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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS ARCHIVO HISTÓRICO 11 FONDO BEATRIZ DE lA RJEN1E SERIE aa~ : r-~~N\I 00 '1 ÜI5Tlt0 CIOUE0 CAJA OOCJ EXP. 0~ -<-t DOC. 0005 FOJAS 5 -2-3 FECHA (S) iq=lq , +95'f, jc¡qj Academia - de Artes Una década de actividades 1979-1989 ' México 1991 1 1 1 1 t. Académicos de Número 1 ~ SECCIO N DE ARQUITECTURA SECCION DE HISTORIA Y CRITICA DEL ARTE 1 Teodoro González de León J orge Juan Crespo de la Serna ( + ) 1' Ricardo Legorreta J ustino Fernández ( +) Enrique del Moral ( + ) Pablo Fernández Márquez ( +) Mario Pani Beatriz de la Fuente 1 Pedro Ramírcz Vázquez George Kubler• • José Villagrán Garcí_a ( +) Francisco de la Maza ( +) Enrique Y áñez ( +) Xavier Moyssén 1 Erwin Waltcr Palm ( + )•• -~ SECCION DE ESCULTURA fda Rodríguez Prampolini Pedro Rojas ( + ) Federico Canessi ( +) Germán Cuero ( + ) SECC!ON DE MUSICA Manuel Felguérez Mathias Goeritz ( + )" Carlos Chávez ( + ) Angela Gurría Manuel Enríquez Luis ·Ortiz Monasterio ( +) Ignacio Fernández Esperón "Tata Nacho" ( +) Sebastián Bias Galindo 1 Francisco Zúñiga Rodolfo Halffter ( + ) Mario Lavista 1 SECCION DE GRAFICA Leonardo Velázquez Manuel Alvarez Bravo SECCION DE PINTURA Alberto Beltrán Erasto Cortés J uárez ( + ) David Al faro Siqueiros ( +) Francisco Dfaz de León ( + ) Ram~n Alva de la Canal ( +) Arturo García Bustos Raúl Anguiano Leopoldo Méndez ( + ) José Chávez Morado Francisco Moreno Capdevila Jorge González Camarena ( +) Roberto Montenegro ( + ) Luis Nishizawa 1 Juan O'Gorman ( +) 1 Carlos Orozco Romero ( + ) Detchko Ouzounov ( + ) .. 1 Rufino Tamayo ( + ) 1 j • Académico Honorario 1 " Académico Correspondiente l 1 7 ...1. 1 1 Rostros de la plástica prehispánica discurso de ingreso de la doctora 1 Beatriz de la fuente 1 14.II.l980 Si admitimos que las culturas mesoamericanas son, AunQue el rostro humano es perfectamente reco· esencialmente, una sola, de modo que olmecas, nocible como tal en la imaginería precolombina, mayas, tcotihuacanos, zapotecas, toltecas, huaste· hay, sin embargo, diferentes modos de represen 1 cas, mixtecas, aztecas, formaron en el fondo una tarlo. En un extremo están los rostros retrato, gran unidad espiritual; si sobre esa base pretende· aquellos en los cuales no cabe duda de que intentan mos indagar lo que para aquellas culturas significó reproducir, con la mayor fidelidad posible, los ras· 1 el rostro humano, será posible, si en alguna de ellas gos físicos, los gestos y la expresividad de un indivi encontramos una luz que nos oriente, extenderla duo; en el otro extremo se encuentran patrones geo para aclarar con ella las sombras que en el conjunto metrizados o reducidos al mínimo de los rasgos que 1 de todas se nos presenten. se puedan reconocer; representan tipos esquemáti Ahora bien: de acuerdo con la etimología del vo cos. cablo náhuatl que significa "despertar", el hom Entre ambos extremos caben variaciones; en si 1 bre, cuando despierta, "vuelve a su rostro", "re tuación intermedia se encuentran los que aparecen cobra su rostro", "adquiere rostro". Acaso, si nos acaso con frecuencia mayor: son aquellos que no aplicamos a este concqJtO, encont rarcmos la orien alejándose de su modelo en la naturaleza, mantie tación que buscamos. Dos son, fundamentalmen nen determinado número de caracteres constantes, 1 te, las acciones que definen el despertar: abando sin que pretendan acentuar ningún elemento que nando el olvido y la soledad del sueño, el hombre, los individualice; son también los más representati primero, recuerda y recobra la conciencia de sí vos de los diversos estilos. 1 mismo y del mundo, y luego recupera el poder de relacionarse con éste; relacionarse con el mundo que está a su alrededor y por encima de él. De esta 1.1 El esqutma 1 suerte, si el que despierta para el hombre de Meso américa prehispánica, es quien regresa a su rostro, En el polo opuesto al del retrato, pues, se en quien lo recobra, quien lo adquiere, es posible afir .::uentran los rostros que llevados a su máximo sin mar que para aquel hombre el rostro representa la tetismo, recuerdan tan sólo, y en ocasiones de ma 1 manifestación de la conciencia y de la facultad de nera remota, las facciones humanas. relacionarse con el mundo. ' En tanto que el proceso que tiende a establecer Bajo esta luz voy a exponer en seguida el tema la convención y el arquetipo por medio de la repetí 1 que me he fijado para este discurso. ción de los rasgos es muy frecuente en las figuracio nes humanas de Mesoamérica, es poco usual la re ducción de tales rasgos a la más lejana posibilidad de su reconocimiento. De hecho tales reducciones 1 Lo natural humano se restringen a las máscaras y los rostros de las re presentaciones de Mezcala en una época tempra En la representación de los rostros humanos se na, el final del período Preclásico Tardío. 1 manifiestan los grados de conciencia que del uni En algunas de esas representaciones, las más verso tenían los pueblos prchispánicos. abstractas y al parecer las más antiguas, los rostros Las diversas soluciones figurativas que sus artis se configuran por planos que terminan en afiladas 1 tas les dieron van desde la más pura esquematiza orillas, en que los ojos y las bocas son sólo ranuras. ción y sintetismo de su aspecto general y sus faccio En otras, se abrevia la frente, se hacen resaltar los nes, hasta la más asombrosa similitud a las fiso arcos superciliares y se proyecta el mentón. Hay 1 nomías reales. otras más, como algunas de las que se e11contraron 1 1 35 1 en las exploraciones del Templo Mayor, en las cua Prototipo del rostro teotihuacano es la máscara 1 les se eliminan las formas angulosas en favor de las reducida a patrones gcometrizantcs; su sello es in- f 1 curvas, pero se mantienen los rasgos simplistamen confundible. La tendencia por acentuar la horizon te representados sobre el plano de la superficie fa talidad de los rasgos se convierte en su atributo for cial. • mal distintivo y contribuye a darles su aspecto Estos rostros constituyen, a su vez, conjuntos de característico, pasivo y falto de expresión. No hay 1 tipos; el esquema establecido persiste en tanto es gestos, no hay movimiento. El sintetismo de los congruente con lo que comunica. Me refiero a ellos rasgos en favor de las formas geométricas, genera por separado de los que llamo convenciones artísti• liza los rostros; las facciones se reconocen, pero el 1 cas, porque a pesar de que son expresiones conven individuo está ausente. cionales, revelan un grado mucho mayor de Las frentes planas se extienden como bandas; los abstracción, de tal suerte que quedan colocados, en arcos superciliares describen líneas casi horizonta 1 cuanto a medios de representación, en el extremo les; los ojos se representan esquematizados por lí• contrario al de los rostros que reflejan su modelo neas que perfilan oquedades en espacios que siguen natural. la horizontalidad, y en sentido horizontal se des plaza también la boca de labios linos y delgados. El 1 contorno que enmarca los rasgos es, por lo general, r La cpnvención un trapecio cuya base mayor corresponde al límite superior de la frente. Posiblemente, tal prototipo • 1 En la amplia variedad de rostros cuyos ra~gos no empezó a establecerse en la fase li de Teotihuacán, se apartan del modelo natural, hay muchos en los con las figurillas tipo retrato o de danzantes que cuales la pretensión no es representar la individua acusan en sus rostros algunas de las características 1 lidad, sino la generalidad de las facciones que de antes descritas. Pero en Teotihuacán III aparece terminan las fisonomías reales. Los elementos no en definitiva, y se encuentra en las numerosas pie se alteran ni se sustituyen por otros ni se alejan sus zas hechas de molde, en las pequeñas talla.s en 1 tancialmente del modelo vivo, sino que son una piedras semifinas, en las máscaras de barro y en las suerte de imágenes reiteradas en las cuales se su configuradas en los incensarios tras la fachada de 1 braya lo característico de una concepción común un templo. 1 del mundo. Distinto es el proceso de· representación de los 1 Tal manera de representar la relación con la na· rostros humanos en la imaginería zapoteca. Es en 1 turaleza, obedece principalmente a un nivel de las urnas funerarias, que llevan siempre una figura , conciencia en el cual la repetición de la imagen humana al frente, en donde se miran muchas ma 1 cumple eficazmente sus finalidades. No se percibe neras de figuración dentro de normas formales cla en las figuraciones de estas imágenes el impulso del ramente establecidas. hombre por encontrarse a sí mismo en sus diferen· En la fase ll de Monte Albán se advierten in tes dimensiones, sino que se establece un patrón quietudes por representar fisonomías con caracte· 1 despersonalizado para mostrar la comunión de la rísticas personales; inquietudes que no llegan a sa humanidad. Se configura el prototipo impuesto tisfacerse plenamente. Hay rostros que con discre· por los modos convencionales de representación. tos resabios olmecas pretenden, sin lograrlo del to 1 El individuo no cuenta de manera primordial co· do, exhibirse como más humanos; pero el esquema mo persona, y es tá sujeto a voluntades religiosas y rector estaba definido y la voluntad de forma y de culturales. Afanes individuales de dominio y de po expresión fue tan poderosa que aniquiló, ya para la 1 der, deseos de conocerse a sí mismo y de confrontar fase lila de Monte Albán, toda individualidad en a los demás, gustos por experimentarse emocional lo que al aspecto del rostro concierne. Las caracte mente en la propia naturaleza e inclusive aspiracio rísticas urnas zapotecas con representaciones de fi. 1 nes de perpetuarse en una efigie realistamente eje guras humanas, son tan imperturbables y rígidas cutada, son valores relegados.