APRENDER a ORAR CON JESÚS (Mateo 6, 5-8)
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José María Alcober Brenchat De los Misioneros de África Padres Blancos APRENDER A ORAR CON JESÚS (Mateo 6, 5-8) Aprender a Oran con Jesús Página 1 CONTENIDO Nuestro punto de referencia es Jesús… 3 Orar no es complicado… 5 Lo que no es la Oración… 7 ¿Dónde entrar en oración?... 9 ¿Qué es hacer oración?... 12 ¿Y yo que soy mediocre y hasta pecador, puedo orar así?... 16 ¿Cuál es el Dios al que oramos?.... 19 Un Padre, que está siempre conmigo: – Amándome – Fecundando mi amor… 21 Orar = Estarse con el Padre Dios… 23 El mejor fruto de la oración… 24 Estar ahí, acostumbrando los ojos… 26 - Algunas pistas : Una planta. Una persona… 28 ¿Cómo hacer oración?... Silencio… Palabras… Distracciones… 30 Dios es amor. Dios es amor. Dios es amor… 31 Mi Palabra Sagrada : “¡Mungu!, ¡uko!”… 32 Orar es escuchar lo que nos pide Dios… 34 Oración pagana y oración cristiana… 34 Pide… Busca… Llama… 39 Orar = Situarse confiadamente en las manos amorosas del Padre Dios… 40 - Oración de petición… 41 ¿Qué decimos cuando decimos “Hágase tu Voluntad”?... 45 La oración purifica y profundiza nuestros deseos… 49 Orando con constancia vamos aprendiendo a Perseverar en la Confianza… 51 ¿Y los Milagros?... 56 ¿Para qué sirve la oración?... 59 Entrar en el gran gozo de la Adoración… 62 De Jairo del Agua: Me preguntas por mi oración?... 66 Aprender a Oran con Jesús Página 2 APRENDER A ORAR CON JESÚS (Mt 6, 5-8) (José María Alcober) ¡Señor Jesús! ¡Amigo!... Aquí estamos un grupo de cristianos de buena voluntad... Hemos decidido reunirnos de cuando en cuando para orar juntos, y para ir aprendiendo a orar cada vez con mayor profundidad. ¡Enséñanos a orar!... Como cristianos, nuestro punto de referencia es Jesús : Para empezar, hay que decir una cosa, que tiene su importancia. Y es que Jesús, en realidad, más que un “maestro de oración”, es un “maestro de vida”… Si lo comparamos con otros grandes personajes religiosos (por ejemplo, de la India), Jesús no enseñó nunca unos métodos precisos y detallados para aprender a concentrarse, etc. etc. … Jesús nos enseña sobre todo un modo nuevo de ver la vida y de vivirla,… desde un modo nuevo de ver a Dios… Pero dicho esto, hay que añadir que la oración tuvo un papel importante en su vida… Sin entrar ahora en más detalles, simplemente recordar algunas de las indicaciones que nos dejaron los evangelistas : - Según el evangelio de Lucas, Jesús vivió la experiencia fundamental que marcó y orientó toda su vida, en un momento de oración: “Sucedió que cuando Juan estaba bautizando a todos, también Jesús fue bautizado. Y mientras oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma, y se oyó una voz del cielo que decía : Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco” (Lc 3, 21-22) - Después de esto, y según nos dicen los evangelios, de cuando en cuando Jesús se retirabas para orar : “De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar en un lugar apartado” (Mc 1,35)... “Cuando se hubo despedido, se fue al monte a orar” (Mc 6, 46)... “Jesús se retiraba a orar a lugares apartados” (Lc 5,16)... - A veces, también se iba a orar junto con alguno de sus discípulos : “Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan” (Lc 9,28) = Para Jesús, esos ratos de oración eran, sin duda, momentos en que revivía y reactualizaba la experiencia fundamental que está a la base de todo su vivir y de todo tu actuar : Saberse amado como Hijo por el Padre Dios, llamado a encarnar ese amor en su propia vida, llevado desde dentro por el Espíritu Santo... Como Jesús, también nosotros necesitamos retirarnos de cuando en cuando, para orar en profundidad. Como él, queremos tomarnos el tiempo de Aprender a Oran con Jesús Página 3 abrirnos al amor del Padre Dios, llevados por su Espíritu Santo, para poder encarnar ese amor en nuestro propio vivir de cada día... Estamos muy ocupados y no tenemos tiempo para nada. ¡Es verdad!... Pero quizás podría ser importante pedirle a Jesús, nuestro Amigo, que nos ayude a tomar una resolución = ¡Regalarle y regalarnos a nosotros mismos el tiempo necesario para que nos enseñes a orar! Jesús Resucitado, Aunque no te podemos ver ni tocar, Sabemos que tú estás aquí con nosotros... Tú nos has dicho que “donde dos o tres se reúnen en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20) ¡Gracias por estar aquí con nosotros hoy! Te damos gracias Porque nos haces partícipes de tus deseos de orar: De estarnos amorosamente con el Padre Dios que nos quiere más que una madre. Nuestro propio deseo de orar ya es un regalo que tú nos haces... Un tesoro escondido que iremos descubriendo poco a poco. ¡Gracias! Tú seguirás estando con nosotros, para que aumenten aún más en nosotros esos deseos que ya tenemos de aprender a orar y de orar en profundidad... Tú estarás con nosotros cada día, para animarnos a regalarnos a nosotros mismos buenos ratos de oración, A pesar de todas nuestras numerosas y urgentes ocupaciones... Tómanos de la mano, Jesús Resucitado, Y llévanos al descubrimiento de ese tesoro que es la oración... Danos la valentía de renunciar gozosamente a otras cosas, para disfrutar de esa perla preciosa... ¡Jesús Resucitado!, tú estás aquí con nosotros... Cógenos de la mano;... enséñanos a orar... Aprender a Oran con Jesús Página 4 ORAR NO ES COMPLICADO Orar no es complicado. Para orar (orar de verdad y orar en profundidad) no es necesario subirse “al séptimo cielo”, ni sentir grandes emociones. Basta saber y creerse de verdad que el Padre Dios nos está queriendo, y que está ahí siempre con nosotros queriéndonos… Orar es estar ahí, amorosamente, en presencia del Padre Dios, que ya nos está queriendo… No necesitas ni pensar ni decir cosas “sublimes”; sino simplemente estar ahí con Él;… aunque no te salga nada que decir… A veces te apetecerá o te saldrá hablar con Él, en tu corazón. ¿Hablar de qué? Pues de lo que te salga;… y, sobre todo, de lo que es tu vida de cada día… Santa Teresa de Ávila decía que orar es “tratar de amistad con quien sabemos nos ama”… He aquí algunas pistas, que tomo de J.A, Pagola (:“Creer, ¿para qué?”) = Lo primero es despertar en ti una actitud de confianza grande en Dios. Piensa esto: «Yo no sé rezar. Tampoco sé si me interesa mucho. Pero Dios me quiere. Eso ¡seguro!... Y además me entiende y me acoge como ni yo mismo soy capaz de quererme, entenderme y acogerme». Preséntate ante Dios tal como eres y tal como estás. No necesitas nada más... Él te conoce y te acepta. Puedes sentirte ante él con paz. Ante Dios puedes estar relajado, con un corazón atento. Ante Dios tienes que estar tú, con lo que sientes y vives en ese momento. Con tus deseos y necesidades. Con tus miedos, alegrías y sufrimientos. A lo mejor piensas que lo más importante es hablarle a Dios. Sin embargo, lo más decisivo es “estar ahí con Él”… Callarte y escuchar lo que brota de ti. Hacer silencio para captar la presencia misteriosa de Dios. Pero si lo deseas y te sale, puedes hablarle a Dios de lo que estás viviendo. - A veces le podrás dar gracias porque te sientes bien, has recibido una buena noticia, tienes motivos para estar alegre. Te acuerdas de Dios y das gracias… ¡Él siempre te quiere ver dichoso!. - Otras veces le puedes pedir perdón porque no has actuado bien, no has sido honesto, has tratado mal a alguien. No te sientes bien contigo mismo y necesitas sentirte perdonado, poder vivir de nuevo con paz ante ti mismo y ante Dios. - Otras veces, tal vez, lo que necesitas es invocar a Dios porque te sientes triste y desanimado, necesitas luz y paz. ¡Hazlo! Te hará bien sentir cerca a Dios. Él quiere para ti lo mejor. No necesitas acudir a libros o pronunciar frases hechas. Es mejor que le hables a Dios a tu estilo, con palabras tuyas, como te sale de dentro. Tú sabes mejor que nadie cómo lo puedes hacer… No necesitas hablar mucho. Bastan pocas palabras, pero que vengan de lo más profundo de tu corazón. Por si no se te ocurre nada, te propongo algunas frases cortas. Puedes decirlas despacio y desde dentro: «Dios mío, te necesito»; «Tú conoces como soy. Perdóname»; «Tú solo eres grande y bueno. Ayúdame a creer más en ti»; «Ten Aprender a Oran con Jesús Página 5 compasión de mí, que no soy capaz de cambiar»; «Tu fuerza me sostiene siempre. Gracias»; «Guíame por el camino recto»; «Despierta en mí la alegría»; «Enséñame tú mismo a orar». También puedes repetir esas oraciones sencillas que la gente le decía a Jesús: «Señor, que vea»; «Jesús, si tú quieres puedes limpiarme»; «Señor, ten compasión de mí, que soy un pecador»; «Creo, pero aumenta mi fe». Si todo esto no te dice nada, puedes rezar como lo hacía Charles de Foucauld cuando era agnóstico: «Dios mío, si existes, enséñame a conocerte». Tal vez estás pensando: «Todo esto, ¿para qué sirve?, ¿no es hablar al vacío?, ¿no es engañarnos ingenuamente a nosotros mismos?»… A estas preguntas no voy a dar ahora una respuesta teórica (algo diremos más tarde)… Simplemente te invito a entrar y a caminar por el camino de la oración. Haz la prueba… y ya me dirás si vale la pena o no orar… Es fácil que experimentes una paz nueva que te puede ayudar a situar las cosas en su verdadera dimensión y a dar a tu vida su verdadero sentido.