ENRIQUE BALDIVIESO

Primer Secretario de la Legación de en Chile

El Proceso Diplomático y la Guerra en el Chaco

Exposición sinóptica del derecho de Bolivia sobre todo el Chaco Boreal El Proceso Diplomático y la Guerra en el Chaco,

(Réplica a «EL IMPARC!AL») Hemos seguido, con el más vivo interés, la serie de ar­ tículos que, bajo el titulo "EL PROCESO DIPLOMA­ TICO Y LA GUERRA EN EL CHACO" ha venido publicando "EL IMPARCIAL”, desde el 9 de Marzo hasta el 24 del mismo mes. Aplaudimos, sin reservas, la labor periodística de di­ vulgar el largo y complejo proceso del litigio boliviano-pa­ raguayo, a fin de presentar a la opinión pública una visión diáfana de la realidad y creemos, como “EL IM PARCIAL” , que el alto valor intelectual y moral de la prensa contribuirá a establecer una paz duradera en el Continente. No otra na sido la línea de conducta del periodismo chileno; y debemos declarar, una vez más, que esa actitud serena, justiciera y ecuánime, ante el conflicto del Chaco, ha dado la prueba de la más severa neutralidad, frente a los criterios apasionados, a las predilecciones y simpatías — que somos los primeros en respetar — pero que, al herir sistemáticamente a un beli­ gerante y enaltecer al otro, lejos de formar un ambiente pro­ picio a la paz, sólo tienden a sumar enemigos al lado de aquél y prosélitos al lado de éste. “El papel de la prensa — así lo declara “El IM PAR- CIAL" — resalta como un verdadero deber, como un me­ dio de propulsar la paz y de llegar al orden quebrantado, sobre bases de estricta justicia” . Y este deber lo cumple con­ tribuyendo a “aclarar y ampliar muchos conceptos emitidos en este asunto con alguna precipitación”. No es otro el objeto de esta réplica que procurará, den­ tro de sus propios límites, abarcar la totalidad de los doce artículos publicados en “El Imparcial”. 3

Deseamos contribuir a la labor de divulgación que se ha impuesto ese diario, puntualizando ciertos hechos, adu­ ciendo razones, aportando argumentos en defensa de la causa de Bolivia que tan desmedrada se presenta en esa serie de pu­ blicaciones, mientras la tesis contraria se magnifica en tal forma, que no nos es aventurado afirmar que nunca hemos leído una defensa tan sugestiva y tan brillantemente escrita de la causa paraguaya. La argumentación de la serie de artículos de “El Im- parcíal’’ — que motiva esta replica — nos obliga, por ra­ zones de síntesis y de método, a examinarla en cuatro capí­ tulos cuyas enunciaciones son:

I ¿QUE RECLAMA BOLIVIA? TODO EL CHACO. II ¿POR QUE LO RECLAMA? PORQUE POLI­ TICA, JURIDICA E HISTORICAMENTE ES SUYO. III ¿A QUE RECURSOS HA APELADO PARA SO­ LUCIONAR EL LITIGIO? SIEMPRE AL “AR­ BITRAJE JURIS”. IV LA INTERVENCION DE LA LIGA DE LAS NA­ CIONES Y LA CONDUCTA DE BOLIVIA.

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¿QUE RECLAMA SOLIVIA? TODO EL CHACO. La esencia del litigio. — Afirma ‘‘EL IMPARCIAL” que la esencia del litigio está en saber si la cuestión es terri­ torial, como sostiene Bolivia, o de límites como aduce el Pa­ raguay. Tal es el punto de partida de que arranca para seguir "el proceso diplomático y la guerra en el Chaco” . Pero, desde luego, el articulista da por evidente la tesis paraguaya de que el pleito es de límites y no territorial, y exhibe, para funda­ mentarla, dos pruebas: a) “que los documentos de la Cancillería paraguaya aducen actos y proyectos de tratados en que ha sido parte Bohv'.a, que implican reconocimiento de simple cuestión de limites y no territorial”; b) que "según los antecedentes de ambos países, el pleito ha sido de límites hasta que en 1928. en Buenos Aíres, Bolivia presentó su demanda sobre el Chaco”. Un sereno examen del litigio impone, no sólo consultar documentos de la Cancillería paraguaya, sino acudir a los de la Cancillería de Bolivia. Destacando el valor de estos últi­ mos demostraremos lo erróneo de la argumentación.

Los actos y tratados en que ha Los tratados se refieren, in­ sido parte Bolivia, no implican dudablemente, a los suscri­ el reconocimiento de una tos por Bolivia y Paraguay ‘‘cuestión de límites” . y que son: el Quijarro-De- coud de 1879, el Tamayo- Aceval de 1 888 y el Ichá: -Benífez de 1894. Ahora bien: estos Tratados — cuy aprobación constitucional fué sistemáticamente rehuída por el Paraguay — se ins­ piraron en el deseo de llegar a una solución ra­ dical que abriera una era de mútuas relaciones económicas y comerciales; de ahí que los negociadores declararon, ex­ presamente, que prescindían del examen jurídico de los títu­ los de dominio y que adoptaban, más bien, un procedimiento amigable. Vale decir: Bolívía prefería el camino del aveni­ miento, no porque careciese de títulos sobre el territorio dis­ putado, sino porque, desde la iniciación del diferendo, bus­ caba definiciones radicales. El sólo hecho de dejar constancia expresa, en el preámbulo del Tratado Quíjarro-Decoud, de que quería llegar a un acuerdo equitativo, sin discusión de títulos, en aras de la confraternidad de ambos pueblos, de­ muestra que Bolivia podía alegar jurídicamente la propiedad del territorio. Este gesto cordial — tan cordial que le sig­ nificaba el sacrificio de sus títulos de soberanía — se estrelló contra la obstinada evasiva del Paraguay a formalizar los compromisos contraídos.

Bolivia ha reclamado siempre Burlados, por este procedi- como suya, la totalidad del miento, los Tratados Quí- Chaco. jarro-Decoud y Tamayo- Aceval y evidenciada la imposibilidad de llevar al Paraguay al terreno de un arreglo amistoso, Bolivia, por medio de su re­ presentante diplomático, Don Claudio Pinilla, hizo, en la capital paraguaya la declaración de 6 de Enero de 1890 que dice: "l." Que la República de Bolivia mantiene la integri­ dad de sus derechos sobre toda la zona territorial de la margen derecha del Rio Paraguay, compren- c e ­

dida entre Bahía Negra y la desembocadura del Pil- comayo, frente a Latnbaré. 2.q Que desconoce todos los actos jurisdiccionales adop* tados por el Gobierno del Paraguay respecto de los territorios del Chaco, así como todas las acciones emergentes de ellos, acentuando los efectos de esta notificación contra las adquisiciones particulares o colectivas que se hubieren hecho o hicieren sobre los indicados territorios”. He aquí la notificación oficial y pública de los derechos de Bolivia. ¿No es ella suficiente para demostrar que Boli- via reclamó siempre todo el Chaco como suyo? Exhibimos otra prueba: el Memorándum del ex-Presidente de Bolivia Don , de 5 de Octubre de 1891, dirigido a la Cancillería paraguaya: formidable alegato jurídico-his- tórico que, por su irrebatible argumentación, no pudo ser contradicho victoriosamente por la otra parte. He aquí como planteaba la esencia del litigio: ‘‘ .En el pleito de linderos interamericanos, sabido es que el U T I PO SSID ETIS del año 10 es la regla, a la vez que el paladium de la justicia. Deliberaciones de cuerpos legislativos, declaraciones de Gobiernos, fac­ turas diplomáticos. Tratados, Prolegómenos de dere* cho público, han sentado este principio de Méjico a Chile; por manera que, las Repúblicas de nuestro Con* tinente, resuelven con seguridad sus cuestiones de fron­ tera. teniendo a la vista las Leyes de Indias y el Ce- dulario Real. Por aditamento, úsase invocar el testimonio de los demarcadores y cosmógrafos españoles, de los virreyes y de los historiadores contemporáneos, así como los — 7

mapas de autorizada e inmediata formación, base de posteriores compilaciones. Por digresión suele hablarse de fundaciones levan­ tadas contra la ley. de posesiones más o menos preca­ rias y hasta de meras expediciones llevadas a los desier= tos. Pues, en la litis con el Paraguay, estos capítulos del derecho boliviano a todo el Chaco boreal, aparecen ri= gurosamente”. Remontando la investigación, se encuentra que en el año 1842, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, don Manuel de la Cruz Méndez, envió al Gobierno paraguayo la nota de 21 de Septiembre, iniciando negociaciones para llegar a un acuerdo sobre '‘comercio y navegación”. Es obvio que si Bolivia no se hubiese considerado nación ribereña del río Paraguay no habría propuesto jamás semejante acuerdo.

Con la esquemática demostración anterior queda pro­ bado:

a) que Bolivia en documentos oficiales afirmó siempre que el diferendo era territorial; b) que no fue solo en 1928 en Buenos Aíres cuando ella demandó la totalidad del Chaco. Por tanto, se repone el verdadero punto de partida en el pleito en los siguientes términos: Bolivia alegó en todo tiem­ po derechos sobre todo el Chaco hasta la confluencia de los Ríos Pilcomayo y Paraguay y, en ningún momento, los re­ conoció al Paraguay sobre el mismo territorio. 8

Bolivia no reconoció, ni expre­ ¿Hay algún reconoci­ sa ni tácitamente, los derechos miento expreso o tácito de del Paraguay sobre el Chaco. parte de Bolivia de los de­ rechos del Paraguay? Es la cuestión que como previa, plantea “El Impar- cial” ; y luego añade: “Fácil sería ver los fun- ¿amentos de esto. . Ese reconocimiento fallaría la cuestión.” En efecto, nada es más sencillo que glosar los documen­ tos que hacen referencia a este punto y, con ello, se entra al estudio del laudo Hayes, de sus antecedentes y consecuencias, argumentos que invoca el Paraguay como definitivos y que “El Imparcial’’ subraya repetidas veces. Dada la importancia de este aspecto, haremos de él un análisis tan ámplio como lo permita la índole de este folleto y, para ello comenzamos por establecer: a) que los Aliados Brasil, y Uruguay, sal­ varon los derechos de Bolivia. b) que el mismo Paraguay los reconoció plenamente. c) que el laudo Hayes no vulneró los derechos boli­ vianos.

Argentina, Brasil y Uruguay Si estos tres extremos se salvan los derechos de Bolivia. prueban, y en ello estamos de acuerdo con “El Impar- cial” , quedaría fallada la cuestión. El Tratado argentino-paraguayo de 1852 no reconoce la soberanía paraguaya sobre el Chaco, ya que en él se de­ claraba este territorio como neutral, en la extensión de una legua a lo largo del Río Paraguay, obligándose este país a no establecer allí resguardos militares ni policianos. Además 9 este Tratado fué desautorizado, expresamente, por Bolivia por medio de su representante en Buenos Aíres, don Juan de la Cruz Benavente, en el mismo año de 1852. — El Can­ ciller argentino, en su respuesta, salvó los derechos de Bo­ livia en estos términos:

“£ / hecho de haberse celebrado el Tratado con la República del Paraguay no puede, de ningún modo, destruir los derechos invocados por el representante de! Gobierno de Bolivia y en nada se alteran, .quedando siempre subsistentes como lo eran antes de la celebración del Tratado”. El "factum” de 1852 no da por incuestionada la so­ beranía paraguaya y, más bien, respeta los derechos de Bo­ livia.

También se afirma que el Tratado de la Triple Alian­ za (Argentina, Brasil y Uruguay) es un antecedente que prueba el dominio soberano del Paraguay hasta Bahía Ne­ gra. Así hubiera sido tal vez si Bolivia no lo hubiese ob­ jetado. Reclamó de él ante los Aliados en la nota de Can­ cillería de 6 de Julio de 1866, haciendo constar que sobre la expropiación del suelo del enemigo común: el Paraguay, se había comprendido el vasto territorio occidental del río del mismo nombre, de incuestionable y exclusivo derecho de Bolivia.

Las respuestas no pudieron ser más satisfactorias para ésta. El Canciller argentino Señor Elizalde, en fecha 18 de Agosto contestó acompañando copias de las notas cambia­ das a tiempo de firmar el Tratado de Alianza entre los Ple­ nipotenciarios de las tres naciones interesadas, “dejando a 10 - salvo los derechos de la República de Bolivia en los territo­ rios que están en la margen derecha del río Paraguay”. La del Canciller urugayo decía que los Aliados habían procedido "salvando el derecho que puede asistir a la Repú­ blica de Bolivia, según consta de la declaración por medio de reversales que se firmaron al mismo tiempo del Tratado de Alianza”. Las notas reversales a que se alude, fechadas en Buenos Aíres el 1.'-’ de Mayo de 1865 expresaban textualmente: “En las conferencias que precedieron a la adopción del artículo 16 del Tratado de Alianza, que firmo en esta fecha con V E., y con el Excmo. Plenipotenciario de (Brasil, Argentina y Uruguay) . . . quedó entendido entre los tres plenipoten­ ciarios, como pensamiento de sus respectivos Gobiernos, que el dicho artículo no perjudicaba a cualesquiera reclamacio= nes que haga la República de Bolivia de territorios en la margen derecha del río Paraguay, solamente se refería a las cuestiones suscitadas por la República del Paraguay” . Se cita también el Tratado de paz argentino-paraguayo de 1876, del que emergió el laudo del Presidente Hayes, co­ mo otro de ios argumentos que demuestran el desconoci­ miento de los dcrcehos bolivianos. El protocolo adicional suscrito en la misma fecha del Tratado de paz (3 de Febrero de 1876) por los represen­ tantes argentino y paraguayo, con la intervención del Bra­ sil, consigna esta cláusula que no puede ser más terminante: ‘Tas partes contratantes convienen en salvar los derechos que la República de Bolivia alega a alguno de los territorios que han sido materia de la presente ne= g ociad ón”. — 11

El Paraguay protege y salva Ha debido notarse, desde los derechos de Bolivia sobre luego, que ya en este reco- el Chaco. nocimiento estampó el Pa­ raguay su firma, espon­ táneamente y se evidencia, en forma muy clara, des­ pués de la lectura de los documentos copiados, que Ar­ gentina, Brasil, Uruguay y el mismo Paraguay salva­ ron los derechos de Bolivia. Pero aún hay algo más grave: dos años y medio antes de que se suscribiera el Tratado de paz de 1876, el Paraguay resguardó, celosamente, los títulos de Bolivia. ¿Cómo? Va­ mos a verlo: el Canciller paraguayo José del Rosario Miran­ da, respondiendo, en 2 de Setiembre de 1873 a una nota y un memorándum del plenipotenciario argentino, General Bar­ tolomé Mitre dejaba establecido: 3.9— Que el Paraguay, reconociéndose cencido y sin fuerzas para resistir a la República Argentina, se mostró dispuesto a ceder el territorio.... (aquí se enumeran las cesiones) y finalmente parte del Chaco desde el Bermejo hasta el Phcomayo, contra su pa= recer de que la cuestión del Chaco no se podía tratar sin el concurso de Bolivia, cuyos derechos a aquellos territorios fueron sedeados por los aliados”. Concuerda con esta declaración otra hecha por el mismo Canciller paraguayo en el “Contramemorándum sobre la cuestión de límites entre la República Argentina y Para­ guay”, suscrito en Asunción en Octubre del mismo año y que dice: “Sin embargo de los argumentos expuestos que ampa­ ran a la República del Paraguay, ella está dispuesta a acep­ tar el fallo arbitral desde el Bermejo hasta la Bahía Negra, — 12 — o en mérito del íntimo deseo de hacer la paz con la Argen­ tina a transar (sic) amistosamente, quedando por línea di­ visoria el Río Pilcomayo. salvando los derechos de Bolivia en uno y otro caso”. No satisfecho aún el Canciller paraguayo con este reco­ nocimiento de los derechos bolivianos, quiso insistir en él, reiterándolo con más vigor. Así se lée en otra parte del ci­ tado Contramemorándum: “En consecuencia, la República del Paraguay puede aceptar el arbitraje, siendo desde la margen izquierda del Bermejo hasta la B>ahía Negra, o amistosamente transar (sic) quedando por línea divisoria el río Pilco- mayo, salvando en ambos casos, como ya hemos dicho los derechos de Bolivia y no puede declinar de estas pro* posiciones”.

El Brasil, a su vez, respeta la En 1867 el Ministro de soberanía de Bolivia sobre el Relaciones Exteriores del Chaco. Brasil, Señor Alburquerque en las instrucciones envia­ das a Caxías. General en Jefe del ejército brasileño en el Paraguay, le decía: "El párrafo 10 de las instrucciones establece la ace ¡i* tación de los límttes señalados por el Tratado de Alian­ za, V. E. no debe admitir la inclusión de esta cláusula en el Tratado preliminar de Paz, sin una expresa decla­ ración que salve los derechos que pueda alegar la Repií- blica de Bolivia al territorio de la margen derecha del río Paraguay. Se hizo la debida salvedad de estos dere­ chos en las notas de l .9 de Mayo de 1865, cambiadas entre el Señor Consejero Octaviano y los Señores Castro 13

y Elizalde. El reconocimiento de los límites señalados en el artículo 17 del Tratado de Alianza solo excluye de la discusión las pretensiones del Paraguay y de mn=. gún modo las que Bolivia tenga o crea tener en adelante a dicho territorio. Mantenga, pues. V . E. la doctrina de las referidas notas". Finalizada la guerra de la Triple Alianza, surgió la cuestión argentino - brasileña y fué enviado a Buenos Aíres, como negociador, el vizconde de Río Branco. En esta opor­ tunidad la opinión del Consejo de Estado del Brasil se ex­ presó claramente favorable a Bolivia en estos términos: "Pero si el Tratado de delimitación entre el Para­ guay y la República Argentina ha de hacerse en perjui­ cio de los derechos de Bolivia. sobre la margen derecha del río Paraguay, dejados a salvo por la nota de 7.- de Mayo de 1865. el Brasil debe negar su aprobación’’. Nos privamos de citar más documentos, tan definitivos como los anteriores, en atención a la amplitud que va to­ mando la réplica: y, bajo esta estupenda portada: el Paraguay salvando los derechos de Bolivia sobre el Chaco, entramos al estudio del laudo Hayes, no sin antes recalcar el hecho de que Argentina, Brasil y Uruguay salvaguardaron la soberanía bo­ liviana y que el mismo Paraguay protegió el dominio boli­ viano que hoy pretende negar.

El laudo del Presidente Hayes. El Canciller argentino Señor Tejedor, en su mi­ sión al Brasil de 1 875 propuso las bases, tanto para el caso de un arreglo arbitral, como para el de una transacción entre Paraguay y Argentina, bajo los aus- 14 píelos del Brasil, y en esas bases se consignaba la siguiente estipulación: “Las tres partes deliberantes y presentes a estos acuerdos confirman la salvedad de los derechos de Bo- livia a todo el territorio materia de esta negociación, de conformidad con lo prevenido en el Tratado de Alian­ za”. De estas deliberaciones, como es sabido, salió el T rata­ do de arbitraje que entregó el pleito argentino-paraguayo a la decisión del Presidente de los Estados Unidos de Norte Amé­ rica, documento que se firmó el 3 de Febrero de 1876, pero con la salvedad propuesta por Tejedor que fué incluida en el protocolo adicional. Por lo tanto, en los antecedentes del laudo Hayes •— antecedentes contenidos en los documentos oficiales que cita­ mos — los países aliados y el propio Paraguay dejaron clara y expresamente reconocidos los derechos de Bolivia sobre esos territorios. Vale decir que Argentina y Paraguay fueron al arbitraje sabiendo que él recaería sobre territorios de propie­ dad boliviana. Pero mucho más allá llevó el Paraguay su celo en defen­ sa de la soberanía boliviana, al advertir a la República Argen­ tina, por medio de su propio Canciller señor Miranda: “En tal concepto sería más conveniente dejar este punto indeciso para ser tratado más tarde con asistencia del Ministro boliviano, ya nombrado para el Paraguay y que protestará contra lo que se dijese sin que él sea oído y el Paraguay no está en posesión (por todos títu­ los) para indisponerse contra la República de Bolivia. y desea que el Señor Ministro argentino atienda a esta cir­ cunstancia” (Jumo 11, de 1873)” . — 15

A su reiterado respeto por la soberanía boliviana sobre el Chaco, unía el Paraguay el deseo de no suscitar cuestión al­ guna con Bolivia. El Presidente norteamericano, el 28 de Marzo de 1877 anunció su aceptación como árbitro. Inmediatamente, en Abril del mismo año, el Canciller de Bolivia, Don José Ma­ nuel del Carpió dirigió al Gobierno de los Estados Unidos un memorándum en él que, en síntesis, decía “que no se puede concebir una solución definitiva ni una amigable transacción entre solas dos partes, sobre un territorio que disputan tres" y agregaba que cualquiera que fuera el acuerdo de las prime­ ras, quedaría sin efeceto desde que, no habiendo concurrido a ese acuerdo la tercera, se presentaría el día que gustara como opositora excluyente y anularía lo pactado que ninguna fuer­ za legal tendría para ella. La respuesta del Presidente Hayes de 6 de Setiembre de 1878 reconocía en el fondo, que había de quedar pendiente la diferencia con Bolivia sobre la parte del Chaco sometida al arbitraje.

El laudo Hayes no vulnera los El laudo Hayes no puede derechos de Bolivia sobre el considerarse como "pasado Chaco. en autoridad de cosa juz­ gada” porque Bolivia plan­ teó la tercería excluyente en su oportunidad y porque el mismo Paraguay la opuso, en favor de Bolivia tam­ bién antes del arbitraje . ¿Puede este laudo constituir un título perfecto, con la protesta de Bolivia antes del arbitraje, en el arbitraje y des­ pués de él? Los principios generales y más elementales de! Derecho, así privado como público rebaten este aserto. 16

El laudo Hayes es, como dice ‘El Imparcial”, un ante­ cedente pero la justicia indica que hay que tenerlo en cuenta no solo en la parte que beneficia a uno de los litigan­ tes, es decir, unilateralmcnte, sino en su totalidad, conside­ rando las reservas oportunas que de él hizo el otro.

Autoridades en Derecho In­ Notables intemacionalis­ ternacional niegan al laudo tas, catedráticos de Univer­ Hayes el valor de argumento sidades, como Daniel An­ probatorio para las preten­ tokoletz, Asesor Jurídico de siones del Paraguay. la Cancillería Argentina, Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Bue­ nos Aires y Alberto Ulloa, Catedrático de Derecho Internacional de la Universidad de San Marcos de Lima y Plenipotenciario del Perú ante la Comisión que estu­ dia el diferendo de Leticia, han rebatido, definitivamente, la tesis de que el laudo Hayes es un título perfecto para el Pa­ raguay. Dice el Señor Antokoletz: “En las recientes discusiones diplomáticas se ha pre­ tendido ver en el laudo arbitral del presidente Hayes, que resolvió el litigio de límites argentino=paraguayo, un justo título de posesión para el Paraguay, sobre la zona comprendida entre el Río Verde y el brazo prtnci= pal del Pilcomayo. Opino que el laudo Hayes es un justo título adjuntivo de dominio para con Bolivia. Por qué? Sencillamente porque tanto los estados en li­ tigio (Argentina y Paraguay) como el propio árbitro, han reservado expresamente los derechos que Bolivia re. clamó e hizo valer en aquel entonces. V oy más allá y 17 —

aún sostengo que, sin aquella reserva expresa, en nin­ gún caso el fallo Hayes puede afectar los derechos de Bolivia, pues siendo éste un estado soberano ningún otro estado puede disponer de su patrimonio sin su interven­ ción y consentimiento. De otro modo el presidente Hayes sería, en esta emergencia, “un super estado” ca­ paz de dictar reglas de conducta a los demás.”

Dice el Señor Ulloa: “En efecto, y pese a la opinión tan enrevesada y poco sólida en Derecho del Señor Domínguez, creo que el laudo del presidente Hayes no sólo constituye “res ínter alios acta”, que no puede afectar a Bolivia, que no fue parte en el litigio que ese fallo resolvió, sino que el Paraguay se cerró a si mismo el derecho de invocarle en la cuestión que ahora se debate, cuando suscribió el protocolo de 3 de Febrero de 1876, en que se lée: “Las partes contratantes convienen en salvar los derechos que la República de Bolivia alega a algunos de los territo* rios que han sido materia de la presente negociación.”

“Sería una impertinencia que yo trajera a las co­ lumnas de “El Comercio” todas 'las citas, verdadera* mente abrumadoras, con que se pretende sustentar la doctrina de que el fallo del presidente Hayes no afecta el derecho de Bolivia a discutir al Paraguay el mejor título al territorio que fue atribuido a éste con su pro­ testa y sin su audiencia”. Si este laudo no afecta a Bolivia, como se ha probado, y si Argentina, Brasil, Uruguay y, finalmente el mismo Pa­ raguay reconocieron y salvaron los derechos de Bolivia — — 18— como se desprende de los documentos oficíales, muchos de "origen paraguayo’’ antes citados — ¿no es verdad que el asunto previo que planteaba "El Imparcíal”, relativo al re­ conocimiento de derechos por parte de un beligerante ha que­ dado solucionado en favor de la tesis boliviana? “Ese reconocimiento fallaría la cuestión dice “El Im- parcial”. Efectivamente, la ha fallado en exceso otorgando la razón a Bolivia. La pregunta que hacía “El Imparcial” “ ¿Se conoce, acaso, algún documento diplomático o algún hecho que sig­ nifique siquiera implícitamente que Bolivia tiene derechos indudables de ribereña a una parte siquiera del Río?” ha que­ dado, ampliamente satisfecha, con la trascripción de los do­ cumentos oficiales ya copiados; y nótese que no son, única­ mente de origen boliviano, sino de las Cancillerías de Argen­ tina, Brasil, Uruguay, y Paraguay. Pero se dirá: ¿y el Protocolo Pinilla-Soler? ¿y el Tra­ tado paraguayo-brasileño de 1927? Vamos por partes: respecto al primero afirma “El Im- parcíal” que está en vigencia y que jamás fue exhibida la prueba de su caducidad.

El protocolo Pinilla-Soler está Lo ha sido mil veces y la caduco. consignaremos una más.

La cláusula 5 del Protocolo Mujía-Ayala de 5 de Abril de 1913 dice textualmente: “ 5.— Las altas partes contratantes declaran la ca­ ducidad del acuerdo Pinilla-Soler”. El protocolo está caduco. No cabe prueba más contun­ dente. Sin embargo — se replicará — el “statu quo” queda - 1 9 — vigente. Pues bien, ese statu quo ha quedado también anu­ lado por el protocolo boliviano-paraguayo de Conciliación suscrito en Washington en 1929, creando otro nuevo de 1928. He aquí la estipulación: “ Restablecimiento del estado de cosas en el Chaco al mismo pie que tenía antes del 5 de Diciembre de 1928 sin que ello importe, en modo- alguno, prejuzgar la cuestión territorial o de límites pendiente”. Todo Tratado da origen, mediante aprobación mútua, a una nueva obligación y resuelve o modifica otra ya exis­ tente. Es un principio de Derecho Internacional. Ahora bien, el Protocolo de Washington ha creado el “único mo- dus vivendi invocable; mas, como el Gobierno paraguayo se ha negado ya a reconocerlo, quiere decir que no existe nin­ gún statu quo vigente”.

El Paraguay anula el statu Y no se diga que esta es quo de 1907. una interpretación unila­ teral de parte de Bolivia: la misma opinión paraguaya estaba de acuerdo con aquélla Y así, “La Tribuna” de Asunción dijo, a principios de 1930, poco después de clausurada la conferencia de Washington: “Meses después de firmarse el protocolo de 3 de Ene­ ro de 1929, per el que se designaba una comisión de in­ vestigación y conciliación que entendiese de los incidentes del Chaco, producidos en Diciembre, Bolivia obtuvo que se eliminase toda discusión sobre el statu quo, anulándolo de hecho y con consentimiento del Paraguay, al no de­ terminar que las investigaciones de la comisión de neu- trtíles abarcasen la de los antecedentes y hechos que fue­ ron causa generatriz de los incidentes. En la conferencia de fué desnaturalizado en su verdadero al- 20 —

canee por la tesis interpretativa de Bohvia. En Washing= ton fué ya descartado el stalu quo como materia de de­ liberación. Lo que no pudo conseguirse en forma ro­ tunda en Buenos Aires, lo obtuvo Bohvia en Washing­ ton: la eliminación del statu quo, de tal suerte que sus ocupaciones de facto no pudiesen ser materia de discu­ sión y apareciesen ante los neutrales como actos de legi­ tima posesión”. Vamos más aliá y concedamos que tampoco este argu­ mento sea aceptado, no obstante su absoluta e irrebatible va­ lidez, Concedamos que el statu quo estuviera vigente hasta Dicimbre de 1928. El solo hecho, comprobado y sancionado, de la agresión paraguaya en la captura del fortín boliviano “Vanguardia” habría traído como consecuencia su desahucio. Los autores de Derecho Internacional incluyen, entre las represalias lícitas, el acto de declarar caduco un Tratado exis­ tente entre las partes. Dice Faucille (Tom o III, parte 3:í, páginas 692— 693) “Los actos de represalia más frecuentemente empleados en la práctica internacional son. . . 6?’ la negativa de ejecutar un tratado o su denuncia”. Bluntschli (Derecho Internacional Codificado) “Artí­ culo 500: Los actos de represalia autorizados sin declaración de guerra son. . g) la negativa de ejecutar los tratados o la denuncia de los tratados existentes” . Y Bolivia, por añadidura,, notificó ya en Buenos Aíres, que ese pacto era nulo por incumplimiento de sus estipula­ ciones y por vencimiento de los términos para los cuales fué convenido y prorrogado. Nos hacemos cargo de una posible objeción. Se nos dirá: — 21 - -

¿Quién violó el statu quo, fundando fortines, dentro de su zona, posteriormente a la fecha en que él fué establecido? Ca­ llamos la respuesta, porque ha de darla, rotunda, el Senador paraguayo Méndez Benítez en su discurso pronunciado en el Senado paraguayo, el 27 de Mayo de 1931: “Desde 1923 hasta 1931, e¡ Paraguay ha fundado en el Chaco treinta y un forlines’’. Conclusión: el Protocolo PinillaSoler y el statu quo en él pactado (argumentos de la tesis paraguaya) no existen. Y creemos haber dado la prueba de su caducidad que ‘‘El Im- parcial" sostiene no haber sido jamás exhibida.

El tratado brasileño-paragua- El Tratado brasileño-pa­ yo de 1927. —■ No es una raguayo de 1927 (Manga- prueba de los derechos para- beira-Ibarra) es otro de los guayos, ya que el Brasil salvó argumentos que considera en él los de Bolivia. “El Imparcial”, incontesta­ ble en la defensa de la sobe­ ranía del Paraguay sobre el río de su nombre. Veamos sus alcances: en 1927 se firma el tratado que es complementario del de límites de 1872 suscrito por los dos países. Según el primero, se consideraba como límite entre Bra­ sil y Paraguay la margen occidental de este río, desde la con­ fluencia del Apa hasta el desagüe en la Bahía Negra. De aquí se arranca el argumento que dice: el tratado de 1927, al des­ conocer los derechos de Bolivia sobre esa parte del río, los es­ tablece firmemente en favor del Paraguay; pero se olvida: l.9—Que en la misma fecha en que se firmó el tratado (24 de Mayo de 1927) la Cancillería del Brasil pasó a la Legación de Bolivia en Rio de Janeiro una nota acreditando 22 — que, al firmar dicho tratado con el Paraguay” por hallarse éste en posesión del territorio del oeste de aquél trecho de la frontera”, su Gobierno no pudo ni podía tener la intención de prejuzgar la cuestión entre Bolivia y Paraguay acerca de dicho territorio ni perjudicar cualquier derecho que Bolivia pudiera hacer valer sobre el mismo. Adviértase que el Brasil, espontáneamente, salvaba los derechos de Bolivia; pero hizo público su respeto, en forma aún más clara y terminante, al suscribir en 1928 el tratado complementario de limites brasileño-boliviano, que dió lugar a un cambio de notas reversales, poniendo a salvo los men­ cionados derechos sobre la margen occidental del río Paraguay al Sud de Bahía Negra. No obstante este reconocimiento de una de las partes sig­ natarias, la Cancillería de Bolivia dirigió al Plenipotenciario paraguayo en La Paz, en 29 de Enero de 1931 una nota en la que formalizaba la reserva de su gobierno al Tratado Man- gabeira-Ibarra. Esta es otra interpretación unilateral de Bolivia — se ha de decir — . Afortunadamente la propia opinión para­ guaya viene a consolidar la tesis de Bolivia y, en esta ocasión, quien la sustenta, es nada menos, que el Senador paraguayo Don Modesto Guggíari, en un discurso pronunciado en el Senado paraguayo en la sesión del 20 de Mayo de 1931 en la que se debatía los alcances del tratado Mangabeira-Ibarra. Copiamos sus palabras:

“En 1903, en un documento que forma parte del Tratado de Petrópolis, había dicho el Brasil que Bahía Negra, la guarnición actual, era una porción de tierra - - 23

boliviana perdida por Bolivia en virtud de un acto de fuerza, de usurpación de los paraguayos. Coherente con­ sigo el Brasil, al decir en el pacto Mangabeira-Ibarra, que hasta cierto punto no es más que un desenvolvimiento de aquél, que la ribera derecha del río se halla en pose­ sión del Paraguay no sienta otra cosa sino que el Chaco contendía usurpado por el Paraguay.” (“La Unión” de Asunción. 22 de Mayo de 1931.).

El Paraguay contra el Para- Es hidalgo recordar que guay. Bolivia ha tenido la suerte de que sea el mismo Para­ guay quien, unas veces reconozca sus derechos (co­ mo se lée en el informe que en 1812 pasó la Ju n ­ ta del Paraguay al Gobierno del Río de la Plata: “que no tenía dominio en esa región (el Chaco) : otras los salvaguarde y proteja (como en las negociaciones de paz emergentes de la guerra con la Triple Alianza) y, finalmente, que confiese que hasta el último de sus tratados de límites encierra un recono­ cimiento de los derechos alegados por Bolivia (como en el caso del tratado brasileño-paraguayo de 1927).

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II

¿POR QUE BOLIVIA RECLAMA TODO EL CHACO?

Respondíamos: porque jurídica, política e histórica­ mente es suyo. ¿Cómo prueba Bolívía que el Chaco es ju­ rídica, política e históricamente suyo? Hay dos fuentes de donde nacen sus derechos, dos fuentes reconocidas universal­ mente y que constituyen la esencia del Derecho Público his- pano-americano: Las Leyes de Indias y el Cedulario Real, por una parte y, por otra, el principio del ‘‘uti possidetis ju- ris de 1810”. Sobre estas bases se han estructurado las nacionalidades emancipadas de la Corona de España. Con sobrada razón “El Imparcial’’ sostiene que “la doc­ trina del utti possidetis sirve de clave para la solución del fondo del problema, haciendo uso de los datos históricos y geográficos’’. “UTI POSSIDETIS ITA POSIDEATIS”: Como po­ seiste, seguirás poseyendo”. Tal es el apotegma. Ahora bien. ¿Cómo poseyó Bolivia? En otros términos: ¿qué títulos ju­ rídicos tiene Bolivia sobre el Chaco? ¿Qué derecho le reco­ nocen las Leyes de Indias y el Cedulario Real?

Breve enumeración de los tí- Prescíndiendo de todos los tulos jurídicos, políticos e his­ documentos confirmatorios, tóricos .de .Bolivia. sobre .el presentamos el Indice de los Chaco Boreal. Títulos emanados directa­ mente de la Autoridad Real, desde la primitiva organización del Distrito Audien- -— 25 — c;ai de Charcas, hasta 1810, época en que esos títulos fueron adoptados como fundamento jurídico para la so­ lución de todas las controversias territoriales de la Améri­ ca Española (Uti possidetís juris de 1810) .

Punto de partida: Primera Por esta Capitulación Es- Capitulación. paña dividió los territorios descubiertos en la América, en las Gobernaciones de Nueva Castilla para Pízarro y Nue­ va Toledo para Almagro, extendiéndose esta última más allá del paralelo 25-’.

Cédula de 22 de Mayo de 1561. Es la Real Provisión del Virrey y Comisarios señalando cien leguas de Distrito a la Audiencia de Charcas, en con­ torno de esta ciudad .

Cédula de 29 de Agosto de Amplía la jurisdicción de 1563. la Audiencia de Charcas y le señala nuevos territorios: “La Gobernación de Tucumán. Juríes y Diaguitas y la Pro­ vincia de Moxos o Chunchos (Apolobamba) y la tierra y pue­ blos poblados por Andrés Manso .y Ñuflo de Chávez, con lo demás que se poblare en aquellas partes”.

Cédula de 29 de Agosto de Es de la misma fecha que 1563. la anterior, la que comunica a la Real Audiencia de Li­ ma los límites que se han dado a la Audiencia de Charcas, además de las cien leguas de su primiti­ vo distrito, asignado por el Virrey y Comisarios: las conquistas de Chávez y Manso y todo lo que se poblare por aquellas partes. — 27.

Cédula de 27 de Setiembre de Dirigida a la Audiciencía 1563. de Charcas, comunicándole sus nuevos límites.

Cédula de 10 de Diciembre de La Audiencia de Charcas 1563. recibe esta Cédula que con­ tiene la orden de que pro­ vea todo lo conveniente a la exploración del río Pilco- mayo; claro que por estar dentro de su distrito, para establecer comunicación con el río de la Plata.

Cédula de l.« de Octubre de En ella se desautoriza los 1566. viajes de los Gobernadores del Paraguay en el Chaco y determina que ambas tierras pasen al dominio de Charcas.

Cédula de 10 de Diciembre de Ordena el Monarca poner 1566. al Paraguay bajo el distrito y jurisdicción de la Real Audiencia de Charcas.

Cédula de 16 de Diciembre de Que al dividir el río de la 1617. Plata instituye la provincia de Guayrá (Paraguay con cuatro ciudades: Asunción, Santiago de Jerez, Villa Rica y Guayrá, que estaban en la banda oriental del río Paraguay .

Cédula de 2 de Noviembre de Dispone que la provincia 1661. de Paraguay (con sus cuatro ciudades) y la de Tucucán, sean segregadas de la Audiencia de Charcas y queden unidas — 28 — al Río de la Plata para constituir la Real Audiencia de Bue­ nos Aires.

Cédula de 17 de Diciembre de Se refiere esta Cédula Real 1743. al pago de tributos y depen­ da temporal y espiritual de los pueblos de Chiquitos. El Monarca expresa, gráficamente, en ella lo siguiente: “Estos pueblos (Chiquitos y 'Zamucos) y las parcialidades de indios, comprendidas entre los ríos Pilcomayo y Paraguay son de la jurisdicción y pertenecen al Distrito de mi Real Audiencia de Charcas”.

Cédula de 5 de Agosto de Oue, al establecer la Go- 1777. bernación de Moxos y Chi­ quitos ordena la fundación de pueblos españoles sobre el río Paraguay para que los por­ tugueses no entrasen en el Chaco.

Cédulas de l.9 de Agosto de Crean el Virreinato de 1776 y 14 de Junio de 1777. Buenos Aíres.

Real Ordenanza de 28 de Ene- Que dividió el Virreina- ro de 1782...... to de Buenos Aíres en ocho Intendencias, quedando la del Paraguay delimitada en sentido de no comprender su ju­ risdicción por el occidente sino hasta el río de su nom bre.

Cédula de 14 de Abril de 1783. Que, al restablecer la Au­ diencia de Buenos Aires, dejando subsistente la de Charcas, incluye en aquella la pro­ vincia del Paraguay. — 29

Conclusiones lógicas de las Cé- La glosa de cada una de dulas Reales citadas. estas Cédulas Reales que son los Títulos jurídicos de Bolivia sobre la integridad del Chaco Boreal, requeriría la amplia extensión de varios volúmenes. Quien se in­ terese por conocer el detalle puede recurrir a los estudios fundamentales de ilustres tratadistas bolivianos, co­ mo Ricardo Mujía, David Alvéstegui, Eduardo Diaz de Me­ dina, Enrique Finot, Miguel Mercado Moreira, Angel San- doval, y de renombrados intemacionalistas extranjeros, co­ mo Ramiro de Sas Murías, Catedrático de Geografía del Ins­ tituto Nacional de Tarragona, Federico More, Walter Jaime Molins, etc. Del estudio de las Cédulas Reales, antes citadas, se des­ prenden conclusiones lógicas que, en síntesis, expone así Don Miguel Mercado Moreira: “Podemos ya dirimir la controversia jurídica sin salir de la legislación colonial con los documentos hasta aquí exami­ nados, que de un modo claro y sencillo comprueban la tesis boliviana. Epilogando, en efecto, todo lo comprobado te­ nemos: Que la Nueva Toledo o Gobernación de Almagro com­ prendía íntegramente el territorio del Chaco Boreal (Capi­ tulación de 21 de mayo de 1 534). Que en ese territorio de la Nueva Toledo se erigió des­ pués la Real Audiencia de Charcas, con cien leguas de dis­ trito a la redonda de Cbuquisaca (Provisión Rea! de 22 de mayo de 1561). Que este límite fué ampliado por el oriente con todas las tierras y pueblos que tenían Andrés Manso y Ñuflo de 30—

Chávez; y con todo lo demás que se poblare en aquellas par­ tes y que estas tierras forman, en parte, el Chaco Boreal dis­ putado hoy por la República del Paraguay (Cédula Real de 29 de agosto de 1563). Que en ese mismo año el Monarca al recomendar que la exploración del Pilcomayo se haga por la Audiencia de Charcas y con sus propios fondos reconoció que ese río en todo su curso y esas tierras en toda su amplitud formaban parte de su distrito (Cédula Real de 10 de diciembre de 1563). Que al desautorizar los viajes de los gobernadores de Asunción a través del desierto, determinó que la provincia del Paraguay y las tierras del Chaco, separadas e inconfun­ dibles como eran caían dentro de los dominios de Charcas (Cédula Real de 1'-’. de octubre de 1566). Que al dividirse en dos gobernaciones el Río de La Pla­ ta, la provincia de Guayrá se constituyó expresamente con sus cuatro ciudades de: Asunción, Santiago de Jerez, Villa Rica, y Guayrá, sin haber podido en ningún tiempo exten­ der sus dominios sobre el Chaco, ni defenderse siquiera de las terribles tribus salvajes que habitaban en las márgenes del río Paraguay (Cédula Real de 16 de diciembre de 1617). Que al erigirse en 1661 la nueva Audiencia de Buenos Aires, la provincia paraguaya pasó a formar parte de ella con sus cuatro ciudades circunscritas a la banda oriental de su río: y que cuando diez años después esta Audiencia fué su­ primida, el Paraguay volvió “a la jurisdicción y gobierno de la Audiencia de Charcas como antes lo estaba en todo y por todo sin que haya alteración alguna . . ” (Cédula Real de 31 de diciembre de 1671). 31

Que según la Recopilación de Indias en 1681 Charcas seguía lindando por Mattogrosso con la línea de Tordesillas y por el Paraguay y Buenos Aires con el Océano Atlántico. ( Ley IX, T . XV, L. II de la R. de I). Que las Misiones de Chiquitos — pertenecientes a Char­ cas — no se reducían a la parte cristianizada, ni a los diez pueblos fundados por los Jesuítas, sino que comprendían todas las naciones o parcialidades de indios que hay entre los ríos Pílcomayo y Paraguay” (Cédula Real de 17 de di­ ciembre de 1743). Esas parcialidades de indios, a la expulsión de los pa­ dres jesuítas, se convirtieron en la Gobernación Militar de Chiquitos, dependiente en lo administrativo y político de la Audiencia de Charcas y en lo militar y eclesiástico del Go­ bernador y Obispado de Santa Cruz de la Sierra, respectiva­ mente. Y su primer gobernador recibió de S. M. el encargo expreso de fundar pueblos de españoles a lo largo del río Paraguay para ‘‘que los portugeses no entren en el Chaco” (Cédula Real de 5 de agosto de 1777). Cuando la Audiencia de Charcas fué segragada del V i­ rreinato del Perú en 1777 e incorporada en el de Buenos Aires, pasó a formar parte de este Virreinato último ‘‘con todos los corregimientos, pueblos y territorios a que se extiende su jurisdicción” , sin que se hubiera separado de su distrito ni antes ni después el territorio del Chaco Boreal (Cédula Real de 14 de junio de 1777). El Virreinato de Buenos Aires se dividió después en ocho Intendencias (Ordenanza Real de 28 de enero de 1782). La Intendencia del Paraguay se estableció sobre el distrito de su Obispado. Este Obispado tenía el mismo distrito de la Provincia. Y la Provincia no comprendía el Chaco. En cambio la Intendencia de Santa Cruz se estableció sobre el distrito de su Obispado. Ese Obispado comprendía las M i­ siones de Chiquitos, y dentro de estas misiones quedaba el Chaco.

Un año después, la Audiencia de Charcas volvió a frac­ cionarse en dos Audiencias: la de Buenos Aires, suprimida en 1671, se restablece en 1783, "teniendo por distrito la Provincia de Buenos Aíres y las tres del Paraguay, Tucu- mán, y C uyo. . . ” La Provincia — Intendencia del Pa­ raguay se separó así de Charcas, siempre sola, sin el Chaco que no le pertenecía, y así sola permaneció hasta la revolu­ ción (Cédula Real de 14 de abril de 1783).

En el transcurso de más de 250 años y a través de to­ das las visicitudes históricas, la voluntad del Monarca se ma­ nifiesta clara y siempre igual, en sentido de que la zona hoy litigada pertenecía al distrito de Charcas” .

La Geografía colonial prueba que a través de todas las transformaciones que se operaron en el territorio del Chaco denominándosele: "Conquistas de Manso y Chávez”, "pro­ vincias”, "Gobiernos”, "Gobierno de Santa Cruz de la Sie­ rra”, “Provincias y Misiones de Chiquitos y de Zamucos” y, por fin, “Gobernación Militar de Chiquitos, limítrofe de los portugueses por el Río Paraguay” ,, y en todo el curso de la época colonial hasta 1810, el Chaco permaneció siempre, por expresa voluntad del Soberano Español, dentro del distrito y jurisdicción de la Real Audiencia de Charcas, sin sufrir jamás desmembración alguna, ni total ni parcial. — 33

La indiscutible autoridad del Los títulos jurídicos de Plenipotenciario uruguayo, Se­ Bolivia sobre el Chaco son ñor Adolfo Bazáñez, afirma la tan claros y terminantes que plena validez de los títulos ju­ merecieron del Señor Adol­ rídicos de Bclivia. fo Bazáñez, Plenipotencia­ rio uruguayo en Asunción y designado por su Gobierno mediador amistoso en la intervención que tomó la República Oriental, en 1894 para buscar entre Bolivia y Paraguay una solución del diferendo, una expresa consagración. En el informe que pasara a su Gobierno, en fecha 15 de Noviembre de 1894 se lée: ‘‘El resultado de la larga y laboriosa discusión de tí­ tulos en que ambos Plenipotenciarios hicieron gala de su ilustración, exponiendo con claridad y precisión los de­ rechos dá sus respectivos países al territorio disputado, no dió el resultado definitivo que era de esperarse, de­ jando la cuestión en statu que; pero obteniendo Bolivia, en mi concepto, la gran ventaja de dejar demostrados de ese modo sus derechos.” Con estos títulos “poseyó” el Chaco la Real Audiencia de Charcas hasta 1810 y con ellos debió “seguir poseyéndolo” la República de Bolivia que heredó toda la extensión terri­ torial que aquélla comprendía.

El Paraguay confirma los tí­ La breve demostración de tulos de soberanía de Bolivia los Títulos histórico-jurí- sobre el Chaca. dicos de Bolivia sobre el Chaco Boreal es suficien- te para probar su validez pero esta se torna ab­ soluta e irredargüible para el Paraguay, en vista de las opi- — 34 — niones también paraguayas que confirman la plena soberanía boliviana en el Chaco. Veamos algunos documentos proba­ torios de este aserto.

El Cabildo de Asunción hace El famoso cosmógrafo suyo el mapa del cosmógrafo y sabio Félix de Azara fué Azara en que el Chaco se con- designado por Carlos III sidera boliviano. demarcador de límites entre las posesiones españolas y portuguesas en América. Tenía una investidura oficial otor­ gado por el Monarca español. Durante nueve años permaneció Azara en el Paraguay en desempeño de su misión demarcadora, midiendo y triangu­ lando el terreno con minuciosidad científica. Levantó varias cartas geográficas del Paraguay y la pri­ mera hecha en 1787 (dedicada a su hermano Nicolás) re­ duce la Provincia del Paraguay entre sus dos grandes ríos el Paraná y el Paraguay y excluye de su distrito el territorio del Chaco Boreal. Seis años después, en 1792 como jefe de la Comisión demarcadora de límites con el Brasil, volvió a levantar dos nuevos mapas de la Provincia del Paraguay. En ellos tam­ poco aparece el Chaco Boreal en territorio paraguayo. El Cabildo de Asunción, conocedor de estos mapas, y por carta de 22 de Marzo de 1793, pidió a Azara el mapa especial de la Provincia “como asi mismo un plano de este Río Paraguayo extensivo hasta las reducciones nombradas los Chiquitos y agregación de noticias que exhorte uno y otro . a fin de que colocándolos de firme en su sala capitular, sirva de instrucción en los asuntos ocurrentes que a cada paso se ofrecen” . -— 35

El 9 de Julio de ese mismo año, Azara accediendo a la solicitud, envió tanto el mapa de la Provincia como la “Des­ cripción histórica, política, y geográfica de la comprensión de dichos mapas”. — Decía Azara en la carta de remisión: “Por lo que hace a los mapas, son sin duda, los mejores que hasta hoy se han visto de provincia alguna americana” . En fecha 23 de Septiembre el Cabildo de Asunción al agradecer a Azara por el servicio prestado le decía: “obras a la verdad sumamente grandes y muy propias de los altos ta­ lentos de V. S.” y le anunciaba que iría de su seno una comi­ sión a presentarle “su eterno reconocimiento y que en su ma­ nifestación había acordado igualmente que a V. S. se le tenga y reconozca por uno de los primeros republicanos y compa­ triotas bajo del respeto, estimación y benevolencia a que es acreedora su persona” -. No obstante la gráfica y objetiva demostración en el mapa, de no pertenecer el Chaco al Paraguay, Azara, en la “Descripción Geográfica” dice: “El límite del Paraguay por el occidente es el mismo río Paraguay por no tener posesio­ nes en el Chaco”. A la gran autoridad científica de Azara se une “el eter­ no reconocimiento” del Paraguay. . .

El historiador paraguayo Ma- Mariano Molas nacido riano Molas delimita su pro- en Asunción en 1787 y que pió país, eliminando el Chaco. descolló en la Asamblea de 1811 (siendo por tanto, uno de los fundadores de la República paraguaya) dice en su obra “Descripción histórica de la Antigua Provin­ cia del Paraguay” : “Se comprende esta Provincia en­ tre los 20" y 27" de latitud austral y entre los 36 —

Ríos Paraná y Paraguay por lo que corresponde a la latitud geográfica . . . Por el occidente no hay linde asig­ nado y como hasta ahora carece de posesiones radicales en el Chaco, se puede tenerse por actual límite el Río Paraguay".

La Junta del Paraguay confie- En 1812 el Gobierno del sa no tener ningún dominio en Río de la Plata había pedi- el Chaco. do a la Junta del Paraguay un informe sobre las tierras del Chaco, porque por allí deseaba abrir un camino hasta el Perú. La Junta respondió: ‘‘Que no tenía dominio en esa región, no habiendo podido en ningún tiempo, alejarse de la costa, ni aún en persecución de los indios salvajes” . — Y por añadidura dicha Ju n ­ ta adjuntó en esa ocasión el informe que, a su vez, había re­ cibido del Cabildo de Asunción, con fecha 13 de Febrero de 1812. En este documento se lée: ‘‘Que nada podía infor­ mar él (el Cabildo) sobre el Chaco, por cuanto que carecía de noticias al respecto, y las expediciones desgraciadas que se habían intentado desde el Río Paraguay para castigar a los bárbaros depredadores de las estancias vecinas al Chaco, ja­ más legraron apartarse de sus márgenes" (Memorándum del General Mitre sobre la cuestión argentino-paraguaya 1873”) Ante la imposibilidad de destruir el valor de las Cé­ dulas Reales citadas y de anular las propias declaraciones pa­ raguayas, confirmatorias de aquéllas, se han inventado dos argumentos:

1.’— Las Audiencias no fueron más que simples tribu­ nales judiciales, sin ninguna atribución política, eco­ nómica ni administrativa. por tanto la de Charcas — 37 —

(hoy Bcliviaj no puede reclamar como suyos los territorios que sólo judicialmente estuvieron bajo su dependencia. 2."— El “uti possidetis juris” de 1810 no es un prin­ cipio absoluto ni una norma jurídica, ni un punto cierto de referencia. Solo el “uti possidetis de facto’’ tiene valor y hay tantos “uti possidetis" como fechas de las Actas de In ­ dependencia de cada uno de los Estados de origen hispano. ^Textualmente dice “El Imparcial” : “No vemos la razón por qué pueda exigirse a nadie conceder ventajas a su adver­ sario en virtud de ficciones que nc están de acuerdo con la realidad” y luego añade “que algunas veces se haya aplicado en América el “uti possidetis juris” de 1810 no alcanza a ser sino un hecho, pero no una obligación”). Nos haremos cargo de ambos argumentos.

Las Audiencias fueron entida­ Algunas citas de precioso des con atribuciones políticas, valor y de autoridad irrecu­ económicas y administrativas sable, nos re/elárán de lá y no simplemente tribunales tarea de probar que las Au­ de apelación. diencias fueron organismos con atribuciones políticas, económicas, administrativas, judiciales y militares. Comencemos por historiadores chilenos: Dice Don Gonzalo Bulnes en su obra “Nacimiento de las Repúblicas Americanas” . Buenos Aires. — Tom o I, cáp. VIII, páginas 243, 245 y 246: "En 1809, el Alto Perú dependía en lo civil y militar del virreinato del Plata. En lo eclesiástico era lo contrario. El Obispo de Buenos Aires era sufragáneo del Alto Perú. — 38—

Las principales ciudades de esta región eran Chuquisaca, P o­ tos!, La Paz y Cochabamba. La capital tenía tres nombres, se llamaba indistintamente Chuquisaca, La Plata o Charcas. Ese año gobernaba el territorio con el título de Presidente o Capitán General, don Ramón García Pizarro...... “Otra entidad importante en Chuquisaca era la Audien­ cia. En todas partes de la América los oidores ocupaban un lugar prominente. Era regla seguirlos a distancia cuando se los encontraba en la calle y acompañarlos en un cortejo res­ petuoso. Se refiere que una dama chuquisaqueña dispuso en su testamento que a un Cristo de su veneración se le com­ prase un traje de oidor, para estar segura de que el público lo seguiría y acompañaría cuando saliese en procesión. Alre­ dedor de la Audiencia giraba la colmena y los ministriles de toda gerarquía, dependientes de ella y que se sentían honra­ dos y orgullosos con la pequeña función de justicia que des­ empeñaban. En 1808, el tribunal tenía cinco oidores y un fiscal. La Audiencia colonial, además de sus funciones judi­ ciales poseía otras políticas y administrativas, porque el virrey ■o presidente no podia resolver ciertos puntos de gobierno sin solicitar su acuerdo, sistema de contrapeso creado por la ad­ ministración española para evitar que un funcionario de alta gerarquía sustentase ambiciones peligrosas: caso curioso, en que un mismo principio sirve para producir efectos distintos. El equilibrio constitucional que garantiza la libertad en el sistema representativo se empleaba en el colonial para robus­ tecer el absolutismo.” Don Ramón Sotomayor Valdés, en su obra “Estudio Histórico de Bolivia” : “La República de Bolivia, a que al­ gunos geógrafos han dado también el nombre de Alto Perú, es aquel territorio colonial de los Charcas que hasta 1776 fué parte integrante del Virreinato del Perú y quedó, desde aquel — 39 _ año, incorporado por orden del Rey de España en el Virrei­ nato de Buenos Aires” . Carlos Pereira, historiador mejicano, dice en: “Breve Historia de América” : ‘‘Tentendo la corona que gobernar a distancia, pro­ curó que sus representantes, aún los más elevados, estu­ vieran sujetos a estrechas limitaciones. El órgano auto^ rizado de este sistema era la Audiencia que no sólo des­ empeñaba las funciones judiciales propias de su institu­ ción, sino que compartía las de gobierno, guerra y ha­ cienda con los gobernadores, capitanes generales y hasta los virreyes. En muchas ocasiones las audiencias fueron iniciadoras de conquistas, organizadoras de nuevos rei­ nos, dispensadoras de gracias, desautorizadoras de usur­ padores o. simplemente, pero con eficacia, administra^ doras de capitanías generales y virreinatos, durante las vacantes”. Don Adolfo Bonilla y San Martín, cuya autoridad en historia americana nadie puede negar, dice: “De todos los documentos jurídicos comprendidos en este tomo, es sin duda el más extenso, e importante el que contiene las O r d e n a n z a s dadas para el régi= men y gobierno de la Audiencia de los Charcas, según Real Provisión fechada en Monzón el 4 de Octubre de 1563. bus artículos constituyen un verdadero Código que sería interesante comparar con la gloriosa Recopila^ ción de las Leyes de Indias y con otros monumentos aná­ logos...... ‘‘Cada año uno de los oidores había de visitar el dis­ trito de la Audiencia, examinando comercios y boticas u — 40 —

asimismo la conducta de corregidores y el trato de que los indios eran objeto. La Audiencia podía hacer repar­ timiento de tierras y aguas entre las personas que las fue­ ran a poblar, con parecer de los cabildos, y había de lle­ var un libro con la lista de los vecinos. Tomaba cuenta a tos oficiales y de los tenedores de bienes de difuntos. Procuraba que los indios “sean muy bien tratados e ins­ truidos en nuestra santa Fé Católica y como vasallos nuestros libres, que éste ha de ser su principal cuidado”. Se regulan, además, en las Ordenanzas las funciones de! procurador fiscal, del alguacil mayor y sus tenientes, de los escribanos y relatores, del repartidor de los pleitos, del tasador, de los abogados y procuradores, porteros, carceleros e intérpretes y el arancel y archivos”. Y cerramos estas citas con la del notable publicista e historiador D. Enrique Ruiz Guiñazú, socio correspondiente de la Real Academia de la Historia y autor de “La Magis­ tratura Indiana” , que en el prólogo escrito para el segundo tomo de "La Audiencia de Charcas” dice: “He tenido oportunidad de acentuar, en mi afortunada obra “La Magistratura Indiana”, los rasgos vigorosos de ¡as audiencias americanas, no sólo por sus atribuciones de juzga­ miento, sino también como defensoras de las libertades pú­ blicas. Fué en verdad notorio su papel político, así como su prestigio, derivado de la superioridad de atribuciones a las ejercidas por las cancillerías de la península. Su influjo fué decisivo en la prosperidad y administración de los bienes co­ loniales. Pruebas de ello encontramos en la provisión de jueces pesquisadores; en la facultad privativa para conocer y determinar las causas de residencia; en la concesión de ejecu­ tores, de tomar prendas y represalias por denegación de jus- 41 — ticia de los jueces ordinarios; en el nombramiento de curado­ res y defensores omitiendo las citaciones a ausentes supues­ tos en parajes remotos: en el cuidado y enseñanza de los in­ dios en lo espiritual y temporal,, "que en esto debe consistir y consiste el principal cuidado y estudio de ellas y que en ninguna cosa podían hacer más agradable servicio a Su M a­ jestad”, como rezan las ordenanzas de 1563. Conocían, por privilegio, de las causas sobre diezmos, patronato y otras re­ galías. Intervenían nuestras audiencias en lo más preciado de las facultades del rey; sobre la usurpación, ocupación o impedimentos de la real jurisdicción, de lo cual sólo conocía el monarca, pasando así esta gran preeminencia a las audien­ cias de América, por real cédula dada en Valladolid el 13 de febrero de 1559. “Comprenderáse por esto, la importancia que asigna­ mos a una colección de documentos cuyo propósito fuese la revelación de fenómenos históricos, ajustados en su coordi­ nación a la técnica historiográfica. Numerosas piezas éditas c inéditas han perfilado el tipo original del oidor indiano. No eran como en España, jueces ocupados exclusivamente en los procedimientos y sentencia de los pleitos. Eran además parte integrante del juzgado de la santa cruzada, del juzgado de bienes de difuntos. Debían visitar la tierra, función trascen­ dente, tal como lo acusan memoriales llenos de colorido. Se les encargaba la inspección de las armadas; se les comisionaba para las ejecutorias, impuestos, alzadas, contrabandos, etc. En materia de gobierno y hacienda asumían las audiencias alta significación, pasando de poder moderador y consultor a Eje­ cutivos absolutos y supremos. “La categoría de la audiencia, como ya se sabe, no em­ barazaba las atribuciones, a veces exageradas y peligrosas. La Audiencia de Charcas, por ejemplo, con ser subordinada, in- — 42— tcrvenía en el resguardo de la frontera, expedicionaba contra los portugueses, fundaba ciudades, acordaba encomiendas, de­ limitaba jurisdicciones civiles como episcopales; vigilaba las misiones, creaba gobernaciones militares a la par que corregía y castigaba, aun con la muerte, a los funcionarios del gobier­ no; en fin, incitaba a la obediencia a todos cuantos fuesen lla­ mados y requeridos de paz o de guerra. “La crítica histórica nos ha llevado a sustentar, en pre­ sencia de estos hechos, inferencias de carácter histórico-socioló- gico, señalando en cada audiencia un foco expansivo de la ac­ ción española, para regir así la formación efe las nacionalidades hispanoamericanas. En una palabra, creemos haber demostrado que las audiencias, como núcleos institucionales, desempeñaron una función esencial en la constitución de los pueblos, mol­ deando en su misión política la estructura geográfica de las actuales nacionalidades”. Con estos antecedentes reanudamos nuestra argumenta­ ción: la Audiencia de Charcas poseyó, de acuerdo con las Leyes de Indias y con el Cedulario Real, todo el Chaco.— La Audiencia de Charcas tenía atribuciones políticas, econó­ micas .administrativas, judiciales y militares. Así poseyó esa Real Audiencia hasta 1810, y si “así poseyó", así debió se­ guir poseyendo su legítima heredera la República de Bolivia, en virtud del principio del “uti possidetis juris” de 1810. Abatido el argumento de que Bolivia carece de títulos jurídicos sobre el Chaco; rebatido el referente a que las Au­ diencias solo fueron tribunales judiciales de alzada y, com­ probado el reconocimiento que, de los derechos de Bolivia, hicieron no tan solo Brasil, Argentina, y Uruguay sino el mismo Paraguay, únicamente queda por analizar el relativo a la validéz general del “uti possidetis juris" de 1810; como — 43

principio esencial del Derecho Público hispano-amerícano y como básico en la formación de las nacionalidades de origen ibérico.

El “uti possidetis juris” de El “uti possidetis” es la 1810 es el único válido en la regla jurídica establecida delimitación de las fronteras para resolver las cuestiones de los países de origen hispa­ surgidas entre las naciones no. hispano - americanas, de acuerdo con las demarcacio­ nes territoriales determinadas por la legislación procedente de la corona española o de sus órganos autorizados. “Esta regla jurídica, por el asentimiento de los tratados, por los precedentes de la práctica, por la autoridad que le han consagrado los congresos internacionales y por la opinión de los tratadistas, es un verdadero principio de derecho público acatado por los pueblos del Continente”. “El Imparcial” , al afirmar que el Paraguay solo reco­ noce para Bo'ivia el “uti possidetis” de 1825, sostiene que, en este punto: “Los principios del Derecho Internacional” apoyan la posición jurídica del Paraguay” . ¿Qué el Paraguay no reconoce el “uti possidetis juris” de 1810? Entonces, ¿por qué los delegados paraguayos apro­ baron. en documento oficial, en la sesión del 24 de Mayo de 1928 (Conferencias de Buenos Aires) la siguiente decla­ ración?: “La definición de los límites entre Bolivia y Pa­ raguay deberá sujetarse a) al “uti possidetis juris’’ de 1810 y b) a los actos y hechos de posesión y dominio que, sien­ do posteriores a 1810, pero anteriores a 1907 corroboran o confirman el “uti possidetis” de 1810”? — 44 —

En otros términos: el Paraguay en 1928 aceptaba el “ulí possídetis” juris de 1810 y hoy se atiene al de 1821, tratando de crear uno especial para Bolivia que lo denomina "de 1825” . Es que el Paraguay, para justificar su política de sim­ ple ocupación del Chaco, ha inventado un nuevo “uti pos- sidetis” : el de fació; y según este novísimo principio, el tí­ tulo jurídico, emanado del monarca español o de sus repre­ sentantes legítimos, no vale nada; en cambio, la ocupación, es la que constituye el título perfecto. Esta aima que blandió el Paraguay fué lamentablemen­ te mellada en su primer combate, en las conferencias de Bue­ nos Aires. Asi es cómo el 13 de Diciembre de 1927 el Gobierno argentino, por medio de su observador Dr. Isidoro Ruiz Mo­ reno sometió a Bolivia y Paraguay una sugestión, en la que, al compeler al Paraguay a "ir derechamente al arbitraje so­ bre la cuestión fundamental” (que rehuía) estableció: “ 3.'?— Que se declare que los avances que uno y otro país hubieran efectuado han creado una situación de he= cho que no les da ningún derecho, ni podrán ser a!ega= dos ante el árbitro como base de sus pretensiones. He ahi a lo que queda reducido el “uti possidetis de facto” . El Uti possidetis es una ficción que no está de acuerdo con la realidad” dice "El Imparcial” , y, luego, sosteniendo el punto de vista paraguayo, añade: “que algu­ nas veces se haya aplicado en América el uti possidetis de 1810 no alcanza a ser sino un hecho, pero no una obliga­ ción” . Y de este razonamiento arranca esta conclusión de­ finitiva: “Los principios del Derecho Internacional apoyan, — 45 según nuestro juicio imparcial, la posición jurídica del Para­ guay” . Pues bien: la tesis de Bolivia dice:

l.'-’— Son precisamente las opiniones de notables inter- nacionahstas las que prueban que el “uti possidetis juris" de 1810 no es una ficción y que más bien cons­ tituye el principio esencial del Derecho Público his- pano-amencano.

2 °— Que todos los países de origen ibérico han aplicado este principio en la solución de sus diferendos.

Los tratadistas consagran el Comenzamos por citar la principio del “ uti possidetis opinión indiscutible, por lo juris’’ de 1810. universalmente consagrada en Derecho Internacional, de Don Miguel Cruchaga Tocor- nal:

"La delimitación de las fronteras enlre los países americanos ha dado lugar a numerosos litigios interna* dónales.

.Verificada la independencia del Continente, los paí­ ses americanos aceptaron como regla uniforme e>l “uti- possidetis” de 1810. esto es. los límites atribuidos por la metrópoli en la época de la colonia a las diversas di­ visiones administrativas".

(“Nociones de Derecho Internacional”, tomo I, pá­ gina 330, N.'-‘ 428. — Edit. Reus. 1923.) 46

Otro notable intemacionalista chileno, Don Alejandro Alvarez, Secretario General del Instituto de Derecho Inter- nacional, dice: "Como consecuencia de i'a formación territorial de los Estados de la América Latina, el problema de delimi­ tación de las fronteras es uno de los más complicados y característicos de la diplomacia de esos países. Ellos fija­ ron solamente de manera aproximada sus límites en sus Constituciones o en los Tratados celebrados entre ellos. La regla era casi siempre, y no podía ser de otra manera, el U T I PO SSID ETIS DE 1810, es decir, las dimisio­ nes administrativas de la Metrópoli que existían a la fe­ cha en que estalló el movimiento general de emancipación y que estaban reconocidas en el hecho por todos los Esta­ dos. Esta regla es, pues, U N PRINCIPIO A M E R IC A ­ NO. La delimitación administrativa colonial fué, pues, idmitida como frontera política entre los Estados. A esta expresión U T I PO SSID ETIS se añade la palabra JUR1S para indicar los territorios que los Estados tenían el de­ recho de poseer, abstracción hecha de la cuestión de saber ¡i ellos los poseían o nó en realidad,’’ Los jurisconsultos españoles Segismundo Moret y Vi­ cente Santa María Paredes dicen: "Cuando se retiró el soberano poder común, se hizo necesario convenir en un principio general de demarca­ ción, puesto que había un deseo universal de evitar re­ currir a la guerra, y el principio adoptado fué el U T I POSSIDEL'IS colonial; es decir, el principio que impli­ ca la CONSERVACION DE LAS DEMARCACIO­ NES DE LOS REGIMENES COLONIALES corres- 47 —

pondientes a cada una de las entidades coloniales que se constituyeron como Estado". El renombrado publicista argentino Quesada expone:

“Los Estados americanos H A N REC H AZAD O SIEMPRE LA POSESION DE HECHO COMO ME­ DIO DE ADQU IRIR. El antecedente legal, el título de dominio de estos mismos Estados es el U El POSSIDE- l'IS LEG AL DE 1810. como precedente de hechos po­ sitivos, de títulos legítimos; mas no tiene esa importan^ cía. ni es equitativo reconocerla, la mera posesión de he­ cho. PORQUE ARRANCA SU ORIGEN DE EA USURPACION y de la violación de tratados o del prin­ cipio que garanta la integridad de la soberanía de las Re públicas." Pascual Fiore, intemacionalista de renombre mundial dice: "Según los principios del derecho internacional, la regla del "uti possidetis de 1810", admitida para las de­ limitaciones territoriales por los Est-ados americanos, debe ser entendida en su exacto sentido. Las posesiones coloniales, tomadas en conjunto. y en las partes especia­ les de que se componen, deben ser consideradas en el do­ minio del Estado di que las colonias pertenecían.

El soberano español ha podido, con completa auto­ nomía. reglar el régimen administrativo de sus colonias, instituir Capitanías Generales. Audiencias, Virreinatos, comprender. en circunscripciones, tal o cual región para decretar la delimitación de estas circunscripciones. las reuniones y las separaciones de territorios, en virtud de'. — 48

derecho de dominio que le pertenecía exclusivamente, sobre sus posesiones coloniales.” "La verdadera cuestión del derecho de dominio terri­ torial perteneciente a tal o cual república americana, co­ mienza, cuando en seguida de la revolución y de la eman* cipación de estes países que eran, desde luego, colonias españolas de la América del Sud, ellos se constituyen en Estados independientes. Es natural que cuando se trata de determinar y de delimitar los territorios pertenecientes a cada uno de estos nuevos Estados, se deba tener en cuenta las circunstancias administrativas, tales como ha­ bían sido establecidas por el Rey de España”, Finalmente, Euclydes da Cunha, publicista de gran pres­ tigio en el Brasil y fuera de él dice: "Cuando Colombia en 1819, instituia la doctrina, aceptada después, por todas las Repúblicas españolas de que las bases físicas de las nacionalidades emergentes compréndese en las áreas demarcadas en 1810 por las leyes de la metrópoli, púsose de manifiesto que la pose­ sión de facto, efectiva y tangible, no bastaría para fijar los límites entre ellas”.

El “ uti possidetis juris” de Queda demostrado, por 1810 en la práctica. las opiniones de los trata­ distas, que el “uti possi­ detis juris" de 1810 es un punto cierto y determinado para la solución de los diferendos de límites. Veamos, ahora, su aplicación en la práctica. Como una prueba del escaso valor que se atribuye al “uti possidetis juris” de 1810, cita “El Imparcial” , y con 49 —

él los defensores del Paraguay, la cuestión de límites de Hon­ duras con Guatemala. Poco afortunada ha sido la mención, porque justamente, el proceso de las negociaciones entre estas dos repúblicas con­ firma la absoluta validez de tal principio que invoca Bolivia. El artículo 5.9 del Tratado de 1 6 de Julio de 1930 sus­ crito por Guatemala y Honduras dice: “que la única línea ju ­ rídica que puede establecerse entre sus respectivos países es la del “uti possidetis de 1821” . Para una más clara comprensión, copiamos una parte del alegato de Guatemala ante el árbitro: “Si debían fijarse los límites entre países que se su­ ponían contiguos y que descendían por igual de España y que lo mismo que ella invocaban título a extensiones de territorio que no estaban exploradas ni ocupadas, el modo de proceder natural y equitativo era aceptar como base de los límites aquello que el Soberano Español re­ conocía o permitía considerar como tales en la época en que por última vez pudo justamente pretender como suyo el territorio de que se trataba. Este vino a ser en realidad el principio fundamental de la demarcación de fronteras en la América Española. Los nuevos Estados, para citar a un distinguido jurisconsulto chileno,, “to= marón como base de sus fronteras las divisiones adminis= trativas de la madre patria que existían a la fecha en que estalló el movimiento por la independencia". Aquella fecha, para Centro América, fué comunmente considera­ da como 1821; para la América del Sur fué 1810. Cuando en el Tratado de 1930 Guatemala y Honduras declararon que el uti posstdetis de 182 1 es la única línea jurídica que puede establecerse entre sus respectivos paí- 50 —

ses, dieron a aquellas palabras un significado semejante al que tenían cuando se usaban para describir el método que se había empleado para fijar las fronteras de los nuevos Estados centro-americanos, como consta en las antiguas constituciones y tratados de límites. Dicho mé­ todo, como se ha visto, consistía sencillamente en que (a base de ¡as nuevas fronteras debían ser las divisiones administrativas de la Madre Patria, tal y como existían en la fecha en que estalló el movimiento en favor de la Independencia. Esta era, ni más ni menos, la base reco­ nocida, o sea el "uti possidetis de La delegación de Honduras añade, de su parte: “La cuestión que se ventila es, territorial y de lí­ mites. Sí conforme al principio americano consagrado del uti-possidetis de 1821. Honduras y Guatemala han pasado a la condición de Estados soberanos con el mis­ mo territorio que tenían antes de esa fecha; si conforme a ese principio ninguno de estos Estados puede pretender legítimamente mayor extensión territorial que la tenían en la época colonial, es preciso demostrar el derecho que se ha tenido al territorio, de cuyos límites se trata, ames de la transformación política que produjo la Indepen­ dencia.” Como se vé, las dos delegaciones están concordes en sos­ tener que el pleito tendrá que resolverse sobre la base del “uti possidetis juris” (1810 para la América del Sud y 1821 para Centro América). Veamos otra aplicación práctica del principio que nos ocupa: el tratado de 1904 suscrito entre Honduras y Nica­ ragua, consigna en sus estipulaciones: “Primero. — Serán límites entre Honduras y Ni- — 51

caragua las líneas en que ambas Repúblicas estuviesen de acuerdo o que ninguna las disputare. Segundo. — Serán también límites de Honduras y Nicaragua las líneas demarcadas en Documentos Pú­ blicos no contradichos por documentos igualmente pú= blicos de mayor fuerza. Tercero. — Se entenderá que cada República es dueña del territorio que a la fecha de la Independencia constituía, respectivamente, las provincias de Honduras y Nicaragua. Cuarto. — La Comisión mixta, para fijar los lí­ mites, atenderá al dominio del territorio plenamente, y no le reconocerá valor jurídico a la Posesión de Hecho que por una u otra parte se alegare". Este tratado tiene la doble importancia de que, a la vez que consagra el “uti possidetis juris”, como lo hace Bolivia, desconoce el “de facto” que proclama el Paraguay. No otra cosa significa anular el valor jurídico de la posesión de hecho que, por una u otra parte se alegare. Colombia y Venezuela sometieron en 1891 su diferen- do al arbitraje de la Reina Regente de España y el árbitro dictó su fallo, en vísta de los Títdlos y Documentos emana­ dos del soberano español, quien separó los territorios de la antigua Capitanía General de Venezuela, de los fijados al virreinato de Santa Fe. El pleito de límites entre Ecuador y Perú fue sometido al arbitraje juris del Gobierno español, mediante la conven­ ción suscrita el 1.° de Agosto de 1887. La Convención concluida en 1906 entre Perú y Co­ lombia estableció que el compromiso se subordinaba al arbi­ traje juris estipulado en 1887 entre Perú y Ecuador. 52 —

“Todos los Estados han convenido — dice Vicente G. Quesada — en tomar, como punto de partida, las demarca­ ciones españolas existentes en 1810, y desde entonces, el principio internacional del “uti possidetis de derecho” se ha incorporado al derecho positivo internacional americano. — Chile y la República Argentina lo reconocieron por el Tra­ tado de 1856.” Podríamos acumular más citas aún, pero queremos fina­ lizar señalando un nuevo caso de “Paraguay contra Para­ guay” . Hoy, defendiendo su punto de vista, solo reconoce el “uti possidetis de facto” como único válido, cuando su actual Presidente puso su firma, como Canciller, en el pro­ tocolo Mujía-Ayala de 1913 donde se lee: “ 3.9— Si no fuese posible convenir un acuerdo por arre­ glo directo, las ditas partes contratantes someterán su cuestión a un a rb itra je de d e r e c h o”.

Según el Paraguay el “ uti Ante el consenso general possidetis” depende de las de los más notables inter­ conveniencias y circunstan- nacionalistas que consagran cías. la validez permanente del “ uti possidetis juris de 1810” y ante las demostraciones históricas de la aplicación práctica de este principio, en los diver­ sos litigios entre países iberoamericanos, se alza esta des­ concertante afirmación del actual Presidente del Paraguay Se­ ñor Ayala, publicada, bajo su firma, en un diario asunceño: ‘‘El ‘‘uti possidetis” invocado como regla de demar­ cación española se fija en diferentes años, en 1810. en 1825 o 1830 según las conveniencias circunstanciales”. 53

Bien dice el Presidente Ayala “según las conveniencias circunstanciales’’. Esas conveniencias y esas circunstancias lle­ varon al Paraguay a aceptar el “uti possidetis” de derecho en 1913. y en Buenos Aires en 1928, y esas mismas lo condu­ cen, hoy, a negarlo. Pero es preciso tener en cuenta que el Derecho Internacional y la seriedad y buena fe de una nación, no están fundados en conveniencias circunstanciales, sino en algo más elevado y absoluto: la Justicia. Esta interpretación del Presidente paraguayo no es tan extraña como puede parecer a primera vista. Vivimos la hora del “relativismo” . Relativismo en las ciencias físico-matemá­ ticas (Einstein) : relativismo en Biología (Uexküll) ; rela­ tivismo en la Ciencia Histórica (Spengler) : relativismo en Sociología (Rougier) : relativismo en Filosofía (Vaihinger) : relativismo en Arte (Pirandello) y ¿por qué no relativismo en Derecho Internacional con Eusebio Ayala. . . ?

Al nacer el Paraguay en 1311 No hemos de terminar el no comprendía el Chaco ni lo capítulo referente al “uti poseía.— Pruebas paraguayas. possidetis de 1810” sin dar respuesta a las interroga- ciones que, sobre esta materia, formula “El Imparcial”: ¿Al nacer en 1811 el Paraguay, comprendía el Cha- co y lo poseía? Al nacer Bolivia en 1825, catorce años después, sobre cuatro provincias políticas, ¿comprendió también el Chaco y lo poseyó?” . Cedemos la respuesta al mismo Paraguay, pues de este modo, cobrará un irrebatible valor probatorio. Pidiendo en 1812 el Gobierno del Río de la Plata, a la Junta del Paraguay, un informe sobre el Chaco, ésta respon­ dió: “Que no tenía dominio en esa región, no habiendo po- — 54 — dido, en ningún tiempo, alejarse de la costa, ni aún en perse­ cución de los indios salvajes". Y el Cabildo de Asunción, en fecha 13 de Febrero de 1812, decía: “Que nada podía informar (el Cabildo) sobre el Chaco por cuanto carecía de noticias al respecto y las expediciones desgraciadas que se habían intentado desde el río Paraguay, para castigar a los bárbaros depredadores de las estancias ve­ cinas al Chaco, jamás lograron apartarse de sus márgenes” (Memorándum del General Mitre sobre la cuestión argenti- paraguaya. 1873). ¿No es la respuesta lo suficientemente explícita;’ Apun­ taremos otra más convincente aún y que, como la anterior, viene de un paraguayo ilustre: Mariano Molas, que se destacó como tribuno en la Asamblea de 1811. Dice así: “Se com­ prende esta Provincia (Paraguay) entre los grados 20 9 y 27 de latitud austral y entre los ríos Paraná y Paraguay por lo que corresponde a la latitud geográfica. . . . Por el occi= dente no hay linde asignado y como hasta ahora carece de po= sesiones radicales en el Chaco, se puede tenerse por actual lí­ mite el río Paraguay”. Nada hay más contundente que una confesión de parte. Una vez más el Paraguay se pone frente al Paraguay. Pero concedamos que el “uti possidetis juris de 1810“ no tenga valor alguno. Algo más, aceptemos la tesis para­ guaya de que el “uti possidetis” de 1811 es el auténtico. Ni con estas máximas concesiones se prueba que el Paraguay com­ prendiera y poseyera el Chaco en 1811, pues ya se ha visto que en 1812 la más elevada de sus autoridades, la represen­ tante legal del pueblo paraguayo, y uno de los fundadores — 55 -

de la República declaran paladinamente: aquélla ‘'no conocer ninguna noticia sobre el Chaco, ni tener dominio en esa re­ gión", y éste que el límite occidental de ese país es el río Pa? raguay. Por lo tanto, se deduce con todo rigor lógico que si en 1811 el Paraguay no comprendió ni poseyó el Chaco, mucho menos podía comprenderlo y poseerlo en 1810, fecha del “uti possidetis” que aceptan, unánimemente todas las nacio­ nes y todos los intemacionalistas.

Conclusiones. Recapitulando toda la an­ terior argumentación, que ha sido debidamente documentada, podemos arribar a las si­ guientes conclusiones: 1. "— Bolivia tiene pleno derecho sobre todo el Chaco Boreal hasta la confluencia de los ríos Pilcomayo y Paraguay. 2. '-’— Esos derechos nacen de las únicas fuentes leyóles; las Leyes de Indias y el Cedulario Real y se confirman por actos de soberanía allí ejercidos. 3.9— En virtud deí "uti possidetis juris de 1810” , u m ­ versalmente reconocido como básico y fundamental por todas las naciones hispanoamericanas, y consa­ grado por los más eminentes intemacionalistas, Boli­ via heredó todo el territorio de la Real Audiencia de Charcas en el que siempre estuvo comprendida la to­ talidad del Chaco Boreal. 4.9— Bolivía nunca, expresa o tácitamente, reconoció la soberanía paraguaya sobre el Chaco. Por el contra­ rio, fue el Paraguay quién resalvó y protegió los de? rechos bolivianos sobre el territorio que hoy pretende. □ n a — 57

III

¿A QUE RECURSOS HA APELADO BOLIVIA PARA SOLUCIONAR EL LITIGIO DEL CHACO?

Sin vacilar respondemos: al único que reconocen los paí­ ses civilizados para dirimir sus conflictos: el arbitraje de de­ recho.

Solivia propone reiteradas ve- Desde Lace más de cua- ces el arbitraje. renta años Bolivia ha veni­ do proponiendo, insisten­ temente, el arbitraje que Paraguay, con igual insistencia, re­ chazó . Para probar esta afirmación, nos basta con enumerar, documentadamente, las veces que Bolivia acudió a él. 1. "— El 17 de Febrero de 1887 Bollicia y Paraguay sus­ criben el tratado Tamayo=Aceval en que se pacta el arbitraje. Bollicia lo aprueba constitucionalmente; Pa­ raguay lo rehuye, y archiva el tratado. 2. "— El 29 de Julio de 1891 el Plenipotenciario bolivia­ no Don Mariano Baptista propone al Canciller para­ guayo: o la ratificación de cualesquiera de los pactos antes suscritos (Quijarro-Decoud, Tamayo-AceVal) o la solución jurídica del arbitraje. — • El Paraguay responde rehuyendo el procedimiento. 3. "— En 1894 el representante de Bolivia, don Telmo Ichazo; en 1906 don Emeteno Cano insisten en ape= lar al arbitraje. 4.9— En el protocolo Mujía-Ayala de 5 de Abril de 1913 Bolivia y Paraguay pactan el arbitraje. — No fué Bolivia quién lo eludió. 5.9— En 1927 el Canciller boliviano, Señor l omas Ma­ nuel Ello invita solemnemente al Paraguay a someter el pleito al arbitraje a fondo. La respuesta paraguaya se escurre. 6 .— En el mismo año, el observador argentino. Señor Ruiz Moreno invita al Paraguay a aceptar el arbitraje sobre la cuestión fundamental. Bolivia acepta. Para­ guay se refugia en el procedimiento de los arbitrajes sobre cuestiones incidentales. 7"— En 10 de Mayo de 1928 el Presidente de la dele­ gación boliviana en las Conferencias de Buenos Aires, Señor Daniel Sánchez Bustaminte declara que “la de­ legación de Bolivia propone a la del Paraguay ingresar al estudio del arbitraje en la cuestión fundamental". Responde el Presidente de la Delegación paraguaya. Señor Ayala; “La Delegación paraguaya no puede aceptar él procedimiento indicado por la boliviana".

8.9— En Diciembre de 1932 la Comisión de Neutrales de Washington propone a Bolivia y Paraguay una fór= muía de paz. Bolivia acepta; Paraguay rechaza. 9.9— En de Septiembre de 1933 el Canciller del Bra­ sil. Señor Mello Franco formula bases de arreglo. Bolivia las acepta; el Paraguay las rechaza y afirma, a posteriori, no haberlas conocido. 10.9— Llega a América la Comisión de la Liga de las Naciones, presidida por el Señor Atvarez del Vayo. 59

No hay para qué seguir, paso a paso, el proceso de su actuación — consultas a los beligerantes, armisticio que viola el Paraguay y finalmente proposición de arbitraje concebida en ios siguientes términos: “6." — Una vez en vigencia el presente tratado, el Tribunal de La Haya, a requerimiento de aquella de las partes que primero lo solíate, tendrá y ejercerá plena juris­ dicción para resolver la controversia existente entre ambos países, Bolivia sosteniendo por su parte, que el límite entre las Repúblicas de Bolivia y Paraguay se halla constituido per ei río de este último nombre, lle­ gando les derechos de Bolivia sobre el Chaco Boreal, hasta la confluencia de los ríos Pilcomayo y Paraguay: el Paraguay sosteniendo a su vez, que sus derechos al oeste del río Paraguay, se extienden al norte hasta los límites entre la antigua Provincia del Paraguay y la antigua Gobernación militar de Chiquitos y al oeste hasta los límites entre la misma provincia y las enti­ dades o provincias del Alto Perú y que el Tribunal debe establecer cuales eran esos límites”.

“Bolivia acepta el arbitraje: el Paraguay lo bur= la, exigiendo “medidas de segundad” e imponiendo condiciones de vencedor.

Victorias militares transitorias obtenidas, unas veces, por acción exclusiva de las fuerzas de la naturaleza, adversas a las tropas bolivianas, y logradas otras, en forma heroica y glo­ riosa, capturando fortines en pleno armisticio (como en el caso del fortín Muñoz) le han dado la sensación de la vic­ toria definitiva, cuando Bolivia apenas ha comprometido en la campaña parte de sus efectivos militares y dispone de re- — 60 — cursos económicos y de hombres suficientes para proseguir las operaciones por todo el tiempo que se quiera. Queda demostrada la invariable adhesión de Bolivia al arbitraje y la pertinaz negativa del Paraguay para aceptarlo. Ahora bien: ¿qué otro recurso cabía? Esta misma pre­ gunta se hace ‘'El Imparcial” y aún añade: “Solo cabría ha­ cerlo mediante una transacción. Pero una transacción es un arreglo que entra en el dominio de la voluntad de las par­ tes, de ambas partes’’.

Ante la negativa del Para- En efecto, los tratados guay para aceptar el arbitra- Qu.ijarro-Decoud, Ichazo- je, Bolivia acude al último re- Benítez y Tamayo-Aceval curso: la transacción. fueron transaccionales. Tan lo fueron que en ellos deja constancia Bolivia de que prescinde de su títulos ju ­ rídicos para llegar a una solución por medios simple­ mente amistosos. ¿'Cuál fué la conducta de Bolivia y Paraguay ante estos tratados? Es de sobra conocida: Bo­ livia los perfeccionó, al paso que Paraguay los burlaba. Paraguay no aceptaba el arbitraje, tampoco la transac­ ción. ¿Qué quería? La respuesta fluye por sí misma: la guerra. Se nos pondrá un argumento de réplica: Bolivia en efecto — se dirá — ha propuesto y propone el arbitraje, pero lo hace en condiciones inadmisibles y antijurídicas, toda vez que exige la delimitación previa de la "zona arbitral” . Que no es inadmisible lo prueba el hecho de que el Pa­ raguay admitió, bajo su firma, en un compromiso solemne. — 61 el arbitraje con la previa determinación de la zona arbitral. Ei texto del artículo cuarto del protocolo Gutiérrez- Díaz León es muy claro: “En caso de no poderse arribar a un acuerdo sobre la fijación de la frontera internacional, los Plenipoten* ciarios harán constar los motivos del disentimiento y fijarán una zona determinada sobre la cual deba recaer el fallo de un tribunal arbitral que designaran de común ecuerdo".

No cesaremos de hacer notar que en cada uno de los as­ pectos del pleito del Chaco, siempre se presenta el paradójico caso del Paraguay contra el Paraguay. Que el arbitraje con zona previamente determinada no es antijurídico se demuestra con sólo recordar las opiniones de notables intemacionalistas y los votos de los Congresos que han definido la esencia jurídica del arbitraje. Don Miguel Cruchaga Tocornal dice en su “Derecho Internacional'', tomo I, página 561: “Desde el punto de vista jurídico cabe observar que todo compromiso o conven­ ción entre partes debe tener un objeto preciso, bien definido y conocido por los contratantes. Esta disposición general de derecho civil es aplicable, con mayor imperio, todavía a los compromisos o convenciones de carácter internacional cele­ brados por los Estados. Como lo dice Despagnet, el com­ promiso no tiene valor jurídico sino cuando se designa exac­ tamente la dificultad sobre que recae y sobre la cual los ár­ bitros deben fallar” .. Es máxima de Derecho Internacional que el principio de soberanía y de independencia no admite que un arbitraje ten- — 62 — ga lugar, sino por el concurso pleno de ambas partes y con= forme a su demanda” (véase Calvo. 1757). Las Convenciones de La Haya de 1 889 y 1907 prescri­ bieron que “para el arreglo pacífico de los conflictos inter­ nacionales, debe determinarse netamente el objeto del liti­ gio”, Al decir “El Imparcial” que lo primero que debiera de­ terminar todo mediador, como cuestión previa, es la extensión del litigio no hace más que repetir lo que Bolivia, constan­ temente ha sustentado, o sea que se defina esa extensión del litigio, o, en otros términos, que se defina la extensión de la zona que debe someterse al arbitraje.

El Paraguay contra el Para- A la proposición de Boli- guay en el arbitraje integral. via de arbitraje con zona previamente determinada respondía ¿1 Paraguay con la llamada del arbitraje ir, tcgral’’ . Mas, he aquí que la Comisión de la Li­ ga de las Naciones,, al formular las bases de arre­ glo, propone a los beligerantes el punto sexto, relativo al ar­ bitraje, y que antes hemos copiado. ¿No es ésta la fórmula del arbitraje integral que, como una bandera, desplegó, por todos los ámbitos el Paraguay? ¿Qué más podía desear? Bolivia, cediendo, una vez más, y en aras de la paz, acepta la proposición de la Comisión de Encuesta, mientras que el Paraguay la rechaza con una graciosísima declaración del Presidente Ayala, que afirma que, si bien an*t's el Para­ guay aceptaba el arbitraje integral, hoy lo niega porque sus victorias militares últimas han modificado la situación...... Habría bastado repetir las palabras del mandatario pa­ raguayo para mostrar, al desnudo, la contradictoria y para- 63 dójica conducta paraguaya: pero afortunadamente, “El Im- parcial" nos proporciona un argumento inobjetable y que pulveriza la declaración del Presidente Ayala: “Resulta evi­ dente que la sola voluntad de una parte no hace litigioso un territorio a pesar de todos los ac'tos de fuerza que haya eje­ cutado durante algunos años. Las posesiones militares ener­ vadas por oportunas protestas nada indican sino el fin de in­ troducir la violencia." El 3 de Agosto de 1932 las 19 naciones latino-america­ nas incorporan al Derecho Internacional el principio de que no reconocerían las conquistas territoria’es hechas por la fuerza de las armas. ¿A qué ha quedado reducida esta declaración frente a la espectacular notificación del Presidente paraguayo?

Una extraña contradicción. Y permítasenos glosar un recuerdo traído, oportuna­ mente, por “El Imparcial", tan solo para hacer re­ saltar, por nuestra parte la injusticia con que muchas veces se ha juzgado la conducta de Bolivia . Cuando se realizaba la Conferencia de Mendoza, el ejército boliviano había infligido una grave derrota al ad­ versario, lo barría, en completo desbande, de Campo Jordán y ponía sitio a los fortines paraguayos más importantes y fortificados. En tal situación se propusieron las bases de paz de la fórmula de Mendoza, una de las que disponia que las tropas bolivianas se retirasen a la línea Ballivián-Roboré, y las pa­ raguayas al río de su nombre. Bolivia hizo notar que ese re­ tiro no era equitativo. 64

¡Cuántas censuras, cuántos reproches duros, cuántos co­ mentarios hirientes se hicieron entonces y con qué fruición se calificaba a Bolivia de intransigente, de guertfirfsta, de in ­ tolerante . . . Aún recordamos el anatema que lanzara “El Imparcial” sobre Bolivia, en su editorial de 6 de Mayo de 1933, titu­ lado “Régimen de caballeros” y nada más que porque sos­ tuvo, entonces lo que ahora sostiene el mismo vespertino, con relación al retiro de las tropas beligerantes. Dice hoy “El Imparcial” (sutentando la tesis paragua­ ya) ■ "Los sacrificios sobrehumanos de un pueblo para de­ fenderse de una agresión clara y comprobada para nada han servido. Los miles de vidas sacrificadas en su defensa legí­ tima y en defensa de los pactos violados por el otro belige­ rante, tampoco han servido de nada”. “No hay Gobierno, ni lo habrá nunca que pueda decir a un ejército victorioso en la agresión rechazada, que vuelva tranquilamente a sus cuar­ teles, en nombre de una abstracción que pondrá en peligro la seguridad presente y futura y que desconoce el derecho de de­ fenderse” . Con rara exactitud y admirable coincidencia, y hasta con casi idénticas palabras, Bolivia objetó el retiro de sus tropas á la línea Ballivián-Roboré.

¿Cuál es el pais agresor? Estamos oyendo la répli­ ca: el Paraguay no hizo más que defenderse y repeler la agresión de Bolivia que des­ encadenó la guerra. País agresor es, desde luego, aquél que ocupa militar­ mente y por la fuerza un territorio ajeno y, en consecuencia, — 65 agredido es aquél cuyo territorio ha sido usurpado. (Cree­ mos haber demostrado con absoluta claridad que el Chaco es boliviano.)

Desde este punto de vista el Paraguay ha sido un agre­ sor constante, pues de 1888 que ocupó militarmente Puerto Pacheco, — situado en territorio boliviano — , a la fecha, su política de avance ha sido permanente.

La agresión — no ya velada por el avance lento en el Chaco — sino francamente violenta de parte del Paraguay, se manifiesta en la ocupación militar de Puerto Pacheco en 1888, en la captura de jefes bolivianos (22 de Agosto de 1928) que se encontraban dentro de territorio indiscutible­ mente boliviano (el devuelto por el Brasil según el tratado de Petrópolis de 1903) y, finalmente culmina en el asalto armado del fortín Vanguardia, el 5 de Diciembre de 1928.

Es en esta sucesión de hechos donde hay que buscar el origen de la guerra actual para determinar al país agresor.

La guerra no es un suceso que se presenta con la brusca espontaneidad de un fenómeno natural, como por ejemplo, una tempestad o un terremoto. Hay, antes del estallido mis­ mo, una larga serie de hechos que lo van preparando. Agre­ sora, será en consecuencia, aquella nación que consuma y realice esos hechos preparatorios.

Y hemos visto cómo el Paraguay, ante la pasividad de Bolívia, que ingénuamente seguía confiando en los recur­ sos jurídicos, efectuó tres ataques militares, prolijamente pre­ parados por su Gobierno y por su Estado Mayor General. 66 —

El Paraguay prepara la gue­ Y no hacía un misterio rra. de todo ei aparato guerrero. Véanse las declaraciones que formulaban en esa época los dirigentes y periódicos pa­ raguayos: En una fiesta celebrada en honor de jefes y oficiales del ejército paraguayo, el Presidente Guggiari dijo: “He­ mos renovado en unos cuantos años todo nuestro material de guerra. En un esfuerzo titánico, enorme., que no tiene precedentes sino en la época del 65, hemos obtenido los más modernos elementos defensivos, en una cantidad superior en costo y calidad a todo cuanto antes de ahora habían adquirido todos los gobiernos que se sucedieron desde el 70” . Más explícito fue, en esa misma oportunidad, el Minis­ tro de Guerra, Genera! Schenonc: “Si nos fijamos en las su­ mas gastadas desde el 8 de Abril de 1926 hasta la fecha, en el concepto de adquisiciones, nos convenceremos que gobier­ no alguno, desde 1870 hasta el 8 de Abril de 1926 ha gas­ tado siquiera la cuarta parte de lo invertido en el corto pe­ ríodo que acabo de mencionar, y esto solo constituye una prueba irrefutable del esfuerzo, del interés, de la preparación que pueblo y gobierno han puesto en este magno problema, en solo cuatro años, esfuerzo gigantesco que, proporcional­ mente, a nuestra población, capacidad económica y finan­ ciera, comparada con la de otros países, no lo han realizado ni ¡as más ricas naciones de Europa en vísperas de la gran guerra”. Paralelamente a esta “titánica” ésic) preparación bé­ lica, el Paraguay ocupaba militarmente el Chaco en forma precipitada y febril. 67 —

El Senador paraguayo Méndez Benitez decía en un dis­ curso pronunciado en el Senado el 27 de Mayo: “Desde 1870 a 1904 fueron fundados Fortín Galpón y Fortín Patria, du­ rante el gobierno de D. Emilio Aceval; desde 1904 a 1922 fueron fundados los fortines General Bruguez y El Dorado, en el Pílcomayo y desde 1923 hasta la fecha fueron funda­ dos treinta y un fortines”. Y añadía: “Hay más: Austria destina el 5 % del total de sus recursos al anexo de guerra: Alemania el 7.50 % ; Bél­ gica el 10 '/l ; Inglaterra el 13 ; Francia el 17 %; Italia el 26 % : España el 28 c/c y el Paraguay con recursos que no pasan de $ 270.000.000 destina el 31.59 % de la tota­ lidad de sus ingresos.” (“El Liberal” de Asunción 30 de Mayo de 1931). Se argüirá que el Paraguay se armaba ante el peligro de una agresión boliviana. Tan cierto estaba aquél país de que no había tal peligro que sus más autorizados periódicos de­ cían: “La Tribuna” de Asunción, 24 de Junio de 1931: “No hay peligro alguno de conflicto armado. . . El país del Altiplano está muy lejos ni de querer armar un conflicto armado (textual) con el Paraguay, dada su situación de bancarrota financiera y su falta de prepa­ ración actual para una guerra en el Chaco”. “El Orden” , de fecha 30 de Junio decía, en otras con­ sideraciones: “Por razones demográficas, étnicas, climatológicas, geográficas, sociológicas, Bolicia es la nación de Sud América menos capacitada para una empresa bélica.” “Por razones económicas Bolicia no puede aguantar seis meses de guerra, como lo demostró el 69 (textual) .” — 68 —

“No sabemos de dónde sacaría Bolivia para mantener seis meses de guerra". Bolivia no era, pues, un peligro para el Paraguay, pero sin embargo acumulaba este inmensas cantidades de arma­ mentos. Es que ya se había trazado el camino de la guerra, confiado en la ninguna preparación bélica de Bolivia. Los hechos posteriores han demostrado, claramente,. que en efecto, Bolivia fue arrastrada a un conflicto armado para el que no se preparó en ningún momento, con la confianza de llegar a soluciones pacíficas.

Paraguay fué castigado por Todos conocen los deta­ la agresión en Vanguardia. lies de la agresión paragua­ ya al fortín boliviano "Vanguardia” el 5 de Diciembre de 1928. Llevado el he­ cho al conocimiento de la Comisión de Conciliación e In­ vestigación de Washington, fué publicamente sancionado. En efecto, el pacto de Conciliación de 12 de Setiembre de 1929 señaló como agresor al Paraguay (dentro del eufe­ mismo muy explicable en la redacción de un pacto concilia­ torio, pero no tan disimulado que resabe a primera vista la sanción) en estos términos: "Por cuanto, la relación histórica de los hechos re­ cela que el incidente de Vanguardia (agresión paragua­ ya') precedió a los sucesos desarrollados en el sector de Boquerón (represalia de Bolivia) / ’ "Por cuanto, el empleo de medios coactivos por parte dél Paraguay en Vanguardia determinó la reac­ ción de Bolivia”. Y luego impuso la sanción en estos términos: 69

“La restauración de las construcciones del fortín Vanguardia por el Paraguay." Es de advertir que esta reconstrucción precedió a la en­ trega de Boquerón por parte de Bolivia.

E1 Plenipotenciario paragua­ El Señor Chávez Delega­ yo, Don Francisco Chávez, do del Paraguay a las Con­ confirma la agresión de su ferencias de Washington, país, en Vanguardia. firmado ya el pacto de con­ ciliación a que hemos he- cho referencia, dijo a los representantes de Bolivia: ‘‘He venido a Washington por patriotismo a defen­ der una causa contra mi conciencia. El ataque a Van= guardia fué preparado por el Gobierno del Señor Gug giari y consultado a los jefes de los partidos políticos, entre los cuales me contaba, en una reunión celebrada en Noviembre de 1928 en el Palacio presidencial de A sun­ ción. Mi opinión fué, entonces, contraria porque creía y sigo creyendo que él Gobierno daba un paso en falso y excesivamente peligroso para la paz del Continente y para los intereses paraguayos. Precipitados los aconte­ cimientos me he visto en el deber de no rehuir mi con­ curso patriótico y he venido a Washington donde, fe­ lizmente, hemos llegado a un acuerdo honorable y sa­ tisfactorio”. Resumiendo: ¿cuál es el país agresor? Paraguay que ocupa militarmente Puerto Pacheco en 1888, situado en te­ rritorio indiscutiblemente boliviano; que captura militares bolivianos en suelo boliviano: que avanza en la zona del statu quo, que él mismo invoca, fundando, desde 1 923 hasta — 70 —

¡931, treinta y un fortines; que es sancionado en 1928 por un alto tribunal internacional, por haber desencadenado el conflicto? o ¿es Bolivía que, insistentemente reclamó el arbi­ traje; que apeló a la transacción amistosa y que, aún en vísperas de la guerra actual proponía un “pacto de no agre­ sión?’’ La respuesta a estas interrogaciones determinará al país agresor y causante del conflicto bélico.

La guerra del Chaco y el pe- Hemos de abordar este tróleo. punto a trueque de salir de los límites de la réplica. Circula la opinión, tan generalizada como absurda, de que la guerra que sostiene Bolivía está respaldada por el im ­ perialismo norteamericano. El petróleo de la Standard Oíl en el Chaco, las conce­ siones petrolíferas otorgadas por Bolivia al capitalismo norte­ americano en el Chaco, he ahí la causa de la guerra. . . se re­ pite sin cesar, y se añade que toda la riqueza petrolífera de Bolivia está en manos del imperialismo norteamericano. Es muy sencillo desbaratar semejante desatino. En ei Chaco, en todo el extenso frente en que combaten Bolivia y Paraguay no hay una sola gota de petróleo, pues los pozos en explotación están muy lejos del campo de ope­ raciones al oeste de Villa Montes. Bolivía posee una fantástica riqueza petrolífera, pero sus yacimientos comienzan al norte, en sus fronteras con Bra­ sil y Perú, y siguiendo por el centro de su territorio, termi­ nan en la frontera con Argentina, constituyendo una ancha faja calculada en 80.000,000 de hectáreas. — 71

Si la causa de la guerra fuera el imperialismo norteame­ ricano en los petróleos del Chaco habría que probar: 1.’ que todo el petróleo boliviano está en el Chaco y 2.'-’ que todo o gran parte de los yacimientos pertenecen a la Standard Oil. Las cifras que copiamos a continuación prueban todo lo contrario . Las mayores concesiones petrolíferas hechas por el Go­ bierno se hallan muy lejos de la zona chaqueña: en los De­ partamentos de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y el Be- ni. Lo demuestra este cuadro:

Departamentos: Hectáreas: La Paz ...... 2.380.000 C huquisaca...... 43.000 Santa Cruz ...... 5.322.000 T a r i j a ...... 199.000 Cochabamba...... 1.448.000 B e n i...... 1.897.000

T o t a l 1 1.289.000

Veamos ahora la extensión de las concesiones de la Standrard Oil:

Compañías: Hectáreas: Standard Oil C.'-’ (norteamericana) . . . 550.927 Compañía Franco-Boliviana (nacional). 3.300.000 Compañía Sudamericana (nacional) . . . 1.342.610 72 _

Jacobo Backus (inglesa)...... 1.000.000 Germán Contreras S. (chileno) ...... 246.000 Compañía “Aguila Doble” (nacional). 500.000 Diversas concesiones pequeñas, no perfec­ cionadas muchas de ellas...... 4.349.037

T o t a l ...... 11.289.000

Come se ve, las concesiones norteamericanas de la Stan­ dard Oil no alcanzan a la vigésima parte del total que, en su mayor parte, se halla en poder de los propios bolivianos y todas, incluyendo las primeras, se explotan en sociedad con el Estado.

Si la Standard Oil no tiene concesiones ni intereses en la zona de los fortines del Chaco que posee Bolívía (grado 60 al 62 Oeste de Greenwich) tampoco los tiene en la que ocu­ pa el Paraguay, donde no existen ni vestigios de petróleo.

He aquí cómo se esfuma la leyenda del imperialismo norteamericano en el Chaco.

La verdadera finalidad de la Hemos visto que la zona guerra para el Paraguay: la del Chaco, ocupada por el conquista de la zona petrolí- Paraguay, no tiene ni ves- fera de Bolivia. tigios de petróleo: de ahí que su objetivo militar no sea el de reivindicar ilusorios derechos territoriales, sino el de conquistar la zona petrolífera de Bolivia que está situada muy lejos de las máximas pretensiones paraguayas. — 73

La guerra actual es, para el Paraguay, una guerra de conquista del petróleo y lo prueba la terminante declaración del Señor Juan José Soler, estadista paraguayo, que en una conferencia dictada en el Ateneo Paraguayo de Asunción dice:

“El avance de nuestras tropas en el Chaco crea prc= blemas que antes no existían, problemas que serán cada vez más graves, por su conexión internacional. a me­ dida que el Paraguay penetre en la zona petrolífera y ordene su explotación."

C‘El Liberal". Asunción. 11 de Marzo de 1934.)

□ raen 75

IV

LA INTERVENCION DE LA LIGA DE LAS NACIONES Y LA CONDUCTA DE BOLIVIA.

No hemos de hacer comentario alguno sobre la actua­ ción de la Comisión de la Liga de las Naciones que, presidida por el Señor Alvarez del Vayo intentó buscar una solución pacífica del conflicto boliviano-paraguayo y que ha mere­ cido una minuciosa crítica de “El Imparcial Es conveniente esperar la decisión del Consejo de la Liga sobre el informe que dicha Comisión habrá de presen­ tarle. En tanto creemos oportuno trascribir los puntos de vista de Bolívia, haciendo notar que mantiene inalterable su tradición internacional de adhesión franca al arbitraje de de recho y que, como un máximo sacrificio en aras de una paz definitiva, acepta el arbitraje integral, que deberá ser de de­ recho y de conformidad con los principios consignados en la declaración de las 19 naciones de 3 de Agosto de 1932. He aquí el documento:

LA RESPUESTA DE BOLIVIA:

El 10 de febrero, Bolivia envió la siguiente respuesta: “Complacido, toma nota el Gobierno de Bolivia, que Pa­ raguay reconoce y acepta la obligación de resolver la cuestión de límites, según él, y territorial, según Bolivia, por medio de 76 — un arbitraje de derecho; pero lamenta que, en seguida de esta importante declaración, exprese que, aprobado por los Con­ gresos de los dos países el Tratado de Paz, las Altas Partes contratantes entrarán recién a negociar el compromiso de ar­ bitraje en el cual se ha de establecer la materia específica de la controversia, así como el procedimiento y las modalidades del arbitraje. Un Tratado que se limite a suspender las opera­ ciones militares, sin definir ni resolver la causa que las ha ocasionado, no puede llamarse Tratado de Paz, si no de simple armisticio, ya que, por muchas formalidades que le acompañen, sin facilitar el franco y leal entendimiento entre las partes, deja en pie el conflicto, haciendo, en cualquier mo­ mento, posible la reanudación de las hostilidades. "La guerra, que tan sinceramente quiere evitar Bolivia, se produjo como una consecuencia de los avances y agresio­ nes del Paraguay y el único medio de concluirla y hacer im­ posible su reanudación en un tiempo más o menos próximo y, seguramente, en condiciones más sangrientas todavía es resolver, desde ahora, el fondo de la controversia o establecer en términos precisos y concluyentes, sin recursos capaces de burlar el compromiso, la manera de concluirlo, de suerte que ninguna de las partes y por motivo alguno se encuentre en aptitud de hacer fracasar o dilatar indefinidamente su total definición. Si Paraguay pide seguridades, si las pide también Bolivia, premioso es reconocer que la seguridad suprema y tínica es concluir la cuestión de fondo, ya que si persiste la causa, quedará en pie la guerra que es el efecto. "Paraguay sugiere siete condiciones, que llama de segu­ ridad y cuya simple enunciación demuestra que, en su mayo­ ría, sólo consultan lo que ese país reputa necesario para man­ tener, a firme y sin peligro, sus ilegales ocupaciones presen- 77 — tes y, ampliándolas aún más, arrojar a Bolívia del Chaco Bo­ real v de territorios que no forman parte de el, colocándola en situación de no poder realizar acción alguna en resguarde de su territorio. La evacuación del Chaco, debe hacerse por los dos países y nunca podrá prosperar una proposición que la establezca para el uno, suprimiéndola para el otro.

“La reciente proposición del Paraguay, muestra que, a medida que Bolivia cede en sus puntos de vista con el propó­ sito de facilitar la solución por todos anhelada, Paraguay progresa en razón contraria en sus exigencias, tratando de obtener cada día mayores ventajas.

“Pretende, por ahora, la posesión y la policía exclusi­ vas en el Chaco, dejando el recurso arbitral, único razona­ ble y posible para una paz honorable y justa para cuando sus intereses así lo reclamen. “El Gobierno de Bolivia, animado del sincero deseo de terminar la guerra y establecer lealmente las cordiales rela­ ciones entre los dos pueblos considera que el Tratado de Paz no puede limitarse a consignar la declaración inocua de que ambos países se obliguen a resolver la cuestión de fondo por medio de un arbitraje “juris”, dejando para el futuro in­ cierto la negociación del arbitraje. Propone, en consecuen­ cia, que el Tratado de Paz y como su parte esencial, estipule y convenga, desde ahora, el arbitraje JURIS que propuso a Bolivia la Comisión de la Liga de las Naciones y cuyos tér­ minos son los siguientes: l.9—Se consignará el acuerdo de las partes en una es­ critura de compromiso arbitral a efecto de que cada una co­ nozca de antemano el máximum de sus concesiones. — 78

2.9— El arbitraje tendrá que ser JUR,IS y de conformi­ dad a los principios consignados en la declaración hecha por las 19 naciones de 3 de agosto de 1932. 3.9— En el compromiso arbitral, se fijarán las preten­ siones máximas de ambos países, conforme a las manifesta­ ciones oficiales ya expuestas ante la Sociedad de las Naciones, es decir, para Bolívia, hasta la confluencia de los ríos Pilco- mayo y Paraguay y, para el Paraguay, el territorio compren­ dido entre el río Otuquis, Cordillera de los Chiriguanos y los ríos Pilcomayo y Paraguay. La Corte de la Haya resol­ verá el pleito de esta área, sin poder salir de ella y sin ingre­ sar a otros puntos no consignados en el compromiso. 4.9— Se establecerán en el compromiso arbitral las re­ glas del procedimiento, que consulten la solución del pleito en términos fijos y perentorios, sin que ésto signifique des­ conocer el reglamento de la Corte que contempla este aspecto. 5.— Las representaciones de los dos países, bajo los aus­ picios de los Delegados de la Liga de las Naciones, acordarán las cláusulas de seguridad, desmovilización y otras de carác­ ter militar. Toda proposición que se aparte de las bases anteriores, únicas conducentes a la terminación radical del conflicto, no hará sino agravarlo y complicarlo indefinidamente. El Gobierno de Bolivia reitera sus anteriores declaracio­ nes en sentido de que una vez aceptado y aprobado el arbi- je JURIS, asegurando a firme el restablecimiento de la paz, no pondrá obstáculo a cualesquier condiciones de seguridad que contemplen una paz en perfecto pie de igualdad para los dos países, sin atribuir al uno derechos y ocupaciones nega­ das al otro. Ni Bolivia ni el Paraguay pueden desconocer que. acordado el arreglo de fondo de la controversia, desapa- 79 recerá todo concepto de preponderancia militar entre ellos y todo deseo de mantener efectivos superiores a sus necesidades en épocas normales. “Al finalizar esta respuesta, el Gobierno de Bolivia de­ sea que la noble fórmula de paz mediante la estipulación de un arbitraje JURIS lealmente pactado, que la Comisión pro­ pició y que Bolivia aceptó como suprema concesión de su parte., no quede defraudada con la presentación de otros re­ cursos que, en el fondo, pretenden consagrar efímeras con­ quistas territoriales. “Espera el Gobierno que así queden respetados el con- venant, el rapport de 3 de julio de 1933, que estableció la obligación de pactar simultáneamente el arreglo arbitral y la cesación de hostilidades, y, finalmente la fórmula que la Co­ misión sometió en La Paz y la cual, por prestigio mismo de la Sociedad de las Naciones, anhela que sea mantenida como base fundamental de toda negociación posterior.”

Paralelo de las tesis de Boli- Como consecuencia de to- via y Paraguay. do lo expuesto surgen muy claras las tesis contrapues­ tas de Bolivia y Paraguay para resolver el litigio. La de Bolivia que propone: l.9— La exhibición ante el árbitro, de los títulos histó­ ricos, jurídicos y geográficos que prueben la propie­ dad de todo el Chaco. 2.*-’— El respeto al principio de “uti possidetis juris de 1810", reconocido, unánimemente, por todos los tratadistas de Derecho Internacional y aceptado por 80 —

todos los países del Continente Sud, como la base sobre la que se han estructurado las nacionalidades hispanoamericanas.

3.°— La aplicación del coto de las 19 naciones de 3 de Agosto de 1932 que condena toda ocupación terri­ torial hecha por la fuerza de las armas. La del Paraguay sostiene: 1.9— La ocupación de un territorio es el único título le* gal que acredita la soberanía sobre él. 2.— El ‘‘uti possidetis juris de 1810” es una ftcción. Se debe fijar el uti possidetis en diferentes años, “se- gún las conveniencias circunstanciales”. 3.9— La declaración de 3as 19 naciones de 3 de Agosto de 1932 no tiene ningún valor, porque nada ni nadie puede oponerse a la conquista del Chaco por las fuerzas militares. La victoria da derechos.

Bolivia no está vencida. Valga esta oportunidad para desvanecer una ilusión del Paraguay. Sus triunfos militares de Gondra y Alihuatá lo envanecieron tanto, que proclamó que Bolivia estaba ven­ cida e irremediablemente derrotada. T an seguro está de su vic toria final que pretende, en las negociaciones de paz, imponer condiciones de vencedor. ¿En qué ha consistido la pretendida victoria paraguaya? En la captura de prisioneros, en la ordenada retirada de las tropas bolivianas hacia un campo de operaciones más propi­ cio y estratégicamente más conveniente y, sobre todo, en la — 81 — ocupación de aquello que se ha dado en llamar “la llave del Chaco” : el fortín Muñoz. Recordemos: Alihuatá, fortín boliviano estaba ocupa­ do por tropas bolivianas y Gondra, fortín paraguayo, sitiado por éstas; al paso que Nanawa y Toledo (ocupaciones para­ guayas) estaban encerradas en un círculo de hierro. El ejército boliviano presionaba en todo el frente y te­ nía la iniciativa de las operaciones. Este avance del ejército boliviano significó un fantástico alejamiento de sus bases de abastecimiento — que debía ha­ cerse a través de sendas abiertas en lo más enmarañado de los montes de retaguardia, donde por la topografía del terreno, solamente podía actuar la infantería, quedando prácticamente anuladas la artillería y caballería. La ofensiva boliviana, en 200 kilómetros, obligó a sus tropas a dispersarse a lo largo de ese extenso frente, mientras que las enemigas eran continuamente alimentadas por refuer­ zos y reservas que, partiendo de sus puertos militares sobre el río Paraguay, empleaban, escasamente tres días en llegar, có­ modamente, en ferrocarriles y vehículos motorizados a la línea de fuego, al paso que Bolivia debía llevar sus conti- gentes a través de 1000 kilómetros en ferrocarril y 1200 a pie. No obstante esta visible desigualdad, el ejército boli­ viano arrinconaba, cada día más, al adversario. En estas circunstancias sobrevinieron las lluvias torren­ ciales de Diciembre. Debe recordarse que quince días antes de los sucesos las tempestades de agua fueron incesantes. Inundados el monte, los caminos y las sendas de reta­ guardia del ejército boliviano se cortó, bruscamente, el abas- — 82 tecímiento de víveres y municiones y la llegada de reservas para cubrir tan amplio frente de batalla. Las tropas bolivianas combatían reciamente, mientras su retaguardia, totalmente inundada, no permitía el paso de recurso alguno. Combatían en el frente con el enemigo y en la reta­ guardia con la naturaleza. Estaban, pues ya cercadas, pero no por el enemigo, sino por una masa de agua y de lodo que hacía imposible toda maniobra y paralizaba todo mo­ vimiento. El Paraguay aprovechó esta circunstancia y efectuó un fuerte contraataque con sus reservas, recientemente llegadas. Bolivia no pudo contener la acometida porque sus fuerzas, cerradas por la inundación de la retaguardia, no recibían ni municiones, ni víveres, ni hombres; ni podían tampoco, efectuar una retirada porque, fatalmente, debían caer en los pantanos. Y vino la capitulación y con ella la captura de prisio­ neros. ¿Cómo podía sostenerse una tropa absolutamente incomunicada con sus bases de abastecimiento, sin recibir, desde ocho días antes de la caída, ni víveres, ni pertrechos bélicos, ni recursos sanitarios, ni hombres, y luchando, deses­ peradamente, con el cerco de los pantanos y las lluvias im­ placables? He ahí una victoria paraguaya en la que la tác­ tica y la estrategia le cayeron de las nubes. . . El ejército boliviano debió retirarse y lo hizo ordenada­ mente, ocupando posiciones táctica y estratégicamente más convenientes para el futuro desarrollo de la guerra. Todo esto ocurría mientras estaba reunida en Monte­ video la V II Conferencia Panamericana, bajo cuyos auspi- — 83 cios en colaboración con la Comisión de la Liga de las Na­ ciones se pactó un armisticio temporal. Acatada la tregua lealmente por Bolivía, la aprovechó el Paraguay para lograr una de sus más estupendas victorias militares: la captura, en plena tregua, del fortín boliviano Muñoz, hecho de armas que fué saludado en Asunción como una de las operaciones tácticas más extraordinarias de su ejército. . . Lo evidente fué que el Paraguay propuso el armisticio para capturar, impunemente, violando la palabra empeñada, el fortín Muñoz, que de otro modo no habría logrado tomar. Lo prueba un cablegrama que, burlando la censura, salió de Asunción y que dice así:

"Asunción 2 1 de Diciembre. [Un.ted Press) Con autoridad se sabe que el Paraguau consideraba necesaria la caída de M uñoz, porque junto con la toma de otros fuertes el Paraguay quedaba en si­ tuación ventajosa, mientras se esperaban los resultados de las negociaciones de Montevideo”. Tales son los éxitos militares del Paraguay que le dan el gesto arrogante de vencedor. Pero, cabe preguntar ¿está Bolivia vencida? Analice­ mos los factores que determinan la derrota de un país. Son de orden militar, de orden geográfico-político y de orden económico. Un país puede considerarse vencido: 1.’ cuando su ejér­ cito, completamente aniquilado, no recibe ni puede recibir refuerzo alguno por el total agotamiento de sus reservas: 2." 84 cuando el ejército enemigo ha herido centros vitales de la na­ ción y 3. • cuando sus recursos económicos están de tal modo exhaustos, que se hace imposible el sostenimiento de la cam­ paña y el abastecimiento de víveres y pertrechos bélicos. Pues bien: ninguno de estos factores determinantes de la derrota decisiva, concurre en el caso de Bolivia en el estado actual de las operaciones. Bolivia apenas ha movilizado la tercera parte del total de sus reservas, disponiendo aún de fuertes contingentes. La moral militar se ha puesto a prueba en los contrastes sufri dos. Llamadas nuevas categorías al servicio de las armas, han acudido en forma extraordinaria. Ni los quebrantos, ni las penurias, ni los sacrificios que demanda una movilización a través de más de dos mil kilómetros, nada ha podido abatir la firme voluntad de vencer de los combatientes. El Paraguay no ha ocupado ningún centro ni región que pueda tenerse como vital para Bolivia. La captura de al­ gunos fortines, apenas significa una variación en la línea de operaciones. Podría el Paraguay ufanarse de su victoria si llevara sus tropas triunfantes has.a alguna de las capitales bolivianas que, por su zona de influencia, comprometiera gravemente el curso de las operaciones militares. Lo menos que se puede exigir al ejército paraguayo, para que pueda considerarse relativamente vencedor, es la ocupa­ ción de Tarija y Santa Cruz de la Sierra. ¿Podrá cumplir ese objetivo? Aún en el caso utópico de que no encontrara resistencia alguna en su marcha, em­ plearía, mínimum, dos meses en conducir el grueso de su ejército a aquellas ciudades. Y, aunque las ocupase, no que­ brantaría la posibilidad de defensa de Bolivia ya que esas ca- 85 — pítales se encuentran a 1088 y 1160 kilómetros, respectiva­ mente, del centro de la República. No lograría, pues — aún en esto caso extremo — herir la vitalidad boliviana. Nada detenía el avance victorioso del ejército alemán que, atravesando el Marnc culminó con el máximo de sus triunfos que fue el precusor de su derrota final. Bolivia — como es público — no ha recurrido, en nin­ gún momento, al crédito extranjero para financiar la cam­ paña, ni ha contratado empréstito alguno en el exterior. Sus propios recursos le bastan para sostenerla por tiempo ilimi­ tado. La guerra ha tenido la virtud de intensificar, en grado insospechado, la producción nacional que es suficiente para cubrir las necesidades del ejército en campaña. Su principal fuente de riqueza: el estaño, que es el único producto que, en medio de la crisis mundial, ha tomado y superado la cotización de las épocas de auge económico y aumentado el volúmen de su exportación, asegura a Bolivia la disponibilidad de reservas de oro en el extranjero (caso tínico en estos instantes de depresión mundial) en gran es­ cala. Véase, pues, si un país, en estas condiciones, está ven­ cido y definitivamente derrotado. Y tan no está vencido que impuso silencio a todo el frente paraguayo en el combate de cien horas, en el que el grueso de este ejército atacó desesperadamente. La derrota paraguaya de los días 13, 14, 15 y 16 de Abril último, demuestra cuán prematuramente se ha cantado la victoria final. — 86 —

Conclusión. Hemos procurado— cir­ cunscribiéndonos a los lí­ mites de un folleto — rectificar los conceptos emitidos por “El Imparcial’’ en su serie de doce artículos que, como diji­ mos, al iniciarlo, constituyen la más interesante fundamen- tación de la tesis paraguaya hecha en Chile: y hemos trata­ do, además, de exponer sinópticamente los derechos de So­ livia y sus tentativas, siempre infructuosas para arribar a soluciones radicales dentro de la justicia y el derecho. Conducida Bolívia a la guerra que siempre quiso evi­ tar, la ha afrontado serena y estoicamente, frente a todas las incomprensiones y las injusticias, porque fue a ella impul­ sada por el imperativo de defender su integridad territorial. La campaña es desigual; para acudir a ella debe librar primero la más tremenda y sobrehumana de las batallas, con la naturaleza implacablemente hostil, atravesando desiertos infinitos, arenales inhóspitos y secos, eriales castigados por un so! de fuego donde no se encuentra ni la piedad de una gota de agua. En esta lucha indescriptible con las fuerzas adversas de la naturaleza y con las menos peligrosas del adversario, Bolivía ha demostrado ser capaz de las más grandes heroi­ cidades y de los más grandes sacrificios. Y es que, al con­ sumarlos, tiene fe en la justicia de su causa y en la victoria final. Sí grande ha sido en la hora del triunfo, más grande aún se ha mostrado en la de los contrastes. Serenamente ha vivido el momento de la adversidad, porque sabe que las ven­ tajas enemigas, efímeras y pasajeras, no han de quebrantar su implacable decisión de vencer, ni han de anular la justicia de su causa.