José Clemente Orozco Pintura Y Verdad
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UN RETRATO, SIETE APUNTES Y UN BOCETO PARA UN ESTUDIO DE PINTURA Y VERDAD: LA PALABRA ENMASCARADA RICARDO CASTILLO EL RETRATO su pintura, había que colocarse siempre a la distancia inicial del espacio descomunal que su obra representa. Sin embargo Y entonces sí, verlo desaparecer otra vez, mientras se es- Después de mirar el desbordante códice o poema trágico indicada —tal vez a causa de la perspectiva en fuga que go- quiero verlo ahí, mientras dura, nada más por cumplir el ri- cucha en la suave patria del temporal cómo crujen los esque- pintado por José Clemente Orozco a lo largo de su vida, des- bierna sus composiciones o porque todo lo grande debe ver- tual del adiós que mira el volumen y el contorno, la luz y la letos en parejas y cómo se hacen los siglos semanales. pués de ser atravesado por esa indispensable comedia humana se a cierta distancia— para luego aproximarnos hasta donde sombra salpicando el milagro peculiar de su persona en la y nacional es preciso tomar un respiro y dejar atrás, por un nuestra justificada intriga lo pueda permitir. Y en este sentido tierra: en cada ojo una diagonal ardiente, la ceja derecha le- SIETE APUNTES PARA UN ESTUDIO DE PINTURA momento, las cúpulas, arcos y campos de batalla de sombrío de suscitar intriga el ser de Orozco relumbra como una mina vemente alzada sobre los gruesos bifocales, el bigote de cua- Y VERDAD: LA PALABRA ENMASCARADA sofoco e incontenible fuego para pedir una tregua a esta pin- brutal, inagotable y misteriosa. drito, el cuerpo situado en el vértice del trueno que lo domina tura que proyecta en el espacio la arquitectura de su propio No obstante, sin contradecir del todo a Margarita o al niño desde la cúpula inmensa de sus asombros, bajo ese sombrero UNO laberinto, para completar el periplo de la experiencia y mirar aquel de la primaria, quiero evocar aquí un instante, otro mo- gestual que parece trazado por él mismo, dentro de ese saco Pintura y verdad es una experiencia privilegiada que revela ya no el macizo temporal de la obra sino el rostro del hom- mento en el rostro del pintor, valiéndome de una vieja foto- incansable, manchado y sin el menor pendiente por la tinto- y esclarece la indómita originalidad de José Clemente Orozco bre que hizo todo eso posible: las nupcias del vértigo con la grafía que supera ampliamente las dificultades de abordar con rería. Mirarlo ahí, antes de volver a desaparecer, anegado en reafirmándolo como uno de los grandes pintores del siglo xx, no sólo serenidad y el ménage à trois de la Pintura con la Palabra y calidez y ligereza la talla de su persona. Se trata de la fotografía su propia humanidad, pleno en la carencia, con la sonrisa un por la exclusividad de su abismal aventura estética siempre el Espectador. que antecede estas palabras y de la que, mejor aún, no se conoce poco satisfecha de haber disparado la mirada antes de que tocada por la impronta de una mano poderosa, imperturbable Margarita Valladares de Orozco escribe que su Clemente autor, ni lugar o fecha. Ese trasfondo de espacio indeterminado nosotros pudiéramos llegar a verlo. en el aprovechamiento de un don y en el cumplimiento de un “era a simple vista una persona adusta, severa, huraña, difícil y anónimo le viene bien pues ese es el trasfondo de su mundo, Ver a José Clemente aparecer como si no importara del destino, sino además por la exigencia impuesta al espectador de abordar”. Yo mismo compartí esta impresión desde que la marca de las ánimas y los personajes en su pincelada. todo la mañana ocasional del día de su muerte, sino por el de atravesar sus propios límites, pues se trata de una obra que en la escuela primaria vi una fotografía del pintor de Ciudad Debo mirar su persona una vez más para tomar un respiro contrario y al amparo de esa brisa propiciatoria de mes patrio, a su vez rebasa los límites de la pintura y el discurso literario o Guzmán; ahora mismo lo recuerdo como un extraño señor ya de regreso de mi experiencia, ya sin los rasgos del infier- hace 60 años, poder verlo de cuerpo entero, en su propia narrativo sin dejar de ser por ello pintura y narración de la me- que irradiaba seriedad y burla, reserva y mirada frontal a la no, el purgatorio y el cielo que he recorrido; dejar la marea Muerte sin fin, ahíto de sí por ley de la creación y sitiado en jor de las facturas. Sólo un artista de su talla puede darse el lujo vez. De alguna manera resultaba claro desde entonces que alta atrás y mirar a cambio al hombre que viste y calza, a sa- su epidermis por el rigor extremo del oficio de las formas, su de condensar en su pintura las palabras de tantos y de tanto, para apreciarlos mejor con José Clemente, y ya no se diga con biendas de que pronto volverá a ser suplantado por la fuerza pagana devoción. caballo bicéfalo, creador pentafásico que pinta, narra y canta A portrait, SEVen Notes and A draFT For A study OF paintinG and trutH: THE MasKED WOrd RICARDO CASTILLO THE PORTRAIT point perspective that governs his compositions, or because yet I want to see him there, while it lasts, if only to complete SEVEN NOTES FOR A STUDY OF PAINTING AND TRUTH: After looking at the brimming codex or tragic poem painted everything big should be looked at a distance first and then the farewell ritual that looks at volumes and outlines, at light THE MASKED WORD by José Clemente Orozco in the course of his life, having been approached up to the point where our justified inquisitiveness and shade, splashing the peculiar miracle of his earthly self: a pierced by that indispensable human and national comedy, it allows. And as regards arousing curiosity, Orozco shines here fiery diagonal in each eye, the right brow slightly raised over ONE is vital to take a breather and leave behind, for a moment, like a brutal, boundless and mysterious source. the thick bifocals, the tiny square moustache, the body placed Painting and Truth is a privileged experience that reveals and the cupolas, arches and battlefields of somber suffocation and However, without fully contradicting either Margarita or in the vortex of that thunder that subjugates him from the im- sheds light on the untamable originality of José Clemente Orozco, uncontainable fire and ask for a truce from this painting that that boy from primary school, I wish to evoke here an instant, mense cupola of his amazements, under that gestural hat that confirming him as one of the great painters of the twentieth century projects on space the architecture of its own labyrinth, to another moment in the face of the painter, and resort to an seems to have been drawn by him, inside that indefatigable, not only because of the uniqueness of his abyssal aesthetic ad- complete the journey of the experience and look, not at the old photograph that overcomes amply the difficulties of ap- stained jacket devoid of any intention to go to the cleaners. venture, always touched by the imprint of a powerful hand, temporary body of work, but at the face of the man who proaching the dimension of his character with either warmth To look at him there, before disappearing again, flooded by unfazed while profiting from a gift and fulfilling a fate, but made possible the nuptials of vertigo with serenity, and the or lightness. I am talking about the photograph preceding his own humanity, full amidst scarcity, with the slightly satisfied also because of the demands imposed on spectators to go be- ménage à trois of Painting with the Word and the Viewer. these pages, whose author, to make things even better, is smile at having aimed his look before we were able to see him. yond their own limits in face of a body of work that exceeds Margarita Valladares de Orozco writes that her Clemente unknown, as are the time and place where it was taken. That To see José Clemente turn up as if the occasional morning the boundaries of painting and literary or narrative discourse, “was at first sight a stern, severe, hostile person, hard to ap- background, an undefined and anonymous space, becomes of the day of his death did not really matter, but quite the op- without ceasing to be some of the best crafted painting and proach.” I also shared this impression from the moment I him: that would be the backdrop of his world, the stamp of posite and sheltered by that propitiatory national-month breeze narrative there are. Only an artist of his magnitude can afford saw a photograph of the painter from Ciudad Guzmán in my the souls and characters in his brushstroke. of sixty years ago; to be able to see his full-length figure, in his the luxury of condensing in his painting the words of so many primary school; even now I remember him as a strange man I have to look at his person once more to take a respite own Death without End, full of himself by the law of creation, and so much; bicephalus horse, pentaphasic creator who paints, radiating simultaneously seriousness and mockery, reserva- having returned from my experience and already free from the and besieged inside his own skin on account of the extreme tells and sings of emotions and sensations that will become tion and a straightforward look. It became somehow clear attributes of the hell, purgatory and heaven that I have traversed; rigor of the craft of shapes, his pagan devotion.