Naguales Mayas De Ayer Y De Hoy
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Naguales mayas de ayer y de hoy Mercedes DE LA GARZA (Centro de Estudios Mayas. UNAM) <‘Entonces, la gente mágica [Nawal winakj proyectó su venida. Su mirada tíegaba lejos, al cicto y a la tierra; no habia nada que se igualara con lo que ellos vieron bajo el cielo. (Eran> los grandes, los sabios, los jefes de todas las parcialidades de Terpán» 1 Así habla el TiMo de Totonicapán de los grandes antepasados, los hombres portentosos fundadores de los linajes y guías de la comunI- dad, que se mencionan en la mayoría de los textos quichés coloniales. Por su naturaleza sagrada y sus poderes sobrenaturales, estos ancestros fueron denominados naguales, término náhuati, que tiene la significa- ción dc brujo, que puede separar voluntariamente del cuerpo una par- te cíe su espíritu y que «entiende cualquier cosa de hechizos», por lo que es capaz de hacer tanto mal como bien El dios de los naguales nahuas fue tal vez Naríalpillí, «Príncipe Mago», un aspecto de Tezcatlipoca o Titlacauan, dios creador, del que Sahagún dice que-. « era invisible y como obscuridad y aire, y cuando aparecía y hablaba a algón hombre era como sombra; y sabia los secretos de los hombres que te- nían en los corazones» 3. Entre los grupos mayanses, por nagual se entiende una clase de hombre religioso que aúna a sus poderes de transformación los de penetrar en los espacios sagrados, comunicarse con los muertos y con los dioses, poseer una gran fuerza física y una visión tan aguda y pe- Titulo de Totonicapdn, pág. 175. 2 Sahagún, Historia. - -, vol. II, pág. tU. Ibídem, vol. II, pág. 277. Revista Española de Antropología Americana, n.’ XVií. Ed. Un.iv. Compí. Madrid, 1987. 90 Mercedes de la Garza netrante, que le permite ejercer la adivinación y curar enfermedades, sobre todo las de origen mágico. Así, estos naguales se equiparan a los chamanes siberianos, los hindúes y los sudamericanos, mostrándonos la universalidad de la creencia en la posibilidad humana de trascender la realidad dada hacia el ámbito de lo sagrado. Pero, además, los mayas también aplican el término nagual al es- píritu protector de un poblado, a lugares o cosas sagradas y, actual- mente, al otro yo animal de los hombres, vinculado con su destino. En la mayor parte de los textos indígenas coloniales encontramos la exaltación de los naguales, cuyos prototipos son los primeros seres humanos formados por los dioses con masa de maíz y sangre de ani- males sagrados, como el tapir y la serpiente. Se les presenta como hombres portentosos, con poderes sobrehumanos que consisten en transformarse en animales, sobre todo en jaguares, y dominar a las fuerzas de la naturaleza. Podían llamar «al aire, a la nube roja, al gra- nizo de muerte, al rayo y a los días aciagos» para luchar contra sus enemigos, dice el Titulo de Totonicapán. Además, eran capaces de pe- netrar en los espacios divinos e inaccesibles para los hombres comu- nes, como son los cielos y el inframundo. La Historia y Crónica de Don Juan de Torres asegura que los sabios y naguales.. - - - fueron a observar si llegaba la aurora y fueron a ver en la oscuridad y en la noche si se levantaba la luna y salían las estrellas. Caminaron, subieron y lle- garon hasta el cielo; llegaron [también] a Xibalbá y les habló la tierra»>. Y, además, los naguales aparecen como ascetas que vivían en las montañas. Dice el Popo? Vuh que. - - « - -. sus vestidos eran solamente pieles de animales, no tenían buenas ropas que ponerse; las pieles de animales eran su imico atavío. Eran, pobres, nada po- seían, pero su naturaleza era de hombres prodigiosos’> 6 El Título de Totonicapán añade que ayunaban, se autosacrificaban y adoraban ídolos con «ofrendas de frutas, hongos y pajaritos» ~. Y el Popo! Vuh afirma que fueron los iniciadores de los sacrificios huma- nos a los dioses tribales. Así, la misión principal de los grandes naguales primigenios, según estos escritos, era fungir como intermediarios entre los hombres y los dioses. Ellos habían conducido a las tribus en sus largas peregrinacio- nes, siguiendo las instrucciones divinas, y eran los sacrificadores que alimentaban al dios del grupo, obteniendo con ello todos los bienes que la comunidad necesitaba para subsistir. Título de Totonicapán, pág. 188. Crónicas indígenas de Guatemala, pág. 35. Popol Vuh, pág. 67. Op. cit., pág. 188. Naguales mayas de ayer y de hoy 91 Otra práctica ascética de los naguales era la abstinencia sexual. «Ellos tienen poder y gloria sólo porque nunca ven muieres»>, dice el Ti/tilo e/e Tolonica pan. Los ayunos, los insomnios, los autosacrificios y la abstinencía se- xual provocan estados de éxtasis y alucionaciones semejantes a los causados por plantas psicoactivas, aunque es posible que los naguales quichés también utilizaran dichas plantas, ya que hay algunos datos sobre hongos alucinógenos en los diccionarios coloniales x- ciertos indi- cios acerca del uso ritual de los hongos, como esculturas en piedra y referencias en los textos indígenas. Guizá durante los trances extáticos, los naguales mayas creían trans- formarse en animales y fenómenos atmosféricos, como relámpagos. co- metas y bolas de fuego, y ésta era su principal cualidad. El animal más relacionado con los naguales es el jaguar, que simbolizó el lado noc- turno de la vida, el reino del misterio, la oscuridad y las tinieblas, con todo lo qíte él implica: las fuerzas de la irí-acionalidael, lo inconsciente la destrucción, el mal y la muerte, que fueron energías tan sagradas corno sus opuestas, las energías luminosas y vitales. El jaguar es el Sol al penetrar al ámbito del inframundo; su piel es el cielo nocturno manchado de estrellas; habita en el tiempo primordial - aíiterior a or- den actual., en la edad precósm ica, caótica y oscura. Por todo ello, es stinbolo de las fuerzas misteriosas, ele los poderes ocultos e incompren- sibles, de los lugares y tiempos inaccesibles al hombre común. Así, los hombres que logran trausformarse en ese animal - adquieren sus po- deres y transcienden eí ámbito humano. En las obras plásticas prebispánicas, el jaguar siempre aparece aso- ciado a los gobernantes y sacerdotes, que portan su piel, su cabeza o sus garras en los atavios, como, por ejemplo, los señores de los mu- rales de Bonampak. 1-lay diversas insignias relacionadas con este ani- mal y su figura se esculpe en los tronos. Estas imágenes revelan su sentido a la luz de los textos indígenas coloniales, donde siempre se relaciona a los grandes naguales con ja- guares. Los cuatro hombres primigenios quichés, según el Popo? Vuh, se transformaban en jaguares por las noches para robaí hombres x- sa- crificarlos al dios Tohil; pei-o no eran jaguares comunes, sino extraor- dinarios. Dice el texto: « Eran corno pisadas de tigre las huellas que dejaban, aunque ellos no se mostraban. - no estaban el-aras las prime1-as Intel las, pues estaban invertidas - - Así corríenzo el rap te de la gente - cuando los b lujos cogian a las tribus en los caminos y las sacrificaban ante Tohil» t fbide;n, pág. 180. Popo1 Vuh, págs. 78-79. 92 Mercedes de la Garza Asimismo, tres de estos naguales llevaban el nombre del jaguar en el suyo: Balam Quitzé (Jaguar-bosque), Balam Ak’ab (Jaguar-noche), Iquí Balam (Jaguar-negro); el cuarto se llamaba Majueutaj (Viajero) ~ Los naguales también se asociaban con la serpiente, animal sagrado por excelencia, que simboliza, entre otras cosas, la energía generadora del mundo, representando agua, sangre y fecundidad, y que por su cualidad de renacer de si misma, que es como ínterpreta el hombre creyente el cambio de piel, está asociada a las iniciaciones religiosas en las que el hombre profano muere como tal para renacer sacralizado. Los mayas tenían y tienen un rito iniciático que consiste en la vivencia de ser tragado por una gran sierpe, y luego ser excretado o vomitado, poseyendo ya las capacidades sobrenaturales y sagradas que le permi- tirán ejercer las funciones de un chamán. Por ello vemos a los gober- nantes en las obras plásticas del período Clásico emergiendo de las fauces de grandes serpientes preciosas, o sea, emplumadas, símbolo de agua y de energía vital sagrada ~ Y los textos quichés y cakchique- les nos hablan de la transformación de los grandes naguales en ser- pientes emplumadas. Finalmente, como símbolo de la sacralidad del cielo y el Sol están las aves, en especial las águilas, que en varios textos son los animales en que los naguales se transforman. De otros gobernantes quichés, llamados Cotuhá, Quicab, Cavizimah y Gucumatz, se dice en los libros que eran también hombres prodigio- sos. Se les llamaba kan-ian, katik, «nuestros abuelos, y abuelas”, o kachuch, kakajaw, «nuestra madre, nuestro padre» 12 En particular se menciona a Gucumatz, cuyo nombre es igual al del dios creador, y sig- nifica «serpiente emplumada», como el más poderoso. Dice el Popo? Vuh: Verdaderamente Gucumatz era un rey prodigioso. Siete días subía al cielo y siete días caminaba para descender a Xibalbá [el inframundo]; siete días se convertía en culebra y verdaderamente se volvía serpiente - - [el Titulo Yax añade que era serpiente emplumada] -, siete días se convertía en águila; siete días se convertia en tigre. Otros siete días se convertía en sangre coagulada y solamente era sangre en reposo» ~ En estas palabras están expresadas las principales cualidades de un auténtico nagual: ascender al cielo; descender al inframundo, y trans- formarse en los animales sagrados: la serpiente, el jaguar y el águila. Incluso, este nagual se convertía en sangre, el líquido vital que unifica a los hombres con los dioses a través del sacrificio. II Titulo de Totonicapán, pág. 215. ti Mercedes de la Garza, El universo sagrado de la serpiente cap.