La Inquietante Ambigüedad De La Imagen
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Este librillo es una tentativa de pre servar momentos entrañables, instantes casi fugaces vividos por tres profesores que, con el enigmático empujón de los avatares de la vida, tuvieron la suerte de encontrarse, reuniendo tiempos y lugares diferentes, para discutir as pectos de la am bigüedad de las imágenes de pin tores mexicanos y, también , tópicos relativos a la dificultad de definir lo que se entiende #~Jt3i3 c. a . 2 ó~ 7 <¡ lj 5 ¿ La inquietante ambigüedad de la Imagen tres ensayos ~ AZCAPOTZALCO ,~ coa" B1BL'OTiCa 289'*1.52 Eduardo Peñuela Cañizal Juan Manuel López Rodríguez Francisco Gerardo Toledo Ramírez 2004 UNIVERSIDAD lA AUTONO~ METROPOLIfAT\V\ Casa abterta al tiempo Azcapotzal~o Universidad Autónoma Metropolitana Dr. Luis Miel' y Terán Casanueva LI AM Rector General N j) .15g Dr. Ricardo Solís Rosales D -'l. S (/ Secretaría General r I - D U,dc..-:d .Azr::q:otzabJ Miro. Vlctor Manuel Sosa Godlnez Rector de Unidad Mtro. Cristian E. lenche Guzmán Secretario de Unidad Dr. Luis Ramón ¡V'lora Godrnez Díretor de la División en CIencias y Artes para el Diseño Mtra. Martha Alvarado Dufour Secretaria Académica de la División en Ciencias y Aftes para el Diseño Departamento de Evaluación del Diseño M.AV Paloma lbáfiez Villa lobos Jefa de! Departamento de Eva/uaciófl del Diseño efl el Ttempo Editor Eduardo Peñuela Cañizal R::l tB::t::1 Lyara Apostotico PrCJyect:;o gr'áfico y edcfón electrónica Haydée Silva Guibor ISBN··970 31-0260-3 La inquietante ambigüedad de la imagen es une pubiic'lción editada por el De¡nrtam' ntc de Evaluación del Oiseflo de la División de Ciencias y Artes para el D¡se~o. Universidad ¡\utónoma Metropolitana - AIcapotzalco. Av. San Pabio. i80, Edificio H, planta ll<lja, Coi. Reyt1csa Tamaulipas. Azcapctlalco. C.P. 02200, México, D.F. Tel.: 53 18·91·79 Sumario 05 A título de preárnbulo 07 La visualidad sonora en autorretratos de Frida Kahlo Eduardo Peñuela Cañizal 59 Fr'ancisco Corzas y Tomás Parra: dos pintores mexicanos Juan Manuel López Rodríguez 87 Daño cerebral óptimo: arte. diseño y tecnología Francisco Gerardo To!edo Ramírez A título de preámbulo Este librillo es una tentativa de preservar momentos entrañables, instantes casi fugaces vividos por tres personas que, con el enigmático empujón de los avatares de la vida, tuvieron la suerte de encontrarse, reuniendo tiempos y lugares diferentes, pero amarrados a una misma voluntad de desempolvar castillos de arena y hacer que algunas de sus resquebrajadas torres conquistasen consistencias perdidas para alardear de sus fragilidades granuladas clavándole a la altura alguna que otra lanza quijotesca. El destino, en el fondo, tiene el hechizo de no explicarse ni dejarse explicar y, fiel a ese principio, se cubre el rostro con máscaras de silencio, aunque, para convivir entre los hombres y no pasar totalmente inadvertido, motea de garabatos los disfraces que utiliza para renovar diariamente la urdimbre de signos que apenas dejan vislumbrar los entrecejos de la escritura tras la cual oculta las cicatrices de un rostro que niega los rasgos de su identidad. Con el firme propósito de desvelar el p osible significado de ese movedizo laberinto de trazos, los autores de este libro, sin perder de vista sus limitadas condiciones, se lanzaron, sin aspavientos de sabiduría, a la tÍmida aventura de acercarse, sabiendo de antemano que todos los senderos se bifurcan, a los lugares mundanos por donde el destino construye con levedad las veredas sinuosas de sus andazas y deja a su p aso incógnitas plásticas, circunstanciales y numéricas. Para semejante travesía nunca, a lo que se sabe, los tres autores establecieron un acuerdo en que se prescribiesen las tareas de cada uno. Sería entregarse al canto embustero de las sirenas afirmar, aquí y ahora, que no intercambiaron ideas, que, en fin, no dialogaron ni platicaron sobre las particularidades de sus respectivos quehaceres. Pero siempre lo hicieron con recatos con cisos y mantuvieron sus inquietudes más íntimas en los rincones y recovecos de sus entrañas. Un día, cuando ya cada uno volvía cargando pedazos de lo que habían encontrado en sus respectivas peripecias, se dieron cuenta, sin embargo, que había un hilo de Ariadna con el cual podían coser trozos de las pruebas i enciadas por los tres aisladamente. Hubo el que se detuvo en la faena de zurcir manojos amontonados con los restos de una escárura primordial. Pero también hubo el que se entregó a la labor de remendar los legajos que los años dejan en los guiños vitales conservados por la memot-ia de quien sabe velar en silencio el cadáver de un recuerdo con la luz de una cerilla y, por no ser menos, también se debe mencionar a aquel que, sin jamás haber estado en las de tierras de Creta, se metió en la audacia de atrapar la intuición de que la imagen revolotea a sus anchas en los laberintos del cerebro. Pero entre idas T enidas los tres autores de este librillo se percataron de que era llegada la ocasión de enhebrar con ese hilo común las agujas que cada uno a su manera llevaba consigo repasar los tejidos diferentes de imágenes que, en tanto fruto de afanes artísticos, giran alrededor de nuestros entornos pro ectando en las pupilas algún tipo de inquietud o ambigüedad. Y, tomados, pues, por el entusiasmo, los tres, al unísono, se ándieron al ago hechizo de olear sus ideas sobre la horizontal de la sinta.,..a.s uniendo frases más frases para que de su imbricación pudiese surgir un libro un sopone en que los signos verbales fuesen capaces de hablar de la pintura asumiendo el punto de vista de quien desea adentrarse en los rebus de Frida Kahlo o comprometerse con los contextos que espejean en la obra plástica de pintores como Tomás Parra y Francisco Corzas o por último buscar en las redes ocultas del mundo digital datos que pueden propiciar oo-os entendimientos del arte en nuestra época. Sobre algo de eso tratan los tres ensayos. Pero talvez el lector - el que se atreva a leer el librito - pueda descubrir en esta obra sin grandes pretensiones que también se abordan otras cuestiones. El Edito r La visualidad sonora en autorretratos de Frida Kahlo Eduardo Peñuela Cañizal'" • Profesar de la Universidad de Silo Paulo y de la Universidad Tuiuti del Parané Vlcepresideme de la Asoclacíon Intermmonal de Semiótica Visual. Estt: trebajO fU(1 realizado con el apoyo de beca ¡lel CNPq. Sobre la escritura Raúl Dorra, en el ensayo titulado "Artes de la lnira da" (1999: 188), parte del principio de que la lectura no .consiste en el elemental ejercicio de pasar los ojos so bre los signos impresos, ya que éstos están en el texto escrito para evocar el sonido de las palabras o sea, el sonido sostiene su presencia bajo la letra impresa pues ésta, en verdad, no anula la cornposición del signo lingüístico en la que el significante es siempre una imagen acústica y no una imagen visual. En el caso específico de un texto pictórico, tal premisa me parece igualmente válida, aun cuando se tenga en cuenta lo visible de la grafia. Convivo con la convicción de que el sonido mantiene su presencia bajo la configuración plástica propiamente dicha, sin negar con eso que una parte esencial de esa especie de latencia 1 sonora provenga de la traducción verbal: vemos la imagen, le Para que se tenga una idea más abarcadora de Jo que aquí significa este término, recomiendo la lectura del Capítulo IV del libro de Kaja Silverman titulado The Acoustic Mírror (1988:101-140). En esta obra se destaca la primacía del sentido auditivo sobre los otros sentidos en la formación del ser humano, primacía esa que se engendra en fos procesos de comunicación que el feto, en su constante transformación, mantiene con los ruidos internos del cuerpo maternal en el que se desarrolla. Lt::J visualidad sonora e n aut:orret;r5t;cs ele Frida .Kt9h/o damos el nombre del referente o de los referentes que aparezcan en ella y por medio de esa operación avivamos la articulación de fonemas del signo lingüístico utiliza do para identificar las cosas representadas visualmen te. Tal operación es, sin duda, básica no sólo para la lectura cabal de un texto verbal, sino también para una lectura más abarcadora de la heterogeneidad de signos de un cuadro, pues así como determinados femas pueden intervenir en la construcción del plano de la expresión de la imagen acústica evocada, del mismo modo determinados rasgos plásticos pueden interferir y transformar las relaciones de semiosis instituidas por la mediación de las unidades lingüísticas en el momen to que otorgamos nombres a componentes del complejo espacio semiótico de una obra pictórica. Ese juego de transmutaciones expone su evidencia cuando, por ejemplo, el tÍtulo integra el campo visible de una obra de pintura o cuando letras o frases son inseridas en ese campo, como ocurre en Unos cuantos piquetitos (Fig.l) o enAutorretrato con pelo cortado (Fig.2). En esos cuadros, la imagen acústica de los vocablos y las imágenes acústicas de los signos plásticos se mezclan y, si asentamos la interpretación sobre los indicios designativos que las lenguas naturales nos propician, caeremos, fatalmente, en la trampa de lo reductor y ahuyentaremos muchas de las resonancias figurales que se acurrucan en la urdimbre de las representaciones pictóricas cava vez que tales indicios sean leídos teniendo en cuenta apenas sus valores denotados. No resulta sorprendente, por ende, que, con frecuencia, los títulos de un cuadro afecten su lectura y condicionen su exégesis a los moldes que los signos verbales imprimen en la semiosis. Sin embargo, hay que 10 Eduardo Panuala Canizsl asentir que, a menudo, la previa sonoridad de las palabras escritas obstruye, con más o menos fuerza, el 2 proceso de escucha, pues ellas obstaculizan , con varias de sus muchas artimañas, el sonido de la imagen cuando ésta se presenta no sólo como una combinación de sig nos impregnados de fuerte carga icónico-indicial, sino también como un modo posible de escritura o, dicho con otras palabras, como una práctica significante en que sonidos e imágenes, creo, toleran una mutua convivencia.