SUFICIENTE PARA AMAR

Jaque a las adversidades con resiliencia en el

corazón

ÁLVARO CANO MELCHOR

SUFICIENTE PARA AMAR

Jaque a las adversidades con resiliencia en el

corazón Primera edición: marzo 2021 Gerona, Cataluña, España. ©2020 by Álvaro Cano Melchor

Registro de la Propiedad Intelectual nº: GI-202-19. 1ª edición ISBN: 978-84-948970-2-3 Depósito Legal: B 6557-2021

ISBN Edición digital: 978-84-948970-3-0

Impreso en España Editado por Sílvia Gallego Yoga. Portada y ilustraciones: Sílvia Gallego Yoga. Audiolibro Narrado por: Aurora Poveda Martínez. Audiolibro Musicado por: Federico Randall.

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de la obra sin el permiso por escrito de la autor. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com). En mi robusta humanidad, atesoro un profundo amor a mi familia. Les dedico este libro que escribí para ayudar a enraizar y fructificar la esencia creativa, sacando jugo a la vida, aprendiendo a amar adentro e irradiar armonía afuera.

Doy gracias al juego alegre y a la entrega en el amar de aquellas personas que, acariciando esperanzas y danzando el alma, me mostraron rutas salvajes en el profundo mar de la fe para compartir sus tesoros. ÍNDICE

Alta amar...... 1 I. Ultimar la mar de cuentos...... 5 II. Sueños marineros...... 7 III. Rumbo amar adentro...... 12 IV. Mar de las maravillas...... 18 V. Marea de amarguras...... 30 VI. Armarse de valor...... 47 VII. Arrimar el hombro...... 61 VIII. Amarrar las emociones...... 74 IX. Amar adentro y afuera...... 90 X. Consumar otra perspectiva...... 114 XI. Retomar coordenadas...... 127 XII. Marinero de pacotilla...... 137 XIII. Mar de fueguitos...... 150 XIV. Calmar la marcha...... 161 XV. Marcos de sanación...... 182 XVI. Transformar el conflicto...... 186

Epílogo: el arte de entusiasmar...... 207 Redes de la comunicación...... 222 Mediación...... 231 Fichas en cooperación...... 244 Los anexos aportan un complemento libre a la lectura del libro, son una prolongación extra más allá de la historia narrada. Pueden ser degustados a la postre de forma salteada, según la apetencia del momento.

Son un refresco recomendado para darle mayor sabor y condimento al deleite de tu dieta. Proporcionan suficiente alimento para el intelecto siendo recomendable la especialidad de la imaginación para reconfortarte con proposiciones inspiradas en el juego del ajedrez, bañados con la conexión marinera en el mar de la inocencia.

Deseo que reconfortes tu ánimo y abras el apetito por el gusto de la sensibilidad al servicio a la humanidad. Buen provecho para que tengas la mar de cuentos, para que dejes en jaque a la mente, para que puedas soltar el cuerpo y calmar las emociones con el método «PESAR»: Posicionarte para afianzar la paz entre nosotros/as; Estirarte con esperanza; Sacudirte con serenidad; Abrirte al amor con agradecimiento; recapitular cada episodio de tu vida con responsabilidad, resiliencia y relajación.

ALTA AMAR

Suficiente para amar es una historia que navega siendo acariciada por una pacífica brisa.

En las hojas en las que estás poniendo los ojos puedes encontrar mapas para surcar tu propia singladura. Si decides embarcarte en leer este libro entonces respíralo profundo, sin prisa por llegar a tu destino. Zarparemos para disfrutar de oleadas de imaginación dejando espumosas reflexiones y estelas de juegos de palabras.

Si el viento sopla recio entonces es momento de orar que se aclaren los malos pensamientos.

Si las olas azotan nuestra embarcación que todas las sacudidas en nuestro rumbo sean para desplazar los obstáculos.

Igual que el Sol, lo veamos o no, siempre nos escolta en el devenir de nuestro camino, como capitán de este libro, ruego que la luz florezca en el corazón, la sabiduría refresque el intelecto y la verdad impulse el alma libre como el viento.

Que el peregrinar de este libro sea para recordarnos mantener el rumbo a alta Amar, como puerto de salvación en nuestra humanidad.

1 Si oteas este libro con el ojo de la fantasía podrás ver que el diseño de los dibujos está hecho con tinta de calAMAR. Son en blanco y negro, como en un tablero de ajedrez, para que los puedas colorear a tu gusto.

En un mundo fascinante de colorado colorín despliega las tonalidades de tus emociones para aportar tu propio matiz a este libro.

La Gaviota dibuja figuras en el cielo, el Águila Marina pinta rayas en la arena. ¿Y tú con qué colores calientas la vida de tu imaginación aquí en la tierra?

A la Mantarraya se le llama Águila de Mar por la elegancia en su desplazamiento y por su vuelo fuera del mar. Es un animal curioso y amistoso, tal vez, por este motivo se acerca a tu mente y llama la atención a tu corazón nadando en círculo. El aguijón de la Raya arrastra una bonita historia haciendo remolinos de palabras y dibujos para ti en este libro.

Ahora el Águila de Mar nada en círculo y empieza a entrelazar espirales con formas de infinito. Se mueve marcando los cuatro puntos cardinales aleatoriamente, pero siempre pasa por el centro antes de dirigirse al espacio de otro punto cardinal. Unas veces abarca poco espacio y otras parece que se marcha para no volver.

2 ¡Que hermoso! Esta danza continúa con la aparición de otras cinco Águilas Marinas, como si hubiesen estado meditando para tejer un mismo ritual entre todas. Se juntan en círculo y dan varias vueltas como queriendo juntarse la primera con la última. ¡Maravilloso! Lo consiguen y parece que son un solo animal.

Esperan un poco para que podamos retener los colores de su belleza. Parece como si a continuación las Rayas quisieran salirse del cuento y alargan su formación alejándose hacia dimensiones más profundas, donde con calma tu alma pueda recrearse en recordar el encanto de la creación.

Es encantador que puedas disfrutar de los diseños de este libro como una experiencia creativa. No han sido realizados de forma fortuita sino para que tu corazón se sienta afortunado de haber sido elegido para tan hermoso ritual.

Comprende que somos responsables de aportar color a la historia nuestra de cada día. Ánimo con el libro de libre albedrío. Pon la intención de dar colorida viveza a su contenido. Compartimos el mismo destino, vibrando alto y profundo, con las maravillas de contribuir a un mundo mejor.

Buen viaje, paz y bendiciones.

3 4 I

ULTIMAR LA MAR DE CUENTOS

Mar tenía un alma fresca como el rocío que empapa la madrugada. Sentada junto a su padre, en la playa, le preguntó si le ayudaría a crear un cuento que refrescase su creatividad. Marco le respondió que, para empezar, ella podría escribir palabras que contuvieran su nombre.

A Mar le dio risa pensar que la palabra mar le estaba incitando a empezar a narrar su primer cuento y comenzó a anotar en su cuaderno palabras que se le ocurrían que pudiesen estar empapadas de mar: margen, retomar, sumar, calmar, colmar, abrumar, animar, clamar, firmar, aproximar, confirmar, formar. Le parecía una maravilla rimar con la palabra mar.

Acordaron que si ella conseguía escribir un cuentito que al leerlo se sintiese la brisa del mar, entonces él tendría que escribir un libro titulado algo así como «Jaque a la mente con el corazón en alta amar», porque tendría que explicar una nueva forma de apreciar al ajedrez, contar historias relacionadas con el

5 mar y todo ello mezclado con una alta carga de amor y humanidad.

Marco sabía que para emprender el viaje de escribir un libro había que tener un mensaje dirigido al público destinatario y preguntó a Mar cuál sería su mejor intención para ser reflejada. Ella contestó que todos los libros pueden ser escritos para contribuir a un mundo mejor. Eso era suficiente para Mar. Él le preguntó, cómo es un mundo mejor y ella respondió: «un mundo en el que nadie tenga que preguntarse cómo es un mundo mejor».

Marco mirando a lo profundo de los ojos de Mar se atrevió a romper a llorar sinceramente delante de ella. Sus lágrimas llegaban en olas como el mar. Él desde la orilla abrazó a su hija, ensanchando su territorio, y se sintió dichoso porque ese achuchón era un buen principio suficiente para amar.

6 II

SUEÑOS MARINEROS

Hola soy Marco. Voy a acompañarte como las olas en las horas de lectura de este libro. Ya me irás conociendo en este destino, será suficiente para dejar una estela en el amar.

Soy el narrador, el padre de una niña que me dijo que escribiese un libro contando la historia del Capitán de un velero de ilusiones y al mismo tiempo soy ese Capitán surcando las emociones. Tal vez te parezca un poco lioso que los tres nos llamemos Marco. Desde distintos puntos de vista somos el mismo ser surcando los hemisferios cerebrales para recordar lo vivido antes de empezar a crearlo.

Zarpamos desde érase una vez un velero que desplegó sus flamantes velas aladas, más allá de la costa. Guiado por un intrépido Capitán que surcaba el Mar de Alborán.

Mientras salpicaba y jugaba con la espuma del mar, el Capitán charlaba con su velero pues era su único compañero.

Preguntó el Capitán: «¿Dónde estará un mundo mejor?»

7 8 9 Él mismo se respondió: «Si no es el Primer ni el Tercer Mundo; ¿debería ser el Segundo?»

Segundo a segundo el Capitán ya no quería vivir en el Primer Mundo, le daba igual llegar el primero pues lo importante es saber llegar. Respiró profundo llenando el abdomen y dejó paso al sonido del silencio que llevaba un mensaje hasta el horizonte. Rápido caminó de popa a proa y muy despacio se dirigió de nuevo a la popa del velero. Con su mirada buscó la estela en el mar, que había dejado a su paso el velero, extendió sus brazos y dejo volar un suspiro que liberaba al pasado.

Marco puso su velero a son de mar, estribando y trincando el aprendizaje de su apasionante singladura. Sopló las velas y se dispuso a dirigir la caña del timón a un rumbo amar adentro.

Mirando a la Rosa de los Vientos comprendió que lo importante no es saber de dónde se viene, sino que es mejor saber por dónde se va a un mundo mejor.

La existencia es como un cuento, un juego, una danza con diferentes ritmos. Al paso, al trote y al galope cuando nos entusiasmamos como el caballo en el tablero de ajedrez. Siempre deseamos mejorar la realidad, por este motivo, unas veces trepamos

10 la torre de los retos personales; otras indagamos sabios consejos como el alfil; otras paseamos la cotidianeidad como peones y nos encanta liderar nuestra vida como reinas y reyes.

El Capitán sabía que la soledad no es lo mismo que sentirse solo. Él viajaba acompañado de muchos recuerdos de experiencias acontecidas y de ilusiones por vivir. Por este motivo, decidió sacar su pluma para desahogarse dejando volar las quimeras. Desde entonces escribió sus inquietudes y sus secretos, guardándolos como tesoros por si alguna vez a alguien le pudiese interesar.

11 III

RUMBO AMAR ADENTRO

Una mañana de pleno sol y con el mar en calma, estaba el Capitán en lo alto del mástil de proa, cuando vio una imagen increíblemente bella; la respiración se le entrecortó. Prestó especial atención, con la vana esperanza que fuese una Sirena. Se frotó los ojos para comprobar que efectivamente era preciosa, con el cuerpo de una sublime belleza, desnuda como la naturaleza.

Le subió un calor abrasador por la espalda al ver su cuerpo de pez escurridizo y prieto, su pelo con ligeros tintes dorados y rizado que le caía sobre los hombros torneados y su pecho con dos perlas de coral grandes muy, muy sugerentes. Su estómago suave, sus caderas con las escamas muy recortadas y la cola brillante y alargada.

Estaba seguro que le había visto, porque estaba nadando y jugando para él; subiendo y bajando, entrando y saliendo del agua chapoteando durante un largo rato.

12 El Capitán, fue a su camarote para echarse crema y ponerse un gorro, porque estaba a punto de un síncope. El calentón de su cabeza era enorme, como nunca lo había tenido.

Cuando volvió a cubierta pensó que habría tenido una alucinación porque aunque la buscó no encontró a la Sirena.

Él miró el sol en su punto de éxtasis total y pensó que no tenía prisa porque le sobraban días para volver a imaginarla. Tal vez no era cuestión de buscarla sino de confiar en que la encontraría.

Al llegar la noche la Luna llena se proyectaba en el mar como si de un espejo se tratase. A través de ese reflejo volvió a aparecerse ella dando un salto como saliéndose de un cuento del principio de los tiempos.

—Mi nombre es Mara y esta noche te voy a regalar el juego del viento de mi pelo y el perfume inconfundible de mis sueños —le dijo la Sirena al Capitán con una mirada profunda—. Saborearás encantos mágicos en instantes de eternidad.

Marco respondió: —Vamos a regalarnos un reloj sin tiempo, a enlazarnos y surcar caricias desde el fondo del alma hasta la espuma de la piel.

13 La Sirena ofreció sus encantos deleitándolo con una melodía desde lo profundo de una caracola, que posteriormente regaló a Marco.

El Capitán sin dudarlo besó la caracola, para quedar encantado por algún hechizo, y quedó encantadísimo con la humedad salada de ese eterno recuerdo que guardaría como un tesoro en su memoria.

14 Lo que no sabía el marinero era que con ese beso mantendría su corazón errante, en una espiral constante, en busca de la Sirena apasionante.

Hola caracola, tras otra ola te digo hola otra vez. Estoy encantado de poder saludarte. En pocos libros le dejan al narrador presentarse. Nosotros nos vamos conociendo cada vez más. Gracias a Dios fui elegido para narrar este libro en el cual estoy contando una historia que sucedió en mi pasado. La resiliencia, intrínseca en el ser humano, me hizo surcar y explorar las emociones contemplando nuevos paisajes más creativos. El horizonte en el amar, la vertical en los retos de la montaña y la línea curva en los altibajos de la vida.

Como narrador siento que el sentido de este humilde libro es ayudarte a divisar la verdad en la conversión al corazón y recordar la importancia de agradecer poder contemplar la belleza de la presencia de Dios todos los días. En este momento, simplemente, mi intervención es que además de la vista utilices más sentidos. Cierra los ojos y mira hacia adentro, a la profunda identidad que mora en ti como una estrella que tintinea luz.

Allí donde estés puedes sentir la temperatura del ambiente, escuchar los sonidos que te rodean, oler y saborearte. Sí, pon arte en ello, ya sabes cómo hacerlo.

15 Te voy a dar un ejemplo: Prueba la sensación de mover la lengua por los dientes, por el paladar, mojar tus labios y saborearlos. Siente como segregas saliva y sonríe con agradecimiento de poder sentirte. Puedes estirarte, bostezar, ronronear como un felino, silbar como si llamases a un perro, aullar como una loba, gritar como si bajases en una montaña rusa o lo que más le apetezca a tu alma.

Aprovecha ahora, que te invito a hacerlo, para sentir cómo está tu espalda. Cómo están tus riñones, tus omoplatos, tu cuello o cualquier parte del cuerpo en el que habitas.

Muévete, gesticula, ¡tócate! o mejor todavía levántate para ir a acariciar a alguien.

¿Qué esperas? ¡Abraza a alguien! Deja el libro cerrado hasta declarar con cariño te estimo y te valoro. Manifiesta el amor sin más pretextos. Atrévete a decir te amo, aunque solamente sea al mirarte al espejo.

Espero que hayas movido ficha. Si no ha sido así entonces ¡espabílate! haz algo suficiente para amar al prójimo, que la vida eterna no te deje en jaque. La vida mundana es un juego donde las normas y el sentido se lo das tú.

¿Cómo te sientes cuando juegas a sembrar sonrisas de un mundo mejor?

16 Cuando me confronté con el reto de escribirte la mayor dificultad fue la inversión de tantas horas dedicadas a aprender a amar y jugar juntos sin ni siquiera conocerte. El tiempo se volvió arte según me imaginaba viéndote pasar las hojas como paseando junto a un río en un amplio valle. Me apasionaba jugar a inventar historias sintiendo que editar este libro sería como meterlo en una botella, para que un día llegase a la playa donde podríamos encontrarnos, leernos las intenciones de esculpir sueños en la arena caliente y pintar nubes en el aire fresco. Después ir juntos a comprar nuevos sabores al mercado, dar un paseo descalzos por el verde parque y oler las rosas como hojas de un libro con el pasar de los días, deshaciendo nudos del corazón, tejiendo redes de oraciones y cosechando parábolas de la vida.

17 IV

MAR DE LAS MARAVILLAS

El Capitán tenía gran destreza en el arte de la mar. Algunos marineros consideran la soledad una de las peores compañías cuando se pasan temporadas y temporales en alta mar. A Marco siempre le acompañaba su imaginación y una pluma que le hacía volar por su cuaderno de bitácora.

En lo profundo de la historia se encuentra el inconsciente colectivo y en la superficie se pierde la cuenta de las leyendas marineras que se cuentan sobre la existencia de barcos errantes, con capitanes que fueron condenados a vagar eternamente por los confines del tiempo. Algunos sentencian que su condena es una maldición por no haber aprendido la lección con respecto a que no se es mejor navegante por retar los límites del barco arriesgando la vida del resto de la tripulación.

En diversas cantinas, de puertos pesqueros, se desmitifica ese tipo de leyendas diciendo que dichos barcos errantes, fueron

18 abandonados por su tripulación al pensar que iban a zozobrar pero finalmente, salvado el navío del naufragio, navegan sin rumbo a merced del viento y de las corrientes.

Marco no tenía miedo a la muerte, pero si alguna vez naufragaba desearía que su velero se hundiese a menos de cuarenta metros de profundidad, y así poder servir de recreación a submarinistas curiosos por conocer su historia.

Al Capitán le gustaba soñar que era nauta de una nave que tanto podía navegar por el espacio como surcar las olas del tiempo. Por eso en las noches se pasaba horas contemplando las constelaciones, las cuales tomaban un brillo especial al recordar que son visibles en un solo hemisferio del planeta Tierra. Especialmente disfrutaba de la Osa Mayor, y le era de especial consideración la Osa Menor donde se sitúa la Estrella Polar, casi en el Polo Norte geográfico.

Sin embargo su sueño, con el mundo estelar, empezaba con las Pléyades. Marco lograba descubrirlas, con el rabillo de su ojo izquierdo, mientras miraba hacia otro lado. De forma imprevista encontraba revoloteando a estrellas color blanco azulado.

19 Las estrellas, tal vez por influjo del inconmensurable creador de todas ellas, le hablaban en sueños y Marco se despertó con la sensación de no recordar algo importante. Su velero, fiel compañero, le mecía como queriéndole hacer refrescar la memoria a cada ola. El Capitán escuchaba el crujir y reír de su barco y se sentía como cuando un niño ve una estrella fugaz y no le da tiempo a saber que puede desear.

En la mañana Marco, arrullado por su velero, se sabía reconocido por su gran compañero. Consciente que nadie le juzgaría decidió desnudarse y refrescarse con un baño en aguas tranquilas.

Una vez en el agua recordó la historia de una pareja que saltó de la embarcación despreocupándose de garantizar la forma de regresar. Dar por supuesto los actos de otros en ocasiones no deja lugar a que las consecuencias se puedan reparar.

El Capitán sabía perfectamente qué prevenciones tomar para poder subir a su barco. De lo que no sabía tanto era de los detalles que son de vital importancia para mantener a flote a una familia, pero en ese día no le importaba porque su mayor preocupación era llegar a la noche para volver a ver cómo cambian de color las estrellas más antiguas mostrando destellos rojos, verdes, azules, blancos y amarillos.

20 Puede ser que los brillantes colores que veía en algunas estrellas fuesen de su imaginación o tal vez eran las que le reflejaban su inocencia. Le parecía sorprendente poder descubrir qué traje llevaría el satélite Luna, dispuesto a lucirse de gala transformándose con el reflejo del poderoso fuego encendido, fuente de luz, de la estrella Sol.

La estrella Sol es como si nos mirase un gran maestro sanador y el satélite Luna como si nos vigilase una joven hechicera, lo femenino en lo masculino y lo masculino en lo femenino. Vivimos en el planeta Tierra que es como si nos cuidase nuestra madre, por eso quien no quiere respetar a la Tierra es como si no quiere a su madre, ese espacio en el tiempo sobre el que somos arropados para poder soñar despiertos.

El mar o la mar, son un mismo agua donde el Capitán se sumergió, nadó, silbó, aulló, gritó, exclamó fuertes sonidos de ballena que llamaban a una Sirena. Con un último quiebro en la garganta se le llenó de humedad su alma, dio una última brazada y lloró al no ver aparecer a Mara la sirena encantadora que se le apareció en buena hora.

21 Marco subió al velero y como nauta de la poesía sacó punta a los versos de ese día. Clavó sus anhelos, en el Cuaderno de Bitácora, y capitaneó su velero con renovada ilusión.

Al cabo de un rato de navegación a Marco le pareció ver a un portaviones, aunque al centrar su mirada, se dio cuenta que era una isla. Sacó la Carta Náutica y se dispuso a tomar coordenadas para poder comprobar su situación.

Por suerte en su velero tenía un Sistema de Posicionamiento Global por Satélite, gracias al cual la navegación era más fácil. Apuntó las coordenadas que mostraba su GPS y fue a ver su situación en la Carta Náutica. Entonces era evidente que estaba muy

22 cerca de la Isla de Alborán que se situaba a una latitud 35º 56´ 04´´ Norte y a una longitud de 03º02´ Oeste.

La isla parecía un enorme barco de piedra, anclado en el ombligo del Mediterráneo, con más de seiscientos metros de largo y cerca de doscientos cincuenta metros de ancho.

Marco bordeó la isla buscando una bahía donde poder fondear. Vio que la pequeña isla tenía acantilados de no más de dieciséis metros, y como la mar estaba en calma decidió pasar por un pequeño y poco profundo canal que separaba a la isla de un islote. Dejó su velero cerca de una pequeña playa para inspeccionar las excepcionales rocas.

Una vez en tierra descubrió gran variedad de pájaros migrantes que paraban a descansar y a alimentarse en la isla antes de continuar sus largos periplos desde el norte de África al sudeste Ibérico. No encontró árboles frutales ni agua potable, aunque por suerte tenía bastante agua y alimentos acumulados en la despensa de su velero.

Mientras paseaba escuchó un agudo y repetitivo reclamo, «tic- tic-tic», como llamándole a diferentes ritmos. Siguió esa melodía hasta observar a un Petirrojo, de silueta rechoncha, brincando como

23 una pequeña bola con pechera de color rojo vivo, como si fuese una señal de alarma.

El Petirrojo cantó hasta el anochecer y entonces en un batir de alas enérgico voló lejos del Capitán. Marco alzó su mirada y, como por arte de magia, del vuelo surgió una luz repetitiva que le llamaba a diferentes ritmos. Siguió los destellos de la luz hasta observar el Faro de la Isla de Alborán.

Sus destellos eran un latir de dentro hacia millas afuera. Era como si la isla quisiere lanzar su energía para recordar que tiempos atrás fue refugio de piratas, que hundían sus tesoros en puntos estratégicos entre las colonias de coral rojo de la isla.

Marco volvió a la playa junto a la cual estaba su radiante velero intercambiando con las olas mensajes de adiós por otros de bienvenida. Durante la noche observó el movimiento del agua intentando descifrar el lenguaje de la espuma.

A la mañana siguiente la playa estaba llena de algas como si mientras él había estado durmiendo ellas hubiesen querido ir a arroparle. Las pisó descalzo como queriendo exprimir sus consejos. De todas ellas parecía salir una misma historia.

24 El Capitán empezó a andar de lado, como los cangrejos, hasta que por fin tuvo un pensamiento claro; se sentó, cogió un puñado de algas y las puso en su frente dejando que las imágenes que venían a su mente le contasen su historia.

Al principio sólo le llegaban imágenes de vivos colores expandiéndose y girando rápidamente como destellos de energía que inundaban su cerebro y ahogaban su desconocimiento, pero poco a poco Marco fue desapegándose de sus prejuicios dejando que emergiesen nuevas formas y conceptos.

Entonces le fue clara la visión de la pradera florida de Posidonia Oceánica, planta que crece cincuenta centímetros cada cien años. A continuación sintió un escalofrío como si de una gran amenaza a Posidonia se tratase. Su sensación aumentaba al sentir una voz que calificaba como alga exótica invasora a la imagen de Caulerpa Taxifolia, un alga que ha empezado a colonizar amplias zonas del Mediterráneo siendo una gran amenaza a las especies autóctonas al ir eliminando poco a poco la vegetación e indirectamente también lo hace con la fauna que se alimenta o vive en ese ecosistema. Estas algas no tienen piedad por su rápida expansión y su alta toxicidad, que directamente no afecta al ser humano pero sí a los seres marinos. Es un alga asesina, una peste verde por su producto metabólico tóxico para la fauna del Mediterráneo que utiliza como alimento. La toxina,

25 caulerpenina, otorga al alga una protección efectiva contra sus posibles depredadores, y no existen especies mediterráneas adaptadas a ella.

Las algas querían transmitir al Capitán, que tuviese cuidado con los diferentes tipos de algas que se podían transportar en las anclas desde lugares lejanos y que podrían facilitar una rápida expansión descontroladamente dañina para el Mediterráneo.

Marco sacudió sus manos al mismo tiempo que movió su cabeza y vio como se había creado un semicírculo con un montón de algas a su alrededor. Se levantó y pensó que si eso le habían contado unas algas entonces qué asombrosas historias podría descubrir tras el sonido del mar que susurran las caracolas.

El Capitán se dispuso a buscarlas por la isla y en su lugar lo que encontró fueron unas cuevas, algunas de ellas con lagunas en las cuales había Focas Monje. A este tipo de focas, les gustaba pasar el tiempo quietas, como adorando, por eso no le costó esfuerzo acercarse a una y preguntarle un consejo.

La foca le dijo que estaba en una buena zona para bucear, puesto que en torno a la Isla de Alborán se reúnen, conviven e interactúan más de ciento cincuenta especies de flora y fauna marina.

26 Aunque si le gustaba bucear debía tener cuidado de no clavarse la espina del Pez Escorpión porque es un pez venenoso que provoca somnolencia y en ocasiones cuesta despertar del letargo, como cuando los humanos se acostumbra a tragarse, durante horas, olas y olas de programas de televisión, dejándose llevar por la corriente como la mayoría de la gente.

Marco dio las gracias a la Foca Monje y con una reverencia se despidió de ella empezando a buscar otro ser vivo entre las rocas.

Él debería haber desarrollado alguna capacidad telepática o tal vez estaba alucinando sin saber lo que le estaba pasando. Asombrado y sediento de experiencias místicas, deseaba no despertar al estar encantado con la conexión a un nuevo mundo natural sagrado con el que siempre había soñado.

Marco, de repente suspiró al recordar la sutileza de la Sirena, especialmente su sana intensidad, la cual esculpió la eternidad de su belleza. Como agua de vida, deseaba unir razón y corazón haciéndose uno con el alma fundida en un nosotros.

La Sirena le había hecho de espejo reflejando una soledad exquisita siendo el observador y el observado. Marco tenía que

27 andarse con ojo porque cada cualidad suya encontraba una expresión en el rostro de ella encendiendo una llama gemela.

El Capitán había descubierto una mina de belleza y amaba el diamante de la sincera pureza. Si quería un espejo claro tendría que aprender a reflejarse sin miedo ni vergüenza a declararse y manifestarse con acciones.

El amor es luz y los amantes mantienen las lámparas encendidas que desvanecen las sombras. Con este brillo el Capitán empezó a redactar, en su Cuaderno de Bitácora, unas descripciones sobre la sirena llamada Mara.

La dulce sirena, que creció en la costa de la Isla de Alborán, era tan atrevida que se acercaba a las redes de furtivos pescadores a intentar cortarlas. Por este motivo se había ganado el reconocimiento en el mundo marino.

En el cuaderno escribió sobre la sinceridad de la Sirena con los ojos tan negros que cuando lloraba llenaba todo el mar de oscuridad. Por esto cuando estaba triste ella se iba a lo más profundo porque no le gustaba que nadie la viese llorar.

Cuando estaba contenta bailaba las mareas con el sutil flujo y reflujo del Mediterráneo, en la pleamar y la bajamar. No se cortaba un

28 pelo, tenía una larga melena, era tan desenfadada que cuando bailaba ya nadie le quitaba lo bailado.

Marco en la noche decidió volver a dormir en la playa, arropado por las estrellas, sintiendo que fugaces le mostrarían que sí es posible un mundo mejor.

Sabía que al despertar no recordaría como era ese maravilloso mundo. De cualquier forma el Capitán descansó tranquilo al tener la certeza que estaría seguro de reconocerlo, cuando supiese que ese era su tiempo, lugar y ocasión de ayudar a construirlo.

29 V

MAREA DE AMARGURAS

El Capitán se despertó sin interés de hacer nada, mientras desde la playa veía a su velero fondeado aguantando las inclemencias de una mar picada. Tenía interés de hacer algo provechoso, aunque no poseía la iniciativa suficiente para involucrarse en un mar de agitaciones. Se mantenía, a la intemperie, recostado en la arena y con el rostro inexpresivo apoyado en su chinchorro. El pequeño bote del Capitán sujetaba su cabeza llena de incógnitas sobre cómo ser bienaventurado habiendo tanta insolidaridad e incoherencia entre los humanos. Apenas podía incorporarse, se sentía inútil alejado del recuerdo de Dios, incomprendido inmerso en un mundo individualista, insensato e inconsecuente con las injusticias en la Tierra.

En un abrir y cerrar de ojos a Marco le dio la impresión de haberse despertado con la mente inundada de palabras innecesarias. No le dio importancia aunque ignoraba si su imaginación era un sueño o si realmente empezaba a soñar una nueva realidad. De cualquier modo, de cintura para abajo se veía con una cola semejante a un

30 mamífero pisciforme, algo entre foca y cetáceo. Sus dedos se habían unido por una especie de tejido gelatinoso creando unas raras aletas.

El caso es que estaba varado en la playa. Era un hombre marino queriendo jugar a ser humano corriendo el riesgo de perder su integridad y su razón de ser. No sabía qué hacía en la orilla de la isla, pero la percibía intranquila, como queriéndole decir que volviese al mar.

Él intentó ponerse de pie y no pudo más que rodar con miedo a traspasar la frontera de no volver a ser un hombre. No distinguía lo complicado de lo simple, le parecía difícil llegar a lo fácil, y por más que intentaba despertarse era imposible porque ya tenía los párpados abiertos.

Su instinto le gritaba que volviese al mar, donde las lágrimas no le podían ahogar, pero a su mente le faltaban agallas para atreverse a darle valor a aquello que no tenía precio.

Marco se pasó todo el día varado en la playa. Tenía hambre, en su estómago sentía un vacío lleno de inseguridades que se le clavaban como agujas.

31 Dudaba de sus palabras, al pronunciarlas se convertían en pequeñas dunas. Llegado a este punto, su camino no era construir frases movedizas, viniesen o no a cuento, sino más bien rodar y dejarse llevar hacia el sonido del mar.

Empezó a nadar con el objetivo claro de aguantar cada vez más tiempo debajo del agua. Cada vez era más eficaz, tanto en el aumento de tiempo como en el ahorro de energía de sus movimientos. Le alegraba su eficiencia optimizando su oxígeno y observó efectos en la fauna marina que poco a poco se acostumbraba a su presencia.

En una inmersión le pareció ver una sombra proveniente de aguas más profundas, le asustaba la idea de que fuese un tiburón hambriento o despistado que no reparase en marcarle con sus afilados dientes en un rápido y fuerte bocado.

No tenía miedo de la posibilidad de encontrarse con cetáceos, pero se sentía indefenso y amargado debajo del inmenso mar salado.

Sereno, Marco recapacitó sobre sus habilidades como Hombre Pez o Sireno. Tomó aire y se dispuso a perseguir a su propio miedo consciente que cuando te enfrentas a las adversidades, frente a frente, se espantan rápidamente.

32 No encontró ningún peligro y al volver a la superficie vio a la Sirena Mara que estaba tomando el sol apoyada en las rocas.

Marco se dio cuenta de su embelesamiento por una atracción magnética que ella ejercía, con la fascinante forma de utilizar un poder mental similar a la telepatía. Sentía el influjo encantado de su energía y un aletargamiento mental que le confundía y aturdía haciéndole sucumbir ante la maravillosa criatura que tenía delante.

Ella tenía largos cabellos ondulados como las olas, sus ojos eran grandes y brillantes, aunque, en esta ocasión a Marco se le fue la mirada por la tangente, y con más timidez que vergüenza clavó su mirada en el pecho de la admirable musa. Sus senos eran redondos, duros y con los pezones como resortes que triangulaban con su ombligo. Él buscó más abajo y encontró escamas que se movían a derecha y a izquierda suntuosamente salpicando el agua con una elegante cola de pez.

La sonrisa de Mara resultaba encantadora e invitaba a acercarse a apreciar los detalles de otras cosas pequeñas.

El Capitán decidió preguntar primero: —¿De dónde eres?

De la boca de Mara salió un dulce sonido y aunque no fuese un lenguaje conocido a ninguno de los dos les sorprendió que ambos se entendiesen perfectamente:

33 —Yo soy de Dios. Soy su creación con semillas de fuego y mar, raíces del cielo y lágrimas de tierra.

Marco intentó averiguar algo más. —Sí, pero así no me das muchas pistas, podrías ser de cualquier lugar. A lo que ella contestó:

—Soy fruto del momento.

Marco se dio por rendido y formuló una nueva pregunta.

—¿Qué haces aquí?

—He venido a buscarte para que nos ayudes a librarnos de Medusa Aguamala y el Tiburón Bocanegra.

—¿Quiénes son?

—Son los líderes de muchos más compinches que con maldad confabulan para quedarse con los tesoros de nuestro Mar. Ellos solamente piensan en el oro negro de su avaricia.

Mara gesticulaba con sus manos como si bailase sus palabras mientas continuaba comunicándose:

—Están haciéndose cada vez más fuertes y van ampliando su red de malas intenciones —anunció ella con tristeza—. Tanto los más viejos como los más jóvenes del ecosistema les maldicen porque ya

34 apenas hay para comer y no saben dónde ir, ni dormidos en sueños ni despiertos en asombros.

Mara se acercó a Marco y le miró profundamente como queriendo hablar a su alma.

—Sabemos que no te interesa el dinero y que, para ti, tiene más valor el quejido de la tierra y el mar que todo el oro negro que ellos quieran robar con su ansioso afán de poder.

A Marco no le dio tiempo de responder cuando vio cómo se iban juntando diversos seres de fauna marina, los cuales traían la esperanza de echar para atrás a los malvados maleantes de los que le había hablado la Sirena antes.

Los animales marinos se agrupaban para declamar que les asaltan y no quedan satisfechos, sedientos de más riquezas robadas con odio, angustia y miedo.

Rodeando al Capitán había multitud de seres que hacían eco al grito de la Sirena con la ansiedad en su cuello.

Cada vez eran más y más seres marinos dispuestos a juntarse para dialogar. Parecía que había una jerarquía, puesto que, cada especie marina tenía un espacio determinado donde colocarse y todas

35 las demás lo aceptaban como si fuese algo natural en su forma de comunicarse.

Empezó hablando el Salmonete Real:

—Siempre me he movido poco a poco valorando mis posicionamientos y ahora lo tengo claro al afirmar que juntos vamos a terminar con la malicia del malvado, maligno malhechor.

A la izquierda del Salmonete Real estaba una Dorada que más rápida en sus movimientos añadió:

—También estamos malhumorados, por el malsano malestar causado por su maldad.

Una Gamba estirándose se inclinó y haciéndose la interesante afirmó:

—Da igual dónde se escondan sus compinches. No podrán malograr nuestro plan de paz aunque tengamos que movernos en el oscuro abismo de las confrontaciones.

Un Bonito, se hizo escuchar:

—No puede haber malentendidos en ninguna esquina de nuestro blanco camino. Siempre tenemos que seguir los pasos de la pureza de nuestro corazón.

El Caballo de Mar dio tres saltos como queriéndose hacer ver y con pasión enunció:

36 —O el Tiburón Bocanegra nos devuelve el bienestar o le haremos pasar un mal rato. Si no recupera su nobleza saldrá malparado y malherido.

La Caballa dio tres relinchos y con entusiasmo remarcó:

—Recordad que aunque a alguna o alguno nos pueda pasar algo malo no nos podemos dejar vencer por la mala suerte.

El Erizo de Mar puntualizó:

—Si no están dispuestos a recapacitar sobre sus malas intenciones, entonces no nos dejaremos malversar para malvivir muy malamente.

El Bogabante parecía que iba a ir para atrás pero finalmente fue dos pasos adelante para comentar con firmeza:

—Intentar tener buena organización porque no podemos malgastar nuestras energías. Además tenemos que mantenernos firmes en nuestro propósito de terminar con del maltrato que existe en nuestro Mar.

Tras un rato de espera una Tortuga Boba hizo su aparición. Tenía un raro caparazón circular que parecía un tablero de ajedrez. Parecía muy mayor y solemne aportó una frase muy interesante:

—El mapa no es el territorio cuando la realidad es mucho más que un juego —dijo la Tortuga girando sobre sí misma para poder

37 mirar a los presentes mientras les hablaba lentamente—. Todos y todas formamos parte de un todo como en el juego del ajedrez.

Un pulpo señaló ocho direcciones, juntó sus brazos y ocupó la primera línea del círculo de comunicación. Miró al Capitán al mismo tiempo que hablaba para todos los demás:

—Sé de buena tinta que el malquerido Bocanegra se llevó muchos golpes de marineros y que por eso ahora también quiere vengarse de los humanos.

El Mero se mostró sincero ante Marco el marinero:

—Desde hace mucho tiempo los humanos han olvidado el vínculo natural con anfibios y seres marinos. Lo peor de todo es que la gran mayoría tampoco recuerda que, más allá de los océanos, en sus pueblos y ciudades la maldad y maleficio de la falta de conciencia continúa vigente entre el mar de gente. Los humanos para mantener su bienestar priorizan ponerse a ellos primero. Muchos se han apartado del mandamiento de amar en acción al prójimo, como un sistema de la naturaleza perfecto que influye en una meta de armonía o propósito común de liberarse del sufrimiento.

Demostrando que cuidamos nuestro entorno y relaciones damos testimonio que aprendemos a cuidarnos y respetarnos. El

38 amor primordial es como el agua pura cuando se posa sobre todas las cosas. El amor es cristalino siendo espejos unos de otros.

No recordando la ley del amar se olvida encontrar formas de hacer el bien a los demás. De este modo, incluso cientos de kilómetros tierra adentro, cada vez es más presente el influjo de la vanidad de Bocanegra reflejando el egoísmo entre la gente.

El Pez Piloto aleteó por encima del grupo:

—A lo largo de mi vida he acompañado a barcos y todos sabéis que incluso me he metido en la boca de tiburones aliándome con ellos. Sé que puede parecer contradictorio aunque hay que acerarse y amar al enemigo para conocer sus movimientos. Ellos saben que a mar revuelta ganancia de pescadores. Por eso, intentan confundirnos en aguas turbias para pescarnos en su mal intencionado plan de un control globalizado en la mar de desgracias.

La Chromis, Pez Castañuela apareció haciéndose oír con un ritmo picado dando una nota destacada:

—La mayoría de humanos son ignorantes de la verdadera historia de salvación y del venidero desenlace que les espera si no reaccionan con vocación. Ellos también son abundantes en desgracias y desafortunadamente compiten en un mar de desconfianza ante sus conciudadanos. El sistema les dice lo que tienen que pensar, en vez de unirse contra el verdadero Tiburón que les oprime el corazón.

39 Con un giro repentino el Congrio, con sus grandes ojos, miró a sus compañeros y sinuosamente se expresó:

—Hay que terminar con las malas intenciones de la malicia del maligno malhechor y sus malvados maleantes.

El Pez Luna haciendo su aparición en el centro del círculo intentó cambiar el tema de conversación al ver que la reunión empezaba a tener un tono maldispuesto y malsonante:

—Ya sabéis que la órbita del satélite Luna es elíptica, de modo que a veces se encuentra más cerca o más lejos de la Tierra. Esto es evidente para cualquiera que observe como su tamaño aparente varía y eso ¡mola, mola!

Entonces una esbelta Sardina plateada y de vivos colores verde azulados se separó del banco donde estaban otras muchísimas sardinas y convencida del brillo de su argumentación sonreía mientras hablaba:

—Debemos mantener el espíritu de las grandes comunidades, al igual que lo hacen las aves y los mamíferos. Para llevar a cabo un excelente plan es bueno mantener el sentido de humor, pero sobre todo el sentido del amor entre los individuos para que permanezcamos unidos. No me refiero a permanecer agrupados físicamente sino con un sentimiento de equipo de trabajo, conectados colectivamente por el bien general.

40 El Salmonete Real al ser un líder natural, conocido en el mar como Reyezuelo, sintió que tenía que aclarar e ir poniendo fin al encuentro marino. Luciendo un vestido de color rojo anaranjado y con la boca inclinada hacia arriba propuso dar un cierre a la reunión:

—Empezamos a dialogar malhumorados por el malsano malestar causado por el maltrato de Bocanegra, Aguamala y sus secuaces malhechores. La reunión ha pasado por varios derroteros, ahora bien, hay que darle una conclusión para partir y poder ponernos a la acción.

De un alegre salto apareció el Delfín Mular sonriendo con gracia y dando su opinión para cerrar el encuentro:

—La esperanza es el corazón de la acción y no sólo en el mar sino también en la tierra algunos seres humanos han tomado la decisión de hacer frente a la manipulación y la sumisión.

Reafirmando esta opinión Marco interrumpió al Delfín:

—En la vida hay una cosa clara, los problemas hay que mirarlos frente a frente, que los miedos hablando sinceramente se espantan rápidamente.

Mara también intervino entusiasmada:

—¿Queréis hacer frente a la manipulación para salvar el corazón?

41 Nadie dijo nada o sea, en silencio, se dijo todo y formaron dos filas en las cuales iban ocupando su rol para empezar a coordinarse. Como en una partida de ajedrez con coordenadas de cooperación colectiva.

La Dorada era un pez con gran vitalidad y autoestima y el Salmonete Real estaba seguro que todo saldría bien, por eso se situaron en el centro de atención de sus compañeras y compañeros.

Junto a ellos estaban el Bonito y la Gamba que querían desarrollar sus habilidades a la vez que mejoraban su entorno.

La Caballa y el Caballo de mar tenían la confianza y autonomía en sus estrategias, aunque les gustaba que otros seres marinos contasen con su apoyo, por eso se unieron a la fila.

El Erizo y el Bogavante podían resolver problemas y controlar situaciones protegiendo a sus compañeros y compañeras, por eso decidieron cerrar la primera línea de cooperantes.

Sin querer perder más tiempo, más animales presentes ocuparon la segunda fila, todos se respetaban y apreciaban entre sí. Les gustaba ser útiles para proteger a su entorno y, aunque tenían un poco de susto metido en el cuerpo, todos estaban dispuestos a arriesgar su propia vida si con sus actos podrían contribuir a mejorar la calidad de vida en el Mar de Alborán y en su planeta Tierra.

42 La Tortuga Boba estaba conectada con los sentimientos y las emociones colectivas y sabía que no muy lejos de allí se estaban agrupando otros contrincantes para no hacerles nada fácil la partida rumbo a un mundo mejor. Sabía que era necesario empezar un juego de vida y muerte para dejar en jaque mate a la indiferencia de las sombras que existen tras la luz.

La Tortuga Boba era lista y a lo largo de su vida había conocido incontables confrontaciones entre las dos caras de la misma moneda de otras especies, al igual que había sucedido a hombres y mujeres.

La tortuga marina, con su caparazón hidrodinámico aplanado y ovalado, era una especie cosmopolita que había viajado solitariamente por prácticamente todos los océanos del mundo. Por este motivo, conocía que a lo largo de la historia siempre se buscaba la victoria, pero que con el ímpetu del afán de sumar cada vez más poder se calculaban alianzas, se restaban valores, se robaban y vendían sueños, se inventaban fronteras de egoísmo con mentiras que dividían las sumas de las ilusiones, multiplicando el dolor al terminar el juego sacando a cada alma de sus casillas.

43 44 Esta vez podría ser diferente confiando en una mediación, para acompañar en hermandad en el camino a la gloria, con la conciencia de unidad más allá de las amarguras, el miedo, la rivalidad y la muerte.

Tras este encuentro submarino Marco comprendió que hasta que uno no se confronta a sus propios miedos no puede vencerse a uno mismo. Tenía una extraña sensación generada no por su nuevo cuerpo de Hombre Pez sino por sentirse parte de un todo. Era como si su soledad estuviese acompañada, estando sumergido en nuevos

45 planteamientos en los que cualquiera puede ser alguien a tener en cuenta cuando nadie deja de ser importante en su entorno.

En la intimidad Mara le mostró el placer de transformar la locura de la cara oscura, del salado sufrir de su amargura, con la luz del sol de la solidaridad.

Con dulzura Mara agarró de la mano a Marco y con el contacto le dijo que el silencio es una buena excusa para comunicarse. Le llevó hasta el abismo de la palabra donde con mesura se escuchaban sentimientos empapados con la ternura.

46 VI

ARMARSE DE VALOR

El Capitán se encontraba en un marco incomparable de contrastes entre el significado de su vida desde antes y hasta ese momento. Se despertó, tumbado en la cubierta de su velero, con el entusiasmo de saber que formaba parte de un proyecto común. Le apasionaba sentirse dentro de un equipo y había recuperado la chispa que encendía, calentaba e iluminaba el frío y oscuro mar del desencuentro.

Marco comprobó que efectivamente continuaba siendo mitad hombre mitad pez. Se sentía anfibio capaz de respirar con sus pulmones al estar en superficie y también hacerlo adentro del mar con sus nuevas branquias esponjosas, a través de las cuales la sangre absorbe el oxígeno disuelto en el agua.

Le era imposible imaginar a la sirena Mara porque la tenía delante de sus ojos apretujándola entre sus manos. Ambos juntaron sus manos, las entrelazaron mientas las apretaban y soltaban,

47 haciendo manitas, desperezando la decisión de dar un impulso a los brazos que guiaban las alas de sus cuerpos. Sentían que estaba en sus manos ponerse manos a la obra y comprometerse con mejorar su realidad, echando una mano al ecosistema del mar de Alborán.

Marco miró a la Sirena y pensó, por un momento, que su condición de ser humano se le iba de las manos. Pero su pensamiento sólo duró un instante porque Mara empezó a meterle mano, con una mano por delante y la otra mano por detrás. Él no tenía las manos atadas y como no quería dejarlas vacías las llenó de propósitos, para no descuidar su vida en manos del destino.

El Capitán se frotó las manos y como tenía las manos largas, manoseó un poco el cuerpo de Mara, puesto que, más valía pájaro en mano que ciento volando. No fuera a ser que se despertase volando en sueños sin haber tocado tan hermosa partitura.

Mara le paró las manos al ver que él las tenía muy sueltas y con su poder mental empezó a mentalizarle sobre su intervención dentro del sistema marino con ecología emocional:

—No pretendemos caer en manos del tiempo perdido, ni de las manos que se agarran al hacer por hacer.

48 Marco recordó la popular frase de manos que no dais ¿qué esperáis?

Él sabía de primera mano que tenía buena mano para gestionar conflictos, sin quemarse, pero poniendo las manos en temas candentes. Por eso también se puso manos a la obra en el tema que traían entre manos, porque ya era hora de meter las manos en el asunto.

Ambos se lanzaron al mar desde el velero que continuaba fondeado. Desde el agua el Capitán se despidió de su velero con entusiasmo poniendo una mano en la obra viva del casco de su velero y la otra en su propio corazón en señal de amistad y gratitud.

Después con un golpe de cadera siguió a Mara para ponerse, mano a mano, manos en la masa y así poder hacer todo lo que estuviese en sus manos y más allá.

Mara nadaba mucho más rápido y Marco le seguía ávido, acechante, como atraído por una succión. Pasó por un arrecife de rojo coral y ella le mencionó que contemplase su belleza. Marco sintió un escalofrío al interpretar que la belleza emanaba de su propio corazón.

Él podía sentirlo más fuerte pero no más claro, la belleza se reflejaba en su sombra que iba por delante de sus pensamientos.

49 Marco no se sentía fatigado ni confuso porque sentía un gran motor dentro de su pecho. Tenía dudas sobre donde se encontraba pero no se planteaba regresar porque esas dudas le ayudaban a continuar hacia alguna parte, y de eso estaba seguro tras un largo rato nadando.

Sorprendentemente ella se paró junto al ancla del velero del Capitán. Al principio él no podía entender que se hallasen en el mismo sitio, llevaban mucho tiempo desplazándose sumergidos en el agua como para que todavía estuviesen allí.

Habían nadado en círculo con el deseo de dar una vuelta al mundo.

Ella le sonrió y no hizo falta nadar más. Simplemente nada más ni nada menos que tener la intuición o corazonada que ya habían llegado.

Fondeado en el Mar de Alborán el velero del Capitán les mostraba que, a veces, las personas permanecen ancladas en sus vidas aunque hayan buscado respuestas y otros destinos. Es muy difícil encontrar cuando no se sabe lo que buscar.

Cada individuo es responsable de su búsqueda y no se puede pretender cambiar la realidad del ecosistema si ni siquiera se es

50 consciente de las consecuencias de los pasos que se van dando en el camino.

Mara puso sus manos en forma convexa y las colocó tapando las orejas de Marco. Entonces, como si fuesen caracolas, sus manos empezaron a conversar con él:

—Las olas no tienen pasado aunque si tienen historias de otros lugares y otros tiempos. Las olas traen con susurros los gritos que llegan desde el otro lado del mundo.

Marco cerró los ojos para intentar recordar aquello que otros muchos humanos querían olvidar. Como una espumeante música creyó escuchar la frase de «quien engaña no gana, quien engaña no ama».

El Capitán sabía que la manipulación y opresión que sufrían los habitantes del Mar de Alborán no debía ser interpretada, en el teatro de la vida, como un obstáculo sino como un reto para tomar coordenadas de lo que les sucedía.

Había muchas variables y posibilidades de afrontar el conflicto e incluso en el caso de no superarlo, siempre tendrían que considerarse victoriosos al haberse enriquecido con la experiencia de gestionarlo. Ese era el verdadero tesoro que los piratas encontraban cuando eran conscientes que el mapa no es el territorio, sino que el

51 territorio puede ser explorado según el mapa mental que marca lo fundamental del camino.

Marco pudo escuchar varios mensajes del agua y descubrió historias que venían desde el profundo pasado hasta el superficial futuro en donde los deseos sustituyen a la memoria. Perdió la noción del tiempo y entendió el motivo por el cual los humanos afirmaban que el tiempo corre o que el tiempo vuela, pero no se utilizaban la expresión de «el tiempo nada». Para él, debajo del agua el tiempo no era lineal. El tiempo no es permanencia, se expande y repliega al vivirlo en el espacio presente.

Mara dio un chasquido debajo del agua y como por arte de magia él escuchó como ella narraba un cuento de tiempos remotos, cuando era suficiente desear fuertemente algo para que se cumpliese.

De sus ojos lloró una salada alhaja. Se la entregó a él declarándose:

—No creo en el más allá porque eso justificaría que hubiese menos acá.

Marco cogió la lágrima y decidió enterrarla como si fuese un tesoro. Pensó hacerlo muy profundo, como lo eran los sentimientos hacia Mara.

52 No tuvo miedo de nadar hasta muy hondo. Tenía la corazonada que, en el abismo del mar, a mayor profundidad más brillaba el sol por su ausencia y también con esa luz podría encontrar el camino de vuelta.

Si más del setenta por ciento de la superficie del Planeta Azul estaba cubierto por agua ya era hora de armarse de valor para conocer lo que había en lo profundo de su misterio.

Cuando descendía tuvo la impresión que el agua es vida y que hace unos tres mil ochocientos millones de años, al aparecer los primeros seres unicelulares fueron capaces de utilizar la luz del sol, el dióxido de carbono y algunas sustancias minerales para crear su propio alimento.

Marco recordó que a este proceso, en el cual se desprendió oxígeno libre a la atmósfera primitiva, se le puso el nombre de fotosíntesis.

Según descendía caía en la cuenta que existían los seres marinos gracias a la fotosíntesis que realizaban las algas, en el medio acuático. Apreció que con su aleteo y sus brazadas se iluminaba el agua como encendiéndose y apagándose minúsculos seres de plancton que le susurraban datos importantes a tener en cuenta.

53 Moviendo sus manos frente a sus ojos comprendió el mensaje que le querían contar aquellos diminutos seres. Le expusieron que los organismos del plancton vegetal se llamaban fitoplancton, los cuales eran capaces de sintetizar su propio alimento y que también realizaban la fotosíntesis con la energía luminosa.

Tintineantes le remarcaron que el fitoplancton era la base de la pirámide alimentaria para poder jugar en el ecosistema acuático, el cual, para desarrollarse debía vivir en lugares donde existiese luz y minerales en suspensión. Por este motivo el fitoplancton solamente podía desarrollarse en las primeras capas de agua, dado que la luz que traspasaba mucha profundidad no tenía suficiente calidad para producir la fotosíntesis adecuadamente.

Fue tras esta información cuando se ilumino la pista secreta que conducía al malvado plan de sus contrincantes Bocanegra y Medusa Aguamala, a los que se había comprometido confrontar junto a sus nuevos amigos marinos.

Siguiendo la pista llegó a descifrar la maligna estrategia que consistía en alejar al fitoplancton lejos de la Isla de Alborán, disminuyendo así la cantidad de nutrientes en suspensión en el agua y dificultando su desarrollo. Ellos también sabían que el fitoplancton

54 era crucial para la vida marina al constituir el primer eslabón de las cadenas tróficas.

Marco entendió la mala jugada que querían hacer pasar al equilibrio y armonía del ecosistema marino. Los contrincantes malhechores habían empezado con un vil movimiento que oprimía a los organismos más vulnerables. El plancton estaba indefenso y si le debilitaban también mermarían las fuerzas de peces pequeños que servían de alimento para otros peces más grandes. Así sucesivamente hasta llegar finalmente a los mamíferos carnívoros marinos, entre los que se encuentran los delfines mulares y otros cetáceos del Mediterráneo.

El Capitán decidió regresar a la superficie para ver más claro las posibilidades de contraatacar el malévolo plan.

Al ascender se dio cuenta que los movimientos del plancton son verticales en una columna de agua y que se desplaza horizontalmente cuando son arrastrados por la corriente marina.

El plancton estaba siendo arrastrado por la mar de conflictos y dejándose llevar por la corriente, no era consciente que se alejaba de la Isla de Alborán.

55 Marco aturdido llegó a la superficie donde se encontró a Mara encima de una gran roca. Ella le mencionó el olvido de enterrar el tesoro de la salada alhaja que había llorado.

En una incesante marea de palabras él le explicó todo lo que había descubierto y con una mezcla de rabia, amargura y saladas palabras él afirmó:

«El mal está cegado por su codicia. Si llevan a cabo su plan no sólo desaparecerá la vida también ellos mismos desaparecerán asfixiados por su avaricia».

Mara abrió el puño de Marco y recogió su lágrima, la sopló y ambos vieron cómo se evaporaba en el aire.

Él suspiró y de su aliento se levantó una brisa de levante que refrescó su ánimo.

Mara moldeó el cuerpo rígido del Capitán y complementó sus palabras:

—El agua de los mares se evapora y luego cae en forma de lluvia o nieve formando los ríos, lagos y aguas subterráneas que forman las reservas de agua dulce que los humanos y las plantas necesitan para vivir físicamente. No contamines el ciclo de tus emociones con rencor, deja que se evaporen de adentro a afuera, para

56 ser perdonado siempre es mejor perdonar. El agua viva te hará libre, es nuestro sustento de vida. Cuando nos acercamos al amor podemos encontrar la paz espiritual y convertirnos al corazón, fuente de bendición para los demás.

Marco calmó su sed de justicia e invitó a la Sirena a subir a su velero para tomar un poco de agua dulce y algo de picar. Era una invitación a regar la picardía de su sonrisa y abonar los surcos de su piel con la ternura de sus caricias.

Tras un rato de sosiego en el velero el Capitán propuso echar una partida de ajedrez. Ella desconocía las reglas de ese juego y le propuso que primero le explicase sus normas. A él le pareció estupendo y empezó a colocar las fichas en el tablero.

Se quedó pensativo al no recordar si a la dama blanca se la ponía en su color. Finalmente exclamó:

—¡La dama en su color! —y colocó a la dama blanca en la casilla blanca. Después miró a Mara tendida sobre su cama con sus hermosos ojos de dama negra y tuvo la certidumbre que no hay diferencia entre la luz y la oscuridad, de lo oculto aflora la certeza y en el candor perece la tiniebla.

Mientras colocaba el resto de las fichas pensó que sería bueno explicar a Mara el juego del ajedrez con un cuentito. Se le ocurrió que

57 se podría titular «Amor cuadriculado» o tal vez «Morir de vivo amor».

El Capitán se acercó a Mara y acariciándola el pelo empezó a contarle el cuento:

—Erase una vez una partida sin retorno en un juego sin más color que el blanco del día y el negro de la noche.

Mara muy interesada le interrumpió:

—La mañana teje un claro manto que la noche despejará para poder ver las estrellas.

Marco intentó retomar el cuento:

—Existía un amor imposible entre un rey negro y una dama blanca casada con un rey blanco. El rey negro también tenía una esposa que consciente que su marido no le amaba prefería elegir solamente quererle con fidelidad cuando él a su lado no estaba.

Mara le preguntó curiosa: —¿Y qué opinaba el marido de la dama blanca?

Marco respondió paciente, mientras sentía que la Sirena no le iba a dejar imaginar tranquilo la historia:

—El rey blanco se resistía a admitir que la pureza de amor de la reina tuviese libre albedrío de elegir su forma de amar. Sabía que sin ella soportar su vida sería mucho más difícil.

58 La Sirena miró el tablero de ajedrez y observó que los reyes se colocaban enfrentados situados en la contradicción de estar cada uno posicionados en distintos puntos de vista dentro de un mismo juego. Ella comentó a Marco:

—Entre las parejas juegan a quererse y es divertido porque su amor es temporal.

—En ocasiones el amor es fugaz y lo que les mantiene en juego es la pasión por no perderlo o, simplemente, por mantenerlo —opinó Marco desde su punto de vista—. Todas las fichas tienen que descubrir cada rincón inventando su camino y olvidar la gran contradicción de vivir una muerte anunciada por una norma de comportamiento que les cautiva. Cada ficha tiene un destino independiente de su color, su raza, su piel y su corazón, aunque al mismo tiempo comparten las mismas reglas que marcan sus movimientos que se ponen en juego a lo largo de la historia.

Mara miró a Marco y le dijo que entendía lo complicado de las reglas pero lo que no entendía era por qué no recordaban que después del desapego y de la muerte empieza la verdadera vida.

Él le explicó que nadie es imprescindible y que una pérdida podía ser necesaria para una mejor ganancia.

59 Ella le increpó diciendo que entregarse por el amor es la mejor ganancia.

Ambos tenían que cavilar sobre las enseñanzas de las contradicciones de la luz y las sombras del ajedrez.

Mara cerró los ojos y se echó una siestecita en la cama del Capitán. Marco decidió escribir un cuento en su Cuaderno de Bitácora. Finalmente decidió titular a su historia «Amar hasta morir».

Cuando Marco terminó de escribir el cuento para Mara. Pensó que le iba a gustar mucho y que tras su lectura podrían jugar al ajedrez sin considerar sus reglas como leyes diseñadas para las batallas, sino como reglas que liberan los movimientos con normalidad y al mismo tiempo con espontaneidad.

Después miró a Mara tendida sobre su cama, se amoldó a ella haciendo un veintidós con sus cuerpos. Puso una mano en sus nalgas escamadas y se sintió afortunado de poder compartir sueños con ella para amarse y armarse de valor a la hora de confrontar y gestionar los conflictos del juego de la vida.

60 VII

ARRIMAR EL HOMBRO

Al rato de estar durmiendo acoplados, cuerpo con cuerpo, piel con piel y escamas con escamas tumbados en la cama todo era mucho mejor que un sueño.

Marco acarició a Mara y ella al abrir los ojos desveló a sus palabras que se desperezaban del breve descanso:

—A menudo se confunde un no puedo más con un ya es bastante.

Marco respondió:

—Nosotros no debemos confundir un ya es tarde con todavía es posible.

No es necesario aclarar que al Capitán, esa mañana, le hubiese gustado hacer con la Sirena lo que nadie sabe muy bien por dónde se espera que se haga en el horizonte de una cama. Se miraron mutuamente y se sonrieron con complicidad. Él cogió en brazos a la Sirena y fue entonces cuando se dio cuenta del tamaño de su larga

61 cola. Empezó a acalorarse y propuso salir a tomar aire en la cubierta del velero.

Juntos les era difícil salir por la escotilla y él dejó salir primero a Mara, que se deslizó por la bañera de cubierta. Juntos saltaron por la borda del velero hacia el mar.

Refrescado por el agua él bromeó recordando a los buceadores que dependían de accesorios para penetrar en el mundo subacuático:

—Es un buen momento para brindar con una botella de aire comprimido regulando por etapas nuestras inspiraciones creativas.

Mara que conocía la indumentaria de los submarinistas que solían frecuentar el Mar de Alborán le complementó diciendo que ya era hora de zafarse el plomizo lastre y quitarse las máscaras sin presiones para poder mostrarse al natural.

El Capitán intentó hacerse el interesante:

—A muchos humanos les aprietan las máscaras sometidas a la presión constante de vivir en una contradicción. A mayor presión consumen más aire y en vez de relajarse para optimizar su tiempo, muchos patalean ante cualquier resistencia al avance.

Mara complementó la explicación distendidamente:

62 —Por eso consumen mucha energía que les quita tiempo de disfrute y calma.

—Algunos humanos hacen apnea debajo del agua pero la gran mayoría necesita máscara para desenvolverse mejor —mencionó Marco en un tono más serio, recordando que antes de su nueva condición de anfibio también era humano—. Las máscaras y las aletas son muy útiles a los humanos.

Mara no sabía si él se refería literalmente a las máscaras y aletas o si lo hacía en relación a los roles sociales pero prefirió seguir jugando con sus metáforas:

—Los comportamientos humanos se incrustan en la personalidad como máscaras que están guardadas en distintos compartimentos y cada persona tiene libre albedrío de elegir cuál quiere ponerse —respondió Mara reflexiva—. Los humanos suelen ponerse la máscara que tienen más a mano, e incluso lo hacen inconscientemente por haberlo hecho repetidamente.

Mara pidió a Marco que le hablase de esas máscaras que llevan los humanos. Él se dispuso a dar una explicación, al considerar que aunque era urgente ir a ayudar en la batalla del ecosistema al mismo tiempo, para él, era importante que Mara tuviese una perspectiva del juego de roles ante los conflictos.

63 El Capitán consideraba que las fichas del juego de ajedrez eran metáforas de los roles que se ejercen en los conflictos:

—El Rey es perfeccionista y su mayor presión es el autocontrol de sus pequeños pasos, que aunque pueden ir en todas direcciones siempre va despacio por su gran exigencia por hacer lo mejor que pueda hacer.

—¿Y la Reina no le ayuda? —preguntó la Sirena intrigada.

—La Reina siempre quiere salvarle, pero ella también tiene mucha presión al esforzarse continuamente. Ha aprendido, a base de muchas partidas repetidas, que las cosas que se logran sin esfuerzo no tienen valor.

—Vale, pero habrá más nobles fichas en el sistema de juego que puedan aportan más conciencia a sus movimientos. Para eso les habrán puesto en su sitio ¿no? —intervino la Sirena queriendo aportar claridad.

—El Alfil siempre intenta complacer a sus superiores. Por eso tiene ansiedad de tener que agradar aunque haya fichas que no le muestren simpatía —dijo él mirando a los ojos de ella— al considerar que las máscaras hacen que los corazones no se enfrenten cara a cara.

64 —La Torre da seguridad. Muchos humanos viven en torres que llaman casas —dijo Mara al recordar que desde la infancia las niñas y los niños ya aprenden a construir castillos en la arena de las playas.

Él opinó que en el ajedrez la Torre es fuerte, pero que asume, sin cuestionárselo, que la vida es dura porque hay que esforzarse para ganársela aunque te des contra la pared una y otra vez:

—La Torre considera el juego como una batalla en la que unas veces se pierde y otras se gana, en vez de plantearse que la vida es un bonito juego lleno de una gama de colores y sentimientos entre el blanco y el negro.

—En el ajedrez hay un caballo para recordar a los humanos la conexión con la naturaleza —declaró Mara reivindicando roles positivos en el ajedrez.

—Tienes razón, —declaró Marco— hay muchos aspectos positivos en todas las fichas, aunque déjame remarcar una perspectiva de los humanos que seguro que te resuena.

—Me suena por tu tono de voz que no me vas a contar nada bueno y siento que algo urge —agregó Mara tras una pausa.

El Capitán al ver que ella no decía nada más continuó hablando:

—El Caballo puede simbolizar las decisiones prematuras ante el estrés que se vive en la sociedad moderna. No sólo existe ansia por

65 consumir productos, además no se cuida el ecosistema que genera los recursos naturales que se consumen. También se tiene prisa en dar saltos y rodeos para llegar a alguna parte sin importar lo que se tiene más cerca esperando ser descubierto sin ir muy lejos.

Mara se enfadó porque él estaba hablando desde una perspectiva poco constructiva:

—Ahora me dirás que los peones son afligidos, bombardeados, conquistados, desnutridos, exiliados, fracasados, guarecidos, hambrientos, ignorados, jo…

Marco la interrumpió rápidamente:

—Los peones pueden tener muchas etiquetas colgadas, los hay aletargados, belicosos, caprichosos, desenraizados, excitados, facinerosos, gamberros, hedonistas, idolatras y un largo devenir de etcéteras que hay que tener en cuenta.

Él quiso dar énfasis al planteamiento en relación a que muchas personas viven inhibidas, como peones, sin conectarse con su esencia personal con infinitas posibilidades de transformación si tuviesen la firme intención de centrarse en objetivos claros y estrategias concretas para conseguirlos.

66 Mara no quería continuar irritada pero si tenía la necesidad de decirle que le hubiese gustado que la primera vez que alguien le daba a conocer el juego del ajedrez se lo hubiese explicado con un cuento bonito y no con una serie de conflictos humanos, riesgos, máscaras y falsas amenazas:

—Los humanos habéis planteado al ajedrez como un juego de competición en un campo de batalla y no como un juego de cooperación —propuso ella mientras cerraba fuerte los ojos intentando imaginarse otras formas posibles—. El ajedrez se puede reinventar para jugar más de dos personas e incluso si sólo juegan dos entonces ambos se podrían complementar para conseguir sus metas.

Marco comentó que el ajedrez era un juego donde no sólo combaten enfrentados dos ejércitos claramente diferenciados:

—En el juego, con heroicas gestas, en ocasiones hay alguna coronación de un peón que transforma sus penalidades y miserias en la gloria de ver recompensados sus esfuerzos.

El Capitán quería contarle que las fichas siempre cooperan entre si y que la lucha no es más que un afán de superación. La lógica del ajedrez sirve para aprender a escuchar los comportamientos humanos y comprender que sus estrategias en el ecosistema no

67 siempre son predecibles. Aunque fundamentalmente lo más importante que él quería decirle a Mara era que para él era un honor aprender juntos y un lujo poder compartir su vida con ella, puesto que la amaba con toda su alma.

Mara estaba triste al sentir que el Capitán no la comprendía y la respiración se le entrecortó al pensar que no podrían ser compatibles.

A ella le subió un calor abrasador por la espalda porque aunque ya era adulta no había perdido la inocencia y no estaba cansada de soñar en un mundo sin fronteras donde poder ser libres en la verdad, viviendo sin miedo al engaño, la manipulación, el lamento y el pesar de la ignorancia. Le encantaría que Marco compartiese sus deseos de paz y que en vez de perder el tiempo con tantas explicaciones fuese él quien tomase la iniciativa de salir raudos a ayudar a sus amigos.

Marco al verla triste intentó animarla:

—¡Anímate, reacciona, no te quedes así!

Mara respondió:

—¿Así cómo?

Él la miró a los ojos y comunicó con voz trágica:

—Pareces alicaída.

Ella apartó la mirada:

68 —¿Te parezco alicaída? Pues tú a mí me pareces un hombre indiferente, insensible, como dormido. Sí, nada te afecta, nada te estimula. Ni siquiera soñar —Mara se giró de espaldas y continuó reprochándole su actitud—. Me has engañado, no vibrabas con la vida, sólo me querías para aprovecharte de mi vulnerabilidad. No pensaba que fueras así —se giró de nuevo para cuestionarle mirándole a los ojos— ¿Te das cuenta?

Marco no entendía qué le había hecho para que ella reaccionase así pero no quería dar más dramatismo a su relación con batallas de luces y sombras dialécticas. Por este motivo de su boca no salió palabra alguna.

Ella indignada le declaró que todo tendría que volver a ser como antes.

Él también intentó decirle que tenían que volver a mirar las cosas como antes.

—Lo ves ya me estás liando con tus palabras —observó Mara— y sabes que en el Mar de Alborán no estamos pasando nuestro mejor momento.

Él procuró calmar la situación:

—No vamos a ir a peor.

69 Pero sus palabras no tranquilizaron a la Sirena que con un grito terminó su conversación:

—Sí puede ir peor ¡besugo! Sí puede ir peor.

El Capitán sin pensarlo la increpó:

—No, no me siento nada besugo y estoy convencido que tengo muchas más neuronas que las que puede tener cualquier ridículo cerebro de pez.

—Eres un hombre engreído, prepotente, egocéntrico, prejuicioso e insolidario, y lo serás toda la vida. No quiero volver a verte nunca más —decretó Mara muy acalorada e inmediatamente sintió que las palabras se le atragantaban, por eso no pudo hablar y rectificar lo que acababa de decir.

A él las palabras de la Sirena se la clavaron como espinas y sintió que había caído en su propia red al ver alejarse mar adentro a su amada Mara.

Al quedarse en soledad él intentando no pensar se puso a escribir automáticamente en su Cuaderno de Bitácora, como si escribiendo pudiese arreglar después lo que había sucedido durante el momento de antes.

70 Marco leyó las líneas que acababa de escribir y al bajar la mirada se percató que de nuevo tenía piernas humanas. Cerró y abrió de nuevo los ojos y no se asombró al comprobar que ya no tenía medio cuerpo con forma de pez.

Había estado soñando despierto en una realidad no ordinaria en la cual había percibido todo aquello en lo que creía y en lo que trataba de ver porque lo pensaba.

En lo superficial de la realidad tomó por cierto lo que fue su verdad y con esa mentira fue con la se dio cuenta que sus pensamientos estaban condicionados por sus percepciones que a su vez dependían de sus creencias.

El Capitán apretó con fuerza su mandíbula como queriendo encerrar para siempre a su lengua en una cárcel de saliva y dientes. Reflexionó sobre lo que había sucedido y pensó que Mara tenía razón al cuestionarle su actitud.

De este modo, siguió sin distinguir su realidad de su imaginación y se preguntó qué era lo que realmente deseaba y para qué quería lo que deseaba. Él necesitaba que Mara también le comprendiese, al mismo tiempo que a él le hubiese interesado escucharla en vez de posicionarse en defender a su rudo ego.

71 Como Marco, nuevamente, tenía movilidad humana decidió ir a la cocina del velero para prepararse un té relajante para tranquilizarse y, en su zona de confort, decidir si continuar soñando despierto o dormido. Disponía de diversos sabores: «fruta de la pasión» para coger energía y seguridad, «té de azahar» para reconfortar el entusiasmo, «té con regaliz» para recuperar la vitalidad y la confianza, «té a la menta» para estimular la esperanza y creatividad, «té blanco» para la paciencia y la voluntad y «té anisado» para estimular la intuición.

Tenía una caja llena de bolsitas y parecía que sus dedos navegaban entre sus aromas mientras rebuscaba el té.

Finalmente decidió prepararse un té al estilo hindú con una cucharadita de té negro, cardamomo, dos granos de pimienta, una rodaja de jengibre, un trocito de cáscara de limón, canela en rama y le añadió un chorrito de leche de soja.

Mientras reposaba el revitalizante té se sintió diferente, era como si estuviese retomando el poder personal de planificar, organizar, dirigir, empatizar y reconocer las dificultades y adversidades transformándolas en fortalezas y oportunidades de mejora.

72 Bebiendo el té caliente, a pequeños sorbitos, el Capitán sonrió al recordar el refrán que hacía referencia a cómo resolver un problema difícil, dividiéndolo en partes más simples tantas veces como fuese necesario, hasta poder resolverlo con la suma de diversas soluciones.

Marco contaba con su fortaleza y tuvo la firme intención de ir a buscar a su grupo de amigos. Tras las reflexiones era hora de pasar a la acción con el corazón y arrimar el hombro, cuerpo a cuerpo para echar una mano al ecosistema del Mar de Alborán.

73 VIII

AMARRAR LAS EMOCIONES

La mar estaba en calma con un profundo silencio que servía para que Marco se escuchase mejor así mismo.

El Capitán sabía que no podía inventar más pretextos justificándose constantemente, dejándose llevar por el oleaje de su lenguaje. A sus amigos marinos les habían sitiado, por ahora no podían aguantar más y él tenía que aceptar su realidad sin más cuentos.

El Capitán no podía esperar a tener viento a favor y ahora, aunque te parezca un poco raro, creo que ya es hora de decirte algo muy importante:

En realidad Marco no era un capitán de barco, no tenía un velero y tampoco se hallaba en el Mar de Alborán. Estaba en el Hospital Nuestra Señora del Mar de Barcelona en una sala cercana a la Unidad de Cuidados Intensivos.

74 No es un viraje inesperado. Continúa leyendo y no vas a tardar en entender el motivo por el cual Marco tenía una profunda motivación por imbuirse en el mundo de los cuentos.

En la noche él cruzaba el Paseo Marítimo, se descalzaba y paseaba por la playa de la Barceloneta.

La sensación del contacto de sus pies con la tierra le serenaba, por eso lo venía haciendo desde tres días atrás. Para él también era muy necesario sentir el agua fresca en su piel.

Algunas veces apenas tenía fuerzas para pasear y simplemente se tumbaba como esperando que alguien le despertase de su pesadilla.

Con la llegada del buen tiempo la playa de la Barceloneta era cada vez más frecuentada por jóvenes y turistas. Esa noche, estando Marco sentado en la arena, se cruzó con un hombre que llevaba una botella de vino en la mano.

—No hay, no hay —masculló el hombre bastante borracho — amigo, esto no es lo que hay.

Marco le miró pero no le dijo nada.

El hombre no estaba acostumbrado a que desconocidos le mirasen a los ojos y consideró que Marco le invitaba a hablarle.

—Hoy es el peor día de mi vida. Me acaban de echar del trabajo.

75 Lo lamento —comentó Marco sin querer darle pie a que continuase contándole su historia.

—Lo lamento, lo lamento —farfulló el hombre que cada vez parecía más borracho—. No tienes ni idea de cómo me siento yo ahora mismo.

—Es una mala noticia —afirmó Marco sin mucho interés.

—Mala noticia. Yo te voy a contar la mala noticia —se inclinó y se sentó junto a Marco para continuar hablando—. Me han despedido por no cumplir con los objetivos de la empresa.

—Lo siento —masculló Marco incómodo—. Seguro que pronto encuentra otro trabajo —opinó sin ánimo de querer continuar la conversación.

—No, mira no tienes ni idea. Soy comercial y nadie contratará a un comercial que han echado de otra empresa. Ahora soy chatarra, basura humana inutilizable.

El hombre dio un largo trago de vino y miró al horizonte como si todavía tuviese que tragarse el agua del mar:

—Es un mal trago, un maldito mal trago —murmuró mientras apoyaba la botella en la arena.

Marco vio que el hombre tenía anillo de casado.

—Seguro que su mujer le consuela —opinó en un tono cortante a la vez que giraba la cabeza.

76 —Mi mujer es una histérica, cuando le cuente lo del trabajo me va a gritar una vez más que no valgo para nada, siempre me amenaza con que se quiere divorciar.

Marco no tenía más ganas de seguir escuchando a ese hombre pero se sentía sin ánimo para levantarse e irse caminando.

El hombre se interesó por primera vez por Marco que descalzo había metido los pies en la arena.

—¿Y tú, estás casado?

—No, —negó Marco en tono violento y agregó a continuación— estoy viudo.

—¿Hace mucho que murió tu mujer?

—No —manifestó dejando caer su respuesta como una losa.

—¿Y la querías? —preguntó el hombre, con desatino, no sabiendo qué preguntar al verse frente una situación complicada.

—No —declaró para no dar más explicaciones, sintiéndose ofendido por aquel hombre que no respetaba su espacio vital.

—Entonces no tienes que lamentarte.

—A ella no le gustaba que la quisiera.

—¿De verdad? Las mujeres son raras.

77 —Ella me decía que simplemente le amase —declaró Marco dejando escapar una leve sonrisa como si al decir esa frase echara definitivamente a ese hombre y al mismo tiempo recuperara un poco de su alma hecha trizas.

El hombre le ofreció la botella. —¡Da un trago!

Marco consideró que el ofrecimiento era un reconocimiento de los sentimientos de ambos pero no dio un trago de la botella de vino, pensando que entonces ese hombre no le dejaría en paz.

Estuvieron largo rato en silencio como defendiendo sus posiciones en la playa.

—¿Quieres contármelo? —preguntó el hombre impertinente tras dar otro trago de vino.

Marco agarró con rabia un puñado de arena y dudó entre marcharse o ultrajar a ese hombre, pero sin quererlo empezó a hablar con la voz en calma como narrando sus palabras al viento.

—A ella no le gustaba esta arena, decía que era como polvo, tampoco le gustaba que hubiese tanta gente en la playa. Por eso, cuando nos planteamos vivir en Barcelona, ella prefirió que nos mudásemos a Montgat, un pueblito mucho más tranquilo junto a una gran playa con un pequeño club marítimo.

Ambos trabajábamos duro porque queríamos generar nuestro proyecto y viajar montados en nuestra propia empresa, para ser jefes de nosotros mismos.

78 Nos propusimos ahorrar para que en verano pudiésemos tener más tiempo libre y disfrutar de las vacaciones de nuestra hija.

—¿Tienes una hija?

—Si, Se llama Mar y es una adolescente preciosa aunque un poco orgullosa.

—Yo siempre he querido tener una hija —expuso el hombre mientras intentaba erguirse como si no estuviese borracho.

Marco, por primera vez, le observó con respeto al ver que no sólo quería estirar su espalda sino también su dignidad. Consideró que contar su historia les podría ser útil a los dos y continuó hablando.

—Nos casamos, en la provincia de Bizkaia, en la cima del islote de San Juan de Gaztelugatxe. En una ermita que añade encanto al bello paraje donde enamorados nos tomamos de la mano y nos comprometimos con el fuego de nuestros corazones, la firmeza de las rocas acantiladas, la frescura de la espuma de las olas y la libertad de la brisa marina.

Se llega a la ermita tras subir un recorrido sinuoso con una larguísima escalera, hacia el cielo, con vistas fascinantes de la costa del Mar Cantábrico.

—Es un lugar original para casarse.

79 —A ella le hacía ilusión celebrar una ceremonia cristiana en la naturaleza. Aunque me decía que nuestras almas ya se habían unido desde antes ella quería sellar el matrimonio, dando testimonio de fe en Dios, ante el compromiso de nuestra entrega en el amar.

—¿Antes de qué? —preguntó el hombre aun sabiendo que en su embriaguez no se podría enterar de nada.

Marco consideró que no iba a ningún lugar dar más explicaciones y continuó su historia como si no hubiese oído ninguna pregunta.

—Subiendo las escaleras hacia la ermita era impresionante la panorámica con la belleza que regalaba la naturaleza del lugar, el rugido del mar y el viento que, a rachas, soplaba conmovido.

Marco observó la cara de interés del hombre. A él también le gustaba lo que estaba narrando y se dejó llevar por sus recuerdos:

—Cuenta una tradición que una vez alcanzada la ermita hay que tocar su pequeña campana trece veces para pedir un deseo o para ahuyentar a los malos espíritus.

Algunos barcos de pescadores cuando salen a faenar suelen realizar varios giros a babor y estribor para que el Santo Juan de

80 Gaztelugatxe les dé buena suerte —contó en un tono seco, como invitando al hombre a que no cogiese confianza.

El hombre mantenía un gesto raro apretando la boca e inclinando su cabeza. Le miró fijamente a los ojos, el hombre los tenía color marrón claro aunque apagados por el alcohol. Marco se dio cuenta que hasta ese momento habían tenido una conversación anónima y sin mucha motivación decidió presentarse:

—Yo soy Marco.

El hombre le dio la mano y respondió. —Yo soy Marcelo Márquez Martínez —respondió rápidamente y después quiso completar su identidad— bueno en realidad mis padres me pusieron el nombre de Marcelino.

Marco no sabía lo que pasaba por la cabeza de Marcelino, el cual justificó su último trago.

—Sólo queda un culito —apuró el vino hasta la última gota, después cogió la botella con la otra mano y empezó a hablar metiendo sus palabras por el cuello de la botella. Sus palabras sonaban con tono funesto y lúgubre dentro de la sombría botella y salían al exterior con melancolía—. Mi vida es una supina pamplina y tú me cuentas que recién tu mujer ha muerto.

81 Marcelino selló sus labios contra la boca de la botella y sopló fuerte adentro. El aire no podía salir e hinchaba sus mejillas amontonado más palabras. Al despegar su boca de la botella él miró a Marco, después bajó la mirada y avergonzado terminó de hablar:

—Perdona. No quería molestarte con lo de mi mísero trabajo. ¿Cómo se llamaba tu mujer? —preguntó queriendo dar un poco de calor a la conversación.

—Mara.

—Por favor, háblame de vuestra historia.

—Al poco tiempo de casarnos nos vinimos a vivir a Cataluña porque tiene muchas montañas así como buen clima para disfrutarlas y, fundamentalmente, por nuestro amor al Mediterráneo. Estábamos muy contentos, además ella encontró trabajo fácilmente y como las cosas nos iban bien decidimos crear una familia. —Sonriendo con una pequeña mueca afirmó con la cabeza— Su barriguita, día a día, crecía llena de energía hasta que Mara dio a luz un bebe, con robusto cuerpo de niña.

Estábamos a punto de estallar de felicidad. Todo había ido de forma natural con una mezcla de calor, sudor, contracciones, dolor de existencia y hermoso llanto que abrió las puertas a una nueva alma.

Por fin era padre de una niña que buscaba los pechos de Mara y se aferraba a la vida.

82 Marcelino sintió pudor, como si ese momento fuese demasiado íntimo como para compartirlo con un hombre borracho e interrumpió a Marco:

—¿Me dijiste qué nombre tiene tu hija?

—Mar.

Ambos miraron al horizonte buscando una estela de silencio que justificase lo compartido hasta ese momento.

A Marcelino le afectaba la entereza de Marco.

—Tu historia me ha llegado muy adentro.

—Gracias, yo también te estoy agradecido por escucharme en este intercambio de hermosas tristezas.

—Bien, pues te deseo lo mejor para ti y para tu hija — declaró Marcelino mientas le ofrecía la mano— y ahora, por favor, ayúdame a levantarme.

Marco se puso de pie y tiró hacia arriba queriendo subir la dignidad de ese hombre. Después Marcelino se sacudió la arena y palmeó los brazos de Marco en señal de apoyo y agradecimiento.

—Hasta la próxima.

—Hasta siempre jamás.

Marco vio alejarse a ese hombre que habiendo intentado apagar sus penas con el alcohol había expandido las llamas de su

83 quemado presente. Se calzó y fue hacia su moto, ya era tarde y tenía que volver a casa en el pueblito de Montgat. Era un trayecto sencillo pero estaba cansado por el cúmulo de días que había estado mal durmiendo en el hospital.

Al día siguiente, a primera hora, volvió al hospital. Con su moto tardaba unos veinte minutos cogiendo la Ronda Litoral. No tenía miedo a la carretera a pesar que su mujer y su hija habían tenido un trágico accidente que provocó la muerte de Mara y un traumatismo craneoencefálico de Mar.

El dramático accidente fue un sábado por la mañana. Las dos viajaban al Parque Natural del Montseny, cuando un camión hizo un mal adelantamiento sacándolas de la carretera.

Marco estaba trabajando como mediador comunitario, en el distrito de Sants de Barcelona, cuando los Mossos d´Escuadra le informaron del terrible suceso.

En ninguna pesadilla podría haberse cruzado aquella conspiración de coincidencias fatales con la discusión que aquella mañana tuvo con Mara.

En la mañana del día del accidente, estando en su casa él reivindicaba que dedicaba muchas horas delante del ordenador trabajando y en cambio ella no invertía tanto esfuerzo. Ella le

84 dijo que no lo necesitaba y que delante del ordenador se le iba a poner la cabeza como la de un besugo. A lo que él contestó, como un chiquillo inmaduro, que no era un besugo y acalorado por la conversación se comportó de manera fría, calculadora, demostrando un carácter rudo defendiendo sus posicionamientos. Mara en cambio era más sensible a sus necesidades y esa mañana se sintió poco cuidada por el hombre que amaba.

Aquella mañana Marco sólo se despidió de Mar y no le dijo nada a Mara. Ella antes que él se marchara le expresó que sólo le pedía que pasasen más tiempo juntos.

Antes de salir de viaje, con su hija, Mara dedicó tiempo sentada frente al ordenador para escribirle una carta de aprecio y de cariño.

Tras el accidente él se moría de dolor al pensar que no era necesario que le escribiese una carta porque con un simple beso les hubiese bastado para reconciliarse con ella.

Él amaba a Mara tanto, tanto, tanto que se sentía hecho trizas, dejado de lado por el momento pasado, la palabra precisa y la caricia sincera. En su alma dividida se propagaba el duelo de una oportunidad perdida en un desvío sin salida, donde se detiene el tiempo para ver la vida pasar sin posibilidad de dar la vuelta atrás.

85 Mar permanecía grave pero estable en la Unidad de Cuidados Intensivos, adonde cada día él pasaba horas mirando a su hija para a ver como mejoraba del sueño profundo que, con un coma inducido, le habían provocado los médicos.

En pocas horas después del accidente ya respondía a estímulos, parpadeaba, movía las manos, tenía expresión facial y hasta sonreía.

Marco hablaba cada mañana con un médico que le explicaba que Mar estaba constante pero que continuaba sedada con el fin de tranquilizar su estrés cerebral.

El médico le animaba diciéndole que era muy probable que ella percibiese y recordase todo lo que le estaba sucediendo en la habitación del hospital. Por este motivo, Marco intentaba estar lo más cerca posible de ella haciéndole compañía.

Marco se sentía pesado, rígido y cansado pero Mar era para él como un imán que le atraía con fuertes impulsos de vida. Él sabía que mientras le contase cuentos su estado de coma terminara en un punto y final en el que ella despertase y pudiesen volver a casa.

Él nunca quería pensar en la posibilidad de lesión cerebral, estaba convencido que los síntomas desaparecerían al cabo de

86 un tiempo y no producirían deficiencias ni discapacidades en Mar.

El grado exacto de recuperación no se podía predecir, puesto que, cada lesión y su índice de recuperación eran únicas.

La doctora especialista en traumatismos craneoencefálicos le había explicado que en ciertos casos, otras zonas del cerebro compensaban el tejido lesionado, o bien el cerebro aprendía a redirigir la información y función en las zonas contiguas a las del daño.

La doctora le avisó que tras recuperar la conciencia Mar tendría que pasar un periodo de observación en el hospital.

A Marco le pasaron un protocolo informativo en el cual se explicaba en qué consistía el tipo concreto de lesión cerebral que tenía Mar, que era uno de los grados más leves dentro de la gravedad de su traumatismo.

Leyó detenidamente el listado de déficit cognitivos, en el que aparecían posibles daños, tales como: intervalos de confusión, momentos de menor concentración para resolver problemas o tomar decisiones, pérdida de memoria o amnesia, dificultad para entender los conceptos abstractos, disminución de la conciencia corporal, falta del sentido del tiempo y el espacio.

No quiso prestar atención a los cuadros que hablaban de deficiencias motoras, funcionales, perceptivas y de

87 comunicación, pero sí le llamó la atención los cuadros del deterioro de la personalidad y de las capacidades de entender las relaciones sociales. Se centraban en posibles consecuencias de conducta egoísta, apatía, disminución en la motivación, inestabilidad emocional, ansiedad y depresión, además de irritabilidad y disminución de la tolerancia ante las frustraciones.

A Marco le pareció curioso, porque muchos de los puntos mencionados en el protocolo parecían los síntomas de la sociedad actual. La diferencia era que en vez de posible deterioro de la personalidad existían reales injusticias sociales y escasa capacidad de respuesta ante ellas.

Contaba cuentos a su hija porque estaba seguro que eso les ayudaría a sentirse mejor. Además, durante tantas horas de espera en el hospital, algunos los escribía en un cuaderno para que Mar los pudiese leer cuando estuviesen en casa. Eran historias del mar porque, antes del accidente, juntos habían visto un documental en el cual se explicaban las migraciones de cetáceos que pasaban por el Mar de Alborán, en ruta desde el océano Atlántico hasta el noroeste del Mediterráneo. Mar soñaba con ir a avistar delfines, marsopas, calderones, cachalotes y se ilusionaba enormemente con que juntos verían alguna gran ballena rorcual.

88 En momentos de cansancio Marco sentía desidia, sus párpados no aguantaban y se dejaba llevar por una oscuridad inmensa de incertidumbre.

Al abrir los ojos no podía salir de un círculo vicioso de fastidio y pensaba que estaba siguiendo la ruta de una pesadilla. Por eso, se consolaba al cerrarlos dejándose ir en una espiral que modificase el rumbo ante su derrota.

Entre la preocupación y la inmensa pena, sabía que sólo con el aliento de los recuerdos de un pasado compartido con Mara podría tomar impulso para ascender a un liviano futuro más allá de su densa realidad.

89 IX

AMAR ADENTRO Y AFUERA

Marco necesitaba enraizarse, saber cómo guiar sus pasos y encontrar un nuevo camino, pero apenas tenía tiempo para él y tantas horas en el hospital le estaba absorbiendo su energía.

A veces le perseguía el pensamiento que Mar no recuperaría totalmente la conciencia, aunque se enfrentaba a ello confiando en Dios y rezando para que el alma de Mar se conectase cada vez más con las ganas de vivir. Por eso él sentía que tenía que mantener el ánimo y la positividad siempre que estuviese junto a su hija.

No quería pensar en cómo le contaría a su hija que Mara había muerto. En el hospital Marco intentaba recordar las leyendas que Mara les había transmitido. Él sabía que escribir era una buena forma de huir de su ansiedad, generada tras el accidente de tráfico, y aumentar las esperanzas de la óptima recuperación de Mar.

A Mara le gustaba subir montañas y así poder amar por todo lo alto. Marco recordó que en una excursión a la sierra Mara les

90 contó que una vez vio a la reina de los elementales de la naturaleza, llamada Mari, con forma de mujer pero con brazos de ramas y, en vez de pies, tenía pezuñas similares a las del rebeco. También les contó que sus ojos eran de halcón y que cuando se dio cuenta que la observaban se hizo una bola de fuego y se convirtió en arcoíris.

Tal vez le podría decir a su hija que Mara era la reina Mari y que se había convertido en arcoíris. Aunque sabía de sobra que ella no se creería esa historia, era inocente pero ya toda una mujercita adolescente.

Se acordó que en una ocasión vieron una robusta yegua con crin y cola color oro. Mara les contó que esa yegua también era la reina Mari que arrastraba las nubes dejando un día soleado a los excursionistas que respetaban la montaña.

Marco recordó que ese día les llovió y que Mar preguntó, a su madre, por qué la yegua no había arrastrado las nubes tristes si no habían realizado nada malo. Mara le contestó que entre los humanos compartimos la responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos. En la montaña podría haber otras personas, además, el amor a la naturaleza no sólo implica no hacerle daño sino también realizar acciones para demostrar su respeto, puesto que, Mari era muy sensible a los malos pensamientos y el comportamiento de los humanos.

91 Marco no quería mentir por eso tampoco quería contestar a las llamadas de teléfono, como si así pudiese mantener atrapado un accidente que sucedió en unos segundos y ahorra se extendía hasta tocar a familiares y seres queridos.

En su casa el llanto era un desahogo que en impulsos llenaban las habitaciones de salada furia. Lo único que podía comer era cereales mojados en leche de soja. Él no tenía fuerzas para desechar la comida que se pudría en la cocina.

Al salir a la terraza el aire que venía de la costa le ardía en el pecho al no poder justificar las razones por las cuales no se fue con ellas de viaje a la montaña. Se sentía culpable porque, tal vez, si hubiese conducido él se hubiesen ahorrado el episodio del trágico destino.

El único sitio de la casa en el que estaba tranquilo era en la bañera.

Los mensajes ocultos del agua le transportaban a un velero navegando en un mundo donde la muerte no era lo contrario a la vida, puesto que morir forma parte del ciclo de la vida.

Pensó que ese podría ser un buen argumento para explicar a Mar que su madre había renacido a la vida nueva.

A Marco le hubiese gustado que en las aulas se hablase más de estos temas transcendentales, y se entristecía aún más al

92 pensar que en varios países se estaba suprimiendo la enseñanza de la filosofía y la teología.

La sabiduría más allá del mundo material y empírico iba a la deriva en escuelas, donde aprender a pensar por uno mismo no era necesario cuando otros lo podrían hacer por todos.

No quería que su hija ignorara el pasado y tampoco que pensase que la vida hay que ganársela con sufrimiento. La vida ya está ganada por el mero hecho de agradecer a Dios poder vivirla. Con este planteamiento se arropó y se quedó dormido en el sofá del salón. Desde el accidente, después de tantos interminables días, era la segunda noche que dormía en su casa y no quiso hacerlo en el tatami de su cuarto. Sabía que las sabanas del futón aún olerían a Mara.

A la mañana siguiente continuaba sin saber cómo podría decirle a Mar que Mara había perdido la vida y que, su madre viviría en su recuerdo. Aunque eso aún no era lo importante.

En el hospital, el doctor le explicó que Mar había demostrado una notable mejoría y le habló que su progresiva rehabilitación dependía de la reacción de ella en relación a los estímulos externos y del entorno.

Mar había pasado del estado de confusión en el que intentaba quitarse las sondas a comunicarse con un lenguaje

93 incoherente en el cual aún necesitaba que la supervisaran para realizar actividades como ir al baño o comer.

Marco comprobó que, poco a poco, Mar iba recuperando la memoria, la psicomotricidad y la orientación, pero ella aún no le había preguntado por su madre.

Tras varios días de angustia Mar salió de la unidad de cuidados intensivos. Para Marco era muy importante centrarse en potenciar al máximo las capacidades de su hija, por eso empezó a asesorarse para realizar tareas tanto en el hospital como en casa e incluso en su barrio.

Mar se recuperaba a pasos agigantados e incluso ya daban paseos por los pasillos en una silla de ruedas.

La doctora le dijo que tras accidentes similares algunos pacientes mostraban defensas psicológicas y negaban acontecimientos que les podrían ser dañinos por su débil estado emocional y que, por este motivo, era fundamental reforzar su autoestima además de estimular las habilidades de comunicación con lectura, escritura, juegos de concentración y resolución de problemas.

Marco no sabía muy bien cómo desenvolverse en el día a día aunque tenía claro que debía mantener a flote la alegría.

94 —¿Sabes que me han dicho que la semana que viene vendrá un payaso al hospital? —Dijo él en tono distendido.

—¿En qué día? —Contestó Mar interesada.

—El martes o el jueves. Me han dicho que vendrá uno buenísimo que va de gira por los hospitales de Barcelona.

—Un payaso de verdad nunca actúa sólo.

—¿No? Pues yo he visto a más de uno que actúa sin compañía.

—No sería un payaso.

—Yo les he visto solos. Entiendo que si se ponen la nariz roja se les llama payasos o payasas, aunque tal vez tienes razón y realmente no lo sean.

—Los payasos o las payasas de verdad siempre actúan con su ángel.

—Depende de lo que cobren —habló Marco haciéndose el gracioso—. A veces no llega para los dos, incluso seguro que los hay que tienen más de un ángel.

—Papá.

—Dime.

—¿Tú tienes ángel?

—Claro hija.

95 —Entonces, ¿por qué nunca te pones nariz de payaso?

—Porque actúo ¡de incógnito! —afirmó expresándose, con entusiasmo, tapándose el rostro con el brazo.

—A mamá le gustan mucho los payasos.

Marco no pudo contener las lágrimas. No sabía cuánto tiempo podría mantener oculta su mentira. Le había dicho a Mar que su madre estaba en otro hospital porque tras el accidente fueron dos ambulancias de hospitales distintos. Por eso intentó disimular.

—A mamá le gustan mucho las sonrisas.

Mar era una chica muy sensible pero no quiso preguntar a su padre porqué lloraba. Inteligentemente, para dejar que su padre se tranquilizase, ella tampoco indagó sobre cómo estaba su madre.

—Papá, ¿sabes que los peces no tienen párpados pero si duermen? —le preguntó Mar cambiando de tema.

—Tienen una membrana —contestó Marco sorprendido por la pregunta.

—Ya pero no cierran los ojos.

—Las membranas no se cierran y creo que los peces no duermen sólo descansan.

96 —Claro. Si duermen se los comen o se les lleva la corriente. Tienen que estar alerta.

—Ellos pueden descansar las neuronas de la mitad de su cerebro y después cambiar de hemisferio cerebral. Pero no pueden tener sueños profundos —declaró él intentando añadir más gracia al asunto, sabiendo que en ese momento su alma estaba congestionada por la tristeza.

—Cuéntame más de la historia de la Sirena y el Capitán.

—¿Ahora? —dijo Marco sabiendo que esa no había sido una buena pregunta y que tendría que haber planteado alguna excusa.

—Sí, la última vez te quedaste contando que la Sirena se iba con sus amigos los seres marinos y que el Capitán estaba pensando en una solución para ayudarles.

—Sí, sí, ya me acuerdo.

—¿Y ha pensado en alguna solución?

—Sí, el Capitán no podía luchar contra el tiburón Bocanegra, aunque sabía que los grandes depredadores marinos no disponen de vejiga natatoria, por lo tanto, cuando descansan no pueden regular la profundidad y deben estar en movimiento constante para conseguir oxígeno.

—Pero si los tiburones también tienen branquias.

97 —Sí, aunque ellos necesitan que el agua fluya para que puedan filtrarla.

—¿Y qué plan se le ocurrió al Capitán?

Marco siempre intentaba haber pensado anteriormente un hilo conductor de sus historias. Por eso procuraba que Mar no le interrumpiese con muchas preguntas lógicas, puesto que, muchas veces no sabía contestarle.

—El Capitán había pensado que si lograban hacer detenerse al tiburón Bocanegra este tendría que rendirse para no bajar al fondo y ahogarse.

—Pero puede que haya corrientes de agua que les proporcionen el oxígeno.

—Tendrán que contar con ese riesgo —enunció él apurado por no tener seguridad en sus explicaciones—. Había que confiar en su plan.

Mar con entusiasmo pidió a su padre que le recordase quienes eran sus amigos del ecosistema marino.

—Bien el primero en darse cuenta que algo empezaba a ir mal en el ecosistema marino fue el Mero —contestó rápidamente él continuando la frase desde el principio hasta el fin—. Los últimos serán los primeros por eso finalmente fue el Delfín Mular quien hizo público la necesidad de tomar conciencia del problema.

98 —¿Y por qué el Lenguado no fue el portavoz?

—Porque el Lenguado hablaba demasiado de él mismo y hacía falta un portavoz con liderazgo en un sentir colectivo.

—Para eso estaba el Salmonete Real —Comentó Mar acordándose que el Salmonete y la Dorada eran los líderes de ese equipo.

—Los líderes tiene la finalidad de asumir la organización de los aspectos que integran los acuerdos sobre las tareas a desempeñar y deben procurar que las responsabilidades sean rotativas entre los integrantes del grupo.

—Claro, porque si no unos trabajaran más que otros.

—Bueno, a veces se asumen roles involuntariamente.

—¿Qué quieres decir?

—Cada especie marina tiene su propio estilo de respuesta.

—Sí, cada uno tiene una tendencia de comportamiento natural.

—Claro, pero a la hora de trabajar en equipo entran en juego más factores —Explicó Marco viéndose acorralado de nuevo por las preguntas de Mar.

—Los animales se mueven por los instintos.

—Mar, en esta historia el Capitán habló con ellos y comprobó que los animales también tienen sentimientos y que

99 aceptan o rechazan comportamientos condicionados por su pasado y situación presente. Además este es un cuento entre lo real y lo imaginario —declaró Marco, pidiendo un poco de comprensión para su historia.

—Ya. Es más metafórico.

—Sí, Mar. Los cuentos tienen mucho de simbólico.

—Los humanos aprendemos de los ataques y mecanismos de protección de los animales —dijo Mar haciendo ver a su padre que estaba atenta a sus explicaciones.

—Por ejemplo, el Pez Luna mola porque inspira el pensamiento creativo con entusiasmo.

—Y el Pez Payaso siempre está pendiente de los aspectos positivos, la empatía y la alegría entre sus compañeros.

—Además acepta como válidos todos los puntos de vista para afrontar los problemas.

—En cambio el Erizo es más observador.

—¿Y para qué sería bueno el pulpo?

—El pulpo sería buen moderador, dando los turnos de palabra relacionando las propuestas planteadas.

—Eso es, ya veo que has pillado la idea. El pulpo tiene buena mano para hacer esa función —expresó Marco moviendo sus

100 brazos alrededor de Mar hasta que la agarró del brazo—. Te he cogido con mis tentáculos y ahora no te soltaré.

—Me soltarás o te los cortaré con las tenazas del Bogabante que está pendiente de las normas de juego limpio.

—Vale, vale ya te suelto.

—Se destruye a los enemigos cuando se convierten en amigos. ¿Lo ves o no?

—No lo veo —expresó Marco cerrando los ojos y moviendo las manos como si quisiese palpar algo que tuviese en frente— ¿Mar estas ahí?

—Frío, frío —Contestó Mar alejándose de su padre.

Marco se alejó de la cama donde estaba Mar y empezó a dar vueltas simulando que no veía.

—Frío, frío.

—Te cogeré y entonces te daré un lección —declaró Marco poniendo voz ronca.

—No me cogerás. ¡Cabeza de chorlito! —formuló Mar risueña.

—No soy un cabeza de chorlito soy un Bonito —comentó él mientas hinchaba y deshinchaba sus mofletes.

—Vaya, vaya. Si es un cabeza de caballa.

101 Marco simulando que no veía hizo como si se golpease con la pared de la habitación del hospital y, haciendo como si se marease, fue a dejarse caer a la cama de Mar. Después se quedó quieto durante un rato.

Mar aprovechó ese momento para acariciar el pelo a su padre mientas ella pensaba en más peces.

—Papá, yo a ti te veo un poco pez —dijo Mar en tono alegré queriendo animar a su padre.

—Si, pues voy a ir a comprar agua. ¿Quieres que te traiga algo?

—Prefiero que te quedes. Me gusta estar contigo.

—Vale, lo aprovecharé ahora, porque cuando seas mayor ya no estaremos tanto tiempo juntos —dijo él volviéndose a sentar contento del cariño que le estaba demostrando su hija. Estoy a tu plena disposición. Aunque me tienes que prometer que me dejarás estar un rato solo, al menos cuando ya no me aguante más, si tengo que ir a hacer un pis.

—No, no. Ahí tienes la cuña. —bromeó Mar pizpireta señalando a la cuña de orinar que tenía en la mesita junto a la cama.

Ambos rieron y Marco pensó que no merecía la pena ir a comprar agua. Esperaría a que viniesen a traer la comida de Mar.

102 Sabía que después de comer ella se dormiría una siesta y él podría ir a comer.

—Bueno hablando de lecciones. El próximo día te traigo los libros para que no te quedes muy atrasada con respecto a los deberes que van haciendo tus compañeros de clase.

—Tengo ganas de salir afuera. Cuando me den el alta iremos juntos a ver a mamá.

Marco no supo que decir y pensó que tarde o temprano tendría que contar la verdad y que se lo explicaría diciendo algo así como que los diversos accidentes de la vida muestran una lección a aprender. Pero aún no se veía capaz y el hospital le parecía un lugar frío para compartir un tema tan caliente.

Por este motivo decidió cambiar de tema:

—Yo creo que te van a dar el alta pronto. Te deben faltar un par de centímetros.

—Vamos a seguir creciendo juntos. ¿Quieres que te estire un poco? —preguntó Mar siguiendo la corriente a su padre.

—Bueno pues me puedes tirar de la lengua, que no se si crecerá pero algo más te podrá contar.

A Mar le gustaría que su padre le explicase cosas sobre los comportamientos de los seres marinos. Estaba sedienta de nuevas lecciones de su padre.

103 —Venga empieza tú —comentó él sabiendo que si ella le daba pie le sería más fácil.

—Los tiburones se relacionan con la ley del más fuerte compitiendo en el ecosistema intentando controlar y ganar siempre a peces más pequeños.

—Las tortugas marinas tienen caparazón para protegerse y evitar las adversidades. Prefieren huir al relacionarse con otras especies.

—Los pulpos son buenos negociadores amoldándose a las circunstancias del ambiente en donde estén.

—Los pulpos pueden acercarse o alejarse de ti según el tipo de relación que tengas con ellos y su propio interés — complementó Marco al conocer que los pulpos eran tímidos aunque al mismo tiempo curiosos de los buceadores respetuosos con la fauna y flora marina.

—El delfín es un ser afín a los humanos —enunció Mar intentando hacer una rima fácil.

—Los cetáceos como el delfín o la ballena son los más inteligentes y además son muy amistosos, como si pudiesen ponerse en el lugar de otros seres y comprender sus emociones.

—Las rayas prefieren nadar en calma para mantener a raya su buena reputación en el mar.

104 —Por eso respetan los valores de sus iguales y templando el ego surcan las aguas con sosiego —opinó él para ampliar lo dicho por Mar.

—Las chicharras son como las personas que hablan mucho —comentó Mar orgullosa del símil que se le había ocurrido.

—En nuestro cuento la gran saboteadora es la Medusa Aguamala, que obstaculiza y ofrece resistencia a las soluciones planteadas por los amigos de la Sirena —dijo Marco recordando la historia que desde el accidente le venía contando a Mar.

—La medusa es terca con salirse con la suya pero seguro que también tiene inseguridad y miedo a los cambios que le puedan hacer fracasar. Por eso tiene, toxicidad en sus tentáculos con los que intenta mantener su estatus poderoso —explicó Mar sabiendo que la Medusa Aguamala era la reina de los conflictos de los seres marinos del Mar de Alborán.

—¿Te acuerdas que te conté quienes eran los amigos de la Sirena y el Capitán?

—Sí. Pero no me dijiste quienes eran sus contrincantes. Sé que me lo explicaste como si se jugase a resolver su conflicto en una partida de ajedrez pero no me dijiste quienes eran los que representaban a los seres oscuros.

105 —Te hablé del rey Bocanegra que es el pequeño Tiburón Pintarroja, también de la reina Medusa Aguamala, el Pez Espada y el Pez Martillo, pero también está el Sardo Picudo, la Chicharra, el Dentón, la Moma Nariguda, el Cabracho y la Barracuda.

106 —Quedan otros seis ¿no? —preguntó Mar sabiendo que si quedaban seis.

Marco no había pensado mucho sobre los adversarios pero sabía que Mar quería conocer, por lo menos, sus nombres.

—También estaban el Marrajo y el Pez Araña.

—La Rata de Mar y la Babosa —se animó Mar a contribuir con la lista.

—Otro el Pez Torpedo muy belicoso —agregó él.

—El último era un Gallito que se sumó a la cuadrilla de los dieciséis maleantes.

—En total, entre ambos bandos, había treinta y dos.

—Vale. Se me ocurre que también debe haber en el ecosistema un chivo expiatorio que fuese rechazado por los demás.

—¿A qué te refieres? —preguntó Marco extrañado al oír que Mar empleaba con normalidad el concepto de chivo expiatorio.

—A mucha gente no le gusta como es otra gente sólo por su raza o ideología.

—Tienes algún ejemplo.

—Si, en mi clase hay un chico que va en silla de ruedas.

—Pero que vaya en silla de ruedas no tiene nada que ver con su ideología.

107 —Sí que tiene que ver, porque si los otros chicos pensasen igual que él entonces jugarían al fútbol de una forma distinta para integrarle en el equipo.

—Él también puede jugar al baloncesto —aclaró Marco interpretando que Mar estaba mezclando conceptos abstractos.

—Sí, en gimnasia jugamos con él, pero seguro que también le gustaría jugar al fútbol —se explicó Mar que tenía muy claro lo que quería comunicar.

—Entonces no se llamaría fútbol, sería otro juego diferente.

—¿Lo ves? Ya estás poniendo pretextos y escusas en vez de pensar en cómo integrarle y preocuparte por los que son diferentes. Estoy segura que se podría poner un accesorio a su silla de ruedas para que pudiese jugar con nosotros.

—Creo que hablamos de cosas distintas —consideró él intentando entender a su hija—. A ese chico no le han excluido del grupo.

—No le han integrado en el equipo.

—Vale, ya lo comprendo —aseveró Marco—. La tolerancia con respeto no es lo mismo que la solidaridad con compromiso.

—La gente habla muchas palabras bonitas pero no se puede escribir sobre papel mojado —se expresó Mar como queriendo demostrar a su padre que ella también sabía decir cosas en tono metafórico.

108 —¿Cuándo hablas de papel mojado te refieres a nuestra historia de seres acuáticos?

—No. Me refiero a las personas que no cuentan con ellas para ser contados en las historias. Seguro que lloran su sufrimiento y no nos enteramos.

Mientras dialogaban a Mar le trajeron la comida. Ella ya era autónoma para comer sola. Siempre se terminaba todo lo que le traían para recuperarse pronto.

A la tarde Marco habló con un médico que con confianza le comunicó que en el hospital necesitaban las camas y que, cómo Mar había mejorado mucho, lo más probable era que al día siguiente le diesen el alta médica.

Tendría que esperar a la mañana siguiente, puesto que, esa decisión dependía de la doctora especialista que había llevado la evolución de Mar desde el accidente.

Se puso nervioso al pensar que tenía la casa desordenada y sucia pero, principalmente, por no saber si era mejor contarle a Mar la verdad de la muerte de su madre. Pensó que en el hospital tendría el apoyo de los médicos por si a ella le daba un ataque de ansiedad.

Finalmente sintió que prefería contárselo en casa o en la playa o en una montaña. No sabía muy bien en qué lugar tendría

109 que decírselo, pero le gustaría que Mar pudiese salir corriendo, gritar o patalear libremente si así lo necesitaba.

Subió por las escaleras y al entrar en la habitación de Mar invocó a su Ángel de la Guarda.

—Mi ángel saluda a tu ángel —se expresó él en tono jovial.

—Mi hada saluda a tu duende —contestó Mar contenta de volver a ver a su padre.

—¿Qué tal la siestecita?

—No recuerdo lo que he soñado, pero debía ser algo rico porque he babeado un poco.

—Habrás soñado con golosinas.

—O con golondrinas y gaviotas amigas de capitanes de lindos veleros.

Marco tenía ganas de contarle que, tal vez, al día siguiente podrían salir a jugar en un espacio al aire libre, pero decidió que mejor era confirmarlo antes de dar la gran sorpresa.

—¿Qué te parece si jugamos a algo y dejamos nuestra historia del Capitán para luego?

—Vale.

—La doctora me dijo que era bueno que jugásemos con el lenguaje y me apetece que podíamos aprender palabras

110 reversibles, que hay en el libro que te traje de la biblioteca, como por ejemplo oso —explicó él señalando con el dedo como subrayando en una dirección y después volviendo en sentido contrario—. También hay combinaciones de varias palabras que se puedan leer tanto por delante como por detrás, por ejemplo; salas y seres.

Mar conocía el juego, porque ya se había leído ese libro, y continuó con más palabras:

—O dolor o lodo.

—O rey o joyero —formuló él intentando leerlo en su mente para comprobar que era correcto.

—Soñar años.

—Somos y radar.

—Sometemos y reconocer —dijo ella rápidamente al recordar haberlo leído en el libro.

—Radar.

—Aunque te pique, he sido más veloz y creo que gano yo diciendo las últimas palabras reversibles: rama y amar —afirmó Mar con contundencia.

—Si tú lo crees, lo creas. Princesa eres la campeona. Tus deseos son órdenes.

111 —¡Bien! Pues me gustaría que se pudiese jugar al ajedrez con más de un contrincante al mismo tiempo. Ese es mi deseo.

—¿Una partida para tres personas?

—Tres estaría bien, así podríamos jugar con mamá, pero me gustaría que pudiera jugar más gente a la vez.

Marco se quedó callado pensando en que a Mar siempre le había gustado hacer cosas los tres juntos.

—Te has quedado anonadado.

—Estoy cavilando.

—¿Te parece una propuesta descabellada?

—La verdad es que es complicada —confesó él volviendo a conectarse con la petición de Mar —¿Tiene que ser con un tablero tradicional de sesenta y cuatro casillas?

—La única condición ajedrezada, es que quede entusiasmada.

—Al verte tan antojada, tendré que pensar hasta altas horas de la madrugada.

—Consúltalo con el hada de la almohada.

—Vale, me parece una idea acertada.

Esa noche Marco no esperó a que su hija se durmiese, tras ver que se quedaba tranquila después de cenar, decidió irse

112 pronto a su casa. Allí tiró la comida que se pudría en su cocina: un puré de calabaza y unas pencas que Mara le había dejado hechas, brotes de alfalfa, lechuga, champiñones y unos pimientos asados.

No se planteó el motivo por el cual durante los días anteriores no se había dado cuenta que los alimentos se descomponían en la nevera y tampoco le pilló por sorpresa no haberse percatado de una piña podrida en la encimera de la cocina.

Era como si Marco hubiese estado dormido y todo lo vivido fuese un cuento redactado para recordar un mal sueño. Incluso dudó si su mente inventaba muchas de las conversaciones que supuestamente estaba teniendo con su hija.

Tal vez todos esos juegos de palabras que él anotaba, en un cuaderno mientas su hija dormía, le pudiesen ser útiles para componer las piezas de un libro. A veces, también se amodorraba arrullado por un mar de imaginación, se dejaba llevar por la ilusión de ser el capitán de un velero y ser consolado por una fantástica sirena.

Todo era demasiado extraño como para entenderlo por eso intento centrarse en cosas cotidianas mientras limpiaba el polvo de su casa, la barría y la fregaba. Encendió un incienso. Por todas partes llegaba el humo de los recuerdos y sentía que tardaría en volver a dormir en la misma habitación de matrimonio en la cual cada noche, piel con piel, se había acurrucado junto a Mara.

113 X

CONSUMAR OTRA PERSPECTIVA

Marco no había querido entrar en su dormitorio para volver a dormir en su cama. Recordaba la historia que Mara le había contado en relación a que sus mejores sueños se quedaban atrapados en la almohada y que había que compartirlos hasta que se materializaran.

Él sabía que tenía que estar lo suficientemente fuerte como para no querer retenerlos y poder soltarlos para que el alma de Mara pudiese marcharse volando alto como águila de fuego. Durante un tiempo de lance tendría que seguir escalando su cotidianeidad con la nostalgia como soga y el impulso del recuerdo como piolet.

Encendió el equipo de música y sonó una hermosa melodía con la que recordó un momento con Mara. Fue avanzando canciones una por una hasta llegar a la número siete, entonces subió el volumen, cerró los ojos y su memoria se entrelazó con la realidad. Tensó su mano izquierda como agarrando ese instante eterno, su respiración se alteró y se le erizó el alma atravesando los mundos de realidades no ordinarias. Su cuerpo no se

114 interponía en su camino sino que le impulsaba con ánimo para atravesar las fronteras en busca de Mara.

Marco volvió a abrir los ojos y se dio cuenta que desde el salón había ido a la bañera que, como un bote salvavidas, una barca o un velero, le había servido para navegar sin rumbo siguiendo el mapa de sus recuerdos.

El agua le hizo navegar pensando en la naturalidad, el aplomo, la vitalidad, la empatía, el garbo, la adaptación y la resiliencia necesaria para zarpar en busca de un nuevo destino.

Sabía que Mar querría estar anclada a Mara porque la llevaba en su sangre e iba a ser un reto llenar su vacío.

Con esta sensación se acostó en su cama y se quedó dormido.

A las cuatro de la mañana se despertó, tenía la sensación que su cerebro no había parado de trabajar y que necesitaba despertarse para poder descansar de la gran actividad que estaba teniendo en sus sueños.

Como era habitual, en la cabeza de Marco rondaba algo importante que al despertar no recordaba. Estaba excitado y no se podía volver a dormir. Tampoco pudo meditar porque sus pensamientos se agitaban de tal forma que desbordaban su mente. Pensó en salir a la calle y agarrarse a un árbol o dar un paseo hasta la playa, correr y gritar hasta no poder más. Quería

115 pedir socorro sin saber a quién hacerlo. Otra vez más dejo pasar de largo que el código de salvación era recordar a Dios. No sabía qué hacer pero necesitaba hacer algo para focalizar la gran energía que circulaba por todo su cuerpo.

Sofocado por su mente se acordó del deseo que Mar le había pedido por haberle ganado el juego de los palíndromos. Pensó en cómo realizar su deseo y entonces encendió su ordenador para enviar un correo electrónico a un par de amigos:

«Hola Alexis. Hola Rula.

Os escribo por si podéis ayudarme en volver a montar proyectos de Teatro Social. ¿Os acordáis del pasacalles que realizamos vestidos de fichas de ajedrez? Yo iba en zancos haciendo de torre, Alexis tú de jinete llevando una estructura que preferiste que fuera un burro en vez de un caballo, y Rulita de reinona.

En el pasacalles nos juntábamos en una plaza y jugábamos una partida de ajedrez en vivo. Ya teníamos los movimientos prefijados y poco a poco empezábamos a no respetar las reglas. Los peones, malabaristas y acróbatas, terminaban boicoteando a su propio rey. Las reinas se hacían amigas y tal y tal. Ya lo recordareis mejor que yo.

Que maravillosos momentos compartimos. ¿Qué será de Juanele, Adelina y Carlos? Kike mantiene su ludoteca y regala sonrisas como payaso de hospital. De Nuria lo último

116 que sé es que estaba radiante siendo madre. Alberto sigue con la batucada aunque ha dejado de montar en zancos por un problema en la rodilla. Bambú continúa con la acrobacia y Ana no pierde el amor al teatro.

Si la solidaridad es la ternura de los pueblos, la esperanza y el arte avivan el entusiasmo. El caso es que tal vez os apetezca realizar un juego de ajedrez en vivo aunque en vez de con tantos artistas hacerlo con cuatro o cinco personas.

Se podría mover rápido al tener un presupuesto muchísimo más bajo y fundamentalmente porque ahora tendría un carácter mucho más participativo, social o comunitario.

Este proyecto le haría mucha ilusión a mi hija, por eso necesito ayuda. La propuesta consistiría en una animación de artistas de calle para generar una partida de ajedrez con el público asistente. Se les caldeará con humor para que después los movimientos de las fichas lo realicen ellos mismos.

Tengo clara la idea; en vez de jugar 2 equipos, encargados de 16 fichas, jugarían a la vez 4 equipos, con 8 fichas, con la posibilidad de alianzas entre ellos. Les pondríamos petos de colores, como en el parchís. En los petos habría fotos divertidas de la figura que representan.

117 Al terminar la partida haríamos un foro con los participantes y con el resto del público. El tema podría ser la concordia en el espacio público, la convivencia multicultural, motivar para propiciar la participación ciudadana, etc.

El encuentro se podría ofrecer con intervención socioeducativa antes o después, con un foro social o simplemente la animación de calle.

La verdad es que estoy un poco acelerado, pero es fácil de organizar si somos un equipo con experiencia. ¿Qué os parece?

Un fuerte abrazo como lazo de mi amistad».

Marco ni siquiera releyó lo que había escrito y envió el mensaje con la esperanza de poder realizar una partida de ajedrez a lo grande, donde pudiesen jugar no sólo tres o cuatro personas sino muchas más.

Se lo contaría a Mar poniendo toda la ilusión posible. Marco no quería que sus amigos se enterasen de la muerte de Mara, era como si no desenfundando esa espada pudiese no hacer frente a ese temido duelo. Decidió no darle más vueltas a ese tema, se preparó una infusión relajante y fue a su cama para intentar descansar un poco más.

118 De nuevo en el hospital la doctora le confirmó que Mar pasaría una noche más en observación y a primera hora del siguiente día podría marchar a casa. Solamente tendría que venir a revisión de forma periódica hasta confirmar que se mantenía su buen pronóstico.

Marco fue a contarle a Mar la buena noticia:

—Tengo una buena y una mala noticia.

—Empieza por la buena.

—Mañana te vienes a casa.

—¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! —exclamó Mar mientas agitaba sus brazo y movía la cabeza a los lados.

—Ya te lo esperabas ¿No?

—La doctora me dijo que estaba como una rosa.

—Pues yo te veo más bien como un geranio.

—¿Cuál es la mala noticia? —preguntó Mar sin querer entrar al trapo con la broma de su padre.

—La mala es que no vas a estar para cuando venga a actuar el payaso de hospital —explicó Marco sabiendo que eso no iba a fastidiar el momento de alegría de su hija.

—Me da igual. Tengo muchas ganas de ir a ver a mamá.

Marco no quiso decir nada. Mar tenía una sonrisa radiante y los ojos le brillaban de felicidad.

119 —¿Le has dicho que mañana vamos a verla?

—No.

—No se lo digas, vamos a darla una sorpresa.

—¡Bájate, que nos van a llamar la atención! —pidió Marco al ver que Mar se había puesto de pie encima de la cama—. No se te ocurra saltar.

—No iba a hacerlo —declaró Mar mientras se sentaba en la cama—. Parece que no te alegra que vuelva a casa.

—Claro que me alegro, pero si no hago otra cosa que pensar en cómo voy a cumplir con la apuesta que perdí —dijo Marco queriendo desviar la atención al juego de ajedrez.

—Si no puedes no te preocupes.

—Por supuesto que voy a poder. He descubierto que las fichas de ajedrez se pueden colocar con otras coordenadas de coordinación cooperativa.

—¡Venga ya! ¿En un tablero normal pueden jugar más de dos personas?

—Que sí, que sí. Que también pueden jugar tres e incluso cuatro. Y no sólo eso, podrían jugar muchas más personas con un solo tablero —afirmó Marco exagerando su tono de voz y muy expresivo con las manos.

—Sí. Pueden participar animando —comentó Mar incrédula.

120 —Mira, te lo voy a contar ahora.

—Pero tiene que ser que se juegue de verdad.

—¿Conoces a alguien que juegue de mentira?

—Sí. Tú. ¿O es que te crees que no me acuerdo de la animación de la partida de ajedrez que hacías en las plazas?

—Eso, era jugar de verdad.

—No. Ya sabíais lo que iba a pasar al final y eso no es jugar al ajedrez.

—Al final llega el final, como siempre.

—Bromeas pero eso no es como para mearse de risa.

—Tienes prisa por saberlo ¿eh?

—Tendrás que llamar a una pitonisa para que te ayude a inventártelo.

—No hace falta poetisa.

—Pues venga, improvisa y sácame una sonrisa.

—La primera premisa precisa considerar al ajedrez como un juego de equipo, porque el rey no podría ser rey mucho tiempo sin la ayuda de las otras fichas.

—Papá, ve al grano. ¿Cómo repartes las fichas entre cuatro equipos, si sólo hay dos reyes?

121 —Parece mentira que seas chica. Está claro. Hay dos reyes y dos reinas.

—Y se mueven igual.

—¡Equidad de género! —exclamó Marco levantando el dedo índice para después empezar a moverlo en señal de búsqueda del tablero de ajedrez para mostrarle a Mar como se pondrían las fichas, unas en paralelo y otras en perpendicular, para empezar a la partida dando más importancia al desarrollo del juego que a la llegada del final.

Marco intentaba ir comprendiendo el mecanismo de juego para ver si las normas iban cuadrando. Mar, en cambio, se concentró en llevar un buen ataque y defensiva queriendo comer cuantas más piezas mejor para dejar al rey derrotado sin seguidores. Finalmente fue precisamente él quien ganó la partida, no por jaque mate sino por terminar con todas las piezas de ella menos su rey.

—Aunque he sido vencida en la partida acontecida estoy muy agradecida por la nueva manera de jugar al ajedrez aprendida.

—No tienes que dar las gracias, querida. Si quieres consumamos otra partida, jugando desde otra perspectiva, antes de que te traigan la comida.

—No. Insisto que prefiero darte un abrazo agradecida.

122 —Vale, uno por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta y así sucesivamente, doblando la cantidad de la casilla anterior.

—Claramente veo tus exponenciales intenciones.

—Ya veo lo poco que me quieres —expresó Marco interpretando muy teatralmente el papel de hacerse la víctima.

—Bueno ahora nos damos uno grande y cuando me digas cuantos abrazos nos tenemos que dar no pararé hasta terminar nuestro cometido.

—No te hagas la loca, mejor cuéntalos tú.

—No. No soy loca. ¡Soy Lokahi!

—¡Aloha bonita! Lo siento, perdóname, gracias pero te toca contar a ti porque yo he ganado la partida. Solamente tienes que multiplicar dos por dos sucesivamente hasta sesenta y cuatro veces —enumeró Marco mientras señalaba al tablero con el dedo índice y a continuación con ese mismo dedo simulaba que calculaba la cuenta escribiendo en su palma de la mano izquierda—. La doctora te dijo que era bueno que ejercitases la mente.

—Vale está bien lo calcularé.

—Ya sabes por cada escaque el doble de abrazos que en la casilla precedente.

123 —Sí, ya lo sé, tengo que multiplicar sesenta y cuatro veces la cifra dos.

—Muy bien. ¡Que guay! Ahora sí nos damos el primero.

—Por supuesto, marinero, el primero va a ser un abrazo de delfín —mencionó Mar dando un fuerte abrazo a su padre.

—Espera —declaró él sin dejar de achuchar a su hija—. Que este es un abrazo de ballena que va llena de cariño. Un abrazo largo se convalida por cinco cortos.

—Las palmaditas en la espalda valen por medio —manifestó Mar encontrando caminos de ternura.

—Me parece bien.

—Y un beso equivalen a un abrazo.

—¿Tú crees que se puede medir bien esto de los abrazos?

—Sí. Más o menos. Si son sinceros a la izquierda.

—Mejor más que menos —resaltó Marco con el corazón generoso.

—Bueno como dar abrazos no solamente depende del que los quiere dar, sino que es bidireccional, pues ya veremos cómo hacemos. Un halago también es una forma de abrazo, o unas palabras de ánimo, o pedir perdón, o decir lo siento si alguna vez nos equivocamos.

124 —Me parece estupendo, también si me escribes un poemita o un cuentito puede equivaler a muchos abrazos de esos que curan el alma y reconfortan la vida.

—Vale. Regalar una reflexión sobre las piezas del ajedrez se corresponde a muchísimos abrazos.

—No sabía que esto de contar los abrazos podía dar tanto juego —comentó Marco contento por la motivación de su hija.

—Sí, pero creo que los abrazos de los padres valen mucho más que los de los hijos.

—¿Por qué dices eso?

—Porque no se encontrará en el mundo alguien que quiera más a los hijos que sus propios padres.

—¿Quién te ha dicho eso?

—La abuela Marboki.

—Está bien, lo doy por válido porque te lo ha dicho mi madre.

—A ella se lo diría la bisabuela María, y a ella la tatarabuela y así ha brillado la alianza de amor en tantas generaciones.

—Así como el fuego calienta pero no es calentado, funde pero no es fundido, transforma pero no es transformado el amor es real, preciso, concreto pero no puede ser medido, concretado,

125 delimitado y definido. No hay diccionario que pueda explicar debidamente el deleite del amor.

—Amar es comprender con el corazón y abrazar con el alma. Gracias, papá —manifestó Mar acurrucándose con cariño a Marco—, ya veo el incontable tesoro que es compartir un abrazo.

—Sí, corazón. Con paciencia contaremos lo que suma el amor. Aprenderemos que el amor es exponencial al darlo con perseverancia, amabilidad y agrado. Del mismo modo, con humildad y modestia, lo recibiremos hasta que nos salga la cuenta que todos esos gestos de generosa sensibilidad nos hacen ser uno en presencia de todo.

126 XI

RETOMAR COORDENADAS

Marco telefoneó a Jokin, el hermano de Mara. Le expuso que sería genial que le hiciese una visita con su mujer y sus hijos Mario y Marusa. Le comentó que podría ser buena idea que Mar estuviese con sus primos.

Jokin le invitó a subir a su caserío cerca del Mar Cantábrico pero Marco consideró que su hija estaría más tranquila en su casa y que, recién salida del hospital, no sería bueno para ella hacer un largo viaje, aunque en realidad era él quien prefería poder resguardarse en su propia guarida.

Decidieron que más adelante irían Mar y él a Euskal Herria pero que, por el momento, era mejor encontrarse en Montgat.

La vida es tragicomedia. Por este motivo, ya te vas dando cuenta que la mente de Marco vuela de la imaginación a la realidad y en el salto hay un abismo literario para retomar coordenadas sobre cómo se siente un padre cuando una adolescente permanece en el hospital por un accidente en el cual murió su madre.

127 Por la tarde, Marco se movía con un son impaciente, entró en el Hospital del Mar como un duende sonriente con ganas de ver a un hada bailar entusiasmada. Fluyendo comentó a su hija que ese mes iba a poder estar con sus dos primos y que seguro podrían hacer muchas cosas juntos.

Ella se alegró porque hacía muy buenas migas con ellos, especialmente con Mario que era de su misma edad.

—¡Qué bien que vengan los primos! Hace mucho que no nos vemos.

—Desde la última vez.

—¿Seguro, que fue desde la última vez? —preguntó Mar continuando la broma a su padre.

—Sí, lo recuerdo perfectamente. No nos vemos desde la última vez —afirmó él siguiendo el juego con toda normalidad.

—En el tiempo que he estado sola, he pensado en la posibilidad de crear un tablero de ajedrez con forma circular.

—Eso es genial —afirmó Marco extrañado por el cambio de tema de conversación—, daría una visión más integral de las múltiples posibilidades de afrontar la confrontación del juego en cada partida.

—Cuando llegue a casa puedo diseñar un tablero circular y explicar las reglas a Mario y Marusa.

—¡Estupendo! podremos aprender juntos.

128 129 —Mira ya he dibujado varios bocetos de tableros —expuso Mar enseñando varias hojas.

Mar había dibujado varios prototipos de tablero de ajedrez; uno como si fuese un balón de fútbol, otro tenía dibujos de telas de araña, también tenía un diseño con forma hexagonal y otros bocetos con forma circular.

—El tablero con forma de balón de fútbol lo he hecho dibujando un círculo y después he ido colocando casillas alternado el blanco y el negro. Me era más fácil ir enlazando hexágonos a ojo, pero no me ha quedado muy proporcionado.

—La idea es genial, no es cuestión de hacerlo perfecto sino de ir calentando la jugada.

—La idea es de primera división. También he pensado que podemos hacer fichas con chapas que representen al guardameta, defensas, delanteros y centrocampistas.

—Reservas y masajista.

—Y la entrenadora, que por supuesto mejor va a ser un equipo mixto.

—Tenemos entretenimiento para varios fines de semana.

130 131 132 —Sí, pero yo prefiero ir a estar con mamá —especificó Mar y continuó con entusiasmo —le compramos girasoles, que le encantan, y además tú le llevas rosas rojas para que sepa que le queremos mucho y que nunca nos hemos olvidado de ella.

Marco se puso la mano en la cara e intentó contener un gesto de desconsuelo que creció dando paso a un río de lágrimas.

—Papá, no llores. En cuanto que le dé un abrazo muy fuerte seguro que se pone mejor y en poco tiempo podremos estar todos en casa. No llores.

Marco no paró de llorar delante de Mar, pero tampoco quería salir de la habitación del hospital.

Mar le ofreció una servilleta de papel para que se sonase los mocos.

Poco a poco él se calmó y se quedó en silencio mirando los dibujos. Estaba cavilando que no haberle dicho la verdad a Mar empezaba a inflar un globo de esperanzas que él mismo tendría que reventar.

Mar quería que su padre dejase de conectarse con la tristeza, por este motivo procuraba animarle mezclando los colores de realidades con quimeras.

—Además de hacer bocetos de tableros de ajedrez he escrito lo que puede representar mediar utilizando el juego del ajedrez

133 —anunció ella al ver que su padre llevaba un rato con la mirada ausente mientras sostenía uno de sus bosquejos.

—Estoy impaciente por escucharlo —declaró él cambiando su registro de sentimientos—. Espera que tire este pañuelo lleno de tristes mocos a la papelera y me cuentas.

—Lo he escrito pensando en un texto que una vez me leíste —mencionó Mar apresuradamente con la intención de hacer ver a su padre que recordaba lo que él le contaba—. He escrito que mediar consiste en motivar, escuchar, dinamizar, impulsar, agradecer y reír.

—Qué interesante, cuéntame más —propuso él antes de volverse a sentar en la cama de Mar.

—Te lo voy a leer, pero no me interrumpas.

—Vale, soy todo oídos.

—El rey suspira motivado ante sus pensamientos, el alfil escucha los sentimientos con una sonrisa de oreja a oreja, la torre grita por el torreón para dinamizar acciones que movilicen el cuerpo, el caballo bosteza y después relincha impulsando las pasiones, la reina respira profundo agradeciendo el espíritu de equipo y el peón juega sonriente por estar alegre de mediar con sus compañeras las fichas de ajedrez —leyó Mar encantadora haciéndose la interesante al saber que a su padre le gustaban ese tipo de reflexiones.

—¿Eso lo has escrito tú sola?

134 —La pregunta ofende —declaró Mar sin estar ofendida.

—Perdona —admitió Marco reconociendo su error.

—Arrieros somos y en el caminito nos encontraremos.

—A lo hecho pecho.

—A la cama no te irás sin saber una cosa más —aseguró Mar contenta por sentir que esa era la última noche que pasaría en el Hospital del Mar.

—Gracias por recordármelo, así esta noche puedo almacenar en mis sueños lo que he aprendido hoy.

135 136 XII

MARINERO DE PACOTILLA

A la mañana siguiente Marco estaba abatido por necesitar más tiempo para habituarse a vivir sin Mara. Para él era prioritario hacer espacio dentro de su soledad y con su hija ambos poder sentirse acompañados.

Pensó en la posibilidad de apuntar a Mar en actividades náuticas. En Vilassar de Mar, a pocos kilómetros de su casa, había un Centro de Estudios Náuticos. Era una asociación que promovía la cultura marinera del Maresme con un barco de vela latina, construido en el año 1904.

Sintió que a Mar le encantaría subir a ese barco que había sido conexión entre comerciantes de la mar de culturas y civilizaciones del Mediterráneo. Además los barcos con la vela latina eran especiales porque permitían navegar con los vientos en contra y aprovechar los vientos térmicos.

Marco recordó que a su hija le interesaba saber en qué consistía la mediación, por eso decidido imprimir unas páginas de un documento que ya había escrito tiempo atrás relacionando

137 las fichas de ajedrez con la mediación. A él le parecía que concretamente en esas páginas se podría entender un poco la filosofía de la mediación, pero tras releerlas decidió dejarlas como un anexo en este episodio de su vida.

Se dio cuenta que aunque él tenía tendencia a afrontar los conflictos en soledad en realidad lo podía hacer porque interiormente se sentía muy acompañado por el apoyo de su familia y amigos cercanos. Se acordó entonces de su amiga Montserrat. Ella tenía mucha experiencia como psicóloga y decidió llamarla para pedirle consejo sobre cómo podría ayudar a Mar a pasar el duelo, si aún a él mismo le costaba aceptar la muerte de Mara.

Montserrat tenía el teléfono apagado y Marco de repente se puso nervioso por no saber qué hacer. Ya no disponía de coche y había descartado ir a recoger a Mar con su moto. Pensó que podrían ir andando desde el Hospital del Mar hasta el Puerto Olímpico, después ir al Parque de la Ciudadela y finalmente coger el tren en el Arco de Triunfo para llegar a comer a casa. Le preocupaba que iba a hacer solo con Mar en su casa. Podrían preparar la comida juntos, pero después estando ella en casa ya no tendría excusa para no ir a ver a Mara al hospital.

Marco no quería ocultar la verdad durante más tiempo, la sentía crecer dentro de su pecho aprisionando sus pulmones que

138 aguantaban la presión defendiéndose con una respiración profunda.

Abrió la puerta de su casa para no quedarse atrapado en el bucle de sus pensamientos y se dispuso a coger el tren de Montgat Nord a Barcelona.

En el tren le era difícil despegarse de los pensamientos de posibles acciones a realizar en ese día. Le podría decir a Mar que celebrarían la salida del hospital yendo a Port Vell y al Aquarium, después pasearían por el casco antiguo de Ciutat Vella y terminarían cogiendo la línea de tren en Plaza de Cataluña.

A Marco se le acumulaban los pensamientos como una olla a presión. La opresión le subía del pecho a la cabeza. Él intentaba liberar la tensión apretando y relajando los puños pero no le servía y le entró desasosiego al ver como se alejaba la parada de Badalona. Tendría que haberse bajado del tren para caminar descalzo en la playa y lanzarle al mar dos o tres gritos. Agobiado miraba a la gente buscando una mirada de auxilio una sonrisa amable que le tendiese un lazo, pero la gente al verle con los ojos llorosos le apartaba la mirada.

Al bajarse del tren Marco fue consciente que hacía años había iniciado un viaje, a toda vela, amando a Mara y en su nueva singladura tenía que continuarlo remando.

139 De nada le serviría quejarse poniendo la vista atrás. Tenía que redefinir el rumbo hacia un nuevo paisaje de diferentes posibilidades.

A babor, se sentía un grumete con vitalidad y gran autoestima. A estribor, era consciente de tener estrategias y personas en las cuales podía apoyarse y confiar en el viaje. A proa, podía controlarse para gobernar situaciones conflictivas o pedir ayuda para la resolución de las mismas. A popa, se sentía como un capitán que estaba dispuesto a responsabilizarse de sus actos y estaba seguro que todo saldría bien. En lo alto del mástil visualizaba una bandera de esperanza. Él era un buen vigía que quería orientarse para mejorar su realidad en equilibrio y armonía, rumbo amar adentro, para aceptar la vulnerabilidad y afrontar la adversidad con cien ilusiones por banda que daban sentido y coherencia a la vida.

Había aprendido que en la tierra el cuerpo es un tesoro y su patria es el alma; el fuego de la solidaridad es el aliento que da energía a los sueños; y que lo único que calmaba la sed es el agua viva que fluye conjugando el verbo amar.

Mara era alpinista, con alma de exploradora, y le había enseñado que se gana antes el respeto que el éxito. Él ahora, más que nunca, quería aprender a navegar como un pirata aventurero y enseñarle a su hija que se pierde antes la vergüenza que la esperanza. Cuando, a veces, la esperanza se esconde

140 siempre aparece si permanece el entusiasmo de encontrar aprendizaje de los naufragios. Tener fe suaviza el peregrinar tanto en las montañas del cielo, como en los desiertos de agua, como en las profundidades de la tierra y otros derroteros.

Marco llegó muy temprano al hospital. Su hija ya le estaba esperando para marcharse a casa. Él dedicó un tiempo a hablar con la doctora responsable de Mar y a despedirse del resto de profesionales del hospital.

Cuando ambos salieron a la calle se dirigieron a la playa de la Barceloneta porque prefirieron caminar descalzos por la arena. Sin necesidad de hablar se fueron dirección contraria al Puerto Olímpico, donde hubiesen tenido que caminar por asfalto.

Al llegar a la altura del Club Natación Barcelona vieron como dos hombres preparaban sus embarcaciones de vela ligera conocidas como Patín Catalán, que se caracteriza por no tener botavara, ni timón, ni orza, puesto que el gobierno de la embarcación se realiza con el movimiento y reparto del peso a lo largo y ancho de la cubierta del barco y con la escota que tensa la vela. El Patín a vela tiene dos cascos unidos entre sí por la cubierta compuesta de cinco bancadas independientes que aportan rigidez a la embarcación y sirven de soporte al aparejo, así como de apoyo al tripulante.

141 Se detuvieron junto al hombre más mayor y observaron como preparaba su embarcación.

—La driza iza la vela y la tensa a lo largo del mástil —afirmó el hombre dirigiéndose a Mar.

—Ya lo sé —contestó ella contenta porque el amable hombre había iniciado la conversación—, me gusta mucho el sonido de la driza cuando golpea contra el mástil los días de viento.

—Es un sonido insistentemente evocador de los puertos en días ventosos.

—Es como si los veleros llamasen a la aventura.

—Hay que ser buen marinero para zarpar sin miedo a las zarpas del viento —opinó el hombre mirando a Marco cordialmente.

Marco para introducirse en la charla comentó: —Usted navega con un velero típico de Cataluña.

—La flota de patines a vela se reparte no sólo por Cataluña, también por Valencia, Andalucía y las costas de Francia, Bélgica y Holanda —explicó el hombre aficionada a la náutica y al arte de la amabilidad.

—Parece muy ligera —mencionó Marco tímidamente para que el hombre contase más datos que a Mar le gustaría saber.

142 —Está especialmente diseñado para varar en la playa al carecer de orza y de timón —explicó el nauta mirando a Marco y comprendiendo que no era simple cordialidad sino que eran personas interesadas por aprender del mundo marinero—. Mi padre me contó que en el origen la embarcación estaba compuesta por dos flotadores, unidos por travesaños de madera.

—¿Entonces el tripulante tendría que llevar un remo?

143 —Sí. En la actualidad, por seguridad, también es muy importante llevar un remo.

—¿Cómo se maneja si no tiene timón? —preguntó Mar curiosa.

—Pues parecido a los windsurfistas —opinó Marco rápidamente no sabiendo si al hombre le molestaba demorase de su ocio de navegar por los interrogatorios de su hija.

—Me gustan tus preguntas —contestó sinceramente el nauta—. Jugamos con el peso según la posición del cuerpo, la inclinación del mástil que hacia atrás hace orzar y hacia delante hace arribar. Por otro lado, la apertura de la vela más abierta para orzar y más cerrada para arribar.

—¿El mástil se mueve?

—Se puede inclinar un poco.

—¿Y tú te mueves a estribor y babor?

—También de proa a popa —reveló el hombre mirando la cara de curiosidad de Mar—. El peso del tripulante más a proa hace que el Patín orce más al viento, al lado opuesto de la vela. En cambio con más peso a popa el Patín cae más a favor del viento, hacia el lado de la vela.

—Me hago un lío con lo de orzar y arribar —reconoció Mar sinceramente.

144 —Menos mal que me lo has dicho. Ya te notaba yo que ponías cara rara, como de mareada —bromeó mientras Mar se reía.

—Ten cuidado con la lianta, que si te descuidas se lleva el Patín de vela y te deja en la playa —bromeó Marco un poco, pensando que en el fondo sería genial si ese cordial hombre le diese una vuelta a Mar en su embarcación.

—Os voy a explicar dos conceptos básicos antes de marcharme a navegar.

—Es usted muy simpático —agradeció Marco.

—Orzar es alterar el rumbo de la embarcación hacia el viento y se llama arriar a ir en la dirección contraria de donde viene el viento —explicó el hombre ayudado con sus manos—. Se reduce el ángulo que forma la proa y la dirección del viento al orzar.

—Al arriar se aumenta el ángulo que forma la proa y la dirección del viento —complementó Mar gesticulando con un brazo moviendo la mano como si viniese viento de frente y alejando la otra mano sin oponer resistencia.

—Eso es. Entonces el Patín se dirige con el movimiento a proa y popa y también con los pies o la mano en el agua lo más a popa posible.

—Eso es más fácil de entender, las manos o los pies hacen como si fuesen un timón —anunció Mar entusiasmada.

145 —¿Sabes lo que es sotavento y barlovento?

—Sí. Barlovento es por donde viene el viento y sotavento es por donde se marcha el viento —respondió rauda Mar.

—El barlovento es el lado opuesto a la vela y el sotavento el costado donde se halla la vela —amplió Marco manifestando su interés en la conversación.

—Pues ahora es de lógica que si metes los pies o la mano a barlovento haces orzar al patín ¿no? —explicó el hombre risueño por haberse hecho entender.

—Claro, y si lo haces a sotavento ayudas a ir en la dirección contraria a donde viene el viento. A esa maniobra se la llama arribar —aclaró Mar.

—Habéis aprobado la lección —enunció el simpático hombre mayor en amabilidad.

—Es la segunda lección que me enseñan en esta playa — reveló Marco.

—¿Cuál fue la primera? —preguntó Mar para averiguar si ya se la había contado a ella.

—Algunos socios del Club Natación Barcelona tienen la sana costumbre de bañarse casi todos los días del año en el Mar Mediterráneo. Yo observé que muchos de ellos son personas mayores de sesenta años y me hicieron reflexionar sobre lo relativo de la edad.

146 —Uno se hace mayor cuando le pesa todo lo que pudo haber hecho y olvida aprender a ser pequeño para ilusionarse en hacerlo —bromeó contenta Mar, sabiendo que esa frase se la había escuchado a su abuelo tiempo atrás.

—Yo creo que uno se hace mayor cuando pesan más sus recuerdos que sus ilusiones —manifestó sonriente el hombre, amante de la navegación, mientras se ponía el chaleco salvavidas

—Eso depende de lo que recuerdes —sentenció Marco, cuando en realidad a su alma le hubiese gustado decir que si recuerdas a Dios cada vez te haces más y más pequeño, hasta ser nada y desaparecer en el amar. Entonces no te haces mayor sino que te haces eterno.

—A veces uno no recuerda de donde viene y olvida a donde regresará. Tal vez la mar y amar nos ayude a recordar — comentó el hombre que sabía que de la tierra parte y a la tierra tendrá que regresar.

—¡Buen viento! —exclamó Marco reconociendo la cortesía del marinero.

—¿Te empujamos? —dijo Mar queriendo aportar su energía con dicharachera gratitud.

—No hace falta, ya me empujan mis ilusiones.

—¡Saluda a los delfines de mi parte! —Le gritó Mar, al poco tiempo, al ver como se alejaba con elegancia y soltura.

147 Tras ver hacerse pequeño al Patín Catalán padre e hija se sentaron en la arena y disfrutaron del paisaje en el soleado día.

—¿Sabes que tenemos similar proporción de agua en el cuerpo que agua en la tierra?

—Sí lo sabía —contestó Mar continuando hablando tras darse un tiempo como regresando del viaje que se estaba dando por el paisaje— pero ahora entiendo que nuestras lágrimas sean saladas igual que las del mar.

—Por cierto, ¿has calculado el número de abrazos que nos tenemos que dar según el tablero de ajedrez?

—Aún no porque del dicho al hecho hay mucho trecho. No es fácil calcularlo —reconoció Mar consciente que se le iba de las manos realizar tantas multiplicaciones.

—Lo que se promete en la tormenta se olvida en la calma.

—Al mal tiempo buena cara —se expresó Mar sonriendo.

—Esperaré porque la paciencia es la madre de la ciencia.

—La sabiduría se consigue con un cuento cada día.

—Contar un cuento es un buen acontecimiento para matar el aburrimiento —propuso Marco reconfortado por ver a su hija feliz.

—Te agradezco que cada día que he pasado en el hospital me hayas contado historias.

148 —Es de bien nacidos ser agradecidos.

—Gracias.

—Las que tú tienes.

—¿Me cuentas un cuento?

—Sí, pero uno cortito porque a buen entendedor pocas palabras bastan.

—Vale.

—«Había una vez ¡truz!»

—Marinero, ese es un cuento de pacotilla.

—Ya me gustaría ser marinero y poderte contar auténticas historias de la mar —manifestó Marco con anhelo de poder contentar a su hija ante las adversidades e inclemencias que tendrían que superar juntos en su periplo.

—Para mi eres todo un navegante de las ilusiones.

—Eso suena fabuloso, por tus buenas intenciones.

149 XIII

MAR DE FUEGUITOS

Marco pensó que tendría que pescar alguna oportunidad para contarle a Mar la muerte de su madre. Aunque en realidad lo estoy pensando yo, que soy el narrador, y no sé cómo contarte a ti, que estás leyendo esta historia, que Mar tendrá que pasar el mal trago, tarde o temprano.

Creo que un libro es como un mensaje en una botella que se lanza al mar esperando que alguien destape su esencia. Por eso en la intimidad de la lectura hay mucho más que personas, también existe todo lo que se desconoce sobre ellas y lo que sería estupendo descubrir a sorbitos.

Lo que ahoga no es estar con el agua al cuello sino mantenerse sumergido en ella. En ocasiones la realidad pesa y se hunde mientras que los cuentos flotan en el inconsciente.

Para mí es un placer compartir nuestro destino concentrado en el rumbo de un libro con el cual continuamos navegando

150 entre las líneas escritas en el horizonte de la realidad y la quimera.

Tal vez no entiendas este bucle, pero igualmente me presento en tu presente.

Yo soy Marco, un personaje de una historia sucedida en el pasado y al mismo tiempo soy el narrador porque un día mi hija Mar me pidió que en el futuro escribiese un cuento de nuestra historia.

En ese futuro apareces tú que estás leyendo este libro que ahora estoy escribiendo. No hace falta imaginarlo porque ya está sucediendo. La realidad del mundo de los cuentos es fantástica. El tiempo no es lineal sino una espiral hacia el centro del corazón donde lo que ha sido, es y será comparten equipaje.

—Hola. ¿Qué tal estás? —te pregunto a ti en tono agradable.

—Bien ¿y tú? —responderás con sorpresa al tener la sensación que estás leyendo lo que ya te ha sucedido al leerlo.

—Muy bien, me hace ilusión comunicarnos.

—Me parece que realmente yo no estoy hablando —me comentarás procurando ser agradable.

—Tienes razón —me expreso con entusiasmo sincero—. Me gustaría callar para poder hablar contigo.

151 —Haz silencio —manifestarás subiendo sutilmente los hombros o no lo harás. Yo no lo puedo saber porque ahora tú decides tus gestos.

—Tal vez tengamos que atravesar el silencio —menciono cerrando los ojos e inclinando ligeramente la cabeza—. Gracias por recordarme recordar la belleza del sosiego —te reconozco dejando paso a la escucha del silencio.

Por favor, si lo sientes, deja la lectura y toma tiempo en silencio. Da espacio al misterio que respira en ti. Inhala pura vida, retén ese momento presente y exhala aquello que necesitas soltar, reten sin aire en los pulmones y sonríe a tu ser renovando el ciclo de la respiración cada vez más calmada, más profunda y plena. Cada celulita de tu cuerpo está alegre, cada órgano de tu cuerpo resuena bien. Goza la armonía, la partitura la compones tú. Somos un instrumento de la paz que se afina con silencio en el corazón.

Yo, como narrador, sin la palabra muero por eso, por ahora, decido continuar la narración de la historia.

Te cuento que Marco pensó que tarde o temprano tendría que pescar algún momento oportuno para sincerarse con su hija.

La oscuridad de su sufrimiento le era útil para saber dónde llevar más luz a Mar. Comprendía que las respuestas al

152 interrogatorio que le haría su hija, tras contarle la muerte de Mara, estaban en su interior.

No quería explicárselo desde un punto de vista lógico sino llevar una ruta más emocional, para lo cual tendría que mantener la calma y la confianza en que ambos iban a aprender de lo acontecido y que con el paso del tiempo incluso iban a salir fortalecidos de su desgracia.

A Marco le gustaría desdibujar la línea entre lo liviano de sus cuentos y su densa realidad. Decidió que decir que irían a un restaurante a celebrar el alta de Mar y después ir al otro hospital para ver a Mara tendría que ser la última mentira que le contase a su hija.

—Vamos a un restaurante a celebrar tu gran evasión del hospital.

—Prefiero ir a comer con mamá, tengo muchas ganas de verla —mencionó Mar un poco resentida porque su padre no hubiese querido compartir ese momento de alegría con Mara.

Marco retiró la mirada de su hija y la dejó dispersa porque sus ojos se distrajeron cautivados por una suave sensación de fulgor en el horizonte.

—¿Ves las estrellas? —preguntó Marco refiriéndose al brillo del sol que se reflejaba centelleante con el movimiento del agua de la mar mecida por la brisa.

153 —No. La luna se puede ver por el día pero las estrellas se ven por la noche —contestó Mar aún más cabreada al darse cuenta que su padre estaba cambiando de tema.

—Las personas solemos focalizarnos en lo que consideramos normal en nuestra realidad y no le ponemos foco a lo que brilla por su ausencia —continuó con la mirada cautiva por su descubrimiento desde la playa.

—Papá, ahora, no me apetece empezar a hacer juegos de palabras. ¡Quiero ir a ver a mamá!

—No me lo pongas más difícil, es mejor que vayamos a comer —opinó Marco volviendo a poner la atención en su hija.

—¿Difícil? Recuerda que fuimos mamá y yo las que nos estrellamos en la carretera. Eso sí que es estrellarse contra la realidad. Me da igual si hoy no comemos, ¡quiero ir a ver a mamá!

—La expresión de ver las estrellas no solamente se refiere a sentir dolor.

—Me da igual. Las estrellas brillan con luz propia y están en el cielo, en cambio mamá estará esperándonos en el hospital.

—Tú siempre has tenido buena estrella.

—¿Qué parte de lo que te he dicho no entiendes? —reprochó Mar enojada—. No quiero escucharte, quiero ir a ver a mamá.

—¿Quieres ver a mamá?

154 —¡Sí!

—Pues, por favor, escúchame un momento.

Marco agarró de los brazos a su hija, ella se quedó quieta y asustada por la gran energía con la que su padre le sujetaba. A Marco le costaba sentirse afortunado de poder compartir ese momento con su hija. Experimentaba una sensación agridulce al saber que tendrían que crear juntos un nuevo destino.

Él pretendía que no fuese ninguna otra persona la que comunicase el dolor y la pena que ambos tenían que compartir.

—Mara está aquí con nosotros —afirmó Marco sin atreverse a soltar a su hija.

—No te entiendo papá, de verdad no te entiendo.

—Mamá no se despertó del accidente —se atrevió a anunciar al estar aturdido.

—Por eso tenemos que ir a verla —reveló Mar con una mezcla de ansiedad e impaciencia, sin comprender el mensaje de su padre—. Yo ya lo sabía, por eso no me llamaba por teléfono y además tú siempre desvías el tema cuando yo te he preguntado sobre cómo está ella —enunció Mar con la voz temblorosa y continuó hablando mientras su padre le agarraba de la mano—. Papá, si vamos a verla los dos seguro que mejora.

—Tenemos que estar unidos —mencionó Marco con ambigüedad y un miedo que le hacía temblar el corazón.

155 —Claro, vamos a estar juntos y yo la voy a cuidar y la vamos a querer mucho —declaró Mar llorando nerviosamente pero intentando mostrar ánimo—. Se va a despertar de esta pesadilla cuando nos juntemos los tres.

Marco abrazó a su hija con toda la sensibilidad que disponía en ese momento, e intentando mantener la coherencia en sus argumentos, calmadamente le propuso ir a comer en algún lugar que le gustase a ella, luego ir a su casa a que descansase un poco para después tener toda la tarde para dedicársela a Mara.

Él sintió una punzada en el pecho al darse cuenta que con su ambigüedad estaba volviendo a mentir a su hija. Lo relató buscando una salida de emergencia con urgencia pero con la mayor delicadeza que tuvo al mismo tiempo.

Mar no tenía hambre pero accedió a ir a comer pensando en que su padre le podría hablar sobre cómo estaba Mara antes de ir a verla. Ella estaba desconcertada por su propio miedo e incredulidad de no volver a ver a su madre nunca más. Sentía como si todo lo acontecido no le estuviese sucediendo a ella, negaba la realidad para intentar mantener su equilibrio emocional.

—Vale. Vamos a comer —expresó Mar para no perder más tiempo en discusiones—, pero por mí poca cosa.

—¿Vamos a un buen restaurante?

156 —Prefiero algo de comida rápida —propuso Mar consciente que, para su padre, esa era una opción poco conveniente.

—Acabas de salir del hospital y no quiero debatir sobre las desventajas alimenticias de ese tipo de comida —mencionó sin querer entrar en polémica porque aún estaba asimilando la reacción de su hija tras su primer intento de contarle el fallecimiento de Mara.

—Si quieres podemos ir a un restaurante chino a tomar algo agridulce.

—Bueno, si eso es lo que te apetece. «Pedilemos calne de lata, de las que colen por los subulbios» —intentó bromear Marco jugando a hablar como un chino.

—Estupendo —expresó Mar sin mucho empeño.

—¿Te parece buen rollito?

—Sí. «Pedilemos lollito de plimavela» —expresó Mar sin ánimo.

En la ácida calma del transcurso de la comida hubo algunos gritos del silencio que incentivaron a Marco a utilizar la picante retórica.

Marco creía que apremiando a Mar a que pensase en salados juegos de palabras metafóricos podría apurar las astringentes raciones de tiempo que estaban compartiendo.

157 —¿Sabes que tenemos dos cerebros, uno en la cabeza y otro oculto en nuestras entrañas? —reveló Marco para aliñar otro intervalo de miradas repletas de silencio—. Los neurólogos han descubierto que este último también es capaz de recordar, ponerse nervioso y facilitar resolver contratiempos.

—Por eso es que al recibir una buena noticia, siento un cosquilleo placentero que invade la barriga, como si en su interior revolotearan mariposas.

—Y si la noticia es mala, puede producir un nudo en el estómago —como el que tenía él y por el cual apenas tenía apetito.

—Yo cuando siento miedo noto como si un ratón no parase de roer mis entrañas.

—Las neuronas que hay en la tripa no sólo controlan la digestión sino que también influyen en el estado anímico.

—Y cuando te duele la tripa y tienes diarrea ¿qué pasa?

—Pues lo que pasa es que pasas al baño y cambias de tema. ¡Chiquilla que estamos comiendo!

—Bueno, entonces dime ¿Por qué dicen que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo?

—Un pequeño cambio puede generar grandes resultados — afirmó Marco mientas reflexionaba.

158 —Es como cuando la gente tira la comida mientras que a los niños del Tercer Mundo se les hincha el estómago porque se mueren de hambre.

—No sé que decir —añadió Marco siendo consciente de peso de la paradoja.

—Es como cuando se dice que una guerra es humanitaria — continuó desarrollando Mar con ímpetu.

—Tienes razón, porque con lo que cuestan las armas empleadas en una guerra y reconstruir todo lo destruido con ellas se podría matar mucha hambre —sentenció Marco sorprendido por la sensibilidad social de su hija.

—Tiene que haber muchos tiranos moscardones aleteando para que se esté generando tanta injusticia en el Planeta Tierra.

—La luz siempre vence a la oscuridad, porque las tinieblas desaparecen cuando se enciende una luz por muy pequeña que sea —afirmó Marco recordando que todos los humanos tenemos una esencia que brilla con propio aroma.

—Somos un mar de fueguitos —comentó Mar recordando un texto que no hacía mucho tiempo le había leído Mara.

—Entonces cómete todo lo que has pedido que con tanta luz que desprendes quemas mucha energía.

—Es que no se me da bien comer con palillos.

—Para comerte el rollito no has tenido problemas.

159 —Pero para el arroz es más difícil.

—Pues coge el tenedor.

—No. Si los chinos pueden tomarse la sopa con palillos, yo al menos puedo comerme el arroz.

Marco observó, sin hablar, como su hija terminaba de comer. El silencio fue sutil e incluso adorable por lo apetitoso y cautivante de ese delicado momento.

Mar terminó hasta el último grano de arroz pero dejó un guisante.

—¿Dejas el guisante para decorar el plato o es por lo simbólico de haber tenido una comida redonda?

—No. Es para darle un toque de verde esperanza —explicó Mar bromeando y regalando una gran sonrisa a su padre para agradecerle la rica comida.

—¿Sabes que me recuerdas mucho a mamá?

—Yo también te quiero —aseguró Mar parpadeando y levantándose de la silla para ir a dar un besito enorme a su padre.

—Este beso sonoro es el mejor postre que me podría haber tomado en este día —mencionó él en tono pequeño.

160 XIV

CALMAR LA MARCHA

Estando Marco y Mar en Montgat decidieron dar un paseo por la colina del Parque del Turonet, al ser un lugar tranquilo muy cercano a su casa. Él propuso a Mar jugar a trepar a los árboles y cuando consideró pertinente le pidió a Mar que se abrazasen a un robusto pino.

Marcó sabía que Mara le había contado a su hija que los árboles no son iguales y por tanto su campo energético es diferente. Al abrazarlos, si se está atento y con el corazón abierto, entonces te regalan sensaciones que alivian el alma.

Tal vez por este motivo Marco invitó a Mar a abrazase a un gran pino. O tal vez el gran pino fue el que decidió que ya era hora de poner fin al tormentoso secreto.

Marcó se situó al lado opuesto del pino y abrazándolo situó sus manos encima de las manos de Mar. Sintió como el árbol le ayudaba a calmar su respiración y fue entonces cuando explicó a Mar que tras el impacto del accidente de coche, Mara había fallecido.

161 Le expresó sus sentimientos, le aseguró que Mara no había sufrido y le reconoció que si no se lo había contado antes era por temor a no ser lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de la tristeza de ambos.

Mar no decía nada, pero Marco notaba como ella apretaba al pino cada vez con más fuerza. Marco continúo revelando que en el transcurso de tiempo que ella había estado en el hospital, él había podido hacer más liviano su pesar, y que a partir de ese momento se sentía más robusto y capaz de afrontar y gestionar la situación actual.

Marco, quería decirle a su hija que en sus raíces fluiría la esencia de Mara, que con ella habían aprendido a mantener un firme amor incondicional que les hacía crecer como personas eligiendo buscar la alegría de vivir sin andarse por las ramas. La buena intención de Marco no dio fruto porque Mar salió corriendo colina abajo, tal vez porque ese mensaje no iba a ser útil para una adolescente que se había quedado sin madre, o tal vez porque el gran pino le recomendó que corriese a liberarse de su angustia, que corriese hacia el mar y estuviese un rato sollozando en la playa.

Mar tenía que pasar el mal trago. Era lógico que la ruta a seguir no se pudiese prever. Marco no tenía más meta que dar pasos en el transcurso del camino. Él tenía la certeza que Mar iría al espigón del final de la playa, lugar que ella solía frecuentar

162 para visitar a los gatos que los días soleados se calentaban en las rocas. Aun así, tras dejar pasar unos minutos decidió ocuparse en averiguar dónde estaba.

Al salir del parque, tuvo la necesidad de volver junto al gran pino a darle un abrazo de gratitud entonces corrió colina arriba y así lo hizo desahogadamente con desconocida placidez.

Ante la muerte de personas queridas hay que atravesar una triste bruma denominada período de duelo. Marco recordó que la psicóloga del hospital le había hablado que cuando se cuenta la noticia de un fallecimiento de un familiar cercano hay una primera fase que metafóricamente equivaldría a un cortocircuito emocional, que se puede manifestar con evitación o negación de la realidad, mareos, lágrimas, cambios de humor y otras diversas expresiones de desconcierto.

La vulnerabilidad de Mar le hacía dudar si ella no se cerraría como una ostra, conteniendo la rabia, el sentimiento de culpa en lo sucedido y otras fases psicológicas que en ese momento no recordaba.

Mientras Marco iba a buscar a su hija pensó en que las perlas son tesoros producidos por las ostras solamente tras pasar un periodo de dolor por haber sido heridas en su interior, ya sea por un parásito, por arena o cualquier otra sustancia extraña. Localizada esta intrusión la ostra segrega nácar para protegerse

163 y recubrir el causante de su dolor con muchas capas de nácar. Una vez que la herida está cicatrizada el resultado es una hermosa perla.

Efectivamente Mar estaba sentada cerca de donde rompen las olas, al final del espigón. Marco la vio desde lo lejos. La brisa lloraba gotas de feroz ausencia y furioso desamparo sobre su cara.

Ella estaba sentada en ese lugar del mundo interior en el cual salpican al presente los recuerdos del pasado sin perder la vista el futuro.

Las olas de sentimientos avanzaban con miedo tras la pérdida de Mara y empapaban la pena resbalando entre las piedras. Las gaviotas batían con las alas la brisa que con añoranza agitaba los rizos del pelo de Mar. Su cuerpo se veía pequeño pero su angustia llenaba toda la tarde, robando tiempo al tiempo y suspiros al viento.

Marco quería compartir con su hija todo el cariño que le emanaba desde muy adentro, no como capas de saladas palabras llenas de pensamientos vacíos sino con capas de silenciosa comprensión.

Tras un momento de duda, Marco prefirió esperar a que ella decidiese regresar. Se descalzó para sentir la arena y al hacerlo también sintió mucho más el agua y la brisa. El fuego latía en su interior entre la calma y el caos.

164 Cerró los ojos y tuvo la sensación que la arena no le sostenía. Su cuerpo era una masa sin forma, un peso lleno de pesar.

Al final del espigón las olas estallaban los silencios yse emborrachaban de remolinos llenos de espuma y recuerdos.

Mar era una adolescente tierna y remolona al mismo tiempo que rebelde y atrevida. Marco sabía que su desamparo era como una barca en la playa que, tarde o temprano, sería refugio de gaviotas que reposan en la madera quieta en la arena.

En ese momento a Marco le gustaría ser un marinero para navegar hasta pensamientos profundos, hablar con ballenas llenas de alegrías y delfines con un sinfín de cuentos para Mar.

Él se frotó los ojos y al abrirlos escuchó los colores que entonaba el ocaso en la melodía del final del día.

Marco sentía que lo mejor sería ser músico, tocar madera y escuchar lo que su hija estaba sintiendo. Se acercó a Mar y al decirle hola ella le contestó con un adiós. Él pudo tocar la sensación de querer despertar de un gran mal sueño.

Mar estaba sentada al borde de una roca del espigón. Marco se sentó detrás de ella, cruzó las piernas e intentó respirar acompasado con su hija, simplemente inspirando y exhalando. Sintió que Mar necesitaba ser abrazada pero al mismo tiempo guardaba mucha rabia y confusión que proyectaba hacia él, por

165 este motivo Marco no la tocó con sus manos pero sí se atrevió a tocarla con sus palabras.

—Seguro que quieres que no te cuente ningún cuento de sonrisas perdidas.

—No —manifestó Mar sin apenas fuerzas, como si hubiese perdido parte de su alma.

—Creo que mi frase tenía una doble negación, la verdad es que ahora no sé si te apetece o no pero justo encima de tu cabeza se ha aparecido una historia de luz dorada.

—Será la luz de mamá —comentó Mar a medio camino entre el recelo y la esperanza.

—Entonces no podemos dejarla sola.

—Mamá, te quiero mucho, mamá no te vayas —declaró Mar llorando desconsoladamente.

—Mamá no se va a ir nunca, dice que estará dentro de nosotros para siempre —reveló Marco abrazando a su hija e intentando mantenerse sosegado—. Me cuenta que va a anclarse dentro de ti para que la recuerdes no sólo en la memoria sino para que también la sientas dentro de tu cuerpo.

—Pero yo quiero que vuelva a casa.

—A mamá le esperan en el Cielo pero nos cuidará desde arriba.

166 —¡Mamá! ¡mamá quédate!

—Vale —expresó Marco al límite del temblor—. Seguro que se quedará hasta que le hagamos un ritual bonito. Creo que ahora ella quiere que la recordemos bonita. Cierra los ojos y acuérdate de algún momento con ella.

—Me viene la imagen del día que hicimos juntas nuestra primera tarta de zanahorias.

—Os salió deliciosa. Tenemos que volverla a preparar — comentó Marco consciente que, en ese momento, esa propuesta no estaba siendo muy acertada.

Tras un largo silencio Marco propuso una relajación, para restar el nivel de ansiedad de su hija, al mismo tiempo que le sumaba ánimo multiplicado por el amor de Mara.

Mar no quiso hablar y su padre no quiso preguntar por las emociones encontradas que ambos estaban compartiendo.

En la noche, ya en casa cuando su hija se quedó dormida, Marco dibujó en un folio un gran corazón al acordarse que en un curso de resiliencia emocional él realizó una dinámica que podría rescatar, para ayudar a que Mar fuese integrando la muerte de su querida madre.

Puso el papel dentro de una tetera que utilizaban como buzón de sentimientos compartidos. Dejó la tapa abierta para

167 que al verla él se acordase que tenía un mensaje importante dentro que tenía que compartir con Mar.

El corazón de Marco calentó sus sentimientos convirtiéndolos en emociones y después los dejó reposar para que cogiesen el sabor de los estados de ánimo.

Su corazón era un gran guerrero interior, era el de un héroe con conciencia y decisión que quería encontrar la alegría y la armonía, pero la impaciencia de Marco no facilitaba canalizar su dolor y amargura.

Marco tomó conciencia de la opresión que como una punzada sentía en el corazón, nunca antes había sentido una sensación similar. Él sabía que era la fuerza de la emoción que le afligía y sin quererlo el recuerdo de Mara le abatió. Desvió su mirada hacia el ventanal que daba a la terraza intentando buscar una salida al presentir de nuevo el tormentoso tormento en torno al sufrimiento.

Marco sabía cambiar el rumbo de su mente para desconectarse de su sensibilidad pero ya era tarde porque el llanto brotó intenso y el desconsuelo abatió su mente empapándola de quebranto.

Él sentía como si realmente su corazón estuviese rasgándose, abriendo una herida aún no cicatrizada.

168 Marco quería dejar de sentir ese duelo, esa noche quería ser fuerte para estar pendiente de su hija. Por eso apretó los puños y los dientes aunque al apretarlos también cerró los ojos encharcados en lágrimas que se desbordaron surcando su rostro. Sus labios oprimidos fueron forzados por una bocanada de aire directo a los pulmones.

Marco intentó huir pero sus piernas iban despacio andando hacia el dormitorio en busca de un cuarzo rosa como si ese mineral pudiese sanar su herida, o al menos taponar la pérdida de alma que estaba sintiendo.

Marco no podía capear las oleadas de su gran pesar y cuanto más zozobra sentía más apretaba el cuarzo contra su pecho. El dolor le ahogaba y desesperado pensó en mandar un mensaje de socorro que le pudiese desahogar. Él necesitaba que le tendiesen una mano de comprensión y le diesen un abrazo de compasión.

Esa noche a nadie escribió y nadie le contestó. Marco soportó el paso de las horas encerrado en su cuarto, aferrado a él mismo y a la certeza de saberse fortalecido una vez que aprendiese a transformar su dolor en la sana acción de desenvolverse por el lado más humano y sensible de la vida.

Al día siguiente Marco sintió que desde ese momento ya no quería ser un guerrero para comerse el mundo, prefería aprender a ser un danzante tornando en espiral hacia el corazón.

169 Quería llevar su cruz con sencillez y ser el cambio que había estado esperando.

Se puso de pie, hizo unas flexiones de columna vertebral y unas reflexiones sobre cómo sentía su cuerpo; bastante miedo en los riñones, rabia acumulada en el hígado causada por el accidente mortal de su amada, preocupación y ansiedad ante la vulnerabilidad de Mar y una enorme tristeza que no le dejaba llenar profundamente sus pulmones.

Marco para liberar su pesar dio siete giros sobre sí mismo, rotando hacia la izquierda en sentido contrario a las agujas del reloj. Mantuvo sus brazos cruzados en el pecho, el derecho por encima del izquierdo y no quiso perder más el tiempo. Se arrodillo y comprendió de nuevo que todo es más sencillo. Tornar al corazón es suficiente para orar y así lo hizo.

Recordó, por fin, la belleza de la contemplación en silencio.

Marco decidió ocuparse del cuidado de su hija e ir a ver si estaba descansando.

Mar dormía abrazada a la almohada y Marco, por no despertarla, no se atrevió ni siquiera a arroparla.

Él para no derrumbarse por su pesar fue hasta la terraza y simplemente hizo respiraciones que consistían en inspirar llenando el abdomen al ir levantando los brazos, a continuación aguantar la respiración y al expirar bajar los brazos.

170 Después Marco preparó para desayunar un licuado de manzana, zanahoria, apio y canela. Decidió complementarlo con unas tostadas con aceite, tomate, sal y perejil porque pensaba que su hija tendría que coger fuerzas al ser la primera mañana que Mar estaba en casa tras el trágico accidente.

Marco pensó que sería mejor salir a pasar el día fuera, para que los recuerdos de Mara no inundasen a su hija con momentos del pasado que aún navegaban por la casa. Él creía que estaría bien ir al Jardín Botánico de Barcelona.

Marco abrió la puerta de la habitación de Mar y, como ya era muy tarde, dedujo que ella ya estaría despierta. Mar, al sentir que entraba su padre, se dio media vuelta dándole la espalda.

—Chiqui, te traigo en bandeja un desayuno de princesas — dijo Marco cariñosamente en voz baja esperando que su hija le correspondiera con la misma amabilidad.

Mar no respondió y Marco pensó: «A grandes males, grandes remedios. Si he estado contando cuentos a Mar, en el hospital, incluso cuando ella estaba inconsciente entonces ahora no puedo dejar de hacerlo porque ella se haga la dormida». Marco buscó entre los libros de su hija y decidió coger uno pequeño que en la portada tenía dibujado un arcoíris. Lo abrió al azar y leyó para sí mismo: «Un libro es como una semilla que es regada, cuando se abre crece como un árbol que con el pasar de las hojas exhala vida e inspira al corazón».

171 Marco dejó el libro en la estantería, se sentó en la cama de Mar y mirando por la ventana, como si ella no estuviese, empezó a narrar una historia.

«En tiempos remotos, cuando bastaba desear una cosa para que se cumpliera existía un velero errante por el océano de una biblioteca. Cuando era oteado desde la distancia de una estantería, a veces resplandecía llenando sus velas con una luz fantasmal. Si una persona lo miraba entonces su tripulación le gritaba que tratase de llevárselo a su casa, para que pudiesen contar mensajes que más tarde esa persona tendría que transmitir en otras tierras.

Hay barcos remotos que transportan historias de muchos siglos atrás. Esos mensajes no caben en papeles metidos en botellas, aunque gracias a esas botellas lanzadas a los océanos cuentan que antaño, en otros tiempos y confines existió una terrible epidemia que infectó a las bibliotecas. El fantasma de esa epidemia, con el paso del tiempo, se hizo llamar televisión y entró en los hogares de las personas como una plaga que desolaba las conversaciones familiares. Poco a poco los libros dejaron de desembarcar en las playas, plazas y otros puertos de reunión colectiva. Era como una maldición que condenaba a los libros a tener que encerrarse en bibliotecas y librerías para allí navegar errantes, cada vez con menos posibilidad de pisar tierra firme donde poder plantar las semillas de sus historias».

172 Al observar que su hija no se daba la vuelta, para mirarle a los ojos, Marco continuó relatando dando rienda suelta a su fantasía:

«Yo una vez conocí a un marinero con un ojo de vidrio. Él quería ser transparente de sentimientos, por eso le gustaba ir mar adentro hacia las aguas más cristalinas. En la mar aprendió que cuando llenas la cabeza de silencio la vacías de ruido.

En su ausencia, como nunca estaba en casa, su mujer le sustituyó por una estatua de roca con la que ella escalaba montañas imaginarias. Un verano la estatua de roca se hizo arena y se deslizó por el tobillo de la mujer del hombre con un ojo de vidrio. Después del tobillo, acarició la pantorrilla, el muslo y lo que había más arriba hasta llegar a la cima en la que ella se cuestionó un matrimonio que rodaba colina abajo.

La estatua de roca no dudó en lanzar susurros que hicieron que la realidad del hombre con un ojo de vidrio se rompiera en pedazos.

Desde entonces la mirada del hombre con un ojo de vidrio ya no era la misma, por eso se tiró a la bebida y se llenó de tanto líquido que no le quedó más remedio que aprender a nadar. Nadó y nadó y cuando se cansó de nadar ya era muy tarde para regresar. Entonces sus penas ahogó y en sal se convirtió.

Cuentan que el hombre de vidrio continúa sin dejar de llorar lágrimas de sal, desde el fondo del Mar Mediterráneo. Cada

173 lágrima es una semilla de amor incondicional y para que crezca tiene que regarse con el agua viva que brota de la fuente del sagrado corazón».

Mar se dio la vuelta en la cama pero se tapó la cara con la sábana como queriendo resguardar su vulnerabilidad.

—Papá ¿sabes que no siempre es buen momento de contar tus historias? —preguntó ella intentando que Marco le dejase sola, aunque internamente reconocía que su padre no tenía culpa de la muerte de Mara.

—No siempre —negó Marco, sorprendido por la intervención de su hija—. ¿No quieres conocer alguna más?

—Si no me las cuentas serán como barcos errantes.

—Si no te las cuento serán anhelos de volar encerrados en una jaula.

—¿Me revelarás misterios de los que conoce la Sirena? — preguntó Mar recordando los cuentos que él le contaba en el hospital e intentando de este modo alimentar el cariño que ambos se tenían.

—Clara, claro como el agua cristalina, pero vas a seguir escondida en el desierto de la sábana o vas a salir al oasis de las miradas.

174 —Prefiero la oscuridad, como una semilla —dijo Mar tapándose pero acurrucándose a su padre.

—Aunque no quieras, el calor de tu luz sale por toda la cama. Con tu sol apetece navegar hacia las historias marineras — declaró Marco acomodándose en la cama mientras pensaba en un ejemplo o pretexto que viniese a cuento—. La Sirena le explicó al velero del Capitán que estaba construido con la madera de un árbol.

—¿De cuál?

—No se lo dijo, porque lo bonito era que el velero descubriese su propio misterio, aunque sí le habló de las propiedades de los árboles.

—Mamá, me hablaba de las energías curativas de los árboles.

—Mamá tiene alas de hada. Las hadas y las sirenas son muy buenas amigas, por eso comparten muchas historias y misterios.

—Ella me explicó que la encina simboliza la amistad porque crece lentamente y es extraordinariamente longeva.

—Sí —expresó Marco aprovechando la oportunidad—, sería genial si terminases el desayuno y nos fuésemos al Jardín Botánico de Barcelona para ver mucha variedad de árboles.

—No me apetece salir de casa.

175 —Vale. Pero, por favor, sal de tu guarida para tomarte el licuado y las tostadas —propuso Marco dándose cuenta que, por lo menos, había conseguido que su hija no se quedase aislada encerrada en sí misma.

Mar tomó el desayuno en silencio mientras Marco oraba: «Santo Aliento, sácanos de aquí. Guíanos con sutileza, por favor, danos el vigor del roble y la flexibilidad de bambú para poder crecer soportando el sufrimiento. Por favor, danos aire puro, abrázanos con tu luz y refréscanos con el agua cristalina de tu presencia».

Marco tenía una sensación clavada entre las costillas, era una aflicción que le carcomía como un parásito. No reconocía lo que era pero sabía que ese malestar le estaba quitando ánimo. Necesitaba sanarse, dejar de escribir su vida con letra pequeña y empezar a gritarla al universo.

Su vulnerabilidad le hacía sentir el presentimiento que solamente rompiendo en llanto se podría liberar. No es extraño quebrarse para después recolocar los pedazos pero no quería hacerlo delante de Mar, porque para Marco su hija era frágil como una flor.

Marco estaba abstraído, como ausente de toda realidad, por eso se asustó cuando Mar empezó a hablar.

176 —Papá, ¿Por qué hemos tenido tan mala suerte?

—Esa es una pregunta difícil de responder, la suerte no es mala —dijo Marco volviendo a tener atención plena a lo que acontecía con su hija—. Aunque ya sé a qué te refieres hija — reconoció suspirando, cerrando los ojos al mismo tiempo que se inclinaba para abrazar a Mar.

A Marco se le ocurrió hacer una llamada telefónica a su madre porque sabía que ella podría dar fulgor y tranquilidad a Mar.

A Marboki no le costó empatizar con su nieta y ellas empezaron a dialogar como si estuviesen una sentada frente a la otra.

—Abuela, echo de menos a Mara —volvió a decir Mar tras un rato de conversación.

—Si no cierras bien los ojos muchas cosas no se ven.

—No te entiendo.

—Mara está por todas las direcciones de tu casa.

—Sí, es como si aún estuviese en todas las habitaciones, pero cuando abro los ojos ella no está.

—No está en la casa pero sí en el hogar que habitas en tu cuerpo.

177 —¿Qué quieres decir? —preguntó Mar después de respirar profundamente llenando de energía su columna vertebral, desde el coxis a la coronilla.

—Tú habitas en tu corazón y dentro de tu corazón siempre estará Mara —agregó Marboki confiando en que Mar entendería que se refería al corazón espiritual.

—A mí me duele el corazón y si mamá estuviese aquí no me dolería tanto. ¡Estoy muy triste abuela! —enfatizó Mar reivindicando que respetaran su dolor.

—¿Cómo te sientes?

—Me siento como una trapecista sin red.

—Pero tú si tienes red. Tienes a tu padre y a toda tu familia que te queremos mucho.

—No tengo a toda mi familia, no tengo a mamá —expresó Mar con voz quebrada mientras rompía a llorar.

La abuela esperó en silencio confiando en que el llanto de su nieta fuese como un pasajero en una estación de tren. Cambiar el tema de la conversación era como cambiar de vagón, pero constantemente el tema de la ausencia de Mara pulsaba como un motor hacia una única dirección.

—Barakedabra, Abracadabra, palabra que labra, yo creo como hablo y como vibra mi corazón —manifestó la abuela

178 contundentemente—. Creas lo que piensas, lo que sientes, lo que hablas y lo que haces.

—Lo que yo hago, digo, siento y pienso me crea a mí — manifestó Mar jugando con el orden de las palabras.

—Eres una maga de las oraciones y una mercader de palabras —reveló Marboki alentada por el cambio de actitud de su nieta—. Eres lo que eres y todo lo que imagines ser. Se lo que eres o actúa con tus mejores acciones para serlo. Créete que también eres lo que quieres ser hasta que lo seas reflejado en los demás —complementó la sabia abuela.

—¿Abuela, tú qué quieres ser de mayor? —preguntó Mar más animada.

—De mayor voy a aprender a hacerme pequeña.

—Pequeña como una semilla.

—Más pequeña todavía. Voy a pesar tan poco que me podré desplazar con el impulso de un suspiro.

—Pues con un estornudo podrás volar muy rápida.

—Sí, por eso al abuelo le pondré pica pica debajo de la almohada para que me impulse a soñar.

—Abuela, eres una poetisa.

179 —Mar, tú eres la musa que me alimenta. Por cierto, ¿qué vais a comer? —preguntó Marboki agradecida de haber charlado con su nieta.

—No lo sé. Yo no tengo hambre —matizó Mar surfeando las emociones removidas en la conversación.

—Anda dile a tu padre que salude a su viejita.

—Bueno —consintió Mar mientras se levantaba mucho más animada que al inicio de la conversación telefónica.

Marco comentó a su madre que tenía la idea de ir juntos al Parque de Montjuïc. Desde la montaña de Montjuïc otearían el horizonte hasta divisar los descomunales transatlánticos y avistar buques para el transporte de mercancías. Así podría contarle a su hija historias de los primeros barcos propulsados por motores de vapor.

Su propuesta se esfumó como el vapor cuando, una vez terminada la conversación telefónica, Mar con voz firme le declaró que no tenía intención de salir de casa.

—Bueno hija, como prefieras. Yo ya no sé qué es mejor si un camarón gigante o un cachalote pequeño. En un mar de dudas nadie sabe lo que es preferible —opinó Marco alimentando la fantasía.

180 —Entre la Era de Piscis y la Era de Acuario, prefiero irme a mi pecera. Papá déjame estar sola en mi cuarto.

—Podemos hacer algo juntos —propuso Marco con un intento de mantenerse unidos.

—No me apetece.

—¿Por qué no?

—No sé contestar a ese porqué pero estoy muy triste papá.

—Ya lo sé cariño, yo también me acuerdo mucho de mamá.

—Quiero que vuelva a casa.

—Mar, preciosa —habló su padre con los ojos inundados de lágrimas— la doctora me dijo que te vendría bien tomar aire libre de los parques y la naturaleza.

—No quiero salir de mi habitación.

—Yo creo que me podrías acompañar a dar una vuelta, tenemos una maravillosa playa aquí cerca.

—No —declaró ella cerrando los ojos y quedándose inmóvil —. Déjame, por favor.

Marco soltó el timón de la conversación para que Mar fuese a su habitación. Él como única vía de escape para calmar su desventura empezó a escribir para no sucumbir.

181 XV

MARCOS DE SANACIÓN

La luz brilla en la tiniebla porque donde hay luz ya no queda lugar para la oscuridad.

Marco al despertarse antes de levantarse del lecho decidió cerrar los ojos de nuevo para, por un instante, saludar esa dulce sensación de dicha que como un susurro viene y cuando se quiere atrapar ya se ha ido.

A su piel le alumbró un faro de delicadeza y se abrazó fuerte a esa cálida sensación del contacto cuerpo a cuerpo apretado al recuerdo de Mara.

Bendito, qué a gustito se sentía. Imaginarlo era vivirlo. Él entornó los ojos y le pidió al amanecer que esperase un poco porque estaba soñando con el tacto de su amada.

Un dulce aroma atravesó su habitación dejando una fragancia de un alma franca en danza con el universo. Un murmullo o ronroneo acarició el corazón de Marco levantando una sonrisa y dejando caer muecas de alborozo.

182 Marco salió a la terraza, miró hacia el cielo y leyó mensajes descifrados en las nubes pintadas de vivos colores. Por ello decidió correr hasta la playa. Llegó a tiempo del deleite del Sol cuando despunta en la mar cada mañana.

Las olas le llamaban a ir a nadar mar adentro como si le contasen que allí hay más vida, tal vez porque las olas deciden ir a morir a la orilla. A las olas les gusta renacer constantemente, la muerte forma parte de su vida para acariciarse, salpicarse, revolverse, mezclarse, unirse y alborotarse.

A Marco le era curioso coger el agua con las manos y ver que es transparente pero cuando la sueltas de nuevo al mar se impregna de color, como si cada gota trazase un único paisaje.

De nuevo en su casa, Marco comprobó que Mar estaba durmiendo. No comprendía el motivo por el cual ella se sentía protegida encerrada en su habitación. Él, en cambio, sentía que las paredes se hacían cada vez más pequeñas. Por eso siempre procuraba salir a la naturaleza. Esa mañana sentado en la terraza pensó que somos como actuamos y actuamos como somos, y si nos encerramos en nuestras casas también nos encerramos en nosotros mismos. Por este motivo, hay que abrir las ventanas para airear los sueños pero también abrir las puertas para llevarlos a cabo.

Marco reflexionó que posiblemente Mar se cerraba en sí misma porque estaba pasando el gran reto de vivir sin el apoyo

183 de su madre justo en su etapa de adolescencia, cuando adolecía de la seguridad necesaria para sumar e integrar los acontecimientos del día a día.

Las madres son el corazón de la familia, regalan la fragancia más hermosa que ensalza el amor en acción de concebir la esencia vital que genera la vida. Tal vez por eso Mar quería restar estímulos del exterior porque en la ausencia de Mara, necesitaba aposentar la presencia de su madre en su ser.

Con el tiempo Mar será consciente que el desamparo del sufrimiento no es lo mismo que la enseñanza del dolor, del mismo modo que la alegría no es lo mismo que la armonía, así como el placer del deleite de los sentidos es una chispa comparado con el alma encendida en la hoguera del gozo.

En esa mañana Mar se levantó y compartió con su padre un rato de silencio observando las vistas desde la terraza. En Marco brilló la esperanza de jugar a hacerse cosquillas y quien más se riese ganaba. Así nadie perdía.

Mar no quiso jugar y Marco recordó que había dibujado un corazón en un folio. Este corazón que había depositado dentro de una tetera ya había reposado y cogido sabor.

La vida puede presentarte muchos gustos para alegrarte dulcemente, enfadarte con ácida rabia, entristecerte con amargura y asustarte con un astringente miedo. La vida puede

184 ser agridulce pasando del aburrimiento a la sorpresa y atravesando momentos picantes muy estimulantes.

Cuando te preocupas te desequilibras, si te resignas te tensas, si te evades te descentras y si te cierras es porque desconfías.

Cuando mueves ficha de una a otra casilla del tablero tienes que ser responsable de tus movimientos. Aunque pretendas controlar la jugada, la vida siempre te sorprende. Por eso es apasionante jugar.

Marco tiempo atrás había movido ficha pintando en un papel un corazón para, cuando procediese, quemarlo junto a Mar. Ya era el momento oportuno y con el humo de la transformación ambos visualizaron un nuevo corazón con alas para que Mara pudiese alzarse y elevarse a Dios. Durante siete días, antes de irse a dormir, Mar y Marco oraban, a fuego lento, con la intención de agradecer todos los frutos de amor que Mara había sembrado en ellos.

Con este ritual Mar se atrevió a desplegar sus alas incluso sabiendo que las tenía anquilosadas en su espalda. Ella prefirió hacer uso de ellas deshaciendo los hilos del miedo y la tristeza para lanzarse a volar con fe y confianza.

185 XVI

TRANSFORMAR EL CONFLICTO

No es lo mismo un abrazo alado de corazón a corazón, que un abrazo con palmaditas en la espalda, como señalando que las alas están ahí, pero que es mejor que se queden guardadas a la altura de los omoplatos. Además de nutrientes, nos alimentamos de pensamientos ya sean nuestros o de otras personas. A todo el mundo le gusta saborear palabras de dulzura, amabilidad, sinceridad, alegría y ánimo.

Mar tenía el corazón suave y dulce y su padre cocinaba la cotidianeidad con las mejores intenciones, por eso fue un regalo para ambos confeccionar una tarta de zanahorias. La verdad es que pusieron tanto cariño en su elaboración que parecía un postre artesano confeccionado con bastantes gramos de imaginación, melodía de ilusión, dosis de voluntad y esencia de entusiasmo del corazón. Todos estos ingredientes mezclados con esperanza y puestos a reposar en un recipiente de cristal transparente, para dejar pasar la luz.

186 Algunas personas utilizan delantal para no mancharse a la hora de cocinar el día a día, porque hay situaciones que nos incomodan, van tensando nuestra musculatura corporal y van generando desequilibrios emocionales. Los humanos somos afortunados porque no nos limitamos a un menú de vínculos personales, sino que tenemos una amplia gama de relaciones para degustarlas a la carta según el apetito en cada conversación.

Las oraciones van dejando estelas que dibujan rasgos de nuestra personalidad y de nuestra alma. Los humanos podemos cosechar los alimentos de la palabra. Todo un panorama esperanzador para cocinar y saborear el amor al prójimo en las relaciones interpersonales.

Mar le pidió a su padre la receta final del cuento sobre la batalla de los peces que él le había estado contando en el hospital, cuando ella estaba recuperándose del accidente de coche. Marco quiso que su hija le ayudase a dar fin a esa historia y por ello ambos dialogaron sobre esa fábula marinera.

—Érase una vez en el Planeta Tierra que existía un conflicto entre seres marinos.

—Papá, ves al grano que hoy es el día que vienen Mario y Marusa y no quiero dejar la historia a medias cuando lleguen.

—Bueno entonces dejamos el cuento para otro día.

187 —No. Prefiero que me lo cuentes ahora mientras esperamos que lleguen, pero rápido para no quedarnos a la mitad, porque deben estar a punto de llegar.

—Te noto un poco nerviosilla.

—Tengo ganas de verles.

—Yo también —mencionó Marco, contento de imaginar su casa llena de alegría por las risas y carcajadas generadas por el juego entre los primos—. ¿Seguro que no quieres esperar a escucharlo cuando estemos todos?

—No. La historia es muy larga y no podrías resumírsela para contar sólo el final.

—Vale, pero el final lo pensamos entre los dos.

—¿Y cómo lo hacemos?

—Jugando a razonar conjuntamente.

Mar no sabía cómo continuar construyendo el cuento y propuso a su padre que empezase él primero moviendo ficha.

—¿Te acuerdas del nombre de los protagonistas? — preguntó Marco reforzando los cimientos de la trama.

—Creo que me acuerdo de casi todos, porque me los describiste de tal forma que se podrían situar como si fuesen a jugar al ajedrez.

188 —Y si tuviésemos que ponerles cualidades humanas, ¿qué cualidad tendría por ejemplo la Chromis, Pez Cartañuela? — preguntó Marco poniendo a prueba si su hija estaba lista para seguir la misma ruta aun teniendo distintos mapas mentales.

—La Chromis se caracteriza por su cuerpo ovalado, aplanado lateralmente. Nuestra amiga es conocida en la mayoría de las masas saladas del mundo. Se le llama Pez Castañuela, por eso una cualidad suya podría ser su arte con alegre lirili y amistoso lerele.

—Genial y al Pez Castañuela se le ocurrió una idea estupenda.

—Se le ocurrió vestirse para asistir a una fiesta.

—Una fiesta en la que era un honor ser invitado.

—Eso era excepcional para todos los invitados, por eso a la fiesta solamente fueron los invitados que eran dignos de tal honor. Pues muchos son llamados pero poco los elegidos.

—Esa frase es toda una invitación —opinó Marco festejando la agilidad mental de su hija con la palabra.

—Pues venga no la cortes y continúa la historia.

—A todos los invitados les pareció maravilloso el juego y empezaron a dar ideas y nuevos conceptos —enunció Marco.

—¿Pero hay que plantear un tema de juego que sea justo para todos? Dijo el Salmonete Real.

189 —La Dorada con mucha educación afirmó que el mejor tema era la paz del ecosistema marino.

—La Gamba matizó, con chulería, que mejor no hablar de la paz porque si se hace se pone foco a la guerra. Es mejor no oponerse a las contradicciones. La gamba dijo que mejor se jugase a la armonía y el equilibrio de los habitantes del Planeta.

—Menuda chulería tenía la Gamba que no solamente quería solucionar el problema del mar sino de toda la Tierra.

—La Dorada, que era toda una representante de la educación, se apoyó en la concha de la Tortuga Boba y afirmó que había que colocar una fecha para poner sobre el tablero de juego nuevas propuestas.

—Empecemos el uno de enero. Dijo el Mero.

—El Caballito de Mar y la Caballa saltaron rápidamente a proponer fechas para adelantar el trabajo —continuó narrando Mar añadiendo datos que confirmasen a su padre que ella se acordaba de los personajes del cuento marinero.

—Todos empezaron a hablar hasta que la Sardina gritó que era necesario un turno de palabras.

—Pero nadie la escuchó porque las palabras se amontonaban como sardinas en lata.

—El Erizo de Mar enunció que había que dejar clavada una fecha definitiva.

190 —La Pez Castañuela propuso que la fecha límite fuese el «día menos pensado» —continuó Mar reflexionando que ese día, sería el día en el que el tiempo es arte—. Un día sin tiempo, diseñado para celebrar y compartir en comunidad, para valorar las experiencias del año, tomar conciencia del presente e inspirar nuevos aires proyectándose hacia lo que está por venir en la comunidad.

—Y habrá que celebrarlo a lo grande, declaró el Bogabante sacando pecho.

—Tenemos que hacer un juramento para acordar respetar esa fecha. Declaró el Jurel.

—Es cierto, porque a las palabras se las lleva la corriente. Dijo Naucrates, el Pez Piloto.

—Firmar un compromiso mola, mola. Comentó el Pez Luna pensando que esa era una idea redonda.

—Eso es. La dirección que se tome entonces ahí iremos todos y todas. Razonó la Sardina.

—A mi eso no me parece bien, nos puede caer una gorda si seguimos ese planteamiento. Expuso el pulpo.

—Todos, tras escuchar al pulpo, se miraron unos a otros y exclamaron. «¡Te puede caer la del pulpo!». Exclamó Mar en tono amenazador manteniendo el dedo índice señalando a su padre.

191 —Algunos asistentes a esta reunión se fueron marchando porque la invitación a pensar les estaba escurriendo las neuronas.

—Aunque lo mejor estaba por llegar —introdujo Mar para mantener el interés de su padre.

—Apareció el Delfín y contó que su amiga pequeña la Marsopa no había podido asistir pero que le había dicho que dijera que todos los asistentes dijeran a otros habitantes marinos que dijeran a los humanos que todos somos responsables de gestionar soluciones.

—Las sardinas seguían de un lado para otro, no sabían dónde meterse.

—El Bonito, con toda su inocencia giró la cara para que no le viesen llorar.

—Le parecía tan bonito imaginar un mundo viviendo en hermandad —complementó Mar emocionada por esa frase que se reflejaba en su corazón de cristal.

—El Pez Luna expuso que ese sueño era fácil que se hiciese realidad.

—Tú siempre has sido un soñador, le dijeron algunas sardinas.

192 —Amigo. ¡Mola! ¡Mola! No eres el único. Yo también soy una soñadora. Anunció la Pez Castañuela.

—Espero que algún día los humanos se unan a nosotros. Dijo la Medusa Aguamala, haciéndose notar en la reunión — introdujo Mar este personaje queriendo integrar a otra columna de animales marinos.

193 —¡Eh! espera, espera. Que la Medusa representaba a los malos y no la puedes meter en la conversación así como si nada —aclaró Marco queriendo desacelerar a su hija.

—Pues entonces la incluyo así como si todo, porque ¿no es cierto que todos jugamos en el mismo tablero?

—Ya sé que todo conflicto en la tierra como en el mar todo es empezar pero ¿Qué ha pasado para que Aguamala quiera negociar con los animales marinos que antes estaban enfrentados? —preguntó Marco queriendo hacer reflexionar a su hija.

—Ha pasado el tiempo del yo y ha llegado el momento del nosotros, en el cual uno gana cuando ganan todos, porque siendo uno en comunión formamos parte del todo.

—Ya te entiendo —declaró Marco sin necesitar más explicaciones al saber que daba igual como llegar al final de la historia, si lo importante era saber llegar a buen puerto de salvación.

—Nosotros estamos muy peces pero sabemos que en algún lugar de alta amar existe un mundo mejor, que no es el tercer ni el primer mundo.

Marco dio por válido que los seres marinos, cambiasen de paradigma segundo a segundo. Jugando a resolver conflictos cooperativamente aprendiendo unos de los movimientos de

194 otros, para supervivir en vez de luchar para sobrevivir. De este modo continuó la historia:

—Tenemos que construir un mundo mejor. Anunció el Pez Martillo.

—En verdad no debemos luchar, la existencia ya está ganada con la vida. Declaró el Pez Espada —dijo Mar entusiasmada.

—Deseamos la armonía y el equilibrio. No quiero morir lentamente por la ausencia de iniciativa, ahogado sin el oxígeno de la solidaridad. Movámonos rápido, que fluya la corriente de la vida para ayudar a los humanos a que se unan por un mundo mejor. Mencionó el pequeño tiburón Bocanegra, con la boca grande llena de conciencia como si fuese la de un Cachalote.

—Bueno, ésa podría ser una buena intención para el final de cuento —opinó Mar quedándose satisfecha con la historia que había creado con su padre.

—Bendiciones. Como en el ajedrez es todo un engranaje. Gracias por el entusiasmo para que todo encaje.

—Se me ocurre que el ecosistema marino es un constante equilibrio —opinó Mar pretendiendo dar un enfoque positivo—. No requiere ser entendido como una lucha por la supervivencia.

—Sí, aunque para el desenlace de este cuento podríamos meter alguna red de pescadores ilegales disputando con un barco ecologista, o algún accidente de un petrolero, o un Tsunami ¿qué te parece?

195 —Yo me inclino porque el final de la historia sea más abierto a la meditación personal.

—El final del cuento puede ser más atractivo si, por ejemplo, metemos a algunos científicos que investiguen la zona abisal — agregó Marco intentando motivar a su hija sobre biología marina —. Más del setenta por ciento de la superficie terrestre está cubierto por agua e inmerso en las grandes profundidades de los océanos se encuentra un mundo fascinante.

—En los precipicios de las grandes profundidades de los océanos hay oscuridad, la presión hidrostática es muy elevada y seguro que hay misterios desconocidos.

—Toda una maravilla por descubrir y tal vez los científicos encuentren claves de civilizaciones muy antiguas.

—No hace falta incluir a científicos ni a vestigios del pasado. A veces las mejores soluciones aparecen de las personas más humildes.

—Vale —dijo Marco adaptándose a la propuesta de Mar—. En el hospital te conté que un marinero conoció a una Sirena.

—Sí, el Capitán del velero.

—Pues un humano puede manifestarse para el rescate de la humanidad. Meditar para conocer la verdad ilumina en la oscuridad.

—¿Qué quieres decir?

196 —El Capitán puede tener la inspiración de dar a conocer parábolas y mensajes para servir con amor en un mundo mejor —detalló Marco frotándose las manos como teniendo un tesoro entre ellas. El Capitán, con la voluntad de navegar en un velero de cuento, podría llegar a puertos donde contribuir a ser parte de una red de faros de luz.

—Y en su libre albedrío para convertir a las personas al amor podría hacerlas tornar al corazón. Hay mucha gente que lee y él podría escribir un libro para dar su testimonio de fe.

—Imagínate cuantas personas han contribuido a llevar el mensaje de libertad al mundo. No solo los que predican con la palabra sino los que lo hacen con los actos.

—Hay muchas personas implicadas en la vida del Capitán, como aquellas que han extraído la materia prima para construir el velero, las que lo han transportado, las que han diseñado las herramientas para la fabricación de cada pieza del barco y así una larga lista de personas que han intervenido en el trabajo, sanidad, educación y tantos otros aspectos que tienen relación con las personas que han contribuido a la elaboración de la embarcación.

—Las personas pueden ayudarse a encontrar la luz del amor en las cosas cotidianas —Observó Marco humildemente porque se dio cuenta que cuantiosos aspectos cotidianos de nuestra vida dependen de los demás—. Estamos interconectados por redes de singulares acciones.

197 —Si te pones a reflexionar pueden ser incalculables o interminables las conexiones que vinculan cada causa necesaria para que acontezca un efecto. Aunque, papá, ¿tú crees que hay personas que no anhelan un mundo mejor?

—Hay un abismo solamente al pensar en algunos seres semejantes que han intervenido en nuestra vida. Hija mía, no se responder a todas tus preguntas —se sinceró Marco tras un tiempo en silencio—. Aunque, si en el camino de la vida todo se vincula, por lo menos te cuento que un servidor está aprendiendo a amar al prójimo y eso ya es vivir el reino de un mundo mejor.

—Papá, me gusta que compartas parábolas contadas con los ojos del corazón.

La visita de los tíos y primos de Mar fue un soplo de aire fresco, aire del norte. Jokin, el hermano de Mara, se llevaba muy bien con Marco, a los dos les gustaba bucear y tenían un vínculo fuerte porque les había unido largos ratos de inmersión, tanto en el Mar Mediterráneo como en el Mar Cantábrico, además de haber realizado muchas excursiones familiares a la montaña.

Mar se animó y las propuestas de salir del piso le parecieron estupendas. La visita de sus primos le dio un soplo de energía generando una brisa perfecta para ir a navegar por un mar de intrépidas aventuras.

198 Ese fin de semana había un evento de puertas abiertas para conocer las embarcaciones de vela adaptadas para ser manejadas por personas con capacidades especiales. Era una iniciativa para dar a conocer el mundo de la navegación en relación a la discapacidad y el deporte.

La fecha coincidía con una regata con navegantes procedentes de varios países. Fue una experiencia inolvidable ver surcar el Mar Mediterráneo a invidentes acompañados de personas que en tierra se manejan en sillas de ruedas. Era aleccionador ver que, una vez en el velero, surcaban las aguas más allá de las barreras físicas y mentales, para sentir lo osado de enfrentarse a las emociones sabiendo que es posible integrar la afición a la navegación con la pasión de experimentar cómo la vida salpica en la piel y refresca el corazón.

Mar, Mario y Marusa pudieron colaborar ayudando a retirar las sillas de ruedas una vez que no eran necesarias y acercándolas a la embarcación de vela ligera, adaptada para audaces nautas, una vez que los tripulantes terminaban la navegación. Por su colaboración les dieron una gorra y una camiseta a cada uno, pudieron hacer una breve salida en velero y, lo más importante, se llevaron la vivencia significativa de aprender de los consejos de grumetes con deficiencias físicas y psíquicas muy capacitados y capacitadas en el arte de surcar sus temores sin miedo a mojarse.

199 Cabe una mención especial la cara de los padres que se acercaban a compartir su tiempo viendo como su descendencia disfrutaba como peces en el agua. Hay muchos rostros y miradas cómplices según el momento vital de cada familia, aunque es mejor dejar virgen su brillo en los ojos para que no se empañen con palabras.

Al día siguiente de la jornada de navegación, Marco contó a sus sobrinos que todo naufragio ecológico es una deuda pendiente que el fondo marino internacional no quiere perdonar. Mario y Marusa contestaron que un naufragio puede ser por una pérdida de rumbo, una vía de agua, una avería o una incomunicación en las transmisiones. Marco les comentó la metáfora con la educación en relación a que la perdida de rumbo puede ser por una falta de coherencia, la vía de agua por el déficit de creatividad, la avería por la falta de compromiso y el defecto en las transmisiones por ausencia de cooperación.

Marco había ideado un juego con la intención de enseñarlo a educadores y a todo el mar de gente que amase el mar, puesto que, mediante la expresión corporal y conceptos básicos de navegación se podría aprender a pensar y comprometerse en una jornada de refrescante amar y cálida solidaridad.

El juego empezaba largando amarras para zarpar a la isla de la utopía y Marco utilizaba posturas corporales que

200 simbolizaban que el velero de las emociones cabeceaba o escoraba a estribor y babor. Para adrizar la embarcación había que hacer posiciones de equilibrio con tres respiraciones profundas.

Para Marco fue un gustazo probar su juego con sus sobrinos, Mar y unos amigos de su hija. Al jugar a hacer maniobras de navegación, todos estaban tan implicados en su mundo mágico que realmente parecían piratas en el parque, donde ellos se divertían corriendo descalzos por las olas de hierba.

Marco explicó brevemente algunos conceptos básicos de navegación a vela:

Amollar es aflojar o arriar un poco el cabo que hace que la vela se ponga a flamear al destensarse. Trasluchar es cuando la vela pasa de un lado a otro y entonces hay que agacharse para que la botavara no te de un golpe en la cabeza. Cazar es tensar un cabo para cerrar la vela y optimizar el viento. Por último, Marco explicó que un viraje en redondo es un giro de la embarcación.

Después asoció a las maniobras movimientos corporales que consistían en levantar los brazos y moverlos locamente al amollar, agacharse al trasluchar, simular tirar con firmeza hacia atrás como si de un movimiento de karate se tratase al cazar las velas y, por último, girar a la derecha o a la izquierda según la dirección del viraje.

201 Se lo estaban pasando, no viento en popa, sino con viento por la amura, que es mucho mejor.

Cada vez estaban más entregados a la aventura en la cual Marco quiso introducir términos de meteorología, comenzando por un viento frescachón con el que todos empezaron a andar en zigzag.

Había que mantener todo a son de mar por eso se trincaban cogiéndose en parejas y se estribaban con un abrazo.

Cuando en el juego se inició la tormenta de temporal todos rolaron por el suelo, se estiraron cuando empezó a refrescar y se sacudieron cuando comenzaron los chubascos.

En el momento que estaban inmersos en la tempestad se arremolinaban tanto en el suelo como en plano medio, como dando saltos por el aire. Cuando Marco gritaba ¡pantocazo! entonces había que ir a chocar con otro cuerpo, caer despacio al suelo y levantarse rápidamente para que no se clavasen en las olas del bravo mar.

De repente Marco puso voz metálica y anunció: «Segurite, segurite, segurite. Atención, a todas las estaciones. Atención, a todas las estaciones. Se avecina un ¡Huracán! Por seguridad, todos los puertos están cerrados. Mantengan la calma ante la crisis del Huracán».

202 A partir de entonces todos empezaron a capear el temporal cruzándose entre ellos de cara a la mar sin chocar contra las olas.

En un momento dado no hubo más remedio que correr el temporal a más velocidad que las olas, porque estaban en la mar de conflictos. Pero por más que corrían solos, en parejas, tríos, cuartetos no podían librarse del temporal.

Cuando ya estaban agotados Marco declaró que tenían que ir a los camarotes, meterse en el catre y rezar para que Dios les ayudase a salir fortalecidos de tal hazaña.

Todos se tumbaron en el césped y cerraron los ojos, todos menos Marco, que se mantenía alerta al mar de miradas de personas que les miraban asombrados, como si hubiesen olvidado que los parques servían para jugar.

Marco se centró en cuidar de su tripulación y observó sus respiraciones que recuperaban el aliento del juego turbulento que habían vivenciado. Por ello, esperó unos minutos para anunciar que tenían que pensar una situación que les generara algún tipo de conflicto personal.

Tanto en la tierra como en el mar es necesario revisar posibles riesgos y causas de daños que pueden provocar rabia, miedo, tristeza, resignación, preocupación, evasión y un nivel de

203 desconfianza tan grande que pueda generar ir al garete a merced de la indefensión aprendida.

Marco pidió a los tripulantes de su juego que sintieran la emoción que generaba pensar en esa opresión, que la identificaran con una parte del cuerpo donde se reflejaba y que pusiesen un apodo, mote o titular a ese problema. Por último les indicó que, para finalizar, hiciesen una estatua de ese conflicto.

Marusa era la más pequeña de todo el grupo pero, una vez pasado el temporal, no tuvo problemas de salir a la cubierta del velero para dar informe de su situación emocional diciendo, a modo de titular, que ella quería que ningún niño de la Tierra viviese una guerra, ni siquiera escuchar a sus padres discutir.

Hizo una estatua corporal de un hadita que, como imagen simbólica de dónde se localizaba su opresión, marcaba su pecho abrazándolo con sus manos. De este modo, ella estaba reflejando su pesar como una penita en su corazón.

Finalmente Marco les pidió que jugasen a sacar sonido y movimiento, a la estatua escenificada, como si fuese un monstruo o esperpento que se quería liberar. Todos se expresaron dejando a Marusa en el centro que, siendo la última que faltaba para terminar la consigna, empezó a gesticular como si naciese de un cascarón mientras canturreaba, cada vez más contenta, sonidos como piu, piu, requeté piu, piuuu, piuuu…

204 Para sus padres Jokin y Arantza fue revelador ver como su hija había hablado de las posibles causas que le generaba tensión.

Fue a Mario a quien eligieron para capitanear el proceso de preparar una acción colectiva que fuese constructiva, optimista y con sentido de humor. Él propuso que para retomar nuevas coordenadas había que cantar la canción de «La vida pirata es la vida mejor» y propuso que cada uno fuese expresándose estirando un brazo, después poniendo la cabeza girada y mirando hacia arriba, en tercer lugar doblando una pierna, en cuarto lugar poniendo el trasero respingón y, por último, sacando la lengua afuera.

Mario había estado muy implicado en proponer ideas y todo el equipo de tripulantes estuvo muy caldeado.

Cuando terminaron de jugar Mario, miró a su padre y grito: «Hasta el infinito y más allá». Entonces Jokin carraspeo y complementó a su hijo afirmando: «Que así sea, por todas las relaciones pasadas presentes y futuras».

A Marco no le hizo falta explicar que un o una líder pirata debe ser capaz de hacer superar los retos con fe, confianza y cooperación para lograr imaginación, diversión, excelencia y risas.

Cuando el juego parecía que había terminado finalmente fue Mar quien, de forma espontánea, motivó a hacer un cambio de

205 rumbo para generar movimientos suaves, como mecidos y arrullados por la mar. El resultado fue una danza colectiva que cambiaba poco a poco de dirección y que terminó en círculo, cogidos todos de la mano con los brazos cruzados.

Marco cerró los ojos queriendo hacer una foto del precioso destino donde habían llegado, con el velero de su dinámica. Ya no hacía falta hacer más comentarios, aunque él sintió que lo acontecido era digno de ser descrito en un cuaderno de bitácora de una singladura resiliente.

206 EPÍLOGO: EL ARTE DE ENTUSIASMAR

Érase una vez que un día Mar le pidió ayuda a su padre para enlazar los nombres de los seres marinos, que vivían confrontados en el cuento del Capitán, tanto con el juego de ajedrez, como con los bloqueos o dificultades que los humanos tenemos para desenvolvernos con altas dosis de empatía y sensibilidad.

Una partida de ajedrez es un proceso interactivo relacionado con las posiciones de las piezas, del mismo modo, en este libro se relacionan metafóricamente las especies marinas según intereses y estrategias de comunicación interpersonal.

Con las fábulas de los animales marinos y el ajedrez Marco contó a su hija, a modo simbólico, conflictos en las relaciones interpersonales.

Los problemas son oportunidades de mejora siempre que se gestionan de un modo lúdico y positivo. De este modo, Marco insistentemente intentaba avivar el sentido del humor como una caricia ante una situación adversa o como un grito de alivio que facilita la distensión.

207 Ahora es tiempo de alentar nuestra partida, compartiendo una experiencia por un tiempo breve. Vamos a interactuar tú y yo. Imagina que estamos juntos. Para eso tengo que dejar de narrar, aunque eso no es problema porque tanto el padre de Mar, el Capitán y yo como narrador somos títeres de este cuento que ahora estás viviendo según continúas leyendo.

En realidad es el escritor de este libro el que redacta lo que acontece. La única vía por la que podemos escapar es que terminemos lo nuestro aquí y no continúes leyendo.

¡Fabuloso! Veo que te atreves a leer que, a continuación, tú con tu mano izquierda coges mi mano derecha y la posicionas a la altura de tu corazón. Después, pones encima tu mano izquierda.

Es extraordinario, que tú y yo nos estemos tocando. Mucho mejor que narrarlo es vivirlo y mucho mejor que leerlo es imaginarlo. El ingenio del escritor está generando el deseo de trascender la lectura para poder sentir más allá de las palabras.

Cuando tú colocas tú mano derecha en mi corazón yo la agarro con mi mano izquierda.

Ambos cerramos los ojos al mismo tiempo, aunque tú los vuelves a abrir. Ahora lo haces para seguir la lectura aunque también para comprobar que yo los tengo cerrados.

208 No dejamos de tocarnos aunque sí hacemos una pausa un tiempo largo, de esos que equivalen a muchísimas notas de silencios en blanco.

Al cabo de un rato yo doy una gran inspiración como despertándome para volver a nacer. No he abierto los ojos en todo el rato, me he quedado como ausente, abstraído.

Bendiciones. Reconozco que estoy cansado de tanta mente y necesito aprender a contemplar el silencio.

Que descanso respirar, de nuevo, la belleza del silencio.

Ya por último, solo me queda intimar contigo que Mara me escribió sus últimas palabras, después de una pequeña discusión en la que ella consideraba prioritario regalarnos más tiempo en familia.

El matrimonio es un arte donde los amantes, con yugo común, comparten la carga en lo bueno y en lo malo viviendo en la presencia del amor como un misterioso tesoro que cada día hay que develar. La que fue mi consorte me pedía dar valor a la familia. No era una cuestión de tiempo ni envergadura sino de entrega a regar el vínculo familiar y relevancia a abonar con arrojo, merito, audacia, y resiliencia los conflictos del día a día.

Mara, tras habernos despedido, sin darnos tan siquiera un beso reconciliador, decidió escribirme una carta. En su corazón y

209 en el mío fue un mensaje de encuentro. Ella, viajando con Mar, murió en el acto como una ofrenda directa.

Delicada flor en el pasado y fruta madura en el futuro.

Como semillas sus intenciones y oraciones fueron sembradas para que hermosas personas como tú puedan cosechar este libro.

La muerte de un ser amado generó la chispa que encendió la llama que dio luz para escribir esta obra.

En nuestro presente agradezco que la ofrenda de vida haya germinado con el entusiasmo del entendimiento y florecido con el calor del corazón.

A continuación puedes leer la carta de Mara amar adentro.

«Érase una vez que se era y ya siempre será que te quiero sentir cuerpo a tierra y fundir mi pasión para volar a mar adentro, a mar abierto.

Me gusta llevarme tus cuentos a la cama, a mi sueño nocturno para ver que me huelo, que me vuelo, que me estiro y que me agrando. Me llevo a mi pirata con mi gancho de hembra, como una mujer sincera un poco tabernera, un poco duende, un poco pantera y un poco colibrí para avanzar libre hacia nuevas noches cada día. Nuestros proyectos me huelen a frescura, a encuentro, a baile en plazas desconocidas, a madera quemada en el

210 fuego de miradas comprometidas con otros sueños de personas juntándose para hablar, para danzar, para reír, para compartir momentos.

Me gusta acurrucarme en tus pliegues de macho cuando hueles mi esencia, cuando vienes a acurrucarte en mi barriga para sentir tanto amor brotando en mis entrañas. Disfruto amándote hasta que pierdes la conciencia, hasta que te duermes desnudo en la tierra agarrando mi pecho.

Me apasiona la fuerza con que embistes la vida, con el deseo brutal de sentirla intensa con un movimiento suave y constante, suave y constante.

Te amo desde el día que jugando a encontrarnos, nos perdimos el uno en el otro y soñamos despiertos con otros mundos donde jugar nuevos encuentros donde perdernos para volver a encontrarnos.

Te siento como una caricia que sin llegar a tocarme me excita, como el murmullo suave de tu aliento en mi nuca, como un baile alado y profundo en el mar de mis ojos con los tuyos. Me siento y me levanto para tocar el sol, bajar a descansar al arrullo de tus brazos y soñar entrelazados toda la noche haciendo un guiño a la luna para que nos calme la sed. Sed de ser salvajes, sed de amar adentro, profundo e intenso como la mar cuando baja la niebla.

211 Contigo he descubierto nuevos mapas para amar más. Amarme desde la tierra, volarme para volar contigo con el calor de un fuego a veces apasionado y otras en esas brasas ardientes de un buen fuego que el viento aviva.

Siento tanta agua que corre por mis venas que deseo enseñarte mis guaridas aquí en la patria de la huella de mis pies, nadar en este amar contigo, amarte bajo las estrellas en estos acantilados, subirnos por las paredes de la vida, sonriendo a las montañas por nuestra buena suerte.

Sabes que hace años trabajé en una floristería, en el escaparate había una flor que me llamaba poderosamente la atención. Era una flor blanca, era bella y delicada protegida por unos brazos verdes largos y con forma puntiaguda. La observé todos los días que iba a la floristería; cambiaba, giraba, se abría, se cerraba. Yo la cuidaba y ella me habló de los secretos que guardaba en su esencia.

Poco a poco fui sintiendo como la flor crecía en mi interior, me hablaba desde dentro, notaba mis pies que se querían enraizar, mis brazos danzaban mirando al sol y mi corazón se iba transformando en esa flor blanca profunda que se abría y se cerraba ante la mirada de unos ojos profundos.

Estoy viva y por ello celebro la vida como una vulnerable flor que quiere conocerte más todavía, descubrir

212 como cambias, como gira tu atención, saber que te hace vibrar, que te hace llorar, y en momentos no querer descubrirte para aprender a amar el misterio, quedarme en tu silencio mientras me miras, me acaricias, me hueles.

Te amo, te amo, te amo desde lo más profundo de mi ser y es ahora cuando ya no sé si la vida es sueño o mi vida es un cuento mezclado con la seducción del aroma de un jacinto, la belleza de una gerbera y la sexualidad de un anturio.

Te escribo esta carta porque quiero que mis palabras besen tus ojos, debajo de tu piel donde se dibuja mi cuerpo a miles de galaxias donde nos gusta perdernos.

Corazón, ya sabes que hace tiempo me gustaría quedarme de nuevo embarazada. Tú bromeas con que si fuese varón te gustaría llamarlo Nero. Con Mar y Nero ampliamos la familia en amor verdadero.

Me siento fértil, me abonas y me riegas con tus detalles. No sé si te gusta la inspiración sobre que si fuese varón podría llamarse Berto. A ti te gusta que Mar y Nero se lea marinero, yo resueno con que amar a Berto tenga la sonoridad de a mar abierto. Fuera de bromas, tengo la intuición que en poco tiempo tendremos un hijo.

Amor, perdóname por el mal entendido de esta mañana, ya sé que estás invirtiendo mucho tiempo en

213 prosperar en el trabajo para poder sustentarnos aunque, por favor, recuerda tener fe en la providencia que nos sostiene. Estamos en el mismo mar, somos dos para soplar las velas en el mismo velero. Tu punto de vista es maravilloso y no por eso tiene que ser el primero. No te pido cambiar de parecer sino recordar lo auténtico y verdadero. El primer requisito para superar la cota de tus límites es reconocerlos.

Hablamos con calma cuando regrese del viaje con Mar. Ya sabes cuantas ganas tengo de dedicar tiempo con ella, juntas podemos cultivarnos. Nos vamos en coche y no sabemos muy bien qué dirección seguir, aunque no nos importa la dirección a tomar porque para llegar a nuestro destino no tenemos más que seguir nuestros pasos.

Sal fuera de ti para que el mundo no se pierda tu mirada dulce y salada. No te quedes aislado con tantas horas de trabajo. Capitán las cosas pequeñas contigo son excepcionales. Sabes que me encanta permanecer a tu lado y formar parte de las palabras que una vez las escribes toman el poder de significar tantas cosas diferentes. Me hacen dudar si las cuentas tú o son ellas las que te cuentan a ti.

Te ensueño, te deseo, te vibro, te amo eternamente amándome, amándonos, amando.

Mara».

214 Tú y yo nos hemos cruzado y unido con un lazo adornado de letras negras sobre fondo blanco, que no ata sino que engalana el presente.

Gracias por existir y formar parte de esta historia que navega con la firme intención de tejer un precioso mundo mejor, suficiente para amar, de corazón a corazón.

215 216 SUFICIENTE PARA AMAR

Jaque a la mente con el corazón

217 218 Dibuja aquí lo que sientas que sea suficiente para amar

219 El viento mueve las olas y las olas mecen la playa, la masajean y la sacuden. El mar quiere, a todas horas, regresar a la orilla para recordar que no se pueden separar del mar ni de la tierra. El mar respira, se contrae y se expande, en un movimiento que no olvida lo sublime de su belleza.

Los seres humanos somos como peces fluyendo y olvidamos que el agua de vida no es un medio para vivir sino que es todo desde el inicio hasta el fin de la vida. A veces no recordamos agradecer y valorar la gran creación, en la que estamos inmersos, hasta que no salimos del agua y nos falta el aliento de existencia.

Tal vez recordando que somos nada no se nos olvida que somos uno con todo.

Que hermosos y vivos abanicos de colores tiene el Mar Mediterráneo. En la inmensidad del agua cristalina un baño de mar limpia el recuerdo trayendo pureza al momento presente.

Inconmensurable es el amor incondicional que el mar regala en el momento presente. Nos dedica atención plena porque si no es aquí entonces dónde, si no es ahora entonces cuándo. Aunque te marches de la presencia del mar este siempre te acompaña porque tienes la certeza que, si Dios quiere, permanecerá y allí podrás regresar. Pase lo que pase el mar siempre está cada día con un saludo distinto aunque siempre con tono salado y sabor azul.

220 Un mar de cuentos construye la cotidianeidad que habita en nosotros. Los latidos de pureza son las llaves de nuestro hogar allí donde somos todo y nada, como la sombra de la luz del Sol en la Tierra.

221 1. «REDES DE LA COMUNICACIÓN».

En el cuento de los animales del ecosistema marino, que Marco inventó para su hija, hay información implícita sobre las estrategias de comunicación. A continuación paso a revelarte explícitamente cómo se relacionan:

En líneas generales, la Medusa Aguamala tenía una falsa moral convenciendo a los demás con sus mensajes filosóficos aleccionadores. Con sus tentáculos tentaba a los peces y les ordenaba sus movimientos, manipulando sus intenciones y sus acciones.

Si nadas cerca de una gran ciudad del Mar Mediterráneo suele ser más frecuente sentir el repelús de la sensación de encontrarte con algún plástico que el escozor de rozar los tentáculos de una medusa.

Las medusas son inocentes pero Marco puso a Aguamala como principal adversario del cuento porque con el cambio climático cada vez aparecen más medusas, por la consecuencia del incremento de la temperatura de los mares que acelera su ciclo vital, además de la sequía que influye en las condiciones de salinidad que retiene a las medusas en alta mar. Otras posibles causas son la sobrepesca que influye en la disminución del número de sus predadores naturales y también el incremento en

222 nutrientes por vertidos de fertilizantes y de aguas negras de los núcleos urbanos.

La medusa es una metáfora sobre cómo nos estamos comunicando con nuestro planeta. Como nos relacionamos en el entorno donde vivimos es directamente proporcional a como cuidamos a los seres que viven allí, sean o no personas.

Por otro lado, en nuestra comunicación cotidiana, cada vez son más frecuentes las frases del tipo: «aquí es donde te has equivocado», o parecidas a «tienes que darte cuenta que las cosas no siempre son como se desea». Pueden ser en relaciones más o menos profundas e inesperadas como si te encontrases una irritante medusa.

Es común y corriente conocer a alguna persona que nos habla de lo que es más conveniente como si supiese más que nosotros, aunque puede ser que apenas sepa algo más que nuestro nombre. También hay personas que consideran que te conocen tanto que tienen el derecho de opinar de tu vida e incluso por ti, sobre lo que debes hacer e incluso como lo tienes que hacer.

El tiburón Bocanegra representaba los ataques con amenazas y órdenes.

223 Sus frases empezaban con expresiones tipo: «tendrías que hacer lo que yo te digo», «Si tú no haces eso entonces lo llevas claro. Deberías tenerlo muy en cuenta»

Hay muchos tiburones sueltos que intentan decirnos que la vida es así, que es lo que hay, y que es normal que unos manden y otros obedezcan.

Los alfiles negros, en el cuento de Marco eran la Chicharra y el Sardo Picudo. Pues bien, representan a las personas que hablan demasiado sobre lo que ellas piensan en vez de dialogar o procurar empatizar con la gente. Te hacen sentir como si la comunicación solamente fuese para escuchar todo lo que esa persona puede demostrar que sabe, y te hacen preguntas que ya tienen la respuesta incorporada, la cual se relaciona más con ellas que contigo. Por ejemplo: «Yo sé lo que necesitas. Te viene mejor no preocuparte por nada», «¿No será que te sientes culpable?», «Yo creo que actúas equivocadamente y te agobias demasiado».

Esas personas te desgastan emocionalmente, demandan tanta atención que te agotan en la comunicación.

Sobre los caballos negros, que en el cuento eran la Moma Nariguda y el Dentón, te cuento que como ellos no quieren mirarse al espejo por miedo a ver algo que no les gusta, entonces niegan o evaden los sentimientos propios y del interlocutor.

224 Suelen decir que te animes alegando que lo que te pasa no es para tanto y que además hay mucha gente que lo pasa peor. Podrían decir frases del tipo: «No entiendo por qué te afecta tanto eso, tú eres muy fuerte y puedes con todo», «Anímate, que el tiempo lo sana todo». Creo que cuando te dicen esas frases simplemente lo que quieren es darte apoyo, aunque a veces ayuda más compartir la isla del silencio, que navegar entre las olas de palabras inútiles.

La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos personas es ameno. No es fácil manejar el silencio porque está lleno de muchos detalles. Hay un proverbio que dice que cuando se hable hay que procurar que las palabras sean más bellas que el silencio, entonces toda la humanidad tendríamos que intentar ser poetas.

Ahora tocan los peces que corresponden a las torres negras, uno era la Barracuda y el otro el Cabracho, que también se conoce como el diablo de mar debido a su extraño aspecto cubierto de espinas y a su llamativo color rojo. En Cataluña se llama Escórpora y en el País Vasco se le conoce como Itsaskabra, que significa cabra de mar.

La Barracuda correspondía a la figura de la torre en el ajedrez porque está en la cima de la cadena alimentaria del mar, como los tiburones. Es un animal maravilloso al igual que todos los demás que representan a las piezas negras. Marco la puso en la clasificación de las negras y no como blanca porque tiene mala

225 reputación por ser muy territorial. La Barracuda es plateada, tiene una afilada hilera de dientes y unas robustas aletas con las que puede alcanzar mucha velocidad en trayectos cortos. Para cazar suele quedarse inmóvil por prolongados períodos de tiempo y cuando tiene localizada una presa le ataca de forma sorpresiva.

También trabaja en equipo. Si una Barracuda encuentra una presa muy grande para ella, se coloca a cierta distancia y comienza a hacer un ruido seco, que produce cerrando

226 violentamente sus mandíbulas y haciendo chocar sus dientes. Hay que tener agallas, para no tener miedo, porque se cree que ese ruido podría ser un aviso para que otras Barracudas que se encuentren en la zona acudan a compartir la presa.

La torre puede simbolizar una barrera o defensa como las espinas del Cabracho, aunque también sirve para atacar pasando desde la inmovilidad a un ataque rápido y sorpresivo como el de la Barracuda.

Estas piezas consiguen manipular con su forma de comunicación de forma contundente. Manipulan con argumentaciones lógicas que utilizan para reprimir, recriminar y ridiculizar. Sus ataques son más sutiles aunque muy contundentes. Su forma de manipular es lanzando preguntas trampa, como por ejemplo; «¿No crees que sería mejor para ti que dejes de ser un vago incompetente? Sí, ja, ja, ja, menuda mordida. Aunque no hace falta que hagan preguntas. Como por ejemplo; «Ya lo hago yo, pero te sentirás mejor cuando algún día entiendas que el tiempo es dinero y no lo puedes seguir desperdiciando con tu ineficacia y tus tonterías». Eso no es ser sutil, lo admito, pero bueno lo estoy exagerando para que te quede claro.

El tiempo en el ajedrez es tiempo de juego para estar presente en la jugada. El tiempo cuando fluyes en agua viva te empapa la existencia de buenas nuevas para el prójimo. Hay personas que dicen que no tienen tiempo. Si no tienen tiempo de

227 conocer y agradecer a Dios entonces sus movimientos dejan pasar la oportunidad de despertar y permanecer libres en la partida, en el camino, verdad y vida.

228 Actualmente, inteligentemente, cuidadosamente, decididamente y dichosamente podríamos completar una historia dignamente y convincentemente.

Caprichosamente, directamente, concretamente y amistosamente te digo gustosamente que considerablemente felizmente y adecuadamente reconozco abiertamente que la mente puede ser como el ajedrez donde el tablero es íntegramente el ego moviendo a las fichas según su apego al esparcimiento y rechazo a las desdichas.

Lógicamente, hace falta pensar con la cabeza, para encontrar las ideas más bellas y saber qué hacer con ellas. No obstante antes de tomar una decisión, jovialmente e indiscutiblemente hay que consultar al corazón.

Admirablemente, intrínsecamente, diariamente y consecuentemente, creamos con la mente el cuento que nos contamos continuamente. Sin embargo solamente haremos cosas increíbles más allá de la razón si utilizamos el corazón. Indiscutiblemente no hay algo que en el mundo exista que al amor se resista.

Si quieres mover ficha con coherencia y carisma hay que ponerse en acción con conocimiento del rey, con conciencia de la reina, con cordialidad del alfil, con el coraje del caballo, con compromiso de la torre, y con la compenetración de los peones.

229 En el ajedrez como en la vida todas las fichas se complementan para cooperar y es fundamental la coordinación con compasión.

La vida es como jugar una partida de ajedrez, es una mediación entre mente y corazón, donde escuchar con los ojos del corazón facilita prestar atención al lenguaje de la mente.

230 2. «MEDIACIÓN».

«La mediación consiste en una serie de etapas para separar la persona del problema, poner acento en los intereses sobre las posiciones y crear opciones de beneficio mutuo.

En la mediación no prima el resultado sino el proceso de caminar para llegar a la mejor alternativa del acuerdo negociado.

Es necesario jugar una partida diferente, para volver a partir fortalecidos, con las capacidades que nos muestran las piezas de ajedrez, tales como:

Los valores del rey, puesto que el mediador actúa con imparcialidad e igualdad de oportunidades para ambas partes sin favorecer a ninguna, aportando buen ambiente para el entendimiento mutuo y el diálogo. De este modo, en la mediación se orienta el proceso pero no se decide por las partes implicadas».

Que difícil se le hacía a Marco acompañar a Mar sin sobreprotegerla. Él sabía que ella tenía que caerse para volver a levantarse pero le resultaba tan duro ver caer a su propia hija. Por esto, no se atrevía a contarle a Mar la muerte de su madre. Era su propio dolor al ver a su hija sufrir lo que no podía soportar.

231 Marco había escrito, hace tiempo atrás, un artículo en relación a la teoría de la mediación y las metáforas de las fichas de ajedrez. Continuó leyendo lo que había redactado acerca del caballo.

«La versatilidad del caballo que tiene claro que la solución a los conflictos, pasa por comprender sus causas, reconocer y aprender del pasado, pero fundamentalmente mantiene una mirada puesta en el futuro, tratando de aprender de los errores cometidos para no volver a tropezar con la misma piedra y prevenir los daños venideros».

Marco no podía comprender la causa de su angustia, todavía se anclaba en el pasado negando la muerte de Mara. Había noches que se despertaba rabioso y lloraba por no entender que el trágico accidente le hubiese pasado a su propia familia. Todavía tenía que pasear por un largo camino lleno de piedras donde poder tropezar. Piedras que con voluntad podía saltar aunque ahora parado ante ellas le podían servir para construir puentes de unión entre su resignación y su ánimo de vida.

«La voluntad de la torre es una pieza consistente en la mediación, puesto que ambas partes implicadas en el conflicto son protagonistas de su resolución. El mediador mantiene la firme intención de mantener una comunicación que facilite el

232 compromiso en la reconciliación y reconstrucción de alternativas.

La verdad del alfil es fundamental en la mediación, al ser la sinceridad de lo citado y presentado una de las premisas fundamentales, para clarificar percepciones a efectos de llegar a un acuerdo. En los movimientos del mediador siempre primará la confidencialidad»

Al leer que la sinceridad era fundamental en los procesos de comunicación Marco dejó la mirada clavada en la hoja provocando que las palabras inundasen sus valores, al ser perforados sus principios, dejando que entrase en su cuerpo una extraña sensación de frío y miedo a borbotones.

Con un nudo en la garganta escoró su cuerpo inclinándose de costado dejando que sus lágrimas empapasen su rostro mientras continuaba leyendo.

Marco creía en la verdad, en construir en el cimiento de la franqueza, pero en el momento que se sentía desvalido no sabía cómo hacerlo, o quizás no quería enfrentarse a la verdad.

«La vinculación de la dama en los procesos comunicativos de mediación es muy necesaria al invitar a las partes a cooperar para el beneficio mutuo y la concordia.

233 La vitalidad del peón aprovecha con vigor su vulnerabilidad para ser y sentir con entusiasmo la alegría de ver la vida con la excelencia de ser espontáneo y bondadoso en convivencia con los demás. Es entonces cuando se comprende que la victoria se consigue cuando todos ganan y nadie pierde.

Hay que poner todos los sentidos en juego, a destacar el sentido del humor y el sentido común al tomar conciencia que no sólo se llega a buen puerto con inocencia y esperanza sino con la firme intención de buscar una resolución en cada etapa de desarrollo personal y colectivo».

A Marco le costaba remontar la ola de la desesperanza. Él se mantenía a flote cuando estaba con Mar, con sus juegos, con sus reflexiones y su alegría de vivir. Mar era tan jovial como su madre y le contagiaba su entusiasmo sólo con verla.

«Mediar, en el proceso de gestión y resolución de conflictos, se puede comparar a jugar una partida de ajedrez en la cual:

El rey moviliza y mantiene el orden con la maestría de aceptar que las dificultades pueden ser útiles para aprender a manejar situaciones similares y, por tanto, motivar con una esperanza realista al mostrarse convencido que si todos colaboran el conflicto puede resolverse.

234 El caballo es noble y muestra gran empatía y equidad entre las partes implicadas con el empuje de dedicar toda la atención al problema y no a la confrontación entre personas y sus opiniones. Es primordial evitar el comportamiento orientado hacia valoraciones personales sobre el otro o sobre su conducta. Hay que mantener la entereza para llegar a un acuerdo en consenso con los beneficios mutuos donde primen los criterios de responsabilidad y colaboración.

Cuando la solución del conflicto se centra en el éxito se tiende a conseguir un máximo de colaboración, si se centra en las opiniones y sentimientos personales entones se produce un máximo de actitudes defensivas y desvalorización de la postura contraria».

A Marco le costó seguir leyendo. Se le cruzaban las frases con las fases del crecimiento de Mar y los momentos en que, a lo largo de su vida, había hablado con ella guiándola para que aprendiese a gestionar los conflictos. Mar tenía una capacidad de escuchar tan bonita, tan despojada de los ruidos que distorsionan el sonido del alma, que Marco no sabía cuál iba a ser su reacción cuando le contase la muerte de Mara.

Marco recordó la mirada, con esos ojos de búho, cuando Mara desplegaba las alas de su corazón. Entonces se emocionó al sentir como le atravesaba el trueno del miedo a que Mar perdiese su pureza e inocencia para poder superar la pérdida de su madre.

235 236 Marco retomó la lectura del artículo:

«La torre nos facilita descubrir y diseñar alternativas con vigor ante las adversidades, para salir fortalecidos de ellas y definir hechos concretos y específicos relacionados con la resolución del problema.

La firmeza de la torre ayuda a rehuir de juzgar, hacer interpretaciones generales y negativas. Lo importante no son las opiniones sobre por qué se realizaron los actos, o sobre quién es el culpable, sino valorar los motivos para dar y recibir información.

No interesan las críticas destructivas y manifestaciones de resentimiento sino resolver el conflicto en función a la información que es útil y constructiva en un diálogo apreciativo.

El alfil identifica e impulsa la sana acción de la mediación para buscar de forma conjunta la solución a partir de las propuestas presentadas. Indaga alternativas, rechazando las irrealizables e innova ante nuevas propuestas buscando la motivación intrínseca.

La dama tiene gran capacidad de autoconocimiento y asertividad con el arte de acompañar en la gestión de conflictos e integrar las anteriores habilidades, transformando la queja y la protesta en la búsqueda de propuestas de mejora con compromisos entre personas responsables.

237 La dama nos recuerda la amplitud de movimientos al iniciar un proceso sin resistencia al cambio, al tener mayor capacidad de adaptación y manejo de situaciones.

El peón es realista y se responsabiliza de su crecimiento personal y desarrollo social en los procesos de gestión de conflictos, los cuales consisten en asegurarse que las alternativas aceptadas son una síntesis de propuestas que incluyen aspectos tratados y que quedan claramente recogidas por escrito, señalándose los compromisos adquiridos con respeto, reconocimiento y reciprocidad.

De este modo, la mediación es un buen recurso para reparar posibles daños causados, reconciliar a las partes implicadas, reconstruir nuevos puentes y vías de paz para la resolución de conflictos y retroalimentación de los resultados».

Marco pensó cómo ayudar a Mar a desplegar todas sus capacidades para que pudiera crecer después de un hecho tan duro en su vida. Reflexionó sobre las capacidades de las piezas de ajedrez y si alguna especialmente les podría venir bien a ellos.

Decidió que el texto que había escrito era demasiado enrevesado para Mar, incluso para él mismo. Ahora sentía que todo debía ser más sencillo. Por eso guardó las hojas y decidió escribir un breve resumen:

238 «Orientaciones para jugar una partida en el tablero de la comunicación:

El peón te recomienda que seas humilde y perseverante en tus esfuerzos, manejándote con tus recursos y calculando riesgos.

El alfil te aconseja que, con empatía, mantengas la comunicación aireada de prejuicios.

El caballo te impulsa al progreso con la intención de aumentar la excelencia personal.

La torre te aporta fortaleza en la renovación y aprendizaje continuo con compromiso firme para salir fortalecido ante los conflictos.

La presencia del rey, con ideas claras, te ofrece una identidad social conectada con los valores y comportamientos humanos.

La dama solidaria se presta al servicio a los demás manteniendo alianzas estratégicas para el bien común.

Existen múltiples aportaciones de las piezas, que se mezclan entre ellas, a la hora de mediar una partida en el tablero de la vida.

Todas comprenden que ante un conflicto tener una visión global, jugar en equipo, marca la diferencia para no defenderse urgentemente ante los embistes del tiempo sino

239 fundamentalmente centrarse en estrategias importantes para gestionar el momento presente».

240 Marco es el padre de Mar y el timonel de este libro en el que puedes leer que en su día a día pretendía afrontar su propia pesadumbre y al mismo tiempo no dejar de surcar las ilusiones de su hija. Por este motivo había indagado en el método corporal llamado «PESAR», para utilizarlo ante cualquier pesar o angustia, que a pesar de los pesares, tuvieran que afrontar. Cualquier pesar puede sopesarse en la balanza de la conciencia plena a nivel corporal, emocional y mental, aunque solamente se puede ser liviano, de espíritu altivo y entusiasmado, con la Gracia de Dios.

En su método la P representa el Posicionamiento ante los conflictos y con ella se pueden hacer unos ejercicios de enraizamiento y suaves movimientos de su columna vertebral. A ritmo de la respiración imaginando llenar de luz el cuenco sagrado del sacro.

La E es para hacer Estiramientos corporales que ayudaban a tomar nuevas posturas físicas y mentales. Es excelente escuchar al organismo para que sea él quien decida como desperezarse.

Con la S se Sacude todo el cuerpo, largo rato hasta sentir que se sueltan todos los pensamientos y emociones que suponen un lastre. Al terminar se recomienda quedarse quieto como una estatua y hacer unas respiraciones fuertes, como si avivásemos una brasa en la parte inferior de los pulmones, y de este modo acumular la energía vital a la altura del ombligo.

241 La A simbolizaba la Apertura al amor, la armonía y la alegría. Esta etapa es abierta a jugar, como por ejemplo; unas veces haciendo saltos de rana, otras eclosionando como una flor, otras abriendo los brazos sintiendo el Sol brillando con una espléndida sonrisa.

La R es para Responsabilizarse del reconocimiento y respeto personal. La R es un buen recurso para reconciliarse con la realidad en retroalimentación ante los recientes o repentinos retos de la vida.

De este modo, Marco recomienda terminar la dinámica «PESAR» con una Relajación o con unas sencillas respiraciones profundas, otras con alguna recapacitación en relación el bienestar y la vitalidad.

Siempre hay que procurar renovarse y hacer un cierre con risas que al principio pueden ser forzadas y poco a poco desembocaran en un brote de deliciosa y radiante reconexión con el gozo de la vida.

El Capitán del velero, de este libro, también practicaba el método «PESAR» porque se conectaba con los cinco elementos: con el Posicionamiento se sentía con los pies bien afianzados en Tierra firme; con el Estiramiento se visualizaba fluyendo en una corriente de Agua fresca; con la Sacudida sentía la energía transformadora del Fuego de las estrellas; con la Apertura

242 procuraba ser como el vuelo de una pluma en el Aire y, por último, con la Reconexión se entonaba relajándose inmerso en un estado de armonía personal integrando todos los elementos en el Éter.

243 3. «FICHAS EN COOPERACIÓN».

Te miro agradecido. Ha sido un gusto compartir este presente contigo.

Ante cualquier pesar, dificultad, adversidad o conflicto es lícito el trato cortes considerando el compromiso y la implicación de la dama, además de la convicción y la predisposición del rey para descubrir las mejores posibilidades.

Es estupenda la compenetración empática del alfil y la complementariedad y el optimismo del caballo.

Es espléndido ser conscientes de la confianza y la fortaleza de la torre para construir acciones en colaboración como los motivados peones.

Los humanos tenemos que ser coherentes con lo que pensamos, sentimos, decimos, hacemos y con cómo vivimos.

En el cuento del Capitán del velero las fichas de ajedrez representan metáforas de cualidades y potencialidades humanas.

El rey representa una imagen más concreta, racional y objetiva.

La reina inspira a la colaboración, la organización y la armonía.

244 El alfil es cordial, emotivo y buen consejero.

El caballo simboliza el ingenio y la capacidad de movilidad ante distintos puntos de vista.

La torre es optimista y comprometida, tiene la capacidad de rehacerse ante los fracasos y derrumbes.

El peón exhala realismo y perseverancia.

El tiempo de juego es el transcurso de la vida.

El tablero es el contexto desde los pequeños a los macro ecosistemas.

El tablero de ajedrez es como el mapa mental de las personas, va variando según se va jugando la partida.

El mapa mental de las personas se entremezcla en el terreno de juego interactuando como en un ecosistema en el que un movimiento influye en el de otros individuos.

Cada persona puede tener muchos movimientos, interpretaciones y opiniones. Por ejemplo, Marco también había pensado que la reina puede representar a la conciencia espiritual y el rey el conocimiento. Ambos fluyen y se entremezclan desde la cabeza al corazón y viceversa. De este modo se complementan el sentido común del rey y la sabia sensibilidad de la dama.

Cuando te conectas y cuidas tu cuerpo el estado mental mejora. Mente sana en cuerpo sano.

245 La reina tiene más amplitud de movimiento para poder explorar su cuerpo libremente.

El rey tiene que ir poco a poco para meditar las causas y consecuencias de sus actos, por eso espera a tener la mente clara.

El alfil representa las conexiones con la emotividad que abren el corazón.

El caballo la intuición y los instintos que sacuden con brío las caderas.

La torre simboliza la voluntad que moviliza y estira la columna vertebral.

El peón el ánimo y carácter que se conecta con la consciencia colectiva.

Te estoy abatiendo con un engranaje de palabras. No quería quedar en tablas por insuficiencia de material ni de entusiasmo. Jaque a la mente con el corazón.

Ha sido excelente enmarcar el marco lógico de este libro, libre de convencionalismos para compartir una partida contigo.

Ahora partimos cada uno por su flanco. Recuerda que aún en la distancia somos unidad y a pesar de las dificultades es suficiente para amar mover ficha con arte y sensibilidad; Posicionarte con bondad y ternura; Estirarte con humildad y

246 modestia; Sacudirte con paciencia y perseverancia; Abrirte con amabilidad y armonía; Relajarte con deleite y agrado.

Te estimo. Gracias por leerte en mí.

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SOBRE EL AUTOR

ÁLVARO CANO MELCHOR.

En un lugar de la Mancha, cuyo nombre es Guadalajara, no ha pasado mucho tiempo que nació Álvaro. Fue mecido con el cariño de su familia, gateó entre maratones de cuentos y avanzó hasta ser Educador Social. Corrió en la expresión lúdica para el diálogo apreciativo y el liderazgo motivacional, en su ruta por la formación complementó su aventura especializándose en Coaching y gestión del talento. Se embarcó en Mediación comunitaria y se acreditó como Psicoterapeuta, Director de Psicodrama.

Tras cuarenta años de peregrinar finalizó el libro «Suficiente para amar» siendo eso apenas un faro de luz en su cuaderno de bitácora. Como un aprendiz de la fe como resiliencia surca el presente con entusiasmo y la firme intención de dar testimonio que amar adentro e irradiarlo afuera es el arte de la humanidad.

250 CONTRAPORTADA

Este conmovedor libro muestra una manera de sobrellevar unos hechos graves con la ilusión y la belleza poética. El narrador, con alta carga de ternura y humanidad, muestra la relación de una familia que tras un trágico accidente sufre por la muerte de la madre.

A través de cuentos conectados con historias relacionadas con la mar se transmite el ingenio del padre que, con presencia plena, procura levantar el ánimo de su hija.

Mediante reflexiones y frescos diálogos se explica una nueva forma de apreciar el ajedrez como juego para gestionar los conflictos con resiliencia emocional.

251 Que el provecho de este libro sea la alegría de inspirar encuentros para el empoderamiento mediante la confianza, la creatividad y la sensibilidad social.

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