ASTURIAS SIGLO XXI

BELMONTE DE MIRANDA Fuera de juego

Fermín RODRÍGUEZ Rafael MENÉNDEZ

Belmonte es un concejo montañoso, extenso y de tradición ganadera en la cultura vaqueira. Pero se ha quedado al margen de los nuevos procesos de desarrollo rural. Necesita encontrar hoy su hueco y su proyecto de futuro en el territorio regional

Belmonte de Miranda es un concejo de media montaña, de actividad ganadera secular y cultura vaqueira, relativamente próximo al centro de la región. Hoy continúa con su declive, propio no sólo de este concejo sino del conjunto de concejos rurales asturianos que no cuentan con núcleos de caracteres urbanos. Concejo extenso de montaña, sirve de enlace entre el valle del Narcea y la divisoria de la cordillera en Somiedo, a través del valle meridiano del río Pigüeña. Un paisaje de gran atractivo y de caminos tradicionales que está cerca del centro de la región pero a la vez muy lejos por las deficientes vías modernas de comunicación. Nos encontramos en Belmonte con una acumulación de factores negativos habituales en el mundo rural asturiano: concejo extenso, relieve montañoso, difíciles comunicaciones, muchas aldeas, escasos recursos y ausencia de una capital urbana. El resultado de esta acumulación es el declive demográfico, la emigración, el envejecimiento de la población residente y el descenso del empleo y de la población activa. Belmonte sigue siendo un concejo vaqueiro, ganadero. Lo ha sido tradicionalmente y lo sigue siendo en la actualidad. Ha descendido el número de explotaciones, no demasiado en los últimos años, hasta las 250 de la actualidad, orientadas a la producción de terneros. Sin embargo, en la última década este descenso ha sido compatible con el aumento de la cabaña de vacuno hasta las 6.800 cabezas. Es decir un aumento de la dimensión de las explotaciones que han superado el ajuste, y por ello en el número medio de cabezas por explotación. El empleo ganadero, a pesar del descenso de la actividad, sigue siendo mayoritario, con unos 300 empleos, el 40% del total. La minería del oro ha venido aportando 200 empleos en la última década, aunque está en situación de cierre anunciado. Si el empleo general ha descendido, se ha mantenido el correspondiente al sector terciario, unos 250, hasta suponer un tercio del total, en proporción creciente. El descenso del empleo es un fenómeno paralelo al declive demográfico. Las nuevas actividades en el medio rural relacionadas con el turismo han tenido un impulso desde los años noventa. De ese impulso ha quedado una infraestructura de cierta entidad: 12 establecimientos y casi un centenar de plazas de alojamiento, con un potencial notable de crecimiento a partir de la puesta en valor del rico patrimonio natural y cultural del concejo. Como ya hemos visto en otros concejos similares la especialización ganadera, aunque modernizada, no permite mantener la población en sus niveles actuales. Lo exiguo de la natalidad y el proceso avanzado de envejecimiento ocasionan un número anual muy superior de defunciones respecto a los escasos nacimientos. Y el saldo migratorio continúa siendo levemente negativo. La población desciende. Se sitúa hoy en los 2.000 habitantes, cuando eran 2.500 hace diez años y 3.800 en 1981. Viven en 15 parroquias y 78 aldeas habitadas muy repartidas por el territorio concejil. Salvo la capital ninguna supera los 100 habitantes y sólo San Cristóbal, Selviella y Boinás tienen más de 50. Y 15 aldeas ya deshabitadas. Las parroquias son, en general, de pequeña dimensión y con pocas aldeas: Castañedo, , , Vigaña, Cuevas, y San Martín de Ondes tienen solamente una o dos aldeas y menos de 50 habitantes en total. Por el contrario San Bartolomé, San Martín de Lodón, , y Agüera muestran un poblamiento más denso y un futuro menos comprometido. La capital se corresponde con el nivel de los núcleos de pequeña dimensión, inferior al de las villas y algo superior al de los principales núcleos rurales, en torno a los 500 habitantes. En los nuevos procesos de desarrollo rural, Belmonte se ha quedado en una situación intermedia, un tanto fuera de juego respecto a sus vecinos, que se han vinculado en mayor medida a ellos, sobre todo en Somiedo, pero también en Salas. Mientras tanto y resistiendo contra todo la actividad ganadera, la única novedad reciente ha sido la minería del oro, hoy en fase terminal. Incluso la posición de Belmonte en el acceso a Somiedo no ha tenido todo el peso que podría haber alcanzado, consolidándose en mayor medida las entradas al parque desde el sur de la cordillera y por Teverga. Las condiciones de la carretera principal no han ayudado a una mejora de la situación. Tampoco ha podido vincularse al parque natural de Somiedo, por lo que ha quedado en una posición marginal y difícil dentro de la estructura territorial asturiana sin un proyecto claro de futuro. A la espera de la terminación de la cercana autovía entre Oviedo, La Espina y Canero, que acercará notablemente al centro de la región. Belmonte necesita encontrar su sitio y apoyarse en una estructura comarcal para poner en marcha procesos de desarrollo y de nuevas actividades que le permitan superar la especialización y abrir nuevas perspectivas para el asentamiento de la población. La apuesta por la cultura vaqueira y por el Camín Real de La Mesa como imagen de marca es aún demasiado reciente para haber dado frutos de entidad. Muy importante es la mejora de las comunicaciones, el aprovechamiento del patrimonio del concejo y los caminos tradicionales para la fijación de nuevas actividades. La conversión de la atractiva capital del concejo en un núcleo de servicios que permita su crecimiento y la mejora de la dotación de equipamientos general del concejo es otra apuesta de futuro a explorar en un concejo poco conocido y de notables potenciales y atractivos.