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Alfa Eridiani Revista de ciencia-ficción Año II. Número 12. Julio–Agosto 2004. Alfa Eridiani es una revista amateur de ÍNDICE: ciencia-ficción, sin ánimo de lucro y Editorial...................................................3 cuyo único fin es la difusión cultural. Cuentos ....................................................4 Su aparición es bimestral. RICHARD K. Phillips por Sergio Bayona.............................................4 Cualquier colaboración (relatos, biogra- RECUERDOS fías, reseñas de libros, cartas al direc- por Iñigo Fernández..........................................9 tor, viñetas gráficas, cómics… cualquier SUICIDA TEMPORAL otra cosa relacionada con la ciencia- por Franco Arcadia...........................................20 ficción) siempre será bienvenida en EL ¿FIN? DE LA INFANCIA [email protected]. por José Carlos Canalda Cámara....................24 CIUDADANOS Editor: José Joaquín Ramos de Fco. por Salvador Badía............................................34 Co-editor: Sergio Bayona Pérez. EL PEQUEÑO HYUNDAI Ilustración portada: Guillermo Roma- por Germán Núñez López...............................37 no. MUNDO DE HAMBRE Resto ilustraciones: Cucha. por Francisco Ruiz Fernández.........................47 NAUFRAGO DE SI MISMO Aviso Legal Importante: por Sergio Gaut vel Hartman..........................55 Los contenidos de la presente revista, MI VECINO BERTO sea cual sea su naturaleza, conservan por Alfredo Álamo............................................66 todos los derechos asociados al © de su LA HUMEDAD autor. El autor, único propietario de su por Claudia De Bella.........................................71 obra, cede únicamente el derecho a pu- EL ÚLTIMO NATIVO blicarla en ALFA ERIDIANI. No obstan- por Robert Sheckley..........................................90 te, los derechos sobre el conjunto de ALFA ERIDIANI y su logo son © de José Poesía ........................................................114 Joaquín Ramos de Francisco. La ilus- FINIS ∞ tración es copyright de Guillermo Ro- por Dorian Cano................................................114 mano. Artículos ..................................................118 Queda terminantemente prohibida la DEFINICIONES venta o manipulación de este número por Jorge Balej....................................................118 de ALFA ERIDIANI. LA IDEA DE LA CIENCIA-FICCIÓN por Sergio Bayona.............................................121 No obstante se autoriza a copiar y re- EL CICLO DEL CENTRO GALÁCTICO, DE distribuir la revista siempre y cuando GREGORY BENFORD se haga de forma íntegra y sin alterar por Reinaldo Avendaño...................................127 BLINDFOLDED DE MICHAEL WHELAN su contenido. Cualquier marca regis- por Luis Bolaños................................................132 trada comercialmente que se cite en la IVÁN VIAJA AL ESPACIO revista se hace en el contexto del artí- por Gabriel Benítez...........................................135 culo que la incluya sin pretender aten- RECORRIDO POR LA CIENCIA FICCIÓN tar contra los derechos de propiedad de MEXICANA EN LA MÁQUINA DEL TIEMPO su legítimo propietario. por Miguel Ángel Fernández Delgado...........146 ZONA DE DESCARGA: http://www.alfaeridiani.info/ E-MAIL DE CONTACTO: [email protected] LISTA DE COLABORADORES: [email protected] 1 Alfa Eridiani Revista de ciencia-ficción Año II. Número 12. Julio–Agosto 2004. EE dd ii tt oo rr ii aa ll stimado Lector: Estás ante un Alfa Eridiani de lo más completito y variado de su historia, tal vez por eso nos ha salido tan voluminoso: 158 pági- nas. En el ejemplar que te dispones a leer, hemos querido abordar el tema de la salud desde distintos enfoques. Alguien pensará que siendo una revista de ciencia-ficción la tecnología será una parte esencial de los relatos y tendrá razón, la mayoría de los relatos analizan como esa faceta de nuestra sociedad influirá en nuestras vidas. Otros, los menos, tienen un carác- ter más sociológico por ser una extrapolación de las tendencias actuales en nuestra sociedad o intervenir la psicología humana al abordar el uso de la tec- nología. Confiamos en que ustedes disfruten con la lectura de este ejemplar tanto como nosotros hemos disfrutado elaborándolo. Los Editores 2 Alfa Eridiani Revista de ciencia-ficción Año II. Número 12. Julio–Agosto 2004. CC uu ee nn tt oo ss RICHARD K. PHILLIPS por Sergio Bayona ¿Cómo modificará la tecnología nuestras vidas? ¿Nos volveremos adictos a ella? ¿Soluciona- rá nuestros problemas? ¿Cómo influirá en nuestra salud mental? ¿Podrá mejorarla? ¿Lo hace ya? Este cuento no soluciona todos esos interrogantes pero confío en que lo disfruten igualmente. acía ya un par de horas que el sol se había ocultado y eso com- plicaba la situación. Estaba cansado y el arma le pesaba en su mano. En la mochila, el olor a carne fresca había comenzado a imponerse a la espuma neutra que la cubría. Esto atraería a los pequeños carroñeros desde muy lejos. Calibró el sensor de ma- sas a un rango más amplio de escaneo, así sabría si algo vivo se acercaba a menos de cien metros. No quería sobresaltos en su regreso a la zona A. El sen- sor emitió un pitido muy suave. Uno de los carnívoros más grandes estaba rondando en el límite de distancia. Miró a su alrededor y avanzó un paso hacia el límite entre la zona D y C. Debía andar con cuidado, había descubierto que el Laberinto cambiaba sus trampas. Dio otro paso. La pared se movió y cayó sobre su cuerpo aplastándolo. Su último pensamiento fue una maldición. El siguiente también. El Laberinto lo estaba matando una y otra vez. Sentía latir su corazón en las sienes, los músculos crispados y los nervios tensos, pero su rostro era una máscara y sus movimientos, lentos, premeditados. La oscuridad era opresiva, pesaba sobre sus ojos. Un letrero titilaba alternativamente en verde y rojo: GAME OVER CONTINUE? SHUT NOW Y N Richard Phillips se quitó el casco y con gesto cansado dejó los guantes y el chaleco sobre la consola. Al retirarse del salón miró por última vez la máquina contra la que estaba jugando. Tras ella, en la pared, había una imagen pintada de un hombre musculoso, un guerrero post-atómico, cargando armas imposi- bles, aunque no era esa la historia que recreaba el juego, como bien lo sabía. 3 Alfa Eridiani Revista de ciencia-ficción Año II. Número 12. Julio–Agosto 2004. El encargado, un joven de cien colores en el cabello y decenas de implantes metálicos en su rostro, levantó la mirada cuando lo vio pasar y le sonrió con gesto torcido. Había cierta complacencia en la mirada y la sonrisa. Richard fin- gió no prestarle atención. Estaba acostumbrado a esas miradas. Sabía lo que pensaban de él y lo que significaban esos gestos. Otro día tendría su revancha, lo sabía. Había llovido mientras estaba en el salón de juegos. El aire estaba cargado de humedad. Las fachadas de los edificios lavadas por la lluvia brillaban bajo el sol que se resistía a ser cubierto por las nubes. Esquivando charcos y la mira- da de los transeúntes caminó lentamente hasta su casa. Subió cansadamente las escaleras hasta su habitación. El edificio era ve- tusto y sus paredes, tanto internas como externas reclamaban urgente un poco de mantenimiento. Era uno de tantos hechos con el mismo molde de fines del siglo diecinueve Él tenía la fortuna de vivir en el último piso. Ningún hijo de sus ruidosos vecinos zapateaba por la noche interrumpiendo su sueño. Pero debía vivir con un enorme balde debajo de la lámpara de la sala principal. Nin- guno de los conserjes del edificio, cuando los hubo, logró reparar la gotera en su techo. Los vagos y contados recuerdos de su infancia hablaban de una niñez gris y sin grandes altibajos. No había sufrido ningún contratiempo ni accidente. A ve- ces, cuando algún compañero de trabajo se quejaba en los días húmedos de principio del verano por alguna vieja herida, él se sonreía y repetía que nunca había sido operado o sufrido ninguna quebradura. A lo que su compañero res- pondía, con cruel veracidad, que jamás había hecho nada y que por eso nunca había tenido accidentes. El chiste a sus espaldas era que no sabía jugar ni con tierra. Richard estaba al corriente de esto y de muchos otros comentarios, pero no le preocupaban en lo más mínimo. Como de muchas otras cosas, ignoraba sobre rencores a largo, mediano o corto plazo. Para él su infancia había sido fe- liz y había durado poco. Richard no recordaba ningún contratiempo porque los había eliminado se- lectivamente y así había conservado un muy pequeño puñado de recuerdos fe- lices. Las lágrimas del primer día de escuela, las risas crueles de sus compañe- ros, el enojo de sus maestras, los desaires de su primer amor de la infancia –su único amor–, su padre golpeando a su madre cada vez que volvía borracho de sus viajes… todo eso había desaparecido, para dejar una infancia feliz y pe- queña. Eso formó un hombre gris y apático hacia los demás, incapaz de una reac- ción violenta, totalmente calmado y adaptado al trabajo de su oficina. Cuando alguno de sus compañeros le gastaba una broma –generalmente pesada– ni si- quiera era capaz de una respuesta verbal. Se quedaba allí parpadeando detrás 4 Alfa Eridiani Revista de ciencia-ficción Año II. Número 12. Julio–Agosto 2004. de sus anteojos de fino marco metálico y con la boca abierta, en una tonta ex- presión asombrada. Inmediatamente reía –siempre reía– y decía que su buen humor provenía de haber aprendido a reírse de sí mismo y sus defectos. Sus compañeros tenían otra opinión, que no le decían. Al final de la escalera Richard sacó su llave y caminó los tres cortos pasos –cuando estaba apurado eran dos pasos largos– hasta su puerta descascarada. Debía decidirse a ajustar y aceitar las bisagras, antes de que los vándalos del barrio descubrieran que tenía una computadora y un centro musical muy ca- ros. Pero eso sería otro día. Hoy era día de lavado y planchado. Aún así, al pasar por su escritorio, apretó el botón de encendido de su computadora. Era un acto reflejo, a veces pasaba frente a la pantalla luego de un rato y se quedaba parado frente a la pantalla, pensando si había apagado o no la máquina antes de irse al trabajo. Generalmente se respondía con un encogimiento de hombros.