Novelas Ejemplares En El Sistema Narrativo De Cervantes
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LAS NOVELAS EJEMPLARES EN EL SISTEMA NARRATIVO DE CERVANTES MARIO CASTRO ARENAS La interpretación comparativa de Don Quijote y las Novelas Ejemplares conduce a diseñar la narrativa cervantina como un ordenamiento total, coherente, vinculante, como un todo, por las estructuras del relato, vale decir, personajes, estilo, visión de España y del mundo del siglo XVI. Las Novelas Ejemplares, escritas entre 1590 y 1612, fueron publicadas en 1613; la segunda parte de Don Quijote apareció en 1616. La distancia cronológica es estrecha y atiende a destacar el universo narrativo como un proceso común de creación literaria. No se ha estudiado suficientemente la conectividad entre el Quijote y las Novelas Ejemplares, quizás debido a que se ha buscado, preferentemente, la preeminencia de los personajes del Quijote sin parar mientes en que la auténtica ejemplaridad narrativa reside en la variedad creativa de la novelística general de Cervantes y en los rasgos característicos, verbigratia, de personajes femeninos antinómicos a Dulcinea, Marcela, Camila, Dorotea-la Princesa Micomicona, las mujeres del partido, Teresa, la compañera de Sancho Panza etc. La abrumadora notoriedad literaria de Don Quijote ha opacado en cierta manera las Novelas Ejemplares, universo paralelo en que se aprecia la compleja, densa, multifacética, riqueza narrativa de Cervantes, concebida en el tiempo casi simultáneamente. Cervantes no fue un diletante que tocó la flauta, inesperadamente, con Don Quijote. Muy al contrario, Cervantes fue un escritor profesional dedicado intensamente al ejercicio literario de géneros diversos, la novela por encima de los otros, que subyugó por la originalidad del Quijote como criatura sui géneris de tardío detractor de las novelas de caballería, pero buscó en la novela corta, poesía, entremeses, otras variantes de cultivo literario. Una de las afortunadas variantes del quehacer creativo son las “Novelas Ejemplares”. “La Gitanilla, la Ilustre Fregona, las Dos Doncellas, el Amante Liberal, el Celoso Extremeño y la Española Inglesa” son resultado del empleo del recurso griego de la anagnórisis, esto es la revelación a veces tardía y en ocasiones fatal de la identidad (Edipo) o el reconocimiento de una persona por otra como se insinúa desde el inicio de la novela “La Gitanilla” cuando los habitúes de la posada ponen los ojos en Preciosa por la belleza, por sus maneras y dichos que rompen el estándar de las gitanas comunes y corrientes. Cervantes expone con crudeza las características morales de los gitanos como contraste a la Gitanilla Preciosa: “Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones, nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y finalmente salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte. Una, pues, de esta nación, gitana vieja que podía ser jubilada en la ciencia de Caco, crió una muchacha con nombre de nieta suya, a quien puso nombre Preciosa, y a quien enseñó todas sus gitanerías y modos de embelecos y trazas de hurtar. Salió la tal Preciosa la más única bailaora que se hallaba en todo el gitanismo, y la más hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre los gitanos sino entre cuantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama. Ni los soles, ni los aires, ni todas las inclemencias del cielo, a quien más que a otras gentes están sujetos los gitanos, pudieron deslustrar su rostro ni curtir las manos; y lo que es más, que la crianza tosca en que se criaba no descubría en ella sino ser nacida de mayores prendas que de gitana, porque era en extremo cortés y bien razonada”. El contraste de vileza y virtud, desde las primeras frases, muestra la existencia de algo intrigante y desconocido en el retrato de Preciosa. Bailarina y cantante de coplas y romances, Preciosa atrae la admiración de galanes tanto por su desenvoltura artística cuanto por su belleza y garbo. La gitana vieja, que fungía como abuela, conoce y oculta el origen biológico de Preciosa, para especular mercantilmente con ambigüedad premeditada y recabar ganancias. Conoce el secreto, pero lo oculta a la misma Preciosa, que acepta la condición impuesta por la abuela putativa. Las coplas y romances que entona Preciosa transparentan la vena poética de Cervantes en ésta y otras novelas en las que enlaza su afición a los cantares populares, tal como hiciera Lope de Vega con las comedias. En verdad, la concomitancia literaria de poesía popular y poesía tradicional es de antigua data. Menéndez Pidal señala que “la poesía popular florece siempre por efecto de un cultivo literario, cuando una moda, debida a cualquier circunstancia, invade a los poetas cultos y les inclina a un género propio del pueblo. El romancero español florece cuando se puso de moda en la corte de Enrique IV, de los Reyes Católicos, de Carlos V, y, ¿quién será tan incomprensivo que llame época de cultura indiferenciada o en estado natural a esa época española de refinamiento renacentista y crítico, que se sintetiza en nombres como “La celestina, el Lazarillo, Garcilaso, Guevara, Valdés?”. Menéndez Pidal Ramón. “Poesía popular y poesía tradicional” en “Mis páginas mejores”. Gredos. 1957. (1) Bien pudo Menéndez Pidal incorporar las “Novelas Ejemplares” de Cervantes, aunque no llegó a las alturas de la poesía culta de Góngora, quien, por cierto, cultivó, también, la copla popular. LA GITANILLA Volviendo a La Gitanilla” diremos que los versos no constituyen alarde artificioso para entremezclarlos con la corriente narrativa. Son la clave para llevar a Preciosa a la casa del teniente donde la conoce doña Clara, su mujer, que, con ternura barroca, describe a Preciosa como “niña de oro, y niña de plata, y niña de perlas, y niña de carbuncos, y niña del cielo”, en arrebato gongorino. El romance, obra de un admirador desconocido, aproxima la anagnórisis de Preciosa, frustrada por no recibir las monedas prometidas en casa del teniente. Al volver a Madrid acompañada de las mozas labradoras unidas para atajar asaltos si los hubiere, en el camino tropiezan con un mancebo aderezado de costosa vestimenta y daga y espada, que pidió platicar con la gitana vieja. Se presenta como hijo de un funcionario que pretende puesto en la Corte. Pero la razón de la plática es su admiración por Preciosa, gitana pobre y humildemente nacida, pero a la que no “desmoronan dádivas, ni me inclinan sumisiones, ni me espantan finezas enamoradas”. Preciosa plantea sus condiciones al pretendiente para demostrar que obras son amores, y no meras palabras. El teniente y la consorte prometen recompensarla mas no pasan de halagos. El funcionario habla de llevarla a la corte para que la oiga y conozca el rey. Con sorprendente madurez corta el hilo de los sofismas palaciegos, aclarando: “Querránme para truhana – respondió Preciosa – y yo no lo sabré ser, y todo irá perdido. Si me quisiesen para discreta, aún llevarme hían, pero en algunos palacios más medran los truhanes que los discretos. Yo me hallo bien con ser gitana y pobre, y corra la suerte por donde el cielo quisiese”. Ahí surge el escepticismo de Cervantes sobre el engañoso boato palaciego. No fue inquilino de palacios y lo restriega al lector. Sintiéndose aludido por las mordaces frases de Preciosa, el mancebo extravagantemente ataviado solicita que ella y la gitana vieja escuchen la verdad de su propósito. Se presenta como hijo de un noble en busca de favores para ingresar a la corte, puntualizando que la requiere para que sea su esposa, adelantando cien escudos de oro como arra. Preciosa se mantiene en sus trece, insistiendo que debe vivir como gitano. “Habéis de dejar la casa de vuestros padres y la habéis de trocar con nuestros ranchos; y, tomando el traje de gitano, habéis de cursar dos años en nuestras escuelas en el cual tiempo me satisfaré yo de vuestra condición, y vos de la mía”. El mancebo no se arredra y se compromete a regresar en ocho días para confirmar su pretensión y vivir como un gitano, tal como le encarece Preciosa. Entretanto emerge un paje que entregó un manojo de romances a Preciosa, produciéndose un ligero debate sobre poesía y riqueza material con el trasfondo de la experiencia de Cervantes como poeta. Buscando la casa de Andrés en Madrid, Preciosa da con el padre que la halaga y le pide ofrezca una presentación de sus virtudes artísticas ante los caballeros de la casa solariega. Cervantes maneja con maestría narrativa estos pasajes que combinan lisonjas versificadas sobre Preciosa, los celos de Andrés por los versos del paje que trasiegan alabanzas que ponderan un conocimiento de la gitanilla anterior a sus cuitas, más las sospechas del padre sobre las mudanzas del color de Andrés al oír los versos. Finalmente, Andrés cumple lo prometido y se integra a la grey de gitanos de la tribu de Preciosa. Un viejo gitano toma las manos de Preciosa y se dirige al galán Andrés para explicarle cuál es la filosofía de vida de los gitanos, marginales del statu quo, ajenos a los convencionalismos morales, jurídicos y sociales, todo lo que los hace soberanos de sus leyes y estatutos; discurre sobre la lealtad de las gitanas, fieles como esposas, castigadas hasta la muerte si incurren en las malandanzas adulterinas. “Entre nosotros así hace divorcio la vejez como la muerte; el que quisiere puede dejar la mujer vieja, como él sea mozo, y escoger otra que corresponda al gusto de sus años. Con éstas y otras leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos señores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes, de los ríos. Los montes nos ofrecen leña de balde; los árboles, frutas; las viñas, uvas; las huertas, hortalizas; las fuentes, agua; los ríos, peces; y los vedados, caza; sombra las peñas; aire fresco, las quiebras; y casas, las cuevas.