapaz de concebir el deseo mismo y, por ello, es “prisionero con falsas cadenas, esclavo de tendencias que no «tienden»” (Rosset, 2005. 96). La medicina mentis que despliega Schopenhauer a través de su sistema filosófico apunta a alcanzar una liberación por vía de un conocimiento especial al entendimiento del yugo de la voluntad, llegando a una claridad de pensamiento que permita asumir el dolor de vivir, de este círculo sin sentido, como calmante y no como cura. Este conocimiento se convierte en un aquietador que calma y anula todo querer. Comprendiendo, en primera instancia, “la necesidad de ser lo que soy”, esa necesidad arbitraria y contingente, de “ser así porque sí”; el conocimiento de “ser lo que soy” confluye, para Schopenhauer, en la significación metafísica del carácter adquirido. En segunda instancia, señala nuestro filósofo también que la libertad no pertenece al carácter empírico sino al inteligible; entendiendo, de esta manera, la libertad como la mera negación de la necesidad; de allí que el carácter de cada hombre sea originario y responda a la voluntad noumenal. Así las cosas, responsabilidad y libertad quedan desplazadas al ámbito de lo que es en sí, más allá de la individualidad fenoménica. La voluntad, para nuestro filósofo, es instintiva e inconsciente, por ello su conflictividad se refleja en la lucha entre las especies animales para sobrevivir, donde uno es alimento de otro en una cadena sin fin. Pero en este horizonte, Schopenhauer describe el camino de la vida ascética como una posibilidad de rendición para lograr ahuyentar el dolor consistente en aniquilar la voluntad, reduciendo la voluntad a la nada. De esta forma, la única libertad que sería posible es la noumenal, que se traduce en la negación radical de la voluntad a través del arte y del desapego. Nuestro filósofo señala que una ética descriptiva sólo puede fundamentarse en la ley de la motivación empírica de la voluntad, no en valores absolutos ni en deberes incondicionados; esta ética ha de entonces nacer del conocimiento intuitivo.