Pórfidos / Antonio Poveda Ferrer. Poveda Ferrer, Antonio. Habana : El Score, 1906. https://hdl.handle.net/2027/hvd.32044090906769

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HARVARD COLLEGE LIBRARY

CUBAN COLLECTION

BOUGHT FROM THE FUND

FOR A PROFESSORSHIP OF LATIN AMERICAN HISTORY AND ECONOMICS

FROM THE LIBRARY OF JOSÉ AUGUSTO ESCOTO OF MATANZAS, CUBA

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ni esposa ataua 1utisima, y á muestros

buenos é inteligentes hijos Paquita, Lydia y José Manuel, mi primogé anito, el adolescente que figura ya como escritor distinguido.

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Haba raza 17 de Enero de 1906

HL LEGITOR

Nos pocos amigos que cosa extraña! no han olvidado que hasta hace muy pocos años me ha dado el naipe por pulsar la lira—y bien sabe Dios que no he sido más afortunado recorriendo otros caminos—me sugirieron la idea de reu mir en el pequeño volumen que te ofrezco los más aceptables entre los muchos versos que he compuesto en mi vida. Quizás no sean tan malos como siempre he supuesto—me dije á mi mismo—y, sin más ca vilación, me puse á coleccionarlos; pues unos andaban dispersos por las columnas de varios periódicos, y otros, que no se hallaban en nin guna parte, fué casi necesario construirlos de nuevo, porque, salvo el pensamiento funda mental, no parecía que los hubiese estivado en la memoria. Además, después de reunidos y selecciona dos, los mejorcitos, con excepción de unos pocos—así entre los publicados como entre los inéditos—no me parecían ya tan relativamen te perfectos como me lo habían parecido cuan do los arranqué á mi lira, ni, por lo consiguien te, dignos de que viesen la luz, una primera ó una segunda vez, reunidos en este volumen, si algo habían de tener de gemas de arte que los hiciese acreedores al favor de los inteligentes y los cultos. Por lo que procedí inmediatamen te, con la devoción de un lapidario entusias ta, aunque muy mediocre, á retocar, perfec cionar y pulimentar cuanto me fuese posible sus contornos y facetas. Después de hecho ese trabajo, he creído que debía dar un nombre al volumen, y le he pues to el de PóRFIDos: nn nombre como otro cualquiera, que no debe parecer jactancioso. Yo sólo pretendo significar que mis compo siciones son como pequeños bloques de pórfi do, escasamente desbastados, de que cual quier artista de talento habría podido hacer deliciosas esculturas; y de que yo, sin ese en vidiable atributo, no he acertado á construir sino obras de muy relativo mérito, por mu cho que me he esforzado, y aunque el mate rial escogido pareciese superior. Bien sé yo que estos pobres versos míos no me darían derecho á figurar en una antolo gía de poetas cubanos y al lado de bardos tan inspirados y fecundos como Pichardo,

8 Byrne, los Urbach, Borrero, Varona y tantos Otros que honran nuestro Parnaso; pero mis PóRFIDos quizás sirvan siquiera para decorar transitoriamente las más modestas avenidas del jardín de las letras patrias. Así pienso al menos desde que esos excelentes amigos me han sugerido la idea de coleccionarlos; y á ellos, en todo caso, debes dirigirte, si descubres que me he vuelto vanidoso. Léelos de todos modos, que solamente con que te parezcan un apreciable esfuerzo poéti co y les señales un modesto rincón en tu biblio teca, me habrás discernido una satisfactoria recompensa. EL AUTOR.

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PECQUERRNRS

NTFRODUCCION

una lira que formé yo mismo eseo Del tronco de un arbusto º. Que en solitario valle levantaba La hermosa copa con agreste orgullo.

Áureas cuerdas ceñile, y á su acorde, Cada vez que las pulso, Recojo en mi cerebro fatigado - De mis viejas memorias todo el mundo. Aº A su acorde he compuesto unas endechas Que no conoce el vulgo; Que yo le arrebaté para mí solo; Que yo modulo y que yo solo escucho.

Endechas con que humillo mis flaquezas O levanto mi orgullo, Cánticos con que ofrendo mi ventura O sonriendo á mi dolor sucumbo.

13 Páginas, ay! del drama de mi vida, De ese caos confuso De esperanzas y negras decepciones; De risueñas auroras y crepúsculos.

Yo quiero recitarte, amada mía, Con queda voz algunos De los que suelen recordar á mi alma El bien avaro, el pródigo infortunio.

En las tinieblas de mi amor pasado Me envolveré un minuto, Para ahuyentarlas, cuando basten brumas, Con los albores de mi amor y el tuyo.

Deja que viertan tristes un instante Las tintas de su luto Sobre esta dulec y plácida velada...... ¡Qué importa! Luego reiremos juntos.

1 4 RACIAs, alondra lijera, Gracias, águila caudal, GQue váis con potente vuelo Sureando la inmensidad! Vaya un himno por vosotras; Ya sé lo que me enseñáis: A buscar, para ser libre, La ignorada soledad.

¡Ay, amigas, Nuestra suerte no es igual Yo llevo en mi mismo un huésped Que nunca puedo esquivar; Que evoca mis recuerdos Con despiadado afán, Y parece que goza Mirándome penar

¡Ay, amigas, Nuestra suerte no es igual Pues yo no puedo estar solo, En todas partes está. Es viejo y sin ilusiones; Oid: se llama el pesar! II

s hermosa-me dijo la madre; Muy esbelta, muy bella y muy blanca, Yo pensé:—Dios me libre, señora, De amar una estátua!

III

Q) s tan hermosa, que si el joven Páris y Minerva, S) G) La viera frente á Venus Paz!—les diría—someteos, diosas: Esta entre todas ciña la diadema.

Y es bella coumo un sol; mas, ésto he oido De labios de filósofos y estetas: Para tener el alma como el rostro, Sin duda alguna es demasiado bella. IV

ON mármol de mi amor, y con el pórfiro De mejor calidad de mi cariño, Quise un suntuoso alcázar á mi dicha Erigir, sonrojando á mi destino.

En vano el arquitecto, hábil y fuerte, De paciencia y saber hizo prodigios! Base tan movediza su inconstancia! ¡No se elevó gran cosa el edificio V

/Ro he oido en la lóbrega noche y. ecos sonoros, perdidos, de un arpa; Y sus notas, extrañas y ardientes, Cual lenguas de fuego lamían mi alma.

¡Ay, quizás—he pensado al oirlas La trémula mano que así las arranca Va enlazando, entre notas y notas, Pedazos del pecho, girones del alma!

18 VI

que el amor propio lejos pºQ) Me llevó De la dama que quise, Para mi pecho No hay ya más estaciones Que el frío invierno.

Desde entonces mis lirios, Mis asfodelos, Los mejores capullos De mis ensueños Troncha airado el pedrisco O arrasa el cierzo.

Y densos, grises nimbus Cubren mi cielo, En que el sol de mi dicha, Como astro enfermo, Gira doliente, mústio, Sin luz y gélido. Desde entonces qué noche Llevo aquí dentro ¡Cómo agrandan mis dudas Sus ventisqueros Cuánta nieve en las cimas Del pensamiento!

VII

UIEREs que brote el verso coino brota QDe abrupta peña cristalina el agua? Junta en noble consorcio ritmo y número, Palabras con palabras. Quieres hacer poesía? Pues no importa Que el verso verso salga: Vierte un poco de hiel en lo que dices, Y endulza para tí lo que te callas. VIII

en un verso el alma toda poner un océano de so Y llanto En la rima armoniosa, dulce y breve ¿Que modulan los labios, Es arte que no aprenden fácilmente Los que no toman de maestros bardos Del dolor en los negros paraninfos De doctores graduados,

Yo sé un poema de pasión inmensa En un verso encerrar fugaz y rápido; Y hacer que cruja con mi duelo el dístico: Becquer me lo ha euseñado. IX

Q. nieblas enlutan el diáfano cielo La amarga sospecha la mente al cruzar ¡Qué noches tan crueles de insomnio y desvelo! ¡Qué frío en el alma, qué soplos de hielo Que el pecho taladran cual fino puñal

¡Qué fiar á una frase de inmensa amargura La sóbria venganza que dicta el amor Qué inútil promesa de calma y cordura, Que á un tiempo desmienten la honda tristura, La ira que estalla en sangrienta explosión!

Y luego, en acecho tenaz y constante, Rastreando en la sombra al ignoto rival, Qué oír en el aire cernerse vibrante La voz de la honra, que os dice: “adelante Si es lógico el crimen qué importa uno más!”

22 X

lo supe, sombrío, Nervioso, agitado y mudo, Sentí del espacio alzarme ¿A los ámbitos obscuros.

Alas negras me nacieron Sobre mis hombros enjutos, Y encima de mi cabeza Oí restallar los mundos.

Luego desperté, vestía El horizonte de luto; Yo no era yo: yo era un muerto Que mendigaba un sepulcro.

23 XI

A de los labios rojos y encendidos, Del talle esbelto y rostro virginal; º La del seno turgente y voluptuoso,- Cómo pudo olvidar?

La musa de los rizos como el ébano; De mi amor la dulcísima vestal Que mantuvo inextinto el fuego sacro; Cómo pudo olvidar?

La mujer, la ardorosa poetisa De alma de fuego y pecho de cristal; La amartelada tortolilla, cómo, Cómo pudo olvidar?

Y así, no obstante, lo juraba:—“Estrella Que en torno de tu lumbre tutelar Vá trazando su órbita—decía me— Eso soy yo.”—Mendaz! Renunciar á mi afecto presumía Que era el caos, la horrenda obscuridad Me juró amor eterno...... y ella,- ela! Cómo pudo olvidar?

25 XII

- ORA DAs mentirillas, iéSabrosa languidez, Deliciosos ensueños de ventura, Ansias locas de amor y de placer.

Promesas y suspiros De una amada mujer; Hasta el borde colmada la áurea copa; Besos que encienden la insaciable sed.

En el fondo del alma soñadora Forjaos un Edén; Tomad ese tesoro incomparable Y colocadlo en él.

Y despertad ahora, Pensad que un sueño fué La adorada visión en que vuestra alma Se acostumbró á creer......

26 ¡Necia credulidad del alma mía! Cara ha pagado su inocente fé Corazón que adormía la confianza, ¡Qué despertar en medio de un Edén

27 XIII

IEMPRE el mismo cantar y el arpa misma! Siempre la misma voz! y lóbrego el cantar, doliente el arpa; La voz tan ajustada al diapasón!

Ya otra vez al nocturno que modulan He despertado yo: Era noche en mi alma y yo gemía En “la embriaguez horrible del dolor.”

Todas las noches con el mismo acento, Al pié de mi balcón, Un bardo misterioso adolorido Al aire eleva la melíflua voz.

Y entona una canción que yo he compuesto Del arpa suya al son...... Dulce, dulce es oir en arpa agena De nuestra queja el eco arrullador

28 XIV

que la había muerto, y que espantado De mi crímen atroz, trémulo ante ella, # ¿Cómo—me pregunté—la has inmolado En tu ciego furor, siendo tan bella?

Y soñé que, aún blandiendo la homicida Daga, contrito la besé en la frente; Y, para expiar mi crimen prontamente, Junto á sus restos me arranqué la vida.

Y el ensueño al cesar, hallé despierto, Que Venus no la vence en hermosura, Y que, sin darle muerte, yo no he muerto!.. ¡Sin ella y no morir... Suerte más dura

29 XV

agitado wals en los salones ?Al expirar el último compás, De mis amargas cuitas la traidora Fría escuchó la narración cabal.

“Habló el orgullo,” y con la faz altiva, Desdeñosa riendo más y más, Del amor sin medida que le tuve Hizo público escarnio .

Y luego quedó sola en el estrado, Habló y se nubló su faz; Un gran dolor rindióla breve instante; Mas, no quiso llorar.

30 XVI

no os diré que el corazón del hombre y A un tiempo mismo adora y aborrece En tanto no se esfuma en el olvido La imágen de la ingrata que lo hiere.

¿Puede del Etna la abrasada cumbre Con míveos copos festonear la nieve? ¿Pueden juntos estar nectar y acíbar, Que el acíbar al nectar no envenene?

Ó sombra, ó luz. Pero en el pecho mío Lo que dejó la pérfida, la aleve, De la pasión con que la amé constante, Odio debiera ser...... y es sólo fiebre

31 XVII

oRQUE besó mis labios, la tristeza Con sus negros crespones Que la apresó viste mi alma; con lazos tan seguros Que nivergüenza ni odio los desatan.

Y tras ella mi espíritu prosigue Su dolorosa y anhelante De marcha monarca vencido, tras el carro Del duro vencedor que lo maltrata. Porque besó mis labios no la olvido, Y más la quiero hasta en la hora amarga Que ciego y sin piedad le diera muerte Para tomar de mi dolor venganza.

Pero en sus labios la besé, y Para no tiene mí ni un suspiro ni una lágrima; Ni compasión por el dolor que ruge Con iras de volcán en mis entrañas!

32 ¡Cómo la ingrata lo ha olvidado todo: Sus amantes promesas y mis dádivas; Y el beso que caldeó sólo sus labios Y fría, indiferente dejó su alma!

Tiene durezas de granito y mármol Y felina crueldad de tigre hircana Una mujer de corazón de hielo Que besa y acaricia, olvida y mata.

33 XVIII

N el ánfora el néctar agotado, & Marchitas ya las flores del festín; Y en mi pecho tu acero envenenado; Y la culpa en tu seno de marfil.

Pero la hirviente sangre por la herida No brotará, ni bañará tu faz: Que me queda la vida de una vida Que no ha herido en mi pecho tu puñal.

34 XIX

- que camine hácia su tumba; Deja que cumpla destino, Q) su fatal 9.Y que muera este amor, y que perezca Como perecen los ensueños míos.

Tú también amarás, y habrá quien pague Tu ardorosa pasión con el olvido, Algún día amarás, y ay, si conquistas La palma del martirio

Hoy yo, mañana tú; sobre nosotros El cielo eternamente suspendido E inflexible la espada que despeña Los ángeles caidos. XX

A Dosos pensamientos, Dicción castiza, fácil la palabra; El singular ingenio puesto á prueba; La voz vibrante, sonorosa, mágica.

Tonta!... No pruebes disfrazar el hecho Con engañosa máscara; - Que aunque acrezcan tu inútil elocuencia La artística apostura y la sal ática, No han de vencerme ya ni el sumo ingenio, Ni el raro aplomo y la admirable gracia. Después de lo pasado—desengáñate— La fé lo es todo, y hasta el todo es nada.

36 XX

)e la bana lisonja (67. Conozco los estragos Por los destrozos que causó en tu alma La aduladora lengua de los malos.

Que el pérfido sofisma Y el insidioso aplauso Tu vanidad por sendas peligrosas Llevaron con astucia y con engaño.

Cómo diste en las redes Del pescador avaro Que su presa entre fáciles virtudes Disputa al mar revuelto del escándaio

37 XXII

¿GoTADO el tesoro de palabras º pródigo lenguaje y eJuR5IDel - = - Y torturando en vano mi cerebro Para encontrar la frase Con que arrancar á la enemiga mía La confesión de su culpable ultraje; Cuando cedía á su invencible aplomo Mi rencor vacilante, v. Por el surco gentil de sus megillas Furtiva deslizarse Ví una lágrima ardiente que me dijo Todo lo que ella se empeñó en negarme. Ves?—le dije—tú lloras. Tus labios mienten... pero Dios es grande.

38 XXIII

duelos, ni tristezas, sº.N Ni alegrías, ni gozos Me traen los sucesos Que se eslabonan de mi ser en torno.

Soy de viejas borrascas Un mísero despojo Que nuevas tempestades Hallan inerte, indiferente á todo

Trunco mástil de un barco Sumégido entre escollos, A quien el oleaje No arranca ni suspiros ni sollozos.

Que para hurtar mis últimas Ilusiones de oro Fué preciso dejarme Deshecha el alma, el corazón tan roto.

39 Vencido de la suerte, Qué importa ya que todo

... Sobreviva á mi dicha,

O al polvo vuelva porque ha sido polvo! -

Una vez más la han visto Sinéxtasis mis ojos; Y, aunque llamó á mi pecho, Permaneció mi corazón tan sordo!

G = Dora—=O

40 SONETOS

LA REVOLUCION FRANCESA

el gran París, la Francia opresa Con bastillas y glebas legendarias; Después, con sus mesnadas mercenarias, La régia magestad vencida y presa.

Siguen la Convención, “La Marsellesa”, Los héroes, las Secciones sanguinarias; Y el ca irá de las turbas carcelarias Ahitas de verter sangre francesa.

Y el Terror, el horrendo paroxismo; El sans culottes que ríe y asesina, La maldad en disfráz de patriotismo;

Y vencedora, entre desastre y ruina, Francia, que opone á Europa su heroismo; Y á la imbécil reacción la guillotina.

43 SIEMPRE (UAL

el insensato paganismo Jeº Dioses creaba con brutal exceso. ¿Hoy se fabrican ídolos de yeso; El pueblo los adora y dá lo mismo.

Hoy, como ayer, reácio el fanatismo Ante la clara antorcha del progreso, Involucra en estúpido proceso Cristo y Belial, verdad y fetichismo. -

Ayer podía, oculto en el santuario, El sacerdote de Minerva ó Ceres Inmprovisar inmundas saturnales.

Hoy, no falta ministro atrabiliario Que divinice impúdicos placeres Y ofrende á Dios con sucias bacanales.

44 EL PUEBL0

el cautivo de la Erván remota, 9 en 4 De la ignominia en la forzada senda; * Besar el pié del fúcar que lo venda; Ser pária en Roma y en Esparta ilota.

Puede sus pasos guiar falso patriota Del campo amigo á la enemiga tienda, Y al cebo infame de la Odiosa Ofrenda Vender su patria al monstruo que la azota.

Puede traidores abortar la guerra Que osen brindar á déspotas insanos Uncida, esclava su nativa tierra;

Que al fin, de soberano á soberanos, Cuando viril se yergue, el pueblo aterra Y confunde á traidores y tiranos. EL MALVAD0

(NUERÉIs oir su lamentable historia? Six Tratante en carne humana fué primero; * Luego tahur y jugador fullero, Su vida, pues, no comenzó con gloria.

Burlando una sentencia infamatoria, Gastóse entre loretas su dinero; Mas, vino el hambre, y comenzó el ratero; Mató, después, por afición notoria.

Murió de una estocada en noche obscura, A traición, en medrosa callejuela, En el teatro de su vida impura.

Matólo otro bergante de su escuela, Que, al huir de su trágica aventura, Enfrió de un balazo un centinela.

46 AL AM (() ESCEPTIC()

íETE, Luis, todo, mismo, : de aun de ti Y esquivarás traidoras decepciones. Desdeña ensueños vanos é ilusiones Hijos de un necio y cándido optimismo.

Pues ¿qué son para el hombre en este abismo De dolor y de míseras pasiones? Himnos de duelo en forma de canciones Con que arrulla su mal desde el bautismo.

Dudas? Pues niega... Que tendrás presumo Á raya el llanto, franca la alegría. Mas ¿qué placer no se disuelve en humo?

Creer, dudar!... La propia tontería fé, Con fé ó sin en la vida no hay bien sumo, y Y es igual la aflixión la agonía.

47 EL GINETE

adonde en tu fatal carrera Me llevas, que pareces desbocado # Hipógrifo velóz, corcel alado, Aun más que hirsuto--monstruo, ave ligera? Cese tu afán salvático, modera Tu ciego ardor, que con haber volado Harto ya en mi terror dejas vengado Tu vil linage de mi raza fiera.

Así al viváz bridón que se desboca Y vuela, en su indomable paroxismo Rozando el suelo apenas, si lo toca,

Dijo el ginete; y al instante mismo -y corcel, de en roca, CaballeroD - - roca - Rodaron hasta el fondo del abismo.

48 EL GUAP ()

ON aires de matón, semblante fiero, En ángulo elevado el diestro codo, El baladrón decía de este modo: —“Casi el asombro soy del mundo entero.”

“Mi fama de , como espero, Pronto, pardiez ha de llenarlo todo; Y cuánto guapo revolqué en el lodo Pondrá en lhonrarme singular esmero.”

“Pues con los puños que el señor mg ha clado, Con mi valor, con la pericia mía, ¿Qué laurel no ha de estarme reservado?"

Así exclamaba, y al siguiente dia, En riña con un mozo bien formado, Al primer mogicón cómo corría

49 MESALINAS

S) cc ptas a ftzc.

E Tula y de René, dos proxenetas Sin pizca de aprensión y liberales Cuanto es posible á dos horizontales Más ávidas de goces que discretas, Quise saber la táctica y las tretas Con que evaden las penas y los males; Pues cantan, bailan, rien tan joviales, Al parecer, con dichas tan completas Como si en la abyección que las circunda Jamás su alma turbara el duelo Odioso: Y supe, que atesoran fé profunda Que les reserva el hado bondadoso, Si muerte triste en la covacha inmunda, Perpétuo olvido en eternal reposo.

50 C0N MARIETA

Marieta, ríes? También río! C ¡Nunca un afecto ví mejor curado 2.¡Debe, Venus, puesto mi haber el hado Montes de hielo entre tu amor y el mío!

Y ¿de aquel delicioso desvarío Que fué? De tanto bien profetizado? Bella y ardiente tú, yo enamorado, ¿Porqué mi indiferencia y tu desvío?

Y diera yo mi lira de poeta Y cien más por saber si es verdadero Tu desamor, ó pudorosa treta.

Capricho fué olvidarnos, que aún te quiero, Y el rubor te traiciona. Dí, Marieta, Como solías: “Por ser tuya muero.” EL ENIGMA

VENUs dijo con estilo llano Marte:——¿Por qué capricho ¡oh dulce amiga! Como incauta avecilla dá en la Liga, Distes en maridar torpe marrano?

Cojo, grosero, estúpido, Vulcano, Aún muriendo de amor, á nada obliga; Y, pues ni para guiar tu alba cuadriga Sirve, le amas y eres fiel en vano.

—No es gran enigma—contestó la hermosa Deidad que aman rendidos cielo y tierra— -¿Porqué soy—clamas—la infeliz esposa Del mayor bruto que el Olimpo encierra? Pues...—Y riendo se arrojó la diosa En los brazos del númen de la guerra.

52 S. AllB"C), Ó EL SALTO DE LÉUCADES

S. A. E"O

RISTE, febril, nerviosa y agitada En el desván obscuro penetró; Y al pié de una mesita su mirada. La de un hombre descubrió.

Alzó su blanca testa aquel anciano Y leyó de la joven en la faz Como en abierta página, y su mano Extendió con fatídico ademán.

Tomó Safo esa mano y á sus labios Llevóla y dijo con tremante voz: —Hoy necesito tus consejos sabios Como mujer; como poetisa no.

Para pulsar las cuerdas de mi lira Jamás sino á las musas invoqué: Hoy que sé cómo se ama y se suspira, Al oráculo invoca la mujer.

55 Y á tívengo doliente, acongojada; Sin paz en el enfermo corazón; Nueva Eco al dolor abandonada, Y amando, amando siempre á su Pastor!

Filis, que aguarda ansiosa y lastimera La vuelta de su amado cabe el mar. Pero, Safo quizás en vano espera, Y Faón, su Faón, no volverá!

Y es bello, hermoso como Apolo, tiene La apostura de Marte, y su mirar El pecho anuncia y al amor previene Que arde con la violencia de un volcán.

Y amo á Faón como la Psiquis bella Al dios voltario, al veleidoso Amor, Por eso sigo su adorable huella Cual va el Pactolo del abismo en pos, Por eso, como incauta mariposa Que expira cuando cree besar la luz, Le asedio y agonizo en la ardorosa Llama de mis delirios sin virtud.

¡Cómo Faón con su frialdad me hiere ¡Ay, tan hermoso como ingrato y cruel! Una mujer que no es amada muere, Muere para la dicha y el placer

Trémulo el labio, el corazón convulso, Canto “Al Amado” de mi lira al son; Pero sus cuerdas de oro en vano pulso! Huye á las tristes notas de mi voz!

Le arranco la elegia que enternece, Del corazón que sufre eco más fiel: ¡Y le exaspera el ritmo, y desparece Con torvo ceño y con glacial desdén Y le detengo, y me prosterno, y lloro, ¡Para mí, su poetisa, no hay piedad! ¡Qué vanamente á mi tirano imploro! ...... Y no pido jazmines á la mar!

Si ante él, como ante un ara, adolorida En holocausto inútil me ofrecí,

¡Qué sol alumbra el cielo de mi vida

Que la haga, anciano, digna de vivir

Fórjate un delicioso paraiso;

Colma de goces múltiples tu Edén;

Y piensa que la que amas de improviso y Airada sin piedad te expulsa de él.

¿Sabes lo que es amor? Nunca has probado Esa del alma dulce tempestad?

Pues no podrás medir mi amor sagrado,

Ni lo que sufro yo comprenderás...... Y lo sabrás...... y lo sabrás: lesbiana Soy y amo bendito sea el amor. Amores...... pues, el beso con que Diana Roza los castos labios de Endimión.

Pero ese beso pérfido, tiránico, Pone del corazón en la mitad - El fuego inmenso de un ardor volcánico: Ráfaga empieza, acaba vendabal.

Y no verás que el alma así vencida Renuncie á su tormento y embriaguez: Si es condición un salto por la vida, Da cien, sin vacilar, una mujer......

Pero habla, anciano venerable ¡oh, sabio Todo lo espero de tu augusta voz. Rompa el silencio tu divino labio: ¿Qué haré para obligar á mi Faón? II

ALLó la doliente Safo Y enjugó dos gruesas lágrimas Que inundaron sus mejillas Como torrentes de lava. El Oráculo en silencio Mesó un instante sus barbas; Y luego, hojeando el volumen De un libraco en cuyas páginas La adversa ó próspera suerte Descifraba, según fama, Constelaciones y signos Fué interrogando con calma; Y luego, alzando los ojos Que le brillaban como áscuas, Con grave y cascado acento Pronunció estas palabras:

60 III

¿A historia que has relatado Es bien sensible, señora. * Mucho me conmueve ahora A mí que nunca he llorado. Y aunque tampoco he amado, Paréceme comprender Que has muerto para el placer; Que has despertado al dolor; Que es un infierno el amor Que te consume, mujer.

61 Quizás tu noble existencia En esa pasión naufraga; Y él? alma de roca, paga Tu amor con su indiferencia! Safo.—¿No venceré su inclemencia? Orac.—¡Oh, Safo, todo tu anhelo, Y todo el mortal desvelo Del amor que te devora - Mal, muy mal podrán, señora, Descuajar montes de hielo Mas aunque duro es Faón, Con ingratitud sin nombre, Puede amarte... porque es hombre... Porque tiene un corazón... ¿Sabrá arrostrar tu pasión La muerte? Sabrás luchar Contra las olas del mar, Y de las olas vencer; O á su violencia ceder Y sucumbir y expirar?

62 Es costumbre establecida En Lesbos que los amantes Propicien á Amor dando antes Cima á una empresa atrevida. Desde la altura temida De una roca al iracundo Vórtice del mar profundo Se arrojan... Los que se lanzan, Pocos, muy pocos alcanzan Contar su victoria al mundo.

Pero si alguno venciere Del embate de las ondas; Si sobre espumas y frondas Triunfante reapareciere, Que ese, Safo, que ese espere Ver su pasión satisfecha. No en valde Cupido acecha Un heroismo tan la to: Busca al corazón ingrato Y lo hiere con su flecha. r*

63 Da el salto tú. No te auguro Un desenlace infalible: Vencer, es casi posible: Morir, es casi seguro. Quizás los dioses tu puro Amor protejan. Confiar. Y, si decides luchar, Allí se alza el erizado Y alto Léucades; al lado Ruge el espumante mar.

64 IV

- NA tarde se detuvo S.Alegre, en tropel, compacta, Una enorme muchedumbre De sacerdotisas, damas, Areopagitas y efebos; De discólobos y eupátridas; De pueblo, guerreros, chusma; De ilotas y cortesanas; De ribereños del Jónico, Y gentes, curiosas, vagas, Comospolitas y nómadas De Europa como del Asia, —Con sus mejores prèseas, Al parecer ataviada Para dionisias de Atenas O tesmofórias de Esparta— Sobre aquel peñón altivo Tan famoso en Acarnania Por sus rugidoras sirtes Y sus rompientes airadas: Léucades, el promontorio De las dos leyendas trágicas; Derrota por Aretmisa Y Nicostrates trazada A sus hermanos, los mártires Del amor sin esperanzas. Detúvose ante la cúspide, Cubriendo la estéril falda, Y, sin hacer caso, fijos Los ojos en lo alto, avanza Grave, imponente, una hermosa Mujer, rival de las Gracias, Escultural como Ventus, Magestuosa como Palas Anfora de amor inmenso Bajo la túnica diáfana Que guarda infiel, indiscreta De las profanas miradas El secreto de unas curbas Espléndidas, soberanas, Suaves, mórvidas, sensuales;

66 Y el misterio de una blanca Y sonrosada epidermis, Que con invisible llama Enciende en el pecho el fuego De enloquecedoras ánsias, Avanza, contra el turgente Seno comprimiendo, pálida, La lira que en toda Grecia Le conquista honor y fama: La dulce y fiel compañera De su dolor y sus lágrimas. Avanza, y sube resuelta, Y trepa con firme planta POr el difícil senderO De aquella cuesta escarpada. Detiénese en la meseta; Arrostra el abismo impávida; Descoge en bucles soberbios De sus crenchas las cascadas; Desciñe la lira, pulsa Sus áureas cuerdas y canta,

67 Canta con voz quejumbrosa Estrechamente enlazadas La historia de sus amores Con la historia de sus lágrimas. Cuenta sus amargas cuitas, Y cómo, con fuerza escasa, Porfía y resiste en vano, Y vanamente batalla Con la realidad sombría Y el delirio que la matan. Invoca á los dioses, pone Bajo su égida sagrada La empresa con que pretende Interesarlos, y calla. Luego, contra el duro suelo Rompe su lira adorada, Y salta, y al mar se arroja, Yvelóz se hunde en el agua.

68 Vuélvela el vórtice hirviente A la superficie, y torna A bajar y baja, y baja, Hasta perderse en el fondo Con su amor sin esperanzas En vano la muchedumbre Silenciosa, consternada, Su reaparición espera, Que ya demasiado tarda. Mas, como un hombre llorando “Safo ha perecido!” exclama, Tras un lamento de horror, Lanza un rugido de rabia; Abandona las orillas Del mar y, en confusa marcha, Invade opuestos senderos Y da al Léucades la espalda.

69 V

AóN, entre tanto, del mar á la orilla, la honda vorágine inquieta, Sintió que en su pecho la aguda saeta ¿Clavaba el Amor.

Perdóname—dijo—mujer adorable; Mi Safo sublime, mi amor, mi tesoro! ¡Qué horrible castigo, que muerta te adoro, Cuando es tu verdugo mi desdén culpable ¡Oh, dioses, perdón!

70 POESFS VJRRIRS

MARM0REA

tu tierno afecto para solazarme, Cátulo, rimas, 5. me saca de mis dulces Cuadros nobles, bellos, clásicas escenas Dame de “Quo vadis?” como de “Afrodita”.

De villana prosa no me lo$prodigues, Como si no rompen la vulgar rutina. Llévame do ocurran cosas de Corinto, De la egregia Atenas ó de Alejandría.

Llévame á la urbe que con justo orgullo Muestre sus estátuas criselefantinas, Como las de mármol de Carrara y bronce Que al ingenio deba de un moderno Fidias;

Y hable satisfecha de sus bardos gnómicos, Que el cantar hierático bordan con la cítara De sus graves rápsodas, de sus nobles Píndaros, Y de los Homeros que la inmortalizan.

73 Y á las ricas Tebas y opulentas Delfos De sus monumentos tan envanecidas, Como de sus templos y de sus santuarios La sagrada Aléusis y la augusta Olimpia.

Donde, á los sonoros ecos de sus bronces, Modelando estátuas sin descanso, Egina Alce un reto osado que conteste Atenas Con la voz triunfante de su gran Artista.

¡Ática sublime, que, adorando á Esquilo, Ciñe la diadema al de la egregia lira Que en lid noble triunfa del poeta inmenso Y la maravilla con su vasta “Antígona”.

¡Que subyuga Hypériles, cuando de la hetera Las desnudas formas pone ante su vista, Y hace que de asombro trémulo el Areópago Sin demora absuelva á la gentil sacrílega!

74 Guía adónde el Demos la belleza adore Y homenage y culto tales se le rindan, Que su noble orígen fije en el Empíreo, Por deidad se tenga y en altares viva.

Librameudas, díscolas Espartas Que lo bello ofenden y lo tosco admiran; Que de Apolo el áureo plectro no saludan, Y ante el férreo torax de Hércules se inclinan.

De las muchedumbres sórdidas ó frívolas, Que saciando vicios míseros se enervan; O sus fuerzas gastan en empresas nimias.

Y huyo los groseros ricos Trimalciones, Los magnates fátuos, sin sabiduría; Y el montón de idiotas, sin grandeza alguna, De alma ruín y baja que el ideal no agita.

75 LA VIUDA

N aquella tarde de dolor sin límites Creyó que moría, cuando al cementerio En suntuoso coche y en rico sarcófago De su pobre Arturo bajaron los restos.

A los funerales que mucho asombraron Por el fausto insólito como el costo inmenso, Siguieron más tarde las fúnebres pompas De la misa de almasen el mejor templo.

¡Qué mortal olvida las fiestas solemnes A que fué invitado todo el Universo! (El templo está á cargo de un cogulla avaro Que sueña en hacerse rico como un Creso.)

Dos meses más tarde, y en el mismo sitio En que fué inhumado por muy breve tiempo, Eleva orgulloso, de mármol y pórfido, Su cruz á las nubes un gran mausoleo.

76 ¡Qué menos que éso por su pobre Arturo, Modelo de esposos y de caballeros Cuyo busto en mármol (¿verdad que era hermoso?) Del soberbio frontis corona el testero.

Cuesta una fortuna. Pero así consigue Del hombre adorado que viva el recuerdo. Y aquel bello andrógino de tan blancas alas Que sobre la losa se inclina gimiendo,

Por ella al artista inspirado, es un símbolo De su inconsolable, de su duelo inmenso, Que sobre su base de pórfido y oro Dice que su luto ha de ser eterno.

Viuda fidelísima. Pero el tiempo pasa Y ya es un fastidio que sin más rodeos La interroguen muchos hasta cuando piensa Su existencia toda consagrar á un muerto

77 Y bien que preguntan allá en la necrópolis: ¿Quién es esa dama vestida de negro Que pasa su vida rezando ante bóvedas, Y cuidando flores en el cementerio?

Cursi la han llamado dos amigas fieles Porque ya á sus lágrimas no les pone término; Y asiste á unas bodas que evocan en su alma Los más deliciosos y amables recuerdos.

Y ofrece ir á oirle á un artista eminente, Que anuncia á la próxima noche un concierto; Y estando en su palco con sus dos amigas Mucho le habla un joven de bizarro aspecto.

Desde entonces dicen que todo ha cambiado Dentro de su alma y dentro de su pecho: No va á la necrópolis donde duerme Arturo. Ya ha llorado tanto...! Que perdone el muerto.

78 “CARAM EL0.”

una estrecha calle Po# Con poca prisa, mas, con rumbo opuesto, Aquí me paro, allí pego carrera, Caminaban dos perros. El uno, un perro enorme, De los de andar muy plácido y sereno, De esos que, cuando miran frente á frente, Caninos y molares exhibiendo, Parece que nos dicen con la cola: Soy fuerte, audaz y bravo; y nada temo. Y el otro, un delicado animalito - Algo mayor que un puck, mas, tan pequeño, No obstante, que contaba Como un atroz tormento Que cuando iba siguiendo á su señora Le fuesen otros canes al encuentro.

79 Y lo esperado aconteció: el perrazo De hocicos tropezó con el faldero; Siendo de ver el celo sin medida Con que, sin perder tiempo, Le hizo dar una vuelta á la redonda A fin de examinar no sé qué sello Con el amor al arte y la pericia De un inspector del Timbre del Impuesto.

Y luego que el bulldog, ó lo que fuese, Pareció del examen satisfecho, Como vió se trataba De un individuo de su propio sexo, Y que á su honor cumplía (¿Tienen honor los perros?) Parecer indignado, Enfurecerse y arrugar el ceño, Ahulló de tal manera, Y puso facha tal de lobo hambriento, Que era de encomendarse De San Jorge al mastín, que está en el cielo. Pues con ello al perrillo le decía: Paso franco, mozuelo, Que te clavo los dientes Y del primer mordisco te desuello

80 Y sin duda lo hubiera devorado, Pues el digno gozquejo En vez de poner pies en polvorosa Se mantuvo muy quedo, Y le enseñó los dientes como X un hombre Que estima en más su honor que su pellejo; Aunque por Otra parte parecía Medio muerto de miedo; Si en ese mismo instante no se oyera El enérgico acento De una mujer providencial: su dueña, Que lo sacó de lance tan tremendo Amenazando á aquel con la sombrilla Y gritándole: “Sigue, Caramelo!”

81 El perrazo impasible Miró á los dos y vaciló un momento Entre dar un sustazo á la señora Y castigar la audacia del faldero. Y por ésto se hubiera decidido, Si el listo, archiprudente Caramelo Bajo la misma falda de la dama No se fuera á buscar un parapeto, Muy obediente; pero tan activo!— Antes que su agresor pudiese hacerlo. Con lo cual, el buIIdog desconcertado Su marcha continuó con rumbo opuesto.

82 Historieta que enseña A jóvenes y viejos, Yá sabios moralistas Que malgastan el tiempo En dar muy elocuentes Lecciones y consejos Que maldita la falta Que hacen á los expertos, De que los medio tontos no hacen caso Y rechazan por fútiles los necios: Que esquivar los peligros, —Puesto á salvo el honor, si es hacedero Guardar la piel y ser prudente, es cosa Que saben practicar hasta los perros.

83 EL AMIG0

AGABA sin norte, consuelos ni abrigo. No apague—le dije—su antorcha tu fé. La inútil blasfemia deshecha ¡oh, amigo! Tus quejas me mueven y el cielo es testigo Que encuentras mi pecho propicio á tu bien.

¿No has visto en el zénit la pálida luna Cual muestra ó esconde entre nubes la faz? Tal hace la esquiva y mudable fortuna, Que explende ó se vela con niebla importuna Durante un minuto que es siglo al pesar.

Y ¿el llanto es eterno? Que nunca se agota La copa de acíbar, de absintio y de hiel? Las pérfidas olas que el Bóreas azota, ¿No pueden expiando la indigna derrota, Lamer cortesanas la prora al bajel?

84 ¿No humilla la invicta constancia al destino? Sé fuerte, no temas al fiero Aquilón. La vida es combate; mas oh peregrino ¿No cubre de rosas el largo camino La dulce esperanza, retando al dolor?

Mañana quién sabe si tiempos mejores Rebosen tu pecho de dicha y placer Que aun puedes ufano pisar nuevas flores Que arroje á tu paso de amigos traidores La corte insensata, sin Dios y sin ley.

Que siempre al sobrado de oro y delicias Inciensa la impura lisonja del vil, Que paga en innobles, mas buenas caricias Del rico soberbio las crueles primicias, La burla sangrienta que anima el festín.

85 Me asocio á tu pena: tu duelo no insulto Con dádiva torpe, rastrera y falaz. Tu cuita en el fondo de mi alma sepulto. La pura y sincera amistad es un culto Que viola tan sólo el creyente vulgar.

Tal dije, y ¡oh, gracias—repuso vehemente. —Tu acento reanima mi extinto vigor. Pues tengo un amigo, ya es evidente Que, serena el alma y altiva la frente, Sabré desafiar al airado Aquilón. 4— “Confía y espera!”... Tu voz bienhechora Renueva mis fuerzas y achica mi afán: Mis crueles verdugos, la amante traidora, De falsos amigos la tropa impostora, Qué chasco, los viles, se van á llevar

86 EN LA COSTA

fortuna es la mía! d Junto á la orilla del mar Este árbol de inmensa copa, De aspecto primaveral Capricho de la natura! Pero, en fin, tal sombra da, Que parece que convida Con afecto tutelar, ¡Luego este banco de piedra, En que cualquier ganapán, Mozo de cordel beodo, Baco ó Sileno vulgar, Durmiera la mona, acaso Con delicia sin igual | Item más, esas gaviotas Que no cesan de piar, Ya perdiéndose á lo lejos, Ya retornando hacia acá! Todo bajo unos celages Que cobran forma al azar; O esculpe, mientras arrulla La cuna del huracán, Algún genio poderoso,

87 Arquitecto sideral Que con sillares de nubes Quizás goza en fabricar De mil palacios fantásticos La perspectiva fugaz, Para golpear con el ala Su inmensa mole y formar De cada escombro una ondina, Un tritón, ó un leviatán; Y ver cómo se reflejan Sobre el espejo del mar!... Por vida de...! Pues, yo estimo Suerte loca, colosal Dar con un sitio como este, Sin ser uno un ganapán. Convida tanto al olvido De la angustiosa ciudad, Vicios, crímenes, traiciones, Intrigas dejando atrás...... Muy lejos!... ¡Ola, un bostezo! Bah! no está del todo mal Que, viendo aquello, y lo otro, Y escuchando lo demás, Eche una sabrosa siesta Junto á la orilla del mar......

88 EL CHIFLAD0

place allá en el bosque Ѻ Perderse como el Dante, Y dar á breve olvido Que hay hombres y ciudades. (Es un pobre muchacho Que ha dado en creerse vate, Y tiene en la cabeza Doscientas necedades, Como la de que hay Fléridas De insólito donaire, Y poetas baturros Muy dignos de codearse Con nuestro insigne Heredia, Con Plácido ó Luaces; Como que él mismo es uno De tantos personages Cuya pintura ha visto En antiguos romances.)

89 Es un dialecto único Platica con las aves; Y con amor de Silfo...... (Miren qué disparate: Persigue á cualquier hembra, Que él toma muy galante Por driada de los bosques O sílfide del aire, Que montaráz acosa, En la ficción holgándose, Hasta que llueven palos, O la pedrea es grande.)

Le es grato entre las zarzas Sentir punzar sus carnes, Y en cien y cien girones Su ropa abandonarles, Como tímida oveja Su vellón rico y suave Deja, huyendo, en las zarpas De piadosos chacales.

90 Cuando la sed le viene, Cuando lo aflige el hambre, Por las doradas frutas Mira á los altos árboles, Que trepa ágil, y luego En los redondos cálices Apura el licor férvido De alguna vid errante. Como Noé á sus labios Los lleva hasta embriagarse; Y, como Baco, duerme Sonriendo á las bacantes, Hasta que una pastora, Su Beatriz salvaje, Del bosque y de su sueño Por compasión lo saque.

(Pastora en Alto-Songo Quizá el pillín nos hable De una campesinota De ínfimo pelage,

91 De las de saya de índigo Y mabinga y casabe!)

¡Qué gratitud tan muda La suya, en ese trance Y retorna al villórrio...... (Se escurre por las calles Envuelto en mil arapos Que cubren mal sus carnes. Y, como lo lapidan Pilluelos y bergantes, A solas en su alcoba Concluye avergonzándose De ser él mismo un hijo De esta raza de cafres ¡Ay, tan positivista, O, mejor, “tan salvaje”, Que no cree ni en idilios Ni en mitos de gigantes; Y se burla de todo Con impiedad muy grande.

92 LA CITA

mi oido la amable confidente - Dejó caer la codiciada frase. ¡Qué he de faltar, mujer—dije indignado. Le envié mil besos y esperé la tarde.

Desde la vez postrera que la he visto (Según mi corazón, dos siglos hace,) ¡Qué delirar con sus amantes besos Y el dulce arrullo de su acento suave!

Yá verla tornaré: pero en qué sitio Del vasto templo en la anchurosa nave Entre el suntuoso al ar y el regio coro, Circundada de cirios y de imágenes

Loca! Si habrá creído que un afecto Como el nuestro, aunque puro y aunque grande Sin miedo á cierta clase de testigos Se puede así exhibir en todas partes

93 Puro?... Quizás no tanto; pero inmenso. Con serlo ya es al cielo un homenage. Quien un año después uno del otro Nos puso frente á frente, es el culpable.

Culpable?... Si no hay culpa! De estas cosas Se pierde la cabeza en el análisis. Lo cierto es que me adora y que la adoro; Que la amo y soy feliz, y lo es amándome.

¿No es ella la que baja de ese coche Que junto al átrio acaba de pararse? Su misma palidez, su andar nervioso, Su mismo negro y elegante traje.

Por qué no me le acerco? Es imprudencia. Ni debo saludarla cuando pase. Es ella!... ¡Cómo el Véspero se eclipsa Cómo apaga al lucero de la tarde

94 Y pasa, y en su boca una muy ténue Sonrisa logra apenas dibujarse...... Si yo pudiera por el brazo asirla Y con ella ante el Cristo presentarme!...

Sigue sin detenerse y yo la sigo Con paso breve al centro de la nave. Yo tomo asiento y ella se prosterna A muy poca distancia, junto al ábside.

Y abre su pequeñísimo breviario, Y lee no sé qué cosas celestiales Que le ponen la faz de virgen mústia, Que sueña con querubes y con ángeles.

¡Tan cerca, y ni un momento sus pupilas Tan dulces vuelve á mí para mirarme! ¡Qué inmenso amor á Dios! Cómo enmudece, Cuando habla su espíritu, su carne

95 Por fin de pié se pone; pero en éxtasis Recorre lentamente los altares, El alma en la oración que dice in mente, Su ardiente corazón cual si expirase.

Y acaba. En el escaño en que sentado La contemplo y termino contristándome Se sienta al fin. El templo está desierto, Sin más que dos ancianos mendicantes.

Hija,—exclamo—creí que me olvidabas! Es la casa de Dios—dice al instante. Es casa de Oración, y mucho he orado y tí, él, Por por mí, hasta por lo sabes.

Y, poniendo su mano entre mi mano, Prosigue con acento suplicante.

Ni de cosas profanas ni del mundo Desea que charlemos esa tarde.

96 9. Muy pronto en otro sitio nos veremos. Cuando? tendrá cuidado de avisarme. Ya tiene más confianza en su ventura: Ha rezado y su espíritu se expande.

Y enumera las cosas que ha pedido Al que creó los mundos estelares Y miriadas de seres dió al Océano, Al monte enhiesto y al profundo valle.

Mas, ved á lo que ciega se ha atrevido, Después que rezó mucho ante la imagen De una vírgen que lágrimas derrama Con que expresa dolores seculares:

El alma eleva á Dios, y nuestro afecto Que en su amoroso pecho forma parte Del culto religioso que atesora, Presenta humilde y encarece amante.

97 s De mí le habla y le dice: “Es el que adoro, Y tiempo es ya que nuestra pena acabe, Bendice de una vez, Padre querido, El puro amor que en nuestras almas arde.”

Bendecir nuestro amor? Y no es locura? ¡Oh, mujeres sublimes y adorables Que nos siguen sin miedo al mismo , Sin que crimen ni penas las espanten!

Como su amor lo santifica todo, Ante su juez celeste no se abaten; Y, como tengan nuestro amor qué importa Que el cielo las proscriba ó que se salven

98 A UNA BA LA RINA

de piernas, Aurora. No extraño el creciente agrado Con que el público asombrado ¿Cuando te aplaude rie y llora. Una mujer seductora Que baila y hace piruetas Que envidian las marionetas Con que el sultán se divierte, Es cosa, en fin, que pervierte Hasta á los mismos poetas.

99 Ni niego las maravillas Que haces; mas, noto el cuidado En dejar ver demasiado Las hermosas pantorrillas. Bellas son, y hacen cosquillas A todos, á lo que veo; Mas, del mismo modo creo Que no debe ser muy pura La que expone su hermosura A las flechas del deseo.

100 Al “Tulipán borrascoso” Que has importado de Francia Puedes llamar sin jactancia El mo 11plus de lo gracioso. Con aplauso estrepitoso Lo acogió la multitud. Mas, juro por el Talmud Que la que lo baila acá, Es loca, ó necia, ó está Reñida con la virtud.

101 LA VUELTA DEL S0 LDAD0

UÉ el soldado á pelear Por la patria independencia, Y duró mucho su ausencia Y esperábanle en su hogar.

Noticias suyas pidió Su bella y joven esposa; Y á la consorte amorosa Nadie del esposo habló.

Lloróle un mes y otro mes; Mas, echándole en olvido, Con un primo del marido Casóse un año después.

Tras dos lustros de bregar, Volvió al hogar el soldado: ¡Y el esposo desdichado No cupo ya en el hogar!

102 L0S HOMBRES DEL 68

(Publicada en Santiago de Cuba en el periódico “El Triunfo" de Eduardo Yero, en 1891)

U sangre hispana fué, y heroicos fueron; Su esfuerzo, sin igual; limpia su historia; Que de la patria con honor hicieron El símbolo inmortal de la victoria.

Por ellos la colonia irredimida, Bañar pudo su frente en fugaz lumbre; Que es luz la libertad, aun incumplida, En la noche de odiosa servidumbre.

¿Qué lauros prometióles la pelea? Ni precio vil, ni fútiles honores. Su fama es tal, que asusta á la ralea, A la turba servil de los traidores.

Venciólos el destino; no la espada; Y aún cupo, de su esfuerzo sin victoria, A Cuba, sierva al fin de la jornada, La dicha de ufanarse con su gloria.

103 ¡Ay, el colono que el castigo espanta, En largo vasallaje envilecido, Ni obeliscos, ni estátuas les levanta Que defiendan sus nombres del olvido

Ni otra ara, en que responda halagadora La emulación á cívicos conjuros, Que la calumnia vil con que desdora Sus hechos el desdén de los perjuros.

Y les ladran los míseros lebreles Que azuza aún la ibera intransigencia...! ¡Qué mucho, si aun desdeña sus laureles De los propios libertos la inconsciencia!

¡Y son los que, ahuyentando la jauría, Supieron, con tesón que nada empaña; De tres siglos de oprobio y tiranía Vengar á Cuba, dando lustre á España!

104 HIMN0 PATRIóTICo

(Cantado, el 24 de Febrero de 1896,en Port-au Price (Haití) en una fiesta revolucionaria)

á la salva estruendosa, 9.4Vuestro acento elevad hasta el sol. ¡Viva Cuba redenta y gloriosa, Que allá lejos, al pié de su fosa, Agoniza el león español! Coro: Patriotas, entonad Un himno á vuestra amada libertad Que aterre al ciego y bárbaro opresor. Honor á Antonio y Máximo, brindad Por la arrogante enseña tricolor.

105 Nada importa que en sangre de hermanos Aun abreve el león su sed vil; Si el invicto machete ¡oh, cubanos Por doquiera, en los montes y llanos Su soberbia castiga viril. Coro: etc.

Ni el furor de la horda asesina Que acaudilla ese Weyler chacal; Si á su rabia brutal y sanguina Firme opone, entre escombros y ruina Su corage el patriota inmortal. Coro: Patriotas, entonad Un himno á vuestra amada libertad Que aterre al ciego y bárbaro opresor Honor á Antonio y Máximo, brindad Por la arrogante enseña tricolor.

106 GÁRRULA

OY, hermosa Concepción, A darte conversación. Escucha atenta y verás Que, pues tristecilla estás, Se alivia tu corazón. ¿Te place la discusión? Pues, qué importa á discutir. Tú sostenías ayer, Concepción, que la mujer Es la que sabe sentir, Llegando osada á decir Que es cada hombre un Lucifer.

107 Mas, por lo que pueda ser, Te voy, querida, á probar Con suscinto argumentar Que el hombre es débil también, Que es constante en el amar; Y que, si engaña, es á quien Gusta dejarse engañar. Que condeno, Concepción, Ese femenil afán De colgar siempre al Adán El dolo y la seducción.

Que mucho más justo es, Y, por Cristo, que hay más sal, Más dramático interés En decir con voz leal, Si abandona á Inés Pascual, Se han engañado los tres: Inés, en su amor fatal; Pascual, en su amor á Inés; Y el amor en su ideal.

108 No? Pues un libro leí De innegable autoridad Que explica bien el porqué, Con cada sentencia... así, De la extraña veleidad

Del amor y de la fé.

Y qué gran libro, ay, de mí! Paráfrasis del Talmud Que escribió un sabio mogol, Un sacerdote del sol

En honor de la virtud.

Y juzga la exceltitud Del talento del infiel:

En la página de aquel En que trata del amor, Propone que corra fiel El hombre en pos del honor;

Mas, nunca el honor tras él. “A las bellas adorar

—Añade atento y civil— Justo es; mas, para no errar, Puede un varón, sin pecar, Sin llevar mote de vil,

Ofrecer su amor á mil,

Y con una maridar.”

109 a

A ver, Concepción, á ver, Cita un caso, Concepción, En que haya podido ser Que el más doloso varón Corriese tras el placer Sin dar ciego en la pasión; Y no venga á suceder Que al mismísimo ladrón Se lo robe una mujer. Cuando el gomoso más ruín, O el más bizarro truhán No tuvo el trágico fin De que le hiciese tilín Una biznieta de Adán De aquellas que quince dán Al más hábil paladín

110 Cuenta un bardo que un sultán De la muy noble Stambul Trocaba una vez la cien Odaliscas de su harén Por una niña (gandul!) Pura como un cielo azul, Que vió... no recuerdo si en El asiático Mossul. Y añade el coplero... afgán, Que el despótico sultán, (De seguro adusto y cruel) Abandonó su dosel, Y, sumiso como un cán, Fué, ruta del Turquestán, A ofrecer un pecho fiel A la niña en Indostán,

111 Era la niña una hurí Que, contra la tradición, Soñaba un esposo... así Como lo sueñan aquí Las que tienen religión: Un santo, un casto alfaquí; O la postrera edición De los maridos de allí.

¿Dudas aún, Concepción? ¡Vaya si es débil también Concepción si el mismo Adán Me está dando la razón! Por la estrella de Belén Que es fama que en ocasión Del perjurio de Satán, -“Partamos, mi esposa, ven,— Dijo el bendito varón— No hemos perdido el Edén: Lo llevo en mi corazón, Y en él sí que se está bien!”

112 Mas, lo que refiero aquí NO vale un maravedí Con otra historia que sé De un muchacho baladí Que, para probar su fé A una trigueñita Hebé, Se ahorcó de un alto jiquí. Que cuando pica á un varón La abeja de la pasión, Católico ó mulsumán, Cualquiera va como un cán (No lo dudes, Concepción.) Atado del corazón A do sus deseos ván. Y si la nena es gentil, Pura como un cielo azul, No hay hombrezuelo tan vil º Que no olvide veces mil, Como el sultán de Stambul, Si es rey, el trono senil; Si juez, la silla curul; Y, si músico, el atril.

113 Estamos? Voy á dormir. Ya sé que vas á decir Que merece, Concepción, Ser puesta, esta discusión, En letras de oro de Ophir; Y yo, que, en compensación, Me haga colgar un visir Del pescante de un bastión, Q.

114 LAS BRUJAS

I

ABE que hay brujas, vecino? —Hombre, todo puede ser. —No crea usted que desatiuo Por los efectos del vino: Con mis ojos las ví ayer.

Perdone usted, que fué anoche, Era la hora en que estría La camelia el dulce broche. La luna resplandecía Y adelantaba la noche.

Ya sabe usted donde vivo. Pues... muy juntito á mi casa... Cáspita! pierdo el estribo! Y, mire usted, de hoy no pasa Sin que me mude, ó me archivo.

115 El museo de trebejos Recorriendo acá y allá, Sapos, lagartos, cangrejos; Un asqueroso majá, Dos gatos, ciegos de viejos.

En la trípode enroscada, Allá una negra serpiente; Acá una marmita hirviente Y una lechuza, posada En las puntas de un tridente.

Súbito, un ronco graznido Lanza una vieja: al momento Se ponen en movimiento Todas, acreciendo el ruido Las notas del instrumento.

116 LAS BRUJAS I

CZABE que hay brujas, vecino? - —Hombre, todo puede ser. º—No crea usted que desatino Por los efectos del vino: Con mis ojos las ví ayer.

Perdone usted, que fué anoche, Era la hora en que estría La camelia el dulee broche. La luna resplandecía Y adelantaba la noche.

Ya sabe usted donde vivo. Pues... muy juntito á mi casa... Cáspita pierdo el estribo Y, mire usted, de hoy no pasa Sin que me mude, ó me archivo. J)ecíale, pues, que al lado Del caserón en que moro Oí cantos anoche: un coro. Qué voces. Por de contado Que eran diez asnos y un toro.

Cerrado aquel antro estaba Y apenas su tragaluz Del candil que iluminaba El interior denunciaba La roja y opaca luz.

Lleguéme quedo á la reja, Y, á través de un intersticio, ¿Qué cree Ud. que ví? Una vieja, Por su aspecto la..... corneja, Capaz de turbar el juicio. Otras viejas, no más bellas, La circundaban sombrías. Parcas, gorgonas, harpías; Los ojos como centellas, Mondas las negras encías.

Una empuñaba un rabel (Viejo laud campesino) Y acompañaba con él Un canto... un canto divino Con acento de tonel.

En fin, vecino, lo ví, Repito, con estos ojos; Toda suerte de despojos: Harapos aquí y allí Trastos rotos, muebles cojos. El museo de trebejos Recorriendo acá y allá, Sapos, lagartos, cangrejos; Un asqueroso majá, Dos gatos, ciegos de viejos.

En la trípode enroscada, Allá una negra serpiente; Acá una marmita hirviente Y una lechuza, posada En las puntas de un tridente.

Súbito, un ronco graznido Lanza una vieja: al momento Se ponen en movimiento Todas, acreciendo el ruido Las notas del instrumento. Y entre horribles volteretas Comienza lo indefinible: Cabriolas, saltos, piruetas, Convulsiones, pataletas...... Vecino, un baile imposible.

—Vecino, por Dios, vecino Vió usted eso? Tontería! Perdone usted... no sería...? —Va usted á achacarlo al vino. Válgame Santa María

¿Duda usted, hombre de Dios? Si hasta me aprendí su canto Si miento, voto á briós, Que caiga un rayo, un espanto, Y nos confunda á los dos.

117 —Y ¿conserva usted memoria De la letra de ese hermoso Canto? (Divertida historia! Pues, señor, es muy chistoso: Este da raya al de Coria!)

—Va usted á escuchar aquí...... —Bueno, prestaré atención. —La letra decía así...

—Prosiga usted, hombre, sí;

Escuchemos la canción.

Baila comigo, Maruja, Que yo sé, por Belcebú, Que no encontraré otra bruja Que baile mejor que tú. Cuan bién, Marujilla, Sacudes los piés. Bailar, pichón mío,

Contigo es mi ley.

18 Cuando yo me robe un niño Te lo tengo de ofrendar: Lo que debo á tu cariño Sólo así puedo pagar. Yo he visto á la Urraca, De un árbol al pié, Zamparse un cadáver Con huesos y piel.

Para el señor de los cuernos Debió parecer de flor Ser príncipe en los infiernos Y en el cielo emperador. Del trono del cielo, Por no obedecer, Padre Luzbel quiso Derribar al rey.

1.19 Diz que armaron grande ruido Los dos viejos por allá: Mi padre, el angel caído; Mi abuelo, el viejo Jehovà.. Los ángeles, viendo Tamaño belén, De estrella en estrella Diéronse á correr.

Puebla de espíritus puros Jehová la empírea mansión; Luzbel de trasgos obscuros Llena la infernal región. Mi padre al forjarme Me ha dado á la vez Alma de demonio, Cuerpo de mujer.

120 Jehová crea hermosos seres, Y Luzbel, por se vengar, Seduce hombres y mujeres Y los enseña á pecar. Cuan dulce es la gula Que enciende Luzbel! Por una manzana Dió Eva el Edén.

Y á mí me importa un pepino, Si no se avienen los dos, Ir por el mismo camino Que van las hijas de Dios. Si paga el amante Despertarle sé Con filtro infalible La erótica sed.

121 Para que la favorita e las hijas de Satán De ser maldita á bendita Contar los grados que van! Yo soy el vestiglo Que asusta doquier; El coco terrible Del vulgo soez

En vano al éter brumoso Subo: por doquier la luz En vano busco el reposo: Por todas partes la cruz Pero yo, mi loba, Consuélome bien Bailando contigo, Moviendo los piés.

122 Cuando se acaba la danza Volamos en procesión Cada cual sobre una lanza Que nos sirve de dragón. Y en el bosque obscuro Do suele Luzbel Dar lustre al mostacho Con untos de pez.

Solemos cortar el vuelo, Y la que es mujer acá, De buitre, cuervo ó mochuelo Toma forma por allá. La Hormiga no quiere Tocar el rabel. ¡Qué pronto se acaba La danza, mujer

123 III

—Basta Inaudita manía Si duerme usted todavía Vecino, dé usted por cierto Que deliraba y dormía Como un lirón, como un muerto

Vamos, abandone usté Sueños que le desconsuelan.

Brujas?... Sí, muchas, á fé; Pero las que yo me sé,

Bien que lo son; mas, no vuelan.

--es ºto e- -

INTIDICTE PAGINAS

Al lector...... Becquerianas ...... eeeoeeºeseeseee«eººe La Revolución francesa, soneto ...... eºe Siempre igual...... ee«ºe«e4ºeeºeeº .... 44 El Pueblo ...... , El Malvado ...... Al amigo escéptico.. El ginete... El gua po... eeseseº ee Mesºlinºs...... 50 Con Marieta ...... - ...... 51 El enigma...... Safo ó el Salto de Léucades ...... Marmórea ...... 73 Lº viuda...... 76

Caramelo eeeºeeº«»ºe•«eº « º º•º ee eeseeea .., , , 79 ...... - El amigo......

En la costa ...... º

El chiflado...... La cita ...... A una bailarina ..... e e º e º e e La vuelta del soldado ....

Los hombres del 68...... Himno patriótico ...... Gárrula • e e º e e e º º a e 4 e e º e « e e º e e « e º e e º e e º e e º e e e e º e e e º Las Brujas...... ee ee seseseee

“Pórfidos".C=OAntonio Poveda Ferrer. 5o centavos m. a.

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