F. Diez De Velasco. Para Citas Y Discusiones El Autor Se Remite a La Tercera Edición De Introducción a La Historia De Las Religiones, Madrid, 2002
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MATERIAL DE PREPARACIÓN DE LA ASIGNATURA HISTORIA DE LAS RELIGIONES copyright: F. Diez de Velasco. Para citas y discusiones el autor se remite a la tercera edición de Introducción a la historia de las religiones, Madrid, 2002. ___________________________________________________________________________ Bloque II LAS RELIGIONES TRADICIONALES Parte 3: RELIGIONES GENTILICIAS, CÍVICAS Y NACIONALES _________________________________________ 4.1. CONSIDERACIONES TEÓRICAS La religiones gentilicias, cívicas y nacionales aparecen en un conjunto heterogéneo de sociedades en las que cumplen la finalidad principal de cohesionar al grupo (gentilicio, cívico o nacional) por medio de mecanismos de consenso e identificación. Frente a lo que ocurre en las civilizaciones originales, no suelen crear sistemas religiosos de índole despótica ni tienden a una centralización sostenida en justificaciones sagradas, salvo que, como consecuencia del préstamo por la influencia del contacto, adopten alguna de estas características. Un desarrollo modélico de este tipo de proceso lo ofrece el mundo helenístico y romano; las formas religiosas cívicas griegas y romanas, como consecuencia de la necesidad de adaptación a una nueva situación (el control de territorios extensos que requieren la centralización de los órganos de decisión en una sola persona) generaron por préstamo un sistema piramidal en el que se diviniza al soberano y se limitan los mecanismos de consenso en la toma de decisiones. El modelo oriental (persa y egipcio) en el caso de los reinos helenísticos y el modelo helenístico (y especialmente el egipcio helenístico) en el caso del imperio romano fueron determinantes a la hora de consolidar un sistema despótico basado en la religión. Dado que la religión es en estas sociedades un potente medio de cohesión, suele plasmarse en modelos teológicos, rituales y mitológicos que insisten de tal modo en la autoidentidad grupal que resultan excluyentes y que, a la par que minimizan los conflictos internos, pueden generar profundos conflictos en el caso de producirse el contacto con grupos diferentes, ya que no existen mecanismos (si exceptuamos la agresión, la marginalización o la aculturación) para superar el marco gentilicio, cívico o nacional. Frente a las religiones universalistas que se basan en un discurso religioso aglutinante, las religiones gentilicias, cívicas o nacionales presentan un discurso religioso excluyente que suele conllevar una profunda debilidad. Un ejemplo modélico lo ofrece la diferencia entre el judaísmo y el cristianismo. El judaísmo, religión nacional, pese a su capacidad extraordinaria de resistencia ante situaciones de contacto, no ha pasado nunca de ser un culto minoritario; en cambio el cristianismo, que se origina en el anterior, desde sus orígenes optó por confeccionar un mensaje universalista, apto para cualquier fiel de cualquier origen (social, racial, nacional), que le ha llevado a ser la religión con mayor número de cultores a escala planetaria desde hace centurias. _________________________________ 4.2. LAS RELIGIONES INDOEUROPEAS 4.2.1. UNA LENGUA RECONSTRUIDA Los estudios indoeuropeos surgen en una conferencia pronunciada en 1789 por William Jones en la Real Sociedad Asiática de Bengala en la que planteó que la similitud entre palabras latinas, griegas, sánscritas y persas no podía deberse a hechos fortuitos sino a un origen común. Se instauró una nueva disciplina, los estudios indoeuropeos, que utiliza como instrumento casi exclusivo de investigación el método comparativo. Por medio de los términos conocidos en las diversas lenguas derivadas se intenta llegar por reconstrucción a la raíz indoeuropea original (que se precede de un asterisco para marcar que se trata de una palabra no testificada en ningún documento sino recompuesta). Las lenguas indoeuropeas, en un modelo teórico calcado de la genealogía, se organizan en un árbol que desde un tronco común, el indoeuropeo (lengua que quizá, tal como la imaginamos, sea tan mítica como los ancestros de los que derivan muchos árboles genealógicos), va ramificándose en una diversidad de desarrollos locales y temporales. Se trata, por tanto, de una ciencia basada en la lingüística cuya metodología se aplicó también y con diversa fortuna a los hechos culturales y a la religión. La familia indoeuropea incluye lenguas de pueblos antiguos asentados en territorios que van desde la India al extremo Occidente europeo; en algunos casos han desaparecido sin dejar derivaciones (como el hitita, el tocario o el tracio), en otros casos han dado lugar, tras una larga evolución, a muchas de las lenguas mayoritarias del mundo actual, como el inglés (lengua del grupo germánico) o el español (lengua romance derivada del latín, perteneciente ésta al grupo itálico). Las semejanzas lingüísticas tienen campos en los que se manifiestan en mayor medida, quizá porque el apego al vocabulario arcaico es mayor; es lo que ocurre con la terminología del parentesco o con algunos aspectos de la religión. Tal es el caso de la denominación genérica de la divinidad, que los lingüístas dicen derivar de una raíz (hipotética) indoeuropea *deiwo- (que significa luminoso), reconstruida a partir de la diversidad de sus testificaciones en las lenguas indoeuropeas (debida a las diversas reglas fonéticas de cada una de ellas) y que son las siguientes: .Sánscrito (indio del IIº milenio ae): devah .Avéstico (iranio de comienzos del primer milenio ae): daeva .Lituano: Dievas (teónimo del Dios celestial, apelativo general) .Griego: Diós (genitivo de Zeus) .Latín: deus .Germano antiguo: *tivar (Dios en plural) Otro ejemplo más concreto de este parentesco estructural lo ofrece una inscripción hallada en Colonia (Alemania, AE 1956,247), en la que se da culto a una Dea Apadeva; el nombre de la diosa se interpretaría perfectamente si lo leyeramos como una palabra sánscrita: Apadeva, dios(a) del agua, dos ámbitos tan alejados se hermanan en el material religioso, que a pesar de los cambios inherentes a cualquier sociedad humana, tiende a ser muy resistente y ofrecernos pautas para desentrañar momentos remotos del pasado. La diversificación indoeuropea se refleja en la constatación a mediados del segundo milenio a.e. de la existencia de una serie de grupos lingüístico-culturales, entre los que destacan ocho, de cuyas religiones trataremos en las próximas páginas; el indio, el iranio, el griego, el itálico, el céltico, el germánico, el báltico y el eslavo. 4.2.2. CARACTERÍSTICAS CULTURALES COMUNES Y DIVERSIDAD La reconstrucción de la cultura indoeuropea original resulta una labor ingrata (e imposible) puesto que las semejanzas lingüísticas no conllevan similitudes en la cultura material (único criterio en el que basar un estudio científico para etapas preliterarias). Los desarrollos locales especiales, por adaptación a retos medioambientales, adaptación a formas económicas diferentes (agricultura frente a ganadería, por ejemplo) o contacto con poblaciones diferentes hacen que pueblos con lenguas emparentadas resulten muy diferentes si se les analiza desde los objetos que producen. A pesar de esta diversidad se pueden rastrear algunas características comunes a la mayoría de los pueblos indoeuropeos que permiten comprender que ciertos desarrollos religiosos resulten comparables. Fueron pueblos pastores seminómadas en sus etapas más antiguas, como demostró B. Lincoln, de ahí que el valor que poseen los grandes animales domésticos (y en especial los bueyes o los caballos) tanto en la medición de la riqueza como en el imaginario mitológico y ritual sea destacable. La gran pieza que se ofrece a los Dioses, y que marca la relación pactual entre la divinidad invocada y el grupo de sus cultores suele ser el buey (y en otros casos el caballo, la oveja o el cerdo). La prueba iniciática, que testifica el valor es el robo de ganado, que se refleja en mitos en los que actúan héroes o incluso divinidades (no es ya una práctica histórica en la época para la que se posee documentación escrita). Las sociedades indoeuropeas son patriarcales y patrilineales; los papeles principales tanto en las estructuras de toma de decisiones como en la religión los desempeñan los varones, creando además todo un entramado ideológico que determina el estatus secundario de la mujer, por medio, por ejemplo, de contramodelos míticos en los que se refleja un mundo al revés en el que las mujeres dominan a los hombres. Determinar que ese material mítico es un reflejo de una etapa histórica resulta algo aventurado, como lo parece también la hipótesis de M. Gimbutas de que los indoeuropeos se superpusieron en Europa a sociedades matrilineales, pacíficas y culturalmente homogéneas. El problema mayor de los estudios indoeuropeos es que tendamos a confeccionar reconstrucciones culturales en las que imperen nuestros fantasmas ideológicos (como, de un modo extremo, ocurrió con los ideólogos del modelo ario —basado en la ética y estética de la vida guerrera— y que generó en última instancia el horror nazi). Otra característica de los pueblos indoeuropeos, que explica su expansión territorial asombrosa atañe al modo de reproducción. No suelen controlar el tamaño del grupo con técnicas perinatales sino que lo hacen por medio de la expulsión de población para atajar el problema de la inadaptación a los límites territoriales. Esta práctica estructural se sostiene en una serie de mecanismos ideológicos como son la minimización de la mística del territorio o la creación de mecanismos de consenso (de índole religiosa) para hacer aceptable la expulsión necesaria de población.