Visiones Sanluiseñas
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VISIONES SANLUISEÑAS CARMEN QUIROGA DE CHENA (Año 1967) INDICE PRELIMINARES................................................................................ 3 CAPITULO I—UN BAILE EN EL CLUB SOCIAL ............................ 3 CAPITULO II—PROYECTOS ........................................................... 7 CAPITULO III—LA PARTIDA......................................................... 10 CAPITULO IV—LA FAMILIA DE CALDERON .............................. 11 CAPITULO V—EL TENIENTE MARIO CASTRO .......................... 15 CAPITULO VI—INQUIETUDES...................................................... 17 CAPITULO VII—LA CHALLA......................................................... 21 CAPITULO VIII—CARNAVAL ........................................................ 23 CAPITULO IX—UN MALON DE MASCARITAS............................ 25 CAPITULO X—LOS POBRES DE MISIA MANUELA ................... 26 CAPITULO XI—¿QUE ES AMOR? ................................................ 27 CAPITULO XII—SACRIFICIO......................................................... 29 CAPITULO XIII—BENDITA JUVENTUD........................................ 29 CAPITULO XIV—HERMOSA TRILOGIA ....................................... 31 CAPITULO XV—VENID Y VAMOS TODAS................................... 32 CAPITULO XVI—PEREGRINACION ............................................. 34 CAPITULO XVII—LA SERENATA ................................................. 35 CAPITULO XVIII—QUEBRADA DE LOS CONDORES................. 37 CAPITULO XIX—EN LA GRANJA................................................. 39 CAPITULO XX—NO PUEDO VERTE LLORAR ............................ 41 CAPITULO XXI—DORMIR, QUE IRONIA!..................................... 43 CAPITULO XXII—ORGULLO Y AMOR ......................................... 46 CAPITULO XXIII—EN FLANDES SE HA PUESTO EL SOL......... 49 CAPITULO XXIV—SAN ANTONIO PAGANO ............................... 51 CAPITULO XXV—SEREMOS INTIMOS ........................................ 54 CAPITULO XXVI—PESIMISMO ..................................................... 55 CAPITULO XXVII—EVOCACION — BUENOS AIRES ................. 56 CAPITULO XXVIII—LA VIDA EN BUENOS AIRES ...................... 57 CAPITULO XXIX—FACULTAD DE FILOSOFIA y LETRAS ......... 60 CAPITULO XXX—CARTA A JOSEFINA ....................................... 62 CAPITULO XXXI—CARTA A NICHA............................................. 65 REFLEXIONES............................................................................. 66 CAPITULO XXXII—EL CENTRO PUNTANO................................. 69 CAPITULO XXXIII—VIAJE A LA ESTANCIA ................................ 72 CAPITULO XXXIV—EN BUENOS AIRES...................................... 76 CAPITULO XXXV—EL REGRESO — NAVIDAD .......................... 77 NAVIDAD...................................................................................... 78 CAPITULO XXXVI—LA PLAZA PRINGLES.................................. 80 CAPITULO XXXVII—EXCURSION DE VERANEO........................ 81 CAPITULO XXXVIII—HOSPITALIDAD PUNTANA ....................... 84 CAPITULO XXXIX—EN EL VALLE................................................ 86 CAPITULO XXXX—PAPAGALLOS ............................................... 89 CAPITULO XXXXI—REFLEXIONES.............................................. 91 CAPITULO XXXXII—UNA CARTA................................................. 92 CAPITULO XXXXIII—1905 — JALONES DE UNA VIDA EVOCADA EN SU CENTENARIO .................................................. 93 A LA MEMORIA DE MIS PADRES LINDOR LAURENTINO QUIROGA CARMEN LUCERO DE QUIROGA PRELIMINARES ESTE libro fue escrito en 1925 y guardado en el cofre azul de los recuerdos. La lejanía del tiempo despliega sus cendales grises, violáceos, rosa desvaído; el oro brillante de la espiga en sazón se trueca broncíneo con la pátina verdinegro. La realidad es la misma, transformada en visiones. Su contenido es igual; relato novelado de costumbres de una sociedad provinciana, cuyos personajes se desenvuelven en su medio y en su tiempo con su propia educación y pensamiento. Muchos de ellos pueden aún identificarse y hasta fijar el momento de las escenas que se narran. Le anima un propósito nacionalista de difundir el conocimiento de la vida de una capital argentina, de una provincia mediterránea, ignorada, con frecuencia olvidada, San Luis, de cuya sociedad la relatora forma parte activa y es un fruto de ella, con los matices que le asignan diversas influencias ambientales experimentadas. Por tanto, se considera en plena posesión de conocimientos del medio físico y social del relato. Deliberadamente no se ahonda en los aspectos de la política, que sólo se trata superficialmente al fluir de la evocación. CAPITULO I—UN BAILE EN EL CLUB SOCIAL ENTONCES, como hoy, ser Maestra Normal no era ninguna novedad en San Luis. Circunstancias muy personales, determinaron a Nicha Calderón por estos estudios y un hecho tan frecuente en la sociedad puntana, cobró en su vida caracteres de acontecimiento. Nunca tuvo vocación; era sólo un propósito realizado. La última tarde de escuela de aquél mes de Diciembre (1904), en que se graduaba, antes de separarse definitivamente de sus compañeras, para seguir cada cual su destino, las invitó a tomar té en su casa. Quería celebrar en forma atrayente, que dejara gratas impresiones en el ánimo, la primera jornada de su vida. Para ella significaba, sobre todo, un éxito de carácter. Revivían sus recuerdos. Veía pasar su corta infancia, en sus entusiasmos juveniles, sus desencantos prematuros. Se había refugiado en los libros; fueron los caros amigos que la consolaron en muchas horas, la entusiasmaron, más aún, abriéndole horizontes, engendráronle un ideal. Senda alegre, llana, sin tropiezos, senda de la escuela que las chicas recorrían despreocupadamente, para Nicha se había enarcado en forma de áspera y tétrica montaña de prejuicios y desencantos. A la cima de ella, extraño deleite, encontraba evocando recuerdos de las íntimas luchas de su alma ignorada, en los días de aquellos tres años. Contrastaban sus impresiones y temperamento con la alegría ligera, liviana y comunicativa de las invitadas, en tanto que Nicha experimentaba satisfacción y contento, pero demasiado reflexivo, pesado analítico y filosófico. Cumplido estaba su esfuerzo pero auscultando su corazón en esta hora decisiva, ocurríasele pensar en su juventud. Qué haría de ella? Dejaríala irse fríamente? Esa noche se daba una tertulia de baile en el Club Social, en obsequio de un grupo de graduadas, entre las cuales se contaba. Iría al baile?; sus tristezas? Bah! sus tristezas... Las guardaría para ella sola. Desde que a la distancia vio los altos balcones del Club abiertos como otros tantos brazos dispuestos a la bienvenida, sintió agitársele dolorosamente el corazón. Por magia de fantasía acababa de ver en el trasluz del balcón, recortarse en sombras, dos siluetas de enamorados. El, un apuesto caballero, en su impecable uniforme blanco, chaleco rojo de seda otomana, (prenda de suma elegancia en la época); edad? la de Cristo, grado? Teniente postergado, por radical y revolucionario. Ella, una María de Jorge Isaacs, con una rosa roja en el cabello; una adolescente, una conjetura, quizá alguna promesa. Y aún percibió dos voces definitivas: jamás... imposible… Pero llegaban ya al recinto y Nicha hubo de realizar un esfuerzo para recomponer sus energías dispersas por la evocación y presentarse en el salón en condiciones festivas. Y, cosas extrañas, -reacciones femeninas-, nunca estuvo más comunicativa y espontánea, hasta dijéronle simpática e interesante. Feérico antojábasele el Club, resplandeciente de luces con su rica tapicería roja, galerías doradas y cortinados de encaje. Las grandes arañas de caireles de cristal adaptadas al gas, daban a las personas y a las cosas cierto encanto con su tonalidad verdosa y diáfana. Entre los salones sociales de capitales de provincias, los del Club Social de San Luis, gozaban de renombre por su lujo y confort. Además era costumbre que, en ocasión de fiestas, una comisión de damas se encargara de poner la nota de gracia, colorido y elegancia colocando adornos de flores en sitios convenientes y otros detalles. Su cometido abarcaba también lo referente al servicio del ramillete, toilet, fumoir, etc. Era la primera vez que Nicha concurría como señorita a un baile del Club. Según costumbre tradicional las niñas no frecuentaban los bailes sino terminados los consabidos estudios del magisterio. No tenía más que trece años cuando, una vez, su mamá le permitió ir a ver el baile, por empeños de las hermanas mayores. Otras mamás eran más condescendientes que misia Manuela y llevaban sus chicas a ver bailar, comer golosinas y molestar un poco. La orquesta inició el baile con los clásicos lanceros "Club del Progreso". Se formaron varios cuadros y aunque quedaban sentadas algunas niñas, no puede considerarse que hubiera plancha porque las jovencitas estudiantes en vacaciones no bailaban. Era un baile feliz por la armonía del elemento danzante. Por regla general se calculaba en ochenta la cifra de niñas de actuación social. Era una desesperanza para las niñas y las mamás y tal vez también para los papás. Nicha no había bailado lanceros nunca. Por eso no se excusaría naturalmente. Imitaría a las otras parejas y si se equivocaba, le echaría las culpas a su compañero Felipe Arias, muchacho simpatiquísimo a quien hablaba por primera vez, pero lo conocía desde que nació y eran de la misma edad. Lo había visto toda la vida; cuando, de pequeño, su mamá, Misia Clarisa le llevaba a casa de Calderón; cuando iba