El Proceso Diplomático Y La Guerra En El Chaco
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ENRIQUE BALDIVIESO Primer Secretario de la Legación de Bolivia en Chile El Proceso Diplomático y la Guerra en el Chaco Exposición sinóptica del derecho de Bolivia sobre todo el Chaco Boreal El Proceso Diplomático y la Guerra en el Chaco, (Réplica a «EL IMPARC!AL») Hemos seguido, con el más vivo interés, la serie de ar tículos que, bajo el titulo "EL PROCESO DIPLOMA TICO Y LA GUERRA EN EL CHACO" ha venido publicando "EL IMPARCIAL”, desde el 9 de Marzo hasta el 24 del mismo mes. Aplaudimos, sin reservas, la labor periodística de di vulgar el largo y complejo proceso del litigio boliviano-pa raguayo, a fin de presentar a la opinión pública una visión diáfana de la realidad y creemos, como “EL IM PARCIAL” , que el alto valor intelectual y moral de la prensa contribuirá a establecer una paz duradera en el Continente. No otra na sido la línea de conducta del periodismo chileno; y debemos declarar, una vez más, que esa actitud serena, justiciera y ecuánime, ante el conflicto del Chaco, ha dado la prueba de la más severa neutralidad, frente a los criterios apasionados, a las predilecciones y simpatías — que somos los primeros en respetar — pero que, al herir sistemáticamente a un beli gerante y enaltecer al otro, lejos de formar un ambiente pro picio a la paz, sólo tienden a sumar enemigos al lado de aquél y prosélitos al lado de éste. “El papel de la prensa — así lo declara “El IM PAR- CIAL" — resalta como un verdadero deber, como un me dio de propulsar la paz y de llegar al orden quebrantado, sobre bases de estricta justicia” . Y este deber lo cumple con tribuyendo a “aclarar y ampliar muchos conceptos emitidos en este asunto con alguna precipitación”. No es otro el objeto de esta réplica que procurará, den tro de sus propios límites, abarcar la totalidad de los doce artículos publicados en “El Imparcial”. 3 Deseamos contribuir a la labor de divulgación que se ha impuesto ese diario, puntualizando ciertos hechos, adu ciendo razones, aportando argumentos en defensa de la causa de Bolivia que tan desmedrada se presenta en esa serie de pu blicaciones, mientras la tesis contraria se magnifica en tal forma, que no nos es aventurado afirmar que nunca hemos leído una defensa tan sugestiva y tan brillantemente escrita de la causa paraguaya. La argumentación de la serie de artículos de “El Im- parcíal’’ — que motiva esta replica — nos obliga, por ra zones de síntesis y de método, a examinarla en cuatro capí tulos cuyas enunciaciones son: I ¿QUE RECLAMA BOLIVIA? TODO EL CHACO. II ¿POR QUE LO RECLAMA? PORQUE POLI TICA, JURIDICA E HISTORICAMENTE ES SUYO. III ¿A QUE RECURSOS HA APELADO PARA SO LUCIONAR EL LITIGIO? SIEMPRE AL “AR BITRAJE JURIS”. IV LA INTERVENCION DE LA LIGA DE LAS NA CIONES Y LA CONDUCTA DE BOLIVIA. □ □ □ 1 ¿QUE RECLAMA SOLIVIA? TODO EL CHACO. La esencia del litigio. — Afirma ‘‘EL IMPARCIAL” que la esencia del litigio está en saber si la cuestión es terri torial, como sostiene Bolivia, o de límites como aduce el Pa raguay. Tal es el punto de partida de que arranca para seguir "el proceso diplomático y la guerra en el Chaco” . Pero, desde luego, el articulista da por evidente la tesis paraguaya de que el pleito es de límites y no territorial, y exhibe, para funda mentarla, dos pruebas: a) “que los documentos de la Cancillería paraguaya aducen actos y proyectos de tratados en que ha sido parte Bohv'.a, que implican reconocimiento de simple cuestión de limites y no territorial”; b) que "según los antecedentes de ambos países, el pleito ha sido de límites hasta que en 1928. en Buenos Aíres, Bolivia presentó su demanda sobre el Chaco”. Un sereno examen del litigio impone, no sólo consultar documentos de la Cancillería paraguaya, sino acudir a los de la Cancillería de Bolivia. Destacando el valor de estos últi mos demostraremos lo erróneo de la argumentación. Los actos y tratados en que ha Los tratados se refieren, in sido parte Bolivia, no implican dudablemente, a los suscri el reconocimiento de una tos por Bolivia y Paraguay ‘‘cuestión de límites” . y que son: el Quijarro-De- coud de 1879, el Tamayo- Aceval de 1 888 y el Ichá: -Benífez de 1894. Ahora bien: estos Tratados — cuy aprobación constitucional fué sistemáticamente rehuída por el Paraguay — se ins piraron en el deseo de llegar a una solución ra dical que abriera una era de mútuas relaciones económicas y comerciales; de ahí que los negociadores declararon, ex presamente, que prescindían del examen jurídico de los títu los de dominio y que adoptaban, más bien, un procedimiento amigable. Vale decir: Bolívía prefería el camino del aveni miento, no porque careciese de títulos sobre el territorio dis putado, sino porque, desde la iniciación del diferendo, bus caba definiciones radicales. El sólo hecho de dejar constancia expresa, en el preámbulo del Tratado Quíjarro-Decoud, de que quería llegar a un acuerdo equitativo, sin discusión de títulos, en aras de la confraternidad de ambos pueblos, de muestra que Bolivia podía alegar jurídicamente la propiedad del territorio. Este gesto cordial — tan cordial que le sig nificaba el sacrificio de sus títulos de soberanía — se estrelló contra la obstinada evasiva del Paraguay a formalizar los compromisos contraídos. Bolivia ha reclamado siempre Burlados, por este procedi- como suya, la totalidad del miento, los Tratados Quí- Chaco. jarro-Decoud y Tamayo- Aceval y evidenciada la imposibilidad de llevar al Paraguay al terreno de un arreglo amistoso, Bolivia, por medio de su re presentante diplomático, Don Claudio Pinilla, hizo, en la capital paraguaya la declaración de 6 de Enero de 1890 que dice: "l." Que la República de Bolivia mantiene la integri dad de sus derechos sobre toda la zona territorial de la margen derecha del Rio Paraguay, compren- c e dida entre Bahía Negra y la desembocadura del Pil- comayo, frente a Latnbaré. 2.q Que desconoce todos los actos jurisdiccionales adop* tados por el Gobierno del Paraguay respecto de los territorios del Chaco, así como todas las acciones emergentes de ellos, acentuando los efectos de esta notificación contra las adquisiciones particulares o colectivas que se hubieren hecho o hicieren sobre los indicados territorios”. He aquí la notificación oficial y pública de los derechos de Bolivia. ¿No es ella suficiente para demostrar que Boli- via reclamó siempre todo el Chaco como suyo? Exhibimos otra prueba: el Memorándum del ex-Presidente de Bolivia Don Mariano Baptista, de 5 de Octubre de 1891, dirigido a la Cancillería paraguaya: formidable alegato jurídico-his- tórico que, por su irrebatible argumentación, no pudo ser contradicho victoriosamente por la otra parte. He aquí como planteaba la esencia del litigio: ‘‘ .En el pleito de linderos interamericanos, sabido es que el U T I PO SSID ETIS del año 10 es la regla, a la vez que el paladium de la justicia. Deliberaciones de cuerpos legislativos, declaraciones de Gobiernos, fac turas diplomáticos. Tratados, Prolegómenos de dere* cho público, han sentado este principio de Méjico a Chile; por manera que, las Repúblicas de nuestro Con* tinente, resuelven con seguridad sus cuestiones de fron tera. teniendo a la vista las Leyes de Indias y el Ce- dulario Real. Por aditamento, úsase invocar el testimonio de los demarcadores y cosmógrafos españoles, de los virreyes y de los historiadores contemporáneos, así como los — 7 mapas de autorizada e inmediata formación, base de posteriores compilaciones. Por digresión suele hablarse de fundaciones levan tadas contra la ley. de posesiones más o menos preca rias y hasta de meras expediciones llevadas a los desier= tos. Pues, en la litis con el Paraguay, estos capítulos del derecho boliviano a todo el Chaco boreal, aparecen ri= gurosamente”. Remontando la investigación, se encuentra que en el año 1842, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, don Manuel de la Cruz Méndez, envió al Gobierno paraguayo la nota de 21 de Septiembre, iniciando negociaciones para llegar a un acuerdo sobre '‘comercio y navegación”. Es obvio que si Bolivia no se hubiese considerado nación ribereña del río Paraguay no habría propuesto jamás semejante acuerdo. Con la esquemática demostración anterior queda pro bado: a) que Bolivia en documentos oficiales afirmó siempre que el diferendo era territorial; b) que no fue solo en 1928 en Buenos Aíres cuando ella demandó la totalidad del Chaco. Por tanto, se repone el verdadero punto de partida en el pleito en los siguientes términos: Bolivia alegó en todo tiem po derechos sobre todo el Chaco hasta la confluencia de los Ríos Pilcomayo y Paraguay y, en ningún momento, los re conoció al Paraguay sobre el mismo territorio. 8 Bolivia no reconoció, ni expre ¿Hay algún reconoci sa ni tácitamente, los derechos miento expreso o tácito de del Paraguay sobre el Chaco. parte de Bolivia de los de rechos del Paraguay? Es la cuestión que como previa, plantea “El Impar- cial” ; y luego añade: “Fácil sería ver los fun- ¿amentos de esto. Ese reconocimiento fallaría la cuestión.” En efecto, nada es más sencillo que glosar los documen tos que hacen referencia a este punto y, con ello, se entra al estudio del laudo Hayes, de sus antecedentes y consecuencias, argumentos que invoca el Paraguay como definitivos y que “El Imparcial’’ subraya repetidas veces. Dada la importancia de este aspecto, haremos de él un análisis tan ámplio como lo permita la índole de este folleto y, para ello comenzamos por establecer: a) que los Aliados Brasil, Argentina y Uruguay, sal varon los derechos de Bolivia. b) que el mismo Paraguay los reconoció plenamente. c) que el laudo Hayes no vulneró los derechos boli vianos. Argentina, Brasil y Uruguay Si estos tres extremos se salvan los derechos de Bolivia.