Doña Dolores Illa de Fernández de Echenique

P'sta matrona integró una óe las familias “ más representativas de su época. Con am­ plitud de espíritu y alta distinción, mantuvo in­ cólume la respetabilidad de su casa, atrayén­ dose la consideración y el más grande aprecio de todos los que la trataron. Con energia y cul­ tura labró un blasón de honorabilidad que hoy sus descendientes ostentan con legítima orgu­ llo y mantienen en todo su esplendor. Fué una figura interesantísima en los más brillantes saraos celebrados en aquellos le|anos días y 5FIFÍTA la nobleza y bondad de su alma llevaron ge- La Tienda Inglesa icr INICIANDO LA ESTACION Es la más indicada en opinión general, como la primera en su género, por la inmejorable calidad de sus artículos, que reunen, junto con la más alta distinción, la conveniencia máxima de sus precios.

_ Una visita a nuestros salones^ de ventas, CONFECCIONES DE SEÑORAS, HOMBRES, NINAS y ÑIÑOS, comprobarán una vez más el prestigio adquirido por ‘el interés y esfuerzos realizados para reunir, en un con­ junto de trajes, sombreros y abrigos, todo lo más distinguido, lo más original, la última expresión de la Moda, lanzada por los principales creadores de Europa. Tejidos y Sederías

Supera en nuestra grandiosa exposición de sedas, terciopelos y géneros de lana, la calidad óptima y la distinción de un conjunto espléndido en coloridos de última novedad. AMY & HENDERSON JUAN CARLOS GOMEZ, 1314 .

TIENDA INGLESA BARTOLOMÉ MITRE, 1317 AÑO I —NÚM. Íí

MONTEVIDEO, MARZO DE 1918.

Oficinas, CIUDADELA, 1387.

DIRECTOR, JUAN CARLOS GARZON

Busto fiel Doctor losé Redro Ramírez Efecutado por el distinguido escultor uruguayo señor Pablo (Dañé

1JXDO es la primera vez que estas páginas se piedra suavidades tan hermosas, que se diría por WU honran reproduciendo trabajos del. talen- momentos que se anima y cobra calor de vida. ’ toso artista compatriota, señor Pablo Mañé. La amplia frente que se erguía como una ata­ En otra oportunidad tuvimos el placer de ocu­ laya ; el ceño contraído por el esfuerzo del pen­ parnos de tan distinguido escultor y ya en aquella samiento constante, hondo y noble; la barba pa­ fecha expusimos nuestra opinión entusiasta. triarcal dando al rostro como un marco de res­ Ahora se nos brinda una nueva oportunidad de petabilidad, ; todos los detalles, en fin, acusan un hablar de este uruguayo que en París ha honrado estudio soberbio realizado por el señor Mañé, al a su patria, poniendo en contribución todas sus extremo que, como decimos antes, el mármol ad­ actividades de estudioso y toda su amplia aptitud quiere energías de vida y es la venerable cabeza de creador. del doctor Ramírez con toda su majestad patricia la que se contempla con admiración hacia el ar­ El señor Mañé ha regresado de la gran capital tista y con respeto a la memoria del ilustre com ­ de Francia, después de haber permanecido bas­ patriota. tante tiempo en aquellos ambientes donde tanto La labor del señor Mañé tiene toda la ener­ puede observar y estudiar un artista. Trae con­ gía que se constata sólo en los maestros y al sigo algunos trabajos y son ellos sencillamente expresar esta opinión lo hacemos con íntimo admirables. agrado porque se trata de aclamar el triunfo Se trata de tres bustos; tres proceres urugua­ de un uruguayo, triunfo que ha tenido su consa­ yos, uno de tos cuales reproducimos en esta pá­ gración inicial en París y ha de culminar en Mon­ gina. Es un magnífico mármol que lia de perpe­ tevideo. tuar la efigie del doctor José Pedro Ramírez. Nuestros plácemes más efusivos al distinguido Hemos visto el mármol. No solamente ha pues­ escultor y nuestros augurios más absolutos res­ to en él el artista toda la asombrosa verdad de un pecto de sus futuros y cada vez más ruidosos Pablo mané parecido exacto, sino que el cincel ha dado a la triunfos. — SELECTA —

L hábito, común en las épocas pasadas, de adap- la atención, aparte del asunto tratado en ella, es la tar como temas decorativos en el ornato de fineza con que están trazadas las figuras. En este objetos de uso común, la representación de sentido se distingue de la generalidad de las piezas hechos históricos, ha dado lugar a que esos objetos de esta índole, pues en ella no se nota casi esa tengan hoy el doble interés del episodio rememorado cierta dureza que parece inevitable en el repujado y del objeto en sí como expresión artística de una y en el cincelado; especialmente en los retratos de época.. los dos héroes americanos puede advertirse esa par­ Uno de los más estimables ejemplares desde ese ticularidad. doble punto de vista, es el soberbio mate que nues­ Y si como obra de verdadero arte asombra este tros grabados reproducen, perteneciente a la valiosa hermosísimo mate, dada la época en que fué ejecu­ colección de joyas, cuadros y objetos de arte que tado, también tiene que ser mirado con inmenso posee el señor Gregorio F. Rodríguez, en Buenos cariño porque él viene a demostrar cuan hondas eran Aires. la.s convicciones patrióticas en los hombres de aque­ llos tiempos. La hermosa pieza es una verdadera obra maestra Llevar la rememoración de un hecho trascendental de la orfebrería colonial. Su peso es de cuatro ki­ en la historia de la Revolución Americana, al la­ logramos, siendo plata' y oro los únicos materiales brado de un utensilio tan familiar como era entonces en ella empleados. el mate, es dar la más absoluta evidencia de lo in­ Fué hecha en Chile en 1832, perteneciendo al co­ tenso que era en los patriotas el amor a su causa y ronel chileno don José Paciente de la lo inmenso de su afán por la realización Sotta, primer edecán del Presidente de la Patria, esa Patria que ellos soña­ Pinto en 1828. ron a toda 'hora grande y gloriosa.

El Mate de Chaca buco, en conjunto

En el contorno del plato que sirve de base al mate aparecen sucesivamente reproducidos los prin­ cipales movimientos del glorioso ejército, hasta lle­ gar, después de recorrer los desfiladeros y librar los granaderos sus primeras cargas, al caserío de Chacabuco, donde se dió el golpe mortal al enemigo. Sobre una fortaleza almenada y con una torre en cada ángulo un gallardo granadero, sustenta el re­ cipiente del mate, sobre el cual en gran relieve fi­ guran las efigies de San Martín y de O’Higgins, separadas por los escudos chileno y argentino. En el borde principal o boquilla, de gruesa chapa de , oro, se posan dos cóndores, también de ese metal finamente trabajados. La bom­ billa, por último, tiene sobre su centro un tercer cóndor y un huemel, también de oro, atributos ambos del escudo chileno. En el interior del plato contorneando 11 fortaleza hay una leyenda' grabada a buril, que dice: “ Yo soy del corbnel J. Paciente de la Sotta ”. En esta obra lo que mayormente llama

El recipiente del mate Otro aspecto del mate, con la efigie del general San Martín presentando el busto de O ’ Higgins y el escudo argentino, y el escudo chileno finamente cincelado

En los minuciosos y bellos bajorelie- Fué sin duda la travesía de los An­ ves del plato se recuerda el famoso pa­ des realizada por el capitán de la Sotta, saje de los Andes, el golpe de alta estra­ para trasladar de Mendoza a Santiago, tegia militar que ideara el ilustre general los restos de los hermanos Carreras, que don Tomás Guido y llevara a cabo con su le sugirió la idea de rememorar éste glo­ valor y su pericia guerreros el procer de rioso hecho del ejército de San Martín, la Independencia, general San Martín. cuyas jornadas observara con sus pro­ Indiscutiblemente es una pieza famo­ pios ojos y, deseando perpetuarlas, en­ sa que da a la colección del doctor Ro­ comendó a hábiles manos de artífice la dríguez tina nota de subido mérito, no ejecución de tan acabada obra de re­ ya por los metales preciosos, que en gran pujado. abundancia han sido empleados en ella, Sus diferentes fases reproducen di­ sino por la realización artística de los versas escenas del histórico hecho pre­ temas militares tratados en ella y por sentadas con fidelidad y minuciosidad de Base de la pieza histórica, propiedad del señor Gregorio F. Rodríguez, el noble carácter patriótico que tiene y detalles. en que figuran hábilmente repujados distintos episodios del paso de los que inspiró su ejecución. Andes. Una leyenda en el interior dice: “Yo soy del coronel J. Paciente de la Sotta’’ SELECTA — : Los héroes de la : Revolución ñmericana

mente con la retaguardia de aquél, y pasando por entre el Nebtuno y el San José, les largaba tan recias andanadas, que éste varó luego. Su conserva, mientras el Hércules marinaba al San José, forzando vela, intentaba zafarse del con­ flicto, pero cazado incontinenti por el Belfast, tuvo que rendirse sin sustentar su nombre pom­ poso. No lejos de allí, sucedía otro tanto con la Paloma, que gobernando mal, como se ha dicho, fué a amarrarse con la quilla hacia la banda del Céfiro. El alférez de navio Toribio de Pasala- gua, indignado por la cobardía de los que le ro­ dean, pide a gritos no se rindieran sin hacer pre­ viamente toda resistencia compatible con el honor. Entonces, el capitán del piquete de la Albuhera, Mariano Maturana, que estaba a la -bandera, antes de arriaría, ofuscado por el despecho, disparó un pistoletazo sobre la -lancha del Céfiro, que atracaba a tomar posesión del buque: impruden­ cia que hubo de comprometer la vida de los prisioneros. Elizabeth Chitty de Brouun Desde la tarde, truena el cañón y aun la fu­ L Almirante Brown es una de las figuras silería, con pausas alternativas, pero sin descanso, y ruborizado, arrojó el catalejo sin poder repri­ más admirables de la Independencia de porque el combate ha revestido todas sus fu­ mir su indignación! '== ¡ Sud - América. Su gloriosa actuación ha rias. Densa humareda de la que brotan relám­ Cuando viró la capitana de los patriotas para llenado muchos volúmenes. pagos incesantes, extiéndese por la superficie de salir del alcance de la artillería de las fortifica­ En esta página damos hoy una reproducción las aguas; los proyectiles zumban y matan, agu­ ciones, que permanecía muda, lanzando como el de uno de sus auténticos retratos, como asimismo jereando velas o haciéndolas- jirones; .quebran­ sármata sus últimos disparos a la corbeta que otra fotografía de su esposa, 1a señora Elisabeth tando palos, llevándose cuerdas de las naves, buscaba asilo en el fondo del puerto, recién sos­ Chitty de Brown. que desaparecen en espesos remolinos de humo; pechó el populacho estupefacto, que aquella nave Para completar esta interesantísima nota his­ y reanudándose el fuego después de medianoche, ño era el trofeo que iba entrando en pos de la tórica, nada más oportuno que dar la parte final continúa hasta las tres de la mañana del 17, hora Mercurio • • ■ de un.casi desconocido relato del combate naval en que el enemigo, temeroso de percance aná­ A las 9 de la mañana, el Hércules, tomando que frente a Montevideo sostuviera Brown con logo a>l que hiere a su capitana, perdía completa­ puesto frente a Ja plaza, dió fondo, puede de­ la flota realista, mandada por don Miguel Sierra. mente la formación, y prevalido de las sombras, cirse, sobre la boya del enemigo. Acto continuo ...Descubrióse en la significada dirección, una cazó escota, echando mano del arma de las lie­ y con el paño apenas cargado, subía la gente a vela que singlaba forzando paño hacia los bu­ bres: la fuga, en la que buscaba su salud... las vergas, y simultáneamente echóse arriba su ques argentinos, uniéndoseles a despecho de la Al despuntar el alba del 17 de Mayo, risueña lucida empavesada, sobre la que flameaba, al tope, calma, ya pasado el meridiano. Era la sumaca y apacible, se observó que los sucesos de la como una llamarada de gloria, la bandera patriota Itatí, comandante Miguel Ferreri, montando io noche habían decidido la suerte de los comba­ azul - celeste y blanca; maniobra a que siguió piezas y tripulada por 94 hombres. tientes, cuando el sol y lefvictoria sé presentaron un inmenso relámpago que iluminó el horizonte; Esa pequeña embarcación pasó bajo los fue­ a un tiempo en este memorable día. sus bandas aparecieron surcadas por una línea gos del enemigo, atribuyéndose no haber sido La escuadra del rey, en la que faltaban, ade­ de fuego y veintiún disparos’, retumbando en el capturada, a la desmoralización en que iba éste, más de las tres presas enunciadas, el Hiena y la vecino cerro y cuchillas' orientales, anunciaron prosiguiendo su ruta spi detenerse, en vuelta Mercedes, enmarados ambos e ignorándose a qué a los beligerantes y a los neutros, que las Pro­ del S. E-, pues sólo acortaba de vela para aguar­ regiónes su pavor los impele, amaneció a barlo­ vincias Unidas del Sud, habían conquistado al dar de vez en cuando a las naves que se sotaven­ vento y forzando loná para ganar el puerto, fin, Ja supremacía en las aguas! teaban de su convoy. abrigo que Brown cazándola de cerca,. trataba El estampido deil cañón patriota, hizo el efecto A las- 2 de la tarde, el Hércules y Belfast, pi­ de impedirle. de una descarga eléctrica en aquel pueblo api­ caron la retaguardia realista, pero mientras es-? En efecto, el Hércules con sus paños hincha­ ñado, que ofrecía desde a bordo un panorama peraban la incorporación de los demás, que recién dos por el fresco soplo de la alborada, al des­ harto curioso, pues servíanle de fondo las altu­ lo hacían una hora después, amainó el viento y pertar las olas, formaba en su contorno, surcos ras de la ciudad, iluminadas todavía por las tuvieron que hacerse remolcar por sus -botes, como de hirviente espuma que se deshacían en seguida, últimas tintas de la aurora. lo practicaba el contrario. y maniobrando con habilidad, consigue trabar en Viviendo éste con las ilusiones del entusias­ Él poco andar y malas propiedades marineras su azorada carrera al Cisne, balandra de Castro mo, y halagado su amor propio con la seguri­ de la Agradable y del Nancy, a pesar del es­ y goleta María. Capturada ésta, los primeros no dad de un triunfo fácil, su sorpresa tradújose fuerzo de sus dotaciones, ya impotentes para tuvieron más recurso que aterrarse hacia la falda luego en desesperación; y en su furor febril, vencer la inercia que oponían, perjudicaba los del Cerro, detrás del cual embicaron; refugián­ prorrumpía en denuestos los más- hirientes con­ movimientos de los -seis buques restantes, por lo dose sus dotaciones en el castillo de la cumbre, tra sus autoridades, y en especial, la marina. que resolvió Brown dejarlos a la cola, y no obs­ no sin dejar siniestra mecha que los hiciera sal-, Mas, luego se develó en toda la elegancia de tante la escasez de viento, no desamparar la caza, tar por los aires, causando nuevas víctimas. su gálibo, el renombrado Hércules, que con sus avanzando en línea de frente, para estrechar cada Consigna un testigo de aquella noche de estu­ heridas no cicatrizadas aún, permanecía oculto vez más al enemigo, al que se le hacía fuego por e indecible ansiedad, que nadie pegó sus ojos bajo una cúpula de humo, hasta que fué saliendo cuando estaba a tiro, sin que ese cambio de en Montevideo. ¡El sueño había huido de todos de su nube, como aquellas deidades de la fábula proyectiles pasara de ruido y echar municiones los párpados! Sólo los templos permanecieron que intervenían en 'los combates -homéricos. Su al agua, a causa de la distancia. abiertos y llenos de gente qué oraba con los mi­ casco poderoso, columpiándose con majestad so­ Mas, Brpwn, ganoso de que cesara una situa­ nistros del altar; mientras que en la ribera y el bre una mar gruesa y profunda, cuyas ondula­ ción tan mortificante, a media tarde resolvió cam­ recinto, unos, en vano registraban líos horizon­ ciones lamíanle sordamente, parecía desafiar los biar su insignia a la Itatí, que por su buena vela tes, con el anteojo; los más, incliñado el cuerpo escollos y el abordaje. Puentes y sollados lim­ iba de avanzada. Acto continuo, dispuso que de o en pronación, aplican atento oído al mar, y to­ pios y relucientes como el pavimento de un pa­ su artillería sólo jugasen los dos cañones de a mando por cañonazos -hasta el sordo rumor del lacio ; armas y bronces, deslumbrantes por él 18, sobre un bergantín enemigo, al que notándolo viento, creen columbrar en lontananza fantásti­ brillo y pulidez; simétricas troneras por las que retrasado, -se proponía cortar. Desventuradamente, cos despojos del combate.;. Pero es sepulcral asomaban 36 piezas de artillería prontas a vo­ a poco de abierto- el fuego, una bala hirióle de el silencio del salado elemento, y manteniendo mitar la desolación y la muerte, elevados árbo­ refilón en la pierna, fracturándosela. Se hizo, la dudosa congoja en los corazones, hace que les con sus velas ya aferradas, engalanadas por pues, necesario trasbordarlo al Hércules, cuya todos apetezcan los albores dal futuro día con larga y espesa cabellera de cordaje, en la que cubierta rehusó dejar, no obstante la gravedad singular sobresalto! flotaban cubiertos de honor los colores de Mayo, de la herida. Allí mismo le hacía la cura por pri­ En efecto, apenas el sol lustró el horizonte teñidos con el azul celeste de los cielos y la nieve mera intención su cirujano Bernardo Campbell, con sus primeros reflejos, la poblacióp entera de las crestas andinas; tal era el conjunto que asistido por el del Belfast Francisco Ramiro y los pudo contemplar a la corbeta Mercurio, que a presentaba la nave en que lucía altiva la insignia capellanes de la escuadra, doctores Juan Andrés todo paño volvía al puerto con más ventura que de Brown. A no haber arrebatado el lauro ver­ de Tupaj-Amaru y Martín Martínez. gloria. Pero en vez del bajel empavesado que sátil del triunfo, habría caído al abismo con la A las 5 p. m. habíase suspendido el cañoneo y se aguardaba, sus velas iban cubiertas de cres­ bandera desplegada, legando a su patria días de las escuadras se hallaban al Sud del Cerro, en­ pón como las naves de Teseo! llanto y de luto, pero no de afrenta o de ver­ calmado^ los barcos y lejanos unos de otros, a Era tal el pánico que la embargaba, que ni es­ güenza ! punto de no distinguirse las señales de la capi­ tando ya bajo los fuegos de la plaza, se atrevió Este saludo del cañón, celebrando la victoria, tana que permanecían caídas en las drizas, hasta a dar el costado al Hércules, que tan veloz como devuelto en el acto por las baterías del ejército que dos horas después, refrescando del E. S. E. se e’Ja, la perseguía de cerca, disfrazado' con el sitiador, fué repetido en toda la escuadra igual­ proseguía la caza sobre él enemigo, que tomó la pabellón que matiza de amaranto y gualda. mente engalanada, y hasta por las míseras pre­ vuelta del N. sufriendo disparos intermitentes. Cuéntase que el honrado general Vigodet, quien sas que con la enseña argentina sobrepuesta a la Serían las 10 de la noche, cuando el Hércules, desde las azoteas del Fuerte, presenciara con española, festejaban también su propia derrota... que iba en la vanguardia, se entreveró resuelta- otros personajes aquel acto humillante, taciturno ¡ Traición del destino! — SELECTA —

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¿t)on exquisita arrogancia, que es suprema >• distinción, y con un caudal de refinada cul­ tura, descolló la señora Hamilton de Fialho en las distintas jornadas diplomáticas en que tocóle actuar brillantemente junto a su espo­ so el doctor Alberto Fialho. Nuestra sociedad recuerda con verdadera simpatía a tan dis­ tinguida dama, cuya gentileza í'ué elevada expresión de la modalidad de la mujer uru­ guaya a través ' de las sociedades europeas donde , la actuación descollante de su esposo de q^iilliD la llevó y donde triunfó justa y ampliamente. 1 — SELECTA —

Mis sinceras felicitaciones por la reali­ Un hombre zación tan feliz, tan noble y hermosa de su novela. Enrique Crasa.

oooooooooooooooooooooooooooooooo En el folletín que publicó “ El Plata ” dando a conocer la hermosa novela de Boy, oooooooooooooooooooooooooooooooo no se incluyó la última carta. Completamos esta nota reproduciendo esa epístola que El distinguido periodista señor An­ tonio Soto (Boy) ha obtenido un termina de una manera habilísima la cele­ éxito indiscutible con su novela titu­ brada novela. lada < Un hombre perdido ». Honra­ dos con el envío de un ejemplar, gentileza que agradecemos al señor Río Janeiro, Diciembre 20. Soto, creemos de interés dedicarle una nota al que ha sido el acontecimiento literario en estos últimos días. A con­ Querida Yolanda: Hoy te pongo un tele­ tinuación va, en forma de carta, para grama para decirte que no me escribas más seguir el estilo de la .novela, un breve juicio crítico. a Rio Janeiro porque pasado mañana nos embarcamos de regreso para ésa aprove­ Amigo Boy: chando él paso del vapor “ Oriana ”, Cuan­ do recibas esta carta ya estaremos de viaje Tiene usted en el estilo una gran fuerza ¡gracias a Dios! de sugestión. De no ser así, raro hubiera No puedo más. Experimento algo así sido el lector que se rindiera al sutil do­ como si me faltase oxígeno en la atmósfera minio de su novela romántica. Hablo por de esta ciudad. Nunca hubiera imaginado mí. No puedo sufrir los folletines. Esa una desgracia tan triste. Cuando pienso emoción, dada diariamente con cuentagotas, cuanto hice yo por provocarla, no sé qué exaspera todos mis nervios. Pero usted se pensar de mí. Ni de 'él, que es lo peor. apoderó de mi interés, como del interés Porque quisiera tener por qué llorar y tam­ de millares de lectores, y asi éramos legión poco puedo eso. ¡Ni llorar! 1os que aguardábamos la aparición de “ El Lo vi sólo un instante, como una sombra Plata ” ¡Jara seguir afanosamente el des­ que pasa en la noche y que al pasar nos arrollo de una aventura amorosa. hace el efecto de una aparición maléfica. Otro triunfo suyo es el de haber desper­ En su última carta, una carta que recojí tado la atención de las gentes con .una no­ al día siguiente del suceso que te dije y que vela romántica. Cuando la anunció el dia­ me dió la evidencia de la espantosa desgra­ rio con esa designación, dudé de su éxito cia, él me decía que le bastaba con la satis­ ante el público. ¿Romanticismos hoy? No facción de saber que yo sabía lo que no hu­ son evidentemente de: época. Pero también biera querido saber nunca. ¡Ya vez si era salió, usted triunfante sobre esta circuns­ imposible que nos encontrásemosi alguna tancia adversa. vez! Y he aquí, que hemos llegado al fin de Y sin embargo, ahora siento como un va­ la novela, con una multiplicación del in- cío insuperable. teiés y una admiración, también multipli­ Yo lo atribuyo a los nervios y creo que cada, al talento novelador de usted. Se consigue, a despecho de todo, compenetrar pronto me olvidaré de todo. Ya sabes que ha creado usted una dificultad al elegir al lector en el conflicto imaginado, que más desde chica siempre fui demasiado impre­ para su novela la forma epistolar. Para un parece vivido y por ende sufrido I sionable. Papá me contaba que en casa ha­ hábil psicólogo como es usted, la forma Su habilidad de novelista, hace que ese bía un gato negro y que un día tuvo que ofrece ventajas, pues son los espíritus de Jorge tan espiritual y tan retórico, no sálga mandarlo a matar porque yo soñé que es­ los personajes los que constantemente se nunca de una penumbra que diluye su fi­ taba rabioso y seguí soñando despierta. encuentran delante del lector. Los gestos, gura y que si acrece en el alma de Marú el Plasta que llamaron al jardinero y sé llevó las “ decoraciones ”, que la descripción pone anhelo de descubrirlo, también despierta, al minino en una bolsa. Al rato sonó un en las escenas, desaparecen en absoluto. simultáneamente, en el lector una irrefre­ disparo en el fondo del jardín. Quedan las almas, debatiéndose en el marco nable nerviosidad por saber de él, por “ co­ ■Creo que aquel disparo y el de la otra bien reducido del estilo epistolar. Es di­ nocerlo ”, por contemplarlo de cuerpo en­ madrugada son los dos únicos tiros que he fícil realizar de esta suerte una obra. Sin tero. Y esta nerviosidad llega a tal punto oído en mi vida. ¡Qué espanto!' embargo, para usted no lo ha sido y el que se transforma en despecho, cuando el Me decía también en la carta que él era triunfo ha coronado justamente el esfuerzo. misterio se cierra porfiado ante el pro­ un hombre perdido porque la belleza del Son almas las que usted presenta, pero tagonista; y entonces se experimenta el alma sin la arrogancia del cuerpo es cosa tienen ellas tal fuerza de verdad, que- se malsano deseo de que Robert le “ burle de sacrificio. Tendría razón. ¿Pero qué es materializan, por decirlo así, y ante la ima­ la dama-”. Tengo Ja seguridad, mi estimado la arrogancia del cuerpo sin la belleza del ginación del lector, adquieren fisonomía fa­ amigo, que este deseo mío ha sido el deseó alma? Yo te digo que a pesar de lo perver­ miliar esa deliciosamente femenina Marú, de muchos y sobre todo... de muchas! Y tida y estragada que me encuentro, ahora ese atormentado y casuístico Jorge y aun en esto reside, precisamente, a mi modesto pienso con verdadero hastío en nuestros los personajes apenas reflejados en las entender, el defecto único de su novela y amigos más lindos e interesantes. Sobre epístolas: Mauricio, Robert, Yolanda. al propio tiempo su mayor belleza. Defecto todo en Robert. Es horror lo que siento al Esa Marú es en realidad adorable. Ado­ de orden secundario, en razón de que no pensar que pudiera atreverse a presentár- rable porque es intensa, ampliamente, mu­ se “ lamenta ” tanto como el sacrificio lo senle. jer. Mujer de una línea, línea acentuada­ exige, ese final tristemente trágico de Jorge. Pero así no se puede vivir. Como te digo, mente femenina. Diríase que a través de Belleza primaria, dado que Jorge no aban­ yo creo que todo es nervioso y que pronto .sus cartas se la adivina grácil, elegante, en­ dona su anhelo de idealidad, el único que recobraré mi tranquilidad. vuelta en una embriagadora aureola de per­ lo sabe é.l posible, y al que Marú — mujer, ¡ Si Mauricio fuera otro! Pero cada día fumes. Tan realmente adorable la presenta ■mujer y mujer — no se resigna a some­ me entiende menos. Figúrate que ahora, con usted a esa adorable Marú, que uno siente terse. Buscando el símbolo, podríamos afir­ motivo de esto que ha pasado, le ha dado su seducción y también... ¿por qué no mar que con su novela ha querido usted por hacerse el celoso, que era lo único que decido? nos colocamos en actitud de riva­ demostrar una vez más y bellamente, que le faltaba. lidad probable ante Jorge. Leyendo al mis­ el amor no puede ser, entre humanos, ab­ ¿Y celos de quién? ¿Celos de un pobre terioso, al escrupuloso, al tímido, lo com­ solutamente espiritual, y que cuando un diablo a quien han matado en la calle sin padecemos ; pero leyéndola a “ ella ”, en el ser de excepción se empeña en ello, cae saberse siquiera a quien mataban? Así se fondo de nuestro pensamiento, asoma su -de la más vulgar manera: atravesado por lo he tenido que decir yo misma. ¡Yo! cabecilla diabólica un mal deseo de que una bala y arrollado por las ruedas de un Porque te digo que está insufrible. Jorge no pueda ser nunca dueño absoluto automóvil, como un pingajo, a la vera de En fin, no veo la hora de salir volando. de tanta poesía de mujer. ¡Vea usted si un camino. Volando, sí! ¡Necesito volar! —¡ Marú. — SELECTA

4 — SELECTA —

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0OOOOOOU( )OOOOQO< 'oóoooo0 ^Oooooooo°rf’°° °®ooooooo< ® Madres tímidas, altivas, temerosas o valiehtes, Sed heroicas y sublimes, sed Volumnias y Vetarías; Venid todas, venid todas, potentadas e indigentes; Dad ternura al sufrimiento, dad perdón á las injurias. Reposad vuestras pupilas en mirajes de esperanza, Por los ojos en tinieblas ; por los gritos desgarrantes Calmad el dolor del mundo con presagios de bonanza. En la noche interminable; por los cuerpos palpitantes Y rebeldes a los odios de la trágica contienda, De dolor; por las congojas de suprema despedida; Compasivas y abnegadas — en magnánima prebenda — Por la gloria de los muertos; por el duelo de la vida; Venid todas, venid todas, potentadas e indigentes, Dad ternura al sufrimiento, dad perdón a las injurias, Madres timidas, altivas, temerosas o valientes. Sed heroicas y sublimes, sed Volumnias y Veturias.

No os hundáis también vosotras en el flagelante horror Inconmensurable y honda, por la triste Humanidad, Con orgullos indomables, con fermentos de rencor. En el alma de los pueblos encended vuestra piedad. Vuestras lágrimas benditas, vuestras santas oraciones Con el ritmo de los grandes sentimientos inmortales Dad ¡ oh, madres dolorosas 1 por la paz de las naciones. Templad vuestros generosos corazones maternales. Vuestras ansias invencibles, vuestro inmenso amor de esposas, Frente a todas las angustias sed la paz consoladora, Vuestros intimos quebrantos dad ¡ oh madres dolorosas 1 Frente a todas las miserias sed la fuerza redentora; Con orgullos indomables, con fermentos de rencor, Y en el alma de los pueblos encended vuestra piedad No os hundáis también vosotras en el flagelante horror. Inconmensurable y honda por la triste Humanidad. Í9Í8. eX — SELECTA —

5 — SELECTA — Una fiesta del principe Rodenburg

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/Mí ABALLERESCO, cultísimo, el Príncipe de U/J Rodenburg y su señorita hermana Eudea de Barros han ingresado en nuestro más ele­ o vado ambiente social con todos los honores que merecen tan distinguidos huéspedes-. Han sido objeto de dos homenajes más cari­ ñosos y con una refinadaa exquisitez el Príncipe ha retribuido ,esas atenciones, dando ello lugar a una fiesta tan hermosa como la realizada en el Parque Hotel. Señoritas: Margot Idiarte Borda, Esther Roosen Regalía, El Príncipe de Rodenburg ha tenido una bri­ Silvia Acevedo Braga, María Carolina Perez. llantísima actuación en los» centros más aristo­ Señores: Príncipe Van Holland Rodenburg, Enrique cráticos de Europa. La guerra, al detener en Bueno, Secretario de la Legación del Brasil, Ignacio Zo­ aquellas naciones el desenvolvimiento normal de rrilla de San Martín y Aurelio Rodríguez. la vida mundana, obligó al Príncipe a buscar en América un poco de calma y la cultura y el am­ biente social, que han sido reemplazados del otro OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOC|

lado del Atlántico por una constante nerviosi­ dad guerrera, y un continuo alerta ante el pe­ ligro. , ' . Á De ahí que Montevideo haya tenido la fortuna de tener en su seno a un huésped tan distinguido, el cual a sus títulos de nobleza une títulos de elevada intelectualidad, pues además de ser un ilustrado médico psiquiatra, es un cultor apasio­ nado de la literatura. Queriendo el Príncipe de Rodenburg retribuir las atenciones de que fué objeto por parte de nuestra sociedad, invitó a nuestras más linajudas familias a un te en el Parque Hotel y ello dió motivo a una hermosísima fiesta. El Príncipe con su caballerosidad impecable y su Señorita hermana que és una encantadora, niña, con todos los dones de su nativa distin­ ción y todos los atractivos de una esmerada cul­ tura, agasajaron a sus invitados con tan correcta amabilidad que el ambiente del hotel se trans­ formó y se hubiera dicho que se estaba en una severa sala de palacio real. Ni un detalle ingrato, nada que rompiera la encantadora armonía del conjunto y en ese maro de tan severa distincióh un grupo distinguidí­ simo de damas y caballeros rindiendo a la ga­ lantería versallesca el más inteligente de los ho­ menajes. Señora María Antonia Platero de Real de Azua Gran parte de lo más granado de nuestro Señoritas: Esther Alvarez Moulíá, Herminia Sabbia y mundo social asistió a esta fiesta, donde los mo­ Oribe. Señores: Enrique Real de Azua y Alberto mentos pasaron veloces y donde se hizo derroche Castels Carafí. de buen gusto. Bien quisiéramos dar en estas líneas un reflejo

¡oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo exacto de aquellas horas hermosísimas en aquel salón transcurridas, pero el tiránico espacio nos no pudiéramos cumplir por pobreza de estilo y veda ese buen deseo, el cual por otra parte quizá falta de imaginación. A las 5 el Príncipe de Rodenburg, su señorita hermana y la señora y señorita de Rodríguez Castro, esperaban a sus invitados dando a todos un protocolar saludo de bienvenida. Luego la concurrencia se diseminó por el sa­ lón de honor y se sirvió un exquisito te. Una orquesta poblaba entre tanto el ambiente de gra­ tas armonías. Más tarde se bailó con entusiasmo y las horas transcurrieron fugaces en aquel ambiente de alta distinción, de refinada cultura. Todos los concurrentes tuvieron palabras de caluroso agradecimiento para el Príncipe de Ro­ denburg y su distinguida hermana y el recuerdo de tan hermosa fiesta ha de perdurar en todos los que tuvieron la dicha de participar de ella.

Señoritas: Eudea Barros de la Cerda, de Goes Muñoz, Ro­ sita Basañez. Señoras: Braga de Acevedo y Saívañach de Braga. Señores: Antonio Braga y Al­ varo Pinazo. — SELECTA —

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■fMN la Edad Media el sistema feudal dió a los castillos gran importancia, jLWl y su número se extendió de tal manera, que en España misma donde el poder de la nobleza no llegó al alto grado que en otros países, apenas hubo pueblo, dice Almirante, que no tuviera un castillo, o alguno de sus dimi­ nutivos, castillejo, castillete, cast¡Huelo; en el siglo XIV, en opinión de Moiteil, existían en Francia 40.000 castillos, y para defenderlos debieron ascender a 800.000 hombres las fuerzas de las guarniciones feudales o 'la infantería comunal; y aun cuando estas cifras parecen realmente exageradas, es innegable que en aquella época había profusión inmensa de castillos esparcidos por todo el terri­ torio, cuyo número fue aumentando rápidamente en Francia desde el año 960, en que los señores arrancaron al monarca el derecho de atrincherar sus vi­ viendas y particulares dominios. Desaparecieron los ejércitos organizados, y con ellos los verdaderos castros o campos, de donde procedía el vocablo castillo; la autoridad real quedó sometida a la voluntad de los nobles, de quienes de­ pendía el levantamiento y reunión de gentes para la guerra, y a menudo su­ frían los (monarcas menoscabos en su prestigio y humillaciones en su crédito, faltos de medios propios para contrarrestar la altivez de los grandes señores que desde sus castillos despreciaban unas veces, y ponían otras en gravísimo aprieto, 'la reputación y el poder de los soberanos. Hubo castillos edificados en sitios enteramente aislados, y castillos afectos a ilugares habitados; cuando estos últimos eran por sí mismos puntos fuertes, los castillos constituían reductos propios para extremar la defensa, a la ma­ nera de las ciudadelas empleadas en los posteriores modos de fortificar. De todas suertes, los castillos solían hallarse asentados en parajes altos y domi­ nantes, en situación adecuada para dificultar el acceso, bien que esta circuns­ tancia se expresara más clara y distintamente en los titulados castillos montanos, siendo el castillo roquero el que significaba la idea o condición de coronar una roca o peñón de laderas inaccesibles. Por lo demás, la voz castillo se aplicó durante la Edad Media a un atrincheramiento cerrado, flanqueado por torres, rodeado por un foso, y dispuesto con todos1 los medios de defensa para resistir a los defectos de ataque entonces usados. Un cuerpo de guardia vigilaba la puerta, una campana daba las señales de alarma, y una bandera o pendón arbo­ lado! en sitio culminante señalaba y distinguía al señor que él mandaba. Al­ gunas de esas obras fortificadas se caracterizaban por su gran amplitúl, lle­ gando a estar formadas por un triple recinto con sus tres fosos y puentes levadizos, y aumentaba su poder la Torre llamada del Homenaje, la más im- portante en robustez, capacidad y situación de cuantas existían en el castillo que era el reducto de seguridad, el último refugio de los defensores'. El enaltecimiento del poder real, y, más que nada, la aplicación de la pól­ vora a los usos de la guerra, amenguaron la importancia de los castillos, que simbolizaron los procedimientos de fortificar en el largo período de la Edad Media, y que por su construcción, trazado.y medios defensivos, no podían re­ sistir el empleo de procedimientos de ataque del todo distintos y mucho más poderosos que los usados* en la época feudal. Sin embargo de eso, no puede ■afirmarse que el castillo fuerte haya dejado de utilizarse después del Re­ nacimiento; dejó de estar al servicio del noble, o del señor, para consagrarse a más importantes fines, y la historia militar de los siglos posteriores al de­ cimoquinto acredita la importancia que han tenido en ciertas ocasiones obras de fortificación así tituladas. En edad más moderna los castillos han sido transformados en suntuosas residencias señoriales. Lo que perdieron en aspecto y preparación guerrera lo ganaron en lujo, en riqueza, en comodidades sin cuento. Tener un castillo aún en la Francia republicana actual, es signo de gran •holgura económica. De ahí que todos los potentados, los de la nobleza y los de la burguesía posean su castillo, que suele ser una magnífica residencia ve­ raniega. Por esta circunstancia tantos castillos existen en Francia y casi todos son admirables. La mayoría son antiguos y en sucesivas reparaciones los han ido manteniendo y conservando, constituyendo así otros tantos sitios donde se guar­ dan inmensas riquezas de arte, en muebles, tapices, cuadros, etc. Damos en estas páginas tres fotografías reproduciendo tres salas del her­ mosísimo castillo de Rosny. Como puede verse, en esas habitaciones admirables no hay un sólo detalle que desentone. Todo es allí regio, suntuoso, estupendo. Hay inconfundible señorío en esos salones dónde la riqueza tanto ha acumu­ lado. Los estilos están rigurosamente contemplados y allí se atina lo bello con lo confortable. Obsérvense los detalles del comedor y se verá que toda ponde­ ración es poca. Los castillos, todos «los que existen en Europa, son evidencias magníficas de -una época en que la nobleza estuvo en su apogeo, acumulando en ellos verdaderos tesoros. Hoy los contemplamos con admiración y también con gratitud, pues en in­ mensa parte se debe a los castillos que hayan llegado a nosotros tantas y tantas obras de arte. — SELECTA —

...... '

Caricatura ñrbiter ' elegantiárum — SELECTA

1 —Cierto — reza el Adivino, Se lo dijo a la fontana La muerte del pastor Era virtuoso, era blatido 1... El llanto de una aldeana, I0000..000..0..00 BALADA E.Q1LOGICA ooooooooooooooool Dice a su turno el Poeta: Ya el carrizal no lo duda, —Hemos perdido un amigo 1... Que oyó gemir al Poeta. Mientras el perro mendigo Todo, todo lo trasuda: Infelix o semper, oves, pecus - • • Se acerca al grupo ladrando. El sauce y la mejorana... Armando 1 Armando 1,.. Es bien cierto: Pobre nieta I... El recuerdo de Julio Herrera y se intenta rendirle un homenaje, Hoy no viene la carreta... Reissig perdura a través del tiem­ cuando se coloque en una calle que Lo cuenta en su lengua ruda po en la admiración de los que han ¡ Qué desolación secreta llevará su nombre, una placa con­ Tiene la tarde en el huerto! La soledad rusticana; tenido la dioha de llegar a la lumi­ memorativa. Lo deplora la campana nosa belleza de su inspiración, a la Adonde irá la pastor^! electa Se habrá extraviado que llora Desde la Ermita desnuda, extraordinaria riqueza de su estro, S se adhiere a ese tributo La zampona que está muda, a la inmensidad de su apasionamien­ justísimo de admiración para el Como un cordero inexperto?... La flauta y la pandereta poeta y se honra recogiendo en una to por la vida, por el amor, por lo IV Y hasta el cielo que interpreta hermoso, por lo grande... de sus páginas, unos cuantos brillan­ Una gran tristeza humana... A iniciativa de los que perma­ tes de los que tan.prodigalmente de­ A la orilla de un canjino necen fieles a su memoria gloriosa, rramara aquel nabad del verso. Que frecuentó por su infancia, Pobre nieta I... Oye el rumor campesino Pobre abuelo 1... De una antigua resonancia... Hay un gran beso de duelo Es el pino, el viejo pino, Que le murmura temblando: En la quietud del ambiente. —Qué es de la vida de Armando? Murió el pastor: quién lo duda! Cuál ha de ser su destino? Desde la Ermita hasta el Huerto, Armando! Armando 1... La montaña lentamente Se está vistiendo de viuda!... En una de esas mañanas, De esas mañanas muy blancas, Es cierto, es cierto! Que parecen tener francas Ya todos saben que ha muerto Ingenuidades de hermanas... El mozo de la carreta... En una de esas mañanas, Por el camino violeta Al pie de ese mismo pino, Su corazón va llorando Se dieron el primer beso Como un cordero inexperto: Y partieron su destino Armando! Armando!... Con una sola palabra, Mientras partieron el queso, El alma de las montañas, El pan, la leche de cabra, De sugestiones tranquilas, La miel y las avellanas!... Mira, coh penas hurañas, En una de esas mañanas... Aquellas claras pupilas Que en el camino violeta El perejil y el hinojo, Lloran con lágrimas lilas... El romero y el tomillo. Muda está la pandereta, Lamen el ruedo sencillo Mudas están las esquilas, De su traj ecito roj o; Ya nadie emboca las cañas, Y por el vago rastrojo Desde que Armando está ausente. Y el carrizal amarillo, En tanto que en las montañas Llega Lux, el perro cojo Miran pasar lentamente Que perdió a su pastoreólo. Aquellas vagas pupilas Armando! Armando!... Que,'tarde a tarde, intranquilas Van a llorar a la fuente... Cómo lo ha perdido y cuándo? De qué suerte? Lux lo ignora, Cuánto tarda la carreta! Pero ahulla y lo deplora Armando! Armando!... Y al presentir la pastora. Van sus ojos escrutando Brizna y brizna rastreando. Por el camino violetal.. Corre a su encuentro, la implora, Pregúntale por Armando, Por el camino violeta Si es que murió, cómo y cuándo? Va la pastora llorando, Y se arodilla y lo llora. Sin rumbo, no tiene mando Armando! Armando 1... Su voluntad incompleta... —Llora acaso .por Armando, —Adonde fué el pastoreólo? El mozo de la carreta? —Adonde irá la pastora? Adonde van sus pupilas? ■■■■■■■■■■■ —Qué será del perro cojo? El Adivino lo ignora, Por el camino violeta Y también el ruedo rojo Va la pastora dejando Y hasta el estanque amatista Tenebrosos a tu nieta... Y el perej il y el tomillo!... Su alma en lágrimas lilas. Donde termina el camino... Pobre abuelo! Pobre nieta!... Armando! Armando!... V Va sin rumbo, soñadora Ya no verás la carreta Murió su pastor? Es cierto? Por el camino violeta, Por el atajo vecino, Nunca vendrá, la carreta... Ella interroga a la vieja La pastora... Ya no oirás la pandereta Ya no se oyen las tranquilas Choza y al campo desierto, Por qué llora? Ni comerás del tocino Dulzuras del caramillo, A la distancia bermeja Desde cuándo? Que te brindara tu nieta... Y el crepúscuo amarillo Y hasta al porfiado pedrisco... Adonde va?. Qué la inquieta? Ya ni el Sabio, ni el Poeta Cuenta una historia secreta... A la retama, al lentisco, Hoy se tarda más que nunca la ca- Podrán darte algún consuelo, Muertas están las esquilas, A la vaguedad perpleja Armando! Armando!... [rreta. Ya no tendrás otro abrigo Colgada la pandereta... Del horizonte incierto, Que la lámpara del cielo, Sólo gime la campana Al palomar, al aprisco, El aire es de terciopelo... Ni tendrás más fiel amigo Desde la Ermita desnuda, Al buey y al cardal arisco, Por el camino violeta, Que el pobre perro mendigo, Bajo el cielo que concreta Al asno, a la comadreja, Cual a través de una grieta, Que fué en un tiempo de Armando, Una gran tristeza hermana!... A la congoja del Huerto, Se ve cómo piensa el cielo. Y que ha de venir llorando Al buho rapaz, que vizco, En el umbral el abuelo A consolarse contigo. Mas, ciertas noches no hay duda, Un mito burlón semeja... Está esperando a su nieta, Armando! Armando 1... Cuenta la grey rusticana, Y todo le grita: ha muerto! Tiene en la mano un pañuelo Suele verse una carreta Y en los ojos el consuelo IIK Y detrás una serrana Armando 1 Armando 1... De una lágrima secreta... Tocando ía pandereta, Su corazón va lloranda Desdé que partió la nieta, El aire es de terciopelo... Por el camino violeta Como un cordero inexperto... Llora a menudo el abuelo, Por el sendero vecino Que conduce a la fontana... Y por un ceño de hielo Llega un eco mortecino. II* Se encuentra ¡ Ay Dios! obsedido De voces graves; el cielo —Adiós, mañanas tranquilas! El hace, con su pañuelo, Tiene un ensueño opalino... ¡ Oh, qué destino nefando! Cruza junto al Adivino, Señas al Sabio, al Poeta, A la vera del camino, —Diz que llora la silueta, Junto al Sabio y al Poeta, A la inválida carreta El Sabio y el Adivino Siempre andando, siempre andando. No se fija en el pollino De andar penoso y dolido, Conversan con el Poeta Del anciano Anacoreta, A la corneja, al mochuelo Sobre el Amor y el Destino... —Qué ven sus glaucas pupilas? Y atraviesa la meseta, Y al misterioso cometa Adonde marcha sjn mando Bajo el misterio opalino Que, hace noches, desde el cielo De repente, el Adivino, Su voluntad incompleta?... De aquella tarde secreta... Después de invocar al Cielo, Le está diciendo: Y tu nieta? Por el camino violeta, —A dónde va? Qué le inquieta? pMal año tienes abuelo I... Solemnizó: — Pobre Armando 1... Ya la perdieron de vista Es un decreto divino 1... Va la pastora dejando Las cabañas lugareñas, No es esa, no, la carreta Dios sabe... — y sobre el pañuelo Su alma en lágrimas lilas. El pañuelo de batista Que tu esperabas, ni el vuelo Se inclinó un rato llorando... Armando! Armando!... Que de lejos le hizo señas, De aquellas cornejas grises Dice el Sabio: — Qué saeta Julio Herrera y Reissig. El sonámbulo molino Te traerá a los países Tuvo el ingrato destino I... I9O7- — SELECTA — Recuerdo de una patricia

Para nosotras y para todos los que Se trata de un daguerrotipo y de un guardan respeto y gratitud por los seres hermosísimo tapado de terciopelo negro y las cesas del pasado, tan llenas de-ejem­ con delicadísimos bordados en seda. El plo ; sieimpre que podemos fijar nues­ daguerrotipo, enmarcado en ún medallón tras miradas sobre algo oue perteneció de oro, fija la venerable imagen de doña a los que contribuyeron con su esfuer­ Modesta Artigas, hija del hermano del zo heroico e inteligente a la formación Precursor, general Manuel Francisco de nuestra nacionalidad, sentimos una Artigas, y de doña Estefanía Maestre. satisfacción inmensa y un franco senti­ Damos de este daguerrotipo, que se halla miento de orgullo. bastante desvanecido, una ampliación, y Y es porque en los días pretéritos, los también la. fotografía del tapado que per­ del virreinato y los de la revolución en­ teneció a la referida patricia y que hoy, contramos, con una prodigalidad ábrfi- a través de tantos años, se conserva con madora, motivos más que sobrados para su color de una firmeza asombrosa y sentirnos satisfechos de pertenecer a un la brillantez más asombrosa de la seda, país que tantas glorias atesora en la que salpica el terciopelo con delicados historio de su gestación. motivos de flores. Estas reflexiones se nos ocurren contem­ Doña Modesta Artigas casó con don Ra­ plando dos reliquias que gentilmente nos món Menchaca, y por su sangre y por su facilitara para exhornar una página de la cultura y bondad ocupó puesto preeminente revista la señora Manuela Ramos Latorre en la sociedad montevideana. de Medeiros. Dona modesta Hrtlgas hija del general manuel Francisco Hriigas

Hermoso manto de terciopelo con bordados de seda

Supparo, cuadro, que, no nos explicamos cómo, verdadero regocijo hemos de constatar constituido en compañía estable, no trabaja en uno en estas páginas el triunfo de artistas uru- de nuestros teatros, contribuyendo en forma efica­ guayos, que ,van surgiendo a la considera­ císima al desarrollo de nuestro teatro y al cono­ ción y al respeto del público. Entendiendo nos­ cimiento de las obras de nuestros autores. otros el patriotismo en la forma razonada y efi­ Y no se hagan apreciaciones despectivas al leer caz que lo entendían nuestros antepasados y que estas líneas. Con ese conjunto, nada tendríamos lo entienden hoy todos- aquellos que no rinden que envidiar a las mejores compañías argentinas culto idólatra e irreflexivo a lo extranjero en in­ que, con éxito extraordinario, actúan en Buenos justo olvido de lo propio, nos hemos propuesto Aires. hacernos eco de todos aquellos triunfos legítimos Nuestro público no se mostraría reacio a co­ que coronen la labor de los compatriotas de ta­ laborar en la simpática obra y los autores tra­ lento. bajarían de firme encontrando estímulo. Por eso debemos en estas líneas unas palabras ¿Qué hacen, pues, la Sociedad Uruguaya de de elogio para un grupo de inteligentísimos artis­ Artistas Nacionales Autores y el señor Supparo? tas nacionales, que, bajo la notable dirección del OOOOOOOOOOOOO O O0000°o'000000o(g)o0 oooooooooooo o Ooooooooooooo ¡ Manos a la obra, y con fe que el momento es señor Atilio Supparo, han culminado en una la- propicio! bor que el público pudo apreciar ampliamente la noche que en el Teatro Urquiza se puso en escena la comedia “Alsacia” traducida’y adaptada por el señor Enrique Crosa. De éste grupo de artistas, que forman la Es­ cuela Nacional de Arte Dramático, se destacan con verdadero relieve, por su talento y por sus condiciones interpretativas, las señoritas Gloria Ferrandiz y Teresa Lacanau. Ambas actrices fueron, en la noche referida, ovacionadas por el distinguido público que lle­ naba la sala del Urquiza, y fueron esas ovacio­ nes casi una consagración de sus personalidades como artistas' nuestras que están llamadas a dar gran impulso a nuestro teatro'. De los actores, el. que se impuso también esa noche, confirmando los elogiosos juicios que ya se le habían tributado, fue el señor Pedro Becco, artista de una sobriedad de procedimientos escé­ nicos verdaderamente asombrosos en nuestro me­ dio, muy inteligente y muy ilustrado. Otras figuras, también recomendables, comple­ Diorla Ferrandiz mentan el cuadró artístico que dirige el señor Teresa Lacanau — SELECTA —

N las «brumosas tardes del Otoño, es > cuando en lo hondo del espíritu brota una indefinible nostalgia de las co­ sas que se ansian. Al conjuro de los días sin sol, en que la brisa helada barre las ca­ lles y hace tintinear los vidrios de los bal­ cones, es cuando parece achicarse el cora-

ooooooooooooooooooooooocóooooooooooooooooooo oooooooooooooooo

oooooooooooooooo.'oooocooooooooocoooooooooooooooo ooooooooooooooo3000000000000000000000000000000000000000ooocoooooooooooooooo el viento ha calmado. Esa es la tristeza del Bien viene, para acallar un poco esa an­ Otoño! La enorme y grave tristeza que sia de vivir que nos acomete en verano, ahuyenta la alegría — flor de bendición — aguijoneados por las punzantes incitacio­ amortajándonos en nuestro lecho de año­ nes de la luz y de la naturaleza toda en ranzas. .. Esa es la tristeza del cielo gris, de las cosas sin color, que se esfuman a lo oooooooooooooooooooooooooooooooooooo ooooooocoooooooooooooooo lejos, perdiendo los contornos vigorosos de la estructura!... Tristeza del Otoño!... tristeza y pesi­ mismo que desconsuela, que violenta, que aniquila... Pero... tristeza y encanto. ¿ Por qué no ? Las nieblas tienen un poder extraordina­ rio de fascinación. Se diría que son como un velo de misterio, que guardan en su seno una partícula de lo incognoscible. Cuando penden del cielo, como innume­ rables tules impalpables, el alma se pre­ dispone a todas las más sutiles melancolías. Y se ennoblece tino sin quererlo, al olvidar por un instante el estallante optimismo, el pletórico vivir a que impulsa el padre sol cuando domina soberano en el azul impeca­ ble de un día de estío.

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OOO0000ooooooooo 000ooooc oooooooooooooooo OOOC OCOOOOOO000ooooo zón, reduciéndonos a una cosa sufriente; es cuando parecen más grandes los dolores, más cruentas las miserias, más tibios los goces y más lejana la dicha; es entonces cuando entrecerramos los ojos para abis­ marnos en la contemplación de un mundo

interior, en el que se revuelven y desarro­ oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo llan los deseos más múltiples, y una rabia sorda mitad odio a la existencia y mitad eclosión, bien nos viene, sí, un poco de tristeza por nuestros errores. niebla, para ensombrecemos el espíritu. Es que el tono gris del cielo, al herir las No siempre debe vivirse una lujuriosa pupilas, transmite un hálito misterioso que vida exterior; un poco de vida interior ni los psicólogos podrían explicar; algo que templa los caracteres y nos hace superio­ se entremezcla en el cerebro, en el alma, res ... en las mismas venas, para trocarnos de ale­ Nieblas y Lluvias. gres en malhumorados, envolviéndonos en Avanzadas del Invierno. Recogimiento una red sutil, que nos aparta y nos aleja de previsor de la Naturaleza que se dispone a •nosotros mismos, remontándonos a oscu­ descansar. ros lugares donde se cavila y se cavila, Después de la ruidosa sinfonía de los mientras el espíritu después de pugnar en oros, de los rojos y de los verdes, en el vano por romper sus ataduras, decae y se cielo y en los campos; la dulce sonatina so­ abate como se abate una bandera cuando 00000000000000000000006000000000000ooooobooooooooooooooooooo bre un tema en gris... — SELECTA —

ABER bailar, como en todas las cosas, no es tudiadas, cada danzante podrá darle el orden que lo mismo que saber- enseñar. De una cosa mejor le plazca. Utilizaremos un “yergo”, di­ más. sencilla se hace a veces un enigma, o gamos así, que todos puedan entender prescin­ por demasiada explicación técnica de detalles diendo de los términos técnicos de la teoría. (casi siempre errados) o por carecer de Tas ba­ oOOOoooooooooooooooooooooooóooo Primero. — El Fox-Trot (trote del zorro) ses más elementales. se -baila sobre una música de tiempos pares (me­ Por lo general acuden a los buenos maestros, trónomo 100), más lenta que el One-Step. los que ya han quedado.. .dejAawciadoj o los que Segundo. — La postura es casi siempre como no tienen por naturaleza, ningún oído al ritmo. la de lós bailes girados. Para estos es inútil 'y para los otros es tarca Tercero. — Los pasos se resumen en dos prin­ muy ardua y ipocos logran corregirse. cipales que llamaremos paso “sencillo” y “paso De manera que los que tienen buena disposición doble” (base de todos los bailes de salón). Uno y que con buena escuela podrían sacar excelentes y otro se ejecutan apoyando la planta del pie resultados, llegan a bailar siempre mediocramente teniendo el empeine muy flexible para transmitir y con defectos que les parecen galas,, y" los de­ a todo el cuerpo el movimiento del pie, que debe más bailan mal. ser muy espontáneo. Otra de las causas que impide bailar bien es Cuarto. — Las figuras o cambios de pasos son la rigidez de la postura y la vehemencia de los varias, pero indicaremos las más esenciales. Ob­ movimientos con que se ejecuta una pieza. En sérvese especialmente que todas las figuras son otras ocasiones hemos hecho notar cómo la sen­ de una frase de ocho tiempos o de media frase cillez y la naturalidad de los movimientos son de cuatro tiempos. Los pasos, como todas las 1as bases imprescindibles de la verdadera ele­ piezas, deben darse con estricta precisión a la gancia. Sin ellas es imposible bailar bien y me­ música. El caballero inicia siempre con el pie nos conducir bien a su pareja La espontaneidad izquierdo y la dama con el derecho (téngase y sencillez es cosa fácil, todos la tenemos por­ esta regla como elemental y principalísima), que es natural, y daríamos con ella si se evitaran para todas las piezas de baile; solamente el tango las posturas tiesas y casi catalépticas y los mo­ “criollo” puede prescindir de ella. vimientos fuertes, casi violentos, que algunos de Figuras principales. — ellos amenazan degenerar... en lucha romana. Sígase sin ninguna presión y sin el menor es­ I Figura. — Déjese pasar la introducción, luego fuerzo el compás de la música, ella le llevará a ejecútense 8 pasos sencillos (o marchando). seguir su ritmo con toda flexibilidad que no se II Figura. — Se ejecutan dos pasos dobles (que estudia porque es innata especialmente en las llamaremos salto simple) de este modo: a) un personas que tienen buen oído para el compás. paso adelante con el pie izquierdo contando Los que no tienen ese don de sentir la uniformi­ “uno”, substituyéndose el izquierdo por el de­ dad del ritmo pierden tiempo si se empeñan en recho llevando el izquierdo atrás contando querer bailar bien; el oído es cosa natural, si no “dos”; b) disimúlese un paso con el derecho hay, no habrá nunca: llegarán a bailar pero lo que se halla adelante contando “tres”; substi- harán siempre sin ritmo, luego bailaran siem­ túyase el derecho por el izquierdo, llevando el pre mal; pero el ritmo de las piezas de baile derecho atrás, contando ‘ ‘ cuatro ’ ’; luego már­ de salón es fácil, y puede considerarse que tan chese cuatro pasos sencillos saliendo siempre sólo un 5 por ciento carecen de él; luego no se con el izquierdo para mantener el orden al­ desanimen los deseosos de aprender a bailar. ternado de los pies. (En re'sumen esta figura, la Los pasos bruscos suceden generalmente en característica del Fox - Trot, está compuesta de los cambios de movimiento, en este casó se suele dos pasos dobles en él sitio, uno adelante y otro apretar la pareja y llevarla casi de peso sobre un Prof. m. Uignali atrás). Márchese luego con otros cuatro pasos cambio de dirección; mal -hecho.: «dicho cambio sencillos. se hace mucho mejor sin brusquedad y si se lado más sencillp. El caballero que no puede III Figura. — Es de 8 tiempos: 1 y 2 disimu­ fija aún más la atención a la música se notará bailar más que con las con quienes ha ensayado lando con cada pie en el sitio. 3 y 4 salto simple cómo hay tiempo suficiente par ejecutar todos o bailado, mucho puede estar cierto que no sabe ya descripto; 5 y 6 disimulando otra vez en el los movimientos con suavidad sin hacer la me­ bailar. * / sitio; 7 y 8 salto simple de nuevo, alternando’ ¿ Cómo se arreglaría en un salón donde to­ nor presión. siempre los pies. La postura de la pareja, varía, según se dice, dos le son recién presentados? Si se observa bien IV Figura. — Ejecútese tres adelante, o atrás a capricho de la moda (aquí sería el caso de pre­ las indicaciones de la Primera causa que impide con el pie izquierdo del caballero y derecho de la guntar de dónde y cómo nacen ciertas modas) ; bailar bien, ya indicada, se obtendrá excelentes dama, concluyendo la frase 8 con el paso sencillo. y nosotros afirmamos que la escuela impone un resultados en cualquiera ocasión y con cual­ J7 Figura. — Ejecútese un paso adelante y uno quiera pareja. modo correcto a la par que cómodo y que no atrás juntando los pies a cada vez, luego sígase afecta ni a la estética, ni a la corrección. OA'E - STE5 (1900). — marchando desde el 3 hasta el 8 iniciando siem­ De esta última no hablamos porque no es Primero el Kake Walk, luego el Two - Step pre con el izquierdo el caballero y derecho la nuestro propósito, y, por lo contrario, diremos y más tarde el Boston constituyeron la vanguar­ dama. que los danzantes d’e salón suelen aceptar lo que dia de la entrada en moda de los bailes ameri­ Estas dos figuras pueden ser intercaladas con la conveniencia les ofrece, entonces la costumbre canos. el paso de pausa o simulado como el anterior impone la moda y la .moda se impone a... todo. - ■- Desdé hace 506 años .impera el One - Step, (III) o bien pueden ser una continuación de Si la pareja está unida y no nerviosamente apre­ el cual presenta -cierta facilidad en .apariencia, la otra, etc. tada y rígida, bailará mejor y no afectará la por lo cual se ha generalizado. VI Figura. —^ Cuatro pasos seguidos- con un estética, será elegante y no será... caricatu­ Esta pieza ha pasado por varias modificacio­ pie y cuatro con el otro en cualquier dirección resca. nes, una de ellas su última etapa con la cual (repítase la I, II y III). Tales defectos son algunos de los que impiden (aunque conservando siempre su nombre) se lla­ í7// Figura. —■ Consta de 4 movimientos que bailar bien pero son también los más difíciles maría Fox - Step. llamaremos “paso alto”: al primerb se apoya de suprimirse por la sencillísima razón de que al­ La postura es de la de los bailes girados (siempre con pie) el pie adelante y se levanta gunas personas dicen que ‘‘no pueden bailar si (Tiempo par). otro pie atrás flexionando levemente la rodilla: no están apretadas” (textual). Su paso es cauteloso suave; para danzarlo bien al segundo apóyese este pie atrás y levántese Otras causas que impiden bailar bien es a veces debe llevarse el cuerpo muy sereno y los pies no el de adelante flexionando también un poco la el tiempo de la música, por lo general se acelera deben transmitirle ningún movimiento al apo­ rodilla. (La dama hace los movimientos en sen­ demasiado; esto es muy fácil subsanarlo si los yarse al suelo. Se da el paso extendiendo Ja pierna tido opuesto), luego márchese 4 pasos. (Repí­ músicos se ocupan en ejecutar las diversas piezas y el empeine pero sin rigidez y se debe apoyar tase la I, II y III). con su justo metrónomo. primero la punta del pie, la que debe deslizar VIII Figura. — Ejecútese la primera figura El One-Step es menor que la marcha esto siempre el parquet. del antiguo “Pas de Quatre” un poco movida, y es 116 movimientos, el Fox-Trot, ioo; el Vals Entre las múltiples variaciones que se atribu­ otros cuatro pasos dobles, uno con cada pie, un (según los movimientos del paso moderno que yeron a esta pieza, como figuradas fueron de la poco saltados o girando. va en contratiempo) no excede nunca de 132. Valse Chaloupée, Machicha, Tirolesa, etc.; y IX Figura. — Se ejecuta con el salto simp’e Los músicos que saben bailar bien aplican bien como variante girada, que son las últimas, al­ (fig. II), pero sin pausas, esto es : 8 pasos cortos este metrónomo porque ven la necesidad de ha­ gunas del Tango como el 8, el ascensor, espe­ en el sitio de medio tiempo cada uno, uno ade­ cerlo y comprenden mejor la relación del compás cialmente el tirabuzón, que unidas con otras de lante y otro atrás, concluyendo luego la frase con el movimiento, y saben que el baile moderno carácter americano," el pato rengo, forman una de ocho tiempos con cuatro pasos simples mar­ es un atractivo de salón y que no debe reves­ colección de verdaderas humoradas cuando vie­ chando? tir ningún otro carácter sportivo. nen efectuadas con poca habilidad. X Figura. — Se marcha 5 pasos sencillos, luego El espacio también es indispensable para que Consideramos inútil la descripción de cual­ se abre la pareja del lado izquierdo del caballero, las parejas cumplan su deseo. Es> general el quiera de esas figuras por ser imposible expli­ y se ejecutan dos ¡breves pasos parecidos a vals hecho de que la concurrencia sea siempre supe­ carlas, lo que debe ser hecho prácticamente. antiguo, un poco rápidos para completar sobre rior a la capacidad del local del baile pero este BL FOX-TROT (1914).— el 7 y el 8 tiempo^. bello inconveniente no influirá en el úích bailar Hemos dicho ya que las piezas nuevas al en­ Nota. —Nuestra opinión sobre esta pieza es si la cortesía de los espectadores acude en obse­ trar en los salones, traen siempre los inconve­ en todo favorable, pues hallamos en ella mucha quio a los danzantes tratando de no aglomerarse nientes de la confusión por no ser bien interpre­ originalidad dentro de su carácter excéntrico, y, en el parquet. tada su teoría que, en verdad, resulta siempre sin carecer de elegancia y fineza en todas sus Téngase por norma principalísima que del ca­ un enigma para los profanos. El Fox-Trot (re­ partes refleja el modernismo puro de la danza ballero depende todo el éxito de una pieza; él lativamente nuevo), en su principio fué una pieza de salón, digno de figurar al lado del majestuoso debe saber conducir a cualquier dama que pueda algo sportiva por sus pasos fuertes y casi vio­ doble boston con el cual ofrece un contraste en serle presentada. lentos, una de las causas quizás, que haya re­ extremo delicado y artístico. El baile moderno ofrece campo para los que tardado su propagación. Se vino luego suavi­ Su música, ahora sincopada, es alegre sin ser saben poco y los que saben mucho. Una dama’ zando, pero el orden de sus cambios de pasos, agitada y para Tos buenos amateurs -ofrece un que tenga oído es siempre fácil conducirla a sigue dificultando su ejecución. Daremos como bello tema para ostentar sus habilidades y su ejecutar las piezas más esenciales aunque en su base, algunas indicaciones, que una vez bien es­ buen tacto en la danza del salón moderno. Prof» M. Vignalt, — SELECTA —

—¿Quién habla? Después de cambiar el cotidiano beso de Y, sorprendido, oyó claramente la voz saludo, las dos hermanas tomaron asiento de su mujer, que decía: en gemelas butaquitas enanas situadas fren­ —Soy yo, Luisa. ¿Eres tú, Felipe? te al balcón. A través de los calados “ stores ” se veia Pepe Santisteban, intrigado por la extra­ ña pregunta, sospechando que una equivo­ el cielo de la tarde otoñal, como un inmenso mejor que perdiendo el tiempo con sus vidrio esmerilado y se filtraba 'la amable y cación del mozo habíale llevado al teléfono, amigos... contestó con voz ahogada. vaga sombra del atardecer. Y Ana María, sin esperar a más, se di­ De la calle — zumbido de colmena, — rigió al teléfono e hizo girar la manecilla —Sí, soy yo. ascendía un rumor polifónico. del timbre. Oyó luego, como un sordo murmullo de * Ana María quitóse la gorra de granate -—Pero muchacha, ¡ no seas loca! — le disputa, entrecortadas risas femeninas, un terciopelo adornada por iuu gallardo “Sprit” interrumpió Luisa. ¡ anda tonta!, pronunciado por una voz de trémulo y recostóse en la butaca. Sobre el Ya sonaba, respondiendo, el timbre. mujer que no era la de su esposa y, por -úl­ fondo obscuro del respaldo se destacaba el —¿ Central ? — interrogó Ana María. — timo, escuchó, mudo de sorpresa, lo que caso rubio de su cabellera, aureolando con Con ¿1 Nuevo Club. ¡ Alza! ¡ Al aparato! — Luisa, con acento claro decía: una gracia, ingenua por la sencillez del to­ le dijo luego a su hermana. —Mira, Felipe. Ya puedes venir sin cui­ cado, el óvalo perfec­ dado, Pepe está ahí en to del rostro pálido y el Club, hace rato y no blanco, los ojos inquie­ volverá hasta la hora tos y brillantes y la bo­ de comer. Tenemos ca pequeñina y roja en tiempo... forma de corazón, frun­ Inconsciente, había cida en un gesto ambi­ colgado el auricular y guo y gracioso de pi­ no pudo oír más. lludo. Y cuando, ciego de Luisa, frente a ella, pena y de rabia, con un la contemplaba compla­ paso lento y tamba­ cida, llena de íntima leante de beodo, des­ ternura hacia la her­ cendía las escaleras, mana menor, sonrien­ aún viraba insistente te, por el desenfadado el timbre del teléfono. encanto del rostro de la nena. III De pronto, y dejan­ do de mirar a través de Las dos hermanas, la cristalera, Ana Ma­ en el gabinete, reían ría preguntó a su her­ como locas. mana :. ' i’Ya verás, ya ve­ —¿Y tu señor ma­ rido? rás ! — decía la peque­ ña — como viene en —En el casino está seguida tu marido. ¡ Y — le respondió Luisa. —¡ Dichosos casinos! habrá que verle la exclamó Ana María. Y cara! luego, súbitamente: Luisa," más reflexi­ —Oye, ¿qué tendrán va, pasado el primer los casinos para que se instante de regocijo, entretengan tanto en contestó: ellos los hombres? —Sin embargo, yo —Mujer, ¡ yo qué sé! creo que ha sido dema­ Como hay amigos... siado ... Se va a en­ —¡Uf! Ni que fue­ fadar con nosotras. ran los amigos más —Tonta, pero se le interesantes que. nos­ quitará el enfado, con otras... Es lo que yo la alegría de ver que digo: si lo que ellos todo ha sido broma... buscan es comodidad, Anochecía. Y a tra­ no han de encontrarla vés de los “ stores ” no en el casino mejor que penetraba claridad al­ en su casa. Y si son guna. Un reloj dió sie­ amistades o afectos, ¿cuáles mayores que Luisa vencida por las lagoterías de la te campanadas. los de su familia? linda nena, Se puso ante el teléfono. —¡Ya tenía tiempo de haber llegado. —Tienes razón — le contestó Luisa, pen­ Ana María rompió a reir escandalosa­ Pepe! — murmuró Luisa. sativa. mente. —¡ No te impacientes mujer! — dijo Por eso me extraña tanto — siguió Ana —¿ Qué te pasa, chiquilla ? — le preguntó Ana María. —"Lo habrá tomado con calma María — que pasen la vida en el casino. Luisa. y vendrá pensando, por el camino, la forma Mi novio, siempre que le pregunto a dónde —¡Nada!... Que se me ocurre una bro­ en que ha de matarte... va o de dónde viene, ¡ya se sabe! la misma ma muy graciosa. Tú ve repitiendo lo que respuesta: “Voy al círculo”, o “Vengo yo te dicte... Verás, verás, cómo tu ma­ del círculo ”. ¡ Qué fastidio! rido viene corriendo antes de cinco minutos. —Dificilillo lo veo. Pero... Y dieron las ocho y las nueve y las doce, Hubo un largo silencio.' La estancia se Y obligada por las zalamerías de la her­ y el marido no llegó. iba sumiendo en la penumbra. Una clari­ mana, interesada también en la broma, Y al dia siguiente, sobre un banco de un dad borrosa filtraba de la calle, y en los Luisa dijo ante el aparato cuanto Ana Ma­ paseo de las afueras, fué encontrado el ca­ cristales, la fina lluvia de Octubre fijaba ría le indicó. dáver de Pepe Santisteban con la frente infinitos brillantes... destrozada por un balazo. —¿Y qué te parecería, Luisa, si hicié­ II- En el suelo, junto al revólver con que ramos venir a tu marido? se suicidara, se encontró, hecho pedazos un —¡ Mujer! Pepe Santisteban, avisado por un mozo retrato de su esposa. —¡ No seas tonta! Vamos a llamarlo, y del Club, se dirigió a la cabina del teléfono. que venga junto a su mujercita, que estará Empuñó el auricular, y preguntó: Julián Fernándes Pinero. — SELECTA — ^TRÍPTICO® 5imBÓLIC0 oooo Por el Príncipe Roóenburg °°oo ^)°°oooO@0°ooo0 ____ o0ooooo€)Oooo°o@ °°°o(g©^(S®0000 fe) Pora "Selecta”

5UBYU6RD0 A paso tardo, moroso, Pero firme y sin tropiezos, Por campo intérmino y vario Va plácido y manso buey; Es formidable el esfuerzo De músculos sainos, tiesos, Y él la cerviz buena inclina Bajo el yugo, que es su ley. Sus ojos dulces, tranquilos, Retratan siempre el descanso; Mas las venas del pescuezo, En formal contradicción, Entumecidas, visibles, Enseñan que, si él es manso, Virtud constante es su fuerza, Su energía no es ficción.

INDÓmiTO E5FIN6E Salvando montes y valles, Mal principia su jornada, En desmedida carrera, Para buscar ilusiones, Maravilloso caballo Y, en fatal encrucijada, Sigue sin freno, veloz; Se encuentra infante gentil. Nada se opone a su paso: El sitió es el más propicio; Ninguna valla o barrera; Tiene extremas atracciones: Nadie hay más que lo detenga, A la izquierda, un precipicio; Nadie, sino el mismo Dios. A la derecha, un pensil. Aun niño, él juega con flores, Su color, que ora se muestra Entre abejas, mariposas Rojo de llama, encendido, Y alados, lindos cantores Y ora pálido, amarillo, Del encantado jardín; Sea lívido o cruel, Pero, en su juego inocente, Tiene sombras más oscuras, Prefiere siempre las rosas Como si sólo el vestido, Que marginan la pendiente Variando, cambie sus tintas, Del precipicio sin fin. No las manchas de la piel. Es joven, más tarde, el niño; Y el caballo sigue, sigue El vigor infatigable Sintiendo fuego en sus venas, Por esos mundos afuera, De sus miembros adiestrados Por conquistar un cariño, Pasando por cada pueblo, Abre el seno ,de Poseído de su ardor. Por cada villa o ciudad; Para volverla feraz; Se expone al peligro ingente, Si a su paso esparce lloros, El arado fecundante, Desprecia riesgos y penas No lo ve, que, en su carrera, De cuchillos afilados, Con temeridad creciente,' Él es instrumento ciego Cortando, revuelve el suelo, Y es paladín del amor. De la propia humanidad. Y es instrumento de paz. Más adelante es ya viejo; Siempre indómito, siniestro, • Serenamente él prosigue Los pasos trémulos, flojos, Sus cascos huyen del suelo, Preparando las cosechas Siguiendo el propio consejo, Echando chispas de fuego Y el mismo pan que sh esfuerzo Apóyase W su bastón: En su trayecto fatal; Le debe dar á comer; Porque se ha vuelto prudente, No es él como otros destreros: Si alguna vez se rebela Confía poco en sus ojos; Su corrida es casi un vuelo, Por sus fatigas deshechas, Ya no es más independiente: Y, el galope resonante, Luego retoma sus penas, Lo domina su razón. Marcha fúnebre, mortal. Que su destino es ceder. Y así sigue, hasta la muerte, ¿A dónde va?... No lo sabe Y, en su vida humilde y bella, El errante peregrino, ¿Por qué no para?... Imposible. De continuo sacrificio, Buscando llenar su suerte A tanto correr sin brida Su esfuerzo lo nobilita, — Destino o fatalidad. — No hay pausa ni restricción; Que por su esfuerzo él es rey; Por todas partes lo vemos, Venciendo montes y valles, El progreso es su, conquista; ¡ Que es muy largo su camino 1 Sin freno, loco, temible, Y él, por derecho ágnaticio, Algo de él todos tenemos: Sigue abriéndose camino Posee majestad humana: Ese hombre es la humanidad. El corcel de la pasión. Es el trabajo ese buey. Montevideo, 1917. — SELECTA —

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Dedicada a la señoril a Ursula P. Otero. (inÉDITO )

I Con las sombras de la noche. Suspirando el corazón Llega al pie de tu ventana A cantar el trovador. . Todo es mudo y misterioso; Todo sombras en redor; Niña hermosa que despiertas ¿Tú no hospedas el amor? Escucha sus cuitas ¡oh, niña, por Dios! II Sueño dulce en blando lecho A tus párpados bajó; Y a estas horas, suspirando, Vaga errante el -trovador. Como el trino de Jas aves Te despierta su canción Y a tus puertas ha illegado ¿Tú no hospedas el amor? Escucha sus cuitas ¡ oh, niña, por Dios 1 III Abre, niña, tus ventanas Que aun no asoma el claro sol, Y la luz de tus pupilas Sea el sol del trovador. Abre, niña, que mañana ¡Palpitando el corazón, ■Rogarás por. que te ruegue En las noches el amor. Escucha sus cuitas ¡oh, niña, .por Dios! José Mármol. Montevideo, Julio de 1848.

El jazmín de tus manos

Reproducimos en esta página las fotografías de dos muebles cuya valor, considerados como obras de arte y como antigüedades, es suma­ (Inédita para "¿electa") muebles mente apreciable. Se trata, como se verá, de un bargueño y un sofá. ¡ Oh palidez del mármol, en tus alibas Admirables son ambos muebles, admirables por su construcción, por y transparentes manos! yemas suaves antiguos la finura del torneado y escultura que se ostentan en las diversas piezas cual lampo virginal ; y por la riqueza del material empleado. flor de azucena, grácil y simbólica, El bargueño, es de ébano con incrustaciones de marfil y carey. Fué flor que semeja la impecable albura tallado en la ciudad de Granada en el siglo XVII y adquirido por la de un vaso -de cristal! distinguida señora Matilde Artagaveytia de Arocena en el año 1889, se halla hoy en poder de la familia Muñoz Arocena. Aun cuando la fotografía y luego el grabado pierden muchos de los Oh suavidad! Blancor que purifica detalles de tan hermoso mueble, sin embargo hacemos notar al lector tus manos de marfil, tus dedos gráciles la delicadeza que se nota en las siluetas de las figuras que forman los cual pétalos en flor. motivos de las incrustaciones de marfil y carey. Hay en esas incrusta­ En su alba nitidez, azules venas ciones una finura admirable de ejecución y un notable buen gusto que en delicadas líneas se entrelazan en la elección de los temas. un beso son de amor! Este bargueño es realmente una obra de arte y una reliquia por su antigüedad. Por ese estupendo ejemplo, bien podemos darnos cuenta de Oh placidez ! Tus manos vaporosas como se trabajaban los muebles en aquellas lejanas épocas y cuanto ilicitanos a orar, én la penumbra era el refinamiento que en el hogar habían implantado los españoles de agonizante luz; de entonces. tus manos de perdón, piadosas, blancas, El sofá es otro hermosísimo mueble, construido en caoba y tapizado cuando se extienden al fervor del ruego con cachemira rameada. Las esculturas que ostenta son de gran mérito semejan una cruz. y el conjunto constituye un mueble soberbio en su clase. Oh tímido candor en piel de armiño! Tu mística beldad es el ensueño, la pálida visión; tus nieves puras, de fulgor sin mácula, son -luz espiritual, amor excelso, o emblema de perdón.

Oh excelsitud de tus ebúrneas manos con que soñara un día entre delirios la Reina del Sabá! Capullos de jazmín, cendal de nieves, sugieren ritos, preces, 'holocausto, la fe del más allá...

Cuando plegadas alcen en el templo junto a la mirra y el gemir del órgano su flébil oración, tus manos sean las palomas .blancas que arrojen una lluvia de ambrosía sobre mi corazón! E. Dies de Medina. — SELECTA —

ít AS tardes de Caracas son lindas. Los se le sale a uno por los ojos. Al fin le pro­ JLL/j crepúsculos duran largo tiempo; el hibieron en su casa que aceptase mis flo­ cielo y las cosas atenúan su brillo hi­ res. Cuando me rechazó mi regalo, un ma- riente ; los tintes, amortiguándose con lenti­ cito de violetas, tuve que contener mis lá­ tud, bañan la atmósfera de tonos suaves. grimas. Es tonto lo que estoy confesando (Qooooooooooooooooot loooooooooooooooooolQ El sol, de ocaso pincela de áureos matices oooooooooooooooooc Joooooooooooooooooo y más tonto aún que se lo confiese a usted. la frente de las montañas vecinas; el aire Pero en fin, sin alardear, ni mucho menos, se endulza; el cielo viste un bello y tenue Gomo alardean los poetas, de sus infortu­ azul. nios amorosos, bien puedo hacerle a usted En ventanas y balcones se apiñan 'hermo­ El tullido, el pobre, tenía el pudor de su esta confidencia. Al fin somos todos del suras, ávidas de ver y de ser vistas. Las afecto; mas, a lá postre, un día estuvo en mismo barro miserable y sensible. En la no­ feas, por de contado, también se asoman a vena de confidencias y me abrió su corazón. che lloré; esa noche juré no verla más. sus ventanas de balaus­ A la tarde siguiente, tres. Por entre las re­ I no pude, con franque­ jas salen volando, a ve­ za, resistir al deseo de ces, ráfagas de músi­ | contemplarla, y me hice ca. La música del país | arrastrar hasta aquí. es muelle como esa I Las burlas siguieron. otra armonía que se I| Ella dejó de saludar- desprende silenciosa, I me, o más bien dicho, de los contornos del se­ i de responder a mi sa­ no, de las caderas, de ludo ; pero yo siempre los brazos y gargan­ fiel, siempre atado con tas de casi todas las ca­ I una cadena invisible a raqueñas. su hermosura maldit’. Como la gente es pe­ Una tarde, al yo insis- rezosa, a las mujeres |l tir en saludarla, me sa- les gusta poco salir; | có fuera su lengua, en los hombres mismos, I señal despectivo o de en vez de irse, ya a pie, ! i cólera, como lo hubiera ya en carruaje, a to- [ i, hecho una chiquilla. mar el aire fresco a los I Ese día no lloré sino vecinos campos, o si­ reí; me reí con ganas, quiera al bello jardín me reí mucho, muchí­ de “ El calvario1, ”, se I simo; y empecé a reir- pasean por las polvo- i 1 me en sus ojos. Ella se rientas calles, en coche l puso muy enojada, tan- los que pueden, no bien II 'I to, que me volvió la ca­ declina el sol, hacia las ra, y desde ese día ya seis. Los enamorados, I no quiso más sentarse más o menos platóni- | sino de espaldas a esta eos, son 'los primeros. 1 i esquina donde me de- Casi todas las mujeres i tengo. Su enojo se tro- están en las ventanas. I có en malquerencia, y A esa hora, pues, aun­ il decirle puedo a usted que de lejos y al paso, satisfecho que hoy me pueden ver a la que odia. Y vea usted lo aman. Otros se paran que son las cosas, ahora en las esquinas. Otros es cuando soy menos in­ en las ventanas, a pe­ feliz. Ahora poseo algo lar la pava. muy sincero, muy pu­ Una mujer había, la ro, del alma de esa mu­ más bella de todas, que jer: poseo su odio. Yo' encastillada en su her- | he obtenido más que mosura y orgullosa de todos esos estúpidos sí, no quiso rendir a que la enamoran. Nin­ nadie su corazón. ■= Señora Rosa .Camyso.de^TorquIst —..t ■■ ■■■■■ guno ha podido entrar Admirarla era casi De la más ilustre sociabilidad porteña fui esta dama cuyo retrato, es como una joya en las páginas de en su corazón. Yo, sí. “Selecta". Noble y generosa no olvidó nunca que más allá de los dinteles de su palacio, había gentes humildes un deber. Cierto poe- que necesitaban socorro y consuelo. Las obras pías encontraron en esta matrona una colaboradora tan eficaz ¿Qué importa por qué tilla, que la echaba de como entusiasta. El recuerdo de la señora de Torquist perdura en la sociedad porteña y se intensifica aún ante puerta? Yo me siento picaflor o, como dicen el celo que por conservarlo incólume ponen en toda su actuación los descendientes de tan noble señora. J| posesor de algo que no en otras partes, de Te­ se puede! mentir. Soy norio, compuso un tomo de madrigales para “ Es cierto me dijo, estuve y creo que casi feliz; y me creo más afortunado que el ella: madrigales a sus manos, madrigales a aún estoy enamorado. No es mía la culpa. hombre a quien ella ofrezca su mano y hasta su boca. Ella, aunque lisonjeada, no le hizo Ella es hermosa; y yo no tengo alma, porque su corazón. Una mujer tan vanidosa, tan caso, porque ni el poeta ni los versos va­ no' soy, según han dado en la flor de creer pagqda de sí, amará siempre y por sobre lían la pena. y aun decir, un idiota. Yo sé que haberme todo su hermosura. En cambio ella no puede Sinnúmero de amadores hacían la ronda enamorado de esta señorita es, dada mi in­ odiarse a sí misma, y mal puede tener otra a su puerta; o pasaban de tarde por frente validez, algo ridículo; pero no puedo pa­ persona a quien odiar. Su odio, pues, es ín­ a su ventana. sarme sin verla. Aquí me encontrará us­ tegro para mí; y su amor, en cambio, nunca ted casi todas las tardes. Antes, ella no se será completo para su esposo. Pero uno se distinguía entre los fieles de mostraba cruel, sino más bien benévola con­ Tengo la mitad de su alma, por lo menos aquella diosa de carne y hueso. migo. Yo le mandaba ramos de flores, rosas, ahora: ¿Quién pudiera decir otro tanto? Este no corría en carretela ni pasaba a jazmines, violetas, lo mejor que podía en­ Usted me verá todas las tardes aquí, mi­ pie sino que se plantaba en una silla ro­ contrar. Siempre aceptaba con una sonrisa rándole por detrás las orejas, casi contento.” dante, en toda la esquina. Era un joven de bondad mis presentes; y yo empecé a La fisonomía' del paralítico se iluminaba. paralítico. Se decía de él, sin razón, que era sentirme, en medio de mi infortunio, algo Hasta sus piernas de perlático parecían ani­ fatuo; y ninguno ignoraba el amor del in­ feliz. Luego supe que su benevolencia filé marse. feliz. mofada; se hizo burla de su piedad, para Al fin lo dejé.; y me fui calle arriba, ta­ Yo ardí en deseos de saber qué pasaba darle algún nombre a su sentimiento, y de. citurno, todavía con algo del vértigo que en el corazón de aquel mísero, a quien el mi amor. Yo no tengo la culpa. Yo no dije me produjo el fondo de aquella alma, a la infortunio baldó el cuerpo y no el alma. que la amaba. Pero el amor es el diablo y cual quiso asomarse mi curiosidad. 1?. Blanco - Bombona. — SELECTA —

niños 09000000 9000000°

(I) a ruja y Osualao Raúl (Dartínez laume (Daría Josefina Estradé Zugasti

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A educación del niño va — de ñlberto Biraben ulunoz nados, se entiende, juegos reglamen­ raro en raro — por derroteros tados, de manera que adiestren a los no equivocados. Se le concede jugadores infantiles a apreciar pronto mucha importancia ál desarrollo de su la naturaleza de los problemas, a ven­ inteligencia, y se descuida su desarro­ cer las dificultades que brotan, y así llo moral. Indudablemente, la inteli­ se van formando hombres aptos para gencia es mucho en la vida del hom­ las más difíciles y arriesgadas em­ bre, pero no lo es todo. El verdadero presas. ideal no es el talento: moral y talen­ “ Instruir deleitando ” es el mejor to 'Unidos a vigor físico consiguen un sistema de la educación moderna. En ser perfecto. El hombre exclusivamen­ los asilos maternales de Montevideo se te intelectual, se cotizará cada día a sigue, con gran provecho, ese sistema más bajo precio. de enseñanza y se obtiene un magní­ La gimnasia no tiene la finalidad de fico resultado. Hay allí centenares de hacer acróbatas, ella quiere acostum­ niños cuyas madres han buscado la brar al organismo a obtener el mayor utilidad y conveniencia de esas casas rendimiento con el menor gasto de benéficas que facilitan a sus pequeños energías y con la menor fatiga. Los hijos, a la vez que un albergue seguro, niños deben ser hábiles también. Las salud al cuerpo y bienestar al espíritu. manos no han de servir únicamente En los asilos maternales, los niños para escribir y dar vuelta hojas de li­ son objeto, de parte del personal en­ bros. señante, de derroches de ternura y En las escuelas inglesas y france­ abnegación. Las maestras son verda­ sas, se dedica gran atención y una deras madres que velan constantemen­ gran parte de las horas diarias a tra­ te por ellos. bajos manuales. Todo niño debe saber En una visita que hice reciente­ manejar la madera y el hierro. En el mente a ellos, he podido apreciar de campo, lejos casi siempre de recursos, cerca la labor realizada en esas casas es necesario saber manejar con tanta de caridad que sostiene la Asistencia habilidad el fusil como la azada. Hay Pública Nacional. Obra bellísima y de que hacer niños ágiles, hábiles y em­ fructíferos resultados, es la realizada prendedores. en esas instituciones que cada día dan Estas enseñanzas infantiles, requie­ mayores muestras de su desarrollo. ren, para que pierdan su 'base de can­ Propender al desenvolvimiento, esti­ sancio y aburrimiento, un poco de mulando su amor al estudio-, es obra amenidad. Hay que desterrar la en­ digna de aplauso y el aplauso es más señanza tiránica. Esta orientación es entusiasta aún cuando se pueden apre­ tan provechosa que, en las escuelas ciar los frutos de esa labor en inteli­ francesas, una gran parte del tiempo gencias privilegiadas como las que en que los niños permanecen en ellas, despiertan en los asilos maternales. se dedican al juego. Juegos seleccio­ Chichi Rodríguez ñubriot La Abuelita. — SELECTA —

La educación en materia de del público Arquitectura

UCHAS veces, cuando se aumentar su capacidad para sentir han suscitado discusiones y comprender lo bello, sin prejui­ M alrededor de alguna obra o cios y libre de toda influencia de de algún proyecto se ha evidencia­ la moda, que crea una atmósfera do la necesidad que existe de di­ artificial, muchas veces bien per­ fundir en el público la educación fumada pero en la que flotan tam­ en materia de arquitectura, como bién las miasmas del tartufismo. medio de contribuir al mejora­ Las clases dirigentes deberán miento artístico de la ciudad' y a por tanto estimular los estudios de la extensión positiva de la cultura arquitectura, provocar los concur­ general. sos públicos, discutir públicamen­ Los edificios monumentales tan­ te los problemas arquitectónicos to como las casas de habitación de cualquier • magnitud, y hacer más simples; las grandes cons­ intervenir al público interesándolo trucciones industriales de índole a todas esas cuestiones, ya sean utilitaria, como los más pequeños ellas relativas a las modestas ca­ elementos decorativos de una ciu­ sas populares, ya traten sobre los dad, todos desempeñan un papel grandes monumentos nacionales. preponderante en la determina­ El Gobierno y el Municipio, la ción de las características locales Arquitecto Eugenio P. Boroffio ■ ■; prensa y las instituciones intelec- y en su conjunto constituyen el J tuales, deben poner el mayor em­ ambiente artístico más sensible, peño en esa tarea, de la que de­ que acusa el sentimiento, la educación, las como el estancamiento morboso de ideas penderá necesariamente la formación del costumbres y la inteligencia de una pobla­ añejas, anacrónicos resabios que aparentan ambiente nuestro, como marco proporciona­ ción. un sentimiento que no existe, porque no do y armónico de nuestras condiciones na­ Nada hay tan elocuente para el viajero responden a la vida, siempre variable a tra­ turales y de nuestra potencialidad econó­ observador como ese cuadro de creaciones vés del tiempo. mica y social. materiales que integran las manifestaciones La arquitectura existe en todo, no sólo en Los concursos públicos y privados, la de la naturaleza, imprimiendo el sello par­ edificios y monumentos. Existe en una es­ protección razonada y prudente a todos los ticular del sentimiento dominante ■ de los cultura cuando la sostiene y le dispone las esfuerzos bien intencionados, los premios a hombres. .Y cuando ese conjunto de cosas masas en una armoniosa distribución y en las obras de aliento, deben instituirse en­ creadas añade sabiamente cierto espíritu una estable unidad de líneas. Existe en una tre nosotros con mayor razón que en otros concordante con el ambiente natural y con verja, como en un mueble; en un friso de países, porque como sociedad naciente, sin las leyes que imponen las necesidades de la -cerámica, como en una vidriera pintada. convicciones arraigadas, de conceptos refle­ vida en su expresión proteiforme, se obtie­ Existe en todo ello porque las hace partes jos, sin ejemplos educativos que nos rodeen, ne esa armonía, ese inefable encanto que lógi.cas de un conjunto único, y las define necesitamos una labor preparatoria de ten­ deleita y subyuga en las ciudades hermosas. en la historia con su estilo. tativas y de enseñanzas que nos indicará el Toda, ciudad debe tratar de crear o con­ La. arquitectura es la razón del arte y los camino propio y adecuado para conseguir servar su individual fisonomía, desarrollán­ pueblos que sienten su solemnidad y su el sello particular que debe distinguir lo dose y adaptándose a las exigencias del pro­ íntima esencia, alcanzan a comprender pro­ nuestro. greso sin violentar las condiciones propias fundamente el equilibrio, la armonía y la La crítica sana, de criterio amplio, que del medio, fuente segura de caracteres ori­ lógica sublime que encierra la Naturaleza, encauce todo el movimiento arquitectónico, ginales. Y esto tanto más se hará sensible que es la esencia misma del Arte. por la verdadera vía, contribuirá a ilustrar cuanto más la arquitectura, inspirándose en En nuestro país, donde aún no existe el al público y a obligar al arquitecto a ser las profundas razones de la lógica y en las ambiente que tienen otros pueblos por he­ noble y honesto en su profesión. Y esa crí­ puras regiones del sentimiento, trate de rencia de los siglos vividos, y donde los tica y el interés de todos en penetrar y ana­ ajustar sus formas abstractas a composicio­ sentimientos de tradición, atávicos, no pue­ lizar la obra de arquitectura, con relación nes expresivas, capaces de trasmitir ideas den influir en sentido determinado, para a todos los factores que deben determinar y sensaciones singulares. impulsar la forma artística 'hacia un ideal su (Carácter, constituirán la base de una Pero, para esto será necesario que el pú­ preconcebido, debemos preocuparnos de pre­ orientación definida, sin las trabas de los blico y los arquitectos estén colocados en parar la capacidad de juicio del público y prejuicios erigidos en normas reguladoras un plano de educación artística que los hacerle apto para comprender y sentir la indiscutibles. haga pensar y sentir en una forma concor­ arquitectura en todas sus manifestaciones. Eugenio P. Baroffio. dante, que exista entre ellos una corriente Hay que interesarlo por las cuestiones que de simpatía tal que les permita interpretar a ella se relacionan, puesto que así obten­ Montevideo. lógicamente las necesidades de la vida ma­ dremos en él un consciente entusiasta y terial y moral y comprender el lenguaje eficaz colaborador en la gran obra de etn- usado en las soluciones estéticas. bellecimiento de todo lo que rodea nuestra El estudio y el amor por las obras arqui­ vida. tectónicas y por su historia, son como un Pero, esa preparación no debe tender a medio profiláctico que evita igualmente las una educación formal, doctrinaria, de eru­ rachas violentas de pretendidas novedades, dición, superficial, sino a intensificar y a Máquinas de coser “WHITE”

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