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20 de enero de 2018

Parque Regional de los cursos bajos de los Ríos Manzanares y

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Índice Datos prácticos...... 3 Inscripción...... 3

Espacios naturales protegidos de ...... 3 Cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama...... 4

Introducción geológica...... 5 Hidrografía, las arterias del Parque...... 5

Vegetación del Parque...... 6 Vegetación de ribera...... 8

Fauna...... 8 Un poco de historia...... 11

Lagunas de Velilla de San Antonio...... 12

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Datos prácticos

Visitaremos varias de las lagunas, remansos y graveras que mantienen buenas poblaciones de aves invernantes de Madrid. También pasearemos por zonas de vegetación adaptada a unas condiciones ecológicas muy especiales. La ruta es llana y de dificultad baja. Iremos en coches compartidos o en transporte público (es uno de los pocos espacios naturales protegidos a los que se puede llegar en metro). Hay que llevar agua y, si quieres, algo para picar aunque volveremos a casa para comer. No olvides tu cámara de fotos y los prismáticos. • Fecha: Sábado, 20 de enero. De 9:00 a 14:00 • Lugar: Parque Regional del Sureste • Destinatarios: Socios de Vida Silvestre Ibérica (¿y si no soy socio?) • Precio: Gratuito • Inscripción obligatoria: Las plazas son limitadas. • La inscripción incluye: • Guía • Material de observación (prismáticos y telescopios) • Documentación No incluye el transporte ni comida.

Inscripción

Para inscribirte rellena este formulario o escribe un correo electrónico ([email protected]) con los siguientes datos: • Nombre y apellidos • Teléfono de contacto • E-mail Nos pondremos en contacto contigo para confirmar la reserva.

Espacios naturales protegidos de Madrid

Con esta primera excursión del año, inauguramos un ciclo de visitas a los espacios naturales protegidos de la Comunidad de Madrid. Como en anteriores excursiones, es una salida gratuita pensada para socios (es un buen momento para asociarte y disfrutar de esta y otras muchas excursiones).

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Cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama

El territorio de la Comunidad de Madrid es uno de los más poblados y dinámicos de nuestro país. Aun así, se encuentra representada una buena parte de los ecosistemas españoles. Mantener una red de espacios naturales protegidos es uno de los medios más eficaces para proteger y conservar los valores que alberga este ámbito geográfico. Entre los espacios naturales de esta red sobresale el Parque Regional en torno a los ejes de los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama, más conocido como P arque R egional del Sureste. Este Parque Regional abarca un espacio muy singular, sometido a diversos factores que distorsionan su equilibrio biológico. Estas circunstancias derivan, en gran medida, de la influencia ejercida por la proximidad de núcleos urbanos circundantes y el uso, demasiadas veces agresivo, que se ha dado a sus recursos. Pese a ello, alberga áreas y enclaves que constituyen algunas de las entidades biogeográficas más ricas e interesantes de la Comunidad de Madrid. En este entorno tan peculiar, es el agua el elemento natural omnipresente y dominante del valle bajo del Jarama. Así viene sucediendo desde el Terciario, cuando sus aguas han ido modelando el territorio del Parque, hasta nuestros días, con el Jarama y sus tres afluentes, Manzanares, Henares y Tajuña, que unen sus aguas en territorio del Parque. La existencia de numerosas lagunas, artificiales en su gran mayoría, también contribuye a ese protagonismo. Estas lagunas nos sirven, en algunos casos, como ejemplo de recuperación de espacios degradados y en ellas estudiaremos algunas de las especies de aves invernantes de la comunidad. Bajo la fértil tierra de la vega jarameña se encuentran los depósitos de gravas silíceas de la sierra que se formaron durante millones de años con los inmensos acarreos de la erosión fluvial cuaternaria. Constituyen esos depósitos el objetivo de la actividad minera que tras su extracción los destina al sector de la construcción. Ese mismo subsuelo guarda un pasado paleontológico y arqueológico de gran relevancia en la Comunidad de Madrid, constituyéndose en otro más de los valores ocultos del Parque, que forma parte del Patrimonio Histórico de la región. El Parque Regional del Sureste coincide con el Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) “Vegas, cuestas y páramos del sureste de Madrid” y que en el año 2004 fue declarado Zona de Especial Conservación (ZEC). A su vez, prácticamente se solapa con la ZEPA (Zona de especial protección para las aves) “Cortados y cantiles de los ríos Manzanares y Jarama”. Ambas zonas de protección forman parte de la Red Natura 2000.

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Introducción geológica

El Parque Regional del Sureste es un territorio privilegiado en cuanto a las muestras visibles de su geología. Presenta una notable diversidad en diferentes aspectos como los estructurales, estratigráficos, paleontológicos o geomorfológicos. Los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama atraviesan materiales terciarios y cuaternarios de la zona centro occidental de la cuenca del Tajo, cuya característica geológica más relevante es su disimetría, con largas y escarpadas vertientes y un amplio desarrollo de terrazas. Durante los primeros movimientos tectónicos de la orogenia Alpina (Cretácico Terminal- Paleoceno Inferior) se retira el mar definitivamente y se pasa en el área central de la península a ambientes continentales. Toda la sedimentación terciaria anterior al Mioceno no aflora en los límites del Parque Regional del Sureste. A nivel regional los materiales terciarios están plegados. Estos pliegues son de gran amplitud y morfología extremadamente suave, con direcciones NNE-SSW, que serán las direcciones en que se instalan los ríos Jarama y Henares, a favor de esas antiguas fracturas de basamento. Dichos pliegues son producto de la tectónica del Terciario y no parecen afectar a los materiales cuaternarios. Durante el Cuaternario los procesos de remodelación por sistemas fluviales son los procesos geológicos dominantes. La existencia de tantos niveles de terrazas en los valles del Jarama, Manzanares y Henares, está asociado a procesos neotectónicos más que a procesos climáticos. Son muchas las terrazas afectadas por basculamientos, hundimientos y fracturación, dando lugar a sistemas de terrazas altamente complejos. En el cauce del río Jarama los efectos de la neotectónica son espectaculares. Ejemplo de ello es el cambio que sufre el curso del río a la altura de Velilla de San Antonio, abandonando la margen derecha del valle trasladándose a la izquierda bruscamente. Está provocado por el ligero basculamiento hacia el este de ese bloque, a favor de fracturas recientes de dirección E-W, y vamos a poder observarlo in situ en uno de los paseos.

Hidrografía, las arterias del Parque

El Parque Regional del Sureste se estructura en torno a los ejes de los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama, constituyéndose sus cauces como elementos físicos determinantes en la configuración de este espacio. Los ríos, en concurrencia con la geotectónica, han sido los agentes modeladores del relieve del Parque, configurando hábitats y ecosistemas valiosos para albergar diversos y variados procesos biológicos, al mismo tiempo que han condicionado las actividades socioeconómicas en la fértil vega del Jarama. La disimetría del Tajo hace que sus afluentes principales aporten sus aguas al río por su margen derecha y entre estos el Jarama es el curso principal. Su cuenca supone casi dos tercios de la superficie de la Comunidad. Lozoya, Guadalix y Manzanares aportan sus aguas al Jarama por su margen derecha, mientras que por la margen izquierda los cursos del Henares y el Tajuña tributan sus aguas alcarreñas. De los 138 kilómetros del curso del Jarama en la Comunidad de Madrid, 60 kilómetros discurren por el Parque Regional del Sureste.

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El acuífero cuaternario que ocupa el subsuelo de las vegas de los ríos, está formado por depósitos aluviales de gravas, arenas y limos, conectados con los cursos de agua permanente donde descargan sus recursos. Tradicionalmente han abastecido las numerosas explotaciones agropecuarias situadas en las riberas de los ríos; su calidad es muy variable y son especialmente sensibles a la contaminación. Las actividades extractivas en las vegas han ido ocupando paulatinamente el espacio agrícola y dejando su huella en el paisaje en forma de lagunas de distintas formas y tamaños, ligadas principalmente a la cuenca del río Jarama. Se ha inventariado la presencia de 123 humedales en este espacio natural protegido; estas lagunas son hoy el hábitat predilecto de numerosas especies animales, destacando especialmente las aves. La valoración ambiental de estos ecosistemas, atendiendo a criterios biológicos, ecológicos y antrópicos, es alta en casi uno de cada cuatro humedales.

Vegetación del Parque

Los factores más influyentes que determinan la vegetación del Parque serán el clima, la composición de sus suelos y el pasado histórico de aprovechamiento de sus recursos naturales. De este modo tienen gran relevancia, en la distribución y composición florística de la vegetación, la existencia de suelos yesíferos y margas yesíferas de muchos cortados y cuestas. Dicha distribución se presenta como un complejo entramado de mezclas y mosaicos, en diferentes gradaciones y con interrelaciones y transiciones de diverso signo, hecho habitual en el ámbito mediterráneo, más acusado cuanto mayor haya sido el uso pastoril y agrícola del territorio, como es el caso del Parque. Veremos una aproximación general a la vegetación más importante del conjunto del Parque, aunque nosotros en esta salida visitaremos sobre todo las formaciones riparias. En otras zonas del Parque encontramos encinares no muy extensos y pinares procedentes de repoblaciones de mediados del S XX, siendo habitual el pino carrasco (Pinus halepensis) y menos el pino piñonero (Pinus pinea). Los matorrales asentados en el Parque Regional del Sureste ocupan aproximadamente un 23% de toda la superficie y presentan una gran diversidad fisonómica y taxonómica atendiendo al tipo de suelo donde se asientan. Cada una de las distintas formaciones vegetales, dominadas por una o varias especies de matas, integran un rico y variado cortejo florístico, estableciéndose los índices más altos en cuanto a biodiversidad botánica mediterránea se refiere. Los matorrales calizos o de tránsito calizo-gipsícola se localizan en las zonas con una mayor altitud, preferentemente sobre suelos que conforman los páramos y que recubren, a partir de los 600 metros, en forma de manto, los yesos y margas de las cuestas. Los matorrales calizos más significativos, dado que ocupan una mayor extensión, son las formaciones de romero (Rosmarinus officinalis) en ocasiones acompañado por el romero macho (Cistus clusii); tomillo (Thymus vulgaris), tomillo terrero (Teucrium polium subsp. capitatum) y mejorana (Thymus mastichina); ontina (Artemisia herba-alba); efedra (Ephedra nebrodensis y E. distachia); aulaga (Genista scorpius) salvia o espliego (Salvia lavandulifolia) y, a veces también, conjuntamente con lino (Linum suffruticosum). Existen otros matorrales de menor entidad en cuanto a espacio ocupado, pero de gran interés

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web: www.vidasilvestreiberica.org Estudio y conservación de Naturaleza botánico como son las comunidades de Globularia alypum, jara (Cistus albidus) y otros con estepa negra (Cistus salvifolius). Estos últimos suelen ocupar suelos aluviales calizos y pedregosos. De igual manera aparecen rañas silíceas dispersas y dominadas por cuarcitas que congregan pequeños grupos de cantueso (Lavandula pedunculata), jaguarcillo (Halimium umbellatum subsp. viscosum), jara pringosa (Cistus ladanifer) y otras matas acidófilas. Los matorrales que ocupan una mayor extensión en el Parque Regional del Sureste son las formaciones de retama y coscoja. La retama (Retama sphaerocarpa) coloniza todo tipo de áreas abiertas: pies de cerros, laderas con escasa pendiente sin problemas de erosión, vastas llanuras, graveras abandonadas y terrenos incultos en general. En un lugar muy destacado se encuentran los bosques de coscoja (Quercus coccifera) debido a su gran relevancia ecológica. Son comunidades arbustivas densas, muy estables, con coberturas por encima del 70%. Los huecos dejados por las coscojas son aprovechados por caméfitos y otros matorrales termófilos de mayor porte como el espino negro (Rhamnus lycioides), aulaga (Genista scorpius), romero (Rosmarinus officinalis), jazmín (Jasminum fruticans), cornicabra (Pistacia terebinthus), Bupleurum fruticescens y Osyris alba entre otros muchos, y sobre todo pies de encina (Quercus ilex), que en conjunto se aproximarían a una hipotética vegetación clímax. Plantas que crecen sobre yesos Se denominan plantas gipsícolas a aquellas que son capaces de crecer sobre yesos. Se localizan fundamentalmente en zonas áridas, de forma dispersa. Son representativos de laderas escarpadas muy susceptibles de erosión por el agua de lluvia, dando lugar a suelos esqueléticos, con una alta concentración en sulfatos y en cuya superficie se forman concreciones salinas duras, a modo de costra, lo que provoca una escasa densidad de cubierta vegetal (por debajo del 30%). Todas las plantas que medran en los yesos viven bajo condiciones extremas de xericidad por lo que no han tenido más remedio que desarrollar adaptaciones anatómicas que eviten la pérdida excesiva de agua por transpiración. Algunas de ellas son incluso capaces de obtener el agua mediante reacciones químicas que deshidratan el propio mineral de yeso. Los matorrales gipsófilos más frecuentes son los formados por Gypsophila struthium, Frankenia thymifolia y Salsola vermiculata (sisallo), tomillo (Thymus zygis y Thymus lacaitae) y otras formaciones características como las formadas por la jarilla de escamas (Helianthemum squamatum) y la hierba de las pecas (Lepidium subulatum). Otras especies auténticas especialistas en colonizar los yesos son, entre otras: Centaurea hyssopifolia, Iberis saxatilis subsp. cinerea, Herniaria fruticosa, Allium spharocephalon, Launaea resedifolia, Lithodora fruticosa y, sobre todo, Reseda suffruticosa, este último taxón destacado endemismo ibérico. En aquellas laderas con un suelo más profundo aparece la efedra (Ephedra fragilis); algunos pies centenarios sobrepasan los 2 m de altura, lo que supone que es el arbusto gipsícola de mayor entidad. Otro taxón de presencia muy localizada es el chucarro (Ononis tridentata), planta característica de las pequeñas inclusiones de yesos rojos más ricos en arcillas y carbonato cálcico. El suelo no colonizado por el matorral se cubre casi

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web: www.vidasilvestreiberica.org Estudio y conservación de Naturaleza por completo gracias a la presencia de distintas e interesantes formaciones de líquenes y musgos. Muchas de estas especies gipsófilas, endemismos ibéricos en algún caso, forman parte de la asociación vegetal Gypsophiletalia, que es uno de los hábitats de conservación prioritarios incluidos en la Directiva Hábitats de la Unión Europea.

Vegetación de ribera

La vegetación mantiene inalterada en algunos puntos la estructura típica de bosque de ribera. Una organización en franjas horizontales siguiendo la siguiente secuencia: La línea de árboles más próxima al agua estaría formada por sauces (Salix spp.). Algo más retirada de los márgenes se encuentra una segunda banda de hasta 15 m de altura con álamos blancos (Populus alba) y ocasionalmente por chopos (Populus nigra y Populus x canadensis) y algunos ejemplares de fresno (Fraxinus angustifolia). Más alejadas de la ribera se localizaban los olmos (Ulmus minor). Una orla espinosa, formada principalmente por zarzas, espinos y rosales, enmaraña y muchas veces impide el paso al interior de los sotos y bosques de galería. En los lugares donde han desaparecido los sauces, medran las cañas (Arundo donax), carrizos (Phragmites australis), espadañas (Thypha spp.), juncos, zarzas y otras herbáceas hidrófilas. Los carrizales y espadañales prefieren las aguas y suelos ricos en carbonatos por lo que proliferan en cauces de agua lenta, acequias y suelos fangosos ricos en limos. Por último, sobre suelos arcillosos y periódicamente inundados, cubetas salinas, planicies endorreicas, cauces y márgenes de arroyos aparecen los tarajes (Tamarix gallica y Tamarix canariensis), grandes arbustos indicadores de suelos con cierta salinidad, acompañados de matorrales halófilos donde hay mayor concentración de sal en el suelo.

Fauna

Las características climáticas, orográficas, vegetales e hidrológicas del Parque Regional del Sureste le dotan de una gran diversidad de hábitats, que obligadamente se traducen en una importante e interesante comunidad faunística. No es frecuente que en un mismo espacio natural protegido coincidan hábitats de estepas de yesos con numerosos ambientes acuáticos, ya de aguas corrientes, ya de aguas estancadas; o paredes verticales de yesos y restos de masas boscosas forestales, ofreciendo todo el conjunto numerosas oportunidades para la vida silvestre. Aunque en esta ocasión no la vamos a visitar, la parte occidental del Parque Regional la ocupan grandes extensiones de cultivos cerealistas en los que encontramos importantes poblaciones de aves esteparias como la avutarda (Otis tarda) y el sisón (Terax tetrax), ambas especies amenazadas y a las que dedicaremos próximamente otra salida de campo. Ya hemos mencionado los cortados yesíferos que caen a plomo al encontrarse con el Jarama. Estos cortados contienen numerosas oquedades, grietas y pequeñas repisas,

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web: www.vidasilvestreiberica.org Estudio y conservación de Naturaleza consecuencia de la fácil erosionabilidad de los yesos. Estas características formaciones del Parque constituyen el lugar idóneo para la presencia de numerosas aves, entre las que destacan el halcón peregrino (Falco peregrinus) y el búho real (Bubo bubo,) que parece encontrarse en franca expansión, a lo que ayuda su base alimentaria constituida sobre todo por el conejo (Oryctolagus cuniculus), muy abundante en todo el territorio del Parque. También los murciélagos aprovechan estas oquedades, con dos especies representadas, el murciélago enano (Pipistrelus pipistrelus) y el murciélago pequeño de herradura (Rhinolophus hipposideros). Otros mamíferos que utilizan estos ambientes son la comadreja (Mustela nivalis), la garduña (Martes foina) y el tejón (Meles meles). Como hemos visto, el río Jarama es un gran protagonista del espacio. En sus márgenes existen numerosas lagunas de variadas dimensiones, que contribuyen con sus aguas a proporcionar medios acuáticos muy valiosos para el asentamiento de una fauna muy diversa y rica en especies. Varias especies piscícolas se mueven por las aguas de los cursos fluviales del Parque, unas autóctonas como el barbo común (Barbus bocagei), el barbo comizo (Barbus comizo), la boga de río (Chondostroma polylepis) y el calandino (Squalus alburnoides) También las encontramos introducidas como la carpa (Cyprinus carpio), el pez rojo (Carassius auratus), el pez gato negro (Ameiurus melas) y la gambusia (Gambusia holbrooki). Si el problema de las especies introducidas es grave en general, el caso de las aguas continentales españolas es particularmente alarmante, con irreparables consecuencias para nuestra fauna endémica. Un ejemplo paradigmático es el del cangrejo americano (Procambarus clarkii) que también encontramos multiplicándose en estas aguas. Como mamífero destaca la nutria (Lutra lutra). Aunque nunca es sencillo, los ojos atentos podrán observarla en sus idas y venidas por el río en busca de alimento. La relación de avifauna acuática del Parque alcanza las 120 especies, de las cuales el 21% se encuentran incluidas en alguno de los catálogos de protección al uso con diversos estatus. Dada la fecha de nuestra visita, nos vamos a centrar en las acuáticas invernantes (esta salida de campo se completa con otra que realizaremos en primavera para visitar las Lagunas de La Mancha continuando con nuestro estudio de las aves acuáticas, esta vez las estivales). Sin embargo, para dar una idea general de la rica avifauna que podemos encontrar en el Parque, vamos a citar brevemente lo que podemos observar también en época de cría. La extracción de áridos bajo el nivel freático, con varias décadas de actividad en el territorio del Parque, ha dado lugar a la formación de numerosas lagunas de gravera. En sus aguas y riberas, en algunos casos bastante naturalizadas, se ha instalado una comunidad ornítica que año a año va aumentando en diversidad y riqueza. Las aves están ampliamente representadas en este medio. Las anátidas las encontramos ampliamente representadas. Las más frecuentes y abundantes son el ánade azulón (Anas platyrhynchos), el pato cuchara (Anas clypeata), el

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ánade friso (Anas strepera) y el porrón europeo (Aythya ferina). Con menor presencia encontramos el pato colorado (Netta rufina), escaso pero reproductor en el Parque, el porrón moñudo (Aythya fuligula), invernante, y el ánade silbón (Anas penelope), muy escaso y con presencia intermitente. Otras dos especies merecen especial atención por su grado de amenaza y rareza son el porrón pardo (Aythya nyroca), con escasos ejemplares en invernada (¡Atentos a los remansos del río, pegados normalmente a la vegetación ribereña!) y la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), con algunos pequeños bandos en época migratoria. Entre las ardeidas no será difícil que encontremos garzas reales (Ardea cinerea) o bandos de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) que vuelven al atardecer a sus dormideros. A partir de primavera el Parque se convierte en un lugar privilegiado para observar garcillas cangrejeras (Ardeola ralloides), garza imperial (Ardea purpurea), avetorillo (Ixobrychus minutus) o martinete (Nycticorax nycticorax) Otro grupo presente es el de los limícolas, que son aquellas aves que se alimentan de los invertebrados que se encuentran entre los limos. Destacan la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el andarríos grande (Tringa ochropus), el andarríos chico (Actitis hypoleucos), el chorlitejo chico (Charadrius dubius), la agachadiza común (Gallinago gallinago) y diversos correlimos (Calidris spp). Abundantes en estos espacios acuáticos encontraremos la focha común (Fulica atra) y la gallineta común (Gallinula chloropus). Prestando especial atención a las orillas de carrizo y enea es posible avistar al calamón (Porphyrio porphyrio), que ha experimentado cierta expansión en las últimas décadas desde los humedales del sur peninsular. No es extraño que en esas riberas aparezcan llamativos nidos colgantes donde cría el pájaro moscón (Remiz pendulinus), mientras se hace notar el explosivo canto del ruiseñor bastardo (Cettia cetti), o que al atardecer seamos testigos de la espectacular entrada a los dormideros en los carrizos de cientos de escribanos palustres (Emberiza schoeniclus). Si un volar rápido y azul a ras de agua nos llama la atención síguelo y con suerte podrás disfrutar de una de las aves más bellas de los entornos ribereños, el martín pescador (Alcedo athis). Y aquí y allá, soleándose en las ramas secas de los árboles de la orilla o del medio de las lagunas, aparecerá otro invernante típico, el cormorán grande (Phalacrocorax carbo). Asimismo, merece la pena mencionar la gran cantidad de aves que se alimentan en los vertederos de la zona, el de Pinto y el de Valdemingómez. Grandes bandos de garcillas, cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), gaviotas reidoras (Larus ridibundus), gaviotas sombrías (L. fuscus) y grajillas (Corvus monedula) acuden a diario a obtener comida fácil. Estos vertederos y otros lugares similares donde encuentran el alimento que el invierno les niega de forma natural han cambiado los patrones de migración de algunas especies, como es el caso de la cigüeña blanca. Para terminar con la avifauna, podremos observar rapaces como el milano real (Milvus milvus) especie que ve aumentado su número en la península por estas fechas por la llegada de invernantes europeos, o el aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), adaptado a la vida lacustre.

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Un poco de historia...

Tanto dentro del amplio espacio incluido en el Parque Regional como en lugares colindantes se localiza un rico patrimonio arqueológico, paleontológico y etnológico en el que están representadas las grandes etapas de la ocupación humana de la región. El espacio que ocupa este espacio natural protegido ha sido habitado desde los inicios de la Prehistoria cuando, hace más de 300.000 años, los grupos humanos del Paleolítico Inferior utilizaron las riberas del Jarama para cazar. Más adelante, los primeros colonos neolíticos introdujeron la agricultura y la ganadería. A partir de entonces y hasta el momento actual, las distintas sociedades han interactuado económica y simbólicamente con su entorno, transformando el medio natural en un paisaje antropizado. De la época romana cabe destacar Titulcia como uno de los puntos importantes en el entramado de las calzadas que conducían a Segovia y a Zaragoza pasando por Alcalá de Henares, la antigua Complutum. Toda la zona estaba ocupada entonces por pequeños núcleos urbanos y villae (explotaciones agrícolas privadas). El modelo romano de asentamiento se desarticula en la Alta Edad Media, y en la zona del Parque se han documentado numerosos restos de época visigoda consistentes en aldeas de cabañas y cementerios de inhumación que parecen recuperar una movilidad parecida a la de las épocas prehistóricas. Durante la etapa musulmana surgen una serie de guarniciones en Madrid y , a la vez que se construyen varias atalayas y torres en la Vega del Jarama, aunque la etapa clave en la formación de los núcleos de población es la Baja Edad Media, tras la conquista de Toledo (1085), etapa que se prolonga hasta el siglo XV, cuando se consolida la trama de asentamientos. En el siglo XVI Felipe II establece la corte en Madrid y se crean los reales sitios de Madrid, , El Escorial y Aranjuez. Se construyen canales de riego y abastecimiento y se inicia la jerarquización de los centros comarcales (Getafe y Chinchón). Durante los dos siglos siguientes, aún manteniendo el esquema poblacional, se produce un descenso del número de habitantes, con la excepción de Madrid, que crece de forma desproporcionada con respecto al resto de los municipios de la región. A principios del siglo XX y hasta la Guerra Civil domina una dinámica expansiva mediante la cual se amplia el sistema de carreteras y ferrocarril. Durante la Guerra Civil lo que hoy constituye el Parque Regional se convierte en escenario de una de las principales batallas, la del Jarama. Durante el mes de febrero de 1937 se libran duros combates que cruzan el valle del Jarama de oeste a este, estabilizándose la línea del frente a principios de marzo en el límite este del Parque. En la actualidad aún quedan numerosos vestigios de la contienda, fortificaciones, puestos y líneas de trincheras. Tras la Guerra se produce el abandono de los ferrocarriles de vía estrecha, a la vez que se reconstruyen y aparecen nuevos núcleos como Rivas. En el último tercio del siglo se producen los mayores cambios con el desarrollo del área metropolitana de Madrid y la dinámica regresiva en la que caen los municipios que se sitúan fuera de los ejes de desarrollo.

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Lagunas de Velilla de San Antonio

Dentro del Parque Regional del Sureste, en esta excursión nos vamos a centrar en las Lagunas de Velilla. Es uno de los 16 municipios que forman parte del Parque y en su área protegida encontramos una buena representación de los valores del Parque Regional. El 94% de sus humedales son restaurados en antiguas zonas de actividad extractiva de áridos. Cuando la extracción llega al nivel freático, que en la zona es muy superficial por la cercanía del río, el agua surge inundando el vaso. Así se formarán las lagunas artificiales que con el paso de los años, de manera natural o con la ayuda de repoblaciones, se irá poblando de vegetación de ribera. El conjunto lagunar lo forman la laguna de "El Raso", el "Picón de los Conejos" (que en una década y buena gestión es un ejemplo de sostenibilidad y mantiene importantes números de aves), "El Soto" y el "Humedal de Miralrío".

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